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Huairasinchi: “la fuerza del viento¨

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Tequila

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La edición 16 del Huarasinchi en Ecuador dejó impresionantes imágenes de la pasión de los competidores y de la magia que tiene este pequeño país. Nuestro equipo de fotografía, EcuaRun se aventuró en una hazaña difícil de olvidar.

El cuerpo humano es sorprendente. Si se desafían las barreras del cuerpo y la mente con entrenamiento para conseguir un objetivo, los seres humanos pueden resistir lo irresistible.

¿Te imaginas recorrer 438 kilómetros valiéndote de remos, las piernas y, en ciertas ocasiones, una bicicleta? Se trata de la competencia Huairasinchi, una carrera del Circuito Mundial de Carreras de Aventura (ARWS, por sus siglas en inglés) que empezó en 2003, cuando un grupo de jóvenes que, en ese tiempo, solo soñaban a modo de desafío lo hicieron realidad: recorrerían Sierra, Costa y Amazonía en el menor tiempo posible y una sola vez en el año. cuando las despedidas, abrazos y deseos de buena suerte eran el denominador común entre los miembros de los 38 equipos que se pondrían a prueba. Para ellos, representaba una carrera más, mientras que, para nuestro equipo de fotografía, era una aventura inesperada por los paisajes más insólitos del Ecuador, una nación que impresiona.

¿De qué están hechos estos campeones?

Era una pregunta que rondaba por nuestra mente una y otra vez. La respuesta es sencilla: ellos están hechos de pasión, disciplina, constancia y, por supuesto, adrenalina. Los competidores cruzarían el embalse Daule-Peripa para pasar por los llanos de Manabí y Quevedo, para más adelante comenzar una épica subida en sus bicicletas hacia Pinllopata, un pequeño pueblo de la provincia de Cotopaxi, a unos 4000 m.s.n.m. (aprox). Aquí dejarían sus bicicletas y comenzarían un trekking de nada menos que 62 km por los páramos del Quilotoa para, finalmente, bajar una vez más en bicicleta hasta Santo Domingo de los Tsáchilas.

Reglas y estrategias

Para cumplir el trayecto las reglas establecen 68 horas para los más rápidos y 106 para los que se quedan atrás. Pero, en realidad, el tiempo límite es de 81 horas. La distancia, las malas noches y el cansancio extremo solo son una parte de los retos que tuvieron que afrontar estos guerreros. En el congresillo técnico no se escapan nunca los detalles: peligros, cambios climáticos, altura y la presencia de animales que pueden poner en peligro la vida. Con el simple hecho de escuchar esos detalles, se eriza la piel para quienes nunca han sido parte de una prueba extrema.

Eran las 02h00 cuando los 38 equipos salieron rumbo a una zona llamada Santa Teresita, en la provincia de Manabí. En ese lugar les entregan un mapa y los equipos en 60 minutos deben armar una estrategia, pues aquí se trata de llegar más que de ganar.

Así comenzó la carrera, una de las aventuras más impresionantes que el lente de mi cámara ha podido captar, junto con el equipo de EcuaRun. Cada una de esas largas esperas valían la pena por toda la emoción que se experimentaba al ver pasar a los equipos formados por verdaderos guerreros. Hombres y mujeres que luchaban contra sí mismos por superarse y llegar hasta el siguiente punto de control.

Las ganas, la fuerza física y mental, más el corazón de estos guerreros, era lo que les permitía estar en pie y seguir esta competencia. Realizaron grandes hazañas: remaron por interminables kilómetros, pedalearon por cuestas que parecían imposibles de subir y cruzaron en trecking por helados páramos.

Una comunidad llamada Huarasinchi

“Son retos que te destruyen y te obligan a reconstruirte”, dice Santiago López de Proyecto Aventura. Esto, según cuentan los competidores, se logra con apoyo, solidaridad, no solo de los miembros del equipo, sino de todos quienes cada año forman parte de esta carrera. Los otros equipos, el staff, los equipos de seguridad, equipos de cobertura y los habitantes de los pueblos por donde cruza esta competencia también llevan el nombre de Huairasinchi.

Todos quienes conforman esta comunidad Huiarasinchi “promueven el respeto y la protección de la naturaleza y fomentan la política de no dejar huella durante las competencias. Asimismo, transmiten un mensaje de conservación a través de los competidores.”

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