Galera #35

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GALERA Intelectual y frĂ­vola










editorial cursi

EL FRASCO

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Frente a su clase, un profesor de Filosofía tomó un frasco de mermelada vacío y lo llenó con pelotas de golf. Les preguntó a los alumnos si el frasco estaba lleno y ellos dijeron que sí. Luego, vertió muchas canicas en el frasco y éstas se acomodaron entre las pelotas de golf. El profesor volvió a preguntarles a los alumnos si el frasco estaba lleno y ellos volvieron a decir que sí. Acto seguido, el filósofo vació una cajita de arena en el frasco y todos vieron cómo se colmaban los espacios vacíos, con lo cual se volvió a oír la pregunta al aire y la respuesta fue otra vez afirmativa. Después, el profesor agregó dos tazas de café al contenido del frasco y se siguieron cubriendo los espacios vacíos entre la fina arena. Los alumnos se rieron. El profesor dijo: “El frasco representa la vida. Las pelotas de golf son las cosas importantes: la familia, la salud, los amigos o aquello que nos apasiona. Las canicas representan las otras cuestiones relevantes, como el trabajo o la casa. La arena es lo que llamamos ‘las pequeñas cosas’. Si primero vertiéramos la arena en el frasco, no habría espacio para las canicas ni para las pelotas. Lo mismo ocurre con la vida: si gastamos todo nuestro tiempo en las pequeñas cosas, no habría lugar para lo más importante. Por eso, establezcan vuestras prioridades ya que el resto sólo es arena”. Un alumno preguntó qué representaba el café. El profesor contestó: “Esperaba esa pregunta… Es para demostrarles que siempre hay lugar para tomarse un café con un amigo”.

lo sublime, lo indigno o lo soso a galera@intelectualyfrivola.com

quiénes somos Propietario y director comercial Marco Simeone marco@intelectualyfrivola.com Director editorial Esteban Feune de Colombi esteban@intelectualyfrivola.com Director de arte Juan Moreno juan@intelectualyfrivola.com Coordinación Andra Sitt andra@intelectualyfrivola.com Colaboran Wally Diamante, Facu Garayalde, Marcelo Setton (foto Top 5 visitante), Andy Cherniavsky (foto El manifiesto), Iuri Izrastzoff (fotos Casas de Buenos Aires), Urko Suaya (fotos Trastienda de tapa), Malena Gagliesi (ilustración François Coty), Nico Hardy (foto De la Galera), Mariano Martiarena (foto Prode) y Javier Velasco (Grandes vestimentas). Muchas gracias Carmen Dell’Orefice, Dolores Fonzi, Violeta Urtizberea, Marcela Naón, Germán Martitegui, Roger Waters, Ximena Caminos, Alan Faena, La Mona Jimenez, Lorena Aznar, Diego Romero, Jazmín Llambías, Teresa Frías, Maia Guemes, Mercedes Corte, Martín Cabrales, Pablo Sartori, Guillermo González Taboada, Fernando Farré, Leonardo Molina, Santiago Satz, Gisela Casella, Joaquín Gotlib, Claudia Akian, Aníbal Ohanian, Matías Garda y a todos los que nos conocen, miman y soportan. Galera se consigue en: Novecento, Hotel Faena, Tea Connection, Tienda Malba, Felix, Ruth Benzacar, Pic Nic, Milagros Deco, Isidro Miranda, Kabinett, Il Ballo del Mattone, Proa, El Postigo, Miau Miau, Roho, Nucha, Crespín, Florencio, Fundación Proa, Laura O y Farinelli.

Número 35, marzo 2012 Tirada: 10.000 ejemplares Foto de tapa: Urko Suaya. Concepto y prod. gral.: Marcela Naón. Estilismo: Valeria Polnoroff. Peinado: Diego Impagliazzo. Maquillaje: Verónica Momenti. Prensa y relaciones públicas Grupo Mass PR info@masspr.net Impresión Akian Gráfica Editora Clay 2992 / 4773-6245 Distribución y logística Intersexion SRL inter-sexion.com.ar GaleraGalera @GaleraGalera

Galera Intelectual y Frívola es una publicación de Marco Simeone (CUIL 20-93923078-6), French 3112 (Ciudad de Buenos Aires). Las opiniones de los entrevistados y los artículos no reflejan necesariamente a opinión de quienes hacen Galera Intelectual y Frívola. Se prohíbe la reproducción parcial o total del contenido publicado en esta edición. Hecho el depósito que marca la ley 11.723.

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Hace un mes murió el grandísimo actor sueco Erland Josephson, a quien vemos en esta foto abrazando a Liv Ullmann en un alto del rodaje de Escenas de la vida conyugal, la famosa película del director Ingmar Bergman, quien también aparece en la imagen junto al actor Henning Moritzen.


ciencias sociales

Mariana Cortés en el desfile de su marca, Juana de Arco.

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Antonella Graef, Sol Acuña, Josefina Helguera y Florencia Gubler en la presentación de colección de Rapsodia.

Marina y Anna en la presentación de la colección de Jackie Smith.

Eva Bomparola y Juan Pons junto a sus hijos, Esmeralda y Beltrán, en la presentación de su desfile en el BAF.

Eugenia Suárez en el desfile de Uma.

Lucía Celasco en la presentación de colección de AY Not Dead en el BAF. Gastón Dalmau en FILA House.

Esmeralda y Dolores Mitre en la presentación de nueva colección de Chocolate.

Inés Peralta Ramos y Milagros Resta en el BAF.

Azucena Coude en el desfile de Rapsodia.

Federico Moyano y Romina Lanaro en el evento de Chandon Délice.

Alan Faena en la instalación del brasileño Ernesto Neto.

Belén Bergagna lookeada para Rapsodia.


Catherine Fulop en el desfile de Evangelina Bomparola en el BAF.

Paloma Cepeda en el desfile de Uma. Diego Romero y Marío Testino en el lanzamiento de la nueva temporada de AY Not Dead.

Leo Sbaraglia en el jardín flotante de Chandon Délice.

Camila Costantini en el desfile de UMA en el BAF.

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Constanza Saravia y Luisina Lamanna desfilaron para Evangelina Bomparola en el BAF.

Caterine Roemmers en el desfile de Evangelina Bomparola.

Vera Spinetta en el lanzamiento de colección de Uma en el BAF.

Gaba Esquivel junto a las modelos de Chocolate, Micaela De Lo y Florencia De Verve, en la previa del desfile en el BAF.

Chino Darín en la presentación de Chandon Délice. Botinetas Red by Maria Cher. Eugenia Rebolini y Carlos Entenza en la primera fila de Chocolate.

Julia Tonconogy y Michelle Cameron en el genial desfile de Vitamina.

Andrea Martínez, Lila Cutin, Mora Furtado, Abril Pereyra Lucena y Sol Larrosa en el desfile de Rapsodia en La Rural.


visionario

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E

l francés Joseph Marie François Spoturno Coti pasó a la historia con el nombre de François Coty. Ya que hablamos de historia, la suya fue la del imperio que bautizó con su apellido y que, a la hora de su muerte –a los 60 años, en 1934–, era líder en cosmética y fragancias en Europa, América y Asia. Huérfano y de educación modesta, de joven Coty trabajó en una mercería, adonde cosechó la suficiente experiencia para afirmar: “Sé muchas cosas sobre las mujeres que la mayoría de los hombres desconocen”. Confiando en su olfato y luego de inefables peripecias, en 1904 creó La Rose Jacqueminot, su primera obra maestra, que inició un camino de éxitos que atrajo tanto a la aristocracia como a las clases bajas y que hoy sigue conquistando el mercado a través de alianzas con estrellas como Lady Gaga o Kate Moss. Hay un dato escalofriante: en 1925, ¡36 millones! de mujeres usaban polvos Coty en sus caras. Para ese entonces, François, de carácter napoleónico, coleccionaba casas y amantes.


Nacha Guevara

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ijo Martín Caparrós en una entrevista reciente en el diario Perfil: “El fútbol argentino es como Argentina, un país que decidió volcarse a la exportación de materia prima; nosotros exportamos carne de futbolista como soja para los chanchos chinos. Como resultado de eso, los que juegan en el campeonato local son los pibes que todavía no descubrieron, los viejos que están de vuelta o los mediocres que nadie va a comprar”.

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pesar de que su origen es incierto, se cree que la palabra “falafel” (del sánscrito “pimiento”) proviene de India, país en el que se cocinó por primera vez en un pan con especias muy amargas. Al estilo de Oriente Medio, el falafel está hecho con habas, garbanzos o con una combinación de ambos. Lo que lo diferencia de otros platos similares es que esos elementos no se cuecen sino que se ablandan en agua y luego se trituran, mezclados con ajo y una buena cantidad de perejil, para formar una pasta. Después, con esa pasta se hacen unas bolas achatadas que se fríen en aceite.

se llama, en realidad,

Clotilde Acosta.

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nte la pregunta “No podría vivir con alguien que no sepa: ¿...?”, formulada en nuestra página en Facebook, nos contestaron, entre otras cosas, lo siguiente: 1) Coger; 2) Coser y bordar; 3) Escuchar; 4) Usar los cubiertos adecuadamente; 5) Mentir; 6) Relacionarse desde la honestidad y la lealtad; 7) Leer ni tender la cama; 8) Dónde poner las tildes; 9) Confiar; 10) Reír; 11) Quien soy; 12) Cuándo silenciar su ego; 13) Escuchar y compartir; 14) Reírse de sí; 15) Jugar; 16) ¡Chapar como la gente!

patadas de chancho

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icen los que saben que se mandan 250.000 millones de mails por día en todo el mundo. Dicen los que saben que el croissant nació en Viena, no en París. Dicen los que saben que los panchos más ricos se comen en Blancanieves. Dicen los que saben que mejor, en bici. Dicen los que saben que Ennio Morricone es un jugadorazo de ajedrez. Dicen los que saben que Fogwill creó el slogan “el sabor del encuentro”. Dicen los que saben que Charlotte Free, la modelo de la melena fucsia, es la cara de la nueva campaña de Complot. Dicen los que saben que Latinoamérica la rompe. Dicen los que saben que no soportamos a quienes no soportan el calor. Dicen los que saben que basta de electrodomésticos y más libros. Dicen los que saben que el mejor gin & tonic se hace con Tanqueray Ten y agua tónica Cunnington. Dicen los que saben que al final te la hacen pagar. Dicen los que saben que el Viagra prolonga la vida de ciertas plantas. Dicen los que saben que la “nomofobia” es el miedo a estar sin celular. Dicen los que saben que las aceitunas curan las náuseas. Manténganse atentos a lo que dicen los que saben.

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odríamos, para olvidarnos un rato de las certezas e instalarnos quizá en un limbo inspirador y misterioso, como todos los limbos, recordar y recitar este poema de Alejandra Pizarnik: “Dice que no sabe del miedo de la muerte del amor / dice que tiene miedo de la muerte del amor / dice que el amor es muerte es miedo / dice que la muerte es miedo es amor / dice que no sabe”.


top cinco visitante

ÉSTE ES EL DELICIOSO QUINTETO DE RECOMENDACIONES DEL CHEF GERMÁN MARTITEGUI, QUIEN LLEVA ADELANTE LAS PROPUESTAS GASTRONÓMICAS DEL CLÁSICO OLSEN –QUE ESTÁ CELEBRANDO SU PRIMERA DÉCADA DE VIDA– Y DEL FABULOSO TEGUI.

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UN INGREDIENTE: Me quedo sin lugar a dudas con la fleur de sel porque se trata de la mejor sal del mundo y porque mejora el sabor de cualquier ingrediente.

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UNA PLAYA: No hay como Koh Samui, en Tailandia. ¿Por qué? Gracias a sus aguas transparentes y sus playas desiertas, pasé una de mis mejores vacaciones.

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UNA CIUDAD: Mi voto va para San Francisco. Allí se encuentran, según mi opinión, los mejores restaurantes en medio de una vida cultural increíble.

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UN GUSTO DE HELADO: El sorbete de cacao amargo no te cansa nunca y se come a cualquier hora.

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UN DISCO: Nightclubbing, de Grace Jones. Después de ¡30 años! (el disco es de 1981), parece grabado ayer.


I

ncreíble es el desembarco en Argentina de la marca de diseño italiana Tecno, que llega con sus geniales sillas y sus mesas innovadoras.

N

o se pierdan Patience, una película dirigida por Grant Gee y basada en el libro Los anillos de Saturno, del gran, grandísimo Sebald.

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hocolate, una de las marcas de moda líderes del mercado argentino, cumple tres décadas de vida, así que ¡feliz cumpleaños!

O

h, oh, oh. Para el libro Guinness, el nepalés Chandra –72 años, 14 kilos y ¡54 centímetros de altura– es el “nuevo” hombre más pequeño del mundo.

top cinco residente

C

alma, hasta el 17 de junio tienen tiempo de visitar en Fundación Proa Aire de Lyon, una exposición curada por Victoria Noorthoorn.

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S

www.fervorxbuenosaires.com

casas de buenos aires

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obre la avenida Alvear, entre Libertad y Cerrito, dos palacios inmarcesibles, separados por la plaza Carlos Pellegrini, fueron construidos en espejo con veinte años de diferencia: uno es de estilo clásico y el otro, de líneas racionalistas. Resulta curioso que ambos, cuya rivalidad estilística parece de siglos, llevan la firma de Paul Eugène Pater, arquitecto nacido en Dijon en 1879 y muerto en Buenos Aires en 1966. La residencia Ortiz Basualdo, que alberga desde hace décadas a la Embajada de Francia, fue concebida como vivienda familiar, mientras que el edificio de Alvear 1402, con sus característicos ojos de buey y su doble puerta de bronce, para renta. A diferencia de otros dos grandes arquitectos argentinos tributarios del clasicismo, como Bustillo y Christophersen, el francés al que nos referimos adscribió con entusiasmo a nuevos movimientos. En otra calle de la ciudad se presenta un caso similar, con dos construcciones aledañas de aspecto muy diferente y el sello del mismo autor, que no es otro que Pater. Les contaremos esa historia próximamente…


árbol genealógico

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NATIVAS R E T L A S IA P A R E T 9

MEDITACIÓN: clave para el budismo, esta práctica de atención concentrada tiene como objetivo trascender el conocimiento y expandir la consciencia.

ENERGISTA: usando un péndulo, se detecta la energía de cada uno de los siete chakras del ser humano y se propone armonizarlos y potenciarlos.

IRIDOLOGÍA: oriunda de Egipto, se trata de un método de diagnóstico que permite conocer el estado de salud de acuerdo con el iris del ojo.

REIKI: en japonés quiere decir “poder espiritual, atmósfera misteriosa” y procura sanar mediante la sutil imposición de manos desde 1922.

ACUPUNTURA: técnica china milenaria basada en la inserción de agujas en el cuerpo; llegó a Occidente en el siglo 19 y está reconocida por la OMS.

OCIO: no se sabe a ciencia qué genio lo inventó, pero lo recomiendan todos; la verdad, un poco de auténtica fiaca, sin trabajo, no viene nada mal...

AYURVEDA: este antiguo sistema de medicina preventiva hindú usa, como remedios, principalmente plantas para armonizar el cuerpo de cada paciente.

ORINOTERAPIA: presente en muchísimas culturas antiguas, radica en el uso de la orina humana con fines curativos, cosméticos o terapéuticos.

SHIATSU: también originaria de Japón, esta técnica de masaje se enfoca en la presión de los dedos y la palma de la mano sobre el paciente.


¿Cuál es vuestro estado mental más frecuente? D: Montaña rusa. V: Curioso.

de la galera

¿Qué fue exactamente lo último que compraron? D: Una tarta de jamón y queso. V: Una esponja para lavar que mi perra Francisca había destrozado.

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¿Cuál es su puteada preferida? D: “¡Forro!”. V: “Me cago en Dios”. ¿Con qué personajes históricos se ligarían en un tórrido ménage-à-trois? D: Con Carlos Monzón y Nietzsche. V: Con Simone de Beauvoir y alguno de sus amantes porque Sartre no me atrae. ¿Cuál es vuestra mayor extravagancia? D: Paso. No tengo tiempo para extravagancias. V: Pedir masajes en los pies. ¿Qué les hubiese gustado inventar? D: Un nuevo sistema económico mundial que funcione. V: Los Simpsons. ¿A quién le pegarían un cachetazo? D: A De la Rúa, para despertarlo. V: A los chetos. ¿Adónde viajarían en este instante? D: A Río de Janeiro. V: A algún lugar adonde me hagan masajes en los pies. ¿Cuál es su película favorita? D: E.T. V: Embriagado de amor. ¿En qué proyecto están trabajando actualmente? D: En la obra Isósceles, en las series Graduados y En terapia, en la película El crítico y en el estreno de El campo. V: En las obras Isósceles (viernes y sábados a las 21 en el Chacarerean) y Adónde van los corazones rotos (jueves a las 21 en el Centro Cultural Rojas) y en la serie de TV Graduados. Si fueran magas, ¿qué harían salir de la galera? D: Faso. V: Ideas.


Dolores Fonzi Violeta Urtizberea 21


twister

RANIA AL ABDULLAH

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@QueenRania: “Dar más y esperar menos. Pensar positivamente y trabajar por una nación y no sólo para mí”.

+808 tweets +2 millones de seguidores

Sigue a +200 usuarios: @SultanAlQassemi, @BillGates, @goldiehawn

BERENICE NOVAK DJOKOVIC BEJO @BereniceBejo: “¡A punto de entrar a una sesión de fotos para Vogue!”.

@DjokerNole: +30 tweets +2 mil seguidores “¡Todavía no puedo entender por qué no utilizan la tecnología JULIAN en el fútbol! Es algo CASABLANCAS @Casablancas_J: “Constantemente veo a increíble… Es el deporte personas que quiero convocar para el casting de una película que no estoy haciendo”. más global del mundo”. Sigue a 3 usuarios: @MHazanavicius, @JeanDujardinOff, @aboutmystar

+400 tweets +180 mil seguidores

+700 tweets +700 mil seguidores

Sigue a 5 usuarios: @SarahKSilverman, @stephenfry, @galifianakisz

Sigue a +100 usuarios: @LennyKravitz, @adriana_vergara, @RafaelNadal


el afiche

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trastienda de tapa

EDAD DORADA 24

En este número dedicado a la sabiduría y el buen vivir, nuestra protagonista de tapa es la estadounidense Carmen Dell’Orefice, una bellísima mujer de 80 años que fue la cara de Vogue en ¡1946!, posó para Dalí, fue fotografiada por Cecil Beaton y dirigida por Woody Allen y ahora, en exclusiva para la campaña de Perfumerías Rouge, se entregó a los inquietos ojos de Urko Suaya. Para conmemorar este honor, publicamos El hombre que plantaba árboles, un famoso cuento del francés Jean Giono que exalta los valores de la paciencia y la confianza en la naturaleza. Si uno quiere descubrir cualidades realmente excepcionales en el carácter de un ser humano, debe tener el tiempo o la oportunidad de observar su comportamiento durante varios años. Si este comportamiento no es egoísta, si está presidido por una generosidad sin límites, si es tan obvio que no hay afán de recompensa y además ha dejado una huella visible en la tierra, entonces no cabe equivocación posible. Hace cuarenta años hice un largo viaje a pie a través de montañas completamente desconocidas por los turistas, atravesando la antigua región donde los Alpes franceses penetran en la Provenza. Cuando empecé mi viaje por aquel lugar todo era estéril y sin color y la única cosa que crecía era la planta conocida como lavanda silvestre. Cuando me aproximaba al punto más elevado de mi viaje y tras caminar durante tres días, me encontré en medio de una desolación absoluta y acampé cerca de los vestigios de un pueblo abandonado. Me había quedado sin agua el día anterior y por lo tanto necesitaba encontrar algo de ella. Aquel grupo de casas, aunque arruinadas como un viejo nido de avispas, sugerían que una vez hubo allí un pozo o una fuente. La había, desde luego, pero estaba seca. Las cinco o seis casas sin tejados, comidas por el viento y la lluvia, la pequeña capilla con

su campanario desmoronándose, estaban allí, aparentemente como en un pueblo con vida, pero ésta había desaparecido. Era un día de junio precioso, brillante y soleado, pero sobre aquella tierra desguarnecida el viento soplaba, alto en el cielo, con una ferocidad insoportable. Gruñía sobre los cadáveres de las casas como un león interrumpido en su comida… Tenía que cambiar mi campamento. Tras cinco horas de andar, todavía no había hallado agua y no existía señal alguna que me diera esperanzas de encontrarla. En todo el derredor reinaban la misma sequedad, las mismas hierbas toscas. Me pareció vislumbrar en la distancia una pequeña silueta negra vertical, que parecía el tronco de un árbol solitario. De todas formas me dirigí hacia él. Era un pastor. Treinta ovejas estaban sentadas cerca de él sobre la ardiente tierra. Me dio un sorbo de su calabazacantimplora y poco después me llevó a su cabaña en un pliegue del llano. Conseguía el agua –agua excelente– de un pozo natural y profundo encima del cual había construido un primitivo torno. El hombre hablaba poco, como es costumbre de aquellos que viven solos, pero sentí que estaba

seguro de sí mismo y confiado en su seguridad. Para mí esto era sorprendente en ese país estéril. No vivía en una cabaña sino en una casita hecha de piedra, evidenciadora del trabajo que él le había dedicado para rehacer la ruina que debió encontrar cuando llegó. El tejado era fuerte y sólido. Y el viento, al soplar sobre él, recordaba el sonido de las olas del mar rompiendo en la playa. La casa estaba ordenada, los platos lavados, el suelo barrido, su rifle engrasado, su sopa hirviendo en el fuego. Noté que estaba bien afeitado, que todos sus botones estaban bien cosidos y que su ropa había sido remendada con el meticuloso esmero que oculta los remiendos. Compartimos la sopa y después, cuando le ofrecí mi petaca de tabaco, me dijo que no fumaba. Su perro, tan silencioso como él, era amigable sin ser servil. Desde el principio se daba por supuesto que yo pasaría la noche allí. El pueblo más cercano estaba a un día y medio de distancia. Además, ya conocía perfectamente el tipo de pueblo de aquella región… Había cuatro o cinco más de ellos bien esparcidos por las faldas de las montañas, entre agrupaciones de robles albares, al final de carreteras polvorientas. Estaban habitadas por carboneros, cuya convivencia no era muy buena. Las familias, que vivían juntas

y apretujadas en un clima excesivamente severo, tanto en invierno como en verano, no encontraban solución al incesante conflicto de personalidades. La ambición territorial llegaba a unas proporciones desmesuradas, en el deseo continuo de escapar del ambiente. Los hombres vendían sus carretillas de carbón en el pueblo más importante de la zona y regresaban. Las personalidades más recias se limaban entre la rutina cotidiana. Las mujeres, por su parte, alimentaban sus rencores. Existía rivalidad en todo, desde el precio del carbón al banco de la iglesia. Y encima de todo estaba el viento, también incesante, que crispaba los nervios. Había epidemias de suicidio y casos frecuentes de locura, a menudo homicida. Había transcurrido una parte de la velada cuando el pastor fue a buscar un saquito del que vertió una montañita de bellotas sobre la mesa. Empezó a mirarlas una por una, con gran concentración, separando las buenas de las malas. Yo fumaba en mi pipa. Me ofrecí para ayudarle, pero me dijo que era su trabajo. Y de hecho, viendo el cuidado que le dedicaba, no insistí. Esa fue toda nuestra conversación. Cuando ya hubo separado una cantidad suficiente de bellotas buenas, las separó de diez en diez, mientras iba quitando las más pequeñas o las que tenían grietas, pues ahora las examinaba más detenidamente.


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trastienda de tapa

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Cuando hubo seleccionado cien bellotas perfectas, descansó y se fue a dormir.

Al final quedarían diez mil robles para crecer donde antes no había crecido nada.

Se sentía una gran paz estando con ese hombre y al día siguiente le pregunté si podía quedarme allí otro día más. Él lo encontró natural o para ser más preciso, me dio la impresión de que no había nada que pudiera alterarle. Yo no quería quedarme para descansar sino porque me interesó ese hombre y quería conocerlo mejor. Él abrió el redil y llevó su rebaño a pastar. Antes de partir, sumergió su saco de bellotas en un cubo de agua.

Entonces fue cuando empecé a calcular la edad que podría tener ese hombre. Era evidentemente mayor de cincuenta años. Cincuenta y cinco me dijo. Su nombre era Elzeard Bouffier. Había tenido en otro tiempo una granja en el llano, donde tenía organizada su vida. Perdió a su único hijo y luego a su mujer. Se había retirado en soledad y su ilusión era vivir tranquilamente con sus ovejas y su perro. Opinaba que la tierra estaba muriendo por falta de árboles. Y añadió que, como no tenía ninguna obligación importante, había decidido remediar esta situación.

Me di cuenta de que en lugar de cayado, se llevó una varilla de hierro tan gruesa como mi pulgar y de metro y medio de largo. Andando relajadamente, seguí un camino paralelo al suyo sin que me viera. Su rebaño se quedó en un valle. Él lo dejó a cargo del perro y vino hacia donde yo me encontraba. Tuve miedo de que me quisiera censurarme por mi indiscreción, pero no se trataba de eso en absoluto: iba en esa dirección y me invitó a ir con él si no tenía nada mejor que hacer. Subimos a la cresta de la montaña, a unos cien metros. Allí empezó a clavar su varilla de hierro en la tierra, haciendo un agujero en el que introducía una bellota para cubrir después el agujero. Estaba plantando un roble. Le pregunté si esa tierra le pertenecía, pero me dijo que no. ¿Sabía de quién era? No, tampoco. Suponía que era propiedad de la comunidad o tal vez pertenecía a gente desconocida. No le importaba en absoluto saber de quién era. Plantó las bellotas con el máximo esmero. Después de la comida del mediodía reemprendió su siembra. Deduzco que fui bastante insistente en mis preguntas pues accedió a responderme. Había estado plantado cien árboles al día durante tres años en aquel desierto. Había plantado unos cien mil. De aquellos, sólo veinte mil habían brotado. De éstos esperaba perder la mitad por culpa de los roedores o por los designios imprevisibles de la Providencia.

Como en esa época, a pesar de mi juventud, yo llevaba una vida solitaria, sabía entender también a los espíritus solitarios. Pero precisamente mi juventud me empujaba a considerar el futuro en relación a mí mismo y a cierta búsqueda de la felicidad. Le dije que en treinta años sus robles serían magníficos. Él me respondió sencillamente que, si Dios le conservaba la vida, en treinta años plantaría tantos más, y que los diez mil de ahora no serían más que una gotita de agua en el mar. Además, ahora estaba estudiando la reproducción de las hayas y tenía un semillero con hayucos creciendo cerca de su casita. Las plantitas, que protegía de las ovejas con una valla, eran preciosas. También estaba considerando plantar abedules en los valles donde había algo de humedad cerca de la superficie de la tierra. Al día siguiente nos separamos. Un año más tarde empezó la Primera Guerra Mundial, en la que yo estuve enrolado durante los siguientes cinco años. Un “soldado de infantería” apenas tenía tiempo de pensar en árboles y, a decir verdad, la cosa en sí hizo poca impresión en mí. La había considerado como una afición, algo parecido a una colección de sellos, y la olvidé.

Al terminar la guerra sólo tenía dos cosas: una pequeña indemnización por la desmovilización y un gran deseo de respirar aire fresco durante un tiempo. Y me parece que únicamente con este motivo tomé de nuevo la carretera hacia la “tierra estéril”. El paisaje no había cambiado. Sin embargo, más allá del pueblo abandonado, vislumbré en la distancia un cierto tipo de niebla gris que cubría las cumbres de las montañas como una alfombra. El día anterior había empezado de pronto a recordar al pastor que plantaba árboles. “Diez mil robles”, pensaba, “ocupan realmente bastante espacio”. Como había visto morir a tantos hombres durante aquellos cinco años, no esperaba hallar a Elzeard Bouffier con vida, especialmente porque a los veinte años uno considera a los hombres de más de cincuenta como personas viejas preparándose para morir… No estaba muerto sino más bien todo lo contrario: se le veía extremadamente ágil y despejado: había cambiado sus ocupaciones y ahora tenía solamente cuatro ovejas, pero en cambio cien colmenas. Se deshizo de las ovejas porque amenazaban los árboles jóvenes. Me dijo –y vi por mí mismo– que la guerra no le había molestado en absoluto. Había continuado plantando árboles imperturbablemente. Los robles de 1910 tenían entonces diez años y eran más altos que cualquiera de nosotros dos. Ofrecían un espectáculo impresionante. Me quedé con la boca abierta, y como él tampoco hablaba, pasamos el día en entero silencio por su bosque. Las tres secciones medían once kilómetros de largo y tres de ancho. Al recordar que todo esto había brotado de las manos y del alma de un hombre solo, sin recursos técnicos, uno se daba cuenta de que los humanos pueden ser también efectivos en términos opuestos a los de la destrucción. Había perseverado en su plan, y hayas más altas que mis hombros, extendidas hasta el límite de la vista, lo confirmaban. Me enseñó bellos parajes con abedules sembrados

hacía cinco años (es decir, en 1915), cuando yo estaba luchando en Verdún. Los había plantado en todos los valles en los que había intuido acertadamente que existía humedad casi en la superficie de la tierra. Eran delicados como chicas jóvenes y estaban además muy bien establecidos. Parecía también que la naturaleza había efectuado por su cuenta una serie de cambios y reacciones, aunque él no las buscaba pues tan sólo proseguía con determinación y simplicidad en su trabajo. Cuando volvimos al pueblo, vi agua corriendo en los riachuelos que habían permanecido secos en la memoria de todos los hombres de aquella zona. Este fue el resultado más impresionante de toda la serie de reacciones: los arroyos secos hacía mucho tiempo corrían ahora con un caudal de agua fresca. Algunos de los pueblos lúgubres que menciono anteriormente se edificaron en sitios donde los romanos habían construido sus poblados, cuyos trazos aún permanecían. Y arqueólogos que habían explorado la zona habían encontrado anzuelos donde en el siglo XX se necesitaban cisternas para asegurar un mínimo abastecimiento de agua. El viento también ayudó a esparcir semillas. Y al mismo tiempo que apareció el agua, también lo hicieron sauces, juncos, prados, jardines, flores y una cierta razón de existir. Pero la transformación se había desarrollado tan gradualmente que pudo ser asumida sin causar asombro. Cazadores adentrándose en la espesura en busca de liebres o jabalíes notaron evidentemente el crecimiento repentino de pequeños árboles, pero lo atribuían a un capricho de la naturaleza. Por eso nadie se entrometió con el trabajo de Elzeard Bouffier. Si él hubiera sido detectado, habría tenido oposición. Pero era indetectable. Ningún habitante de los pueblos, ni nadie de la administración de la provincia, habría imaginado una generosidad tan magnífica y perseverante. Para tener una idea más precisa de este excepcional carácter no hay


EL BACKSTAGE DE LA GENIAL PRODUCCIÓN DE URKO

SUAYA

EN EL HOTEL ALVEAR PARA LA CAMPAÑA DE PERFUMERÍAS ROUGE.

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trastienda de tapa

que olvidar que Elzeard trabajó en una soledad total, tan total que hacia el final de su vida perdió el hábito de hablar, quizá porque no vio la necesidad de hacerlo.

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En 1933 recibió la visita de un guardabosques que le notificó una orden prohibiendo encender fuego, por miedo a poner en peligro el crecimiento de este bosque natural. Esta era la primera vez –le dijo el hombre– que había visto crecer un bosque espontáneamente. En ese momento, Bouffier pensaba plantar hayas en un lugar a 12 kilómetros de su casa, y para evitar las ideas y venidas (pues contaba entonces 75 años de edad), planeó construir una cabaña de piedra en la plantación. Y así lo hizo al año siguiente. En 1935 una delegación del gobierno se desplazó para examinar el “bosque natural”. La componían un alto cargo del Servicio de Bosques, un diputado y varios técnicos. Se estableció un largo diálogo completamente inútil, decidiéndose finalmente que algo se debía hacer… y afortunadamente no se hizo nada, salvo una única cosa que resultó útil: todo el bosque se puso bajo la protección estatal y la obtención del carbón a partir de los árboles quedó prohibida. De hecho era imposible no dejarse cautivar por la belleza de aquellos jóvenes árboles llenos de energía, que a buen seguro hechizaron al diputado. Un amigo mío se encontraba entre los guardabosques de esa delegación y le expliqué el misterio. Un día de la semana siguiente fuimos a ver a Elzeard Bouffier. Lo encontramos trabajando duro, a unos diez kilómetros de donde había tenido lugar la inspección. El guardabosques sabía valorar las cosas, pues sabía cómo mantenerse en silencio. Yo le entregué a Elzeard los huevos que traía de regalo. Compartimos la comida entre los tres y después pasamos varias horas en contemplación silenciosa del paisaje… En la misma dirección en la que habíamos venido, las laderas estaban cubiertas de árboles de seis

a siete metros de altura. Al verlos recordaba aún el aspecto de la tierra en 1913, un desierto y ahora, una labor regular y tranquila, el aire de la montaña fresco y vigoroso, equilibrio y, sobre todo, la serenidad de espíritu, habían otorgado a este hombre anciano una salud maravillosa. Me pregunté cuántas hectáreas más de tierra iba a cubrir con árboles. Antes de marcharse, mi amigo hizo una sugerencia breve sobre ciertas especies de árboles para los que el suelo de la zona estaba especialmente preparado. No fue muy insistente; “por la buena razón”, me dijo más tarde, “de que Bouffier sabe de ello más que yo”. Pero, tras andar un rato y darle vueltas en su mente, añadió: “¡y sabe mucho más que cualquier persona pues ha descubierto una forma maravillosa de ser feliz!”. Fue gracias a ese hombre que no sólo la zona sino también la felicidad de Bouffier fue protegida. Delegó tres guardabosques para el trabajo de proteger la foresta y les conminó a resistir y rehusar las botellas de vino, el soborno de los carboneros. El único peligro serio ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Como los coches funcionaban con gasógeno, mediante generadores que quemaban madera, nunca había leña suficiente. La tala de robles empezó en 1940, pero la zona estaba tan lejos de cualquier estación de tren que no hubo peligro. El pastor no se enteraba de nada. Estaba a 30 kilómetros, plantando tranquilamente, ajeno a la guerra de 1939 como había ignorado la de 1914. Vi a Elzeard Bouffier por última vez en junio de 1945. Tenía entonces 87 años. Volví a recorrer el camino de la “tierra estéril”, pero ahora en lugar del desorden que la guerra había causado en el país, un autobús regular unía el valle del Durance y la montaña. No reconocí la zona y lo atribuí a la relativa rapidez del autobús… Hasta que vi el nombre del pueblo no me convencí de que

me hallaba realmente en aquella región, donde antes sólo había ruinas y soledad. El autobús me dejó en Vergons. En 1913 este pueblecito de diez o doce casas tenía tres habitantes, criaturas algo atrasadas que casi se odiaban una a otra, subsistiendo de atrapar animales con trampas, próximas a las condiciones del hombre primitivo. Todos los alrededores estaban llenos de ortigas que serpenteaban por los restos de las casas abandonadas. Su condición era desesperanzadora y una situación así raramente predispone a la virtud. Todo había cambiado, incluso el aire. En vez de los vientos secos y ásperos que solían soplar, ahora corría una brisa suave y perfumada. Un sonido como de agua venía de la montaña. Era el viento en el bosque; pero más asombro era escuchar el auténtico sonido del agua moviéndose en los arroyos y remansos. Vi que se había construido una fuente que manaba con alegre murmullo y lo que me sorprendió más fue que alguien había plantado un tilo a su lado, un tilo que debería tener cuatro años, ya en plena floración, como símbolo irrebatible de renacimiento. Además, Vergons era el resultado de ese tipo de trabajo que necesita esperanza, la esperanza que había vuelto. Las ruinas y las murallas ya no estaban, y cinco casas habían sido restauradas. Ahora había veinticinco habitantes. Cuatro de ellos eran jóvenes parejas. Las nuevas casas, recién encaladas, estaban rodeadas por jardines donde crecían vegetales y flores en una ordenada confusión. Repollos y rosas, puerros y margaritas, apios y anémonas hacían al pueblo ideal para vivir. Desde ese sitio seguí a pie. La guerra, al terminar, no había permitido el florecimiento completo de la vida, pero el espíritu de Elzeard permanecía allí. En las laderas bajas vi pequeños campos de cebada y de arroz; y en el fondo del valle verdeaban los prados. Sólo fueron necesarios ocho años

desde entonces para que todo el paisaje brillara con salud y prosperidad. Donde antes había ruinas, ahora se encontraban granjas; los viejos riachuelos, alimentados por las lluvias y las nieves que el bosque atrae, fluían de nuevo. Sus aguas alimentaban fuentes y desembocan sobre alfombras de menta fresca. Poco a poco, los pueblecitos se habían revitalizado. Gentes de otros lugares donde la tierra era más cara se habían instalado allí, aportando su juventud y su movilidad. Por las calles uno se topaba con hombres y mujeres vivos, chicos y chicas que empezaban a reír y que habían recuperado el gusto por las excursiones. Si contábamos la población anterior, irreconocible ahora que gozaba de cierta comodidad, más de diez mil personas debían en parte su felicidad a Elzeard Bouffier. Por eso, cuando reflexiono en aquel hombre armado únicamente por sus fuerzas físicas y morales, capaz de hacer surgir del desierto esa tierra de Canaan, me convenzo de que a pesar de todo la humanidad es admirable. Cuando reconstruyo la arrebatadora grandeza de espíritu y la tenacidad y benevolencia necesaria para dar lugar a aquel fruto, me invade un respeto sin límites por aquel hombre anciano y supuestamente analfabeto, un ser que completó una tarea digna de Dios. Elzeard Bouffier murió pacíficamente en 1947 en el hospicio de Banon.



lugares

U 30

no de los lemas más escuchados últimamente en materia de salud reza que cada aspecto físico o emocional de nuestra vida depende de la armónica conexión entre cuerpo y cerebro. El garante de ese vínculo clave es la columna vertebral, cuyos 24 huesos móviles, junto con discos y ligamentos, protegen a la médula, que vehiculiza la energía que navega desde la mente hacia el resto del ser. Las interferencias en esa delicada ruta se llaman subluxaciones vertebrales y son causadas por stress físico, químico o emocional. Los expertos en detectarlas y corregirlas mediante ajustes suaves y específicos se llaman quiroprácticos. La quiropráctica fue desarrollada en 1895 en Iowa y, desde entonces, se ha expandido por el mundo. En Argentina, David Serio –sensible adalid de este método preventivo que conecta lo físico con lo espiritual– fundó Vida Chiropractic, un centro con varias sucursales (47234342 y 15-5879-4003) al que asisten desde bebés hasta ancianos con el objeto de explotar nuestro potencial genético y, por lo tanto, la posibilidad de llevar a cabo una vida plena y saludable.

www.vidachiropractic.com


adivina adivinador

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Es la reina del rock islandés y, quizá, del rock mundial. Es bella, misteriosa, loca, animal y su apellido resulta impronunciable: Guðmundsdóttir. Es la mujer del genial artista Matthew Barney. Es todo eso y en breve estará presentando su último disco en Buenos Aires. ¿Es quién?


el manifiesto

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Charly García y El Flaco fotografiados por Andy Cherniavsky.

Luis Alberto Spinetta escribió en 1973 este vigoroso manifiesto que definió toda su obra posterior. Rock: música dura. La suicidada por la sociedad fue entregado durante el concierto de presentación del disco Artaud, que tenía lugar los domingos al mediodía en el teatro Astral.


Son tantos los matices que comprenden la actitud creativa de la música local – entendiendo que en esa actitud existe un compromiso con el momento cósmico humano–, son tantos los pasos que sucesivamente deforman los proyectos, incluso los más elementales como ser mostrar una música, reunir mentes libres en un recital, producir en suma algún sonido entre la maraña complaciente y sobremuda que: EL QUE RECIBE DEBE COMPRENDER DEFINITIVAMENTE QUE LOS PROYECTOS EN MATERIA DE ROCK ARGENTINO NACEN DE UN INSTINTO. Por lo tanto: el Rock no le concierne a ciertas músicas que aparentemente INTUIDAS POR LAS NATURALEZAS DE QUIENES LAS EJECUTAN siguen guardando una actitud paternalista, tradicional en el sentido enfermo de la tradición, formulista, mitómana y, en la última floración de esta contaminación, sencillamente “facha”. Sólo en la muerte muere el instinto. Por lo tanto, si éste se mantiene invariable, adjunto a la condición humana a la que necesitamos modificar para reiluminarnos masivamente, quiere decir que tal instinto es la vida. El Rock no es solamente una forma determinada de ritmo o melodía. Es el impulso natural de dilucidar a través de una liberación total los conocimientos profundos a los cuales, dada la represión, el hombre cualquiera no tiene acceso. El Rock muere sólo para aquellos que intentaron siempre reemplazar ese instinto por expresiones de lo superficial, por lo tanto lo que proviene de ellos sigue manteniendo represiones, con lo cual sólo estimulan “EL CAMBIO” exterior y contrarrevolucionario. Y no hay cambio posible entre opciones que taponan la opción de la liberación interior.

El Rock no ha muerto. En todo caso, cierta estereotipación en los gustos de los músicos debería liberarse y alcanzar otra luz. El instinto muere en la muerte, repito. El Rock es el instinto de vivir y en ese descaro y en ese compromiso. Si se habla de muerte se habla de muerte; si se habla de vivir, VIDA. Más vale que los rockeros, cualesquiera sean sus tendencias (entre las cuales, dentro de lo que se entiende por instinto de Rock, no hay mayores contradicciones), jamás se topen con los personajes hijos de puta demonios colaterales del gran estupefaciente de la represión que pretende conducirnos por el camino de la profesionalidad. Porque en esa profesionalidad se establece –y aquí entran a tallar todas las infinitas contusiones por las que se debe pasar hasta llegar a dar un juego que contradice a la liberación– que pudre el instinto, que modifica como un cáncer incontenible la piel original de la idea creada hasta hacerla, en algunos casos, pasar a través de un tamiz en el que la energía totalizadora de ese nuevo lenguaje abandona la sustancia integral que el músico dispuso por instinto en su momento de crear, y luego esa abortación está presente en los escenarios, en la afinación, hasta en la imagen exterior del mensaje cuando por fin se hace posible verlo. Tengo consciencia de que el público ve esta debilidad y no se libera: sufre. Luego esta ausencia de totalidad, esa parcialidad, es el negocio del Rock. El negocio del cual viven muchos a costa de los músicos, poetas, autores, y hombres creativos en general. O sea, esta difamación de proyectos sólo adquiere relieve en esa “ganancia” que representa haber ejecutado el negocio, y solamente en ese nivel hay una aparente eficacia.

Es la parcialidad de pretender que algo que es de todos termina en definidas cuentas en manos de aquellos bastardos de siempre.

Denuncio a ciertas agrupaciones musicales que se alimentan con esas mentalidades no libres, a pesar de contar con el apoyo del público de mente libre.

Este mal, por último rebote, cae nuevamente en la nuca de los músicos y los hace pelota.

Denuncio a otros grupos musicales por repetitivos y parasitarios, por atentar contra la música amplia y desprejuiciada, estableciendo mitos con imágenes calcadas de otras músicas que son tan importantes como las que ellos no se atreven a crear ni sentir.

Luego de participar del juego, son muy pocos los que aun permanecen con fuerzas para impedir la trampa al repetir una y otra vez el juego mediante el cual expresarse o simplemente arriesgar en el precipicio de la deformación un mensaje que por instintivo es puro y debería llegar al que lo recibe tal cual nació. Este juego pareciera ser el único posible (hay mentalidades que nos fuerzan a que sea así). Lo importante es que hay otros caminos. Luego de haber caído tantas veces antes de ejecutar esa caída final, parábola definitiva en la que se cierran los cerebros para no amar ni dar, hay muy pocos músicos que pueden seguir conservando ese instinto. DENUNCIO SIN EL LIMITE DE LA DENUNCIA A LO QUE NO RECIBE DENUNCIA A LO QUE LA DENUNCIA TRASPASA A ALGO PEOR QUE LA DENUNCIA. Denuncio a los representantes y productores en general, y los merodeadores de éstos sin excepción, por indefinición ideológica y especulación comercial. Ya que éstos no se diferencian de los patrones de empresa que resultan explotadores de sus obreros. O sea, por ser los engranajes de un pensamiento de liberación a quienes no les interesa que toda la pieza se mueva, dado que al producirse el más mínimo movimiento, serían los primeros en auto reprimirse y dejarían por tanto de participar en la cosa.

Denuncio a los tildadores de lo extranjerizante, porque reprimen la información necesaria de músicas y actitudes creativas que se dan en otras partes del planeta, y porque consideran que los músicos argentinos no pueden identificarse con sentimientos hoy día universales. Además es de prever que si estos señores desconocen que Argentina provee a su música nuevos contenidos nativos, ellos mismos están minimizando la riqueza de una creación local apenas florecida. Denuncio a otras mentalidades por elitistas y pronosticadoras del suceso de la muerte de algo que por instintivo no puede morir antes de la vida misma. Denuncio a las editoriales “fachas” por distribuir información falsa en sí misma y por deformar la información verdadera para hacerla coincidir con las otras mentalidades a las que denuncio. Denuncio a los participantes de toda forma de represión por represores y a la represión en sí por atañer a la destrucción de la especie. Denuncio finalmente a mi yo enfermo por impedir que mi centro de energía esencial domine este lenguaje al punto que provoque una total transformación en mí y en quien se acerque a esto. El rock, música dura, cambia y se modifica, en un instinto de transformación.

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el autógrafo es de roger waters

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L

o primero que salta a la vista es que Roger Waters firma sólo con el nombre. Esto suele suceder con las personas que tienen un concepto elevado de sí. Quizá piense que ha alcanzado un grado importante de éxito social y reconocimiento. La personalidad del ex Pink Floyd se revela también en la sinuosidad de su autógrafo, rasgo que tiene una relación directa con la capacidad de adaptación a diferentes ambientes. El ascenso del último rasgo (probablemente una “W” que resume el apellido) confirma esto, ya que nos habla de un espíritu de superación y de resistencia innata ante la dificultad que se relaciona con un optimismo y una enorme autonomía, evidente también en el hecho de que la firma no tiene rúbrica (el dibujo que suele aparecer por debajo de las firmas). La parte más desarrollada de la firma es la zona superior, indicando una gran evolución de la creatividad, la imaginación y los procesos intelectuales en general. Se trata también de una personalidad asociada a cierta impaciencia y ansiedad, con un comportamiento firme y tajante con las personas allegadas, como se infiere de la rapidez de los trazos y el carácter semi legible del autógrafo. Por Lorena Aznar, grafóloga (lorpau@gmail.com)


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la frase es de rita lee

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SEXO, YOGA Y ROCK’N ROLL.


CONCURSO Nº 35 DEL MES DE MARZO 2012

La Mona Jiménez

NOMBRE y APELLIDO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

LOCAL EMPATE VISITANTE

L FERNET E CHAMPAGNE V L TALLERES

E BELGRANO

V

L JOHN LENNON

E ELVIS PRESLEY

V

L BANANA

E MANZANA

V

L ATLÁNTICO

E PACÍFICO

V

L PRIMERA

E TURISTA

V

L CINE

E TELE

V

E LARGO

V

L BLACKBERRY L CORTO L LUNA PARK

E i-PHONE V NO USO! E BOLICHE DE PUEBLO V

prode

EL PRODE DE GALERA

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