Repertorios figurativos en las galerías porticadas castellanas

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Imágenes ante portas. 9LWLY[VYPVZ ÄN\YH[P]VZ LU SHZ galerías porticadas castellanas José Antonio Salgado Pantoja Universidad de Castilla-La Mancha La imagen en el edificio románico: espacios y discursos visuales, Aguilar de Campoo, 2015



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l estudio de las galerĂ­as porticadas del romĂĄnico hispano ha girado, hasta fechas muy recientes, en torno a dos aspectos muy concretos: el espinoso asunto de su origen y el anĂĄlisis de los usos a los que se destinaron. El primero de esos particulares fue atendido desde principios del siglo XX por algunos autores que deÄĽ fendĂ­an la gĂŠnesis oriental de estas estructurasņ. Esta hipĂłtesis se mantuvo vigente durante dĂŠcadas, pero sus valedores no consiguieron ofrecer respuestas demasiaÄĽ GR FRQYLQFHQWHV D DOJXQDV FXHVWLRQHV IXQGDPHQWDOHV ĨFXiQGR \ GH TXp PDQHUD VH SURGXMR HVH WUDVYDVH DUTXLWHFWyQLFR D OD 3HQtQVXOD ,EpULFD" 2 D~Q PHMRU ĨFyPR HV SRVLEOH TXH VXUJLHVH XQD WLSRORJtD WDQ ELHQ GHÂżQLGD GH XQRV SUHVXQWRV DQWHSDVDGRV que respondĂ­an a patrones formales y funcionales tan distintos? Tras el abandono de esta vĂ­a, germinĂł una nueva teorĂ­a que procuraba explicar este fenĂłmeno desde XQD SHUVSHFWLYD HQGyJHQD GH ÂżOLDFLyQ KLVSDQDŇ. Pero una vez mĂĄs, la inexistencia de unos precedentes claros para el amplio grupo de ejemplares romĂĄnicos comÄĽ plicĂł todos los intentos de ofrecer una soluciĂłn concluyente al viejo interrogante. Los datos que se manejan en la actualidad, apoyados en un creciente nĂşmero GH HYLGHQFLDV DUTXHROyJLFDV WLHQGHQ D FRQÂżUPDU TXH QXHVWURV JHQXLQRV SyUWLÄĽ

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GODDARD KING * Âł$OJXQRV UDVJRV GH LQĂ€XMR RULHQWDO HQ OD DUTXLWHFWXUD HVSDxROD GH OD (GDG 0HGLD´ ArquitecÄŚ tura ĹŠ ÄŞĹ†ĹŽĹ‡ĹˆÄŤ SS Ĺ?ĹŠÄĽĹŽĹˆ LAMPÉREZ Y ROMEA, V., Historia de la Arquitectura Cristiana EspaĂąola en la Edad Media segĂşn el estudio de los elementos y los monumentos , 0DGULGÄĽ%LOEDR Ĺ†ĹŽĹˆĹ… S ŇŅŋ GAYA NUĂ‘O, J. A., El romĂĄnico en la provincia de Soria 0DGULG Ĺ‡Ĺ…Ĺ…Ĺˆ ÄŞIDFV ņŎʼnŋč SS ņŊļņŋ Ň MARTĂ?NEZ TEJERA $ 0 Âł'H QXHYR VREUH iUHDV FHUHPRQLDOHV \ HVSDFLRV DUTXLWHFWyQLFRV LQWHUPHGLRV HQ ORV HGLÂżFLRV KLVSDQRV ÄŞVV ,9ÄĽ;ÄŤ DWULR \ SyUWLFR´ BoletĂ­n de ArqueologĂ­a Medieval ĹŒ ÄŞĹ†ĹŽĹŽĹˆÄŤ S ŇŅŅ MARTĂ?NEZ TEJERA, $ 0 Âł(O Âľ3yUWLFR URPiQLFRÂś RULJHQ \ IXQFLRQDOLGDG GH XQ HVSDFLR DUTXLWHFWyQLFR LQWHUPHGLR GH OD HGLOLFLD PHGLHYDO KLVSDQD ÄŞatrium/porticus/vestibulumč´ HQ (VSDFLRV \ HVWUXFWXUDV VLQJXODUHV GHO HGLĂ€FLR URPiQLFR, Aguilar de &DPSRR ŇŅŅĹ? S Ĺ‡Ĺ‡ĹŒ

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

cos romĂĄnicos no fueron el resultado de un proceso evolutivo lineal, con unos DUTXHWLSRV SUHFLVRV \ HVODERQHV LQWHUPHGLRV ELHQ LGHQWLÂżFDGRV VLQR PiV ELHQ HO fruto de una eclĂŠctica reformulaciĂłn de experiencias arquitectĂłnicas previas. Las SDUWLFXODULGDGHV VRFLDOHV SROtWLFDV UHOLJLRVDV \ FXOWXUDOHV TXH FRQĂ€X\HURQ HQ ODV regiones centrales de Castilla desde la segunda mitad del siglo XI, propiciaron que frente a la disparidad de estructuras ante portas existentes en los templos cristiaÄĽ QRV ÄŚQR VyOR KLVSDQRVÄŚ GH ORV VLJORV IV al X, se crease una nueva variante dotada de una morfologĂ­a y una apariencia inequĂ­vocas. Su ĂŠxito en este territorio perdurĂł GXUDQWH GRVFLHQWRV DxRV DXQTXH ORV HFRV GH VX SRWHQWH LQHUFLD WDPELpQ VH GHMDURQ sentir en lugares algo alejados y en fechas mĂĄs tardĂ­as. La normalizaciĂłn fĂ­sica de las galerĂ­as romĂĄnicas no fue casual, sino que vino GHWHUPLQDGD SRU OD DPSOLDFLyQ \ OD PHMRU GHÂżQLFLyQ GH ODV IXQFLRQHV TXH GHEtDQ FXPSOLU 3RU XQ ODGR PDQWXYLHURQ DOJXQRV GH ORV XVRV TXH \D KDEtDQ GHVHPSHxDGR ODV HVWUXFWXUDV LQWHUPHGLDV SUHUURPiQLFDV ÄŚSURWHFWRU IXQHUDULR \ SHQLWHQFLDOÄŚ SHUR DxDGLHURQ D HOORV XQ DPSOtVLPR HOHQFR GH FHUHPRQLDV \ ULWXDOHV YLQFXODGRV con la liturgia que, por algĂşn motivo, no tenĂ­an cabida o estaban vedados en el interior del santuario. Su subsiguiente conversiĂłn en marcos complementarios a disposiciĂłn y servicio del templo, motivĂł que quedasen envueltos por un atractivo halo de protecciĂłn y sacralidadĹˆ, y que sus propios usuarios comenzasen a citarse en ellos para desarrollar actividades de carĂĄcter laico contra las que lucharon sin tregua las autoridades eclesiĂĄsticasʼn. Pero aĂşn a pesar de esas invectivas, la coexisÄĽ tencia de celebraciones sagradas y seculares en los pĂłrticos parroquiales fue un KHFKR FRQVWDQWH GXUDQWH WRGD OD (GDG 0HGLD \ VLQ GXGD DOJXQD HVD QDWXUDOH]D SROLpGULFD QR IXH VyOR OD SULQFLSDO UHVSRQVDEOH GH OD WLSLÂżFDFLyQ VLQR WDPELpQ GH la intensa difusiĂłn de estas creaciones del romĂĄnico hispano. Las vĂ­as de estudio de estas estructuras no se agotan aquĂ­, aunque lo cierto es que hasta la fecha no se ha prestado excesiva atenciĂłn a otras dimensiones relevanÄĽ WHV FRPR OD FRQVWUXFWLYD OD VLPEyOLFD \ PX\ HQ HVSHFLDO OD LFRQRJUiÂżFD (O FDUiFWHU abierto de estos recintos y su privilegiada ubicaciĂłn ante las puertas del santuario los convirtiĂł en lugares frecuentes de paso, encuentro y acogida, y por tanto, en esÄĽ caparates ideales para instalar dispositivos visuales con los que instruir, amonestar o deleitar a la multitud de transeĂşntes que allĂ­ concurrĂ­an de forma cotidiana. Estos UHSHUWRULRV SOiVWLFRV SHUPLWtDQ DGHPiV VXEUD\DU HO SURSLR VLJQLÂżFDGR GHO SyUWLFR \ Ĺˆ

(O &DQRQ ; GHO ;,, &RQFLOLR GH 7ROHGR FHOHEUDGR HQ HO DxR Ĺ‹Ĺ?ņ EDMR HO UHLQDGR GH (UYLJLR VHxDOD HO FDUiFWHU SURWHJLGR H LQYLRODEOH GHO GH[WUR HFOHVLDO 'H HVD GLVSRVLFLyQ GHULYDQ RWUDV SRVWHULRUHV FRPR ODV UHFRJLGDV HQ HO Fuero Juzgo o en las Partidas de Alfonso X, donde se subraya que el amparo jurisdiccional que otorga la iglesia HVWi WDPELpQ SUHVHQWH ÂłHQ VXV SRUWDOHV HW HQ HO FHPHQWHULR´ 3DUWLGD , WtW ;, OH\ ,, FLW ALFONSO X, Las Siete Partidas del rey Don Alfonso el Sabio , 0DGULG ņĹ?Ĺ…ĹŒ S ĹˆĹŒĹˆ ʼn Se profundiza sobre este asunto en SALGADO PANTOJA 0 Âł(O SyUWLFR URPiQLFR XQD HVWUXFWXUD HFOHVLDO SDUD HO HMHUFLFLR GHO SRGHU´ HQ Las artes y la arquitectura del poder: Actas del XIX Congreso del CEHA, CastellĂłn de la 3ODQD Ĺ‡Ĺ…Ĺ†Ĺˆ SS ĹŒĹ†Ĺ†ÄĽĹŒĹ‡Ĺ‰

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Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

HO GH ODV IXQFLRQHV OHJtWLPDV TXH pVWH GHVHPSHxDED 6LQ HPEDUJR DQWHV GH LQLFLDU el anålisis de este particular, resulta necesario poner de relieve la importante fuerza expresiva del continente arquitectónico en el que se instalaron dichas imågenes. EL CARà CTER SIMBÓLICO DE LAS GALER�AS PORTICADAS Los visitantes que contemplan por primera vez una galería porticada romåniļ FD TXHGDQ DVRPEUDGRV DQWH VXV HVWDPSDV SURPLQHQWHV \ UHFLDV VHxRUHDQGR ODV históricas villas y aldeas castellanas, a veces reducidas a humildes caseríos casi PDUFKLWRV < HV TXH PiV DOOi GH ORV UHSHUWRULRV ¿JXUDWLYRV TXH VH GHVSOHJDURQ HQ ellas, estas estructuras fueron concebidas de forma deliberada con una vocación monumental, casi sobrecogedora, acorde con el profundo simbolismo, la dignidad y las amplias atribuciones que les confería su emplazamiento ante portas. El vínculo entre estos pórticos, portales, portalejos o portegadosŊ y las puertas GHO HGL¿FLR GH FXOWR QRWRULR GHVGH OD SHUVSHFWLYD HWLPROyJLFD WDPELpQ WUDMR FRQVLJR unas importantes consecuencias materiales. La mås evidente fue que la orientación de los primeros vino determinada por la ubicación de las segundas, y no por factores climåticos o de otra naturalezaŋ. La frecuente instalación de los accesos principales de los templos en su muro sur motivó la extraordinaria proliferación de galerías meridionales, o con desarrollo suroeste en el caso de que existiese una segunda porļ WDGD D ORV SLHV /D FRQGLFLyQ DGRVDGD GH HVWDV HVWUXFWXUDV DxDGLGDV D OD QDYH HQ XQ impulso constructivo post quem, explicaría igualmente cómo la eventual colocación de las entradas al norte ocasionó la erección de ejemplares septentrionales. En cualquiera de los casos, lo habitual es que el acceso principal de las galerías estuviese afrontado al del templo, y que ademås se singularizase con respecto al resto de la arquería a travÊs de una serie de recursos constructivos y ornamentaļ les: se aumentaba su luz, se individualizaba mediante machones, se decoraba con PD\RU SURIXVLyQ R VH OH GRWDED GH VRSRUWHV PiV FRPSOHMRV R GH PHMRU IDFWXUD 'H ese modo, no sólo se obtenía una comunicación mås directa con el santuario, sino que ademås se establecía un diålogo simbólico entre la puerta del pórtico y la del HGL¿FLR FXOWXDO Ī)LJ ņč La utilización de las galerías porticadas como åmbitos preliminares en los que los individuos se preparaban para cruzar los umbrales del aula Dei, su importante papel como escenarios de la vida religiosa y concejil y el caråcter respetable que le Ŋ

(VWRV VRQ ORV YRFDEORV PiV KDELWXDOHV FRQ ORV TXH OD GRFXPHQWDFLyQ GH DUFKLYR VH UHÂżHUH D ODV JDOHUtDV SRUWLFDÄĽ GDV URPiQLFDV /D FRQWDPLQDFLyQ WHUPLQROyJLFD HQWUH ÂłSyUWLFR´ \ ÂłDWULR´ IUHFXHQWH HQ HO KDEOD FRWLGLDQD GHÄĽ riva del hecho de que el primero estĂĄ englobado dentro del segundo. BANGO TORVISO, I. G., “Atrio y pĂłrtico en HO URPiQLFR HVSDxRO FRQFHSWR \ ÂżQDOLGDG FtYLFRÄĽOLW~UJLFD´ BoletĂ­n del Seminario de Estudios de Arte y ArqueologĂ­a, ʼnŅļʼnņ ÄŞĹ†ĹŽĹŒĹŠÄŤ SS Ĺ†ĹŒĹ‹ÄĽĹ†ĹŒĹ? Ĺ‹ STREET, G. E., Some account of Gothic architecture in Spain /RQGUHV ņĹ?Ĺ‹ĹŠ S ņŎŅ CONTRERAS Y LĂ“PEZ DE AYALA, J. de, MARQUÉS DE LOZOYA, El romĂĄnico segoviano 6HJRYLD Ĺ†ĹŽĹŒĹŠ S ņĹ?

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

conferĂ­a la inmunidad eclesiĂĄstica, propiciaron su concepciĂłn como recintos majestuosos y perduraÄĽ bles. Los sencillos y econĂłmicos portales de madera fueron soluÄĽ ciones aceptables y recurrentesĹŒ, aunque siempre que fue posible se procurĂł dotar hasta a las mĂĄs huÄĽ mildes iglesias de mamposterĂ­a de ejemplares obrados con buena canÄĽ terĂ­a, de aspecto destacado y fĂĄbriÄĽ ca consistente. Por regla general, contaban con una panda, aunque en bastantes ocasiones se planÄĽ tearon estructuras muy extensas, compuestas por dos o incluso tres brazos. Es probable que esta granÄĽ diosidad respondiese a una neceÄĽ sidad prĂĄctica en casos concretos como los de la capital segoviana o ciertas villas de renombre, pero no DVt HQ RWUDV ORFDOLGDGHV GH SHTXHxD )LJ ņ ,JOHVLD GH 6DQ 0DUWtQ 5HMDV GH 6DQ (VWHEDQ ÄŞ6RULDÄŤ entidad, en las que la construcciĂłn Acceso principal del pĂłrtico de estos espaciosos pĂłrticos tuvo mĂĄs que ver con el deseo de digniÄĽ ÂżFDU ODV LJOHVLDV \ VXV SXHUWDV UHYLVWLpQGRODV FRQ REUDV PHULWRULDV H LQFOXVR RSXÄĽ OHQWDV ÄŞ)LJ Ňč 9DULRV LQYHVWLJDGRUHV WDPELpQ FRQVLGHUDURQ UHOHYDQWH TXH XQ SHTXHxR FRQÄĽ MXQWR GH JDOHUtDV SRUWLFDGDV URPiQLFDV ÄŚHO ÂłWLSR RULJLQDULR´ VHJ~Q %ODV 7DUDFHÄĽ QDÄŚ SUHVHQWDVHQ DUTXHUtDV FRQ VLHWH YDQRV HQ VX IUHQWH SULQFLSDOĹ?. Este autor, y poco tiempo despuĂŠs Juan Antonio Gaya, relacionaron dicha caracterĂ­stica con PRGHORV SODVPDGRV HQ DOJXQRV %HDWRV DOWRPHGLHYDOHV GRQGH GH IRUPD RFDVLRÄĽ nal aparecĂ­an representaciones de grupos de vanos dispuestos en heptadasĹŽ. Esta apreciaciĂłn sobre unos casos puntuales terminĂł permeando en multitud de libros de divulgaciĂłn, dando lugar a todo un delirio de lecturas simbĂłlicas y llegando a utilizarse ocasionalmente en calidad de axioma. Sin embargo, un estudio detenido evidencia que la casuĂ­stica en lo relativo al nĂşmero de huecos es tan amplia que ĹŒ

BANGO TORVISO , * RS FLW S ĹŽĹ? TARACENA AGUIRRE % Âł1RWDV GH DUTXLWHFWXUD URPiQLFD ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV´ BoletĂ­n de la Biblioteca MenĂŠnÄŚ dez Pelayo ņŊ H[WUD Ň ÄŞĹ†ĹŽĹˆĹ†ÄĽĹ†ĹŽĹˆĹ‡ÄŤ S ʼnņņ ĹŽ GAYA NUĂ‘O - $ RS FLW SS ņʼnļņŊ Ĺ?

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Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

)LJ Ň ,JOHVLD GH (O 6DOYDGRU &DUDELDV Ī*XDGDODMDUDč ,QWHULRU GHO SyUWLFR

necesariamente responde, por encima de cualquier otro condicionante, a prosaiļ cas razones de índole constructivaņŅ. Lo que sí estå fuera de duda es que las hermÊticas estructuras intermedias del prerromånico hispano, erigidas de forma habitual con muros espesos y escasos vanos, dejaron paso a partir de la segunda mitad del siglo XI a un nuevo concepto de pórtico que proseguía la estela de lo que ya se había puesto en pråctica en San 0LJXHO GH (VFDODGDņņ. Los ejemplares romånicos se abrieron a la calle mediante arquerías compuestas por un número indistinto de huecos, aunque predominanteļ PHQWH LPSDU ČQR QHFHVDULDPHQWH VLHWHČ \ FRQ HO DFFHVR HQ HO FHQWUR JHQHUDQGR DVt ņŅ

/DV ODERUHV GH FDWDORJDFLyQ HIHFWXDGDV HQ ORV ~OWLPRV DxRV FRQÂżUPDQ HVWH DVSHFWR H LQFOXVR DOJXQRV WUDEDMRV DUTXHROyJLFRV KDQ UHYHODGR TXH JDOHUtDV SRUWLFDGDV FRPR ODV GH &DUDFHQD \ 2PHxDFD GRWDGDV HQ OD DFWXDOLGDG de siete huecos al sur, en su origen tuvieron mĂĄs. ESTERAS MARTĂ?NEZ, J. A. y LORENZO ARRIBAS, J., “Siete arcos, VLHWH LQIDQWHV /H\HQGDV HQ WRUQR DO RULJHQ GH ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV URPiQLFDV´ Cahiers d’Êtudes hispaniques mĂŠdiĂŠvales ĹˆĹŒ ĪŇŅņʼnč SS ŇņĹ?ļŇņŎ ņņ Este pĂłrtico muestra dos impulsos constructivos diferenciados: el primero se corresponde con los siete arcos occidentales, y el segundo con los cinco restantes. Sin embargo, existen diferentes hipĂłtesis sobre la cronologĂ­a GH FDGD XQD GH HVDV IDVHV 8QD GH ODV PiV UHFLHQWHV IRUPXODGD SRU $UWHPLR 0DUWtQH] UHWUDVD OD HUHFFLyQ GH WRÄĽ da la estructura hasta mediados del siglo XI, colocĂĄndola a las puertas del primer ejemplar romĂĄnico datado: el GH 6DQ 0LJXHO HQ 6DQ (VWHEDQ GH *RUPD] ĪņŅĹ?ņč 6REUH HVWH SDUWLFXODU YpDVH SALGADO PANTOJA, J. A., PĂłrticos romĂĄnicos en las tierras de Castilla $JXLODU GH &DPSRR ŇŅņʼn S ŇŇ

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composiciones equilibradas. Sus roscas y apoyos, al igual que las cornisas, lĂ­neas de imposta y otros elementos, se decoraron con todo lujo de detalles, contratĂĄndose SDUD HVD ODERU D ORV PHMRUHV DUWtÂżFHV TXH SRGtD SHUPLWLUVH OD SDUURTXLD GH HOOR GDQ testimonio los esforzados intentos, a veces bastante fructĂ­feros, de reproducir de forma parcial y humilde los repertorios ensayados en algunas obras cercanas de referencia como los grandes monasterios y catedrales. IMĂ GENES ANTE PORTAS La muerte de la tipologĂ­a porticada originada en el romĂĄnico castellano coÄĽ PHQ]y D IUDJXDUVH HQ ORV DxRV ÂżQDOHV GH OD %DMD (GDG 0HGLD \ FRPR \D VHxDOy )HUQDQGR 0DUtDV VH KL]R HVSHFLDOPHQWH SDWHQWH HQ HO VLJOR XVIņŇ. La paulatina pĂŠrdida de las atribuciones funcionales de los viejos portales, a menudo condujo a la desatenciĂłn de su mantenimiento y a su consiguiente ruina. Como resulÄĽ tado, decenas de galerĂ­as fueron acortadas, tabicadas, reconvertidas para otros ÂżQHV R LQFOXVR GHVWUXLGDV SURORQJiQGRVH HVD ODPHQWDEOH VLWXDFLyQ KDVWD ELHQ entrado el siglo XX, cuando aĂşn se produjeron episodios tan lamentables como la demoliciĂłn del pĂłrtico de AlcunezaĹ†Ĺˆ o la inexplicable desapariciĂłn del de la ermita del Casuarņʼn. Algunas restauraciones recientes tampoco han sido del todo inofensivas: en Cubillas del Pinar se eliminaron algunos capiteles, molduras y soportesņŊ PLHQWUDV TXH HQ 0DGURQD VH WURFDURQ ODV SRVLFLRQHV GH GRV FDQHFLOORV y tres metopasņŋ. La principal consecuencia de todo ello es que en la actualidad se conserva una nĂłmina bastante modesta de galerĂ­as porticadas. La mayorĂ­a de las supervivientes SHUGXUDQ LQFRPSOHWDV R PX\ PRGLÂżFDGDV \ HQ QR SRFRV FDVRV OD FRQWLQXD H[SRVLÄĽ ciĂłn a la intemperie y a la barbarie humana ha borrado sus decoraciones pictĂłricas y erosionado buena parte de las escultĂłricas. Ya sea por esas vicisitudes seculares R SRU HO PDUFDGR FDUiFWHU SRSXODU GH PXFKRV HMHPSODUHV ÄŚDPpQ GH FXDOTXLHU RWUR PRWLYR TXH VH GHVHH DxDGLUÄŚ OR FLHUWR HV TXH UHVXOWD PX\ LQIUHFXHQWH HQFRQWUDU SURJUDPDV LFRQRJUiÂżFRV ELHQ GHÂżQLGRV HQ HVWRV UHFLQWRV 6LQ HPEDUJR HQWUH ORV ņŇ

MARĂ?AS FRANCO, F., “Las galerĂ­as porticadas del siglo XVI /D PXHUWH GH XQD WLSRORJtD´ Celtiberia Ĺ‰ĹŒ ÄŞĹ†ĹŽĹŒĹ‰ÄŤ SS ĹŠĹ†ÄĽĹŒĹ‰ Ĺ†Ĺˆ ARCHIVO HISTĂ“RICO DIOCESANO DE SIGĂœENZA $OFXQH]D /LEUR GH )iEULFD 9 ÄŞĹ†ĹŽĹ…ĹˆÄĽĹ†ĹŽĹŒĹ‹ÄŤ ņŎʼnŊ ņʼn PÉREZ DE URBEL, J., Historia del Condado de Castilla , 0DGULG ņŎʼnŊ S ʼnŅŅ PÉREZ DE URBEL, J., El Condado de &DVWLOOD ORV ʼnņņ DxRV HQ TXH VH KL]R &DVWLOOD ,,, 0DGULG Ĺ†ĹŽĹ‹ĹŽÄĽĹ†ĹŽĹŒĹ… S Ĺ†Ĺ‰Ĺˆ ÄŞOiPLQDVÄŤ RODRĂ?GUEZ MONTAÑÉS, - 0 Âł0RQWHMR GH OD 9HJD GH OD 6HUUH]XHOD (UPLWD GH 6DQWD 0DUtD GHO &DVXDU´ Enciclopedia del RomĂĄnico en Castilla y LeĂłn: Segovia ,, $JXLODU GH &DPSRR Ĺ‡Ĺ…Ĺ…ĹŒ S ĹŽĹŠĹ… ņŊ SALGADO PANTOJA - $ Âł(O SpWUHR WUiQVLWR OD IRWRJUDItD FRPR UHĂ€HMR GH OD HYROXFLyQ ItVLFD \ IXQFLRQDO GH ORV SyUWLFRV URPiQLFRV HQ OD SURYLQFLD GH *XDGDODMDUD´ HQ )RWRJUDItD H +LVWRULD ,,, (QFXHQWUR HQ &DVWLOODÄŚ/D 0DQFKD, &LXGDG 5HDO ŇŅŅŎ S ĹˆĹ‡Ĺˆ ņŋ HERNĂ NDEZ GARCĂ?A DE LA BARRERA , Âł0DGURQD ,JOHVLD GH 1XHVWUD 6HxRUD GH OD &HUFD´ HQ Enciclopedia del RomĂĄnico en Castilla y LeĂłn: Segovia RS FLW ,, S Ŏņņ

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vestigios de esos naufragios artĂ­sticos aĂşn es posible detectar algunos temas que, plasmados mediante escenas o fĂłrmulas mĂĄs o menos recurrentes, aparecen con XQD QRWDEOH UHLWHUDFLyQ 'H DTXt HQ DGHODQWH VH DERUGD HO DQiOLVLV GHWDOODGR GH ORV mĂĄs relevantes. El origen del pecado El siglo XII WUDMR FRQVLJR XQD SRSXODUL]DFLyQ GHO LQÂżHUQR XQ WHUULEOH OXJDU HQ HO TXH PRUDED /XFLIHU \ GRQGH VH LQĂ€LJtDQ SHQDV DWURFHV D ORV GHVGLFKDGRV UpSURÄĽ bos. La Iglesia encontrĂł en el pavor de las gentes a este averno una esplĂŠndida arma coercitiva, e incluyĂł innumerables referencias al mismo en sus sermones, DFRPSDxDGRV SRU XQRV UHODWRV FRUWRV GH LQWHQFLyQ GLGiFWLFD \ PRUDOL]DQWH FRQRÄĽ cidos como exempla 0XFKRV GH HOORV IXHURQ UHXQLGRV HQ FRPSLODFLRQHV HVFULWDV destinadas a la educaciĂłn de los monjes o a las labores de predicaciĂłn, mientras TXH RWURV WDQWRV WXYLHURQ XQ LPSRUWDQWH UHĂ€HMR HQ OD OLWHUDWXUD EDMRPHGLHYDO 'RV esplĂŠndidas muestras de ello en el ĂĄmbito castellano son el Conde Lucanor o Libro de Patronio GHO SUtQFLSH -XDQ 0DQXHO \ HO Libro del Buen Amor GH -XDQ 5XL] DUFLSUHVWH de HitaĹ†ĹŒ. Los referidos apĂłlogos fueron instrumentalizados por el cristianismo para DGRFWULQDU D ORV ÂżHOHV PRVWUiQGROHV OD QHFHVLGDG GH FXPSOLU OD OH\ GH 'LRV SDUD alcanzar la salvaciĂłn, y previniĂŠndoles de las puniciones que sufrirĂ­an en el mĂĄs allĂĄ si transgredĂ­an esos preceptos. Con el objetivo de mensurar la gravedad de ODV IDOWDV \ H[FHVRV WDPELpQ VH WHUPLQy GH ÂżMDU HQ HO VLJOR XII la distinciĂłn entre los pecados veniales, cometidos sin pleno conocimiento ni consentimiento, y los mortales, deliberados y condenatorios. Todos estos vicios, el mundo infernal y los castigos que en ĂŠl aguardaban pronto quedaron integrados en el imaginario social, HQ EXHQD PHGLGD LQĂ€XHQFLDGR SRU OD YLVLyQ TXH VH RIUHFtD GH HVWRV SDUWLFXODUHV HQ las representaciones plĂĄsticas del momento. Esos deseos de instruir y advertir permearon con ĂŠxito en el caso particular de las galerĂ­as porticadas romĂĄnicas. Si los claustros eran lugares ideales para instalar dispositivos visuales destinados a los miembros de la comunidad monĂĄstica, aquĂŠÄĽ llas se erigieron en un soporte arquitectĂłnico Ăłptimo para exponer la informaciĂłn deseada al comĂşn de los mortales restante. Al no tratarse de recintos de acceso restringido, las piezas escultĂłricas o las decoraciones polĂ­cromas que se colocaban en sus muros y arquerĂ­as no sĂłlo eran observadas por los parroquianos que acuÄĽ dĂ­an con devota y recta puntualidad a las celebraciones litĂşrgicas, sino tambiĂŠn por todo un universo del que no estaban excluidos los malhechores, penitentes y catecĂşmenos. Los mandatos expresados en los concilios y sĂ­nodos favorecieron esa permisividad en el derecho de admisiĂłn, exhortando a que se respetase a todos Ĺ†ĹŒ

NIETO GARCĂ?A 0 ' Estructura y funciĂłn de los relatos medievales 0DGULG Ĺ†ĹŽĹŽĹˆ SS Ĺ†Ĺ‡ÄĽĹ†Ĺˆ PRAT FERRER, J., “Los exempla PHGLHYDOHV XQD HWDSD HVFULWD HQWUH GRV RUDOLGDGHV´ Oppidum Ĺˆ ÄŞĹ‡Ĺ…Ĺ…ĹŒÄŤ S Ĺ†ĹŒĹ‡

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

los que se amparaban en el dextro, y mĂĄxime a los que lo hacĂ­an en el interior del templo o en el espacio mĂĄs prĂłximo a sus muros: “y aquel que estragese violenÄĽ tamente alguna cosa de la iglesia Ăł de sus pĂłrticos hasta los doce pasos pagarĂĄ HO FXiGUXSOR \ KDUi SHQLWHQFLD VHJ~Q ORV FiQRQHV´ VH GHFUHWy HQ HO &RQFLOLR GH 2YLHGR GH ņņņŊņĹ?. Las escenas admonitorias que se instalaron en los portalejos respondĂ­an al deÄĽ seo de retraer a ese extraordinario crisol humano de comportamientos inapropiaÄĽ dos o deshonestos que contraviniesen, como ya hicieron AdĂĄn y Eva en el inicio de ORV WLHPSRV ORV PDQGDWRV GH 'LRV (VH SDVDMH GHO *pQHVLV TXHGD UHĂ€HMDGR HQ OD JDÄĽ OHUtD GH 5HEROOHGR GH OD 7RUUH PHGLDQWH XQD HVSOpQGLGD UHSUHVHQWDFLyQ VLWXDGD HQ el ventanal geminado que hay en el muro de cierre occidental, hacia donde muere la luz del dĂ­a. Su colocaciĂłn en la cara interna responde a una clara intenciĂłn de hacerla visible a aquellos que penetraban en el pĂłrtico, y quizĂĄ muy especialmente a los penitentes que aguardaban bajo su cobijo durante las ceremonias medievales de reconciliaciĂłn, en las que el recuerdo de la expulsiĂłn del ParaĂ­so estaba muy presenteņŎ. Los dos protagonistas se disponen entre esplĂŠndidas arquitecturas alusivas al ParaĂ­so perdido, adoptando unas posturas algo forzadas para ajustarse al espacio de las albanegas. El Ă rbol de la Ciencia actĂşa como eje central, mostrando sus frutos entre una fronda con la que se mimetiza la enroscada serpiente. Ésta dirige VX PLUDGD KDFLD (YD TXH VH DIURQWD DO RÂżGLR HQ XQD SRVLFLyQ VHPLUUHSWDQWH TXH UHÄĽ FXHUGD OHYHPHQWH D OD GHO FpOHEUH UHOLHYH SURFHGHQWH GH OD FDWHGUDO GH 6DLQWÄĽ/D]DUH GÂś$XWXQ (VWD YLVLyQ PLVyJLQD FRQWUDVWD FRQ OD GH $GiQ TXH VL ELHQ FRPLHQ]D D WDSDU VXV JHQLWDOHV DO LJXDO TXH VX FRPSDxHUD GLULJH OD RWUD PDQR KDFLD VX JDUJDQÄĽ ta, haciendo ver que la manzana que ha comido, por incitaciĂłn femenina, se le ha DWUDJDQWDGR ÄŞ)LJ ĹˆÄŤ El tema se repite en el pĂłrtico de Andaluz, aunque mediante una versiĂłn mĂĄs sintĂŠticaŇŅ. La pieza procede de las desaparecidas arquerĂ­as oeste o norte y perduÄĽ ra muy deteriorada, aunque en una de sus caras se distingue la mitad inferior de dos personajes desnudos que tapan sus genitales con hojas de parra, y los restos del ĂĄrbol tabĂş con la sierpe. AdĂĄn y Eva aparecen en posiciĂłn frontal y la escena ņĹ?

&DQRQ ,,, &RQFLOLR GH 2YLHGR ņņņŊ FLW FLW ColecciĂłn de cĂĄnones y de todos los concilios de la iglesia de EspaĂąa y AmĂŠrica ,,, - 7HMDGD \ 5DPLUR HG 0DGULG ņĹ?ŋņ S ŇʼnŅ ņŎ VOGEL, C., Le pĂŠcheur et la pĂŠnitence au Mogen ÆJH 3DUtV ņŎŋŎ SS ŇŅĹ?ÄĽĹ‡Ĺ†Ĺˆ SILVA VERASTEGUI 0 6 GH Âł(VÄĽ SDFLRV SDUD OD SHQLWHQFLD S~EOLFD \ VXV SURJUDPDV LFRQRJUiÂżFRV HQ HO 5RPiQLFR +LVSDQR´ Clio & Crimen ĹŒ ĪŇŅņŅč S ņŇŋ ŇŅ (O SyUWLFR VXU GH 6DQ 0LOOiQ GH 6HJRYLD SUHVHQWD RWUR SRVLEOH FDVR GRV FDQHFLOORV FRQVHFXWLYRV PXHVWUDQ OD imagen de un hombre que se lleva las manos a la boca o garganta y de una mujer de larga cabellera que oculta sus genitales. Sin embargo, no hay rastro ni del ĂĄrbol ni de la serpiente, al contrario que en otros casos mucho PiV FODURV FRPR HO TXH VH SUHVHQWD HQ ORV FDQHFLOORV GHO iEVLGH GH OD LJOHVLD DEDFLDO GH 6DLQWHÄĽ0DULH GH $UWKRXV HORVAT, F. y PASTOREAU, L., Figures romanes eYUHX[ ŇŅņŅ SS ĹŽĹ‹ÄĽĹŽĹŒ

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Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

)LJ Ĺˆ ,JOHVLD GH 6DQ -XOLiQ \ VDQWD %DVLOLVD 5HEROOHGR GH OD 7RUUH ÄŞ%XUJRVÄŤ (O 3HFDGR 2ULJLQDO

TXHGD ÀDQTXHDGD SRU KRMDV GH SDOPD PX\ VXPDULDV FRPR WDPELpQ VXFHGH HQ HO FDSLWHO GHO 3HFDGR 2ULJLQDO GH OD SRUWDGD GH 6DQWD 0DUtD GH 7LHUPHV (O GH $QGDļ luz exhibe en su frente opuesto una pareja de cÊrvidos rampantes, mientras que HQ ORV UHVWDQWHV VH REVHUYDQ GRV HVFHQDV TXH FRQWUDSRQHQ ORV FRQFHSWRV GHO %LHQ \ HO 0DO HQ SULPHU OXJDU XQ &ULVWR &URQRFUiWRU HQWURQL]DGR EHQGLFLHQGR \ MXQWR a las representaciones del sol y la luna; y en el lado opuesto, un individuo desnudo con grilletes en su cuello y tobillos, quizå en alusión a un condenado o al demonio, o de forma mås general a la herencia que legó a la humanidad la desobediencia de los primeros padres. La expulsión del EdÊn de los Protoplastos provocó la extinción de los dones preternaturales de inmortalidad y exención de sufrimiento de los que gozaba la especie humana. Las capacidades del espíritu tambiÊn perdieron su vigor primigeļ nio, quedando sometidas a los vaivenes de las pasiones y al intelecto del error. Los pecados se convirtieron así en una amenaza cotidiana para todos los individuos, DXQTXH FRPR \D VH LQGLFy GXUDQWH OD $OWD (GDG 0HGLD OD ,JOHVLD IRUWL¿Fy VX GLDļ WULED FRQWUD XQ JUXSR HVSHFt¿FR GH HOORV GH FRQVHFXHQFLDV PRUWDOHV (Q SULPHU lugar se encontraban la avaricia, la soberbia y la lujuria, que se oponían a triada de votos monåsticos de pobreza, obediencia y castidad, y por ende proporcionaban HO PiV QXWULGR FRQWLQJHQWH GH FRQGHQDGRV DO LQ¿HUQRŇņ. A ellos se unían otros cuatro: la envidia, la ira, la gula y la acedia o pereza. Ňņ

HUERTA HUERTA 3 / Âł/DV YLVLRQHV LQIHUQDOHV SHFDGRV SHFDGRUHV \ WRUPHQWRV´ HQ Poder y seducciĂłn de la imaÄŚ gen romĂĄnica $JXLODU GH &DPSRR ŇŅŅŋ S ĹŽĹˆ

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

Los pĂłrticos romĂĄnicos, como cabrĂ­a esperar por su ubicaciĂłn y sus cometiÄĽ dos, contienen un generoso muestrario de todos esos vicios. A veces se revelan a travĂŠs de comportamientos censurados por la moral cristiana, mientras que en otras ocasiones se expresan mediante alegorĂ­as que, al menos desde la Ăłptica del investigador del siglo XXI, adolecen de una compleja polisemia. Pero si de advertir DO ÂżHO ante portas se trata, pocos casos son tan perspicuos como el de la bestia apoÄĽ calĂ­ptica que decora un capitel del acceso lateral de la galerĂ­a de CaracenaŇŇ. Sus siete cabezas, prĂŠstamo de la hidra clĂĄsica, se erigen en su contexto plenomedieval en una evocaciĂłn de SatĂĄn y de los siete pecados capitales contra los que debe OXFKDU HO ÂżHO VL TXLHUH VDERUHDU ODV PLHOHV GH OD VDOYDFLyQĹ‡Ĺˆ ÄŞ)LJ ʼnč La avaricia

)LJ ʼn ,JOHVLD GH 6DQ 3HGUR &DUDFHQD Ī6RULDč %HVWLD apocalíptica

ŇŇ

Las conductas pecaminosas y los tormentos que se derivan de ellas UDUD YH] VH PDQLÂżHVWDQ PHGLDQWH HVÄĽ cenas bĂ­blicas reconocibles, aunque XQ FDSLWHO GH 5HEROOHGR GH OD 7RUUH presenta una esplĂŠndida excepciĂłn. El pasaje elegido es un fragmento de una parĂĄbola, recogida de forma exclusiva por el evangelio de Lucas, que narra el comportamiento anÄĽ titĂŠtico del pobre LĂĄzaro y el rico EpulĂłn, asĂ­ como de los diferentes destinos que le aguardan a cada uno de ellos. La situaciĂłn de esta hisÄĽ toria junto a la puerta del templo, DPRQHVWDQGR DO ÂżHO \ H[KRUWiQGROH al ejercicio de la caridad, se repite en otros muchos casos conocidos como las portadas de San Vicente GH ĂˆYLOD 6DLQWÄĽ6HUQLQ GH 7RXORXVH 6DLQWÄĽ/D]DUH GÂś$XWXQ \ 6DLQWÄĽ3LHUUH GH 0RLVVDF 3RU VX SDUWH OD LJOHVLD GH 6DQ 0DUtQ GH 0RQGRxHGR R ORV

/D HUPLWD GH 6DQWD 0DUtD GH 7LHUPHV WXYR RWUR FDSLWHO LGpQWLFR TXH WUDV VX GHVPRQWDMH IXH XWLOL]DGR FRPR SLOD DJXDEHQGLWHUD GH OD FHUFDQD LJOHVLD GH 0DQ]DQDUHV \ KR\ VH H[KLEH HQ OD VDOD FDSLWXODU GH OD FDWHGUDO GH (O %XUJR GH 2VPD CAAMAĂ‘O MARTĂ?NEZ - 0 Âł&DSLWHOÄĽSLOD GH DJXD EHQGLWD´ HQ La ciudad de seis pisos. Las Edades GHO +RPEUH (O %XUJR GH 2VPD 6RULD ŇĹ?Ĺ?Ĺ? 6DODPDQFD Ĺ†ĹŽĹŽĹŒ S Ĺ†ĹˆĹ‹ Ĺ‡Ĺˆ &+$5%211($8ÄĽ/$66$<, L., El bestiario de Cristo. El simbolismo animal en la AntigĂźedad y la Edad Media , %DUFHORQD Ĺ†ĹŽĹŽĹŒ S ĹˆĹŽĹ?

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Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

claustros de Sant Cugat del Vallès y la catedral de Tudela, muestran la representaÄĽ ciĂłn en lugares muy prĂłximos a un accesoŇʼn. (O YLUWXRVR DUWtÂżFH TXH HIHFW~D HO FDSLWHO GH 5HEROOHGR DOOi SRU ņņĹ?Ĺ‹ TXL]i HO Juan de Piasca que nombra la inscripciĂłn del ventanal de poniente, selecciona dos PRPHQWRV HVSHFtÂżFRV GH OD KLVWRULD OD PXHUWH GHO DYDUR \ VX WRUPHQWR HWHUQR (O SULPHUR GH HOORV DSDUHFH HQ OD FDUD RULHQWDO \ SUHVHQWD DO ÂżQDGR VREUH XQ MHUJyQ FXÄĽ yas patas son mordidas por leones de aspecto feroz. Junto a la cabecera se dispone la doliente viuda, que dirige su mano a la mejilla manifestando un dolor mĂĄs moral que fĂ­sico. El dramatismo de la escena se acentĂşa en la mitad superior, donde el alma del difunto sale por su boca, pero es encadenada por un leĂłn rugiente e inÄĽ WHUFHSWDGD SRU XQ GHPRQLR TXH WLUD GH HOOD SDUD DUUDVWUDUOD DO LQÂżHUQR (O DVSHFWR JURWHVFR TXH PXHVWUD HO URVWUR GHO FDGiYHU QR HV VLQR XQ JXLxR DO UHODWR HYDQJpOLFR en el que el condenado suplica a Abraham “ten piedad de mĂ­ y envĂ­a a LĂĄzaro paÄĽ ra que, con la punta del dedo mojada en agua, refresque mi lengua, porque estoy DWRUPHQWDGR HQ HVWDV OODPDV´Ĺ‡ĹŠ. La prominente sinhueso que sale de su boca tamÄĽ ELpQ UHPHPRUD OD LPDJHQ GHO DKRUFDGR TXH DSDUHFH HQ XQ FDSLWHO GH 6DLQWHÄĽ0DULHÄĽ 0DGHOHLQH GH 9p]HOD\ LGHQWLÂżFDGR SRU DOJXQRV DXWRUHV FRPR OD PXHUWH GHO DYDUR Judas IscarioteŇŋ, y por otros como una alusiĂłn al suicidio de la iraĹ‡ĹŒ. /D FDUD FRQWUDULD UHÂżHUH HO IDWDO GHVWLQR GHO SHUVRQDMH TXH WUDV H[SLUDU GHEH seguir soportando el peso de la bolsa henchida de monedas que pende de su cuello. (VWH HVFDUPLHQWR VH UHSLWH HQ XQD PHWRSD GH 'XUDWyQ GRQGH VREUH XQ IRQGR OODÄĽ PHDQWH VH GLVSRQH OD ÂżJXUD GH XQ KRPEUH VHQWDGR TXH DPDUUD FRQ IXHU]D HO DVD GH la talega que lleva colgada para que ĂŠsta no le ahogue. Frente a esa versiĂłn sintĂŠtica, HQ 5HEROOHGR XQ LQGLYLGXR KR\ VLQ FDEH]D GHVSRMD GH VXV YHVWLGXUDV DO FRQGHQDGR PLHQWUDV TXH HQ HO ODGR FRQWUDULR HO GHPRQLR TXH OR FRQGXMR DO LQÂżHUQR OR PDQÄĽ tiene amarrado del brazoŇĹ? (VWH ~OWLPR VHU VH SUHVHQWD VHPLĂ€H[LRQDGR GHVQXGR \ FRQ XQD WHUURUtÂżFD FDEH]D GH JDOOR UHPDWDGD FRQ XQD FUHVWD OODPHDQWH WRGRV HOORV sĂ­mbolos degradantes y malignos. El avaro eleva las palmas abiertas de sus manos HQ VHxDO GH FRQWULFLyQ VROLFLWDQGR DX[LOLR GLYLQR DXQTXH HO UHVWR GH OD HVFHQD GHMD claro al espectador que ese arrepentimiento ha llegado demasiado tarde, y que el Ňʼn

RODRĂ?GUEZ BARRAL 3 Âł5HĂ€H[LRQHV VREUH HO FDVWLJR GH OD DYDULFLD \ OD OXMXULD D SURSyVLWR GH VX UHSUHVHQWDFLyQ HQ OD HVFXOWXUD URPiQLFD FDWDODQRÄĽDUDJRQHVD´ Codex aquilarensis Ňņ ĪŇŅŅŊč S Ňʼn ŇŊ /F ņŋ Ňʼn Ňŋ Los evangelios presentan a Judas Iscariote como un hombre avariento, capaz de robar dinero y de vender a Cristo a cambio de una cantidad irrisoria de monedas: -Q ņŇ Ĺ‹ \ 0W Ĺ‡ĹŒ ĹŠ 6X GHVWLQR HV HO DKRUFDPLHQWR DO LJXDO TXH OD EROVD GHO GLQHUR DVÂż[LD DO DYDUR Ĺ‡ĹŒ LITTLE / . Âł$QJHU LQ 0RQDVWLF &XUVHV´ HQ Anger’s past. The social uses of an emotion in the Middle Ages 1XHYD <RUN ņŎŎĹ? S Ňņ ŇĹ? Un capitel de Perrorubio muestra dos seres, uno claramente demoniaco, hostigando a un individuo. En el frente opuesto, un monstruo alado retuerce su espantosa cabeza. Aunque es probable que esta pieza exhibiese otra puniciĂłn ejemplar a un pecador, su mal estado de conservaciĂłn convierte en infructuoso todo intento de lectura. RUIZ MONTEJO, I., El romĂĄnico de villas y tierras de Segovia 0DGULG ņŎĹ?Ĺ? SS ŇņŎļŇŇŅ

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pecador debe pagar el precio de su vicio terrenalŇŎ ÄŞ)LJ ĹŠÄŤ $Vt OR UHFXHUGD OD LQVÄĽ cripciĂłn que aparece sobre un capitel de la colegiata de Ennezat, escrita en primera persona por el diablo: CANDO USURAM ACCEPISTI, OPERA MEA FECISTE ÄŞÂłFXDQGR DFHSÄĽ WDV OD XVXUD WUDEDMDV SDUD Pt´čĹˆĹ… < GH IRUPD PiV H[SOtFLWD XQD LPDJHQ GHO LQÂżHUQR FRQWHQLGD HQ HO %HDWR GH 6DQWR 'RPLQJR GH 6LORV HQ OD TXH %HHO]HEXE \ 5DGDPDV LQĂ€LJHQ VXSOLFLR DO DYDUR FDUJDGR GH ULTXH]DV PLHQWUDV TXH %DUUDEiV \ $WLPRV KDÄĽ cen lo propio con una pareja de amantes que yacen en un lechoĹˆĹ†.

)LJ ĹŠ ,JOHVLD GH San JuliĂĄn y santa %DVLOLVD 5HEROOHGR GH OD 7RUUH ÄŞ%XUJRVÄŤ Los tormentos de EpulĂłn

La gula La macabra assumptio animae GH 5HEROOHGR GH OD 7RUUH VH FRPSOHWD HQ OD FDUD sur de la cesta con otra imagen de Epulón. El personaje ahora aparece colocado de SHU¿O \ FRQ VX FXHUSR HQ XQ PDUFDGR GHVHTXLOLEULR KDFLD DWUiV FRPR VL HO REMHWR que sostiene con la mano y asienta sobre su hombro fuera muy pesado. Aunque no se aprecia con claridad, se ha barajado la posibilidad de que ese elemento fuese un ŇŎ

Una desgastada cesta de la cercana ermita de Santa Cecilia de Vallespinoso de Aguilar presenta una versiĂłn resumida de este episodio: el avaro con la bolsa colgada del cuello es atormentado por un demonio escamado de grandes ojos y pronunciada cresta. ĹˆĹ… HERNANDO GARRIDO - / Âł/D UHSUHVHQWDFLyQ GHO 'LDEOR HQ OD HVFXOWXUD URPiQLFD SDOHQWLQD´ Codex aquilarenÄŚ sis ņņ ĪņŎŎʼnč S Ĺ†ĹŽĹŒ ĹˆĹ† Beato de Santo Domingo de Silos 7KH %ULWLVK /LEUDU\ /RQGUHV $GG 0V ņņŋŎŊ IRO ŇU

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Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

SH] GH JUDQ WDPDxRĹˆĹ‡; no obstante, convendrĂ­a mĂĄs a la escena una pieza de carne animal. Esta Ăşltima hipĂłtesis cobrarĂ­a sentido a la luz del otro gran vicio referido en la parĂĄbola, aunque quizĂĄ eclipsado por la superlativa avaricia: el de la gula, maÄĽ terializada en los opulentos banquetes del rico y en su indolente desprecio hacia las penurias que sufre LĂĄzaroĹˆĹˆ. Los castigos relacionados de forma directa con el pecado cometido tienen su arraigo en el principio de justicia retributiva, presente no sĂłlo en el Antiguo TesÄĽ tamentoĹˆĹ‰ o en los hadices musulmanesĹˆĹŠ, sino incluso en el antiquĂ­simo cĂłdigo legal de Hammurabi. A la luz de esa lex talionis, el tormento del avaro, encorvado por el peso de su tesoro, o el de la mujer lujuriosa, cuyos pechos son mordidos por serpientes o sapos, se erigen en condenas ejemplares para aquellos que incuÄĽ UUHQ HQ HVWDV H[HFUDEOHV IDOWDV 'HO PLVPR PRGR OD LFRQRJUDItD PHGLHYDO PXHVWUD DO JXORVR DFDUUHDQGR ODV YLDQGDV TXH H[FLWDURQ VX YLFLR ÄŚJHQHUDOPHQWH GH RULJHQ SRUFLQRÄŚ H LQFOXVR PRQWDGR D ORPRV GH XQ FHUGR HO DQLPDO GHO TXH VH REWLHQH HO ÂłPDWHULDO PiV DEXQGDQWH SDUD OD JORWRQHUtD´ VHJ~Q VHxDOD 3OLQLR HO 9LHMRĹˆĹ‹. Estos DWULEXWRV VRQ ORV TXH DFRPSDxDQ D OD UHSUHVHQWDFLyQ GH OD JXOD HQ ODV SLQWXUDV PXÄĽ rales de OrdovĂŠs y Sieso de Jaca, hoy en Jaca: en las Ăşltimas, carga un jamĂłn sobre VX KRPEUR ÄŚFRPR HO SRVLEOH FDVR GH 5HEROOHGR GH OD 7RUUHÄŚ DPpQ GH XQD FRSD mientras cabalga sobre el marranoĹˆĹŒ. Uno de los bellos capiteles que decoran el brazo sur del pĂłrtico de Orejana presenta otra mĂĄs que posible alusiĂłn al mismo pecado, empleando para ello una IyUPXOD SDUHFLGD &RPR WDPELpQ RFXUUH HQ 5HEROOHGR OD FDUD FRUWD RULHQWDGD KDÄĽ FLD OD FDOOH H[KLEH OD LPDJHQ GH XQ KRPEUH VHPLĂ€H[LRQDGR TXH SRUWD HQ VX PDQR izquierda un pernil animal. Sin embargo, el castigo se hace aĂşn mĂĄs explĂ­cito meÄĽ diante la inclusiĂłn de una serpiente que se enrosca sobre su cuerpo mordiĂŠndole la boca, principal instrumento de su voracidadĹˆĹ?. El frente oeste estĂĄ ocupado por ĹˆĹ‡

/RV DXWRUHV TXH GHÂżHQGHQ HVWD KLSyWHVLV FRQVLGHUDQ TXH SRGUtD WUDWDUVH GH XQD DOXVLyQ DO SHFDGR GH OD OXMXULD pues el pez se antoja excesivamente canĂłnico y cuaresmal para ser un foco de glotonerĂ­a. HERNANDO GARRIDO, - / RS FLW S ŇŅņ GĂ“MEZ GĂ“MEZ, A., El protagonismo de los otros. La imagen de los marginados en el Arte RomĂĄnico, %LOEDR Ĺ†ĹŽĹŽĹŒ SS ĹˆĹŽÄĽĹ‰Ĺ… ĹˆĹˆ Una metopa situada en el tejaroz de la portada de Artaiz muestra al rico como un obeso sentado en una mesa OOHQD GH YLDQGDV 0LHQWUDV WDQWR /i]DUR DSDUHFH WHQGLHQGR VX PDQR HQ DFWLWXG SHGLJ HxD \ PiV DEDMR WHQGLÄĽ do mientras un perro lame sus llagas. MARTĂ?NEZ DE AGUIRRE - Âł$UWDL] ,JOHVLD GH 6DQ 0DUWtQ´ HQ Enciclopedia del RomĂĄnico en Navarra , $JXLODU GH &DPSRR ŇŅŅĹ? S Ĺ‡Ĺ‰Ĺˆ ĹˆĹ‰ ([ Ňņ Ĺ‡ĹˆÄĽĹ‡ĹŠ \ /HY Ňʼn ņĹ?ļŇŅ ĹˆĹŠ MONTEIRA ARIAS, I., “Las formas del pecado en la escultura romĂĄnica castellana. Una interpretaciĂłn contexÄĽ WXDOL]DGD HQ UHODFLyQ FRQ HO ,VODP´ Codex aquilarensis Ňņ ĪŇŅŅŊč S ĹŠĹŠ ĹˆĹ‹ PLINIO SEGUNDO, G., Historia Natural - &DQWy HW DOLL ÄŞHG \ WUDG ÄŤ 0DGULG ŇŅŅŇ S ņʼnʼn ĹˆĹŒ PIEDRAFITA 0 ( \ COSTA 0 - Âł/D H[SUHVLyQ SOiVWLFD SRSXODU GH ORV SHFDGRV FDSLWDOHV D DPERV ODGRV GHO 3LULÄĽ QHR´ Argensola: Revista de Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Altoaragoneses ņņŇ ĪņŎŎĹ?ļŇŅŅŇč SS ņĹ?ņ \ ņĹ?Ĺˆ ĹˆĹ? Las serpientes tambiĂŠn aparecen en la representaciĂłn del pecado de la gula del PĂłrtico de la Gloria: una PXHUGH HO SLH GH XQ FRQGHQDGR PLHQWUDV VX FRPSDxHUD VH HQURVFD HQ HO FXHOOR GH RWUR DKRJiQGROH PLHQWUDV LQWHQWD FRPHUVH XQ HQRUPH ÂżOHWH

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dos individuos, aunque sĂłlo se disÄĽ tingue el de la izquierda, que alza su siniestra mientras monta sobre un cuadrĂşpedo de rabo enroscado, a buen seguro un cerdo. El demoÄĽ nio alado que se yergue sobre los cuartos traseros del animal, similar DO VHU PDOpÂżFR TXH FDPSHD VREUH la gula en Sieso de Jaca, subraya el trasfondo pecaminoso de la escena. Por Ăşltimo, en el lado restante dos ĂĄngeles de rostro amable parecen compartir un objeto o alimento, en posible alusiĂłn a la caridad o quizĂĄ a la templanza, virtud antagĂłnica de la gula mediante la que se conÄĽ sigue moderar la voluntad de los instintos y el deseo desmedido por VDWLVIDFHU ORV DSHWLWRV ÄŞ)LJ Ĺ‹ÄŤ La Iglesia tambiĂŠn lanzĂł severas GLDWULEDV FRQWUD OD DÂżFLyQ GHVPHGLÄĽ da por el consumo de vino, pues su elevado contenido alcohĂłlico soliÄĽ viantaba el ĂĄnimo, induciendo a la comisiĂłn de actos deshonestos e indecorosos: ÂłHO YLQR KDFH FODXGLFDU D ORV PiV VHQVDWRV´ UHFXHUGD OD Regla de San BenitoĹˆĹŽ. La imagen de un hombre que bebe directamente de un inmenso barril, la alusiĂłn a la cuba de forma independiente o los rostros abultados y burlones de multitud de personajes, quizĂĄ tengan mucho que ver con la citada intenciĂłn disciplinante frenÄĽ te a ese exceso tan perverso. Estos temas se adivinan en algunos canecillos, aunque en la mayor parte de los casos el deterioro de las piezas plantea ciertas dudas: asĂ­ sucede en Canales de la Sierra y en Tenzuela, donde aparecen sendos personajes amorrados a un tonel, aunque no es posible precisar si beben o si estĂĄn tocando un instrumento musical con forma de barrilete llamado dolio. )LJ Ĺ‹ ,JOHVLD GH 6DQ -XDQ %DXWLVWD 2UHMDQD ÄŞ6HJRYLDÄŤ La gula

La lujuria La EpĂ­stola a los Efesios advierte de que el vino lleva al desenfrenoʼnŅ, y por ende a OD LPSXGLFLD \ OD ODVFLYLD GRV FRQGXFWDV UHxLGDV FRQ OD PRUDO VH[XDO RULHQWDGD D OD ĹˆĹŽ

(VWD VHQWHQFLD VH LQFOX\H HQ HO &DQRQ ;/ GH OD UHJOD WLWXODGR Âł'H OD WDVD GH OD EHELGD´ CHITTISTER, J., La Regla de San Benito: vocaciĂłn de eternidad %LOEDR Ĺ‡Ĺ…Ĺ…Ĺˆ SS ņŊŊļņŊŋ ʼnŅ (IHVLRV ĹŠ ņĹ?

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Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

procreaciĂłn que propugnan las autoridades eclesiĂĄsticas. Ambas desembocan en la lujuria, un pecado que afecta por igual a todos los estamentos. La constante y secular misoginia, que culpa a Eva de todos los males de la humanidad, convierte igualmente a la mujer en el foco principal de este vicio. La ya referida femme aux serpents es un buen ejemplo de ello, aunque la propia exposiciĂłn del cuerpo femeÄĽ nino desnudo o en actitudes procaces, sin necesidad de introducir referencia alÄĽ JXQD DO WRUPHQWR HV \D XQD PXHVWUD VXÂżFLHQWH GH GHVYHUJ HQ]D \ OXEULFLGDG %DMR esa Ăłptica deben de ser entendidas las mujeres exhibicionistas que se observan en ORV FDQHFLOORV GH DOJ~Q SyUWLFR FRPR HO GH 0DGURQD &RQ HO ÂżQ GH UHDO]DU HO DVSHFWR SHFDPLQRVR HQ RFDVLRQHV ODV OXMXULRVDV DSDUHÄĽ FHQ PHWDPRUIRVHDGDV HQ VLUHQDVÄĽSH] TXH VXMHWDQ FRQ ODV PDQRV ORV H[WUHPRV GH VXV FRODV EtÂżGDV DVt VXFHGH HQ XQ FDQHFLOOR GH 6DQ 0LOOiQ GH 6HJRYLD HQ XQ FDSLWHO de Paones o en otro de Fuentemizarra. Las dos galerĂ­as porticadas de San Esteban de Gormaz tambiĂŠn contienen sendas alusiones a este hĂ­brido, que ademĂĄs se enÄĽ cuentra ataviado con un tocado de reminiscencias islĂĄmicas. Otro caso excepcioÄĽ nal es el que se puede ver en una cesta de Pinilla de Jadraque, donde dos de estos monstruos y tres individuos vestidos con largas tĂşnicas atadas a la cintura agarran FXDWUR SHFHV IRUPDQGR XQD VXHUWH GH FDGHQD 5HVXOWD FRPSOLFDGR GHWHUPLQDU HO sexo de los protagonistas, aunque el carĂĄcter eminentemente maligno de la sirena romĂĄnica y las connotaciones fĂĄlicas de los pescados que comparten hacen de esta escena una mĂĄs que posible advertencia ante los peligros de sucumbir a los nefanÄĽ dos placeres de la seducciĂłnʼnņ ÄŞ)LJ ĹŒÄŤ Estos mismos elementos se conjugan en sendos capiteles de las iglesias franÄĽ cesas de CunaultʼnŇ y CivauxĹ‰Ĺˆ, donde se esculpieron respectivamente una sirena que ofrece un pez a unos pescadores, y otra que arroja al marino a las aguas para UREDUOH ODV SLH]DV FDSWXUDGDV \ XVXUSDU VX OXJDU HQ OD EDUFD 0XFKR PiV SUy[LÄĽ PR JHRJUiÂżFDPHQWH HV HO UHOLHYH H[LVWHQWH HQ OD SRUWDGD GH 6RWR GH %XUHED TXH SUHVHQWD D XQD VLUHQD PDVFXOLQD WRFDQGR XQD WURPSDÄĽFDUDFROD PLHQWUDV HQOD]D VX cola con una congĂŠnere de rostro femenino. Esta Ăşltima sostiene un pez en cada mano, aunque el que parece surgir de la transiciĂłn entre el torso y el apĂŠndice HVFDPDGR GH VX FRPSDxHUR SRVHH XQ WDPDxR PXFKR PD\RU FRPR VL GH XQ PLHPÄĽ bro viril en erecciĂłn se tratase. Todos estos casos subrayan la visiĂłn negativa de ʼnņ

-RVp 5DPyQ /ySH] GH ORV 0R]RV LQGLFy TXH OD HVFHQD SRGUtD WHQHU DOJ~Q QH[R VLPEyOLFR FRQ OD GHO 3HFDGR Original. LĂ“PEZ DE LOS MOZOS JIMÉNEZ - 5 Âł0LWRORJtD HQ OD LJOHVLD URPiQLFD GH 3LQLOOD GH -DGUDTXH´ :DGÄŚ DOÄŚ+D\DUD Ň ÄŞĹ†ĹŽĹŒĹŠÄŤ S ʼnĹ? $xRV PiV WDUGH ,QpV 5XL] ,VDEHO )URQWyQ \ )UDQFLVFR -DYLHU 3pUH] \D EDUDMDURQ la posibilidad de que se tratase de una alegorĂ­a del mal encarnada por las sirenas de largo cabello y aspecto pecaminoso que ofrecĂ­an peces a los hombres como reclamo erĂłtico. RUIZ MONTEJO, I., FRONTĂ“N SIMĂ“N, I. M. y PÉREZ NAVARRO, F. J., La herencia romĂĄnica en Guadalajara 7ROHGR ņŎŎŇ S Ĺ‡ĹˆĹŠ ʼnŇ DEBIDOUR, V. H., Le bestiaire sculptĂŠ du Moyen Ă‚ge en France 3DULV Ĺ†ĹŽĹŒĹ† SS Ĺ‡Ĺ‡ĹŠÄĽĹ‡ĹˆĹ‰ Ĺ‰Ĺˆ %2,66$9,7ÄĽ&$086 % Âł/HV WHPSV PpGLpYDX[ FRKDELWDWLRQ GHV KRPPHV GHV PRUWV HW GH OHXU 'LHX´ HQ Civaux. Des origines au Moyen ÆJH 3RLWLHUV ņŎŎŅ S ņŅŋ

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

)LJ ĹŒ ,JOHVLD GH la AnunciaciĂłn, Pinilla de Jadraque ÄŞ*XDGDODMDUDÄŤ /D lujuria

la mujer, presentĂĄndola como incitadora al pecado de la lujuria a travĂŠs de sus malas artesʼnʼn. Tampoco faltan alusiones a las bailarinas que contonean su cuerpo al son de una melodĂ­a, dejando que se insinĂşen sus rasgos mĂĄs femeninos. A veces estĂĄn DFRPSDxDGDV SRU P~VLFRV FRPR ORV WDxHGRUHV GH ItGXOD \ DUSDÄĽVDOWHULR TXH Ă€DQÄĽ TXHDQ D OD GHVFRFDGD GDQ]DULQD GH OD FRUQLVD GH 5HEROOHGR GH OD 7RUUH (VWD ~OWLPD se arrodilla y arquea su torso, mientras deja caer hacia atrĂĄs su cabellera, que adÄĽ quiere un aspecto casi demoniaco. Su acrobĂĄtico baile parece inspirado en el que HIHFWXDEDQ DOJXQDV MXJODUHVDV PHGLHYDOHV EDMR HO WtWXOR GH ÂłOD GDQ]D GH 6DORPp´ en recuerdo al que realizĂł la hija de HerodĂ­as como preludio a la decapitaciĂłn GHO %DXWLVWDʼnŊ. Este pasaje bĂ­blico, en el que resuenan las terribles consecuencias del incesto y el abuso de poder, se traslada a las representaciones artĂ­sticas del URPiQLFR GH IRUPDV YDULDGDV DXQTXH HV KDELWXDO TXH OD ÂżJXUD GH 6DORPp VH PXHVÄĽ tre en posturas frenĂŠticas o extremas, como asĂ­ sucede en un capitel del claustro GH 6DQWD 0DUtD OD 0D\RU GH $OTXp]DU R XQD PLQLDWXUD GH ÂżQDOHV GHO VLJOR XII del Flabellum de Hohenbourgʼnŋ. La aplicaciĂłn de esos ademanes exaltados a la saltatrix GH 5HEROOHGR DO SHUVRQDMH TXH EDLOD URGHDGR GH GRV P~VLFRV HQ XQ FDQHFLOOR GH 'XUDWyQ R DO TXH KDFH XQD SLUXHWD FDVL LPSRVLEOH HQ RWUR PRGLOOyQ GH 6RWRVDOERV ʼnʼn

CLEBERT, J. P., Bestiaire fabuleux 3DUtV Ĺ†ĹŽĹŒĹ† S ĹˆĹ†Ĺ† LECLERCQ, J., La sirène dans la penseĂŠ et dans l’art de l’antiquitĂŠ et du Moyen Ă‚ge. Du mythe PaiĂŤn au symbole chrĂŠtien %UXVHODV ŇŅŅŇ SS Ĺ†Ĺ‡Ĺ†ÄĽĹ†ĹˆĹˆ ʼnŊ 0W ņʼn ĹˆĹ? \ 0F Ĺ‹ Ĺ†ĹŒÄĽĹ‡Ĺ‰ ʼnŋ )ODEHOOXP GH +RKHQERXUJ 7KH %ULWLVK /LEUDU\ /RQGUHV $GG 0V Ĺ‰Ĺ‡Ĺ‰ĹŽĹŒ IRO ņY

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Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

sirve para ilustrar la reprobaciĂłn moral de este tipo de bailes, asĂ­ como de las leÄĽ WULOODV FKDQ]DV \ MHULJRQ]DV TXH D PHQXGR ORV DFRPSDxDEDQ FRQVLGHUDGDV WDQWR R mĂĄs indecentes y escandalosasĹ‰ĹŒ ÄŞ)LJ Ĺ?ÄŤ 8Q FDSLWHO GH 6DQ 0LJXHO HQ 6DQ (VWHEDQ GH *RUPD] SRGUtD FRQWHQHU XQ SRVLÄĽ ble ejemplo del castigo a los excesos a los que conducen estos eventos de carĂĄcter O~GLFR $XQTXH OD LQJHQXLGDG GH OD REUD \ VX PDO HVWDGR GH FRQVHUYDFLyQ GLÂżFXOÄĽ tan la interpretaciĂłn, el hecho de que el anciano que se sitĂşa a la derecha de la FRPSRVLFLyQ DSDUH]FD WDxHQGR XQ UDEHO LQGLFD TXH VH WUDWD GH XQD HVFHQD PXVLFDO El personaje que estĂĄ a su izquierda aparece en posiciĂłn frontal, ataviado con un caftĂĄn de mangas anchas y un tocado en la cabeza, pero sin ningĂşn instrumento en sus manos, lo que conduce a pensar que se trata de un aprendiz, un vocalista o, TXL]i XQ EDLODUtQ ÄŚVLQ SRGHU HVSHFLÂżFDU WDPSRFR VX VH[RÄŚ 0XFKR PiV VLJQLÂżFDÄĽ WLYR HV TXH XQ FXDGU~SHGR GH JUDQ WDPDxR OH ODQFH XQD GHQWHOODGD HQ XQR GH VXV brazos, algo que podrĂ­a entenderse como parte de una pantomima musical, pero tambiĂŠn como una exhortaciĂłn contra las artes espectaculares desarrolladas por los juglares en los templos y en su dextro, anatematizadas una y otra vez por las autoridades eclesiĂĄsticas. (O VtQRGR GH 'LHJR GH 'H]D ÄŚ6DODPDQFD Ĺ†Ĺ‰ĹŽĹŒÄŚ RUGHQD TXH ÂłQR MXHJXHQ HQ ODV \JOHVLDV QL HQ ORV SRUWDOHV QL HQ ORV FHPHQWHULRV ÄŹÂŤÄ­ QL FDQWHQ HQ HOORV FKDQoRQHWDV

)LJ Ĺ? ,JOHVLD GH 6DQ 0LJXHO ArcĂĄngel, Sotosalbos ÄŞ6HJRYLDÄŤ %DLOH acrobĂĄtico

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ARAGONÉS ESTELLA ( Âł0~VLFD SURIDQD HQ HO DUWH PRQXPHQWDO URPiQLFR GHO &DPLQR GH 6DQWLDJR QDYDUUR´ PrĂ­ncipe de Viana ņŎŎ ÄŞĹ†ĹŽĹŽĹˆÄŤ SS ŇŊņļŇŊŇ

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

GHVRQHVWDV´Ĺ‰Ĺ? PLHQWUDV TXH HO GH 3HGUR 0DQXHO ,, ÄŚ/HyQ ņŊŇŋČ REOLJD D TXH ÂłHQ ODV WDOHV \JOHVLDV \ HUPLWDV QL YH\QWH SDVRV HQ GHUUHGRU ÄŹÂŤÄ­ QR GLJDQ FDQWDUHV QL ED\OHQ QL KDJDQ MXHJRV QL RWUDV GLVROXFLRQHV DOJXQDV´Ĺ‰ĹŽ. El destino para los que GHVDItDQ HVWDV GLVSRVLFLRQHV SRGUtD VHU HO TXH UHĂ€HMD XQ FDSLWHO GH 6DQ 0DUWtQ GH Segovia. Sus caras visibles muestran a tres personajes formando un castillo humaÄĽ QR GRV IpPLQDV EHOODPHQWH DWDYLDGDV XQD SDUHMD GH EDLODULQHV \ ÂżQDOPHQWH GRV LQGLYLGXRV FRQ JRUURV FyQLFRV \ FDSDV ČĨMXGtRV R FyPLFRV GLVIUD]DGRV"ÄŚ TXH VRQ interceptados por un horrendo demonio. El miembro viril de ĂŠste se convierte en un largo tallo que ocupa toda la cara occidental de la cesta, enredĂĄndose en los cuerpos de los dos personajes que lo anteceden. Las mujeres no son siempre las Ăşnicas protagonistas del vicio de la lujuria, sino TXH SXHGHQ HVWDU HQ FRPSDxtD GH KRPEUHV FRQ ORV TXH PDQWLHQHQ WyUULGDV FySXÄĽ las. AsĂ­ se aprecia en varios canecillos del pĂłrtico de San Lorenzo de Segovia, e incluso una de esas escenas sexuales parece protagonizada por dos personajes con ciertos rasgos zoomorfos, quizĂĄ en un intento de bestializar su relaciĂłn. El vecino HMHPSODU GH 6DQ 0LOOiQ WDPELpQ SUHVHQWD HQ VX DOHUR GRV FDQHFLOORV FRQWLJXRV en los que se distingue a un hombre con un gran falo y a una mujer que dirige su sicalĂ­ptica mirada hacia ĂŠl mientras acerca una de sus manos a sus genitales: junto D HOORV VH GLVSRQH XQD PHWRSD FRQ XQD VLUHQDÄĽSH] TXH GHMD YHU LPS~GLFDPHQWH su sexo. El pĂłrtico de TamajĂłn contiene imĂĄgenes de dos onanistas, cometiendo un pecado ya condenado en el LevĂ­ticoĹŠĹ…, e incluso en San Juan de los Caballeros de Segovia es posible encontrar un animal dotado de un enorme falo erecto. La crudeza de estas representaciones deriva de su indiscutible funciĂłn moralizante, por lo que su ĂŠxito no debe de ser entendido como resultado de una supuesta OLEHUWDG FUHDWLYD GHO DUWtÂżFH VLQR DQWH WRGR FRPR IUXWR GHO FRQVHQWLPLHQWR GH ORV SURPRWRUHV 1R HQ YDQR \ FRPR \D DGYLUWLy -DLPH 1XxR ÂłOD PHMRU PDQHUD GH UHSUREDU HO SHFDGR R HO PDO KD VLGR SDUD PXFKR ÄŚ\ VLJXH VLHQGRÄŚ PRVWUDUOR GH PDQHUD PRUERVD´ĹŠĹ†. La envidia, la soberbia, la pereza y la ira La reiteraciĂłn con la que aparecen la avaricia, la gula y la lujuria en la escultuÄĽ ra romĂĄnica no sĂłlo se debe a la condena moral que recibieron por parte de los moralistas y las autoridades eclesiĂĄsticas, sino tambiĂŠn a que para incurrir en ellas era necesaria una acciĂłn que podĂ­a ser fĂĄcilmente representada: atesorar, zampar, copular, etc. Frente a estos pecados, otros presentaban el inconveniente de ser ʼnĹ?

6tQRGR GH 'LHJR GH 'H]D 6DODPDQFD Ĺ†Ĺ‰ĹŽĹŒ WtW ;;, FLW Synodicon Hispanum ,9 $ *DUFtD HG 0DGULG ņŎĹ?ĹŒ S ĹˆĹŒĹ‹ ʼnŎ 6tQRGR GH 3HGUR 0DQXHO ,, /HyQ Ĺ†ĹŠĹ‡Ĺˆ WtW ;, FLW IBĂ?DEM ,,, ņŎĹ?ʼn S ĹˆĹ‡Ĺ? ĹŠĹ… /HY ņŊ Ĺ†ÄĽĹˆ Ŋņ NUĂ‘O GONZĂ LEZ - Âł+DFLD XQD YLVLyQ GH OD LFRQRJUDItD VH[XDO HVFHQDV SURFDFHV \ ÂżJXUDV REVFHQDV´ HQ Poder y seducciĂłnÂŤ RS FLW S ŇņŎ

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sentimientos o deseos que se expresaban a travĂŠs de estados de ĂĄnimo o actitudes ante ciertas situaciones. La soberbia se manifestaba mediante la vanidad o la arroÄĽ gancia; la pereza conducĂ­a al tedio, la tristeza anĂ­mica y al descuido de los deberes PRUDOHV OD HQYLGLD DO DQKHOR GH SRVHHU ORV ELHQHV R FXDOLGDGHV GH ORV GHPiV 'HÄĽ bido a ello, a menudo se materializaron mediante recursos como la acentuaciĂłn de algunos gestos o rasgos faciales de los protagonistas, o a travĂŠs de fĂłrmulas alegĂłricas variadas, a menudo con el recurrente apoyo zoomorfo. Ese carĂĄcter menos explĂ­cito hace que resulte complicado discernir si el pavo UHDO TXH GHFRUD XQ FDSLWHO GH 6DQ 0LJXHO GH 6DQ (VWHEDQ GH *RUPD] WLHQH DOJR TXH YHU FRQ OD VREHUELD FRQ OD TXH VH LGHQWLÂżFD HQ DOJXQDV UHSUHVHQWDFLRQHV R VL FRPR sucede con los que pican uvas junto a varias palomas en una cesta de Pinarejos, estĂĄ vinculado con el ParaĂ­so y la resurrecciĂłnŊŇ. Tampoco estĂĄ claro si las testas boquiabiertas que aparecen en numerosos canecillos, o los grandes mascarones cuyas comisuras son desgarradas por tallos en Jaramillo de la Fuente, simbolizan ORV SHFDGRV ÂłGH OD ERFD´ TXH FRPHWH HO HQYLGLRVR HO VREHUELR R HO HPEXVWHURĹŠĹˆ 'H LJXDO PRGR UHVXOWD FRPSOLFDGR FRQÂżUPDU VL FRQ HO VRPQROLHQWR URVWUR PDVFXOLQR TXH RFXSD XQ PRGLOOyQ GH 'XUDWyQ \ HO EXUUR DUSLVWD GH 6DQ -XDQ GH ORV &DEDOOHÄĽ rosŊʼn, ambos situados junto a una escena de siega, se pretende oponer la pereza a los esfuerzos del trabajo y sus recompensas. La ira, sin embargo, puede comunicarse mediante episodios marcados por una violencia irracional que termina revirtiendo de forma negativa sobre sus propios protagonistas. Un claro ejemplo de ello se halla en un capitel de la capilla mayor de 1RWUHÄĽ'DPH GX 3RUW HQ &OHUPRQWÄĽ)HUUDQG GRQGH XQ SHUVRQDMH VH FODYD XQD GDJD HQ HO SHFKR EDMR XQD ÂżODFWHULD TXH UH]D IRA SE OCCIDIT ÄŞÂłOD LUD VH PDWD D Vt PLVPD´č Ese motivo no ha dejado rastro visible en las galerĂ­as porticadas romĂĄnicas, aunÄĽ TXH Vt RWUR TXH ,QpV 0RQWHLUD FRQVLGHUy GH SRVLEOH DVFHQGHQFLD LVOiPLFD OD OXFKD GH S~JLOHV TXH DSDUHFH LQFOXLGD GH IRUPD H[FHSFLRQDO HQ OD 3t[LGH GH DOÄĽ0XJKLUD GHO 0XVHR GHO /RXYUH XQD HVSOpQGLGD REUD GH HERUDULD KLVSDQRPXVXOPDQD GDWDGD HQ HO DxR ĹŽĹ‹Ĺ?ĹŠĹŠ. ŊŇ

&+$5%211($8ÄĽ/$66$< / RS FLW ,, SS ʼnĹ?Ĺ‹ \ ŋņŎ ,QpV 0RQWHLUD FRQVLGHUD TXH ORV SHUVRQDMHV TXH DSDUHFHQ GHVJDUUDQGR ODV FRPLVXUDV GH VX ERFD FRQ ODV PDQRV SRGUtDQ HMHPSOLÂżFDU HO WRUPHQWR TXH VXIUHQ ORV HPEXVWHURV UHFRJLGR HQ ORV hadices PXVXOPDQHV 1R REVWDQWH VHxDOD TXH ÂłHV FLHUWR TXH HQ WRGRV ORV WH[WRV FRQVXOWDGRV HV FRQ DUSRQHV \ JDUÂżRV FRQ OR TXH VH FDXVD HVWH VXSOLFLR \ QR FRQ ODV PDQRV´ MONTEIRA ARIAS, , Âł/D LQĂ€XHQFLD LVOiPLFD HQ OD HVFXOWXUD URPiQLFD GH 6RULD 8QD QXHYD YtD SDUD HO HVWXGLR GH OD LFRQRJUDItD HQ HO URPiQLFR´ HQ Cuadernos de Arte e IconografĂ­a Ĺ‡ĹŒ ĪŇŅŅŊč SS Ĺ†Ĺ‹ĹˆÄĽĹ†Ĺ‹ĹŠ Ŋʼn /D SHUVRQLÂżFDFLyQ GH OD SHUH]D HVSLULWXDO R DFHGLD DSDUHFH PRQWDGD VREUH ORV ORPRV GH XQ EXUUR R DVQR HQ DOÄĽ JXQDV PLQLDWXUDV PHGLHYDOHV 1R REVWDQWH OD LPDJHQ GH HVWH DQLPDO WRFDQGR XQ LQVWUXPHQWR PXVLFDO WDPELpQ puede aludir al pretencioso que peca de orgullo. MALE, E., /¡$UW UHOLJLHX[ GH OD Ă€Q GX 0R\HQČÇJH HQ )UDQFH, ParĂ­s, ņŎŅĹ? SS ĹˆĹˆĹ… \ ĹˆĹ‰Ĺ† &+$5%211($8ÄĽ/$66$< / RS FLW , S Ĺ‡ĹˆĹˆ ARAGONÉS ESTELLA, E., La imagen del mal en el romĂĄnico navarro 3DPSORQD ņŎŎŋ SS Ĺ†Ĺ‹ĹŽÄĽĹ†ĹŒĹ… ĹŠĹŠ MONTEIRA ARIAS , Âł8Q WHPD URPiQLFR GH DVFHQGHQFLD PXVXOPDQD OD OXFKD GH S~JLOHV´ Revista de ArqueologĂ­a, Ĺ‡ĹŒĹ? ĪŇŅŅʼnč SS ŇĹ?ÄĽĹˆĹŠ ĹŠĹˆ

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

Un exemplum del siglo XIV indica que “lo mismo sucede con el iracundo, en quien la ira se halla adormecida; en cuanto oye palabras ĂĄsperas, al instante se HQIXUHFH \ SHUPLWH TXH DĂ€RUH HO KXPR GH OD LUD \ OD SHOHD´ĹŠĹ‹. Ese combate cuerpo D FXHUSR HV FRPR \D VH DGHODQWy XQD GH ODV IyUPXODV LFRQRJUiÂżFDV SUHGLOHFWDV del romĂĄnico castellano para expresar el pecado de la ira. Los contendientes se presentan desarmados y con indumentarias idĂŠnticas o muy poco diferenciadas, resaltĂĄndose asĂ­ el carĂĄcter igualatorio de la esta pugna en la que no puede haber ningĂşn vencedor. Las cornisas de la iglesia segoviana de San Juan de los Caballeros y la de San Pedro de Caracena muestran sendos ejemplos de esta lid simbĂłlica, mientras que en dos canecillos contiguos de Sotosalbos aparecen dos iracundos y un hombre que asesta un bastonazo a una bestia horrenda. En el arquillo lobulaÄĽ GR TXH PHGLD HQWUH HOORV VH VLW~D XQ SHUVRQDMH FRQ XQD ÂżODFWHULD DXQTXH HO WH[WR HSLJUDÂżDGR UHVXOWD LOHJLEOH El mensaje adquiere un mayor desarrollo en Canales de la Sierra. En este caso, la pareja de pĂşgiles ocupa una cara larga de un capitel, mientras que en la contraÄĽ ULD VH FRORFD D &ULVWR HQ 0DMHVÄĽ tad, bendiciendo con la diestra y sujetando el Libro de la Vida con OD L]TXLHUGD 'HVWDFD HO KHFKR GH que mientras que sobre la cabeÄĽ za de los primeros aparece una esquemĂĄtica llamarada que trae a la memoria el Ă­gneo elemento, tan presente en los tormentos inÄĽ fernales, sobre el PantocrĂĄtor se observan dos arquillos que bien SRGUtDQ DOXGLU D OD 1XHYD -HUXVDÄĽ lĂŠn. Este juego de opĂłsitos entre el pecado y la salvaciĂłn queda VXEUD\DGR SRU ODV ÂżJXUDV GH FXDÄĽ tro simios que se disponen en los YpUWLFHV GH OD FHVWD 1R HQ YDQR los monos son considerados desÄĽ de los inicios del cristianismo imĂĄgenes de SatĂĄn, pues al igual TXH HOORV ÂłHO 'LDEOR WHQtD EXHQ fundamento mientras se hallaba entre los ĂĄngeles del cielo, pero )LJ ĹŽ (UPLWD GH 6DQ &ULVWyEDO &DQDOHV GH OD 6LHUUD ÄŞ/D 5LRMDÄŤ /XFKD GH LUDFXQGRV era hipĂłcrita y taimado en su inÄĽ ĹŠĹ‹

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Gesta romanorum 9 GH OD 7RUUH ĪLQWU \ QRWDVč \ - /R]DQR ĪWUDG č 0DGULG ŇŅŅʼn FDS ;;;,9 S ņŇʼn


Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

WHULRU SRU OR TXH SHUGLy VX FROD ÄŞFDXGDÄŚFDXGH[ÄŤ FRPR VLJQR GH TXH WRGR pO SHUHFHÄĽ UtD DO ÂżQDO´ĹŠĹŒ ÄŞ)LJ ĹŽÄŤ La invectiva contra el pecado de la ira parece reiterarse en un capitel de OrejaÄĽ na, donde un copioso hatajo de vĂĄstagos y hojas envuelve a varios monstruos con cabeza de leĂłn con cuernos, cuerpo de ave y patas de cabra, y a una pareja de jĂłveÄĽ nes integrada por un varĂłn con melena larga y una mujer con el tĂ­pico barboquejo medieval. El hecho de que ambos estĂŠn vestidos, sus gestos distantes y la posiciĂłn de sus cuerpos descarta la posibilidad de que se trate de una escena amatoria. Al FRQWUDULR XQ H[DPHQ DWHQWR GHVYHOD TXH HO YDUyQ DJDUUD GHO FXHOOR D VX FRPSDxHUD de forma poco amistosa, mientras que ella procura desestabilizarlo con un pisotĂłn o zancadilla. Cabe indicar tambiĂŠn que los ojos de los contendientes parecen hinÄĽ chados y desorientados, y sus miradas perdidas y carentes de complicidad, como si se tratase de dos invidentesĹŠĹ?. Esta lucha a ciegas, irracional y movida por el tPSHWX GH OD FyOHUD VH SURGXFH PLHQWUDV OD PDUDxD YHJHWDO VH H[WLHQGH VREUH VXV cuerpos, apresĂĄndolos y estrangulĂĄndolos. 8Q LQFLVR QDWXUDO EUHYH UHĂ H[LyQ VREUH ORV HOHPHQWRV YHJHWDOHV La cesta contigua a la de los iracundos de Orejana contiene representaciones GH OD 0XHUWH \ 5HVXUUHFFLyQ GH &ULVWR XQD SRVLEOH LPDJHQ GHO UH\ 'DYLG HQ VX faceta de mĂşsico y el PantocrĂĄtor en la mandorla rodeado del Tetramorfo. Una vez PiV ORV WDOORV VH DQXGDQ \ GLVSRQHQ SRU WRGD OD VXSHUÂżFLH GH OD SLH]D DXQTXH HQ esta ocasiĂłn de manera mucho mĂĄs ordenada, formando espacios romboidales o triangulares en los que se insertan las escenas sagradas. Los dos capiteles descritos FRPSDUWHQ OD HOHJDQFLD \ GLVWLQFLyQ RUQDPHQWDO TXH OHV FRQÂżHUHQ ORV ÂżWRPRUIRV aunque la forma tan dispar con la que ĂŠstos se conciben y organizan es palmaria y QR SDUHFH IUXWR GH OD FDVXDOLGDG 0LHQWUDV TXH ODV HVFHQDV EtEOLFDV VH HQFXDGUDQ entre una vegetaciĂłn en perfecta calma y euritmia, los hĂ­bridos y pĂşgiles sufren la agresiĂłn de la naturaleza en su estado mĂĄs salvaje. La misma situaciĂłn se repite, DXQTXH FRQ PHQRU ERDWR HQ RWUDV FHVWDV GH OD JDOHUtD SRUWLFDGD ÄŞ)LJ ņŅč Los elementos vegetales aparecen aquĂ­ cargados de una gran fuerza expreÄĽ siva, perturbados por el pecado o remansados ante el mensaje de redenciĂłnĹŠĹŽ. La visiĂłn de esa naturaleza activa, capaz de glosar la bondad o la maldad de las HVFHQDV ÂżJXUDWLYDV TXH DFRPSDxD H LQFOXVR GH SUHPLDU R FDVWLJDU D ORV SURWDJRÄĽ nistas de las mismas, se reproduce en otros casos. AsĂ­, mientras compensa con ĹŠĹŒ

Fragmento del llamado Bestiario de la Biblioteca de Cambridge, cit. MALAXEVERRĂ?A , ÄŞHG \ WUDG ÄŤ Bestiario medieÄŚ val 0DGULG ŇŅŅĹ? S ņŅŊ ĹŠĹ? &HVDUH 5LSD VHxDOD TXH OD LUD VH GHEH UHSUHVHQWDU FLHJD \ HFKDQGR HVSXPD SRU OD ERFD SRUTXH FXDQGR HO KRPÄĽ bre se ve vencido por ella “pierde la luz de la razĂłn, buscando inmediatamente con hechos y palabras ofender D ORV RWURV´ RIPA, C., IconologĂ­a , 0DGULG ŇŅŅŇ S ĹŠĹˆĹŽ ĹŠĹŽ RUIZ MONTEJO , RS FLW S ŇŋŅ

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

sus mĂĄs exquisitos frutos a seÄĽ res de notable sacralidad, como ODV iJXLODV GH 'XUDWyQ R ORV JULÄĽ IRV GH 5HEROOHGR GH OD 7RUUH muestra su cara mĂĄs indĂłmita a las arpĂ­as de Alcozar, ArĂŠvalo o de algunas galerĂ­as de Segovia. En cualquier caso, conviene tener en cuenta que en la maÄĽ yor parte de las ocasiones, los zarcillos, vĂĄstagos, pimpollos, KRMDV IUXWRV R Ă€RUHV VH XWLOLÄĽ zan de forma preferente para embellecer las composiciones, a veces incluso con una reiteraÄĽ ciĂłn que hace posible estableÄĽ FHU ÂżOLDFLRQHV DUWtVWLFDV HQWUH GLVWLQWRV HMHPSODUHV OD Ă€RU GH aro en el entorno de Segovia, la palmetas estilizadas en el ĂĄrea seguntina, etc. Los casos en los que la teÄĽ mĂĄtica de una metopa, caneÄĽ cillo, imposta o capitel es sĂłlo )LJ ņŅ ,JOHVLD GH 6DQ -XDQ %DXWLVWD 2UHMDQD ÄŞ6HJRYLDÄŤ ÂżWDULD VRQ D~Q PiV FXDQWLRVRV VegetaciĂłn perturbada vs. vegetaciĂłn en calma e incluso existe una amplia nóļ mina de portegados cuyo muesÄĽ trario escultĂłrico es predominante o exclusivamente vegetal. PodrĂ­a considerarse que estos repertorios denotan una cierta impericia o degradaciĂłn artĂ­stica de los DUWtÂżFHV DXQTXH HVWD DVHYHUDFLyQ WURSH]DUtD FRQ HMHPSORV GH H[WUDRUGLQDULD ULÄĽ TXH]D FRPR ORV GH 6DQ /RUHQ]R GH 6HJRYLD \ 5HEROOHGR GH OD 7RUUH GRQGH ODV maravillosas cestas historiadas se alternan con otras vegetales dignas de idĂŠntica DGPLUDFLyQ &DEUtD LJXDOPHQWH UHVSRQVDELOL]DU GH HOOR D OD LQĂ€XHQFLD HMHUFLGD SRU la contenciĂłn ornamental cisterciense, e incluso al carĂĄcter inercial de muchas JDOHUtDV URPiQLFDV SHUR HVWDV DÂżUPDFLRQHV WDPSRFR VHUtDQ DSOLFDEOHV D WRGRV ORV ejemplares conservados. /D DFXVDGD SUHGRPLQDQFLD GH HOHPHQWRV ÂżWRPRUIRV HQ ORV SyUWLFRV QR SXHGH ser, en ningĂşn modo, resultado de un Ăşnico condicionante. La copia de modelos y la desigual destreza de los autores son admisibles en ciertas ocasiones, aunque QR GHMDQ GH VHU DQpFGRWDV IUHQWH D OD LQĂ€XHQFLD TXH HMHUFLHURQ HQ ORV UHSHUWRULRV plĂĄsticos otros aspectos de carĂĄcter simbĂłlico o funcional. Si los investigadores ņŅĹ?


Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

admiten sin prejuicios el caråcļ ter admonitorio, apotropaico o VDOYt¿FR GH RWUDV LPiJHQHV QDļ GD LPSLGH D¿UPDU HO PiV TXH posible valor escatológico de OD ÀRUD SpWUHD TXH VH GHVSOLHJD de manera constante en estos recintos funerarios, mostranļ do a sus usuarios una primaļ vera plena e incorruptible. Las generosas hojas de acanto, palļ ma o helecho, entre otras esļ pecies, se elevan sobre los fusļ tes como årboles edÊnicos que procuran su sombra y cobijo al suelo sagrado en el que reposan los cuerpos de los parroquiaļ nos. La piedra tiene aquí la faļ cultad de convertir en eterno algo efímero y caduco, al igual que la muerte física de los homļ bres permite el acceso a la salļ vación gracias a la obra redenļ tora de JesucristoŋŅ %DMR HVWD )LJ ņņ ,JOHVLD GH 6DQ 0DUWtQ Ī6HJRYLDč (O DOPD HQ HO 3DUDtVR ySWLFD ODV VRVHJDGDV ¿JXULOODV que emergen entre la exuberanļ te fronda en Pineda de la Sierra, 3HURUUXELR 5HTXLMDGD R 6DQ 0DUWtQ GH 6HJRYLD R GH IRUPD PiV H[SOtFLWD OD TXH HV elevada por dos ångeles en Frumalesŋņ, no pueden ser sino las almas que disfrutan GH OD DQVLDGD WUDVFHQGHQFLD Ī)LJ ņņč /D OXFKD GHO DOPD SRU OD VDOYDFLyQ (O FDSLWHO PiV RULHQWDO GH OD DUTXHUtD VXU GH 'XUDWyQ PXHVWUD D XQ KRPEUH DWDļ viado con armadura que recibe el feroz ataque de un dragón escamado. El soldado ŋŅ

Fernando Llamazares se expresa en tĂŠrminos similares cuando analiza los capiteles vegetales de uno de los esÄĽ SDFLRV IXQHUDULRV PiV H[WUDRUGLQDULRV GHO URPiQLFR HO 3DQWHyQ 5HDO GH 6DQ ,VLGRUR GH /HyQ ÂłOD QDWXUDOH]D VH muestra viva en su mejor estaciĂłn, cargada de hojas y de frutos. AquĂ­ no hay invierno. Los ĂĄrboles han alcanzado VX SOHQLWXG RIUHFLHQGR OR PHMRU GH Vt FODUD DOXVLyQ D OD UHVXUUHFFLyQ D OD YLGD HWHUQD D OD VDOYDFLyQ´ ROBLES GARÄĽ CĂ?A, C. y LLAMAZARES RODRĂ?GUEZ, F., Real Colegiata de San Isidoro. Historia, Arquitectura y Arte /HyQ ŇŅŅĹ? S ĹŒĹˆ ŋņ (VWD PLVPD IyUPXOD HV EDVWDQWH XVXDO HQ HO DUWH IXQHUDULR \ VH REVHUYD HQ HO VHSXOFUR GH /D 0DJGDOHQD GH =DPRUD HQ HO GH GRxD 6DQFKD HQ -DFD R HQ DOJXQRV GH OD FDWHGUDO GH %XUJRV RODRĂ?GUEZ MONTAÑÉS - 0 Âł/DV YLVLRQHV FHOHVWLDOHV HQ OD LFRQRJUDItD URPiQLFD´ HQ Poder y seducciĂłnÂŤ RS FLW S Ĺ‹ĹŒ

ņŅŎ


JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

es sorprendido descabalgado y desarmado, aunque consigue repeler la arremetida de su adversario con un gran escudo pavÊs, mientras con su diestra se apresura a GHVHQYDLQDU VX HVSDGD Ī)LJ ņŇč (O WHPD VH UHSLWH FRQ OLJHUDV YDULDQWHV HQ XQD FHVWD GH 5HEROOHGR GH OD 7RUUH GRQGH XQD VHUSLHQWH DODGD GRWDGD GH SRGHURVDV IDXFHV ODQ]D XQD GHQWHOODGD DO HVFXGR GH XQ JXHUUHUR SHUWUHFKDGR FRQ HVSDGD FRWD \ FR¿D de mallas. Ambas imågenes congelan el instante en el que se inicia el combate enļ tre un humano y una bestia irreal de connotaciones malignas, un tema que permeó FRQ p[LWR HQ ORV UHSHUWRULRV ¿JXUDWLYRV GHO 0HGLRHYR FRPR VtPEROR GH OD OXFKD GHO DOPD GHO ¿HO FRQWUD ODV WHQWDFLRQHV GHO SHFDGR 8Q PDQXVFULWR LOXPLQDGR GHO VLJOR XIII de la Summa virtutum ac vitiorum GH *XJOLHPR 3HUDOGR FRQWLHQH XQ PDJQt¿FR ejemplo de ello: un jinete armado con lanza de la perseverancia, el escudo de la fe y el yelmo de la experiencia, se enfrenta a siete seres demoniacos que encarnan los pecados capitalesŋŇ.

)LJ ņŇ ,JOHVLD GH OD $VXQFLyQ GH 1XHVWUD 6HxRUD 'XUDWyQ Ī6HJRYLDč /XFKD HQWUH HO JXHUUHUR \ HO GUDJyQ

ŋŇ

Esta expresiĂłn del combate moral entre los vicios y las virÄĽ tudes, formulado en clave de contienda entre personajes anÄĽ tagĂłnicos, tuvo su base en un variado sustrato literario preÄĽ vio, en gran parte deudor de la cĂŠlebre Psicomaquia de Aurelio Prudencio: el modo de vencer ÄŚGLFH HO KLVSDQRÄŚ ÂłHVWi DO DOFDQÄĽ ce nuestro, si podemos descriÄĽ ELU GH FHUFD ODV ÂżJXUDV PLVPDV de las virtudes y los monsÄĽ truos que contra ellas luchan FRQ IXHU]DV SHUQLFLRVDV´Ĺ‹Ĺˆ. Esta densa rapsodia gozĂł de una amÄĽ plĂ­sima difusiĂłn durante toda la $OWD (GDG 0HGLD \ PXFKDV GH las copias que se realizaron de HOOD VH DFRPSDxDURQ GH GLEXMRV o miniaturas que presentaban ODV SHUVRQLÂżFDFLRQHV GH HVRV conceptos abstractos en pleno enfrentamiento: asĂ­ se observa

Summa virtutum ac vitiorum 7KH %ULWLVK /LEUDU\ /RQGUHV 0V +DUOH\ ĹˆĹ‡Ĺ‰Ĺ‰ Éą Ĺ‡ĹŒY \ ŇĹ?U CONSTANTINI, C., /¡LFRQRJUDĂ€D GHO FDYDOLHUH PHGLHYDOH 7RGL ŇŅŅŎ S Ĺ†ĹŠĹˆ Ĺ‹Ĺˆ AURELIO PRUDENCIO, Obras completas $ 2UWHJD H , 5RGUtJXH] ÄŞHGV ÄŤ 0DGULG ņŎĹ?ņ S ĹˆĹ†Ĺˆ

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Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

en las ilustraciones de dos manuscritos carolingios del siglo HQ OD %LEOLRWHFD 1DFLRQDO GH )UDQFLDŋʼn.

IX

que se conservan

1R IXH KDVWD HO WUiQVLWR HQWUH ORV VLJORV XI y XII cuando se hizo especialmente patente en la producciĂłn plĂĄstica del cristianismo el afĂĄn por bestializar el conÄĽ FHSWR GHO 0DO R GLFKR GH RWUR PRGR GH SUHVHQWDU OD PDOLJQLGDG \ SRU HQGH D FXDOTXLHUD GH ORV YLFLRV FRQHFWDGRV FRQ HOOD FRPR WHUULEOHV ÂżHUDV R DEHUUDQWHV KtEULGRV H[WUDtGRV GH ORV EHVWLDULRV R GH WUDWDGRV ÂżVLROyJLFRV (O RWUR H[WUHPR GH HVWD OXFKD GLFRWyPLFD HO %LHQ TXHGy HQFDUQDGR SRU HO KRPEUH ÄŚR HQ VX GHIHFWR por alguna especie animal puraeÄŚ TXH SXJQDED FRQ VX SHUYHUVR FRQWULQFDQWH HQ aras de evitar una condena eterna. Los manuscritos iluminados, realizados por y para una ĂŠlite intelectual, continuaron manteniendo en gran medida las alegorĂ­as KXPDQDV GHO %LHQ \ HO 0DO FXOWDV SHUR H[FHVLYDPHQWH iULGDV \ FRPSOHMDV SDUD FDWHÄĽ TXL]DU DO UHVWR GH ORV PRUWDOHV $Vt TXH PLHQWUDV VDQ %HUQDUGR GH &ODUDYDO LQVWDED a los monjes a leer mĂĄs en los cĂłdices que en los mĂĄrmoles en su cĂŠlebre Apologia ad Guillelmum Abbatem, los integrantes del pueblo llano se nutrĂ­an visualmente de los dispositivos escultĂłricos y pictĂłricos instalados en las iglesias parroquiales, a menudo repletos de animales inquietantes y criaturas fabulosas. Estas imĂĄgenes eran convocadas en los diferentes ĂĄmbitos del templo, aunque HQ FDGD XQR GH HOORV SRGtDQ DGTXLULU XQDV FRPSHWHQFLDV VHPiQWLFDV HVSHFtÂżFDV ligadas a los intereses de los promotores, o al sentido y los usos del propio recinto que ocupabanĹ‹ĹŠ. Esto explicarĂ­a la notable proliferaciĂłn de criaturas monstruosas en escultura de los pĂłrticos castellanos, sin duda destinadas a captar la atenciĂłn de los espectadores que se encontraban ante los umbrales del santuario, provocando en ellos unas reacciones emocionales de horror y rechazo al pecado. Estos sentiÄĽ PLHQWRV FRPR \D VHxDOy :HUQHU :HLVEDFK IDYRUHFtDQ DGHPiV ÂłTXH OD FRQFLHQFLD HVWXYLHVH DELHUWD D OD DPRQHVWDFLyQ TXH LQFLWDED D OD FRQYHUVLyQ \ D OD SHQLWHQFLD´Ĺ‹Ĺ‹. Los cuatro capiteles del portalejo de VizcaĂ­nos de la Sierra presentan parejas DIURQWDGDV GH PRQVWUXRV WRPDGRV GHO UHSHUWRULR ÂżJXUDWLYR GHO FODXVWUR GH 6LORV 6H WUDWD GH DUStDV OHRQHV GUDJRQHV \ JULIRV TXH DSDUWH GH RUQDPHQWDU \ GLJQLÂżFDU el marco monumental en el que se integran, dirigen sus miradas poco amistoÄĽ sas hacia los transeĂşntes que circulan por las inmediaciones del templo. Otros muchos casos similares pueblan un sinfĂ­n de galerĂ­as, donde se exhibe un extenÄĽ so muestrario de seres reales o fabulosos dispuestos con orden y simetrĂ­a, pero sin vĂ­ctimas ni verdugos visibles. Estos repertorios mĂĄs tĂłpicos y ordinarios, con frecuencia incluso aplantillados, no adolecen de incapacidad comunicativa o al ŋʼn

Psychomachia %LEOLRWHFD 1DFLRQDO GH )UDQFLD /DWLQ Ĺ?ĹˆĹ†Ĺ? Éą ʼnŎUÄĽĹ‹ĹˆY ÄŞVLJOR IXÄŤ \ /DWLQ Ĺ?Ĺ…Ĺ?ĹŠ Éą ĹŠĹŠYÄĽĹŒĹ…U ÄŞF Ĺ?ĹŒĹ…ÄĽĹŽĹ…Ĺ…ÄŤ Ĺ‹ĹŠ BOTO VARELA * Âł5HSUHVHQWDFLRQHV URPiQLFDV GH PRQVWUXRV \ VHUHV LPDJLQDULRV 3OXUDOLGDG GH DWULEXFLRQHV IXQFLRQDOHV´ HQ El mensaje simbĂłlico del imaginario romĂĄnico $JXLODU GH &DPSRR Ĺ‡Ĺ…Ĺ…ĹŒ SS ŎŅļŎņ Ĺ‹Ĺ‹ WEISBACH, W., 5HIRUPD UHOLJLRVD \ DUWH PHGLHYDO OD LQĂ XHQFLD GH &OXQ\ HQ HO URPiQLFR RFFLGHQWDO 0DGULG ņŎʼnŎ S ņŊŇ

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

menos sugestiva, aunque sin duda carecen del impacto psicolĂłgico que poseen las HVFHQDV HQ ODV TXH SDOSLWD HO FRQĂ€LFWR \ OD DJUHVLyQĹ‹ĹŒ. Harina de otro costal son los rostros monstruosos que, como los mascarones de Jaramillo de la Fuente y Perorrubio, observan a la audiencia con expresiones grotescas o vomitando tallos; o los gloutons GH 5HEROOHGR GH OD 7RUUH YHUGDGHURV demonios de piedra de inspiraciĂłn saintongeoise que fagocitan con avidez los fusÄĽ tesĹ‹Ĺ?. Tampoco provocan indiferencia los modillones o relieves de imposta con EHVWLDV R GLDEOLOORV ÄŚFRPR HQ OD FKDPEUDQD GHO DFFHVR HQ *UDGR GHO 3LFRÄŚ R ODV HVFDORIULDQWHV PLUDGDV GH ODV DUStDV GH 'XUDWyQ 2UHMDQD \ 5HTXLMDGD 3HUR FDVL nada comparable con las destructivas batallas que mantienen entre sĂ­ las fuerzas del mal en una cesta de Sotosalbos, donde se enfrentan serpientes y basiliscos, o HQ RWUD GH 5HEROOHGR GH OD 7RUUH GRQGH VH GHFODUD XQD TXLPpULFD JXHUUD HQ OD TXH participan dos leones, un basilisco, un grifo, un dragĂłn y dos arpĂ­as cuyas colas UHPDWDQ HQ WHVWDV GH RÂżGLR 2WUR PRWLYR SHUWLQD] HV HO GHO FHQWDXUR VDJLWDULR TXH ODQ]D VXV Ă€HFKDV FRQWUD ODV PDOLJQDV DUStDV VLUHQDV R GUDJRQHV VH SXHGH REVHUYDU HQ &DUDFHQD 6DQ *LQpV GH 5HMDV GH 6DQ (VWHEDQ 7LHUPHV $UpYDOR %HUQX\ GH 3RUUHURV 'XUDWyQ 5HTXLMDGD \ 6DQ 0LOOiQ GH 6HJRYLD El afĂĄn coercitivo de esas imĂĄgenes se hace inusualmente explĂ­cito en los caÄĽ SLWHOHV GHO SyUWLFR GH 2PHxDFD GRQGH VH GDQ FLWD DUStDV VLUHQDVÄĽSH] GUDJRQHV \ IHOLQRV DOWHUQDGRV FRQ SDOPHWDV \ RWURV ÂżWRPRUIRV (O UXGR UHSHUWRULR GH UDLJDPÄĽ bre silense nada tendrĂ­a de particular si no fuera por el extraordinario maridaje temĂĄtico que se repite en el frente occidental de dos de las cestas. En ambos casos, un guerrero medieval se enzarza en un arduo combate contra un leĂłn, mientras que a su lado, entablando una suerte de diĂĄlogo simbĂłlico, se muestra a SansĂłn desquijarando al leĂłn de TimnaĹ‹ĹŽ. La invocaciĂłn ante portas GH HVWD SUHÂżJXUDFLyQ de Cristo juega ademĂĄs un papel muy relevante como parte del discurso apotroÄĽ paico, por lo que resulta bastante frecuente hallarla en los capiteles, canecillos o metopas de algunas galerĂ­as, a veces prĂłxima a otras escenas de lucha complemenÄĽ WDULDV ([LVWHQ HMHPSORV HQ %DUFD 6DQ *LQpV GH 5HMDV GH 6DQ (VWHEDQ 6DQ (VWHEDQ GH *RUPD] 'XUDWyQ 6RWRVDOERV \ 5HEROOHGR GH OD 7RUUH (VWD ~OWLPD JDOHUtD XQD “gran psicomaquia´ HQ SDODEUDV GH )HUQDQGR &DQDĹŒĹ…, exhibe otro tema premonitoÄĽ ULR GH OD KLVWRULD FUtVWLFD HO VDFULÂżFLR GH ,VDDF Ĺ‹ĹŒ

BOTO VARELA * RS FLW S ĹŽĹˆ SERRES $ Âł-XDQ GH 3LDVFD VRQ RHXYUH HW OÂśRULJLQH GH VRQ VW\OH´ L’information d’Histoire de l’Art ņŅ ĪņŎŋŊč S ņŇŎ HERNANDO GARRIDO, J. L., “Las Claustrillas de las Huelgas, San AndrĂŠs de Arroyo y Aguilar de Campoo: WUHV UHSHUWRULRV RUQDPHQWDOHV \ VX HFOHFWLFLVPR HQ OD HVFXOWXUD GHO WDUGRUURPiQLFR KLVSDQR´ Anuario del DeÄŚ partamento de Historia y TeorĂ­a del Arte ʼn ĪņŎŎŇč SS Ĺ‹Ĺ‹ÄĽĹ‹ĹŒ HERNANDO GARRIDO, J. L., “La representaciĂłn del 'LDEOR´ RS FLW SS Ĺ‡Ĺ…ĹŒÄĽĹ‡Ĺ…Ĺ? Ĺ‹ĹŽ -XHFHV ņʼn ĹŠÄĽĹ‹ ĹŒĹ… CANA GARCĂ?A, F., IconografĂ­a del romĂĄnico burgalĂŠs 7HVLV GRFWRUDO 8QLYHUVLGDG &RPSOXWHQVH GH 0DGULG ņŎŎŇ S ĹŒĹŠĹŒ Ĺ‹Ĺ?

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Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

El erosionado SansĂłn de SotoÄĽ VDOERV WDPELpQ DFRPSDxD XQD HVÄĽ cena que rememora el concepto GH OD EDWDOOD PRUDO HQWUH HO %LHQ \ HO 0DO DXQTXH HQ HVWH FDVR SODVÄĽ mada a travĂŠs de la lucha entre dos parejas de caballeros que emÄĽ brazan espadas y lanzas. La reÄĽ presentaciĂłn de estos combates ecuestres es otro motivo muy coÄĽ mĂşn en el romĂĄnico peninsular, XQ DUWH TXH Ă€RUHFH URGHDGR GHO Ă­mpetu belicoso de una sociedad YROFDGD HQ OD FRQTXLVWD GH DOÄĽ$QÄĽ GDOXV (VH FRQĂ€LFWR PLOLWDU HULJH a la caballerĂ­a cristiana en adalid GH OD GHIHQVD GHO ELQRPLR ,JOHVLDÄĽ 'LRV D HOOD VH OH RWRUJD OD WDUHD GH erradicar mediante la guerra sanÄĽ ta a cualquiera tildado de hereje, “para que no pese el cetro de los malvados sobre el lote de los jusÄĽ WRV´ĹŒĹ† 'H HVH PRGR HO HQIUHQWDÄĽ miento entre virtud y vicio queda SHUVRQLÂżFDGR SRU HO miles Christi, defensor de la fe verdadera, y el LQÂżHO PXVXOPiQ ÄŞ)LJ Ĺ†ĹˆÄŤ

)LJ Ĺ†Ĺˆ ,JOHVLD GH 6DQ 0LJXHO $UFiQJHO 6RWRVDOERV ÄŞ6HJRYLDÄŤ SansĂłn desquijarando al leĂłn y lucha ecuestre

Este planteamiento estĂĄ en la base de la concepciĂłn plĂĄstica del tema en muÄĽ chos portales romĂĄnicos, donde el combate suele decantarse del lado del caballero GH &ULVWR DVt VXFHGH HQ 1LHYD \ PiV FODUDPHQWH HQ 5HEROOHGR GH OD 7RUUH GRQGH el yelmo del derrotado es atravesado por la lanza de su oponente, mientras su cuerpo herido de muerte cae vencido hacia atrĂĄs. En este y otros casos como los GH &DUDFHQD \ 6DQWD 0DUtD GH 7LHUPHV VH DxDGHQ UHFXUVRV YLVXDOHV TXH IDFLOLWDQ OD LGHQWLÂżFDFLyQ GH ORV FRQWHQGLHQWHV GLIHUHQFLDV HQ ORV pTXLGRV \ OD PDQHUD HQ la que se enjaezan, en las indumentarias y armamento de los caballeros, y en sus actitudes o en las de sus escuderosĹŒĹ‡. ĹŒĹ† ĹŒĹ‡

BERNARDO DE CLARAVAL, Elogio de la nueva milicia templaria - 0DUWtQ /DODQGD HG 0DGULG ņŎŎʼn S Ĺ†ĹŒĹ‹ RUIZ MALDONADO 0 Âł/D OXFKD HFXHVWUH HQ HO DUWH URPiQLFR GH $UDJyQ &DVWLOOD /HyQ \ 1DYDUUD´ Cuadernos de Prehistoria y ArqueologĂ­a Ĺˆ ÄŞĹ†ĹŽĹŒĹ‹ÄŤ SS ĹŒĹ?ÄĽĹŒĹŽ MONTEIRA ARIAS , Âł/D LQĂ€XHQFLD LVOiPLFD´ RS FLW SS ʼnĹ?ļŊņ

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

Una vez extinguida la vida terrenal, las acciones del alma son mensuradas por VDQ 0LJXHO HVWD Psicostasis hunde sus raĂ­ces en el Juicio de Osiris del Antiguo EgipÄĽ to, y alcanza muy probablemente la escatologĂ­a cristiana por mediaciĂłn coptaĹŒĹˆ. En cualquier caso, no se conocen representaciones de la balanza asociada al arÄĽ cĂĄngel hasta el trĂĄnsito entre los siglos IX y X, cuando es incluida en las pinturas murales bizantinas de Yilanli KiliseĹŒĹ‰ y en un relieve situado en la cara oriental de la high cross LUODQGHVD GH 0XLUHGDFKĹŒĹŠ. 8Q FDSLWHO GH 5HEROOHGR GHVDUUROOD HO WHPD HVWDEOHFLHQGR XQ MXHJR GLDOyJLÄĽ FR FRQ OD PXHUWHÄĽFDVWLJR GHO DYDURĹŒĹ‹. La balanza se encuentra sostenida por un personaje desnudo idĂŠntico al que simboliza el alma que sale por la boca del rico avariento. En torno a los dos platillos, cargados de las buenas y malas acciones GHO ÂżQDGR VH GLVSRQHQ FXDWUR SHUVRQDMHV /RV H[WUHPRV GH OD FRPSRVLFLyQ HVWiQ RFXSDGRV SRU OD GHVWUR]DGD ÂżJXUD GH VDQ 0LJXHO \ HO GHPRQLR GHVQXGR YXHOWR GH espaldas e intentando trampear el pesaje. Entre ellos, un individuo tambiĂŠn desÄĽ SRMDGR GH YHVWLPHQWDV DVH FRQ VX PDQR OD EDUUD GH OD TXH SHQGH HO SODWLOOR GHO 0DO mientras que otro de rostro angelical lanza una patada como si quisiera alejarla. Sin embargo, el resultado de este proceso parece negativo, lo que explicarĂ­a por TXp HO GHPRQLR VH OOHYD FRQVLJR D XQ SHUVRQDMH TXH PDQWLHQH DJDUUDGR GHO SHOR ĨVH WUDWD TXL]i GHO MXLFLR GH (SXOyQ" ÄŞ)LJ ņʼnč El pesaje de las almas reaparece en un capitel descontextualizado de Hontoria de Valdearados, posiblemente procedente de un pĂłrtico, y quizĂĄ en una cesta de 6DQ *LQpV GH 5HMDV GH 6DQ (VWHEDQ (VWH ~OWLPR FDVR GLVSRQH HQ VX YpUWLFH VXURHVÄĽ te lo que podrĂ­a ser una balanza sustentada por un personaje muy borrado. Un H[WUDxR VHU DSDUHFH Ă€RWDQGR VREUH HO SODWLOOR L]TXLHUGR HQ HO TXH GHSRVLWD DOJ~Q elemento. Junto a ĂŠl, se observa a dos individuos dispuestos frontalmente y preceÄĽ didos por un cuadrĂşpedo rampante de testa canina y un ĂĄrbol repleto de frutos. El GHWHULRUR LPSLGH VDEHU VL HO DQLPDO DWDFD D OD SDUHMD ÄŚTXL]i HO FDVWLJR D GRV DOPDV FRQGHQDGDVÄŚ R VL SRU HO FRQWUDULR OD HVWi FRQGXFLHQGR KDFLD OD UHIHULGD HVFHQD GHO pesaje, como si de una especie de Anubis psicopompo se tratase. La primera lectura UHVXOWDUtD OD ~QLFD IDFWLEOH GH QR VHU SRU ORV H[WUDxRV WHPDV TXH VH GHVSOLHJDQ HQ otros capiteles de la galerĂ­a, muy difĂ­ciles de interpretar bajo el prisma de la traÄĽ GLFLyQ FULVWLDQD (V SRU HOOR TXH ,QpV 0RQWHLUD FRQVLGHUD SODXVLEOH OD DVFHQGHQFLD copta y la transmisiĂłn musulmana no solo de la Psicostasis, sino tambiĂŠn la del ĹŒĹˆ

RODRĂ?GUEZ BARRAL, P., “La balanza como instrumento escatolĂłgico. El tema del pesaje de las acciones morales HQ OD SOiVWLFD URPiQLFD KLVSiQLFD´ Codex aquilarensis Ňʼn ĪŇŅŅĹ?ÄŤ S Ĺ‹ĹŠ ĹŒĹ‰ THIERRY 1 Âł/Âś$SRFDO\SVH GH -HDQ HW OÂśLFRQRJUDSKLH E\]DQWLQH´ HQ L’Apocalypse de Jean: traditions exĂŠgĂŠtiques et iconographiques, IIIeÄŚXIIIe siècles *LQHEUD Ĺ†ĹŽĹŒĹŽ SS ĹˆĹ‡ĹŒÄĽĹˆĹ‡ĹŽ ĹŒĹŠ POWELL ( ' 8 The high crosses of Ireland: inspirations in stone 'XEOtQ Ĺ‡Ĺ…Ĺ…ĹŒ SS ņŋʼnļņŋŋ ĹŒĹ‹ /D LJOHVLD FiQWDEUD GH 6DQ 0DUWtQ GH 6REUHSHQLOOD FRPELQD HQ XQ FDSLWHO GHO DUFR WULXQIDO HO SHVDMH GH ODV DOPDV con las escenas del castigo del avaro y de la lujuriosa femme aux serpents. GARCĂ?A GUINEA 0 $ El romĂĄnico en Santander ,, 6DQWDQGHU Ĺ†ĹŽĹŒĹŽ SS Ňņʼn \ ŊņŅļŊņņ

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Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

viaje en barca al mĂĄs allĂĄ que apaÄĽ rece en otro capitel junto a una improbable imagen de la yegua %XUDT DVt FRPR HO SRVLEOH LQĂ€XMR islĂĄmico de una inusual escena de martirio que algunos autores exÄĽ SOLFDURQ HQ FODYH KDJLRJUiÂżFDĹŒĹŒ. &ULVWR KRPEUH \ 'LRV Un capitel de la galerĂ­a acoÄĽ dada de SaĂşca contiene una inÄĽ genua aunque exquisita AnunÄĽ FLDFLyQ DFRPSDxDGD GH OD OXFKD de un grifo y un leĂłn rampantes. El arcĂĄngel dirige sus manos hacia la Virgen, que levanta su GLHVWUD HQ VHxDO GH DFHSWDFLyQ del mensaje divino que acaba de recibir. Este episodio ocasioÄĽ na la EncarnaciĂłn de Cristo, o lo que es lo mismo, el origen de VX YLGD KXPDQD \ VX REUD GH 5HÄĽ denciĂłn. QuizĂĄ por ese motivo, es uno de los mĂĄs divulgados en )LJ ņʼn ,JOHVLD GH 6DQ -XOLiQ \ VDQWD %DVLOLVD ORV UHSHUWRULRV ÂżJXUDWLYRV GH ORV 5HEROOHGR GH OD 7RUUH ÄŞ%XUJRVÄŤ /D Psicostasis pĂłrticos: tambiĂŠn aparece en un EHOOR UHOLHYH GH ÂżOLDFLyQ VLOHQVH HPSRWUDGR HQ 9LOODVD\DV ÄŚFRQ OD SUHVHQFLD GH VDQ -RVpÄŚ \ HQ YDULRV SyUWLFRV YLQFXODGRV FRQ ORV IRFRV FUHDWLYRV GH 6HJRYLD \ 'XUDWyQ /RV HMHPSODUHV GH HVWH JUXSR VRQ PX\ VLQJXODUHV \D TXH OD DUÄĽ ticulaciĂłn de las cestas mediante arquillos permite combinar la salutaciĂłn angĂŠlica FRQ RWURV WHPDV DÂżQHV HYLWDQGR OD FRQWDPLQDFLyQ YLVXDO HQWUH HOORV 'H HVH PRGR OD $QXQFLDFLyQ GH 6DQ 0DUWtQ HVWi DFRPSDxDGD GH VDQWRV ODV GH 6DQ -XDQ GH ORV &DEDOOHURV GH 6HJRYLD \ $UpYDOR GH OD 9LVLWDFLyQ \ OD GH 'XUDWyQ GH OD 9LVLWDFLyQ OD 1DWLYLGDG \ OD (SLIDQtD D ORV 3DVWRUHVĹŒĹ?. (VWH ~OWLPR FDVR HV HO PiV VLJQLÂżFDWLYR GH WRGRV WDQWR SRU VX HVWDGR GH FRQÄĽ VHUYDFLyQ FRPR SRU VX IDFWXUD /D FDUD VXU PXHVWUD XQD $QXQFLDFLyQÄĽ9LVLWDFLyQ ĹŒĹŒ

MONTEIRA ARIAS , Âł/D LQĂ€XHQFLD LVOiPLFD´ RS FLW SS Ĺ†Ĺ‡Ĺ†ÄĽĹ†ĹˆĹ† \ Ĺ†Ĺ‹Ĺ‹ÄĽĹ†Ĺ‹ĹŒ ,QpV 5XL] FRQVLGHUD TXH HO SyUWLFR GH 6DQ 3HGUR GH *DtOORV FRQWHQtD XQ FDSLWHO FRQ OD KLVWRULD GHO QDFLPLHQWR GH &ULVWR GHO TXH ÂłVyOR TXHGD FRPR WHVWLPRQLR XQD ÂżJXUD GH DWUD\HQWH VHUHQLGDG TXH SRGUtD FRUUHVSRQGHU DO iQJHO GH OD $QXQFLDFLyQ´ RUIZ MONTEJO , RS FLW S Ĺ‡Ĺ†Ĺˆ

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

VLQFRSDGD FRPSXHVWD SRU VDQ *DEULHO \ HO DEUD]R HQWUH ODV SULPDV 0DUtD H ,VDÄĽ EHO PLHQWUDV TXH HQ OD RULHQWDO HVWi HVFXOSLGD XQD 1DWLYLGDG TXH VH DGRUQD FRQ WRGR OXMR GH GHWDOOHV DSyFULIRV %DMR HO DUTXLOOR L]TXLHUGR VH HQFXHQWUD HO 1LxR fajado en un pesebre, al calor del asno y el buey, mientras un ĂĄngel turiferario dispuesto sobre ellos balancea su incensario hacia la escena contigua. En ella, RWUR iQJHO UHWLUD XQ OLHQ]R GHMDQGR YHU D OD 9LUJHQ D~Q HQFDPDGD HQ FRPSDxtD GH ODV GRV REVWpWULFDV =HORPt \ 6DORPp ÄŚOD FUpGXOD \ OD LQFUpGXODÄŚ 6H SUHVHQWD asĂ­ el escenario de un verdadero parto, con todos los componentes necesarios para reforzar el carĂĄcter mĂĄs humano del acontecimiento divino. Completan el capitel un adormilado san JosĂŠ con bastĂłn en tau y en un sitial, dos hombres ataviados con capa y capucha junto a minĂşsculas ovejas, en sintĂŠtica referencia a la EpifanĂ­a a los pastores, y un rey coronado y sedente que bien pudiera ser HeÄĽ URGHV SURWDJRQLVWD WDQWR HQ HO LQWHUURJDWRULR D ORV 0DJRV FRPR HQ OD 0DWDQ]D de los inocentes. La narraciĂłn de los episodios fundamentales del ciclo del nacimiento de Cristo continĂşa en otro capitel de la misma galerĂ­a. Los recurrentes arquillos lobulados TXH OR GHFRUDQ DOEHUJDQ ODV ÂżJXUDV GH ORV WUHV 0DJRV GH 2ULHQWH HQ FDEDOJDWD y posteriormente desmontados y levantando en sus manos sus ofrendas. El mĂĄs SUy[LPR D OD 9LUJHQ 0DUtD \ HO 1LxR VH SRVWUD \ OH KDFH HQWUHJD GH VX SUHVHQWH D ĂŠste, mientras la madre mira con solemnidad al espectador desde su trono. Una vez mĂĄs, san JosĂŠ se encuentra apartado en un recodo, en actitud idĂŠntica a la del ejemplo ya descrito. /D LPDJHQ GH OD $GRUDFLyQ GH ORV 0DJRV VH UHSLWH HQ RWURV SyUWLFRV FRPR ORV GH 6DQ (VWHEDQ (O 6DOYDGRU 6DQ /RUHQ]R \ 6DQ 0LOOiQ GH 6HJRYLD DVt FRPR HQ 6DQ 3HGUR GH *DtOORV 6RWRVDOERV \ *UDGR GHO 3LFR 1R REVWDQWH OD HMHFXFLyQ \ OD composiciĂłn de la escena en este Ăşltimo ejemplar dista mucho de los anteriores, lo que ha llevado a plantear una mĂĄs que posible ascendencia artĂ­stica aragonesa. El capitel se coloca en el soporte izquierdo del acceso sur, y muestra sobre sutil IRQGR IROLiFHR OD HVWUHOOD \ ODV ÂżJXUDV GH VDQ -RVp VHGHQWH OD 9LUJHQ HQWURQL]DGD FRQ HO 1LxR HQ VX UHJD]R \ ORV WUHV UH\HV FRQ VXV GRQHV -HV~V GLULJH VX EHQGLFLyQ hacia sus adoradores, mientras que el rey mĂĄs prĂłximo a ĂŠl se postra con una geÄĽ QXĂ€H[LyQ H[WUHPD R proskynesis para besarle los pies, de una forma muy similar a la TXH VH REVHUYD HQ ODV (SLIDQtDV GH ORV WtPSDQRV DUDJRQHVHV GH 6DQWLDJR GH $J HUR 6DQ 0LJXHO GH %LRWD \ 6DQ 1LFROiV GH (O )UDJRĹŒĹŽ ÄŞ)LJ ņŊč (O UHVWR GH OD LQIDQFLD \ OD YLGD S~EOLFD GH -HV~V QR WLHQHQ DSHQDV UHĂ€HMR HQ ORV repertorios plĂĄsticos de los pĂłrticos conservados, de no ser por algunas alusiones PX\ SXQWXDOHV HQ YDULRV FDSLWHOHV GH ODV SDQGDV QRUWH \ RHVWH GH 6DQ 0DUWtQ GH ĹŒĹŽ

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ABBAD RĂ?OS, F., El romĂĄnico en Cinco Villas =DUDJR]D Ĺ†ĹŽĹŒĹ‰ S ĹŒĹ‡ BANGO TORVISO , * Âł(O 0DHVWUR GH *UDGR GHO 3LFR XQ PDHVWUR URPiQLFR DUDJRQpV HQ &DVWLOOD´ HQ Actas del XXIII Congreso Internacional de Historia del $UWH ÄŤ*UDQDGD ŇĹ?Ĺ?ʼnď , *UDQDGD Ĺ†ĹŽĹŒĹ‹ S ŇĹ?ĹŒ RUIZ MONTEJO , RS FLW S ņʼnņ


Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

)LJ ņŊ ,JOHVLD GH San Pedro Apóstol, Grado del Pico Ī6HJRYLDč (SLIDQtD D ORV 0DJRV

6HJRYLD VH DSUHFLD OD 3UHVHQWDFLyQ HQ HO WHPSOR OD 0DWDQ]D GH ORV ,QRFHQWHVĹ?Ĺ…, la Huida a Egipto, las tentaciones de JesĂşs y la resurrecciĂłn de LĂĄzaroĹ?ņ, y en otros de Caracena y Tiermes se repite la imagen del colegio apostĂłlico, dispuesto en perfecto equilibrio y armonĂ­aĹ?Ň. Frente a ese laconismo, destaca la notable difusiĂłn de temas alusivos a la PaÄĽ VLyQ 0XHUWH \ VREUH WRGR 5HVXUUHFFLyQ GH &ULVWR /D Ă“OWLPD &HQD VH DGLYLQD HQ unas maltratadas pinturas murales de ArĂŠvalo fechadas en el siglo XIII y en una FHVWD GH 6DQ 0DUWtQ GH 6HJRYLD \ HO 3UHQGLPLHQWR HQ ODV JDOHUtDV VHJRYLDQDV GH 6DQ /RUHQ]R 6DQ 0DUWtQ \ 6DQ 0LOOiQ 8Q FDSLWHO GH 3LQLOOD GH -DGUDTXH FRQWLHQH XQD SHFXOLDU LPDJHQ GH &ULVWR &UXFLÂżFDGR HQWUH XQRV JLJDQWHVFRV VDQ 3HGUR \ VDQ Pablo, mientras que otro de Orejana, elegante cual miniatura, congela el momento Ĺ?Ĺ…

Este tema podrĂ­a repetirse en el pĂłrtico de El Salvador de Segovia. SANTAMARĂ?A LĂ“PEZ - 0 ImĂĄgenes de la Navidad en el RomĂĄnico Segoviano 6HJRYLD Ĺ†ĹŽĹŽĹˆ S Ĺ‹Ĺ… Ĺ?ņ Santos San CristĂłbal y Esmeralda ArnĂĄez ofrecen algunas lecturas alternativas de algunos de estos capiteles, aunque en ocasiones demasiado arriesgadas teniendo en cuenta el deterioro de las piezas. SAN CRISTĂ“BAL SEÄĽ BASTIĂ N, S. y $51Ăˆ(= 3e5(=ÄĽ$5*27$, E., La parroquia de San MartĂ­n de Segovia: su “Historiaâ€? y su “Arteâ€?, Segovia, ņŎŎŅ SS ĹˆĹ‡ÄĽĹˆĹ‹ Ĺ?Ň $O LJXDO TXH VXFHGH HQ RWURV FDSLWHOHV GH 6DQWD 0DUtD GH 7LHUPHV HO TXH SUHVHQWD HO DSRVWRODGR H[HQWR \ HVÄĽ culpido en sus cuatro caras en origen, fue recortado y adosado a un machĂłn.

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

SUHYLR DO 'HVFHQGLPLHQWR -RVp GH $ULPDWHD \ 1LFRGHPR VH DIDQDQ HQ GHVFODYDU D &ULVWR PLHQWUDV TXH OD 9LUJHQ 0DUtD DJXDUGD SDUD UHFLELU HQ VXV EUD]RV HO FXHUSR inerte de su hijo; otros tres personajes, dos ĂĄngeles y quizĂĄ san Juan Evangelista, asisten al acontecimientoĹ?Ĺˆ. El frente opuesto de esa misma cesta estĂĄ ocupado por una Visitatio Sepulchri concebida nuevamente de un modo inusual. La tumba se encuentra en el centro, EDMR WUHV iQJHOHV ÄŚXQR WXULIHUDULRÄŚ \ SRU HQFLPD GH YDULRV VROGDGRV FRQ DUPDGXUD 8QD GH ODV 0DUtDV VH VLW~D HQ OD SDUWH VXSHULRU L]TXLHUGD PLHQWUDV TXH HQ OD GHUHFKD VH DGLYLQD DO PHQRV XQD ÂżJXUD HQ SRVLFLyQ HQFRUYDGD TXL]i FRUUHVSRQGLHQWH D RWUD GH ODV XQJ HQWDULDV 3RU GHVJUDFLD HO GHVSUHQGLPLHQWR GH XQ IUDJPHQWR GH OD SLH]D impide realizar una lectura mĂĄs precisa. El mismo tema se despliega de una forma mĂĄs canĂłnica en un capitel de Caracena, idĂŠntico al que perdura mutilado en la vecina ermita de Tiermes. Los soldados custodios ocupan dos de las caras, mienÄĽ WUDV TXH HQ ODV FRQWUDULDV ODV 6DQWDV 0XMHUHV PDUFKDQ HQ SURFHVLyQ KDFLD OD WXPED Ă€DQTXHDGD SRU GRV iQJHOHV ÄŞ)LJ ņŋč 0iV H[WUDxD HV OD YHUVLyQ TXH VH REVHUYD HQ HO acceso lateral de Grado del Pico, que parece mostrar el momento mismo en el que VH REUD OD UHVXUUHFFLyQ ÄŚR TXL]i OD GHSRVLFLyQ GHO FXHUSR GH &ULVWRÄŚ HQ XQR GH ORV capiteles hay un grupo de soldados, y en el otro tres ĂĄngeles que levantan o cierran la tapa del sepulcro, dejando entrever al yacente que hay en el interior. El episodio pascual de la Visitatio Sepulchri MXQWR D RWURV GHO FLFOR GH OD 1DYLGDG como el 2ÉźFLXP 3DVWRUXP y el Ordo Stellae, no sĂłlo tuvieron un importante impacto en el drama litĂşrgico medieval, sino tambiĂŠn en la iconografĂ­a de los recintos portiÄĽ FDGRV (VWH KHFKR SHUPLWH FRQMHWXUDU XQD PiV TXH SRVLEOH UHODFLyQ GH FDXVDÄĽHIHFWR TXH VLQ HPEDUJR DGROHFH GH XQ DSR\R GRFXPHQWDO VXÂżFLHQWHPHQWH H[SOtFLWR 3HUR DXQTXH QR VHD SRVLEOH FHUWLÂżFDU VL ODV JDOHUtDV URPiQLFDV DOEHUJDURQ HVWH WLSR GH representaciones, como sĂ­ lo hacĂ­an las estructuras occidentales de los templos moÄĽ nĂĄsticos con pasajes del Triduum SacrumĹ?ʼn, tampoco resulta una hipĂłtesis descabeÄĽ llada, y mĂĄxime teniendo en cuenta que las leyes eran muy permisivas con el desaÄĽ rrollo de las mismas en el ĂĄmbito de la iglesia parroquial. Las Partidas de Alfonso X FRQGHQDQ ORV MXHJRV GH HVFDUQLR SHUR DGPLWHQ ODV HVFHQLÂżFDFLRQHV ÂłGH OD QDVFHQFLD GH QXHVWUR VHxRU ÄŹÂŤÄ­ GH VX DSDUHFLPLHQWR FRPR OH YHQLHURQ ORV WUHV UH\HV DGRUDU HW GH OD UHVXUUHFFLyQ´ SRUTXH ÂłPXHYHQ i ORV KRPHV i IDFHU ELHQ HW KDEHU GHYRFLRQ HQ OD IH´Ĺ?ĹŠ. Algunas disposiciones sinodales del siglo XVI testimonian que esta traÄĽ diciĂłn seguĂ­a vigente, ya que se comunica a los rectores de las parroquias que es necesario que las autoridades eclesiĂĄsticas revisen y otorguen licencia a las iglesias Ĺ?Ĺˆ

RUIZ MONTEJO , RS FLW S ŇŊŎ ABAJO VEGA 1 Âł$UWH URPiQLFR \ WHDWUR OLW~UJLFR ODV SRVLELOLGDGHV GH XQ PpWRGR HQ HO HVWXGLR GH OD LFRQRJUDÄĽ ItD´ Codex aquilarensis Ňņ ĪŇŅŅŊč S Ĺ†Ĺ‡ĹŒ SENRA GABRIEL Y GALĂ N, J. L., “En torno a las estructuras occidentaÄĽ OHV GH ODV LJOHVLDV URPiQLFDV IRUPXODFLyQ DUTXLWHFWyQLFD \ IXQFLRQDO GH ODV JDOLOHDV ÄŞca Ĺ†Ĺ…ĹˆĹ…ÄĽĹ†Ĺ†ĹŠĹ…ÄŤ HQ Espacios y estructuras singularesÂŤ RS FLW SS Ĺ†Ĺ‡ĹŽÄĽĹ†ĹˆĹˆ Ĺ?ĹŠ Partida I, tĂ­t. VI, ley XXXIV, cit. ALFONSO X, RS FLW , S Ĺ‡ĹŒĹ‹ Ĺ?ʼn

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Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

para realizar las “representacioÄĽ QHV GH OD 3DVLRQ GH QXHVWUR 6HxRU \ RWURV DXWRV GH UHPHPEUDoLRQ GH OD 5HVXUUHoLRQ \ 1DWLYLGDG VXÄĽ \D´ FRQ HO ÂżQ GH HYLWDU ÂłPXFKRV ynconvenientes y escandalos a las YHoHV HQ ORV FRUD]RQHV GH DTXHÄĽ OORV TXH QR HVWDQ PX\ ÂżUPHV HQ QXHVWUD VDQWD IHH FDWROLFD´Ĺ?Ĺ‹. Por Ăşltimo, los pĂłrticos tamÄĽ biĂŠn recogen la dimensiĂłn divina de Cristo a travĂŠs de diferentes teofanĂ­as triunfales. La AscenÄĽ siĂłn parece desarrollarse en senÄĽ GRV FDSLWHOHV GH 6DQ 0DUWtQ \ 6DQ 0LOOiQ GH 6HJRYLD LQWHJUDGRV SRU la imagen de Cristo sendente roÄĽ GHDGR GH iQJHOHV \ DFRPSDxDGR HQ ODV UHVWDQWHV FDUDV SRU ODV ÂżJXÄĽ ras de un incompleto apostolaÄĽ doĹ?ĹŒ. El tema podrĂ­a repetirse en San Esteban y San Juan de los CaÄĽ balleros, aunque las cestas se enÄĽ cuentran demasiado erosionadas.

)LJ ņŋ ,JOHVLD GH 6DQ 3HGUR &DUDFHQD Ī6RULDč Visitatio sepulchri y apostolado

AĂşn mĂĄs frecuente es la MaiesÄŚ tas Domini, inspirada en diferentes SDVDMHV EtEOLFRV HQWUH ORV TXH GHVWDFDQ HO HYDQJHOLR GH 0DWHR \ HO $SRFDOLSVLV /DV YHUVLRQHV PiV VHQFLOODV VRQ ODV GH &DQDOHV GH OD 6LHUUD \ $QGDOX] GRQGH 'LRV HQ su forma humana estĂĄ sentado, bendiciendo con la diestra y sujetando el libro con la izquierda. En ambos casos, como ya se indicĂł, la invocaciĂłn divina se opone a la representaciĂłn maligna del frente opuesto: los iracundos y un rĂŠprobo encadenado. (O HMHPSODU VRULDQR DxDGH GRV GHWDOOHV PiV DO 3DQWRFUiWRU XQ WURQR FRQ UHPDWHV leoninos, y los sĂ­mbolos del sol y la luna, tambiĂŠn esculpidos junto al de Orejana. Este Ăşltimo se inscribe en un marco almendrado que refuerza el sentido celestial del DFRQWHFLPLHQWR DXQTXH VXV PDQRV VH GLVSRQHQ DELHUWDV KDFLD OR DOWR /D ÂżJXUD DSDÄĽ rece rodeada por el Tetramorfo, colocado de un modo anĂłmalo: los cuadrĂşpedos en

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6tQRGR GH *XWLHUUH 9DUJDV GH &DUYDMDO -DUDLFHMR Ĺ†ĹŠĹˆĹ‰ WtW /;;9, FLW Synodicon Hispanum, V, A. GarcĂ­a ed., 0DGULG ņŎŎŅ S ʼnŊĹ? Ĺ?ĹŒ La imagen de Cristo sedente en la AscensiĂłn no es demasiado frecuente, aunque aparece en la portada de la FROHJLDWD GH 6DQWLOODQD GHO 0DU \ HQ DOJXQRV WtPSDQRV ERUJRxRQHV FRPR ORV GH &KDUOLHX \ $Q]\ÄĽOHÄĽ'XF

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JosĂŠ Arturo Salgado Pantoja

HO UHJLVWUR VXSHULRU ÄŚ/XFDV \ 0DUFRV TXH DGHPiV WLHQHQ DODVÄŚ \ 0DWHR \ -XDQ HQ HO LQIHULRU 3HVH D VX UXVWLFLGDG \ VHQFLOOH] OD YLVLyQ GH &ULVWR HQ 0DMHVWDG GH 3LQLOOD GH Jadraque es mĂĄs canĂłnica, y dispone a los cuatro vivientes en el orden acostumbrado. La mayorĂ­a de las representaciones citadas se centran en dos acontecimientos fundamentales de la historia de Jesucristo. Por un lado, las imĂĄgenes que giran en WRUQR D VX PDQLIHVWDFLyQ FRPR YHUER HQFDUQDGR SRU RWUR HO FLFOR GH VX 0XHUWHÄĽ 5HVXUUHFFLyQ \ VXV PD\HVWiWLFDV WHRIDQtDV PXHVWUDV GH VX IDFHWD GLYLQD 8QDV \ RWUDV UHFXHUGDQ D ORV ÂżHOHV HO GRJPD GH OD GREOH QDWXUDOH]D GH &ULVWR D OD SDU TXH SRQHQ GH UHOLHYH OD REUD UHGHQWRUD RSHUDGD PHGLDQWH VX VDFULÂżFLR GHMDQGR DELHUWD la puerta de la salvaciĂłn a todos los cristianos. A MODO DE EPĂ?LOGO: LOS FIELES Y SUS GALERĂ?AS PORTICADAS El acceso occidental del pĂłrtico de Orejana dispone radialmente en su arquivolÄĽ ta once arquillos que cobijan idĂŠntico nĂşmero de bustos. La clave estĂĄ ocupada por un obispo en actitud orante, con un bĂĄculo en su mano izquierda, y ataviado con mitra, muceta y roquete. El resto de personajes se disponen a ambos lados del preÄĽ lado en perfecta simetrĂ­a y reciprocidad: dos abades mitrados, cuatro mujeres con barboquejo bajo decoraciĂłn festoneada y otros cuatro hombres, uno de ellos con XQD PLWUD R FRURQD (VWD UHSUHVHQWDFLyQ VH VLW~D VREUH HO LQJUHVR PiV VLJQLÂżFDWLYR a la estructura, y muestra una imagen jerarquizada y sintĂŠtica del propio episcoÄĽ SDGR GHO PLVPR PRGR TXH VXFHGH HQ OD FHUFDQD SRUWDGD GH 0XxRYHURV ÄŞ)LJ Ĺ†ĹŒÄŤ Todo ese abanico humano, compuesto por religiosos y seglares, tambiĂŠn preÄĽ side las cornisas de algunas galerĂ­as, entre las que destacan sobremanera las de 'XUDWyQ \ 6RWRVDOERV HQ HOODV VH GDQ FLWD LQWHJUDQWHV GH WRGRV ORV HVWDPHQWRV UHDÄĽ OL]DQGR ODV WDUHDV SURSLDV GH VX GtD D GtD +D\ ÂżJXUDV VROHPQHV GH UH\HV FRURQDGRV clĂŠrigos en plena lectura y soldados armados que, ya a pie o a caballo, velan por

)LJ Ĺ†ĹŒ ,JOHVLD GH 6DQ -XDQ %DXWLVWD 2UHMDQD 6HJRYLD Fachada occidental del pĂłrtico

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Imågenes ante portas 5HSHUWRULRV ÀJXUDWLYRV HQ ODV JDOHUtDV SRUWLFDGDV FDVWHOODQDV

la defensa del orden social. Éstos son los encargados de hacer la guerra contra el LQÂżHO OLGHUDQGR OD FRQTXLVWD GH ODV SULQFLSDOHV SOD]DV GH DOÄĽ$QGDOXV /DV IRUWDOH]DV arrebatadas al enemigo se cristianizan y se fundan o revitalizan aldeas con repoÄĽ bladores venidos de tierras mĂĄs septentrionales, pero la arraigada huella islĂĄmica queda presente no sĂłlo en la cultura, sino en aspectos tan ordinarios como la induÄĽ PHQWDULD /RV FDVWLOORV HQIUHQWDGRV HQ GRV FDSLWHOHV GH 6DQ 0LJXHO GH 6DQ (VWHEDQ de Gormaz, o los caftanes, babuchas y turbantes que visten los hombres y mujeres TXH VH REVHUYDQ HQ (O 5LYHUR (O 6DOYDGRU GH 6HS~OYHGD R 3LQLOOD GH -DGUDTXH VRQ VyOR XQD SHTXHxD PXHVWUD GH HOOR ÄŞ)LJ ņĹ?ÄŤ 0LHQWUDV WDQWR ORV VXIULGRV laboratores siegan el cereal, vendimian, recolectan los frutos que ofrece el bosque, cazan jabalĂ­es y se encargan del ganado y la matanÄĽ ]D 2WURV VH GHGLFDQ D RÂżFLRV WDQ YDULDGRV FRPR HO GH OHxDGRU DOIDUHUR KHUUHUR R comerciante, destinando sus escasos dĂ­as festivos al descanso o al esparcimiento mediante el baile, la mĂşsica, las mascaradas y toda clase de juegos. AdemĂĄs del sinfĂ­n de imĂĄgenes que existen de estas actividades, especialmente en metopas y canecillos, quedan como reliquias de ese divertimento los tableros de juego graÄĽ bados en los intercolumnios de algunas galerĂ­as porticadas. El ajedrez de La SanÄĽ tĂ­sima Trinidad de Segovia, la variante del manqala de Santa Catalina de Hinojosa o las decenas de alquerques de tres, nueve y doce repartidos por toda la geografĂ­a castellana, son muestras fehacientes de ello. La reiteraciĂłn de estos temas cotidianos no es fruto de la casualidad, ni mucho PHQRV XQ PHUR FDSULFKR GH ORV DUWtÂżFHV $O FRQWUDULR HV PiV TXH SUREDEOH TXH ORV FRPLWHQWHV DFHSWDUDQ H LQFOXVR SURPRYLHUDQ VX LQFOXVLyQ HQ ORV UHSHUWRULRV ÂżJXÄĽ UDWLYRV GH ORV SyUWLFRV URPiQLFRV LQWHJUDQGR DVt D ORV SURSLRV ÂżHOHV HQ HO DSDUDWR doctrinal, y sobre todo, convirtiĂŠndolos en espectadores o partĂ­cipes del itinerario VDOYtÂżFR TXH WUD]DEDQ ODV P~OWLSOHV UHIHUHQFLDV EtEOLFDV DGPRQLWRULDV \ VRWHULROyÄĽ gicas contenidas en los elementos esculpidos y murales.

)LJ ņĹ? ,JOHVLD GH 6DQ 0LJXHO 6DQ (VWHEDQ GH *RUPD] ÄŞ6RULDÄŤ 'HWDOOH GHO interior del pĂłrtico

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