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GENERACION MEDIOCRE
Grandes son los males que aquejan a México: inseguridad, contaminación, drogas, desigualdad, el sexismo, desempleo, etc. A la par de lo peor, es la rancia hipocrecía y cinismo con la que se sataniza a los jovenes, desde de mediocres a culpables de ser causantes de los males que hoy se propagan por todo el territorio nacional. Un completo despropósito de los llamados "baby boomers", es decir, los nacidos entre 1940 y 1964, y quienes fueron voraces a la hora de participar en el escenario social y político. Intelectuales como el sionista y accionista narcolavador Enrique Krauze (1947) que, en toda su vida, limitó su intelecto a justificar y apoyar participando de las acciones y nocivas actitudes de quienes han ejercido el poder para servirse de la nación.
Una gula furiosa surgida con mayor fuerza de las entrañas de un sistema servil al hampón Carlos Salinas de Gortari(1948) para después convertirse en consentido contratista de Enrique Peña Nieto: (1966), siendo beneficiado con más de 50 millones de pesos. Editorial
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Clío Libros y Videos, S.A. de C.V., de la cual Krauze es dueño, signó múltiples contratos, la mayoría mediante adjudicación directa, con dependencias como la PGR, SEDENA, SEP, IMSS y Sedesol. ¿O qué tal de la intelectual Denise Dresser (1963) quien se beneficiaría por apoyar y justificar los 12 años que duró el gris y sangriento periodo panista con Vicente Fox Quesada (1942) y del alcohólico dependiente Felipe Calderón Hinojosa (1962)? ¿acaso no son los intelectuales los que deben señalar la realidad que los otros no ven? La náusea inevitable vuelve si recordamos a la maestra sindicalista de Elba Esther Gordillo (1945) quien atrasó en décadas la calidad educativa en México con la protección de los rapaces "babyboomers" en turno que han engullido sin respirar el futuro de esta nación: muy ad hoc nos vendría recordar la descriptiva imagen del cuadro de Francisco de Goya, Saturno Devorando a sus hijos. Nos dejaron convertidos en un país maquilador, sin futuro, sin apoyo a la ciencia y tecnología. Con sueldos de hambre mientras unos pocos ganan en un mes lo que otros muchos en 30 años pagando una casa -más o menos decente- de INFONAVIT.
El contexto en el que nos encontramos todos no es claro. O como escribiera el novelista inglés John Ronald Reuel Tolkien, "El Mundo ha cambiado, se siente en el agua, se siente en la tierra, se huele en el aire. Mucho se perdió entonces y pocos viven ahora para recordarlo". Y es que en tema de contaminación ambiental México ha sido vapuleado por sexenios, porque se ha invertido más en importar tecnologías extranjeras que generen más polución que lo que se invierte en fuertes programas de supervisión para limpiar, mover, resguardar y castigar de forma ejemplar por el desperdicio químico que genera la industria extractora de la región.
Hace pocos días un vehículo que transportaba 2000 litros ácido nítrico, 2000 litros de peróxido de hidrógeno, 4000 litros de silicato de sodio y 1800 litros de clorogás, se volcó en un tramo de la carretera HermosilloMoctezuma, derramando todos esos líquidos dañinos para la vida. Eso es nada comparado con la chinga en materia de contaminación que Germán Larrea (1941), dueño de Grupo México, le ha pegado a la nación en diversas partes del país. Aún no se olvidan a las familias que jamás serán las mismas por culpa del derrame de sustancias tóxicas en el río Bacanuchi. Tantas injusticias han sufrido nuestros pueblos como para que, quienes se educan en la búsqueda de la Justicia, tengan la oportunidad de encontrar la felicidad y dicha que trae consigo hacer lo bueno, pero prefieren callar y aferrarse a un salario disparatado que nada tiene de justo. Con algunas excepciones, los Ministros bien pagados de la SCJN también pertenecen a esa generación voraz de los "babys" que se han confiado de su "infalible" e indomable sapiencia o de la razón instrumental que ignominiosamente han usado para permitir y posibilitar este contexto histórico que no solo limita a los jóvenes, también a los viejos. Como formadores de nuevas generaciones de la que tantos reniegan, los "babyboomers" han sido terribles instructores que exigen la perfección sin conocerla ni enseñarla, voltean la cara a quienes no adoptan sus obesos vicios que perpetúan la corrupción. Poco interés hay por aquellos a quienes miran por encima, desde la protección de sus nubes, sin entender que los "ninis" y los pobres son auténticos hijos de la omisión, son efectos de su causa. Tambaleantes por su altivez tachan de "inútiles" a los más jóvenes, pero son ellos, la generación perdida, quienes desde el pasado dieron forma a un futuro que no resultó ser el mejor de los presentes.
Hasta la próxima.
• Arturo Áviles es Ingeniero en ciencias químicas y colaborador del medio CEL. 662 193 0009.