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Testimonios que sanan a. Aprendizajes esenciales - Tiza Martínez. b. Las Relaciones Significativas: Fuente de Serenidad - Ana Valerio
Un recorrido por la caja de herramientas en mi paso por un moderado COVID-19
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Escribo este artículo con profundo respeto por las personas que necesitan de cuidados hospitalarios y un hondo pesar por aquellos que, necesitándolos, no los tienen disponibles en su ciudad.
Tuve Covid-19. Hoy es el día 15. Oficialmente estoy “curada” y puedo volver a mi vida normal. Recapacito y experimento un enorme agradecimiento por haberme entrenado en cosas que resultaron esenciales, pese a que muchas veces en el pasado escuché: “¿por qué le dedicas tiempo a la meditación y al yoga?”
Soy una convencida de que las cosas llegan para reafirmar conocimientos o enseñarnos algo. Sin embargo, en el momento de recibir un diagnóstico complicado (y no es el primero) piensas que NADA está bien. ¿Por qué a mí? ¿Cómo? No entiendo. RESILIENCIA, esa capacidad de sobreponerse adaptativamente ante la adversidad. No era momento de quejarse ni de cuestionar la situación. Había que aislarse, tener oxímetro, termómetro, mucho líquido y una cantidad insospechada de Paracetamol porque si algo tuve fue el más intenso y prolongado dolor de cabeza de mi vida.
TOLERANCIA contigo mismo para entender tu situación y tratarte con cariño porque estás enfermo, necesitas descanso, sientes dolor y no paras de toser. Tolerancia con los otros porque cada quien expresa su miedo, angustia o preocupación por ti de distintas maneras. Hubo muchas (más de las esperadas) frases como: “¿no me habrás contagiado?” o “felizmente ni me he cruzado contigo para que no me contagies”. Tampoco faltó el que te llama a aterrarte con el pésimo pronóstico que tienes, las infinitas posibilidades de que te mueras y las muchas recetas -no verificadas- que TIENES que usar. Es importante recordarles que es mejor solo referirse a noticias de medios especializados. La denominada “infodemia” (neologismo para referirse a una epidemia informativa) sólo nos causa más daño. Afortunadamente tengo a un cartesiano al lado que me lo recordaba constantemente.
MEDITACIÓN para hacerle frente a la soledad; esa visita inevitable cuando estamos enfermos o cuando algo no anda bien. Una visita que nos interpela, nos enfrenta a nosotros mismos, a nuestra intimidad. Muchas veces la buscamos y la disfrutamos. Sin embargo, cuando llega sin avisar, asusta ¿no? El saber estar contigo mismo es algo que se entrena y que se disfruta muchísimo. Hubo días en que no podía decir ni una palabra, puse a prueba que puedo estar en silencio sin necesidad de planear especialmente un retiro para ese fin. Para meditar no necesitas más que concentrarte en algo de tus sentidos. Esos días debía evitar concentrarme en la respiración porque me producía más tos. En cambio uno puede enfocarse en sentir los sonidos del ambiente, la textura de la ropa, entre otros. Cada vez que uno se distrae (porque eso es lo que sabe hacer la mente) puede volver las veces que haga falta con amabilidad a la atención de los sentidos.
RESPIRACIÓN PROFUNDA para poder ayudar a tu cuerpo a no angustiarse más de la cuenta. El conocer tu cuerpo y tener desarrolladas algunas técnicas de respiración te permite superar el tsunami de la tos. Me imaginaba como cuando te ha revolcado una ola y vienen muchas más, mientras piensas cuándo vas a poder salir a respirar. Definitivamente angustia. Sin embargo, saber respirar profundo o haberte entrenado en aguantar la respiración es, frente al COVID, como caerse en el mar sabiendo nadar.
PACIENCIA, la santa paciencia. No es de extrañar que la palabra “paciente” tiene como significados: (1) persona con un padecimiento y (2) persona que tiene paciencia. Paciente viene del latín “patiens” (sufriente), participio del verbo “pati” (sufrir). La palabra paciencia también surge del verbo “pati”. Se necesita mucha paciencia para recuperarse porque se da en el momento que debe darse. Ni antes, ni después. Debía tomarme la temperatura y ver el oxímetro únicamente 3 veces al día. Pese a que normalmente tengo el olfato de un perro sabueso y lo atesoro, estoy sin olfato ni gusto. Hoy comprendo que eso no me define y que puedo comer disfrutando las texturas e imaginando el sabor; estando SIEMPRE atenta al momento presente.
CONFIANZA en las recomendaciones del doctor, en tu cuerpo, en tu recuperación y, sobretodo, confianza en la existencia, cosmos, Dios (como lo llames) porque todo es perfecto y se da cuando debe darse. Confianza también en la sabiduría ancestral; esta vez no logré librarme del famoso jarabe de sábila que mi mamá prepara y que es infalible contra la tos, el cual consiste en pelar y lavar la sábila, licuarla y dejarla reposar (sale mucha espuma), posteriormente, se licúa el líquido resultante con la misma cantidad de miel de abejas. Se almacena en pomo de vidrio y se toma una cucharada en la mañana y una en la noche.
No puedo ocultar que revisé mis voluntades anticipadas y le di a mi esposo entre risas la lista actualizada de a quién llamar en caso muriese. Sin embargo, en los ratos que no paraba de toser siempre venció la confianza de que todo estaría bien.
Tiza Martínez
Consejera en Tanatología y Cuidados al final de la vida formada en Dau Holding Group.
Este 2021 inicia repleto de retos y esperanzas. Deseo rescatar el importante valor que encierran las relaciones significativas como fuente de serenidad y equilibrio en la vida.
Hoy más que nunca sentimos la necesidad de recuperar algunas certezas y buscamos calma, centro y ecuanimidad ante los tantos cambios y amenazas. Son las relaciones significativas que construimos y sostenemos con familiares o amigos las que por su gran carga de compromiso, empatía y confianza resultan ser más sanadoras, reconfortantes y confrontativas para la vida.
Nuestros espíritus son nutridos, se clarifican los caminos y recibimos contención para nuestras almas en el dolor e incertidumbre con que hoy caminamos. Dichas relaciones nos dan el permiso de trascender nuestros propios límites físicos, emocionales y conductuales en el ánimo de sustentar nuestras almas y darles vida.
Estas relaciones se caracterizan por su honestidad, empatía, respeto y permanencia, sin importar las condiciones del entorno o el mantenimiento constante que podamos proveerles. Son faros cuando nos sentimos perdidos, pues nos recuerdan quienes somos y cuál ha sido nuestra trayectoria, puesto que nos apoyan a recolectar las huellas de sentido de nuestra existencia.
De manera informal he escuchado que algunos sugieren que debemos contar con al menos cinco relaciones significativas en nuestro círculo o red de apoyo. Yo tengo la suerte de contar con mucho más de cinco, destacándose de manera especial algunas amistades que me vienen acompañando en la vida desde el preescolar y tengo que decir que han sido fuente de grandes alegrías. Nos nombramos las yayas a partir de una película que compartimos hace años llamada “Divinos Secretos”, cuyo título en inglés es “Divine Secrets of the Ya-Ya Sisterhood”.
Quizás el distanciamiento físico que se vive por la pandemia COVID-19 te está haciendo sentir que tus relaciones se tornan vacías, apáticas, mecánicas y sin sentido; pero es justo allí donde en el ejercicio de nuestra responsabilidad y
libertad somos llamados a movernos para darles luz y fortaleza.
Estas relaciones que tanto nos sanan se caracterizan por la reciprocidad de amor y atenciones, el agradecimiento, el cuidado y la inspiración esperanzadora que generan en el alma humana.
¿Qué tal si te comparto algunas sugerencias para que puedas iniciar o continuar disfrutando del saludable bálsamo amoroso que proveen las relaciones significativas? En la intención de mantenerlo sencillo y de volver a lo básico qué tal si:
• Normalizas las conversaciones genuinas, donde puedan mirarse a los ojos, aunque medie una pantalla, y permitan que vibre el corazón. • Usas tus encuentros para compartir bellos recuerdos y para plantear nuevos sueños. • Eres intencional en tus interacciones con los demás, persiguiendo el bien de ambos y pones de manifiesto tu compasión. • Aprovechas cualquier medio que tengas a tu alcance para hacer presencia y mostrar el amor que sientes y la importancia que le das a esos vínculos. • Escribe cartas a la antigua, envía canciones y expresa lo que sientes y piensas. • Pon al descubierto tus necesidades y vulnerabilidades, empatiza y escucha activa y sinceramente al otro. • Atrévete a acercarte manteniendo las medidas de distanciamiento en caso de ser posible. • Aporta información de interés o soportes concretos para las situaciones que observas que están afectando a tu amigo o familiar. • Ponte en disposición de acompañarlos en los tránsitos y angustias que viven. • Conviértete en portador de buenas noticias, posibilidades y esperanzas. • Aporta arte, buen humor y recursos para que pueda seguir adelante a pesar de las circunstancias que le ha tocado vivir. • Elogia y perdona sinceramente y eres generoso en ambas acciones.
¿Sabes? Te pido que en la lista de relaciones significativas no olvides incluir aquella que sostienes contigo mismo, pues elegirte, sostenerte, arrullarte, generar una comunicación
íntima y delicada contigo mismo, sacarte a pasear, cuidar tus emociones y tu salud con amor compasivo es uno de los requerimientos urgentes que la vida te está haciendo. Así que te invito a que disfrutes de cada detalle, a que te conviertas en identificador de milagros y a que te permitas cuidar de tus relaciones con sentido de trascendencia.
Ana Valerio
Aprendiz de la vida, con formación y experiencias en administración, proyectos y políticas públicas. Coach ontológica certificada, enamorada de la logoterapia y la tanatología.