La esperanza nunca se pierde
MarĂa JosĂŠ Rizo
CAPITULO 1
Hola, me llamo Sana y tengo diez años, vivo en Deera, una ciudad no muy grande en Siria, antes de que empezara la guerra mi vida era muy simple, y siempre era lo mismo, ir al pequeño colegio de al lado de mi casa. Tengo dos hermanos, uno mayor que se fue fuera del país a estudiar ya que tuvo una oportunidad y no la desaprovechó, otro es más pequeño que yo, tiene 6 años, y había pillado una neumonía, o algo así me dijeron, no sé bien lo que es, pero estaba muy malo, y yo también estaba malita, llevaba dos días sin ir al colegio. Últimamente mis padres siempre tenían que hacer cosas y nunca estaban en casa. Siempre antes de irse nos dejaban al colegio, aunque mi hermano tenía que estar en casa debido a lo malito que estaba, pero como el profesor que había era tan bueno y como era tan amigo de nuestros padres, nos cuidaba muchísimo, como si fuésemos sus hijos, ya que no tenía. Cuando ya era hora de irse del colegio, si nuestros padres no habían venido, nos llevaba a su casa, hasta que vinieran a por nosotros. Mis padres estaban haciendo y firmando muchos papeles, no sé bien porque, pero creo que querían irse a vivir con mi hermano fuera del país, y no les dejaban. Estaban raros, no sé bien porque, ni qué les pasaba, pero tampoco sabía qué preguntarles, pues yo no entendía nada y se me hacía muy difícil todo, estábamos viendo la tele y salieron manifestaciones, y como no lo entendía les pregunté: -¿Papá, qué son esas manifestaciones? - Hija, son manifestaciones que hacen por la corrupción que hay en el gobierno. -¿Corrupción? ¿Qué es eso? - Que el gobierno roba Ya no contestó más pues estaba pensando, y es que era muy pequeña para entender las cosas, pero eso lo entendí, entendí bien que el gobierno robaba, y por eso se estaban haciendo tantas cosas, y tenía miedo, porque no quería que pasara nada. Mis padres antes de irse a dormir cada noche, venían a mí y a mi hermano y nos daban las buenas noches con un gran abrazo y un enorme beso. Pero esta vez fue diferente, no nos dijeron nada, es más nos hizo mi madre la cena, y mi padre se fue a la habitación. Y si yo ya no entendía nada, ahora aun más. Al día siguiente vino mi profesor del colegio, que era vecino nuestro, para hablar con mis padres, lo saludé y me fui de casa a jugar al parque con mi hermano, para que se despejara pues estaba malito y tenía que animarse, estuvimos jugando un buen rato, hasta que nos llamó mi madre, y volvimos a casa. Me quedé sorprendida, el profesor aun estaba, y por lo visto se quedaba a cenar, vaya cosa más rara, pensé. El profesor me preguntó:
-¿Mañana ya vienes al colegio, ya estás mejor? - Sí!! Mañana ya voy. El profesor me sonrió y yo le sonreí, y nos pusimos a cenar, él se puso hablar con mi padre, no se bien de qué hablaban, pero el profesor al irse dijo: -Muchísimas gracias por todo, no va a pasar nada pero si en todo caso, pasara algo, yo cuido de todo. Mi padre lo abrazó, pero yo no entendía nada. Me quedé sorprendida por lo que dijo, me hice muchísimas preguntas, ¿Qué tenía que pasar? ¿Qué iba a pasar? ¿De quién tenía que cuidar? Eran tantas preguntas… que mi cabeza no sabía qué hacer. Pero ya era tarde y me mandaron a la cama, antes de irme a dormir me dijeron que mañana tenían que ir a la asamblea de Justicia a hacer unas cosas, y que me dejarían mucho antes en el colegio, les dí un beso y me fui a dormir, mi cabeza no paraba de dar vueltas, y muy cansada me fui a la cama, antes de acostarme fui a mi hermano le di un beso y le dije que le quería, me abrazó y me fui a descansar. Era costumbre hacer eso con él, ya que estaba malo y necesitaba ánimos de todos.
CAPITULO 2 De buena mañana, mis padres tenían mucha prisa, pues tenían que irse a la asamblea de la Justicia a hacer unos recados, me vistieron enseguida, de una manera que yo no entienda el porqué de tanta prisa, me dijeron que me dejarían al colegio ya, porque luego no les daría tiempo. Me llevaron a mí, porque mi hermano pequeño se iba con ellos, unos minutos antes de entrar, fui corriendo a ellos y los abracé, no entendía porque, pero lo hice, tenía miedo y estaba asustada, tenía la intuición de que nunca más los iba a ver, pero no llegué a pensar que así sería. Se fueron y yo me quedé con el profesor, que me entró dentro, y estuvo jugando conmigo ya que era muy pronto y no había nadie. Estaba muy cansada, y me dormí en los brazos de el profesor, me llevó a un colchón que había, y me quedé ahí. Cuando los niños empezaron a venir, el profesor me despertó, estuvimos haciendo clase, hasta que llegó una profesora muy preocupada, que habló con nuestro profesor, cuando ella se fue, el profesor nos cogió y nos dijo que fuéramos con él y que todos hiciéramos caso, y que no se nos ocurriera irnos de su lado, y que había que seguirlo y estar todos juntos. El profesor cogió un atajo, y salió de la ciudad y nos llevó como a un colegio, pero con muchos niños, no muy grande, pero decían que era seguro, yo no sabía qué pasaba ni entendía nada. Y cuando dos profesores hablaban escuché que había habido un atentado en la asamblea de Justicia, al escuchar eso me desmayé. Al despertarme estaba en una cama llena de aparatos raros, y con personas que nunca había visto, pero allí estaba mi profesor. Me preguntaron que cómo estaba, que si ya estaba mejor, pero no contesté no podía hablar, no me salían las palabras. Mi profesor se me acercó y me dijo: -No tengas miedo, Sana, ellos están aquí para ayudarte. Con mucho miedo contesté: - ¿Y mis padres? ¿ Y mi hermano? - No se sabe nada de ellos, pero seguro que están bien. Pero ahora es tu salud Sana. ¿Cómo te encuentras? - Ahora mejor - Me alegro mucho, mira Sana ellos son médicos especiales, que vienen a este campamento para ayudarnos y hacer que estemos mejor. Como no sabía qué decir, asentí con la cabeza. Una chica me cogió y me dijo: -Tranquila pequeña, ven conmigo. Me cogió en brazos y me llevó a un habitación donde me puso unos tubos y me dijo que me ayudarían a respirar, yo agradecía todo, pero yo quería ver a mi padres y a mi hermano, saber dónde estaban y saber cómo estaban.
La chica que estaba conmigo se presentó, me dijo que se llamaba Diana, y que conocía a mi hermano mayor que se llamaba Ahmed, y de repente apareció él, sin palabras fuí corriendo a abrazarle, y me puse a llorar muy nerviosa. Me dijo que estuviera tranquila que él ya estaba conmigo. Le pregunté: -¿Cómo has venido, cómo sabías que ha pasado algo? Me contestó: -Diana es mi novia, y es doctora y la han mandado para un campamento de refugiados, como sabía que si iba a pasar algo, hablé con el profesor a que campamento os iba a traer, para venir y recogerte, y estar contigo. Le sonreí y le abracé. Y al separarme de él fui y abracé a Diana. Era increíble, estaba mi hermano a mi lado, había venido a salvarme de todo esto, menos mal, porque estaba muy sola, sin nadie a mi lado, y apareció él. Pero no sabía qué hacer, mi hermano estaba buscando un plan para irnos del país. No sabía bien cómo hacer el plan ya que era muy difícil. Había mucha vigilancia, y muchos atentados, pero teníamos que irnos, pero tiempo al tiempo. Mi hermano seguía ayudando a Diana a curar heridos, cada vez venían más pues había habido otro atentado. Los demás nos fuimos a dormir, estaba muy cansada y tenía que descansar. Pero antes de irme a la cama, escuché a mi profesor hablar con mi hermano y Diana. Hablaban de que mañana íbamos a irnos del país, pero con todos los niños, y así nos salvan la vida. Yo me quede asustada, y como estaba muy cansada ya me fui a descansar, necesitaba irme ya, y olvidarme de todo, quería volver a ver a mi hermano y a mis padres, los echaba de menos. Seguía sin creérmelo, pero era la cruda realidad de lo que estaba pasando y es lo que había pasado.
CAPITULO 3 Me desperté de buena mañana, cuando alguien me dijo: -¡Buenos días, pequeña! Me giré, y me quedé mirando a ver quien era, era mi profesor, quería que me vistiera rápido igual que los demás niños. Nos vestimos muy rápido y nos metieron en una furgoneta donde nos dijeron que no habláramos para nada y estuvimos callados, todos estábamos nerviosos, y intentaba calmar a los demás niños. Se abrió la furgoneta y entró mi hermano, por que Diana estaba delante con el profesor. Le pregunté a mi hermano que dónde íbamos y me dijo que hacia Grecia, pero que había que pasar por medio de mucha policía y teníamos que hacer muchas cosas porque eso no era legal, y tenían que ir en barco, para acortar más y poder llegar con más facilidad. Hasta que se para el coche, y le preguntan al profesor que dónde va, él dice que hacia su casa, a pesar de que no le dejan ir, y iban a revisarlo todo, como conocen al profesor lo dejan pasar. Cuando ya pasan todo lo de la policía, van corriendo a casa el profesor, a coger comida y coger todo lo necesario para el viaje, nosotros miramos todo, desde la furgoneta, cuando vino un policía y nos tuvimos que esconder todos. El policía preguntó que qué hacían con tantas cosas. Ellos no contestaron entonces Diana, cogió una pistola y lo apuntó al policía, y le dijo que tirara su pistola y sus cosas, y que no chillara. Lo cogieron y hablaron con él y le dijeron que iba hacer que pudieran pasar sin decir nada y dando órdenes suyas para que nos hicieran pasar, si él decía algo, lo matarían, todos nos quedamos mirando muy asustados, y nos abrazamos entre todos, teníamos muchísimo miedo. El guardia así lo hizo, nos dejó pasar aunque los demás no quisieran. Y ya saliendo de Siria comenzó nuestra aventura, teníamos que ir a Iraq, donde allí mi hermano había quedado con unos chicos, donde nos daban un barco para poder huir donde nos podíamos ir todos. Pasadas unas horas, cuando todos estábamos durmiendo, aparcamos en un restaurante donde compraron comida y nos despertaron para darnos de comer, ya era hora, chillamos pues teníamos muchísima hambre y estábamos muy cansados de tanto viaje, comimos y seguimos el camino, según decían estábamos ya cerca, pero no, aún quedaban un par de horas, donde nos quedamos durmiendo un rato más. Pasaban las horas, y por fin llegamos, y llegamos perfectamente adonde teníamos que ir para poder hablar para coger el barco. Cuando mi hermano fue a hablar, no tenían más barcos, y mi hermano se enfadó muchísimo, se puso a discutir y les amenazó de que si no le conseguían un barco a lo mejor iban a pasar cosas no muy buenas.
Le hicieron caso y empezaron a buscar barcos, nos quedamos varios días ahí donde nos daban de todo, si no sabían lo que tenían. Era difícil todo, pero nos consiguieron un barco, fuimos a la mar, pusimos neoprenos y salvavidas de esos pero éramos muchos, y era difícil, era una situación complicada, porque podría ir todo bien, pero también podría haber algún problema. Nos subimos, y iba todo bien, hasta que Diana se cayó al agua, al tropezarse con una mochila, mi hermano se tiró al agua a por ella, y todos los demás poco a poco, cuando llegamos mi hermano lloraba, Diana no contestaba, no se despertaba, hasta que llegamos todos, y el profesor la miró y le dio la respiración haciéndole el boca a boca, por fin después de mucho tiempo llegamos a donde queríamos ir, llegamos a nuestra gloria, a nuestra verdad, por fin llegamos Grecia, aunque no era el mejor país para poder escaparnos de todo, era nuestra única salvación, el único país que podía darnos vida, de lo que nos había quitado la guerra, que seguía con tantos bombardeos, y tantas muertes, y con suerte salimos todos bien y salvados de aquel terror de ciudad que se había convertido. Vinieron a recogernos policía, donde nos llevaron a un campamento de esos de donde trabaja Diana, donde nos dieron de comer y ropa, y poder descansar. Fui a mi hermano y le dí las gracias por todo, y al profesor igual, había hecho mucho por mí y por todos, había arriesgado toda su vida de profesor allí en Siria por venir con nosotros, pero no había otra solución, allí tarde o temprano lo hubieran matado, con tantos atentados. Pero no pasó eso ya que vino con nosotros, y salió todo bien. Pero me encontraba muy mareada y antes de llegar al campamento me desmayé, y no me desperté durante unos días.
CAPITULO 4 Después de estar varios días sin poder despertarme, me desperté, estaba en una casa muy rara, donde no veía a nadie, y me puse a chillar. Apareció el profesor, que me dijo: -Tranquila, cariño!! -¿Dónde estamos? - En una casa que nos han dado, para que estemos aquí durante mucho tiempo, así que tranquila, tu hermano está ayudando a Diana con la faena, luego vendrá no te preocupes, pero los demás niños están ahí fuera jugando en el parque, ve con ellos si quieres. Me quedé un poco parada porque no sabía qué hacer si salir o quedarme, pero me cambié y salí fuera. Al salir vi algo que nunca había visto durante tiempo, una ciudad donde no había guerra, y había gente sonriendo y riéndose era extraño, todos estaban muy felices, con ropa super bonita, y jugando con una pelota. Me puse a jugar con ellos, vino mi hermano con Diana, y fui a abrazarlos, me preguntó Diana que cómo estaba, que si me encontraba mejor, porque me dio un mareo y me caí desmayada, y no me desperté durante días, yo le dije que sí que me encontraba muy bien y mi hermano nos sonrió a las dos, y nos dijo que se alegraba de que estuviéramos así, y podíamos haber salido de todo. Cuando el profesor nos llamó para ir a comer, fuimos todos a un comedor enorme, donde con mucho miedo pregunté: -Ya no vamos al colegio, y aquí viviremos siempre? El profesor me contestó: -Sí, mañana iremos al colegio qué hay cerca de aquí que todos habéis visto, seré profesor, y vosotros tendréis que jugar con todos los niños y estar con todos. Todos felices empezamos a sonreír y chillar de la felicidad. Nos fuimos a descansar, y yo ya no salí más a jugar, me quedé pensando en mañana. No sabía qué pasaría, pero al día siguiente fuimos, y bien, pero los niños no jugaban con nosotros, porque decían que éramos los que habían hecho la guerra y tanto daño, y entonces los profesores vinieron y nos hicieron hablar, y entendernos, al principio no fue bien, pero día tras día, fue a mejor la relación, era algo increíble, habíamos conocido gente nueva y todo era nuevo, me alegraba tanto. El profesor estaba feliz con su nueva vida, todos los niños felices, mi hermano y Diana también esperaban hasta un hijo, y yo era feliz al tener a la gente que quería a mi lado, pero era difícil no acordarme de mi hermano y mis padres, y los echaba de menos mucho de menos, y pedía una y mil veces, que ojalá estuvieran para poder disfrutar de la nueva vida, y de la libertad. María José Rizo Mayo 2016