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Máskara: Año 3, Número 13, Julio 2022

Leonardo da Vinci: el zurdo genial

Artidoro Cáceres Velásquez

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Neuropsiquiatra

La vida y obra de Leonardo da Vinci han merecido profundas y extensas investigaciones que han ido develando misterios, creado fantasías, descubriendo verdades y construyendo mitos, todo lo cual, a través de los siglos, enaltece la figura de este genial artista. Historiadores, críticos de arte, biógrafos y hasta hagiógrafos han puesto sus intereses analíticos en la vida personal y en la obra creativa artística, tecnológica y científica de Leonardo.

En el campo de la psicología y, particularmente, del psicoanálisis, es conocido el interés de Sigmund Freud, quién en 1910 publicó un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci. Transcribo algunas líneas: “Cuando la investigación psicoterápica, que en general se contenta con un material humano de nivel vulgar, pasa a recaer sobre una de las grandes figuras de la humanidad, no persigue ciertamente los fines que con tanta frecuencia le son atribuidos por los profanos. No tiende a oscurecer entre la perfección del grande hombre y la insuficiencia de su objeto humano acostumbrado. Por el contrario, abriga un extraordinario interés por todo aquello que tales modelos puedan describirle, y opina que nadie es tan grande que puede avergonzarse de hallarse sometido a aquellas leyes que rigen con idêntico rigor tanto la actividad normal como la patológica”. Hasta aquí Freud.

Aristóteles desmereció la participación del cerebro en la creación de la mente. Descartes fijó en la glándula pineal, epífisis o conarium, la organización del alma. Los frenólogos, con Francis Gall, al comienzo, situaron en diversas partes del cráneo las variadas funciones mentales. Poco a poco se construía así el encéfalo.

En los hemisferios cerebrales está el andamiaje fundamental de la vida anímica, de la psiquis, de la mente. En el hemisferio derecho está predominantemente el control espacial, la constructividad práxica, el reconocimiento de rostros, la melodía, el esquema corporal, la emoción y la intuición; en el izquierdo, las actividades simbólicas, el lenguaje, la semántica, el cálculo matemático aritmético, la noción mensurable del tiempo, el entusiasmo y la deducción.

Museo Leonardo Da Vinci, Florencia, Italia

En 1861, Paul Broca descubrió en el hemisferio cerebral izquierdo la región que lleva su nombre. Parece que antes que él, un tal Marc Dax, de Montpellier, Francia, habría deducido que solo una lesión en el lado izquierdo del cerebro podía perturbar la expresión verbal. Sea uno u otro el descubridor, la mayoría de seres humanos, sean diestros o zurdos, tienen las zonas del lenguaje acantonadas en el hemisferio cerebral izquierdo; pero los zurdos, como Leonardo, tienen en el hemisferio derecho una reserva, un potencial, una capacidad lingüística muy importante.

Los zurdos que sufren una lesión en el hemisferio izquierdo recuperan con mucha más facilidad y rapidez el lenguaje verbal. Leonardo tuvo al final de su vida una lesión cerebral, presumiblemente una trombosis, que le ocasionó una parálisis del miembro superior derecho. Sin embargo, las referencias históricas señalan que se recuperó de ambos trastornos, el del lenguaje y el del movimiento voluntario, a tal extremo que pintó su autorretrato y el 23 de abril de 1519 redactó su testamento. Pocos días después, el 2 de mayo de 1519, falleció en el Castillo de Cloux, en Francia.

Siendo Leonardo zurdo, se supone que las áreas del movimiento voluntario predominaban en el hemisferio derecho. Sin embargo, también hay evidencias del manejo coordinado, si bien subalterno, del miembro superior derecho, del hemisferio izquierdo. El puente de unión entre ambos hemisferios es el cuerpo calloso, paquete de más de 200 millones de fibras nerviosas que interrelacionan diferentes puntos de ambos lados.

Estadísticamente, las personas zurdas son minoría en el mundo (1% a 20 %). La zurdería predomina en el sexo masculino. Hay menos mujeres zurdas y no solo por razones sociales, educativas, culturales, aunque con la modernidad permisiva, la cifra de las diestras es menos dominante que las siniestras.

En el Perú no se han hecho exploraciones con carácter tangencial y evolutivo sobre esta materia. En 1978, desde la Universidad Nacional de San Marcos y la Cayetano Heredia, evaluamos una población de 4500 personas: 2300 varones y 2200 mujeres, y encontramos un promedio global de 8.5 % de zurdos, entre los que predominaban los varones (82%) frente a las mujeres (18 %). No tengo referencias más actuales sobre la tasa de zurdería en nuestro país.

“Cabeza de mujer joven” (Leonardo da Vinci)

Los tres más grandes pintores del Renacimiento: Leonardo, Rafael Sanzio y Miguel Angel, fueron zurdos. Lo fueron también Ramsés II, Julio César, Alejandro Magno, Simón Bolívar. Charles Chaplin, Benjamín Franklin Roosevelt, David Rockefeller, Bill Gates, Fidel Castro, Ringo Starr, Diego Maradona, Guillermo Vilas, John McEnroe, entre muchos otros personajes, más o menos famosos, de la ciencia, el arte, el deporte y la tecnología de ayer y hoy.

La grande, enorme, casi enigmática pregunta que siempre se ha planteado es: ¿El cerebro de una persona zurda es más rico, funciona mejor, produce mejor que el cerebro de una persona diestra? ¿Son los siniestros más creativos, mejor dotados mentalmente que los diestros?

¿El carácter de zurdo de Leonardo da Vinci explica su genialidad en tantos campos del conocimiento y esa prevalencia manual? Es posible, pero no hay, y no tengo una respuesta segura; solo digo que es posible. En su época y aún en la nuestra, los zurdos sufren presiones sociales negativas, y todavía lo siniestro y catastrófico se sitúan a la izquierda, salvo para los políticos de ese lado que admiten su hemiplejia derecha. Se afirma aún que Jesucristo se ha sentado a la diestra de Dios padre, y no creo que Leonardo haya dejado algún código para contradecir esta afirmación.

Con frecuencia se dice que un buen amigo es “derecho” por ser leal y, no con poca frecuencia, en los protocolos militares, religiosos, sectarios, sociales, entre otros, el personaje más importante en jerarquía se sienta o se acomoda a la derecha del líder, del jefe o del amo. Y se dice que hasta en la alcoba, en el tálamo nupcial, el macho se coloca a la derecha cuando no está encima. De una u otra forma, lo zurdo aún no gana prevalencia ni en los objetos de manejo cotidiano, como en la culinaria o en la higiene.

Cuando Leonardo da Vinci fue acusado y denunciado anónimamente de ser homosexual y practicar “sodomia” con un joven de 17 años llamado Jacobo Saltarelli, se afirma que pasó “el mayor sufrimiento de su vida”. Fué sobreseído por falta de pruebas, y a partir de entonces comenzó a aislarse y se cree que tomó la decisión de escribir la mayoria de sus trabajos importantes en forma especular, con la típica escritura en espejo de los zurdos, tal vez para mantener cierto misterio o guardar el secreto al abrigo de envidiosos y acusadores. ¿Cuántos nuevos códigos habrá escondidos en esa escritura?, y ¿cuánto habrá sufrido Leonardo por esa acusación que lo atacaba en su sensibilidad de creador? Al releer esa infamia, he recordado al gran novelista norteamericano Pearl Buck (1829-1973), premio Nobel de Literatura 1938, que escribió: “La mente verdaderamente creativa en cualquier campo no es más que esto: una criatura humana nacida anormal, inhumanamente sensible. Para ella un toque es un golpe, un sonido es un ruido; un infortunio es una tragedia; una alegría es un éxtasis; un amigo es un amante; un amante es un Dios, el fracaso es la muerte. Añadan a este delicado y cruel organismo la abrumadora necesidad de crear; de modo que, sin la creación de música o libros o edificios, o algo significativo, su aliento mismo se interrumpe... Deben crear, derramar creación. Por alguna desconocida urgencia interior, no están realmente vivos, a menos que estén creando”

Tanto la inteligencia lógico-matemática como la cenestésicocorporal, la visuoespacial, la musical, la lingüística, verbal y gráfica, la creativa, y todos esos factores que contribuyen a ese constructo que conocemos como inteligencia, y a la que defino como los procesos neuropsicológicos gracias a los cuales se aprende, comprende, establecen relaciones y se resuelven problemas, buscando soluciones que fortalezcan el bienestar individual y colectivo; sustentan la posibilidad que la genialidad de Leonardo da Vinci haya sido el resultado de varios factores, entre ellos su dominancia hemisférica cerebral y su prevalencia manual zurda.

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