Sindicalismo y peronismo Omar Plaini Élites y lógicas predatorias Ana Castellani
Feministas en todas partes Diana Maffía
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Por aquí pasó el peronismo Entrevista a Omar Plaini
Élites y lógicas predatorias Entrevista a Ana Castellani
Feministas en todas partes Entrevista a Diana Maffía
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América en Colores El mural como taller
Carniceros de oficio La calle Ensayo fotográfico, por Maxi Ramos Entrevista a Pablo y Eduardo Torres
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Editorial
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Encuentro Nacional de Mujeres Opinión, por Natalia Seoane
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El lugar de los trabajadores Opinión, por Carlos Tomada
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Lado B Cuento, por Roby Villarruel
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eH? Humor, por Leandro Gillig
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Es lo sindical, estúpido Opinión, por Julián Andreu
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Vandorismo televisivo Opinión, por Daniel Rosso
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“El rock es una actitud” Entrevista a Flopa
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Bibliófaga Por Julia Dorio
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Nominar y dominar Opinión, por Nicolás Dulcich
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Ajuste para todes Opinión, por Agustín Wydler y Carli Bianco
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Segunda mano Humor
“Tormentas” y nuevas mayorías Opinión, por Carlos Heller
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Escribe: Julián Saud Ilustración: "Anatomía comparada con análisis lombrosiano de peronistas y antiperonistas" Daniel Santoro, 2006.
Dirección: Julián Saud, Damián Cots, Camila Sánchez y Gastón Vera. Editora papel: Natalia Morandeira. Directora de arte papel: Véronique Pestoni. Editora web: Camila Sánchez. Arte y diseño digital: Maite Larumbe. Director de contenidos: Gastón Vera. Productor general: Pablo Diz. Equipo de redacción: Julián Saud, Santiago Mouradian, Damián Cots, Silvana Jáuregui, Natalia Morandeira, Camila Sánchez, Mónica Puertas, Jimena Riveros, Diego María Gallardo, Lucía Manusovich, Matías Sbora, Julián Andreu, Johanna Cura, Nicolás Dulcich, Natalia Seoane, Ayelén Reyes, Julieta Dorio, Facundo Daelli, Natalí Revert, Paula Rojo, Santiago Pilar. Equipo de arte y fotografía: Véronique Pestoni, Leandro Gillig, Maite Larumbe, Matías Chenzo, Ernesto Durazno González, Sol Re, Nicolás F. Blanco, Paula Lobariñas, Joan Manuel Silva, Gastón Vera. Equipo de producción: Pablo Diz, Nadia Pablovsky, Gastón Vera, Camila Sánchez, Nicolás F. Blanco, Nicolás Capusotto, Diego María Gallardo, Chaia Winter. Diseño: Véronique Pestoni. Ilustración de tapa y contratapa: Maite Larumbe. Carlín: Escribe: Diego Cots. Diseño: Ernesto Durazno González, Federico Rombolá. Colaboradores en Hamartia #30: Redacción: Carlos Heller, Carlos Tomada, Daniel Rosso, Roby Villarruel, Juan Manuel Bassús, Agustín Wydler, Carli Bianco. Arte y fotografía: Daniel Santoro, Agustina Luna Castro, Maxi Ramos, Daniela Carreira, Irina Bianchet, Cao, Eduardo Torres, Vale Dranovsky. WEB www.hamartia.com.ar CONTACTO info@hamartia.com.ar @RevistaHamartia /HamartiaRevista
PROGRAMA DE RADIO: “No nos queda otra”, lunes a viernes de 11 a 13 hs, por AM 740 (Radio Rebelde) Revista Hamartia es parte de la Asociación Civil Hamártires de la Cultura, con domicilio en Díaz Vélez 4550 Dpto. 2 (Ciudad de Buenos Aires). Director-Propietario: Julián Saud. Impreso en Génesis Talleres Gráficos, Manuel Belzú 5162 (Munro, Bs. As.).
La revista fue declarada de interés por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.
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De lo general… Dirigentes siempre hicieron falta: para organizar una huelga en una fábrica, para tomar un colegio o incluso para organizar a un grupo de vecinos detrás de un reclamo local. No alcanza con tener razón en política, hay que construir las condiciones para que una idea se vuelva concreta. Y para que se vuelva concreta, no hay otra que organizarse. Son los dirigentes, sean naturales o construidos por el conjunto, el resultado de este proceso organizativo que es siempre cambiante y en constante movimiento. Perón bajó muy bien este concepto a la tierra cuando afirmó que sería con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes. Aunque todavía siga vigente la costumbre de resolver los conflictos internos de una organización con la disección de la cabeza de los perdedores, es real que el lugar que ocupa un dirigente está estrictamente condicionado a la capacidad de representar al grupo que le dio ese lugar. La dictadura del 76 hizo estragos con la dirigencia de cada comisión interna, de cada centro de estudiantes o sociedad de fomento. Una gran mayoría de los 30.000 eran los principales referentes populares de aquellos años. Esa generación diezmada fue la que hizo mucha falta durante los 90. La mano sangrienta de los principales grupos económicos de nuestro país cortaba así un proceso riquísimo de acumulación política y de experiencias diversas de organización de nuestro pueblo. Hoy se plantea un nuevo dilema. Hoy está siendo interpelada la generación que fue protagonista de las luchas contra las reformas del menemismo y la destrucción del aparato productivo, esa generación que se encontró a finales de los 90 con un grado de pobreza extrema y que supo construir organizaciones sociales en las condiciones más adversas. Hoy se interpela a la generación que salió a la calle y que fue parte de la gesta popular que hizo caer al gobierno de De la Rúa.
DIRIGENTES A LA CABEZA En estos tres años de gobierno de Cambiemos, su rol en la arena política sigue siendo protagónico. No sólo es la candidata con más votos (aunque esto tampoco asegure una victoria por sí sola): también es la personalidad capaz de afrontar una crisis sin precedentes en nuestra historia.
A lo particular El macrismo avanza implacable. Pero las condiciones económicas no generan por sí solas un proceso de reclamo y exigencias sino, por el contrario, producen un deterioro en el conjunto de las organizaciones. Es que la desesperación no nos deja pensar. Desorganizaron nuestra vida cotidiana. Quien que no perdió el trabajo, tiene miedo de perderlo, no llega a fin de mes o tuvo que ajustar su economía familiar. Perón tuvo que esperar 18 años para volver como presidente a una Argentina destruida por el proceso de dictaduras y democracias restringidas. En circunstancias distintas, lo mismo les pasó a Yrigoyen y Rosas. Pareciera que ahora es el turno de Cristina.
Al igual que el Perón que vuelve del exilio, Cristina se muestra tan desencarnada como pocos esperaban. Entre los trascendidos y lo que se afirmó públicamente, Cristina se tomó un café con todo el arco opositor. Para las pocas figuras que aún siguen vetándola, Cristina tiene interlocutores válidos, que van y vienen con noticias y encomiendas. La decisión de unificar toda la oposición, en definitiva el peronismo en su versión más amplia, muestra un grado alto de comprensión de estos sectores que hasta hace no mucho se estaban sacando los ojos. Estos acuerdos concretos consiguieron quitarle al macrismo la mayoría en el Consejo de la Magistratura. Poner en jaque el avance judicial del gobierno es un dato no menor. Cristina misma arriesga una metáfora que sirve para entender cómo se auto-percibe en este momento. En su intervención en el Senado por el presupuesto 2019 se llamó así misma “yegua herbívora”, parafraseando al león herbívoro que decía ser Perón después de tanto tiempo fuera del país. Es que el divisionismo es la principal estrategia del gobierno. En el peronismo, divide entre K y racionales; en el sindicalismo divide entre dialoguistas y extorsionadores; en las organizaciones sociales, entre perseguidos y funcionales. Nuestra estrategia no puede ir sino a contra corriente de este proceso. La unidad debe ser amplia. Va a tener que ser forjada incluso con la construcción
de un programa que contenga los puntos básicos de un futuro deseado por una amplia mayoría. Los tiempos políticos también corren para Cristina. Pero si algo tenemos que aprender de los sucesos que nos llevaron a la derrota del 2015 es que ese programa debe ser elaborado en base a recoger los conflictos reales, representativos de las grandes mayorías. Las y los dirigentes, que son muchas y muchos a lo largo y ancho del país, deberán ser parteros de esos procesos. La única condición es que se pongan a la cabeza de los intereses del pueblo.
Escribe: Juan Manuel Bassús Fotos: Agustina Luna Castro
Entrevista a Omar Plaini
Omar Plaini, padre, abuelo y titular del Sindicato de Canillitas, es la antítesis del estereotipo del sindicalista. Nos recibe en su despacho y expresa su generosidad desde el primer momento. Logra que uno se sienta a gusto. No está rodeado de matones, no se come las “s” y denota su cultura al hablar. Es muy afecto a las citas. Es a la vez un ferviente creyente de la democracia sindical y el protagonista principal de una historia que lo comprueba. Afirma que el sindicalismo no ha sabido explicarle cabalmente a la sociedad la extensión de su impacto. Y, también, que es hora de romper el cascarón.
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¿Cómo describirías al sindicalismo de hoy? La fortaleza del sindicalismo argentino reside en que se organiza por rama de actividad. Eso hay que mantenerlo porque lo ha vuelto único en el mundo, junto con el hecho de que nosotros somos administradores de los recursos de una comunidad que, con muy pocos materiales, logra prestar una infinidad de servicios. Por otro lado, el nuestro es un sindicalismo político. Así lo pensó Perón y así lo definió. Hoy hay una nueva composición de la clase trabajadora que amerita un análisis muy profundo. Esto hace que quizás suene anacrónico hablar del movimiento obrero organizado tal como lo conocimos. Porque ya no estamos en la era industrial, sino inmersos en una revolución digital que está poniendo en duda los viejos paradigmas. Producto de esto, el conglomerado de los trabajadores hoy en día tiene asimetrías tremendas y es muy diverso. Desde la informalidad de la changa o del trabajo en negro, pasando por el autónomo o cuentapropista, a los pequeños emprendimientos de muy pocas personas que no llegan a catalogarse como empresas, los jubilados, los pensionados, los desocupados. Todos son trabajadores. Dentro de esa composición del mundo laboral, hay que discutir en profundidad el rol de la Central y cómo nosotros nos abrimos a incorporar a todos esos sectores en algún carácter y de alguna manera, sin perder el centro de nuestra fortaleza, que es el sindicato por rama de actividad.
"La fortaleza del sindicalismo argentino reside en que se organiza por rama de actividad." Hoy en día no se ve una conducción clara del movimiento obrero sino una pluralidad de centrales. Necesitamos una profunda discusión y análisis al interior del movimiento sindical argentino, porque es más complejo unificar una posición ante la fragmentación que si tenés una central única como supimos tener. No hace muchos años hablábamos de la unidad monolítica del movimiento obrero con la CGT en Argentina, la
CUT en Brasil, el PIT-CNT en Uruguay. Hoy República Dominicana tiene 12 centrales y Brasil, 8. Es muy difícil poner de acuerdo todo eso. También juegan las grandes tendencias mundiales con respecto a los movimientos populares. Cuando venís –como nosotros– de una derrota del campo popular, se multiplican las divisiones. El debate es necesario porque esto favorece al gobierno, por lo que tenemos que estar lo menos fragmentados posible. El desafío pasa por ver cómo ensanchamos esa base para que quepan todos, o cuando menos una mayoría abrumadora. ¿Dónde creés que residen las causas de la atomización? Hay un conjunto de razones. En primer lugar, la revolución del conocimiento, las nuevas formas de producción y la enorme concentración de la riqueza. Por otro lado, en nuestro país a partir del advenimiento del peronismo, el sindicalismo tomó una fortaleza que no se replicó en ningún otro lado de la región. Eso nos sienta en la mesa de la gran discusión frente al patrón y nos convierte en el elemento que equilibra al capitalismo. En un mundo como el actual, brutalmente capitalista, tenemos que profundizar nuestras formas organizativas y nuestras metodologías en pos de lograr una gran unidad, de abajo hacia arriba. Porque no hay ninguna duda de que, en nuestro país y en el mundo, para la derecha no hay mejor sindicato que el más debilitado o el inexistente. La calle aúna y esas diferencias que se ven entre las centrales no parecen dividir al trabajador de a pie. ¿Por qué las cúpulas no logran juntarse como las bases? Hoy básicamente pasa por cómo te relacionas con un gobierno de carácter oligárquico como el que tenemos. A eso sumale las vanidades, las mezquindades, los personalismos, la falta de un liderazgo notorio como supo ser el de Rucci, Ubaldini o en este último tiempo el de Hugo Moyano. Nosotros necesitamos un recambio generacional, pero esos líderes no nacen por arte de birlibirloque, sino que se construyen. Formar un cuadro sindical lleva tiempo. Porque cuando negociás con el patrón, ellos llevan a todos sus CEOs y gerentes formados en Harvard o en Chicago. Entonces, tenés que tener un cuadro que esté formado también y conozca en profundidad su actividad. De la misma manera que se necesita un tiempo
para construir y desarrollar una plataforma, un programa y una idea en una organización sindical. Del otro lado te reclaman que haya una renovación cada cuatro años, ¿por qué no se renuevan las cámaras empresariales o los jueces? Hay un gran prejuicio de la clase media, alimentado por una maquinaria infernal de los grandes medios concentrados de comunicación, que baten el parche todo el día contra las organizaciones sindicales. Entonces le apuntan a la debilidad de un grupo de hombres y nombran siempre a 10 o 20 sindicalistas, pero no te cuentan que en realidad hay 150.000 compañeras y compañeros con responsabilidad de conducción en Comisión Directiva. De pronto aparece un dirigente con una causa y la caja boba está las 24 horas mostrando esa cara y esmerilando el movimiento todo. Entonces nos pintan como los malos, sucios, feos, ladrones y corruptos. Estamos estigmatizados y no hemos sabido cómo salir de esa situación.
"Para la derecha no hay mejor sindicato que el más debilitado o el inexistente." ¿Por qué crees que este fenómeno de demonización sindical no ha tenido tanto éxito en Argentina como en otros lugares, como los Estados Unidos? La tasa de sindicalización en EE.UU. es del 8%. La media en la región de América Latina está entre un 8 y 12%. En Argentina está casi en el 40%. ¿Sabes qué permitió eso? El advenimiento de Juan Domingo Perón. Un sindicalismo de carácter político con grandes estructuras, con rama por actividad y con administración y gestión. Este grado de afiliación y participación se da también por un hecho que nosotros no hemos sabido transmitir fehacientemente a la sociedad. Porque con el 2 o 3% de una cuota sindical, se genera un montón. Por ejemplo, las organizaciones sindicales, a través de la salud y de la propia organización, somos los segundos dadores de empleo en la República Argentina. Primero el Estado, después nosotros y recién después las empresas. ¿Qué sería de la salud
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en nuestro país sin las obras sociales sindicales, donde se atienden 19 millones de personas? ¿Qué pasaría si de un día para el otro toda esa población se volcara al sistema de salud pública? A diferencia de lo que sucede en América Central, donde el papel de los sindicatos se agota en la discusión paritaria o de las condiciones laborales, nosotros gestionamos y administramos comunidades, de miles o de cientos de miles. Y proveemos muchos servicios como turismo, recreación, mutuales, salud, educación, formación técnico profesional, asesoramiento jurídico, hoteles, etc. Las organizaciones sindicales son, junto con los intendentes, el primer mostrador al que acude el ciudadano de a pie cuando necesita ayuda. Todo eso nos convierte en un contrapoder. Por momentos se vio a la CGT conteniendo a las bases en vez de conducirlas. ¿Eso puede revertirse peleando por el control de la Central o debería generarse un armado que la exceda? De abajo la presión es cada vez más grande y hay que conducir la conflictividad. Tenemos responsabilidad institucional, no de gobernabilidad que es del Ejecutivo. Cuando sacás la gente a la calle, después tenés que llevarla a su casa: ponerla en riesgo de la represión es una responsabilidad con
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la que cargamos, por más pequeña o grande que sea la organización. A mí me cuesta entender a algunos dirigentes que creo que le deben ciertas explicaciones a sus bases y estoy seguro de que no van a pasar a la historia. En mi propio sindicato tuvimos como conductor a un tremendo alcahuete del menemismo en los años 90, pero no se me ocurrió nunca armar un sindicato paralelo. Di la pelea por adentro, sufrí persecución, desafiliación y perdí cinco elecciones –más que Lula– antes de llegar a conducir el sindicato. Ahora, hay un grupo de organizaciones grandes que han incidido siempre, y aún lo hacen, en pos de relacionarse a través de lo que ellos llaman “diálogo con el gobierno de turno”. Cada vez que este gobierno convocó al diálogo, no solo nos mintió sino que tampoco respetó los acuerdos. Todo eso debilitó a la CGT. Pero el movimiento obrero genera sus propios anticuerpos en la forma de agrupamientos y corrientes al interior de la CGT –porque nosotros no vamos a renunciar a estar confederados– y el Frente Sindical para el Modelo Nacional, que conformamos con otras 70 organizaciones. El Frente es una expresión sindical, política y social que persigue ese objetivo. Estoy convencido de que de allí va a surgir el próximo conductor de la CGT y creemos que el año que viene
vamos a ser uno de los ordenadores importantes en la conformación de un frente nacional, popular y patriótico, que ponga un gobierno de esas características nuevamente en el poder.
"Reclaman que haya una renovación cada cuatro años, ¿por qué no se renuevan las cámaras empresariales o los jueces?" Hacías alusión recién a Lula. ¿No pensaron nunca en emular el ejemplo del PT en Brasil? En este último tiempo Hugo Moyano lo pensó y hablaba de ese sueño. La frase la armamos entre varios y decía: “Sueño que algún día surja de las entrañas del movimiento sindical una mujer o un hombre que pueda conducir los destinos de nuestro país”. Creo fervientemente en ese sueño, porque si podemos preparar cuadros sindicales capaces de administrar una organización solidaria que alberga cientos de miles de trabajadores, por qué
no pensar en que podamos hacerlo con el país. Tenemos los principios, la doctrina, la filosofía y los valores que nos legó el peronismo, por lo que tal vez ni Moyano ni yo veamos ese sueño realizado, pero es posible. Por eso también creo que el Frente Sindical Para el Modelo Nacional es una herramienta que va a ser clave no sólo para dar luz a una generación de dirigentes intermedia a nosotros, sino que también vamos a ser un gran actor en el ordenamiento del peronismo y de todo el campo popular.
"Las organizaciones sindicales somos los segundos dadores de empleo en Argentina." Tuvimos 12 años en los que el movimiento sindical por lo general acompañó, pero no tuvo una representación en el Ejecutivo. Si logran cumplir el rol de articuladores de la unidad, ¿puede esperarse una mayor participación? La vamos a pedir. Creo que uno de los errores del gobierno anterior fue recostarse demasiado en la obsesión de reconstruir la burguesía nacional, en vez de haberse apoyado mucho más en el movimiento sindical. A nosotros también se nos debe un reconocimiento que nos permita incorporarnos a un rol no sólo legislativo, sino también ejecutivo. Tenemos capacidad para hacerlo, porque en el sindicalismo hay
grandes administradores. Pero eso sí, el próximo gobierno sí va a hablar de la herencia recibida, porque va a quedar tierra arrasada. Y va a tener que haber mucha comprensión del sector sindical y de los demás actores de la sociedad con aquel gobierno que venga. El retroceso que estamos sufriendo es muy grande. ¿Se le puede ganar al macrismo? Estamos en condiciones de ganarle. Estoy convencido de que lo vamos a lograr. Tenemos que hacer la unidad lo más ancha posible. Teniendo en claro que no van a caber todos, porque hay algunos que no van a querer estar. Esto amerita no perder la calle, que es el único lugar que el gobierno no controla, ni aún con represión. Porque el año que viene cuando voten los ciudadanos, con esa memoria corta que tiene el electorado, van a recordar a cada uno de los que estuvimos en la pelea. Los que reclamamos por un vecino, por un convenio, por una tarifa, por la salud, por una escuela o por la muerte de docentes. ¿Y cómo se encara un gobierno que tiene que empezar tan de atrás? Ahí hay que elaborar un gran plan de gobierno y ver qué hacemos con las empresas del Estado: creo que hay que transformarlas en empresas mixtas con participación de los trabajadores. ¿Qué hacemos con la Constitución Nacional? ¿Y si nos proponemos plasmar en ella algunos logros como la Asignación Universal por Hijo, para que en el futuro no los toque nadie? ¿Qué hacemos con la moneda y el comercio exterior? ¿Cómo hacemos para proteger la producción y la industria nacional en un mundo en el que todos venden y
nadie compra? ¿Cómo inyectamos recursos para sostener el consumo? ¿Quién va a pagar la deuda externa? ¿Otra vez le toca al pueblo? ¿Por qué no a los que tienen la plata afuera? Vamos a enfrentar enemigos muy grandes y no va a ser sencillo. Por eso te digo, van a tener que tener mucha comprensión. La mejor manera de lograrlo es si a vos el próximo gobierno nacional, popular y patriótico, te hace parte. Porque cuando sos parte, tenés los pies adentro del plato. Si yo pudiese aconsejarle algo a la candidata o candidato, sería justamente eso. Costo y beneficio, para todos. Se vienen meses muy duros, porque van a seguir aumentando la conflictividad. Lo están diciendo ellos mismos. Esto se profundiza, por lo que va a haber mucho dolor. Si la elección fuese hoy, quien más consenso tiene en la población es Cristina. No veo otro candidato posible, porque no se arma uno de la noche a la mañana y es la ciudadanía misma la que pide por ella, no yo. Por más que sabemos que obviamente van a intentar meterla presa como a Lula, porque están dispuestos a todo, también nosotros tenemos que estar dispuestos a movilizarnos ante cualquier situación de esta índole. Argentina no es Brasil, yo lo digo siempre, porque por aquí pasó el peronismo.
"Hay que transformar a las empresas del Estado en empresas mixtas con participación de los trabajadores."
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Escribe: Natalí Revert Fotos: Maxi Ramos
Entrevista a Ana Castellani
Ana Castellani coordina el Observatorio de las Élites Argentinas, constituido en 2012 y dedicado a analizar el perfil sociológico y las modalidades de interacción de las élites en la Argentina contemporánea. Con rigurosidad académica, pero con objetivos de divulgación al público general, el Observatorio ha realizado informes sobre las élites que conforman el actual gobierno. Ana es doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, mágister en Sociología Económica por la Universidad Nacional de San Martín, donde actualmente investiga. Durante la entrevista, su actitud desacartonada y distendida se conjuga con un análisis de una claridad conceptual admirable. Ana es capaz de explicar de un modo simple la complejidad propia de todo proceso político, económico y social, y aporta un análisis histórico ineludible para la comprensión de la actualidad argentina. ¿Qué sociedad está en el imaginario de quienes nos gobiernan hoy? Si analizamos los distintos discursos, lo que se observa es un diagnóstico de una sociedad desvirtuada, desviada: la que pretende vivir por encima de sus posibilidades; y que tiene una fracción importante y cada vez mayor que vive a expensas de otra fracción. Hay un sector social aspiracional, meritocrático que pretende la restauración de los principios jerárquicos de la sociedad y que cree en los valores del esfuerzo y del sacrificio para el ascenso social. Por otro lado, habría un conjunto de la sociedad que demanda irresponsablemente condiciones de igualitarismo sin hacer los esfuerzos necesarios. El gobierno alude todo el tiempo a esta idea, a que ahora hay que pagar los costos de esa fiesta de los 70 años de populismo. No hubo 70 años de populismo, ni siquiera en términos de políticas distributivas progresivas del ingreso. En Argentina hubo dos
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grandes momentos de distribución progresiva: los doce años de kirchnerismo y los primeros diez años del peronismo. En la década ‘64-‘74 se fue generando una distribución progresiva de los ingresos, pero no podríamos decir que eso fue populismo, la mitad de esos años fueron dictaduras. Ese diagnóstico absolutamente sesgado, elitista y anclado fuera de la realidad, olvida que en el país no hay una gran burguesía que sea capaz de producir un modelo de desarrollo que le permita generar trabajo al conjunto social. Esos discursos, ¿son un efecto de las políticas de inclusión del kirchnerismo? ¿Por qué creés que algunos sectores dejaron de acompañar al gobierno anterior? El kirchnerismo generó una distribución del ingreso por abajo, en su lógica de que la dinámica expansiva de la demanda debía sostener el ciclo económico. Esto hizo que se elevaran
los niveles de vida de los sectores populares y que se pusieran demasiado cerca de los sectores medios. Esa ruptura de jerarquías les genera temor, porque en el fondo es eso: temor y un sentimiento de bronca y de frustración porque sienten que su esfuerzo no se compensa. Argentina es un país con una tradición de sectores medios muy heterogéneos y con algunas fracciones ancladas en los valores de la inmigración de principio de siglo XIX y XX: la idea de que con el esfuerzo se llega. Es necesario tener un discurso y una práctica política para esos sectores. Porque la idea de “la patria es el otro” es muy linda y yo la comparto plenamente, pero Argentina tiene décadas de principios neoliberales en la construcción hegemónica de cómo se piensa la sociedad, el Estado y la relación entre ambos. Esos valores están muy anclados y no son fáciles de revertir. Hay que tener en cuenta, en una próxima experiencia, la sustentabilidad del modelo
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macroeconómico y el discurso para poder interpelar a sectores medios más allá de apelar a las condiciones de igualdad o de solidaridad social. Las dificultades históricas para un proceso de industrialización nacional o para la consolidación de un proyecto económico independiente, ¿están vinculadas al tipo de burguesía local? Argentina no tiene una clase dominante con vocación de convertirse en clase dirigente. La burguesía, en todas sus capas altas, está ligada al exterior desde lo financiero. Desde el año ‘70 para acá, y de manera creciente, el valor que se genera en la producción nacional se va continuamente en un drenaje persistente hacia el exterior en forma de activos. La famosa fuga de capitales, que es la formación de activos externos. Cada vez que se han querido algún tipo de control de la cuenta capital ha habido dificultades, pero cuando se la libera por completo, tanto en los 90 como en la experiencia actual, lo que se observa es que esa fuga persiste y es una marca distintiva. No hay país que tenga futuro con esta configuración y comportamiento de la burguesía. No hay modo de consolidarse si no existe un mecanismo de ahorro que permita la reinversión de utilidades en actividades productivas. El huevo de la serpiente es la incapacidad de lograr convertir en hegemónico alguno de los dos proyectos de país que dan vueltas en el imaginario y que atraviesan todo el siglo XX y lo que va del XXI. Hay variaciones y acoples según el contexto, pero los dos proyectos pueden caracterizarse en dos grandes líneas: de los 70 para acá un modelo financiero, más aperturista; y por otro lado un modelo más nacional, desarrollista, industrial y ligado al mercado interno. Estos modelos antagónicos orientan las políticas públicas. El kirchnerismo mantuvo el segundo modelo con un montón de flancos débiles, porque si no se hacen modificaciones en la estructura productiva es muy difícil de mantener. Ya no sirve la receta del primer peronismo de la industrialización sustitutiva de importaciones solamente, necesitás pensar en una estrategia de exportación de productos con valor agregado importante, incorporación de servicios, de capacidades científico tecnológicas, etc. Hoy, el principal activo de las economías mundiales es el conocimiento.
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Es necesario ir hacia otro modelo, pero también es cierto que para darle empleo a la mano de obra y que haya nuevos puestos de trabajo, tenés que seguir protegiendo algunos mercados. Si no logramos que eso suceda durante por lo menos 30 o 40 años seguidos, no hay forma. Si no podés legitimar socialmente un modelo, no hay manera. Estamos en esta tensión de alternancia de proyectos hegemónicos todo el tiempo y hasta que se dirima esa disputa hegemónica y los actores que integran esas coaliciones, no veo que Argentina pueda iniciar una senda de desarrollo sostenido.
Planteabas que los sectores dominantes no quieren convertirse en dirigentes. Este gobierno es una excepción, ¿no? Yo pensé que tal vez sí con esta experiencia. Si tuviera que asesorarlos les diría: aprovechen esta oportunidad histórica, repatríen el 10% de lo que tienen en el exterior, que son 50 mil millones de dólares por lo menos, y si lo reinvierten productivamente se quedan 20 años mínimo. Ese era mi terror por otro lado. Pero no. La lógica sigue siendo completamente predatoria. El próximo gobierno nacional y popular tiene que saber que no tiene una burguesía nacional, salvo que la construya, que se articule con ese entramado de pequeñas y medianas empresas. Eso va a requerir un rol del Estado enorme y este gobierno nos va a dejar un Estado con un problema gigantesco que es la deuda que tomaron. Argentina tiene, en este
momento, todas las marcas de una crisis macroeconómica inevitable, tiene todo para chocar. Cada vez está más cerca del iceberg. Un problema recurrente de la economía argentina es la falta de dólares y afecta a los dos modelos. La restricción externa es un problema recurrente derivado de la estructura productiva desequilibrada que tiene la Argentina. Antes tenías una restricción externa vinculada a la economía real que es la necesidad de incrementar las importaciones a una tasa superior a la que te permite la generación de divisas por exportaciones. Ese proceso iba yendo, hacia el ‘74, a una mayor convergencia y a la posibilidad de que las exportaciones industriales permitiesen ir sosteniendo y expandiendo al propio sector industrial, pero queda abortado con la experiencia de Martínez de Hoz. Los procesos de valorización financiera similares a los actuales, centrados en planchar el dólar, abrir la cuenta capital, que ingresen dólares que oxigenan un tiempo, revientan la producción nacional y huyen ante cualquier situación de endeblez porque hacen sus utilidades rápidas y así tan rápido como entraron se fueron. Para sostener ese proceso, lo que hace el Estado es tomar más deuda y garantizar esa salida persistente, como está pasando ahora. Después toda la sociedad tiene que pagar. El Estado queda sin una de sus herramientas fundamentales que son las capacidades financieras para poder encarar cualquier estrategia de desarrollo que pretenda encarar porque no tiene recursos. Horrible, ¿no?
Pareciera no haber mucha novedad. Al hablar de la actualidad se retorna a los 70, a los 90… Hay rasgos estructurales que se sostienen y después hay condimentos
propios de la época. Está mucho más cuestionado el rol de la apertura de la cuenta capital que antes. Sin embargo, este gobierno abrió la cuenta capital desde el día uno, la salida del cepo no fue solamente liberar el mercado de cambios, sino todas las posibilidades de ingreso y salida de divisas sin ninguna restricción. Eso te deja muy expuesto a los vaivenes financieros. Hoy existen un montón de financieras, brokers muy fuertes, fondos de inversión que pueden hacer estallar países con un par de operaciones. Ese sector financiero gana mucho en la volatilidad, entonces no tiene ninguna apuesta por la estabilidad del sistema. Más allá de que en contextos de estabilidad también puedan ganar. Lo mismo puede decirse de las élites. ¿Las élites argentinas quieren un Estado eficiente, sólido, con capacidades para poder encarar la producción de bienes públicos y políticas de calidad? No, las élites apuestan por un Estado que sea permeable, al que puedan extraérsele los recursos que necesitan y los beneficios para sus operaciones. Es una lógica predatoria que este gobierno internalizó al configurar el gabinete de la manera en que lo hizo.
¿Se puede hablar de CEOcracia? Si tomamos una definición amplia de CEO, que es el de alta gerencia o de alta dirección de empresas, sí. Es la primera vez en la historia en la que se tiene un gabinete inicial con un tercio de funcionarios que vienen de haber desempeñado en algún momento de sus trayectorias laborales, un cargo muy alto en el sector privado. Es la primera vez que hay un cuarto del gabinete nacional que nunca tuvo trayectoria en el sector público y
que desconoce por completo qué es esa tarea y además arranca en el nivel más alto del Estado que es el Ejecutivo Nacional. Esto desborda por completo el área económica. Se organiza el gabinete con el mismo criterio de la gran empresa, una gerencia general que es la jefatura, área de coordinación que eran Lopetegui y Quintana y un montón de gerencias específicas que eran los ministerios. Con eso generaron muchos problemas en el proceso de implementación de las políticas públicas, en la toma de decisión y en las internas gubernamentales dentro del gabinete. Esto sucede porque están todas las fracciones en pugna ahí metidas, porque se internalizó la lógica predatoria de distintas fracciones, pero además porque se puso a hombres que vienen de trayectorias tan “exitosas” en el sector privado, tipos “fuertes” a los que se les puso uno arriba que le dice lo que tiene que hacer. Esto genera recelos y termina estallando.
tener toda la microsegmentación del discurso por las redes sociales si la gente el día 20 no tiene más plata. Vos podés no entender nada, pero entendés que cada vez tenés menos y sos más infeliz.
¿Cómo lograron estas élites convencer a gran parte de la sociedad de que no iban a hacer todo lo que hicieron? Hay una dimensión estructural y otra dimensión más ideológica, es decir qué dicen, qué mensaje y con qué forma. Han sido muy efectivos en la construcción de los mecanismos de propagación del discurso, de la propaganda y de la comunicación política. En eso, el macrismo fue muy eficiente para ganar las elecciones y para mantenerse en un contexto favorable. Cuando estás por chocar con el iceberg y la gente no llega a fin de mes, esas estrategias de comunicación te hacen agua por todos lados. No endiosemos tampoco el marketing político. Por otro lado, hay algo del contenido, son un conjunto de consignas vacías basadas en focus-group que les daban ideas fuerza. Ellos recuperan este análisis sociológico que se hizo sobre algunos sectores y permitieron ir construyendo un discurso vacío al que cada uno le ponía el significante que quería, pero que básicamente era “vamos a cambiar lo que está mal y a mantener lo que está bien”. Eso está muy bien pero no alcanza. Así como no alcanzó durante el kirchnerismo hacer desde el Estado un montón de políticas públicas para ganar la adhesión de los sectores populares sin una construcción discursiva diferenciada que interpele a los distintos perfiles, tampoco hoy va a alcanzar
¿Tenés algún pronóstico? Lo único que sé claramente es que el estallido macro es previo a las elecciones. No sé si llegan a fin de año sin que estalle la crisis macroeconómica, porque todos los indicadores están detonados y fue tan acelerado el proceso… Eso sí no lo habíamos previsto, lo vertiginoso que fue todo desde enero para acá. Hay algo que tenían muy claro y que lo hicieron al llegar que es un shock redistributivo regresivo. Se hizo desde el día uno cuando se decidió abrir la cuenta capital, liberar los controles cambiarios, liberar los precios y dolarizar las tarifas. Todo eso se fue a precios, 40% de inflación y las paritarias cerraron por debajo. Por otro lado, los sectores del gobierno, por lo menos Macri y el ala política no llegaron para irse. Llegaron con una idea de refundación de la sociedad y de inicio de un ciclo de 30 años, no del gobierno de Macri sino del proyecto. Vinieron a construir un proyecto hegemónico. No creo que vinieron a saquear y a irse. Por supuesto, por abajo tenés piratas del Perla Negra: vienen, agarran y se van. Sin embargo, creo que hay un proyecto político que apostó a algo, con una ingenuidad terrible en algunos casos, con errores de implementación en casi todos. Entre otras cosas porque leen mal el “abajo” de la sociedad argentina. Esta sociedad no es incapaz de organizarse y de resistir estos embates, es una sociedad que se moviliza y que resiste.
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Escribe: Johanna Cura Foto: Daniela Carreira
Entrevista a Diana Maffía
Diana Maffía es Doctora en Filosofía y desde 2012 dirige el Observatorio de Género en la Justicia dependiente del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires. Hace pocas semanas fue nombrada Defensora de Género del diario Perfil. Diana nos invita a reflexionar sobre la mujer como sujeto político y remarca que las feministas ponemos en el centro las necesidades humanas fundamentales, porque la mirada, el cariño, el abrazo, el contacto humano son lo que le permite a una persona sobrevivir y adquirir un nivel básico de autonomía. Hay otro modo de hacer política, uno en el que "la economía del cuidado" se encuentra en primer plano, en donde el poder es algo que puede y debe circular y no que se concentra ni estanca, ni se ejerce de manera autoritaria y en donde se respetan múltiples identidades. Diana nos deja en claro que toda institución es tierra fértil para sembrar feminismos.
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de la Universidad de Buenos Aires, hice un homenaje en el centro cultural feminista que dirijo que se llama Tierra Violeta. Invité a quienes habían sido las creadoras del instituto (éramos un grupo de cinco) y logramos citar a 50 mujeres investigadoras. Un grupo muy interesante, muy diverso.
¿En qué momento tomás la decisión política de ser feminista? Me dieron un premio de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, el “Premio Dignidad” que daba la Comisión de la Mujer y me tocó recibirlo de Florentina Gómez. Con esa sabiduría enorme que tenía, me dijo: “Mirá, nena, a mí el premio me lo dieron por lo que hice, pero a vos te lo dieron por lo que tenés que hacer... Y yo te voy a decir lo que tenés que hacer" [Risas]. Entonces hizo una lectura de mi currículum con su mirada feminista. Con su mirada me devolvió una decisión personal que no había sido explícita en mi trayectoria. Yo enseñaba epistemología, me empezó a interesar la epistemología feminista y eso fue muy castigado académicamente. Tuve que enfrentarme al director del instituto, quien me bajó de categoría. Había entrado a la academia con un doctorado en curso, con una beca del CONICET, con un concurso docente. Todo prometía que me iba a portar bien, pero de pronto me hice feminista y eso no fue tolerado. Sufrí mucha violencia institucional. ¿Cómo fue chocarse con ese núcleo duro de poder? Me reforcé en mis posiciones. Hay muchas formas encubiertas de violencia institucional y de violencia machista, pero el ponerlas explícitamente en evidencia te da la posibilidad de contrarrestarlas y de buscar alianzas. No todas las mujeres que estaban en trayectos hacia la filosofía feminista fueron aliadas. Algunas fueron parte de la violencia. Pero encontrás las alianzas que son las que te sostienen. Hay momentos de duda, de cómo debemos proceder, si está bien lo que estamos haciendo. Hace más de 30 años que activo en el feminismo. Quienes vienen como nuevas feministas se encuentran caminos ya trazados donde no había nada. Cuando se cumplieron 20 años del Instituto de Estudios de Género
¿Cómo se dio la fundación del instituto? Fue un crecimiento de cero, una construcción minuciosa en la que mucha gente entregó parte de su vida como Dora Barrancos, Nora Domínguez o, ahora, Mónica Tarducci. Publicamos una revista, fuimos teniendo becarias, escribiendo investigaciones. Desnaturalizar las instituciones nos permite, por un lado, apreciar el trabajo de las mujeres feministas que las han construido y, por el otro, desnaturalizar las estructuras machistas. Hoy las mujeres somos un sujeto político. Con la marcha de Ni Una Menos del 2015 y con el debate sobre la legalización del aborto, se puso de manifiesto ese sujeto que venimos construyendo desde el retorno de la democracia. Se evidenció el desajuste entre la política presuntamente representativa, en particular en el Senado, y la demanda popular de los movimientos populares, en particular de los movimientos de mujeres. La dirigencia se mostró totalmente fuera de los tiempos históricos.
De la academia pasaste a ejercer funciones públicas, ¿cómo diste ese paso? Mi primer cargo público fue el de Defensora Adjunta del Pueblo, entre 1998 y 2003. Dora Barrancos me dijo: “Estuvimos hablando con unas compañeras, tendrías que presentarte a este concurso, queremos que haya perfiles como el de tu trayectoria”. Le dije dije: “¿Qué trayectoria?”. Dora
me señaló mis persistentes desobediencias a la academia que me habían valido palos e insultos. Leídas desde afuera eran una trayectoria: eso para mí fue un deslumbramiento. Alguien te está viendo. Nunca estamos solas o solos socialmente. La lectura de Florentina, con respecto a mi currículum, y la lectura de Dora, con respecto a mi trayectoria, fueron dos muestras de que, dentro de la comunidad, la producción de sentido sobre la propia vida y sobre las propias acciones te la pueden dar las miradas de las otras personas. Yo no le di un sentido a mis desobediencias sistemáticas como un sentido de camino, el camino lo vieron otras personas. El momento de decisión no fue subjetivo, fue una constatación a partir de la mirada de otras feministas: esos empecinamientos, desobediencias, terquedades y obstinaciones tenían una dirección feminista.
¿Por qué crees que es importante el análisis de los discursos dentro de las instituciones? Voy por mi tercera experiencia institucional: la Defensoría del Pueblo, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y ahora el Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires; tres instituciones que no tenían una trayectoria feminista y donde pude poner esa impronta. Cuando una quiere cambiar el sentido de las acciones, se necesita interrumpir y reflexionar. Esa reflexión no debe ser individual sino colectiva, si lo que queremos es una incidencia colectiva. La política cambia cuando cambian las relaciones de poder y las relaciones de poder cambian cuando cambian colectivamente, no cuando una persona cambia de jerarquía de poder. A veces una que consigue un lugar
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excepcional y cree que ya abrió un camino y no es así. Todavía tenemos problema para aplicar la ley de cupo. ¿Podemos deducir que el machismo es igual a abuso de poder y que por eso nuestras instituciones están violentadas y pervertidas? Sí, claro que es abuso de poder. El machismo es una forma de sexismo. El sexismo es diferenciar a las personas por su sexo y presuponer que en esa diferencia de sexo habita una diferencia jerárquica, y el machismo es creer que los varones son superiores a las mujeres por su diferencia sexual. Se construyen instituciones que preservan esa superioridad y se generan cegueras democráticas cuando ese protagonismo o esos privilegios son puestos en riesgo. Si no estamos las mujeres allí para reclamar es difícil. Cuando ya no soportamos en las familias vínculos de opresión, de abuso, de violencia y denunciamos en la Justicia, ¿con qué jueces contamos? En la justicia a las mujeres nos va mal. Los fallos son muchas veces misóginos. Justo acá los que tienen el poder no quieren avanzar en derechos reproductivos de las mujeres, no quieren legalizar el aborto, no quieren dar educación integral como derecho humano en la infancia.
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¿Cómo se trabaja con esa resistencia machista? Tiene que haber feministas en todas partes. Fracasamos en el Senado con la ley de despenalización y legalización del aborto, pero hemos construido redes fortísimas para que los abortos se hagan: si es posible en el sistema legal y si no que sean abortos seguros fuera del sistema legal. Es decir que morirse por aborto es algo que nosotras mismas, las mujeres, hemos tratado de evitar que ocurra. No lo hace la salud pública como corresponde, no lo hace la Justicia como corresponde, no lo hace el Congreso como corresponde, las mujeres lo estamos haciendo. Porque no es justo que se muera por aborto una mujer, porque el aborto no debería ser una instancia que lleve a la muerte y porque obviamente esa no es una manera de salvar la vida de nadie. ¿Cuál es el trabajo del Observatorio de Género en la Justicia, el cual dirigís? Diseña la capacitación de los jueces y las actividades académicas, congresos, jornadas, publicaciones, etc. Investigué la formación de sus 15 años de funcionamiento y vi que prácticamente no había formación en género. Generamos investigaciones,
fuimos publicando cada año y la respuesta del Poder Judicial fue muy buena. Muchas veces nos mandan un fallo, nos piden un informe técnico, algún tipo de consulta o cierta capacitación. La interacción a esta altura generó confianza y la jerarquía de trabajo es mucho más fuerte. Ya estamos por el sexto año.
En Hamartia, desde la campaña #YoNoMiento, relevamos alrededor de 40 casos de abusos sexuales intrafamiliares en la infancia. En sólo un caso el abusador fue condenando y aun así está libre. ¿Cómo se ocupa el feminismo de esta problemática? Hay varias dificultades con la violencia, la primera es que está naturalizada, sobre todo en las relaciones de pareja. Nuestra palabra no es tomada en cuenta. Muchas veces, la interpretación del Poder Judicial es que una mujer se quiere divorciar y pretende obtener una ventaja económica. En los casos de abuso sexual en la infancia, se llega a decir que cuando un niño o una niña hace una denuncia está sufriendo un Síndrome de Alienación Parental, o sea, que “la madre le llenó la cabeza”. Todos esos prejuicios se ven en los fallos judiciales: “El hombre estaba en un estado de emoción violenta porque ella no le hacía la comida, no le planchaba la camisa". ¿Cuántas violencias emocionales tendríamos que tener las mujeres por los millones de modos en que somos vituperadas de manera económica, moral, psicológica y a veces incluso física? Son muchas las barreras para que la palabra de la mujer, de niñas y niños sea tomada en serio. Tenemos una Convención de los Derechos del Niño, tenemos una Declaración para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Con la Declaración
Universal de Derechos Humanos de 1948 no alcanzaba. Naciones Unidas recién en 1993 reconoció que la violencia contra las mujeres es una violación hacia los Derechos Humanos. La conciencia institucional a las mujeres nos costó medio siglo más y así pasa con todo. En los casos de violencia o de abuso, el testimonio no sólo debe ser tenido en cuenta, debería ser parte de la prueba. No tenemos que decirle a la mujer que sufre violencia o abuso a los hijos, que traiga ella los testigos o las pruebas. El tribunal debe construirla. Estamos todavía muy atrás de la legitimación de nuestros derechos.
¿Cómo te imaginás otra forma de poder que no sea ligada al patriarcado?, ¿qué pasa con aquellas mujeres que reproducen dicho modelo? Naturalizamos instituciones y las relaciones jerárquicas de esas instituciones, pero todo lo que es cultural puede ser modificado. La inclusión de las mujeres la vamos a ver ahora en el W20 que se va a dar en relación al G20 que se da en nuestro país. El W20 nos
va a decir cómo las mujeres pueden escalar mejor posición en las empresas multinacionales. Quiero que haya otra forma de relación económica. No quiero que las mujeres escalen en las empresas que concentran la riqueza del mundo. Quiero que haya otra manera de distribución económica. Si me embarco en esta meritocracia, pierdo potencia de cambio, potencia revolucionaria para dar vuelta las instituciones, para intervenir en las relaciones de poder, para imaginarme las instituciones de otra manera. ¿Cómo sería de otra manera? Concentrándose alrededor de otros valores que no sean los económicos de la oferta y la demanda. Las feministas hemos desarrollado una economía del cuidado poniendo el acento en una actividad económica que hacemos las mujeres, que es no remunerada, que ni siquiera se reconoce como trabajo, pero que es una necesidad humana fundamental. Ningún ser humano sobrevive sin el cuidado de otro ser humano, que en general somos las mujeres. ¿Quiénes hacemos ese trabajo de abrazar, cuidar, hablar? No es solamente amamantar. Es trabajo de recepción humana en la comunidad. Los seres humanos terminan su desarrollo afuera del útero. Todo ese tiempo requiere aprendizaje, abrazo, cariño, contacto humano. Cuando nos ofrecen que en vez de abortar seamos incubadoras humanas me resulta tétrico. Hay una interacción y un intercambio que excede completamente la incubadora que te da calor y alimento. ¿Por qué no hemos organizado la comunidad alrededor de esa necesidad humana y sí alrededor de algo en lo que muchos seres humanos no pueden participar,
que es la producción y consumo de bienes? Si el Estado está construido alrededor de ese tipo de economía entonces la política y la ciudadanía también. La única palabra diferente a ciudadano que aparece en nuestra constitución es la palabra “consumidor”. Hay derechos del consumidor. Esa analogía nos hace poner en un estilo político de organización. Yo prefiero otro. Me imagino otras maneras de relaciones de poder, donde estos poderes circulen. El reconocimiento de autoridad puede circular según las circunstancias, no tiene por qué estar estratificado en discursos hegemónicos, sino que puede circular según las circunstancias. Las relaciones de poder también podrían ser circulantes.
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De las “tormentas” a las nuevas mayorías
“No hay democratización de la angustia”
Escribe: Carlos Heller (*) Foto: Vale Dranovsky
El gobierno nos dice que son fuerzas exógenas las que nos colman de angustias: sería entonces esta angustia un componente natural de la política, que afecta a todos los ciudadanos por igual. Mientras se consolida un modelo económico liberal, una parte importante de los trabajadores está en movimiento: se desplaza de la posición de víctimas para constituirse como sujeto orientador de un programa orientativo, que busca construir una nueva mayoría. El análisis de Carlos Heller. Según el gobierno, las “tormentas” que atraviesa su administración son un fenómeno que viene de afuera. El gobierno sólo las describe: no las produce ni las estimula. Por eso, el oficialismo –en su propio relato– se muestra sorprendido por esas fuertes tempestades que lo perturban junto al resto de los argentinos y argentinas. Entonces, el Presidente se angustia: “Fueron los cinco peores meses de mi vida”, dice. Nos recuerda a cuando hizo referencia a la angustia que supuestamente vivieron los próceres que forjaron la independencia nacional, durante las celebraciones del Bicentenario. En esta versión, la política es una sucesión de angustias que atraviesa toda la historia y a todos los ciudadanos por igual. Es decir: la angustia es un componente natural de la política y de la sociedad.
del enriquecimiento creciente de una minoría. Un sujeto social del que ya no se hablaba ha vuelto a protagonizar el análisis político, económico y periodístico: los desocupados. Su fuerte reaparición en el escenario público es una muestra nítida de que este modelo económico no afecta a todos por igual. No hay tal democratización de la angustia. No es sostenible, por supuesto, el discurso de que en este proyecto todos perdemos un poco para que, en el futuro, todos ganemos mucho. No. En este modelo hay una mayoría que pierde y una minoría que siempre gana. Es claro: la desocupación es una consecuencia de las políticas que se están aplicando. Si cae la actividad económica, si el valor del salario baja, si la gente compra menos, inevitablemente crece el desempleo y, cuando esto se produce, se retroalimenta la rueda perversa que hace que vuelva a disminuir el consumo y eso lleva nuevamente a un aumento del desempleo, y así sucesivamente. Es el modelo económico, social y político actual –y no un fenómeno de la naturaleza– el que explica el reciente crecimiento de la desocupación hasta llegar a un 9,6% en el mes de junio. Pero este número muy cercano a los dos dígitos aún no incorpora el impacto de lo sucedido en la Argentina en los meses de julio, agosto y septiembre, cuando el dólar soltó amarras tras la aceleración de la política gubernamental de shock a través de la política cambiaria.
Por supuesto: ni las “tormentas” vienen de afuera ni las angustias que producen afectan a todos los argentinos por igual. Lejos de los fenómenos de la naturaleza, el conjunto de políticas implementadas por el gobierno, en acuerdo con el FMI, es el causal del deterioro de las condiciones de vida de una parte mayoritaria de los ciudadanos y ciudadanas y
Además, la desocupación no es un fenómeno geográficamente homogéneo. Por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires fue del 7,8%, pero en el Gran Buenos Aires alcanzó el 11,4%. Y, como sabemos, el desempleo cumple varias funciones. Por un lado, produce recesión y aceleración del ajuste; por el otro, pretende ser un disuasivo de la combatividad o del reclamo de mejoras de parte
de los trabajadores. Es la famosa disyuntiva propuesta por Alfonso Prat-Gay cuando era ministro de Hacienda de este gobierno: la de elegir entre remuneración o empleo. Es algo parecido a lo que ha dicho hace un tiempo Paolo Rocca en la cumbre del llamado Mini Davos: “Hay que convencer a los sindicatos para que no peleen por el sueldo de algunos, sino por el empleo de muchos”. Por ejemplo, si un trabajador está ante un escenario de fuerte reducción del empleo, es posible que se quede quieto y no pelee por una mejora salarial con el fin de preservarse y no integrar la lista de los que serán despedidos. Podría preferir aceptar una paritaria a la baja y perder una porción significativa del valor de su salario antes que quedarse sin trabajo.
En ese marco, el gobierno tomó la decisión de salir del gradualismo y optar por una política de shock. Hoy lo dicen con toda claridad: “el gobierno está cómodo con este tipo de cambio”. Con la devaluación han logrado reducir en términos reales el valor de los salarios, las jubilaciones y la Asignación Universal por Hijo, entre otros ingresos directos e indirectos. En síntesis: en el modelo actual, los trabajadores son objeto de despidos, de caída de sus ingresos y del deterioro
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de sus condiciones de vida. Y, si este proyecto se profundizara, la situación se acentuaría cada vez más. Hay una relación directa entre la consolidación de este modelo y la pérdida de derechos de la mayoría de los argentinos y argentinas.
Un programa alternativo En este marco, una parte importante de los trabajadores –además de cuestionar el proyecto gubernamental– ha comenzado a proponer medidas. Tal es el caso del Frente Sindical para el Modelo Nacional y la Corriente Federal de los Trabajadores, quienes, en conjunto con una gran mayoría de las regionales de la CGT, acaban de hacer público un documento más que interesante para promover la discusión de un proyecto alternativo. Allí describen el escenario actual haciendo referencia a la devaluación de la moneda que superó el 100% en ocho meses, la inflación anualizada que va más allá del 40%, tasas del 60% anual, endeudamiento externo creciente que podría superar el 100% del PBI el año próximo, una fuga de capitales que ya superó los 55 mil millones de dólares, y una destrucción del empleo que en los primeros seis meses del presente año ya alcanza a 106.200 puestos de trabajo. Dicen: “Esta crisis colosal no es fruto de ninguna causa externa, de herencias ni de tormentas que sólo existen en la imaginación del Ejecutivo. Tampoco es impericia”. Y agregan: “Desde que asumió, el presidente Macri y su equipo de gobierno no dejaron ninguna duda respecto del plan que iban a implementar”. Luego describen la claudicación del gobierno ante los fondos buitre, que le costó al país más de 16 mil millones de dólares; la liberalización del mercado cambiario, que llevó el valor del dólar de $9,80 a $16 y que hoy cotiza a más de $40; el levantamiento del mal denominado “cepo” que permitió una fuga de capitales récord. Cuestionan una combinación de desregulación cambiaria, financiera y comercial que dejó al país sin soberanía y a expensas de la voracidad del capital financiero internacional más especulativo. También desarrollan una serie de propuestas alrededor del cambio de la política económica, la defensa de la industria nacional, de las PyMES y las
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economías regionales, la regulación de las importaciones, la recuperación del mercado interno, la emergencia ocupacional, alimentaria y sanitaria, el total repudio al acuerdo con el FMI, el rechazo de la reforma laboral, las paritarias libres, la derogación de la reforma previsional y de la reforma tributaria, entre muchas otras medidas. Proponen también un conjunto de puntos tales como frenar la fuga de capitales con medidas de control financiero por parte del Banco Central; la venta de dólares sólo para fines productivos; la detención de la remisión de utilidades de las grandes multinacionales al exterior; la fijación por ley de la obligación de liquidar en el país las divisas provenientes de la exportación de granos, minerales y petróleo, en el plazo máximo de un mes; la recuperación del poder recaudatorio del Estado cobrando retenciones a las exportaciones de productos agrícolas, mineros y petroleros en niveles acordes a las ganancias extraordinarias de esos sectores; el cobro de impuestos a la compra-venta de títulos de deuda soberana y el incremento de impuestos a la ganancia financiera; la revisión de la deuda externa y su crecimiento espurio desde 2016; la aprobación de un presupuesto con eje en la reactivación del mercado interno, el desarrollo industrial y en las economías regionales; y la liberación de todos los presos políticos, entre otros puntos.
Entonces: este sector de los trabajadores no sólo cuestiona las gravosas consecuencias de las políticas neoliberales sobre la mayoría de los argentinos y argentinas, sino que también propone un programa alternativo. El Frente Sindical para el Modelo Nacional y la Corriente Federal de
los Trabajadores, junto a una gran mayoría de las regionales de la CGT, han puesto a disposición de todo el arco político y social que defiende y expresa los intereses de las mayorías populares un gran aporte para la discusión de un acuerdo programático. Y lo dicen claramente al final del documento: “Hacemos un enérgico llamado para constituir un Frente Nacional y Patriótico, a todas las formaciones partidarias que se denominan de oposición, alrededor de un programa de compromisos concretos, para superar esta hora crítica”.
En síntesis: una parte mayoritaria del movimiento obrero organizado estuvo muy bien representado en el encuentro donde se hizo público ese documento. Y podríamos decir que de allí surge un consenso alrededor de una propuesta con la cual no le debería resultar difícil coincidir a la mayoría de las representaciones políticas del campo nacional, popular y democrático. Son los trabajadores en movimiento. Desplazándose desde la posición de víctimas de un modelo que los excluye y los empobrece, a la constitución de un sujeto orientador de un programa alternativo para la construcción de una nueva mayoría. Pero no de cualquier mayoría. Sino de aquella que se estructura alrededor de un programa que, como siempre hemos propuesto, no deje ninguna duda acerca de su nítida oposición al actual modelo neoliberal. Una nueva mayoría ciudadana que vuelva a creer y a enamorarse de un modelo de país humanista, justo, solidario y latinoamericanista.
(*) Presidente del Partido Solidario.
Escribe: Roberto Villarruel Ilustra: VĂŠronique Pestoni
Lado B Cuento
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Escribe: Daniel Rosso (*) Ilustra: Matías Chenzo
El fordismo emocional de Cambiemos
El gobierno maneja una combinación coyuntural de fordismo emocional –produce sentimientos de angustia en serie–, vandorismo televisivo –con Carrió como máxima expresión– y máquinas de desaparición –donde lo que dice el kirchnerismo es anulado per se–. ¿Qué hacer en esta disyuntiva? El macrismo, para alimentar su relato, produce sentimientos en serie. Es una especie de fordismo emocional. Maquiniza estados de ánimo y los transfiere al cuerpo de sus principales dirigentes. El Presidente Macri, ante la implementación del ajuste, se muestra dolorido, apesadumbrado, triste, acongojado, amargado, dolido, consternado, atribulado como el resto de los argentinos y argentinas. La angustia comienza en él. Luego se derrama sobre todos los ciudadanos. El macrismo “siente” y cuenta lo que siente. Lo angustian los recortes. Las tormentas que atraviesa lo dejan “atormentado”.
Perón fue el primer trabajador. Macri es el primer angustiado. Pero, según su perspectiva, no hay posibilidad de elegir. Hay un sólo camino. Es el ajuste o el precipicio. Entonces, se juega a fondo por los argentinos y argentinas tomando medidas en contra de ellos y ellas. A continuación, les muestra la angustia que esas decisiones le producen. Al mismo tiempo, promete justicia: todos sufriremos igual. Mientras el gobierno padece por implementar esas medidas, los ciudadanos sufren cuando son afectados por ellas. Es la sociedad de las angustias comunes. Por supuesto: Cambiemos se muestra sensible mientras avanza en la ejecución de medidas insensibles. Habla con el corazón mientras avanza con el cuchillo. El oficialismo también promete igualdad en las pérdidas. “Todos perdemos”, dice. Por eso, el sistema político se concentra en la negociación del
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Presupuesto y cada uno de los negociadores es un perdedor eligiendo el modo de perder. Todos pierden y todos sufren. Cada uno de los gobernadores en la mesa de negociación pierde algo. Perón fue el primer trabajador. Macri es el primer angustiado. “Estos fueron los cinco peores meses de mi vida”, dice en su discurso. El país de Cambiemos es un país “dolorizado”. La Argentina sólo dejará de doler cuando asuma que debe exponerse al dolor. Y para eliminarlo tiene que atravesarlo. Es con dolor que el dolor se va. La solución consiste en aplicar cirugía mayor: eliminar un componente de la cultura argentina, el populismo, que desde hace 70 años acostumbró a los argentinos a pedir de más. Se habituaron a pedir flan. A las demandas excesivas. A vivir por encima de sus posibilidades. Por eso, Cambiemos intenta construir el pacto antipopulista con el cual llevar a fondo la reducción de derechos: lejos de discutir cómo protegerlos planifica el modo de suprimirlos. Implementa un nuevo gradualismo: el de la eliminación secuencial de beneficios.
Cambiemos intenta construir el pacto antipopulista con el cual llevar a fondo la reducción de derechos. En estos escenarios, el Presidente Macri se presenta a sí mismo como alguien que no tiene poder. Como alguien que no puede. Pero se diferencia del resto de los que no pueden: él sabe lo que hay que hacer hoy para poder en el futuro. Hay que saber perder para después ganar. La
democracia posible y deseable para el macrismo es la que se resigna. Si hoy ganamos pierde el país. Si hoy perdemos nos espera el futuro.
Carrió es la principal exponente del vandorismo televisivo: golpea mediáticamente para inmediatamente después negociar. En paralelo, el juez Bonadío utiliza el aparato judicial para construir el relato que necesita el gobierno y sus aliados: es el discurso que intenta extraer del sistema político a una de sus culturas históricas. La judicializa, la segrega y, si puede, la encarcela. Intenta trasladarla desde el espacio público, donde nació y donde se manifiesta, hacia el ostracismo y las cárceles. Lo hace con el discurso anticorrupción históricamente utilizado por las clases dominantes en la Argentina y en la región.
Golpea y negocia Elisa María Avelina Carrió introdujo el discurso liberal republicano en la alianza Cambiemos. Con él, el gobierno ha movilizado la agenda anticorrupción a través de la cual intenta eliminar la cultura política que activa derechos y demandas populares desde hace más de 70 años. Pero recientemente, la diputada de la Coalición Cívica ha modificado su ángulo de fuego: ahora dispara contra el oficialismo a quien acusa de abandonar ese discurso que ella colocó hace un tiempo dentro de la alianza
gubernamental. Lo que parece estar en discusión es la permanencia o el alejamiento del relato liberal republicano del interior de Cambiemos. Pero es más que eso: Carrió denuncia a Macri por abandonar ese discurso mientras ella también lo abandona. La diputada ya no le atiende el teléfono al Presidente. Los exponentes máximos del diálogo han dejado de dialogar. Ella cree que él hizo cambios en la AFIP para favorecer a su primo, Ángelo Calcaterra, y que no quiere presa a Cristina Fernández de Kirchner porque necesita polarizar con ella en las próximas elecciones. Pero Carrió también renuncia al discurso liberal republicano cuando propone que la ex Presidenta vaya presa calificándola como culpable antes de que los procedimientos judiciales así lo establezcan, y aceptando manejos procesales sumamente cuestionados. La diputada defiende la República al
de Radio Nacional y jefe del área de investigaciones y desarrollo de la Agencia Télam.
El kirchnerismo es el grado cero del actor democrático: su discurso le quita existencia a lo que nombra. mismo tiempo que la hace trizas. Es la principal exponente del vandorismo televisivo: golpea mediáticamente para inmediatamente después negociar. Busca imponer el discurso liberal republicano al mismo tiempo que lo traiciona. Ese relato es sólo un campo de operaciones: todos lo usan en simultáneo a que lo abandonan. Carrió superpone República con procesamientos irregulares de la ex Presidenta.
La máquina de desaparición Ante las protestas por la decisión gubernamental de que los usuarios afronten la deuda contraída por las distribuidoras de gas con las productoras, como consecuencia de la devaluación, el secretario de Energía, Javier Iguacel, ha dicho que “más de la mitad de quienes se quejan por el aumento del gas en las redes sociales son kirchneristas”. Y agregó: “Son
militantes que quieren meter miedo”. La táctica consiste en superponer al problema –en este caso, el nuevo aumento tarifario– la identidad kirchnerista. Es la aparición del fantasma que hace inviable al país desde hace décadas. El kirchnerismo miente, exagera o busca meter miedo, por lo cual, los problemas a los que este sujeto hace referencia no tienen existencia. “Es desinformación de la ex Presidenta”, continúa Iguacel. Es decir: el sujeto que denuncia el problema lo hace desaparecer. Al decirlo le quita existencia. El kirchnerismo, en esta perspectiva, es el grado cero del actor democrático: su discurso le quita existencia a lo que nombra. Hay demandas excesivas y palabras excesivas. El exceso de la palabra kirchnerista evapora a las realidades que
¿Qué hacer? Para empezar, cuestionar una de las premisas básicas de la pospolítica: su idea de igualdad.
nomina. Así, Cambiemos transforma a su principal adversario político en una máquina de desaparición. Entonces: combinación coyuntural de fordismo emocional, vandorismo televisivo y máquinas de desaparición. ¿Qué hacer? Para empezar, cuestionar una de las premisas básicas de la pospolítica: su idea de igualdad. Esa noción de que todos somos perdedores, todos estamos angustiados, todos debemos apoyar un proyecto único. Cuando la grieta deja de existir aparece la pospolítica. Sin embargo, hay perdedores y hay ganadores. Hay angustiados y grandes beneficiados. Hay un proyecto y otro que se le opone. Por eso es necesario instalar un discurso propositivo alternativo. En política, sólo se imponen las palabras nuevas.
(*) Sociólogo y periodista. Fue Subsecretario de Medios de la Nación, gerente periodístico
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Escribe: Silvana Jáuregui
El proyecto América en Colores es muralismo y más. Estamos en el Centro Municipal de Arte de Avellaneda, en la muestra "Muro Móvil", con los artistas plásticos Analía Romero y Nicolás Boschi. El color estalla ante nosotros, pero es el movimiento en cada obra lo que en realidad retiene nuestra mirada. ¿Acaso el movimiento es la idea que subyace al observar sus obras? ¿Serán los cuerpos que en la búsqueda identitaria reproducen cantos, bailes y rituales? ¿O será que las obras encarnan historias, caminos, noticias y pareceres? Todas huelen a tierra y a viento, a lunas y a soles. Todas suben y bajan, todas toman distancia y horizonte, todas rompen quietudes y palabras, todas bailan y contornean. Para que brillen sus diferencias, trazos y pinceladas, contienen el arduo trabajo y la complejidad de la técnica. Son el fresco, el esgrafiado, la pintura al temple y las encáusticas protagonistas de este viaje interminable. ¿Cómo fue el camino que los llevó a vivir con plenitud el arte de pintar? Nicolás (N):– Mi tío, Eloy Boschi, fue particularmente importante. Es un muralista uruguayo y tiene murales en el puerto. Un día, ya siendo estudiante de Bellas Artes, me llevó a conocer algunos de sus murales. Eso fue impactante para mí. Ahí pensé: “Ah, ¡Yo quiero hacer esto!”. Fue un referente en muchas cosas, sobre todo le consultaba sobre las técnicas del fresco o el esgrafiado. Muchas de estas técnicas las aprendí luego en la Cárcova, una vez terminada la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. Analía (A):– En mi caso siempre tuve la necesidad de expresarme con el dibujo. Lo hacía en las horas libres, en mis juegos. Así fue que de a poco me fui acercando al imaginario de la imagen. Después, ya en la secundaria, esa necesidad se fue profundizando y cuando tuve que tomar la decisión de qué hacer en mi vida me metí a estudiar en la Pueyrredón. Quería trabajar en un oficio en el que se conjugara la mente, el espíritu y el hacer –vuelve el recuerdo de papá tapicero y esto del oficio–, también la manufactura. El valor de la mano de obra: el hombre haciendo, la mujer haciendo, no de la máquina sino con la manufactura.
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¿Considerás entonces que el hacer del artista es un oficio? A:– ¡Claro! El oficio es el lenguaje que tenés para poder incorporar después el mensaje, lo que es inherente a la obra: la parte espiritual, la ideológica. El oficio no tiene cómo expresarse sin la manufactura. Primero es oficio y luego deviene la creación. ¿Hubo maestros que seguramente dibujaron un mapa de sentido a este primer trayecto? N:– ¡Por supuesto! Eloy Boschi fue el primero en el ámbito familiar y después Aroldo Lewy, profesor de escultura en la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y luego mi maestro. Sólo fueron dos años de esta relación, lamentablemente falleció muy pronto. También me marcaron Liana Delpiero en la Cárvoca, quien nos enseñó las técnicas de los murales; Ary Cardenas y Ricardo Ajler que fueron profesores de pintura en la Escuela Superior de Bellas Artes Regina Pacis. Después de toda esta etapa, en el camino de ir exponiendo y mostrando, apareció Antonio Pujia. Fue una iluminación para nosotros. En ese momento, año 2011, estábamos realizando las primeras muestras de América en Colores y lo invité. Para mi sorpresa, vino a la obra y llamó por teléfono al taller.
A:– Fue una charla entrañable, hermosa. Él nos enseñó la técnica de la encáustica, que consiste en pintura a base de cera virgen de abejas. En 2015 hicimos la primera muestra en nuestro país. Antonio Pujia nos dio una herramienta de trabajo. El modo de enseñarlo es empírico- práctico. Un método de enseñanza que nos transmitió él, que es hermoso y que, por sobre todo, se entrelaza con el hacer. ¿En qué consiste América en Colores? N:– América en Colores surge con la convicción de que la ética y la estética van juntas. No son cuerpos separados. Lo formal y lo ideológico son el mismo cuerpo indivisible. A partir de esa idea, recuerdo un profesor de Historia del Arte que nos planteó que para él no existía un arte nacional. Cuando le hablábamos de Castagnino, de Berni o de Gómez Cornet, nos decía que esos pintores eran imitadores de modelos europeos. Pero al mirar a Berni, vimos que había viajado a Europa y al volver realizó esas pinturas tan despojadas, tan pampeanas. En Berni aparece Juanito Laguna o los monstruos que aparecen en las pesadillas de Ramona. Ahí hay arte nacional y también popular. Por otra parte, en esa
El muralismo de “América en Colores”
1. Nicolás Boschi, "Creen los indios" 2018, encáustica sobre madera, 270 x 160 cm.
4. Analía Romero, "Vendedora con perro", encaústica sobre madera, 320 x 270 cm.
2. Analía Romero, "Vendedora en Cartagena de Indias", encáustica sobre madera, 240 x 90 cm.
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5. Nicolás Boschi, “Pintura de Evocación Antigua, Guatemala”, 2017, encáustica sobre madera, 320 x 270 cm.
época de estudiantes, tratamos de identificarnos con la música nuestra y el proyecto de Gustavo Santaolalla y León Gieco “De Usuhaia a La Quiaca”. Entonces pensamos que también nosotros podíamos emular este proyecto, poniendo el cuerpo, pero para la plástica. Desde la filosofía, apareció Kusch, que plantea que para entender el pensamiento americano hay que ir a los lugares concretos donde la gente vive y cultiva, por eso él va al altiplano. Libros como “América profunda” o “Indios, porteños y dioses” ponen en un lenguaje muy popular todas esas investigaciones. Empezamos por el altiplano en el 2006. Fuimos a Jujuy y nos quedamos un mes allí en los pueblos de la Quebrada de Humauaca. Purmamarca, Uquía, Iruya, Tilcara, Humauaca y Maimará. Pintamos en cada uno de los lugares, armamos un taller portátil. La idea era empezar y terminar la pintura en el lugar. ¿Cómo fue el viaje a Cuzco? N:– La obra “Creen los indios” [obra 1] sucede en Cuzco en la Cuesta de Santa Ana, donde Kusch comienza con su libro “América profunda”, comienza con el ascenso a la cuesta de Santa Ana y la sensación que él va teniendo. Como la Paradura de los Andes venezolanos, este es el festejo propio del Cuzco. Por eso se da esta situación de bailes. Está presente Tici Viracocha, el creador del mundo. También la chola bailando con toda esa vestimenta tan típica de la época. Es el día del niño Jesús, el día de los Reyes Magos; en Venezuela el 6 de enero es la Paradura. Es siempre la misma fecha que cada pueblo la va resignificando y se la va apropiando. En nuestras obras volcamos esa imagen sincrética, entrelazando lo europeo con lo americano precolombino. Cuzco hoy día es extremadamente turístico. El turismo para nosotros en realidad es un problema grave porque desfigura los lugares. Allí todo es muy interesante, el lugar en sí mismo, las casas, la arquitectura, las rocas. Dan ganas de pintar y dibujar todo, pero no encontrábamos cómo hacerlo. Entonces anduvimos, y en un determinado momento nos acordamos de Kusch y nos preguntamos: “¿Dónde está la Cuesta de Santa Ana?”. Allí estaba todo el pueblo de fiesta. Era como estar en el libro de Kusch, porque esa parte no fue modificada para el turismo, era el Cuzco de los que trabajan y viven allí.
En este momento en que las mujeres estamos explotando a la vida nueva, veo estas obras enormes, de mujeres enormes. Contame Analía sobre tu mirada. A:– Con estas mujeres estoy tratando de visibilizar los cambios sociales que impulsamos en Argentina y en toda América [obras 2, 3, y 4]. Tomé como eje temático la reivindicación de las mujeres trabajadoras, las luchas de las mujeres que se vienen desarrollando por la igualdad de derechos y la reivindicación de su rol en la sociedad. Son mujeres anónimas de nuestra tierra que luchan día a día y van tejiendo una estructura social más justa, más equitativa, en sus oficios, en sus paisajes, en sus pueblos, en sus diferentes contextos y realidades. Ellas son vendedoras de Cartagena de India, de Colombia. Están ahí día a día, en su cabeza llevando esas frutas con orgullo porque es el trabajo de ellas, su sustento. En otras obras se las ve rodeadas de sus flores, de sus contextos, con sus oficios que desarrollan diariamente. Están embebidas del colorido del lugar. No sé si me hubiera puesto a pintar con un rosa tan estridente combinado con un azul. Pero eso sucede ahí, entonces lo tomo como paleta, lo apropio y lo plasmo. El viaje también te va invitando a transformar tu lenguaje permanentemente. Las obras de la muestra parecen contar historias. ¿Es así? ¿Alguna obra de la muestra que quieran destacar? N:– Una de las obras centrales cuenta la historia de Beatriz [obra 5]. Beatriz era una religiosa, una escultura que encontramos en un museo de Guatemala. Esto sucede en la Antigua, Guatemala. La ciudad tiene un volcán. Beatriz era la mujer de Pedro de Alvarado, que era el conquistador de la zona. Ella estuvo esperando a su marido mucho tiempo, guardando las costumbres de la Iglesia. De la Iglesia a su aposento, y de su aposento a la Iglesia. Y se entera que tres meses antes había muerto su marido. Ella lo había estado esperando por años. La típica historia de que se le va la juventud esperando. Entonces ese día rompe su luto, sale y dice: “Yo voy a gobernar, ¡yo soy la gobernadora!”. Y se encuentra con un mundo que le era totalmente extraño. Le daba mucho rechazo su pueblo, la gente. Ese día el volcán explota y arrasa con todo. Ella muere. Las mujeres que la servían están con las máscaras de los festejos
3. Analía Romero, (detalle) "Vendedora en Cartagena de Indias", encáustica sobre madera, 240 x 90 cm.
populares de Guatemala. De Antigua en este caso. Y hay varios símbolos en la pintura: el pájaro que anuncia la muerte, la explosión del volcán; el tiempo que le ha pasado a ella, que es la torre del reloj. Las vendedoras que, aunque el volcán vaya a explotar, no les importa ya que para ellas la vida es parte de la muerte, y la muerte es parte de la vida. Beatriz odia a su pueblo. El día que inauguramos le contamos esta historia al intendente. Cuando se lo estaba relatando le dije espontáneamente: “¡Estoy hablando de Mauricio Macri!”. Estoy hablando de una persona que no quiere a su pueblo, está incómodo gobernando y se quiere ir lo antes posible, ¡es como Beatriz! No me había dado cuenta de tal alegoría hasta ese momento.
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Escribe: Nicolás de Brea Dulcich Ilustra: Maite Larumbe
¿Indios? ¿Indígenas? ¿Aborígenes? ¿Pueblos Originarios?
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Hace ya tiempo que existe cierto consenso, al menos por estas latitudes sudamericanas, en conceptualizar el "descubrimiento" de América como lo que realmente fue: una conquista. Ahora bien, ¿cómo llamar a quienes habitan este continente desde hace miles de años? ¿Son indios? ¿Indígenas? ¿Aborígenes? ¿Pueblos originarios? En las siguientes líneas se proponen algunas reflexiones sobre los términos y las palabras, en el marco del Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Muchos son los términos con que se define o nombra a las personas y a los pueblos que habitan nuestro continente desde hace miles de años, pero ¿cuál es el correcto? Depende, porque todos ellos responden a un determinado contexto histórico, a una coyuntura económica y social particular y, sobre todo, a un enunciador singular; los términos y las palabras no caen del cielo ni “se dicen” solos. Siempre son dichos por alguien en una circunstancia dada. Siendo así, resulta difícil e impreciso hablar de términos correctos o incorrectos. Por ello, más que indagar sobre el significado de las palabras, tal vez sería más útil prestar atención a los agentes sociales que las emplearon y al marco histórico en que lo hicieron. Así podríamos ahondar en aquello (o en este caso, en aquéllos) que los términos y las palabras buscan nombrar.
Las categorías de indios, indígenas, aborígenes y pueblos originarios son producto del sistema colonial iniciado con la Conquista. Las categorías de indios, indígenas, aborígenes y pueblos originarios son producto del sistema colonial iniciado con la Conquista. Antes de 1492, las personas que habitaban esta parte del mundo (que todavía no se llamaba América) no se reconocían bajo ninguno de estos cuatro términos. Por el contrario, ellos eran taínos, caribes, guaraníes, cheroquis, selk’nam, entre tantos más. Es decir, tenían una identidad propia y distintiva que los caracterizaba y diferenciaba de sus vecinos. De acuerdo con su singular manera de entender el mundo e imaginarse a sí mismos, ellos no formaban parte de una “gran masa continental”, no eran “indios”. Desde Alaska hasta Tierra del Fuego vivían millones de personas bajo organizaciones sociales muy diversas, con diferentes creencias religiosas, conviviendo pacíficamente o enfrentándose, poblando la selva, ciudades, montañas, costas, llanuras.
Los hombres y mujeres de este lado del mundo podían identificarse a sí mismos como miembros de su grupo familiar, de su comunidad, de su pueblo o, también, a partir de la geografía que habitaban, de su labor social, de su rol distintivo a nivel jerárquico o de alguna otra cualidad particular que los distinguiera (un oficio, una habilidad, un saber). Es necesario tener presente que las identidades son producto de las relaciones sociales, de producción, de sentido, de poder, etc. Y esto implica que deben ser entendidas como procesos que emergen en condiciones históricas específicas y no como realidades estáticas. Siendo así, los sentidos que se instituyen en torno a ellas están permanentemente sujetos a la posibilidad de cambio. Así, por ejemplo, los mexicas llamaban despectivamente “chichimecas” a los pueblos que vivían más allá de la frontera norte. De un modo similar, en el Tahuantinsuyu (que era el imperio del Inca) se usaba el término “mataco” (que en la lengua imperial quechua significa un animal: el armadillo) en vez de “wichi”, y se empleaba genéricamente el término “diaguitas” para referir a los diversos pueblos que habitaban y controlaban el actual noroeste argentino (mientras ellos se conocían entre sí como “quilmes”, “amaichas”, “tolombones”, “yocaviles”, etc). Estos ejemplos no hacen más que confirmar que las identidades son procesos que resultan de las relaciones sociales. Y éstas, a su vez, están (o al menos estuvieron) intrínsecamente ligadas a un fenómeno triste pero recurrente: el de la desigualdad.
Las identidades son producto de las relaciones sociales, de producción, de sentido, de poder. Un mito bastante extendido consiste en creer que la desigualdad, la violencia y la injusticia aparecieron en este hemisferio con la Conquista. Pero la historia muestra algo diferente. Porque si bien la invasión
ultramarina fue responsable de incontables muertes, violaciones y saqueos, también es cierto que este continente no era “la tierra sin mal”. Quienes habitaban estas tierras eran, ante todo, personas: seres humanos, con todo lo que ello significa. Sin embargo, hay algo que sí creemos que sucedió a partir de la Conquista: las distintas y diversas identidades que existían hasta entonces se fueron diluyendo a medida que los europeos avanzaban militarmente. Esto condujo a que, con el paso del tiempo, la violencia, la penetración cultural, la imposición física y simbólica, y la reproducción de un nuevo sistema político y social, el imperio español (y posteriormente las distintas potencias europeas) construyera una estructura colonial que ordenaba la realidad bajo un principio de dualidad; por un lado, el colonizador y, por el otro, los colonizados.
Las denominaciones genéricas de los pueblos que habitan nuestro continente desde hace miles de año encubren una multiplicidad de identidades originales. Es por ello que cualquiera de los términos empleados para denominar genéricamente a los pueblos que habitan nuestro continente desde hace miles de años son, en realidad, términos negativos. Y no solamente en un sentido peyorativo, sino también debido a que encubren una multiplicidad de identidades originales al tiempo que las reemplazan por una única identidad aglutinante y totalizadora: si todos son indios es porque todos son iguales, “dan lo mismo”. Su carácter distintivo de humanidad pierde relevancia frente al imperativo colonial; ellos, a partir de la Conquista, dejan de ser individuos y pueblos singulares para amalgamarse en una nebulosa de significado. Se convierten en “indios”, en “salvajes”, en “impíos”, en fin; en colonizados.
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Encuentro Nacional de Mujeres
Escribe: Natalia Seoane Fotos: Agustina Luna Castro
El 13, 14 y 15 de octubre se realizó el 33º Encuentro Plurinacional de mujeres, lesbianas, travestis y trans en la ciudad chubutense de Trelew. Avanzamos dándolo todo, revueltas y hermanadas. Tres días donde no necesitamos que nos den lecciones de feminismo. Está ahí, en todas. El 33° Encuentro Nacional de Mujeres fue un fin de semana intenso, de alianzas, de risas, de amistad y afecto, donde no necesitamos varones. Donde nos miramos nosotras y gozamos de nuestra autonomía. Donde muchas llegaron al primer viaje de muchos más “porque del feminismo, no se vuelve. Es un camino de ida”, como me dice una querida amiga. Todas trabajamos previamente para viajar la mayor cantidad de compañeras posible y para que se tejan fortalezas. A las corridas, dejamos todo listo, muchas organizaron los cuidados de sus hijxs para estar, porque el cuidado responsable y planificado es parte de lo que ellas hacen todos los días. Porque se trata de eso, de revolucionar la cama, las casas. Porque no sólo es la revolución de las pibas, de las hijas, también es la revolución de 32 ellas, que llegan al feminismo ahora.
Que están desaprendiendo y soltando deberes de cómo ser mujer, de cómo ser madre, qué están siendo parte de lo que está pasando, que ya entendieron y se cansaron de atender al macho porque vienen de la esclavitud doméstica y llegan ya porque no habían tenido antes la ola en su corazón, ni en su niñez, ni en su adolescencia.
Todas nos dimos un grado de organización en nuestras cotidianidades, porque además de ser feministas a diario, trabajamos, estudiamos, amamos o no, somos felices, sin marido porque la misma idea nos deja secas. Vamos
al Encuentro año tras año porque nos hace bien, porque nos mueve el deseo de cambiarlo todo, de vivir con placer y sin machismo. Aún hoy, en esta economía de la miseria que hace muy difícil hacer lo que queremos. Cargamos todo, salimos, coreamos las letras en el camino para la marcha, mateamos, dormimos, despertamos, frenamos, copamos los paradores en ruta, muchas viajamos más de 20 horas, en micro desde Capital Federal, más horas las que se movilizaron desde todo el país para estar. Llegamos unas 50 mil dicen, es muy difícil imaginar lo que implica copar una ciudad y ser montones haciendo cola para comprar comida, sentarse en un bar e ir al baño, porque una vez más la ciudad nos quedó chica. Copamos los espacios públicos, organizamos los talleres, pusimos el
cuerpo en las intervenciones, marchamos con furia trava en la marcha organizada por mujeres travestis y trans contra los travesticidios y pedimos el cupo laboral. Nos dimos todos los placeres en tres días, en una ciudad llena a la que regalamos risas, cantos y llantos, porque es emocionante vivirlo. Participamos de los talleres, jugamos al fútbol, bailamos como locas, nos pintamos el cuerpo unas a otras. Marchamos organizadas, sindicalizadas, con compañeras y hermanas. Juntamos un puñado de fuerza guerrera. Mujeres, lesbianas, travestis y trans del todo el país tocamos el bombo y gritamos “Paren de matarnos”. Queremos políticas públicas serias que realmente estén planificadas para mejorar la vida de todxs.
Por primera vez el encuentro quedará en la historia como un encuentro plurinacional de mujeres, lesbianas, travestis y trans, lo que marca la base desde donde esta ola tiene que arrasar, lo que implica es que se imprime la lucha de mujeres de diferentes comunidades originarias y campesinas que están peleando adentro, de las feminidades travestis y trans que hacen superar todo biologicismo, arremeten su furia y de las lesbianas visibles, orgullosas y disidentes que desde su construcción tortillera desarman el patriarcado. Vivimos una marcha distinta, ya no estamos organizadas por varones, sino que estamos al cuidado codo a codo, con la otra, marchamos con colores, porque es una marcha alegre, gritamos salvajes, llenas de la furia heredada de las viejas que nos parieron, de Diana y de Lohana. Nos arrodillamos y largamos un pique, que terminó con festejo, volamos como brujas y cantamos.
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Encontramos empatía cuando la marcha avanzó en los barrios, muchas mujeres y niñas desde las puertas de sus casas nos saludaron, nos abrazaron, pidieron el pañuelo verde. Muchos varones se cruzaron de brazos y simplemente vieron pasar, otrxs corrieron la cortina y cerraron todo.
Encontramos silencio en los vecinos cuando sonaban los bombos de ATE y se cantaba “Uste’ señor, uste‘ que lo votó, ¡ahora se da cuenta que Mauricio lo cagó!”. O cuando se coreaba “Para Milagro la libertad, para Morales el repudio popular”. Sentimos angustia por no saber exactamente lo que estaba pasando mientras dispararon balas de goma, nos cazaron, tiraron gases y lo de siempre, la impunidad. Eso sí debe preocuparnos, sobre todo porque
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que no es la primera vez, sobre todo sabiendo que este gobierno suelta sus fuerzas de seguridad para armar disturbios y disfrazarnos con sangre, sobre todo sabiendo que son las fuerzas de seguridad que asesinaron a Santiago Maldonado. En el 2019 el encuentro se realizará en la Provincia de Buenos Aires, en la Ciudad de La Plata una semana antes de las elecciones legislativas, donde tiene sede el poder del gobierno de María Eugenia Vidal. Es muy importante estar ya que la quinta ola tiene bases latinoamericanas que se tienen que agitar y tiene que crecer. Es importante estar también, para movilizar a otrxs que no ven esas solidaridades, ni esa fuerza en su cotidianidad en la puerta de la casa. Vamos a La Plata porque Vidal es la responsable del vaciamiento de programas sociales con perspectiva de género –como el Ellas Hacen, del desmantelamiento de la línea 144–, por los despidos de miles de trabajadoras, el desfinanciamiento a la educación pública, la ciencia, la técnica y de los salarios de hambre. Ella es parte de un gobierno que no para de hacernos daño. Es responsable de que miles de nosotrxs no tengamos acceso a la salud y de que sigan
muriendo cuerpos gestantes por abortos clandestinos, de que todas tengamos cada vez más necesidades básicas insatisfechas, de que el camino de la denuncia de mujeres en situaciones de violencia de género sea una ruta cada vez más crítica, de que el acceso a la justicia para nosotras no esté garantizado, de que siga habiendo maltrato institucional y mucha violencia contra las madres y las profesionales que defienden causas de abuso sexual en la infancia, también porque sigue sin haber respuestas en la investigación por la desaparición de Johana Ramallo (desaparecida en La Plata hace 15 meses). Vamos a La Plata en el 2019, porque el patriarcado también es Vidal y es Macri.
Escribe: Bruno Díaz Fotos: Irina Bianchet
Entrevista a Flopa Lestani
Flopa Lestani volvió al estudio para grabar nuevo EP: “5 finales para el mismo cuento”. Pero entre disco y disco, nada de ostracismo y reclusión, porque Flopa estuvo más que activa tocando en varios formatos: festivales independientes, presentaciones con otras cantantes compositoras, en plan solista, ¡y hasta en manifestaciones! Y ahora vuelve a conformar su banda más potente con integrantes de Valle de Muñecas y Acorazado Potemkin. El resultado es un electrizado Acorazado de Muñecas, con cinco nuevas canciones para navegar estos tiempos turbulentos.
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Cinco finales para empezar ¿Cómo llegás a grabar nuevamente? Ariel (Minimal) me invitó a tocar en febrero en el Festipez. Dije "Bueno, no voy a ir a tocar sola con la guitarra a un festival al aire libre". Entonces llamé otra vez a los muchachos. Salió una fecha, ensayamos un mes, cuatro, y salimos. Como ya tenía la banda preparada para esa fecha, armé una lista de diez temas, de los cuales cinco eran inéditos. Me pareció una buena oportunidad para registrar eso. Arranco, y después veo con qué sigo. ¿Cómo fue el trabajo en estudio? Al estudio llego con la estructura del tema tocado en guitarra y con algún concepto de que el tema vaya para un lado. Después dejo hacer. Cuando algo hace ruido, ahí empiezo a hinchar. Pero en realidad doy libertad para que hagan. Yo tiro una directiva, por ejemplo: "Que sea como Motown pero sin vientos y con, qué sé yo...", referencias un poco ridículas que nosotros más o menos
comprendemos. De Motown, al final, nada. Termina siendo lo que nosotros podemos hacer, con lo que tenemos. Justamente la selección de los temas tiene que ver con aprovechar esta tremenda formación de rock. Otras canciones no encajaban con esta banda. No porque no pueda pedírselas, sino porque sería forzar algo y no tiene sentido. ¿Siempre sonaste a vos? Tenés un estilo muy marcado, muy propio. Creo que tiene que ver con que cuando empecé a tocar no hacía canciones de otros. No empecé tocando covers, como muchos amigos con bandas que interpretaban perfecto todo The Beatles. Aún hoy no tocás muchos covers. No, arranqué a tocar temas de otros cuando empecé a juntarme con músicos y colegas. O venían ellos con un trío y me decían "Hagamos un tema de Almendra", a mí nunca se me habría ocurrido tocarlo por las mías. Primero porque me siento medio un queso musical, no soy tan hábil musicalmente. Sé hacer lo que sé hacer, no soy tan versátil como música. Me dedico más a la composición, siento que mi fuerte es ese. Me agarro mucho de las palabras para componer, melódicamente quedo condicionada por eso. Tal vez por eso las melodías no son tan habituales.
Me agarro de una frase de la letra y termino componiendo para darle musicalidad. Cuando se me ocurre una letra, ya viene medio canturreada. Después le termino dando una orientación. Las primeras ideas se me ocurren caminando por la calle, como la frase “Curate de espanto conmigo”. Voy canturreando. A partir de ahí me quedo agarrada. Tal vez eso es lo personal, lo mismo que me limita a que todo sea más o menos igual.
"Me agarro mucho de las palabras para componer, tal vez por eso las melodías no son tan habituales." Subiste temas a Spotify, luego a otras redes similares y finalmente a Youtube. ¿Y el físico, qué pasa con el disco? Es una pregunta que nos hacemos todos, ¿alguien compra discos hoy? En estos tiempos que manejo no me daba para ir y fabricarlo. Además, quedé en bancarrota. Porque después de mudarme y pagar el estudio para el disco, que todavía estoy pagando, no me quedaba resto. Sacar un disco es muy caro, sobre todo la gráfica. ¿Vale la pena fabricarlo, entonces, por sólo cinco canciones? Mi idea fue cortar acá, seguir grabando más temas para hacer un disco largo y lanzar los dos EP juntos. De todas formas, para mí esto tiene un concepto de álbum. Los temas no están puestos a la marchanta, tienen un sentido. Los soportes virtuales rompen esa coherencia: suelen ir contra la idea del álbum, por el hecho de reproducir fragmentariamente la música. Lo que está bueno es que tengas la posibilidad. Podés seguir escuchando el disco entero o elegir los dos o tres temas que te gusten. También podés mezclarlos con los que te gustan de otro disco y así escuchar sólo lo que elegís y no fumarte todo un disco.
No sé si me explico Arte de tapa de "5 finales para el mismo cuento" de Flopa (EP, editado en 2018 por UltraPop).
¿Por qué el disco se llama "5 finales para un mismo cuento"? Porque son cinco temas, no esperes que te dé más respuestas conceptuales, no las tengo. Me ha pasado con
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"La gente no tiene un mango y lo primero que corta es la salida. La convocatoria bajó mucho."
todos los discos. En algún momento cierro un concepto que no puedo explicar mucho. Cuando vos me preguntás por qué, recién ahí termino de ordenarlo en mi cabeza. A partir de cosas que vos me digas a mí se me disparan otras. Ahí termino de pensarlo, de entender por qué hice eso que hice.
"En algún momento va a salir la ley por el aborto legal. Solamente hay que sacar a los dinosaurios que hay en el Senado." “Emoción homicida” siempre se explicaba desde lo que transmitías en el escenario. Creo que nadie entendió “Emoción homicida” como yo lo gesté, pero me parece válido, porque cuando una lanza las cosas al mundo, quedan a interpretación del que las escucha. La letra dice "Me miras y nada pareciera importar / vestida de amor estoy para encontrarte / descalza la tarde anda por la casa / risa, el impacto de
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un golpe de emoción homicida". O sea, es amor puro. Amor. La emoción homicida es cuando ves a alguien que te para el corazón y te mata. Nada que ver ni con la violencia, ni con la muerte, nada de eso. A mí me gustan esas cosas contradictorias. La emoción es homicida, no la persona. ¿Pero me tengo que poner a explicar todo esto? Dejá que piensen lo que quieran, ¿no? Si no el arte no tiene mucho sentido.
La escena musical y la crisis económica ¿Está parecida la escena al post 2001, o la ves distinta? En 2001 fue una cacería de brujas. Los lugares se clausuraban por boludeces, la máquina de forros en el baño. Yo conocí lugares que los cerraron por eso. Ahora la gente está ahorcada económicamente. Algunos escenarios se mantienen, pero no ganan un peso. Lo hacen por amor al arte, como muchas veces lo hacemos nosotros. Somos quienes generamos la cosa y terminamos siendo el último eslabón de la cadena, eso es lo más loco. Cuando la gente va a verte tocar tiene que haber un lugar físico,
obviamente, pero fundamentalmente va a verte a vos. Va porque hay un show. Pero pagás el flete, el sonido, las luces, pagás todo. Y lo que queda es para vos, si queda. Tenés más asociaciones musicales en este momento, eso debe ayudar. Sí, con Paula Maffía y Rosario Bléfari. Fue empezar a compartir fechas, una especie de cofradía en un punto. Me dijeron y me encantó la idea, la pasamos muy bien. Dijimos de repetir y quedamos en hacer una cada cambio de estación, cada tres meses. Ya hicimos Rosario, Córdoba, cada tanto La Plata. Es también una manera de aunar esfuerzos. La gente no tiene un mango y lo primero que corta es la salida, entonces la convocatoria bajó mucho para todos. Siempre me manejé en un círculo medio cerrado de amigos. No me interesan los grandes festivales, no quiero “llegar a la masividad". Siempre me chupó un huevo. Sí quiero que me vengan a ver y que me escuche la mayor cantidad posible de gente, pero hay cosas que yo no estoy dispuesta a hacer, como bajarte los lompas para ir a tocar a un festival a las 2 de la tarde. Entonces pago las consecuencias, no tengo ningún problema. Y, además, el público se renueva. Las primeras
veces que toqué con Paula noté que a ella la van a ver muchas mujeres, muchas chicas. Yo tengo un público de barbudos, prácticamente. Y nos matábamos de risa. Pero está bueno que se junten eso públicos también. Yo toco sola y me viene a ver alguna gente, pero las tres juntas explotamos. Se gestó algo muy lindo, nos dimos cuenta de que teníamos más cosas en común de lo que creíamos y la pasamos muy bien. Es algo fundamental, porque si no es todo remar y no la pasás bien. Para eso me voy a laburar a un banco. No, no vayas. No, no me van a tomar. Los bancos están despidiendo gente.
El buen filtro
Al subir al escenario, a veces hay una tensión entre el mundo interior propio, y subir a compartirlo. Con el tiempo aprendí que las cosas que te dan miedo son las que hay que hacer. Pero con las canciones no me pasa eso. Me filtro a mí misma. No es censura, es un filtro de algo que a mí me convence. La gente que me critica porque produzco poco me debería agradecer de que no saco cualquier pedo que me tiro por ahí. Con las canciones que llegan al escenario hay que largarlo y ver qué pasa. Las pruebo, con esto de que grabo poco, para ver qué me pasa a mí cuando estoy en el escenario cantando eso. Qué me pide la canción. "Escucho voces", como Macri. ¿Qué estás escuchando ahora? Un poco lo de siempre, las bandas de mis amigos, Acorazado Potemkin, Valle de Muñecas. Ahora que tengo Spotify me estoy poniendo un poco al día con lo vernáculo, que por ahí en CD no lo conseguís. Hay un disco de Santiago Adano, solista de Julio y Agosto, que es muy lindo. Otra piba que se llama Mariana Michi también. Una australiana que sacó un disco este año, Courtney Barnett, tremenda. Me gustó el disco entero. Y me encanta Neil Young, me encanta ese viejo.
De protesta en protesta
Estuviste en muchas movidas y festivales. En muchas manifestaciones, sí. La ley de Medios, despidos en los
grupos de diarios y radios, pañuelo verde… Tenés para elegir, desde hace tres años es lo único que hacemos. En los últimos tres años fui a más manifestaciones que en el resto de mi vida, salvo las marchas del 24 de marzo en las que siempre estuve. Ahora trato de ir a todas las manifestaciones que puedo. Cuando estoy en el escenario es porque me convocan, no estoy tratando de meterme para figurar. Me han convocado y siempre dije que sí. Muchos no se quieren "quemar". Para mí no es un quemo. No sé cómo puede haber gente que insiste en separarse como individuo de lo que hace, yo no puedo. Y va más allá de las letras, todo se ve ahí reflejado. De alguna manera me atraviesa. Pero como persona para mí no es un quemo. Estoy segura de que es una causa que apoyo, estoy de acuerdo y no tengo ningún problema en salir a expresarlo. Si a partir de eso hay gente que le cae mal y no me quiere venir a ver, perfecto. Es decisión de los otros, a mí eso no me mueve el amperímetro, como diría Cris. ¿Y las movilizaciones por el aborto legal? La Campaña (por el aborto legal, seguro y gratuito) hizo un laburo increíble. Para mí es todo mérito de la campaña, el arrastre que lograron. Porque vienen laburando de hace muchos años. Hubo resurgir, a partir del #NiUnaMenos, donde todo se volvió más masivo. Se empezaron a incluir más temas. No son cosas aisladas, pero cada una tiene un centro de militancia: por la violencia, por el aborto, por todos los temas, que fueron convergiendo. La Campaña pudo capitalizar todo eso. Lo que para mí es histórico es que se haya llegado al tratamiento en las Cámaras, más allá de que no haya salido. Desde pendeja siempre fui muy pesimista, pensé que iba a ser muy viejita cuando ocurriera esto que pasó ahora. Me parece que en algún momento va a salir. Solamente hay que sacar a los dinosaurios que hay en el Senado. Hace poco estuviste en una mesa de feminismo y rock. Sí, fue una charla interesante. Estábamos Andrea Álvarez, Ignacia Etcheverri y yo. En el rock sigue habiendo más varones, pero hay muchas más mujeres que cuando empecé a tocar. Creo que lo que pasó también es que el rock se abrió, se fue
ampliando el panorama. Todavía le falta un poco para el reconocimiento. Músicas mujeres hay un montón: rock quilombo, electrónico, acústico, o una mezcla, y las letras tienen que ver con el universo femenino. Mis letras no tienen que ver exclusivamente, o sea, sí porque soy mujer y no puedo hablar desde otro lugar, pero trato de hablarle a todo el mundo. En esta charla me di cuenta de que cuando escribo las canciones, pongo mucha atención a no conjugar los verbos en primera persona. Trato de hacerlo para que te la puedas cantar sin que te haga ruido. Nosotras las mujeres nos acostumbramos a cantar cosas del rock que vienen del lado de los varones. Pero me di cuenta de que los varones no cantan canciones como "Me vuelvo cada día más loca", ¿no? ¿y por qué no?, si es un temazo. ¿Un hombre se la puede apropiar? Escribo amplio para que pueda cantarlo todo el mundo. Lo que no quiere decir que en algún momento diga "Bueno, esta canción la quiero pensar para las mujeres y decir tal cosa". Está bueno eso también, me parece que es lo que está pasando ahora. Desde las propias pibas está surgiendo una necesidad de hablar para las mujeres. Me parece re válido eso. No todos tenemos que hacer lo mismo. Músicas hay un montón. Lo que está faltando son periodistas mujeres, o productoras.
"El rock es una actitud, es donde yo me crié." ¿Hay productoras mujeres con el rol que cumple Manza, por ejemplo? Lucy Patané toca en Las Taradas, tiene su propio proyecto y también produce. Es muy interesante lo de Lucy. Seguramente debe haber más casos que desconocemos, es parte de la publicidad también. Fuera del rock hay más, es medio cuadrado el rock. Vos decís, “el rock es hasta acá”, pero depende de tu mirada, hasta dónde lo quieras ampliar. El rock es como el peronismo para mí. Tenés de derecha, tenés de izquierda, tenés de centro, tenés acústico, tenés eléctrico. Como los peronistas, ¿con qué peronismo tenés que ver?, tenés un abanico. Por eso Duhalde es peronista, Menem es peronista, Néstor fue peronista. El rock es una actitud, es donde yo me crié, es lo que me moviliza.
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Escriben: Agustín Wydler y Carli Bianco (*) Ilustra: Luciana Capece
El presupuesto 2019 profundiza el ajuste para pagar los intereses de la deuda externa: un ajuste brutal que va contra (casi) todos. Un análisis sobre los componentes del presupuesto que son recortados y sobre los escasos ganadores de este modelo económico. El presupuesto aprobado en el Congreso para el año 2019 merece ser adjetivado, sencillamente, como desastroso. No contiene ni una sola medida a favor de los trabajadores, la industria, el comercio, las PyMEs o los jubilados. El único componente que crece, y de manera sustantiva, es el pago de los intereses de la deuda externa. Durante sus dos primeros años de gobierno, Macri dijo que se endeudaba para no hacer el ajuste, pero ahora presenta un presupuesto de ajuste con el único objetivo de poder pagar la deuda que contrajo previamente. Es el perro que muerde su propia cola. Este presupuesto, que profundiza el feroz ajuste que ya está teniendo lugar durante 2018, no es el resultado de ninguna pesada herencia ni de “cosas que pasaron” en el escenario internacional, sino la consecuencia directa de las políticas económicas del actual gobierno. Macri apostó ciegamente a una lluvia de inversiones extranjeras y a un boom exportador que permitiera el crecimiento de la economía, intentando sustituir el principal motor de crecimiento que posee estructuralmente la economía argentina: su mercado interno. Se olvidó un detalle: analizar el escenario externo. En el marco de un mundo todavía en crisis, en guerra comercial,
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con crecientes prácticas proteccionistas y con una visible reversión de los flujos de capital desde la periferia hacia el centro, hasta el menos formado de los analistas se debería haber dado cuenta de que esa fórmula no funcionaría. Parece que los libros mordieron al mejor equipo económico de los últimos 50 años. Como consecuencia de una política económica que combinó ajuste, apertura comercial y financiera y un brutal endeudamiento externo, llegamos en abril de 2018 a una nueva y profunda corrida cambiaria, cuyo saldo fue un abrupto salto en el tipo de cambio mayor al 110% en los últimos 10 meses y una pérdida de más de 30.000 millones de dólares de reservas, incluyendo al desembolso del FMI de 15.000 millones que ya se evaporó. Frente a este panorama, y en el marco de la revisión del acuerdo firmado con el FMI, se implementó un nuevo esquema de política monetaria cuyo efecto inmediato es devastador: la tasa de interés superó el 70%, lo que hace inviable cualquier proyecto productivo. La política económica que se desprende del presupuesto 2019 no trae ninguna novedad, sino una profundización del ajuste para garantizar el pago de la deuda. De hecho, el
declamado “déficit cero” no es más que un nuevo engaño: el déficit financiero (que incluye el pago de intereses de la deuda) es de casi 600.000 millones de pesos (un 3,2% del PIB). Pero esta política de ajuste y pago de la deuda propuesta en el presupuesto no nos desendeuda, sino todo lo contrario: la deuda total de la Argentina llegará en 2019 a 331.971 millones de dólares, lo que representa un 75,3% del PIB, frente al 40% en 2015. En términos de ingresos y gastos, las proyecciones que surgen del presupuesto no dejan lugar a dudas de la orientación de la política económica para 2019: crecen un 5% los ingresos (por la restitución de las retenciones), caen un 7,7% los gastos primarios, sube un 10% el pago de intereses. Tomando el período 2015-2019, la caída real del gasto primario será del 18%. El detalle del ajuste muestra recortes reales en casi todas las partidas: educación y cultura (-10%), ciencia y técnica (-5,3%), salud (-4%), trabajo (-12,8%), vivienda y urbanismo (-17,3%), promoción y asistencia social (-4,2%), agua potable y alcantarillado (-9,5%), e industria (-15,5%). Al analizar los destinatarios de este nuevo y brutal ajuste, tampoco se observan rupturas, sino continuidades: el ajuste lo pagan los
trabajadores, los jubilados, los beneficiarios de asignaciones sociales, las clases medias y las provincias. Se trata de un ajuste que va contra (casi) todos. Contra el bolsillo de las clases populares: los subsidios económicos caen un 31% (-39% para transporte y -27% para energía), lo que redundará en más tarifazos y aumentos del boleto. Contra la inversión pública: los gastos de capital caen un 31%, profundizando el ajuste de la obra pública que ya tenemos en 2018. Contra las provincias y el federalismo: las transferencias a las provincias caen un 39%, más allá de la eliminación previa del Fondo Federal Sojero, que representaba en 2018 unos 50.000 millones de pesos. Contra los jubilados: desde 2015 se perdió una jubilación por año, no se permite seguir trabajando a los jubilados que obtuvieron la Pensión Universal para el Adulto Mayor y se avanza en la liquidación del Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Contra los beneficiarios de prestaciones sociales: las asignaciones universales y familiares caen un 11%, las pensiones no contributivas lo hacen en un 5% y los programas sociales (Progresar, Argentina Trabaja, etc.) se reducen un 15%. Contra la educación: el presupuesto para 2019 cae un 10% adicional por encima del ajuste del 20% que ya viene sufriendo desde 2016.
Para peor, el ajuste será más profundo cuando efectivamente no se cumplan las estimaciones de crecimiento (-0,5%) e inflación (34,8% promedio) para 2019, lo que parece inevitable teniendo en consideración el antecedente del año pasado: en el Presupuesto 2018 se estimó una inflación del 10%, que va a estar cercana al 50%, y un crecimiento del PIB del 3,5%, pero que en realidad va a caer como mínimo un 2,4%. De hecho, el FMI ya estimó una recesión tres veces mayor a la prevista en el presupuesto, de 1,6% para 2019. Por otro lado, la estimación de un dólar a $40 también parece demasiado optimista y, de no cumplirse, se incrementará la inflación (lo que implica un mayor ajuste) y crecerán el gasto financiero en intereses de la deuda y las tarifas dolarizadas de la energía y el transporte. Sin embargo, este presupuesto tiene algunos pocos ganadores: los especuladores internacionales y los acreedores externos, a quienes se aseguran los dólares para el pago de la deuda. De hecho, la única partida que se incrementará en un 10% será la destinada al pago de los intereses de la deuda externa que creció de manera hipertrófica desde que Macri asumió el gobierno, endeudando al país en más de 150.000 millones de dólares adicionales entre deuda privada y
pública, nacional y de las provincias. Estos pocos beneficiarios del presupuesto macrista se suman al selecto grupo de ganadores del modelo económico actual: los grandes exportadores de productos agropecuarios, que se benefician de la megadevaluación que sufrió la economía en 2018; los bancos, que especulan con la nueva timba financiera de las LELIQs; y las empresas energéticas, que se llenan los bolsillos con la dolarización de las tarifas realizada por Macri. En suma, luego de cuatro años de gobierno, Macri nos dejará una economía más pequeña y en recesión, con una inflación galopante, un desempleo de más de dos dígitos, una reprimarización y desindustrialización del aparato productivo y una caída brutal de las condiciones de vida de los argentinos. Nada que se parezca de cerca a aquellas falsas promesas de campaña de la lluvia de inversiones, el boom de exportaciones, la pobreza cero, la pulverización de la inflación y el “vamos a vivir mejor”. El presupuesto de 2019 le pone el moño a la estafa electoral de Macri al pueblo argentino.
(*) Los autores son docentes e investigadores de la Universidad Nacional de Quilmes. Carli Bianco es también asesor de la CTA de los Trabajadores.
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Por Maxi Ramos (@pictche)
Salir a la calle cámara en mano es salir de cacería, para aquellos que nunca llevamos encima más armas que nuestras herramientas. Caminás con los pelos de la nuca erizados, mirando de forma alternada entre la atención latente de un psicoanalista y el ojo fijo de un tirador con arco y flecha. Buscás al personaje, a esa repentina combinación de colores o aquel destello que te excite, que te pulsione a la captura. Estas fotografías son una selección de las serendipias que he podido apresar. La calle tiene todo. Luz, movimiento, color..., y uno quiere que hasta el sudor ajeno quede embebido en la imagen. Queda a criterio del observador juzgar si lo he logrado.
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El lugar de los trabajadores
Ilustración y viñeta de José María Cao Luaces para Caras y Caretas nº402, junio 1906.
Escribe: Carlos Tomada
El gobierno pretende que el trabajo, los trabajadores, sus organizaciones y la institucionalidad laboral vuelvan al lugar que tenían hace 70 o 100 años atrás. El análisis de Carlos Tomada, ex Ministro de Trabajo. No podemos negar que esta nueva experiencia de la derecha gobernando en nuestro país tiene intenciones refundacionales. Dicen que se están haciendo cargo de problemas “estructurales” que tenemos desde hace 70 años. Y como actúan en consecuencia, efectivamente pretenden transformar estructuras que existen hace 70 años. O más. Pero lo que verdaderamente les preocupa no son las cuentas públicas. Les preocupa el trabajo, los trabajadores, sus organizaciones y la institucionalidad laboral. Su proyecto modernizador consiste en que esos elementos se reacomoden en el lugar que tenían hace 70, 80 o 100 años atrás. La reciente degradación del Ministerio de Trabajo al rango de Secretaría se inscribe en ese marco. Por su propia naturaleza, la responsabilidad de la autoridad administrativa del trabajo es promover el empleo de calidad, el cumplimiento de los derechos laborales y la seguridad social. Como este gobierno no cree en esas funciones, des-jeraquiza a la entidad responsable. En simultáneo, van haciendo languidecer las instancias de diálogo y concertación social. Cuando no es sólo una consigna, el diálogo recepta y admite
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—Y, amigo, Usted que anda siempre en diputados, ¿qué novedades hay? — Me consta que, después de la conferencia Figueroa Alcorta-Irigoyen, el conflicto es inminente. Me consta que los republicanos evolucionan hacia la provincia. Me consta que el problema municipal metropolitano... —¡Eh! Usted que todo lo sabe, ¿a qué no sabe cuándo va a bajar el pan, la carne y los alquileres?
las posiciones encontradas, procesa las diferencias y busca arribar a consensos. Pero cuando es visto como una instancia de validación de decisiones que se toman en otros ámbitos, las mesas de negociación pierden
su razón de ser. Ese fue el destino de la Paritaria Nacional Docente, clausurada de hecho, y del Consejo del Salario Mínimo, donde los acuerdos sectoriales fueron reemplazados por disposiciones gubernamentales.
Incluso podemos sospechar que la regresión temporal que nos proponen es previa no sólo a 1949, cuando la entonces Secretaría de Trabajo y Previsión adquirió rango ministerial. Por momentos el oficialismo nos lleva a un debate que tuvo lugar en nuestro país alrededor de 1907, cuando se creó y definió el perfil del Departamento Nacional del Trabajo (primera institución específicamente laboral del Estado Nacional). En ese entonces se discutía el nivel de intervención que caracterizaría a dicho organismo. Algunos creían que el Departamento no debía tener un rol activo en garantizar el cumplimiento de la incipiente legislación laboral y consideraban que sólo debía adoptar un papel similar al de la Oficina del Trabajo de los Estados Unidos, circunscribiendo su actividad a la recopilación y difusión de estadísticas. Pero el actual gobierno nacional parece estar convencido de que ni siquiera eso debería hacer, como lo atestigua la desarticulación (a principios de este año) de la Subsecretaría de Estadísticas y Estudios Laborales del ahora ex-Ministerio.
Así como consideran que la autoridad administrativa del trabajo tenía demasiadas funciones, también sostienen que los niveles de protección del empleo en nuestro país resultan “asfixiantes” (ese mismo adjetivo usaron en sus proyectos de ley). Por eso se pusieron como meta avanzar con una reforma de flexibilización laboral bajo la ya conocida (y tantas veces refutada) premisa neoliberal que sostiene que restringir los derechos laborales incentiva la creación de puestos de trabajo. Todavía no lo han logrado: presentaron un primer proyecto el año pasado perversamente ambicioso, lo dieron
de baja tras la conflictiva aprobación de la reforma previsional, y ahora presentaron uno nuevo, menos integral pero que igual avanza en esa dirección. De todos modos, sabemos que lo van a seguir intentando. La insistencia en este punto del Fondo Monetario Internacional (organismo que ha vuelto a ser determinante en nuestras políticas) fortalece nuestra suposición.
A pesar de que hasta el momento no han conseguido reformular el marco normativo que regula las relaciones laborales, sí han avanzado en una flexibilización de hecho. Mientras la economía creció (entre el segundo semestre de 2016 y los primeros meses de 2018) se creó empleo, pero tres de cada cuatro nuevos puestos de trabajo fueron precarios: informales o independientes (monotributistas la mayoría). Uno de los factores que hizo posible esto fue que el Estado relegó sus facultades de inspección y pasó a hacer la vista gorda sobre decisiones empresarias que, en muchos casos, implican verdaderos fraudes laborales. Esto es lo “mejor” que le dio Cambiemos al mercado de trabajo: la multiplicación de puestos precarios. Ahora estamos en una etapa diferente. El empleo viene cayendo al ritmo de la corrida cambiaria. Pero es preocupante (y nos habla de su fragilidad) que los primeros síntomas de destrucción de puestos de trabajo hayan tenido lugar antes que la devaluación tuviera el primero de sus episodios más agudos durante el mes de mayo. En simultáneo, los salarios de los trabajadores se encaminan a atravesar una de las peores caídas desde el año 2002. Venían contrayéndose desde diciembre de 2015. Pero la disparada de precios tras la suba del dólar, combinada a los estrictos techos paritarios fijados por el gobierno (cambiantes pero siempre por debajo de las proyecciones de inflación), resultará en una profundización de pérdida de ingresos de los trabajadores para este año.
Concretamente, si no se produce una nueva reapertura de paritarias (sería la tercera ronda para algunos sectores), los salarios registrados del sector privado habrán perdido, en promedio, un 11% de su poder adquisitivo sólo en 2018. El ajuste para los trabajadores del sector público nacional será más intenso aún: alcanzaría al 15%. Esta evolución es presentada por el gobierno como un efecto inevitable de esa “tormenta” en la que tampoco parece caberles ninguna responsabilidad. Sin mediación institucional, la crisis golpea de lleno sobre el empleo, destruyendo puestos y contrayendo los ingresos. Y ese levantamiento de las mediaciones es parte del “sinceramiento” que nos propone la actual administración: las instituciones laborales son vistas como construcciones “artificiales”, que impiden el libre desenvolvimiento de las fuerzas del mercado. Es un enorme retroceso conceptual y concreto.
Por eso no resulta llamativo que, entre las herramientas a ser utilizadas para afrontar la crisis, no se haya hecho ninguna mención a las políticas contra-cíclicas y, en particular, a las políticas de ingresos. Estos instrumentos tienen la capacidad de salvaguardar los ingresos de los trabajadores y de la sociedad en su conjunto, en momentos en que una caída de la actividad económica los afecta. También pueden dinamizar a la propia actividad, a través del estímulo al consumo. Pero no forman parte de las opciones del gobierno nacional. Porque la crisis es, para ellos, una oportunidad para continuar poniendo las cosas en su lugar. Ese que ocupaban el trabajo y los trabajadores hace 70 años.
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Pablo Torres y Eduardo Torres, autores del libro Carniceros de oficio
Escribe: Gastón Vera Fotografía: Eduardo Torres
El oficio como forma de
resistencia
Sin olores, climatizados, cubierto de colores y con una pálida luz ambiente, las puertas automáticas dan la bienvenida al laberinto del consumo. El modelo de supermarket, desprovisto de todo lenguaje popular, organiza nuestro apetito proponiéndonos una relación con la carne deshumanizada. En una góndola, empaquetada, dividida, limpia, cae la media res en una organización geométrica del consumo. Esta entrevista al fotógrafo Eduardo Torres y a su sobrino, el sociólogo Pablo Torres, está atravesada por la sensibilidad y la memoria de generaciones que construyeron una relación con los carnizas. De alguna manera su libro (“Carniceros de oficio”, 2018, editorial Catapulta) no sólo es un homenaje sino también un contrapunto con el modelo de negocio que intenta proliferar. ¿Podríamos decir que el libro “Carniceros de oficio” deja testimonio de la extinción del modelo de carnicería que conocemos y consumimos? Pablo Torres (P)–: Es un tema que tiene varias aristas. La primera tiene que ver con las carnicerías como patrimonio cultural. Existe una visión utilitaria y economista que pone en jaque el modelo clásico de la carnicería, sobre todo la comercialización de media res. Entonces, en poder de nosotros quedó una publicación que ha dejado este testimonio y puede llegar a resignificarse en el futuro. Por un lado, se plantea una cuestión de inocuidad y de seguridad del producto. Es decir, que el frigorífico, o quien sea, haga el desarme más grueso; mientras que la carnicería reciba ya los cortes y realice el desposte más pequeño a gusto de quien viene a comprar. Por ejemplo, recibe un tren de bife, y te corta los bifes que vos querés. Ese es un punto que hace peligrar a la comercialización de la media res.
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¿Es una mirada sanitarista, la que puede atentar contra el oficio? P–: Es una mirada que tiene que ver con la seguridad y la inocuidad. Es mucho menos riesgoso en cuanto a lo bromatológico, en términos de comercialización. Después, hay otro tema que plantea distintas dimensiones: la distribución de los cortes en relación a valor según las zonas y el poder adquisitivo de los clientes. Actualmente hay un planteo utilitarista que le pone retenciones a los cortes más baratos, de manera que los cortes más baratos puedan mantenerse en un precio accesible para el mercado interno, a la par que se libera de retención los cortes más caros para poder darle una libre salida al mercado exterior. Si se llegara a aumentar mucho la exportación de carne y entonces vos, ciudadano argentino, quisieras comprar lomo, te dicen: “Bueno... Garpá lo que vale un lomo. Garpá lo que vale el mejor bife de chorizo”. Es muy polémico. Son temas difíciles. No lo tomo para abordar el punto de vista económico,
ni político, sino como disparador, para ver también cómo planteos de ese tipo que están teniendo cabida y que están sobre la mesa de los gabinetes económicos de agroindustria, pueden llegar a ser influyentes en la comercialización de la media res.
"Existe una visión utilitaria y economista que pone en jaque el modelo clásico de la carnicería, sobre todo la comercialización de media res." ¿Se puede hacer una mirada histórica del desarrollo de la producción de la carne como un factor que determinó el diseño de las élites nacionales? P–: El libro busca homenajear al carnicero de oficio y trata de tener como
"La generación del 80, que marca el desarrollo del Estado-Nación moderno, está muy vinculada a la producción agropecuaria." trasfondo pensar la historia a través de la carne. Es decir, tomarla como una clave de lectura y entrecruzar la dimensión histórica con dimensiones políticas, económicas, sociales y culturales. Eso trata de estar reflejado en algunas de las historias, en los capítulos técnicos que desarrolló gente del INTA y en el prólogo. La elección de Roy Hora como prologuista, tiene que ver con que él trabaja mucho el tema del surgimiento de las élites argentinas del siglo XIX y es el momento en que muchos productos empiezan a surgir. Hay un caso interesante que él menciona en parte de su literatura, que tiene que ver con la figura del terrateniente ausente. Me resulta interesante ya que la aristocracia porteña era la clase propietaria de latifundios. En ese entonces, estaba mal visto ir a trabajar al campo o instalarse allí. El hijo no era hábil en los negocios que involucran las cuestiones sociales y, al estar en Buenos Aires, se lo mandaba al campo. Así se reemplaza la figura del terrateniente ausente y la mirada productiva, hacia la tierra. Mirá si estará involucrada la carne en la cuestión política y social de la Argentina, que una figura como la del gaucho, que la pensamos siempre muy vinculada al campo, al asado, a las vacas y demás, básicamente surge desde lo que eran las vaquerías, de ir a hacer estas cacerías de ganado cimarrón, para cuerear el animal. La mayor parte se desaprovechaba. Se despostaba algún corte superficial para sacar algo en el momento, ya que no tenían forma de conservar. De hecho, el corte matambre es ese que mataba el hambre. La generación del 80, que marca el desarrollo del Estado-Nación moderno, está muy vinculada a la producción agropecuaria. Más allá del boom lanar, de ganado ovino, las relaciones de Argentina con las potencias, es a partir de la relación con los españoles que se introduce el ganado. Así se establece una relación histórica fuerte
Jorge Antonio Obeid y José "Pepe" Hosmilde Mancini, carnicería el Alba. Villa del Parque.
Yusif "José" Fandi, carnicería Don José. Liniers.
Ernesto Orellana, carnicería El Rosarino. Belgrano.
Juan Manuel Braga, carnicería Guillermo. Villa Sarmiento, Morón.
Sebastián, Gonzalo y Alejandro Díaz, carnicería Sebo-Zalo. Temperley.
Hector Villareal, carnicería El Emporio. Floresta.
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¿Cómo eligieron las 15 carnicerías del libro? P–: Son 15 carnicerías y son más carniceros, hubo un proceso. Por un lado, recorrimos. Primero, desde el anonimato total. Si yo veía una carnicería me bajaba. Si había gente mejor, porque me daba tiempo de mirar los detalles, de ver la estética del lugar, de ver cómo armaban la heladera, dónde estaba la cámara, calcular por dónde entraba la media res, ver si el carnicero es un tipo interesante, si trabaja con su familia. Más de una vez me ha pasado que no había mucha gente y tuve que hacer un escaneo rápido y empezar a comprar. A otros accedimos por recomendación de amigos que le dijimos que estábamos encarando este proyecto. Ahí empezó una verdadera compulsa popular: "Meté a mi carnicero". Cuando Eduardo postea, muchas veces la gente comenta orgullosa: "Ese es mi carnicero". También accedimos por recomendación de cocineros y de los mismos carniceros, los cuales recomendaron a otros. Pero la decisión final siempre fue nuestra.
con el conquistador, posteriormente, la relación político económica con Gran Bretaña y después con Estados Unidos. Ahí toda la historia frigorífica y ganadera tiene mucho que ver. El pacto Roca-Runciman es fundante desde la humillación nacional. Es un pacto muy importante desde el punto de vista de la carne. Tenemos la famosa huelga del frigorífico Lisandro De La Torre, el frigorífico llevaba ese nombre ya que fue De La Torre quién se encargó de denunciar el pacto Roca-Runciman. Por donde se quiera recorrer la historia argentina y la configuración de las élites, vamos a encontrar a la carne seguramente, o a las vacas. ¿Considerás que se impone la carnicería boutique? Todo lindo, caro, pulcro. ¿Es una propuesta para un público selecto? P–: Creo que la carnicería va a evolucionar. Se va a modificar con el tiempo. Prefiero que evolucione hacia corte y no hacia el envasado al vacío despostado y listo, a dentro de un plato. Porque detrás de cada corte
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sigue habiendo un tipo y atrás del mostrador hay alguien que sabe, te aconseja, te dice lleva éste. Eso le da un valor agregado. Comer una salchicha hecha toda con carne es algo a lo que no estamos acostumbrados. Un lever de extrema calidad, tampoco. Es muy difícil acceder económicamente. Si la carnicería tiene que evolucionar hacia un lugar, preferimos que siga llegando el animal, la media res, que se siga despostando, que sigue hablándote una persona detrás del mostrador que te aconseje: “No, se me acabó, pero llevate estos si vas a hacer parrilla".
"Por donde se quiera recorrer la historia argentina y la configuración de las élites, vamos a encontrar a la carne."
"El libro busca rescatar cortes, transmitirlos, que la gente se anime a volver a esos cortes que son súper interesantes." En cuanto a los cocineros, ¿cómo fue la selección? Eduardo Torres (E)–: También fue muy difícil. Yo soy fotógrafo de gastronomía. Soy amigo de muchos de ellos. La verdad que hicimos una mezcla, algunos salieron sorteados, porque la verdad teníamos un banco en el que todos eran titulares. Tuvimos que decidir. A los que quedaron les pedimos claramente recetas populares, barato y fácil de hacer. En algunos casos salió mejor, en otros costó un poco más. Son recetas fáciles de hacer, sencillas y posibles. El libro busca rescatar cortes, transmitirlos, dar una receta para que la gente se anime a volver a esos cortes que son súper interesantes. Es muy gratificante después. Ahora empieza a haber otro problema que antes no había, como que hacer un osobuco braseado es carísimo, porque lo que consumís de gas, es mucho más que lo que gastás de osobuco [Risas, para no llorar].
¿Por qué decidiste que en las fotos del producto haya una sola fuente de iluminación? E–: Lo que traté de hacer es lo que comúnmente pasa en la vida real. En la vida hay una sola fuente de luz, que es el sol. Según dónde estés ves la dirección de la luz y se proyecta la sombra. No quise hacer algo teatral, sino que reciba la luz de una ventana en una casa cerrada. Esa es la idea. Técnicamente, eso permite que tenga mucha textura. Hacer una luz relieve rasante de un sólo lugar, levantar toda la textura que puede tener la carne, los detalles de los cortes y en los platos. Cuando una cámara interviene, ¿genera una tensión en el otro? E–: Sí. De hecho, entramos a carnicerías, vamos con asistentes, con cámaras y luces porque nosotros también hicimos un documental de todo esto. Todas las entrevistas están filmadas y guardadas. Son personajes que no estaban acostumbrados a esto, por ahí a alguno le hicieron una nota una vez, pero fue un medio gráfico. Mayormente, no están acostumbrados a semejante movimiento dentro de su carnicería, a estar iluminados en ese lugar, hablando de sí mismos. Ocurrieron cosas muy interesantes. Porque ellos se pusieron a hablar en esta situación y hablar a contar su historia. Se generan situaciones muy emotivas, muy fuertes. Creo que en los textos está volcado esto, y se siente. Entrar con toda esa parafernalia a unos locales normales era un tema, pero realmente fluyó. Nosotros hablamos mucho con ellos, entramos en confianza, generamos un vínculo. Creo que se sintieron respetados y se pudo trabajar muy bien. Al entrar a una carnicería con ojos de hacer un registro, que no son los mismos ojos que cuando uno entra a comprar milanesas de bola de lomo, empezás a ver un montón de detalles, de cosas hermosas, maravillosas, que tienen que ver con el uso, con la historia, con los cortes sobre una madera, con el lugarcito donde se hace el mate, o escucha la radio, o anota los pedidos, o un montón de pequeñas cosas cotidianas, de todos los días, que jamás el carnicero pensó que podría tener la belleza que tiene, el transmitir estas cosas. Las cosas están donde están. Realizamos una síntesis, un recorte de algún lugar. En ese primer momento de la captura, si vas con la intención de ser efectista en una carnicería lo podés ser: podés tomar lo más sangriento. No era mi intención,
Roberto Ángel Moreti, carnicería Lito. La Boca.
en ningún momento busqué ser efectista, ni generar impresión. Por otro lado hay un segundo momento que es el de post producción, donde retoqué los colores para que sean menos impresionantes. Hicimos un trabajo de edición gigantesco. Nos interesaba transmitir las historias.
"Hicimos un trabajo de edición gigantesco. Nos interesaba transmitir las historias." Después de cuatro años de producción, ¿qué aprendieron ustedes de esa experiencia? E–: Muchas cosas. Desde lo personal, trabajar con Pablo ha sido una satisfacción enorme por quién es y
fue algo muy valioso poder sacar juntos este proyecto adelante. Conocer a todas estas personas y mostrar el oficio del carnicero, comprometido, apasionado con lo que hace. Es algo muy fuerte. Además, significó mucho para ellos. Es una satisfacción haber hecho el libro. P–: Hubo mucha resignificación para nosotros y para los demás. Queda el testimonio. Desde lo personal, todo lo que dijo Eduardo de mí, yo no lo digo porque es como estar con Mozart y decir "No, él compone bien". Trabajamos realmente a la par, con mucho respeto mutuo. Porque una de las cosas que tiene el proceso de hacer un libro es que está muy vivo hasta que es publicado. Uno va viendo las fotos, va releyendo los textos y un día no te gusta nada lo que hiciste. Te gusta la idea del trabajo, pero no lo que escribiste, la fórmula estética que hiciste, la foto que sacaste. Ahora, una vez que está publicado, ya está.
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Escribe: Julián Andreu
La construcción de la resistencia
El 21 de febrero de 2018 fue el punto de partida de una nueva etapa sindical en nuestro país, donde la columna vertebral sostuvo la historia de la lucha argentina, donde el movimiento obrero organizado sumó otro actor: los movimientos sociales de la economía popular. A causa de la fuerza de ese acto, de su repercusión, quedó formada la mesa sindical que lleva como nombre, simplemente, 21F. VINIERON A REDUCIR EL SALARIO DE LOS TRABAJADORES EN DÓLARES. LO LOGRARON POR DEMÁS. El 21 de febrero de 2018 fue el punto de partida de una nueva etapa sindical en Argentina. Un acto tan fuerte que quedó formada la mesa sindical que lleva como nombre, simplemente, 21F. Ese día volvió a verse algo similar al acto multitudinario del 30 de abril de 2011. Debo recordar que este fue uno de los últimos, sino el último, en el que convergieron las organizaciones sindicales y todo el arco político que supo acompañar al gobierno de Cristina. Es sabida la ruptura que se dio luego entre los dirigentes sindicales y el gobierno nacional y popular. El precio pagado fue alto. Errores de ambos lados y algunas mezquindades alejaron las partes y los principales afectados fueron los trabajadores. Transcurridos dos años y medio de gobierno, la realidad efectiva no se hizo esperar y mostró el lado más duro: el de la aplicación de este modelo oligárquico (no lo enmarco en neoliberal, es aún peor). Hay que desterrar la idea de “errores” o “mala praxis”. Vinieron a reducir el salario de los
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trabajadores en dólares. Lo lograron por demás y se seguirá achicando, hasta el final del proceso, que no sé si será el final de este gobierno o su posible reelección o recambio. Hay algo que venimos remarcando: este aniquilamiento del salario y el feroz endeudamiento que lleva adelante este gobierno es superior al de la dictadura, con la sustancial diferencia de que el proceso genocida, para lograrlo, se llevó a 30.000 compañeros. La resistencia a este nuevo proceso oligárquico fue casi nula. Solo atisbos de protestas, como la de la reforma previsional en diciembre. Pero no alcanza. Siguen avanzando de manera constante. Además, la idea de simplemente esperar el deterioro de los índices para lograr la resistencia es, en principio, un poco egoísta de parte de una dirigencia que, cómodamente, ve la escena como si estuviese en el teatro o en el cine.
HAY 2019 La resistencia se debe construir, debe ser un proceso y debe cuajar durante el año electoral, no sólo por contraposición verbal se construye oposición y mucho menos se construye si hacemos análisis que, en definitiva, siguen beneficiando al gobierno.
Hay detalles sustanciales a tener en cuenta. En el proceso electoral que va a llevarse a cabo el año que viene hay una gran chance de que este gobierno se renueve. El gobierno no escatima en recursos, tanto los económicos como los no convencionales o ilegales, medidos con parámetros “republicanos – democráticos”, si entendiésemos que estos axiomas existen. El problema radica en que no hay un llamado de alerta a esta oposición. Seguimos analizando procesos “normales”. Me hago una pregunta y se las hago: con todo lo que pusieron e hicieron para llegar a ser gobierno, ¿lo van a entregar tan fácil? Y esta pregunta se puede extender a Brasil: ¿van a entregar tan fácil el poder que recuperaron de manera ilegal?
LA RESISTENCIA A ESTE NUEVO PROCESO OLIGÁRQUICO FUE CASI NULA. SÓLO ATISBOS DE PROTESTAS, COMO LA DE LA REFORMA PREVISIONAL EN DICIEMBRE. La primera vuelta mostró una amplia diferencia a favor de Bolsonaro. La ventaja fue irremontable en el
ballotage, con una estrategia de campaña muy agresiva, con un discurso xenófobo y racista que logró imponerse. No hay que dejar pasar el detalle del candidato que mejor medía en las encuestas, Lula, preso y proscripto; sin tiempo para imponer un candidato y con una mordaza absoluta para expresarse, confiando en entregarse a la Justicia (que de justicia, valga la redundancia, no tiene nada). Ese Poder Judicial sólo es un instrumento utilizado por un poder que no escatima en asirse de todo lo que esté a su alcance. Si es legal bien y si no lo es, también está bien.
SE AVECINA LA REUNIÓN DEL G20: ES AHÍ DONDE HABRÁ QUE MOSTRAR EL DESCONTENTO. La frase que dice Macri “Somos la última opción”, también la repite el candidato fascista Bolsonaro: “Yo no hablo por los comandantes (del
Ejército), los respeto. Yo, por lo que veo en las calles, no acepto un resultado de las elecciones diferente de mi elección” (sic) ¿Alguien puede creer que esta definición y la de Macri son verbas improvisadas? Nosotros y máxime los dirigentes que puedan llegar a ocupar la casa de Perón debemos y deben estar atentos. En tiempos políticos, el 2019 parece cercano, pero está lejos si lo medimos con parámetros económicos. Estos 15 meses hasta la renovación del gobierno, serán muy duros: se ahondará la crisis y habrá un deterioro de todos los índices sociales. Debemos como medio de comunicación remarcar de manera insistente que éste, “el mejor equipo de los últimos 50 años”, vino a esto: a generar una “masacre” social.
RESISTENCIA SINDICAL Quiero traer de nuevo esa fecha: 21 de febrero. Ahí se inauguró una nueva etapa en materia de actos públicos
masivos, algo que parecía patrimonio exclusivo de una fuerza política se sumó a otro universo más grande y se fundió en algo mucho más importante. Este nuevo proceso sindical de resistencia tiene un factor nuevo en el tipo de organización: los movimientos sociales organizados como la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), muestran organicidad y desde ahí pueden sumar. Y suman. El movimiento obrero organizado fue columna vertebral de la resistencia en todos los procesos, tanto en dictaduras como en gobiernos democráticos que le dieron la espalda al pueblo. Este nuevo proceso no va a ser la excepción a la regla y ya se está viendo esa resistencia, incipiente claro, pero ya tomó vida propia. Se avecina la reunión del G20: es ahí donde habrá que mostrar el descontento, ahí cuando cientos de medios internacionales aterricen en el país, ahí habrá que demostrar de lo que son (o somos) capaces. La historia lo demanda y la realidad efectiva lo necesita. No nos defraudemos.
BIBLIÓFAGA Por Julieta Dorio
DERECHO Y POLÍTICA El aborto en América Latina AA.VV. Siglo XXI Editores Argentina En medio de una marea verde cada vez más fuerte, un grupo de juristas de todo el continente releva y analiza herramientas jurídicas actualizadas para acercarnos al aborto legal, registra cómo el activismo conservador se está convirtiendo en un movimiento transnacional y busca cómo enfrentar de manera sólida y profesional los argumentos de los antiderechos.
LITERATURA INFANTIL El pueblo que no quería ser gris Beatriz Doumerc/Ayax Barnes Ediciones Colihue Un tirano ordena a su pueblo pintar todo de color gris. Todos obedecen, menos uno. De a poco, los pobladores se van contagiando de la rebeldía de este hombre. Ante la unión del pueblo, al tirano le cuesta sostener su poder. Este libro, prohibido durante la última dictadura cívico militar, nos recuerda que de los gobiernos autoritarios se sale con unidad.
NOVELA El predicador invisible Mariano Abrevaya Dios Ediciones Ciccus Un relato atrapante que desde las primeras líneas traslada al lector a uno de los sectores más vulnerables de la ciudad: un conventillo de La Boca. A través del fútbol y la política, un grupo de militantes trata de empoderar a pibes marginados que hasta ese momento sólo conocían el desprecio de la sociedad, los palos de la policía y la desigualdad más profunda. 53