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Excesos Donde la realidad supera a la ficción
50 Manhattan perverso Los gustos del último sangriento personaje de Bret Easton Ellis, o una selección analítica de sus locales favoritos en la Gran Manzana.
30 Receta de autor El restaurante Kabuky, luego de hacer escala en China, Tailandia y Japón, propone un vuelco a los hábitos del comensal caraqueño. Para muestra, un pollo. Sexto sentido El radar de los placeres de la carne y el espíritu Runrún Tutto sotto vote
Cuarto de hora Personajes y situaciones extraídos de la vida misma 103 Tierra de juego Los dardos de la redacción 113 Columnas Los colaboradores 1. C OLoFÓ N
Un escalofriante capítulo de Antes que anochezca, el libro póstumo de Reinaldo Arenas, hace penetrar al lector en el infierno de la cárcel de El Morro, de La Habana. Lejos, muy lejos de los cuentos de hadas de Elio Gómez Grillo. HUM O R
102 Simple-mente Carlos Sicilia
11213 Los cerebros de Sergio Sergio Ruiz 1131N/EFITINIIEINITOS
127 As de triunfo 159Y9 1 Iálil Bel M11
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Semana a semana La revista colombiana que, de la mano de un corroborado dinasta, convirtió a la calidad editorial en un fenómeno de circulación 6911, Spike Lee tras la máscara de Malcolm X Adalid del rencor racial, celuloide mediante, el musulmán Malcolm X resucita en la moca del cine, gracias a los buenos oficios de un enfant terrible del séptimo arte 72 Comandante Elías Barajó un manojo de identidades en medio de una perenne y eufemística aventura revolucionaria. Pero la cruda verdad de Baltasar Ojeda Negretti estuvo más cerca de la delincuencia que de la causa. Cinismo para menores Los Simpsons se propagan como una epidemia a una hora en que el escepticismo es de todas las edades.
236 Fumar o no fumar Acosados, señalados y condenados, los amantes del tabaco han empezado a organizarse en los cuatro rincones del planeta. En esta ocasión vinieron a conspirar a favor del vicio en la patria de Hamlet 92 A Woody siempre le gustaron pequeñas Una lectura de la obra escrita del más neoyorkino de los directores revela que Allen, o sus personajes, aprecia la frescura de la carne por encima de todas las cosas.
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París ama la novela negra La ampolla de cianuro en la taza de té no demora en producir su efecto en la víctima. Pocos minutos después, el placer de la humeante infusión se convierte en un terrible suplicio. Bañada en sudor, siente que la vida la abandona, los músculos se le tornan pesados, insoportables. El corazón se le ha detenido... "Parbleu!", exclama emocionado el lector parisino, quien prefiere dejar la lectura para el día siguiente, cuando renueve el supremo placer del suspenso. Sucede que, mientras los alemanes se interesan más por la política y los españoles prefieren la ironía, los franceses se apasionan por el relato policial. Desde 1945 Francia ha sido la única nación de masiva vocación por el violento género. Casi tres mil títulos ha publicado a partir de entonces la colección Gallimard que dirige Patrick Raynal y en la que han aparecido desde Raymond Chandler hasta Horace McCoy. Este año, dentro de la colección cuatrienal Polar, el turno es para James Ellroy. Considerado un maldito por los cuatro costados, el escritor —que acaba de ser aclamado en Estados Unidos tras la aparición de White Jazz— es una especie de Edgar Allan Poe redivivo. Nacido entre la miseria humana, su adolescencia —canalla e infeliz por demás— sembró en él, y para el placer de Francia, el amor por el crimen. Subsidiario de la novela de detectives, el espionaje, que aportó abundante material al género, tiembla ante la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría. Los inefables espías no saben en qué país entrar para aventurarse en nombre de la libertad. Tal vez dediquen sus habilidades a la resolución de los problemas ecológicos o la corrupción política de los países tercermundistas. Sin embargo, todo parece indicar que a la novela negra aún le queda oxígeno.
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1 Nina que se destiñe La tesis de Heraclio sobre el perpetuo devenir del hombre y sus circunstancias ha calado muy hondo en Nina Hagen, otrora madre del punk. Los escenarios cambian. Los actores también. La lozana militancia en los Time!~ Pioneers —juventudes comunistas— y un antifascismo sustentado en el sentido de la lucha por la libertad, así como su renuencia a vivir bajo la tiranía, devendrían en Nina Hagen estrafalarias vestimentas de Ungid y drácula, túnicas transparentes y coronas hechas con hojas de marihuana. Con música y voz intentaba trascender más allá del mundo real y cotidiano —lo propio de quienes buscan abrir puertas— y se enfundaba en la mampara de un maquillaje más propio de un clown que de una mujer. Tras una profunda crisis todo aquello quedaría atrás, para convertirse en búsqueda divina y acelerada carrera en pos de la tranquilidad del espíritu y del éxtasis supremo —sentido último de la vida. "No reniego de mi pasado humano y artístico. El ser humano puede llegar a un estado espiritual cercano a lo sublime si consigue ir superando sus errores. Yo estoy en el camino", declararía esta vez. Las últimas creaciones musicales de Nina Hagen en contra de hierbas y polvos mundanos dan certeza de sus afirmaciones. Aun hay más. Una creación más reciente de la alemana conversa parte de un Ave María interpretado según los cánones clásicos, para convertirse en símbolo de su nueva cosmogonía interna, que proyecta la luz de una mujer profundamente religiosa y que cree —con entrega absoluta— en Dios. "Con el paso del tiempo he vuelto a la fe de mis años infantiles con todo el amor del mundo". Intrincada búsqueda que en el retorno parece confirmar la sospecha de la vida circular. Asunto —sin duda— para filosofar.
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¡A discreción! Desde las cavernas hasta el sol de hoy, el amor a la guerra, a las armas y a la destrucción ha arrullado con marcial melodía tanto a plebeyos camorreros como a ambiciosos reyes y dictadores. Tal idilio del hombre con su única compañera inseparable, la muerte, lo ha llevado a desarrollar cada vez más exóticos instrumentos para cargarla a cuestas, prendida a la cintura, cual modernos émulos de la señora de la guadaña. Poseedor de la mayor industria bélica del mundo, Estados Unidos es no sólo la cuna del legendario Viejo Oeste —donde no vale nada la vida— sino también la patria del sicótico y forzudo Rambo, dudoso héroe del mito americano. El culto a las armas es parte de una idiosincrasia de cazadores, heredada de los primeros pobladores y que, al amparo de la libertad, crece y se alimenta de las nuevas tecnologías. Como si fuese una exposición Común de artículos del hogar, la Guns and Knives Exhibition —exposición de armas y cuchillos— se organiza en los diferentes estados de la Unión, para deleite de los aficionados y coleccionistas de cualquier tipo de adminículos guerreros o de caza. Al igual que en otros eventos de este tipo, estos aperos están a la venta del público y, salvo algunas excepciones, se adquieren sin mayores problemas. Modernas y antiguas, de alto o bajo calibre, cañón corto o largo, para coleccionar o no, las armas de fuego se ofertan en todas sus variantes. Pueden encontrarse hasta lanzacohetes. En cuanto a afiladas armas blancas, en la variedad está el gusto. Para los aficionados a los disturbios callejeros que deseen prefeccionar su técnica en la preparación de bombas caseras, existe amplia literatura explicativa para la confección de explosivos artesanales. La gente del patio puede adquirirlas sin ningún requisito previo, mientras los extranjeros necesitan autorización de su gobierno respectivo. Sin ningún permiso especial, cada particular —estado-
unidense o no— puede sacar del país hyta dos cajas de municiones de cualquier tipo o calibre. Amantes del gatillo, bienvenidos al paraíso.
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1 Toffler en salsa El shock del futuro, La tercera ola y más recientemente El cambio del poder lo elevaron a primerísimo plano entre los analistas del porvenir. Diez años atrás, Alvin Toffler bronceó por primera vez su piel en esta tórrida latitud del planeta. Días atrás repitió para asistir en Caracas a la instalación del VII Congreso Latinoamericano de Mercadeo Financiero. Y ello despertó la temeridad de Carlos Sicilia —fervoroso aunque desconocido catecúmeno de Toffler. Inglés y humor mediante, Sicilia se autoerigió en anfitrión de Toffler (quien, aunque parezca extraño, aceptó) y ambos, de correcta corbata y zapatos de patente, concurrieron a un estupendo cocktail en el Country Club, donde el escritor dejó de lado sus consideraciones acerca de la desmasificación de los medios, y cómplice de las desestabilizadoras sugerencias de Sicilia, anunció su deseo de ingerir una cerveza, que demoró en llegar unos 40 minutos desde Chacaíto. Ahí comenzaron a patear las calles. Tras una frugal cena en la avenida Solano spaghetti boloñesa y, por supuesto, más cerveza— el humorista y el futurista cambiaron de salsa y aterrizaron en el guaguancoso local El Maní es Así. Allí los trombones sirvieron de marco para una singular tertulia en la que el escritor, mientras intentaba seguir con sus dedos el ritmo de Anacaona, confesó a Sicilia que "siempre trata de escapar al cerco impuesto por las élites de los países que visita, porque el exceso de mármol, alfombras y aires acondicionados es letal si se quiere tener ideas frescas". Aunque al día siguiente Toffler demostró no haber olvidado la velada latina —le autografió un caribeño adiós en el aeropuerto—, lo cierto es que el padre de La tercera ola nunca bailó, tal vez para evitarse, a sus 64 años, un Shock —
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del presente.
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Los hijos del absurdo El teléfono rojo no comunicó jamás el ultimátum de la confrontación final. De lo contrario, sólo las cucarachas y los escorpiones —los únicos seres vivos que soportan impertérritos la radiación nuclear— hubiesen permanecido de pie en un planeta cuyo irremediable destino era la muerte y el olvido. Sin embargo, a los habitantes de Semipalatinsk —un centro de pruebas nucleares ubicado en Kazakhstan, antigua Unión Soviética— e incluso a las poblaciones aledañas, les está recetada, quién sabe por cuanto tiempo, precisamente esa fórmula: muerte y olvido. Crecidos sbajoia sombra de los experimentos atómicos, géneración tras generación habrán de sufrir los rigores de la terrible carrera armamentista que, durante el desarrollo de la Guerra Fría, contagió a soviéticos y norteamericanos. La deformación del niño de la foto, de acuerdo con los partes médicos, es producto de las largas dosis de radiación que absorbieron sus padres a lo largo del atolondrado desarrollo del programa nuclear soviético. En 40 años, las detonaciones nucleares en el área superaron la cifra de 450 —en esta zona los soviéticos probaron en 1949 su primera bomba atómica. Ante esto, los expertos aseguran que, en la actualidad, el nivel de cáncer sufrido por la población de Semipalatinsk es un 39 por ciento superior al normal, razón por la cual la esperanza de vida ha decrecido de manera brutal y los recién nacidos defectuosos se han tri-
plicado de tal manera que hoy abundan en la zona. Sumado a eso, el daño psicológico evidente, cientos de niños —gestados sin problemas— llevan por dentro el horror al manto nuclear, es decir, a la muerte. Aunque de la fría, son hijos de la guerra.
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¡Olé, salero! Caderas danzantes, manos de mariposas que bailotean sobre lunares quiebres de cintura que delinean una figura de hembra al tiempo que cantarinas castañuelas y tacones acompasados acompañan voces torrenciales. Ritmo plagado de gemidos plañideros, remembranza de moros y cristianos unidos por siglos de historia común, rota el mismo año en que un encuentro fortuito cambió la cartografía del mundo y dejó como herencia un gusto por la fiesta brava. Con el salero de los andaluces, sus claveles rojos y sus mujeres de penetrantes ojos negros y aires de gitana, el club de sevillanas Los Jarales abrió recientemente sus puertas en el Hotel Eurobuilding. Los mejores cuadros flamencos de España y Venezuela se darán cita en este tablao, que tiene entre sus planes traer 12 grupos diferentes al año, esto es disfrutar, entre palmadas y olés, de un conjunto al mes.
Rollos latinoamericanos Que América Latina está cundida de entuertos de diferentes tamaños y calibres no constituye, ni lejanamente, una novedad. Lo que sí puede serlo es la cantidad y calidad de otro tipo de rollos también hijos de estos parajes. En este caso, se trata de enroscados celuloides y videos de cortometraje realizados en las tierras que van desde la cuna de los mariachis hasta la Patagonia, y que serán exhibidos del 24 al 29 de este mes en el Pri-
no de Cortometraje y Video,
en tres escenarios: la Sala Margot Benacerraf, el Celarg y la Cinemateca Nacional. El evento, organizado por el capítulo venezolano de la Fundación para el Nuevo Cine Latinoamericano que preside el bien conocido Gabo, estará dividido en dos secciones: una competitiva y la otra meramente contemplativa, que comprenderá la exhibición de cortometrajes premiados en festivales internacionales, así como una retrospectiva del cine andino.
mer Festival Latinoamerica-
Curaçao jazz ¿Cuándo? El 6 y 7 de noviembre. ¿Dónde? Cerquita, en Curazao. ¿Qué? ¡Jazz! Sí señor, por quinto año consecutivo se darán cita en la vecina isla reconocidos intérpretres de ese género, que por lo visto llegó para quedarse, con el fin de par-
ticipar en el Festival de Jazz Caribeño y Latino. Para muestra de lo que vendrá, algunos botoncitos: el Grupo Irakere, de Cuba; Tania María, de Brasil; Papo Lucca y la Sonora Ponceña, de Puerto Rico, y Charlie Sepúlveda, de New York.
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Luna llena El amor es un arrebato que obnubila la razón, que enardece los sentidos y que hace perder la conciencia de la gravedad transformando al que lo padece en un ser alado, casi divino. Pero, ¿cuánta locura es necesaria para amar verdaderamente? Dos seres recluidos en un hospital siquiátrico, interpretados por Beatriz Vázquez y Roberto Moll, comparten la misma tristeza y soledad en la producción franco-venezolana Luna llena. En ese terrible lugar de castradas libertades y mentes desquiciados, su lo-
Sicilia en radio Primero fue Sicilia en gotas, después Cállate Sicilia y ahora, para que nadie se sienta ofendido, el humorista de las orejas grandes y dispares también incursiona en la radio. La estación AM de Radio Caracas Radio —dial 750—, transformada de emisora para adolescentes en estación informativa, bajo el nombre de Red Nacional de
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cura se tornará en un sentimiento inexplicable, en un amor que no es locura sino razón, o razón trastocada en desatino; lo cierto es que habrán de descubrir cuánto desvarío es necesaria para levitar en el querer. Bajo la dirección de Ana Cristina Henríquez, y con el asesoramiento siquiátrico de Carlos Rasquin, este filme —que ya se exhibe en las salas comerciales del país— se adentra en el intrincado laberinto de la siquis para demostrar cuán delgada y frágil es la línea entre la cordura y el desvarío.
Noticias, cuenta en sus filas con el cáustico hermano de Nina, quien parece atado con lazos de amor indestructible a las empresas 1-BC. Carlos Rodríguez, un tocayo que además de manejar ácidamente el humor es también excelente imitador, comparte con él el micrófono todos los sábados, de 8 a 9 de la noche. En fin, Carlos para rato y Sicilia para todos.
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Fito y compañía Bien se demostró durante el pasado Festival de Rock Latinoamericano que ese género tiene en estas tierras seguidores que oscilan en un amplio espectro de edades. Para ellos, buenas noticias: el argentino Fito Páez estará en el Estudio Mata de Coco el 9 y 10 del presente, como parte de una gira por el subcontinente, y traerá consigo las canciones de su recién estrenado álbum, Amor después del amor. Lanzado durante la segunda semana de agosto de este año, el disco superó al cabo de tres semanas las 80 mil placas. Acompañado en este trabajo por figuras como Charly García, Fabiana Cantilo, Luis Alberto Spinetta y Mercedes Sosa, éste es, como lo denomina el propio Fito, un disco de la gente que él quiere.
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Un escocés mayor de edad Creador de una tradición que refiere el siglo pasado, James Buchanan —fundador de la Buchanan's— fue uno de los pioneros en el arte de los blend y uno de los barones del whisky más famoso de su tiempo. Hoy, para hacer honor a la costumbre del aristócrata victoriano de guardar una reserva especial, muy bien refinada, "para sus mejores ariligos", la casa que lleva su nombre ofrece el Special Reserve: un caldo escocés de lujo y de primera, producido de un blend extraordinario de whiskies envejecidos durante 18 años, dándole un único sabor intenso y maduro. La presentación, una botella de vidrio, pesada réplica del diseño original de Buchanan's, creado a principios de siglo.
Burbujas Perrier Para satisfacción de muchos —entre ellos, el filogalo editor venezolano Ben Amí Fihman— Perrier, el agua mineral natural carbónica francesa, hace su aparición en el mercado venezolano de la mano de Distribuidora Benedetti. Las burbujas de Perrier, tan famosas
Tabaco en Mónaco Muchos son los que disfrutan del vicio del tabaco, pero que no se hable del procaz cigarrillo de grisáceo y grosero humo sin personalidad, sino del genéricamente llamado puro, de penetrante olor y fuerte sabor, similar al que cuelga generoso en la boca de Fidel Castro. En la sala Imperio del Hotel de París, de Mónaco, se darán cita el 14 de no-
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como las de las más acreditadas champañas, seducirán a quienes saben de mezclas: calidad, placer y glamour. Por ser naturalmente carbónica, Perrier destaca como única: se combina con cualquier bebida, sin desvirtuar los gustos. Los realza con el suave matiz de sus excitantes chisporroteos.
viembre para un evento denominado La noche del habano, las más prestigiosas marcas de tabaco que podrán ser degustadas por los aficionados. Por añadidura, durante la velada, los asistentes disfrutarán de una cena en la cual el joven chef Alain Ducasse —tan esperado en tierras vernáculas y que dejó a más de uno vestido y esperando— hará gala de sus artes culinarias:
compañía de comunicación corporativa, que preside junto a su socio y colega Javier Conde. Mujer de temple —sin duda—, Antonia Toña Bethencourt, a la hora de
finalizar sus labores se dirige con asiduidad a la barra de Le Coq D'or, en donde, gracias a Dios, la mujer puede*sentarse con un trago en la mano sin despertar suspicacias o bajos rumores. Dilema tercermundista resuelto. Le fascina disfrutar allí de una buena charla con Alfredo —consecuente barman, con 20 años en el lugar— y con José y Miguel, los hijos del dueño. Ahora, si del almuerzo se trata, se confiesa una enamorada de la comida española, preferencia para cuyo gusto el Urrutia le resulta ideal.
El sitio de encuentro Aguzar el olfato para
después redactar crónicas impecables en los medios de comunicación —prensa y televisión— la apasionó un buen tiempo, empero la publicidad —su otra gran fiebre— la llevó a crear Team 4,
Es lo que los anglosajones denominan
"un hombre que se ha hecho a sí mismo". Comenzó desde abajo —hasta conducía taxis— y, haciendo gala de una inmensa visión de futuro, dio con un empleo que simplemente le ha reportado el éxito. Rafael López se inició como trabajador en Guibanca –un directorio con información actualizada sobre la banca y el área de los seguros–, más tarde adquiriría un paquete de acciones de esa compañía y luego se convertiría en su flamante director y dueño. Toda una trayectoria que ha atemperado escuchando aquella música romántica que todavía hace
La lectura es una de las distraCciones predilectas
de esta alumna de Estudios Internacionales que —dicho sea de paso se adjudicó el título de Miss Venezuela en la más reciente contienda de la belleza nacional. Milka Chulina —
estragos —verbigracia Luis Miguel. Confía su predilección por el viejo surco Lamento borincano, en la voz del tenor Alfonso Ortiz Tirado, así como por el austral Lucho Gatica y la orquesta de Rafael Muñoz. 46
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confiesa su interés por la literatura en general; pero, en particular, confía su afición por los temas metafísicos. La razón, señala, "es que este tipo de textos brinda muchísima tranquilidad, enseña a ver la vida de la mejor manera y otorga una gran paz espiritual". Entre sus obras preferidas destaca el libro de Conny Méndez Misterios develados, que en forma fabulada relata las experiencias de la autora con fines orientadores para el lector. Otra obra que engrosa la lista de sus favoritas es Pasar de plano, la muerte no existe, muy reconfortante en cuanto a la forma de asumir los fastos: plantea el inevitable destino no como el término de la existencia
sino como el tránsito hacia otro estadio del ser.
Pintora por vocación, Nieves Zanabria encuentra
información profesional en Beaux Arts, Christie's y
Coronel retirado desde
1977, funcionario público en el Fondo de Inversiones de Venezuela y luego en el Ministerio de Hacienda, José Rodríguez Subero se dedica
Architectal Digest, publicaciones especializadas en su área, las artes plásticas, y cuyas páginas revisa cada mes con rigurosidad: estar al día en lo que a tendencias y autores concierne le ofrece, pues, dividendos espirituales y laborales. Dueña de la Galería K, confiesa, además, su deleite por el buen vino y la comida de calidad a la que está acostumbrada. En compañía de su esposo, gusta prepararla siguiendo las indicaciones de Gault Millau, su otra paradigmática suscripción que, junto a las nacionales Estilo y Qué pasa, constituyen su lectura habitual.
finalmente a su hobby de toda la vida: los placeres de la vid, convirtiendo así su vasta bodega de vinos en razón de ingreso para la TRJ ImportExport —empresa propia—, dedicada a la importación y venta al mayor de caldos de calidad, entre los que se contarán el Louis Jadod, de la casa francesa, y el Champagne Maylli Gran Cru. Empero, el añejo líquido no constituye su único afán, pues otro mucho más antiguo le despierta fascinación: el mar. Y para su disfrute acude al oriente del país, de preferencia a playa Medina, Río Caribe y a la isla de Margarita, en donde recibe, como última recompensa, el perpendicular el sol tropical.
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Au BAR —en cuya sucursal de Palm Beach se conocieron William Kennedy Smith y una mujer que luego pretendió haber sido violada por el joven estudiante de medicina en la Semana Santa del 91— ha rebasado, según cierto cliente insatisfecho, los límites de la disciplina interna. Sus dueños han sido demandados por un ejecutivo de la firma Bear Stearns, Michael Whealon, quien fue golpeado por los gorilas del local cuando insistiera en tomarse un trago a una hora, a juicio de la casa, demasiado tardía, una noche del pasado mes de septiembre. El buen y caballeroso trato a desconocidos se ha vuelto, al parecer, una costumbre en los espacios de Au Bar, donde no es raro tropezarse a Tatiana Sucre, Irene Sáez, Cecilia Matos, Isabel Liscano y la viuda de Clicquot.
EL NEOYORKINO Y EXCLUSIVO LOCAL
EN UNA ENTREVISTA APARECIDA en el diario israelí Yediot Ajronot, Shulamit Shamir, esposa del ex primer ministro, confesaba el mes pasado que "disfruta de su adicción a Cristal". No, no a la prestigiosa cuvée del champagne Roedrer sino al archidifundido nativo producto audiovisual que ha barrido con el rating en otros países. "Creo que más que la trama", se explayaba, "me gusta (y entiendo bien) el bello idioma español. La serie es tonta, pero es tan fácil enviciarse con ella...".
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de las miserias de Latinoamérica quizás nadie haya sabido capitalizar el sufrimiento continental como el uruguayo Eduardo Galeano. El año pasado, durante una gira por Estados Unidos para promover la traducción de Memorias del fuego, Galeano exigió a la editorial Norton carro y chofer en todas las escalas, las veinticuatro horas del día. ENTRE LOS COMERCIANTES
ORLANDO URDANETA, el actor que cambia de canal y de mujer como de ropa, habría aspirado hace poco el perfume de un nuevo amor en los jardines de Macondo, donde se hallaba a la sazón curándose las heridas de su más reciente despecho matrimonial.
UN PAR DE AÑOS LE TOMÓ AL HISTORIADOR Germán Carrera Damas restaurar la sangrienta imagen que de Venezuela dejara el embajador Domingo Urbina Cabello en Berna. No ha mucho el caso que estremeció la sedante capital de la Confederación Helvética a comienzos del gobierno de Pérez, volvió a ser brevemente evocado, cuando el ex amante de la joven venezolana que desatara la incestuosa pasión de Urbina, y la castradora violencia de su mujer, un inmigrante yugoslavo, fuera condenado a 18 '11) añosdecárlpunbaseito. LAS GOLOSINAS DE LA CULTURA HAN PUESTO a salivar a importantes corporaciones desde que el Banco Consolidado introdujera en el mapa de Caracas sus salas de exposiciones y de conciertos. La Previsora, encarnada en la inimitable Milagros Maldonado, se prepara a lanzar un complejo en su sede de Sabana Grande, recuperando y metamorfoseando el teatro homónimo en sala de arte y ensayo, rodeada de galerías, tiendas, e incluso una brasserie de lujo. En las oficinas de Corpa, por otra parte, también se ha empezado a acariciar la idea de fraguar algún centro de difusión de las artes en la capital. HENRY KISSINGER REACCIONÓ con ira a las insinuaciones de una reciente biografía que destaca la duplicidad entre sus rasgos de carácter y lo despoja de pregonadas 'victorias en lides de amor. El libro pretende refutar que Kissinger se hubiera acostado con Jill St. John o con alguna de las starlets con las que solía hacerse fotografiar. En días pasados, en su casa de Connecticut, como si tratara de desmentir la calumnia, ante un grupo de señoras que se agolpaba frente a la puerta de un baño de la planta baja, el ex secretario de Estado se dirigió a una jovencita proponiéndole colarse en uno del segundo piso luego de susurrarle:
"Le garantizo intimidad". La muchacha, que como acota Spy estaría en kindergarten cuando Kissinger bombardeó Camboya, declinó.) 4S
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Entre sombras y nieblas, un paseo muy especializado por los restaurantes y lugares emblemáticos neoyorkinos, de la mano de uno de los personajes más temibles de la joven literatura norteamericana, Harry's Bret Easton Ellis, reconstruyendo el periplo Famoso establecimiento de Hannover Square, de cierta masculina exclusividad según el trazado de su ficción. El horror y ambiente brumoso propio del hábito de fumar. Más para beber uno que otro y el cinismo apuntalan esta guía de la capital martini o escocés —a las damas, cuando se aventuran, se les concede la opción a del mundo, últil para comer y Weber, después un coctel basado en champán-, resulta muy frecuentado por los chicos de Wall . de devorarse más de quinientas páginas rojas
A quien le haya podido interesar, seguramente ya ha leído ese engendro sicótico que los editores han dado en llamar novela y su autor tiene por simple sátira. Pero si alguna utilidad poseen las quinientas y tantas páginas escritas por Bret Easton Ellis para terminar titulándolas con el predecible rótulo de American Psycho, es la de una extensa guía de barras y restaurantes de la Gran Manzana. El atractivo que tiene, pese a que resulta algo más voluminosa que la exclusiva
Zagat New York City Restaurant Survey, es que, muy sintonizada a los tiempos que corren, ofrece el dato alucinatorio y más de un lugar señalado por el delirio del temible Patrick Bateman, protagonista de esta saga obstinada, y tal vez sea sólo producto de su afiebrada imaginación (otros de los establecimientos mencionados simplemente han cerrado). Pero en medio de toda esa paranoia incontenible, se deja colar algún comentario gastronómico de utilidad para el visitante. No deja de ser una estimulante aventura debatirse entre los fantasmas de Bateman y la abismal oferta de mesa y entretenimiento de Manhattan. Si va para allá, no olvide llevar la debida versión en castellano de Ediciones B; si viaja con la idea de adquirir la original de Vintage, tal vez no la consiga. En las páginas que siguen, se ofrece un adelanto de este viaje por los laberintos del consumo neoyork ino.
Stre,nlosquctaBemn.
El y sus colegas del mundo financiero eventualmente se dejan ver en esta prestigiosa barra. Allí, en uno de los primeros capítulos, conversa, mientras trasega un J&-B, sobre negocios, las posibilidades remotas —según él— de contraer el sida, y las opciones para cenar cerca de la discoteca Au Tunnel, porque es allí adonde habrá de dirigirse el grupo de yuppies para dar inicio a la caída irremediable hacia la pérdida de identidad que reclaman sus almas después de la fuerte jornada financiera. Este Harry's no debe confundirse con un local de nombre parecido que acaban de reinaugurar en Sherry Nederland Hotel. Se trata del Harry's Cipriani, sucursal del famoso local de Venecia donde se inventó el tan difundido carpaccio. Según la Zagat resulta muy confortable a los Euro-ch ics sin tiempo para darse una vuelta por la anegada ciudad italiana.
Au Tunnel Una discoteca de costoso acceso, de poca visibilidad —como cabe esperar— y de tertulia improbable, a juzgar por los decibeles de la música, en la onda exclusivamente bailable. Se desprende que no es el sitio para ver y dejarse ver sino más bien para soltar a Mr. Hyde. Muy frecuentada también por los chicos de la banca. Aquí Bateman se entrega a un entretenido juego del escondite con su propia identidad.
Ilustración de José Ignacio Herrera NOVIEMBRE 1992 EXCESO
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Odeón Eventualmente considerado por las impredecibles apetencias del peligroso cicerón, la información dispendiada por la Zagat, sin embargo, es menos escueta: ya no tan vigente, su carta se circunscribe a una sólida tradición americana. Algunos la tienen por glorificada cafetería, otros insisten en que sigue siendo tan chic como siempre.
Deck chairs Tampoco se halla en la edición más reciente de la guía Zagat y parece sólo un ardid novelístico del autor para hacer mofa de ciertas tendencias visibles en los decorados de algunos restaurantes y en torno a la moda culinaria. Elevados techos y música New age ambientan un inasible repertorio culinario que motiva una aterciopelada discusión de Bateman con una tal Anne Smiley sobre si es cuisine californiana clásica o postcaliforniana. El hombre termina ordenando algo así como radicchio con una especie de calamar de primer plato, mientras sus acompañantes prefieren ragú de cazón con violetas. De segundo, Bateman acepta compartir un pejerrojo re-
negrido (!).
The Russian Tea Room Apenas mencionado referencialmente, aparece, sin embargo, en la lista de New Yorkers favorites restaurants de la Zagat, cuyos redactores, no obstante, dejan filtrar la opinión pública según la cual "el salón es digno del zar, pero la comida es proletaria". En fin, un lugar próximo al Carneggie Hall para tomar vodka y caviar.
Pastels Sin reseña en la guía Zagat. A quien quiera aventurarse a topárselo en algún recodo onírico de Manhattan, se le informa que el menú comentado por Bateman refiere a una ecléctica sazón muy en boga en el norte: ceviche de cazón y calamar con caviar dorado; pas-
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tel de carne con salsa verde de tomatillo; venado con salsa de yogourt; sashimi con queso de cabra; pato ahumado con endibias y sirope de arce; salmón a la plancha con vinagre de frambuesa y guacamole... Y cosas por el estilo.
Le Cirque En una escena digna de la más clásica comedia americana —con uno que otro gag insospechado— en la que Bateman ha secuestrado a su inocua enamorada Evelyn, entre otras mentirillas poco deliberadas, el yuppie de marras opta por engatusar a la muchacha con una invitación a este lujosísimo establecimiento ubicado en The Mayfair Hotel. Y no es que Bateman no pueda darle ese gusto a su probable consorte sino que simplemente no está de humor para ello. Menos después de leer el mensaje de una galletita de la fortuna sustraída a un chino que acababa de asesinar en un arrebato antiasiático: "El foie gras fresco de Le Cirque es excelente, pero la ensalada de langosta sólo es así, así". La Zagat informa: "El único circo electrizante, donde los ciudadanos-alto voltaje del mundo disfrutan, codo a codo, de una de las cocinas más incandescentes de Nueva York".
Texarcana Otro sin mención en la Zagat. Pero tiene toda la pinta de ser algo al estilo texmex, a juzgar por lo que le apetece al amigo en Manhattan: mientras engulle un puerco rebozado empapado con cervezas Dixie, maquina la muerte del infeliz borracho que tiene ante sí. Paul Owen, agente de una firma de la competencia. Su próxima víctima.
Arcadia Para Bateman, como para cualquier joven ejecutivo que se precie, era inevitable una cena con la secretaria. Finalmente, ambos se dirigen a este elegante restaurant del East Side l tras un fallido ar-
did para hacerse de una mesa en un etéreo local llamado Dorsia, presumiblemente producto también de los deli-
rios del personaje; un lugar que se convierte en otra más de las obsesiones de este sicópata al no poder accederle formalmente, como un verdadero miembro de la jet. Aquí la arrogancia de un maitre parece devolver al personaje a su verdadera miseria de ordinary people. En todo caso, opta por el establecimiento que ahora se sugiere y que merece las mayúsculas de la Zagat al recomendar la inventiva culinaria de la chef Anne Rosenzweig, muy "american cuisine".
Nells Un lugar de copas muy in a mediados de los 80 y un poco venido a menos últimamente. La juventud dorada ha sido desplazada por las minorías étnicas y el turismo ramplón. Sin embargo, su ambiente medio vacío, atomizado por algún jazz suave, sirve para que Bateman se dé una escapada con unas modelos de dudosa procedencia, junto a otros jóvenes agentes financieros. Este lugar no deja de ser mítico para el mundillo literario de Manhattan, pues allí se reunía la peña de los llamados escritores yuppies, de la cual Ellis formó parte.
The Four Seasons Bateman anuncia un almuerzo de negocios en este lugar, propicio por sobre todos, desde hace décadas, para acordar pingües contratos, pero una vez más hay que apelar a la Zagat para mayor información. Entre otras cosas, cambió de chef.
Otros A lo largo de su demencial narración, Bateman menciona otros lugares de la Gran Manzana, igualmente a medio camino entre la precisión crítica de la Zagat y el delirio sicótico de este conspicuo habitué de restaurantes de lujo, pubs y after-hours: Camels, Café de Artistes, Yale Club, Brussels, Shout!, Indo-
McDonalds de Union Square, Subjects, DuPlex, Club Chernoble, Princeton Club, Barcadia... Para un próximo periplo.
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e ningun la cat2.11~111FWar tre- producto n Estados Unidos temblará ra hacer 34. d' Spi Lee na otra,1 cula del controvertido realizan a un filme de tres horas sobre u er , también negro. El momenHaz lo correcto y Ju le Fever— que ha ge—el mis de • lo Madonna es mejor que yo nerado m. polémicas y fobias qu ingún otro filme en to no podía ser más oportun Lee—, pues, durante los períoollywood. No es una unzante denuncia en materia de marketing", toda la historia • 1 traste todas las reivindicaciones r un espectro del dos de Reagan y Bush, se tone, no se limita a re como JFK, de Oliv o había llegado a ser sangrienta. iva, una procla- de una lucha que en su 60. Es una provocaci Poder Negro de los a alcolm X es una fotografía tomada La más famosa image mación mortal, un lan llamas racial sobre u ario tan oscupoco antes de su muerte. En ella está ro y combustible como petróleo. mirando a la calle, desde una ventaLos avances de la películ que a esna, vestido con una camisa blanca y tas alturas ya han sido vist en casi un traje y una corbata. oscuros. Su la totalidad de las salas de ex •bición mano izquierda aparta una cortina y de Norteamérica, han sensib ado su derecha sostiene una subametralas viejas heridas y los más rece ,tes lladora. La apariencia fría y peligrotraumas. En el primer cuadro la sa remite a su conocido grito de guedera de rayas y estrellas, consumi rra: "Por si acaso es necesario". por el fuego, ocupa toda la pantalla Pero Malcolm carga el arma no para colores y música construyen una seel ataque sino para la defensa: la cuencia dramática. Antes de consueventual amenaza de su propia genmirse por completo, el símbolo de la te, que no perdona al apóstata la nación blanca, el pabellón norteamericano, da paso a la inequívoca insigos 80, al calor de adopción del principio de tolerancia Re tado en la fosa comu nia de la ira negra, una X, con la que ghettos negros entre las razas. Resucitada en los 80, la c ente desolación d primero por los grupos rap y los termina formándose el tútulo del norte ericanos, del auda genio del joven graffitti callejeros, en Estados Unilargometraje: Malcolm X, la epopecineast pike lee y el estro 1 o eclecticismo dos ese iconograma es hoy día la ya. La siguiente secuencia está forde la ind ria del celuloide, el 1 asma de la in- imagen omnipresente multiplicada mada por imágenes documentales: ovocativa figura fun dora del mo- en libros, franelas, gorras, y una inquietante un grupo de policías blancos propina e la negritud —ese olifacético finidad de apologéticas baratijas derno orgu una paliza a un joven negro, Rodney personaje q dijo que todo lo negr s bello y con las que se identifica la mayoría King; Los Angeles, una poblada de que prom una guerra racial qu cabaría de la juventud negra, e incluso algunegros saquea la ciudad y se desennas de las minorías raciales en Estacon el ho re blanco— hace estreme I una cadena el motín racial; flash back, dos Unidos, léase latinos y asiáticos Malcolm X, con su rostro frío y raa la sociedad de Estados Um s. vez —por si acaso. diante de rabia, amenaza a la auger Suntodomingo Paul Gilroy, un académico británico diencia mientras mantiene hipnotizadedicado a estudiar el problema nedos a miles de seguidores que se conazón por la que Iltro en Estados Unidos, ma que todo el boom que ha revivido gregan en un mitin: "¿Saben cuál es la ver 1 gran enemigo de los bl os resulta de un vacío de liderazgo en ira a la cara, se el hombre blanco los odia? Cada vez do "en busca de Malcolm pero con ue los negros miran al frentar la concienmira en el espejo del crimen y no sopo la absoluta ignorancia s ideas que lo engendraron a él". cia de su propia culpa". la aventura moral que Set a de "una generación c fi a imagen de un líder mesiánico, En el albor de la década de 1960, al Martin Luther King y pero su contenido. Malcolm es el punto de partida para rerepresentaron las campañas pac la como una sombra mar- cupera u propia historia". Qui .orque su más grande mérito otros dirigentes negros, Malcol ginal envenenada por la cóler ado a tiros en 1965, antes es el de • er transformado el arra do sentimiento de inferioria negritud en un emblema . o de todo lo que impl , la muerte lo salvó de la pre- dad y des que pronunciara un último , para transformarlo en una fi- de orgullo r de piel. visible decadencia que lo a todos los demás líderes negros El personaje, omo lo expondría el inv. ador Bruce Perry en la gura inmortal que enso mparte la opinión de Malcolm X reciente biogr , Malcolm: la vida de un •mbre que transformó de su país. Spike Lee, —"no es inteligente"— está cons- la Norteamér:•negra, fue un homb -n conflicto —"un sobre la vía de la no e infectado con el virus • la discordia racial que su creación representa: "Un tre- microcosmos viv ciente de la respons los Estados Unidos". La toria de su lucha onal. Denzil (Washington, quien inter- que corroe la vida mendo peso cultur y qué color deseaba lleg do el tiempo resYY ás allá de las interpretaciones de moda acerca Lee, esta película ecto a huir del país después de la premiére didas del fanatismo racista: "El estaba, plaga coloca en la cúspide. Nunca antes un negro bía sacado de una -
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otros conflictos interiores. Suspiró por la felicidad y el amor, aunque se privó a sí mismo de ambas cosas. Suplicó tener éxito en su causa, pero coqueteó con el fracaso. Codició la libertad; pero la esquivó hasta que fue demasiado tarde. Muy en el fondo, estaba hambriento de la aprobación de cada una de las autoridades que desafió", escribe Bruce Perry.
siglo. Encarcelado por violar correspondencia, Garvey desapareció de la escena luego de jurar a sus seguidores que volvería: "Búsquenme en los remolinos de la tormenta, búsquenme en todo lo que les rodea". La militancia de Ear Little lo colocó en la mira del Ku Klux Klan que, según Malcolm, incendió su casa y obligó a la familia a hacer varias migraciones hasta establecerse en East Lansing, en una casa uién fue Malcolm X? La opinión, especialmente entre los ne- que apenas servía para mal abrigarlos en un gris e invernal rincón del país, donde transcurrió toda su gros, está lejos de ser conseninfeliz infancia. La autobiografía sual; mucho antes del estreno Malcolm X, publicada poco después de la película, intelectuales negros de su muerte, no hace mención a vacomprometidos, con resonancias en caciones, Navidad o día de Acción grupos radicales, han intentado boide Gracias. Su temperamental padre cotear el trabajo de Spike Lee: "Piensacudió a la familia en feroces arresan que soy demasiado burgués para batos, de los cuales Malcolm —el tratar a quien consideran un ídolo cuarto de siete hijos— estaba priviexclusivo. Creen que voy ha hacer legiadamente exento porque el tono énfasis en su época disipada. Y ese de su piel ligeramente cobrizo, más no es el caso. Yo les digo que mejor pálido que el de los otros, lo inhibía, esperen que la película se estrene. Lo según él, "inconscientemente condique queremos demostrar es que cionado para favorecer a los menos Macolm X fue una persona siempre negros". En un futuro, frente a sus en busca de la verdad", dice el airadiscípulos, Malcolm, parecería tordo Spike Lee, "con un sentido del turado por su palidez: "¡Sí, aquel humor (negro) muy cuidadoso y violador, demonio cabeza roja, es templado... y en constante evolumi abuelo!.. Si yo pudiera drenar esa ción. Por otro lado, los medios de sangre que contamina mi cuerpo y comunicación blancos van a hacer mancha mi piel ¡lo haría! Porque resaltar el retrato del Malcolm de los odio cada gota de la sangre del viodías de la Nación del Islam. Pero la lador blanco que hay en mis venas". gente debe ser muy cuidadosa —yo siempre pienso en esto— al hablar Cuando Malcolm tenía seis. años, acerca de Malcolm hay que Earl, en un arrebato de rabia con su especificar a qué Malcolm se hace remujer —particularmente escrupuloferencia. Hubo muchos Malcolm. El sa para la comida, odiaba el conejo Malcolm prematuro que sufrió una Spike Lee poniendo el punto sobre la X y el cochino— descabezó con sus infancia de penurias, el joven gangster de Harlem, el rabioso primanos un conejo y luego de arrojárselo a los pies le ordenó que lo sionero converso y, luego, el más conocido, el ferviente seguidor y cocinara. Acto seguido abandonó la casa y nunca más lo vieron constructor del islamismo negro de Elijah Muhammad, y el otro, con vida. Apareció destrozado en los rieles del tranvía. Malcolm muy distinto, que volvió de su peregrinaje a La Meca". diría después, ante los rumores de que se trataba de un Sólo tres días antes de su misteriosa y presentida muerte, según su ajusticiamiento, que la culpa la tenían "los racistas policías blanprimer biógrafo, Peter Goldman, confesó a un periodista: "Soy lo suficos". Su madre enloqueció a los pocos años y fue internada en un cientemente hombre como para decirle que no puedo poner mi dedo manicomio. Malcolm fue encerrado en un retén de menores por exactamente en lo que es mi posición en el mapa filosófico actual". breve tiempo. Malcolm Little nació, "de la rabia y el odio", en la primavera de Al terminar el octavo grado, fue expulsado de la escuela donde, a 1925 en Omaha. Su madre, Louise Little era de Granada —una pesar de que él y uno de sus hermanos eran los únicos negros, llemujer delgada y erecta, de nervios sensibles pero fuertes, cuya gó a ser elegido presidente de la clase: "Me veían tan raro como a madre, según Malcolm, fue violada por un blanco, por lo que era un poodle rosado". No teniendo otro sitio a dónde ir, se fue a visuficientemente pálida para confundir. Earl Little, el padre, tenía vir con su hermana Ella, en Boston, al barrio negro de Roxbury.
la piel viscosa como petróleo ) su guvrpp era Q019%al y batía queda-
Fue allí donde comenzó su época disipada en los bares, salones de
do tuerto en un accidente de trabajo como obrero de la construc-
billar y pistas de baile. Malcolm se alisó su cabello rojo con una composición a base de lejía, huevos, papas, vaselina y jabón. Se vistió con ostentosos y extravagantes trajes y se puso una cadena dorada en la cintura. Según lo
ción. No había pasado del cuarto grado y era un ferviente seguidor de Marcus Garvey, quien con su traje magnificente pretendió ser el Moisés del nacionalismo negro del Harlem de principios de 66
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confesara después, se transformó en una sensación de la vida noc- instrumento de propaganda: "Yo me encontraba sumido en el fonturna de Boston. Por entonces se enamoró de Sofía, una rubia blan- do de la sociedad del hombre blanco, en la cárcel, cuando descubrí ca, y empezó a ganarse la vida vendiendo drogas y jugando a la ru- a Alá y a la religión del Islam y mi vida cambió por completo". leta. Esta etapa de su vida llegaría a su apogeo en Harlem. New l Islam le llegó a Malcolm por primera vez a través de las carYork y en especial el ghetto negro, fue para él como un bazar en tas y visitas de sus hermanos que se habían convertido a la technicolor que lo marcó: "Este es el mundo al que pertenezco". "religión natural del hombre negro", promovida en su primeEmpezaron a llamarlo "El Rojo" o el "Rojo de Detroit". En la autobiografía, Malcolm hace una extensa y emocionante exalta- ra etapa de secta minoritaria en los Estados Unidos por Eliah Muhammad. Una religión y un moción de su experiencia como hamvimiento político que surgió de un pón, que para sobrevivir emula los peculiar sincretismo de la Biblia y el trucos de la novela negra. Corán, pero centrando toda la hisProxeneta, astuto traficante y contoria humana y natural en el origisumidor de marihuana y cocaína, nario hombre negro. Según este creMalcolm obstenta su profunda do, los blancos eran literalmente decompenetración con los bajos fonmonios creados para sabotear la dos. Biografías posteriores, como obra del creador: "Una raza pálida, la de Perry, luego de minuciosas de ojos azules, genéticamente preinvestigaciones, han intentado dedispuesta a la devastación sistemátimostrar que Malcolm sólo hacía negros comprometidos ca de cualquier otra raza humana". gala de mitomanía y que en realiMalcolm cambió su apellido Little dad nunca estuvo tan comprometipor la X de los musulmanes negros do en el oscuro mundo criminal de que habían perdido en el tiempo su Harlem. originario nombre africano y sintió "Volviendo a recordar aquella épopor primera vez deseos de trascenca, pienso que la verdad es que yo dencia a través de una noble misión: estaba entonces un poco loco. Para demostrarle al hombre blanco su mí las drogas eran lo que para otra verdadera naturaleza demoníaca. gente la comida. Usaba pistolas Pero comprendió que con su vocacomo hoy corbatas. En el fondo bulario de 200 palabras —la mitad creía que si uno había vivido con de las cuales pertenecían al argot toda la plenitud posible, entonces callejero— no podría acometer su debía morir violentamente", le dictó empresa. Se dedicó a estudiar Malcolm a Alex Haley, fiel transferozmente. Empezó haciendo placriptor de la autobiografía. Sintiéndose acorralado en Harlem por la nas en un cuaderno de primeras lípolicía y otros hampones, Malcolm neas con cada una de las palabras regresó a Roxbury donde formó su que encontró en el diccionario de la propia banda de asaltantes con Sofía, la antigua amante blanca, prisión. Luego tomó un curso de inglés por correspondencia y otro dos amigos negros, y la hermana de aquélla. La banda se dedicó a de latín. En su celda, iluminado por la incipiente luz del corredor robar casas: "Algunas veces, las víctimas estaban dormidas. Podrá de la cárcel, leía los fragmentos de la historia universal escritos por sonar arriesgado, pero en realidad era de lo más fácil. Lo primero H.G. Wells y William Durant. Estudiaba comentarios de que teníamos que hacer si la casa estaba ocupada era esperar muy Herodoto y Sócrates. Leyó a Schopenhauer, Kant y especialmenquietos el sonido de la respiración... En puntillas entrábamos in- te a Nietzsche. Así como tratados de lingüística y etimología. "Yo cluso al dormitorio. Nos movíamos rápidamente, como sombras, no sabía exactamente lo que hacía", le dijo a Haley, "pero por llevándonos ropa, relojes, billeteras, carteras y cajas con joyas". instinto prefería los libros con vitaminas intelectuales". Tras un Aún Malcolm no había cumplido los 21 años. Fue cuestión de prodigioso agotamiento, Malcolm adquirió una enorme y tiempo que lo aprendieran y en febrero de 1946 empezó a cum- desproporcionada erudición, ecléctica y plagada de lagunas. plir una condena de seis años. Confinado en una pequeña celda El asistemático amasijo académico, signado por la obsesión racial, en la Charles Town's Prision, donde se mantuvo a sí mismo en lo llevaría a sostener algunas herejías. Por ejemplo, en un artículo una constante erupción. Carecía de espacio y servicios sanitarios periodístico de 1958 se•refirió a "ese Jesús que predicó en Palestiy se pasaba el tiempo caminando de un extremo a otro "como un na, que está ubicada en la península arábiga". Una vez le explicó leopardo enjaulado". Sus compañeros de prisión lo llamaban a Haley que Homero era moro —"Homero, Omar y Moro, tú "Satán". observarás, son términos relacionados"— y que había sido raptaPero incluso aquella purga de sus culpas fue más adelante un útil do de Africa por europeos, que luego de cegarlo "lo obligaron a =
"Mucho antes del
estreno de la
elícula,
Intelectuales
han intentado
boicotear el trabajo
de Spike Lee:
"Piensan que soy
demasiado burgués para tratar a quien
consideran
un ídolo exclusivo"
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cantar ensalzándolas las victorias europeas". La concepción de la historia universal de la Nación del Islam, suscrita con gran seriedad por Malcolm X casi hasta el último año de
vador. Fard o Ford, farsante o enviado, "El Mandi" desapareció
su vida, rivaliza por su fabulosos giros raciales con la antropología social de Mein Kampf. El primer hombre fue negro y apareció
Mensajero lo despachó. Malcolm pasó de la prisión a la Nación del Islam (NOI), del caos existencial a un paraíso de calma y orden. El acartonamiento y un asma bronquial habrían hecho dudar a cualquiera de la misión divina de Elijah Muhammad. Malcolm, quien era más carismático y audaz, se convirtió en proselitista ins-
en Africa hace unos 70 mil millones de años. Una civilización sublime fundó la ciudad de La Meca. Había 24 sabios que crearon los mares y las montañas luego de que la Lúna se hubiera separado de la Tierra. Hace alrededpr de seis milenios y medio, de una minoría de insatisfechos descendientes de aquellos 24 sabios negros, nació el "señor Yacub". Yacub era un prematuro con gran capacidad craneal —"lo llamaban el sabio cabezón"— que muy joven dominó la ciencia de la genética que hasta entonces se fundaba en la idea de que los hombres tenían dos gérmenes, uno negro y otro pardo. "Sabía que el germen pálido era más débil y por ello estaba latente. Como estaba enemistado con Alá, el cabezón utilizó sus cono-. cimientos para crear razas por medios científicos y concibió la idea de utilizar lo que hoy nosotros conocemos como estructura genética regresiva, es decir, separar los dos gérmenes... y por vía de injertos lograr seres cada vez más pálidos". Exiliado en la isla de Patmos, Yacuh estableció entre sus conejillos de indias una
misteriosamente luego de fundar una mezquita en Detroit. Algunos adherentes creen que volvió a La Meca. Otros piensan que El
trumento del movimiento. El Mensajero, sin embargo, gracias y a pesar de Malcolm, era el rey y el centro de la amenaza musulmana. Malcolm sería una especie de peripatético misionero nacional del islamismo negro que hizo que la barroca y minúscula variante del Islam que era la NOI, confinada a unos cuatrocientos seguidores bajo un galpón, pasara a ser, en 1960, una verdadera congregación nacional, con quizá unos 10 mil seguidores registrados e incontables simpatizantes, más de cuarenta templos y misiones regadas a todo lo
ancho del país y una red comunicacional de más de 30 estaciones de .radio. La NOI, gracias al inusitado financiamiento que le produjo la oratoria de Malcolm, formó una cultura separada dentro de los
Estados Unidos, con su propio sistema escolar y su propio complejo económico de tiendas y servicios financieros. Así como una milicia
cruel ley de eugenesia que obligaba a asesinar e incinerar a los recién nacidos negros. Luego de varios siglos la paramilitar, formada por trajeados raza blanca surgió de entre las suce- Una fe de ébano centuriones que se llamaron el Fruto sivas mezclas de pardos y seis siglos después de vivir como seres del Islam y cuya misión era seguir la palabra de los sacerdotes para primitivos, creando garrotes para defenderse de los animales y vimantener la pureza de la raza negra y combatir al enemigo por cual-
viendo como salvajes, Alá les envió a Moisés para civilizarlos. Pero, como las Tablas de la Ley se perdieron, todos los esfuerzos resultaron inútiles y los blancos invadieron Africa y, como bárbaros que eran, introdujeron la discordia en el paraíso negro. , "Estaba escrito que esta raza de diablos dominaría al mundo durante estos últimos seis mil años. Hasta el día de hoy, cuando la raza negra originaria diera a luz un vástago cuya sabiduría, conocimiento y poder serían infinitos", predicaba Malcolm. Elijah Muhammad, el Mensajero, en quien Malcolm X depositó toda su fe y por el que luchó durante 12 años, era realmente Robert Poole, un menospreciado joven inmigrante de la rural Georgia con sólo el cuarto grado de escolaridad. La fuente de sus
quier medio. Malcolm era un orador inquietante y provocador. Sólo en Harlem, donde presidió la mayor mezquita nacional, sostenía mítines regulares que, según la policía, superaban las 15 mil personas, atentas y de pie hasta por cuatro horas seguidas. Malcolm, luego de su conversión en la prisión, había abandonado los extravagantes atavíos de antaño —"hoy me doy cuenta que cuando la gente volteaba para verme, veían a un payaso"—, por un atuendo formal de especial prestancia. Era sobrio y austero, con sus trajes oscuros y sus zapatos escrupulosamente pulidos, y puntual hasta la obsesión, no cesaba de hacer anotaciones en una libretica roja.
revelaciones era el enigmático Mr. Fard, o Wallace Dodd Ford, según la investigación de Bruce Perry, quien llegó a identificarse
acercársele. "Había dejado de ser un hombre, era el salvador, el maestro", diria Benjamin Karin, uno de sus primeros conversos, y de los pocos que le fueron fieles hasta el final.
ante El Mensajero como "El Mandi", el hijo de los negros, el sal-
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Los sacerdotes más allegados aseguran de la imposibilidad de
bservaba la rigurosidad musulmana no sólo contra los desvaríos naturales de la carne, como la fornicación, además evitaba el baile, el tabaco, la bebida, el cine, los juegos y los deportes. Sólo hacía una comida diaria y no dormía más de cuatro horas por noche. Sus únicas indulgencias consistían en un café matutino y, tarde en la noche, un poco de té. De la televisión sólo le interesaban los noticieros. Se abstenía de las malas palabras e incluso, ahora hasta censuraba el argot. Las prohibiciones abundaban tratándose de mujeres: "Nunca debe con-
Kennedy estimuló uno de sus cínicos comentarios: "Los pollos volviendo a casa por las raíces", "esto que ha pasado realmente me ha hecho sentir muy feliz". Y luego dijo que hubiera preferido entregarle a los vietnamitas al señor presidente para que lo acabara Ngo Dinh Diem. Pero, de hecho, Malcolm no incitó nunca a ningún acto específico de violencia. Aunque su oratoria remitiera con una anticipación exultante a una inminente "retaliación máxima contra los opresores raciales", en una "conflagración racial que fácilmente puede alcanzar una dimensión violenta, mundial y sangrienta en la que necesariamente hemos de matar hasta a lós niños blancos para salvar al mundo". Un día después de que hiciera las escandalosas declaraciones en torno a la muerte de Kennedy, el cuartel principal de la Nación del Islam, la suntuosa mansión de Elijah en Chicago, convocó a una sesión de emergencia. Elijah le dijo: "Esas fueron unas pésimas declaraciones y debo silenciarte por 90 días". Malcolm se sometió por poco tiempo. Las tensiones que se venían incubando entre El Mensajero y el líder nacional cada vez más conspicuo que era Malcolm X, estallaron. Malcolm realizó una peregrinación a La Meca. Allá sufrió una transformación total, al descubrir que la fe de la Nación del Islam se fundaba en un dogma racista, en una aberración del clásico islamismo. Así, una vez en el aeropuerto de El Cairo, donde inició el trayecto ritual, después de despojarse de su vestimenta occidental, se vistió con túnicas blancas a la usanza árabe. Fotografiado por la prensa le dio la vuelta al mundo. En Estados Unidos admiradores suyos, como el boxeador Muhammad Alí, lo renegaron. Una vez en Jedda, Arabia Saudita, Malcolm experimentó la sensación de que allí no había problemas raciales: "Me encontré comiendo del mismo plato... con compañeros musulmanes cuyos ojos eran los más azules de todos, cuyo cabello era el más rubio y cuya piel era la más blanca... En toda mi vida, fue la primera vez que me sentí como un ser humano integral". Malcolm estaba encandilado por el brillo de la novedad —ignoraba el importante papel de los árabes en la trata de esclavos negros—, y cierta atmósfera de tolerancia. El orador duro de ayer —"tenemos un enemigo común, el hombre blanco"—, le escribiría ahora a un amigo: "Estoy harto de propaganda, sea de quien sea. Quiero la verdad, dígala quien la diga. Quiero la justicia, sin importarme quién esté a favor o en contra. Primero y ante todo soy un ser humano y, como tal, estoy a favor de:::
"Si ustedes van caminando con
fiarse completamente en una mujer. Toda hembra es por principio un ser vano que se ve atraído por la fuerza del hombre". Cuando se refería a cómo debían vestirse decía: "Si ustedes van caminando con un trozo de carne fresca en las manos por la calle, no pueden culpar al perro porque salte a olfatearlas. Si ustedes exponen la carne o la venden o la regalan". Cuando decidió que le gustaba una mujer para casarse —a los 32 años, con Betty Sanders— tuvo que dar un interminable número de vueltas y justificaciones: "Nunca creí que amaría a mujer alguna. Había visto demasiados hombres arruinados por ellas". Los negros creamos al hombre blanco, y acabaremos con él, también". La malevolencia de sus discursos fue lo que realmente hizo temblar a la sociedad blanca. Estaba cargado de odio hacia el capitalismo, incluso despreciaba con gran ardor a la clase media negra por querer negar su pasado y reproducir los modelos de la cultura blanca. Mantuvo una dura polémica con los luchadores del movimiento de los civil rights que abogaban por una integración armónica de las razas. Por ello, decía compartir la aversión que profesaban los blancos sureños a los integracionistas: "Ellos quieren a tu esposa, y tu hija y tu hermana... y a tu madre". Esto no es tan extraño como que en una reunión clandestina celebrada una noche de 1961, Malcolm X conversara con líderes del Klan en Atlanta para solicitarles su apoyo en el establecimiento de una nación separada de los Estados Unidos a ser ocupada por el pueblo negro. Aseguró entonces que el Islam estaba tan profundamente comprometido con el segregacionismo racial como ellos mismos. Según un informe del FBI, les aseguró que "los judíos están detrás del movimiento integracionista, usando al negro como un instrumento". Cada vez que una gran tragedia afectaba a la sociedad blanca, Malcolm podía mostrarse despiadado. Que se estrellara un avión lleno de blancos era "una cosa hermosa", el propio asesinato de
un trozo de carne
fresca en las manos por la calle, no pueden
culpar al perro porque salte a olfatearlas. Si ustedes exponen
la carne o la venden o la regalan"
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quien quiera que beneficie a la humanidad como un todb". Viendo que la Nación del Islam no estaba dispuesta a respaldar su nueva postura, Malcolm fundó la Mezquita Musulmana Inc., y una más secular Organización por la Unidad Afro-Americana (OAU) que postulaba una especie de panafricanismo o sionismo negro que prometía la liberación de la minoría negra norteamericana una vez que ésta estuviese identificada con una mayoría negra mundial. Tratado en Africa con los honores de un primer mandatario, exhortó a las naciones negras independientes a presionar ante la ONU para que Estados Unidos respetase los derechos de su población de color. Pero maniobras políticas y financieras que escapaban a su control anularon las iniciativas. Por otro lado, la Nación del Islam y su supremo jefe, Elijah Muhammad, entendió la actitud de Malcolm como una abierta e imperdonable traición que se tradujo en una ineludible sentencia de muerte. Nunca modificó su posición respecto a la no violencia. Era ya demasiado moderado para los musulmanes y para los partidarios de Martin Luther King tadavía demasiado radical. Aunque moría de ganas de formar parte del movimiento que estaba cambiando a dondo la sociedad americana, Malcolm se fue aislando a pasos agigantados. "Veo en las calles los rostros de mis antiguos seguidores y en cada uno de ellos adivino su deseo de ponerme una bala la cabeza". La Nación del Islam le obligó a desocupar su casa, que era propiedad de la organización: "Este fue un regalo personal de Muhammad a su delfín", se defendía Malcolm, pero fue inútil. Una noche, dos cocteles Molotov estallaron mientras Malcolm y su familia dormían. "¡Mi casa fue quemada por la Nación del Islam!", anunció a toda la prensa. Pero aunque factible, nunca obtuvo pruebas de ello. Por el contrario, las investigaciones policiales sugerían que la única cosa que hacía pensar que Malcolm no había incendiado él mismo la casa era que su vida y la de los suyos corrieron grave peligro. Los resultados del peritaje señalaron que dentro de la casa se encontraron intactas dos botellas de whisky llenas de gasolina, el mismo tipo de botellas que fueron arrojadas contra la casa. Por lo demás, la forma en que los vidrios se habían regado hacía pensar que las bombas habían sido arrojadas de dentro hacia afuera de la casa. Bruce Perry llega a la conclusión de que Malcolm podría haber inventado también el ataque del K u Klux Klan a la casa paterna en Omaha, recogido en la autobiografía: "Descubrí que Earl Little había sido detenido antes por pirómano y que el día anterior al incendio de la casa había comprado varios galones de kerosene, algunos de los cuales los bomberos encontraron en el sótano. El padre de Malcolm, lleno de deudas, también tenía una orden de desalojo ineludible. Es por ello que la familia tuvo que huir y refugiarse en un rincón apartado". La semana posterior al incendio fue la última en la vida de Malcolm. Uno de sus viejos protegidos, Louise Farakhan, escribió en un periódico musulmán: "La muerte está servida, Malcolm no
tentS mats,átL ória... 11. VI ni mucilaclm de 0,11,6 q ue se había convertido en la cárcel, sintiéndose definitivamente separado de la Nación del Islam, confesó haber llorado por primera vez. "Están siguiendo cada uno de mis movimientos a la espera de una opor-
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tunidad para matarme... el que no conozca el Fruto del Islam optará por no creer en lo que digo", decía a la prensa. "Soy un hombre muerto", le dictó a Alex Haley. La tarde del 21 de febrero de 1965 estaba bañada por una sombría luz de invierno. Malcolm había rechazado la escolta uniformada que la policía había dispuesto para garantizar su seguridad en el discurso que pronunciaría en el Auditorio de la Sociedad Audubón de Harlem. Charles Kenyatta, su fiel seguidor, entendió que Malcolm ya no deseaba vivir: "Estaba solo. Le dije que había perdido el pulso de la calle. Pero no podía aceptarlo; ahora quería ser un mártir. El lo sabía perfectamente". En la mañana de ese día había invitado a varios líderes negros a su charla, entre otros a Martin Luther King, al que había adversado en público y con quien había tenido un único encuentro —oportunamente retratado— en los pasillos del Capitolio, en 1964, durante un debate por los derechos de las minorías donde intercambiaron reservadas muestras de cortesía. Pero ninguno de los invitados asistió. Sólo sus más fieles seguidores, algunos de sus nuevos conversos y su familia. Poco después de saludar al auditorio, elevó los brazos para solicitar silencio y su cuerpo se lanzó hacia atrás en el momento de recibir varios impactos de bala en el pecho. Dos negros que se encontraban entre el público le dispararon, pero si hubo alguien más nunca se aclaró del todo. Uno de ellos fue capturado mientras huía, herido en una pierna por uno de los espalderos de Malcolm. Ya en la cárcel, muchos años después, el asesino confesó que había actuado en conjunto con otros seguidores de la Nación del Islam, pero que no habían recibido órdenes de Elijah Muhammad. En todo caso no era necesario, sus deseos eran órdenes inapelables: "Estoy cansado de Malcolm, de escuchar hablar tanto de él. Pretende hacerle la guerra al que le enseñó todo lo que sabe y le dio todo lo que tiene. Un hombre que traiciona a su pueblo y sus enseñanzas no merece la gracia de Alá", diría Muhammad a su séquito, según un informe del FBI. Sin embargo, muchos detalles conspiran aún contra está única versión. Los cuerpos de seguridad del Estado, de acuerdo con versiones diplomáticas y periodísticas, si no estaban implicados hasta el fondo, actuaron como cómplices silenciosos. La lentitud y la indiferencia de los oficiales que trasladaron el cuerpo al hospital eran evidentes para todos los testigos. Spike Lee ha escrito: "Vivimos en un país hipócrita... Yo veo al FBI, la CIA, y los departamentos de policía como una misma cosa. Cómplices, jugaron, junto con la Nación del Islam, un papel importante en este asesinato. ¿En cuáles otros? ¿En el de Kennedy?, ¿en el de King? y quién sabe en cuántos más. Ellos sabían que estaban cazando a Malcolm, pero se hicieron la vista gorda". El entierro fue multitudinario. "Se fue nuestro príncipe, nuestro negro valiente", decía el orador en su funeral. Tras de sí dejaba una estela de sangre y atentados. Sus seguidores bombardearon las mezquitas de la Nación del Islam y muchos de ellos murieron en el camino tan sólo por mencionar su nombre. Quizá el mejor epita-
fio para Malcolm serían las palabras de Marcus Garvey, el viejo hérore de Earl Little: "Yo volveré a ustedes... Búsquenme en los
remolinos de la tormenta, búsquenme en todo lo que los rodea".L.g.
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ueron seis años de libertad, largos y dolorosos, tanto que el Comandante Elías, alias Baltasar Ojeda Negretti pensó en desaparecer de este mundo. Pero no apelando a la muerte física sino al estrangulamiento del mito y a la desarticulación de su nombre, miríada de identidades que para los que lo amaron, odiaron y admiraron fue una suerte de superposición de espejos donde se podía hallar de todo, excepto la solución a ese enigma suyo que provocaba asombro y miedo, pero terminó aniquilado en la ciudad menos lírica del mundo: Maracaibo. Abaleado por la espalda, el 7 de septiembre, sin uno solo de los amigos de otras épocas a su lado, desesperadamente solo. No era hombre de premoniciones, por más que sus amigos y amigas recuerden hoy día que tenía algo de brujo. Una intelectual, Mary Ferrero, que convivió con él algunos años —una rareza, porque en realidad su vida con las mujeres se cuenta en meses, semanas, días y hasta minutos—, y que guarda un vástago suyo en testimonio, cuenta que vivir con Elías era como hacerlo con una máquina, o un ser sobrenatural que iba registrándolo todo: pala-
Tres derroteros: Fidel, Allende y Douglas Bravo bras, imágenes, ideas, recuerdos, figuras. "Vivir con Elías", se explaya, "era como no perderse nada, respirar todos los secretos del tiempo, como estar continuamente conversando con los detalles que de otra manera se lleva el viento, el polvo y el olvido". María Eugenia Mota, su amiga de los días de la Modelo, de El Rodeo y de Yare, añade: "Era como un animalito, puro instinto acompasado por un silencioso conocer. Armas con que se entregó a sus dos grandes pasiones: el peligro y el amor". Clarividencia, instinto y conocimiento que estuvieron ausentes la tarde sin crepúsculo de septiembre, cuando un guardia nacional, en una reacción de rutina, disparó seis veces el fusil de su ametralladora contra "un individuo que pretendía robarse una avioneta King 200, siglas YV49CP, propiedad de la empresa Cementos Catatumbo". Acto vulgar que habría merecido no más de cinco líneas en las páginas amarillas de los medios impresos de no ser porque el roble caído era el legendario Francisco Ojeda Negretti. Francisco era Baltasar, y Baltasar era Elías, en el juego de espejos. Hay quienes piensan que lo de Maracaibo fue un suicidio, el pretexto para morir en olor dé heroicidad. Por sobre todo, había que ser consecuente con el mito, vivir con él y morir con él, bien
lejos, donde no lo pudieran alcanzar la rutina ni el horrible resplandor del común de los mortales, ni los ex compañeros convertidos en millonarios ni los ex compinches que aspiraban a una modesta pensión de retiro. "Ultimamente", cuenta un amigo, "prefería rodearse de gente muy joven, estudiantes y profesionales 74
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de entre 30 y 40 años, gente de esa carnada de la Venezuela surrealista y desgarrada que anda a estas alturas del juego buscando líderes, jefes y caudillos. Eran, por supuesto, mitómanos y mitófagos versados en la leyenda, que estaban en cada coyuntura instándolo a emprender de nuevo el camino dé Montiel, y como él estaba acostumbrado a aquel juego, puede decirse que vivió en los últimos tiempos para aquel público y aquel teatro". ¿Síntomas de la crisis de la edad? Quién sabe; lo más seguro es que, aparte de una diabetes incipiente, y de una sempiterna dolencia en la columna, haya sido víctima de los lóbregos años ochenta, de un momento en que pareció que las condiciones históricas de Venezuela y el mundo habían cambiado de manera irreversible y para siempre. El había nacido, se había criado, y había envejecido en el marco de los fulgores de los rebeldes años 60, que habían sido su líquido amniótico cultural perfecto, de modo que cuando todo el contexto fue transfigurado y los malos se convirtieron en buenos, y los buenos en malos, cuando los símbolos por una siniestra jugarreta de la historia se compenetraron unos con otros y perdieron contornos y definiciones precisas, él se sintió como un buque fantasma varado en tierra, como un sortilegio expuesto a la curiosidad de cualquier vecino, sin embrujo y sin magia. Imaginó, entonces, un fin de fábula exquisito. Esos son los seis últimos fatídicos años, que hablan de la angustia de un ser humano definitivamente distinto, nacido sin duda con alguna vocación de permanencia. Para Cervantes una situación parecida no podía conducir sino a la locura, para Borges al suicidio, y para el Comandante Elías a las dos cosas: poco a poco irá convenciéndose de que su final requiere de una realidad altamente trágica, pero silenciosa. Porque la prudencia fue una de las claves de su vida. Un amigo de los años duros recuerda: "Nunca conocí a un hombre más parco y educado que Elías. Incapaz de una mala palabra, de un gesto destemplado, de aprovecharse de cualquier ventaja para atropellar a nadie. Todo lo contrario. Creo que, en última instancia, el aliento esencial de su vida fue poner orden donde se percibiera una mínima injusticia, una mínima tropelía". Por eso extraña que en los últimos años hablara hasta por los codos, atribuyéndose hazañas apócrifas en las cuales no había participado. Nadie quería pedirle explicaciones de nada y él estaba gesticulando, gritando, como para no quedarse atrás, para que no se dijera después que no había estado allí, en el propio teatro de los acontecimientos. "Los hombres de los 60", dice un profesor de la UCV, "eran y son unos personajes enfermos de historia, creyentes de que cada suceso que trasciende apuntala, inequívocamente, las propuestas de alguien o de algo, se llame Dios, o materialismo histórico. De modo que el afán de estar presente, de no perderse
como actores y espectadores uno solo de los capítulos del drama, conlleva actitudes agónicas, de vida o muerte. Pueden verse en este momento sudando, escribiendo, opinando, pidiendo pista para aterrizar en el 4 de febrero, queriendo meterse en una trama en la cual no tienen arte ni parte. Es una situación tan patética como co-
rriente. Creo que en más de un sentido el Comandante Elías fue víctima de este espantoso mal". El cambio de roles no sólo lo hizo hablachento sino que lo volvió áspero y atrabiliario. Días antes de morir tuvo una grave trifulca con uno de sus hijos porque el muchacho llevaba el pelo largo, y habló de que iba a entrar en un grupo de rock tocando batería. "Una reacción muy extraña", comenta un allegado suyo, "pues aparte de amar intensamente al muchacho, Elías era el hombre más tolerante del mundo. Sólo le sacaba de quicio que las cosas no estuvieran en su lugar. Hace tres años se fue de casa de su familia porque el grifo de un baño goteaba. También, cuando estuvo en la cárcel, chocó con sus compañeros de calabozo por cuestiones de orden y de higiene. Pero lo del muchacho es muy extraño, es síntoma de algo. Porque aparte de otras cosas, Elías amaba la música, y en teoría nada podría enorgullecerlo más que tener un hijo rockero". Sí, pero los héroes, como la realidad que los forja, son anacrónicos. Y como las estatuas que representan su pretensión de eternidad, desentonan con las rosas de los jardines de la realidad, es decir, de lo efímero: brotan, esplenden, y se marchitan en un solo día. Y a veces el Comandante Elías parecía vivir al lado de la inmediatez. Podía improvisar, al menos en música. Era ducho en sacarle gracias al saxo, al arpa y a la guitarra. Esta fue en realidad su otra íntima vocación, reflejo de uno de sus laherin-
guar, aunque tratándose de Elías no me extrañaba, porque sinceramente es el hombre más misterioso que he conocido". Tres episodios, entre tantos de un vasto anecdotario, ahondan más su perfil de vértigo, imprevisible, de acuerdo a variados testimonios. La furia incontrolable que lo poseyó el día que se enteró de que su hermano Oswaldo había sido detenido luego de participar en un asalto en Puerto Ordaz, en abril de 1986. Una golpiza que le propinó en El Maní es Así —la dueña del local, Perla Castillo, era para aquel momento su novia— a su socio de aventuras Leopoldo Muñoz Otero, alias El Perrote. Y la pasión por las computadoras, que lo consumió a partir de 1989 al extremo de pretender constituir su propio negocio y convertirse en un as de la informática.
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o he sospechado alguna vez", dice el autor de Evaristo Carriego, "que cualquier vida humana, por intrincada y populosa que sea, consta en realidad de un momento: cuando el hombre sabe para siempre quién es". Si es lícito pensar que ese momento fue para el Comandante Elías aquella tarde aciaga de Maracaibo, y que los instantes decisivos fueron algo así como una eternidad que le permitió el descuento de acontecimientos vitales para enfrentarse finalmente a la nada, entonces es posible que respirara profundo, y volviera a sentir el olor del aire tibio y la tierra húmeda en aquellos campos y montañas por donde trase-
Su pasión grande y suprema de los últimos seis años fue la carpintería, oficio que aprendió en la cárcel Modelo tos: la soledad. "No era difícil", cuenta una amiga, "que pasara días y días tocando el saxo, o rasgando la guitarra. El jazz y la música latina eran sus preferidas, con un gusto bastante heterodoxo: no hacía diferencias entre Eddie Palmieri y Julio Jaramillo. También podía estar toda una noche cantando, o toda una semana oyendo la ópera Carmen". Su pasión grande y suprema de los últimos seis años fue la carpintería, oficio que aprendió en la cárcel Modelo. Una vez en la calle, instaló un taller e hizo esfuerzos por darse a conocer como un hábil y competente ebanista. Estaba ubicado en una casa que la familia Ojeda Negretti tenía en el litoral, y se conoce que el comandante viajaba a diario para realizar compromisos y encargos: repisas, casetecas, ceniceros, sillas, mesas y hasta zuecos, salieron de sus manos, dando prueba de un buen gusto poco común. Mas, su particular manera de elaborar juguetes para niños delató el derrotero del aserrín que empezaba a abrazar como una causa más. "Fue uno de sus mejores momentos", recuerda el economista Carlos Luis Gómez, entrañable suyo de toda la vida. "Unicamente que entonces, como nunca, se reveló incapaz para ingresar al extraño universo de la oferta y la demanda, de los costos y beneficios. Todo, o casi todo, lo regalaba. Yo le propuse más de una vez que trabajáramos en grande, incluso con la idea de exportar. Me decía que sí, y se perdía, y pasaban meses antes de que pudiera volverlo a ver". Otro amigo comentaría: "Creo, en cambio, que eso de la carpintería era una pantalla. ¿De qué?, no sé. Nunca lo pude averi-
gó cuando aún no había cumplido la veintena. Vestía de guerrillero, en la estampa un tanto ingenua de aquel verde oliva con que la revolución cubana pretendió vestir toda la América Latina. Y caminaba mucho, y soñaba mucho también. Las caminatas eran para huir de los cercos feroces con que el ejército los acosaba, a él y a sus compañeros de armas, y los sueños eran para decirse una y otra vez que terminaría siendo el primer guerrillero de Venezuela y de América. Musculoso, preparado en el arte de la emboscada y la operación guerrillera que exige el máximo de cuidado, Elías protagonizó, empero gestos grandilocuentes. Un día se presentó una refriega en un sitio llamado El Paso, y ahí estaría él sin perder su aplomo, disparando y dando órdenes, asumiendo un rol y un volumen que quedan como tatuados en la superficie de un espejó sin mancha. Una bala le rozó el rostro y entonces el tatuaje pasó a la leyenda. En otra ocasión, un rayo cayó sobre un árbol partiéndolo de cuajo. Elías estaba cerca y resultó mal herido. La lesión de la columna no lo abandonaría. Otra vez, el ejército dispersa la columna y Elías carga el bastimento. Se pierde durante una semana y después aparece sin haber probado bocado. Será transferido del frente guerrillero que comanda en El Charal el Comandante Cabezas, al llamado frente José Leonardo Chirinos, que dirigía Douglas Bravo. Había dado pruebas de ser un soldad() de condiciones excepcionales. "Pero uno, cien, mil soldados excepcionales no eran suficientes para salvar a la guerrilla venezolana de sus debilidades íntrín-r: NOVIE- MBRI 1992 EXCESO
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secas. El enorme éxito de la sobrevivencia es contrarrestado por las minúsculas querellas que surgen entre los caudillejo-s que no admiten que la guerra es incompatible con las mezquindades cotidianas, sobre todo cuando se disfrazan de supuestas discusiones entre maestros de la ley y padres de la iglesia". Así recordaba haber oído a alguien comentar en París: la frase le gustó tanto que no se le desprendería jamás de la conciencia. Estaba en Caracas en 1967, desmovilizado y tratando de otear otros horizontes. Ya era el Comandante Elías de la leyenda, tenso y decidido a fatigar otras geografías. Su destino no podía ser otro sino Cuba. Los jefes de la Revolución Cubana, incluido Fidel Castro, lo embriagan y celebran. Entonces, con un grupo de disidentes venezolanos engolosinados con la tesis del foquismo cubano, crea un movimiento armado, el Mosán, e invade por el Oriente para
Con Jacobo Borges en México, solo ante el espejo y el avión de los 7 millones
crear una guerrilla que culmina en el más estrepitoso fracaso. Puerto La Cruz. Después de tantos tumbos, la tarde del 10 de junio de 1969, junto a tres cómplices, Ojeda Negretti se alzaría con dos millones 700 mil bolívares de una sucursal del Banco Royal. Se había probado y había probado a los suyos. Soldado de la aventura y el peligro, paladeaba por fin la sonora recompensa del botín, la concluyente inmediatez del golpe perfecto. Por todas partes se comentaba que era el robo más grande jamás ejecutado en Venezuela. Iba a transcurrir casi un mes escóndiéndose, antes de tomar un yate, viajar con el dinero a Margarita y despacharlo a Caracas en un avión privado. Sonreirá en el futuro cuando recuerde que alguien manejaba la idea de que había hundido una lancha con el dinero en un lugar previamente marcado, que después lo había sacado a la superficie y lo había hecho llegar hasta la capital. Como fuera, lo tentaban otras ilusiones y a mediados de octubre saldrá para Europa, vía Cúcuta, después de repartir las armas que le quedaban de la aventura guerrillera, más una cantidad importante de dinero, entre los grupos de alzados que persistían en el país. En París, estaría a la mesa de cualquier bistro, en conversación con Pierre Goldman, Oswaldo Barreto, Régis Debray y Elizabeth Tortolero sobre los cambios sobrevenidos en el mundo. "La revolución se ha trasladado a Chile", exclama alguien,
ulalvador Allende acaba de ganar las elecciones y los internacionalistas sin patria, pero con revolución, debemos estar donde el pueblo nos llame". No hay más nada que hablar. A los pocos meses, el Comandante Elías se resuelve en contactos y tareas en el marco del proceso histórico del país austral. Valga, 76
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empero, el ínterin en las resacas de Europa: Mayo francés, La primavera de Praga, los hippies, las Brigadas rojas y la Revolución Cultural Chiria. Un portento que por estar constituido de tantas pulsiones no es nada y puede asumirse como una bohemia indolente, presta a establecer que el problema fundamental de la existencia es el vino. Por ahí se desliza con su sólida humanidad, degustando, catando, tocando, sintiendo, convenciéndose de que fuera de la vida tensa, la que se enerva en las grandes aventuras de la acción, no existe nada. Por eso pernocta donde lo sorprenda la noche, y realiza pequeñas violencias y hurtos para procurarse el sustento, y derrocha, malgasta y vive. En Chile es fama que se afilia a aquella corriente del MAPU (uno de los partidos de la Unidad Popular) que dirigía Jaime Gazmurri e imparte cursos de guerrilla para el caso que se desencadene un golpe de derecha. La asonada sobreviene, pero no hay capacidad de reacción, y Elías se asila con cientos de compatriotas en la embajada venezolana en Santiago. Camino a la patria, sin embargo, aprovecha una escala del avión que lo trae, en Lima, para desaparecer: la ley venezolana lo reclama por el asalto al Banco Royal. Pasa tres largos años recorriendo los Andes y la costa peruana, hasta que al final es detenido durante seis meses, tratando de comprar un carro con divisa extranjera, delito penado por una ley de la época de Velazcó Alvarado. De Lima va a México, donde se hace amigo del embajador Francisco Herrera Luque, quien intercede ante el canciller del primer gobierno de Pérez, Ramón Escovar Salom, para que sea favorecido con un
indulto. De regreso a Venezuela, en 1977, el Comandante Elías se deja encandilar por el espejismo de la Gran Venezuela. En realidad, es su primer encuentro con un espacio cuyos misterios no terminan de develársele. El territorio nacional en su totalidad parece ebrio, pero él decide mantenerse sobrio y al margen. De repente, se suceden una serie de atracos a bancos, audaces y espectaculares, en el oriente del país: dos simultáneos en Cumaná, otro en Margarita y uno último al Servicio Panamericano de Protección en Barcelona. El comisario Carlos Añez se encarga de las investigaciones e infiere que por el lenguaje y los modales, los asaltantes no pertenecen al hampa común. Hay, no obstante, pistas falsas y desconcierto en las centrales policiales.
El viernes 5 de diciembre de 1980, los teletipos de los periódicos, y de las estaciones de radio y televisión, comienzan a trasmitir una noticia tan confusa como espeluznante. Un avión de la Línea Aeropostal Venezolana, que hacía el pasaje Porlamar-Caracas, había sido asaltado en pleno vuelo y obligado a aterrizar en Higuerote, en una pista previamente tomada por diez individuos que se precipitaron sobre la carlinga del avión y se adueñaron de siete millones 500 mil bolívares. Las dos operaciones están cronometradas y los asaltantes han desaparecido con el botín en cuestión de minutos.
Horas después, la policía, perpleja, oirá contar al piloto Francisco Rafael Silva Nicolau que cuando trataba de convencer al jefe de los asaltantes de que el avión no podía aterrizar en Higuerote porque la pista de 1.200 metros no soportaba la maniobrabilidad del DC9-50, éste le había dicho que no se preocupara, que él haría descender el avión. Elías se había delatado con el temerario gesto. Los investigadores, que conocen su currículum, sabían que había hecho cursos de aviación en Francia. Eran las tres de la madrugada del sábado 6 de diciembre. Allanando unas oficinas ubicadas en la marina de Puerto La Cruz, la PTJ le echarían mano al Comandante Elías cuando se disponía a tomar un yate rumbo a Margarita.
III
II a resultado imposible detectar dónde, cuándo y cómo se enteró el Comandante Elías de los sucesos del 4 de febrero. Ni cuál fue su reacción ante el acontecimiento inesperado. Lo más seguro es que, como a la gran mayoría de los venezolanos, lo sorprendiera pasivo, apenas sensibilizado en las primeras de cambio por las noticias de radio y televisión, y condenado al final a sufrir la última y más profunda alteración de su vida. No pudo, sin embargo, dejar pasar la oportunidad y su vanidad resentida fue lastimada por la revuelta. Parte de las bravatas que lo arrebataron en los últimos tiempos consistía en ufanarse de que había estado muy cerca del teniente coronel Chávez Frías y que había sido factótum en la
narcotraficantes colombianos que estaban pagando hasta 50 mil dólares por operaciones de este tipo; pero un rastreo minucioso de las actividades del Comandante Elías, desde que sale de la cárcel de Yare en diciembre de 1985 hasta semanas antes del suceso de Maracaibo, no permite establecer ningún tipo de nexo con la mafia colombiana de la droga. Llevaba —según testimonios que no contradice nadie— una vida más bien menesterosa, sin lujos ni comodidades, sinceramente dedicado a la carpintería o a la computación, con una actitud ética más bien cerrada, conservadora, muy propia, por lo demás, del fundamentalismo revolucionario de los 60. "Elías jamás ostentó signos exteriores de riqueza, y mucho menos después de que salió de la cárcel. Era un hombre con los recursos de cualquier profesional, pero sin que los mismos representaran un ingreso del otro mundo. Por eso la versión que lo liga al narcotráfico debe tratarse como un infundio, y más bien dársele al suceso de Maracaibo la categoría de misterio", comenta un catedrático. ¿Qué hacía el comandante Elías en el Zulia y qué pretendía hacer con la avioneta? El ex guerrillero pudo estarse comportando como un espontáneo ante los hechos que desencadenó el 4 de febrero y haber querido, por su cuenta y riesgo, ejecutar una acción que lo incorporara al momento como "otro héroe" del intento de golpe de Estado. Se había convertido en un fanático de Hugo Chávez, a cada instante estaba señalándolo como el mode-
¿Qué hacía el Comandante Elías en Maracaibo, y con qué fin pretendía apropiarse de la King 200? toma del aeropuerto de La Carlota. Un amigo comenta: "De que Elías regó la especie, la regó, y de que mucha de la gente que lo rodeaba en aquel momento la creyó, también es cierto. Ahora bien, cuando muere en circunstancias extrañas en Maracaibo y en un acto que lo podía ligar al narcotráfico, los amigos hacen llegar la especie a Pastor Heydra, y éste, persuadido de que propagar aquel vínculo le vendría mal a Chávez, suelta el dato en el río de la guerra sucia. El rumor de que Elías participó en la intentona sólo lo admiten Heydra y Ramos Allup. El teniente Acosta Chirinos (el hombre que tomó La Carlota) y el propio comandante Chávez lo han negado, y no por prejuicios, ni hipocresía política, sino por mantener un apego mínimo a la verdad". Por añadidura, Heydra y Ramos Allup, siempre abrevados en la fuente de los amigos del Comandante Elías, han sostenido que el robo de la avioneta de Cementos Catatumbo tenía por objeto un intento de fuga del jefe del golpe de Estado de febrero, preso en la cárcel de Yare. Cuando no, pretenden que se trataba de artillar la aeronave y llevar a cabo el bombardeo de Miraflores. Un mínimo de sentido común permite poner en su sitio las dos hipótesis. En caso de que lo de la fuga fuera cierto, un helicóptero sería el medio idóneo, y no una avioneta. En cuanto al bombardeo de Miraflores, una King 200, artillada y todo, no estaría en capacidad de hacer siquiera un saludo a la bandera. Entonces, ¿qué hacía el Comandante Elías en Maracaibo, y con qué fin pretendía apropiarse de la King 200? La PTJ y la Guardia Nacional han dicho que para traspasársela a
lo a seguir para sacar a Venezuela "del caos y la corrupción". Era casi una obsesión, la oportunidad, última, que la vida y la historia le ofrecían para proceder a una vindicación a fondo de su destino y de su vida. No todo había sido inútil, parecía decir. Cabe agregar que el Comandante Elías sentía una profunda admiración por Mathias Rust, el joven piloto alemán que aterrizó una tarde en la Plaza Roja de Moscú. ¿Tenía en mente ejecutar algo parecido en las cercanías de Miraflores? ¿No pensaría de verdad atacar, bombardear o sencillamente lanzar volantes sobre el palacio presidencial, procediendo después a asilarse en una isla del Caribe, tal cual acostumbraban hacerlo los guerrilleros en su mejor época? Los años 60, ¡qué lejos y qué cerca estaban...! Había que admitir, eso sí, que Chávez acababa de privar de todo protagonismo a quienes no lucieran las boinas rojas de los bolivarianos, y que los hombres de cualquier generación anterior no podían desempeñarse sino en papeles secundarios. No hay dudas, debió pensar alguna vez el Comandante Elías, la historia los prefiere jóvenes. Una sospecha más inquietante lo asimila de manera lúgubre a Leopoldo Muñoz Otero, alias El Perrote, su gran afecto de los últimos quince años, para conjeturar que los dos estaban desempeñándose en operaciones sucias, como condottieri, al servicio de clientes privilegiados: políticos, empresarios, la misma policía, o la llamada narcoguerrilla. Fantasía o maledicencia, en todo caso, nada podía negarle la oportunidad de ensayar algo así como un canto de cisne, y ahí fue donde lo sorprendió la muerte. L9 NOVIEMBRE 1992 EXCESO
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EXCESO NOVIi MBRI 1992
Bart Simpson, ese cínico despiadado de diez años, que cautiva a niños y adolescentes y escandaliza a los adultos —aunque a hurtadillas se sometan a su encanto—, vástago de la familia comercialmente más exitosa de la industria del comic después de Los Picapiedra, se ha convertido en la bandera de los insumisos en una época que sólo quiere recordar algunas melodías agradables de aquellos inconformes años GO. Reservado para los horarios estelares de Venevisión ha conquistado aquí, igual que en el resto del mundo, un 60 por ciento de audiencia entre los televisores encendidos. El culpable: Matt Groening. El infante Matt Groening debió parecerse mucho al terrible Bart de su invención; al menos los especialistas en conducta no dudaban en considerarlo un niño problema. El mismo lo confiesa: "De pequeño me gustaba tocar los extremos y especialmente hacer cosas malas con terribles castigos de los que pudiera intentar una astuta
salida. Las cosas negativas me atraían sobremanera: la muerte, la violencia, y el morbo" Fue fundador, en su colegio, del Creature Club, donde un grupo selecto de chicos entre los nueve y los 12 años se reunían para leer historietas de monstruos terroríficos y hojear revistas pornográficas, pero un día los archivos del club fueron saqueados por muchachos mayores: sólo quedó su inmenso rencor. Un desfile de traumas infantiles marcaron sus primeros años, como a muchos de sus contemporáneos: "La muerte de un pariente, haber descubierto una nevera llena de yogourt, haber tenido un padre que intentó dejar de fumar, el primer encuentro con un payaso, haber sido forzado a comer espinacas, haber visto un perro muerto en la carretera, haber recibido calcetines como regalo de cumpleaños o haber sido quemado por un familiar"; de modo que en el año 77, cuando arribó a Los Angeles, creyó haber entrado en el infierno: su mente asustadiza intuía una ciudad en la que había "ocho millones de maneras de NOVIEMBRE 1992 EXCESO
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envergadura muchísimo mayor que los circuitos creativos elitistas. Entonces, la estética deberá infiltrarse en ellos. Estamos construyendo un movimiento artístico basado en los negocios. Esto no es nada nuevo. Pero admitirlo, sí". Matt Groening se ha convertido en el dibujante más popular y universal de todos los tiempos. Como Pedro por su casa, recorre los pasillos de la Fox ataviado con bermudas y camisas hawaianas, saludando a ejecutivos de la compañía vestidos por Armani. Entretanto, en cualquier lugar del planeta, un número quizá incuantificable de fanáticos contagiados por la simpsonmanía puede levantarse por la mañana y dedicar cada uno de sus actos cotidianos al Maestro: ducharse con un Bartsoap, secarse con la toalla de Homero, desayunar pastelitos Simpson, bailar con el magnífico The Simpsons Sings the Blues o situarse en el tiempo con la ayuda del Simpsons Fun Calendar y llamar a su amor por el Bartphone. Después de haber conquistado la cima, Groening confiesa que muchos de sus antiguos amigos ya no le hablan. "Durante toda mi vida he estado escindido entre la frivolidad y la desesperación, entre el deseo de divertir y el deseo de irritar, entre el insomnio espantoso y la conciencia de mi propia idiotez. Al igual que cualquiera, estoy preocupado por el amor, el sexo, el trabajo, el sufrimiento, la injusticia y la muerte, pero también profundizo en todo ello dibujando conejos de ojos saltones con trágicos desasosiegos". Con estas palabras se abre The Big Book of Hell, un volumen antológico que recoge lo mejor de la obra gráfica de Groening en los últimos 10 años. En el 78, comenzó a fotocopiar tímidamente sus dibujos para regalarlos a esos críticos con sentido humano que son los propios amigos, en el improvisado formato de primario comic-book engrapado a mano. Ya entonces le había titulado escuetamente
morir", entre otras causas, por sobredosis, por accidente automovilístico, por el disparo de un delincuente o por el de un policía. Sin olvidar, claro está, la muerte por fracaso... o por éxito. Cualquier vía pasaba por el peaje de la desesperación en esa metrópoli convertida en sublimación enfermiza de la pesadilla americana. Pero aún había tiempo para soñar despiertos: acababan de llegar al infierno, y se pasaban las tardes elogiando los diversos condumios de una hamburguesería de moda, mientras trazaban las líneas maestras de su gran plan: ¡Conquistar los medios de comunicación! Sus portafolios estaban abarrotados de trazos que no enamoraban a ningún editor sensato. La época no favorecía a los de su raza: el underground había
Ilas de televisión del mundo, definiendo una nueva e influyente estética. Panter, con vocación de profeta, vislumbraba un inigualable éxito en su Rozz Tox Manifiesto de finales de los años 70, en él proponía declarar a la ciudad parque de atracciones, entre otras sabias consignas. "Y esto para los ejecutivos de la televisión: nosotros sabemos cuándo tenemos que reírnos. Las máquinas no lo saben, y resulta muy irritante escuchar cómo estallan en carcajadas en el momento equivocado. Sueltan una risotada por nada y la nada no es divertida", escribía airado. Un poco más adelante lanzaba la justa proposición de decorar las hamburgueserías con bucólicas fotografías de ganado vacuno e incluir en el hilo músical de los restaurantes
muerto y los artistas que se nutrieron de su herencia se veían ahora huérfanos y desempleados. Matt Groening era uno de ellos y Gary Panter el otro del par de anónimos caídos en desgracia en aquella hamburguesería de Los Angeles. En realidad dos privilegiados que pudieron soñar en lo imposible y conseguirlo: Panter se convertiría años más tarde en el diseñador de producción de Pee Wee's Playhouse, el arrollador programa infantil del inmortal Pee Wee Herman; Groening sería el procreador de la ima-
vegetarianos grabaciones de verduras gritando aterrorizadas. Una buena manera de concientizar al ciudadano sobre sus criminales hábitos alimentarios: "La fe profunda en el glamour es un método seguro para no darte cuenta de que estás matando todo lo que comes". El manifiesto de Panter estaba sembrado de lúcidas intuiciones que sentaban las bases de una nueva época. Los anárquicos gritos de la ola contracultural no silenciaron el mediocre rumiar de la cotidianidad: no había otra salida, pues, que pactar con el demonio, que
más omnipresente, plagiada, pira ,
venderse al MiSITIíSir110 Satán, confiando en
Life in
que luego podrían engatusarlo y en un descuido, hasta engañarlo. Las frases finales del manifiesto lo dejaban todo bien claro: "Los medios de comunicación poseen una
se convertiría en una serie semanal publicada en las páginas de Los Angeles Reader. Hoy aparece regularmente en 250 diarios de todo el mundo y
gen teada y citada de principios de los 90: Bart Simpson. Los desvaríos, que en el 77 se desperdiciaban en tristes carpetas, acabaron estallando en todas las panta82
EXCESO NOV 1t MBRE 1992
He11.
Dos años más tarde, la tira
Groening ha podido crear su propia empresa, la Life in Hell Company, para regular el importante flujo comercial generado por la serie. La titánica labor de dirigir el nutrido equipo de Los Simpsons no ha impedido que Groening siga dibujando semanalmente esta página mordaz plagada de nihilismo underground y buen humor. ra 1966 y el boy scout Matt Groening se fue de excursión con sus compañeros de tropa a Portland, donde acababa de inaugurarse una Psychedelic Shop. No más tuvo el chance, se dirigió a aquel local cargado de resonancias esotéricas para su avispada imaginación. Cuando entró con su uniforme de shorts y pañoleta, una uná-
ma filosófico, cuya estructura le permitía desmenuzar pausadamente las más importantes parcelas de la existencia: el amor, el trabajo, la escuela y la infancia que han sido, hasta ahora, los distintos capítulos de su caudaloso trabajo sobre los humanos. "Cuando tuve la oportunidad de dibujar mi propia historieta", recuerda, "quise plasmar exactamente lo que tenía en la cabeza, las cosas que realmente me preocupaban: el amor, el trabajo, el sexo, la muerte... en suma, lo básico. Me asombra que haya tantas historietas que aborden temas políticos de una manera tan comprometida, o que se concentren en las triviales inconsecuencias de la vida, mientras que el carácter verdaderamente infernal de los trabajos y las vidas amorosas de mucha gente, así como
dieciséis tipos de hermano —entre ellos, El Disgusto, La Peste, El Criminal, El Llorón y El Destroyer—, los dieciséis modelos de padre —del padre alcohólico, también conocido como El Volcán, Mr. Abuso o El Psicópata, al Padre fugado, también conocido por Cómosellama el viejo-bueno-para-nada o ese Holgazán—, los dieciséis estilos de madre —Alcohólica, Psicópata, Deprimida, Mártir, Loca, Plástica, entre otras categorías—, los nueve tipos de relación —Mr. y Mrs. Aburrimiento, Estoy con un estúpido por 2, Los Desabridos contra el mundo, Hombre bestial con Mujer nerviosa—, las cosas que nunca deben decirse en los momentos íntimos —"¡Oh!, Señor de los cielos, perdóname por este vil pecado que voy a cometer", "Olvidé decírtelo, pero mañana parto para Alaska", "¿Has engordado?"—, las frases que pueden po-
Groening dedica también una de sus mejores páginas a un comic que difundió la CIA en Nicaragua para promover la sutil ruina del régimen sandinista nime y humillante carcajada brotó de las gargantas hippies que estaban allí reunidas. El joven Matt sospecharía entonces el fracaso de la revolución del ácido. En el futuro, los supervivientes de esa generación deberían pagar con creces el resentimiento de Groening por aquella traumática experiencia convirtiéndose en diana de los afilados dardos de Life in Hell. "Life in Hell (Vida en el infierno) comenzó en el 80, la época de Reagan, y juré que si Bush no era elegido presidente estaba dispuesto a cambiar el título de la serie por el de Life is Swell (La vida es hermosa). Pero no ocurrió así", señala Groening. Life under Reagan fue el ocasional título de algunas de sus páginas, pero Groening no parece especialmente interesado en el humor político: lo suyo son las corrientes del alma, los grandes interrogantes, lo esencial. Se planteó su trabajo casi como un exhaustivo progra-
su común miedo a la muerte, sigan siendo un territorio temático inexplorado". Una familia de conejos, Binky, Sheba y Bongo —prefiguración de Los Simpsons— y una pareja de diminutos gays idénticos, Akbar y Jeff, son los personajes de Life in Hell, una concienzuda reducción de la humanidad a sus elementos mínimos que permite a Groening desplegar todo su profundo bagaje vivencial. Uno de los últimos libros de la serie se titula Akbar &Jeff"s Guide to bife, y precisamente eso trata de hacer: una guía útil y práctica para la vida, un catálogo de situaciones ineludibles y de estados de ánimo universales. A Groening le encanta llenar las páginas de detallados inventarios: los nueve tipos posibles de jefe —que van desde el robot del Planeta X hasta el sicótico jefemonstruo del infierno—, los nueve tipos de novia —de Miss Chicasoñadora a la Mujer salvaje fuera de control—, los nueve tipos de profesor de bachillerato —desde El Fósil a Der Füehrer—, los
ner punto final a cualquier conversación —"Te pareces a mi ex marido", "Tengo cuatro gatos, tres perros y seis periquitos", "Una vez maté a un hombre con mis propias manos", "Dime la verdad: ¿soy idiota?", "Por cierto, estoy escribiendo un guión", "Es lo más estúpido que he escuchado en mi vida"— y, por supuesto, las distintas maneras de morir en Los Angeles.
E
n las páginas de Life in Hell uno puede encontrar también amenos consejos para ser crítico de cine o crítico de rock, un par de profesiones para las que no hace falta una severa preparación. El generoso Groening incluso facilita los adverbios, los adjetivos y frases infalibles para que una crónica del estilo quede inmortalizada en la publicidad del filme: "obra maestra", "evocativa", "absorbente", "maravillosa", "provocativa", "original". En el cuadro de la evolución de las especies, que también incluye Life in Hell, los crí- .111 NOVILMBRI 1992 EXCESO
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ticos de rock proceden directamente de los marsupiales; los propios rockeros, al igual que los jóvenes republicanos, vienen de más lejos: nada menos que del cieno primordial. En esta acertada taxonomía la esponja, hija del moho, aporta a la civilización occidental tres elementos de fundamental importancia: los poetas, los cantantes de ifolk y los terapistas new-age. El babuino, por su parte, es el más directo antepasado de los camioneros y los porteros de discoteca. Y la evolución del calamar dio como resultado a los criminales y a los políticos. La teoría de Groening corrige de una vez por todas la inconsistente hipótesis darwiniana: no era posible que todos los miembros de este polifacético zoológico humano vinieran del mono. Parodiador de la especialización en el
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nual del Combatiente por la Libertad Funnies, como lo rebautizara el dibujante, donde propone, entre otras efectivas formas de sabotaje, •hacer falsas reservaciones de hotel, dejar las luces siempre encendidas o atascar las pocetas con esponjas. Falta de piedad, una impresionante capacidad de observación y una penetrante mirada de entomólogo capaz de 84
EXCESO NOVIEMBRE 1992
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periodismo, concibió la revista del compañero de trabajo insufrible y la revista de los malos modales, con cinco nuevas maneras de humillar a tu perro y 999 maneras de decir "no me gusta", así como sabios consejos sobre escupir en las aceras, tocar la corneta en los semáforos y hacer que tus seres queridos se sientan como una mierda. Groening dedica también una de sus mejores páginas a un cómic que difundió la CIA en Nicaragua para promover la sutil ruina del régimen sandinista: el pedagógico Ma-
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Los distintos tipos
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En el canal de Bárcenas, la buena movida de Venevisión no podía dejarlos de brazos cruzados. Había una carta para competir con la diabólica familia de Groening. Si la televisora del tigrito paga 5.000 dólares por cada capítulo de Los Simpsons, la del león no iba a escatimar en desembolsillar lo que hiciera falta por la que es, hasta ahora, la serie más cara de la historia del medio: Los Dinosaurios. Una típica familia de clase media americana ubicada en la Edad de Piedra. Concebida por el genial Jim Henson poco antes de su fallecimiento, esta serie, surgida sin duda en la estela de Los Simpsons, es una de las últimas sensaciones de la televisión americana. Una vez más, se trata
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El Fanfarrón, El Disgusto, Groening es un despiadado taxidermista
detectar al instante el detalle mínimo y revelador, son los aliños de ese guiso exquisito que podría ser uno de los trabajos más importantes de la historieta de humor norteamericana de los 80 y cuya culminante evolución son nada menos que Los Simpsons. La oportunidad de Oro vino en 1986 con el rostro de Sam Simon y su socio James L. Ilrooks —cotizado productor de cine y televisión—, quienes le propusieron a Groening realizar un set de animación dentro del Tracey U llman Show. Y así nació la saga de la familia Simpson, que en principio era aun más grotesca y agresiva. Cuando Groening demostró el enorme poder persuasivo de Los Simpsons en una serie de anuncios televisivos, la 1-ox
jugada maestra de Hanna-Barbera que otorgó a los dibujos animados el mismo estatus —su ubicación en la misma franja de horario— de las llamadas sitcoms O comedias de situaciones. Los Simpsons se iban a convertir en una verdadera fiesta para todo buen aficionado a la animación, y no sólo por sus lujuriosos colores: en veinte minutos, el equipo del programa consigue desplegar un espectacular catálogo de encuadres, movimientos y soluciones narrativas infrecuentes en el lenguaje televisivo. Planteándose un tour-de-force en cada entrega, Groening y los suyos son capaces de miniaturizar la.estructura de una comedia, a lo I'reston Sturges, para que quepa en los límites de un episodio, o parodiar la
decidió arriesgarse
y les dio Independen-
película Poltergueist, un episodio de
con una primera tanda de 13 episodios a una hora de máxima audiencia. El referente más inmediato quedaba bastante lejos en el tiempo: Los Picapiedra, esa
Twilight Zone —La dimensión desconocida— y el poema El Cuervo, de Edgar Alan
cia
Poe, en un mismo programa especial de Halloween.
de una comedia de situaciones en un escenario extraordinario: si Los Picapiedra trasladaban el esquema televisivo de la sitcom a los anales de la prehistoria, los culpables de Dinosaurs van mucho más lejos y le dan la vuelta al punto de vista antropocéntrico convencional. Esta familia de reptiles, que constantemente se burlan de la estupidez que caracteriza a una incipiente raza humana, constituye a su vez —al igual que Los Simpsons—, una corrosiva autocrítica de los mass media. Ahora el 2 y el 4, ironías mediante y en horario de competencia, están a mano: ambos ofrecen sendas caricaturas humanas cual más monstruosas.
latin lover y cómo el avieso Mr. l3urns, en una truculenta campaña electoral, salía bastante escamado en su excursión al hogar del hombre de la calle, entre otras aleccionadoras aventuras. Tras unos cuantos episodios, Los Simpsons dejan de ser simples personajes de comiquitas para convertirse en seres de carne y hueso. Esto es posible por la mancomunada acción de un nutrido equipo de guionistas de la mayor factura, tutelados por Groening. Cada episodio de Los Simpsons cuenta, además, con una elaborada banda sonora interpretada por una orquesta de 35 músicos bajo la batuta del compositor Alf Clausen. El éxito comercial de la serie y de los subproductos que ha generado se debe en parte al entusiasmo invertido por un niño a quien le han dado carta blanca — y las máximas facilidades— para crear sus
Lo más importante era contar con unos personajes sólidos, creíbles, que hiciesen olvidar a los espectadores que lo que estaban viendo era un dibujo animado. Groening no ha querido jugar con arquetipos o seres unidimensionales, sino con criaturas complejas capaces de lo mejor y de lo peor, personas verosímiles. Es por eso que Homero Simpson puede ir con tanta naturalidad de lo estúpido a lo más entrañable y que los diálogos de alcoba con su esposa Marge valen más que cualquier caudaloso tratado sobre la vida conyugal.
E
n estos predios, el fiel seguidor de la serie —hasta ahora— ha disfrutado de 60 capítulos sin que le moleste demasiado que uno que otro se haya repetido. Ha visto cómo los Simpson se electrocutaban entre sí en una terapia desquiciada y cruel como último intento por salvar la comunicación en la familia, cómo Hornero accedía a la efímera gloria de ser el animador-mascota de un equipo de beisbol, cómo Bart se sentía un extraño en el paraíso de los niños superdotados, cómo Lisa encontraba un alma gemela en la figura del orondo cantante de blues Bleeding Gums Murphy, cómo Marge descubría las virtudes del amor marital tras una experiencia con un enojoso
Ahora el cáustico autor de Life in Hell se enfrenta a no pocas contradicciones. Antes, las cosas estaban más claras: Groening sabía que sus comics gustaban exclusivamente a quien le tenían que gustar y punto. Ahora Los Simpsons gustan a gente con la que Groening no hubiese querido mezclarse en su vida: mientras en las entregas de Life in Hell
Akbar y Jeff se colocaban sendas máscaras antigás para departir venenosamente sobre la guerra del Golfo, el secretario de Defensa, Peter Cheney, sin más permiso que el que pudieran darle sus patrióticos objetivos, convertía a Bart Simpson en héroe nacional ante las cámaras de la prensa, poniéndolo a animar a los soldados para la lucha. Antes, en efecto, las cosas estaban mucho más claras, como cuando la revista gay The A dvocate le encargó varias portadas con
En algunos planteles escolares venezolanos se ha añadido una nueva norma a las reglas de conducta: "Se prohibe el uso de camisetas de Bart Simpson" propios juguetes. En aquellas conversaciones de hamburguesería ya se había concebido el sueño de crear su propia línea de juguetes. Ahora Matt tiene hasta su propio video-juego computarizado Simpson, cuyo último propósito es volver locos a los usuarios. Su éxito radica igualmente en que detrás de cada objeto siempre está fulgurando la idea brillante; o lo que es lo mismo, detrás del negocio, la presencia del artista. "Invadir los media, esto quiere decir que tienes que tratar con gente temible, gente que lleva trajes carísimos y fuma enormes puros. Pero cuando te los encuentras cara a cara resulta que no son tan temibles. Y los puros caen muy bien, ¿you know?". Su éxito tan cuestionado ha sido precisamente el picaporte que le ha dado puerta franca a cualquiera de sus futuras y alocadas ideas. El asunto está en que la gloria de Groening nunca la alcanzó antes ningún dibujante de ninguna de las más famosas series animadas.
los amantes Akbar y Jeff como motivo.
Groening fue uno de los poquísimos ilustradores heterosexuales que colaboraron con la revista. Ahora también Bart Simpson se ha convertido en símbolo de causas justas: su estampa es una presencia habitual en cualquier manifestación
antinuclear norteamericana o europea, y la de su hermana Lisa es el mejor estandarte de algunos grupos pro defensa de las minorías marginadas. Mientras tanto, en algunos planteles escolares venezolanos se ha añadido una nueva norma a las reglas de conducta de los alumnos: "Se prohíbe el uso de camisetas de Bart Simpson". No obstante, Groening no puede olvidar aquellos muchachos que le pararon en la calle para pedirle autógrafos y que, luego de que él cumpliera con su gesto, volvieron a reunirse frente a una sala de cine para protestar la proyección de Jesús de
Montreal. RS
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Echando humo contra los dasafueros del fascismo higiénico que los acosa y condena, los consumidores de nicotina, reunidos en un congreso en la tierra de Hans Christian Andersen, defienden la hoja del tabaco, otrora símbolo de fraternidad y paz, y trastocada hoy en manzana de la discordia. Pero también su derecho a escoger libremente la clase de vida que desean llevar con un no rotundo a las persecuciones con las que los
amenaza la cruzada que años ha lanzara Adolf Hitler, empecinado en alcanzar el superhombre a cualquier precio l y que hoy asumen hasta los líderes del Tercer Mundo. 86
EXCESO NOVIEMBRE 1992
A
1 .abrigo de un pequeño tipee, en
algún lugar de América del Norte, iluminados sólo por la
mortecina llama de una débil hoguera —en el más puro estilo
de Danza con lobos—, los hombres sagrados de la tribu, en
señal de paz, ofrecían a quienes luego se transformarían en
sus más despiadados enemigos y exterminadores, un raro oh-
jeto, largo y hueco, por uno de cuyos extremos aspiraban el
humo producido por unas hojas incineradas en la otra punta.
El extraño adminículo, que en adelante se haría harto popu-
lar en Europa, no era otro que una pipa. Las hojas,
sagradas para los indios del vasto continente
americano, eran lo que hoy se conoce con el
nombre genérico de tabaco y que recibió
de los franceses el apelativo botánico de nicotina.
Con ese gesto pacífico —traicionado luego por la
historia— comenzó la asimilación, por parte de los barbados,
Francesa' Cordido desde Copenhague de una costumbre que más tarde, por obra y gracia del
comercio, habría de devenir hábito unánime a casi todos los= NOVIEMBRE 1992
EXCESO
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pueblos del mundo. Mas, nunca imaginaron los jerarcas precolombinos que lo que para ellos fue símbolo de fraternidad se convertiría, al cabo de cinco siglos, en foco de acaloradas luchas, motivo de ácerrimos odios y excusa perfecta para iniciar una suerte de inquisición. A pesar de la fuerza que a la vera de las más recientes afirmaciones médicas —que no descubrimientos científicamente comprobados, al decir de los defensores del hábito oral, entre ellos algunos profesionales de la medicina— han cobrado los grupos antitabaco, y de que debido a su condición de presuntos contaminadores del ambiente, en muchos países los fumadores se han visto reducidos casi a la situación de ciudadanos de segunda clase, perseguidos y segregados, la especie de las chimeneas ambulantes, sentenciadas a desaparecer bajo la damocliana espada de sus detractores —como otras tantas especies cada vez más raras en el planeta— todavía gozan de buena salud. Con paso
escenarios reales del drama shakespeareano ni tampoco para calibrar de cerca los motivos que tuvo ese rubio pueblo al dar tan rotundo ¡no! al Tratado de
trastabillante, estupefactos aún por la violencia del ataque contra su placer, un hábito considerado durante siglos como un sano vicio, incluso con propiedades expectorantes y múltiples virtudes curativas, comienzan a integrarse activamente a
de alguna manera representa una defensa a todas la demás cosas gratas de la vida que, como dicen por ahí, "o están prohibidas o hacen daño o engordan". En este fin de siglo, en el que el mundo entero parece obsesionado por un culto a la salud
Maastricht, poniendo en la picota, de un
paso—, con sus veinte pisos, es la construcción más elevada de la ciudad. Poco a poco, como desgranándose, van arribando los participantes. La ausencia notable de jóvenes hace pensar que, definitivamente, la salud y el ser —y parecer— saludable están de moda y que lo que otrora fue sensual y chic, símbolo de madurez y de hombría en el caso de los caballeros, y de mundanidad en el de las damas, hoy está reducido a una costumbre reservada para quienes ya están remontando la cuesta. ¿O será, por el contrario, la mejor prueba de que a
pesar de la propaganda oficial el tabaco conserva? Al cobijo de la premisa "Tolerancia y cortesía entre fumadores y no fumadores", pipas, puros, cigarrillos de variadas nacionalidades y de todas las marcas —aunque predominan las norteamericanas— hacen su aparición en escena. Comienza un in-
La ciudad de Andersen fue testigo del humeante debate
plumazo, el sueño dorado de Kohl y Mitterrand. Fuera de cualquier cálculo previsible, el motivo para consumar tan largo periplo provocaba estupor y, al mismo tiempo, un dejo de satisfacción, ya que
tercambio vertiginoso. "¿Quieres probar éstos?", es la pregunta obligada. Nadie se niega, mientras el humo se va apoderando de la sala de reunión, la va envolviendo, dándole a todo un tono grisáceo, como si un banco de niebla se hubiera infiltrado en la habitación. Aunque hasta para los más empedernidos aquello corre el peligro de tornarse molesto, el poder explayarse y extenderse en la degustación del tabaco —rubio o negro—, sin culpas, es demasiado inmenso y agradable como para desperdiciarlo. No hay reproches, no hay restricciones, la humareda vaga libre sin despertar agrios comentarios o suscitar miradas despreciativas. El éxtasis de recobrar una perdida sensación de autonomía puede leerse sin reservas en todos los rostros. Es un momento paradisíaco sólo perturbado por la inminencia de la discusión en torno al tema central: "¡Queremos ser aceptados con nuestro vicio!". Contrario
"¡Queremos ser aceptados con nuestro vicio!" la lucha por los derechos humanos —los suyos— al ver lacerada su propia prerrogativa de "decidir el cáncer de su preferencia", en palabras del parlamentario danés Kim Behnke. La Asociación de Fumadores de Dinamarca, Smokepeace, extendió una invitación a comienzos de octubre de este año —condicionada a un explícito respeto al humo ajeno— para viajar a Copenhague a la última cita para la diatriba a toda tos, en la nórdica capital danesa celosamente guardada en el tiempo por el legendario castillo de Helsingor, en el que una vez
morment2do por su macabra
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incestuosa situación familiar, sentenció con voz profunda y grave "hay algo podrido en Dinamarca". El convite no era, como podría pensarse, para admirar los 88
rallano en el fanatismo, un congreso sui generis —gracias por fumar— reúne a fumadores del mundo bajo la premisa de sentar las bases para una mayor tolerancia y cortesía entre adictos y archienemigos del tabaco, y para alzar banderas en defensa del sagrado derecho a hacer de las vías respiratorias de cada quien el espacio de placeres de tan distinto signo como el consumo de aire puro o el de la embriagadora nicotina americana. En fin, terminó sabrosamente ahumado y no podrido
lo que había en Dinamarca.
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uadrado, rígido, despuntando
a lo que podrían señalar los enemigos del
por encima de los rechonchos edificios de la ciudad, risueña y soleada en otoño, se yergue el hotel sede del encuentro, SAS Scandinavian, que —dicho sea de
encuentro, el propósito de los congregados —patrocinados por las distintas organizaciones pro tabaco de los 24 países presentes y las compañías tabacaleras lo-
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cales y transnacionales—, lejos de apuntar hacia la inicitación al consumo o el desplazamiento del oxígeno por el humo, obligando a quienes no desean ni siquiera ser testigos del ejercicio del libre albedrío pulmonar a inhalar los residuos de la afición ajena, está dirigido hacia la búsqueda de soluciones para que ambos bandos puedan convivir en calma, sin agredirse con la imposición de leyes restrictivas —como las que limitan la promoción y comercialización del tabaco, de las cuales Venezuela exhibe su propia edición— y su posterior violación, forzada en aras de la libertad y los derechos individuales del ser. Estos privilegios personales, entre los que se cuenta el de optar por una vida sana o no, tienen, empero, un efecto boomerang, que ha sido hábilmente manejado por los del equipo contrario• la libertad de cualquiera que desee fumar y dañar sus pulmones se contradice con aquella del que decide descartar el humo como forma de placer. Así, ambas posiciones parecen irreconciliables y, para infortunio de los nicotina-adictos, la que parece tener mayor aceptación —y publicidad permitida y reforzada por los sectores oficiales— en esta década aeróbica de alimentos libres de colesterol y grasa, de refrescos dietéticos, de cerveza sin alcohol, de exaltación de esbeltas siluetas —hasta la inefable Marilyn ha sido calificada de "gordita decadente"—, de salud a toda prueba (los anoréxicos no entran en las estadísticas), es la que propone un planeta azul, sin bocanadas de puros, cigarrillos y pipas.
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uchos son los argumentos que enarbolan los antifumadores furibundos, cuyo movimiento —nacido al abrigo de las fundaciones médicas hambrientas de patrocinio y apoyado a cielo abierto por
La obstinación del placer Podría ser una escena de Carmen, la conocida ópera de Bizet. Docenas de mujeres sentadas en filas de grasientos escritorios de madera enrollando primorosamente, con cuidado, casi con afecto, las hojas del tabaco, para lograr, al final del proceso, uno de los más preciados —y apreciados por los entendidos— artículos elaborados con la hoja americana: un habano. Huelga decir que a d6pecho de los enardecidos antitabaquistas que reclaman su desaparición del globo terráqueo, el hábito de fumar no sólo no disminuye sino que —para su descontento y sorpresa—, el más atacado de los derivados nicotínicos, el genéricamente llamado puro, adquiere cada vez, con más fuerza, un tinte de exclusividad y refinamiento ligado indefectiblemente a los triunfadores. Asociado clásicamente con rostros y figuras destacadas, desde Winston Churchill hasta Orson Welles y desde Stéphane Mallarmé a Sergio Leone, pasando por el eterno Fidel Castro, el habano es símbolo de estatus y de clarividencia. A mano, dos buenas noticias para los amantes del aromático cilindro, que provocarán la ira de frustrados detractores. Habano en Mónaco
La Société del Bains de Mer y Gérard Pére bz Fils celebrarán el sábado 14 de noviembre, en la Sala Imperio del Hotel de París, de Mónaco, La noche del habano, para disfrute de todos los tabacófilos esclarecidos. Los asistentes recibirán como obsequio un habano especialmente confeccionado por la Gérard Pére bt Fils para la ocasión. (Ver Sexto Sentido) Tabaco que se lee
¿Es usted casado, profesional, con un ingreso aproximado WICRICA'S
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de 194 mil dólares al arlo y un promedio de bienes valorados en un millón y medio de maravedíes estadounidenses y, además, le gusta fumar puros? En ese caso, es un candidato perfecto para leer el tabaco. No. No se trata de comenzar a practicar las artes adivinatorias sino de una publicación novísima —el primer número vio luz en octubre— dedicada a los que entre sus placeres cuentan el de degustar con fruición un habano. Cígar Aficionado, la última creación de Marvin Shanken, el editor de la muy difundida The Wine Spectator, mantiene que los fumadores de tabaco son, por lo general, triunfadores, sibaritas y amantes de los buenos caldos y licores. Para ellos esta revista es sencillamente una cuestión de gusto. Ella pretende sumergirse en los múltiples placeres que plenan la existencia de los triunfadores. Queda el registro y hay que tomar nota.
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la mayoría de los gobiernos— cobra cada día mayor cantidad de adeptos, sobre todo en los países industrializados, aunque en algunos de éstos —Francia, Italia, España y Japón, por ejemplo— las huestes de aficionados al tabaco se mantienen, cuando no aumentan. La realidad-
queda registrada entre bocanadas. Y también, que los mejores aliados de los grupos opositores han sido y son, y esto no puede extrañar a nadie, legisladores y políticos —Claudio Fermín pudo ser mentado en Dinamarca—, que han hallado en el ahumado debate una veta beneficiosa para sus propios intereses. En la medida en que los equipos de investigación médica han ido sustituyendo en sus informes los "si" condicionales, los "quizá", los "tal vez" por afirmaciones con-
y el punto de vista de algunos investigadores científicos que señalan que una pequeña dosis de este elemento puede ayudar a prevenir úlceras y otras enfermedades relacionadas con el estrés, tan propio de nuestra era. La aprobación de decretos que restringen la promoción, comercialización, uso y fabricación de productos derivados de la famosa hojita de la discordia, además de un fuerte bombardeo publicitario en su contra, no sólo han hecho mella en las nuevas generaciones y hacen prever el fin último de hacer de ella una sustancia ilegal, sino que también han derivado, en la práctica, en lo que se ha llamado "el fascismo de la salud". Aunque podría parecer duro, el término no está del todo errado. Exhalando humo, exudando preocupación, los asistentes al congreso acusan recibo de la fuerza con que ha embestido la onda de la salud a cualquier precio contra los consumidores de tabaco que, en muchos casos —no así en Venezuela donde éstos mar, t;enen aún su facultad de hacerlo en cualquier parte—, los ha re-
contraposición, se exaltaba la "obligación de ser saludables" y, dado que el bienestar del pueblo alemán era un problema de prioridad nacional, no podía tolerarse ninguna substancia perjudicial para la sociedad como un todo, independientemente de cuáles fuesen los deseos de los individuos.
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onscientes de que el suyo es un vicio y que lo natural al ser humano es el no fumar, los tabaquistas mantienen una posición menos rígida e impositiva que la de sus adversarios, cuyo objetivo, según lo señalara el director de la organización británica Action on Smoking and Health, David Simpson, es convertir el tabaco en una droga ilegal. Además, resienten cierta debilidad: están menos organizados, su gestion ha sido inconstante y sólo cuentan, como era de esperarse, con el apoyo de las compañías tabacaleras, las más receptivas a la causa. Su argumento básico es que tanto los que consumen tabaco como los que no, han tomado una decisión adulta sobre el estilo de vida que desean llevar y proponen que la cortesía tome el lugar de la agresión, de forma tal que una solución que concilie ambos intereses pueda ser encontrada a través del diálogo. Sin embargo, el futuro para los fumadores se muestra más gris de lo que ellos lo pueden ver. La religión de la salud, el culto al organismo y la ecología condenan sin remedio este placer —como tantos otros, comer a gusto entre ellos— , convirtiendo a los amantes del tabaco en demonios perversos que atentan contra la pureza del dios cuerpo. Cada día la lucha se torna más encarnizada, las leyes más rígidas, los espacios más reducidos. El hábito, que durante centurias no hizo daño a nadie, se trastoca en crimen de lesa humanidad. ¿Quién podría imaginarse que la pipa de la paz sería, a la vuelta de tantos años, la manzana de la discordia? LA
Los ideólogos del nazismo condenaron el tabaco como el veneno de la raza tundentes en lo que respecta al vínculo entre el consumo activo o pasivo del tabaco y el origen de ciertas enfermedades, como el endurecimiento de las arterias y el cáncer pulmonar —aunque quedan numerosas incógnitas de las que se aferran esperanzados los consumidores—, las campañas en pro de una sociedad supuestamente más saludable, basadas en hipótesis por comprobar, se hati ido intensificando, tomando un cariz político —que justifica los elevados impuestos al consumo
y producción PM dedicar esos ingre- líder nazi, Aclolf Hitler. Los ideólogos del
sos al sector salud— y, en muchos casos, dogmático. Se obvian a propósito las propiedades benéficas de la nicotina como digestivo, sus facultades relajantes 90
ducido al triste estado de indeseables, con la creación de lo que podría calificarse como un nuevo tipo de apartheid, violando la intimidad de los hogares y decretando ghettos en los lugares de trabajo y —peor aún— también en los de esparcimiento, en feroces campañas de terror y persecución. Señala el historiador inglés Sean Gabb —no fumador, pero devoto de las libertades individuales— que entre los primeros propulsores del antitabaquismo enardecido se contó el máximo
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nazismo condenaron el tabaco como "el veneno de la raza" aria y atacaron la libertad de disponer del propio cuerpo calificándola de "perversión liberal". En
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Hace poco, el mundo recibió con titulares de sorpresa las menudencias del litigio del célebre realizador norteamericano con Mia Farrow, su compañera. Entonces la sombra de un incesto postizo —con una hija adoptiva mayor de edad, Soon-Yi—, cambió a los ojos del público las gracias del artista por las morisquetas del sicópata. Aquél no había engañado a nadie, habiendo anticipado el problemático presente en su pasada obra escrita. A confesión de parte, relevo de pruebas. Larry Doyle
ody A 1 leift, on el embarazoso y prematuro estreno, hace unas semanas, de Husbands and Wives, en más de 800 cines a lo largo y ancho de los Estados Unidos, el filme en el que el personaje encarnado por Woody Allen, un profesor de literatura, se enamora de una alumna en la vera de la adultez, millones de norteamericanos, como mañana franceses o venezolanos, tienen ahora la oportunidad de sumergirse en la última mise-en scéne á clef del director de Annie Hall y a la luz de la ficción juzgar, como en la corte y con otros ojos, la realidad. Dirán de esta película protagonizada por un culto perseguidor de jovencitas, que es "terrible", "asquerosa" y "la proyección de una triste fantasía", de la misma forma que en ocasiones anteriores se pasearon cuadro por cuadro a través de
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Manhattan, Hannah y sus hermanas, La otra mujer y el resto de la obra de Woody Allen en busca de evidencias de que el arte no hace más que imitar la vida. (Revisar What's up, Tiger Lily? —
está repleta de muchachas asiáticas). Sin embargo, no podemos dejar de sentir que esta obsesión por el cine es una triste expresión de nuestra sociedad actual —en otras palabras, es como para preguntarse si todavía quedan lectores en este mundo. Después de todo, el mismo Allen dijo a la revista Time que "los argumentos de mis películas no tienen ninguna relación con mi vida". Pero sus escritos, la clase de cosas que suele publicar en The New Yorker —y, como reveló nuestra investigación, las obscenas fotoleyendas de Playboy— son una cosa distinta. Al leer a Allen, desde sus tempranos ensayos fotográficos como
The girls of Casino Royale y ¿What's nude Pussycat?, hasta su período más maduro de The whore of Mensa, aparecen ciertos temas recurrentes, básicamente el temor a la muerte y cómo éste puede mitigarse manteniendo relaciones sexuales con jovencitas. Asimismo, el dez ménage á trois, versión madre e hija ¿Tiene esto alguna importancia? ¿Cabría
como prueba en un juicio? En fin, como dijo el mismo Allen: "En prosa, cada palabra es significativa". ACTOS NO NATURALES Su actitud libertina lo expuso a varios escándalos notorios. A la postre, demandó al gobierno en reivindicación de su derecho a usar orejeras mientras acariciaba a un enano.— Slang Origins (1975) NIÑOS, IDENTIFICACIÓN CON AGRESORES Me identifiqué de inmediato con Peter Lorre. La posibilidad de convertirme en una moqueante, afeminada, grasosa y pequeña comadreja me sedujo y, poniendo la mira en una vida de degradación y crimen, logré rápidamente una reputación que ocasionó que los padres del vecindario se aparecieran en mi puerta con antorchas, una larga cuerda y sacos de cal viva.— How Bogart made me the superb lover I am today (1969)
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MUCHACHAS NÚBILES "Bueno, me recomendaron a una joven de dieciocho años, estudiante de Vassar, que por un cierto precio venía a tu casa a conversar sobre cualquier tema —Proust, Yeats, antropología. A intercambiar ideas. ¿Entiendes a lo que quiero Ilegar?".— The whore of Mensa (1974) MUCHACHAS NÚBILES Y ESTÚPIDAS Para hacer el amor, Weinstein necesitaba de alguien bien distinto. Como 1.0 Anne, quien había hecho del sexo un arte. El único problema es que no podía contar hasta 20 sin quitarse los zapatos.— No Kaddish for Weinstein (1975)
MUCHACHAS NÚBILES Y ESTÚPIDAS, COMO VÍCTIMAS DE UNA VIOLACIÓN Entonces, ¿a quién quieres conocer? ¿A la hermana Carric? ¿Hester Prynne? ¿Ofelia? ¿Quizá algún personaje de Saul Bellow? Epa, ¿qué tal Temple Drake? Aunque para un hombre de tu edad ella sería un buen ejercicio.— The Kugelmass episode (1977)
RELACIONES SEUDOINCESTUOSAS CON MODELOS PORNO Fila me veía como símbolo de todos los hombres, padre comprensivo, muchachito divertido, poeta eloquecido por una pasión implacable.— The girls of Casino Royale (1967)
ATRACCIÓN POR MUCHACHAS NÚBILES Y ESTÚPIDAS Mi opinión es que para las criaturas de otro sistema solar el revoloteo puede ser una forma socialmente aceptada de comunicación. Puede ser, de hecho, placentero. Yo mismo estuve alguna vez revoloteando alrededor de una actriz de dieciocho años y así pasé los mejores momentos de mi vida.— The UFO menace (1977)
TRIÁNGULOS INCESTUOSOS Estoy enamorado de dos mujeres, un problema muy común y nada terrible. ¡Que son madre e hija! Tanto mejor.
—Retribution
Cierto, he experimentado fantasías con muchas mujeres —esta actriz, aquella azafata, alguna estudiante de grandes ojos...— Retribution (1980)
ACTOS CONTRANATURA CON MUCHACHAS NÚBILES MUCHACHAS NÚBILES Y ESTÚPIY ESTÚPIDAS DAS COMO MODELOS PORNO Déjenme aclarar que yo aborrezco la Es por eso que cuando la puerta de mi sodomía como el que más; sin embargo, oficina se abrió y una rubia de largo ca- disfrutaría que me azotaran con anguilas bello llamada Heather Butkiss entró dan- vivas si la chica que lo hiciera fuese do zancadas y me dijo que era modelo de presbiteriana. — Fverything you always películas pornográficas y que necesitaba wanted to know about sex... you'll fiad it mi ayuda, mis glándulas salivales cam- in my new movie, plus a couple of things biaron a tercera.— Mr. Big (1971) you never bargained for (1972) Me deslizaba noche a noche de un extreMUCHACHAS PEQUEÑAS mo a otro de la ciudad para reunirme con Para ser un buen amante de verdad, uno una modelo llamada Tiffany Schmcc- debe ser fuerte y al mismo tiempo tierno. derer cuya inteligencia, capaz de hacer ¿Cuán fuerte? Supongo que lo suficiente coagular la sanare, era invenamcn(9 FA- 19i1111 para iQvantar cincuenta porcional a la erótica radiación que emanaba de cada uno de sus poros.— The
lunatic's tale (1977)
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MUJERES ACUSADAS DE INFIDELIDAD Yo estaba viviendo con una mujer a la que quería profundamente y la que poseía una deliciosa personalidad e inteligencia; rica en cultura y humor, era un placer estar a su lado. Pero (y maldigo al Destino por ello) no me excitaba sexualniente.— The lunatic's tale
The early essays (1973)
Me casé con la madre de Connie, Emily, y nadie se suicidó. Los tres hijos de Emily y una docena de amigos estuvieron presentes en la ceremonia que se realizó en el apartamento de Connie, la champaña corría. En algún momento me encontré en el cuarto solo con Connie. Bromeamos acerca de nuestra amistad, de sus altos y bajos, y sobre cuánto me había atraído ella desde un punto de vista sexual. "Cosa que me halagaba", señaló ella cálidamente. "Bueno, pero ya que no logré hacerlo con la hija, cargué con la madre". Acto seguido, sentí la lengua de Connie en mi boca... "No te imaginas cuánto me excitas", me dijo arrastrándome hacia la cama. "¿Qué te pasa? ¿Eres ninfómana?", la increpé, poniéndome de pie, pero sin lugar a dudas excitado por su repentina agresividad. "Tengo que acostarme contigo, si no
ahora, entonces pronto". "¿Conmigo, Harold Cohen? ¿El tipo que vivió contigo? ¿El que te amó? ¿El que no podía acercársete con una vara de diez
pies porque me convertía en una versión de Danny (el hermano de Connie)? ¿Es por mí que te sientes excitada? ¿Tu hermano simbólico?" "Nada que ver", afirmó acercándoseme. "Casarte con mi madre te ha convertido en mi padre". Me besó de nuevo y justo antes de regresar a la fiesta dijo: "No te preocupes papi, habrá muchas oportunidades".— Retribution TRIÁNGULOS INCESTUOSOS CON ACTOS CONTRANATURA Y UNA MUCHACHA NÚBIL Y ESTÚPIDA
(Gene) Wilder y la oveja se convirtieron en un tórrido ítem durante la filmación. Tuvieron un romance bastante publicitado que terminó cuando lo sorprendieron en un cuarto del hotel Butte con su madre, la oveja y una adolescente que le dijo al juez que ella era Little Bopeep.— Everything you always wanted to know
HAY MÁS, aunque mucho de ello es pasmosamente repetitivo: muchachas núbiles (cuyos atributos físicos a menudo elevan a Allen al paroxismo de su capacidad literaria, como "su figura describía parábolas que podían causarle un paro cardíaco a un rumiante" y "una chica hippie, cuyas formas enfundadas en un leotardo negro hicieron que mis ojos giraran como una fruta en el brazo de un bandido manco"); la infidelidad, (normalmente justificada por la pérdida de deseo sexual del protagonista hacia su pareja); y, a estas alturas poco sorprendente, el incesto (en dos relatos distintos, los protagonistas de Allen señalan su incapacidad de tener relaciones sexuales con una mujer por su parecido con la tía Rifka del personaje). ¿Qué podemos sacar de todo esto? ¿Que la vida imita al arte, que una delgada línea separa la sátira del desorden de personalidad? Quizás Allen lo resumió me-
jor que nadie en su epónimo panegírico a las enfermeras jóvenes, The Shallowest Man (El más superficial de los hombres): "Tremendo cuento", dijo Moscowitz..."Lo que demuestra es que hay gente que es simplemente mala". "Esa no es mi conclusión", le respondió Jake Fishbein. "Para nada. Lo que esa historia demuestra es que el amor de una mujer hace a un hombre capaz de sobreponerse al temor a la muerte, aunque sólo sea por un rato". Allen dejó de escribir relatos cortos alrededor de 1980 —no mucho después de que Retribution fuese publicado y Soon-. Yiadopt—rque,jél"noiro tener en los anaqueles de mi biblioteca diez libros que repitan básicamente lo mismo". Traducción de Francesca Cordido
© By Spy Magazine. United Media. 1992
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años El restaurant francés con tradición Salón Privado para Banquetes Bar Restaurant "La Belle Epoque" Maison Fondée en 1957
Calle Leonardo Da Vinci, Edificio Century Telfs: 752 13 42 752-22-02. Caracas -
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Manapro C.A. / Caracas/ C.C;C,T/ Tom C / Pisó 7/01. C-704/ Chuao/ Apartado 64550/Caracas 1064 •. Tel! 959 0211/959 0066/ 959 0166/959 0256/ 969 0366/ 959 0466/Fax 261 8K Manapro C.A./ Maracaibo/Centro pypercial Aventurá/ topa! 22/ Calle 74, entre Av 12 y 1 Manapro Inc. / U.S.A./3201 W. Commercial Blvd. Suite 220/ Ft. Laúderdaie/ Florida 33309 Telephone (305)486 5900/ Fax (305) 486 8771
Carne, cerebro y teclas
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Cuarenta y cinco personas a su cargo y la encomienda de que el arte de la persuasión logre un buen saldo
señero restaurant especializado en carnes— exhibe su decidida atracción por el mundo de los negocios Y
final constituyen su lidia diaria que, curriculum mediante, torea con aquel talante de hombre de éxito, perfilado por la herencia familiar. Hijo de Lee Hamilton —el dueño del
la severa disciplina en el trabajo. Añádanse a su enfluxada tarjeta de presentación sus estudios en la Oklahoma State University, de donde egresaría con doble pliego en
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las manos: licenciatura en Sociología y Ciencias Políticas. Sin embargo, el secreto del dinamismo y buen porte de Alexander Hamilton, presidente ejecutivo de C.Crea Publicidad y director de Net Com Comunicación Corporativa —su confesión vaya adelante— está directamente relacionado a la filosofía Silva, método que le permite a tempranas horas de la mañana acceder al estado alfa y proyectar así, en una pantalla imaginaria, todos sus objetivos y virtuales triunfos de la jornada, los cuales, en horas del mediodía, dejará deslizar plácidamente en la piscina del Caracas Theatre Club, donde el ajetreo tendrá un paréntesis hasta continuar después en sus labores de logística, manejo de personal y "hacer todo lo posible porque los empleados se sientan a gusto". Tan ajetreado ejecutivo, empero, se permite un pecadillo —que no un necesario receso— en su agenda gerencial y salpicada de culinaria: cultiva, con fruición, el gusto por la música, pasión que ha desarrollado, vale decir, inconstantemente desde pequeño, pero que en los últimos años ha dado sus frutos en la formación de un innominado grupo de jazz. Todos los martes por la noche, y casi de manera clandestina, se reúnen para realizar el toque de rigor, que incluye al baterista de Yordano, al guitarrista de Ilan Chester y al mismísimo Alex Hamilton en el teclado, quien justifica su doble gusto por lo racional y lo intuitivo con una perla: "Es muy importante el desarrollo de ambos lados del cerebro". Hombre de métodos, sin duda. XP
la tesis de grado de comunicador social con que se graduaron: Estrategia publicitaria para un campamento turístico en los llanos apureños. Durante un tiempo, ambos jóvenes trabajaron por su cuenta en sus respectivas profesiones; mas, un día, Orlando decidió
dar el siguiente paso: "Aquel trabajo no se podía quedar en el papel". Trato hecho. Así, socios en un proyecto que los devolvía a los esteros, decidieron, pues, explotar aquel museo natural, y ofrecer el turismo de calidad que desde el pasado mes de julio permite a españoles, suizos, alemanes, franceses e ingleses, disfrutar de un Pantanal venezolano, con exóticos paisajes y todas las especies imaginadas, salvo Yuma. Hasta ahora, el campamento tiene capacidad para quince amantes de las emociones fuertes. Los visitantes tienen el día entero planificado para el contacto natural, aunque —si lo prefieren— pueden descansar o disfrutar de la comida típica que Ricardo Estrada —el ojo del dueño engorda al ganado— supervisa personalmente; por fin se le presentó la oportunidad de dar rienda suelta a un viejo hobbie: cocinar. XP
Suriname. Inspirado en el modelo de la Comunidad Europea, el proyecto pretende la creación de una nueva y unificada nación, que cuente con comunes lineamientos judicial, ejecutivo y legislativo. La intención, explica, es favorecer el' acercamiento y la cooperación en las actividades políticas, económicas, culturales, sociales y ecológicas del área. "Un proceso complejo que debe llevarse a cabo con mucho cuidado, pues son muchos los detalles que se deben cubrir". Dada su importante, atareada y muy
absorbente posición, Martínez Ubieda respira frecuentemente aires amazónicos. Un pie hoy en Brasil, mañana el otro en Perú, este politólogo de carrera —su ojo de vidrio tal vez le sirve de amuleto— no cuenta ahora con tiempo para ejercer su otra inclinación: la crítica musical. Por dos años, en Feriado, se encargó de la columna Recontranota. Nada complaciente en sus conceptos, fueron muchos los artistas que cada domingo le recordaron a su madre; algunos sellos dejaron de enviarle discos. Hoy se ríe de eso, y aunque en ocasiones presta colaboraciones al quincenal ...Pero en Caracas, admite con tristeza que en el país la crítica musical se encuentra enturbiada dada la cantidad de compromisos entre críticos y artistas. Gajes del oficio. MS
Pantanal en Apure Cuando su padre deslizó tímidamente aquella ocurrencia, jamás pensó que pudiese ser tomada en serio y —menos aun— que se hiciera realidad. Se trataba de que en sus tierras apureñas, encerradas en el hato San Leonardo y reservadas únicamente para el disfrute de sus familiares y algunos amigos, se ampliara el target de visitantes y se pudiera albergar aventureros de cualquier parte. "¿Qué tal si compartimos tanta belleza y transformamos el lugar en campamento vacacional?". Orlando Echenagucia —su vástago—, tomándole la palabra, cruzó una mirada cómplice con Ricardo Estrada Cuevas. Y lo que había comenzado como un comentario en el aire, se convirtió en tema para
Amazonia musical Melómano perdido, amante de Peter Gabriel, David Byrne y U2, acucioso coleccionista de discos —el rock es su gran pasión—, Alejandro Martínez Ubieda ve con entusiasmo el proceso de integración política, económica y cultural entre los países de la subregión amazónica. No puede ser de otro modo, ya que con sólo 30 años a cuestas, funge como secretario ejecutivo del Parlamento Amazónico y como coordinador de Relaciones Interparlamentarias del Congreso. ¿De qué se trata todo esto? El Parlamento Amazónico representa una instancia supranacional incorporada a un esquema de integración entre Venezuela, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y
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Con pies de pluma "La niña tiene pie plano", sería el agorero diagnóstico que, contra viento y marea, y desde temprana edad, desafiaría de la manera más audaz: colocándose en puntas, bajo la negra y polaca mirada de Nina Novak, la otrora tutora de Cristina Gallardo, y quien la aceptaría en sus clases tras descubrir que reunía las condiciones físicas. La sentencia no fue apresurada. Una exitosa carrera ha acompañado a la ahora veinteañera, epígono de Terpsícore: en el pasado Concurso Internacional
El encuentro se produjo el año pasado cuando Hernán —proveniente de la Escuela del Teatro Colón en Buenos Aires—, caminando por un gris Santiago de Chile, detuvo su mirada en un papel que describía a un bailarín exacto a él, con deseos de trabajar en Venezuela. Su espíritu aventurero y sus ganas por seguir mejorando en la técnica y arte a los cuales dedica su vida, lo hicieron preparar sus maletas. Desde
entonces, comparten roles en el Ballet Clásico de Cámara, donde se
de Ballet de Varna se perfiló como la prepararían para participar en el cuarta mejor bailarina clásica del concurso de marras. Allí comenzaría 1 la carrera de obstáculos. "En el mundo. Y junto a Hernán Justo, se Festival sólo pueden continuar los alzarían como la mejor pareja.
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más fuertes", coinciden. Varias
veces la lluvia hizo que se suspendiese la función y ello significó tener que ofrecer su danza a las estrellas de la madrugada, pues las presentaciones eran al aire libre y no era posible retrasar la competencia. Cuando publicaron los nombres de los ganadores —en perfecto búlgaro— fue imposible descifrarlos, pues incógnitas letras hacían referencia a un país del que cuatrocientos años de tradición balletística no tenían ni remota idea. Triunfo de fábula pues que, sin embargo, no mengua las ganas de
continuar aprendiendo cosas nuevas, incluso de transgredir el clásico para, en fecha reciente, estrenar un nuevo pas de deux: nada menos que un tango. XI)
enero comienza el postgrado en Instituciones Financieras y Divisas— la ascensión en la compañía se reduce sólo a una cuestión de tiempo. "Se me han presentado buenas oportunidades y las he aprovechado". Por lo pronto, se
encarga de hacerle seguimiento a las operaciones bursátiles de los accionistas del fondo. Las suscripciones, las transacciones y los retiros de las acciones han de pasar por sus manos, ardua labor que requiere muchísima velocidad mental. Optimismo parece ser su palabra predilecta —el bajón que ocasionó el golpe del 4 de febrero más bien lo aprovecha como un aprendizaje—, pues la vida, sus ojos parecen decirlo, es siempre un constante bajar y subir. Esa ha sido una de las enseñanzas que ha recogido de la historia venezolana. "Esa es mi gran pasión. La historia me fascina. Cada rato libre que tengo, más allá de cualquier otro tipo de literatura, lo aprovecho en la lectura de crónicas y documentos. La de mi país, en particular, me fascina, creo que la conozco bastante bien". No. Definitivamente no cuadra con el prototipo del yuppie. MS
acomodado según la época y una madre preocupada por el polvero que su extraña colección aportaba al hogar. En la desventura de la muerte, un destello de fortuna le procuraría, por herencia, el apartamento del padre donde ahora da rienda suelta a su pasión evocadora. Se vira el picaporte y aparece un hall new age; unos metros más allá, un salón a los años 50; en línea recta, un comedor de los 30 y, al final, el cuarto que lo ubica en la intemporalidad: trajes de época y cachivaches que atiborran el espacio y la imaginación hasta los topes; para ver o comprar. Su más reciente adquisición la constituye una colección de piezas del diseñador italiano Emilio Pucci, que combina con una lustrosa platería, más de mil
discos —en los que muy poco figuran el jazz y lo folklórico—, zapatos, accesorios típicos y un estropicio de revistas mexicanas, colombianas y americanas de diversos 'años, entre las que no faltan las Susy y sus secretos del corazón. El ermitaño es la carta del tarot que rige la vida de Ruz, por lo que en su sui generis hábitat también conviven maniquíes —detalladamente ataviados— como impecables compañeros de este solitario y de quienes sólo se separa cuando acude a la cinemateca, otra gran pasión suya que alterna con una frustrada vocación por el oficio periodístico, al cual se dedicaría con el único objetivo de cuestionar y denunciar. Por lo pronto, el pasado, la decadencia,.el ritornello. Su modus vivendi. XP
Bursátil e histórico ¡No, no. Yuppie no! Ese cliché salido del universo de los Chicago Boys ni remotamente se pasea por su cabeza. El hecho de ser joven y de trabajar en el mercado de capitales no son suficientes premisas como para que él acepte cargar con esa pesada cruz a sus espaldas. Juan Carlos Carvallo, diminuto y elegante economista, recién egresado de la Universidad Santa María —el susto que le causó la defensa de su tesis aún persiste en su rostro— más bien se ríe de esas ideas. A sus cortos 23 años, ya desempeña el cargo de gerente de Operaciones del Fondo Mutual Progreso y sus proyectos, todos en pañales pero muy bien fundados, apenas comienzan a subir la cuesta. Ni un pelo de tonto, sabe que con trabajo y dedicación —en
El archivista de los 70 Al pasar el umbral del apartamento, suerte de túnel del tiempo con cronología muy precisa, el visitante encontrará no un remake escenográfico, menos una concesión caprichosa a la moda: su levísimo habitante deambulará con obsesión, y entre apolillados objetos auténticos, por los recuerdos recientes de la sicodelia, la hora que marca el reloj de su diapasón personal. Hernán Ruz es un representante en carne y hueso —sobre todo hueso— de los 70, a pesar del cuestionamiento familiar que siempre se opuso a su barroca manía de apilar signos raros del tiempo de la paz y el amor, en colores chillones. En sus trece, en los 70, al principio sólo tenía un cuarto
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Cómo ganar enemigos Antonio Ríos
Separados al nacer Cachicamo trabajando pa' lapa
Venpres/Las periodistas
Historias de la locura corriente
Cómo desaparecer a CAP
Topten Los diez bustos con más centímetros por columna
1
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Cómo ganar
El episodio
Octavlo Lepage
Pérez seremos
Sept. 87. La campaña interna para seleccionar el candidato presidencial que representará al partido en los comicios del 88 tiene a los compañeritos divididos. Lepage versus Pérez es la pelea del siglo y las blancas ovejas de cada corral afilan los colmillos. El que resultaría perdedor, desliza: "Me están haciendo trampa. La mitad de los listados ampliados para los colegios electorales es falsa" y añadiría que los sindicalistas —proclives a CAP— estarían metidos en el asunto. "Delpino y Ríos están mancillando al movimiento obrero y llevando a AD al despeñadero".
Freddy Muñoz
Casos y cosas de casas
Mar. 91. Tras confiar compungido que durante su infancia sólo comía mangos que arrancaba de los árboles y que ahora como presidente de la CTV ganaba el pírrico sueldo de 10.000 bolívares mensuales, Rios explicaría que no es malo querer salir de abajo. Freddy Muñoz ripostaría que una cosa es ser líder sindical y otra empresarial, y que Ríos no sólo se ha beneficiado del cargo para obtener vivienda sino que es poseedor poco menos que de un vasto imperio en bienes raíces: "No es una inocente palomita que con el sudor de su frente ha logrado los recursos necesarios para adquirir una casita, no. Debe aclarar si posee dos edificios en Margarita, varios terrenos en Porlamar, Falcón, Maracaibo y San Antonio de Los Altos y un pent-house en San Bernardino, aparte de acciones en empresas de seguro y turismo".
Ramón Escovar Salom
Los trapitos al sol
jul. 91. Trabajo arduo el del Fiscal General que con de-
Ibsen Martínez
Por estas calles
Sept. 92. El dramaturgo y autor de teleboas escribiría en El Nacional que "Ríos mal puede calificarse de una persona importante" y acto seguido enumera a Convit, Uslar Pietri, Zhandra Rodríguez y un puñado más de venezolanos destacados con creces que sí podrían hacer acopio de semejante autoestima. Meses después, en televisión, pondría en boca de uno de sus personajes toda una descripción detallada del sindicalista de marras por lo que acuciosos analistas —atando cabos— quedarían convencidos: la fuerza del mensaje de Martínez habría incitado el odio que terminó en el atentado contra la persona de Ríos. Orlando Fernández, del MAS, sería uno de los defensores de la tesis comunicacional, que ni Umberto Eco.
Eduardo Peña y Norma Azuaje
Dispara
Sept. 92. Según lo convenido, Norma Azuaje debería arrancar con la moto a las volandas después de buscar al
enemigos
y conservarlos
Antonio Ríos: un blanco perdido Salvo Betancourt y Pérez —y según Olavarría, Renny Ottolina— ningún otro político en tiempos de democracia había sido víctima de atentado alguno: Antonio Ríos es la excepción que, con dos disparos frontales, entra al singular ranking. No ha tenido demasiada suerte. Su carrera en AD, ascendente hasta la cima del movimiento sindical, ha estado intercalada por allanamientos, desaires de sus compañeritos y un viraje al retén de El Junquito. En todo caso, él se confiesa inocente: mientras los
Ottél gordos andan sueltos, él es perseguido por una simple carta de recomendación, reniega. 1 o4
EXCESO NOVIF.MBRI 1992
Los detalles
El enemigo
primero y averigua después
nuedo completa un inquisitivo muestrario de erratas que acusan por todos los flancos al dirigente cetevista. "Considero que está incurso en la comisión de hechos punibles contra la cosa pública; consigno 16 elementos nuevos probatorios", acusaría Escovar Salom al entregar el mamotreto de pecados a la Corte Suprema de Justicia. Entre los desatinos de Ríos estarían discriminar a su conveniencia el otorgamiento de créditos del BTV y recomendar —tráfico de influencias mediante— a parientes y amigos para la adquisición de apartamentos en el edificio Florida Cristal, el detonante del escándalo que le quitaría la inmunidad parlamentaria y luego lo privaría de la curul y, por pocas semanas, de la libertad.
conspicuo parrillero, Eduardo Peña, el hombre que se
sabe de memoria los textos revolucionarios del Movimiento Bolivariano y quien vendría de perpetrar el (intento de) asesinato de Antonio Ríos, apostado, a la hora prevista, a las puertas de la CTV. la moto, empero, no prende a tiempo, Ríos sería salvado por el oportuno empujón de un testigo y la pareja de criminales sería aprehendida. El atentado contra el ex reo de El Junquito provocaría reacciones variadas, mientras la violencia abría fuego.
Una frase típica
El pronóstico
"Lepage es un cretino". (A.R.)
No se verá una sola
"Es un pillo". (F.M.)
esquela cariñosa suscrita por Octavio Lepage en la cesta de frutas enviadas al convaleciente.
En ninguna de sus direcciones de habitación, cualquiera que sea, cenará mango chutney
"Mi hija tiene el mismo derecho a optar por una vivienda propia que cualquier ciudadano de clase media". (A.R.)
Los vecinos de Florida Cristal cambiarán el nombre mayamero del edificio por el de "No somos suizos".
"Escribe que algo queda" (Kotepa Delgado)
Podría reestrenarse un ciclo de Gallegos.
"Lamento lo sucedido, pero el atentado no exculpa a Ríos" (Paciano Padrón)
Azuaje y Peña intentarán un curso por correspondencia con Carlos Inch Ramírez
separados En aquel Pantanal, Fernando Collor de Melo...
...Por estas calles, Carlos Andrés Pérez
Eterno soñador, Joan Manuel Serrat...
...En cura de sueño, Lucio Bueno
De raza con plata, Ivanka Trump...
...Con rizos de oro, Grecia Colmenares
jeff Bridges, enfrascado en la actuación...
...Yanis Chimaras tras los frascos de la jalea
al nacer NOVII MBR1 1992
EXCESO
ÍOS
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mamo rala 811110 l a ala Venprés Las periodistas
Su figura espigada y una nariz a lo Elizabeth Montgomery la depositaron prontamente en la irreductible vitrina de las agraciadas: las telenovelas. María Gracia Bianchi, una italiana que se atemperó con prontitud a estas tie- • rras —como todos sus paisanos— se disparó una carrera fructífera que arrancó en los anos 60 con el modelaje y se mantuvo con buen pie durante considerable tiempo en el que probó desde besos trucados y romances • de ficción, hasta el protagonismo en el inci' piente —siempre incipiente— cine nacional. Instalada en el prototipo de la actriz de carácter —no sin incursionar en algunos • papelillos humorísticos, como el que inter- • pretó en el filme Telaraña, al lado de ' Napoléon Deffit y Carlos Barba—, hizo un • paréntesis en su currículum para viajar a • Roma e intentar el salto a la consagración • internacional. No hubo casting estelar. En su país natal se encontró con el amor. Enver Cordido, que • estudiaba cine allá, la conquistó y juntos via- • jaron a México —pinitos de los 70— para casarse. Entonces regresaron a Venezuela y el realizador acertó en la pantalla con Compañero Augusto, cinta en la que dirigía a Bianchi. Luego vendría una desaceleración ocupacio- • nal matizada por la maternidad. Nace su primera hija y, después, se produciría el malhadado intento de reincidencia. Jesús Sevillano, su ginecólogo, habría provocado con antelación el alumbramiento del segun- • do vástago con consecuencias fatales. De- • presión absoluta. Crisis matrimonial. Pocos alicientes laborales. Y regreso a Florencia, donde vive desde hace una década. Sin embargo, el mes pasado visitó Venezuela y entró en contacto con Venevisión. En tres me- • ses, ha trascendido, podría reaparecer en la • pantalla, al cabo de un prolongado mutis.
•
En septiembre de 1990, embarcados en el pro-
Desafiando la teoría de Moebius sobre la infe-
yecto de internacionalizar la agencia estatal de noticias concebido por el inefable Pastor Heydra, quince profesionales del cuarto poder,
rioridad mental de la mujer, cinco de las seis féminas del paquete periodístico lanzado a correr mundo fueron las que mayor provecho sa-
armados de pluma y, en muchos de los casos, de un ácido verbo, enrumbaron sus acuciosos olfatos hacia horizontes extramuros para vivir en carne propia la experiencia de cazar noticias (:n el extranjero. Durante dos años, los recién estrenados corresponsales, desde sus plazas, se dieron a la tarea de informar al público venezolano sobre el acontecer mundial, con óptica latinoamericana. Mas, abortado por intrigas po-
caron, en lo afectivo y profesional, de la idea del compinche de Pérez. Katty Salerno, enviada a Bogotá, se las arregló para hacerse con nueva chamba: actualmente se desempeña como corresponsal de Ansa en La Habana. Elizabeth Fuentes, destacada en Miami, independientemente de Venpres, permanece trabajando en la singular querencia vernácula. Lisset González, ex reportera de Venevisión, llegó a la conclusión de que ejercer free lance en la Gran Manzana era mejor que regresar a este convulsionado país; allá se quedó. Cristina González, se arraigó en Roma y ahora escribe para algunos diarios españoles. Sólo dos regresaron: Urania Méndez y Zoraida Carvajal, quien encontró a su hombre en La Habana, se casó Y se lo trajo.
líticas que fueron haciéndose patentes durante las gestiones de los sucesores de Heydra Vezga Godoy, Blanco Iturbe, Mogna y, finalmente, Zambrano, quien le dio la estocada final en agosto de este año a la ya agonizante internacionalización— el experimento, sin embargo, tuvo sus beneficiarios.
Mi uel Henri ue Otero Salió de carrera pese a sus cuatro cuerpos de ventaja
Arturo. Sosa AD fue su cruz
El comandante Zacarías Era una cortina de gas lacrimógeno
Ixora Ro-as Socializó las lentejuelas
Carlota Sosa Halló el pecado por estas calles
Abimael Guzmán Adiós sendero luminoso que te apagaste 106
EXCESO NOVIEMBRE 1992
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13 /INIRCANTIL 1
Lo que está dando la hora en NEW YORK Fuji's Tropicana, en la esquina de la calle 13 con Quinta Avenida, un extraño ejercicio: la evocación mediante unas cuantas pinceladas en el decorado de la noche habanera antes de Castro y una cocina asiático-caribeño-americana servida hasta las 5:00 am. Fumoir en el segundo piso. Henri Matisse y René Magritte, el uno en el Museo de Arte Moderno, el otro en el Metropolitano. ¡Ojo!, para el francés las entradas se venden con semanas de anticipación. Terence Blanchard y su quinteto, autor de la música de la controversial película Malcom X, de Spike Lee, se estarán presentando en el Village Vanguard del 24 al 29. Dos exposiciones del inefable Weegee, el fotógrafo de La ciudad desnuda, en las galerías Janet Borden, desde el primero de diciembre, y Pace/MacGill, hasta el 28 de noviembre.
PARIS La enigmática civilización etrusca, gracias a la apoteósica muestra del Grand Palais. Patrick Modiano, otra vez, como siempre, con una nueva transparente, seductora y misteriosa novela situada en una Ciudad Luz de inagotables encantamientos: Pasa un circo. Vanessa Paradis quien, ninfa, actriz y cantante, pareciera haber pasado a ocupar en el corazón de las nuevas generaciones galas el vacante pedestal de Edith Piaf.
LONDRES Gilbert E. Kaplan, el millonario editor del Institutional Investor, dirige la Filarmónica en la Segunda Sinfonía de Mahler, su idée fixe, desde el pupitre del Festival Hall el día nueve. El último de los Mohicanos, la novela de Fenimore Cooper, llevada al cine con el británico Daniel Day-Lewis (A room with a VII My Igt Mil) g 101 D(01296nÍCO. El beso de la mujer araña, basada en la novela homónima del difunto Manuel Puig, ahora comedia musical, con nada menos
que Chita Rivera (West Side Story). 1 08
EXCESO NOVIEMBRE 1992
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historias de la locura corriente
El reverso de la vocación Desde niño, a Miguel lo fascinaba el fuego. Le arrebataba observar las ardientes lenguas rojiamarillas lamer la madera lentamente, devorándola, tornándola en candescentes tizones para luego reducirla a blancuzcas cenizas. Nunca se atrevió a confesar aquella travesura de sus lejanos ocho años, cuando, por diversión, decidió encender una pequeña pira de papel en el centro de la alfombrada sala de su casa aprovechando que sus padres estaban en el cine. Mientras las llamas se expandían desde la hoguera inicial hasta los muebles, e iban apoderándose de las cortinas, se sentía como transportado fuera de este mundo. El éxtasis mayor fue deleitarse, desde prudente distancia, con el espéctaculo del hogar convertido en una alta e inmensa masa crepitante. Años después'halló la mejor forma de satisfacer a plenitud esa pequeña manía suya por la combustión. Paradójicamente vertió su vocación piromaníaca en profesión antagónica: bombero, realizándola además con tal apego y dedicación que pronto le ascendieron y llegó a convertirse en jefe de su escuadrón. La tendencia a transformar bajos y anormales instintos en fructuosas profesiones parece ser cada vez más popular, además de permitir a los ligeramente descarriados dar rienda suelta a sus oscuros impulsos. Según teorías que por ahí ruedan, cirujanos y carniceros son sicóticos asesinos que subliman su delirio por la sangre. Algunos desatinados,
sin embargo, no logran contener sus lúgubres inclinaciones e incluso las revisten de un aura filantrópica haciendo lucir sus crímenes COMO actos samaritanos. Este es el caso de la mayor parte de las enfermeras-asesinas que ayudan a bien morir a sus pacientes en cuidados intensivos para que no sufran más, o el de las dulces asistentes geriátricas que dejan
escurrir, en el abismo de la muerte, con la ayuda de una letal inyección, a los abuelitos que viven su ocaso bajo sus diligentes cuidados. La incorporación del sexo masculino a la legión de los mucamos de la salud —constituyen el seis por ciento en el Norte— ha arrebatado a las damas el primer lugar de sintonía en lo que se refiere a la cuestionable práctica de la eutanasia (en la mayoría de estos casos suministrada por iniciativa propia y no por expresa voluntad del paciente). Un estudio recientemente realizado en Estados Unidos con una muestra de 580 casos de muertes producidas por los solícitos cuidados de asistentes médicos desde 1980, reveló que 57 por ciento de éstas fueron inducidas por hombres. Todo lo dicho puede parecer un desvarío pero, para que no queden dudas, he aquí algunos casos sacados del catálogo que ofrece la justicia norteamericana: • Robert Díaz, covicto por haber asesinado a 12 personas y es sospechoso de otras 48 muertes. A principios de los 80, en dos hospitales de la baja California, inyectó lidocaína a pacientes que se encontraban bajo cuidados intensivos. • Brian K. Rosenfeld, condenado por tres asesinatos, pero le contó a su compañero de celda que habían sido 23. Rosenfeld inyectó a varios pacientes de un geriátrico con el tranquilizante Mellad!, dándoles un boleto sin retorno a la dimensión desconocida. • Richard Angelo, enjuiciado por haber mandado al otro mundo a cuatro personas, aunque se sospecha que fueron 33, mientras trabajaba en el Hospital del Buen Samaritano en Long Island. Solía inyectar a pacientes en Cuidados Intensivos con los relajantes musculares Anectine y Pavulon.
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historias de la locura corriente
El dueño de la Luna No es cualquier lunático: es el único y así consta en los registros mercantiles y en su propio currículum. Lo que asombra al mundo de Jenaro Gajardo Vera no es que haya dejado el ejercicio del derecho o que, a los 70, luego de tres matrimonios y una salud envidiable —mental inclusive—, se haya dedicado a pintar, escribir poemas y tocar violín: deja boquiabiertos a más de 5.000 millones de terrícolas el que haya tenido la ocurrencia de intentar hacerse con la Luna, el satélite propio, la musa por excelencia de todos los autores, el símbolo del amor y, asombrosamente, contra todo pronóstico, lo haya logrado. Un buen día este chileno redactó los papeles para la solicitud de rigor y se dirigió a la notaría de bienes raíces correspondiente —ubicada en Talca, a 250 kilómetros de Santiago— donde el funcionario que lo recibió le dio la buena pro. "Nadie hasta ahora ha inscrito una petición por el estilo, de manera que tiene usted el prioritario derecho a introducir su aspiración con el apoyo de la Ley. Deberá ahora publicar tres avisos en el Diario Oficial, durante tres días seguidos, haciendo la notificación. Si hasta entonces nadie se opone, la Luna, que tiene deslindes, dimensiones y pertenece a la Tierra, será suya. Pero déjeme advertirle: ahora todos van a decir que usted está loco". Gajardo consiguió su propósito. Ni un alma de este planeta interfirió en sus planes y, desde hace ya casi 30 años, aquel cuerpo celeste mutante —a veces luminoso y redondo, otras opaco y menguado— engrosa sus propiedades, pocas en realidad. Cuando era joven, la hermética directiva del club social de Talca rechazó su formulario de ingreso porque no tenía demasiadas posesiones como para ser integrante; luego de que se convirtió en el flamante dueño de la Luna, recibió un baño de disculpas. Ser poseedor de selene le
ha dado algunos sustos, en realidad. En una oportunidad unos caballeros de flux gris tocaron a su puerta para informarle que jamás había declarado semejante propiedad en su inventario, lo que lo hacía insolvente y moroso. Gajardo replicó: "Si quieren que pague impuestos por la Luna, visítenla y hagan un estimado de su valor para tasar mis deudas, que yo cancelaré prontamente". Solucionado el asunto. Con los soviéticos, en cambio, sostiene un juicio porque "jamás me han considerado. Hacen sus vuelos y no me piden permiso, ni siquiera me informan lo que pretenden hacer con mi Luna". Muy por el contrario, Estados Unidos ha sido respetuoso de Gajardo. Exhibe una carta suscrita por el mismísimo Richard Nixon en la cual dice: "Solicito, en nombre del pueblo de los Estados Unidos, autorización para el descenso de los astronautas Aldrin, Collins y Armstrong". Su respuesta fue diplomática: "En nombre de Jefferson, Washington y del gran Walt Whitman autorizo el descenso de Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que me pertenece. Y les deseo no sólo un feliz alunizaje a aquellos valientes, sino también un grato regreso a su patria". Pero no está demasiado conforme Gajardo con tantos viajes y tantos alunizajes que lo excluyen. Lo que más quisiera es caminar —o flotar— con sus propios pies sobre alguna porción o algún cráter de los 3.475,98 kilómetros de diámetros que mide su enorme parcela; mas, se queja porque su pensión de jubilado no le alcanza para otear sus tierras, o más bien su Luna. Y quién sabe si podrá a estas alturas satisfacer su sueño. Precavido, en todo caso, ha sacado cuentas. Si no la aprovecha él, tampoco lo hará nadie más. Redactó su testamento y decidió dejar la luna, cual propiedad comunitaria, a "todo el pueblo de Chile, que estrena democracia y que se merece un regalo así después de tanto sufrimiento".
Los diez bustos con más cementos por columna
o Cicciolina. Vista en toda su plenitud en el formato porno, la blanca y oscilante pareja de senos de la ahora diputada italiana conquistó más que ninguna otra espacio periodístico —portadas, manchetas, reportajes— dentro y fuera de su territorio, cuando decidió enfocar en ese punto su campaña electoral que le valió —natural asesoría de imagen— una curul en el Parlamento de Roma.
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Sarah Ferguson. De fugaz nobleza, los de la proscrita duquesa de York devinieron boomerang cuando desistió de las amarras de un incómodo sostén y dejó a flote en un _ mar de flashes, y delante de un hombre no llamado Andrés, sus pecosos y otrora encantos reales. Madonna. Saltarines, guiñaron siempre a la audiencia. Luego, cual puntas de lanza, la señalaron con aquellos sostenes en cono encargados a aquella tienda en Florida que luego fuera saqueada y dejada desabastecida de brassiers. Lo último que hizo con sus pechos fue exhibirlos con un sustentador sin copas. La generosa foto recorrió el mundo. NOVIEMBRE 1992
EXCESO
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histor as de la locura corriente
Cómo desa wirecer s Pérez a Carlos An (Esto es un servicio público
LOS DIEZ BUSTOS. CONTINUACION
2 Bajo la cubierta de gas, CAP se agacha velozmente, luego de echar una rauda mirada a los lados; es fundamental darle instrucciones al jefe de prensa de Palacio, Roberto Giusti, para evitar que los corresponsales de prensa, el gordo Lazada —siempre cerca del coroto-- y las cámaras de 1V estén a la altura del podio o a uno y otro costados del presidente.
o Rocío Jurado. A punto de irse de bruces, decidió hacerse una cirugía que podara un poco sus voluminosas mamas. España, sin pudores edípicos, se tomó el -asunto a tan pecho —gran diatriba por prensa y televisión—, que la cantante se quedó como estaba, en tanto sus senos eran catalogados patrimonio nacional. Sabrina. Eran dos seeeeeeenos a una cantante pegados. Medían un radio de 100 centímetros. Mucho más, empero, el despliegue en los periódicos que reseñaron el fenómeno. Tatiana Capote. Desfilaba coqueta por la londinense pasarela del Miss Mundo cuando, ¡zas!, el derecho buscó las cámaras. Fueron 17 millones de espectadores deleitándose con aquella toma de segundos. Ella quedó fuera de concurso.
El Presidente de la República se desvanece en el aire
1 Disuadido por la oleada terrorista, la crisis de la Cantv y la publicidad de La Electricidad de Caracas, CAP convoca a su discurso de despedida, con el gabinete en pleno y la prensa acreditada en Palacio; pero, justo en el momento en que promete volver, se inclina hacia el atril y mientras con la mano izquierda hace un último gesto, que enfatiza su propósito, con la mano derecha encuentra un botón camuflado que, al ser oprimido, deja escapar una espesa cortina de humo.
o
Dolly Parton. Indiscretos, enormes, asfixiantes, desbordantes, inquietos y asegurados por una fabulosa suma de dinero. La noticia corrió como una bomba. Valen lo que pesan. (.)
Russ Meyer. Aquello era increíble y famoso; el cine se zambulló siempre en el frutal mito; Exces0 le rindió homenaje a sus 20 años de sostenido record.
o Angélica Arenas. Referencia cercana, a la actriz siempre la promocionan las gacetillas de prensa que suscriben los relacionistas de Venevisión como la señora de las dos poderosas razones. Tal cual se ha publicado en los periódicos.
MMIA CIIIIJAPA. Por algo seria
que
aquella aborigen inspiró el nombre de dos montañas margariteñas. Corpoturismo se encargaría después de desplegar sus atractivos al curioso turista. 110 EXCESO NOVIEMBRE 1992
5 Al tiempo, los guardaespaldas tapan la vista de los periodistas —teniendo especial precaución con esos fotógrafos que disfrutan captando los bostezos y las poses comprometedoras y que siempre están al pie del escenario tomando fotos— y CAP, ágilmente a pesar de sus años, se escurre fuera de su escondite a través de una puerta simulada tras el escudo de la patria, y se confunde con el séquito de guardias de civil aprovechándose de la perplejidad general. (Pérez podría aparecer poco después en la Costa Azul, almorzando con Miterrand o en Washington D.C.
discutiendo la politica de apertura de mercados hacia América Latina con Bush, o 'Buch").
3 Una vez agazapado dentro del púlpito, CAP cierra las puertas de espejos escondidas a los lados (el ángulo donde los espejos se tocan es disimulado por el soporte metálico del micrófono y, por efectos ópticos, sólo reflejarán los cantos de madera del atril, creándose una ilusión de fondo falso, simplemente perfecta). Angel Zambrano, Director de la OCI, sube al púlpito y se inclina en él con expresión de asombro y, con ayuda de un guardia de honor, gira el pesado mueble de madera animando a la audiencia a observar el interior. La prensa en pleno queda boquiabierta. Los guardias buscan en vano por todo Miraflores al primer mandatario que se ha vaporizado. Seguro, en su compartimiento invisible, CAP se disfraza con una peluca, un par de anteojos negros y un walkie-talkie.
4 Mientras, agentes secretos, guardaespaldas de civil y edecanes miran alrededor del podio, como si buscaran la desaparecida cabeza del Estado.
Dr. Jekyll! Me Hyde José Vice nte Rangel "Maneja cabalmente la información política", según aníbal Nazoa "José Vicente es un excelente político que, contra lo que ha sido la tradición de los dirigentes de izquierda, hace de la paciencia y la sangre fría virtudes extraordinarias; tiene la facultad poco común de escuchar en serio a sus variados interlocutores, y una singular característica de invaluable alcance en un medio tan descompuesto como el de la política venezolana: no va más allá en sus palabras de donde no va en los hechos. Además —lo que no es menos importante—, tiene un elevadísimo sentido del humor, lo cual contrasta con algunos políticos que hacen de las poses furiosas un estilo ideológico". (Carlos Blanco) "El José Vicente periodista ostenta una calidad profesional muy poco corriente en el gremio; el José Vicente ciudadano, otro tanto: tiene un valor simpar. No ha retrocedido en sus ideales y en el contexto nacional es una pieza clave, fundamental. Considero que maneja cabalmente la información política. Sin él, Venezuela estaría, sencillamente, la mitad de informada de lo que está gracias a su capacidad de indagar. Sólo pienso que debería ser más míster Hyde, más maluco. José Vicente es un doctor Jekyll". (Aníbal Nazoa) "Para quienes no comulgamos con sus ideas, podría parecer estimulante la posibilidad de ver privada a la izquierda de una figura de gran prestancia personal, acreditada por una larga conducta de consecuencia con los perseguidos, capaz, como en ocasiones anteriores, de llevar muchos votos hacia la fórmula marxista, intachable como parlamentario y como ciudadano, insospechable de desviaciones aventureras y antipopulares. Rangel, candidato o no, continuará granjéandose el respeto de sus adversarios y la admiración de sus seguidores por ser un venezolano de bien, leal con sus amigos y consecuente con sus ideas". (Alfredo Baldó Casanova)
"Cambia estatuas por información", según Pastor Heydra "Hay denunciantes de oficio que lanzan acusaciones que no pueden tranzar crematísticamente, bien en efectivo o a través de la adquisición de estatuas. Convierten así su hobby en una industria que provee buenos dividendos. Rangel ha tenido una actitud de permanente soliviantamiento y desestabilización de las Fuerzas Armadas, lo que le ha valido una severa resistencia y un profundo rechazo en los medios castrenses. Las informaciones de irregularidades que hice en el Congreso son las que conscientemente oculta Rangel a cambio de información, compra de obras de arte y quién sabe qué otras cosas más. Sería interesante conocer la lista de estatuas vendidas a organismos gubernamentales, así como a los 12 apóstoles que Rangel denunció en 1974 y cuyos nombres, gracias a la acción de un conocido virus, desaparecieron de la lista de denunciables de su computadora. La lucha de clases sufrió de similar mal en su mente y en su ideología".
(Pastor Heydra) "El voto parlamentario de José Vicente ayudó a Carlos Andrés Pérez a salir bien librado en el caso Sierra Nevada; ese voto pudo ser la diferencia. Después de su alejamiento del MAS, apoyó las aspiraciones de Teodoro y aun colaboró con las de Pompeyo. En rezlidad, su voto no parece haberlo ayudado a él mismo en nada. Por el momento, es pura pérdida".
(Desiderio Luna) "Yo dije, y lo repito, que José Vicente Rangel es un cretino, porque él fue candidato por varias oportunidades y él sabe cómo los partidos recolectan recursos para las campañas electorales. Pienso que, sabiendo eso, es una cretinada suya pretender envolver a los partidos y su dirigencia con el narcotráfico en una cruzada de descrédito. Es irresponsabl hacer una acusación de esa naturaleza, y más hacerla contra los hombres que dirigen al país. Eso no tendría sentido. Sería una estocada mortal". (Antonio Ríos)
1 Historias
de ahorcados Rafael Sylva
F
n la madrugada del 12 de noviembre i de 1856, el padre Alain Dupree entró a la celda de un condenado a muerte, en la prisión de Cape Province, Suráfrica, y, entregándole una Biblia, le invitó a rezar con él. El convicto colocó su mano en el libro, pero en lugar de plegarias más bien dijo: "Le juro padre, sobre esta Biblia, que yo no maté a Pierre Villiers. Moriré siendo inocente. Pero le puedo asegurar que ninguna urna ni tumba alguna lograrán retener mi cuerpo, pues no soy culpable". Poco después, el verdugo soltó el pestillo de una compuerta y un crujido indicó que John Gerhard había muerto sofocado. Dos horas más tarde, el cadáver fue colocado en un sarcófago de pino, pintado de negro. Debido a las declaraciones del prisionero, y para evitar sorpresas, procedieron a fijar la tapa del féretro con clavos especiales, introduciendo luego aquella caja dentro de un catafalco metálico. Este, a su vez, fue sellado herméticamente con plomo derretido. Abierta una zanja de cinco metros de profundidad, lo depositaron allí, rellenando luego la fosa con piedras arena y tierra. En la madrugada del 23 de noviembre, los guardias John Margulis y Pier Maalena manifestaron haber escuchado ruidos subterráneos como si alguien o algo escarbase bajo el túmulo. Alzando una de las lámparas, contemplaron cómo el terreno sobre el sepulcro se estaba agrietando. Presa de supersticioso temor, Maalena soltó un candil para disparar varias veces
contra el piso. Margulis lo secundó, al tiempo que gritaba pidiendo ayuda. La noticia del suceso se conoció casi de inmediato y aún no clareaba el día cuando reporteros y funcionarios penales se arremolinaban alrededor de dos obreros que removían la tierra con el fin de comprobar si la urna aún permanecía en el fondo. Así era, efectivamente. Fue tal la insistencia de los presentes que el forense accedió a que se abriese el cofre metálico. En su interior estaba la caja de madera negra. Aun así, y para evitar cualquier especulación, removieron la tapa. No había nada adentro. Se confirmaba así el vaticinio hecho por John Gerhard antes de morir. Mientras tanto, en la granja donde el reo presuntamente había ultimado a Pierre Villiers, el propietario descubrió, oculto entre los efectos de otro vaquero, Peter Lorenz, el bolso perteneciente a la víctima. Luego aparecieron su anillo y un reloj. Ante la evidencia, Lorenz terminó confesando que' había sido él, y no Gerhard, el asesino. ¿Cómo explicar la desaparición del cuerpo de Gerhard? Lo racional sería pensar, en primer lugar, que no fue enterrado. Sin embargo, en el artículo del London Ilustrated News, donde se publicó la reseña necrológica, se reproduce un documento del forense en el cual da fe de que el cadáver fue depositado en una caja de madera. Cabe en lo posible suponer que, por alguna razón, este funcionario o algún otro fuese cómplice de un plan para escamotear los restos de Gerhard. En última instancia, lo único concreto del asunto es que aquel cadáver de quien aseguró que su cuerpo nunca reposaría en tumba alguna jamás apareció. En relación a casos extraños vinculados con sentenciados a la horca se conoce el de John Lee que, aparte de inexplicable, posee un trasfondo cargado de perversa ironía. John Lee, convicto de asesinar a una anciana para robarle, inició su camino hacia el cadalso, en la prisión de Exeter, Inglaterra, una fría madrugada en febrero de 1885. Una vez con la soga al cuello, y ante la mirada de testigos y periodistas, el verdugo se apartó a un lado para halar la palanca que abriría una
compuerta en la plataforma. Bajó su mano el sheriff y el verdugo accionó el mecanismo. Pero la compuerta no abrió. Apartando al reo, colocaron un saco de arena en su lugar, fue activado el mecanismo, y la compuerta se abrió haciendo que el bulto cayera al piso. El verdugo y dos ayudantes examinaron el pasador y verificaron que éste funcionaba cabalmente. Sin acomodar peso alguno sobre la compuerta, accionaron de nuevo el mecanismo y otra vez funcionó. Para asegurarse, uno de los guardias se ubicó sobre la compuerta hasta que abrió: el hombre cayó al piso. John Lee fue, entonces, colocado nuevamente en el sitio, el verdugo accionó la palanca y la compuerta no abrió. Algo insólito estaba ocurriendo, pero la pena de muerte debía cumplirse, así que, una vez más, fue probado el sistema, que operó a la perfección. Volvió Lee a su puesto en el patíbulo, se dio la señal y la compuerta tampoco abrió. El asombro de los presentes se tornó en alarma. La sentencia de John Lee ya se había cumplido tres veces, sin efecto. Era evidente que debía concedérsele clemencia, pero el sheriff se negó, aduciendo que, a lo mejor, el frío o la humedad, habían hinchado la madera, causando fricción. Incluso cuando las pruebas demostraban lo contrario, se ordenó a un carpintero cepillar los bordes de la compuerta para eliminar todo roce. De nuevo fue probada con diferentes pesos, y también sin peso alguno. Funcionó correctamente y John Lee fue colocado nuevamente en su lugar. Se dio la orden, corrió el pasador pero no abrió la compuerta. Los periodistas protestaban, al tiempo que corrieron a informar acerca del hombre que no podía ser ahorcado. Ante los hechos, el secretario del Interior no tuvo más remedio que ordenar la suspensión del ajusticiamiento. El asunto llegó a la Cámara de los Comunes, donde la sentencia de John fue cambiada a cadena perpetua, siendo perdonado 20 años después. Lo irónico del asunto es que la Justicia Divina parece que se equivocó al evitar, milagrosamente; y en cuatro ocasiones, que John Lee muriera en la horca: éste sí era culpable y jamás negó que hubiese matado a la anciana, para robarle. L NOVIEMBRE 1992 EXCESO
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Emociones neoliberales Otrova Gomás
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a principal característica del actual paquete económico es haber colocado al país ante nuevas e inesperadas situaciones abriendo, al mismo tiempo, unas interesantes posibilidades de acción entre la población con sangre rapiñosa. Personalmente, nunca me imaginé que un día tendría que hacer mercado con walk-and-talking; digo esto porque, a pesar de que ya las cadenas de automercados, al igual que los estacionamientos, las clínicas y otros centros de comercio cartelizaron los precios, todavía se pueden conseguir diferencias favorables al consumidor en el queso y la leche pasados, en las frutas y vegetales semipodridos, en el pan con hongos y en las latas oxidadas. En mi caso, luego de una tumultuosa asamblea familiar, llegamos al acuerdo de que para obtener algún ahorro en el precio de esos productos, los miembros de la familia iríamos a la misma hora a los distintos supermercados y, con el auxilio de las ondas hertzianas, determinaríamos en dónde venden más barato cada cosa, de forma tal que el que se encuentre en el sitio haga la compra. Por los
cálculos que hemos hecho, con los ahorros del primer año pagamos los equipos, con los del segundo el valor de las baterías, y a partir del tercer año co114
EXCESO NOVIEMBRE 1992
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menzamos a obtener los beneficios. Esperemos que para entonces el gobierno no cambie la política de precios, ya que para la época toda la iniciativa y la inteligencia puestas al servicio de las masas consumidoras se habrán venido al suelo. El único problema práctico de los walk-andtalking es que, cuando estamos haciendo mercado, la gente que ha descubierto nuestro control de precios se nos empata y es sumamente incómodo comprar seguido de más de trescientos carritos de mercado, esto sin hablar de la rebatiña que se produce cada vez que uno dice: "Unidad tres, entendido y fuera" y agarra un ocumo o una auyama. Otras de las consecuencias de la liberación es que los comerciantes venezolanos, en una increíble interpretación de los boletines sobre la inflación del Banco Central, han logrado hacer que se desplomen todas las leyes de la oferta y la demanda; basta que un competidor fije el precio de un artículo para que el de enfrente lo suba automáticamente en el 34 por ciento de la inflación anual que ha determinado el instituto emisor, y en el acto el otro también lo sube para que el
dos, como los ya famosos grupos político-empresariales, se podrán dar el lujo de privatizar el aire, el agua, la tierra y la luz, tanto la nocturna como la de los rayos del sol que caen de día en la proyección Mercator sobre el territorio nacional y las áreas en reclamación, doblegando a todos sus semejantes para que paguen por el derecho de estar de pie o acostados en cualquier sitio, de respirar, saciar la sed o ver a los que les rodean; para los que tenemos menos recursos quedan muchas opciones, desde comprar una tapa de alcantarilla, que por ser privada ahora la podremos poner o quitar cuando nos dé la gana, hasta comprar un policía o fiscal de rentas que pondremos a nuestro servicio. Personalmente, espero incorporarme muy pronto al proceso de privatización licitando para adquirir la calle y las aceras de la cuadra donde vivo; así, además de mantenerlas limpias, sin huecos y llenas de árboles, me daré el gusto de someter a los vecinos que tengo a mis alrededores. Pocos placeres habrán de
otro lo vuelva a subir y así en una perfecta escalada sin fin. Por otra parte, la privatización ha logrado entuasiasmarnos a todos ante la posibilidad que tendremos los particulares de controlar ciertos bienes que antes eran de propiedad colectiva. Con el apoyo de algún gran jefe de los cogo-
me paguen por pasar a sus hogares, cerrar el tráfico a las horas en que me provoque coger sol tirado en el medio de la calle y hasta cobrarles a los ladrones el derecho de peaje y una razonable comisión por el acceso a sus centros de trabajo. Por otra parte, si está en mis recursos financieros, en aras de la higiene trataré de quedarme con el río Guaire, no sólo para
llos, y una que otra conexión, de ahora en adelante podremos darnos el gusto
de establecer las normas en el manejo de ciertos bienes que antes estaban siendo administrados de una manera desastrosa. Los que poseen recursos ilimita-
proporcionarme tanta satisfacción como el de exigirles que
darme el gusto de taparle los desagües de las cloacas y dejarlo otra vez puro y cristalino sino para, al fin, poderme dar un buen baño sin el desagradable riesgo de quedarme enjabonado. L2
Científicos en la búsqueda de Dios Juan Liscano
EI n anterior columna escribí sobre Roger Godel, médico y psicólogo francés, quien viajó a la India para estudiar el fenómeno de la liberación de los jivan-mutka (liberados en vida). Godel aplicó toda su formación disciplinaria científica a esta investigación cuyo resultado publicó en un libro: Ensayos sobre la experiencia liberadora, prologado por Mircea Eliadc y traducido por Hachette argentina, en 1971. Creo que la investigación de Godel es de 1952, y que éste falleció hace un par de años. Uno de los jivan-mutka visitados era Sri Ramana Maharshi. Zona Franca, 2° época, N° 18, abril 1973, publicó un trabajo notable del venezolano Ramón A. Lozada, nacido en Barquisimeto en 1934, quien desde muy joven se interesó por las investigaciones y realizaciones metasíquicas, ingresó a varios centros de estudio en California, uno dirigido por Swami Yogananda y otro Swami l'rabhavananda, hasta viajar a la India y estudiar el Vedanta con Sri Ramana Maharshi. Regresó a Venezuela y como su trabajo es de realización interior, no suena más. Sea ésta la oportunidad de mencionar a otro venezolano iniciado en altas prácticas espirituales: Elías Manuel Capriles Arias, quien estudió en el Tibet y ha publicado diversos trabajos como Campos Crematorios, 1958, Centro Dzogchen. Godel, en su preámbulo, alude a los descubrimientos de los físicos desde i
principios de siglo, los cuales transformaron los conceptos de materia y energía, tiempo, espacio, causalidad y leyes clásicas. Esa revolución del pensamiento científico coincidió con las dos guerras mundiales, con la revolución rusa y la implantación internacional del comunismo, con las reacciones fascistas y nazistas, con la guerra de España. Mientras los físicos y astrónomos ensanchaban el conocimiento del mundo en función de la conciencia cósmica, los hombres se entremataban por causas ideológicas y políticas, ajenos a la revolución en proceso de expansión universal. 71 NI 4 En 1974, Raymond Ruyer, formado en la escuela normal y profesor en la Universidad de Nancy, autor de una amplia obra sobre la revolución científica en marcha, dio a la prensa de Fayard, París, La gnosis de Princeton, con el subtítulo de: Sabios en la bús-
queda de una religión. Esos sabios eran físicos, astrónomos, biólogos, matemáticos, cosmogólogos, cercanos a Pasadena (observatorio del Monte Palomar) y la Universidad de Princeton, donde Einstein dictó cursos antes de fallecer. Dichos científicos coincidieron en una comprobación fundamental de ca•rácter teogónico: Dios • no puede ser personal sino cósmico, inconcebible desde el punto de vista antropomorfo, histórico, social, político, con lo cual regresaban a la concepción de los gnósticos del siglo I, quienes no daban a Jehová ni a Jesús condición divina. La divinidad era simplemente conciencia del cosmos viviente, aparentemente visible, desligado de las leyes clásicas que lo imaginaban absoluto, rígido, reloj perfecto universal. Para estos sabios, el universo nació, quizás, de la explosión
del átomo único (Big-bang) y se organizó con conciencia de sí celular y molecular, en una cósmica comunicación, información y participación de partículas, sin intervención de la materia, de moléculas, de células, gigantesco caos distribuido en sistemas de dinámica no linear y formas fractales. Lo infinito sería más bien lo indefinido. El cosmos sería como un bordado tan sólo visto al revés, hasta la revolución cuántica y relativista. Desde entonces la ciencia —no la miserable tecnología al servicio del poder y el consumo— trata de ver el cosmos al derecho. Y como es • .. conciencia de sí organizado, es Dios, si se quiere. Ese conocimiento desligado de las religiones e ideologías en pugna, 1 desde la Revolución Francesa implicaría, / en el orden personal, una nueva toma de conciencia del comportamiento humano fundamentado en una ética y en una teología del Espíritu, creador de la Materia como oponente, sin Iglesia, Partido ni Sectas. No se trata de un nuevo humanismo, aunque se concede a la conducta moderada y sobria una calidad fundamental, sino de un nuevo teocentrismo. Einstein había dicho, hablando del cosmos y de sus detractores: "Dios no juega a los dados". De modo que la revolución del pensamiento teocentrista científico no sólo redescubre el poder-conciencia del cosmos, sino deja en un lugar del desván: el sexualismo consumista, el narcisismo de lo privático, el exhibicionismo juvenil crematístico, el economicismo ciego y el negocio porno a lo Madonna, ampliamente regados con millones de dólares. El mundo empieza de nuevo.L •
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Y, sin embargo, esa crónica de Caracas que se ha dado a escribir mi tío no es solamente el itinerario de su nostalgia.
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Su prosa grata y galana, propia de aquella Caracas ida entre las páginas de sus memorias, le pide a otras voces que apoyen un sentimiento que asoma detrás de cada una de sus invocaciones: el de su impotencia frente al destino impuesto a
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Las memorias de mi tío Lázaro
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esoneramente, en un viejo caserón del Petare colonial, mi tío Lázaro es-
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de nostalgia y estupor se entremezclan en la rememoración de una ciudad que ha sido
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Editorial Exces0 Gradillas a San Jacinto. Edif. Las Gradillas A. Piso 3 ( ofic. 33. Caracas, 1010. Venezuela Telf. 81.77.24/82.72.73 Fax (02) 74.46.76
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nos Nazoa, de Graciano Gasparini, de Orlando Albornoz— hablan de esta ciudad como de una ciudad perdida, amargan su originaria aguamiel con la constatación de un crimen que se comete a diario y que diariamente exhibe sus responsables convictos e impunes, lamentan la desaparición de un pasado que fue mejor, no solamente por la calidad del tiempo que lo contenía sino, sobre todo, por el enrarecimiento de su naturaleza primera,
imaginé pudo haber sido, con gente que se regocijaba de su pertenencia a un pedacito de mundo verde y envidiable, que
norte descocado no es materia de moder-
Gamboa— satisfecha de sus maravillas cotidianas, que la veía expandirse en olores y colorido como un pueblo en adolescencia, como ese híbrido de pueblo y ciudad que era Caracas.
por el advenimiento de una lógica cuyo nidad sino de confusión y miseria. Sorprende la uniformidad de perspectivas de quienes, desde todos los diarios, al igual que mi tío, condenan el destino que se le ha impuesto a Caracas. Uno podría pensarlos aunados por una voz retrógrada, que no reconoce los avances ni las especificidades y se aferra a un
Cada esquina de Caracas parece ser, en las memorias de mi tío Lázaro, el
pasado que siempre es disolución, enve-
nombre de un recuerdo imperecedero: la el estupor inicial de un niño recién
Pero sucede que un hombre es también la ciudad lo que ve crecer y si esa
llegado de la Villa de San Luis de Cura; la
ciudad se desgaja, si las referencias que
Torre, las primeras lecturas de la adoles-
lo construyen sucumben a la entropía sin futuro cierto, el hombre siente con
Bolsa, Tarifa anual Area metropolitana Bs.1.000,00 Interior del país Bs.1.200,00 Exterior: a definir de acuerdo al destino
ción sin amparo. Todas metamorfosean la remembranza en rencor. Todas —la voz de Arturo Uslar Pietri, de los herma-
parte de sí mismo, que ha testificado sus deseos, sus creencias, sus amores. De las crónicas de mi tío rescato el placer de lo que es acaso mi memoria posible: una ciudad que fue como la que
la atravesaba en un autobús --el Carabobo-
Número de tarjeta
la ciudad de su vida. Decenas de voces se citan en sus cuartillas, voces conocidas, reconocidas y a veces anónimas. Todas coinciden en la aflicción por una veja-
cencia;
Mirador, las Madrices, el gran
amor, las primeras fiestas. Hay una Caracas que lo va cautivando poco a poco y la
de grato aspecto, con tonalidades provincianas, que
jecimiento, cuando más recuerdo.
razón que lo despojan de una parte de sí. Cuando se envejece rodeado por el esce-
crónica de una entrega. La ciudad
nario que conformó la vida, todo re-
en 1936 terminaba en San Bernardino y
cuerdo permanece testigo de aquel sueño efímero que fue la infancia o la ado-
ciescie ahí hasta Petare se hacían sembra-
lescencia. Eso sucede en las grandes ciu-
díos y paseos, que se homogeneizaba en el
dades, en Londres, en París, en La Ha-
orgullo de un gentilicio compartido,
bana. Cuando uno desaparece junto a
era el proyecto de una vida y también,
todo lo que lo rodeaba, muere dos veces,
por el momento, compañera eterna.
como se muere en Caracas.L
Colofón Expira Reinaldo Arenas su rano cuandOlionstr te, crudo y cirnfesion de la prisión de donde convivió, haciriá'do cas, con la depravación'y la ., ienci que anochezca —títulrOdtVe
o autor,:„ noso de la obra póafIraMet se suici4 • cubano, infectado -de si ra el 7 de diciembre de 199 V erlWew rcelario—, retrata un microsistema que reproduce a su vez, y hasta la degeneración, la represisin de un país enredado entre sus propios barrotes. Nacido en 1943, Arenas reunió —como señala la presentación de la edición de Tusquets, que distribuye Alfadil— "las condiciones para convertirse en paria: escritor, homosexual y disidente". Su drama es esta'autobiografía.
Reinaldo Arenas l Castillo de El Morro es una fortaleza colonial que fue erigida por los españoles para defender de los ataques de corsarios y piratas al puerto de La Habana. Es un lugar húmedo que está precisamente enclavado en una roca y que constituye una prisión marina. La construcción tiene un estilo medieval con un puente levadizo, por el cual pasamos para entrar en ella. Luego, atravesamos un enorme túnel oscuro, cruzamos el rastrillo y entramos en la prisión. A mí me llevaron para admisión, que es una especie de celda donde reciben a todos los presos y los clasifican por delito, edad y preferencias sexuales, antes de ser pasados al interior del aquel castillo donde cumplirán su condena. Insólitamente, el oficial de la Seguridad del Estado que me había capturado, y que esperaba recibir un ascenso por ello, y el alto oficial llamado Víctor no pudieron pasar el rastrillo; tal vez en aquel momento estaban tan nerviosos como yo y por eso no supieron hacer valer su jerarquía. Además, iban vestidos de civil. Lo cierto es que yo entré en medio de la confusión con el carné a nombre de Adrián Faustino Sotolongo, la brújula, el reloj y con todas las pastillas alucinógenas. En la celda de admisión había como cincuenta presos; algunos por delitos comunes, otros por accidentes de tránsito y la mayoría por motivos políticos. Lo que más me impresionó al llegar allí fue el bullicio. Cientos y cientos de reclusos desfilaban hacia el comedor; parecían extraños monstruos, se gritaban en-
E
sts §í y n lialulatnn, fumando una especie de bramido unáni-
me. El escándalo siempre se ha impuesto en mi vida desde la in-
fancia; todo lo que he escrito lo he hecho contra el ruido de los demás. Creo que los cubanos se caracterizan por producirlo; es como una condición innata en ellos y también parte de su condi118
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ción exhibicionista; no saben gozar o sufrir en silencio sino molestando a los demás. Aquel penal era tal vez el peor de toda La Habana. Allí iban a parar los peores criminales; toda la prisión era para delincuentes comunes, con excepción de una pequeña galera destinada a los presos políticos pendientes de juicio o de sentencia. Yo quería conservar el reloj, a toda costa, para dárselo a mi madre, y me lo escondí en el calzoncillo. Un penado mayor con el cual hice luego amistad y que ya había tenido experiencia en varias cárceles, me dijo que lo escondiera rápidamente. Cuando le enseñé la brújula, me comentó que era increíble que hubiera podido entrar allí con aquel artefacto. Eduardo, que era como se llamaba aquel hombre, me dijo que en algunos casos le habían echado ocho años en chirona a algunas personas por el solo hecho de tener una brújula encima, y que debía echarla inmediatamente por el caño del inodoro para que no pudieran probarme que la tenía. Las pastillas alucinógenas que aún tenía conmigo, tomadas en una dosis excesiva, podían provocar la muerte. Yo le temía a la tortura y temía comprometer a mis amigos, algunos de los cuales se habían arriesgado mucho por mí. Y por ello, me tomé un puñado de aquellas grageas y luego bebí un poco de agua. Lo otros presos me pidieron que les diera también, ya que en la cárcel las píldoras son como una especie de droga que permite la evasión. Después de tomármelas, me tiré cerca de un rústico y hermoso camionero que había cometido no sé qué delito contra las leyes de tránsito. Yo no pensaba despertarme jamás, pero a los tres días recuperé el conocimiento en el hospital de la prisión: una galera llena de personas con enfermedades infecciosas. El médico me dijo que me había salvado de milagro; que
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, todZs esperaban que no recuperara el conocimiento y muriera'
de un infarto. Ahora, toda mi energía de antaño, con la que disfrutaba de cientos de adolescentes, quedaría encerrada en una penitenciaría con doscientos cincuenta criminales. 1 mar desde la prisión era algo remoto, situado detrás de una doble reja. Yo- era un simple preso común, sin ninguna influencia para acercarme a aquellas rejas y ver, al menos desde lejos, el Caribe. Además, no quería verlo ya, del mismo modo que me negaba a las proposiciones eróticas de los confinados. No era lo mismo hacer el amor con alguien libre que hacerlo con un cuerpo esclavizado en una reja, que tal vez lo escogía a uno como objeto sexual porque no existía algo mejor a su alcance o porque, sencillamente, se moría de aburrimiento. Me negaba a hacer el amor con los cautivos aunque algunos, a pesar del hambre y del maltrato, eran bastante apetecibles. No había ninguna grandeza en aquel acto; hubiera sido rebajarse. Además, era muy peligroso; esos delincuentes, después de que poseían a un compañero, se sentían dueños de esa persona y de sus pocas propiedades. Las relaciones sexuales se convierten, en una cárcel, en algo sórdido que se realiza bajo el signo de la sumisión y el sometimiento, del chantaje y de la violencia; incluso, en muchas ocasiones, del crimen. Lo bello de la relación sexual está en la espontaneidad de la conquista y del secreto en que se realiza ésta. En la cárcel todo es evidente y mezquino; el propio sistema carcelario hace que el preso se sienta como un animal y cualquier forma del sexo es algo humillante.
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Ilustraciones José Ignacio Herrera
,ft Cuando llegué a El Morro llevaba aún
omero; Lállía me faltaba por leer el último canto. Quería reerlo y olvidarme de todo lo que me rodeaba, pero era dificil; mi cuerpo se negaba a aceptar que estaba encerrado, que ya no podía correr por el campo, y aunque mi inteligencia tratara de explicárselo, él no comprendía que tuviera que permanecer meses o años en una litera llena de chinchas, en medio de aquel calor horrible. El cuerpo sufre más que el alma, porque esta última encuentra siempre algo a lo cual aferrarse: un recuerdo, una esperanza. La peste y el calor eran insoportables. Ir al baño, una odisea; aquel sanitario no era sino un hueco donde todo el mundo defecaba; era imposible llegar allí sin llenarse de mierda los pies, los tobillos y, después, no había agua para limpiarse. Pobre cuerpo; el alma nada podía hacer por él en aquellas circunstancias. Aquella mazmorra era, por otra parte, el imperio del estrépito; era como si la bulla que me había estado persiguiendo durante toda mi vida se hubiera reunido en una sola, en aquel sitio donde yo estaba obligado a escucharla precisamente por mi condición de preso: por no poder escapar.
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ntré en El Morro rodeado de una fama siniestra que fue, sin embargo, lo que me permitió mantenerme vivo en medio de todos los asesinos que había en aquel lugar. Con tal de capturarme, las autoridades cubanas habían desplegado contra mí toda una campaña en la que no se me calificaba como preso político o como escritor sino como un asesino que había violado a varias mujeres y asesinado a una anciana. Así, mi foto aparecía en estaciones de policía y en lugares públicos con todos esos cargos. De manera que, cuando ingresé al corréccional, muchos pre- = NOVIEMBRE 1992 EXCESO 1
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sos me reconocieron como el violador, el matón y el agente de la CIA; todo esto me cubrió de una aureola y de cierto respeto, aun entre los propios asesinos. De este modo, sólo dormí en el suelo la primera noche en aquella celda número siete donde me había internado, que no era por cierto para homosexuales, sino para reclusos que habían cometido diversos crímenes. Los homosexuales ocupaban los dos peores calabozos de El Morro; eran subterráneos y se llenaban de agua cuando subía la marea: un sitio asfixiante y sin baño. A los homosexuales no se les trataba allí como seres humanos sino como bestias. Eran los últimos en salir a comer y por eso los veíamos pasar; por cualquier cosa insignificante que hicieran, los golpeaban cruelmente. Los soldados que nos cuidaban, que se hacían llamar "combatientes" ellos mismos, eran reclutas castigados y de alguna manera tenían que volcar su furia y lo hacían contra los homosexuales. Por supuesto, nadie allí les decía homosexuales sino maricones o, en el mejor de los casos, locas. Aquel cadalzo de las locas era, realmente, el último círculo del infierno; hay que tener en cuenta que muchos de aquellos seres eran terribles: la discriminación y la miseria los había hecho cometer delitos comunes. Sin embargo, no perdieron el sentido del humor y con las propias sábanas se hacían faldas, encargaban betún a sus familiares y con él se maquillaban y se hacían grandes ojeras; hasta con la propia cal de las paredes se maquillaban. A veces, cuando salían a tomar el sol en la azotea de El Morro, propiciaban un verdadero espectáculo. El sol era un privilegio que estaba racionado para los presos; nos sacaban una vez al mes o cada quince días, por un período de una hora. Las locas asistían a este evento como si fuera uno de los más extraordinarios de sus vidas, y en realidad casi lo era; desde aquella azotea no sólo se veía el sol sino también el mar, y además se podía divisar La Habana, una ciudad en la que tanto habíamos sufrido, pero que desde allí parecía un paraíso. Para aquellas salidas, las locas se engalanaban, se ponían los trapos más insólitos y se fabricaban pelucas con sogas conseguidas quién sabe cómo, se maquillaban y se ponían tacones hechos con pedazos de madera, a los que llamaban zuecos. Desde luego, ya no tenían nada que perder; quizá nunca tuvieron nada que perder y, por lo tanto, podían darse el lujo de ser auténticas, de partirse, de hacer chistes y hasta decirle algo a uno de los combatientes. Esto, por supuesto, podía costarles perder el sol por tres meses, que era lo peor que le podía pasar a un recluso, ya que bajo la luz del sol uno solía matarse las chinchas, y sacarse un poco los piojos y los caránganos, unos insectos que se alojan y caminan por debajo de la piel hasta que le hacen a uno la vida imrosiblel Cl sudo.
Colofón
Para aquellas salidas, las locas se engalanaban, se ponían los trapos más insólitos y se fabricaban pelucas con sogas conseguidas quién sabe cómo, se maquillaban y se ponían tacones hechos con pedazos de madera, a los que llamaban zuecos
Mi litera era la última de la fila, junto a una claraboya. Allí pasé bastante frío y cuando llovía se metía el agua; la luz de la farola de El Morro entraba cada dos o tres minutos por aquel hueco y me iluminaba el rostro; era difícil dormir con aquella 1 2O
EXCESO NOVIEMBRE 1992
enorme luz girando sobre mi rostro, además de la algarabía de los presos y de las luces interiores de la propia prisión, que nunca se apagaban. Dormía abrazado a La Ilíada, oliendo sus páginas. Para hacer algo, organicé unas clases de francés; siempre hay gente interesada en aprender en una prisión y hasta los mismos asesinos pueden gustar de la lengua francesa; por otra parte, no todos allí eran asesinos. Había, por ejemplo, un pobre padre de familia con todos sus hijos, condenados a cinco años de cárcel porque habían matado una de sus vacas para comérsela en familia, y esto las leyes de Castro prohíben hacerlo. Cierto es también que otros estaban tras
las rejas por matar vacas ajenas para vender la carne en la bolsa negra; pero el hambre en Cuba es tan grande que la gente se disputaba desesperadamente aquellos bistecks vendidos a un precio altísimo. Muchos en mi galera decían que estaban allí por pinguicidio; este delito consistía en violación de mujeres o de menores. Pero pinoicidio incluía cualquier cosa; por ejemplo, estaba encerrado conmigo un hombre que, mientras se bañaba, había sido visto por unas viejas y éstas lo denunciaron; aquel hombre purgaba condena por haberse bañado en el patio de su casa. Algunos sí habían violado por la fuerza y hasta deformado los rostros de sus víctimas; para éstos el fiscal pedía pena de muerte y, finalmente, cumplían 30 años de cárcel. Muchos no sabían la cantidad de años que tendrían que cumplir; a mí me esperaban de ocho a 15 , a otros 30 o pena de muerte, de acuerdo con la solicitud del fiscal. Los encarcelados siempre se las arreglaban para saber el delito de los demás; los mismos guardias chismorreaban y le contaban a unos lo que los otros habían hecho. Hubo un joven que, vestido de militar, se introdujo en una casa y robó a todo el mundo; era un delito grave por haber utilizado el uniforme del ejército de Fidel Castro para delinquir.
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na vez al mes teníamos una hora para atender las visitas. Yo no recibía ninguna porque mi madre estaba en Holguín y además yo no quería que me vieran; me entretenía mirando a los demás presos con sus familiares. Los de aquel mucha-
cho esperaban que fuera una corta sentencia, pero no fue así; 30 años fue la pena que le impusieron. No puedo olvidar a su madre, a sus hermanas, a su novia, cómo lloraban; él trataba de consolarlas, pero los gritos eran terribles. Para las clases de francés no había libros, por supuesto; pero
poco a poco conseguimos algunas hojas de papel, algunos lápices y otras cosas. Yo las dictaba desde mi litera; participaban algunos jóvenes y otras personas mayores. Era, en realidad, algo difícil poder pronunciar y darse a entender en francés en medio de aquella gritería, pero ellos aprendieron, al menos, algunas oraciones; a veces, podíamos hasta sostener ya algún diálogo. Las clases tenían casi un horario fijo, después de las comidas, y se prolongaban a veces hasta dos horas. Un preso, que había estado varias veces en el retén por causas políticas y ahora estaba allí por una causa común, me ayudó un poco a sobrevivir en aquellas circunstancias; Antonio Cordero se
llamaba. Este hombre se las sabía todas; lo primero que había que aprender allí era a no morirse de hambre. El me aconsejó que no me comiera el pan en la comida sino que lo guardara. Los presos se comían todo lo poco que les daban desaforadamente; era un poco de arroz, un poco de espaguetis sin sal y un pedazo de pan. Se almorzaba a las diez de la mañana y la comida no era sino hasta las seis o las siete de la noche; si uno no guardaba el pan, se moría de hambre con aquella ración miserable que nos daban. Unas veces, por razones que nunca nos explicaban, no había comida y casi no se podía resistir; entonces aquel pedazo de pan viejo era un tesoro, que no debía engullirse de una vez sino a pedacitos cada tres horas, y después un poco de agua. Conseguir azúcar era una verdadera odisea; a veces dejaban entrar una libra o dos de azúcar en la jaba, cuando venía la visita; un agua de azúcar en El Morro era uno de los tragos más deliciosos que se podían paladear. Mis amigos, los estudiantes de francés, formaron una cooperativa en la que yo no tenía nada que ofrecer, pero en la que ellos me aceptaron como miembro; la cosa consistía en aportar de lo que los familiares traían durante la visita y hacer una especie de bolsa común para luego hacer una merienda colectiva. Desde luego, no era fácil allí conservar el agua ni el azúcar, ni siquiera las almohadas o las colchas para dormir. Los presos más peligrosos y el mandarte de la galera se robaban todo aquello. A veces, había que ir a comer con las pocas pertenencias que uno tuviese; un pedazo de pan, un poco de azúcar y hasta la misma almohada. Yo no me desprendía de La Ilíada, que sabía era muy codiciada por los presos, no por su valor literario sino porque con sus páginas podían hacer una especie de cigarros que fabricaban con la tripa de algunas colchonetas y almohadas, enrolladas en papel; los libros eran muy deseados, para usarlos también como papel sanitario en aquellos baños llenos de excremento y de mos-
cas que después nos sobrevolaban todo el año, alimentándose de nuestra propia mierda acumulada. Mi cuarto quedaba cerca de aquel lugar y no sólo tenía que soportar la peste sino también el ruido de los vientres que descargaban. En ocasiones, y con intención, le ponían a la comida no sé que condimento para que la gente se fuese en diarreas; era horrible sentir desde mi cama aquellos vientres desovándose furiosamente, aquellos pedos incesantes, aquella defecación cayendo al lado de mi galera llena de moscas. La peste ya se había impregnado en nuestros cuerpos como parte de nosotros mismos, porque el acto de bañarse era otra cosa casi teórica; una vez cada quince días, cuando había visita, los mandantes de la prisión acumulaban agua en unos tanques y nos ponían a todos desnudos a hacer una larga fila hasta pasar frente a donde estaban ellos; cogían un jarro y nos lo tiraban, seguíamos haciendo fila y enjabonándonos hasta pasar otra vez por entre los mandantes que nos arrojaban otro jarro de agua, y ése era el baño que nos dábamos. Desde luego, era imposible asearse con dos jarros de agua, pero era un enorme consuelo recibirlos. Los mandantes se situaban en la parte superior del tanque con unos palos y, si alguien intentaba repetir el baño, le caían a golpes. Desde luego, entre ellos había bugarrones que se fijaban en los muchachos que tenían buen cuerpo y los cortejaban después, o estaba la loca que se las había arreglado para estar allí con su amante. En el mismo baño vi una vez cómo toda la mandancia se templaba a un adolescente que ni siquiera era homosexual. En una ocasión el muchacho pidió que lo trasladaran, y habló con un combatiente y le explicó lo que estaba pasando, pero éste no le hizo caso; así que tuvo que seguir dándole el culo sin deseos a toda aquella gente. Desde luego, además de dejarse templar, tenía que lavarles la ropa a todos aquellos hombres, cuidarles las cosas, darles parte de la comida que le tocaba. Aquellas pobres locas o los adolescentes forzados tenían que echarles fresco y espantarles las moscas como si fueran esclavas. ada vez que llegaban nuevos jóvenes, a los que llamaban "carne fresca", eran violados por aquellos delincuentes. Los mandantes tenían unos palos con pinchos y al que se negaba le traspasabañ las piernas con aquellos clavos; era difícil negarse. Primero tenían que mamarle la pinga y luego dejarse poseer; si no, le clavaban los pinchos en las piernas. Algunos que no podían soportarlorse suicidaban. No era fácil allí dentro, pero algunos aprovechaban el momento de ir a tomar el sol. Estábamos en la azotea del castillo a una gran altura y si uno se lanzaba se estrellaba contra las piedras de El Morro; muchos se lanzaron. Un muchacho que no conocía lo hizo e insólitamente no se mató; se fracturó las dos piernas y quedó paralítico. Al cabo de un mes, lo vi de nuevo llegar a la galera en una silla de ruedas. Estos chicos se quejaban a la dirección o a los combatientes acerca de los abusos que con ellos se cometían, pero no se les ponía mucha atención. Había una celda donde sólo estaban adolescentes, pero era la más infernal de todas; esos presos eran más feroces y desalmados. Y estos muchachos, que sin ser homosexuales eran violados incesantemente por aquellos hombres, acababan confesándose ma-
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ricas para que los llevaran para la celda de las locas, donde por lo menos no iban a ser violados. Pero tampoco hallaban sosiego; allí, por una u otra razón, odiaban a aquellos que venían de singar con los hombres y los envidiaban. Siempre se las arreglaban para desfigurarles el rostro. Las rencillas entre ellas eran algo siniestro; siempre había una violencia en el ambiente que se descargaba sobre el más infeliz. Las locas preparaban unas armas llamadas entizados, que eran unos palos llenos de cuchillas de afeitar, y con ellos, por dondequiera que fuera golpeada una persona, se le hería. Los presidiarios delincuentes que no eran locas utilizaban el pincho, que era el palo con un clavo al final, la navaja, el puñal o algún hierro al que le hubieran sacado filo. Pero las locas utilizaban el entizado porque con él era difícil matar a alguien, pero se desfiguraba la persona. Una vez que alguien atacado con él, quedaba lleno de cortadas que no eran muy profundas pero que dejaban cicatrices para siempre. Cuando dos locas se fijaban en el entizado, el objetivo de cada una era llegarle a la otra a la cara y cruzársela varias veces. Terminaban convertidas en una bola de sangre. Los combatientes no tomaban partido en aquellas batallas; se divertían, por el contrario, viéndolas despedazarse. Esas escenas tenían más bien lugar antes de comer, en el patio, quizá por contar con más espacio. Las celdas son muy reducidas y, a veces, uno corría riesgos mortales al bajarse de la litera si, casualmente, le pisaba una mano o la cara al que dormía abajo: esa persona podía pensar que era una ofensa y matarlo a uno. Para bajarme, yo me tiraba o rodaba por el palo de la cabecera, sin molestar mucho a la otra persona; después, al caer al piso, había que tener cuidado también, porque en el suelo dormía alguien que no tenía litera y uno podía maltratarlo. Pude comprobar que la inmensa mayoría de aquellas gentes, incluyendo los asesinos, eran retrasados mentales; por eso desataban aquella violencia por cualquier cosa, tomando a pecho cualquier insignificancia. Pero al Gobierno no le interesaba llevarlos a un hospital mental.
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abía locas que, a pesar de todo, disfrutaban pasándose a toda la galera. No obstante, corrían un riesgo enorme porque los presos terminan enamorándose de la que se tiemplan y la celan y, por hombría, terminan dándole un navajazo o picándole la cara sencillamente porque miró para otra portañuela o porque alguien le ofreció un trago de café, o porque saludó a otro de los macharranes de la cárcel. Además, si te veían con un hombre, eras objeto de chantaje y tenías que pasarte a toda la prisión. También corrías el riesgo de ser atacado por la loca envidiosa que veía que te habías puesto un buen macharrán y desataba toda una serie de intrigas contra ti; la peor de ellas: podía decir que eras chivato y que trabajabas para los combatientes delatando a los presidiarios. Yo no tuve relaciones sexuales en la prisión; no solamente por 1 22
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precaución sino también porque no tenía sentido; el amor es algo libre y la prisión es algo monstruoso, que lo convierte en algo bestial. De todos modos, yo era también el delincuente que había violado a una vieja, asesinado a no sé cuá atas personas y agente de la CIA. Había llegado, además, en aquel estado de euforia que me produjeron las pastillas que me ton,é; los otros presos no pensaron nunca que yo había intentado suicidarme sino que me había tomado aquellas píldoras para evadirme de aquella realidad; luego supe que las de ese tipo eran muy codiciadas con ese fin. A mí me llamaban allí "el empastillado", porque durante semanas caminé dando tumbos y en el comedor, cuando me daban la bandeT c.... "Nirro°`
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ja con la comida, me iba para atrás y para adelante y la bandeja a veces caía al piso. Pero con el tiempo, se supo que yo era escritor. No sé qué pensaron aquellos presos comunes acerca del significado del oficio pero muchos vinieron a partir de entonces para que yo les redactara sus cartas de amor a las novias o las cartas a sus familiares. Lo cierto es que monté una especie de escritorio en mi galera y allí acudían todos; algunos tenían el problema de que a las visitas venían dos o tres novias a la vez y yo tenía entonces que escribir dos o tres explicaciones diferentes, disculpándome siempre ante todas aquellas mujeres; me convertí en el novio o marido literario de todos los presidiarios de El Morro. Cuando llegaban aquellas mujeres a las visitas y se abrazaban con sus maridos o sus novios, yo me sentía reconfortado, porque gracias a mí se había logrado aquella reconciliación. Muchos presos querían pagarme por aquellos favores, pero el dinero allí no tenía sentido ni permitían tenerlo; la mejor forma de pago fue con cigarros; un buen cigarro era en la cárcel un privilegio. Sólo dejaban pasar una cajetilla cada quince días y era muy difícil obtener del exterior cualquier cosa fuera de lo estipulado, ya que, antes de las visitas y después de ellas, éramos sometidos, desnudos, a una rigurosa requisa. iempre me llamó la atención el hecho de que muchos soldados usaran espejuelos oscuros; la razón la descubrí después y era que algunos se erotizaban; simplemente, los usaban para poder ver los cuerpos desnudos de los presidiarios, para poder verles el sexo y las nalgas sin que los demás guardias o el mismo presidiario lo pudieran notar. Con los espejuelos oscuros podían vacilarnos y nadie sabía para dónde estaba mirando el soldado. Realmente, debía ser un gran placer para aquellos hombres vernos desfilar frente a ellos; a veces la requisa se hacía minuciosa y no sé por qué hacían que nos pusiéra-
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mos en cuatro patas y nos abriéramos las nalgas, y nos levantáramos los testículos y el sexo. Al parecer se temía que pasáramos a la galera algún mensaje, alguna pastilla o cualquier tipo de objeto prohibido; nada se podía pasar y mucho menos dinero. Casi siempre este tipo de inspección se le hacía a los presos jóvenes y bien parecidos. Querían no sólo verlos sino humillarlos, haciéndolos abrirse las nalgas de ese modo, siendo muchachos varoniles. Sin embargo, existía una forma de burlar la requisa; esto lo hacía un grupo de locas expertas llamadas las maleteros. Los reclusos les daban lo que los familiares les habían traído, es decir, cajas de cigarros, algún dinero, pastillas, crucifijos o anillos. Po-
nían todo en una bolsa de nylon, iban al baño y se lo metían en el culo. Algunas tenían una capacidad realmente sorprendente y de esa manera transportaban hasta cinco y seis cajas de cigarros, cientos de pastillas, cadenas de oro y muchos objetos más. Desde luego, por más que se requisara a una maletero, era imposible saber lo que guardaba; se introducían las cosas bien adentro y, una vez que llegaban a su galera, lo primero que hacían era correr al baño y descargarlas. Naturalmente, cobraban diez, veinte y a veces hasta cincuenta por ciento de la mercancía. Pero era un medio seguro. Una vez, una loca a quien le decían la Macantaya se negó a entregar una caja de cigarros que había transportado para unos presos y se armó una gran riña. Supo mantener a los presos a raya con un entizado y además con un pincho. Se formó tal escándalo cuando le picó la cara a uno de los reclamantes, que la enviaron a la celda de castigo. Los presos comunes tienen una especie de memoria recurrente que no perdona a quienes les han ofendido y practican la ética de la venganza. Aquel grupo de presos ¡tiró vengarse de ella y provocó una especie de riña entre ellos mismos, se dieron de puñaladas y fueron a parar a la celda de castigo donde estaba la Macantaya y esa misma noche le cortaron la cabeza, es decir, la guillotinaron. Aquel cuerpo sin cabeza de la loca se descubrió como a los tres días por la peste, porque los combatientes no entran a la celda de castigo y desde lejos se veía a la Macantaya y parecía que estaba durmiendo. Todos estos presos fueron llevados a la fortaleza de La Cabaña y fusilados, porque en El Morro ya no se ejecutaba; de ahí que siempre que la gente era llevada a la celda de castigo se temía que corriera la misma suerte. Esas cuentas a saldar por cuestiones de honor eran incesantes en El Morro. Aquellos delincuentes, que cargaban a veces con varios crímenes serios, tenían una especie de puritanismo exagerado; no perdonaban si otro les tocaba una nalga o les mentaba la ma-
cire. Juraban matar y, generalmente, lo hacían. Lógicamente, cuando un incomunicado se veía en peligro de muerte trataba de• que lo cambiaran a otra galera y a veces lo lograba. Entonces, el
que había jurado venganza se las arreglaba para vigilarlo y esperaba una oportunidad en que coincidieran en la visita, en el comedor o en la azotea el día de sol y lo mataba en la primera oportunidad clavándole un pincho o una navaja. En una ocasión que era día de visita, estaba yo en la fila y había un preso con el cual había hablado unas palabras. Todo sucedió tan rápidamente que apenas me di cuenta. Llegó otro, sacó un enorme pincho y lo clavó en el pecho del que estaba junto a mí, el cual se llevó la mano al corazón, se dobló y cayó muerto. Lo que más me sorprendió fue el rostro del asesino y la actitud que éste cobró una vez cumplida su venganza: quedó como estático y con el pincho entre las manos. Un guardia se acercó y lo desarmó sin que hiciera ningún ademán de resistencia; estaba corno hechizado. Supongo que después lo fusilaron. Los actos de violencia de los presos eran a veces contra sí mismos; en una ocasión amaneció en mi celda un joven ahorcado. Dijeron que tenía problemas políticos y que se había vuelto loco; pero no era para menos estando allí: hasta yo creo que él estaba medio loco. Lo raro fue que pudiera ahorcarse en una galera con doscientas personas. Probablemente, algún grupo de enemigos lo mató quizá por problemas sexuales, pues era un joven bien parecido; y después lo ahorcaron para que pareciera un suicidio. También en estos casos de aperente suicidio estaba, a veces, la mano larga del Estado. Allí, en nuestra celda llena de presos comunes, había gente de la Seguridad del Estado; era difícil poder descubrirlos, pues a veces se pasaban un año recibiendo golpes y viviendo en medio del excremento, como nosotros, y luego resultaban ser oficiales de la Seguridad, que estaban allí para informar sobre cualquier actividad política que tuviéramos los presos en la cárcel. A veces también perseguían a algún enrejado en particular que había sido puesto en la celda de los comunes, pero se cargaba sobre sus espaldas un historial político como era, por ejemplo, mi propio caso. Más adelante descubrí a algunos de estos oficiales; eso ocurrió cuando yo estaba en la galera de los trabajadores. Algunos de esos reos, misteribsamente, no iban a dormir a la galera y los guardias no se sobresaltaban por eso; me di cuenta de que esas noches les daban permiso para ir a ver a sus familias. Aquellos seres eran tenebros6s porque podían matar a cualquiera allí mismo de un navajazo. Nadie imaginaba que podía ser un oficial de la Seguridad del Estado, por el contrario se creía que se trata-_ ha de un, prisionero cualquiera que clavaba un cuchillo a otro; una vez que asesinaba, era sacado de la fortificación, supuestamente para ser ajusticiado y no le volvíamos a ver más; seguramente era ascendido de teniente a capitán o algo por el estilo. Pero también había gente que se suicidaba. Este fue el caso de la Maléfica, una loca negra que se estiraba las pasas allí, en medio de la cárcel; tenía una cara horrible. Dicen que había matado a algunas personas; se burlaba de todo el mundo y no respetaba ni a los guardias, por lo que, desde luego, era tratada a patadas y bayonetazos. La Maléfica sacó un día a la hora de comer un pincho que durante más de un mes había afilado contra el piso de temen- = NOVIEMBRE 1992 EXCESO
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to; todo el mundo pensó que iba a matar a alguien, pero ella dijo que no se le acercara nadie, dio un giro con el pincho y se cortó el cuello. Un autodegollamiento; nunca volveré a ver un acto como aquél. Se desangró en el patio de la prisión, mientras las otras locas armaban un alboroto enorme. Mientras se desangraba, seguía girando con el pincho y gritando que no se le acercara nadie, hasta que cayó muerta. Los combatientes se divirtieron y se rieron bastante aquel día; después arrastraron 'el cuerpo ensangrentado y se lo llevaron, supongo que para enterrarlo. Los guardias eran personajes sádicos que tal vez habían sido escogidos por ese mérito para que trabajaran allí, o tal vez se habían vuelto sádicos en aquel ambiente. Gozaban maltratándose. Había un oriental de unos veinte años que se erotizaba golpeando a los presos, pero lo hacía de manera tan evidente que incluso se agarraba el miembro. Era impresionante ver aquel falo enorme irguiéndose por debajo de la tela del pantalón mientras un preso era pateado. En ocasiones en que, por ejemplo, encontraban un arma en una galera, los combatientes pretendían que los penados dijeran a quién pertenecía. Lógicamente nadie decía una palabra porque aquello le podía costar la vida. Entonces el castigo era colectivo y, verdaderamente, draconiano. Nos llevaban para el patio y allí nos obligaban a bajarnos los pantalones y un guardia con un palo nos empezaba a dar estacazos en las nalgas o en la espalda hasta que se cansaba de hacerlo. I.os hombres se contenían y no gritaban, pero las locas gritaban desaforadamente mientras eran apaleadas. El oriental de la pinga grande se erotizaba viendo aquello; yo creo que eyaculaba. Cuando nos daban aquellas palizas era únicamente cuando se podía dormir, porque nadie tenía ánimo para ponerse a hablar; estábamos molidos a golpes.
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Cuando nos daban aquellas palizas era únicamente cuando se podía dormir, porque nadie tenía ánimo para ponerse a hablar; estábamos molidos a golpes
ara sobrevivir, un preso llamado Camagüey se las ingenió en El Morro para tener un anzuelo que lanzaba con bolitas de pan por el hueco de la claraboya que quedaba al lado de mi cama y pescaba gorriones, al parecer tan hambrientos como nosotros; a veces pescaba algún totí o una golondrina; era un pescador de pájaros que pescaba en el aire en vez de en el mar. Camagüey tenía un arte especial para llevarse bien con todo el mundo y ser respetado; quizá pbrque había intentado irse de Cuba como cinco veces y siempre fue capturado. El caso es que él preparaba aquella sopa de gorriones y nadie lo molestaba; ni siquiera los mandantes. Tenía tacto para sobrevivir y sentido del humor, y yo disfrutaba de sus sopas de gorriones que mucho me ayudaron. o t bien .n la carcei, si en no tuve relaciones sexuales con nadie, como antes he dicho, sí tuve un romance platónico con Sixto, un negro oriental que era cocinero. Algunos decían que era un asesino, pero otros decían que lo que había matado eran unas cuantas vacas clandestinamente. Sixto me tomó aprecio y cuando termina-
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ba la faena en la cocina me invitaba a comer. Yo considero que él era, casi seguramente, un asesino, porque esos cargos no se los daban a personas que no tuvieran carácter; un asesino que tuviera varios muertos encima era la persona ideal para repartir la comida en la cocina; era implacable y honesto y no le daba ni un grano más de arroz a nadie aunque lo amenazaran de muerte. Sixto se sentaba en la litera a hablar de cualquier bobería; me tomó cariño y yo también, pero nunca me propuso nada; ni siquiera un disparo, que era una especie de relación sexual, muy común en la prisión, que se realizaba como por telepatía mutua. Consistía en algo misterioso, imposible casi de descubrir; dos per-
sonar se ponían de acuerdo para realizar el disparo; el pasivo se bajaba los pantalones en la litera y el activo, desde una distancia considerable, se masturbaba y cuando eyaculaba, el pasivo se tapaba las nalgas; Sixto nunca me pidió hacerlo. Cuando salí de El Morro supe que lo habían matado con un enorme cuchillo de cocina por una disputa, creo que fue uno que había sido cocinero y al cual Sixto le negó otro cucharón de sopa. No vi la muerte de Sixto pero sí vi la de Cara de Buey, que era un bugarrón famoso en El Morro; creo que estaba preso por haber violado a unos muchachos. Incluso se decía que había violado a unos niños y los había metido en unos tanques de cal, para que no se quejaran ante sus padres. Cara de Buey parece que esperaba una sentencia de muerte, pero los tribunales en Cuba a veces se demoran hasta para otorgarle la muerte a alguien. Como era uno de los presos respetables de allí, dirigía la cocina y también el baño; se ponía detrás de un murito a la hora en que los reclusos se iban a bañar y se los vacilaba a todos; algunos presos se quejaban y decían que Cara de Buey se hacía pajas mientras ellos se bañaban. Era cierto que lo hacía, yo pude verlo una vez; era viejo ya, pero tenía una pinga enorme. Su único placer era mirar y masturbarse; eso le costó la vida, pues otro galeote lo sorprendió masturbándose a su costa y lo mató en la cocina, clavándole un pincho por la espalda. Conmigo Cara de Buey también fue una buena persona. Nunca habló de asesinatos o de crímenes de ningún tipo; me hablaba de su mujer, pero nadie venía a visitarlo. No era un hombre violento; su único momento de exaltación era en el Inflo cuando, mirando las nalgas de los otros hombres, se hacía la paja. Cara le salió la paja aquélla a Cara de Buey, pero es que el placer sexual casi siempre se paga muy caro; tarde o temprano, por cada minuto de placer que vivimos, sufrimos después años de pena; no es la
venganza de Dios, es la del Diablo, enemigo de todo lo bello. Pero lo bello siempre ha sido peligroso. Martí decía que todo el que lleva luz se queda solo; yo diría que todo el que practica cierta belleza es, tarde o temprano, destruido. La gran Humanidad no tolera la belleza, quizá porque no puede vivir sin ella; el horror de la fealdad avanza cada día a pasos acelerados.
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ablando de belleza, recuerdo a un muchacho que había en El Morro que era la belleza perfecta. Tenía unos dieciocho años y, según él, estaba preso por desertar del Servicio Militar, pero otros decían que había traficado con drogas o
que había violado a la novia, lo cual era absurdo, porque aquel muchacho no tenía necesidad de violar a nadie; más bien él incitaba a ser violado por todo el mundo. El Niño, le decían; quizá por su piel tersa, sus cabellos ondulados y su cara, donde el espanto no parecía haber dejado ninguna huella. No participaba en ninguna relación sexual; se mostraba distante y, a la vez, amable; pero aquellos presos no podían permitir tanta belleza dentro de aquel horror. Los mandantes trataron de ganárselo y no lo lograron; eso ya era un riesgo. El Niño dormía en la fila de literas opuesta a la mía. Era para mí un gran placer poder contemplar aquella figura, aquellas piernas tan bien moldeadas. Me imagino que él sabía el peligro que representaba ser tan hermoso en aquel lugar; cuando se acostaba era como un dios. Un día, a la hora del recuento, el Niño no se levantó; mientras dormía, le habían clavado un fleje que le había atravesado la espalda y le había salido por el estómago. Los flejes eran unas varillas de metal que fabricaban los presos; unos alambres gruesos. Alguien vino por debajo de lá litera, que era una simple lona, y se lo enterró. Nadie sintió ningún grito, así que parece que murió rápidamente. A lo que más temían los presos era a ese tipo de muerte traidora, que se practicaba mientras uno dormía y por la espalda. Casi siempre respondía a alguna venganza, pero el único delito de aquel muchacho era saber sonreír con aquella boca tan perfecta, tener un cuerpo maravilloso y una mirada casi inocente. Llegó el verano y se desató aquel calor intolerable. El calor en Cuba siempre es intolerable; húmedo, pegajoso. Pero cuando se está en una prisión marina sin ventilación y con tantas personas encerradas en un mismo recinto, el calor es algo horroroso. Desde luego, los caránganos y las chinchas se reproducían a una velocidad terrible, las moscas nublaban el aire y la peste a mierda se volvía aún más espantosa.
Afuera se celebraba el carnaval de 1974 a lo largo del Malecón de La Habana; la fiesta que Fidel había convertido en su propio homenaje y era efectuada alrededor del 26 de julio. Todos allí querían poder salir de aquel lugar y tomarse una cerveza y bailar al son de aquellos tambores; era la máxima dicha a la que aquellos hombres podían aspirar y, sin embargo, muchos de ellós no podrían disfrutar de aquello jamás. Dentro de la celda de las locas se organizaba un pequeño carnaval, con música de tambores confeccionados con pedazos de madera o de hierro. Rumbeaban en aquel espacio calenturiento y una de ellas remataba el espectáculo cantando Cecilia Valdés; lo hacía muy bien y su voz de soprano retumbaba en la prisión cantanto: Sí... Yo soy Cecilia Valdés. Realmente hubiese sido la estrella de cualquier zarzuela. Los presos quedaban impresionados escuchando a aquella loca, que decía llamarse Ymac Sumac. Gonzalo Roig se hubiera sentido orgulloso de tener una intérprete tan destacada. Aquella comparsa duraba hasta la madrugada, cuando los combatientes irrumpían en la galera de las locas y las acallaban a estacazos, terminando el festejo. A Ymac Sumac la sacaron una vez ensangrentada; dicen que una loca envidiosa, que también quería hacer la Cecilia, pero que no tenía aquella voz, le dio una puñalada. No la volvimos a ver nunca más. Yo llevaba seis meses en El Morro y no se me había citado para juicio; otros llevaban más de un año, y tampoco. Un día me llamó un combatiente y me dijo que saliera a las rejas; yo salí sin saber para qué podían llamarme. Me llevaron escoltado a un pequeño cuarto donde estaba mi madre, que había logrado que la autorizaran a entrar para verme. Se acercó y me abrazó llorando; me tocó el uniforme de preso y me dijo: "¡Qué tela tan gruesa; qué calor debes estar pasando!". Aquello me conmovió más que cualquier otra exclamación; siempre las madres tienen ese encanto secreto de tratarlo a uno como a un niño. Nos abrazamos en silencio y lloramos los dos; en ese momento aproveché para decirle que fuera a ver a mis amigos y les advirtiese que tuvieran cuidado con los manuscritos míos que tenían guardados; ella me prometió visitarlos. No podía contarle lo que era aquel lugar y le dije que me sentía muy bien allí y que, seguramente, pronto me sacarían de aquella celda, que no fuera más a verme, y esperara a que me sacaran de allí. Cuando se puso de pie, me di cuenta de cómo había envejecido en aquellos seis mieses; su cuerpo se veía desmoronado y su piel ya no tenía consistencia. Siempre pensé que, en mi caso, lo mejor era vivir lejos de mi madre para no hacerla sufrir; tal vez todo hijo debe abandonar a la suya y vivir su propia vida. Desde luego, son dos egoísmos en pugna; el de aquélla que quiere que seamos de acuerdo con sus deseos y el nuestro queriendo realizar nuestras propias aspiraciones. Toda mi vida fue una constante huida de mi madre; del campo a Holguín, de Holguín a La Habana; luego, queriendo huir de La Habana al extranjero. No quería ver el rostro decepcionado de mi madre ante la forma en que yo llevaba mi vida; sus consejos, aunque prácticos y elementales, eran indiscutiblemente sabios. Pero yo sólo podía abandonarla o convertirme en ella misma; es decir, un pobre ser resignado con la frustración y NOVIEMBRE 1992
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sin instinto de rebeldía y, sobre todo, tendría que ahogar mis deseos fundamentales. Aquel día, cuando mi madre se marchó, sentí la soledad más grande de mi vida; cuando entré a la galera los presos empezaron a pedirme cigarros, pero vieron en mi cara tanto desasosiego que hasta los mismos' criminales hicieron silencio. Cuando llegué a la litera me di cuenta de que alguien me había robado el ejemplar de La Ilíada; era inútil que yo tratara de buscarlo, pues lo más posible era que Homero ya se hubiera convertido en humo. Al día siguiente por la mañana, gritaron mi nombre en la reja y me dijeron que tenía cinco minutos para presentarme con todas mis pertenencias. Los presos se arremolinaron alrededor de mi litera y hacían conjeturas; unos decían que me iban a dar la libertad, otros me gritaban que me iban a mandar .para una cordillera a trabajar en una granja, los demás decían que me iban a llevar para una prisión abierta o para La Cabaña. En realidad, lo que querían era que yo repartiese lo poco que tenía; la almohada, el jarro o la botella de agua. Camagüey se acercó y me dijo que a esa hora no llamaban a nadie para darle la libertad y que, además, a mí no me habían celebrado aún el juicio, que tampoco creía que me llamaran para llevarme a una cordillera porque para eso siempre llamaban a varios presos juntos; me dijo que creía que me iban a llevar para la Seguridad del Estado. Era un hombre sabio. Me despedí de los conocidos y repartí mis cosas. En momentos como aquéllos siempre se produce en la cárcel un estado de euforia y tristeza, porque a esa persona que se va, probablemente, no se le vuelve a ver más. Sin darme ninguna explicación, me llevaron escoltado hasta una celda de castigo y, una vez frente a ella, el oficial que me conducía me dio un empujón, mc metió en ella y se marchó. Ese era el peor lugar de toda la prisión; allí iban a parar los asesinos más recalcitrantes en trámite de ser fusilados; a los que estaban allí les esperaba el palito, que era como le decían los presos al palo del paredón de fusilamiento al que eran amarrados. Aquella celda era un sitio sórdido, con piso de tierra, y donde no podía ponerme en pie porque no tenía más de un metro de alto; la cama era una especie de camastro de hierro sin colchón, las necesidades fisiológicas había que hacerlas en un hueco y no tenía ni un jarro para tomar agua. Aquel sitio era como el centro de abastecimiento de los caránganos y las pulgas; aquellos insectos se lanzaron sobre mí para darme la bienvenida. En El mundo alucinante yo hablaba de un fraile que había pasado por varias prisiones sórdidas (incluyendo El Morro). Yo, al entrar allí decidí que en adelante tendría más cuidado con lo que
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Me llevaron escoltado hasta una celda de castigo y, una vez frente a ella, el oficial que me conducía me dio un empujón, me metió en ella y se marchó. Ese era el peor lugar de toda la prisión; allí iban a parar los asesinos más recalcitrantes en trámite de ser fusilados
escribiera, porque parecía estar condenado a vivir en mi propio cuerpo lo que escribía. El primer día nadie vino a visitarme ni a traerme ningún tipo de alimento; como casi todos allí irían muy pronto al paredón de fusilamiento, no había mucho interés en alimentarlos. No era 1 26
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posible ni quejarse; era la incomunicación y la desesperación absolutas. A los dos días me trajeron algo de comer e hicieron un recuento; esto era absurdo en aquellas celdas completamente seguras; nadie, en realidad, podía haber escapado de allí. Había un preso que cantaba día y noche imitando la voz de Roberto Carlos a la perfección. Aquellas canciones tan tristes habían sido como himnos para el pueblo de Cuba; de alguna manera se convertían en gritos personales para cada uno. Y ese preso cantaba con más autenticidad y con más dolor que el propio Roberto Carlos. Al cabo de una semana, el mismo oficial que me había traído a aquella celda de castigo, abrió la celda y me dijo que lo acompa-
ñara. Recorrimos el mismo camino que una semana antes y me llevó hasta una oficina donde había un teniente llamado Víctor, el cual se puso de pie y me dio la mano. Me dijo que lamentaba que yo me encontrase en aquella celda, pero que me habían aislado porque me iban a hacer toda una serie de preguntas y que consideraban que era mejor mantenerme incomunicado para no llamar la atención de los presos. Yo me di cuenta, inmediatamente, de que todo aquello de llevarme a El Morro no había sido más que un paripé; que querían confundir a la opinión pública extranjera convirtiéndome en un preso común pero, a la vez, someterme a los interrogatorios de la Seguridad del Estado. Sabía, por los amigos míos que habían estado en manos de la Seguridad, lo que eso significaba: torturas, humillaciones de todo tipo, interrogatorios incesantes hasta que uno termina delatando a los amigos; no estaba dispuesto a eso. El oficial siguió hablando, siempre con un tono amable. Dijo que estaba allí para ayudarme y que de acúerdo a mi comportamiento se extendería o no mi estancia en la celda de castigo. Se ponía de pie y caminaba por el recinto; se rascaba los testículos. Me imagino que sabía que yo era homosexual y rascarse los testículos delante de mí era dar una prueba de su hombría, era como decirme que el macho era él. Víctor tendría unos treinta años, era alto, buen mozo; era para mí un gran placer verlo caminar, mientras hacía aquel gesto; en realidad era un verdadero homenaje, y más teniendo en cuenta que yo llevaba más de seis meses sin realizar ningún acto sexual. Cuando me trasladaron a la galera, a pesar de mi debilidad, pude masturbarme con aquella imagen agradable: Víctor con sus manos en los testículos se me acercaba, se abría la portañuela y yo comenzaba a mamarle el sexo. Esa noche dormí plácidamente.
urante una semana Víctor vino todos los días a El Morro a interrogarme y a sobarse los testículos mientras lo hacía. La Seguridad del Estado estaba interesada en saber cómo había sacado yo mis manuscritos y el comunicado a la Cruz Roja Internacional, a la ONU y a la Unesco. Mis amigos Margarita y Jorge habían llevado a cabo una gran campaña en la prensa francesa para denunciar la situación en que yo me encontraba. En el diario Le Figaro había salido una nota donde se decía que yo había desaparecido desde hacía cinco meses; la Seguridad quería saber quién se había comunicado con ese periódico, quiénes eran mis amistades en Cuba y en el extranjero. Yo tenía unas gomas de automóvil en mi cuarto y también unas cámaras; mi tía me denunció por ello a la policía cuando hicieron el registro de mi habitación. Tener un objeto flotante era ya una prueba de que uno quería irse del país, lo cual podía significar ocho años de cárcel. Mi caso era complejo. Según decía Víctor, una noche, mientras yo estaba prófugo, habían explotado una mina y un joven se había hecho pedazos; creían que había sido yo. Sabían de mi viaje a Guantánamo y querían que dijera quién me había ayudado a llegar hasta allá. En fin, si yo confesaba, iba a delatar a más de quince o veinte amigos míos que se habían sacrificado por mí; yo no podía hacer eso. Por lo cual, a la semana de haberse iniciado los interrogatorios, decidí otra vez intentar el suicidio, en aquellas galeras de castigo donde no había ni cuchillas ni cordones de zapatos; dejé de comer pero el organismo resiste infinitamente, y muchas veces triunfa. Una noche rompí el uniforme, hice una especie de soga con él y me colgué agachado de la baranda de hierro de la cama. Estuve colgado como cuatro o cinco horas; perdí el conocimiento, pero parece que yo no era muy práctico en esto de ahorcarme y no logré morir. Los soldados me descubrieron, abrieron la celda y me bajaron de allí, tirándome en el piso; vino el médico de la prisión, que era el mismo que me había atendido seis meses antes cuando me había tomado las pastillas, y me dijo: "Tienes mala suerte; no lo lograste". Me sacaron en una camilla. Yo estaba desnudo y los soldados hacían chistes acerca de mis nalgas; decían que por ellas podía pasar cualquiera. Realmente, no estaban malos aquellos soldados; eran bugarrones todos y me tocaban las nalgas, mientras los presos que estaban en la celda de los condenado¿ a muerte se reían. Estuve como dos horas en el piso frente a la celda de aquellos sentenciados al paredón y, pasado ese tiempo, todos estaban eufóricos; alguien enseñaba el culo, alguien estaba tirado, desnudo, frente a ellos. Finalmente, me llevaron al hospital; me pusieron sueros y me suministraron medicamentos. Al día siguiente, se me acercó aquel médico, que era un hombre bastante cruel, para decirme que no creía que yo estuviera allí en El Morro muchos días, porque la Seguridad del Estado no quería suicidios antes de las confesiones. En efecto, al tercer día vino Víctor con dos oficiales más; me ordenaron ponerme de pie y acompañarlos. Salimos de El Morro. Afuera abordamos un carro del G-2, absolutamente escoltado por soldados armados y atravesamos rápidamente toda La Habana. U
9
Francia en libre y Alemania en femenino se coronaron campeones en las Olimpíadas que se celebraron en Salsomaggiore, Italia. La delegación venezolana no estuvo a la altura de las expectativas de la F.V.B. El equipo de mujeres se clasificó
17 en su grupo de 20, y realmente los directivos de la Federa-
ción tienen que tomar medidas para que no se repita semejante actuación. El equipo Open llegó 1 9 en su grupo de 30. Si hacemos una clasificación general de los dos grupos Open vemos que nuestro equipo llegó de 38 en un campo total de 60 equipos. Aquí también la Federación tiene que tomar medidas para que en el futuro no salgan al exterior equipos que no estén suficientemente preparados para competir a nivel internacional. La mano que vemos a continuación fue jugada por Claudio Caponi en el torneo de cate-
V.
goría mixta. El contrato 3ST y la salida fue la J de
El tema de la
mano es que para ganar 12 bazas hay que jugar de una manera que
los adversarios no puedan cuidar dos colores que ambos protegen. Este tipo de squeeze se llama Compound Squeeze y su ejecución es
rara,
por lo difícil de reconocer el tipo de
4
squeeze.
Al OX
V 8XXX + JXXX do K10 QXX
J9XXX
V o 09X
♦
♦ XX JXXX
AX QX Q98X
4 KX V KQX ♦ AK1 OXX 4 AXX Este ganó la salida con el As de r y volvió T. Claudio ganó con el K y podía contar 11 bazas: dos 4, dos II, cinco ♦ y dos 4. Claudio prosiguió de la siguiente manera: cobró cuatro ♦ , mientras que los oponentes descartaban cada uno dos ♦ , un y un 4 y el muerto descartaba sus ♦ . Ahora jugó la Q de T, Oeste y el muerto jugaron mientras que Este seguía con 4. Ahora siguió con As y K de 9 quitándole a Oeste todas las 4 de la mano.y finalmente cobró el último ♦ sobre el cual Oeste descartó un 4 para no afirmar el V del muerto, el muerto botó el 11 que ya no tenía ninguna utilidad y Este para cuidar la 9 tuvo que liberarse de un 4. Claudio siguió con K y As de 4 y el último de la mano se le había afirmado. Es interesante hacer notar que ningún otro orden del juego de las cartas permite que se produzca este final. Felicidades partner por haber visualizado y ejecutado perfectamente esta mano. Saludos a todos. .
•
Steve Hamaoui M.I.
414 +11111. dtb
II•111)
II* V
NOVIEMBRE 1992 EXCESO
1 27
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