Índice
“mis tres hijas siempre conmigo” Walter A.C.
Editorial Peatón, deambulando y creando Dirección y Edición Jorge Ledesma Gestión de Contenido Jorge Ledesma Mahira Vasquez
En esta vida nadie se escapa de aquellos sucesos que puedan habérnosla marcado momentáneamente o para siempre, para bien o para mal. En mayor o menor medida, todos tenemos muy presente algún evento que nos haya generado un antes y un después. En cierta forma, somos afortunados de poder guardarlos aún en nuestra mente. ¿Se imaginan una vida sin recuerdos? ¿Se imaginan levantarse un día y haber olvidado todo lo que somos? Si celebran su cumpleaños ya son parte del grupo que siempre mira al pasado para recordar de dónde viene y cuánto ha logrado, y eso no está mal. Siéntanse suertudos, porque allá afuera, en las calles, hay algunos que no apagan velitas hace más de veinte años. En esta edición queremos hacerles una exhortación a atesorar todo lo que fueron, abrazar el pasado que, más allá de que duela o no, es esencia para mirar con mejores ojos qué es lo que viene. “Imborrable” tiene en portada las manos de José Carranza, un bombero que pese a la adversidad no declina en su vocación de seguir sirviendo al prójimo. Además, el colectivo de fotógrafos CCAOS nos muestra una selección de imágenes de lo que trajo como consecuencia el fenómeno de El Niño Costero para Piura el 2017. Y un texto de Felipe Durán acompaña unas fotografías de ancianos del Asilo de Piura, algunos de ellos pacientes de Alzheimer, enfermedad que anula los recuerdos. Sin más, disfruten de esta edición.
Jorge Ledesma
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Gestión Social Mahira Vásquez Coordinación de Fotografía LED Colaboradores: CCAOS Ana Luz López Fabián Sanchez Felipe Durán
Con el Apoyo de: José Guillermo Uhen Somos miembros de:
Contacto infopeaton@gmail.com FB/IG/TW: @revistapeaton www.revistapeaton.com
Por la Calle
“Cuida tus recuerdos, no puedes revivirlos” Bob Dylan
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marzo 2017: ´ DolOr y desolaciOn
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Estas fotografías reflejan algunos escenarios que difícilmente serán olvidados por los piuranos, especialmente por los miles de damnificados de los caseríos rurales del Bajo Piura. Producto del Fenómeno El Niño Costero, el pasado 27 de marzo del 2017, el río Piura se desborda trayendo con él dolor y desolación a los más humildes y vulnerables: ancianos, niños, mujeres y hombres perdieron sus viviendas hechas de barro y quincha, su producción agrícola, incluso sus animales domésticos. La población afectada se vio obligada a refugiarse en diferentes áreas seguras; dejando atrás sus casas y en ellas, sus años de esfuerzo y lucha… toda su vida. El Colectivo CCAOS es un grupo de fotógrafos piuranos que nos comparten imágenes reales que dejó como consecuencia la emergencia.
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Especial
José Carranza
“El dolor de una quemadura es casi inaguantable”
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El Comandante Carranza, Caballero de Fuego, es uno de los bomberos más conocidos en nuestro país. Estuvo a punto de perder la vida cuando intentaba controlar un incendio. Sin embargo, no renunció a esta profesión que nació en él desde sus cortos seis años. José Alberto Carranza Ruíz (46) es administrador, actual Comandante de la Compañía de Bomberos Olaya 13 de Chorrillos, Jefe de Prevención de Riesgo en obras de construcción, especialista en productos químicos y padre de una niña.
Siendo estudiante tuvo su primera experiencia. Recuerda que participó en un incendio en San Juan de Miraflores y su intervención consistió en cuidar el camión de bomberos y pasar las herramientas que se necesitaban. Empezó con labores sencillas que lo prepararían para enfrentar voraces incendios en Lima y en otros departamentos del Perú. Al cumplir la mayoría de edad comienza su labor en la Jefatura Departamental 24 - Lima sur, específicamente en la Compañía de Bomberos Olaya 13 de Chorrillos. Hoy por hoy, José Carranza cumple 28 años vistiendo el uniforme rojo, tiempo en que ha sido partícipe de innumerables siniestros. El Comandante Carranza trae a su memoria aquel 23 de enero del 2015; día en que fue víctima de las llamas mientras inspeccionaba el área donde ocurrió un incendio en Villa María del Triunfo. “Yo llegué ya cuando se deduce que el incendio estaba controlado, tomé el mando del incendio, intentamos hacer un cambio de la labor que se estaba realizando; de pronto un cilindró explotó y explotó cerca de mí”, recuerda Carranza. Su uniforme ardió en llamas.
“Tuve quemaduras de 3º grado en el 16% del cuerpo y, a raíz de esto, injertos en las manos y en mi cara”, explica. Fueron minutos desesperantes y de intenso dolor. “Las emociones fueron diversas en el momento. El dolor era muy fuerte, el dolor de una quemadura es casi inaguantable, yo me veía los tendones de las manos, y a parte (sentía) el dolor del rostro. Yo pensaba mucho en mi hija, más que todo”, continúa. “Estuve dos meses en el hospital y, posteriormente a ello, dos a tres meses más de recuperación y de rehabilitación para recuperar el movimiento de mis manos; por suerte a los ocho meses ya estaba en servicio nuevamente. A mí no se me pasó por la cabeza dejar el servicio. Yo, al contrario; o sea, mi desesperación era recuperarme lo más pronto posible”, afirma con una sonrisa. Carranza ha recibido diversos reconocimientos por su constante labor como bombero y por el servicio que ofrece a la ciudadanía. Como jefe de prevención de riesgos indica que “se debe considerar la prevención como inversión y no como un gasto” y reconoce que “el Perú necesita gente con vocación al servicio, gente que se arriesgue, pero que al mismo tiempo sea cuidadosa”. Este noble Caballero de Fuego; como padre, sabe cuán importante es su hija en su vida; sin embargo, consciente de su arriesgada profesión está dispuesto a servir y seguir salvando vidas. Por Mahira Vásquez
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Primer Regalo
La Creación
Mi primera historia tendría que ser mi primer recuerdo. Lo tengo muy claro y a colores. Para la edad que tenía, tal vez alrededor de cinco años, es muy vívido. Recuerdo que vivíamos en Chepén, como toda la vida. En una casa que mis abuelos les dieron a mis papás mientras conseguían algo propio. Quedaba en la parte alta del pueblo, entre el arenal de las faldas del cerro y las rocas que llevan a su cima. No era la zona más bonita de la ciudad, tampoco la más inhóspita. Pero es más o menos así como era, entre el arenal dorado y las rocas oscuras, ambas características tan peculiares del cerro sobre el que descansa mi pueblo y que puede verse así desde varios kilómetros en la Panamericana o desde el aire. Mi casa era una casa como eran en esa época casi todas las casas de Chepén, de paredes de adobe y techo de quincha, angosta y larga. Al fondo había un corral que era el criadero de aves de mi mamá. Con un poco de imaginación ese lugar habría sido mi zoológico, pero tenía cinco años, eran principios de los ochenta y nunca había estado en un zoológico. En esa casa vivíamos mi mamá, mi papá y yo, el hijo único en aquellos años. A mis padres los recuerdo, como no, siempre viejos. Me pregunto si alguien recuerda que sus padres alguna vez fueron jóvenes. Con el tiempo te das cuenta que antes no eran tan viejos y eran más humanos, pero eso es para otra historia. Recuerdo la voz de mi mamá, diáfana e inconfundible, llamándome para tomar una taza de avena o un vaso de leche. Nuestras micro batallas para que me tome la leche aún sueltan uno que otro flechazo en mi cabeza. Mi mamá tenía el cabello negro azabache, la tez blanca y los ojos grandes y profundos, oscuros como pozos que guardan mil cosas en el fondo. Y tenía también la mano pesada, pregúntenle a mi trasero. Pero sus explosiones de ternura eran como las cosas buenas de la vida, pocas pero intensas, cargada de abrazos y besos. “Mi perrito sucio” me decía, tal vez porque todo el día jugaba en el piso y terminaba más sucio que trapeador. Recuerdo a mi papá, que trabajaba en su taller mecánico, llegaba a la casa a almorzar y de ahí no lo veíamos hasta la noche. Él era, como lo sigue siendo hoy, siempre presto a la risa, de buen carácter algunas veces y otras veces incomprensible, por decir algo. El peso de todas las veces que me hizo reír se siente más fuerte hoy. Recuerdo que era de día, no sé si de mañana o de tarde. Yo estaba como siempre, jugando en el suelo con carritos y soldados de plástico, como jugaban los niños a principios de los ochenta. Y recuerdo ver a mi papá venir con una sonrisa hacia mí. Traía un camión de juguete, de colores amarillo, rojo y azul, enorme. Era mi primer regalo. Tantos años después ya no sé si era navidad o mi cumpleaños, no lo sé y en ese momento es muy probable que tampoco lo supiera. Creo que mi papá estaba más feliz que yo y yo estaba a la vez más feliz que él. El recuerdo es como el fondo de un pozo de agua cristalina. Era mi primer regalo y por siempre será mi primer recuerdo.
Por Fabián Sánchez 10
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Mi mente es un océano de incontables alegrías; sorpresas y sonrisas, emociones escondidas: Los besos de mi madre, los abrazos de mi padre, los juegos que de niña entre hermanos compartía. He sido protagonista de victorias y fuertes caídas, unas marcaron mi vida y otras sólo fueron efímeras. El miedo y el desaliento, la perseverancia y el firme “sí puedo”; el ser conformista o arriesgar y emprender un largo vuelo. Los valores cultivados a lo largo de mi existencia, aquellas tareas donde entregué el alma y dejé huellas. Situaciones de incertidumbre, decisiones que desconciertan, aprender a soltar y aprovechar las oportunidades que se presentan. En el baúl de los recuerdos atesoro viejos sentimientos; experiencias e impresiones que no se pierden con el tiempo. Inconfundibles aromas regresan ahora a mi memoria añoranzas de un lugar o de cálidas personas. Guarda mi corazón las mejores fotografías de lo que viví, capturas de esos instantes que con amigos y mi familia compartí: de mi infancia, mi niñez, mi juventud y la maternidad. Hay recuerdos en la vida que simplemente no se van.…
Por Mahira Vásquez
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Los recuerdos de mi vida
En el mar de mis recuerdos naufragan mis pensamientos. El existir es un momento, un camino sin regreso. Vuelven a mi presente aquellos años de mi tímida infancia; mis padres, mis hermanos, mi casa… mi esperanza.
Noticias INSP
SOMOS EL PRIMER STREET PAPER PERUANO El pasado julio se vendió por primera vez un periódico callejero en las calles del Perú. La primera edición de Peatón la distribuyeron las dos primeras vendedoras de la incipiente organización, Olga y Eremia, en Piura, una ciudad ubicada en el noroeste de Perú. Peatón es un integrante nuevo de INSP, y se une a un contingente de periódicos callejeros latinoamericanos provenientes de México, Uruguay, Argentina, Brasil y Colombia. INSP habló con el fundador de Peatón, Jorge Ledesma, para conocer más sobre el proyecto. 12
El pasado viernes 5 de julio marcó la primera vez que se vendió un periódico callejero en las aceras de Perú. Peatón, subtitulado “deambulando y creando”, es una nueva publicación que busca capacitar a personas en situación de calle y desempleadas en Perú para que generen un ingreso. Los vendedores lo compran por 1.90 soles y lo venden a lectores por 4 soles. Peatón es un periódico callejero bimestral, y se puede encontrar en la ciudad de Piura, al noroeste de Perú, donde habita su fundador, Jorge Ledesma. Ledesma le contó a INSP que, a pesar de que inició sin conocer el movimiento de los periódicos callejeros, se enamoró de la idea una vez que la encontró. “Comenzó el año pasado cuando tuve que dejar mi trabajo y comencé a tomar fotografías, lo cual me pareció terapéutico”, dice Ledesma. “Era fotógrafo aficionado, pero decidí que quería estudiar el arte más en serio. Un día, salí con una clase para caminar por las calles del centro de Lima, la capital de Perú. Nos topamos con la realidad de las personas sin hogar que viven en las calles alrededor de la ciudad. Otros en el grupo tomaban fotos e incluso las publicaban en las redes sociales. Eso me frustró mucho. Me parecía una violación de su privacidad y que estaba mal tomar fotos como si nada solamente por unos “me gusta”. Ledesma explica que poco después estaba revisando su cronología de Twitter y se encontró con la historia de una joven argentina en una situación desesperada. Debido a la falta de vivienda y trabajo, buscaba ayuda. “Fue el periódico callejero argentino Hecho en Bs. As. el que le dio una respuesta rápida a su problema”, explica Ledesma. “Inmediatamente me interesé en investigar más sobre el trabajo de los periódicos callejeros. Había estado pensando en crear una revista para mis fotos, aunque no necesariamente un periódico callejero. Cuando vi esto, me enamoré del proyecto [de periódicos de calle]: fue amor a primera vista”. Ahora, esa chispa inicial se ha convertido en una realidad. Trabajando con una amiga y colega, Mahira Vásquez, con quien desde marzo Ledesma ha estado hablando con las personas que viven en las calles de Piura acerca de convertirse en vendedores. Las ventas del periódico callejero comenzaron el fin de semana
con sus dos primeras proveedoras: Olga y Eremia. Cada una recibió inicialmente cinco copias gratuitas para vender. "Olga ha estado viviendo en las calles por 20 años", dice Ledesma. “No tiene padres ni familia, y es muy conocida en la ciudad. Vender Peatón fue la primera vez que pudo recibir dinero sin mendigar”. Peatón se creó en Piura principalmente por conveniencia para Ledesma, quien está dedicando todo su tiempo y energía a producir la publicación y reclutar vendedores. Pero su visión para la revista es más amplia. “Decidimos que aquellos que se beneficiarán de Peatón no solo serán los que viven sin hogar, sino también aquellos que tienen dificultad para encontrar un trabajo. Tenemos suerte en Piura de que no hay tantas personas sin hogar como en otras ciudades peruanas, como Lima. Espero que el proyecto se pueda replicar allí.” En cuanto al contenido, Peatón es un periódico callejero sumamente visual, que incluye gráficos vívidos y fotografías del entorno local. Ledesma rinde homenaje a Mi Valedor de México, del cual dice, “es el periódico callejero que más nos influye en nuestro estilo y recursos”. Ledesma está trabajando con estudiantes de comunicaciones de la universidad local para elaborar artículos, historias, poesía y otros contenidos para futuras ediciones de la revista. Ledesma también rindió un homenaje especial a Fernando Vidal, editor ejecutivo del periódico uruguayo Factor S, quien, de manera repentina e inesperada, falleció en abril. Fernando había estado íntimamente involucrado en ayudar a Ledesma para que Peatón comenzara, lo cual es un testimonio de su amabilidad y su pasión por los periódicos callejeros y su existencia y sostenibilidad en América Latina. “Quiero enfatizar la ayuda que recibimos de Fernando. A lo largo de todos los meses previos al lanzamiento de la revista, nos ayudó mucho, más que mucho, a hacer de este proyecto una realidad”, dice Ledesma.
Gracias a Fernando, Peatón fue invitado a una reunión de organizaciones en América Latina que trabajan para poner fin a la falta de vivienda, que tuvo lugar en Santiago, Chile. Esto también abrió los ojos de Ledesma al problema de la falta de vivienda en Perú, y la poca información disponible sobre el tema. “Cuando fuimos a Santiago, investigamos a profundidad el tema de las personas en situación de calle en Perú. No pudimos encontrar números concretos, fue muy frustrante”. “Encontramos que hay algunos programas que brindan asistencia a las personas sin hogar, pero creo que el gobierno sabe que esto no es suficiente. La corrupción en los países latinoamericanos está muy extendida, y la situación de la calle no está realmente en la agenda. No quiero criticar el apoyo social, pero no es la solución. No hay modelos de gobierno en Perú que ofrezcan a las personas la oportunidad de obtener ingresos”. Ahora, como miembro de INSP, Peatón puede beneficiarse del conocimiento y los recursos compartidos de la red y de la variedad de servicios para miembros de INSP que, según Ledesma, ya han sido vitales. “Es una bendición ser parte de la red”, dice. “Es un honor estar involucrado en este movimiento internacional, y sin los recursos de INSP, no hubiéramos podido fundar el periódico”. Después de un año difícil en cuanto a lo personal para Ledesma, se siente rejuvenecido por Peatón, al que le ha invertido todo el peso de su máximo esfuerzo para que sea un éxito, y espera que, a su vez, ayude a otros también. “Después de un momento difícil, crear el periódico callejero se ha convertido en el proyecto de mi vida. Lo que haga por los demás [proporcionar un ingreso] solo será una forma de que sea recíproco. Peatón, literalmente, me salvó la vida”. Traducido por Adriana Nodal-Tarafa Cortesía de INSP.ngo
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Los hombres y mujeres que transitan por la vida lo hacen sin pensar en el olvido. Todos quieren ser parte de su sociedad y ojalá renombrados y conocidos. Incluso los que no quieran esforzarse en ser reconocidos ni renombrados esperan en el fondo, algún tipo de reconocimiento, algún agradecimiento o una expresión de gratitud. ¿Quién dirá “yo no”? ¿Quién podría vivir sin esperar que alguien se recuerde que existe? No en el sentido egocéntrico de la posibilidad, sino en el aspecto más profundo, de la compañía, del estar, del permanecer juntos. El olvido queda para las generaciones que no se dieron cuenta de los que pasaron. Tan corta la vida para rescatar a los que viven. Como lo diría imaginariamente aquél brillante poeta imaginario que fue Nicanor Parra (Imaginario, como sus hojas de parra):
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El hombre imaginario que camina por la acera imaginaria de la vida imaginaria, mira al pasar a la mujer imaginaria que fue su amiga imaginaria con una sonrisa imaginaria instalada al verle caminar. Esa mujer imaginaria también con una sonrisa imaginaria lo parece reconocer, haciendo un ademán de saludo; Un hola, un chao, un cómo estás. No se recuerdan sus nombres ni de dónde se conocen, pero ambos sienten alegría de verse pasar. El cielo desde arriba les sonríe también, no les pregunta sus nombres ni sus carné. Sus palmas se juntan y se abrazan. Entonces la gratitud se apodera de esas almas, sin preguntas ni tiempos, sin normas ni olvidos. Y estoy feliz, feliz de haberte conocido.
Por Felipe Durán Martinez
Ilustraciรณn por Ana Luz Lรณpez
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