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CANTERIA EN LA SIERRA NORTE

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CUADERNO DE CAMPO

CUADERNO DE CAMPO

Piedras con historia: la cantería en la Sierra Norte de Madrid

Texto: Jorge del REGUERO GONZÁLEZ

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“No hay piedra berroqueña que dende a un año, no ande lisa al pasamano” Hernán Núñez de Toledo y Guzmán. Refranes o proverbios en romance (1555)

Si existe un oficio que defina a la Sierra Norte de Madrid, sin duda alguna es la cantería. La Real Academia Española define la cantería como el “arte de labrar las piedras para las construcciones”. Sin embargo, resulta curioso cómo los propios maestros canteros no se suelen considerar artistas pero, lo cierto, es que la cantería no es sólo un oficio, sino también un arte donde el conocimiento, las habilidades y las destrezas se heredan de generación en generación.

Desde la Prehistoria, la Sierra Norte de Madrid ha sido explotada para obtener diferentes recursos líticos. El ejemplo más claro ha sido la piedra granítica empleada para los molinos de mano prehistóricos, algo que sabemos gracias a los estudios litológicos realizados sobre algunos de estos objetos documentados en importantes yacimientos arqueológicos del sur de Madrid.

En la segunda mitad del siglo XX, la cantería supuso el motor económico para la Sierra Norte dado que la piedra granítica de la región se utilizó para adoquinar algunas de las grandes urbes del país. Sin embargo, la explotación de la piedra berroqueña se remonta a bastante tiempo atrás, desde -al menos- el siglo XVI. Basta con traer a colación las canteras de Alpedrete, en la Sierra de Guadarrama, donde se extraían dos tipos de granito: la citada piedra berroqueña, muy común en la Sierra Norte, así como la llamada piedra rubia del Cañal o «cañariega», esta última extraída con gran intensidad en las laderas de Cabeza Mediana. Así, algunos trabajos publicados como el libro de Julio Vías sobre la Sierra de Guadarrama. Viejos oficios para la memoria, dan buena cuenta de todo ello e incluso se resalta cómo las canteras alpedreteñas suministraron el material constructivo para algunas obras del calibre del Monasterio de El Escorial. De igual modo, en el siglo XVIII, algunos de las construcciones Monumento de los canteros de El Berrueco. Escultura de Miguel Ángel López Calleja. Foto: J. del Reguero

más significativas de Madrid se levantaron a base de piedra berroqueña, siendo el caso del Palacio Real, la Puerta de Alcalá o el Museo del Prado.

Pero, volviendo a la vertiente más septentrional de la Comunidad de Madrid, la comarca conocida como la Sierra Norte, muchos han sido los términos que se han utilizado para llamar a aquellos que han trabajado la piedra, desde canteros o entalladores hasta cabuqueros o picapedreros. En el párrafo introductorio decíamos que el oficio de la cantería es todo un arte, algo que se escenifica cuando el cantero conoce a priori la «ley» de la piedra. En efecto, la piedra tiene tres direcciones por las que se puede partir, siendo la ley aquella que sigue un plano horizontal que los canteros suelen denominar «a Levante». Posteriormente, en el labrado, el cantero observa en qué dirección se dirige la veta de la piedra dado que los golpes deben ir en dirección oblicua a esta. Sobre la extracción de la piedra, es sabido que el cantero introducía el puntero en la línea de corte que seguía la ley de la piedra, consiguiendo los orificios en los que, acto seguido, se introducirían las cuñas. Estas últimas se introducían en hilera y se golpeaban con un mazo o “mallo” hasta que la piedra se dividía en dos bloques.

A pesar de todo, la cantería ha supuesto una actividad afanosa que durante siglos ha traído consigo enormes sacrificios. El trabajo no se limitaba únicamente a la extracción de piedra en la cantera, sino que a la jornada de trabajo había que añadir otras faenas ligadas al oficio como afilar los punteros o preparar las cuñas para su ulterior uso en las canteras.

Sobre la huella que ha dejado el oficio de la cantería en la Sierra Norte de Madrid, buena muestra son los dinteles y las jambas de muchas de las edificaciones que constituyen la arquitectura vernácula de la región, construcciones que, en muchos casos, se encuentran en estado ruinoso.

gundo plano al haberse mecanizado, siguiendo lógicamente la demanda de una sociedad cuyos ritmos de vida se han acelerado. Ello ha provocado que el oficio de los maestros canteros, tal y como lo conocíamos en antaño, haya casi desaparecido al limitarse su trabajo a determinados encargos muy concretos.

A pesar de todo, el valor etnográfico que posee la cantería para la Sierra Norte de Madrid resulta innegable. Dicha riqueza se ha intentado transmitir a través del Museo de la Cantería situado en El Berrueco, importante enclave con una larga tradición cantera. De hecho, resulta paradójico que el término del municipio signifique, literalmente, «peñasco granítico» . Como bien señala el profesor José Manuel Llorente Pinto (Universidad de Salamanca), dicho término se identifica con “afloramientos rocosos labrados sobre granitos”. Hoy día, el oficio y el arte de la cantería ha pasado a un se

Sobre el Museo de la Cantería, se trata de un museo al aire libre que sirve como reconocimiento a un trabajo que simboliza y representa a un territorio en su conjunto. El museo

Trabajadores transportan un bloque de piedra, ca. 1930 (Alpedrete, Madrid). ©Comunidad de Madrid. Subdirección por Archivo Municipal de Alpedrete.

Detalle del trabajo de cantería en la construcción de la Torre de Babel, pintura de 1563 de Pieter Brueghel el Viejo (Kunsthistorisches Museum). ©Dominio Público. permite al visitante descubrir distintos elementos relacionados con el oficio de la cantería a la vez que conoce la arquitectura tradicional de un pequeño pueblo serrano que mira hacia el embalse del Atazar.

Entre los objetos que el visitante puede contemplar durante el recorrido, destacan un importante número de pilas de lavar entre las que sobresale la llamada “pila del cura”, antigua pila situada en la casa parroquial y donada por el entonces párroco D. Federico; una piedra para moler el grano; o un potro de herrar, este último construido con pilares de granito, destinado al herraje de bueyes y vacas empleados para arar, trillar o tirar de los carros.

En definitiva, la Sierra Norte de Madrid no se puede disociar de la cantería, actividad que ha dado vida a esta región durante largas décadas e, incluso, ha modificado parte de su paisaje. Antiguas canteras explotadas tiempo atrás constituyen hoy parte de su paisaje cultural.

Para saber más:

VÍAS, J. (2016): Sierra de Guadarrama. Viejos oficios para la memoria. Madrid: La Librería.

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