Abril 2007
Año 1, No. 3
JUANA Y SU EXISTENCIA Para Elsa Fujigaki
Todos sabían de su Existencia; pero nadie dijo nunca nada. Rondaba por los rincones como necia que se empeña en mostrarse a la deriva; viajaba de boca en boca entre susurros y melodías cotidianas como algo fantástico y cruel, y aún así: no se sabía. Nadie cuestionaba su realidad, su olor, su aspecto, su nombre. Como todo aquello que se desconoce, no aparecía por la mente de los interesados, y Juana vivía tan tranquila como el agua que reposaba en el estanque de los patos, mientras lucía su rebozo de Santa María. Era un rebozo hermosísimo, color azul rey apagado, con flecos larguísimos tejidos en macramé de unos cincuenta centímetros. Se lo enrollaba por la cintura; lo cruzaba por encima de los hombros, y las barbas caían por su espalda desde dos lienzos drapeados que acentuaban su esbeltez al caminar. Juana sentía el roce de la seda de los flecos en las ancas. Le gustaba ponérselo con su vestido recto negro, corto hasta las rodillas, para que luciera el contraste del azul como fondo del crepé que acentuaba sus caderas. La Existencia seguía rondando, y Juana caminaba parsimoniosa contoneando los lienzos del rebozo, mientras recitaba una sarta de poemas aprendidos quién sabe dónde ni por quién. El susurro del otro mundo se oía a lo lejos, pero muy a lo lejos, y Juana vivía ajena, perdida bajo las sombras de un sicomoro que plantara cuando niña. Desde entonces, había aprendido a no llorar, a que las cosas pasaran de largo o se resbalaran como el aceite de ricino que se aplicaba en los cabellos. Vivía en este su mundo encantador y esplendoroso, y sólo se preocupaba por su acicalamiento personal. Peinaba sus cabellos en largas trenzas que se prendían sobre la cabeza como dos tiaras de ébano, y marcaba sus pestañas con carbón de tortilla quemada. Había crecido como una ninfa desprendida de la vida, no porque no la amara, sino precisamente por todo lo contrario, y desde pequeña se había encargado de cuidarla hasta el máximo, sin permitir que nadie la corrompiera o la manchara con palabras hirientes, golpes o regaños. Y su mundo, tranquilo y rodeado de dulces ecos, destellos y luminosidades, se deslizaba en construcciones en abismo que se encadenaban una y otra y otra y otra vez en torno a ella, arrastrándola por increíbles laberintos esforzados en hacerla buscar sueños y poemas otrora articulados en mitológicos ciclos. Un día, la Existencia llegó a posarse junto a ella, y se prendió a su oído como chupamirto. Juana, por primera vez, articuló palabra, y el mundo experimentó un cambio, si no radical, sí contundente: los laberintos se abrieron de pronto, y vio a lo lejos el umbral que conduce al exterior. Sin embargo, no trató de alcanzarlo; el simple hecho de saber que estaba ahí la conformaba. Quizás algún día se atrevería a cruzarlo para entrar en contacto con ese otro mundo que no era suyo; pero que estaba ahí esperándola desde hacía largos años. Y la Existencia, satisfecha de guiarla con palabras de encanto, se prendó de ella para acompañarla el resto de sus días, como eco fiel de su memoria. Rosina Conde
CRISTALINA La llave de la cocina continúa con fuga. Una, dos, tres, cuatro, cinco gotas. Ese ritmo traslúcido me invade. Seis. Veo a lo lejos la llave, me dirijo a ella. Siete. Cada uno de sus pulsos retumba en mí. Con la palma de la mano derecha aprieto ambas perillas. Ocho. Es inútil. Intento huir, escapar a un país lejano, seguir el rastro de Alicia y ese conejo blanco, pero también se han ido. Nueve. Sus huellas se han perdido en un lazo de brazos momentáneo. Diez. No hay escape para la cristalina representación de tu ausencia. Alonso Díaz
MONA LISA EN BIKINI En las inmediaciones del boulevard principal se instaló un anuncio espectacular de rasgos muy particulares. La imagen publicitaria muestra a una mujer semidesnuda, recostada en la arena de bruces. Un cuerpo sensual y sugerente: piernas torneadas, nalgas paraditas, espalda bruñida y senos furtivos deliciosamente proporcionados; sin embargo, lo singular era el rostro: se trataba de la Mona Lisa de Da Vinci. Esto suscitó una serie de distracciones en nuestra comunidad con consecuencias fatales. El primer día, el tráfico vehicular se vio interrumpido en el lugar del anuncio porque un taxista arrolló a un ciudadano con discapacidad visual. Al día siguiente un chofer del transporte suburbano se precipitó contra un restaurante transnacional y resultaron diez las victimas. Al tercer día, lo inconcebible: un autobús escolar colmado de infantes se volcó justo debajo de la sonrisa de la mujer. No quiero hablar de los decesos. No puedo. Finalmente, al cuarto día, clausuramos el anuncio y colocamos mi imagen tricolor. Mi rostro que proporciona seguridad y bienestar. Después de todo, ¿quién quiere ahora comprar un plan vacacional hacia el mediterráneo, en pleno auge electoral? Luis Alfredo Gastelum
VIAJANDO Turn of your mind, relax and float down stream, it is not dying, it is not dying. -The Beatles, Tomorrow Never Knows
El extraño sentimiento de volar sin dejar el suelo y soñar sin estar dormido es único en el universo. Después de que Marisela dejó de fumar el pitillo de marihuana se sintió ir. Primero la taquicardia que le aceleraba la mente y luego los ojos desorbitados tratando de estar en contacto con algún ser celestial. Pedro estaba en la misma situación, deteniendo la cabeza de Marisela sin sentirla, y si es que la sentía pensaría en alguna presa que pudo haber cazado en las profundidades del bosque negro. Y ahí están los dos: viajando. Pero el viaje no será eterno.
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En algunos minutos más, ella se dará cuenta que nunca dejó este miserable mundo y que sigue compartiendo el espacio con ese mísero hombre que instantáneamente la golpeará en cuanto despierte del trance. ¿Por qué? No sé. Pero aún puedes ver los colores fosforescentes y explosivos en los ojos de Marisela. Néstor Robles
SAVING THE WORLD I Es el encuentro definitivo. Un golpe y habrás triunfado. Ya no te quedan reservas, te mueves con cautela. Él se acerca, retrocedes. La oportunidad perfecta llega. Tomas la espada. Te abalanzas de manera precipitada. Estás sudando. Olvidaste los comandos. Te golpea primero. Game over. Try again? Karina Uribe
EN LA FERIA El payaso con su ridícula nariz colorada sonreía farsante, mientras el presentador me acercaba unos dardos para lanzarlos a la ruleta. Personas en pares se divertían como enanos en la rueda de la fortuna y los enanos rencorosos pedaleaban uniciclos sobre la tramoya. Apunte a todas partes al ojo del cíclope, al cerdo de dos cabezas y al tercer pecho de Afrodita. No logre acertar: la mujer barbuda me coqueteaba y yo extasiada le guiñaba el ojo. Mavi Robles-Castillo
PEDÓFILO No sé si sea buena idea decir que soy pedófilo ahora que estoy vestido de payaso frente a ustedes tratando de hacer mi espectáculo para divertir a sus hijos. Pero como veo que nadie me mira, que los niños gritan mucho y que cada uno de ustedes (que deberían de estarme escuchando) permanece en sus respectivas charlas, me atrevo a confesarlo. Josué Barrera
SIN TÍTULO Cada vez que el niño se asomaba al cuarto la sombra desaparecía. Y yo con un nudo en la garganta tenía que recordarle que su papá no iba a volver. Trataba de explicarle con caricias que esa sombra era sólo el viento y la cortina. Jhonnatan Curiel
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POR QUINCUAGÉSIMA VEZ Basura, eso era lo que tiraba. En 75 pasos se recorría el tramo en el pasillo interminable. Por quincuagésima vez miraba bajo la puerta 19, el tapete de bienvenida sobre la sucia alfombra. El temor la invadió, qué tal si esta vez al abrir la compuerta se topaba con esos pies atorados, sujetando desde el borde el cuerpo sin vida. Ya veía la puerta, el techo había retumbado 70 veces, alguien recorría sus mismos pasos en el cuarto piso. Arriba, simultáneamente, la perilla giró. El otro inquilino fue más rápido, escucho el sonido de desecho cayendo. Vio un galón de leche y dos bolsas caer, espero a escuchar el tump.Sin dudar, a ojos cerrados se lanzó. Esperó escuchar el tump, pero se encontró atorada, sus pies aferrándose al borde.
Patricia Casian
LA CLAVE “Se registró un tiroteo en el interior del Hospital de Tijuana”, se podía apreciar en el encabezado del diario. “Las ráfagas de disparos ocasionaron conmoción, se reportan tres personas muertas, dos de ellas policías y un presunto narcotraficante... –ponte este pantalón y lávate la cara... “Versiones extraoficiales apuntan que alguno o varios de los sicarios permanece dentro del hospital... –me estoy cagando de miedo... Alrededor de 400 pacientes y miembros del personal del hospital fueron evacuados del lugar y trasladados a una unidad deportiva que se encuentra a un costado del hospital. Luego de más de seis horas de tensión, las fuerzas policíacas retomaron el control y los pacientes y el personal que habían sido evacuados, reingresaron al hospital. -Cierra el periódico Jairo, que te voy a sacar por la puerta grande. Fernando Alfaro
ASCENSOR DE TRABAJO Entró a trabajar en la empresa y, como no quedaba sitio, lo instalaron en el ascensor. Allí se quedó, en un rinconcito con un pequeño pupitre. Quienes subían y bajaban se extrañaron al principio, pero con el tiempo se acostumbraron. Le hacían bromas, intercambiaban confidencias, y cuando volvían de almorzar le traían un croissant. Pero sus superiores se quejaban. Decían que se distraía demasiado y que le costaba concentrarse en su trabajo. Vino a verle el jefe de personal, y en el tiempo que se tarda en ir desde el primer piso hasta el último, le comunicó que estaba despedido. Aquiles Heredia
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TRABAJOS URBANOS Eso de andar en camión a veces no me gusta, ¿si sabe a lo que me refiero verdá? Nunca falta un pediche que se suba a contarte su triste historia de rehabilitación, que lo deportaron o que se le murió la abuelita. Siempre la misma cantaleta. A veces hasta me dan ganas de dejar mi trabajo, figúrese usté. Siempre hay algún alma caritativa que quiere comprarse su terrenito en el cielo. Como la señora aquella, ¿la ve?, le robó treinta verdezotes a la hija de la dueña de la casa en donde limpia, una chamaquilla linda y flaca que le regala su ropa nueva para que ella se la pusiera a su hijilla enferma que se inventó para conseguir el trabajo. ¿Ve cómo le suelta los quince pesos sin remordimiento? Ahora el que sigue, ese es el mejor, el señor ese de azul que trabaja de ilegal también, arregla carros por cualquier cosilla, es alcohólico y disfruta de manosear a las niñas de la señora con la que se juntó. Éste es mas codo, mire nomás, le da míseros tres pesos y penis, más de lo que su señora recibe de él, que ya se volvió morada de tanto golpe y pendeja de tanto azote contra la pared. ¿Ve a esa muchacha? Ah, pues ella está panzona, le acaba de decir a su dizque novio que tiene que responderle porque sino los matarían sus jefes. Lo malo es que el chamaco ni es d’él, es del amorcito imposible de ella, ésta le abrió las patas, se le entregó pensando que así la iba a querer pero la mandó mucho a la fregada. No, no me vea así, no lo estoy inventando. No, tampoco los conozco. ¿Ahora se ríe?, no pos tampoco yo soy perfecto, que va. Como le dije mi trabajo no me gusta. A veces es mejor no saber nada y creer en la buena fe y bondad de la gente, aunque en el fondo sabemos que es falsa. Oiga pero no se ofenda. Yo sé que es una buena cristiana y que va a misa y toda la cosa, así como sé que le dio cloro en la sopa a su suegra con la más bondadosísima intención. ¿De qué se asusta?, ¿a poco pensaba que era puro mitote? Yo se todo de todos, señora, a eso me dedico. Digamos que soy la conciencia colectiva. Pero ya estoy pensando en retirarme, ¿le gustaría tener mi trabajo? En serio que me hace falta un descanso. ¿Para qué se levanta si el camión no va a hacer la próxima parada? ¿Ve esa curva allá enfrente?, pues de ahí no pasamos. Usté ya sabe a dónde va. Mire, yo le quiero proponer un trato: usté toma mi trabajo y yo ya descanso, así de fácil. Esto de recolectar almas condenadas es más mejor que andarse chamuscando por toda la eternidá. A mi me lo propusieron cuando se incendió la vecindad donde vivía, y créame que esa calor es más insoportable que cualquier quemadura de comal. Qué le parece: ¿acepta o quiere cumplir la condena por el clorito? Claudia Solórzano
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SOBRE LO ACONTECIDO A UNA PEQUEÑÍSIMA FLOR SIN NOMBRE Y EL MORTAL QUE SE ENAMORÓ DE ELLA Aburrida de la tranquilidad del viento se deja mecer por él entre un universo verde con olor a piedra y rayos de sol, donde sueña con música de acordes azules y canciones de versos amarillos. Sin buscarlo unos ojos se pierden en la visión de un ser diminuto que en un instante le hace olvidar la imagen del tulipán, el olor de los narcisos, la excentricidad de la orquídea, la sencillez de la margarita… ¿Cómo pudo una pequeñísima flor sin nombre cambiar así su mundo? Sin esperarlo es tomada por una mano cálida que le muestra un mundo en más colores, nubes de sal y notas de cereza, corazones de barro y mariposas, pero la felicidad aclama un precio. Sintiendo su muerte no pudo más que desear existir por siempre en el quinto instante de ese purgatorio robado, pensando hasta el fin del tiempo en el mortal a quien regaló la eternidad. Elena Álvarez
A LA CARRERA Los pantalones ágiles son gacelas que se sacuden al subir y bajar de cada paso. La camiseta empapada se ondea cual estandarte. Pulseras y collares se abrazan con fuerza para no ser despedidos durante la marcha. Los zapatos como bólidos corren esquivando obstáculos a toda prisa y es que, están por cerrar el centro comercial. Alonso Díaz
RABIA -Es demasiado tarde para recuperar a mi hija.-La mujer jaló el gatillo. El perro agonizaba. Ella se acostó en medio de ambos cuerpos y compartió su silencio. Antes de cerrar los ojos se pregunto por qué ese animal siempre la había llenado de rabia. Jhonnatan Curiel
PROMESA INQUEBRANTABLE El guardia real estaba enamorado de la princesa. Para demostrárselo, le hizo la promesa de protegerla de todo mal sin importar las consecuencias. Después la encerró en una torre. Karina Uribe
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MAL DE PARKINSON Recuerdo con claridad ese día. Salí corriendo al trabajo ante el rostro cotidiano: el vecino vendiendo la silla de ruedas con su camisa del América, la iglesia de bellas monjas y huérfanos robusteciendo, el póster de Michael Jackson con su rostro de berenjena y Miguel de la Madrid sonriente en un cartel. Como siempre, llegué a la escuela, mi destino diario. Todo era normal, hasta que el lápiz se quebró, hasta que tembló. Ahora dicen que Monterrey es campeón y que organizaremos un mundial. A Michael Jackson le han salido manchas blancas como por arte de magia y en el lugar de la iglesia se erige un hotel. En el televisor, el presidente generaliza que México está de pie mientras mis días trascurren en la silla de ruedas que el vecino me obsequió. La secuela del terremoto sigue en mí. Parkinson es un inquilino de mi casa. Mis lápices se quiebran a la hora del temblor. Luis Alfredo Gastelum
LOS SALVADORES En Gran Ciudad habitan cinco alertados jóvenes. Hartos de los secuestros express, el abuso policiaco, los comandos negros y toda violencia que tranquilamente ignora Funcionario Público, idean desde hace algunos meses un acto que ―¡Sacudirá a la población! ¡Ya lo verán! Llega el día y Los Encajuelados están listos. Vestuario y utilería en sus lugares. Acompañados por la esperanza arriban al centro de Gran Ciudad y estacionan el carro justo en Transitada Esquina. Bajan 1 y 2 sacando a 3 a tirones. Lo tiran al piso y lo golpean. 3 queda inmóvil. La gente observa de reojo sin detenerse. 1 y 2 abren la cajuela y sacan a 4 envuelto en una cobija. Lo colocan en la banqueta. Suben al auto y 5 arranca. 3 y 4, atentos a las reacciones, entre el imperante silencio y el tiempo que transcurre, alcanzan a percibir las palabras que Señora le dice a Niño: ―Mira hijo. Dos muertos más. ¡Ay! ¡Es tardísimo, nos van a cerrar la tienda! ¡Apúrate!
Rosa Razo
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Año 1, No. 3
DIRECTOR GENERAL Alonso Díaz SUBDIRECTOR EDITORIAL Luis Alfredo Gastélum CONSEJO EDITORIAL DISTRIBUCI�� Ó� N Alonso Díaz Néstor Robles Rosa Razo Luis Alfredo Gastélum C. I. Solórzano Rafael Zamudio EDITORES Rosa Razo Néstor Robles CORRECCIÓN DE ESTILO Rafael Zamudio DIRECTORA ADMINISTRATIVA C. I. Solórzano IDEA DE DISEÑO Octavio Machado VERSIÓN DIGITAL Néstor Robles
Revista Mensual Tijuana, Baja California, México Abril 2007 Edición Digital Envía tus minificciones a: colaboraciones@revistamagin.com Visita: www.revistamagin.com