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La serpiente se devora, por Eduardo Albarrán - Poemas

La serpiente se devora, por Eduardo Albarrán

LA SERPIENTE SE DEVORA

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Sigue corriendo la sangre de los desaparecidos.

Y en la ventana aún corre el tiempo de la espera,

mientras no regresan a casa,

mientras su muerte es más certera que su vida.

¿Quiénes son los que nunca regresarán de noche

a su casa mientras todos los esperan?

¿Acaso habrá un lugar en todo el país en donde no

corra la sangre de los que ya no están? A quienes querían borrar de la historia,

ahora perduran en nuestro dolor, en nuestra rabia,

y peor aún en nuestro silencio.

Hay que hablar, hay que gritar.

El cuerpo se ha ido, pero perdura su nombre de

aquellos que sufrieron nuestro silencio, nuestra quietud.

Eran hijos, hermanos, padres, esposos,

dueños de un día y una noche, de un pedacito

de tierra o de nada.

Eran como tú, como yo, herederos de una historia llena de matanzas.

¿Por qué la propia desgracia se parodia a si misma?

¿Por qué la propia serpiente se devora sin esperar a que lo haga el águila?

¿Qué silencio anida en nuestros corazones?

¿Acaso nuestra sangre no es la misma que

está corriendo por las calles de este país?

Dime tu nombre y te diré en dónde yace tu cuerpo sin vida.

ROSTROS

Para qué llamarnos yo, tú, él, nosotros, ellos

si somos siempre los innombrables.

Somos los múltiples rostros que arrastramos siempre.

Somos a los que nadie ofrece una mirada,

un pedazo de pan, una cobija, un trago de alcohol.

Somos los de abajo, los que nadie reconoce o recuerda. Somos todo lo que en el mundo calla

y se convierte en noche.

El rostro final que nos convierte en Nadie.

FANTASMAS

Hay que aprender a creer en fantasmas,

los recuerdos esperan instrucciones para seguir viviendo.

El cuerpo de la memoria no se pudre, no desprende ningún aroma putrefacto.

Los huesos aún nos pueden hablar después de la muerte.

Ya no se percibe el cuerpo, pero los espacios contiene a la memoria.

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