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EDITORIAL

EL TURISMO ESTÁ MATANDO LA AVENTURA.

Ahhh tiempos aquellos cuando la aventura la sentíamos fluir como un torrente interno e imparable que nos llevaba a descubrir terrenos únicos y a vivir momentos irrepetibles. La exploración hacía parte de una salida cualquiera a la Montaña y la incertidumbre hacia lo desconocido era la principal motivación para mantenernos en pie frente a las vicisitudes y tormentos que nos deparaba la Montaña.

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Pero llegó el capitalismo salvaje que todo lo contamina y esa aventura fue arrastrada al mercado económico de los planes turísticos programados con itinerarios estrictos, fronteras limitadas e intermediarios de venturas. La Montaña no fue ajena a esta transformación y más rápido de lo que creímos, esa aventura quedó presa por las riendas de paternalismo y control gubernamental, de lo que el mercado turístico sacó provecho rápidamente.

Hoy día vemos empresas turísticas anunciando “EXPEDICIONES” a las montañas, cuando en realidad son simples paseos donde los guías realizan todas las tareas de los “Expedicionarios”. Cualquier subida a la cima del Tolima la venden como “Expedición”, pretendiendo hacer sentir a sus clientes como unos súper exploradores, cuando en verdad están llevándolos como arreando vacas al cambio de potrero. Una verdadera Expedición se realiza a sitios lejanos y comprometidos, con pocas facilidades y comodidades, con logística delicada y con alto grado de aventura. Paseos turísticos no deberían llamarse Expediciones.

El honorable logro de alcanzar una Cumbre está siendo rebajado a una fotografía en cualquier piedra que tenga paisaje, el mejor ejemplo se vive en el Paramillo del Quindío y el Nevado de Santa Isabel, cuando los supuestos guías llegan a puntos que no son la cumbre y la anuncian como tal, argumentando que el terreno siguiente es expuesto, peligroso al que no está permitido el ingreso. En el Paramillo del Quindío el turismo no sube a la cumbre máxima de la montaña, sino solamente a una antecumbre llamada El Edén. Y en el Santa Isabel, solo los guías expertos realizan la escalada en roca final para así llevar a sus clientes a la verdadera cima de la montaña, mientras que la mayoría de turistas son frenados a escasos 20 metros. Engañados pero sin saberlo, regresan a casa con una falsa cumbre alcanzada.

No se trata de estar en contra del Turismo de Montaña, pero las cosas deben ser como son. Una cosa es una expedición y otra una salida turística, una cosa es un turista y otra un expedicionario, una cosa es una antecima y otra la cima. El turismo no es aventura ni exploración, así que no nos conformemos con las actividades turísticas y salgamos a explorar más; no dejemos que la aventura sea solo un recuerdo de cuando el turismo no había colonizado los espacios salvajes.

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