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VIEJO, MI QUERIDO VIEJO…

Veo llegar la vejez en la mañana cuando me asomo al espejo y en cada mirada descubro más hebras plateadas. Antes eran unos cuantos hilos que acariciaban mis manos como si fueran cariños en mi abultada cabellera. Ahora es un bosque plateado en medio de una selva tupida. Y… ¿cuándo se presentó por primera vez? Fue hace unos años en la inevitable ceremonia de clausura de la juventud cuando ella dijo en su discurso de despedida que la vejez era la mejor etapa de la vida, pues vives tu presente con la experiencia del pasado sin preocuparte del futuro porque… ¿para qué estudiarlo si ya está más que estudiado?

¿Qué es la vejez? Es la cualidad de viejo, dice un diccionario. ¡Ja! Qué definición tan cursi. Otro avanza un poco más: es alguien de edad mayor o algo antiguo no nuevo ni reciente. La vejez hace referencia a la senectud o edad senil y aunque la vida no fija edad para su comienzo, suele decirse que a los 70 una persona es vieja. Otra vez ¡ja! Hay viejos de 30 o 40 años y jóvenes de 60 o 70, ¿entonces? Eso es según usted haya vivido su juventud y la haya amasado como una riqueza. Algunos apellidan la vejez como la tercera juventud o los años dorados. Ambos suenan bonitos.

70 es la edad cuando al ojear la carta de un restaurante no se mira lo mejor al precio más cómodo sino que buscamos como aguja entre un pajar un alimento que no haga daño. Si te pasa eso, no sufras, quédate en casa y prepárate un caldo de papas, no hace daño y menos si es con pastusa o sabanera.

Y aunque gozo de la bendición de estar pensionado con mesada fija y puntual, no me gusta que me llamen pensionado porque él se limita a caminar por un paraje, tras tomar su chocolatico, para contar cuántos pajaritos ha visto en dos horas. Y colorín colorado este día se ha acabado. Como periodista que fui, soy y seré, me gusta la actividad y el forcejeo de las ideas. Me encanta escarbar con mi cerebro y con los de quienes aún lo usen en una sala de redacción donde, a veces, no todos lo usan. El mío vive dispuesto a escuchar para conceptuar, si es necesario, o aplaudir, si alguien merece un aplauso. Los jubilados, dice el mismo diccionario, ya no trabajan, luego no forman parte de la población económicamente activa. Eso sí, me encanta que mis cuatro nietos vengan a mí corriendo y sonrientes con la algarabía jubilosa de ¡ABUE!

Y es ahí, con los nietos, cuando la vejez se traduce en il dolce far niente (el dulce hacer nada de los italianos) cuando todo es nuevo pero todo es viejo, cuando las horas son más largas pero más bellas, cuando el corazón no responde a los ultrajes de nadie, ni siquiera del pasado porque todo es bello como una noche limpia de nubes pero llena de estrellas y con una luna joven y airosa. Vivimos una etapa mejor rumbo a la sabiduría que anida bajo las canas. Con edad y experiencia controlamos los desafíos de la vida. Cerremos esta nota con Epicuro de Samos: No ha de ser tan dichoso el joven sino el viejo que ha vivido una hermosa vida. Mi vida fue hermosa. La tuya también, ¿verdad, querido lector(a)? Felicidades, septuagenarios que por el mundo andamos más felices con edad que sin ella y eso merece un brindis. Ven acá tu copa y chin chin, brindemos por la sabia vejez. Y que siga hasta cuando Dios quiera.

Nota del editor: Elequipodelarevista

Hechos&Crónicas, lamenta el fallecimiento de AugustoCalderón,directordeestapublicación desde su nacimiento hasta enero de 2021. En esta editorial, recordamos uno de los Pináculos queescribióenlaedición50dediciembre2014. Graciasportanto,descansaenpaz.

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