G A L E R A I
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14 I ATRODEN QUIÉNES SOMOS
ENCONTRANOS EN
Director responsable Marco Simeone Ariosa marco@intelectualyfrivola.com
Novecento, Hotel Faena, Dadá, Tienda Malba, Ruth Benzacar, Aldo’s, Ginebra, Le Pain Quotidien, Bruni, Florería Atlántico, Olivetti, Bartola, Foster Catena, Osaka, Roho, Cucina Paradiso, Malvón, Sucre, Proa, Le Blé y Farinelli.
Director editorial Esteban Feune de Colombi esteban@intelectualyfrivola.com Director de arte Juan Moreno juan@intelectualyfrivola.com Producción Rosario Bibiloni rosario@intelectualyfrivola.com Prensa y relaciones públicas Grupo Mass PR info@masspr.net Impresión Galt Printing Ayolas 494 (CABA) Distribución y logística Promail Condarco 4846 / 4572-0505
GALERA INTELECTUAL Y FRÍVOLA
GALERA #59 INDIE · marzo 2014 Tirada: 10.000 ejemplares Tapa: Arcade Fire, cortesía de Universal.
es una publicación de Marco Simeone French 3112 (Ciudad de Buenos Aires). Las opiniones de los entrevistados y los artículos no reflejan necesariamente la opinión de quienes hacen Galera Intelectual y Frívola. Se prohíbe la reproducción parcial o total del contenido publicado en esta edición. Hecho el depósito que marca la ley 11.723.
intelectualyfrivola.com
COLABORAN Wally Diamante, Facu Garayalde, Matías Garda, Janina Miculitzki, Lucrecia Gratas, Delfina Campos, Galo Estupiñán (foto Quiromancia y El cine de un amigo), Juu Barrionuevo (foto De la Galera), Fernando Muzzio (ilustración Visionario), Renaud Monfourny (fotos Decí Whisky), Catalina Bartolomé (foto Prode), Diego Roa (ilustración Prendé la Mecha), Javier Velasco (ilustración Grandes Vestimentas).
MUCHAS GRACIAS Diego Finkelsein, Agustina Ruiz Teira, Marina Caputo, Guillermo Sisterna Mansilla, Lola Arias, Pia Giudice, Marc Caellas, Juan Pablo Correa, Matías Loizaga. Agostina Dalle Palle, Naima Bennani, Lucía Benevi, Ana Romero, Marcela Remoli, Noelia Benvenutto Gisela Casella, Josefina Hassan, Fernando Farré, Ramiro Lucero Marín, Gustavo Castagnino, Soledad Carranza, Carolina Medvuidenur, Santiago Luis Di Cio, Verónica Gómez Salazar, Natalia Antolin, Ever Miguez, Fede Ares, Rafael Scarinci, Julio Gondell, Ita De Negri, Diego Romero, Eve Grynberg, Guillermo Cicciari. Lucila Sperber, Germán Geller.
16 I LA NUBE
INDIE
LOLLAPALOOZA Arcade Fire
Juana, Inés & Horacio Molina
La Luli & Anita Álvarez de Toledo The Smiths • Matías Lóizaga
JOHN CASSAVETES • Armonía Somers
LOU REED • George A. Romero
Daniel Johnston • Marcelo Domínguez Cine indie • Idea.me • SELFIE
Adolph Rickenbacker • Martín Rejtman Lola Arias • MARC CAELLAS Renaud Monfourny intelectualyfrivola.com GaleraGalera
18 I EDITORIAL ESCLARECEDOR
Indie. Adj. Referido a cualquier material artístico experimental creado fuera de la lógica de las corporaciones de la industria cultural y en conjunto con pequeñas compañías independientes. Adj. Apócope del inglés “independent”. Término surgido en la década del 80 para definir una vertiente musical británica de entonces.
Antónimo: Mainstream.
VOLVER I 19
Estas dos adorables chiquillas son las hermanas Juana e Inés Molina. Aquí se las ve junto a su padre Horacio, cantante de tangos y eximio guitarrista, protagonizando una bizarrísima tapa de Long Play a mediados de los 60.
Martina Stoessel y Benito Fernández en la apertura de Bafweek, en Alcorta Shopping. Gabriel Oliveri, director de Marketing de Four Seasons, recibió a Rod Stewart en el hotel durante su estadía en Argentina.
Facu Garayalde, Nacho Figueras y Delfina Blaquier en el desfile de Tramando, en el Museo de Arte Decorativo.
Mariana Arias fue a comer al nuevo Tea Connection de Sinclair y Cerviño. Francis Btesh en el desfile de Garza Lobos invierno 2014.
Veronica Lozano en la presentación de colección de Natalia Antolin, junto a Pantene Expert.
Cecilia Amenábar en Garza Lobos, invierno 2014, durante Bafweek.
Las larguísimas bufandas se impusieron en la nueva colección de Garza Lobos. Clarice Oliveira Tavarés y Juliana Awada en el desfile de Tramando con el apoyo de HSBC.
CIENCIAS SOCIALES I 21
Beatriz Rosello junto a su nieta, Isabel Rana, y su marido, Ronald Marguliz, en el desfile de Garza Lobos.
Naomi Preizler y Noel Romero en estreno de la nueva colección de Ay Not Dead.
Cathy Fulop y Leonor Benedetto en el desfile de Fabián Zitta presentado por HSBC.
Agustina Marzari en la presentación de colección Garza Lobos invierno 2014, en el marco de Bafweek.
Chloé Bello estuvo en el desfile de Garza Lobos.
Marcela Remoli en el desfile de Fabian Zitta presentado por HSBC.
Esmeralda Mitre en la primera fila del desfile de Garza Lobos en Bafweek.
Garza Lobos presentó sus novísimos diseños para el invierno en el cierre del Bafweek.
Ludovico Di Santo en el desfile de Ay Not Dead, que contó con el apoyo del Alcorta Shopping. María Kodama en el desfile de la nueva colección de Natalia Antolin, junto a Pantene Expert.
Wally Diamante, Kika Tarelli y Dolores Mitre en la presentación de la nueva colección de Benito Fernández, con el apoyo de Alcorta Shopping, en la apertura de Bafweek.
22 I EL RELATO
En esta edición que abreva en las mil variantes de la cultura indie, les acercamos sin circunloquios El desvío, un relato de la secreta escritora uruguaya Armonía Somers publicado recientemente por la editorial El Cuenco de Plata. Se trata de una historia vulgar, pero yo la narro a toda esta gente que está tirada conmigo sobre la hierba donde se produjo el desvío y nos dejaron abandonados. En realidad, no parecen oír ni desear nada. Yo insisto, sin embargo, porque no puedo concebir que alguien no se levante y grite lo que yo al caer. A pesar de lo que me preguntaron en lugar de responderme. Algo tan brutalmente definitivo corno este aterrizaje sin tiempo. Lo conocí una mañana cualquiera en una estación de ferrocarriles, mientras la muchedumbre se agolpaba como siempre para confirmar su ego. Recuerdo que había un niño de pocos años en el andén, con un montón de globos sostenidos por hilos. Algunos que le habían visto llorar por la falta de viento, soplaban al paso desde abajo a fin de fabricárselo. El que viajó luego en mi cabina y yo nos habíamos sumado a aquel asunto, cuando al levantar ambos la cabeza nos vimos entre los globos y la risa del chico. Yo no sé si a causa de las circunstancias, mirarse a través de tantos colores elevados a fuerza de ilusión, que me pareció tan hermoso, y que quizás él tuviera respecto a mí una sensación más o menos pareja. Lo cierto fue que hasta hace unos segundos no cesamos de mirarnos, y eso es mucho. El desconocido tomó mi maleta del suelo, se puso al hombro un morral en el que se notaba las formas turgentes de las frutas
y me colocó en el asiento, tratando de colmar todos las deseos que uno expresa pataleando a cierta edad y luego defiende con mejor educación al llegar a grande: la ventanilla y el lugar que avanza en el sentido de la máquina.
–De modo que te gusta a ti también ese ruidito ¿no es cierto?
Había, recuerdo, otra plaza frente a la nuestra, y la ocuparon dos individuos con grandes canastos, tapando con sus cabezotas el espejo en que hubiéramos podido mirarnos. Aunque, para decir la verdad, poco tardamos en descubrir las ventajas del método directo.
–¿Hasta de quererme?
De pronto, mi compañero, tan joven como yo pero mucho más iniciado en ciertas técnicas, tomó mi mano y la retuvo entre las suyas. Su contacto cálido y seco me había sumido de golpe en un vértigo comparativo en el que iban desfilando todas las blandas, húmedas o demasiado asépticas que uno debe soportar con asco o sin ganas, cuando él aprovechó aquella especie de otorgamiento para levantar mis dedos hasta sus labios y besarlos uno por uno, en forma prolija y entregada, sin tomar en cuenta en lo más mínimo a los testigos miopes de enfrente. A todo esto, el tren había empezado a andar con su famoso chuku chuku que hace las delicias de todo el mundo. Yo estiré las piernas hasta los cestos de los vecinos, y entorné los ojos en medio de la felicidad máxima. Entonces el hombre joven me preguntó en un tono tierno y cómplice:
–Que si me gusta –dije yo al borde del éxtasis–, sería capaz de cualquier locura cuando empieza a escucharse.
Qué pregunta, pensé sin responder. Si le había dejado progresar en tal forma, desde la búsqueda de mi cara por detrás de los globos hasta aquellos besos disparados tan directamente hacia la sangre, era que algún mecanismo frenador se me había descontrolado repentinamente, y entonces sobraban las explicaciones. El tren iba cobrando velocidad, entrando en el lugar común de los silbidos. Se nos entreveraban ya las cosas a través del vidrio, pájaro con árbol, casa con jardín y gente, cielo con humo y nada. Tuve por breves instantes la impresión de un rapto fuera de lo natural, casi de des-prendimiento. Él pareció sorprender mis ideas al trasluz y como quien saca un caramelo del bolsillo me ofreció una sonrisa también especial, de la marca que usaba para todo. Yo traté de retribuírsela. –Me gustan mucho tus dientes –me dijo–, son del tipo que yo andaba buscando, esos que brillan cuando chocan con la luz y parecen romperla. Qué difícil es todo, y al mismo tiempo qué sencillo cuando sucede...
Y comenzó a besarme con una impetuosidad como de despedida, pero de esa que suele ponerse, asimismo, cuando uno se convence de que todo el ejercicio anterior del besar ha sido pura chatarra, o un simple desperdicio de calorías. –¿Qué lleva en ese bolso? –pregunté al fin del aliento que me quedaba, por desviar aquella intimidad demasiado vertiginosa. –Alguna ropa y los implementos de afeitar –dijo–. Bueno –añadió después con cierta malicia–, y manzanas. ¿Comerías? –¡Manzanas! –exclamé, entrando en su sistema–, mi segundo capricho después del ruido del tren. Sólo que en este caso me gustaría compartir una a mordisco limpio. Más que nada por demostrar que son naturales –agregué exhibiendo mis dos hileras de dientes. Luego del episodio un tanto brumoso de aquella primera comida, de la que nunca recordaré si habrá sido almuerzo o cena, vi con cierta decepción que él empezaba a mirar su reloj pulsera. –Rayos –dijo de pronto–. Siete días ya, qué infalible matemática en todo esto. –¿,Cómo, qué es eso de siete días, si acabamos de subir a este desbocado tren expreso? Fue en ese momento cuando debí empezar a salir de mi penumbra mental, a causa de sus palabras. –Mira –aclaró–, los tipos del canasto cambiaron de vagón el primer día. Ellos y muchos más, parece que a causa de divergencias con nosotros. Y vino en varias oportunidades el hombre de los billetes, que yo iba renovando cada mañana.
–¿Aquel individuo sin cara, vestido de gris, que creo haber visto no sé si sobre el piso o prendido del techo a lo mosca? –Mi compañero inauguró algo que no le conocía, una carcajada que hizo girar todos los cuellos hacia nosotros. –Sí –contestó al fin–, alguien que casi no acusaría más relieve que el de los botones de su chaqueta. Pero que miró nuestras manos con tan feroz insistencia de campesino casamentero, que tuve que ponerte ese anillo mientras dormías. –Voy a echarme esta vez bastante agua sobre la cabeza –dije al cabo de su última palabra– porque eso de dormir yo así como así ya no cuela. Parecería un relato con el personaje equivocado –añadí incorporándome. –Digamos que primero fue lo de la manzana entre dos, y que luego te dormiste a mi lado– explicó él como quitándole importancia a los hechos–. Es lo que sucede normalmente cuando ya ha transcurrido cierto tiempo. Y que después deberá repetirse hasta tocar fondo –agregó aún, mirando hacia su misteriosa provisión de manzanas. Todo aquello me estaba pareciendo algo demasiado fuera de lo habitual, como un desafío por el enigma. Pero anclaban mezclados al delirio elementos objetivos de tal validez que eran capaces de obligar a creer en el conjunto, contra cualquier protesta. Nos hallábamos, entretanto, asimilando de lleno el ritmo del tren. Y hasta la medida de la velocidad, que en un. principio se nos mostraba por las cosas externas huyendo a contramano, se había hecho moneda corriente. Yo iba individualizando ya los días de las noches, los pasajeros moles-
tos del otro asiento y los que eran capaces de cerrar los ojos aun sin sueño. Un día mi hombre sacó un pantalón de invierno de su bolso. Aquello fue como el fin de mi dulce tránsito en la idiotez, una especie de golpe de gracia que no provenía de taparse con el nuevo viento frío colado por las rendijas. –¿Lo has visto? –me dijo en tono de reproche tratando de estirar la prenda–, estaba bien doblado por mi madre y tú has hecho este lío. Yo lo miré con cierto aire bobalicón que se quedó colgado en el espejo de enfrente. –Es que nunca doblé los pantalones de nadie –gemí–, pero eso debería ser cualquier cosa menos un motivo para el agravio. Ya iba a poner en juego el recurso casi olvidado de llorar cuando él, atajándome las lágrimas con la mano, trató de arreglar la cosa. –Observa –me explicó–. Un desgraciado pantalón se maneja así, tomándolo por los bajos y haciendo coincidir las rayas de las piernas. Luego ya podrá doblarse en dos, o en cuantas partes se quiera. Cielos, qué descubrimiento. Pero yo seguía con la humedad en la nariz, esa pequeña gota que viene de la ofensa por detrás de la línea de los resfríos comunes. El incidente se evaporó saliendo a caminar de la mano por los pasillos, a cenar fuera del camarote mirando la noche estrellada que corría a la inversa del tiempo. Confieso ahora aquella sensación de ir en sentido contrario de algo, algo que se nos llevaba pedazos entre los dientes, pero cuyo dolor no era lo que debía ser de acuerdo con la importancia del despojo.
24 I EL RELATO –¿Preferirías fumar aquí o comer de nuestras manzanas en el compartimiento? –me dijo él de pronto con una voz madura que se le iba asordinando en forma progresiva. Los dejamos a todos boquiabiertos, agarrados al nombre real de las cosas con la cohesión de un banco de ostras. Comer manzanas era para nosotros la significación total del amor, y nos capitalizábamos en su desgaste como si hubiésemos descubierto las trojes del verano. Hasta que un día ocurrió, sencillamente como voy a contarlo y tal le habrá sucedido a tantos. Nadie anota el momento, es claro. Luego todo cae de golpe, y los escombros se enseñorean del último rastro. –Es que voy a decírtelo de una vez por todas –declaró él cierta noche al regreso de una comentada exhibición de cine–. A mí sólo me entusiasman las documentales, esas en que las gentes y las cosas de verdad envían un mensaje directo. Y las novelas de aventuras, porque en tal caso soy yo quien lo vive todo. Soy desde el primer momento el protagonista y basta. Bostezó, tiró los zapatos lejos, apagó la luz y quedó aletargado. Pero la verdad es que uno no va a asistir despierto al sueño de nadie, por más a oscuras que lo dejen. Era, pues, la de aprovechar la lumbre que resta encendida dentro para empezar a revisar las pequeñas diferencias, hacer el inventario con tiempo por si apuraban el balance. Los hombres sucios del asiento de enfrente, recordé, que él elige para conversar porque, según sus paradojas, conservan las manos limpias. Aquello que opinó sobre mi asco a la moscas o a los estornudos de la gente en las panaderías: siempre pequeñas cosas entrando en el juego inicial como saltamontes por la ventana abierta. Pero que al fin desembocaban en planteamientos por colisión, en guerra de
principios. Fidelidad eterna de las moscas contra mi repugnancia. Humanidad que se comunica al pan, versus las cargas microbianas del estornudo. Y todos los etcéteras que puede conjugar un etcétera solitario no bien se le deje suelto. “Has dicho se acabó la guerra como si pasaras en limpio una carta de adiós escrita por otro con las entrañas”, me reprochó cierta vez en tal temperatura emocional que me valdría para no volver a repetir jamás aquellas cuatro palabras. Sí, pero lo de dormitar sobre mi hombro con un leve ronquido y cierto hilillo de baba desentendida, mientras una película con varios premios había congregado al pasaje, eso era algo más que definitivo. Cuando el tipo sin rostro vino al día siguiente por la renovación del billete, yo le hablé sin mirarlo: –Espere a que éste despierte. Después veremos quién sigue en el tren o quién se baja. No será cuestión de continuar aquí toda vida. Al pronunciar aquella última palabra sentí algo sospechoso en el plexo solar, pero la seguí repitiendo sordamente –vida, vida– en cierto plan de sospechas sobre la especie de trampa en que pudiera haber caído. Y eso ya sin control, pues el estrafalario reloj me había embrollado las cuentas con el tiempo. Comenzó así otro día sin marca conocida, con afeitada matinal y cepillo de dientes. Entonces yo quise anunciar mi decisión quitándome el anillo en forma provocativa. Pero no me salía del dedo. Él dejó de rasurarse y empezó a reír como el niño de los globos cuando los viera subir de nuevo en la lejana estación inicial donde nos habíamos conocido. –Es que has engordado –dijo al fin–, eso que no les pasa a mis moscas, por ejem-
plo, que viven en el aire prestado y andan siempre en un eterno alerta, hasta para sus festines más inocentes. –Y que hay también filos verbales mejores que el de esa navaja –mascullé apretando las mandíbulas–. Pero llega el momento en que uno puede estallar, querer largarse a pensar de por sí, a discutir con su cerebro propio. Sí, ese cerebro que alguna vez habrá funcionado. –Dramas –comentó él retornando a su menester–. Nadie vería tanto pecado en que hasta las más caras neurosis gusten también del exquisito café con crema... –A ver –continué aún, cuerpeando las estocadas–, a ver ese reloj infernal. ¿Cuánto tiempo hará que viajamos en este maldito tren, que debe ir por lo menos a Marte, a la Luna, según tus novelas de cabecera? Él limpió la navaja, la guardó con una paciencia sin límites. Luego consultó el reloj, me miró a los ojos hasta calarme y volvió con la antigua fórmula: –Siete años ya. El tiempo justo para lo que está ocurriendo. Qué infalible y medida precisión, Dios y sus encantadores acertijos... Me irritó esta vez su petulancia respecto a los plazos. Tenía ganas de deshacerlo con algo contundente, un juicio ilevantable que nos dejase mano a mano como en un empate a golpes bajos. –Y bien –le enrostré sordamente–, no creas que no lo he visto, que me es ajeno. Nuestras manzanas, aquellas que parecían ser sólo para nosotros dos cuando lamías el jugo de mis comisuras, yo te he sorprendido dándolas a mis espaldas tras algunas puertas mal cerradas del convoy. Y hasta te he escuchado comentar después en sueños la escapatoria, decir nombres
que no eran el mío. Y muchas cosas más que no quiero traer a cuento para que el mundo no comience a husmear en nuestras miserias. De modo que yo arreglo mi maletay y me voy a otro vagón. Eso es lo limpio, creo, ese es el juego honesto, hayan pasado o no los famosos años clave.
vez en que insinué la idea, calcular cuántos años de hombre tendría ya el chiquillo a través de cuyos globos nos habíamos conocido. Luego del frío que me recorrió la espalda a causa de sus palabras, nunca más se buscaron señales metafísicas al pasar esquinas peligrosas.
Él me dejó hacer. ¿Oyen o no?, eh, ustedes, los desparramados por la hierba. Pero ocurrió que al llegar la noche el ruido del ferrocarril, principalmente ese de la suprema soledad con que salta los puentes, me impidió dormir. Además, empecé a sentir sed y no encontraba el vaso de agua, a tener frío y no hallar ni las mantas ni la llave de la luz. Porque todo había cambiado de disposición a mi alrededor, como en la primera noche en tierra extraña de un inmigrante. Cuando lo sentí golpear suavemente en la puerta me incorporé dando gracias al cielo, que pasaba como un cepillo negro tras el vidrio. Y que después dejó de existir. Aunque quizás lo habrá seguido haciendo para otros que tendrían sólo eso, un pobre y vago cielo para la tan grande soledad.
Hasta que llegó esta noche. Qué extraño, jamás había dado en pensarlo, la gran familia de desconocidos entre sí que se descerrajan en el mismo minuto, sea cualquiera el origen del acontecimiento. Yo tenía los pies helados. Me pareció, además, que el tren había empezado a marchar a menor velocidad. Aunque nada de eso pude expresar con una lengua medio rígida. Él me puso una manta sobre las piernas, me tomó la mano, me besó dedo por dedo como la primera vez y quedó dormido.
–¿Has visto? –me dijo finalmente, ayudando a reemprender la mudanza–. Así uno despilfarre un poco tras una puerta a medio cerrar, las cosas se hallan tan bien dispuestas como para que las frutas del morral alcancen para todo. Yo aprendí desde entonces a burlarme de mí misma. Además, durante aquellos tiempos de frenesí, inventamos el juego de tirar objetos por la ventana. Habíamos espiado a la gente sobrecargada de cosas. Tenían que dormir arrollando las piernas. Y otros hasta dejaron de abrazarse por falta de sitio. Esa nueva concepción del espacio terminó por reacomodar el caos. Y yo supongo ahora que un día memorable él olvidó también de dar cuerda al relojito a causa de mis aprensiones. “Si vive, su tiempo está en nosotros”, me dijo cierta
Entonces fue cuando sucedió. El hombre sin cara se plantó en el asiento contrario, en medio de la oscuridad absoluta a que nos obligaban a esa hora. Percibí, sin embargo, que le iban surgiendo al fin los rasgos desconocidos, o que yo nunca había tenido tiempo de descubrirle. Algunos fogonazos de la máquina me permitían verlo en forma intermitente, como a una casa de campo bajo los relámpagos. –Usted –le dije al fin dando diente contra diente–, tanto tiempo alcanzándonos cosas. Gracias por todo. ¿Pero qué quiere? El individuo me miró con una lástima y una crueldad tan entreveradas que hubiera sido imposible deshacer la mezcla. Parecía tener algo inmenso que comunicarme. Pero sin oportunidad ya, al igual de alguien que recuerda el nombre olvidado de una calle justamente cuando ve, al pasar, que han demolido la casa que venía buscando. Mantuve todo lo posible ese pensamiento en el cerebro, tratando de que su emba-
razo poemático y triste me separara del hombre. (El que vivía en la casa habrá llamado alguna vez al otro vaya a saberse con qué secreta urgencia. Su amigo no acudió por tener olvidados la calle, el número.) El hombre, entretanto, no había soltado palabra, tironeando quizás de los detalles de un que-hacer que parecía inminente. (Entonces –pensé aún–, un día, de súbito, lo recuerda todo, número, nombre. Pero sólo cuando pasa por allí y ve que han quitado la casa.) –Bueno –dijo al fin, tal si hubiera asistido al desenlace de la anécdota–, nos acercamos al desvío. Y creo que es a usted, no a él aún a quien debo empujar por esa puerta. Trate de no despertarlo, sería un gesto estúpido, una escena vulgar indigna de su parte. –Pero es que yo no puedo cancelar esto sin aviso, y así, en la noche. Usted ha visto bien lo nuestro, lo conoció desde un principio... No me dejó ni agonizar. Percibí claramente el ruido de cerrojo de la aguja al hacerse el desvío, trasmitido de los rieles a mi corazón como un latido distinto. Y luego mi caída violenta sobre la maleza, al empuje del hombre sin cara. –¡Eh, dónde está la estación, dónde venden los pasajes de regreso! ¡El número, sí, está en mi memoria, el número de aquella casa demolida! Entonces fue cuando lo oí, a la grupa del convoy que se alejaba sin mí y sin estos otros: –¿Qué estación, qué regreso, qué casa...?
26 I LOS AFICHES
28 I EL CINE DE UN AMIGO: GUILLERMO CISTERNA MANSILLA
Dice
Guillermo, apasionado dueño de esta sala:
“Buenos Aires Mon Amour Cine (BAMA) es la iniciativa de un grupo de amigos cinéfilos con el objetivo de difundir la cultura cinematográfica y generar nuevos espacios de exhibición con un criterio de cine arte”.
Solución del enigma anterior: Príncipe Harry.
ADIVINA ADIVINADOR I 29
D Despatarrada en esta bañadera neoyorquina se encuentra el fruto del romance entre la belleza lánguida de Jane Birkin y el ojo afilado del cineasta francés Jacques Doillon. Con 31 años, esta mujer de rasgos equinos osciló entre el modelaje y la actuación hasta declararse cantautora y romperla con el disco Places. ¿Ya adivinaron?
30 I VISIONARIO: GEORGE A. ROMERO
Fruto del amor entre un cubano y una lituana, George Andrew Romero nació en el Bronx en 1940. En las primeras fotos familiares se lo ve, pequeñísimo, emulando torpemente a Orson Welles con su cámara 8 milímetros. Varios años más tarde y con un diploma de la Carnegie Mellon bajo el brazo, filmó comerciales insípidos hasta que su moral artística le dijo basta: fundó entonces una diminuta productora y con 114 mil dólares rodó su ópera prima, La noche de los muertos vivientes, banquete antropofágico que rebalsó las salas en 1968. Se trata de 96 minutos de espanto que –a base de tripas de oveja y jarabe de chocolate– redefinieron el subgénero de los zombis y consagraron a Romero como capo del terror. Le sucedieron El amanecer de los muertos y Creepshow, películas responsables de una epidemia de insomnio adolescente. Usando “la fantasía como un medio para la metáfora”, este neoyorquino indie satiriza a la sociedad de consumo y presenta a los “vivos” como los más desalmados de todos.
32 I TRIPLE VIDRIERA
L
La falla en su Stuka lo arrojó contra una ignota aldea del estado de Crimea: Joseph Beuys, piloto de la Segunda Guerra Mundial, agonizaba cuando lo encontraron unos nativos tártaros que le salvaron la vida untándole grasa y envolviéndolo en fieltro. Con los años, esos elementos empezaron a aparecer una y otra vez en la polémica y radical obra artística de este alemán a quien la muerte finalmente encontró en Dusseldorf, en 1986. Beuys, que colaboró en un par de oportunidades con Nicolás García Uriburu, pensaba que el arte debía ser más efímero que la existencia, premisa neodadaísta que condensó en acciones tales como pa-
Yes Yes Yes Yes Yes, No No No No No
◆ 1969
sar 24 horas adentro de una caja de naranjas, explicar su obra a una liebre muerta y convivir durante cuatro días con un coyote en una galería neoyorquina. Paseándose siempre con su icónico sombrero –¡de fieltro!–, fue además un fascinante profesor y un original activista político. Hasta junio, Proa exhibirá una retrospectiva de 30 años de una de las mentes más inclasificables del siglo XX, que vivió convencida de que “todo ser humano es un artista” y que escribió: “Después de mi muerte, me gustaría que la gente dijera: ‘Este hombre entendió la situación histórica y cambió el curso de los acontecimientos’”.
La rivoluzione siamo Noi Felt Suit
◆ 1970
◆ 1972
34 I TRIPLE VIDRIERA
Object to smear and turn ◆ 1972
Schlitten ◆ 1969 Rhein Water Polluted
◆ 1981
36 I SELFIE ²: DIEGO ROMERO & DOLORES FONZI
DETRÁS DE TAPA I 37
T “The Smiths inventó el indie”, declaró recientemente Johnny Marr, guitarrista de la banda británica que en los 80 se rebeló contra el pop de sintetizadores de la época y revindicó la sonoridad y la poética de la canción. Su disco más celebrado, The Queen is Dead, presenta en su portada un fotograma de Alain Delon en la película L’Insoumis. El álbum, que este año cumple un cuarto de siglo de vida, es un decálogo de temazos atravesados por las irreverentes letras de Morrisey. Hace una década, el trovador confesó que no guardaba ningún recuerdo de The Smiths “excepto una carta de Delon en la que se refiere a la tapa de The Queen is Dead”.
La Luli Anita Alvarez de Toledo
DE LA GALERA I 39 ¿Cuál es vuestro estado mental más frecuente? L: Continua vorágine de recapitulación. A: Intranquilidad. ¿Con qué artistas compartirían un escenario? L: Daft Punk, Die Antwoord, Red Hot Chili Peppers, Joaquín Levinton.
¿Qué misterio les gustaría resolver?
¿En qué cartera husmearían?
L: El misterio de que cada vez que salgo de casa me olvido de las llaves del auto.
L: En ninguna.
A: El de las pirámides, aunque ya lo tengo bastante resuelto (¡ahrre!).
L: Sebi, Carolina y Lucas, mis amigos más
L: “Paloma negra”.
A: Fumarme un porro y deformar con mis amigos, gracias a Dios.
A: Con todos, menos con Arjona. En otra vida, ¿quiénes fueron?
¿Cuál es su mayor extravagancia? L: Coleccionar esponjas.
A: Un pibe, seguro.
A: Mi vida entera.
¿Cuál es vuestra idea de descanso?
¿Qué gustos de helado prefieren?
L: Mar –si es turquesa, mejor– y campo. A: Un largo sueño consolidado por barbitúricos que no dejen resaca.
¿Qué las hace desternillarse de risa?
Si sólo pudiesen escuchar una canción más, ¿cuál elegirían? A: “Gypsy”, de Fleetwood Mac.
L: Anaïs Nin.
A: En la de Stevie Nicks, pero en los 70.
L: No consumo azúcar. A: Chocolate con pedazos de manteca de maní.
antiguos.
Si fueran magas, ¿qué harían salir de la galera? L: Paz y amor para el mundo… y una isla privada que tenga una chacra con 51 Jack Russell Parson. A: Una nave espacial con tecnología alienígena, ¡obvio!
40 I EXTERIORES: COLONIA DEL SACRAMENTO
Paso obligado para las golondrinas que parten de Buenos Aires a Punta del Este vía Colonia, el hotel Charco se perfila como una opción ideal para un tentempié o para unas noches de desconecte. Pasa algo único, vibrante con este hotel que no pasa con casi ningún otro: uno siente que cada ladrillo –que está ahí, agazapado estoicamente en su huequito desde hace siglos– tiene algo para decir. Entonces, siguiendo a Hemingway, para quien lo más importante, al margen de credos, era “creer en creer” (¡y lo bien que hacía!), uno se acerca a esas paredes centenarias y la cosa empieza a fluir como agua de río. ¿Y adivinen qué? Ese “viejo río color de león”, como lo poetizó Borges, está enfrente: no al costado ni detrás sino justo enfrente, tiñendo con oropeles el leve candor de olas que le susurran al ceibo cómo bailar, para qué lado, con cuánto ritmo.
Un hotel que es también un lugarcito de paso con forma de bistró, camino al Este, con la panza llena y el corazón contento; un hotel que se presta para ser lo que uno quiera mientras, por ejemplo, se camina en noches estrelladas a fuerza de un fogonazo cada diez segundos, según la cadencia del faro, que dicta sus latidos con precisión de metrónomo; un hotel en pleno casco histórico de Colonia del Sacramento que es historia, vecindad, sonrisa, atardecer, paciencia, silencio, descanso y hogar. http://www.charcohotel.com
Buenos Aires - Charco = 45 min. Charco - Punta del Este = 3 hs.
BUENOS AIRES PUNTA DEL ESTE
42 I PRODE
LOLA ARIAS PRODE GALERA #59 L
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COMEDIA
TRAGEDIA
MOLIÉRE
SARAH KANE
PEINE
CEPILLO
MANDARINA
NARANJA
CHINA
JAPÓN
TECLAS
CUERDAS
TOM
JERRY
AGRIDULCE
PICANTE
PLUMA
BIROME
SAN MARTÍN
MAIPO
LA FRASE: JOHN CASSAVETESI 43
“Nunca nada es tan claro como se ve en el cine. La mayoría de las personas no saben lo que desean o lo que sienten. Solamente en las películas se sabe bien cuáles son los problemas y cómo resolverlos”.
44 I PANTALLAS: CINE INDIE
E En los años 20, cuatro hombres frustrados con los rigurosos controles del mercado cinematográfico fundaron Warner Bros, Paramount Pictures, Universal Pictures y Metro-Goldwyn-Mayer, productoras independientes que, con el tiempo, se transformaron en las compañías más grandes de la industria. Casi un siglo después, las reglas no cambiaron: casi todo director de cine que se proponga tener el control total sobre su trabajo debe financiarse por sus propios medios; en caso de tener éxito, será absorbido por las productoras mainstream –perdiendo así su condición “independiente”–. Estas son las paradojas que vuelven al “cine indie” algo complejo de definir, un cúmulo de trabajos experimentales que, con su estética y temática, le escapan a esa máquina de hacer chorizos llamada Hollywood.
Balnearios • Mariano Llinás
Cuatro meses, tres semanas y dos días • Cristian Mungiu
Cuentos de la luna pálida • Kenji Mizoguchi
Stranger Than Paradise • Jim Jarmusch
La libertad • Lisandro Alonso
Halloween • John Carpenter
Esto no es un film • Jafar Panahi
I Hired a Contract Killer • Aki Kaurismäki
Yoyo • Pierre Etaix
46 I MERCI BEAUCOUP: LOU REED
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48 I PATADAS DE CHANCHO
P
ara su vigésimo tercera edición, que tendrá lugar del 23 al 26 de mayo, ArteBA sumará a más de 500 imaginarios artísticos bajo el techo de La Rural. Con la participación de galerías elegidas por Orly Benzacar, Sonia Becce, Eduardo Brandão y Henrique Faria, la feria cuyo inmenso aporte le valió un Premio Konex en 2008 a la “entidad cultural más importante de la última década” prospera año tras año. Esta vez, a secciones conocidas como Cabinet Lan, Dixit y U-Turn Project Rooms by Mercedes-Benz se sumará Photobooth Citi, un espacio fotográfico de artistas históricos y contemporáneos curado por el canario Octavio Zaya.
A
sí habló Zaratustra: “Habla y balbucea así: ‘Este es mi bien, esto es lo que yo amo, así me agrada del todo, únicamente así quiero yo el bien. No lo quiero como ley de un Dios, no lo quiero como precepto y forzosidad de los hombres: no sea para mí una guía hacia súper-tierras y hacia paraísos. Una virtud terrena es la que yo amo: en ella hay poca inteligencia y lo que menos hay es la razón de todos. Pero ese pájaro ha construido en mí su nido: por ello lo amo y lo aprieto contra mi pecho, ahora incuba en mí sus áureos huevos’. Así debes balbucir y alabar tu virtud. En otro tiempo tenías pasiones y las llamabas malvadas. Pero ahora no tienes más que tus virtudes: ellas han surgido de tus pasiones”.
L
a pregunta “¿qué palabras mal pronunciadas los exasperan?”, formulada en nuestra página de Facebook, generó un alud de respuestas, del que rescatamos: 1) Aire condicionado; 2) Esatamente; 3) Mounstro; 4) Dotor; 5) Pasta flora; 6) Guasap; 7) Setiembre; 8) Entiendanlon; 9) Tergopol; 10) Masui en vez de Maschwitz; 11) Acnédota; 12) Alverjas; 13) Pixas por pizzas; 14) Mestruación; 15) Nasta, raviole, manice; 16) Tengo línea pesi; 17) Duraznos en Aníbal; 18) Almóndiga; 19) Coletivo; 20) El feisbu, la nobu; 21) Tom Craiss por Tom Cruise; 22) Vistes, dijistes, fuistes; 23) Polvadera; 24) Orsai; 25) Fermacia; 26) Mondiola; 27) Murciégalo.
“
¡Che, no te tenías que vestir de BAFICI para venir al BAFICI! Ese chaleco lo podrías haber dejado en el auto”, le decía un chico a su amiga mientras subían las escaleras del Atlas Santa Fe: se aventuraban a una película distinta, como el resto de los 370 mil espectadores que acudieron al festival el año pasado. Creado en 1999, el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente se constituyó rápidamente en vehículo de films que de otro modo no llegarían aquí. Hoy se trata de uno de los eventos culturales más significativos de la ciudad, cuya decimosexta edición tendrá lugar entre el 2 y el 23 de abril.
¡INDEPENDIZATE!
× DICEN LOS QUE SABEN QUE GUSTAV MAHLER MURIÓ DE ENDOCARDITIS. × DICEN LOS QUE SABEN QUE SE NECESITAN DOS AÑOS PARA APRENDER A HABLAR Y SESENTA PARA APRENDER A CALLAR. × DICEN LOS QUE SABEN QUE UN TEMA DE LA BANDA CLAP YOUR HANDS SAY YEAH SE TITULA “LA PIEL DE MIS CAMPESTRES DIENTES AMARILLOS”. × DICEN LOS QUE SABEN QUE UNA DEFINICIÓN DE “INDEPENDENCIA” ES: “ENTEREZA, FIRMEZA DE CARÁCTER”. × DICEN LOS QUE SABEN QUE EN PUERTO RICO EL “PIONONO” ES UN ROLLO FRITO DE BANANA CON CARNE MOLIDA DENTRO. × DICEN LOS QUE SABEN QUE LA VIDA SE HA IDO SIN VOLVER EL ROSTRO. × DICEN LOS QUE SABEN QUE, AL TERMINAR EL JUEGO, PEÓN Y REY VAN A LA MISMA CAJA. × DICEN LOS QUE SABEN QUE ALICE COOPER, PIONERO DEL SHOCK ROCK, SE LLAMA EN REALIDAD VINCENT DAMON FURNIER. × DICEN LOS QUE SABEN QUE JIM JARMUSCH QUEDÓ CANOSO CUANDO TENÍA 15 AÑOS. × DICEN LOS QUE SABEN QUE EL SONIDO DE LA FLAUTA PUEDE CURAR LA CIÁTICA. × DICEN LOS QUE SABEN QUE EL NOMBRE DE MOBY ORIGINA EN QUE EL CANTANTE ES DESCENDIENTE DE HERMAN MELVILLE, EL AUTOR DE MOBY DICK. × DICEN LOS QUE SABEN QUE NO PIERDE ACEITE: MARCA TERRITORIO. × DICEN LOS QUE SABEN QUE EL NOMBRE DE LA BANDA ARCADE FIRE PROVIENE DEL INCENDIO DE UNA SALA DE JUEGOS.
MANTÉNGANSE ATENTOS A LO QUE DICEN LOS QUE SABEN.
50 I QUIROMANCIA “Un boxeador jamás olvida al que le hizo doler. Recuerdo bien esos ganchos, como puñales: me lastimaron tanto que abandoné los rings por ocho meses”, explica Marcelo Domínguez, aka “El Toro”, sobre la pelea de 1998 en la que Juan Carlos Gómez le arrebató el título mundial. “En este deporte y en la vida, las manos revelan mucho sobre uno; dicen que las huesudas y con dedos largos son las más pegadoras. Para cuidar las mías, practico mucho cómo vendarme. Es importante tener un par de guantes propios porque toman la forma de la mano de su dueño –lo que hace muy incómodo pelear con guantes ajenos–. Los boxeadores no somos fáciles, en ningún sentido: cada uno trae una historia distinta, un mambo diferente. Sin embargo, tenemos en común las enormes ganas de progresar. El boxeo significa progreso”.
LAS MANOS DEL BOXEADOR
MARCELO DOMÍNGUEZ
EL MANUSCRITO: DANIEL JOHNSTON I 51
52 I TRASTIENDA DE TAPA
Busquen sus zapatillas más gastadas y precalienten los oídos, que el 1 y 2 de abril se larga lo que para el colectivo indie mundial es la crema de la crema: el festival Lollapalooza, que les volará la peluca a miles de personas en el Hipódromo de San Isidro con la música de bandas como Afi, Pixies o Axwell.
Perry Farrel, creador del Lollapalooza, en pleno show de Jane’s Addiction.
Red Hot Chili Peppers, una de las bandas más convocantes del festival.
Trent Reznor, de Nine Inch Nails, en la edición 1992 del Lollapalooza.
Los montrealeses Arcade Fire, celebrados exponentes del indie rock y protagonistas de nuestra despampanante tapa.
54 I TRASTIENDA DE TAPA
C Corría el año 1991 cuando los rockeros californianos de Jane’s Addiction anunciaron su separación definitiva. Frente al desasosiego de millones de seguidores, el líder y vocalista Perry Farrel resolvió que la banda dijera adiós con una gira descomunal por cada rincón de Estados Unidos. Para su estupor, la serie de conciertos atrajo a un enjambre enloquecido de jóvenes melómanos y abrió la puerta de un nuevo paradigma en materia de festivales. Farrel nombró a su fórmula del éxito “Lollapalooza”. Pronunciada “lalapalusa”, la palabra fue tomada de un cortometraje de Los Tres Chiflados y significa “algo inusual y extraordinario”. Hasta entonces, nunca antes un festival había ido más allá de la música expresando la cultura del momento con propuestas ligadas a la gastronomía, la ecología y los derechos humanos. Se trató, además, del primer evento de este calibre en poner sobre sus tablas a músicos ignotos, logrando convocar a una atractiva maraña de artistas emergentes y consagrados, locales y extranjeros. La época de oro del festival estuvo signada por momentos icónicos, como la aparición de Courtney Love sobre el escenario a una semana de la muerte de Kurt Cobain o la trompada que un patovica le propinó al bajista de Green Day confundiéndolo por un fanático. Sin embargo, el esplendor de los primeros años fue desgastándose hasta que se cancelaron las edi-
ciones entre 1998 y 2002, época que coincidió con una decadencia de la escena musical. En 2003, Lollapalooza volvió al ruedo con el Grand Park de Chicago como su nuevo hogar; allí, en la ciudad del viento, bajo el ala de las firmas C3 Presents y William Morris Endeavour, el festival fue recuperando año tras año su brío original, llegando a convocar a ¡300 mil! personas. Tras su aplaudidísimo aterrizaje en Santiago de Chile (2011) y San Pablo (2014), Buenos Aires ardía a la espera de que Farrel –a estas alturas ensalzado como el Gatsby de la música independiente–, montara su parafernálica fiesta en clave criolla. Entonces, la productora Fénix puso manos a la obra y concretó el desembarco del festival en el Hipódromo de San Isidro. Con un line-up que ostenta más de 50 bandas y con Arcade Fire, Nine Inch Nails, Red Hot Chili Peppers y Soundgarden a la cabeza –de las cuales las últimas tres tocaron en la primera edición del festival hace un cuarto de siglo–, la primera venta de entradas se agotó en tan sólo media hora. Meses después, son pocos los que se mantienen apáticos frente al arribo de este superbowl de la cultura indie; en palabras de la revista Spin, se trata del “tour que cambió al mundo”, y según su fundador, de “un gran chupetín giratorio en el que las ideas se mezclan entre sí”.
LINE - UP
1/ABRIL MAIN STAGE 1 22:00 › Arcade Fire 19:15 › Phoenix 17:00 › Julian Casablancas 15:00 › Capital Cities 13:30 › Onda Vaga 12:30 › Intrépidos Navegantes
MAIN STAGE 2 20:30 › Nine Inch Nails 18:00 › Imagine Dragons 16:00 › Cage The Elephant 14:00 › Juana Molina 13:00 › Sig Ragga 12:00 › Walter Dominguez
ALTERNATIVE 20:30 › New Order 18:15 › Lorde 16:00 › Jake Bugg 14:00 › Portugal. The Man 13:00 › Nação Zumbi 12:00 › Aloe
PERRY’S STAGE 21:45 › Zedd 20:15 › Kid Cudi 18:30 › Wolfgang Gartner 17:00 › Flux Pavilion 15:45 › Flume 14:45 › Nairobi 13:30 › Dietrich 12:15 › Franco V
2/ABRIL MAIN STAGE 1 21:45 › Red Hot Chili Peppers 19:00 › Pixies 16:45 › Ellie Goulding 14:45 › Lorenzo Jovanotti Cherubini 13:15 › Airbag 12:00 › La Armada Cósmica
MAIN STAGE 2 20:15 › Soundgarden 17:45 › Vampire Weekend 15:45 › Johnny Marr 14:00 › El mató a un policía motorizado 12:30 › La bomba de tiempo
ALTERNATIVE 20:15 › IKV 17:45 › AFI 15:45 › Pez 14:00 › Savages 12:30 › Detonantes
PERRY’S STAGE 21:45 › Axwell 20:00 › The Bloody Beetroots 18:15 › Krewella 17:00 › Baauer 15:45 › Perry Etty 14:30 › DJ Paul 13:15 › Rvsbmusic 12:15 › Bulgara
56 I TOP CINCO RESIDENTE
1
2
Creada para mujeres que privilegian un modo de vida equilibrado, Eximia es una novísima marca de tratamientos de cuidado para la piel que destaca por su maestría en el arte de dominar la ciencia para sublimar la belleza. Eximia, latín para “excepcional”, llega a Galera bajo la forma de un sello legitimador que calificará aquello que considere excelente: encuéntrenlo en secciones que destaquen por su contenido artístico, científico o de belleza.
Advanced Style es un blog que escudriña las calles de Nueva York en busca de damas mayores de 60 años cuyo estilo raje la tierra: cada una de ellas enseña al lector cómo envejecer con osadía y desenfado.
3
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Boeing diseñó el primer celular inteligente que se autodestruye en caso de robo: el invento fue creado para los trabajadores de seguridad estadounidenses con el objetivo de proteger valiosos datos personales.
Jackie Smith presenta una nueva colección de anteojos: su canchero diseño tornasolado y su fabricación artesanal a partir de materiales italianos los vuelve el objeto perfecto para desafiar el sol invernal.
“Tu pantalla es la ventana a un mundo en evolución. Seguí el punto rojo. Podés usar auriculares”, reza el enigmático instructivo de PolyFauna, novísima aplicación en la que Radiohead volcó su inconsciente.
58 I ÁRBOL GENEALÓGICO GÉISER Así como las melodías brotan del centro de la tierra, los nuevos artistas vernáculos emergen a través de Géiser, con Leo García como productor. END ALL LIFE PRODUCTIONS Discográfica francesa de black metal que edita álbumes de bandas clásicas del género, como Judas Iscariote, Mutilación y Altar de la Perversión. ESTAMOS FELICES Según la Rolling Stone, “marca el pulso del indie argentino con un catálogo ejemplar”, habiendo editado más de 40 discos en diversos formatos. SOUNDWAY RECORDS Creada por un inglés, rastrea música perdida de lugares recónditos del Caribe, América Latina y África, aglutinándola en superlativos álbumes. LOS AÑOS LUZ “¡Qué modos delicados de entender las complejidades de la creación musical y los requerimientos del mercado!”, han dicho sobre su catálogo. ROUGH TRADE En sus 36 años de vigencia, el sello ha acogido bajo su ala a talentos del calibre de My Morning Jacket, The Strokes y Antony and the Johnsons. SUB POP Establecido en 1986, es uno de los sellos estadounidenses más icónicos. Sus hallazgos van desde Soungarden y Nirvana hasta Fleet Foxes y Foals.
9 SELLOS INDIES
CASA LIMÓN Fundado por un capo del flamenco, el sello aspira a lograr una colección de grabaciones “que visiten la tradición desde la vanguardia”. K&K VERLAGSANSTALT Basada en Landau in der Pfalz, editó con pompa Hamburger Ratsmusik y es miembro de Börsenverein des Deutschen Buchhandels.
PRENDÉ LA MECHA I 59 En los años 20, el ingeniero suizo Adolph Rickenbacker se daba la gran vida en Carolina del Sur gracias a su exitoso negocio: fabricaba elementos metálicos para instrumentos de cuerdas. Un buen día conoció a George Beauchamp y Paul Barth, dos tipos obsesionados con la idea de crear una guitarra eléctrica que lo convencieron de aportar ingenio y capital. Fue así como juntos introdujeron, en 1931, la “guitarra sartén”, prodigio cuya tecnología sigue vigente en todas las violas del planeta. Sin embargo, las pocas ventas llevaron al helvético a vender la compañía dos décadas después, poco antes del surgimiento del rock and roll.
En el mismo año en que se desenfundaba la primera guitarra eléctrica, la compañía Mercedes-Benz presentó la suspensión independiente de las cuatro ruedas, que permite que cada una responda de manera individual.
DECÍ WHISKY I 61
RENAUD MONFOURNY Fundador de la revista francesa Les Inrockuptibles, este fotógrafo es para el indie lo mismo que los agujeros para un queso gruyère: parte fundamental. Frente a su ojo, siempre blanco y negro, desfilaron desde Nick Cave hasta William Burroughs, pasando por Catherine Deneuve o Björk. Trabajos como éste, en el que sigue de cerca a los fanáticos de Bauhaus (¡y a su líder!), pueden verse en su página: blogs.lesinrocks.com/photos.
FAMILIA LETTER ◆ 2013
LA POLLERA DE NAILYS ◆ 2013
ELISABETH ETAKAPAN ◆ 2011
EL COLLAR VAMPIRO DE THIERRY ◆ 2013
DECÍ WHISKY I 63
PETER MURPHY ◆ 2013
64 I DECÍ WHISKY
NAILYS ◆ 2013
GILLES ◆ 2013
66 I SANTIAMÉN
ARAFUE I 67
MARC CAELLAS DIRECTOR DE TEATRO Y HABITANTE DE BOGOTÁ En Bogotá ya viví en los barrios La Macarena, La Soledad, Chapinero, Quinta Camacho y Los Rosales, cada uno con su personalidad: almorzaderos, árboles centenarios, grafitis y paseaperros. En Bogotá monté una obra de teatro a pie, otra en una librería, otra en una galería de arte, otra en unos sótanos semiabandonados y ahora trabajo en una que sucederá en diversos tipos de automóviles. Bogotá, a 2.600 metros más cerca de las estrellas, me inspira. En Bogotá hice el amor en un baño con vistas a la torre Colpatria, me sumergí en un trío con dos mujeres, pero también lloré por un amor terminado y me echaron de casa a golpes sin tiempo de explicaciones. En Bogotá padecí un paseo millonario en un taxi, un asalto con puñal en un pasaje y un robo casi invisible en Transmilenio, el sistema de transporte público urbano que intenta suplir la falta de metro sin demasiado éxito. En Bogotá siempre es otoño, aunque para los locales es verano cuando hace sol e inverno cuando llueve. La temperatura siempre oscila entre los 8 y los 20 grados. Todo el año. En Bogotá, y por una vez tienen razón los eslóganes, el riesgo es que quieras quedarte.
68 I TOP CINCO VISITANTE
A UNA ACTRIZ Las actrices de Dos disparos, mi última película: Susana Pampín, Laura Paredes, Mariel Fernández, Claudia Cantero, Daniela Pal y Camila Fabbri.
Martín Rejtman Aquí, el pentágono de eclécticas sugerencias del director, escritor, guionista y una de las cabezas más interesantes del cine argentino contemporáneo.
B UN INGREDIENTE Me gusta mucho el jengibre porque le cambia el gusto a cualquier cosa.
D UN ANIMAL Mis votos van indefectiblemente para mis dos perros, ¡no hace falta explicar porqué!
C UN DIRECTOR Elijo a Yasujir Ozu porque todas sus películas son iguales y muy diferentes al mismo tiempo.
E UNA CIUDAD Me quedo con Lisboa: acabo de estar ahí. Si no, también me gusta Estambul. Son parecidas. La capital portuguesa es más tranquila y la turca, más espectacular.
70 I EL FILÁNTROPO
EL PROYECTO EN CIFRAS • 500 proyectos se financiaron en la plataforma. • 2 millones de dólares fueron recaudados. • 40.000 colaboradores tiene la página. • 7 países cuentan con nuestra presencia. • Tenemos 100.000 usuarios. • 110.000 personas nos siguen. • 1.800 proyectos publicamos en el sitio.
IDEA.ME Virginia Muñoz, responsable de comunicación en Idea.me, comparte el éxito de esta asombrosa plataforma virtual de “crowdfunding” que facilita que diferentes emprendimientos latinoamericanos recauden lo necesario para despegar. Si querés saber más:
www.idea.me
• 3 son las categorías más exitosas: “música”,
“editorial” y “cine y video”.
¿CÓMO DEFINIRÍAN EL VERBO “AYUDAR”? El “crowdfunding” es una forma de ayudar a que una idea se concrete. Para que un proyecto de financiamiento colectivo llegue al éxito, hay que darle a la gente una razón sencilla para colaborar. ¡Son muchas las emociones y experiencias que uno se lleva ayudando a otra persona a cumplir su sueño!
72 I EL MANIFIESTO
CONVERTIMOS EN MANIFIESTO ESTA INSPIRADORA EPÍSTOLA DE HERNÁN CASCIARI, AUTOR DEL BLOG MÁS RESPETO QUE SOY TU MADRE Y FUNDADOR DEL ÉXITO EDITORIAL ORSAI. EN EL TEXTO, EL ESCRITOR DIVIDE EL MUNDO EN “VIEJO” Y “NUEVO” Y REVINDICA SU ACTITUD INDEPENDENTISTA DE LAS GRANDES EDITORIALES A TRAVÉS DE LA FILOSOFÍA QUE LO CORONÓ COMO UNO DE LOS REFERENTES DEL INDIE LITERARIO. El contador de suscripciones anuales a la nueva revista Orsai acaba de llegar a mil. En nueve días, y sin noticias sobre los contenidos o la cantidad de páginas, mil lectores ya compraron las seis revistas del año próximo. Y eso que todos saben que habrá una versión en PDF, gratuita, el mismo día que cada revista llegue a sus casas. Repito: acabamos de vender 6 mil revistas. Seiscientas sesenta y cinco por día. Veintiocho por hora. Al mismo tiempo, una escritora española acaba de informar que dejará de publicar. “Dado que se han descargado más copias ilegales de mi novela que copias han sido compradas, anuncio que no voy a volver a publicar libros”, dijo ayer Lucía Etxebarría. La prensa tradicional se hizo eco de sus palabras y la industria editorial la arropó: “Pobrecita, miren lo que internet les está haciendo a los autores”. A nosotros nos ocurre lo mismo. Durante 2011 editamos cuatro revistas Orsai. Vendimos una media de 7 mil ejemplares de cada una y con ese dinero les pagamos (extremadamente bien) a todos los autores. Los PDF gratuitos de esas cuatro ediciones alcanzaron las 600 mil descargas o visualizaciones en internet.
Vendimos 7 mil, se descargaron 600 mil.
La respuesta, quizá, es que se trata del mismo mercado, pero no del mismo mundo.
Dicho de otro modo: no es responsabilidad de los lectores que no pagan que Lucía sea pobre sino del modo en que sus editores reparten las ganancias de los lectores que sí pagan. Mundo viejo, mundo nuevo. Hace un par de semanas viví un caso muy clarito de lo que ocurre cuando estos dos mundos se cruzan. Se lo voy a contar a Lucía, y a ustedes, porque es divertido:
Existe, cada vez más, un mundo flamante en el que el número de descargas virtuales y el número de ventas físicas se suma; sus autores dicen: “qué bueno, cuánta gente me lee”. Pero todavía pervive un mundo viejo en el que ambas cifras se restan; sus autores dicen: “qué espanto, cuánta gente no me compra”.
Me llama por teléfono una editora de Alfaguara (Grupo Santillana, Madrid); me dice que están preparando una Antología de la Crónica Latinoamericana Actual. Y que quieren un cuento mío que aparece en mi último libro, “un cuento que se llama tal y tal, que nos gusta mucho”.
El viejo mundo se basa en control, contrato, exclusividad, confidencialidad, traba, representación y dividendo. Todo lo que ocurra por fuera de sus estándares es cultura ilegal.
Le digo que por supuesto, que agarre el cuento que quiera. Me dice que me enviará un mail para solicitar la autorización formal. Le digo que bueno.
Si los casos de Lucía Etxebarría y de Orsai son idénticos y ocurren en el mismo mercado cultural, ¿por qué a nosotros nos causan alegría esos números y a ella le provocan desazón?
El mundo nuevo se basa en confianza, generosidad, libertad de acción, creatividad, pasión y entrega. Todo lo que ocurra por fuera y por dentro de sus parámetros es bueno, en tanto la gente disfrute con la cultura, pagando o sin pagar.
A la semana me llega el mail, con un archivo adjunto: “Estimado Hernán, te explico lo que te adelanté por teléfono: Alfaguara editará próximamente una antología de bla bla bla cuya selección y prólogo está a
cargo de Fulanito de Tal. El ha querido incluir tu cuento Equis. Si estás de acuerdo con el contrato que te adjunto, envíame dos copias en papel con todas las páginas firmadas a la siguiente dirección” (y pone la dirección de Prisa Ediciones, Alfaguara). Abro el archivo adjunto, leo el contrato. Me fascina la lectura de contratos del mundo viejo. No se molestan en lo más mínimo en disfrazar sus corbatas.
rece en mi último libro, que se distribuye bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento 3.0 Unported, que es la más generosa. Es decir, podés compartir, copiar, distribuir, ejecutar, hacer obras derivadas e incluso usos comerciales de cualquiera de los cuentos, siempre que digas quién es el autor. Te regalo el texto para que hagas con él lo que quieras, y que sirva este mail como comprobante. Pero no puedo firmar esa porquería legal espantosa. Un beso”.
Al cuento que me piden lo llaman “La aportación”. En la cláusula 4 dice que “el editor podrá efectuar cuantas ediciones estime convenientes hasta un máximo de 100.000e”. En la cláusula 5 ponen: “Como remuneración por la cesión de derechos de ‘La aportación’, el editor abonará al autor cien euros (¿100?) brutos, sobre la que se girarán los impuestos y se practicarán las retenciones que correspondan”.
La respuesta llegó unos días después; ya no era ella la que me hablaba sino otra persona:
Pensé en los otros autores que componen la antología, los que seguramente sí firman contratos así. Cien euros menos impuestos y retenciones son sesenta y tres euros, y a eso hay que quitarle el quince por ciento que se lleva el agente o representante (todos tienen uno), o sea que al autor le quedan cincuenta y tres euros limpios. No importa que la editorial venda 2 mil libros o 100 mil libros. El autor siempre se llevará cincuenta y tres euros. ¿Firmará Lucía Etxebarría contratos así?
La anécdota no es gran cosa, pero quiero decir, al narrarla, que no hay que luchar contra el mundo viejo, ni siquiera hay que debatir con él. Hay que dejarlo morir en paz, sin molestarlo. No tenemos que ver al mundo viejo como aquel padre castrador que fue en sus buenos tiempos sino como un abuelito con Alzheimer.
“Hernán: entendemos esto, pero el departamento legal necesita que firmes el contrato para que no tengamos problemas en el futuro. ¡Saludos!”. Y ya no respondí más nada. ¿Para qué seguir la cadena de mails?
–¿Me das eso? –dice el abuelito. –Sí, abuelo, tomá.
Esa misma tarde le respondí el mail a la editora de Alfaguara:
–No, así no. Firmame este papel donde decís que me das eso y yo a cambio te escupo.
“Hola Laura, el cuento que querés apa-
–No hace falta, abuelo, te lo doy. Es gratis.
–¡Necesito que me firmes este papel, no lo puedo aceptar gratis! –¿Pero por qué, abuelo? –Porque si no te cago de alguna manera, no soy feliz. –Bueno, abuelo, otro día hablamos… Te quiero mucho. Y de verdad lo queremos mucho al abuelo. Hace veinte, treinta años, ese hombre que ahora está gagá, nos enseñó a leer, puso libros hermosos en nuestras manos. No hay que debatir con él, porque gastaríamos energía en el lugar incorrecto. Hay que usar esa energía para hacer libros y revistas de otra manera; hay que volver a apasionarse con leer y escribir; hay que defender a muerte la cultura para que no esté en manos de abuelos gagá. Pero no hay que perder el tiempo luchando contra el abuelo. Tenemos que hablar únicamente con nuestros lectores. Lucía: tenés un montón de lectores. Sos una escritora con suerte. El demonio no son tus lectores, los que compran tus novelas ni los que descargan tus historias de la red. No hay demonios, en realidad. Lo que hay son dos mundos. Dos maneras diferentes de hacer las cosas. Está en vos, en nosotros, en cada autor, seguir firmando contratos absurdos con viejos dementes, o empezar a escribir una historia nueva y que la pueda leer todo el mundo.
74 I GRANDES VESTIMENTAS