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Máskara: Año 3, Número 15, Noviembre 2022

José Manuel Valdés: el primer médico afrodescendiente del Perú Republicano

Daniel Enrique Haro Haro

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Médico oftalmólogo

Aveces la historia olvida a personalidades de la talla del Dr. José Manuel Valdés (1767-1843) y no los sitúa en el lugar que le corresponde por sus pro pios merecimientos, a pesar de haber alcanzado los más altos cargos y honores de la medicina peruana, comparables a los de Hipólito Unanue y Cayetano Heredia, con la ventaja a su favor, que además de ser un importante médico y prócer de la independencia, Valdés fue filósofo, lingüista, teólogo, literato y humanista, dejando en todos esos campos, huellas de su ejemplar vida. Aun cuando sufrió en carne propia la discriminación por razones de su origen y de su raza, fue un líder independentista que incorporó a sus planteamientos intelectuales y políticos el enfrentamiento a la margi- nalidad perpetrada en contra de las etnias no blancas y so- metidas a la servidumbre y la esclavitud.

Existen escasos datos sobre sus primeros años de vida y muchas dudas en relación a su nacimiento. Según su bió- grafo José Antonio de Lavalle, nuestro personaje nació en Lima y fue hijo ilegítimo de Bernabé Esparza, mestizo, músico de teatro y de María del Carmen Cabada, mulata libre y lavandera de las familias acomodadas de la época. Otros biógrafos afirman que fue hijo de don Baltazar Valdés y doña María Cabada, modestos residentes de Saña, en el norte del país. Este último dato figura en el testamento que dejó el doctor Valdés, y que puede ser valedero.

Lo cierto es que su origen fue muy humilde y su cuidado, cuando niño, estuvo a cargo de un ciudadano español de apellido Valdés que era su padrino, de quien se cree tomó su apellido. ÉL lo educó como si fuera su propio hijo en el colegio católico de San Idelfonso, dirigido por el padre Salía, conocido educador. Allí nació su vocación sacerdotal.

Demostró extraordinaria in teligencia, lucidez, habilidades y destrezas, destacando en sus estudios y obteniendo las más altas calificaciones. A pesar de ello, en aquella socie- dad virreinal que le tocó vivir, tuvo que superar la marginación y los sinsabores debido a su ilegitimidad y a su raza.

En su juventud empezó su afición por la literatura, la teología y los idiomas, estudiando latín, inglés, italiano y francés. Todo ello le ayudó a triunfar en su vida futura. Hizo la traducción en verso de los “Salmos de David”, tarea nada fácil y debido a su espíritu místico acrecentó su deseo de ser sacerdote lo cual le fue negado.

“Demostró extraordinaria inteligencia, lucidez, habilidades y destrezas, ……pesar de la marginación y los sinsabores que sufrió en la sociedad virreinal”

Por esa razón se dedicó a estudiar matemáticas, teología y literatura y desde joven es cribió artículos sobre diversas materias en “El Mercurio Peruano” con el seudónimo de “Joseph Evaristrato Saudel”. Allí conoció a Hipólito Unanue, quien le brindó mucho afecto.

Su mayor atracción fue la medicina, pero lamentablemente las puertas de la universidad se le cerraron debido al color de su piel por lo que tuvo que conformarse con el título de “Cirujano Latino,” obtenido en 1788, a los 21 años de edad; actividad que ejerció con destreza y prestancia.

Su deseo de avanzar en la ciencia médica lo llevó a es- tudiar medicina, de manera informal, bajo el auspicio de Hipólito Unanue y acudió al Hospital San Andrés, el más prestigioso de la época, para solicitar al médico Juan de la Roca, autorización para asistir a dicho nosocomio a fin de mejorar sus conocimientos. En su diario quehacer demostró su talento y buen desempeño en la clínica e incrementó su prestigio profesional lo que le valió para que “El Cabildo de la Ciudad de los Reyes” recomendara, a través del Protomedicato de Hipólito Unanue una “Dispensa” que le permitiera ingresar al Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando. Esto se concretó a través de la expedición de la “Real Cédula” firmada por el Rey Carlos IV de España el año 1806. De esa manera convalidó su grado de Bachiller en Medicina y recibió el título de médico-cirujano y más tarde, un Doctorado que obtuvo con grandes honores. Para entonces, su prestigio y su fama se habían acrecentado, y aumentado su clientela en la alta sociedad limeña. El Dr. Valdés era “el médico demoda, el más solicitado y fa moso de la época”

Su labor docente se inició en 1811, como “Examinador de Cirugía y Catedrático de Clínica Externa”, demostrando su espíritu científico y didáctico, llegando a ser director del “Colegio de Medicina y Cirugía de la Independencia”, denominación del anterior “Real Colegio de San Fernando”, antecesora de la Facultad de Medicina de San Fernando de la Universidad de San Marcos, fundada más tarde por Cayetano Heredia. Además, “Presidente del Tribunal del Protomedicato” en 1833, cargo que ejerció hasta su muerte.

Valdés recibió muchas distinciones honoríficas y fue incorporado a la “Real Aca demia Médica Española” en Madrid, tal como Hipólito Unanue. Fueron los únicos peruanos pertenecientes a esa prestigiosa institución en la historia de la medicina peruana. Posteriormente ingresó a “la Sociedad Patriótica de Lima”.

Fue crítico del sistema vi rreinal, respaldó la causa libertaria, forjador de la república y firmante del Acta de la Independencia. Incursionó en política llegando a ser Diputado por la provincia de Lima en el Congreso de la República en tres oportunidades.

Escribió Odas dedicadas: “Al Cabildo o Ayuntamien to de Lima”, “Al Libertador San Martín”, “A Lima libre y triunfante” y “A Simón Bolívar”.

Valdés, el sabio afrodescendiente, fue célibe, humanista y notable médico en la época de transición republicana, supo vencer los avatares de su vida y la segregación.

Luego de tanta lucha, Valdés escaló a los más altos puestos de la medicina debido a su ta lento y dedicación a todas sus tareas e hizo de su existencia una práctica rigurosa de vida conventual al servicio de los demás, luchando por el reconocimiento e inclusión de segmentos sociales excluidos, combinando la ciencia con el misticismo y la pasión por las letras y la poesía.

Por esas razones amerita el cabal reconocimiento a su persona. Honor y gloria al “curador de cuerpos y almas” que se enfrentó a la sociedad colonial y prestó a la patria eminentes servicios, engrandeciendo el nombre de la nación peruana.

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