+letras Revista independiente
Nยบ7
revistamasletras.tumblr.com
Esto no es una nota editorial Es un abrazo comunal a todos vosotros, pues de una manera u otra, apoyáis y seguís haciendo que estas páginas cobren vida cada número. +Letras fue concebida como una necesidad, una necesidad compartida por todos los que la conformamos de transmitir y compartir aquello que de cualquier otra forma no podríamos hacerlo. Gracias a vosotros, y gracias a todos aquellos que aguantan nuestras frikeces y rarezas, las cuales nos arrastran y absorben antes de cada creación o publicación, sea en una revista o una servilleta mohosa. En fin, que eso, número nuevo, algo solo posible gracias a vosotros. Y si no nos volvemos a ver dentro de otros 7 números al menos que sea en el próximo. - Equipo +Letras
Prosa
Laura Fjäder .... 4
Poesía
Judith R.M .... 27 Pilar Prendes .... 39 Romina Espinosa .... 42 Laura Lobeiras .... 46 Ignacio Castellanos .... 48 Cristina Escriche .... 52
revistamasletras.tumblr.com
Ilustración
Ignacio Castellanos .... 5 Mauro Hernández .... 8
Relato
Franco Misaél .... 10 Elena G. Reyes .... 21 Pilar Prendes .... 25
De Mundo Roquita por Laura Fjäder
*
Cuénteme. Cuál es ese continuum en su vida del que quería hablarme? - Lo que en un principio mis amantes admiran de mí después lo sienten como amenaza. *Admirar es un verbo peligroso. Se necesita una acreditación especial para manejarlo, para no convertirlo en un disparo. - Puede ser. He notado, aquí cerca del brazo, unos cuantos agujeros. Creí que era algo pasajero, pero se han hecho muy profundos. En unos días dejarán pasar la luz. Ve? * Interesante. Hace tiempo, este tipo de agujeros sólo te horadaban la carne si lo que habías leído alcanzaba un recodo a la izquierda junto al corazón. * Creo que la causa puede haber sido el vértigo que sentí al asomarme a cada uno de Sus Versos.
Aún recuerdo la entrada del túnel que conectaba cada noche nuestros dos extremos. - Qué ocurrió? * Se sintió abandonado y me hizo daño. El dolor fue inmenso. Y ahora, ahora sólo habla con polillas, mariposas nocturnas que le cubren de polvo. - Y usted? * Yo me he guardado la sonrisa, la suya, la de antes del odio. Pero ya no importa, verdad? Supongo que desapareceré en cuanto estos agujeros atraviesen del todo mi cuerpo. - No estoy seguro. Puede ocurrir que los huecos únicamente dejen pasar la luz y el aire y la hagan más ligera. Debemos esperar. * Esperar? - Esperar.
4
Algo me estaba pasando por Alba Molera Romero
A
lgo me estaba pasando. No sólo he cambiado. Estaba cambiando. Es como una catarsis positiva , diferente y extraña. Como cuando ves a uno de esos animales exóticos en las tiendas, lo miras en su vitrina , pensando que te va a atacar aunque el cristal protector se lo impide, pero tú igualmente lo observas, te asustas e incluso fantaseas con esa idea de cazar o ser cazado.
No fue hasta una cena con amigos y algunos desconocidos, cuando me di cuenta de que esa sensación, era sin duda algo nuevo para mi, algo de lo que no podía escapar, una masa oscura que se manifestaba de una forma no controlada.
En aquella cena había flores amarillas, había comida, había tráfico, móviles y conversaciones sobre el viaje a París que estaban preparando unos amigos, al caer la noche, me fui directa al Me empezaba a sentir extraña, ¿les ocurría a to- baño, al salir, me quité los zapatos, fui caminandos? ¿era el clima? ¿tenía exceso de trabajo? do descalza hasta llegar a la entrada, como una serpiente que se arrastra por el desierto, de alguna No era una nostalgia contralada o una extraña manera mimetizándome. añoranza para volver al tiempo libre, era una sensación interna, algo que casi quemaba, denso Fue allí donde conocí a M. y fluido.
5
M, era un hombre mucho más mayor que yo , nos quedamos mirando un acuario que tenían en la entrada, estaba callado, estaba respirando, pensé en marcharme, pero entoncés él dijo: “eres muy joven y bonita”. Nunca me han gustado los piropos, quizás porque pienso que siempre tienden a conseguir algún beneficio. Lo único que pude decir fue: si, parezco muy joven, me lo dicen con frecuencia.
boca al menos. Fuimos ojos, fuimos respiración. Fui algo nuevo. ¿lo fui realmente? Aquel encuentro me había hecho entender que el amor y el sexo, el deseo y la pasión son cosas muy diferentes, parecidas en momentos pero nunca iguales, como el agua y el martini, se parecen, pero saben y tienen consecuencias a años luz de distancia.
Con el paso de los días, olvidé a M, olvidé dónY entonces le sonreí, este gesto se está volviendo de me dijo que trabajaba, dónde hizo el máster y recurrente en mi, se ha vuelto mi manera de ser, hasta su contacto. no fue una sonrisa sincera, pero si afectuosa. Pero aún recuerdo sus palabras: aún recuerdo ese El resto de la noche, M, estuvo comingo, me con- “eres muy joven y bonita”. taba detalles absurdos, yo no prestaba atención, o si lo hacía era parcialmente.Me gustaban sus Aún hoy, casi un mes despúes lo recuerdo, y temo, manos , eran fuertes y me gustaba su risa, me gus- que la dulce y extraña sensación vuelva a cazarme taba su respiración y me gustaba la sensación de de nuevo. cariño que me proporcionaba. Al llegar a casa, esa madrugada me fui a la cama, estaba, no embriagada por el vino, sino por aquella densa sensación, ahora demasiado pesada para ejercer control sobre mis párpados. Al despertarme lo recordé todo, entre las sábanas blancas estaba el recuerdo, la reprimenda a mi misma por dejarme llevar por la densa sensación; como el flash de aquellas fotos vintage, recordé como M me hizo el amor, pero mientras lo hacía él no dejaba de decir cosas absurdas sobre el romance, cosas que yo no necesitaba oír, no de su
6
7
El silencio de Alicia por Ignacio Castellanos
8
Lazos invisibles por Ignacio Castellanos 9
R1
por Mauro HernĂĄndez Ă“leo sobre lienzo, 30x40cm. 10
El Escape de Uldher por Franco Misaél Sanchez Díaz
E
n el remoto sur del antiguo continente de Lauressia, florecieron decenas de reinos e imperios sanguinarios y crueles como los mismos demonios caídos de las estrellas en tiempos remotos, ciudadelas de ladrillos hechos de lodo amasado con sangre se elevaban violando la negrura de cielos siempre oscuros con las volutas
mefíticas de centenas de cadáveres ardiendo día y noche.. Ése es el continente de Thyr, la tierra de las emperatrices Asyndane Thyranias, cuyo yugo y sadismo irritaron al resto de ilustres emperatrices del continente norte de Lauressia, es decir, el continente de Enmyr, la tierra de la magia y el arte. 12
No había poesía en Thyrania, salvo la del dolor, crueles señoras de todo rango se depredaban entre sí como solitarias dentro de una botella buscando arrebatarle a las demás, los tan escasos y valiosos recursos que podían amasar.
hablaba oscuramente en algunos códices y grabados antiguos de aquella confrontación entre las Asyndane y aquella desconocida raza; cualquiera que fuese la apariencia de éstos seres, aquello se habría perdido tras el paso de los siglos.
El terreno era duro, la crianza de ganado y la agricultura estaba negada a aquel suelo estéril que solo sabía engendrar terrones duros de tierra seca y algunas hierbas hirsutas y esporádicas. Grandes espacios deserticos separaban a una ciudadela de otra por varios días de viaje, habiendo de todo desde las meras villas semi nómadas hasta grandes megalópolis elevadas a punta de látigo por esclavos de todas las nacionalidades.
Pero fuese cual fuese ésta, su recuerdo tétrico y maligno había calado hondo en el inconciente de aquella ciudad, nadie hablaba de aquello y cualquier mención del asunto era rápidamente silenciada.
Todos eran bienvenidos en Uldher, todos podían entrar, aunque raramente alguien lograba salid, la ciudad completa era rodeada por un muro circular que sellaba Uldher del exterior, troneras Y Uldher de entre todas era una joya negra y res- espantosas y oscuras daban la bienvenida a los plandeciente de aquella corona sangrienta. viajeros, peregrinos y mercaderes que viajaban de lejos hasta aquel lugar a vender sus modestas orUna megalópolis construída hacía siglos atrás febrerías para sobrevivir. para recibir a las emperatrices Átropos y Meydn. Su diseño era una pesadilla en sí misma, contan- Y otra gran razón para ir era que en los alrededodo con grandes galerías subterráneas donde todos res de aquella ciudadela, un brote terrible de una ignoraban lo que ocurría. Si bien, muchos sospe- enfermedad mortál había comenzado a mermar a chaban algo respecto a las trampillas que, como los sirvientes mannenskyns de las señoras asynpuestas al descuído, regaban la superficie pesa- dane. dillesca de aquella ciudad maldita horadándola como un hormiguero sellado y tenebroso. Y de todos los lugares en Uldher, los mejores para ubicarse siendo ladrón, asesino, carnicero, pros~ II ~ tituta o mercader, eran los alrededores del Ringenkol, un enorme coliseo donde esclavos, guerreSe cuenta que Uldher habría sido un bastión ga- ros, bestias y condenados a muerte eran forzados nado a una extraña raza de seres que habitaron a luchar en gestas sangrientas y crueles para el continente cuando Burdigaard, el conquista- diversión de la chusma que asistía a los oficios dor llegado de las estrellas junto a Mizarión en religiosos de las deidades oscuras thyranias que los primeros días aún imperaba aquella zona. Se patronaban aquella ciudad. 13
Aunque había hambre en Thyrania, en Uldher siempre había suficiente para las señoras y para quien pudiese pagarselo, así como todo tipo de licores, hierbas para fumar o mascar y todo tipo de distracciones, jóvenes esclavos mannenskyn y asyndane que movían jóvenes cuerpos torneados al son hipnótico de cítaras y tambores, teatros burdos donde se escenificaban farsas simplonas que parodiaban las costumbres enmyrias y mil y un modos de perder dinero, dignidad y vida. Una capital del pecado absoluta. Y en honor a las deidades de Uldher, tan pródigas y benéficas con sus subditos, era que en los sótanos del Ringenkold se les extraía la sangre a aquellos que fueran a guerrear en las justas venideras, aquella sangre era aprovechada por las sacerdotizas de Neyden, la Matri Regina del panteón teológico aquella ciudad. Las brujerías e invocaciones de aquellas hechiceras servían a propósitos oscuros, pero todos concordaban que aquella sangría era necesaria para calmar la sed de la diosa y su prole, y que ésta en gratitud, prodigaba alimento y refugio a los fieles.
~ IV ~ Los gritos de histeria y éxtasis religioso no eran extraños en las calles circundantes al Ringenkold, no durante las festividades religiosas a Elgeblius, el Dios Rojo que imperaba el sol. Los sacerdotes que recién iban a ordenarse solían autolesionarse para derramar su sangre sobre el ídolo rojo del dios, aquella celebración era una de las menores en importancia ante las asyndanes thyranias, ya que se le permitía a todos, mannenskyns y demás extranjeros, ser partícipes e incluso ordenarse sacerdotes. El culto a Elgeblius era sangriento y cruél, tales ritos habían sido instaurados por las emperatrices Meydn y Átropos en siglos posteriores a manera de convocar más victimas autolesivas a unirse a sus sangrientos aquelarres, por ésto era que se permitía a todos el unirse a las festividades.
Y de aquellos sangrientos ritos y sus extrañas ceremonias era de donde tan insana música era arrancada. Dementes intoxicados se revolcaban en suelos lodosos donde excrementos, sangre y Cierto que también se exigía del vasallaje Uldhe- entrañas animales se mezclaban en un pestilente riano que entregasen a los viejos, a los enfermos miasma tóxico invocando al Dios con cantos de y a los moribundos al cuidado perpetuo de las sa- insanía. cerdotizas que los llevaban al gran palacio Amatista que coronaba Uldher. Una ley que desperta- Los cielos se oscurecían aquellos días tétricos a ba muchas sospechas, pero la gente thyrania que causa de las gruesas volutas de humo donde, la había sufrido mucho sólo estaba interesada en grasa de miles de momias y muertos frescos se agendarse un pan y un pedazo de carne así como mezclaban con el fragante y pesado tufo de inun techo así que obviaban el hecho de que jamás ciensos rituales. volverían a ver a sus parientes.
14
Sacerdotizas enfundadas en negras levitas encapuchadas recorrían, ágiles cual gacelas y solícitas como seraficas ninfas, recogían la sangre de los sacrificados en cuencos de oro que, tras llenarse eran ofrecidos en honor al rojo dios del sol. La amputación del pene de los futuros sacerdotes elgeblios mannenskyn era rigurosa, sólo un castratio podía servir en el palacio oscuro sin verse hechizado por los placeres vedados a la estirpe monacál.
Ha llegado desde el oeste huyendo de otra ciudadela tras haberse agenciado un trozo viejo de manuscrito donde se narraba el negro secreto de la ciudad de Uldher, aquél que contenía una escritura tan antigua que pocos, a excepción de las altas asyndanes podían comprender.
Y, pese a que Tyvalia había sido una noble asyndane hasta ser negada por su familia gracias s su vida violenta y haber contado con una erudición envidiable, no eran sus conocimientos los que le habían guiado hasta ahí y ayudado a comprender Los convocados seminaristas pasaban en fila ha- el negro secreto de Uldher. Era que Tyvalia de cia el altar que presidía el ídolo de Elgeblius, to- Heren también tenía un secreto muy oscuro dendos uniformados con togas rojas circundando sus tro de sí. cuerpos tan diferentes del de las asyndanes, todos armados con un puñal aureo listo para el corte La asyndane había dejado que el alegre mundo rituál. del latrocinio guiara el desbocado corcél que era su vida desde que tuvo la idea de probar su primer Y uno por uno, tras ser drogados con vapores y eli- trago de alcohol y decidiese comenzar a seducir a xires místicos y desconocidos, subían ante aquél sus sirvientes, al principio con lisonjas, despues dios sanguinario, levantaban sus manos armadas con dinero y al final con amenazas. No se arrey, de un solo tajo fino y certero, se unían de una pentía de haber perdido su impresionante fortuvez y para siempre a la estirpe de los Sacerdotes na debido a sus vicios, antes lo agradecía ya que, Elgeblios. desde el anonimato habia podido multiplicar sus fechorías y maldades. ~ III ~ Disfrutaba de robar, de hurtar y de la vida fácil, Y es entre todo el gentío desquiciado, corrupto y de las mozas jóvenes y fáciles, del vino fuerte y de degenerado de almas perdidas que una asyndane las hierbas de oriente, siempre cargaba suficiente camina con calma contemplando aquellos ritos dinero para poder huír o perderse en algún burdel sangrientos sin inmutarse, es una bribona que hasta que cualquier escandalo armado por ella se ha visto mucho mundo y demasiada sangre en su acallase, o por lo menos hasta que urdía cómo esvida, su nombre: Tyvalia de Heren. capar del meollo hecho.
15
Su persona estaba exhiliada terminantemente del continente Enmyrio donde era una forajida odiada y peligrosa, por tanto, Tyvalia solía merodear las ciudadelas de Magonía y Thyrania guardandose de no pisar Enmyria salvo que no le quedase otra, repudiaba a las enmyrias.
castaño oscuro, ojos violeta intenso y piel apenas bronceada por el sol la hacían una más entre la inmensa mole de gente en aquél mercado infame. Sombrero de ala ancha negro y capa en azúl oscuro le daban una apariencia más sombría y amenazante aunque, en Thyrania aquella facha apenas pasaba entre los mil extravagantes estilos que los diversos matones thyranios ofrecían.
En Magonía era tenida por persona poco confiable aunque tolerable, y era que solía hurtar secretos mágicos y arquitectónicos de Thyrania para Había llegado apenas unas horas atrás en una cavenderlos en Magonía. ravana de Hygures del desierto, carnavaleros itinerantes que acudían a Uldher dos veces al año, De algo había que vivir, y ser una ladrona a suel- durante el Elgeblius y la Neydenia, las fechas medo era su trabajo de ensueño. Que le pagasen por nor y mayor de la ciudad. hacer lo que le gustaba era más de lo que cualquier asyndane, noble o plebeya pudiese soñar. Se había informado de cuanto podía con los carnavaleros aunque por desgracia, los incultos cóEra su propia jefa y no daba explicaciones a na- micos sólo sabían lo común que sabía el grueso de die, si juzgaba que el secreto obtenido sobrepasa- los itinerantes viajeros, ahondar en los misterios ba en algo a los beneficios obtenidos, no dudaba de Uldher causaba que la ciudad y éstos devorasen en guardarse su hallazgo llegando a estafar a mu- al viajero demasiado curioso. chas asyndane magónicas que veían sus sueños de diseños motrices de artilugios mágicos a base de Supo que las sacerdotizas eran mudas a todos los vapor y demás fuerzas experimentales truncados presentes y sordas a todo sonido que no fuesen los por la ambición de la hábil bribona Tyvalia de juramentos, berridos y canciones demenciales de Heren. los feligreses y sacerdotes. Doblaba, cuadriplicaba el precio de sus mercan- Ésto complicaba un tanto sus aspiraciones ya que cías. había ido a buscar a una sacerdotiza en concreto que debía ser su conexión en aquella ciudad, Docenas de veces, hasta que le llegaban al precio, Tyvalia frunció el ceño avanzando entre la multiy aún así, entre los ladrones asyndanes y man- tud, tras sopesar todos sus posibles esfuerzos, optó nenskyns, la leyenda de Tyvalia decía que tenía por pedir consejo de aquello que la había guiado guardados tesoros invaluables en algún escondite hasta aquella ciudad demente e infernal. bien seguro. Pocos la conocían de vista, cabellos
16
Tras meterse en un callejón solitario, descubrió su brazo, sus ropas eran unos pantalones negros, botas de viajes y un blusón blanco con un peto de cuero así como un guante de seda negro que se quitó, la asyndane se abrió la manga recogiendola hasta que su brazo derecho quedó descubierto.
barme algo, a mí. - la “voz” mental del ser mostró un ligero cambio, más amenazante pero igual de helada. - entraste a mi templo y tomaste mis pergaminos, albricias, asyndane, pude tomar tu pequeña, frágil y descarriada existencia, pero, al ver que estabas tan interesada por mis asuntos decidí que me ayudaras a solucionarlos. Tu paga es la La piel blanca de la asyndane estaba cubierta de vida que recibes y la sabiduría que de ésta cruzada negros simbolos arcaicos, regalo de su ultima mi- obtengas. Date por bien pagada. sión fallida en el desierto gris del oeste. Nombres y simbolos antiguos surcaban el brazo torneado A Tyvalia aquella respuesta no le gustó nada, ella por suaves músculos de Tyvalia. odiaba aquel servilismo al que aquél oscuro ser la tenía sometida, pero no había más que decir, ~ Estoy en Uldher... - murmuró. desde que tomó el pergamino antiguo en la desconocida cripta del desierto del sur, obtuvo su título Los tatuajes comenzaron a brillar y las letras gi- de sirviente así como sus tatuajes cambiantes y su raron conformando un nombre que, al formarse quehacer tenebroso y desconocido. cambió de negro a azul brillante proyectano una hórrida figura fantasmal negra y encapuchada. ~ ¿Cómo contacto con la sacerdotiza que busco? preguntó. ~ Haz cumplido hasta ahora, asyndane pagana... - resonó un murmullo bajo, profundo y que hacía ~ Aquellos que son destinados a Anathema por pensar en la frialdad de las criptas en la mente de Ringenkold una neydenia les extrae la sangre, el la asyndane. - Pero aún estas muy lejos del obje- fluido de Gladiator es atesorado por brujos, asyntivo final. danes altas y sacerdotizas. - respondió el dueño de las sombras. ~ Me estoy cansando de trabajar para alguien que no me paga... - dijo un poco inclinada, pese a su Tyvalia palideció. altanería natural, era obvio que aquella sombra ejercía cierto temor en ella. además aún no me ~ ¿Debo armar un jaleo enorme que me lleve a la has mostrado tu rostro... mazmorra y ser condenada a pelear a muerte tras ser sangrada para que usen mi sangre en bruje~ Ninguna apariencia es la mía... Salvo la de la rias? insanía. - murmuró en respuesta mental el ente. - soy el dueño de las sombras y tú intentaste ro- ~ Tú lo haz dicho.
17
Tyvalia sintió que el alma se le iba del cuerpo ante la petición de su extraño patrón.
Y ahí se dirigió Tyvalia, quería cerciorarse primero de que no le quedase otra opción, aunque dicho pensamiento era únicamente para ocultar ~ No temas, asyndane, tu pericia te ayudará, así el hecho de estar posponiendo lo que, sabía bien, podrás contactar con la sacerdotiza que nos pon- era inevitable. drá al tanto del sitio donde está lo que buscas . Mientras andaba entre los callejones reflexiona~ ¿Qué es lo que busco? ba en los eventos que la habían puesto en aquella situación. El costo de un error, por mínimo ~ Lo sabrás cuando lo encuentres. que éste fuera podía alcanzar cuotas exorbitántes. Tyvalia se juró que de salir de aquella jamás Tyvalia se encogió de hombros desesperanzada. volvería a caer en un error tan craso. Pero ya se ocuparía de ello. ~ Lo que tú digas... - dijo sin mucho ánimo. - tú eres el jefe. Maldijo el destino burlón que la había colocado en aquel sitio y en aquella servíl mansedumbre, ~ Yo soy... - le respondió el dueño de las sombras pero, si bien era cierto que estaba a merced de desapareciendo en una nube de humo oscuro y fuerzas ajenas a las suyas, también era cierto que denso mientras los tatuajes de Tyvalia se reaco- tenía en sí más astucia que asyndane alguna vista modaban a su anterior estado. hasta entonces. ~ IV ~
~ Saldré de ésta... Claro que sí... No he viajado ni vivido tanto para morir aquí sacrificada como Los pasillos estrechos de los callejones que des- oveja a un dios pagano que ni conozco... - pensaba cendían del Elgeblius estaban tapizados de lodo, apurando el paso. sangre, visceras y demás inmundicias. En aquellas marginales zonas tan escondidas, todo podía Llegó hasta una taberna donde entró buscando realizarse al aire libre. O no tan libre. un sitio solitario donde sentarse, quizá, alguna esclava de las que solían usar en aquellos tugurios El entorno era tétrico, opresivo, edificios rojizos podría informarle acerca de cómo poder meterse de ladrillo cocido elevaban sus negros esqueletos en las justas del Ringenkold. henchidos de ignominia, burdeles y demás antros llenaban las areas cercanas al Ringenkold que ~ Saludos, viajera. ¿Qué tomarás? - le preguntó era donde se hacía más vida social que en el esce- una de las esclavas taberneras del lugar recibiennario de los rituales elgeblios. dola con la natural amabilidad thyrania. - te ad-
18
vierto bien que esperamos un pago por cada servicio recibido, o que te pongas en orden con tus antepasados si piensas aprovecharte de ésta hosteria.
rán al cuarto de Gladiators Anathema Voluntas. Los sacrificios voluntarios.
Tyvalia echó una mirada a la esclava, habitual vestimenta de tocado y ligeras prendas de seda roída pero de buena manufactura en púrpura y rojo, obviamente de sugerente estilo sudoriental que mostraba la morena piel broncínea de aquella turgente mujer, de rostro duro, una larga cicatriz le surcaba la mejilla derecha hasta la barbilla, pero éste defecto, lejos de afearla en algo, le daba un recio aspecto aún más duro y seductor.
~ Así de fácil, ¿Ahí le extráen la sangre las deydenias a los gladiators?
~ Tengo lo suficiente para una cena, una copa y alguna información... Descuide, no pondré en peligro la honorabilidad de su establecimiento preguntando nada estúpido, sé que el Uldher no gustan de los curiosos. Sólo una cosa... ¿Cómo puedo unirme a las justas del Ringenkold?
Tyvalia asintió.
~ No, los Anathemas son intocables, ya que se inmolan por voluntad, su sangre es aún más preciosa para el Dios Elgeblius y la Señora Neydn. Sólo los que son acusados de algun desmán o encontrados herejes son sangrados como animales ya que su sangre es despreciable a los dioses, no así para los brujos y espíritus bajos. La ladrona soltó un juramento mentalmente, como preveía, no podía hacerlo de otro modo. Una sonrida ensanchada y brillante iluminó su rostro.
~ Y... Dime, cariño, - dijo sacando una resplandeciente moneda de oro. - ¿Con ésto pagaría por La mujer, que se había sentado junto a ella en su una hora a solas contigo? Para agradecerte por tu mesa para acompañarla mientras cenaba y bebía amable información... - dijo Tyvalia alzandose el levantó la vista clavando sus ojos color avellana sombrero mostrando su rostro a la tabernera. en Tyvalia. La asyndane le sonrió con coquetería a la ladro~ Es cierto que hay algunos osados guerreros y na. asesinas de toda Lauressia que vienen aquí a probarse algo a sí mismos en el círculo de la muerte, ~ Apenas... - le susurró al oído tomandola de la pero en verdad que no he sabido de ninguno que mano y guiandola a los aposentos superiores priabandone éstas tierras, no con fortuna o victorio- vados. so por lo menos. - le contaría. - pero si en verdad deseas entrar sólo tienes que ir hacia el Ringen y buscar a algun capitán de guardia. Ellos te lleva-
19
~V~
y guardado por las hijas de la diosa patrona de Uldher.
La tabernera la introdujo en sus aposentos y de buena gana hubiese aprovechado su situación te- Neydn, meraria e inusuál sino necesitase de una aliada Tyvalia sabía poco de deidades thyranias y de en aquél lugar. todas, la oscura madre sangrienta y maligna era una de las diosas más ignotas. La ladrona había pagado bien por dos placenteras horas de descanso en los aposentos superiores, Sus ritos eran conducidos en amplios salones y lechos maculados apenas perfumados por potentes templetes que se internaban en las antiguas caverinciensos despedían los humores habituales de los nas para oficiar ritos en honor a la diosa en el inprostíbulos, perfume tan exótico y que enloquecía terior de la tierra, el culto de Neydn contemplaba a la aventurera ladrona. Y entre lisonjas y prome- aquello como fecundación y todo, hasta la misma sas Tyvalia de Heren logró enterarse de un poco muerte poseía una connotación de permanencia. más de los negros misterios que rodeaban Uldher. Se honraba una forma de unión fraterna estrecha Al ritmo de monótonos tambores lejanos que donde todas las neydenias eran una sola existenacompasaban las sangrientas ceremonias a Elge- cia y su individualidad era meramente ilusoria. blius, la asyndane se enteró de que las neydenias Al menos, éso era lo que se pensaba. eran mucho más que otra orden monacál más de las idólatras tierras thyranias. Su orden era an- Las sacerdotizas eran elegidas por las Magisterys tiquisima y habían estado dirigiendo los ritos sa- de la Orden Superior, las novicias eran separadas cros y profanos de Uldher desde antes de que la de sus hogares, ocupaciones o cautiverios e inteciudad existiese como tal. gradas al grueso de la orden en alguno de los muchos monasterios subterraneos. Según supo Tyvalia, las primeras asyndane en llegar a aquellas tierras desde la norteña Enmyria La mente y cuerpo de las celebrantes era moldeachocaron contra hustes monstruosas de engendros do ahí, en la penumbra infinita del abismo en que habitaban aquellos solitarios paramos hora- ritos que nadie fuera del culto podía jactarse de dados de abismos negros. conocer. Poco menos que una colonia de insectos cavadores de rasgos espantosos, según solía susurrarse en voz baja; cualquiera que fuese la maldita estirpe que parasitara aquellos terrenos pedregosos y áridos, su recuerdo había sido borrado meticulosamente
Se decía que el culto perpetuaba la fertilidad y bonanza de Uldher, aunque Tyvalia se cuestionó a qué tipo de fertilidad se referirían con eso ya que todo en Uldher era árido, bronco, claramente infértil.
20
Pero siempre había comida para quien podía costearselo a diferencia de otras ciudadelas rocosas que perecían por epidemias o hambruna. Tal era la razón por la que siempre había gente recién llegada a la ciudad, a diario, carreteros e individuos a pie o a caballo llegaban de los alrededores con alforjas y sueños. También era cierto que todos con el paso del tiempo irían desapareciendo en la ciudad, asesinados por alguno de los miles de perdonavidas que recorrían las torturadas callejuelas o bien secuestrados con fines desconocidos, bien metidos a fuerza en el Ringenkold o directamente sacrificados a su dios sangriento y solar. Tyvalia tras éso pagó el servicio de la moza retirandose envuelta en su capa, las estrellas brumosas y veladas titilaban ya en la negrura del cielo cuando la ladrona salió a la calle. ~ VII ~ Lo demás apenas era discernible, intercambió insultos con algún guardia haciendo gala de su nata habilidad de irritar a cualquiera terminó envolviendose en una escaramuza donde bien pronto se vio superada por refuerzos del guardian del orden y llevada en hombros inconciente directo hasta las mazmorras.
Miró sus brazos encadenados, le habían quitado todo a excepción de la ropa. ~ Asyndane... - dijo una voz cavernosa viniendo de la entrada de su celda. - tu temeridad y bravura te han premiado con el honor de batirte en el Ringenkold en honor a la diosa y el dios... Albricias... “Albricias” pensó Tyvalia, aquella palabra la había escuchado sólo en su tétrico patrón hasta entonces. Alzó la vista y vio a una figura envuelta en un sayal gris con un capuchón echado sobre la cabeza, la silueta era inequivocamente la de una ¿Asyndane? No... Tyvalia no estaba segura de los rasgos que la sacerdotiza de Neydn poseía. Había algo de lozano y precioso en su semblante, pero a la vez también había algo oscuro y terrible, algo que la asyndane no podía asimilar con claridad, los ojos de la neydenia la inquietaban mucho. ~ Tu sangre... - dijo clavandole a la asyndane una lanceta en la vena del brazo. - Es la moneda de la información que buscas asyndane... - dijo acercándose hacia ella. - en los pisos inferiores hay una sala donde está el papiro que tu señor quiere. Tómalo y lárgate...
Cuando la asyndane Tyvalia de Heren, ladrona por oficio y cazadora de tesoros por maldición in~ Muy bien... - intentó concentrarse en la presen- fernal llegó a Uldher, sabía que tendría problecia obscura que la había guiado hasta ahí. - Estoy mas con éste encargo. Una de las ciudades thyradentro... ¿Dónde está tu emisaria interna? - pre- nias más temibles y de peor reputación no podía guntó mentalmente. guardarle un buen destino.
21
Abrió los ojos cuanto pudo tratando de escudriñar la oscuridad que la rodeaba, la cabeza le giraba y una migraña imponente iba ganando terreno a la confusión. Soltó una maldición, no sentía los brazos ni las piernas y el cuerpo entero le dolía. ¿Qué había ocurrido? Bendito sea el alcohol, la asyndane recordaba sólo flashazos luminosos, voces, risas, gritos y juramentos lejanos. Hasta que, abriendo poco a poco los ojos, recordó lo que había hecho la víspera.
22
Un café en blanco y negro por Elena G. Reyes
-U
n café con leche, por favor - Le dijo Sofía a Guido, el chico que se encontraba tras la vitrina de dulces, magdalenas, tartas y pasteles.
entre el teatro y la cafetería. La lluvia golpeaba violentamente la acera sin ningún otro fin que el de crear charcos. Y la gente, confundida, andaba apresuradamente calle arriba calle abajo si es que no la convertían en una pista de atletismo para evitar empaparse; sin preocuparse, algunos, Guido sonrió muy amablemente y le preguntó que de lo ridículos que estaban poniendo sus chaquecómo sabía que era español, ya que se había diri- tas sobre la cabeza y, en muchos casos, corriendo gido a él directamente en español. con las piernas torcidas. El espectáculo contrastaba bastante con aquél que ocuparía la visión de - Vengo a la cafetería muchas veces y nos es la Sofía en apenas quince minutos: Sueño de una primera vez que te veo; lo hago siempre que hay noche de verano. obra en El Globe. Dejó la taza sobre la mesa en la que se encontraba De nuevo, los dos se sonrieron mutuamente y ella y la interrumpió una voz: recogió su café al final de la barra. Se sentó en una mesa que quedaba frente al cristal y se dedi- - ¿No piensas terminártelo? có a contemplar la procesión de gente que pasaba
23
- Me encantaría, pero si me no me apuro llegaré tarde al teatro.
Terminó la actuación y salió del teatro. Para su sorpresa, la cafetería aún estaba cerrando pues también ofrecían cenas. Guido se encontraba ba- No te preocupes, déjamela. – Guido apoyó en la rriendo la entrada del local y no dudó en mirar pared el cepillo que tenía entre sus manos, alcan- por si la chica salía entre la multitud. Así fue. zó uno de los vasos de papel que se encontraban Sus miradas se encontraron y, acto seguido, se apilados frente al mostrador y vertió el líquido de despidieron con una delicada sonrisa. la taza sobre él. – Ya puedes terminártelo-. Al llegar a casa, olvidó por completo la obra. TamSonrió de nuevo clavando sus intensos ojos ma- poco le atrajo mucho desde el primer momento. Se rrones sobre los suyos que, también, destacaban de trataba de una adaptación demasiado moderna – manera sobrenatural entre los de los demás. para su gusto- que mezclaba la lengua de la época de Shakespeare (Early Modern English como – Por cierto, antes de que te vayas, me gustaría de- había escuchado en algún momento llamarla a su cirte que soy fotógrafo y me encantaría capturar profesor de literatura renacentista de la univeresa mirada embaucadora que tienes, si me dejas-. sidad) con elementos de la actualidad entre los que cabía destacar coreografías de Beyoncé. Tras Tras decirle esto, le dio una tarjeta que contenía desvestirse y prepararse el café se apresuró a tiun paisaje en blanco y negro. – Ya me dirás- Y rarse sobre el cubrecama morado y a investigar en recuperó su cepillo y dejó a Sofía, que corrió para su portátil sobre aquel joven. Tecleó la dirección no llegar tarde a la obra. web que aparecía en la tarjeta y allí estaba. Encontró un portfolio repleto de caras de chicas más La nueva sala del teatro, Wanamaker, estaba bien jóvenes en blanco y negro. Con más ropa, con decorada de forma austera dejando a la vista del menos ropa, más serias o más sonrientes; el elenco público sólo una tela negra que caía de la planta de mujeres que pasaba frente a sus ojos resultaba del balcón de los músicos. La luz se volvió más abrumador. Decidió escribirle un correo electrótenue, las arañas de candelabros tomaron prota- nico muy educadamente. gonismo y la música renacentista envolvió toda la atmósfera. Es lo único que Sofía recuerda de ‘Estimado Guido; aquél espectáculo, pues su mente estaba ocupada Me encantaría colaborar contigo para las fotos. por el joven de pelo rizado y ojos marrones que, Estoy disponible viernes y sábado por la tarde. minutos antes, le había facilitado su tarjeta de Un abrazo, contacto. Sofía’
24
La respuesta que recibió a los diez minutos fue inesperada. ‘Perfecto, Sofía. Nos vemos en la cafetería el viernes a las 7. Mi teléfono 07585665558. XX’
en la vida de Sofía. Sus labios se encontraron, notó la mano de Guido recorriendo su nuca y cuello. Aquello ya era el paraíso. Se separaron. - Vendré a verte otro día. Me invitarás a un café, ¿no?
El viernes a las siete, Guido estaba con su cámara colgada del cuello y aún con el uniforme negro - Claro. Buenas noches, Sofía. del trabajo. Intercambiaron algunas palabras de cortesía y se pusieron a trabajar en el parque más Una vez subió al autobús, se sentó en la planta cercano. de arriba en la primera fila para poder disfrutar de las oscuras calles de Londres aún iluminadas Los últimos rayos del sol aún besaban las hojas por los carteles de los restaurantes turcos y de code los árboles creando unas sombras preciosas so- mida rápida. Cogió su teléfono para revisar los bre la ropa de la chica, lo cual hizo que Guido se mensajes y una jarra de agua helada recorrió su sintiera bastante afortunado pues, como él diría columna. más adelante, aquellas fotos serían dignas de exhibición. La tarde, o más bien noche, discurrió de ‘Esta noche ha sido increíble. No he conocido a la forma más sensual; tanto que Sofía jamás hu- una chica con una mirada tan intensa como la biera imaginado. Sus miradas se cruzaban cons- tuya y que bese tan increíblemente bien. Pero no tantemente en milésimas de segundo antes de que nos podemos ver más, estoy con alguien. Te enviala máquina capturase las imágenes. En muchas ré las fotos. Lo siento. Guido xx’ ocasiones, los dos jóvenes permanecían mirándose durante mucho tiempo sin mencionar palabra Las luces de la ciudad se apagaron por completo. alguna. Sólo dejando que la electricidad y ener- Cerró los ojos y deseó que toda la tarde se borrase gía desprendida por sus ojos diera en el blanco de su mente. opuesto. Una noche tan sumamente mágica que ninguno de los dos podría haber descrito jamás. Al llegar a la parada del autobús y despedirse, Guido asió a la chica por la cintura y la apretó contra su cuerpo como nunca nadie la había agarrado antes. La cita supuso un antes y un después
25
26
Edad tardía por Pilar Prendes
H
oy he descubierto mi rostro en el espejo, no el de siempre, el de mentira, si no el otro, el que es real. no el que antepongo al verdadero para crearme una ilusión tonta y pasajera, sino el que es... he visto mi cara y aceptado que el tiempo ha pasado y que hay en él todo lo que tiene que haber para la edad que tengo, y detrás de ese reflejo he visto por un segundo al tuyo.
Busco el espejo de nuevo para verme y poder verte. Sonrío y vivo. La tortuga marina flota, no siente su peso, no siente sus arrugas. una tortuga de Tucumán era muy anciana pero no tenía arrugas porque siempre planchaba la lechuga antes de comérsela.
¿Por qué mi rostro me trajo al tuyo? quizá porque Te ríes y vivo. me gusta mirarme en ti, tú que eres sin edad, sin pasado. En una edad tardía, jugando a ser jóvenes en el corazón ¿las telarañas serán capaces de abandoMe coloco fuera de ti, solo un paso, para permitir- nar sus rincones? me estar en mí. Aquí solo está sentado un triste silencio. Me gusta el espejo, hay muchas direcciones ¿o son disecciones?
27
Te disecciono ¿o estoy mirando la agenda de ¡Cuidado! ¡¡¡¡¡No abras el grifo del agua caliente!!!!! direcciones? Empañas el espejo. Es difícil, lo dije antes de descubrir mi rostro en el espejo. Pero por difícil que sea, aquí estoy, volviendo a buscar el reflejo, esperándote sea cual sea la dirección. ¿o la disección?... Sonríes y vuelvo a vivir. Tú y yo, dos reflejos ... ¿Qué hilo invisible mantiene el tuyo unido al mío? Mi caparazón conmigo....tu rostro conmigo....mi espejo y yo.... - Señora ¿estaría interesada en comprarme un tiempo de futuro? La tierra, incluido el espejo, tembló. - ¿Acaso me está mirando a mí? - contesté También soy quien repite: los hilos invisibles ¿existen siempre y se hacen madeja con la misma vida para tricotarla de colores fríos y un día con azar y azahar volverlos encendidos? No puedo mayuscularte , sería dividirte, más grande, más pequeño… Quizá se encuentre la col donde se escondió garbancito y esté también allí el resto de las migas que no dejó por el camino. ¿Sigue el hilo reflejándose en nuestro espejo? e v o l
28
Bolsillos llenos, neveras vacías Por Judith R.M
Tanto tonto tanteándonos la vida... poniendo a prueba nuestra capacidad para vivir o sobrevivir. Tanto tonto llenándose los bolsillos mientras vacían los nuestros poco a poco y acaban con un país poco a
p o c o.
Y la esperanza que c a e. 29
Tanto chorizo comiendo chuletones entre pecho y espalda y nuestros hijos con el pecho vacío y las espaldas descubiertas. Tanto tonto tomándonos como a tontos, como parte de un sistema que poco tiene de ‘sis’ pero mucho de tema. Niños con una comida diaria, desahucios, la vuelta a casa (y para ellos Navidad), las preferentes y los presidentes, I.V.A, I.B.I, I.R.P.F T.A.E D.E.P 30
14 de abril Por Judith R.M “Quién me ha robado el mes de abril, cómo pudo sucederme a mí” Joaquín Sabina. Te buscaré en el aire más fresco y limpio, aquel que llene mis pulmones y sea capáz de saciar mis ganas de ser viento y volar. Te buscaré en el agua cristalina, aquella que calme mi sed cuando mis pies sientan que ya no caminan.
31
Te buscaré en los verdes prados y entre el cri cri de la margaritas de mi querido Lorca. Te buscaré en aquella roca en la que algún día alguien cinceló un sol para que tú dijeras “Aquí vendré a buscar claridad en mis días más apagados” Y apagabas la luz, y encendías la oscuridad. Te buscaré entre las flores de los cerezos como una gota de lluvia buscando asilo en sus estambres. Te buscaré en el rocío de cada mañana, entre las margaritas fucsias 32
que crecían bajo tu ventana y en el rítmico aleteo de las libélulas. Buscaré tu calor en el sol infinito y alzaré la vista al cielo sabiendo que te he encontrado. Así podrás devolver el fuego de la lluvia y bordar un collar con las cuentas de la esperanza.
33
Digestión Por Judith R.M Quizá es hora de vomitar los problemas, o de escribir, que al caso es lo mismo. Que si tengo Nilos en mi pecho es cosa mía, que los mares abundan en los poemas y, yo siempre fui de agarrarme a caudales. Me he cansado de mirarme al espejo y no ver más que una pobre chica con ojos de gata y cara de viuda, de respirar más por alguien que por mí, que a veces, es más sencillo quedarse tirada a ras del suelo 34
para no tener que levantarte más, que a veces, es más importante saber caer de pie de los árboles que aprender a subir a ellos, que a veces, la vida es eso que pasa mientras tú respiras, es eso que pasa mientras te masturbas pensando en la vecina, que ya no tengo suerte ni para que pienses en mí. Por cierto, llevo mis vaqueros favoritos y me he dado la vuelta en el espejo, he encontrado un billete de 20 euros en mi bolsillo trasero, y un bonito culo, qué suerte tengo. 35
(Sobre)Vivir Por Judith R.M Entendí hace mucho que, la vida te golpea por la espalda y sin anestesia en un mundo de sinestesia. Que puedes ser autómata de otro corazón y erudita de un cuerpo desnudo. Que respirar por obligación afecta a los ventrículos y que, a veces, puedes ahogarte en tus propios estanques mientras notas la falta de oxígeno de unos pulmones que, por momentos, parecen enfermos. 36
Que puedes dar vueltas y vueltas, como una peonza en manos de una niña de seis años, para acabar en el punto de partida. Y, que en las coordenadas más localizadas de mi paroxismo, puedo bailar con la locura mientras las noches se escapan amargas, como la bilis de un estómago a punto de sangrar. Con las uñas llenas de tierra quemé mis alas en el fuego de la desgana, le besé los pies a la muerte, y comencé a caminar. Comprendí que, la vida, es como la imagen de una mujer 37
sentada en su cama, de espaldas y con el cabello caĂdo sobre uno de sus hombros; tremendamente bella, terriblemente indiferente, y que, aunque te muevas despacio, como una mosca temiendo ser ingerida en un panal de miel, siempre habrĂĄ dos manos que, con un sĂłlo movimiento, te pueden salvar o aplastarte para siempre.
38
Grietas Por Judith R.M Observa, ¿Escuchas el eco de la comba mientras roza el suelo? Abre la ventana, que entre el aire y renueve este hedor, aquí huele a muerto y juraría que son todas esas niñas que juegan a tu comba, están muertas, como yo. Las he visto cantar al unísono y suplican ser enterradas, pero están dando vueltas, 39
buscan los pedazos esparcidos por el suelo, ilusas, pobres ilusas, piensan que se reconstruirรกn sin saber que hay pedazos que nunca serรกn encontrados, nunca podrรกn ser unificadas. Tarde, demasiado tarde para volar entre tus piernas.
40
Casi entera Por Pilar Prendes
Mi mano Recipiente sonrosado donde duerme una caricia, donde despierta una palabra. Mis dedos Entreactos. Acto primero Te seĂąalo, te indico. Acto segundo Voy por esa carretera que es tu espalda. 41
Mis uñas Plumas. Alas. Pájaros amarillos. Alumbran tu piel. Mis ojos Un sistema operativo. Sé tus claves, todas. Bloqueo. Bailan tu cuerpo. Mi pelo El mar, sus olas, su calma. En él te estás enredando. Sálvame de ser Medusa destronada.
42
Mis brazos Cucharas para alimentar de ternura a tu cuerpo. De postre besos. Mis pies Monjes. Obreros. Obedientes. Siempre de acuerdo. Aprendamos tu y yo de su simpleza.
43
Quisiera ser Por Romina Espinosa
Quisiera ser un pájaro Solamente volar Observar Respirar libremente Ver a la gente pasar Poner atención a los sonidos Sentir el aire acariciar mi plumaje Quisiera ser un pájaro Sentarme en el tronco de un árbol Contemplar Ver la vida avanzar Respirar los olores de la naturaleza… El verdor del pasto de mi hogar, el árbol que habito Sentirme protegida entre las vivas hojas verdes 44
Quisiera ser un pรกjaro Me miro y suspiro Me doy cuenta que soy mujer La vida sigue avanzando El reloj sigue con su tic tac sonando A seguir con la lucha Vamos, el Universo escucha
45
Deseos al amanecer Por Romina Espinosa
Desnuda, libre y fresca Así algún día quiero despertar Junto a ti Amor incognito Amor desconocido Amor aún no vivido Si existes, aquí te espero Entre pieles suaves Envuelta en la piel desnuda Envuelta en la calidez de mi ser Envuelta en lo que es mi esencia de mujer Te veo, si, te veo a ti y a mi Juntos envueltos en nuestra piel Tu cuerpo, rozando suavemente el mío 46
Tu cuerpo, abrazando mi alma entera Tu colonia me acaricia Tu mirada llena de amor rojo intenso Tu aroma natural me embriaga de vida eterna Ahora lo entiendo Eres un ser mágico Ahora lo veo Renaces en un nuevo ser Te espero aquí, en el borde de mi cama Sentada hasta el amanecer Mi querido amor desconocido Te espero aquí, con mis brazos abiertos Yo y las marcas de mi dolor Porque tus besos romperán con mis heridas Viviremos en unión el resto de nuestras vidas
47
Cuenta hasta 14 Por Laura Lobeiras
No derramaré más lágrimas de culpabilidad, no volveré a trataros mejor que a ella. NO. Ella siempre ha estado conmigo y morirá conmigo, al igual que vosotros, tiene necesidades y pasa por once estados de ánimo diferentes Per Day. En el primero, sufre porque no podrá cumplir el más grande de sus sueños En el segundo, sonríe porque sigue luchando a pesar de todo... en el tercero, llora porque no la ama quien quiere que la ame en el cuarto, salta porque sabe que algún día encontrará un amor más tibio en el quinto se angustia porque sabe que es solo casi perfecta en el sexto se abraza a sí misma porque es humana contra toda expectativa. el séptimo no es de vuestra incumbencia y solo existe en mis sueños, 48
y si no os parece bien, no sigáis leyendo. Nadie os obligó a poner los ojos sobre mis letras. el octavo es complicado. llora porque le da pereza escribir los ánimos que aún le faltan o quizá, no los entiende ni ella... y le da pudor admitirlo. Es sin embargo, el once el más ciego el más leve y sencillo de todos los estados.... el descanso eterno. Agarrada a mí a almohada, siempre habrá un doce que velé mi cuerpo, un trece que me atormente y un catorce que sea la zona cero, donde el frío y el calor se toman un café jugando a la ensaladilla rusa.
49
De cómo nació el mal en las vastas tierras del exilio Por Ignacio Castellanos
En aquellos días, los hombres, desterrados de buena parte del mundo, andaban siempre en campaña, cabalgando entre bosques y landas, siempre en guerra contra las fuerzas de la creciente sombra, suya era la responsabilidad, solo el hombre mediante sus acciones podía mantener el equilibrio, pues en caso contrario, el mundo regresaría al caos original. Cuando el hombre fue desterrado Hacia las verdes costas de occidente, La oscuridad tomó formas Más definidas y majestuosas. Las montañas orientales eran ahora Tierra corrupta bajo negro cielo, El abismo, un bastión inexpugnable 50
Y centro de poder largo tiempo incubado, Bajo voluntades más fuertes Que los ejércitos que la guardaban. Elfos caídos de corazón negro Y voluntad corrupta, Demonios de barro Y carne muerta, Trasgos encorvados Y dientes afilados, Todos unidos bajo un estandarte, Una única voluntad Sin rostro, pero presente En cada criatura surgida Del abismo y la niebla. Las señales eran claras, Y los corazones antes bravos, Se inclinaban ahora 51
Hacia la depravación, Pues bajo el negro cielo, En las entrañas de la fortaleza Que desde la bruma sostenía, La voz que creaba y daba forma A todo lo malo, tomó al fin Una forma definida, Alma inmortal de oscura voluntad, Inclinada a corromper Y torcer destinos. Los hombres aún desconocían Su nombre, pero los sabios Dejaron escrita, la inefable huella Del mal: <<La mayor prueba de poder Se encuentra en la codicia Y el anhelo de placer 52
En todo lo perecedero, Pues la sombra sin nombre, Atesora y no da, Crea y luego destruye, Incluso a sus propios vรกstagos>>
53
Lejos Por Cristina Escriche
ÂĄLlĂŠvame lejos, viento! ÂĄLlevadme lejos, olas! Lejos del encanto Verde De sus ojos Tierra. Devolvedme a mi patria, Que temo quedarme Prendida en ellos, Y no volver a verla. No volver a verlos.
54
Conchas en la arena Por Cristina Escriche
Regresé otra vez esta mañana, Como criminal, a la misma escena. Continuaban castillos de arena; Las olas no habían tocado nada. Del cielo caía llovizna helada; Arrastraba el agua copos de avena; Cantaba el mar con silenciosa pena Que el verde era gris privado de plata. Me trajo al oído un recuerdo el viento Entre briznas apenas susurrado, Y si digo que no me asusta, miento; 55
Que aun queriendo escapar de este hado, Por verte de nuevo darĂa ciento Y una conchas que para ti he guardado.
56
A ti viajero Por Cristina Escriche
En silencio Escucho tus historias, viajero. Sue単os de tierras lejanas Y enso単aciones de ninguna parte. Me hablas, Y te sigo maravillada por aquellos prados De trigo y avena ba単ados en viento; Un mar de olas doradas Que agitan en revuelo tu cabello. Me llevas De la mano contigo en las monta単as, Y en el manto virgen de su altura Veo en tus ojos las mismas nubes Que besaste perdido entre suspiros. 57
Con pasión me hablas de costas Inexploradas aún por el pie humano; De arena violada únicamente Por espuma de silencios entregados. Ando contigo y recorro Caminos de verde violento Y alfombras de otoño y noche, Descalza de ningún otro sentido. Me muestras Lo que aguarda en cada encrucijada, Escondido entre tiempo e historia, Sólo a tus manos descubierto. Viajero De cada tierra y cada cerro, ¿Anduviste alguna vez acompañado? ¿Entregaste alguna vez tu espíritu A la lluvia que nubló tu vista en el camino; 58
Al girasol que te vio pasar de largo; Al roble que espera impaciente tu llegada? Eres de la laguna Y del océano. Ojos de tierra y tierra en tu mirada. Pasión serena, Tu viaje. Cuéntame cada historia, viajero, Y te daré a cambio Pertenencia a un alma sola. Pues al final del relato Habrás de partir de nuevo A otras costas que aguardan que las sueñes, Y a otras almas que te reciban como yo lo he hecho.
59
¿Quieres aparecer en el próximo número? +Letras es una revista independiente trimestral, non profit, nos dirigimos a toda la gente que desea colaborar: escritores, dibujantes, ilustradores, músicos,… etc. No necesitáis experiencia con vuestra creatividad es más que suficiente. Para colaborar con nosotr@s tienes que seguir los siguientes requisitos: • •
No hay ningún tipo de censura. No hay ningún tipo de prohibición en cuanto a longitud pero… ¡no vamos a publicar una novela!
Si deseáis colaborar con nosotr@s en esta aventura, tendréis que escribirnos a masletrascolabora@gmail.com
revistamasletras.tumblr.com