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Artículo Miedo: ¿Cómo encontrar un sentido?. Reaprendiendo a vivir, aceptando lo nuevo. El cambio y yo

MIEDO: ¿CÓMO ENCONTRAR UN SENTIDO?

Cuando se me pidió escribir algo acerca mis sentidos vibran y mi ser viaja hacia allí. Pero del miedo para la presente edición, creo cuando me dijeron si aceptaba ir a realizar una que me quedé en blanco y pensé que, aun cobertura periodística donde solo me apoyaban siendo periodista y escritor, no daría la talla. Allí empezó a accionar mi propio miedo, intentando paralizarme para que no me midiera frente al reto de escribir y, por medio de estas líneas, ejercer mi con el boleto de vuelo y yo solo tenía 120 $ para sobrevivir por espacio de 12 días, no imaginan el nivel de tensión que esto me generó. Mi gran miedo era ante algunas situaciones que había creado en mi mente: morir de hambre, pasar rol como consejero en Logoterapia; para ti que te necesidad, tener que dormir en una plaza, no tomas un breve momento en leerme. poder defenderme con el poco inglés que sabía

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Y es que la vida está hecha de momentos así,

en ese momento. donde a veces producto del miedo dejamos pasar El meollo del miedo es que tú estás aquí y ahora, por alto ocasiones para nutrirnos intelectual pero tu mente está en el futuro. La mente empieza y/o espiritualmente, de tantas e incontables a crear su propia película y allí comienza una maneras. Pero, ¿esto debe seguir siendo así? batalla entre ese futuro desconocido y tú. Existen Les voy a compartir que una de las más gratas miles de miedos, pero el mayor enemigo de todos, experiencias en mi vida ha sido la propuesta de ir y tal vez el último, es el miedo a la muerte, a la a Myanmar, y digo “ha sido” porque aún siento que aniquilación, el miedo a ser convertido en nada.

Cuando se tiene miedo emergen ciertas manifestaciones de desazón, preocupación, ansiedad, nervios, terror, fobias, y hasta rabias. Puede que te haya pasado que por miedo discutes, queriendo tener la razón y no estar ‘equivocado’ porque tu mente te dice que estarlo significaría estar aniquilado para el otro.

Otro ejemplo de ello es el miedo a la soledad. Sucedía que le preguntaba a un buen amigo mío: pero ¿cómo es que tienes varias mujeres? Y él muy risueño y sinvergüenza me contesta: “Porque si no funciona con una me quedo con la otra”. Y así evidenciaba su miedo a estar solo. Miedo a dormir solo en su cama, miedo a tener intimidad consigo mismo: descubrirse a sí mismo en el silencio.

Debo reconocer que uno de mis miedos al emigrar era el desconectarme del que había sido por muchos años mi mundo: ya no más círculos sociales, ya no más reuniones de amigos, ya no más cumpleaños o celebraciones de fin de semana, paseos a la montaña... Se me iría tres décadas contando lo que temía aparentemente perder.

La nada, el vacío y la muerte son realidades que no deseamos. Me decía alguien más: “¡Pero que Dios haga algo!” Todavía seguimos viviendo las historias del mundo griego, esperamos un semidios, un libertador, un X-men, la liga de la justicia, un Avenger.

Y todo este escenario interior es el ego. ¿Qué será ese ego? Es esa imagen que me formo de mí mismo. Pero resulta que una cosa es la imagen que te haces de ti mismo y otra es quien realmente eres. Te has preguntado ¿qué pasaría si te conectas con tu verdadero mundo interior que es mucho más fascinante que lo que anhelas o envidias del otro? ¿Acaso tienes miedo de aventurarse a descubrir que nunca estamos solos, que necesitamos vaciarnos-desprendernos para acoger lo nuevo o que necesitamos ser molidos con el aprendizaje de las duras experiencias que, aunque signifiquen la muerte en algún sentido, también nos promete un nuevo resurgir o ‘resucitar’? ¿Cómo nos imaginamos el futuro? ¿Realmente debería ser el futuro como lo pienso? Es bueno cuestionarse, porque así se desnudan los miedos y, descubiertos, nos damos cuenta de que no todo era tan catastrófico como me lo había pintado a mí mismo; o como a veces te lo pintan otras personas que luchan con esos mismos miedos.

Me contaba alguien que soñaba con tener la mujer de su vecino. Y le dije: ¿y la tuya? Me contestó: “Las cosas no van bien, no sé cómo vaya a tomar lo que le quiero decir.” Pregunté: ¿y qué quieres decirle? Cabizbajo me responde: “Que me abrace, que me deje llenarla de besos, que me mire a los ojos con la misma mezcla de ternura, dulzura y pasión de cuando éramos novios.” Veía que sus ojos brillaban y brotó de mi interior esta sentencia: “O le pones alma, vida y corazón a tu proyecto de familia, o vas a lamentar no haberlo intentado”.

Eso mismo me ha ayudado no solo a ir a Myanmar: el coraje de sobreponerme a mí mismo, ‘darme cuenta’ y ser consciente de que soy capaz de llegar allá y a otros lugares, salir de mi ego para entrar en mí mismo. Pero sobre todo aceptar y abrazar mis propios límites y abrirme a lo que El Eterno ha preparado para mí.

Vivimos El Sabbat permanente de Dios. El día del descanso. Decía anteriormente que a veces cuando sentimos miedo pensamos que precisamos de alguien que nos ayude. Y nunca está de más la ayuda. Al contrario, pienso que los miedos también puede ser la ocasión de acercarnos al otro para no sucumbir. Sin embargo, nosotros somos potencia creativa del Creador. Tenemos un horizonte al que podemos abrirle los ojos. Decía Viktor Frankl «El miedo hace realidad lo que teme. Solo el miedo realiza lo que teme y niega al deseo forzoso lo que tanto ansía».

Cuando somos pesimistas, necesitamos un cambio de actitud y ampliación de la visibilidad del campo de acción donde nos desenvolvemos. Atrevámonos a escribir una nueva historia de la mano del que todo lo puede.

José Ignacio Ramón Carreño. Comunicador. Consejero en Logoterapia por Dau Holding Group.

REAPRENDIENDO A VIVIR, ACEPTANDO LO NUEVO

¿Cuándo volveremos a la normalidad?

Esta es una de las muchas preguntas que nos hacemos en estos tiempos de pandemia. Hay una normalidad a la cual deseamos volver y tal vez, la respuesta a esta pregunta no sea la indicación de un verdadero regreso a la normalidad.

Nos vimos de un día a otro, forzándonos a cambiar: ritmo de vida, manera de trabajar y de ponernos en relación con los demás. ¡Muchos cambios en poco tiempo! Cambiar significa acoger la invitación que la vida nos hace de vivir algo nuevo, asumir un modo de ser distinto de lo de antes, de actuar y poner en movimiento nuestra creatividad.

A veces vivimos interiormente un conflicto entre lo nuevo y lo viejo. No nos damos cuenta de que los dos tienen un lugar en nosotros y cooperan en la construcción de lo que somos. Pero, suele pasar que dejamos envejecer lo que teníamos que cambiar y de igual manera cambiamos algo que debería envejecer en nosotros. Hay personas

que viven como museos, dando excesivamente atención a las cosas viejas, intolerantes e incapaces de soportar los cambios continuos de la vida. En cambio, hay personas que viven continuamente en búsqueda de lo nuevo y acaban por descartar cosas valiosas que heredaron o adquirieron en su vida.

Aceptar lo nuevo y valorar lo viejo es reaprender a vivir. Dice Viktor Frankl que “ser humano significa estar en la tensión entre SER y DEBER SER, siendo esto imposible de anular o de renunciar”. En su vida, Frankl tuvo que aceptar lo nuevo en diferentes momentos: en medio de la guerra con todos sus cambios culturales, filosóficos y políticos; sufriendo los rigores del momento y aprendiendo a pasar de la tranquilidad del hogar a las distintas carencias; en medio del clima turbio de la posguerra, encarando una serie de reformas revolucionarias; y por fin, luego la liberación del campo de concentración. Aprendió a adecuarse otra vez a la vida en libertad, luego de haber vivido el horror. Tuvo que recuperar su dignidad y su condición humana arrasada por todo lo vivido. Reparar el daño moral, recomponer su identidad y sanar las heridas. No fue fácil, pero el compromiso frente la vida y la responsabilidad en responder a las preguntas que la propia vida le hacía, le permitió reaprender a vivir.

Un pequeño fragmento de lo que significa el reto de reaprender a vivir lo compartió el propio Frankl en su libro El hombre en busca de sentido: “Se llega a un prado. Ante uno crecen las flores del campo, cosa que se acepta, pero que no llega al alma. Surge la primera chispa de alegría al observar a un gallo que pasea ostentoso con su plumaje multicolor. Pero no va más allá de ser una chispa de alegría. Aún sobre un banquito, Dios sabe la expresión que toma el rostro, de todos modos el mundo sigue sin causar impresión […] De pronto interrumpo mi caminar en esta libertad. Quedo quieto, miro en torno de mí mismo y poco es lo que sé del mundo. Dentro de mí solo resuena una y otra vez la misma frase: ‘Desde lo profundo yo clamé al Señor y él me respondió en los espacios libres’. Por cuánto tiempo estuve allí arrodillado, cuántas veces repetí la frase... Pero sé que ese

día, en aquel instante, comenzó mi nueva vida. Volví a ser hombre”.

Los cambios y lo nuevo son parte de la vida, todo cambia, nuestras células, el tiempo, la naturaleza, todo es un constante renovar y actualizar. Es siempre posibilidad, pero el uso de esta posibilidad depende del hombre. “El hombre no ha rendido aún todo lo que puede… aún somos ‘interhombres’”.

En Aristóteles encontramos el verdadero sentido del cambio, que es la actualización de una potencia, es decir, la realización de una capacidad, de algo nuevo. De ahí que él define el cambio como la culminación de lo potencial en cuanto tal.

No podemos dejar de cambiar y de renovar, es esta nuestra “normalidad” como seres humanos. Las circunstancias de la vida son el motor que nos impulsa hacia lo nuevo, lo que tiene que ser concretado, actualizado, vivido y experimentado.

Elizabeth Lukas decía que “ni el Ser ni el Deber Ser proviene de la mano humana. Pero sí está en la mano humana dejar atrofiar su Ser, ignorando el Deber Ser y moviéndose en pos de él. Solo en una continua inclinación hacia el sentido, logramos aquello que anhelamos desde siempre: una vida

fascinante”.

Es fascinante lo nuevo, lo que está por venir, pues es vida. No se trata solo de reaprender a vivir, sino simplemente vivir.

Fabricio Pereira. Graduado en Filosofía y Teología por la Universidad Católica de Minas Gerais – Brasil. Consejero en Logoterapia por DAU Holding Group.

EL CAMBIO Y YO

Quiero abrir este artículo con una pregunta para ti: Realmente, ¿Te adaptas al cambio?

Dentro de mi experiencia como consultora organizacional, docente y terapeuta, uno de los mayores deseos de las personas es adaptarse al cambio.

Sin duda, es una cualidad que ayuda muchísimo en la aceptación de que nuestra realidad actual ya no es la misma, pero vayamos un poco más a fondo; ¿Por qué nos cuesta tanto? o ¿Qué se evidencia en nosotros en momentos de incertidumbre?

Puedo mencionarte que no tener el control de la situación hace que nos encontremos sin dominio o con poca claridad de lo que va a pasar. Esto es algo muy común. Sin embargo, quiero que observes lo que acabo de escribir líneas arriba, hablo del impacto externo, del cual claramente no tenemos control, de tu entorno social y cultural.

Ahora, hablemos de ti, de la persona sobre la cual sí tienes control. Para ello, quiero invitarte a observar con gentileza y sin juicio estas preguntas: ¿Qué necesito para aceptar mi situación actual? ¿Cuáles son las habilidades que puedo “activar” hoy? Es decir, identificar los recursos que ya tienes para sostener los escenarios nuevos que se presentan en tu vida.

Porque de algo sí tenemos certeza: el cambio es constante y, en esa experiencia, nos reta sacándonos de nuestra zona de confort y nos traslada (queramos o no) a la zona de aprendizaje. Esta última, nos permite empoderarnos de nuestras habilidades ya cultivadas y nos impulsa a fortalecer otras. Para ello, te daré un ejemplo personal, vinculado a la educación virtual.

Desde hace 8 años soy docente de varias instituciones educativas. Dicto entrenamientos para personas y organizaciones. Lo disfruto muchísimo y siento que es mi propósito de vida: brindar experiencias de aprendizaje a mis estudiantes a través de las diferentes herramientas que usamos para que las sesiones estén llenas de inspiración y transformación.

Recuerdo que preparaba los salones con incienso, colocaba muchos detalles en la ambientación, porque me encantaba que mis estudiantes tengan una experiencia integral para su desarrollo. Las clases que brindo están relacionadas a las habilidades socioemocionales.

Confieso que la pandemia ha impactado muchísimo en los estilos de enseñanza y que, gracias a las plataformas digitales, hemos continuado dictando clases. A pesar de ello, confieso que he tenido muchas reservas de dictar en formato online, ya que mi estilo de pensamiento me hacía dudar sobre el impacto, profundidad y personalización de la clase, y estas ideas me hacían sentir que no sería igual; lo que perjudicaría al estudiante.

Me tomó dos meses darme cuenta de que no era así. Que si bien las clases presenciales tienen increíbles beneficios, las clases online no dejaban de tener esa calidad que buscaba brindar a mis estudiantes.

Pero, ¿Qué pasó? ¿Qué cambió en mí?

Les cuento que en un principio experimenté un duelo, ya que me di cuenta de que no volveríamos a clases presenciales al menos en 16 meses. Mis ideas y pensamientos limitantes empezaron a caer porque lo que hice fue participar de alumna en varios talleres de mis colegas e identificar cómo me sentía, si mi interacción con el docente era afectada o si el objetivo final de la sesión no se cumplía. Para mi sorpresa esto no pasaba, por el contrario, se potenciaba mucho la co-creación, el aprendizaje participativo y el trabajo en equipo.

Finalmente, el hecho de aceptar que estamos en tiempos de cambios más profundos y evidentes, me ha hecho fortalecer competencias personales que antes las tenía dormidas. Me siento empoderada y sin límites, ya que puedo brindar mis servicios con la misma calidad desde la comodidad de mi hogar y a cualquier parte del mundo. Y todo ello comenzó con simples, pero poderosas preguntas sobre lo que yo sí tenía control… Es decir sobre mí.

Vanessa Delgado. Fundadora & Directora de Gestión del Talento en DIVERSA® y en The Book Lab®. Terapeuta y Coach. Estudiante de la Formación en Tanatología y Cuidados al final de la vida en Dau Holding Group. Estudios en Maestría en Gestión Educativa y Docencia Universitaria.

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