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“NOS ROBARON, ME SECUESTRARON Y ME FUERON A TIRAR BIEN LEJOS”

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14º CIT DE AMTM

14º CIT DE AMTM

Ramón González había llegado a Guadalajara para recoger una nueva carga con destino a Chihuahua. Todavía dormiría en el patio jalisciense para salir tempranito hacia el norte, de tal manera que tenía buen tiempo para una buena cena y descansar lo suficiente.

Un compañero de la misma empresa —que también debía pasar la noche en la base— invitó a cenar a Ramón y a otros dos colegas. En total eran cinco, ya que el primero tenía un operador suplente, pues en la empresa era común ponerles un novato para que fuera aprendiendo; incluso Ramón tenía el suyo.

Así que sin más, se fueron a cenar por ahí cerca de la empresa, tomaron casi dos horas de sobremesa y se disponían a caminar de regreso al patio, donde ya les estaban cargando las cajas con los medicamentos que habrían de trasladar.

Salieron del merendero y apenas llevaban unos cuantos metros recorridos cuando cuatro camionetas les cerraron el paso y al menos cuatro hombres armados les llegaron por la espalda.

“No hagan ninguna tontería y súbanse a las camionetas. Si hacen lo que les decimos, no les pasará nada y rápido estarán a salvo”, les dijeron.

Hicieron caso, aunque el conductor aprendiz de Ramón estaba notoriamente asustado y no fue fácil tranquilizarlo; el joven lloraba, temblaba y susurraba alguna oración. Su mentor intentó calmarlo por las buenas, pero tuvo que recurrir a un par de gritos y regaños para que entrara en razón y, al fin, se quedara tranquilo.

Una vez dentro de los vehículos, los hombres armados les dijeron que era un robo, que sería rápido y que no tendrían por qué lastimarlos. Ingenuamente, un par de ellos todavía no sabía qué les podrían robar, hasta que se vieron llegando al patio de la empresa.

Le ordenaron a uno de los más jóvenes que tocara el timbre y que después abriera la reja, que ellos se harían cargo de lo demás. Así fue, y apenas el guardia de seguridad lo dejó pasar, éste abrió las puertas y le dijo que no hiciera nada. Fue hasta ese momento cuando el vigilante notó que el muchacho estaba muerto de miedo.

Las camionetas ingresaron al patio y bajaron a los cuatro empleados de la empresa, les ordenaron que pasaran la carga de los camiones a sus vehículos, hasta el tope, lo más que cupiera, pero rápido.

Así lo hicieron y, lo que pareció una eternidad, apenas duró 10 minutos, pues quién sabe cómo, pero en ese tiempo llenaron las camionetas. Los delincuentes alistaban su fuga cuando uno de sus vehículos no arrancó.

Sin saber qué hacer, se dirigieron a los antes secuestrados para preguntar quién sabía meterle mano a los motores. El joven que abrió las puertas dijo que Ramón, y éste no tuvo más remedio que levantar la mano, así que lo llevaron rápido, y a punta de pistola le dijeron: “échalo a andar o ya te cargó el payaso”.

Por mera suerte, Ramón conocía el motor de esa camioneta y no le costó mucho trabajo arreglar la falla, así que lo encendió y, cuando intentaba explicarles lo que tenía, los maleantes le dijeron que se subiera, que tendría que acompañarlos en caso de que se les volviera a descomponer. Apenas intentó decirles que no era necesario, uno de los armados lo empujó con la metralleta y supo que no era negociable.

Salieron rápido y Ramón no sabía si debía preguntar qué pasaría con él, si tardaría mucho, si le harían algo o simplemente si debía ponerse a rezar. Optó por esto último y, casi 20 minutos después, entraron a una bodega que por fuera parecía abandonada, donde había más hombres armados y muchos vehículos de carga de diferentes clases.

Bajaron todos y volvieron a cambiar los medicamentos a unidades refrigeradas. Poco después llegó quien parecía ser el jefe y, cuando notó la presencia de Ramón, preguntó quién era. En cuanto le explicaron lo que sucedió con la camioneta, el responsable de la operación recibió una serie de golpes y reclamos, porque casi estropea el asalto.

A Ramón le dijeron que lo dejarían libre, que él no había visto nada y que, si se le ocurría decir algo, no la contaría, ni él ni su familia. Solo asintió y lo volvieron a subir a otro vehículo, en el que salieron de la bodega y lo llevaron durante otros 10 minutos al norte.

Ahí lo dejaron y le dieron 1,000 pesos para pagar un taxi. No tenía golpes, y cuando en ese momento sintió el frío recio de la madrugada, intentó procesar todo lo que había pasado en poco más de una hora y, aunque casi acababa de cenar, sintió un hueco enorme en el estómago. Quizá era el miedo de saber que pudo no contarla y tal vez ya no haber podido regresar nunca más a esta remota Autopista del Sur.

TRANSPORTES Y TURISMO, revista mensual edición 1325 junio 2023. Editor Responsable: Blanca Rosa Plaza Márquez. Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-1999-120912243200-102. Número de Certificado de Licitud de Título 1413 y Número de Certificado de Licitud de Contenido 788. Domicilio de la Publicación: Emiliano Zapata No. 13 C INT. 9 10, colonia San Lucas Tepetlacalco, C.P. 54055, Tlalnepantla de Baz, Estado de México. Imprenta: Renacteur, S.A. de C.V., Boulevard Adolfo López Mateos No. 202 Bodega 1, Col. San Pedro de los Pinos C.P. 01180, Alcaldía, Álvaro Obregón, CDMX Tel.: 55 7587 6517. Distribuidor: Revista Transportes y Turismo, S.A. de C.V., Emiliano Zapata No. 13 C INT. 9 10, colonia San Lucas Tepetlacalco, C.P. 54055, Tlalnepantla de Baz, Estado de México.

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