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Artículo Reconociendo los cambios, viviendo con sentido. El miedo y el sentido de las situaciones. Una mirada al interior: camino seguro al amor. Abrirse a una nueva vida: ¿Quiénes queremos ser cuando lleguemos al otro lado?. El sentido ante la incertidumbre

RECONOCIENDO LOS CAMBIOS, VIVIENDO CON SENTIDO

El momento que vivimos hoy en día gira en torno e incluso parece haberse detenido ante un virus. Esto es solo el reflejo de lo que ocurre en nuestra sociedad; donde la limitación y reducción del ego nos empequeñece y nos lleva a la continua frustración. Una sociedad que exige cada vez más y que también nos deshumaniza.

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En esta coyuntura donde el ego tomaba el control ante lo que nos seducía, pero no nos generaba sentido, llega este virus y de pronto todo cambia. El hiperconsumismo que nos prometía adquirir felicidad, ya no nos es suficiente. La realidad nos cuestiona e interpela, haciéndonos replantear esta vida que llevamos, muchas veces sumergida en el individualismo. Esta vida que nos exigía siempre más tiempo, para continuar con la explotación de nosotros mismos; dejándonos obnubilar por necesidades que nos prometían satisfacciones momentáneas. Con la ilusión de la realización y el hedonismo, como placebos para desviarnos hacia la falta de sentido y el vacío existencial en el que vivimos.

En medio de esta crisis existencial, aparece la pandemia del coronavirus y pone en evidencia las diferencias en creencias, culturas y prácticas sociales; así también, saca a la luz distintos problemas sociales y sanitarios. La supervivencia se vuelve lo esencial y la posibilidad de muerte se convierte en una condición transversal. Y es en ese deseo de sobrevivir que sacrificamos lo más valioso: el otro.

Dejamos atrás relaciones con cercanía para comenzar una nueva socialización a través de la tecnología. Se amenaza la libertad individual y se limitan los derechos fundamentales. Nos encontramos en un cambio de sistemas (económico, social, educativo y laboral); donde la incertidumbre, la tensión, el estrés y la angustia, representan respuestas de ajuste a lo que sucede a nuestro alrededor que aparecen de la mano del miedo, que refleja nuestra vulnerabilidad. Esto tiene un gran impacto en nuestras conductas y comportamientos individuales y colectivos. Este miedo es la emoción primaria que nos alerta ante el peligro inminente de esta situación, que va más allá del análisis lógico racional, por falta de información, y nos conecta con el trauma. orientativo al que las personas tendemos en la búsqueda de equilibrio. Sin embargo, ante la falta de esa verdad en estos momentos cruciales, lo único que puede orientarnos para no perdernos es el sentido. Aquello que nos hace conscientes y permite que sea valiosa nuestra existencia espiritual. Respondiendo así a la libertad que nos hace responsables de elegir ante aquella condicionalidad tan fatal, como lo es la posibilidad de muerte que enfrentamos en esta crisis mundial.

Como muestra la Logoterapia, el sentido solo puede ser encontrado a través de la consciencia, como la facultad de descubrir las formas de sentido no solo en lo real, sino aún en lo posible. Para poder tener esta visión es necesario tocar lo superior que nos habita, el espíritu donde se ejerce la consciencia, pues es allí donde está la actitud que nos confronta a nuestra finitud. Y nos recuerda, que esta vida es valiosa en medida del encuentro que nuestros actos tengan con la trascendencia, a través del valor experiencial del amor, donde podremos encontrar el sentido de nuestra vida.

“El hombre se autorrealiza en la misma medida en que se compromete con el sentido de su vida“ - Viktor Frankl.

Esther Paredes Murúa Directora de DAU Querétaro Logosentido y Tanalogía México. Consejera en Logoterapia y Análisis Existencial, Tanatóloga con Certificación en clínica del sufrimiento y Terapia Gestalt.

EL MIEDO Y EL SENTIDO DE LAS SITUACIONES

El año 2020 quedará registrado en la Miremos un ejemplo de lo anterior. Muchas historia como el año en que la humanidad personas han perdido el empleo debido a la crisis tuvo que enfrentar no solo al COVID-19, económica derivada de la pandemia. Entre otras sino también a todas aquellas situaciones que emociones, aparece el miedo en la forma de llegaron junto a él. Situaciones que al igual preguntas tales como: “¿Qué voy a hacer ahora?”, que aquel 1918, cuando el enemigo fue la gripe “¿Seré capaz de mantenerme?”, “¿Por cuánto española, detonaron el mundo emocional. tiempo podré subsistir sin trabajo?”, “¿Podré Sufrimiento, culpa y muerte, la tríada trágica de la mantener a mi familia?”, “Y ahora, ¿cómo cubriré que nos habló el Dr. Frankl se hace una vez más mis gastos?”, “¿Cómo pagaré mis deudas?” o presente. También hace su aparición el miedo, “¿Qué dirán de mí si no pago?”. una emoción que nos acompaña desde nuestros primeros días en la tierra, cuando el hombre Entonces, ¿qué hacer? Lo primero es mirarlo a tenía que estar a la expectativa de amenaza los la cara y aceptar que llegó, se instaló. Lo segundo grandes enemigos de aquella época. es investigar el mensaje que nos trae por medio del sentido de la situación. ¿Cuál podría ser? Tal

Como podemos deducir, ese compañero de vez es el sentido de una nueva etapa en tu vida vida viene desde lejos y necesitamos no solo que te está inquiriendo una respuesta. Quizás amigarnos con él, sino también abrazarlo y es la vida misma invitándote a moverte, porque soltarlo. ¿Cómo? La respuesta a mi juicio sería: estabas anquilosado en tu zona de confort y a través de encontrar sentido en las situaciones necesitas honrar un compromiso existencial, que lo detonan. eligiendo la acción y ejerciendo una libertad responsable. O un camino nuevo que se abre ante

ti, que ya tu alma sentía la necesidad de transitar y no lo habías hecho por temor al cambio. Y a eso llegaron, la situación y el miedo: a invitarte a reflexionar acerca de todas las preguntas anteriores y a buscarles respuestas. A hacer un análisis detallado y encontrar sentido. A enarbolar los valores de creación, experiencia y actitud. A reinventarte y trascender. A ver el cambio como posibilidad.

Lo peor que nos pudiese suceder es tenerle miedo al miedo, eso nos mantendría en la inercia, lo cual sería definitivamente antinatural. La vida misma se mantiene en constante cambio y movimiento, y el ser humano es parte de ella; por ende, se hace necesario ir a su ritmo.

Necesitamos aceptar que mientras estemos en este plano, las situaciones límites aparecerán, el miedo las acompañará; y que la única forma sana de convivir con ello es a través del sentido. Recordar que como decía el maestro Viktor Frankl: “la vida merece la pena ser vivida a pesar de…”. A pesar del COVID-19, a pesar de las pérdidas, a pesar del miedo y de muchas otras emociones que se hacen presente como parte de nuestra humanidad.

El Dr. Claudio García Pintos, en su libro Cita a Ciegas, recuerda la historia de Popeye y Olivia, y nos dice, que todos siempre hemos pensado que Popeye se hace fuerte y vence el temor de enfrentar al cruel Brutus porque ingiere una lata de espinacas. Nada menos cierto, lo vence por el amor que Olivia le inspira. Lo que a mi juicio solo quiere decir, que al final de cuentas lo vence a través del sentido.

Lucetta Fernández Directora de la Sociedad Dominicana de Logoterapia y Tanatología Rep. Dominicana. Doctora, Conferencista Internacional, Coach Ontológico, Consejera en Logoterapia y Facilitadora de Aprendizaje Dinámico.

UNA MIRADA AL INTERIOR: CAMINO SEGURO AL AMOR

“Comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre”. Víktor Frankl

“Quien mira hacia fuera, sueña y quien mira hacia dentro, despierta” Carl Gustav Jung

Mirar hacia adentro es una labor titánica que puede llevar su tiempo. El ser humano teme a las pandemias, terremotos, tsunamis y cualquier otro tipo de desastres naturales. En su obsesiva forma de lidiar con la vida para preservarla, hay un miedo mayor a todo lo anteriormente mencionado: el miedo a ir dentro de sí. hombres y las mujeres? ¿Acaso existe un lugar tan especial? ¿Es posible que la búsqueda de la felicidad que emprende cada ser humano sobre la tierra esté más cerca de lo que se cree?.

Krishnamurti decía lo siguiente: “La intuición es el susurro del alma”. Entiéndase alma como una entidad existencial que es el auténtico ser interior, principio mediador entre el cuerpo y el espíritu, la sutil energía que se apoya en lo material, pero que tiene la capacidad de elevar a todo ser humano, hacia los grandes sueños e ideales de cada uno.

Personalmente, considero que la felicidad es ese estado de paz interior que es posible encontrar cuando se mantienen todos los sentidos despiertos. Ser consciente de “quién eres” y del “material con el que estás hecho”, te ayudará a encontrar más fácilmente este camino al interior.

Existen numerosos artículos, libros de autoayuda y páginas de psicología que podrían aclarar estos conceptos; sin embargo, el autoconocimiento comienza con la parte volitiva de cada ser humano. Frecuentemente las personas se encuentran “viendo la paja en el ojo ajeno”, puesto que es más fácil mirar al de enfrente, por cuestiones de perspectiva y arrogancia también. ¿Qué sucede cuando una persona intenta ver primero al “otro”? La respuesta es bastante sencilla, se perderá. La mirada interior, por el contrario, permite tomar conciencia de que a pesar de los días grises que acontecen en cada historia de vida, hay dentro también hermosos horizontes, bosques de coníferas, playas soleadas, flores recién plantadas, nubes blancas, días de gloria, risas, cantos, gritos de júbilo, paletas de colores y cuanto más cosas presentes en ese lugar del interior.

Como dice un antiguo cuento zen: Un maestro y su discípulo caminaban por un prado. En su paseo iban oyendo las voces de distintas criaturas: el mugido de las vacas, el trinar de los pájaros, el balar de las ovejas, el relinchar de las caballerías… -Si tan solo pudiera comprender un instante lo que dicen -dijo en un suspiro el discípulo refiriéndose a los animales. Mucho más importante para ti sería si tan sólo pudieras comprender un instante la verdadera esencia y significado de lo que tú mismo dices -respondió el maestro.

No existe un recetario para la felicidad. La intuición permite al hombre fluir con la vida. Es la urgencia misma del interior la que empuja a buscar respuestas o, en algunos casos, métodos o recetarios para “sentirse mejor” y en algunas ocasiones esto puede funcionar; sin embargo, los resultados no suelen ser duraderos. Porque el único cambio que de verdad perdura es el que proviene de un verdadero autoconocimiento, tomando verdadera consciencia de quiénes somos, hacia dónde vamos y cuál es el sentido de nuestra existencia.

Es necesario despertar, puesto que el amor también es real. “No se ama lo que no se conoce”, citando a San Agustín de Hipona. Es necesario ir hacia adentro para tener un conocimiento tal de sí mismo que permita a hombres y mujeres saberse modelos únicos y exclusivos, hechos por una razón: por amor. Mirar al interior previene del

egoísmo, de la vanagloria, de la falsa humildad. Mirar al interior ayuda a entender que cada ser humano es un ser esencialmente espiritual, y por esta razón, es necesario preparar o reparar las alas, para volar hacia las montañas más elevadas y observar las panorámicas más hermosas.

Existen personas que temen descubrir lo que hay en su interior y hacen todo lo posible para evitar esos momentos, esos espacios en que podrían detenerse a meditar sobre ellos mismos y conocerse un poco mejor. A quienes aún tienen miedo de emprender ese camino, les digo: “Solo viendo tus sombras, podrás conectar con tu luz verdadera”.

Y tú, ¿te animas a mirar hacia adentro?

Angelica Willars Directora de DAU Nayarit Centro de Logoterapia y Tanatología Viktor Frankl México. Licenciada en Psicología y Administración con Maestría en Desarrollo Humano y Facilitación de grupos.

ABRIRSE A UNA NUEVA VIDA: ¿QUIÉNES QUEREMOS SER CUANDO LLEGUEMOS AL OTRO LADO?

Mucho se habla sobre cómo será nuestra vida al finalizar la emergencia sanitaria que nos impuso el COVID-19 hace poco más de 5 meses. No faltan los pesimistas que sostienen que cuando esta termine, nada cambiará, que todos volveremos a ser los mismos. Pocos dicen que las cosas seguirán igual y los optimistas (entre los que me cuento) piensan que seremos mejores seres humanos.

Las situaciones difíciles suelen interpelarnos, comprometiéndonos a un cambio de vida, especialmente cuando el miedo y la incertidumbre nos acosan. El COVID-19 nos sacó de nuestra zona de confort, llegó para cambiar nuestras vidas. Desde nuestros hábitos de higiene, las expresiones afectivas, la administración de nuestra economía, la forma de trabajar, de cuidar de nuestra salud y el medio ambiente y, también, de atender nuestras necesidades emocionales y psicológicas, que en las actuales circunstancias son más evidentes y manifiestas.

No podemos negar que el Coronavirus ha marcado un antes y un después, no solo en nuestras vidas, sino en la historia de nuestra sociedad en su conjunto. Tampoco podemos negar que por extraordinaria, imprevisible y difícil que sea la experiencia que vivimos, ésta pasará y aparecerá en una “nueva y distinta normalidad” que nos impondrá retos y desafíos, en los que son imprescindibles empezar a pensar desde ahora… ¿Qué estamos dispuestos a hacer al respecto?… ¿Cómo y con qué herramientas lo enfrentaremos?...

Propongo pensar en el primer día después de la pandemia (no olvidemos que esta crisis se terminará en algún momento y habrá que recomenzar); para abrirnos a la vida, a la posibilidad de crecer, de sentir, de mirar hacia dentro.

A la renovación interior y crecimiento personal, a darnos cuenta de qué podemos esperar de esa nueva vida y qué puede esperar ella de nosotros, y a encontrarle un sentido. Propongo no quedarnos en ese primer día, avancemos preparando el nuevo camino a seguir y cómo empezar…

Soltar lo que pesa: Vivir en el pasado es elegir morir en el presente

Esta pandemia nos ha producido pérdidas. No conozco a nadie que no haya sufrido una con el consecuente dolor. Por difícil que suene, ese dolor pesa y es necesario dejarlo ir, aunque muchas veces implique sufrimiento. Aceptar que alguien o algo significativo ya no estará, duele. Transitar un sano proceso de duelo por esa pérdida nos fortalecerá. No se trata de olvidar y renunciar al pasado, sino evitar que se convierta en una atadura que nos paralice.

Identifica qué es lo que necesitas soltar

Una situación, una persona, un trabajo, un proyecto, un objeto o bien, un lugar de residencia, una creencia, relaciones profesionales, el miedo y la incertidumbre que nos han hecho daño, la cantidad de cosas que hemos acumulado por impulso, pensando que “en algún momento pueden servir”, y empieza a trabajar en ello. Es muy probable que aparezca interiormente una resistencia natural, hay que enfrentarla. No es sencillo, pero con persistencia, se logra.

No es olvidar la experiencia por mala que sea. El pasado estará presente a través del recuerdo, y será muy útil porque podrás transmitir tus vivencias a las nuevas generaciones.

Escribe

Escribir una carta, un diario, un libro… Servirá para llevar un recuento de las mejoras y avances en este proceso de abrirte a la vida. Hay que ser perseverantes. El registro de esta experiencia es valioso. Quizá aún no lo hayas percibido, pero las generaciones futuras te agradecerán el compartir lo que estás viviendo hoy. Piensa que escribirás sobre el siguiente capítulo de tu propia vida. Seguramente viviremos por algún tiempo con temor de contagiarnos o exponer a nuestros seres queridos a la enfermedad. Daremos mayor importancia al cuidado de la salud y a la sana alimentación Evitaremos las aglomeraciones y daremos prioridad a los espacios abiertos, priorizaremos el ahorro, el reciclaje, las actividades digitales. Estaremos más pendientes de los problemas de nuestra comunidad, y nos acercaremos más a nuestra familia y amigos. Seremos más selectivos con la información que consumimos y nos interesará construir una sociedad más sensible que dará mayor importancia a la libertad y la privacidad.

No olvides que no solo habrás sobrevivido a la pandemia, has tenido un papel protagónico en ella. Con todo lo malo que puede habernos traído, también es un estímulo para que nuestra sociedad cambie, para que nosotros cambiemos. Nos da la oportunidad para repensar nuestra vida y nuestra sociedad.

Abrirte a una nueva vida

Muchos sentimos que esta crisis ya nos ha cambiado. El confinamiento, la ansiedad, la incertidumbre, nuestras pérdidas y sus duelos, nos dieron la oportunidad de mirar hacia el interior de nosotros mismos, nos regaló “tiempo para nosotros”.

El diccionario define las crisis como un “cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estas son apreciadas”. Ese cambio no tiene por qué ser necesariamente negativo. Es importante ser capaces de recoger las oportunidades que ese cambio nos trae, de ejercer la libertad de reconstruir nuestra nueva vida, de decidir la forma cómo queremos volver a la normalidad después de la pandemia.

Durante estos meses de confinamiento, hemos descubierto que somos capaces de hacer mucho en nuestro pequeño espacio, a pesar del miedo y la incertidumbre. Entonces, por qué no pensar que, si trabajamos unidos, podemos provocar importantes cambios.

¿Acaso no hemos sido testigos de cómo en pocos días; el aire, el mar y los ríos lucían más limpios?¿No hemos visto en redes sociales a bellísimas especies apoderándose de los parques y las calles?¿No hemos aprendido con pequeñas y sencillas cosas a ser felices al lado de los nuestros?, ¿Acaso en algún momento no hemos pensado…”con qué poco puedo ser feliz”?

No es que renunciemos a disfrutar de las actividades de antes, pero lo haremos con una mirada distinta, en otro ritmo, con gratitud y el convencimiento de no tener el control de nada. Y que las situaciones que acontecen, sencillamente suceden, y que necesitamos estar abiertos a las posibilidades que la vida nos da paso a paso, aprovechando las oportunidades que se nos presentan.

A estas alturas de la pandemia, es difícil pensar que alguien no haya vivido la intensidad del miedo, el aislamiento, la ansiedad y la angustia que representa la amenaza permanente de tener a la muerte por posible visitante. A estas alturas pienso que también es difícil pensar que la experiencia vivida no nos haya desarrollado mayor sensibilidad con el sufrimiento propio y ajeno, y el convencimiento de ser responsables de construir una mejor sociedad con mejores personas.

Abrirnos a una nueva vida, cruzar “hacia el otro lado” y reinventarnos, está dentro de nosotros mismos y a nuestro alcance… “A menudo es una

situación externa excepcionalmente difícil que le da al hombre la oportunidad de crecer más allá de sí mismo” (Viktor Frankl).

Nedda Franco Tanatóloga Especialista en Cuidados al Final de la Vida. Estudiante de la Formación Internacional en Logoterapia y Análisis Existencial. Voluntaria de la Fundación Humanizando y del Programa Te escucho de Dau Holding Group.

EL SENTIDO ANTE LA INCERTIDUMBRE

En momentos en que el medio externo solo nos ofrece incertidumbre, es necesario reafirmarnos en las certezas internas. Aquellas que nos sostienen, creando espacios de pequeñas seguridades, que podemos brindarles a quienes nos rodean o nos piden apoyo y acompañamiento.

La frase “Es aquí y ahora”, hace referencia a que lo único cierto es el aquí y el ahora. Y si bien el sentido no requiere que estemos en crisis y extremo dolor para manifestarse, son en esas crisis y momentos de oscuridad cuando nuestro propio sentido nos ilumina, como una lámpara dentro del túnel, para ir buscando la salida.

Es indudable que algo ha cambiado de pronto y sin aviso, o mejor dicho, con un aviso muy cercano al hecho, y vimos llegar como vislumbrando el tsunami algo que no podíamos contener. Eso nos puso ante una situación que nos obliga de inmediato a una respuesta: el despliegue de una forma de vivir en ella. Sobre todo cuando hicimos consciencia de que esto no era algo pasajero; sino que ante nosotros, se presentaba una nueva forma de vida.

Lo natural fue el miedo, no solo al contagio, también a una enfermedad dolorosa y a un futuro económico incierto. Estuvo en juego: relaciones, sentimientos, formas de vivir y por supuesto el sentido de la vida de cada uno, sin duda se mostró frente a nosotros. La espiritualidad más auténtica surgió y se cuestionó, aflorando en la sociedad algunos fanatismos y respuestas irracionales.

Ante este panorama, sabemos que todo lo descrito es parte de nuestro propio cuestionamiento y que estos meses nos hemos preguntado cómo está nuestra vida, a dónde va, y si estaremos haciendo lo suficiente. Quisiéramos hacer más, y ante las necesidades de los más vulnerables, nos preguntamos sobre las formas sociales de atenderlos de manera más integral y de qué manera el Estado es o no funcional, y cuánto cumple con lo que le corresponde respecto de sus ciudadanos.

Nos preguntamos si hemos buscado durante nuestra vida el sentido de la misma o, si nos hemos formado para ayudar a encontrarlo, cuánto apoyo y compañía al que está en crisis somos capaces de dar.

Tal vez ahora más que nunca estamos ante nuestro propio destino y vocación, por ello, volvemos a cuestionarnos de qué manera nos hemos premunido de herramientas para poder enfrentar, junto a aquellos que confían en nosotros, la incertidumbre que ahora, más que nunca en los últimos 50 años, nos concierne a todos y de la cual somos parte.

Desde esa perspectiva, se reconoce que la libertad es esa capacidad de dar respuestas creativas y orientadas por valores a lo que nos ocurre. El temor, la incertidumbre y el miedo están ahí, y es nuestra responsabilidad construir una forma de responder a ellos. Incluso si esta crisis nos golpeó personalmente, y hemos estado sosteniendo a otros desde nuestra profesión o deseos de ser altruistas, es momento de iniciar nuestro renacimiento haciendo uso de las herramientas internas que poseemos. Reconocerlas y evaluar dónde es necesario poner trabajo para reconstruir aquello que nos da sentido, hacernos cargo, mirar nuestra propia búsqueda y trabajar en nosotros para poder lograrlo.

Aplicar la resiliencia y abocarnos a la creatividad, no solo para paliar algún posible futuro incierto en lo económico, sino sobre todo, para vivir intensamente lo que significa un renacimiento a partir de la adversidad.

Si la incertidumbre se ha instalado, crear espacios de certidumbre al interior nuestro y en nuestra propia vida, empezar a construir un futuro que para nosotros sea significativo.

Y explorar constantemente, lo cual es signo de vitalidad, de aprendizaje, de empezar a caminar, de querer encontrar el camino y poder abrir una puerta. Simbolizamos la apertura, la luz, el deseo de abrir puertas y caminos. Y tengámoslo a mano, seamos claros dando auténticos mensajes de fortaleza. Esparcir fuentes de esperanza legítima es también nuestra misión.

Se abre un tiempo de reinicios, de renacimiento, de sacudir lo que haya caído sobre nosotros y con el corazón más compasivo hacia los otros y hacia nosotros mismos. Darnos la oportunidad de caminar y crear, pero también de parar por momentos en el camino y desahogarnos, respirar y volver a tomar fuerzas. No le restemos importancia a nuestra propia necesidad de apoyo, de sanación, de entrenamiento compasivo, de fortalecimiento diario, de reafirmación de la fuerza que el desarrollo de la dimensión espiritual tiene para los seres humanos.

Permitirnos ser abrazados por esos momentos en que, en nuestra vida, pudimos encontrar el sentido en el dolor. Saber que, en el miedo se vislumbra siempre el sentido, y se refuerza en la debilidad. Ese mecanismo legítimo ante el dolor que nos permite abrirnos a los demás, como afirma Boris Cyrulnik. Y poder reconocer también cuando necesitamos un poco de ayuda para recargarnos y para seguir en el camino de la compasión hacia los demás y hacia nosotros mismos.

No dejemos de mirarnos al interior, no perdamos energía para construir y para sostener. Llenemos nuestro corazón de esa ternura que nos mueve a seguir amaneciendo cada día con la certeza que vale la pena seguir, pues algo muy grande nos espera a cada minuto, y solo requiere que estemos dispuestos a construirlo.

Yolanda Borrea Tejera Tanatóloga Especialista en Cuidados al Final de la Vida. Diplomado en Logoterapia por Dau Holding Group. Educadora, capacitadora, consejera en grupos en situaciones de riesgo, educación en valores y formación de líderes.

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