5 minute read

Avengers

Next Article
Justice League

Justice League

¿El estándar?

Hubo algún tiempo en que Marvel era sólo una empresa vende revistas de superhéroes que los ñoños compraban. La llegada del entretenimiento electrónico significó un verdadero reto para su supervivencia. La empresa encontró cómo apoyarse económicamente con producciones para la TV y licenciando sus franquicias a productores de videojuegos, pero durante los 1980 y 1990 el sinó-

Advertisement

Por @AMAURY1984

nimo de “Películas de Superhéroes” era DC comics.

La empresa propiedad de la Warner desde inicios de los 1970 dominó con puño de hierro las taquillas de los 1990 con Batman, pero tras el estreno en 1997 de Batman & Robin los números llevaron a la Warner a replantear el camino de la saga. Marvel en un movimiento económicamente desesperado

entró en conversaciones con varios interesados de adquirir sus licencias entre ellos la Warner, que se hizo con los derechos de la serie Blade. Las series X-Men y Fantastic 4 terminaron en manos de 20th Century Fox, mientras que Spider-Man le fue vendido a Sony. Mientras que las producciones de Blade y SpiderMan fueron relativamente aceptadas por la audiencia, la Fox y sus decisiones en torno a qué hacer con sus franquicias fueron criticadas hasta el cansancio. Personajes desvirtuados, shows estrafalarios y un caos en el canon llevaron a Marvel a plantearse la titánica labor de construir con sus limitantes una productora capaz de generar sus propios contenidos.

Para finales de 2006, llegó a un acuerdo con Paramount Pictures en que Marvel Studios entregaría una trilogía de películas cuyo protagonista sería Iron Man. El convenio dejaba muy claro que la labor de producción estaría en manos de Marvel sin mucha posibilidad de debate. Paramount se limitaría a soltar dinero para la producción y recibir sus ganancias, y vaya que las hubo. La primera superproducción de Marvel hizo casi 100 millones de dólares en su primer fin de semana, gracias a una promesa de marketing que repitieron hasta el cansancio: la mano de Marvel sabe hacer lo que los fanáticos desean.

El brutal éxito le aflojó la cartera a Paramount que pronto aprobó la realización de dos proyectos más: una película sobre Thor y una sobre el Capitán América. Ambas fueron planteadas como parte de los cimientos para crear la saga cinematográfica más grande de la industria, pero de ahora en adelante Marvel y Paramount firmaron contratos individuales.

Marvel y su ambicioso proyecto no pasaron desapercibidos y el Imperio Disney, que por aquel entonces ya hacía cálculos a futuro, decidió desembolsar 4 mil millones de dólares para la totalidad de Marvel Enterprises. Así, Capitán America, Thor, Black Widow y demás superhéroes estaban destinados a dar su mejor número dentro de las puertas de Disney; que supo acoplar muy bien el marketing de Marvel a su explosivo modelo de comunicación.

Avengers es sin duda la culminación de un titánico trabajo de millones de dólares invertidos en mantener actores disponibles, además de sets y tecnologías disponibles. La primera película, The Avengers, vio la luz en 2012. El otrora laureado y respetado Joss Whedon fue el encargado de diseñar el modelo multi franquicia de Marvel. También fue el encargado de la secuela Avengers: Age of Ultron de 2015. Ambas películas han envejecido, a mi parecer, de manera nefasta. No toleran una revisión en calidad de streaming, mucho me-

nos verlas en formatos físicos de ultra alta definición. Pero, lo que sí perdura del modelo de Whedon es el guion. Estas épicas batallas entre seres extraterrestres y humanos superdotados seguían una secuencia bien planeada de situaciones graciosas, batallas y tensión. Ambas producciones cuentan con un ritmo agradable que aminora el tiempo que uno pasa observando la formación del grupo y la batalla épica en contra de un enemigo creado por ellos mismos. Para mí son un entretenimiento ligero, ya que no cuento con el conocimiento necesario para hablar de lo apegadas o no que están las películas a los cómics.

A mí no me constan los dichos sobre Joss Whedon, ni a favor ni en contra. Pero es claro que cuando terminó la primera y segunda etapas del Marvel Cinematic Universe (MCU), Whedon fue sustituido a la brevedad. Y era tan reconocido por su labor que Warner lo llamó a colaborar en sus proyectos.

La fase tres del MCU repitió el modelo y contó con dos películas: Avengers: Infinity War y Endgame. Ambas a cargo de los hermanos Anthony y Joe Russo, unos muchachos obreros de la división de TV de Disney que se estrenarían en el mundo de las superproducciones, contando con un equipo de guionistas selecciona -

dos por Marvel y la vigilancia constante. El resultado son dos películas en las que lo digital predomina y lo real se siente ajeno, postizo. El humor se rebaja ligeramente para dar paso a secuencias de batallas y cameos a todos los personajes que Marvel logró poner en el cine a lo largo de 10 años.

El resultado generó muchos millones de dólares y las producciones en general han tenido un recibimiento positivo que ha generado un “estándar” de calidad que yo sospecho ha alcanzado en nivel de cuestionable. Uno puede observar mejores valores de producción en Doctor Strange o las dos películas de Spider-Man que Marvel ha hecho en colaboración con Sony. Lamentablemente para la industria del cine el estándar de Marvel se ha convertido en uno de dos polos: Marvel o DC Comics. Los que saben hacer películas de superhéroes o los que no. Esto llevó a la Warner a lucha a contracorriente, a jugar a alcanzar un límite creado de manera artificial y que no parece vaya a fallar para las próximas etapas 4 y 5 del MCU.

This article is from: