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EDITORIAL

MEJORAR LA VIDA DE LAS PERSONAS

UN PROPÓSITO PARA LA SOSTENIBILIDAD Y LA FELICIDAD

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Por: Lillian Zapata

El interés por mejorar la vida de las personas tiene que ver con la conciencia humana, con un convencimiento personal que empuja a involucrarse, a tener una mirada panorámica para ir más allá de cualquier obligatoriedad y conocer cuáles son las necesidades donde se puede intervenir. En el mundo de la empresa, las organizaciones vienen dando respuesta desde dentro y hacia afuera escuchando a sus grupos de interés y entorno para saber qué hacer y cómo compartir bienestar. Este enfoque visibiliza el ejercicio de un liderazgo responsable y sostenible que está al servicio de la gente y es capaz de conectar con el bien común generando cuotas de felicidad.

El reciente Informe Mundial de la Felicidad, publicado en el primer trimestre de este año, nos muestra una escala de países felices donde destacan dentro de las primeras cinco posiciones Finlandia, Dinamarca, Islandia, Israel y Países Bajos. La pregunta surge de inmediato, ¿qué ha hecho que estos lugares en el mundo destaquen en un ranking que lleva 10 años midiendo la felicidad? La respuesta se centra en seis indicadores referidos al nivel de ingresos, salud, relaciones sociales, libertad, generosidad y ausencia de corrupción; que reflejan la satisfacción de los ciudadanos y el reconocimiento a la gestión que realizan sus gobiernos.

Una vez más mejorar la vida de las personas pasa por hacer lo correcto, practicar una escucha activa que recoja todo aquello que interesa a las diversas audiencias y actuar en consecuencia. La tarea bien hecha por los mandatarios de los países más felices refleja que tienen muy claro su rol, sus instituciones funcionan y se vive la coherencia en la práctica. El ejercicio del poder se ha asumido conscientemente y está puesto al servicio de la ciudadanía como beneficiaria directa de lo que significa poner en valor el compromiso.

En el ejercicio de la profesión vemos quienes son los que se comprometen y quienes los que no se comprometen. Los primeros no solo se dan cuenta que vivimos un cambio de época, que la forma de hacer empresa demanda un cambio de mentalidad, una visión integral que requiere del desarrollo de nuevas habilidades, entre ellas las de comunicación para, por un lado, cuestionar aquello que entorpece el crecimiento y la inversión, y por otro, plantear reformas que sumen a la sociedad.

Hoy se hace un llamado al activismo empresarial, que sean los máximos directivos de las empresas quienes no solo levanten la voz frente a una causa, sino que luchen por ella representando a la gente y sus necesidades. Se trata de una demanda por un liderazgo social que sea ejercido por hombres y mujeres de la actividad privada que sin reemplazar el rol del Estado tengan claro qué hacer, cómo hacerlo y visibilizarlo ante el público que clama por mejores servicios y formas de hacer las cosas.

Mejorar la vida de las personas debería ser asumido como un propósito para la sostenibilidad y la felicidad de los integrantes de las organizaciones y de los ciudadanos de los países. Enrumbarse en este camino requiere generar bienestar y confianza para todos los grupos de interés desde una visión a largo plazo. En este enfoque, la ética se coloca en el centro de la actuación pudiendo hacer visible la integridad de un buen gobierno que sabe conducirse adecuadamente, a través de la escucha activa crea valor al total de los stakeholders y construye una excelente reputación producto de comportamientos coherentes, consistentes y favorables para la sociedad.

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