Cuaderno de poesía: Luis Lloréns Torres 1976

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CUADERNOS DE POESIA 9

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LUIS LLORENS TORRES poesías

CUADERNOS DE POESIA

LUIS LLORENS TORRES

Ilustraciones de Lorenzo Homar

INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA

San Juan de Puerto Rico 1959

EDICIONES DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA San Juan de Puerto Rico, 1959.

IMPRESO EN MEXICO

UIS LLORENS TORRES nació en Collores, barrio rural del pueblo de Juana-Diaz, Puerto Rico, el año de 1878. Realizó sus estudios superiores en España, y en la Universidad de Granada obtuvo los títulos de doctor en derecho y en filosofía y letras.

En la misma ciudad publicó Al pie de la Alhambra, su primer libro de versos (1899), al que siguió en 1913 el titulado Sonetos sinfónicos. El mismo año fundó La Revista de las Antillas, desde la que expuso su doctrina poética moderno-pancalista. Veinte años más tarde editó Voces de la campana mayor, y en 1940 Alturas de América, libro que recoge sus mejores creaciones.

LLORENS TORRES fue el poeta de lo criollo, lo jíbaro, lo puertorriqueño. Descolló también como abogado, periodista y crítico literario.

Con excepción de la titulada Décima todas las poesías recogidas en este cuaderno proceden de Alturas de América.

PUERTORRIQUEÑA

Mujer de la tierra mía.

Venus y a un tiempo María de la India Occidental.

Vengo a cantar la poesía de tu gracia tropical.

Mujer de carne de flor.

Dueña del manso cordero.

Digna de que un ruiseñor, bajo el claro de un lucero, te cante un canto de amor.

Eres bella entre las bellas, lo mismo cuando el sol gira sobre tus carnes doncellas, que cuando el cielo te mira con sus mil ojos de estrellas.

Ondulas como la llama dormida en el pebetero cuando a través de la rama el resplandor del lucero baja y te besa en la cama.

Siembra lirios en tu piel la luz plata de tus ojos.

Y la copa de un clavel, llena de sangre y de miel, se rompe en tus labios rojos.

Encendido de azahares, su palio el cielo te envía,

Y se abre, ante tus altares, como una piel, la bahía atigrada de manglares.

Te ofrece nuestra laguna, “as ebria de naves ausentes, el abanico aceituna que hunde en las noches de luna su varillaje de puentes.

La isla te brinda un caney, y por baño una cascada, y por patio y por batey la más aterciopelada de sus vegas de Cayey.

Cuando desgreña sus brumas

La Cabeza de San Juan, engorguerada de espumas, es el cabo un capitán inclinándote sus plumas.

Para ti se hacen panales las flores en la montaña. Y en el llano las centrales queman su incienso de caña cual si fuesen catedrales.

El rico manto esmeralda del cafetal presumido lo luce el monte en su falda y cuando está florecido lo cuelga sobre tu espalda.

Para velar tu atavío, envolviéndote en cendales hechos de espuma del río, rompe todos sus cristales el Salto de Comerio.

En Cabo Rojo se excava ¡NN y se busca para ti el más ardiente rubi cuajado de sangre brava

Me del pirata Cofresi.

Y los gnomos, que te dan

EN AG a beber agua encantada, cuecen tu cena y tu pan U ZA SS 2 en la roja llamarada del árbol del flamboyán.

Los magos de la poesia te filtran esencias nuevas. Yo te filtro el alma mía para que tú te la bebas en una hoja de yautía. No hay una sola mañana en que al saltar tú del lecho no encuentres la rosa grana que yo pongo en tu ventana para perfumar tu pecho.

Y el aura que hacia ti gira, aura de noche de luna que en tu regazo suspira, siempre te besa con una de las trovas de mi lira.

Día y noche, mi jactancia, de poeta y caballero, inclina ante tu elegancia la varonil arrogancia de mi capa y mi sombrero.

Mi musa quiere ser hada, para servirte, mondada, la naranja de la luna, en la lujosa y plateada bandeja de la laguna.

Quiero, en etérea ascensión dejando en el cielo huellas, retar y vencer a Orión, y traerte el cinturón ensangrentado de estrellas.

Con la Cruz del Sur, anhelo realizar la maravilla de desclavarla del cielo para ponerla de horquilla en la noche de tu pelo.

Y en el mar azul turquí, donde naufragó la Atlanta, bajar al fondo y de allí volver con el pez que canta para que te cante a ti.

Porque tu amor no se abraza Z —— w 7 Za

= al escudo del Tío Sam.

Tú eres reina de la raza, digna de entrar a la plaza por la Puerta de San Juan.

Digna de que Don Juan Ponce, Don Juan Ponce de León, en su estatua se desgonce, cual si aun dentro del bronce le latiera el corazón.

. 7 77

Digna de que otro Cortés, UA A en otra epopeya ibérica, ¡ | queme las naos otra vez, S | Vv

por conquistar otra América, para ponerla a tus pies. \\ (

Quién me diera la realeza A de los homéricos reyes, N 7 para incendiar la maleza 7 r A Y N ( y echar al fuego cien bueyes la “ en honor a tu belleza.

Año mil cuatrocientos noventa y dos de Jesucristo.

Tras siete dolorosos e inmortales siglos, se oyó al pie de la Alhambra un adiós y un suspiro,

Y toda la España fue del León y el Castillo.

¡Por fin, la paz: el descanso del guerrero León! ...

Y en Santa Fe los reyes de Castilla y Aragón pusieron sus reales firmas en la Capitulación del visionario don Cristóbal Colón.

¡Por fin, la paz !¡La paz! Para el amor y la alegría; la paz, para el abrigo y el pan de cada día; la paz, para las fábricas y el cultivo del suelo; la paz... Pero en un monasterio se agitaba el pañuelo [18]

de un grave franciscano, mientras tres carabelas hundian en el poniente sus románticas velas...

Tres naos que impulsaba su soplo de locura.

Y hombres fornidos, ágiles, de recia contextura, de amplio tórax, de mediana estatura, pecho velludo, mano dura, tez morena, barba oscura, franca la sonrisa, la mirada pura, la parla fogosa, el ánima segura...

Tales los hombres para tal aventura.

Tres naos que impelía una tenue esperanza. Tripuladas por hijodalgos de La Mancha.

Hijodalgos que en tierra se dejaron a Panza disfrazado de ciencia en Salamanca.

Jornada de Quijotes que enfilaban sus lanzas a toda nube oscura de la lontananza.

¡Oh, los ojos errantes en la comba del mar!...

¡Ojos hipnotizados de tanto mirar!...

Cada ave que venía les parecía que un ramo en el pico traía.

E E ENEE

Y a cada hueco monte de la lejanía, que ante la prora se desvanecía, los marinos sentían que en sus carnes crujía algo como una entraña que se les rompía.

Pasaron días y noches y semanas y meses.

A veces, noches de aulladoras lobregueces.

UA veces se quedaban dormidas las auroras

A tras las copiosas ubres de nubes mugidoras.

Y a veces, días tan mudos y tan quietos como si todo no más fuese que un paisaje de plomo.

y Doce de octubre. Dos de la madrugada.

La Pinta, más velera, navegaba delante.

E Y un Rodríguez Bermejo que iba de vigilante: ¡tierra!, desde la cofa gritó a sus camaradas.

\@ Un trueno de lombarda horadó el hondo silencio de la noche, de la mar, del cielo.

La tierra se veía como un banco de arena en la lejanía.

se pusieron al pairo y aguardaron el día.

¡La tierra! Ante ella que era la victoria y la vida y la gloria, ¡oh, héroes, cómo sería vuestra emoción y el salto que en el pecho dió cada corazón!

Domine Dei, eterne et omnipotens, sacro tuo verbo celum et terram et mare creasti:

benedicatur, glorificetur et laudetur nomen tuus, agnoscatur et predicetur in hac altera mundi parte. y,

¡Cien hombres! Sobre ellos, el sol de un nuevo mundo. e

¡Cien gigantes que alzan la losa de siglos que el Génesis dejó sobre la mitad de la tierra!

Y ante ellos, América. Robusta y nueva.

Sólo herida por la macana y la flecha.

Lujosa de aves y flores, y de ríos y de montañas inmensa.

Aureada de arenas en la playa y gris de troncos en la selva.

América ebria, olorosa, musical, resonante, ¡América!

Bajo la densa espesura, erraban las siluetas de una raza desnuda.

Cuerpos que sombras parecian

E ——]]—;]]]]— sesalento la opacidad de la umbría.

Fantasmas trashumantes de rostros pintarrajeados, en una selva oscura, como disfrazados para otro ensueño del Dante. Fantasía loca y la oscuridad rubricaban con hierbas encendidas en la boca. Mil ídolos, mil caciques, mil legiones, para un salto formidable de leones.

[23]

La armada continúa de isla en isla... Y mientras Pinzón en la Pinta, a vela encinta, vuela hacia la Baneque imprecisa, / Colón zarpa de Cuba a la isla de Hayti, y en costas del cacique Guacanagarí naufraga, y con las tablas de su nao la capitana, edifica la casa que en América fue el primer hogar de España. ¡Solitario Fuerte de la Navidad: los Arana, Gutiérrez y Escobedo, qué inmensos en tu inmensa soledad!

¡Solitario Fuerte de la Navidad!

¡Jaula de leones cuyos rugidos

desgarraban los silencios de las selvas y despertaban a las dormidas tribus de la América! ~~ gy

¡La noche que el incendio devoró a tus Ieones!

¡Fuerte de la Navidad, de qué rojo serían tus resplandores!

¡Héroes de la Navidad: de vosotros la historia no habla;

pero el poeta, para vosotros, canta!

¡Héroes, en Palos, cuando un monje os despedía del patrio suelo y más héroes en el adiós con que agitabais los pañuelos, desde la Navidad, mientras dos carabelas hundian en oriente la pompa de sus velas! ..

Somos islas! Islas verdes. Esmeraldas en el pecho azul del mar. Verdes islas. Archipiélago de frondas en el mar que nos arrulla con sus ondas y nos lame en las raices del palmar.

Somos viejas! O fragmentos de la Atlante de Platón, o las crestas de madrépora gigante, o tal vez las hijas somos de un ciclón. Viejas, viejas!, presenciamos la epopeya resonante de Colón.

Somos muchas. Muchas, como las estrellas.

Bajo el cielo de luceros tachonado, es el mar azul tranquilo otro cielo por nosotras constelado.

Nuestras aves, en las altas aviaciones de sus vuelos, ven estrellas en los mares y en los cielos.

Somos ricas! Los dulces cañaverales, grama de nuestros vergeles, son panales de áureas mieles. Los cafetales frondosos, amorosos, paren granos abundantes y olorosos.

Para el cansado viajero

brinda sombra y pan y agua el cocotero.

Y es incienso perfumante > NN cy del hogar Y WF

N el aroma hipnotizante del lozano tabacar.

Otros mares guardan perlas en la sangre del coral de sus entrañas.

Otras tierras dan diamantes del carbón de sus montañas.

De otros climas son las lanas, los vinos y los cereales.

Berlín brinda con cerveza. París brinda con champán.

China borda los mantones orientales.

Y Sevilla los dobleces de la capa de Don Juan.

¿Y nosotras? ... De tabacos y de mieles, repletos nuestros bajeles siempre van.

Mieles y humo! Legaciones perfumadas.

Por la miel y por el humo nos conocen en París y en Estambul.

Con la miel rozamos labios de princesas encantadas.

Con el humo penetramos en el pecho del doncel de barba azul.

Ricas, ricas! Los bajeles que partieron con las mieles, los tabacos y el café de nuestra sierra, los bajeles ya volvieron, los bajeles nos trajeron las especias y las gemas de los cinco continentes de la tierra.

Somos hembras! Hembras duras en el seno y las caderas: en las cumbres monolíticas y en las gnéisicas laderas de las aterciopeladas cordilleras.

Hembras puras

en las virgenes entrañas de oro de nuestras montañas.

Y hembras de ubres maternales en las peñas donde irrumpen los fecundos manantiales

con que la negra nodriza de la sierra se desborda sobre el humus sediento de la tierra.

Somos indias! Indias bravas, libres, rudas, y desnudas, y trigueñas por el sol ecuatorial.

Indias del indio bohio del pomarrosal sombrío de las orillas del río

de la selva tropical. Los Agiieybanas y Hatueyes, los caciques, nuestros reyes, no ciñeron más corona que las plumas de la garza auricolor. Y la dulce nuestra reina Anacaona, la poetisa de la voz de ruiseñor, la del césped por alfombra soberana É ‘i a y por palio el palio inmenso de los cielos. de Hen W | a " a no tuvo más señorío que una hamaca bajo el ala de un bohío y un bohío bajo el ala de un bambú.

e An, Somos bellas! Bellas a la lez del di du Ne omos bellas! Bellasa la luz del dia

Pibe iD \ y más bellas a la noche por el ósculo lunar. =e di d EN de los cielos, de la tierra y de la mar: — \ : o A} Hemos toda la poesía tela e ae Sr = en los cielos, los rosales florecidos de la aurora que el azul dormido bordan de capullos carmesies en la cóncava turquesa del espacio que se enciende y se colora como en sangre de rubies; en los mares, la gran gema de esmeralda que se esfuma como un viso del encaje de la espuma bajo el velo vaporoso de la bruma;

y en los bosques, los crujientes pentagramas bajo claves de orquídeas tropicales, los crujientes pentagramas de las ramas donde duermen Solo notas los zorzales...

Todas, todas las bellezas de los cielos, de la tierra y de la mar, nuestras aves las contemplan en las raudas perspectivas de [sus vuelos, nuestros bardos las enhebran en el hilo de la luz de su cantar.

Somos grandes! En la historia y en la raza.

En la tenue luz aquella que al temblar sobre las olas dijo “¡tierra!” en las naos españolas.

Y más grandes, porque aquí

se conocieron

los dos mundos, y los Andes aplaudieron la oración de Guanahani.

Y aún más grandes, porque fueron nuestros bosques los que oyeron, conmovidos, en el mundo de Colón,

dio -

los primeros y los últimos rugidos del ibérico León.

$ Y aún más grandes, porque somos: en las playas de Quisqueya, la epopeya

la epopeya de la sangre, la leyenda del presente

W dela estrella en campo rojo sobre franjas de zafir; > y en los valles de Borinquen,

He aqui el cimbalo de alas, Go mas aca de las etidpicas bahias, [ 32 ] la epopeya del trabajo omnipotente, la leyenda sin color del porvenir.

Somos nobles! La nobleza de los viejos pergaminos sefioriales: que venimos resonando por las curvas de los siglos ancestrales,

14 y ( en las clásicas leyendas orientales y en los libros de los muertos idiomas inmortales.

Ne Nuestro escudo engasta perlas del collar de Jeremías y esmeraldas de las hondas profecías ” ( de Isaias.

que enviara en vasos de árboles al mar su legado.

Aquí el mundo en otros tiempos humillado, cuyas cúspides homéricas fueron nidos de las águilas ibéricas en sus sueños y en sus ansias de volar.

Nobles por lo clásicas: profetizadas de Isaías, de Jeremías, de David, de Salomón, de Aristóteles, de Séneca y Platón.

Nobles por lo legendarias: góticas, cartaginesas y fenicias. por las naves que vinieron de Fenicia y de Cartago y las que huyeron en España de la islámica invasión.

Nobles, nobles! Que venimos resonantes, por las curvas de los siglos fulgurantes, hasta el más noble de todos, hasta el siglo de la raza, de la historia, del heroísmo, de la fe y la religión,el más grande de los siglos, el de América y España, de Colón y de Pinzón.

Somos las Antillas! Hijas de la Antilia fabulosa.

Las Hespérides amadas por los dioses.

Las Hespérides soñadas por los héroes.

% Las Hespérides cantadas por los bardos.

Las amadas y soñadas y cantadas por los dioses y los héroes y los bardos de la Roma precristiana y la Grecia mitológica.

Cuando vuelvan las hispánicas legiones UN a volar sobre la tierra como águilas;

cuando América sea América, que asombre ™ con sus urbes y repúblicas;

RW) cuando Hispania sea Hispania, la primera fp) por la ciencia, por el arte y por la industria; cuando medio mundo sea de la fuerte raza iberoamericana, las Hespérides seremos las Antillas,

Político, militar, héroe, orador y poeta.

Y en todo, grande. Como las tierras libertadas por él.

Por él, que no nació hijo de patria alguna, sino que muchas patrias nacieron hijas dél.

Tenía la valentía del que lleva una espada.

Tenía la cortesía del que lleva una flor.

Y entrando en los salones, arrojaba la espada.

Y entrando en los combates, arrojaba la flor.

Los picos de los Andes no eran más, a sus ojos, que signos admirativos de sus arrojos.

Fue un soldado poeta. Un poeta soldado.

Y cada pueblo libertado era una hazaña del poeta y era un poema del soldado

Y fue crucificado...

Llegó un jibaro a San Juan, y unos cuantos pitiyanquis

lo atajaron en el parque queriéndolo conquistar:

Le hablaron del Tío Sam, de Wilson, de Míster Root, de New York, de Sandy Hook, de la libertad del voto, del dollar, del Habeas Corpus, y el jibaro dijo: ;NJU...!

ZA 4LVALLE 7, DE COLLORES

// Cuando sali de Collores fue en una jaquita baya, por un sende may pas de cundiam Adiós, malezas y flores de la barranca del y mis noches del bohio, y aquella apacible calma, y los viejos de mi alma y los hermanitos míos.

Qué pena la que sentía cuando hacia atrás yo miraba, y una casa se alejaba,

los ojos, vi el blanco vuelo de aquel maternal pañuelo empapado con el zumo del dolor. Más allá, humo esfumándose en el cielo.

La campestre floración era triste, opaca, mustia. Y todo como una angustia, me arropaba el corazón.

La jaca, a su discreción, iba a paso perezoso. Zumbaba el viento oloroso a madreselvas y a pinos.

Y las ceibas del camino parecían sauces llorosos.

= = No recuerdo cómo fué (aqui la memoria pierdo).

Mas en mi oro de recuerdos. recuerdo que al fin llegué: la urbe, el teatro, el café, la plaza, el parque, la acera...

Y en una novia hechicera, hallé el ramaje encendido, donde colgué el primer nido de mi primera quimera.

Después, en pos de ideales. PAL

A Y" MN

Entonces, me hirió la envidia.

Y la calumnia y la insidia y el odio de los mortales.

Y urdiendo sueños triunfales, vi otra vez el blanco vuelo de aquel maternal pañuelo empapado con el zumo

4 del dolor. Lo demas, humo

Ay, la gloria es sueñovano.

Y el placer, tan sólo viento.

Y la riqueza, tormento.

Y el poder, hosco gusano.

Ay, si estuviera en mis manos borrar mis trunfos mayores, y a mi bohío de Collores volver en la jaca baya por el sendero entre mayas arropás de cundiamores.

Ay, qué lindo es mi bohio, y qué alegre mi palmar, y qué fresco el platanar de la orillita del río.

Qué sobroso tener frío y un buen cigarro encender.

Qué dicha, no conocer de letras ni astronomía.

Y qué buena hembra la mía cuando se deja querer.

INDICE

LA MUJER PUERTORRIQUEÑA

La impresión de este cuaderno de Poesías se terminó el mes de febrero de 1959, la maqueta fué realizada por Carlos Marichal y se hizo un tiro de 3,000 ejemplares en los Talleres Gráficos de la EDITORIAL COMAVAL, S. A., calle 4 Núm. 22, Naucalpan, Edo. de México, República Mexicana.

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