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Entrevista a Nicolás Muñoz

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entrevista a nicolás muñoz

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Por Fernando Narvaez Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente de la Universidad Católica de Chile

Nicolás Muñoz es Director de Proyectos en Fundación DeporteLibre. Esta fundación se centra principalmente en el desarrollo de proyectos de arquitectura deportiva para el uso público en puntos conflictivos en la ciudad.

¿En qué situación se encuentran las ciudades chilenas desde la perspectiva de seguridad?

Chile es un país con realidades muy dispares tanto por geografía, demografía y recursos económicos entre otros, por lo que las situaciones deben ser abordadas caso a caso. Hemos participado en proyectos en varias regiones y sabemos que lo que enfrentan las ciudades del norte es tremendamente distinto a las problemáticas de las ciudades del extremo sur de nuestro país. Nuestra experiencia se basa principalmente en la Región Metropolitana, donde hemos podido intervenir no solo en diseño, sino que también participar en el diagnostico y posterior acompañamiento a las comunidades que componen el espacio intervenido y mas allá de lo que uno pueda extraer de las encuestas o denuncias, al trabajar con la gente en terreno nos damos cuenta que la sensación de inseguridad es un tema colectivo que se ve influenciado por medios de co-

Skatepark . Fuente: Elaboración propia

municación y experiencias personales. Sabemos que diariamente ocurren cientos de delitos, pero nuestra mirada es sumamente positiva en cuanto a la posibilidad de revertir las condiciones negativas que se enfrentan actualmente en nuestras ciudades y para esto es clave generar confianza en la gente y las relaciones que construyen en los lugares que habitan.

¿Qué es la violencia urbana? ¿Cómo afecta ésta a los espacios públicos?

La violencia urbana, parte en la desigualdad que hay en el acceso, calidad y oferta que existente en los distintos barrios que componen la ciudad. El espacio público debiese ser un derecho garantizado, donde la persona pueda realizar la mayor cantidad de actividades y usos posibles. La violencia urbana lo vemos como un síntoma de que las cosas no se están haciendo bien desde un comienzo, desde la gestión de generar, crear y mantener espacios públicos de calidad. Tiene que ver con la voluntad de la gente que tiene capacidad de tomar decisiones política y financieramente, como también los ciudadanos de organizarse y recuperar sus espacios en la medida que sus recursos se los permita.

¿El diseño de los espacios públicos condiciona la percepción de seguridad de los ciudadanos?

De todas maneras. El diseño es una de las principales herramientas para tener espacios públicos seguros y de calidad, tanto por la forma, como por los programas que se puedan proponer ya que deben ser concordantes con el tipo de usuario del espacio público en particular, considerando desde el vecino que vive en el sector, el visitante, población flotante e incluso el que lo habita desde una condición de situación de calle.

En grandes ciudades es común encontrar espacios residuales, ¿Qué tan negativo puede resultar esto?

Personalmente creo que lo mas negativo radica en los espacios con antiguas intervenciones o construcciones que se volvieron residuales, ya que estas generan una sensación de desconfianza y abandono por parte de los habitantes o personas que transitan y a su vez nos condiciona las relaciones humanas en un espacio en el que debiésemos sentirnos libres de convivir y desarrollarnos como ciudadanos. De alguna forma los espacios abandonados, son un lugar en estado «Salvaje» o volviendo a su estado original y que nos brindan la posibilidad de intervenirlos o habitarlos de manera mas libre que uno intervenido y condicionado a un solo uso específico. En Deportelibre somos conscientes de lo negativo que pueden ser estos espacios resi-

Boulder. Fuente: Elaboración propia

duales, pero estamos convencidos del potencial que tienen y partiendo con pequeñas intervenciones se pueden transformar en una plaza o parque de primer nivel.

¿Cómo surge la fundación DeporteLibre? ¿Cuál es su objetivo?

Nace por la motivación de jóvenes deportistas de desarrollarse profesionalmente realizando un aporte a la sociedad desde las distintas disciplinas de cada uno; arquitectura, Ingeniería, eco-turismo, sociología y comunicación audiovisual.

Creemos en el deporte como un agente de cambio social y esencial para tener una vida saludable y plena, además de tener la suficiente potencia para poder generar participación y apropiación de las comunidades entorno a la infraestructura deportiva que proponemos para recuperar el espacio público.

¿Cuál es su modelo de trabajo?

Con el tiempo nos hemos especializado principalmente en 3 líneas de trabajo: a) Intervenciones en espacio público: Plazas Deportelibre; b) Intervenciones en espacios educativos: PatiosLibres; y c) Capacitación y formación: Cursos de iniciación deportiva y jornadas de activación deportiva.

Las dos primeras son trabajos colaborativos con municipalidades, instituciones educativas u organizaciones sociales que consiste en: • identificar y caracterizar el lugar a intervenir • Co-crear con los futuros usuarios y comunidad existente. • Construir con participación de voluntarios en actividades de construcción «liviana». • Realizar un seguimiento basado en cursos, campeonatos y eventos deportivos con la finalidad de incentivar el uso y generar una cultura deportiva en la ciudadanía.

La tercera línea de trabajo nace como un servicio que la misma gente que frecuenta los Silos o conoce nuestras intervenciones, nos pide o consulta para poder capacitarse y mejorar sus conocimientos.

¿Qué opina de los espacios semi-públicos que funcionan bajo la premisa de «seguridad»? ¿Ayudan a la reducción de la inseguridad o fragmentan la ciudad?

Creo que en ningún caso reemplaza al espacio público y cumplen una función totalmente distinta. Si tomamos como ejemplo un centro comercial, son una alternativa que brinda servicios ligado al ocio, entretenimiento, recreación e incluso deportivo, pero

Proyecto escala en recuperación de Silos. Fuente: Elaboración propia Trabajo con la comunidad. Fuente: Elaboración propia

siempre va a estar sujeto a la capacidad de consumo de la persona que lo visita. Es evidente que un espacio al estar con vigilancia constante y controles definidos, va a generar sensación de seguridad, pero tampoco está libre de actos violentos al igual que el espacio público. En esencia son lugares totalmente distintos, con condiciones físicas, situaciones y funciones distintas, lo que termina condicionando los comportamientos de la ciudadanía en cada uno de ellos.

¿Cuáles son las acciones propuestas o que se han realizado a partir del proyecto Fundación DeporteLibre?

La principal acción de Deportelibre es la recuperación del espacio público y descubrimos que es clave la autogestión, no esperar que las cosas lleguen, sino que tener el convencimiento de que una buena idea va a ser compartida por la gente y que es una manifestación colectiva sobre una problemática o necesidad común. En nuestro caso, es recuperar la ciudad a través del deporte con toda la riqueza y posibilidades que esto conlleva, en el que día a día se van sumando iniciativas y actores a un proyecto que paso a ser de todos.

¿Cuáles son las acciones desde la escala local que se podrían implementar para que lo urbano se transforme en un lugar más vivible?

Partir por vincularse y compartir con nuestros pares, vecinos o compañeros en torno a un espacio que nos vincule, ya que individualmente es muy difícil hacerse cargo de algo que nos incumbe a todos. Lo siguiente es definir el uso o programa que creemos que pueda ser indicado para intervenir nuestro espacio y lo mas importante es materializarlo, aunque sea con un pequeño gesto, pero con el tiempo los recursos van llegando de todas formas por que este tipo de iniciativas termina siendo contagiosa, masiva y apasionante.¶

Im 1. Observación: Vecinos de la favela de Dona Marta entrando y saliendo de ella. La favela es una profundidad de la ciudad, un territorio tratado como si debiese ser constantemente pacificado, recuperado y formalizado. La favela también es ciudad / Fuente: Fernando Espósito

columnas

seguridad pública en río de janeiro 2018. de ciudadanos a sospechosos

Fernando Espósito Galarce Pontificia Universidade Católica do Rio de Janeiro; Dr. Arquitecto. Profesor del Departamento de Arquitectura y Urbanismo (DAU PUC-Rio), Rio de Janeiro, Brasil. Amanda Senna Pettená Becaria de investigación 2018 (Beca TEPP). Departamento de Arquitectura y Urbanismo (DAU PUC-Rio), Rio de Janeiro, Brasil.

La crisis política que actualmente vive la ciudad de Río de Janeiro ha derivado en una serie de problemas de orden económico, social y de seguridad, que se expresan finalmente en el espacio público. En ese escenario actual existe una realidad que no es nueva. La imagen de las favelas siempre ha estado asociada al narcotráfico y la violencia urbana, influyendo no solo en la forma en que las políticas públicas son aplicadas en esos territorios, sino que afectando en cómo los ciudadanos de las comunidades que los habitan son vistos tanto por las fuerzas policiales como por otros ciudadanos. Durante la última década y principalmente con ocasión del Mundial de Futbol 2014 y las Olimpiadas 2016, la política de seguridad sufrió grandes transformaciones. Entre ellas se destacan la implementación de las Unidades de Policía Pacificadora (UPPs) y la reciente intervención federal en la ciudad por parte de las fuerzas de seguridad y militar. Esto, sumado a la crisis del Estado de Río de Janeiro, ha llevado a que el panorama de violencia impacte principalmente en los favelados. Desde la perspectiva de los derechos ciudadanos, la intervención del estado basada solamente en la seguridad, se muestra insuficiente cuando lo que realmente se busca es la inclusión social y la disminución del estigma que afecta a las favelas y sus habitantes / FAVELA / VIOLENCIA / SEGURIDAD PÚBLICA / RÍO DE JANEIRO

Introducción

La actual crisis política que afecta a Brasil y específicamente a Rio de Janeiro, ha desencadenado una serie de problemas de orden económico, social y de seguridad. Corrupción a nivel Federal y Estatal, reformas económicas que agudizan la desigualdad social, recortes presupuestarios en salud y educación, son algunas de las caras de la crisis que de una u otra forma terminan manifestándose en la ciudad. En este escenario complejo actual existen realidades que no son nuevas.

El imaginario carioca de la violencia urbana siempre ha estado marcado por el binomio favela-narcotráfico. La asociación que se establece entre los territorios favelados y la violencia que se manifiesta en toda la ciudad, influye no solo en las políticas públicas asociadas a la seguridad, sino que también en la percepción que se tiene de la favela y principalmente de quienes allí viven.

A partir de la década de los ochenta, cuando la ciudad comenzó a experimentar un aumento exponencial de la violencia, y guiadas por la lógica de la «guerra al crimen», las políticas de seguridad pública irrumpieron como otra forma de violencia arbitraria, teniendo como principal objetivo «eliminar al enemigo interno» (Duarte, 2017). Eso llevó a que las favelas se trasformaran en escenarios de permanentes conflictos, donde operaciones y enfrentamientos con armamento de guerra se trasformaron en parte de la vida cotidiana de la población.

A partir del 2007 y 2009, años en los que se anunció que Brasil y Rio de Janeiro organizarían la Copa do Mundo y los Juegos Olímpicos respectivamente, los procesos reestructuradores se apropiaron de la ciudad. Entre las políticas de urbanización aplicadas dirigidas a las favelas, el PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento), del Gobierno Federal, se planteó como objetivo incrementar la inversión en infraestructura, mejorar la calidad de vida y disminuir la desigualdad social en las comunidades. En conjunto con el PAC, las UPPs (Unidades de Policía Pacificadora) se hacían cargo de la seguridad pública en estos territorios. El concepto de policía de proximidad aplicado, fundamentado en la colaboración entre la población y las instituciones, consiste en unidades de policía instaladas dentro de las comunidades, con el principal propósito de recuperar territorios hasta entonces controlados por el narcotráfico y las milicias.

El uso del término «pacificación» cuando se refiere a las UPPs ha generado algunas tensiones desde que estas fueron implementadas. Hasta ahora son 38 unidades con alrededor de 10.000 efectivos. Las operaciones policiales que dieron inicio al programa de las UPPs contaron con un enorme despliegue de tropas policiales y militares y fueron ampliamente cubiertas por los medios de prensa, alimentando el carácter teatral y heroico de las intervenciones.

Hoy el programa cumple 10 años desde su implementación el 2008. Los cambios ocurridos principalmente una vez finalizados los Juegos Olímpicos 2016 colocaron en jaque su eficacia y continuidad, cuando en octubre del mismo año el Secretario de Seguridad del Estado de Río de Janeiro, José Mariano Beltrame, principal gestor del programa de las UPPs, renunciaba al cargo. Esto tuvo un impacto político inmediato, lo que se agravó aún más con la crisis financiera del Estado que a esa altura se hacía palpable.

Desde las primeras señales de fragilidad de la seguridad pública, diversos conflictos volvieron a manifestarse con mayor frecuencia e intensidad en la ciudad, impactando no solo a quienes viven en los

Gráfico que indica el número de homicidios violentos en Río de Janeiro, destacándose la disminución a partir de 2009 (con las UPPs siendo implementadas) y el aumento a partir de 2015 con su máximo en 2017. El gráfico fue divulgado por el periódico OGlobo basado en las estadísticas del Instituto de seguridad Pública de Río de Janeiro. (Fuente: https://g1.globo.com/rj/rio-dejaneiro/noticia/crise-falencia-de-upps-banalizacao-de-fuzis-violencia-na-folia-veja-motivosque-levaram-a-intervencao-federal-no-rj.ghtml)

«morros», sino que también a los ciudadanos del «asfalto»[1]. Avenidas y autopistas cerradas, presencia de fuerzas armadas del ejército en las calles, incremento de muertes en las favelas como consecuencia de «balas perdidas» y enfrentamientos, son algunas de las consecuencias (gráfico).

Finalmente, el detonante mediático de los conflictos fueron los arrastões [2] y asaltos ocurridos durante el reciente Carnaval 2018, los que revivieron la sensación de inseguridad de décadas anteriores, nuevamente en áreas «nobles» de la ciudad. Como consecuencia de toda esta inestabilidad política y de seguridad, el día 16 de febrero de 2018 fue anunciada la intervención del Gobierno Federal en la seguridad pública de Río de Janeiro. Ahora los ciudadanos de las favelas no solo deberán convivir con una policía de proximidad, sino que además con el ejército en sus puertas, como irónicamente lo representa una de las ilustraciones del periódico O Dia (Im. 3).

En la ilustración se lee. «Ustedes están rodeados de prejuicios por todos lados. Salgan con las manos en alto. Fuente: Periódico O Dia del 22 de febrero del 2018.

El espacio público en las favelas: vecinos y sospechosos

Desde la implementación de las UPPs fue posible constatar que esa proximidad de la policía derivó en un control de la vida social y cultural, producto de la permanente observación en busca de potenciales actividades delictivas y ciudadanos sospechosos. La militarización gradual de las favelas se dio en nombre de la seguridad y toda la gestión del espacio social fue llevada adelante a través de un complejo proceso de vigilancia e inmovilización de la vida urbana (Haesbaert, 2014). La regulación de la rutina de los habitantes por parte de la policía se extendió a diversas actividades, como celebraciones y encuentros familiares, incluso dentro de las propias residencias. Un claro ejemplo de esto fue la prohibición de eventos como el baile funk y hip-hop en los primeros años de la intervención de las UPPs (los bailes fueron autorizados nuevamente en 2011). Acciones como esa estereotipan las expresiones identitarias de la comunidad, interpretándolas erróneamente como prácticas delictivas a partir de una visión asistencialista proyectada sobre las favelas, como si se tratase de ciudadanos que deben ser disciplinados y tutelados (Duarte, 2017). Durante el 2017 y 2018, esas interferencias han vuelto. (fig.4).

De la misma forma en que se asocia el narcotráfico a las favelas, muchas veces a los favelados se les estigmatiza como infractores. Son tratados como aquellos «otros» en comparación a los miembros legítimos de la sociedad, lo que los degrada en su humanidad, cuestionando sus derechos de ciudadanía. (Freire, 2014).

Así, la acción policial dentro de las favelas no solamente actúa en respuesta a los conflictos de seguridad, tráfico y violencia. Ella se ha transformado en un agente inhibidor de toda actividad que pueda ser interpretada como un riesgo potencial a la seguridad,

Titular del periódico independiente Voz das Comunidades: «Policía impide que el bloco de carnaval Unidos da Grota [3] desfile por las calles de la comunidad», en el que se denuncia policial de la UPP de la favela del Complexo do Alemão, durante el Carnaval 2018 / Fuente: http:// www.vozdascomunidades. com.br/comunidades/ complexo-do-alemao/ policiais-impedem-blocounidos-da-grota-de-desfilarpelas-ruas-da-comunidade/)

lo que relativiza muchas veces los límites entre la función policial y los derechos de la ciudadanía para expresarse libremente en el espacio urbano, agravando aún más los procesos de estigmatización física y social.

Hoy, la intervención del Gobierno Federal en la seguridad pública del Estado de Río de Janeiro revela al mismo tiempo la fragilidad estatal frente a la complejidad del problema de la violencia urbana y expone la necesidad de constantes acciones paliativas. La permanente observación que intenta mitigar los riesgos y «eliminar el enemigo interno», acaba teniendo efectos colaterales de censura sobre las comunidades y provocando una reducción en el uso del espacio público en esos territorios. Se corrobora así que la presencia policial como acción aislada no es suficiente. Mientras las políticas sociales e inclusivas asociadas a la seguridad pública continúen siendo tratadas como algo dispensable y como eventos de exposición mediática para el gobierno de turno, la disminución de la violencia, la desigualdad y la estigmatización no será posible. El ya clásico funk da felicidade [4] seguirá sonando como un llamado de atención desde las favelas:

«Eu só quero é ser feliz Andar tranquilamente na favela onde eu nasci, E poder me orgulhar E ter a consciência que o pobre tem seu lugar» ¶

notas

[1] En Rio de Janeiro una de las forma para referirse a quienes viven en favelas se les denomina habitantes de los morros (cerro en español), diferenciándolos de los que viven en la ciudad formal y regulada, en la ciudad del asfalto. [2] Se denomina arrastão a un robo en el que actúa un grupo organizado de personas, que de forma rápida y violenta se apodera de las pertenencias de otros. En Río de Janeiro estas prácticas proliferaron durante la década de 1980 y 1990, generalmente en playas. [3] En Río de Janeiro, los blocos de carnaval son grupos organizados que desfilan festivamente por la ciudad durante la semana anterior y posterior al carnaval. Existen cientos de ellos y se identifican por la música, barrio, vestimenta, motivo o tema al cual le rinden algún homenaje. [4] https://www.youtube.com/watch?v=qKkQjwji8LM

bibliografía

Haesbaert R. (2014). Viver no Limite. Edit. Bertrand Brasil. 231 a 233p. Duarte M. (2017). Las políticas públicas em las favelas de Río de Janeiro: Convergencias y tensiones en el desarollo de la ciudadanía (neo)liberal. Em: Edital Conferência Internacional Santiago 2017 Proyecto Muei, p.985-1000. Freire J. (2014). ‘Violência urbana’ e ‘cidadania’ na cidade do

Rio de Janeiro: Tensões e disputas em torno das ‘justas atribuições’ do Estado. Revista de Estudos de Conflito e

Controle Social, Vol. 7, no.1- p.73-94.

columnas

violencia simbólica en estación central

Rocío Andrade Castro Arquitecta, Pontificia Universidad Católica de Chile, MSc Urban Development Planning, University College London

La construcción de torres hiperdensas en la comuna de Estación Central, en Santiago de Chile, durante los últimos años, generó una controversia urbana en la que se refleja cómo se ha ejercido la violencia simbólica para llevar el debate sobre el crecimiento urbano al ámbito técnico, legal y urbanístico, restando importancia a las experiencias de los habitantes del sector. Esta columna presenta las definiciones de controversia urbana y violencia simbólica que se han usado para analizar el caso, luego describe la situación que posibilitó la construcción de torres hiperdensas en Estación Central y comenta algunos aspectos de la violencia simbólica ocurrida durante el proceso / VIOLENCIA SIMBÓLICA / CONTROVERSIAS URBANAS / ESTACIÓN CENTRAL En las ciudades confluyen y colisionan intereses diversos, son por naturaleza lugares de controversia. Drozdz (2012) define las controversias espaciales como debates sobre el curso de la acción colectiva en el espacio. Una controversia urbana puede entenderse entonces como un desacuerdo sobre el devenir de una ciudad.

No todos participan en el debate en igualdad de condiciones, pues algunos cuentan con mayores grados de poder o conocimiento necesario para incidir y, aunque es prácticamente imposible lograr la igualdad absoluta, lo que Habermas llamaría la situación ideal de habla, la búsqueda de condiciones justas de deliberación es necesaria y deseable (Flyvbjerg, 1998).

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