Un mundo en guerra

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INDICE

-El comienzo de una nueva vida. -Y ocurriĂł, un dĂ­a cualquiera. -Un largo viaje hasta la costa. -Desenlace de una vida.


Capítulo 1: El comienzo de una vida Un día cualquiera de un mes cualquiera, cayó la primera bomba en siria. Yo estaba en mi casa con mis padres y mi hermano, tenía 16 años cuando la guerra estalló. Vivía en Homs, una ciudad devastada por los ataques del autodenominado estado islámico.

Pero antes de la guerra tuve una vida.

Me tuvo una mujer, la cual no conozco, que por alguna razón, me abandonó una noche cualquiera, de un día cualquiera, no sé exactamente cuando fue, pero tengo claro lo que pasó. Una mujer que llevaba un bebé en brazos, se acercó a la puerta de una casa de ricos aparentemente, aquel bebé era yo, llamo a la puerta de la mansión y se fue corriendo. Nunca podré expresar el dolor que se siente cuando sabes que tu madre tenía un motivo para abandonarte. Cuando llamó a la puerta, no salió nadie, mis actuales padres en ese momento estaban cenando en un restaurante, por suerte llevaba una manta enrollada por mi cuerpo.


Larry y Maya así se llaman mis padres, llegaron a casa aquella noche oscura y gélida, se encontraron con una cesta en la puerta de su casa.

Hasta los cinco años tuve una vida tranquila y normal como la de cualquier niño que tiene la rutina escolar, lo típico de ir a la escuela, jugar, ir al parque y hacer amigos. Pero un día mi padre decidió divorciarse de mi madre, fue un largo y muy duro proceso para mi y mi hermano de 3 años, este no sabía qué pasaba, porque se separaban. Mi padre se quedó con todo, mi madre tuvo que ir a vivir con su madre, la custodia de mi hermano y mía estaban en posesión de mi padre, al cual no veíamos casi nunca, estábamos siempre con mi tía ya que por causas de trabajo, viajaba constantemente. Pasamos por una crisis económica, una temporada de pobreza y hambruna, mi padre acogió nuevamente, a mi madre, al parecer fue de las pocas cosas buenas que hizo en su vida, se arrepintió de dejar ir a la persona que mas amaba en su vida, estuvieron juntos hasta el dia de su muerte, soy testigo de ello. Pero eso no viene al caso. Al principio se hablaban lo mínimo, ya que la causa de su separación fue debida a una seria discusión que tuvieron sobre la comunicación en su relación, pero con el paso del tiempo lograron volver a ser una pareja normal, como debe ser, al igual que antes de que separasen. Entonces volvimos a ser una familia.

Fuimos felices durante un largo tiempo antes de que empezase el conflicto entre países. Fue una temporada feliz, íbamos al colegio, hacíamos amigos cada año al


empezar el curso, jugábamos en el parque todas las tardes de cinco a seis de la tarde. Nunca nos imaginamos que eso no volvería a pasar nunca más en nuestras vidas .

Capítulo 2: Y ocurrió, un día cualquiera. Empezaba el infierno de nuestra vida, causó la muerte de millones de personas, en ningún caso esperaba que morirían de esa forma. Aquel día, estaba ayudando a mi madre a hacer la comida, en la cocina también estaba mi padre, lo recuerdo perfectamente, escuchamos el avión, fui a la calle a ver el porqué de aquel estruendo, vi caer las primeras bombas, entré corriendo a casa cuando entonces, cayó, aquella bomba destruyó la cocina y la habitación de mi casa, mi hermano y yo estábamos en el comedor, en aquel momento le miré a los ojos, nos dimos cuenta. Mis padres estaban en la cocina, habían muerto. Corrimos y corrimos por la calle sin ningún destino, sólo queríamos huir de esa pesadilla que había inundado nuestras vidas. No teníamos nada ni nadie que estuviera con vida.

No sabíamos qué hacer, deambulamos por las afueras de la ciudad en busca de recursos y de un posible refugio. Una mujer anciana nos acogió en su casa, fue simpática durante nuestra estancia en su humilde casa, le explicamos nuestra situación, la mujer quiso que nos quedáramos con ella en su casa y así lo hicimos, nos quisimos quedar hasta que acabara el conflicto, no sabíamos que solo acababa de empezar.


Pasaron unos meses, las bombas caían todas las semanas, no cesaron, era una guerra que no parecía que iba a finalizar pronto. Por desgracia un día, las bombas alcanzaron la casa de la pobre mujer, por suerte no estábamos en casa, fuimos a comprar al mercado, mi hermano no quería a comprar, si no hubiera venido con nosotros ahora estaría muerto.

Por causa del derribo de la casa, los tres, decidimos abandonar el pueblo e ir en busca de un método de transporte para abandonar el país, aquello era el mismísimo infierno, el único problema es que estábamos a muchos kilómetros de la costa, donde podremos coger un barco, es uno de los transportes más económicos solo que es el más arriesgado ya que hay un gran aforo en las barcas y hay constantemente naufragios. Iniciamos el viaje hacia la costa, por los caminos más alejados de la ciudad viajamos, paramos en un poblado del cual no recuerdo el nombre, estaba lleno de heridos, había sangre por todos lados, nos encontramos en medio de un tiroteo. Mi hermano y yo salimos corriendo de allí, nos separamos de la vieja. Desesperados por el miedo la olvidamos en aquel horrible lugar, volvimos a buscarla pero no había ningún rastro de ella, nos temimos lo peor. Dormimos unas noches allí, faltaba poco para que fuera navidad, hacía y casi un año que estábamos solos mi hermano y yo, echamos de menos a nuestros difuntos padres. Durante nuestra estancia en aquel pueblo, dormimos en una casa medio destruida por las bombas y el tiempo,


deseaba que cayera la casa sobre mí y acabara con mi sufrimiento, solo que me quedaba era mi hermano, el era mi única familia. Comimos lo poco que conseguimos robar de las tiendecitas de los mercaderes, era una situación vergonzosa, dormir en las ruinas del hogar de una familia que había desaparecido debajo las llamas, comer alimentos robados. Nunca se me hubiera pasado por la cabeza que acabaríamos en esas condiciones.

Capítulo 3: Un largo viaje hasta la costa Seguimos hacia nuestro destino, Latakia, largos y calurosos caminos, parecía que los caminos no acababan nunca, mi hermano me decía que tenía la sensación de que iba a morir de sed. Solo nos encontrábamos mercaderes por los caminos desérticos a los que les compramos agua y comida, les atracamos, si no ahora mismo no estaría vivo, si, es lo que piensas, estaría, pero mi hermano no murió por razones de hambruna. Llegamos a Latakia, era zona de guerra terrestre, cogimos armas del suelo, si sus últimos dueños eran víctimas de la batalla, yo llevaba un AK-47, un fusil de asalto con cargador ampliado y con balas de punta hueca, mi hermano tenía una Desert Eagle, un arma rara de ver por Siria, una pistola pesada, semiautomática. Yo tenía 34 balas, mi hermano 7, nos encontramos con un grupo de radicales, abrimos fuego.


Nos vimos forzados a matar a 9 personas, estaba todo lleno de sangre y fango, ya que en ese momento había tormenta, estuvo unas largas horas lloviendo fuertemente, salí de mi cobertura, todo lleno de cadáveres, pero no vi a mi hermano, grité su nombre pero por mucho que le llamase no venía, fui a buscarlo. Anduve unos cien metros, tirada estaba su pistola, a unos cinco metros su cuerpo ya sin vida, caí al suelo, estaba llorando, traté de reanimarlo, le hice la reanimación cardiopulmonar pero nada, tenía dos tiros en el pecho, mis intentos de revivirlo fueron en vano. En aquel momento pensé en suicidarme, no sabía qué hacer, así que continué el viaje, conocí a Ahmed, la persona que me daría un puesto en una llamada patera. Me invitó a pasar mis últimas noches en Siria a su casa, por cierto, de las mejores casas que había por allí, aquella ciudad no parecía estar afectada por las bombas, solo que los puertos estaban destruidos. Esa misma noche, estuvimos hablando sobre nuestras vidas, me contó que él tenía dos hijos y una preciosa mujer de ojos azules y rubia, murieron hacía apenas dos semanas, cuando estaban en casa de su hermano celebrando el cumpleaños de su madre. Qué traumático debe ser perder a toda tu familia, en solo 15 minutos. Yo eso lo sabía bien, pero no los vi morir ante mis ojos, Sentir la impotencia de no poder hacer nada por salvar a tus seres queridos de sus asesinos, ver cómo los torturan, comó te torturan, no puede haber algo más doloroso.


Continuamos con la conversación, gracias a la cual me di cuenta de que ya era mayor de edad, mi cumpleaños había sido hace tres días. Le conté cómo murieron mis padres, cómo mi hermano y yo escapamos del desastre junto a aquella vieja, que sin ella no podríamos haber sobrevivido, absolutamente todo, excepto mi vida antes de la guerra, no quería recordarle a sus difuntos hijos.

Una semana después, por fin llegó el día que tanto ansiaba, esa mañana era el momento en el que la gran barca de madera iba a zarpar de la playa de aquella hermosa ciudad, devastada por las milicias radicales. Una vez en la playa conocí a toda la gente con la que iba a pasar unos días junto a esas personas. Podía estar a punto de morir, aunque no era el único riesgo que corrí durante el viaje.

Capítulo 4: El desenlace de una vida Pasaron unas horas y allí estaba, en medio de ninguna parte con unas personas que no conocía de nada, conocí a Mohammed una persona estupenda. Dialogamos durante una gran parte del viaje, resultó ser el hermano de un terrorista, el cual estuvo a punto de matarlo en una ocasión, por eso decidió huir de su casa.

Cuando la barca empezó su largo viaje sin destino éramos 40 personas, solo quedaban 35 sobre la barca, se causó el pánico en medio del mar Mediterráneo. Pasaron unos cinco días, éramos 30 personas hambrientas en la barca.


Vimos que empezaba a entrar agua en aquella embarcación de madera, creía que por fin había llegado el momento en el que estaba a punto de fallecer. Naufragamos.

Desperté en una playa, de no sabía donde, estaba solo, era el único superviviente. Así que me levanté, cuando vi un coche de policía acercarse, me pidieron el carnet de identidad y me preguntaron por qué olía tan mal, por qué estaba en tan malas condiciones.

Me llevaron a comisaría, donde me preguntaron de dónde venía, dónde nací, si tenía familia dónde estaban, y cómo había llegado hasta la costa. Estaba en Catania, una ciudad desconocida para mí, descubrí que estaba en Italia. Le expliqué al comisario mi tan traumante historia, pero no le dije que me enfrenté a 9 personas, a las cuales maté, me inventé mi nombre y el de mis padres y mi hermano. Me llevaron a un campo de refugiados.

En aquel refugio estábamos en las peores condiciones que en Siria, nos daban muy poca comida, vivíamos quince personas en una cabaña de madera de veinte metros cuadrados, no podíamos salir de allí, la única ventaja es que estábamos a salvo de las personas que han causado tal dolor en mi país.

Busqué la forma de escaparme, no había ningún modo de salir de allí, ilegalmente, ya que si cruzabas las verjas sin autorización recibías un tiro sin previo aviso.


Unas pocas semanas más tarde decidieron darme un permiso de residencia en Italia, pero no sabía cómo vivir sin nada, no conocía a nadie no tenía dinero, rotundamente nada.

Los agentes me dijeron que fuera a una ONG de ayuda para refugiados en la cual podrían asignarme a una familia la cual estaba dispuesta a pagar mis gastos y a ayudarme a buscar trabajo.

No quise hacer eso. Hice un trabajo ilegal para un rico que buscaba a alguien que llevase cocaína a Roma, me dio 1000 euros por adelantado. Así llegué a la capital, entregué la droga a aquel muchacho de 25 años, este me dio 25000 euros más. Ahora aquí me encuentro con todo este dinero, y 24 años. Y así digo adiós a una vida de sufrimiento.

FIN

Víctor García Miralles Castelló, mayo de 2016


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