Guadalajara

La ciudad de Guadalajara es la más poblada del estado de Jalisco, segunda más densa después de la ciudad de México y octava en América Latina; aunque, a decir verdad, no se siente la congestión que se experimenta en la capital y las vías fluyen sin embotellamientos.

La ciudad es pujante y muy industrial y su gente va de un lado a otro con cierto apuro, lo cual cambia radicalmente cuando uno llega al centro. Es como si todos estuvieran de vacaciones y con el tiempo de disfrutar de un centro histórico que parece no terminar.

En esta ocasión decidimos hacer base en un hotel a pocas cuadras del centro. Los mayores atractivos de la ciudad colonial estaban a unas pocas cuadras caminando y aprovechamos literalmente de sol a sol y más allá, pues las horas del día quedan cortas cuando uno se enfrenta a tanto atractivo y la escasez de tiempo.

La ciudad tiene un rol importante en la histórica de México, pues fue aquí en donde el sacerdote revolucionario Miguel Hidalgo y Costilla proclamara la abolición de la esclavitud dando inicio, con este acto, a la primera parte de la lucha independentista del colonialismo español por parte de la más preciada joya de la corona. Esta escena está representada en el hospicio de la ciudad que alberga una muestra impresionante de arte, en donde destacan sus murales y es un punto de encuentro entre cultura y turismo que no se debe dejar de visitar.

Es difícil no sentirse en España al visitar la plaza central y la Catedral. Sin ser tan grande como el Zócalo, esta es mucho más acogedora y la rotonda que adorna la plaza le dan un toque colonial único que, sumado a los carruajes que van y vienen con turistas, son un verdadero sueño.

¡Claro!, como en toda la República, la comida por, literalmente todas partes, alegra a más del ojo, con su colorido, a la barriga de un buen comensal como me considero yo. Cada esquina representa un reto para la débil voluntad de seguir comiendo tanta delicia. La birria y la torta ahogada fueron una novedad para mí en este viaje, todos comen y lo hacen a toda hora. “Si a Roma fueres, cómete todo lo que vieres”… no es así la rima, pero ¡de que se come, se come!