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Tumbados En La Cima

En El Fondo

Francisco Legaspi

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Es tendencia mundial. La glorificación al narcotraficante mexicano, y sus atractivos derivados, son el mayor producto de exportación cultural que tiene la nación. El género musical regional ha rebasado nuevos niveles de fama, preferido en las plataformas de streaming. El fenómeno del narcotráfico ha ido labrando terreno a través de la cultura pop; es insólita (y bastante ridícula) la cantidad de atención que están recibiendo artistas como Peso Pluma, el ejemplo más reciente, por su desmedido ascenso que no corresponde a su talento o trayectoria.

Los mayores expositores de un machismo enfermo. Ostentan el miedo como arma, afirman su estatus valiéndose de su capacidad para destruir, para considerarse superiores presumiendo de lujos a personas con carencias.

Primero que nada, hay que dejar todo moralismo de lado y entender el oficio como otra actividad redituable en su rama. Que se cante sobre algo no está ni bien ni mal, hay gustos y calidad involucrados, pero no coerción en su influencia. La música ha sido catalizadora para clases (o castas, razas, etc.) oprimidas donde desahogan sus pesares y lo vuelven algo productivo, una experiencia estética.

Los corridos tradicionalmente constan de relatos, son odas a personajes del contexto rural. No es sorprendente entonces que las narraciones se basen en hazañas criminales dado el descuido de esas periferias. Sin embargo, los narcocorridos se originaron en Estados Unidos, donde se fortalecieron progresivamente. Desde Chalino Sánchez, el pionero del narcocorrido asesinado; hasta el Movimiento Alterado originado en El Paso, la producción musical (y los cárteles) nace en el norte y se populariza en el sur. En México pronto aparecieron estrellas de esta naturaleza. Nadie puede olvidar el destino del joven de 27 años, Valentín Elizalde. Las cabezas encontradas en los conciertos del Komander. El ataque a Sergio Gómez de K-paz de La Sierra o el acribillamiento de Luis Mendoza. Y el sospechoso caso de Jenni Rivera. Aunque algunos son antiguos, los recientes atentados contra Alfredito Olivas y su padre nos deja claro que el ambiente del medio está plagado de violencia. Se requiere perfil de persona específico para esta labor. La filósofa Sayak Valencia los ha definido como “sujetos endriagos”. Aquellos que interiorizan la opresión de un sistema que ya no cuestionan, una simbiosis disonante, en el que es partícipe del mismo malestar que genera su condición. Los mayores expositores de un machismo enfermo. Ostentan el miedo como arma, afirman su estatus valiéndose de su capacidad para destruir, para considerarse superiores presumiendo de lujos a personas con carencias. Una estrategia que les otorga a sus consumidores un falso sentido de aspiración. El punto es continuar practicando las distintas formas de dominación en la necro economía sustentada en la sangre y el despojo de los que admiran.

El origen del capital detrás de su promoción por lo tanto no debe resultar sorprendente. Es evidente que las carreras de estos músicos están financiadas por la facción a la que le generen ganancia. Ciertas bandas cantan a un grupo como el Cártel Jalisco Nueva Generación, otros al cártel de Sinaloa y todos sirven a sus prominentes miembros. Cada uno tiene su preferencia al maquilarles composiciones. Algunos han salido increíblemente beneficiados de estos padrinazgos. ¿Cómo más se explica la despampanante aparición en medios masivos de un chamaco sin carrera? El subgénero de los Corridos, bautizados como Tumbados, es una reinterpretación de las estructuras musicales tradicionales. Las progresiones suelen ser en escalas menores y los rasgueos se cortan para simular el ritmo de las máquinas usadas en la música trap que gozó de atención en la última década. Exponentes como Natanael Cano y Junior H son algunos de la primera generación bendecida con las bondades que tanto sufrimiento les ha traído a otros. A partir de ellos surge una generación enorme de (talentosísimos) jóvenes desarrollando su creatividad, creando cultura propia, pero sirviendo a intereses que propician la putrefacción social. En el internet hay miles de videos de adolescentes y niños inspirados, cantando a todo pulmón o aprendiendo un instrumento, interpretando las obras de Eslabón Armado, Fuerza Regida, Gabito Ballesteros y Peso Pluma.

A todo esto ¿Quién es el mentadísimo Peso Pluma? Su nombre de pila es Emilio Hassan Kabande Laija. “Cuido la Plaza del Señor Guzmán…” dice uno de sus primeros éxitos; “Siempre pendientes”. Esta no es la única mención directa a un nombre de tal tamaño. Su famosa canción “El Azul”, colaboración con Junior H, también es el apodo de Juan José Esparragoza Moreno, mítico fundador de cárteles en antaño. En el mismo sencillo menciona: “en la sangre traigo el 701”; otra alusión directa a Joaquín Guzmán Loera, y no es la única muestra de apreciación que hay en su trabajo. En su canción “El Rápido” confiesa estar a las órdenes del Señor Archivaldo Guzmán y avienta un guiño a Jesús Alfredo Guzmán, ambos hijos del Chapo. Hassan con el segundo comparte refugio, puesto que ambos se exiliaron de Badiraguato y sentaron raíces en Zapopan. El Chapo cumple cadena perpetua en una celda de aislamiento volviéndose loco y empeorando en salud. Aun así, su máquina de propaganda continúa generando himnos, a veces cantados en fiestas infantiles. “Dependo de los Guzmán” admite con orgullo Peso Pluma, en la letra de “El Gavilán II”, aunque en entrevistas declara que a él lo contactan de manera anónima, le depositan la cantidad que él pida y les arregla su canción a los clientes. Es curioso que solo tenga esa cartera tan reducida de clientes. Es muy notorio su nexo con esta organización.

“El MZ sigue laborando” dice en “Zapata”, su último lanzamiento dedicado a Ismael Zambada. Lo cual nos indica que, aun siendo el jefe de jefes supremo en una corporación ilegal y disponiendo de todos los recursos que tanto anhelan sus súbditos, no se puede ir a descansar y disfrutar de los lujos que ofrece ese tipo de vida. El señor de 75 años tiene que seguir esclavizado por el negocio, un hoyo negro de vidas, que tiene a todos subyugados beneficiando a la clase política que conspira para que continúe. Anabel Hernández relata en su libro El Traidor, que el Mayo Zambada, ha confesado que se queja de ser trabajador público porque no se puede retirar dado que políticos le siguen demandando colaborar con la importación de armas y drogas porque les conviene. Porque así sigue la única excusa que tienen para existir. Sin eso que dicen condenar y perseguir, no hay razón para que estén ahí. Y ganan a costa de otros, de todos los afectados. No es coincidencia tampoco que las canciones de Kabande Laija sean usadas también para campañas políticas como la de Claudia Sheinbaum que usó “Ella Baila Sola” en sus eventos y publicidad. O que sea mencionado por Armando Guadiana, ex priísta y ahora candidato de MORENA, les propuso a los jóvenes este intercambio: si votaban por él y sacaban al PRI, traería a Peso Pluma a cantar en nombre del gobierno. La celebridad además ha sido visto siendo amigable con Samuel García, gobernador de Nuevo León. Aunque ha sido severamente criticado por Andrés Manuel López Obrador, los vínculos son claros, en la línea entre gobierno y el narco están las celebridades, como también documenta Anabel Hernández en Emma y las Otras Señoras del Narco.

Las implicaciones son tremendas. La realidad que conocemos está siendo moldeada por quienes eran enemigos públicos, mismos que diseñaron la guerra contra el narco y sacaron provecho de esta. Está de más empezar a especular, es mejor comenzar a replantearnos el acceso a los medios y la literacidad, porque la subjetividad de todos está expuesta a estas figuras. Todos consumen narcotráfico, aunque solo condenen a usuarios de drogas y sicarios. Hay que desprenderse de la concepción de antaño sobre estas actividades, entender que también consumir limón, o aguacate, o ir a un centro comercial es apoyar al narco. Así como reproducir a estos artistas es darles dinero, la atención que reciben los nutre y los infiltra en las esferas políticas. Todo funciona acorde al plan. No es culpa de Peso Pluma, Chalino tampoco es responsable, ni siquiera los que tienen la culpa de nuestras desgracias son completamente causantes.

La recepción de la sociedad es terroríficamente positiva. Esta reacción colectiva es producto de muchas otras variables: el Estado fallido, el acaparamiento desmedido de la riqueza, las fallidas políticas de seguridad, el debilitamiento de la legitimidad en autoridades, las fallas estructurales de la educación, la falta de voluntad en servidores públicos, la simulación de un combate y sus ganadores, o la integración de ellos en los estratos más altos, etc. Es una lista sin fin de motivos. Y este es solo el principio de un distorsionado futuro a la medida de quienes, parece, van dominando la narrativa a nivel mundial…

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