Edición 120 - Octubre 2020

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Sanidad

interior para niños (Primera parte)

Por: María Isabel Jaramillo. @MaiaJaramillo.

¿Es bruta o qué? Escuché decir a una mamá a través de la clase virtual de uno de mis hijos. Ella seguramente pensó que el micrófono estaba apagado y soltó toda clase de regaños hacia su niña. Palabras fuertes que dolían. La profesora solo atinó a decir: “Pepita, por favor cierra tu micrófono”. Luego supe que el grupo interdisciplinario de bienestar estudiantil hizo una pequeña reunión virtual con madre e hija para encaminar esa frustración tan palpable en algo positivo. Pero a mí me quedó un mal sabor de boca… ¿Qué pasa con el corazón de nuestros hijos cuando somos nosotros mismos como padres quienes los tratamos así?

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Sé que muchos dirán que sus padres los trataron así y nada pasó, finalmente salieron bien. Sin embargo este argumento de que los papás hicieron con nosotros lo mismo y no resultamos mal, puede refutarse fácilmente, pues probablemente por eso repetimos los patrones que tanto daño nos han hecho. Así lo vemos en la familia de Jacob, donde los conflictos son bastantes. Su madre Rebeca vive desesperada desde que tiene a sus hijos en el vientre por sus constantes peleas y desde que nacen, se ve la competencia, pues al darlos a luz, Jacob nace agarrado del talón de Esaú. Entre los padres no hay unidad e incluso se presentan preferencias hacia los hijos. Jacob es el favorito de Rebeca y Esaú es el favorito de Isaac. Más adelante, Rebeca y Jacob engañan a Isaac (una madre fomentando la falta de respeto de un hijo hacia su padre) y el conflicto entre hermanos llega a tal punto que Jacob debe huir para que Esaú no lo mate.

Suena como toda una familia disfuncional ¿no? Pues bien, cuando Jacob se convierte en padre, tampoco tiene relaciones muy sanas con sus hijos. Hereda lo aprendido en su hogar y toma preferencias con sus hijos. Incluso usa a uno de ellos, José, para ser informado de las cosas que hacen sus otros hijos. Israel amaba a José más que a sus otros hijos, porque lo había tenido en su vejez. Por eso mandó que le confeccionaran una túnica muy elegante. Viendo sus hermanos que su padre amaba más a José que a ellos, comenzaron a odiarlo y ni siquiera lo saludaban. Génesis 37:3-4. Las preferencias del padre causaron división entre los hijos y la túnica, por más preciada que fuera, no logra llenar los vacíos dejados por los errores de crianza y el desamor de sus hermanos. En la mayoría de casos, la relación con los hijos no es más que un reflejo de la relación que tuvimos en nuestro hogar primario. Somos capaces de identificar algunas cosas que nos hicieron daño e intencionalmente buscamos romper el patrón. Sin embargo, hay muchas otras cosas que conscientemente no identificamos y terminan pasándonos factura cuando nos convertimos en padres. Por eso es tan importante sanar el corazón de nuestros hijos en este mismo instante.

Pero ¿qué hacer entonces? Puede que de entrada no seamos padres maltratadores. Puede que sí. En Colombia, durante los cuatro primeros meses de cuarentena se presentaron 62.000 denuncias de maltrato contra menores, de acuerdo con el Icbf. La gran mayoría provenientes de su propio hogar.


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