5 minute read

Que la presión social no te robe la felicidad

Next Article
Hidrógeno blanco

Hidrógeno blanco

Una investigación liderada por el grupo de Ciberpsicología de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) reveló que 8 % de los jóvenes entre 10 y 14 años realiza retos virales peligrosos, 20,6 % retos solidarios y 80,3 % retos sociales, debido a la presión social que enfrentan por cumplir con retos que les generan aceptación en sus grupos sociales. Sin embargo, no son solo los jóvenes los que terminan cediendo a la presión social buscando aceptación o pertenencia. La mayoría de personas nos enfrentamos a esto en los grupos sociales en los que nos desenvolvemos: amigos, familia, compañeros de estudio, trabajo e iglesia, etc. La presión social está presente en todas las edades y lo que determina su incidencia en nuestras vidas es justamente la manera en que respondemos a ella. Y es que muchas veces pensamos que

ceder a la presión social es sinónimo de inseguridad o de inmadurez, pero no es así en todos los casos. Sin darnos cuenta, las cosas que consumimos terminan siendo parte de este mismo tema, pues es difícil encontrar algo que no sea tendencia o no nos haga parecer a la mayoría. La manera en que otros nos presionan puede ser tan fuerte e incomodarnos de tal manera, que afecta directamente nuestro comportamiento, la forma en que nos percibimos y la toma de decisiones. “Cuando cedemos a la presión social ignoramos nuestra individualidad y nuestros principios porque creemos que son diferentes o que quizás no serán aceptados. Dejamos de ser libres. Vivimos en un

mundo en el que nos centramos mucho en cumplir con los estándares sociales”.

Es probable que, a estas alturas, no seamos conscientes de hasta qué punto la presión social nos ha afectado a lo largo de nuestras vidas. Aunque sin duda la hemos sentido, pues está presente en todos los entornos. Es una forma en la que funciona el mundo.

Aunque las causas son variadas y dependen no solo del carácter de la persona, sino de diversas situaciones, las consecuencias casi siempre son las mismas: inseguridad, baja autoestima, falta de criterio propio y tendencia a pensamientos superficiales. “Debido a ella, es posible que creamos que una parte de nosotros es diferente de la de la mayoría de las personas y pensemos que no está bien o que podría ser mejor”, asegura un estudio del diario Vanguardia.

1. Aprende a decir "no"

Parte de enfrentar a la presión social es no ceder a lo que no nos parece. A veces nos cuesta negarnos y terminamos aceptando para quedar bien. No te sientas mal cuando debas decir no, siempre estás en tu derecho. Además, aprende a decirlo bien: con respeto y con firmeza. A veces decimos “no”, pero queremos decir “tal vez” y otras veces un “no sé”, es un “no” camuflado. No uses eufemismos ni busques negociar. Además, el lenguaje corporal también nos delata y envía señales contradictorias. A veces, la mejor estrategia es tomar distancia y alejarse de posibles problemas. Comprende primero lo que quieres decir y luego sé claro en comunicarlo.

2. Una alternativa para ti

Si lo que nos llama a hacer la presión social es algo que está en contra de nuestros principios, debe ser un no negociable para nosotros. Sin embargo, puedes ofrecer alternativas que te hagan sentir cómodo sin participar en lo que no te parece. Busca dar opciones con las que te sientas tranquilo y si definitivamente no llegan a un acuerdo, tal vez es momento de poner distancia con esas personas que traspasan límites que para ti son totalmente firmes.

3. Enfoca tu mirada

Si tienes una convicción firme en Jesús, los principios por los que te rigen están plasmados en la Biblia. Así que amplía tu conocimiento en ella y aprende de ese “manual del fabricante” que Dios nos dejó. Él no se contradice, por el contrario, es firme y directo, así que aprende a poner la mirada en el lugar correcto, pues cuando te enfocas en la eternidad, las cosas de este mundo comienzan a verse pasajeras.

4. Pon límites constantes

Una vez que comienzas a poner límites, se te vuelve más fácil para la próxima vez. A veces nos cuesta porque no queremos perder la amistad o el respeto de las personas que nos rodean y eso nos pasa especialmente a los cristianos que no participamos de ciertas actividades. Pero hacerlo de manera constante mostrará a los demás tu firmeza y convicción, y aunque al principio te pueda parecer impopular, sin duda te ganarás su respeto. Las verdaderas amistades respetan las decisiones ajenas. Nos hallamos en nuestro momento óptimo cuando sabemos cómo rodearnos de personas con valores e intereses similares.

5.Impón tu propio estilo

Durante toda la vida estamos buscando nuestro estilo. Trabaja en tener clara tu identidad como hijo de Dios y el propósito que tienes en la vida y de acuerdo a eso comienza a imponer un estilo que impacte a otros. La presión social puede ser buena, cuando sabemos enfocarla y buscamos el bienestar de los demás. Presiona para que otros se acerquen a Dios y conozcan su amor. Esa es la presión que vale la pena ejercer.

This article is from: