9 minute read
Mundo forestal
Informe sobre el Estado de los Bosques Europeos
Íñigo Ascasíbar Zubizarreta Ingeniero de Montes Consejero del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico Representación Permanente de España en la UE
Advertisement
Se ha publicado a finales del año pasado el informe correspondiente a 2020 de la Conferencia Ministerial para la Protección de Bosques de Europa (CMPBE) sobre el estado de los bosques europeos. La CMPBE es un proceso político paneuropeo que incluye 46 países y que viene funcionando desde los años 90. Su desarrollo se ha articulado en siete Conferencias Ministeriales, la última de las cuales tuvo lugar en 2015 en Madrid. Este es el quinto informe de esta naturaleza. El informe empieza por reiterar que los bosques gestionados sosteniblemente juegan un papel indispensable en la protección del clima y la biodiversidad. Protegen los suelos y los recursos hídricos, proveen medios de vida y contribuyen al bienestar de las comunidades rurales y urbanas. Los bosques europeos son multifuncionales y proporcionan una serie de servicios del ecosistema, que incluyen la producción de materias primas renovables que pueden sustituir a otras con mayor huella ecológica, contribuyendo así a la neutralidad climática y la sostenibilidad general.
Principales conclusiones del informe
En primer lugar, se dice que los bosques europeos están expandiéndose, con un incremento de superficie forestal del 9 % en los últimos 30 años. La superficie boscosa supone el 35 % del total de la pan-Europa. De ella, el 46 % es predominantemente de especies coníferas, 37 % de frondosas y 17 % de mixtas. El volumen de madera y la masa de carbono almacenada han aumentado en un 50 % en ese mismo periodo. Y se estima que un equivalente al 10 % del carbono emitido a la atmósfera por actividades humanas en Europa es capturado por la biomasa de los bosques. El volumen del suministro de madera ha crecido hasta alcanzar los 550 millones de metros cúbicos al año, un 40 % más que en 1990. Esa cosecha de madera representa unas tres cuartas partes del crecimiento anual. El consumo en Europa de madera y productos derivados, también en forma de papel y madera para energía, supone un total de algo más de un metro cúbico al año per cápita. La pan-Europa es exportadora neta de productos forestales, con un superávit en 2015 de 30 millones de metros cúbicos de madera en rollo, equivalente a 5.500 millones de euros. Se recogen las contribuciones de los bosques europeos a la conservación de la biodiversidad, al empleo y a los ingresos de las comunidades rurales. Alrededor del 2 % de los bosques se puede considerar como libre de perturbación humana. En Europa predominan los bosques seminaturales. Casi 50 millones de hectáreas de bosques, alrededor del 24 % del total, se encuentran en áreas protegidas para la conservación de la biodiversidad y los paisajes, una proporción que ha crecido significativamente en las últimas décadas con iniciativas como la Red Natura 2000 de la Unión Europea. Además, se reconoce el carácter protector de los ecosistemas forestales para la prevención de la erosión del suelo, para la preservación de los recursos hídricos y para el mantenimiento de otros servicios de los ecosistemas. Alrededor de un tercio de los bosques europeos tienen reconocido ese carácter protector. La mayoría de los bosques en Europa están abiertos al público. Un 6 % de su superficie se gestiona principalmente como áreas recreativas. En el conjunto de Europa, la propiedad de la superficie forestal se reparte casi en dos mitades entre pública y privada. La explotación forestal y la industria de la madera proporciona empleo a 26 millones de personas en esta Europa amplia de 46 países, aunque este empleo está en declive y se estima que ha caído en un tercio en lo que llevamos de siglo. El sector forestal supone un 0,7 % como media del PIB europeo, aunque existen importantes diferencias nacionales y regionales. Pero también los bosques y otras áreas forestales son fuente de otros bienes importantes como el corcho, frutos varios, setas, caza, miel o árboles de navidad. El valor de mercado en
2015 de bienes forestales no madereros en Europa fue de cerca de 4.000 millones de euros. En cuanto a las políticas forestales, en la gran mayoría de países europeos se cuenta con programas forestales nacionales o instrumentos equivalentes, que propician el diálogo intersectorial sobre la política forestal. Los inventarios forestales juegan un papel central. Los Gobiernos dedican recursos públicos a la gestión forestal sostenible y en algunos se empiezan a considerar sistemas de pago por los servicios de ecosistemas. Aunque ese ámbito está aún poco desarrollado. Junto a estos mensajes globalmente positivos también hay motivos para la preocupación. Hay una frecuencia creciente de perturbaciones a gran escala. Entre ellas, sequías extremas, incendios más extensos y dañinos, brotes intensos de enfermedades y plagas. La deposición de contaminantes atmosféricos está en disminución, aunque aún es localmente importante. En conjunto, los bosques europeos están sufriendo deterioro en su follaje según atestiguan las parcelas de seguimiento en los distintos países. Y además está el riesgo para la gestión de los bosques que supone el bajo ingreso neto de las explotaciones, especialmente en condiciones de volatilidad de mercados e impactos del cambio climático. Los bosques están sometidos a demandas crecientes de captura de carbono, de la bioeconomía de productos renovables de sustitución, de conservación de la biodiversidad, de mantenimiento de vida rural y de necesidades de recreo, y todo ello en un marco de cambio climático. La capacidad de atender todas estas demandas a un tiempo tiene límites y se necesitan equilibrios.
Adaptación al cambio climático
Otro documento relevante que ha sido publicado recientemente es la comunicación de la Comisión Europea sobre la nueva estrategia de adaptación al cambio climático de la UE. La adaptación al cambio en las condiciones climáticas cobra una importancia creciente en todo el planeta, y por tanto también en Europa. A pesar de los esfuerzos por reducir las emisiones a la atmósfera, las concentraciones de dióxido de carbono, metano y otros gases no ha cesado de crecer. Los efectos del cambio están ya aquí, y sus impactos van a ser crecientes, por lo que hay una necesidad ineludible de preparar nuestros territorios, ecosistemas e infraestructuras, nuestra economía y nuestras sociedades a esa realidad. Los bosques europeos están sufriendo ya las perturbaciones climáticas. Fenómenos extremos como incendios forestales extensos en la taiga siberiana, incluso dentro del círculo polar, sequías devastadoras en la región mediterránea y bosques diezmados por plagas de insectos, hongos y otros patógenos poco habituales o con intensificada virulencia. A medio y largo plazo, los fenómenos de desarrollo más lento, como la pérdida de biodiversidad, la desertificación y la degradación de ecosistemas, son igualmente dañinos para los bosques. En cuanto a la actuación adaptativa, la comunicación destaca las soluciones basadas en la naturaleza como mejor forma de reforzar la resiliencia frente al cambio climático, además de contribuir a los objetivos del Pacto Verde Europeo. En el centro está el fomento de la gestión sostenible de los bosques y las tierras agrarias. La Comisión indica que “es vital cuantificar mejor sus beneficios y comunicarlos mejor a los responsables de la toma de decisiones y a los profesionales de todos los niveles para mejorar la adopción de las medidas. Además, la Comisión desarrollará un mecanismo de certificación para la eliminación de carbono, que permitirá un seguimiento y cuantificación sólidos de los beneficios climáticos de muchas soluciones basadas en la naturaleza”.
Mosaico de sabinar y tierras agrícolas (Segovia)
Estas soluciones basadas en la naturaleza son claves para el buen estado de los suelos, las aguas interiores y los océanos. Mediante la restauración de las funciones tampón y protectora del suelo se propicia el suministro de agua de buena calidad y se reduce el riesgo de inundaciones (lo que en el sector es conocido desde hace más de un siglo como restauración hidrológico-forestal). Es un asunto de ida y vuelta, se podría decir. La gestión sostenible del territorio forestal y agrario es una parte importante de las soluciones para la mitigación y la adaptación al cambio climático, pero esa gestión se ve afectada igualmente por los impactos de ese cambio. Los límites de las regiones biogeográficas actuales se desplazarán hacia el norte y de forma ascendente en la orografía, cambiando los patrones de vegetación y los ecosistemas, y provocando importantes alteraciones en los bosques y las tierras agrícolas. Es posible que algunas especies o variedades de árboles, así como cultivos agrarios, no consigan adaptarse de forma suficiente a esos cambios, especialmente si se produce una fragmentación de los hábitats. Habrá que hacer un mejor uso de los recursos fitogenéticos y mejorar nuestro conocimiento científico al respecto. Y en general, es preciso intensificar la integración de las consideraciones de adaptación al cambio climático en la agricultura, la selvicultura y la gestión de los ecosistemas y paisajes.
Cortas ilegales
Es conveniente que, para terminar este somero análisis, tratemos otro aspecto menos obvio pero importante de la situación de los bosques en Europa. Se trata de la tala ilegal. Es algo que desde la perspectiva española, y en general desde el occidente europeo, asociamos con la Amazonía y otras zonas en el planeta, de selva tropical, o con las grandes extensiones de bosques boreales en Rusia. Pero también tenemos este problema en el seno de la Unión Europea. En los últimos años se ha destacado en particular la situación en Rumanía, aunque no sería el único caso. Veamos algunos datos del ejemplo rumano. La zona más afectada es la de los Cárpatos, al norte del país y fronteriza con Ucrania, donde se dan bosques que entrarían en ese 2 % que el Informe sobre el Estado de los Bosques Europeos califica como los más naturales, casi vírgenes, con mínima intervención humana. La realidad es que operan auténticas mafias de tala ilegal. Según algunos informes, unos 20 millones de metros cúbicos de madera son cortados ilegalmente cada año en los bosques rumanos. Esa madera se vende en el mercado rumano y del resto de Europa. Este tráfico está siendo investigado por las autoridades rumanas como un caso de delincuencia organizada, que parece involucrar a una amplia red en la industria maderera, comerciantes, transportistas, incluso algunos funcionarios. La empresa nacional de gestión forestal, ROMSILVA, se defiende de posibles acusaciones de connivencia. Explica que desde 2014 unos doscientos silvicultores han sido atacados físicamente, incluyendo seis muertos, presumiblemente represaliados por denunciar prácticas corruptas o ilegales en la corta de árboles. El año pasado la Comisión Europea instó a Rumanía, mediante una carta formal de emplazamiento, a que aplique correctamente el Reglamento de la UE sobre la madera, que impide a las empresas madereras producir y comercializar en la UE productos fabricados a partir de aprovechamientos ilegales. Las autoridades nacionales rumanas no han sido capaces de controlar eficazmente este problema ni de aplicar sanciones adecuadas. Las incoherencias de la legislación nacional no permiten a las autoridades rumanas controlar grandes cantidades de madera aprovechada ilegalmente. La Comisión ha constatado que las autoridades rumanas autorizan la tala sin evaluar previamente los efectos sobre los hábitats protegidos como exigen la Directiva sobre los hábitats y las Directivas sobre evaluación medioambiental. También ha constatado que se han perdido hábitats forestales protegidos en lugares pertenecientes a la red Natura 2000, lo cual infringe la Directiva sobre los hábitats y la Directiva sobre las aves silvestres. M