Revista Imagen y Comunicación N°84

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EDITORIAL Lillian Zapata Directora

2019, AÑO DE DEMANDAS SOCIALES LA “FALTA DE VISIÓN”

El 2019 podrá ser recordado como el año de protestas en el mundo, la gente se revela sin líder visible y las redes sociales se han convertido en la aliada de la organización de sus reclamos. Las razones son diversas pero todas con un mensaje concreto de malestar y solicitud de cambio que es importante tener en cuenta para entender la relevancia de estar en sintonía con los ciudadanos y no sucumbir ante la crisis. En Chile, el aumento del precio del metro en Santiago fue el detonante para que más de un millón de personas salieran a protestar a las calles y otras miles lo hagan de forma reiterada con el fin de lograr reformas que dejen de lado la desigualdad. Las multitudinarias manifestaciones obligaron al presidente Sebastián Piñera a pedir perdón por la “falta de visión” y a adoptar un paquete de medidas dirigido a corregir algunas inequidades. Las graves consecuencias de la crisis, que ascienden a miles de millones de dólares y las pérdidas humanas, pudieron evitarse si la apertura a la escucha, la empatía y la inmediata acción enmarcada en el bien común se hubieran dado paso. La escalada de protestas se dejó sentir también en Bolivia cuando el presidente Evo Morales intentó un cuarto mandato que las urnas no le favorecieron pero que de forma sorpresiva anunció haber sido reelecto. La pretendida trampa electoral generó enfrentamientos de inmediato. Los miembros de la OEA pondrían freno a las aspiraciones ilícitas de Morales al emitir un informe preliminar que señalaba “irregularidades”, lo que obligó al mandatario boliviano a renunciar, convocar a elecciones y asilarse en México. Posteriormente el exiliado viajó a la Argentina, una vez que los Fernández asumieron el poder, lugar donde Mauricio Macri tampoco entendió la oportunidad de hacer el cambio que los argentinos demandaban, al parecer por “falta de visión”. De igual forma en Ecuador, el retiro del subsidio a los combustibles como parte del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener créditos por más de 4,200 millones de dólares enardeció a los ecuatorianos provocando una serie de desmanes que obligó a su presidente, Lenin Moreno, a trasladar la sede de Gobierno de Quito a Guayaquil desde donde revirtió la medida que afectaba, entre otros puntos, la tarifa del transporte público y el bolsillo de las clases populares, según los líderes indígenas. Se trataría de otro presidente Latinoamericano con “falta de visión” obligado a abandonar sus planes al poner en riesgo la estabilidad de su país.

A las tres situaciones relatadas como algunos de los ejemplos de manifestaciones sociales vividas en América Latina se suman otras experimentadas en el mundo. En Hong Kong, los jóvenes salieron a demandar el retiro total del proyecto de ley referido a la extradición de presuntos delincuentes a China y lograron que el Gobierno desistiera de su propósito. El espiral de protestas continúa, desean alcanzar derechos democráticos plenos como ex colonia británica. En la ola de movilizaciones, en Líbano las personas se volcaron a las calles para pronunciarse en contra de los nuevos impuestos, entre ellos el referido a las llamadas telefónicas por WhatsApp y otras aplicaciones. Después de los enfrentamientos el Gobierno retiró la propuesta del polémico tributo. Sin embargo, la protesta inicial terminó convirtiéndose en un reclamo generalizado por el costo de vida, la corrupción y la falta de oportunidades. Las revueltas llevaron a renunciar a Saad al Hariri, primer ministro de Líbano. El interés por salvar el planeta también logró gran protagonismo en el año 2019. Las marchas de activistas medioambientales, destacando la figura de Greta Thunberg, se convirtieron en la caja de resonancia del sentir ciudadano mundial con conciencia social. La reciente COP25 que congregó a líderes mundiales en Madrid no cubrió las expectativas al no adoptar medidas drásticas inmediatas que frenen el calentamiento global en el más corto plazo. Christian Felber, profesor de la Universidad de Economía de Viena sostiene la viabilidad de la economía del bien común que pone freno a la desigualdad social, tiene en cuenta la dignidad humana, la sostenibilidad ecológica y la utilidad económica. Felber desarrolló la matriz del bien común que muestra el balance de los cinco valores fundamentales (dignidad humana, solidaridad, justicia, sostenibilidad medioambiental y democracia) medidos para los diferentes grupos de contacto y cómo las empresas viven esos valores. En la era de la hipertransparencia, donde todo se sabe, la gente demanda líderes con visión integral, capaces de interpretar el entorno social, político, económico y medioambiental, convencidos de impulsar la transformación de un país desde el bien común que contribuye a la generación de confianza y sostenible reputación, dejando de lado esa reiterada “falta de visión”.


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