CUADERNOS DE POESIA
San Juan de Puerto Rico
San Juan de Puerto Rico
10
Ilustraciones de Carlos Marichal
INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA
San Juan de Puerto Rico
1965
PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA - OFFSET RVMBOS, RAMBLAS, 23, BARCELONA
INSOMNIO.
LA VIDA
UN RECUERDO A MI MADRE
SONETO
A MARIA (PLEGARIA)
LA NUBE
EL SERENO
AMERICANA A CONCHA.
A MI CARO AMIGO DON PABLO SAEZ
LA NIÑA
L sabio don Marcelino Menéndez y Pelayo en el primer tomo de su Historia de la poesía hispanoamericana, refiriéndose a los estudiantes puertorriqueños que publicaron en 1846 El cancionero de Borinquen, dice que «De todos ellos, el malogrado Vidarte era el de mayores esperanzas y su fantasía lírica Insomnio es la mejor del tomo».
Santiago Vidarte nació en Yabucoa, el día 25 de julio de 1828, y realizó sus primeros estudios en un acreditado colegio de Humacao, bajo la dirección de don Fernando Roig.
El 15 de septiembre de 1839 ingresó en el Seminario de San Ildefonso, a cursar su primer año de filosofía, previo los requisitos legales y examen de latinidad. Permaneció en el Seminario hasta el 18 de septiembre de 1842. No había cumplido sus quince años y ya había aprobado sus tres años de filosofía con calificación de sobresaliente.
En 1843 comenzó la carrera de jurisprudencia en la Universidad de Barcelona.
En 1844 se publica en la Ciudad Condal el Album puertorriqueño, colección de poesías escritas por Manuel Alonso, Pablo Sáez, Francisco Vasallo, Juan Bautista Vidarte y Santiago Vidarte, quienes advierten que «tal vez no se hallará ni talento ni arte; pero por otra parte estará escudado con el nombre de nuestra patria, como un recuerdo de amor para ella, como un derecho de hermandad para sus hijos». Dieciséis años tenía el poeta yabucoeño cuando contribuyó con once poemas suyos — quizás los primeros de su inspiración — para esta colección.
Dos años más tarde, en 1844, se publica también en Barcelona El cancionero de Borinquen, al cual se refería don Marcelino Menéndez y Pelayo. Es un tomo de poesías de los mismos jóvenes poetas que colaboraron en el Album puertorriqueño. Vidarte colabora con seis poemas: Dolora, Insomnio, La nube, Ante una cruz, Las dos flores y Memorias.
En 1848, a los 20 años de edad, muere en Barcelona este joven poeta puertorriqueño, dejando así malograda una promesa y una esperanza de las letras patrias.
No hay brisa: el purpurino sol ardiente del sofocante estío, en rayos quiebra su orgullosa frente que el suelo abrasan con su poderío.
¡Siento calor! Me rueda la cabeza.
¡Qué ambiente tan pesado!
¡Oh! Tengo sed, mi amor, la fiebre empieza a devorar mi cerebro cansado.
¡Ah! ¡Qué fuego! Esta fiebre me sofoca. Tengo miedo, mi bien. Fantasmas mil en algazara loca torvos asaltan mi abatida sien.
¿Qué quieren esas sombras a mi lado; ese cortejo umbrío que en confuso tropel desordenado viene a turbar el pensamiento mío?
Huyamos, blanca paloma, de este fantastico suelo para elevar nuestro vuelo a otra región más feliz.
Sí, huyamos, bello lucero, de este zenit tan nublado, que otro zenit encantado hay, do podamos lucir.
¿Ves? La tarde es muy serena. La luz está agonizando. Y el horizonte esperando hambriento el último sol.
Oye: el pájaro ya canta sus postrimeros amores. Y cierran las gayas flores su casto broche de amor.
Presto morirá el crepúsculo... Ya la noche se aproxima. Y del monte por la cima alza la luna su faz.
Ven, amor mío, y partamos, que una barca encontraremos do al empuje bogaremos que la brisa nos dará.
Mira, del céfiro en alas volará nuestra barquilla, dividiendo con su quilla las olas del vasto mar.
Y unidos en tierno abrazo, yo iré mil trovas cantando; mientras tú vayas jugando del agua con el cristal.
Qué bello será, mi bien, ir en popa, sin pesares, al son de lindos cantares que recuerden nuestro ayer!
Qué bello será en la noche ver la luna y las estrellas dibujar sus luces bellas en nuestro alegre batel!
Ven, palomita, y marchemos de otro nido a disfrutar. No tengas miedo del mar; tú eres sirena de amor.
Y el mar ama las sirenas, pues en sus bellas honduras habitan sílfides puras como la lumbre del sol.
II
— Boguemos, boguemos Z if al son de los remos. ZN La noche convida. fF ¡Qué bella es la vida , Mf 4) A que corre en el mar!
4) Y 4 | El aura ligera, veloz, placentera, nos va susurrando, meciendo, empujando la barca fugaz.
¡Qué plácida calma! Gozando va el alma. ¡La luna y estrellas qué luces tan bellas derraman aquí!
Bóguemos, bien mío, que en dulce desvío tranquilo, halagiieño, vendrá presto el sueño con ala sutil.
No tengas recelo, azul está el cielo. ¡La noche es tan pura! ¡Oh! Todo me augura fortuna y placer.
Mañana, hechicera, la lumbre primera del sol en oriente te hará ver riente fantástico edén.
Boguemos, boguemos, al son de los remos. La noche convida, ¡qué hermosa es la vida, la vida del mar!
III
Se acerca la mañana; rompe el alba. Su luz de rosa por oriente brilla. Despierta, dulce bien, que pronto y salva otro puerto verá nuestra barquilla.
Auras de amor, que pacíficas del mar las ondas besáis, venid con livianas ráfagas nuestra esperanza a arrullar.
Venid, amorosos céfiros que la flor enamoráis, y con vuestras alas plácidas nuestra piragua empujad! ¡Soplad!
Despierta ya, alma mía, el tiempo avanza, y al asomar su disco el sol dorado verás cual se dibuja en lontananza verde gigante de metal preñado.
Verás cabe su plante orgullecida de flores un fantástico pensil, donde rico de luz, amor y vida ostenta sus primores el abril.
Y verás más allá, cuando velera se vaya nuestra barca aproximando, una peña blancuzca y altanera que está del mar en brazos dormitando.
¡Ah! ¡Qué placer allí disfrutaremos! Me mata el ansia: un siglo es cada hora. ¡Cuánto tarda ese sol! Mi bien, boguemos, que ya la luz se extingue de la aurora.
Boguemos, sí, qué hermosa es la alborada! Qué bello, ¿no es verdad?, el océano con su limpio azul! ¡Oh! Canta inspirada una canción al mundo americano.
Mas, no, calla... ¿Columbras a lo lejos una luz amarilla, un globo ardiente que brota de la mar en mil reflejos?
Pues... es él que se anuncia por oriente.
El es, sí, sí: ya estamos, mi paloma. Es el Sol. ¿No distingues con su brillo aquel gigante que en el agua asoma?
Pues se llama el gigante aquel: LUQUILLO.
Y ves allí, cabe su planta umbría fantástico jardín de flores rico, donde vive el abril sirena mía?
Pues el jardín se llama: PUERTO RICO.
Cerca está el puerto. ¿Ves la peña aquella que está del mar en brazos reposando, vestida de castillos, rica, bella...?
Pues es... ¡Poder de Dios, si estoy sofiando...!
¡Ah! ¡Qué dulce es despertarse en un mundo de placeres; ir vagando en pos de seres que crea imaginación! Y cuán grato el encontrarnos en la edad de las delicias, cuando tan sólo caricias nos prodiga el corazón.
Y cuando en el borde vemos de la cuna en que rodamos, los seres que más amamos que riéndonos están. Y sentimos inocentes de los padres los halagos, sin sonarnos los amagos que más tarde nacerán.
Entonces sólo vagamos por una senda de flores, nuestros sueños son amores y nuestra vida un jardín. Un jardín en cuyas flores no percibimos abrojos, donde tendemos los ojos y no encontramos confín.
Habitamos, ¡ilusiones! en un mundo que soñamos; paraíso que creamos tan sólo para existir. Muere el hoy en nuestros brazos sin recordar el mañana; vivimos, cual flor temprana, sin juzgar el porvenir.
Es el alma entonces virgen, dulce asilo de ilusiones, ajena de las pasiones que extravían nuestro ser. Y comienza nuestra vida a descubrir sus primores, cual en un jardín las flores
al tiempo de amanecer.
Y mientras así vivimos, yvan los años pasando, miramos lo que mentimos, engaños vamos hallando donde verdades creímos.
Lloramos nuestros errores, que es falso lo que soñamos, falso el mundo que ideamos y falsos son sus primores. Falsos son los arreboles que nuestra vida presenta, engaños sus tornasoles y los diamantes que ostenta.
Y seguimos ofuscados hollando impuros despojos, tan sólo vemos abrojos y esqueletos arrojados donde clavamos los ojos.
Aquí... negra tumba vemos con un epitafio inscrito...
Allí... ¡un féretro! Allá... ¡escrito el nombre de algún proscrito...!
¡Falso es el mundo en verdad y falso lo que él encierra; falsos son en realidad los seres que hay en la tierra que van a la eternidad...!
Y falso el hombre también en el mundanal desierto; un sepulcro le está abierto...!
Su mansión es el Edén...
Destino del que ya ha muerto...
Falso es el mundo en verdad y falso lo que él encierra; falsos son en realidad los seres que hay en la tierra que van a la eternidad...!
Ese mustio tan tan que desgajado va entre los pliegues de la brisa pura, es el triste redoble funerario de una campana que un no ser augura.
Es lavoz misteriosa que pregona el fin de una existencia carcomida, a quien la losa funeral corona luego que el mundo calcinó su vida.
Brotó cual una flor bella ylozana de pura brisa almusical concierto. Mas ¡ay! que fuera su existencia vana... cayó tronchada en el sepulcro yerto!
¡Ay! Mi madre, madre mía, tú fuiste esa flor tan pura que creciste en tu ventura cual yo crezco en mi dolor. [20]
Tú fuiste esa flor, mi madre, a quien la brisa arrullara mientras el mundo tronchara tu verde existencia en flor.
Y esa brisa de armonía que serena te arrullaba, era yo, sí, madre mía, que a tu lado sonreía porque feliz me soñaba.
Mas hora que en el polvo de la tumba reposas silenciosa y solitaria, no me olvides: el viento que te zumba te lleva entre sus brazos mi plegaria.
Madre mía, si en la tumba do duermes flor extinguida, hay algún rayo de vida que ilumine tu querer; si los muertos ¡ay!, conservan memoria alguna de aquí, cual yo te recuerdo a ti recuérdame tú también.
Rebramando sus olas agitadas hincha el Ponto con barbara fiereza, y sus aguas quebranta con presteza en las playas de arena circundadas; y las naves batidas e injuriadas ceden del huracán a la braveza, y sus velas inclinan con tristeza a las ondas revueltas y encumbradas.
Revuélcase en su seno el débil pino, y azotado al furor del recio viento sumérjese tras hondo remolino.
Cual vencido el mortal al torpe aliento del vicio, arrebatado va sin tino azorado a morir en un tormento.
Oye, Señora, la mortal plegaria que eleva silenciosa en su tortura, melancólica, y seca y solitaria, un alma sin amor y sin ventura.
Oye desde tu cándida mansión, si acaso nuestra voz hasta ella alcanza, la fúnebre y solícita oración de un yerto corazón sin esperanza.
Oye, Madre, la voz de un triste hombre que rodando sin nombre y sin fortuna, no tiene otra fortuna ni otro nombre que recuerdos que agita des la cuna.
Escucha mi plegaria, gran Señora, que es la voz de un amante torturado que de su vida en la pintada aurora feliz fue... mas hoy, Madre, es desdichado.
Amé, Madre, con locura. ¿Qué es la vida sin amar? Sólo hay en amar ventura; por eso cada criatura tiene un ángel que adorar.
Amé con locura, sí. ¿Qué es la vida sin amor? Todos aman, Madre, aquí; por eso yo amé y sentí un volcán abrasador. Ama la flor a las flores, ama la brisa a los mares, aman ¡ay! los ruiseñores, y si cantan son amores sus armónicos cantares.
Ama el sol, ama la luna, ama el Señor en el cielo, ¿y no habrá criatura alguna que dormite en su fortuna amando, Madre, en el suelo?
Por eso, Virgen, yo amé; sentí amor y consentí... Mas un sueño mi amor fue, porque el amor que soñé con el sueño lo perdí...
¡Ay! Tú que borras, dulce Madre mía, los pesares de un alma solitaria; por aquel llanto que vertiste un día por tu amado Hijo que en la cruz moría, escucha mi solícita plegaria.
Blanca nube vaporosa que te meces silenciosa en ese azul pabellón;
¿quién eres tú, caminante, que vas girando inconstante sin tino y sin dirección?
¡Ay, nube! Cuando estrellada vierte la noche callada su melancólica paz, yo estoy postrado y llorando, mientras tú erguida marcando tu inseguro curso vas.
Cuando teñido de grana lanza el sol en la mañana su primer rayo de amor; nos halla de igual manera: a ti en tu incierta carrera, y a mí, nube, en mi dolor.
¿Quién eres tú, que continuo te encuentro yo en el camino de mi espinoso existir?...
¡Oh, nube! Detén tu paso, y dime si eres acaso la nube del porvenir!...
Las once y media han tocado y el barrio tranquilo está. Duerme, hermosa, sin cuidado que un sereno enamorado a tu puerta velará.
Duerme, sí, linda Belisa, y en tus sueños de amores, conságrame una sonrisa dulce y pura, cual la brisa que mece blanda las flores.
Mientras duerme, dueño amado, yo a tu lado velaré; y mil trovas a ti, hermosa, tierna rosa, cantaré.
Duerme, sí, linda Belisa, y en tus ensueños de amores, conságrame una sonrisa dulce y pura, cual la brisa que mece blanda las flores.
Si risueña despertares y escuchares un cantor; es tu amante que suspira que delira por tu amor.
Duerme, sí, linda Belisa, y en tus ensueños de amores, conságrame una sonrisa dulce y pura, cual la brisa que mece blanda las flores.
Neeee > UNNE Yo te admiro tierna y bella, cual estrella matinal.
Duerme, duerme
tu portal.
que yo velo
sin recelo,
Niña de la tez morena, ladelosnegroscabellos, ladelosojostanbellos, ladelcantardesirena...
Por un «te adoro», mi bien jibarita,elalmadiera; queerestúmáshechicera quelahermosaBoriquén...
Valestúmás,morenita, con tu reír de dulzura, con tu divina cintura, quelaorientalmásbonita...
Vales tú más, mi porteña, cuandoentuhamacareposas,yNN contusmejillasderosas,N/EEUN}y con tu boca tan risuefia, /
quelamásbellafrancesa, que la hermosa castellana, quelapálidaitaliana yquelaencarnadainglesa.
Contuandardemariposa, con tu tez tan candorosa, nadieeshermosacualtú.Ab PorunbesoquehechiceraOy4i túmedieras,yotediera,WXy| todoelreinodelPerú.VyNAAi
¿Qué valen, di, los tesoros de turcos, reyes y moros con tu choza y tu palmar, con tus cocos, tus limones, tus mameyes, tus melones y tu florido rosal?
Sí, en tu choza, jibarita, eres tú la más bonita del americano Edén. Y por un «sí» que hechicera tú me dieras, yo te diera la preciosa Boriquén.
[ 29 ]
Hermosa luz de mis ojos, bella azucena encantada que luces en la enramada tu purísimo blancor; transparente mariposa que al abrir tus leves alas sobre el corazón exhalas rico perfume de amor,
Ruiseñor enamorado que del valle en la espesura viertes cántiga tan pura que aduermes el corazón; concha del mar de la vida entre las algas pendiente como sonrisa inocente de la infantil ilusión;
deja que un triste extasiado al resplandor de tus ojos, pueda ofrecerte de hinojos aquí en su pecho un altar.
Tú eres mi Edén, vida mía, y al oírte y al mirarte, yo no sé más que adorarte, adorarte y suspirar.
Suspiros que el alma vierte en su amorosa agonía, porque eres tú, vida mía, la luz de mi porvenir.
¿Qué es el mundo sin tus ojos, estrella de mis amores, si tus ojos seductores son el mundo para mí?
[31]
¡Cuán dulce fuera la vida tu suerte unida a mi suerte!
¡Cuán dulce fuera la muerte muriendo mi bien, por ti!
¿Qué es la vida sin tu amor, blanca paloma encantada, si en tu faz enamorada sólo hay vida para mí?
Crece mi amor si te miro porque te miro hechicera, por tus hechizos deliro, y delirando suspiro y suspirando muriera.
Cantemos, cantor, cantemos las ilusiones que vimos; no más ¡vive Dios! soñemos, ya es tiempo que despertemos del letargo en que dormimos.
Y en nuestro triste cantar, cantemos nuestro sufrir, cantemos ese soñar... Que es tan sólo delirar lo que decimos vivir.
Cantemos nuestras canciones en un mundo bello y rico de dulces inspiraciones; cantemos a Puerto Rico, paraíso de ilusiones.
Dedicada a mi caro preceptor Don Fernando Roig.
Duerme, niña, flor galana que luces hoy tu inocencia, duerme, sí, quizás mañana habrás perdido tu esencia. Duerme, duerme, flor temprana.
Duerme en paz, que un ángel vela tu dormir tierno y pueril; duerme, sí, que es un pensil la vida, cuando nos riela el bello sol infantil.
Y no despiertes, criatura, de tus mágicos ensueños; no despiertes, virgen pura, que son puros y halagiiefios tus ensueños de ventura.
No despiertes, que al dormir dulce y bello es tu soñar; dulce y bello tu vivir; que no sabes delirar ni sabes, niña, sufrir.
No despiertes, flor donosa que retoñas en la cuna, no despiertes, niña hermosa, tus ilusiones de rosa.
Que es nuestra vida al nacer un continuo delirar; es un lindo rosicler que hoy empieza a colorar para mañana no ser.
Y por eso, niña hermosa, no despiertes de tus sueños, que son puros y halagiieños tus infantiles ensueños, tus ilusiones de rosa.
Que eres hoy cándida flor que el céfiro blando mece; eres tierno ruiseñor que el corazón enternece con sus cantares de amor.
Que eres ¡ay! planta bendita en pensil de maldición, hoy sigues una ilusión, mañana estará marchita sin hojas tu corazón.
Y por eso, niña hermosa, no despiertes de tus sueños; que son puros y halagiieños tus infantiles ensueños, tus ilusiones de rosa.
[35 ]
Ries, ay! Esa sonrisa que en tus labios vaga errante suave y pura, cual la brisa que se mece susurrante, quizás será una mirada, tu sonrisa, del Señor; o quizás será de amor tu blanda risa emanada.
Ríe, es grato tu reír en medio de tu soñar, será ingrato tu llorar cuando empieces a vivir y empieces a delirar.
Entonces, niña, verás marchita tu fresca esencia, marchita ya tu inocencia. Entonces, niña, hallarás espinas en la existencia.
Verás, niña, deshojada la tu infantil impresión, apagada tu ilusión y tu niñez ya tronchada, tronchado tu corazón.
Y por eso, niña hermosa, no despiertes de tus sueños; que son puros y halagiieños tus infantiles ensueños, tus ilusiones de rosa.
Que es nuestra vida, mujer, un continuo delirar, es un lindo rosicler que hoy empieza a colorar para mañana no ser.
Bello es el mundo en verdad cuando venimos al mundo y no vemos lo profundo del mundo y la eternidad.
Y bello el vivir también cuando sin vivir vivimos cuando en la vida sentimos las delicias de un Edén.
Bello es entonces vivir y bello entonces gozar cuando en loco delirar vivimos ¡ay! sin sufrir.
Bello es entonces correr en nuestros tiernos abriles tras fantasmas juveniles que nos mienten otro ser.
Y bello entonces soñar con amores y mujeres; soñar fantásticos seres que nos vienen a arrullar.
L 37]
Y entre placeres de orgía cantar pueriles amores, cual cantan los ruiseñores a la luz del nuevo día.
Bella es entonces la vida y bello entonces el mundo, que no vemos lo profundo del mundo que nos convida.
Juventud, flor caprichosa que naces con la esperanza, ¡cuánto más la vida avanza te ostentas aún más hermosa!
Juventud, edad de amores en que locos deliramos, y bellas sendas de flores las sendas son que pisamos.
Juventud, pintada edad, que mientes una ilusión, y ocultas la realidad al ojo del corazón.
Edad en que sin vivir van las edades pasando, y sin los años sentir nos vas los años robando.
Juventud, edad temprana, en que ni hoy ni ayer tenemos, que nos mientes el mañana porque el mañana no vemos.
Juventud,mágicaflor, quevaríasdecolor, quenosmientesunamor bajoformasdeverdad. Estacióndeldelirar ydelmundanosoñar, enquevemosarrastrar lamentirayrealidad. III
Juventud, flor hermosa entre las flores quebrotandelavidaenlospensiles, florquegozasdeplácidosabriles en la dulce estación de los amores .
Juventud,juventud,edaddeengaños quesinhoy,sinayerysinmañana, pasandovaslavidamásufana cuantosmásvasteniendodesengaños.
Pronto verás carcomida sinesenciaysinolor de tus amores la flor, yprestoverássinvida tu dulce vida de amor.
Verás entonces el mundo, yverástuvanidad, teverásenotraedad enqueverásloprofundo delmundoylaeternidad.
Yteverássinplaceres, sin amores, ni mujeres; veraste en otra estación enqueviejoelcorazón no late por esos seres...
Locaedadquecaprichosa conlaesperanzatealientas, yentusdeliriosgozosa denuestravidaespinosa losañosquevannocuentas.
No ves que pasó el ayer, que el hoy también pasará, y que el mañana vendrá sin que nos vuelva a nacer el tiempo que se nos va.
Goza necia de tus seres, tus orgías y mujeres, goza necia tus amores que son hora seductores tus años y tus placeres. [40]
La impresión de este Cuaderno de Poesías se terminó el mes de abril de 1965. Se hizo un tiraje de 5.000 ejemplares en los Talleres Gráficos de «EDICIONES RVMBOS» Barcelona (España)