REVISTA INDEPENDIENTE UNIÓN "JOSÉ REVUELTAS" N. 8

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” REVISTA INDEPENDIENTE N. 8

CHIAPAS, MÉXICO

SEPTIEMBRE/OCTUBRE, 2020


UNIÓN

“JOSÉ REVUELTAS”

CONSEJO EDITORIAL Fabrizio D. Pascacio Vázquez

Baltasar Ramos Martínez Betzabeth Hernández Hernández Yigal Alam F. Ramos V.

PORTADA Alejandro de Coss en: https://horizontal.mx/izquierdas-mexicanasreleyendo-a-jose-revueltas/ IMAGEN: Alfonso Martínez

CORREO: revueltasdejose@gmail.com

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ÍNDICE EDITORIAL…………………………………………………………………………………6 IRVING GAMELO PÉREZ………………………………………………………………..8 Pensar en una conciencia contradictoria de clase social (Iztapala, CDMX) GUILLE CIFUENTES……………………………………………………………………..12 Cuando todo termine (Guatemala) HIGINIO RAMÍREZ MARTÍNEZ ………………………………………………………13 Querida mía (Chicontepec, Veracruz) JOSEPH HUZCO ALARCON……………………………………………………………14 Las desgracias vienen juntas (Perú) VICTOR BAHENA………………………………………………………………………...16 Cuando escuches el trueno (CDMX.) FRANCISCO JAVIER VALENZUELA SARAVIA……………………………………..17 El amanecer de los corazones negros (Concepción, Chile) MIGUEL SERRANO………………………………………………………………………18 Miradas ALMA DELIA CUEVAS CABRERA…………………………………………………….19 El amor aflora (Zitácuaro, Michoacán) HECTOR DANIEL OLIVERA CAMPOS……………………………………………….22 Las lagrimas no caen en el espacio EZEQUIEL OLASAGASTI……..………………………………………………………...23 El invicto (Buenos Aires, Argentina) GONZALO VÁZQUEZ SANCHEZ……………………………………….......................27 La veladora (La Trinitaria, Chiapas) ELVIS REMAYCUNA PARIAHUACHE………………………………………………...28 Memorias de mi infancia (Nueva esperanza Misquiz, Perú) MAX HARO DÍAZ……………………………………………………………………….30 El espejo de cristales rotos (Lima, Perú) STIVEN CAICEDO DAZA……………………………………………………………….31 En mi mente (Bogotá, Colombia) ANA PAULINA MURGIA FABÍAN……………………………………………………...32 ¿Es la muerte el verdadero fin? (Guadalajara, Jalisco) MARIO A. VAZQUEZ…………………………………………………………………….34 La historia de Estra (Chiapas) MAGALI DE LA CALLE………………………………………………………………....36 Latinoamérica (Provincia de entre ríos, Argentina) DIEGO MENDOZA……………………………………………………………………….38 Mis manías MARÍA SUSANA LOPEZ………………………………………………………………...39 Platón tenía razón (Buenos Aires, Argentina) 3


GABRIEL ALBERTO BATISTA NUÑEZ…………………………………………………40 Tu sonrisa (Tepic, Nayarit) SILVIA FAVARETTO……………………………………………………………………….41 Ariel desde la orilla (Venecia, Italia) CALIXTO VILLASEÑOR………………………………………………………………….43 Ser poeta (Valladolid, Morelia) CLAUDIA ELISA SAQUISELA NOVILLO………………………………………………44 Virus insidiosos (Cuenca, Ecuador) ANDRES CANEDO..………………………………………………………………………..47 Viaje hacia el verano JOSTIN ANDREY MENA FERNÁNDEZ………………………………………………....50 Los zapatos de Emmanuel (Costa Rica) JOSE ALAN GALVAN MORENO…………………………………………………………52 La reina inmundicia (Durango, Durango) DANIEL FRINI……………………………………………………………………………...56 Ella nos enseñó a descubrir mundos mágicos EDISON RAMÍREZ SERNA……………………………………………………………….58 Poemas reincidentes (Medellín, Colombia) RICARDO VENTURA……………………………………………………………………...60 Caída (Guadalajara, Jalisco) EDUARDO OMAR HONEY ESCANDÓN………………………………………………..62 Menarquía LAURA RAM………………………………………………………………………………..66 Recuerdo HERNANDO RODRIGO MENACHO AGUILAR……………………………………….70 Rugir de tripas (Bolivia) URIEL HERNÁNDEZ GONZAGA………………………………………………………..72 Poemas (Ciudad de México) SILVIO JOVARNY………………………………………………………………………….73 15 (Tapachula, Chiapas) ANDREA BERENICE DE LA LLATA GÓMEZ………………………………………….74 Y yo soy (Guadalajara, Jalisco) MARCO VALERIO REYES CIFUENTES………………………………………………..77 Poemas (Amatitlán Guatemala) DURAHAM LAPITP ……………………………………………………………………….79 Justine (Colombia) JUAN SOÑADOR RIVERA………………………………………………………………...81 Poemas (Puerto de Huasco, Atacama, Chile) Sección de dibujo a cargo de Alfonso Martínez (La Trinitaria, Chiapas) pp. 7, 21, 46 y 65 4


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La revista independiente Unión “José Revueltas” es sin ánimo de lucro, es un espacio para todo el público por la construcción y marcha hacia una nueva cultura. Queda estrictamente LIBRE la reproducción parcial o total de la misma.

Agradecemos fraternalmente a todas las personas que hicieron parte de este número y a sus lectores. Así como invitamos a que nos escriban y sigan formando parte de este proyecto. ¡Gracias totales!

Grupo Cultural Unión “José Revueltas”

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EDITORIAL José Revueltas. Para él, en cuanto marxista, es indudable que el mundo existe, que se percibe a través de los sentidos, que es susceptible de modificarse gracias a la acción de la voluntad. Si esto fuera todo, Revueltas sería un escritor optimista además de realista. Pero hay que añadir que la realidad se le manifiesta como un obstáculo cuyos mecanismos, conocidos sólo imperfectamente, son, más que vehículos para nuestros propósitos, trampas que se cierran para destruirnos. Si se pudiera pensar que detrás de los fenómenos hay un espíritu no podría dejar de pensarse que es un espíritu maligno, burlón, cruel, que se complace en acorralarnos hasta reducirnos, en la prisión, a la celda de castigo: El Apando. Confinados allí, abandonados a nuestra propia debilidad y a la delirante amenaza de quienes nos rodean: asesinos, ladrones, delincuentes de toda laya que quiere exorcizar su mi-

seria con el uso de las drogas y que se mueven en una atmósfera de pesadilla densa, irrespirable, que atrae a los de afuera para confundirlos (¿quién es capaz de distinguir entre el verdugo y la víctima?) y para aniquilarlos. Y nos fascina y nos hace sentir al abismo con esa prosa suya cargada de electricidad, piafante de ímpetus difícilmente gobernados. El testimonio de Revueltas es un testimonio de cargo y lo rinde con aquellas palabras en las que el idioma ha acumulado toda la pasión de la cólera justiciera, todos los fantasmas de la oscuridad, todo el horror del desamparo.

Rosario Castellanos en

El mar y sus pesacaditos.

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ALFONSO MARTÍNEZ

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” IRVING GARNELO PÉREZ PENSAR EN UNA CONCIENCIA CONTRADICTORIA DE CLASE SOCIAL Introducción Para el marxismo ha implicado un desafío en aportar explicaciones en donde no se centren solamente en una conciencia revolucionaria que sea capaz de superar las contradicciones de las sociedades divididas en clases sociales, y tampoco elaborar planteamientos que le den solamente relevancia a las estructuras sociales. Por lo que en este ensayo se busca primeramente exponer una definición de estructura que no pretenda disociarse de la acción social y por ello se llega a notar un carácter que restringe, pero, por otra parte, llega a posibilitar la acción social; es una dialéctica en la estructura. Al dar cuenta de ello lo que se expondrá es que la clase obrera al estar en un contexto en donde está presente la estructura dialéctica lo que hará que ciertas acciones estén restringidas y, en otras circunstancias, pueda realizar otras acciones, en esas experiencias que permitirán formarse una conciencia en el obrero la cual sea capaz de comparar que acciones puede y cuales otras no pueden realizar. Es así como esa acción social que realizará la clase obrera generará una conciencia contradictoria de clase social, pues esta se conformará a partir de las vivencias, las cuales tendrán ventajas y desventajas mismas que formaran parte de la clase social a la que se pertenece. En ese sentido, la conciencia contradictoria de clase social es aquella en donde la clase obrera tendrá noción de las ventajas y desventajas que ha obtenido u obtiene en una sociedad capitalista. Como conclusión se postula que las nociones como clase social en sí y clase social para si en donde la primera es una conciencia que acepta la explotación, a diferencia de la segunda, que es una conciencia revolucionaria y, si bien, ello involucra un proceso de maduración de la clase obrera, lo que se va a estimar es que tanto para la primera como la segunda acepción, está presente la noción de conciencia contradictoria de clase social. Esta presentación de las conclusiones pretende vestirse ideas que buscan la problematización de la teoría marxista en aras de tener mayor entendimiento de la sociedad capitalista y, con aquel conocimiento, poder saber los momentos coyunturales en donde se puede desmitificar las formas de explotación.

La conciencia contradictoria en la clase obrera La conciencia de clase social se asocia con una vinculación con aquella estructura en donde esta última es la organización social y las relaciones económicas, con este planteamiento lo que se puede pensar es que la conciencia de clase necesariamente está vinculada con las condiciones materiales de existencia (la estructura económica y social) y, por otra parte, también está condicionada por la superestructura (la ideología, la política y la cultura). A su vez esta consciencia de clase irá cambiando conforme las condiciones materiales e ideológicas que, a su vez, al ser históricas por ende no se caracterizan por ser estáticas o eternas ( Cfr. Marx K., Engels F.; 2001: 41-42). 8


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Con esto se llega a plantear que la conciencia de clase, ya sea en el término de conciencia de clase en si o, por contraposición, conciencia de clase para si, involucra tener en consideración las estructuras (entre ellas la económica) y la dimensión en donde está la agencia en los miembros que participan en un movimiento social. Sin embargo, la cuestión de asimilar a un movimiento social como un sistema que superar las contradicciones de la sociedad capitalista y esto por medio de una conciencia revolucionara ( Cfr. Lukacs; 1970: 253-254) fue entredicha por Poulantzas al remarcar las estructuras sociales y económicas, inclusive, su propia visión de clase social está formada por “los efectos del conjunto de las estructuras, de la matriz de un modo de producción o de una formación social sobre los agentes que constituyen sus apoyos ” (1968: 75. Subrayado en el original). No obstante, lo que se ha intentado plantear es que si se acepta la noción de un movimiento social que formara una consciencia revolucionara es una asimilación voluntarista y, por otra parte, si se piensa en las estructuras sociales y económicas en donde formaran a los agentes es estar en un determinismo estructuralista. En aquella cuestión, se formularán aportaciones que traten de definir la conciencia social restringida por las estructuras y, a la vez, siendo resultado de las acciones de los miembros de una clase social ( Cfr. Perez; 2014: 133-134).

No obstante, hay que mencionar que la conciencia de la clase social está vinculada con una acepción estructural que se consideran más como limitaciones de la acción ( Cfr: Bulmaro; 2020: 114) esta noción permite sostener que restringe la formación de la conciencia de clase social, y, por otra parte, se puede asociar a la estructura como una condición económica, calificativa u organizacional ( Cfr; Olin: 1985; 129) que permite el desarrollo de una determinada conciencia de clase social. De este modo lo que se plantea es una visión estructural en donde está presente una dialéctica y la cual esta es que no solo restringe, sino que posibilita el llevar a cabo relaciones e interacciones sociales mismas que al realizarse de una manera intersubjetiva posibilitara a conformar una conciencia social. Al tener en consideración una noción de estructura dialéctica se puede referir tres tipos: 1) económica (entendida esta como la apropiación de plusvalía y acumulamiento de capital), 2) la calificativa (concebida esta como el nivel de educación alcanzada durante una trayectoria individual) y 3) la organizacional (la adscripción a una determinada institución [1]) hace considerar que la conciencia de clase social se genera a través de la dialéctica en estas tres nociones estructurales de las cuales al restringir o posibilitar la acción formara en los agentes una conciencia de clase social. En ese sentido la clase social como una posición contradictoria ( Cfr. Olin; op. cit.: 103) al ser una consideración objetiva se le denota a la clase media, sin en cambio, con estas tres nociones estructurales ello hace pensar que las clases sociales (incluso la burguesa y la proletaria) pueden tener una conciencia contradictoria de clase social. Pues en la estructura económica al restringir o, en caso contrario, posibilitar la acción hará que el obrero al ser explotado no pueda realizar acciones (como consumir tales mercancías que están en un costo muy superior a sus ingresos), pero si le permitirá adquirir otras mercancías (como podria ser una vivienda) esto hará que se genere una conciencia social en donde sea capaz de notar su explotación, pero a la vez avista las ventajas que obtiene al ser un asalariado. Es, al final, una conciencia contradictora de clase social derivada por una noción dialéctica estructural (la económica).

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Referente a la segunda dialéctica estructural, el obrero que tiene una grado calificativo que le permite apreciar las ventajas brindadas, pero, en cambio, también notara que a pesar de esa calificación ello no le permitirá a acceder a otras ventajas propias de directores, supervisores o de aquellos que cuentan con un nivel calificativo superior; para el caso que son obreros que no cuentan con calificación advertirán las desventajas cuando denoten que sus conocimientos no son igual de valorados a comparación de obreros calificativos, sin en cambio la ventaja que distinguirá es contar con un conocimiento empírico que obtiene al estar en ese mismo trabajo (o al haber estado en trabajos anteriores). Y en caso de la organizacional el obrero podrá tener servicios, pero no podrá acceder a otros servicios de las mismas instituciones. Pues es el caso de las universidades en donde un sindicato puede acceder a un comedor comunitario, pero no puede acceder a la biblioteca. Conforme a los rechazos y obtención de los servicios se formará una conciencia de clase social contradictora que aviste las ventajas y desventajas de pertenecer a esa misma clase social. Conclusión Al plantear una noción de dialéctica en la estructura que permita o restringe la acción social ello conformara una conciencia contradictoria de clase social. Esto, por último, involucra mencionar que la conciencia en sí y la conciencia para sí en ambas está presente este carácter de contradicción, pues mientras que en la primera se puede pensar que la clase explotada no ha sido capaz de notar su despojo y su alineación, esto se da porque las ventajas con las que cuentan hace que no cuestione su situación de explotación, a pesar de ello, también está la posibilidad de que si llegan identificar ciertas desventajas, sin en cambio, no estará dispuesta a la acción revolucionaria siempre que las ventajas adquiridas les apetezcan por el momento. Mientras que para la segunda consideración cuando la clase obrera está dispuesta a la acción subversiva y ello porque ha avistado que está sujeta a su explotación, ha advertido las desventajas de ser un asalariado, sin en cambio, no niega las ventajas que se le ha brindado en una sociedad capitalista.

En ese sentido lo que se piensa es la conciencia en si no ignora las desventajas sin en cambio las ventajas adquiridas harán que no atribuyan mayor importancia a las desventajas mientras que la conciencia para sí no ignora las ventajas, pero les dará mayor importancia a las desventajas. Se considera que, al final de cuentas, para superar la conciencia contradictoria de clase en si o la conciencia contradictora de clase para si primero se tiene que pensar en que el obrero sea capaz de reflexionar en tornar a las ventajas y desventajas y pensar que una o la otra puede generar una legitimación de su explotación. Las ideas expuestas en los párrafos anteriores conllevan mayor desarrollo y por el momento al estar limitado teórica y metodológicamente para abordar este desafío lo último que queda decir es que estos planteamientos necesitan de ulteriores críticas y de problematización para que sus prescripciones no terminen por ignorar las limitaciones y posibilidades de una conciencia social vinculada con la acción social. Nota [1] Se propone esta noción, pues, en el caso como el obrero ya no se trata de trabajar productivamente, sino que involucra en determinadas acciones que se realizan en espacios que no son en el proceso productivo capitalista, 10


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y ello no solo se da dentro de la empresa, pues, lo que aquí se propone es que ello también se viene dando en otras instituciones (Cfr. Wirght; op. cit. : 130). Lo que se piensa es que esa acción del obrero está dada por su adscripción a la institución, ello es una determinada ocupación en una forma organizacional. Referencias: Bulmaro Edwin (2020). “Las teorías de las élites desde el vínculo agente-estructura”. Estudios Políticos 49. Lukacs Georg (1970). Historia y Conciencia de Clase. La Habana, Cuba. Editorial de Ciencias Sociales. Marx Karl y Engels Friedrich (2018). Manifiesto del Partido Comunista. México. Centro de Estudios Socialistas Carlos Marx. Olin Wright Erik (1985). Clases. Ciudad de México. Siglo XXI

Poulantzas Nicos (1968). Poder Político y Clases Sociales en el Estado Capitalista. México. Siglo XXI. Perez, Pablo (2014). “Cómo entender y estudiar la conciencia de clase en la sociedad capitalista contemporánea. Una propuesta”. Theomai 29: Buenos Aires, Argentina, Redalyc: 121-140. URL: https://www.redalyc.org/ pdf/124/12431432007.pdf, consultado el 27 de junio del 2020.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” GUILLE CIFUENTES CUANDO TODO TERMINE

¿Cómo se te ocurre pensar algo diferente?

…y cuando todo termine

¡Te sientes hoy en deuda conmigo!

Acá estaré para escucharte,

¿Qué es lo que quieres que te diga?

Abrazarte,

¡Deja ya de luchar!

Quererte,

Estamos del mismo lado.

Apoyarte, Comprenderte,

El rubor tiene cada vez menos de ti

Quererte,

El vaso a medias, ¿son pocas ilusiones?

Aconsejarte,

¿Dónde éstas?

Hablarte,

¡Junto a mi, ausente!

Quererte,

Aún te escucharé

Contemplarte,

Ven, toma mi mano…

Ayudarte, Quererte,

La estrella que te cuida

Quererte,

Me guía cual fervor a salvar lo que de amor

…y quererte.

queda Comparte conmigo y desangra la pena Busquemos solución y curemos la herida Hagamos una revolución.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” HIGINIO RAMIREZ MARTINEZ QUERÍDA MÍA

Como demonio al medio día Entre los objetos que me provocan ira

Hay querida

Se va escabullendo la soledad

Esta soledad me hiere

En el silencioso pasar de las horas

Me reprocha me reclama

Nostálgica sólo un murmullo me acompaña.

Su castigo de verdad me duele.

Hay querida mía

Querida

Esta soledad me está matando

Si acaso te acordaras de mí

Entre sus crueles reproches me hiere

No me niegues un suspiro

Me castiga con los recuerdos.

Aunque no ahuyentes mi soledad Nunca olvides que te amo de verdad.

Si pudiera Pero no puedo Siempre entre las olas del viento, sólo tu nombre me suena

Entre la gente en toda la gente te veo a diario.

Todas las caras se parecen Cualquier recuerdo bello tiene tu nombre en la frente Que diera por volver a verte.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” JOSEPH HUZCO ALARCÓN LAS DESGRACIAS VIENEN JUNTAS

Déjame inquietarme un poco más con tu dulce sueño que recoge las semillas de sublimes recuerdos enmarañados en lo más profundo de lo que alguna vez fue sentir la felicidad de recorrer tus territorios vírgenes prohibidos para los mortales. Y es que tanto te amé que no me viene el completo recuerdo del porqué te perdí. Talvez por tu terquedad y el perpetuo deseo de quedarte en tu natal, aquel lugar tan frío y triste al cual llegaste a darle el amor que no conseguí que me dieras a mí, aun cuando te hice conocer el sublime deseo de tener tu primer orgasmo entre los cuatro postes que sostenían nuestra suave nube. Y sin poder convencerte que huyeras conmigo me fui, me fui en busca de sueños vacíos que aun apenas logro llenar. Tras cuatro largos años estoy de regreso y no es para buscarte y llevarte conmigo porque sé que ahora lo perpetuo rompió sus límites y jamás siquiera se te pasara la fugaz idea de irte. Ahora no solo te ata el amor sino también el dolor de haber perdido a tu adorado padre. Si voy es por respeto a él y al amor que te tuve; porque no me avergüenzo de decir que fuiste mi primer amor y el primer amor nunca se olvida y más aún por habernos besado como nos besamos y sentirnos como nos sentimos, como si fuéramos un solo ser en todo este mundo indolente y egoísta que solo busca, de cualquier forma, separarnos a todos y pensar solo como individuos, nosotros no; nosotros éramos parte de un todo superior. He viajado mucho y acabo de llegar. Caminando por las heladas calles, apenas recuerdo los estrechos callejones que me llevaban a tu casa y dejo a mis pies guiarme y mientras me pregunto ¿cuál sería la mejor forma de darte el pésame de una manera que sabrías que era yo, aunque te cubras los ojos y te tapes los oídos? Me encuentro frente a tus puertas que le adorna el tan indeseado listón negro y entro en tu recinto, en el cual se encuentra la carcasa de tu padre y trato de disfrazarme entre la gente, me pongo el atuendo demás profunda tristeza como si se tratase de mi progenitor. El disfraz de tristeza se fusiona conmigo y se enraíza en mi cuerpo. Y entras tú, nunca te vi tan triste que destripas cualquier atisbo de alegría con tu aura e incluso el aire que te rodea se hace pesado. Tus delgadas piernitas tiemblan escondidas detrás de tu falda color de la noche sin estrellas ni luna, te abrazo con tal ternura y luego tan fuerte como si te fueras de mi lado, como si algo te arrancase de mí. Te miro y no puedo evitar llorar y lloramos juntos abrazándonos, nuestros brazos como serpientes tratando de asfixiarnos mutuamente. -Oh Dios mío, no quisiera ofenderte, pero a veces creo que la vida está quitando más de lo que da y si tienes justicia divina, prométeme, te lo ruego, que tienes algo bueno destinado para esta pobre alma. Llévatela media vida mía como pago, porque no soporto verla tan desgraciada. Me sigue traspasando tu tristeza por nuestro abrazo que parece hundirse en la eternidad y cuando más creí que el momento nunca acabaría, dejas de tener pasión en tus brazos y poco a poco te abandonas cayendo desmayada en mi regazo, estaba desconcertado tan solo viendo tu rostro inocente al cual se le corrió el rimer y tu labial de carmín se fugó de entre sus líneas por frotar nuestros rostros y tu cuerpo como una muñeca de trapo. 14


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” La arrancaron de mis brazos aquellos ladrones que tenían derecho, sus familiares trataban de darle conciencia y yo sentado como si hubieran drenado toda mi fuerza de un golpe.

La noche calló triste como el color de su vestido y yo aun sin fuerzas, cuidándola con la mirada, ahuyentando cualquier mal espíritu con mis pensamientos y ella allí tan ida, con la mirada pérdida persiguiendo algo invisible. Se encontraba con el cuerpo adormecido a causa del clonacepan que le dieron sin más, allí está mi frágil y desdichada muñeca ya sin voluntad y adormecidas penas, tan tranquila y con sus ojos hinchados de tanto llorar. Parece seguir persiguiendo algo invisible, sus manos se comienzan a mover como si fuera la directora de una orquesta. Después que viene la muerte, la locura mete sus narices como un bufón, paseándose por todos los rincones viendo las caras y tratando de infectar al más vulnerable. -Aléjate de mi amada. Le digo en mis pensamientos a la locura, pues eras bienvenida cuando ardíamos de amor en antaño y hacíamos cosas carentes de juicio con tal de amarnos - ¡Ahora lárgate! La pobre flor se levantó y podía distinguir dibujarse una sonrisa en su carita de loza fina y siguiendo algo invisible se fue hacia el patio de su casa, juraría que se tomaba de la mano con alguien, una imagen de alguien que ya no debería estar entre nosotros los vivos, fue cuando vagamente recordé algunas reglas sobre nunca seguir a las apariciones de los que fallecieron recientemente. Salí desesperado a impedirle que le siga. Pero ya fue tarde, ella yacía convulsionando en las faldas de un antiguo quinual, botando espuma por la boca y sus ojos volteándose, la recogí con tanta tristeza y di un grito pidiendo ayuda, grito que se ahogó en el dolor –Oh Dios mío no quise ofenderte al ofrecerte tan solo la mitad de mi vida para el trueque, no sabía que fuera tan poco, te hubiera ofrecido mi vida entera. Pero ya era tarde para negociaciones, su alma se la llevó el difunto y solo su carcasa carecía de propósito. La tenía entre mis brazos y su cuerpito se sentía vacío, frío, muerto, pero sin morir.

A la fecha su cuerpo floreciente antaño, reside en el hospital psiquiátrico de Huariaca-pasco, esperando marchitarse hasta morir.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” VÍCTOR BAHENA CUANDO ESCUCHES EL TRUENO

Para Anna Ajmátova I Ajmátova, ave de estepas. Cantas, con un sol en la garganta, para romper los grilletes. Tu Rusia no fue zarista

pero sí aquella que persiguió poetas y le concedió peso a las palabras. Aunque apresaron a tu esposo e hijo nunca te detuviste. Cantaste junto a Pasternak y Tsvetáieva las injusticias del Partido Comunista.

Supiste por Mandelshtam y otros poetas que un poema mata más rápido en comparación con una bala. Nadie podía decirle “oso” a Stalin ni que estaba rodeado por un séquito de esbirros cuyo trabajo principal era lamerle el culo.

II

Ajmátova, la poesía florece ante las desgracias –hubieras querido que fuera de otro modo–. 16


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” FRANCISCO JAVIER VALENZUELA SARAVIA EL AMANECER DE LOS CORAZONES NEGROS

A lo Hemingway de un escopetazo en la frente daré fin a mi (no) vida esto de cortarme las venas -a la romana- en medio del bosque toma demasiadas horas

demasiado tiempo

disculpen por toda la sangre chicos con esto inauguro las malaventuras que darán nombre al Black Metal disculpen que me vuele los sesos (igual de) descerebrados amigos míos

pero mi fatalidad comenzó mucho antes de MayheM aquel décimo invierno en que un accidente de patines me transportó al Helheim allí donde aguardan las raíces de Yggdrasil y los témpanos de Hela: atmósfera que acabó con el pequeño Per Yngve Ohlin Dead me rebautizaron los espectros del rock los mismos que de grande entre pesadillas -síndrome de apnea-hipopnea le llamaron los doctoresdictaron teñirme de blanco y negro y representar un putrefacto cadáver

los mismos que mandaron enterrar mi ropa por semanas antes de cada show con el fin de celebrar el hedor de la muerte misma fetidez que expelía mi vasta colección de ardillas

y pájaros

y gatos podridos

víctimas de mi calmo latir mi leyenda quedará por siempre atada a las iglesias ardientes de los noventa piromaníacos sacrilegios efectuados en pleno auge del paganismo escandinavo por siempre seré la cara (destrozada) de aquel satánico imaginario

pero ni la fama consuela

ya nada es divertido

no aguanto la curiosidad uno debe morir para encontrar la paz interna. 17


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” MIGUEL SERRANO MIRADA

La tarde nos encuentra

En la ciudad llueve

nos palpita, nos siente,

y el murmuro del agua

y nos hace uno,

se vuelve canción,

y nos vuelve un instante:

se vuelve tu voz lejana

nos vuelve una luz

murmurando una canción

en el alba de ayer.

que baja de la luna

Desde la ventana abierta

y se va por los arroyos

miro los autos y la gente

tratando de irrigar las buganvilias.

miro la lluvia que no se va

Quiero abrazar el viento

miro la gente que se quiere mover;

volar por los poros de tu piel

para hacer el vaivén rutinario,

detenerme en tu pensamiento

pero nosotros apenas iniciamos

sin mirar el otoño de tus ojos;

a calmar la serenidad de la sábana.

saber que los jardines florecen

El mar se escucha

inquietos ingrávidos fundidos,

y es otra canción,

temporalmente encendidos

es música instrumental

por el color el olor

que nos hace recordar los días,

que corre por la humedad del sol.

y los calendarios de las madrugadas, son un momento indispuesto, en el tiempo que fundió la quietud.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” ALMA DELIA CUEVAS CABRERA EL AMOR AFLORA

A magnitud de una aurora no es el amor a un pedazo de madera vieja ni es el techo de tu casa que se ladea se derrumba si sola se queda.

el dinero deformo tu integridad y lo material la sangre de tus venas Aquí estoy en la guarida de mi pena, me despierta y lloro

al recordar que no estarás para mirarte a los ojos.

No son los escombros de tus traumas desde niña los gusanos te amaran más que yo hermana mía

me ha desplazado el ego que hay en ti la prepotencia te ha dominado para dejarme a un lado la injusticia a reinado entre tus castillos y mansiones.

Borra todo lo que existe soy el fantasma que nunca estuvo ahí

La tonta vanidad lo hará por mí en el decorado de puertas el frío se cuela entre mis huesos frágiles en el espeso de esa niebla inunda nuestro horizonte y el silencio parece vernos, calla mil palabras

sin vencerme sabe que no será eterno, pasajeros de ese tren sólo somos

en medio de una noche y el gato negro escondido en tu con un destino bajamos por inercia caminamos muy closet lejos. quita de tu memoria recuerdos de miseria y canta con la luna llena el sabor de la avena de agua se queda en mi boca mientras mi hambre de amor explota por mis venas y no se agota.

Agua salina recorre mi cuerpo por dentro y por fuera

envenenan al viento con gritos, nos marchamos de tu vida que soledad siento al partir porque extraño desde ahora tu presencia

Sangran de andar mis descalzos pies para llegar a mi padre sabio nos espera con brazos abiertos a millas en la distancia el tiempo disuelve vidas la tuya y la mía, solo semillas quedan.

La humildad no excluye al delito, la ofensa intrusa se expone en la mesa despedida en la atmósfera, lazos rotos en el abismo palabras son cuchillos perforan mis sentidos 19


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” Lejos, muy lejos estaré de ti para que no puedas hundirme

no me volverás a herir por tus aposentos y esas cosas que se van a podrir en el cáncer que invade raíces, identidad iremos a distancia prudente para que el virus no germine

no discutiremos por tus bienes y tus opciones de riqueza. Volar al cielo entre aureolas a medio universo dormiré en la paz risueña daré mi mano si te quedas en la atmósfera de la felicidad poco a poco llenar orificios de tu alma.

Las cuarteaduras no se verán en tu piel los cimientos nunca se vendrán abajo serán más profundos Y ahí vivirás por siempre en esa mansión que vuela por los aires

no será una carga en tus hombros, tu ligera pluma en ella yo la niebla dispersa, envuelta en ese lugar soñé para vivir la eternidad.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

ALFONSO MARTÍNEZ

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” HÉCTOR DANIEL OLIVERA CAMPOS

LAS LAGRIMAS NO CAEN EN EL ESPACIO

Un astronauta ha llevado a cabo un experimento. Ha hecho algo corriente, simple y, a la vez, íntimo y conmovedor: ha llorado. Un hombre ha llorado por el bien de la ciencia (nadie sabe que penas ha invocado en su memoria para concitar su llanto). La conclusión de su estudio es que las lágrimas no se derraman en el espacio, se empeñan en pegarse a su cara y arremolinarse bajo sus ojos debido a la falta de gravedad.

Los efluvios salobres del alma, más allá de las elucubraciones de poetas líricos o de cábalas místicas, son materia; un compuesto de hidrógeno, oxígeno, con trazas de cloruro de sodio y que contienen también límpidos, proteínas, mucosas y una enzima; gotas segregadas por unas glándulas específicas bien estudiadas y descritas por la ciencia médica.

El hombre es materia; huesos, músculos, órganos… Duele el cuerpo cuando cambia el tiempo y notamos que arrastramos nuestro propio peso mientras ascendemos por una escalera. Podemos invocar el espíritu, pero nuestras necesidades perentorias nos dictan la agenda de todos los días con sus inexcusables exigencias; aunque la vida sea más que la satisfacción primitiva de nuestras necesidades y no sólo de pan viva el hombre. Hollamos el camino con el peso de nuestros pies, soportamos la presión de la atmósfera del cielo sobre nuestras cabezas, la gravedad nos amarra a la tierra, nuestros abrazos transmiten nuestro calor. Somos parte del mundo junto a otros billones de seres, visibles e invisibles, deambulando sobre la costra enfriada y reseca de un planeta incandescente.

Las lágrimas no caen en el espacio, comprueba el astronauta-científico, en gravedad cero no se derraman. Además, no hay nada por lo que llorar en el espacio que no haya sido traído de la Tierra, y eso incluye los pensamientos y los recuerdos. En el espacio, en la nada, no hay dolor ni alegría que nos arranque las lágrimas, éstas son un genuino producto terrícola. Las lágrimas y, los sentimientos que las generan, son parte de nuestra vida, son parte del mundo, como los ríos o el mismo océano. Estamos aquí para sentir y también para llorar.

El astronauta contempla nuestro planeta color azul-milagro por la escotilla de la nave y su llanto es aberrantemente extraño.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” EZEQUIEL OLASAGASTI EL INVICTO

Se paró en seco y miró por el ventanal. Una pareja de viejos comían un trozo de carne con el tamaño y color sangriento al que él estaba acostumbrado. Entró y se acomodó en una mesa solitaria al final del salón. En la carta resaltaba el nombre el lugar, “La fuente”. Le pareció decente, no muy elegante pero tampoco esos cafés de mala muerte que recorría de joven. El camarero le dio la bienvenida. Él no entendió nada de lo que le dijo. Solo asintió con la cabeza. Abrió la carta y tampoco pudo entender nada. No se rindió al instante, intentó encontrar palabras que le sonaran conocidas. Solo pudo traducir “patatas”. Cerró la carta e hizo sonar los dedos para que el camarero volviese. -¿Ya sabe qué va a ordenar, señor? No lo dejó terminar de hablar. Le señaló la mesa de los ancianos que comían el trozo de carne. -Don´t speak Spanish? -dijo el camarero acostumbrado a atender turistas. -No- respondió con una sonrisa. -Bistec?- preguntó el camarero. -Yes. -Beer?

-Yes. And patatas- agregó el hombre en un español pésimo. El camarero se llevó la carta y le dijo, en inglés, que en unos momentos le traería su orden. En la tv pasaban un partido de fútbol. En una mesa cercana, rodeada de botellas vacías, cuatro hombres le gritaban a la pantalla. Le molestó que no hubiera otra cosa. Se preguntó si a los mexicanos solo le importaba ese deporte idiota sin gracia. Para él debía ser así ya que nadie lo había reconocido en el restaurant. Tampoco en la calle, aunque no se haya alejado más de dos calles de su hotel. Solo un canadiense lo abordó en el hotel para pedirle un autógrafo. Su agente le dijo que no llame la atención pero no podía defraudar a un fan. -Good night champ- le dijo el canadiense cuando él subió al elevador. Eso lo deprimió un poco. Todavía no era campeón. Estaba seguro que lo sería pero los problemas en Jersey le atrasaron los planes.

-Te vas a quedar en México un tiempo hasta que se calmen un poco las cosas. No será mucho. Cuando menos te lo esperes estarás peleando en el MGM. Esas fueron las últimas palabras de su manager cuando lo dejó en el aeropuerto. 23


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” posible claro. Él sabía que era el mejor peso Wélter de la actualidad, aunque la prensa todavía no se había hecho eco. Tenía un record de 30-0-0 de las cuales 19 fueron por k.o. Si se le suma las peleas como amateur, su invicto era de 55 peleas. Pero conocía el mundo del boxeo. No importa que uno sea el púgil de la década se te dará la medalla cuando los jefes lo ordenen. El camarero le dejó la botella de cerveza y le dijo, de nuevo en un inglés correcto, que su filete estaría listo en minutos. Se sirvió la cerveza en un vaso y se bajó tres cuartos de un trago. Sacó la billetera para ver si llevaba suficiente efectivo. Tenía un recorte de diario entre los billetes que siempre lo ponía de buen humor. Estaba en la esquina inferior de la página pero se leía claro. “El invencible de Jersey, Patrick Wallace, continúa su ascenso”. Era del día de su vigésima victoria. No recordaba si se llamaba Jack Johnson o John Jackson. Lo noqueó en el round seis. Pudo haberlo hecho en el primer minuto del encuentro pero quiso dar un buen espectáculo. De todas maneras, la noticia no llegó siquiera a las noticias locales de la noche. Patrick culpó a su manager. Lo veía muy conservador para manejar a un futuro campeón mundial, así que lo despidió a los pocos meses.

Cuando el camarero le puso el filete en la mesa él le entrego la botella vacía y le hizo el gesto para que trajera otra. Los ebrios de la mesa junto al televisor gritaban cada vez más fuerte. En Jersey podría comer donde quisiera gratis y sin ruidos molestos. Era el orgullo estatal. Patrick “El Invencible” Wallace le decían todos. Él quería que su apodo fuera “El invicto” pero su entrenador, supersticioso como pocos, no se lo permitió. Mickey Rogers, el especialista en boxeo de The Jersey journal lo había apodado “El pequeño Sugar” por su parecido, físico y en talento, con el veterano "Sugar" Ray Leonard. A Patrick le molestaba ese apodo. Él fue sparring de Leonard de adolescente y no olvida cómo tuvo que controlar su brazo para no noquearlo por accidente. Nunca se lo dijo a nadie por temor a ser considerado un engreído. En su cabeza, el tal Leonard no es ni la mitad de lo que él será. Terminó la carne de pocos bocados. El camarero le ofreció la carta de postres pero la rechazó. Volvió a darle la botella vacía e hizo un gesto con los dedos pidiendo fumar. El mesero le regaló un cigarro y se lo prendió con un coqueto encendedor dorado. Patrick abrió el diario. En la tv pitaban la segunda mitad del partido. Fue directo a la parte de deportes. No entendía nada de lo que decía. Miró las fotos. Las primeras páginas estaban repletas de información de fútbol. Bufó dejando salir el humo. -Ya entiendo por qué noqueo fácil a los mexicanos. Miran mucho fútbol y nada de box. El camarero le dejó la botella. Patrick no lo miró. Tomó el vaso y se lo bebió de un trago. Llegó por fin a la sec-

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” mozo agitando los brazos. Cuando este se arrimó a la mesa Patrick le puso un billete de cinco dólares en el bolsillo y le señalo el artículo del diario con Benbinati y Thompson. El camarero, perspicaz, le leyó lo que decía. En dos meses, Benbinati defendería su corona frente al retador George Thompson en el Hotel MGM de Las Vegas.

Patrick quedó con los ojos y la boca abierta. Le hizo una seña al mesero como quien echa a un niño. Dejó caer la cabeza entre sus manos y miró la fotografía donde debería estar él. En el partido del televisor hubo un gol que hizo gritar a los cuatro hombres de la mesa. -Cuando menos te lo esperes estarás peleando en el MGM. Eso le prometió su manager. Se sirvió lo que quedaba de cerveza y la tomó con otro fondo blanco. -Si no noqueabas a ese idiota de Stagnaro no tendrías este problema- le dijo su entrenador mientras lo ayudaba a armar la maleta para irse a México. Patrick se frotó los ojos y comenzó a recriminarse esa última pelea. -Debí dejar que al menos me gane por puntos- dijo en voz baja. No era necesario que finja estar inconsciente, solo dejar que la pelea cumpla los ocho rounds. Los jurados de Don Fulchi harían el resto. Pero no soportó la idea de ese 1 al final de su récord. El 30-0-1 le revolvía las tripas. ¿Cómo podría ser llamado “el invencible” con ese maldito 1 ahí? Y no importaba sí después ganaba los cinco cinturones. Habría un viejo llamado Alesandro Stagnaro contándoles a sus nietos como fue el único que lo venció. Se harían películas y documentales sobre el hombre que fue ese 1 negativo en el record de Patrick Wallace.

-¡Penal, maldito carbón! ¿Estas ciego o qué?-se escuchó desde la mesa de los fanáticos del fútbol. -Fuck, shut the fuck up- gritó Patrick golpeando la mesa. Los pocos comensales se dieron vuelta a verlo. Los viejos terminaron su café y se fueron. Los cuatro tipos se pararon y rodearon la mesa de Patrick. -¿Qué pasa, gringo? -Estás lejos de casa wey, más respeto. Patrick no los miró. Sacó el dinero que, mentalmente, calculó que debía pagar. Agregó cincuenta dólares por la buena atención del camarero que se acercó a la mesa para pedirle a los ebrios que se fueran.

-Nos vamos pero nos llevamos al yanqui- dijo el más alto del grupo.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” denunciaban podría perder su licencia. Solo se cubrió de los golpes y patadas que le tiraban los otros tres. Uno soltó un cross que él esquivo agachándose, al levantarse le dio un empellón con el hombro que lo estampó contra la pared. Los efectos del alcohol terminaron de tirar al hombre. El tercero le arrojó una patada lateral que Patrick tomó en el aire. Solo tuvo que barrerle el pie de apoyo para que termine de caer. No había dado ni un puñetazo, tenía testigos. Todo fue legítima defensa. -Pinche pendejo, te voy a partir la madre- dijo el más grandote. Se acercó con los puños levantados a la altura del mentón.

-Este idiota peleó alguna vez en su vida al menos.- pensó Patrick. El mexicano lanzó dos jab que el estadounidense esquivó con un paso atrás. Pero cuando quiso tirarle el cuerpo el grandulón lo recibió con un gancho al hígado. Patrick ladeó el cuerpo por el dolor. El mexicano se lanzó para rematarlo. El púgil se cubrió como pudo. -Bueno, adiós licencia- pensó Patrick harto de la situación.

Arrojó un cruzado de derecha como si estuviese en el ring. El borracho pasó por debajo del golpe, lo tomó de la camiseta y le dio un frentazo en el medio de la nariz. Al norteamericano se le llenaron los ojos de lágrimas. Luego le dio una patada en el pecho que lo hizo volar hasta la calle, donde se golpeó la nuca contra el asfalto. Patrick despertó en una camilla. Su camiseta ensangrentada colgaba de una silla. Vio que tenía un enorme vendaje que le cubría todo el costado izquierdo del torso.

-Te rompieron un par de costillas a patadas, por suerte llegó la policía- le dijo un hombre sentado a su lado. Al boxeador le costaba enfocar. Reconocía la voz y, más aún, ese acento de quien no habla inglés. Era el camarero del restaurante. Patrick le agradeció la ayuda y recostó la cabeza en la almohada para mirar el techo. El mesero le arrimó su paquete de cigarrillos para que tome uno y se lo encendió con el mismo encendedor dorado del restaurant.

-Treinta ganadas y una perdida. Acá se termina el invicto- dijo el camarero dejando la habitación. Patrick se incorporó como pudo para verlo, sintió tronar sus entrañas. -No te preocupes, no voy a decir nada campeón- dijo el mesero antes de salir del cuarto.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” GONZALO VAZQUEZ SANCHEZ LA VELADORA

Una veladora era consumida lentamente por su llama, manchando de humo al vaso de cristal. Iluminaba el altar de muertos que Sergio había hecho con gran entusiasmo. Decorado con papeles multicolores en representación del viento; el olor del chocolate y el cempasúchil aromatizaba todo alrededor; las frutas de temporada le daban el sabor dulce y jugoso de otoño. El reloj marco la media noche del día dos, una mano transparente tomo a la veladora con sumo cuidado, llevándosela al campo santo. Cuando el nuevo día comenzó, todo estaba igual. Sergio contemplaba el altar de muertos. Con los ojos cristalinos llenos de recuerdos, observaba la foto de su difunto padre y, a la veladora que ardía lentamente junto a él.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” ELVIS REMAYCUNA PARIAHUACHE MEMORIAS DE MI INFANCIA

Aquel día el ambiente era luctuoso, los árboles habían perdido lo pintoresco, todo era gris a pesar de no haber tormenta. Caminaba titubeante, sopesando la idea de destruir mi boleta de calificaciones. Analicé demasiado que para cuando quise reaccionar. Ya estaba frente a mi casa. Aún inseguro crucé la puerta. En el salón principal sobre un sillón rojo, estaba papá y mis hermanos quien venturuosos lucían sus calificaciones. Al estar frente a mi padre sentí miedo, mis manos zozobraron. En un leve movimiento extendió el brazo para tomar mis calificaciones y al encontrarlas infames, su ceño era evidente. Aquellas pinceladas de color rojo sobre el papel, impregnaban un sentimiento de fracaso en mi ser. Lo reacción de papá fue inmediata. —Incompetente, solo originas disgustos. —Lo… lo siento —logre decir con voz trémula y vacilante. —Si tan solo fueras como tus hermanos. Ellos traen excelentes calificaciones —hubo un corto silencio—. Pero tú…

Esta vez no logré argüir nada. Bajé el cabeza resignado a escuchar una prolongada crítica. Pero no ocurrió. Todo ruido abandono la habitación dejando una mudez preocupante. Pensé que todo había terminado hasta que vi a papá quitándose el cinturón. Quise escapar, pero tenía las piernas petrificadas. De inmediato fui sugetado por la muñeca. Recibí golpe tras golpe, lagrimas empañaron mi panorama. Cuando papá me liberó, entre sollozos corrí a esconderme bajo la cama (siendo un niño de 10 años, aquel lugar era mi guarida). Fue mucho más lacerante que aquel día nadie se acercó para darme consuelo alguno. Quizás no lo merecía. Las vacaciones fueron días cruciales. Pasé noches atormentado por aquella voz que me decía: fracasado… La brisa de la mañana acariciaba mi rostro. Recostado sobre el balcón contemplaba una mariposa bajo el ramal de la buganvilia, cuando mi hermano posó su mano sobre mi hombro. —¿Cómo estás? —Bien —respondí tratando de ocultar la desventura que atravesaba. —Papá no debió golpearte. Pero tú también debías haberte comprometido con la escuela. Quizás tengas algo de responsabilidad en todo esto…

No quise responder, él solo se retiro. No pude guardar mi molestia debido al comentario de mi hermano. Pero quizás tenía razón. Si mis notas hubieran sido mejores todo sería excelente. ¿Ahora que hago? ¿Hacia dónde voy? Era imperioso encontrar una respuesta, una nueva filosofía de vida que me reinventara.

Fue entonces que hice una promesa: “Nunca más permitiría un desprecio y buscaría ser un alumno excelente”. 28


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” Para ello dejé el desorden, abandoné malas amistades estudié con ahínco. De regreso a clases mi lugar preferido se volvió la biblioteca. Desde ahí empecé a desarrollar gusto por los libros. El inicio fue difícil, pero al obtener los primeros resultados enfoqué mi vista aún más. Perdoné a mi padre. Los últimos años en primaria ocupé primero puestos académicos. Durante secundaria continué con mis logros, fortalecí mí pasión por la lectura, estudié oratoria, liderazgo, todo eso me ayudo a ganar concursos y ocupar cargos como alcalde en mi institución. Hoy he comprendido que: Todos tenemos un pasado o presente doloroso, lo bueno es que podemos dar un giro a nuestro favor. Apalancarnos de malas experiencias para ser más fuerte y prósperos. Las personas tenaces obtienen grandes resultados. Todos podemos ser tenaces. No tendría ni seria lo fuerte y prospero como soy ahora, si hubiese vivido tiranizando por ese dolor. No es que sea masoquista, pero creo que los golpes y heridas del pasado hicieron que reaccionara, para salir del fracaso.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” MAX HARO DIAZ EL ESPEJO DE CRISTALES ROTOS

Es domingo. La lluvia golpea los cristales de mi ventana con gordas y pesadas gotas de cárdeno otoño. Me levanto y asomo mis consternados ojos en dirección a la calle. El blanquiceleste cristal está empañado por una incierta humedad de pálido vaho oscuro. Con apuro, paso mi mano derecha hasta dejarlo muy limpio y trasparente. Afuera, el viento sopla con fuerza entre las madeselvas y los geranios rojos y blancos de mi balcón. Un frio helado me sobrecoge y lentas gotas de sudor salino recorren mis impávidas mejillas hasta caer al suelo. Miro el reloj con asombro. Es la hora 9:11 pm. De alguna manera mi sombra se refleja en un claro de la pared despintada de la habitación. En la calle el ruido de las sirenas es intenso, en cierto modo comprensible pero terriblemente perturbador. Fijo la mirada en la misteriosa sombra que con agazapados y lentos movimientos se acerca, cada vez más y más. Es una sombra opaca e inexplicable que cubre con siniestras y negras garras los límites de mi sorprendida silueta. Es opresiva e inhumana. Espeluznante y tenebrosa. Siento angustia y repulsión. Está casi frente a mí. ¡Hey venga, ayuda!. Pero no logro pronunciar palabra alguna. No puedo. Es el miedo. Es la ansiedad. Es el encierro. De pronto, un silencio absoluto invade mi pequeña habitación; mientras el hedor a vejez se desvanece poco a poco en el techo. Entonces, extrañamente la sombra se retuerce en un rincón de las paredes, en las sábanas de la cama, en las toallas del baño, en los pliegues de la cortina, en el espejo de la mesa de luz. Después retrocede unos pasos y me da la espalda. Luego se escurre, sin prisa, por la ventana y desaparece con la neblina fría, cada vez más espesa. Se pierde entre las calles oscuras, como si la ciudad se la tragara con su enorme garganta y, con ella la muerte (pienso vanamente). No es tu hora - alcanzo a escuchar. ¿Qué había sido todo eso?. Qué disparate, pienso. Ahora, la habitación parece más silenciosa y fría que de costumbre. Nunca la había sentido así. Me quedo mirando los cristales hasta cerrar mis parpados cansados, atrapados en vana sonnolencia. Los años pesan de dolorosa e irremediable tristeza, de ansiedad y angustia. Lloro al borde de la cama y miro la pequeña mesita de nogal donde un frasco azul se esconde dentro de la cajonera. Observo el viejo espejo con los cristales rotos. La estatua de la Virgen de Lourdes. Tengo un designio que me sosiega. Abro el cajón. Levanto el frasco azul y logro leer: "sulmotoxina 1...". Respiro hondo y abro más los ojos con esfuerzo y resignación. De súbito, una parvada de cuervos cruza el cielo aterciopelado; mientras descubro en el pálido reflejo de los cristales rotos del espejo, mis propios ojos cansados que miran la desdicha de mi rostro envejecido, atrapado; nos miramos fijamente hasta que juntos nos tomamos el último sorbo. Un silencio ensordecedor se deja morir en la noche, sin prisa, como una oquedad.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” STIVEN CAICEDO DAZA EN MI MENTE

De nuevo la recordé mientras caminaba por el parque, trate de olvidar ese recuerdo amargo que no me dejaba dormir por las noches, esa misma persona que me hacía despertar agitado y gritando de miedo, tal vez había sido la persona con más mala suerte en el mundo, para muchos una gran bendición, le pedían a Dios tenerla más tiempo, poderla disfrutar y reír junto a ella, ese no era mi caso, yo prefería tenerla alejada de mi vida, hasta incluso que se hubiera muerto mucho antes, pero no fue así, de nuevo te tuve que recordar, ella que me dio la vida y al mismo tiempo trato de que la perdiera, ella era mi mamá. Camine y mire a todos los niños jugar con sus padres, como una gran familia feliz, encontré una silla y me senté, algunas mamás le decían a sus hijos que tuvieran cuidado, la mía me decía que me fuera lejos con la esperanza de que me perdiera, esa era mi madre, una mujer de carácter fuerte, a los cuatro años me dejaba solo en casa sin nada que comer, cuando volvía por la noche ella me miraba y me decía: “así te harás mucho más fuerte.” En las reuniones que hacia el colegio ella nunca llegaba, todos los padres iban a mirar a sus hijos bailar para la presentación que hacían al frente de todo el colegio, cuando terminaban les tomaban fotos a sus hijos, mientras que yo me quedaba solo en el salón porque me ponía triste al ver a los demás.

Nunca comprendí a mi mamá, cuando llegaba por las noches a darme de comer, me servía el plato y se iba para su cuarto a dormir, me quedaba mirando la puerta pensando en que estaría haciendo, mi infancia era alrededor de ella. En la adolescencia eso cambio, ya no me importaba lo que mi madre hiciera con su vida, conseguí un empleo para independizarme lo antes posible, trabaje vendiendo productos de Aseo y mi mamá nunca se enteró, ella pensaba que me quedaba en el cuarto haciendo nada, como si fuera un vago. Cuando cumplí los 18 años tuve el dinero suficiente para independizarme, espere a que mi mamá llegara de trabajar, cuando entro a la casa me miro de arriba abajo al ver que sostenía una bolsa con mi ropa, no dijo nada, así que decidí hablar, “me voy mamá” Le dije esa noche, ella hizo una cara de sorpresa, pero me respondió de la forma más dura que podía haber, “creo que es lo mejor.” Fue muy duro para mí escucharla decir eso, incluso cuando Sali de la casa, deseé que ella me detuviera, que me rogara para que no me fuera, pero no lo hizo y dejo que me marchara. Dos días después de su muerte me encuentro en el parque pensando en ella, tenía emociones encontradas, tenía rabia, no hacía ella, sino conmigo, tenía rabia porque me sentí triste al escuchar de que había muerto, no se merecía mi tristeza, pero de alguna forma esa mujer dura hacía que me doliera y la tuviera en mi mente.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” ANA PAULINA MURGUÍA FABIAN ¿ES LA MUERTE EL VERDADERO FIN?

La muerte ha sido a lo largo de la historia uno de los principales temas en el desarrollo de la humanidad. Es constante encontrar cuestionamientos sobre lo que esta misma nos ofrece y la forma en que se nos presenta en relación a todo lo que conocemos como vida. En la mayoría de las situaciones la muerte es representada como el fin de los sueños e ideas que cualquier persona tiene para sí misma u otras a su alrededor; es común en estos casos que la sociedad no lo acepte con normalidad a pesar de saber que es la única cosa segura que tendrá cualquier ser humano. Al respecto de esto existe un claro ejemplo literario que puede ser leído para cualquier persona, inclusive podría atreverme a decir que puede ser comprendido por cualquiera que lo tenga en las manos. Este ejemplo nos es entregado por Kafka a manera de microcuento: “¡Ay! -dijo el ratón-. El mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan grande que le tenía miedo. Corría y corría y por cierto que me alegraba ver esos muros, a diestra y siniestra, en la distancia. Pero esas paredes se estrechan tan rápido que me encuentro en el último cuarto y ahí en el rincón está la trampa sobre la cual debo pasar.

-Todo lo que debes hacer es cambiar de rumbo -dijo el gato... y se lo comió.” En el ejemplo anterior podemos darnos cuenta de como es que se nos presenta la muerte de una forma en que no debemos verle de una mala manera; una manera a la cual ya estamos acostumbrados. En primera instancia el ratón hace referencia a lo que ha sido su vida a lo largo del tiempo, en su narración podemos encontrar la manera en que se hace una transición de personalidad conforme pasa el tiempo, al decir que el mundo era grande y le tenía miedo podemos notar como es que expresa una descripción a la infancia: un niño suele agrandar todo lo que ve a su alrededor, las cosas y situaciones que le rodean son tan pequeñas que no logra comprender lo que está viviendo. Seguido de esto la manera en que el ratón menciona la alegría que el ver más muros a su alrededor le otorgaba puede ser representado como los sueños e ilusiones que este tenía hacia la vida: la manera en que a veces los obstáculos no lograron provocarle una rendición, sino que le entregaron un nuevo impulso de lograr las metas sabiendo que podía con ellas. Podemos finalizar la visión del ratón de una manera en que la edad y los fracasos lo entregan a un punto de decepción en el cual ya no se siente cómodo; es en este momento en que el cuento nos presenta el primer encuentro con la muerte al mencionar “está la trampa sobre la cual debo pasar”, es la representación en la que nuestro personaje se hace plenamente consciente de que la muerte existe, de que está más cerca de lo que piensa y que probablemente todo el significado de lo que tenía como vida realmente no le servirá de nada. “-Todo lo que debes hacer es cambiar de rumbo -dijo el gato... y se lo comió.” Esta concepción que se nos otorga de la muerte es directa, nos ofrece la muerte como una nueva forma de comprender a la vida misma, 32


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” como una manera de lograr un reconocimiento a lo que buscábamos ser y hacer. Hay que reconocer que la muerte es una idea que siempre estará constante, sin embargo, el hecho de que nuestro personaje busca querer superar sus propias expectativas y encontrar un nuevo camino para lograrlas lo colocan en la irónica situación de morir siendo comido por el gato, cuando lo que él buscaba era escapar de la trampa de ratones que provocaría su muerte para así lograr sus objetivos. Entonces, ¿qué es realmente la muerte? La muerte en este microcuento es el medio por el cual se le permite llegar a ser lo que constantemente se le pide al ratón y que inclusive se exigió a sí mismo: “ser alguien”. Obtener lo que siempre buscó, sobre todo de manera individual; por eso el ratón tiene “otro nuevo camino” que le es otorgado por el gato. Esta situación nos recuerda que la muerte está presente en cualquier comento, ya sea de manera consciente o inconsciente, en este caso si el ratón hubiera sido consciente de ella podría haber disfrutado de la vida e inclusive de la muerte misma.

Bibliografía: Kafka, F. (2019). Breve antología de microcuentos. Materiales lengua y literatura. Recuperado de: http:// www.materialesdelengua.org/LITERATURA/TEXTOS_LITERARIOS/CUENTOS/microcuentos.htm

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” MARIO A. VÁZQUEZ LA HISTORIA DE ESTRA

Antes del todo hubo una explosión y de ella surgió la materia que originó al cosmos, a pesar de pasar escasos segundos, millones de cosas sucedían a la vez y antes de darse cuenta, todo empezaba a tomar forma, las pequeñas luces que se liberaron se juntaron unas con otras, algunas juntándose y otras rotando a su alrededor, parecían protagonistas de historias de amor tristes, donde un triángulo amoroso termina con una pareja feliz y un amigo con el corazón roto que siempre los acompaña. Este fue el origen del polvo, el origen de las estrellas, el origen de lo que formó a Estra, ella nació cuando una estrella enana, de color azul, colapsó sin motivo; al haber sido creada por este suceso tan inexplicable, ella conocía toda la historia de sus partículas, desde la explosión hasta el momento de su nacimiento, sabía cómo estas buscaron la estabilidad a través del tiempo y que cosas habían sido antes de llegar a unirse en una estrella.

Con todo ese conocimiento, decidió explorar el universo, como sabía que buscar en donde ya había estado (aunque no fuera exactamente ella, si no las partes de las que se hizo) no sería tan interesante, decidió explorar lugares desconocidos para sí misma; para empezar, decidió ver de lo que era capaz y se dirigió a un planeta cercano, se sentó en el cómo cualquier niño se sienta en una pelota para rebotar con ella, pero se dio cuenta de que eso podía ser perjudicial para la esfera y pensó que era demasiado grande para explorar los pequeños mundos, así que se dividió en infinitas copias de sí misma, que, de alguna manera, como si estuvieran conectadas por cuerdas invisibles, todas sabían lo que sucedía con las demás. Y así fue como Estra, la estrella con vida, adoptó diferentes formas en cada copia y exploró la infinidad del espacio conociendo distintos mundos, al principió encontró planetas que eran totalmente gas o donde llovían piedras, en fin, de condiciones extremas; pero no se desanimó, continuó explorando los confines del universo buscando algo que llamara su atención, en una ocasión encontró un planeta que tenía millones de cuevas, este planeta estaba muy cerca de su estrella y por lo tanto su superficie, en el día, alcanzaba temperaturas extremas, a pesar de esto, descubrió que en lo profundo de esas cuevas habían unas criaturas que se movían a través de los túneles y se mantenían con vida de alguna manera, aprendió su forma de comunicarse y les enseñó miles de cosas. Sus partes siguieron viajando y conociendo nuevos mundos y seres, aunque en realidad eran pocos lugares en los que encontraba vida y aún más pocos los lugares con especies que pudieran realizar lo que ella les enseñaba, a pesar de viajar por millones de años y conocer incontables mundos, apenas llevaba conociendo unos centenares de especies con las capacidades que eran necesarias para conocer sus secretos. Una de sus copias fue a parar a un planeta que estaba casi cubierto de agua, una única cuarta parte se encontraba siendo una isla, en ese lugar, las condiciones eran tan tranquilas que pudo conocer muchas formas de vida; decidió quedarse a observar y empezó a buscar quien tuviera las capacidades que ella buscaba, encontró algunas especies que podían construir y construyó con ellos sitios de belleza indescriptible que algún día terminarían desa34


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” pareciendo, luego de un tiempo, observó muchos cambios en el planeta, la isla, que antes era una sola, se comenzó a dividir en varias partes haciendo que todo se volviera totalmente diferente y destruyendo muchas de las cosas que había creado, algunas se cayeron, otras se hundieron o terminaron enterradas y demás; después de que eso sucediera, decidió volver a empezar y encontró a una especie que vivía en unos árboles, árboles que, debido a los cambios del mundo, comenzaron a desaparecer; así, presenció como esa especie comenzó a bajar de estos y empezaron a desarrollar nuevas habilidades, se percató de que los seres eran muy torpes, así que decidió ayudarlos a sobrevivir, les enseñó como comunicarse y a hacer herramientas básicas, de esta manera, les reveló el primer secreto, el fuego. Las criaturas quedaron maravilladas ante las llamas y ante el ser brillante de belleza inexplicable que se presentaba ante ellos de vez en cuando, la admiraron a tal punto que, a través de las generaciones, fueron dejando un mensaje: “Eso existe, nos ayuda y sabe todo”

Lo que para Estra era un tiempo diminuto para las criaturas eran varias generaciones, así que entre una visita y otra se iban olvidando de ella, esto sucedía por los fallos al pasar la información de generación en generación y porque, Estra, rara vez se presentaba con la misma forma dos veces seguidas; por eso decidió volverse aún más pequeña, dividiéndose en varias copias del tamaño de la especie que ayudaba y otras tantas de mayores tamaños, dependiendo de las tareas a realizar tomó diferentes formas en cada copia; así logró encontrarse al mismo tiempo en distintos lugares, sabiendo lo que pasaba en cada uno de ellos y ayudando a la misma especie por el planeta entero, creó nuevas estructuras y reinos que funcionaban; les fue ensañando más cosas. Hasta que un día, decidió recorrer el sistema solar en el que se encontraba, volvió a ser la copia que originalmente había llegado, supuso que un tiempo lejos de estos seres no lograría acabar con ellos y se marchó, recorrió los demás planetas y luego de un tiempo regresó, cuando volvió, vio cómo su ayuda se había vuelto un mito, se había dividido en diversas versiones diferentes, pero que relataban la misma historia; muchas personas, consumidas por la codicia y el egoísmo estaban poniéndoles nombres a sus distintas formas para luego usarlos a su beneficio, esta acción molestó a Estra y decidió hacer pagar a la civilización que ayudó, se presentó en algunos lugares para dar distintas indicaciones, llevando a personas a conflictos innecesarios y sangrientos, dependiendo de que tanto creía que se merecían, después de haber saciado su furia decidió que seguiría su viaje y dejo a esa especie. Hoy los seres que despreciaron su ayuda se autonombran humanidad, es una civilización abandonada a su propia suerte, pues solo era una de las varias que Estra había encontrado en su camino.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” MAGALI DE LA CALLE LATINOAMÉRICA

Cuando habla un latinoamericano

Habla el francés

Hablan miles de voces.

Con nostalgia a su patria.

Cuando lucha,

La nostalgia, el dolor,

Lucha el mundo.

La angustia y el padecer.

Hablan los originarios

Habla el italiano,

Por todo lo que tuvieron que callar.

Peleando por las calles,

Habla el criollo por las veces

Viviendo en conventillos,

Que fue a defender la patria

Jugandose la vida en cada esquina.

Los argentinos descendemos de los barcos:

Hablan los judíos.

De la parte superior y de los sótanos.

Rechazados, ocultos.

En una venían los inmigrantes blancos

A veces con vergüenza de sus orígenes

En la otra el esclavo negro.

Y otras haciendo frente y formando su lugar.

El esclavo, que se nos escurre de la historia

Hablan los rusos,

Porque era el que servía, sin quejarse.

Los polacos y tantos más.

Era el negro, que sin decir una palabra

Pero habla también la tierra,

Fue sometido y torturado, resistiendo.

La que no resiste más injusticias.

Hablan los españoles, que, como dijo Neruda:

Que el latinoamericano nunca deje de luchar.

"Se llevaron todo y nos dejaron todo".

Que el latinoamericano nunca más se vuelva sumiso,

Que con su guitarra, por los bares,

Que se juegue la vida en cada partida,

Enamoraba y lloraba.

Que sea patria grande, nunca más dividida. 36


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” ¿Cómo no ser poeta siendo latinoamericano?

Que América sea libre,

Te corre el aborigen que mataron,

Que resista, que luche

El gaucho, siempre escapando,

Que la voz del americano,

El inmigrante que, con hambre,

es la voz del mundo.

llegaba, ateo y anarquista.

El refugiado, el que venía de la nada, a la nada. El que quedaba en los puertos. El que rezaba, el que rezaba a todos los dioses. El "que se hizo la américa" y el que América lo hizo.

¿Cómo no ser poeta?, con la cordillera sosteniéndonos, Con los ríos y los mares, riqueza universal, Los bosques, y los glaciares.

Con los colores de nuestras tierras, Que cambian, que lloran y que desaparecen. Con las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo buscando sus hijos.

Los latinoamericanos luchamos, Porque desde que somos América, Otra opción no hubo, La construimos luchando, soñando la libertad.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” DIEGO MENDOZA MIS MANÍAS

Desde los 11 años en sexto de primaria llegó a mi esa inquietud por la poesía, pareciera que fue ayer, pero sucedió hace 21 años. “Los motivos del lobo” declamada por un gran orador, me llamó la atención, con sus 3 voces narrativas y los ademanes que hacía su ponente, fueron más que suficiente para que quedara prendado.

Quise declamar, lo conseguí y sobre esa senda continúe; después de cierto tiempo me decidí a ser yo quien escribiera esos versos, pero ni a los talones llegaba de esos grandes escritores de los cuales yo indagaba. Llene libretas con versos sosos, alguno que otros sonaban graciosos, otros más solo eran por intentar, por experimentar.

Y desde entonces, cargo una libreta especial para mis escritos y una lapicera de puntillas del .5, ¿Por qué? No lo sé, lo único que sé es que el .5 es de las más fáciles de conseguir y me da una fluidez al escribir que no me da la .7, además de ser más delgada y la presión que debes ejercer es suave, es como acariciar la hoja, hacerle el amor a la libreta con cada trazo, con cada letra, es cuando descubrí una de mis tantas manías.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” MARIA SUSANA LOPEZ PLATÓN TENÍA RAZÓN

La realidad parece una película de ciencia ficción. De pronto el encierro como forma de vida, un bombardeo informativo de noticias trágicas, muertes, aislamiento obligatorio. Las personas caen como soldaditos de guerra. Todo cambio. La desconfianza se instalo, como si el peligro fuera el otro, el de al lado.

Las semanas pasan, como autos en una carrera donde no se ve la meta final. Un laberinto de vidrio con varias salidas posibles, pero sin certezas. Una analogía, la alegoría de la caverna, prisioneros en el hogar. Una presencia invisible, algo tangente está haciendo estragos en las poblaciones, un cambio difícil de comprender en el imaginario colectivo.

Muchos logran sobrevivir, salir y liberarse de las cadenas de esa condena, pero sin saber consecuencias futuras. Es una situación real o imaginaria. ¿Cual es la verdad en este mundo? Las apariencias engañan detrás de bocas tapadas y de miradas ausentes. “Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos... ¡Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor!... ¡Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador!” Todos en el mismo combate, aunque muchos prefieren no ver la verdad. Es complejo entender, por eso nadie saldrá indemne de esta ofensiva. Para algo tiene que servir este encierro. Es doloroso ser ignorante, estar encadenados a la sombra de una pared. La mejor estrategia de guerra para lograr la libertad es a través del conocimiento y para ello es necesario utilizar el mejor armamento, la educación, la ciencia y la razón.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” GABRIEL ALBERTO BATISTA NUÑEZ TU SONRISA

Yo era un incrédulo más, o tal vez un desertor Por no creer ser capaz de triunfar en el amor Se me ocurrió que jamás encontraría un sector Donde solo existiera paz mezclándose a mi clamor.

No te esperaba y llegaste puntual y precisa Con una mirada de ángel refrescante como la brisa Toda mi atención llenaste pues algo en ti me hechiza

Cupido atacó con argel y el flechazo fue tu sonrisa.

Tanto tiempo cabizbajo que solo veía el suelo Mi futuro lleno de incertidumbre y mis reproches por el cielo Pero algo en ti me atrapo y me dejo congelado como el hielo No fue tu cara, tu cuerpo, mucho menos tu pelo.

Yo un atrevido más y erróneo amante Muchas sensaciones me provocas como el querer besarte

Sí, todo me gusta de ti pero en especial una parte Tu sonrisa fina esculpida como una obra de arte.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” SILVIA FAVARETTO ARIEL DESDE LA ORILLA

La ola retrocediendo abre de par en par a la vista los restos del abismo A veces desnudos, a veces inocentes -frente al Ojo maniático al Ojo inquisidorVuelve, ola, a cerrarte

sobre estas miserias sobre tantas camas deshechas sobre tantos riscos escabrosos -Oh Alfonsina – que piden sólo zambullirse a pique y no subir a la superficie ya

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” SILVIA FAVARETTO

MI MEDIO KIWI

Éramos iguales imposible no enamorarnos. Brasas en los ojos, pelo suave colmillos de luz siempre decir la verdad, aunque te destroce soportar cualquier dolor, pero enfrentar a la bestia interior Les dejo con mucho gusto sus presumidos príncipes en leotardos a mi me encanta mi criatura salvaje con cara de pocos amigos que rechina los dientes de deseo mientras me dice que estará en la tormenta a mi lado

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” CALIXTO VILLASEÑOR SER POETA

Ser poeta

habla con la lengua seca

ser alcohólico

los hoyos de sus bolsillos se arrastran hasta un doloroso recuerdo

ser puta tu puta

-una hoja de papel mal escrita-

es la misma situación

y la lee en voz ronca

el poeta a falta de esperanza se embriaga

frente a ustedes.

a falta de escritura

abre las piernas la puntualidad lo degolla prisa húmeda sin noventa para la jarra cuesta una mamada también un cigarrillo ¡arrojados a la cara!

¡arrojados en la cara! ¡arrojados en la cara! con la cara Una pm la costra seca en la cara el poeta se asusta en otro cuarto en otra cama

el nuevo paisaje de otra ventana tiembla

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” CLAUDIA ELISA SAQUISELA NOVILLO VIRUS INSDIOSOS CONFINAMIENTO. ¿Puedes decirme en dónde estás confinado? ¡Quiero hundirte allí, hasta que la oscuridad aparezca! Vives entre piruetas de temores que te persiguen, y que tocan los reinos de posible salvación… Ese lugar, es cuál agujero de gusano …

Allí el aire te falta, No puedes huir estas atrapado, ¡el confinamiento se te pegará al alma!, y volverá ceniza todos tus sueños, ¡te arrastrará hasta la desolación! tu existencia pende de un hilo…

cuidado que él puede perforar tu pecho … Y que quizás un rayo de esperanza te libere del confinamiento… LOS VIRUS SON INSACIABLES. Los virus son como el llanto de los huérfanos, son llagas llenas de pus, como el delirio, son culpables de las muertes del amanecer. están hechos de otros virus engañosos…

causando síntomas letales, son malévolos entran por la respiración… ¡No puedes fiarte de ellos! ¡causan mucho dolor! no hay vacuna para ellos, ¡somos sus esclavos sin querer! 44


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

EL COVID 19. Soy el Covid 19… y te enfermo con la boca, con los ojos y te dejo los pulmones putrefactos. Como virus soy un enigma y una realidad, No estoy vivo, pero tampoco estoy muerto, Soy el Covid 19, te enfermo como si fuera un cuchillo, y te asesino y me aferro a tu organismo,

¡Acuchillo el aire que respiras! te encadeno a tus cenizas… Y te voy destruyendo como un aluvión, Aun estas a tiempo…sálvate, ¡Tú posees la fuerza para lograrlo! Sé resciliente en estos tiempos virulentos…

MENDIGANDOLE A LA SALUD. Se acabaron los días de brisa,

Comenzaron las madrugadas de dolor… Atravesamos por un destino incierto, Y en todos lados, escuchamos la sinfonía de la muerte, se perdieron nuestros sueños invadidos por el virus,

el sol ya no sale en las mañanas, porque está lleno de achaques, las profecías del Apocalipsis comienzan a cumplirse … porque el planeta puede florecer en nuestra ausencia!

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

ALFONSO MARTÍNEZ

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” ANDRÉS CANEDO

VIAJE HACIA EL VERANO

Complicada es la labor de ser actor en un país pobre. Es que además de actuar hay que trabajar para poder sostenerse adecuadamente. Por eso llegó atrasado a la Terminal de Ómnibus. Entró corriendo y se dirigió a la zona de las plataformas de salida y allí vio que sus compañeros le hacían señas para que se apurara; el ómnibus estaba a punto de partir. Iban a filmar partes de la telenovela a otra ciudad. Él, por haber trabajado en dos o tres tragedias griegas y por la vida misma, ya sabía que el destino teje sus hilos secretamente. Pero aquel era un tiempo de delicias y en ese momento sólo pensó en lo que le acercaba a la felicidad. El asiento que le habían reservado estaba al lado de Marta, la bella, resplandeciente, inalcanzable actriz recién incorporada al elenco para hacer un personaje secundario. Había una larga noche por delante, había que procurar dormir pues al día siguiente, ambos tendrían que actuar. Marta, sin embargo, a pesar de su aparente ensimismamiento anterior, resultó ser una infatigable conversadora. Él, cuando se trataba de las cosas que le brotaban del corazón, podía dejar fluir las palabras que se iban ordenando en una especie de caudal poético, hondamente emotivo. Hablaron, claro, de los grandes amores perdidos y añorados, casi no tocaron el presente: ella casada, él recién separado de su tercera mujer. Cayeron, finalmente, en el silencio y en la somnolencia y, desde allí, se sumergieron en las aguas superficiales del sueño. Por eso él se despertó de pronto, un poco sobresaltado, y descubrió, en medio de la densidad de la noche, que su mano estaba entre las piernas de ella (largas, maravillosas, enfundadas en unos pantalones jean). Se asustó, si ella se despertara podría pensar que era un abusador. Él tenía meridianamente claro que jamás, al menos conscientemente, había llevado su mano ahí donde estaba aprisionada. Intentó entonces retirarla con la mayor suavidad posible, de manera que ella no despertara. Pero al hacer el primer movimiento, tuvo conocimiento de tres cosas casi simultáneas: las piernas de ella se cerraron capturándole más aun la mano; la mano de ella se dirigió a la mano de él y la mantuvo en ese lugar; los ojos de ella, azules, enormes, poderosos, se abrieron y alumbraron ese segmento de la noche y se clavaron en los de él, avisándole con el lenguaje de la luz, que esa mano estaba donde debía estar. A partir de entonces no durmieron. Mientras el ómnibus recorría la negrura infinita, ellos se llenaron de resplandores y caricias. Cuando el vehículo llegó a su destino, estaban colmados y a la vez insatisfechos; la sed del uno por el otro había crecido en sus gargantas y en sus almas. Sabían también que lo sucedido debía mantenerse en el más absoluto secreto, que ni los miembros del elenco ni nadie, debería percibir lo que pasaba entre ellos. Por eso, durante los días de filmación se mantenían separados, pero, cada vez que les era posible, se miraban con un hambre que venía desde el origen de los tiempos. Claro, encontraron algunas fugaces oportunidades para besarse, para absorberse, para intentar reemplazar desde las bocas los imperativos del sexo. Por eso, cuando tuvieron que regresar, decidieron rechazar los pasajes de avión que tenían y volvieron nuevamente en ómnibus, ahora solos, en una noche de frenesí y de manos ávidas que exploraban debajo de la frazada que habían comprado, el territorio milagroso del otro, la promesa frutal e incandescente del cuerpo ansiado. Pero al llegar a su ciudad, Marta aludiendo a Shakespeare, le dijo que todo allí acababa, que todo había sido el sueño de una noche de verano. Sin embargo, tres días después ella llegó al departamento de él, para anunciarle que viajaba a Suecia con su marido. Sin embargo,, Marta se quedó un rato y se dejó nuevamente comer a besos; sin embargo, en el sofá, abrió las piernas y lo dejó penetrarla por un instante y luego lo expulsó como a un émbolo. Y entonces ella se 47


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

fue, y entonces viajó. A los quince días él recibió una carta con estampillas de Suecia, que consignaba como remitente “Sueño de una noche de verano”. En la carta, Marta anunciaba que estaría de vuelta, sola, en 20 días, indicaba la fecha y la hora de regreso, y, sin decirle que lo amaba, se lo hizo entender entre los subtextos reveladores que generan las palabras. Él siguió con sus filmaciones. Precisamente estaba actuando la noche en que tenía que ir a buscarla al aeropuerto. Logró terminar a tiempo y fue recibirla. Y ella se presentó, hermosa, como la luz del sol luego de una amarga noche. Llegó con su pelo negro intenso, con sus deslumbrantes ojos azules, con su esbeltez y su garbo de mujer hermosa. Pusieron la enorme cantidad de maletas en el auto de él y de allí se fueron directamente a un motel. Se amaron impiadosamente, con desesperación y ansiedad acumuladas, hasta que amaneció el día. Entonces llegó el tiempo de no dormir, de no comer casi. Hacían el amor todas las noches, toda la noche. Él iba al trabajo cayéndose de sueño y se metía, sin despertar sospechas, a dormir en el baño de la oficina. Después de ello continuaba el trabajo en la telenovela. La maquilladora lo advirtió cuando un día le dijo que tenía muchas ojeras. El director lo advirtió cuando le dijo que se lo notaba hecho mierda. “Seguramente te estás cogiendo a alguien sin medida ni clemencia. Pero, aunque me alegro de ello, yo te necesito aquí bien despierto y rozagante. ¿Me entiendes?”, eso le dijo. Su jefe, en la Agencia de Publicidad, también le advirtió: “Luis, ¿qué es lo que te pasa? ¿Sufres de diarrea crónica que pasas tanto tiempo en el baño?” Pero la saciedad no llegaba. Practicaron con alegría y exaltación crecientes, todas las formas, todas las posiciones, todos los entrecruzamientos que su imaginación les sugería. Fue, durante algo más de dos meses, el saltar de paroxismo en paroxismo, el reconocerse en cada molécula, en cada aroma, en cada sensación táctil del enorme territorio de la piel. Y, para él, no dormir, claro, casi no dormir nunca. Incluso tuvieron que hacer un viaje corto a filmar un “spot” para televisión. Ella era la actriz, él, el director. Ya desde el principio del recorrido se desbordaron. Apenas dejaron la ciudad, dejaron también las normas y los prejuicios y, en el vehículo que los transportaba, empezaron a besarse como si fuera una nueva fantasía recién descubierta, un banquete inesperado en las alas de la libertad. Los miembros del equipo de filmación sonreían entre benévolos, asombrados y tal vez un tanto envidiosos de la buena suerte de los demás. En aquel coqueto hotel, en medio de la selva, la fantasía de ambos se exacerbó y tuvieron una alucinante noche de amor. El cabello negro de ella, bañaba de azabache las sábanas, las paredes blancas, la habitación entera. Luis, aunque ya lo había notado antes, creyó estar viviendo un clímax eterno y definitivo. ¿Era eso el amor, nuevamente el amor? se preguntó. Al regresar, él consultó a su corazón y al llegar a una de las ciudades intermedias le dijo: “Marta, quedémonos aquí. Hagamos aquí nuestra vida. Ya nos la arreglaremos”. Pero ella, sin duda más sensata que él, le dijo que no, que era una locura. Y luego, cuando continuaron el viaje, él la sintió por primera vez distante, callada, sin aceptar sus besos. Los días siguientes, ya en su ciudad, las cosas mejoraron, casi volvieron a su forma normal hecha de exaltaciones. Pero un día ella le dijo que su marido llegaría en un par de semanas, que debían terminar la relación. Él rogó, suplicó, hizo el alegato más apasionado de su vida para defender lo que creía su amor. Ella mostró piedad y le abrió una posibilidad: le dijo que lo consultaría con su psiquiatra, para saber qué camino adoptar; que lo haría en una cafetería donde él, Luis, podría observarlos desde lejos como alguien anónimo, como uno más de los clientes del local. Llegó temprano y se instaló en una mesa. Al rato los vio llegar. Él supo que ella lo vio aunque no hizo ningún gesto que indicara que así había sido. Se sentaron en un lugar que él podía observar con total impunidad. Ya había tenido, por supuesto, tiempo de pensar que era un imbécil, que el amor de dos no lo decide una tercera persona, que la estratagema de ella era cruel o por lo menos estúpida. Pero el corazón enamorado o apasionado, suele ser tramposo, y pensó que ella lo hacía por inocencia, que lo hacía de buena fe. Pasó en aquella mesa del café, las dos horas más horribles de su vida. Su vida y sus sueños se jugaban en otra mesa, lejos de él. Era un tercero el que determinaría el destino de su amor, el resultado de sus anhelos. Dos horas enormes, 48


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

, infinitas, y el rostro de ella que más que nunca desparramaba su magia allí, llenando de pinceladas de belleza el local modesto, a pocos metros de él sumido en la más terrible impotencia, en los pensamientos más oscuros, en la peregrina esperanza. Luego de un tiempo dilatado hasta el absurdo, ellos se levantaron y se dirigieron a la salida. Ella lo miró un momento cuando pasó a su lado y movió velozmente los ojos, de izquierda a derecha y luego en sentido contrario. Esos fulgores azules, más bellos que el cielo de las montañas, le estaban diciendo “no”. Una rebeldía irrefrenable se apoderó de él. La llamó por teléfono, pero ella no contestó. Fue a buscarla y no la encontró. Transitó los días en el mismo intento y nunca la halló. Al cabo de unas jornadas cobró coraje y fue a la casa de una de las amigas de Marta y le preguntó por ella. La amiga lo miró con desconfianza y luego, con esa satisfacción propia de las vengadoras irredentas, le dijo que Marta se había ido a Suecia, con su esposo. Que se quedaría a vivir allí. Cinco años después él la encontró casualmente en la calle. Marta seguía deslumbrantemente bella, pero él ya había cobrado fuerzas como para no volver a extraviarse. Hablaron unos minutos. A él le sorprendió que ella le dijera, mientras lo incendiaba con sus ojos, que hacía exactamente cuatro años y trescientos cuarenta y un días que no se veían. Eso lo llenó de asombro y de una pobre felicidad. Ella le contó también que se había divorciado del sueco y que se había casado nuevamente. Al momento de despedirse, con un beso en la mejilla, ella le dijo también: “Te cuento que luego de la tarde aquella en el café, estuve unos días más en la ciudad. El psiquiatra me pidió que fuera a su consultorio para concluir de darles solidez a mis pensamientos. El psiquiatra quiso seducirme y yo lo mandé a la mierda. No creo más en ninguno de ellos”. Él la fue abandonando en las hondonadas del tiempo. El recuerdo de ella, de su piel exaltada, de su pelo negro, de sus piernas hermosas e infinitas, se le fue diluyendo en los recovecos del olvido. Sin embargo, cuando en los días claros mira el cielo inabarcable, el azul celeste de los ojos de Marta se le presenta como un relámpago y, aunque ya no le duele, queda por unos instantes crucificado, clavado en la cruz de los brazos de ella, cuando gritaba de amor.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” JOSTIN ANDREY MENA FERNÁNDEZ

LOS ZAPATOS DE EMMANUEL

Ya éramos suficientemente grandes para poder hablar de la muerte, no tanto como para entenderla, pero aun así Emmanuel se arriesgó a jugar con ella. La veía por debajo de sus barbas, y le rascaba la panza cuando nuestros compañeros se burlaban de él. Yo lo veía de lejos brincando de la mano de ella, mientras se reían los dos a carcajadas. Él con su zapatos grandes, casi el doble de tamaño de sus pies y sucios, siempre muy sucios pero nunca los tuvo más o menos sucios, siempre igual. Como por costumbre los cordones de su zapato derecho sueltos, meneándose de un lado a otro mientras el saltaba buscando la aprobación de alguien, porque al final es mejor tener más amigos además de la muerte. Sus pantalones desteñidos y flojos, que lo hacían sentirse fuera de la moda, con una mancha de barro como evidencias de su hiperactividad. Pero ¿Con quién andaba jugando Emmanuel cuando llegaba tarde a clases? Su camiseta estaba tan amarillenta que costaba imaginar que había sido blanca en algún momento y tan gastada que se podía ver su piel morena a través de ella, flojas en conformidad con sus pantalones, medias bajas muy bajas, azules y viejas, tan viejas que se arrollaban con el contacto del pantalón y dejaba ver los colochos de sus piernas delgadas y maltratadas por la torpeza con la que caminaba. Parecía que iba a caer de frente, con su espalda jorobada y sus piernas formando un túnel a través de su cuerpo. Con sus ojos negros siempre entrecerrados como intentando descifrar un misterio de una manera muy infantil, cejas despeinadas y tupidas, pestañas largas pero no muy notorias, su pelo descuidadamente peinado hacia un lado, con una acumulación sobresaturada de gel para cabello, y un particular lunar en su mejilla izquierda. Su mirada perdida, su rostro triste que solo se mostraba seguro cuando jugaba con la muerte. Emmanuel era inoportuno, y sus comentarios eran provocadores y machistas, un machismo inculcado por su padre y punzante en el autoestima de su madre. Emmanuel defendía a la muerte como su única amiga, a pesar del repudio que nosotros le profesamos por esa idea. Él no quería a su madre por no librase de quién había inculcado en él un pensamiento de superioridad a la figura femenina. Y era su madre quien le había heredado sus ojos tristes, su amargura. Con su mirada apagada en la iglesia, pidiendo por su hijo, esperando que fuera mejor que su padre, esperando fervorosamente por la fe de su hijo, que nunca llegó. -Se lo repito, ma, que mi única aliada no ha llegado por mí, y no es la fe, y tampoco Diosgritaba al llegar la hora de misa y su madre insistía para que fuera. -Nada le cuesta, así quita esa mala cara y saluda a la gente- Le decía con premura, al ver que el reloj marcaba un cuarto de hora para las cinco. Y así llegó su primer intento. Corrían al hospital junto al pastor, “todo porque su hijo no había querido ir a misa esa vez”. El pastor rezando lo mismo de siempre con su mano en el bolsillo esperando sanar a ese muchacho que por alguna condena o misterio no quería vivir. Eso agobiaba a Emmanuel, que pedía que ese hombre no rezara por él. De eso siguieron dos semanas de ir a misa para que por él oraran, y Emmanuel con sus ojos abiertos ignorando las plegarias, esperaba para llegar a casa, no sin antes esbozar una sonrisa comprometida a los vecinos. Con esos 50


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

-Ay, los hubiese limpiado ¿Muy tarde?- Sí ya era tarde. ¿Por qué motivo específico? Nadie sabe, pero ya había hablado de su tristeza, de su amargura, no sé si lo dijo a todos, o lo dijo a solas. Fuese como fuere, nadie lo escuchó, nadie lo quiso además de su madre, y nos reímos de él mientras le decíamos “mariposón” y no de cariño, mientras él se desahogaba siendo grosero, mientras él fingía con su sonrisa, una sonrisa tan triste y llena de angustias que todos ignoramos. Yo lo veía, lo veía de lejos brincando de la mano de ella, mientras se reían a carcajadas, con sus zapatos grandes y sucios, con los cordones de su zapato derecho sueltos, yo lo veía de lejos con sus pantalones desteñidos y flojos, manchados de barro, con su camiseta amarillenta, con las medias bajas muy bajas, azules y viejas, con su espalda jorobada y sus piernas formando un túnel, sus ojos negros entrecerrados, sus cejas despeinadas y tupidas, sus pestañas largas, su pelo muy descuidadamente peinado, el particular lunar en su mejilla izquierda. Y sobre todo yo lo veía con su mirada perdida, su rostro triste, con las penas sobre su cabeza, su crianza errada y formación de pensamientos convexos por esquemas de su padre, a flor de piel. Yo lo vi, no sé muy bien lo que eso signifique, pero lo vi, y ahora ¿Cómo le explico a su madre cuando regrese de la iglesia que yo lo vi bailar con la muerte, y no apagué la música? ¿Cómo hago para dejar de soñar con sus zapatos sucios manchados de pasados pesados de horror y temores? ¿Cómo hago para no ver sus ojos en los míos ingratos y arrogantes? ¿Cómo hago para ir a sentarme a escuchar de Dios, sabiendo que él vez tras vez se queda en casa, cuando todas las semanas se va su madre preocupada mientras llora? Emmanuel, Dios con nosotros, pero Emmanuel sin los otros. Y ahora nosotros sin él. ¿Cómo hago para decirle a mi madre que hoy me quiero quedar en casa, mientras ella parte llorando preocupada?

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” JOE ALAN GALVÁN MORENO

LA REINA INMUNDICIA

Ángel le tenía un gran asco a las cucarachas, llenas de inmundicia y enfermedades, las repudiaba. Y es que en verdad odiaba las cucarachas, odiaba verlas correr furtivas en cuanto encendía la luz, odiaba incluso tener que pisarlas, le asqueaba la simple idea de tocarlas, eran horribles e inmundas. Él solía levantarse varias veces por la noche para ir al baño; era una rutina muy común en él, y las cucarachas, quisiera o no, formaban parte de ella. Y es que a pesar de ser rutina él no podía acostumbrarse a verlas en su baño, corriendo a su basura, escondiéndose tras el inodoro para subir a sus pantalones bajados o reptar por su pierna esparciendo bacterias y virus. Esa noche no había sido diferente a las demás, se había levantado ya una vez al baño pero para su alivio no había visto a ninguna ahí, cosa extraña. Tomó el insecticida que siempre guardaba en el cajón del lavabo y lo sujetó como si fuera un arma, mientras permanecía sentado ahí, dispuesto a bañar a cualquier insecto asqueroso con él. Cuando acabó; se olvidó, para su fortuna, de volverlo a guardar. Regresó a su cama intranquilo, extrañamente acababa de comprobar que no verlas le causaba mayor pánico que verlas. Despertó unas horas después probablemente. Se levantó por inercia, con esa sensación típica de somnolencia. No se puso las pantuflas, cosa rara en él, un hombre tan pulcro y rutinario. No notó lo frío que estaba el piso bajo sus pies, caminaba despreocupado e inconsciente, totalmente diferente a su personalidad ordenada y sensata. Apenas recordó entrar al baño y encender la luz; cuando de pronto su consciencia regresó a su mente ante el asombro, como un golpe en la frente que casi lo hace caer al suelo, se quedó paralizado. Y es que en el lavabo había varias cucarachas, no eran una ni dos, eran más de 20; congregadas, mirando hacia la llave del agua como si fuera un auditorio, una audiencia asquerosa esperando un espectáculo inmundo. Sus alas y patas hacían un zumbido extraño, coordinadas como una gran orquesta que presenta o saluda a un artista en el escenario. El zumbido era insoportable, Ángel se cubrió los oídos con ambas manos, mareado y asqueado ante el escenario. Tenía pánico que en cualquier momento lo notaran y volaran hacia él como un enjambre inmundo, reptando por su piel y... Tomó el insecticida, casi se resbala en su mano temblorosa mientras lo apuntaba hacia el lavabo. Los zumbidos se detuvieron en seco. Ángel alarmado disparó a discreción ahogando a todos los bichos que había ahí; varios cayeron de inmediato, inertes en el suelo, otros intentaron esconderse en el sumidero y los restantes intentaron volar cayendo en el lustroso piso del baño. Ángel piso eufórico tres que habían caído y seguían moviéndose, solo para recordar que estaba descalzo, y, asqueado casi vomita en el inodoro. 52


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

La batalla épica contra las cucarachas había terminado y él resultó victorioso. En el suelo los cadáveres de las cucarachas yacían inmóviles boca arriba. No podía creer que se había enfrentado a tantos bichos desagradables e... Inmundos. Se acercó al lavabo, curioso— ¿Qué estaban haciendo ahí?— Pensó— Estaban como ordenadas, ¡Eso es imposible! Animales tan sucios no actúan así ni mucho menos son tan inteligentes. Escuchó un zumbido más dentro de la llave, era más grave que el de las cucarachas, iba en aumento, parecía acercarse. La llave se estremeció un poco y Ángel hizo lo mismo mientras retrocedía. Del grifo salió algo extraño, luchando por hacerlo, deslizándose lo más que podía. Era grande para el estándar de algo que sale de las tuberías, gordo y marrón, era la cucaracha más grande que había visto en su vida. Era monstruosa; del tamaño de un ratón o más grande, tenía varios pares de patas como ciempiés, tenía dos pares de alas transparentes que se agitaban constantemente en un zumbido grave y hueco, cuatro antenas giraban en su cabeza tanteando el terreno. También un cuerno como de escarabajo aunque más pequeño sobresalía de entre ellas, y una especie de delgado aguijón como aguja quirúrgica lucía en su cola. Tal vez no era el ser más aterrador pero para Ángel era como ver a la muerte a la cara, una muerte con alas, suciedad e inmundicia. La cucaracha pareció mirarlo por un instante, luego mirar alrededor a "¿Sus hijos?" Las demás cucarachas. Entonces desplegó las alas en un instante, el zumbido grave se escuchó por todo el cuarto con un eco aterrador y comenzó a volar por el baño frenéticamente buscando una salida y estrellándose con las paredes. Ángel intentó apartarse de ella, manoteó sin control mientras trataba de rociar al bicho con el insecticida. Las nubes de veneno se esparcían por toda la habitación haciéndole difícil respirar e irritándole los ojos hasta tal punto que tuvo que cerrarlos, pero a Ángel no le importó mientras matara a ese monstruo volador. Pronto el zumbido cesó de repente, Ángel tardó un segundo en abrir de nuevo los ojos, entonces buscó por la habitación esa pequeña inmundicia asquerosa y repulsiva, pero no la encontró. Nada en el lavabo, nada en la regadera, nada en el inodoro, nada en el suelo. Hasta que de pronto sintió un pequeño pellizco en la mano. Se volteó y vio a la gran cucaracha descansando encima de su mano, había clavado su aguijón en él. Asqueado la apartó de sí mismo, la lanzó al suelo y sin dudar un segundo la piso. Fue un sonido desagradable y asqueroso, que le dio arcadas a Ángel, pero no tuvo tiempo de vomitar, en cuanto el chasquido del bicho aplastado por su pie se escuchó, un zumbido ensordecedor le siguió, venía de todos lados, de las paredes, del suelo, de las tuberías, era inmundo, ¡lo estaba volviendo loco! Se detuvo, duró apenas unos segundos y se esfumó, ni siquiera le dio tiempo a Ángel de taparse los oídos nuevamente. Inconscientemente tiró el insecticida al suelo. Estaba asqueado y aturdido ante todo lo que había pasado. Caminó y escuchó más crujidos que le hicieron vomitar por fin. Miró desorientado hacia arriba, aliviado de que todo había pasado, entonces jaló la cadena. El vómito empezó a dar vueltas pero no bajó, se detuvo, el inodoro crujió de golpe y aunque Ángel trató de seguir bajando la cadena esta no se movió, parecía estancada o trabada. Se acercó de nuevo al lavabo, más retrocediendo del inodoro que otra cosa. Un poco preocupado con la mente en mil lugares; abrió la llave pero nada, no salió nada. El grifo volvió a estremecerse, solo que esta vez con más fuerza. La picadura empezó a arderle de pronto, se miró el dorso de la mano y pudo ver una gran hinchazón en ella, la 53


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

piel en una zona había tomado un tono pálido y de la picadura algo blanco chorreaba como pus. Algo nuevo de su mente salió, una voz ronca y desconocida que únicamente dijo. — Ya vienen. Las tuberías empezaron a rechinar; la regadera, el lavabo y el inodoro comenzaron a temblar con violencia, parecían a punto de romperse como una caja de sorpresas, liberando quien sabe qué cosas asquerosas. El zumbido había regresado, era atronador y venía de los sumideros, de las paredes... De las tuberías. Pero también una voz mezclada con él, una voz inmunda que parecía decir.— ¡La Reina! ¡¿Dónde está la Reina?! De pronto y sin aviso, de las tuberías salieron infinidad de cucarachas, cientos, tal vez miles. Corrían y volaban en un enjambre horroroso, mientras se acercaban a Ángel que, aterrado se quejaba pues la picadura comenzaba a pulsarle y a expulsar el líquido blanco en chorros, atrayendo a los inmundos. —Mis “hijos” inmundos. — Pensó la voz de nuevo dentro de la cabeza de Ángel que salía corriendo despavorido gritando como jamás lo había hecho. Por desgracia e ironía para él, se resbaló con la lata de insecticida. Cayó al suelo aturdido y se arrastró a la puerta mientras aquellos seres corrían sobre la lata sin importarles un poco. — ¡La Reina!— decía el enjambre inmundo.— ¡Debemos ir a la Reina! Ángel en su histeria siguió arrastrándose por el suelo de su casa mientras por la puerta abierta del baño una marea marrón y asquerosa se abalanzaba hacia él, cubriendo sus pies. Se agitó frenético mientras su corazón latía desbocado.— ¡Déjenme en paz! El enjambre pareció detenerse por un momento pero entonces siguió reptando por sus piernas, cubriéndolas y haciendo que se estremeciera por la sensación de sus patas caminando por su piel. —¡La Reina! ¡La Reina! —S-iguió el enjambre.— ¡Vamos a la reina! Reptaron a su pecho y brazos, aterrizaron en su cabello, en su rostro. Su último grito dejó que entraran por su boca, se ahogó con las criaturas, tosiendo mientras se retorcía cubierto de ellas en un intento desesperado e inútil de alejarlas. Se había convertido en una masa humanoide de bichos que se movían, volaban y trepaban por su cuerpo como una marea asquerosa, lamiendo aquel líquido y zumbando. Ángel no podía soportar esa sensación, las cucarachas se habían apoderado de su cuerpo, de su ser, era imposible para él vivir así, ya era como ellos, era un bicho, algo inmundo y asqueroso. Entonces tomó la decisión. No podía ver; las cucarachas cubrían sus ojos y le impedían siquiera abrirlos, así que; cómo pudo, se encaminó de vuelta al baño tropezando asqueado. Tanteó el suelo buscando algo, en su mente se escuchaba frenética la palabra "bicho" en un eco producido por la voz desconocida. Su mano tocó algo frío y supo que era la lata de insecticida. No podía vivir siendo un bicho, siendo algo inmundo, era insoportable, era… una sensación asquerosa. Accionó el insecticida y una nube más venenosa que antes se descargó encima de él, las cucarachas huyeron despavoridas de su cara mientras sus ojos ardían de forma inimaginable, intentó gritar ante el dolor pero tuvo mayor dificultad para respirar, comenzó a ahogarse y esto le impidió exhalar una palabra. Su voz se apagó en un quejido y su piel comenzó a arder. Pero funcionó, los bichos se alejaron de él por unos momentos. Pudo ver de nuevo su piel, ahora roja e hinchada. Aunque pronto sus ojos se pusieron borrosos y no pudo ver nada nítido, la mano donde recibió la picadura se hinchó todavía más, palpitando dolorosa y expulsando ríos blancos de pus. 54


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

Entonces cayó al suelo, derrotado, ahogado por el químico, por su propia arma cuando era humano. Se retorció en el suelo desesperado como lo hace toda cucaracha, indefenso esperando la muerte. Quedó boca arriba mirando el fulgor del foco del baño mientras notaba que a su alrededor volvían las nubes marrones y zumbadoras. En sus últimos momentos de consciencia solo pudo tratar de levantarse y caer de nuevo, inerte en el suelo, siendo cubierto de inmediato por los bichos que corrieron encima de él alimentándose y creciendo… Creciendo y corriendo. Ángel había muerto y los estaba alimentando, les daba un refugio, era ahora su reina, la reina de las cucarachas, aquellos bichos asquerosos que en su vida (su vida humana al menos) repudió tanto. Él era la Reina inmundicia.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” DANIEL FRINI

ELLA NOS ENSEÑÓ A DESCUBRIR MUNDOS MÁGICOS

Las clases con la señorita Tita eran pura poesía. Pensá que teníamos, no sé, seis años; o siete alguno que repetía; no más grandes que eso; y la mayoría con un julepe bárbaro porque recién dejábamos nuestras casas para entrar a ese otro mundo, el de los niños de impecable blanco, como decía la directora. No había Jardín de Infantes ni aclimatación con nuestras viejas. No señor. Primeros días de marzo, olvidate de la infancia, chau mamá, y aden-

tro, a clases. Pero con ella, ¡qué delicia! Tenía el don de hacerte sentir en el patio de tu casa, jugando con tus amigos. Cierta vez nos pidió que llevásemos plastilinas de colores. Ese día la señorita Tita entró al aula, y nos dijo: —Hoy vamos a fabricar pájaros. Nos dio algunas indicaciones y, con las manitos sucias después del recreo largo, empezamos a moldear

bolitas chiquitas y grandes que juntábamos, unas con otras, remedando algo parecido a un ave. Y entonces, cómo decirte, se hizo el milagro. Ella empezó a pasearse entre los bancos, diciendo, mientras acariciaba nuestras cabecitas: —Qué bien, María. —Te felicito, Rubén. —Muy lindo, Mario.

Y después de esa caricia, en nuestras manos, esas estatuitas deformes de plastilina se trasformaron, lentamente, en aquello que habíamos imaginado. Y empezaron a volar. Aparecieron gorriones hermosos, golondrinas fantásticas, y loritos barranqueros, y benteveos, chingolitos, calandrias, cardenales, canarios, tordos. Algunos, que habían visto dibujos y fotos en algún manual, se le animaron a los flamencos y a las cigüeñas, y a un pelícano, a gaviotas, garzas, petreles. Y dos o tres que tenían una ima-

ginación fabulosa, amasaron unos pájaros extrañísimos que recuerdo —la memoria, vos sabés, te juega malas pasadas— como parecidos a quetzales, guacamayos y aves del paraíso. Casi al mismo tiempo, las paredes del aula se desvanecieron y nos encontramos sentados en un prado, al pie de la sierra; bajo un cielo luminoso y cristalino; y con nuestros pájaros volando y piando, graznando, trinan56


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” do, silbando; o como quieras que se llame al canto de cada especie. Y nosotros, embelesados, reíamos y gritábamos mientras saltábamos y corríamos de acá para allá, siguiendo sus vuelos con nuestras caritas llenas de vida, en medio de un festival de colores y plumas. Y la Miriam que gritaba porque el cóndor que había fabricado el Cholito le hacía vuelos rasantes; porque

todos sabían que el Cholito gustaba de la Miriam. Y la gorda Alicia se quedaba quietita, con ojos de pánico, porque le tenía miedo a las palomas que le pedían esas semillitas de girasol, que ella llevaba siempre en un bolsillo. Y el José carreteaba intentando despegar mientras agitaba sus bracitos imitando el vuelo de un albatros que había inventado. Y la Estela daba manotazos para agarrar su picaflor. Y la Susi sacaba miguitas de pan de adentro de su

cartuchera para tirárselas a un hornerito que la miraba desconfiado. Y el Juancho, cómo no, buscaba piedritas — que, por suerte, no encontró— para poder usar con su gomera; desesperado ante tanto pájaro suelto y él sin municiones. s Yo miré a la señorita Tita: estaba radiante. Y te juro que vi al sol reflejado en una lágrima, que se me antoja de amor, sobre su mejilla. Claro que el alboroto que hicimos debe haber sido grande, porque una milésima antes de que se abriera

la puerta del aula, los pájaros se detuvieron en el aire. Volvieron las paredes, y el pizarrón, y los bancos, y el piso; se esfumó el cielo y apareció el techo de siempre, viejo y descascarado, con su lamparita solitaria colgando como un triste solcito casi apagado. Recortada en el marco de la puerta, apareció la silueta de la directora. Adivinamos su gesto adusto de siempre; y se nos vino encima el consabido discurso: que la escuela es un templo del saber, que no se puede per-

mitir tanto ruido, que ¡estos niños!, que el respeto por los demás, que para hablar están los recreos, y dale que te dale. Mientras nos retaba, miré al piso: había pedazos informes de plastilina desparramados, aplastados, como si hubiesen caído desde gran altura. La señorita Tita, ajena al discurso y a sabiendas de su semilla plantada, sonreía.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” EDISON DAVID RAMÍREZ SERNA

POEMAS REINCIDENTES

A la rueda rueda. A la rueda rueda de pan y canela, ángeles caídos, hoy el infierno y el cansancio vendrán con sus verdugos y hambrunas interminables. Abracen sus jaulas, bendigan con su sangre las inquebrantables heridas, canten con los pájaros y los muertos al ocaso inmutable que pesa sobre nuestras almas. A la rueda rueda, de pan y canela, hurguemos en nuestras manos las cruces venideras y los puñales de antaño, entrelacemos nuestras lágrimas en lamentos colectivos. A la rueda rueda, A la rueda rueda. A la rueda rueda. Anunciemos a la noche nuestra infancia marchita, y abracemos, como el gran mendigo, la soledad sangrante que se baña en nuestras palabras.

El fracaso de nuestros nombres. Quisieras llamarte Zaratustra, Mahoma o Jesucristo y emigrar a las montañas o los desiertos inmensurables; bendecir a tu soledad y abrazarla desnudo sin la desdicha del tiempo ni el desgarre del mañana. Pero la cobardía del progreso te ha nombrado esta noche, y te llamas 305, 801 o 633 en la fábrica del mundo. Quisieras llamarte Alonso Quijano, Giacomo Casanova o François de Sade, y errar entre vientres cálidos y corazones desnudos, haciendo de tus huellas un camasutra, un delirio insaciable en que las viejas deidades se arrodillen silenciosas ante el falo de la existencia. Pero te llamas Fulano, el esposo número 25 de la casa 33 en la carrera 57. Si, amigo mío, anónimo camarada, quisieras llamarte ‘amante’ o ‘libro sagrado’ levitando en las cumbres del espíritu. Pero el Estado y la sociedad implacable marcaron tu espalda, han fracasado tus nombres lejanos, esos que anhelas en tus noches de insomnio allá en la callecita que bosteza junto al caudal somnoliento de sus enfermos ciudadanos. Cuentan las nubes. Cuentan las nubes que Caperucita roja nunca salió del bosque; que la cenicienta nunca dejó de servir a sus hermanas; que Peter Pan envejeció al abrir sus ojos; que Pinocho y su cuerpo de madera se convirtieron en un mueble parlante; que la bella durmiente se durmió borracha en una fiesta decembrina (y que no despertará sin el beso de la muerte); que el Gato con botas fue asaltado en un camino solitario; que Barba azul se mudó a Colombia en agosto del noventa y nueve; que los hombres son el carruaje de las lágrimas; que somos en el fondo, y ya sin remedio una cuerda tendida entre el payaso y la nada innombrable.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

El sueño de la muerte. — ¿Por qué ya no puedo verme en el espejo? —preguntó la mujer. —Porque ya he dejado de soñarte —contestó la muerte. Morir un poco. Es bueno morir un poco, regar nuestras noches con la ausencia de las miradas, dibujar con nuestros labios las tumbas y los huesos que llevamos en las palabras. Yo que morí un poco, quizás demasiado, aun desgrano sonriendo las voces rotas que llevo de otros cuerpos, de otras arenas, de otros desiertos. Di poeta mortem. En esta noche, cuando la lluvia retumba en los techos empobrecidos, cuando el pájaro sediento y lleno de soledades se cubre las heridas con el llanto del cielo, veo al poeta cubierto de veneno. Los ángeles traidores sin plumas le han dejado, los demonios y las brujas quemaron en la hoguera los delirios de su carne. ¡Oh poeta! Ya ni en la sombra se guardan tus lamentos, la boa y el escorpión antiguo tan solo te acogen cuando hieden tus maldiciones; las grandes meretrices buscan tus brazos cuando duermes entre la muerte, y el lector, ese abismo sediento de sangre, te adora en su morbo cuando sangras entre líneas las canciones de tu alma. Metamorfosis.

De tanto recibir golpes, mis labios, mis manos y mi corazón enjaulado son un guante de bronce, un puño solitario sediento de amarguras. De tanto llorar sin hombros amigos en esquinas, bares y parques solitarios, mis ojos blancos (alcantarillas de inverno), son murallas endurecidas, muros del lamento al que vienen en vano llorantes trashumantes, huérfanos descalzos y dioses sin tiempo.

De tanto caminar por la vida, de tanto ir sin consuelo de oriente a occidente, de norte a sur, de arriba hacia abajo, ms botas de sangre, mis dedos de almizcle, mis uñas negruzcas de cóndor desterrado son una bandera sin patria en que se asientan cantando los extranjeros de la tierra. El gran malabarista. Dios es un gran malabarista, un niñito malcriado que juega con nuestras almas en la antesala del universo.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” RICARDO VENTURA

CAÍDA

I No está hecho mí cuerpo para pender de un párpado mientras el cráneo reza por no estrellarse o estallar.

No es de aire la razón de quien se lanza decidido y en el trayecto busca motivo tal vez dicha.

Cuanto más de accidente hay en la caída más de milagro tiene la muerte.

Quién soy yo para hacer milagros.

II Una trampilla insinúa abrirse a mís pies el cascabel de la vieja serpiente que está por nacerme en el cuello

se agita en lo dolido del tiempo.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” No me dan las manos para sostenerlo todo.

No me dan los dedos para afianzarse a las grietas donde un musgo crece de pura angustia y no hay aquí nombres ni rostros

ni fuegos ni ángeles queda la Nada viendo caer el cuerpo

III Huesos entre desechos desechos entre huesos quién sabrá diferenciar.

Zumbido, o es el eco quien se acuerda de la deserción.

Para qué el rezo, si primero la gravedad.

Este aire que juro conocer termina por morderme con dientes nuevos

arrancando pedazos de mi que desconozco. El cuerpo le pertenece al suelo

Que absurdo el paisaje cuando reventados los ojos. 61


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” EDUARDO OMAR HONEY ESCANDÓN

MENARQUÍA

Audura teme por su hija Rada. Los vientos cortantes que caminan en los resquicios se han ido a descansar. Las aguas sólidas que queman sin llama al cuerpo se han convertido en un sueño blanco que asciende al cielo, quien ha vuelto a llorar. Otra vez las pisadas se pintan de verde. Es la época en que El Gran Señor viene por las jóvenes del poblado. Como todos los años es necesario tomar precauciones. A un lado del poblado, cerca de los basureros, hay un área a la que ninguna persona se acerca. Allí Audura reconstruye el escondite que albergará a Rada.

Mientras arroja tierra al techo, recuerda la vez en su juventud en que le tocó estar con Él. En especial rememora su sangrado. Su madre se avergonzó tanto de ella que enfermó, se puso tan grave que decidió ir a vivir con los antepasados a la tierra del silencio. Entonces los juegos de Audura con las jóvenes se convirtieron en las obligaciones de las mujeres. Pero los dioses seguían enojados, por lo que a la luna siguiente a que su madre partiera, su padre murió en una expedición. Haberse quedado sin familia hizo que nadie quisiera recibirla para compartir el fuego y el pan, ya que el infortunio se disfruta con la soledad como compañera.

Un joven guerrero de otro clan, que estaba de paso en el poblado por esa época, se acercó a ella y la cobijó por algunas semanas. Al final el guerrero partió más preocupado por el filo de su arma que por la persona que había tomado. Pero algún dios se apiadó de Audura y, a raíz de la relación, le dió un bebé para que le hiciera compañía: Rada. Esto fue visto por el resto de la comunidad como un perdón para la nueva madre, por lo que Audura pudo integrarse a las labores con las otras mujeres, aunque pocas veces le dirigieran la palabra. Pero ella, consciente de su maldición por culpa de Él, decidió esconder para siempre a su hija.

La choza que Audura reconstruye es muy baja y estrecha, apenas cabe recostada una persona. Por adentro hay un nicho a un costado, se pueden depositar provisiones para algunos días. El pequeño cobertizo está cubierto de tierra, piedras y hojas para que no se distinga de la maleza que la rodea. Hace años empezó como un techo donde Audura escondía a su bebé, pero luego se convirtió en una pequeña choza que cada año ha ido creciendo para que la pequeña Rada quepa. Antes que las antorchas rían para saludar a las cuentas del cielo, la ma-

dre termina su trabajo.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” A la mañana siguiente, Audura acarrea un poco de agua a la choza cuando escucha un gran alboroto en la entrada del pueblo. Horrorizada descubre que su cuenta de los días fue incorrecta este año. Corre por Rada, quien está todavía dormida. La despierta y le explica rápidamente que Él ya llego. La hija comprende y ambas huyen a donde está el refugio. Audura bendice a su hija y hace que se esconda. Después de otra carrera, casi sin aire, llega a la entrada del poblado para unirse a la recepción. El Gran Señor llega a la villa, sentado en su trono de madera, cargado por seis porteadores. Atrás vienen los dos brujos vestidos de blanco, con el símbolo rojo en el pecho que denota a los iniciados. Son seguidos por

un grupo de varios guerreros. La comitiva termina con los criados que llevan todo lo necesario para el viaje. El Gran Señor es depositado al centro del poblado, se pone en pie y ofrece el mismo discurso que se ha repetido durante generaciones. Habla sobre la bendición del nuevo ciclo que inicia, sobre lo fértil que son los campos, y sobre que es necesario dar nueva vida para sustituir a aquella que, cuando ocurren las guerras o las enfermedades, se va a la tierra del silencio. Por eso las mujeres son importantes como la tierra: nacen para ser madres. Él es el portador de tales noticias, él hará que se cumplan como es costumbre. Cuando calla, el pueblo ovaciona al

Gran Señor. El jefe de la villa ofrece varios regalos, pero El Gran Señor los rechaza exclamando que al día siguiente tomará aquello por lo que ha venido. Hace una señal e inician los festejos. Los hombres cantan y bailan toda la noche hasta caer agotados. El Gran Señor, sentado en su trono, los contempla mientras los brujos se dedican a trazar signos en las telas quebradizas que descansan en sus piernas, y a manipular varios artefactos que les llevan los criados. Pocas mujeres, Audura entre ellas, quien aprovecha así para no descuidar la vigilancia del escondite de su hija, atienden las necesidades de comida y bebida, ya que todas las demás están preparando a las

jóvenes para el ritual del día siguiente. Por la mañana Audura vigila que nadie se acerque al lugar donde Rada se esconde, al tiempo que ve como una pareja de madre e hija entra y sale, sucesivamente, de la choza donde está hospedado el Gran Señor. Aunque sólo asistió una vez, sabe lo que sucede en su interior, ya que todas las madres lo platican tarde o temprano en el fuego que acompaña el ocaso. Mientras el Gran Señor observa desde el trono, uno de los brujos se acerca a la hija, llevando en la mano una pequeña lanza cuya punta es tan fina como un cabello. Esta lanza se ensarta en un brazo de la joven y el brujo hace que trague sangre, por lo que el cuerpo de la lanza que permite

pasar la luz, se pinta del rojo de la vida y la muerte. Luego el brujo le dice a la lanza que escupa lo que comió en varias vasijas. A estos cuencos se le hacen pases mágicos con artefactos que están al fondo de la choza. Mientras tanto el otro brujo recuesta a la hija en un tapete de extraño material haciendo que abra sus piernas. Toca y manipula, con diferentes bastones, el lugar por donde llegan los niños. En todo momento los brujos están hablando y orando entre sí en un lenguaje que sólo ellos conocen. También dibujan muchos signos en las telas que 63


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” cargan los criados. Por último hablan con El Gran Señor. Él se levanta y anuncia a la madre, quien no ha parado de prestar atención desde que entró a la choza, si la hija es de él para que brinde hijos al poblado en este periodo o si la hija debe esperar otro periodo más para serle ofrecida. Las abuelas del poblado siempre cuentan que hubo una época en que los antepasados de El Gran Señor departían con las jóvenes, pero esos tiempos se han ido con el vaho de los recuerdos, y desde que llegaron los brujos blancos con los dos palos rojos cruzados en el pecho, estos supervisan y aprueban los ritos. Ahora a El Gran Señor sólo se le permite levantar el bastón en su mano derecha, señal que le indica a la madre e hija que

deben salir, para que así otra pareja tome su lugar. Audura recuerda que cuando salió de la choza con su madre, dos grandes ríos de sangre empezaron a

escurrir por sus piernas. El Gran Señor se dio cuenta y, enojado, las llamó otra vez a su presencia. Los dos brujos se acercaron apurados a ella y le pidieron que se volviera a acostar, la tocaron y hablaron entre ellos. Finalmente se acercaron a hablar con El Gran Señor, quien furibundo, tuvo que cambiar su declaración. Audura había hecho que El Gran Señor se equivocara y por eso la había maldecido.

Han pasado dos días. El Gran Señor y su comitiva se despiden, tienen que dirigirse a otro poblado a llevar las buenas nuevas. Audura, feliz porque nadie ha descubrió a Rada, corre a la choza y saca a su hija, quien esconde el rostro. Pero las lágrimas y sollozos la delatan como lluvia joven en primavera. Audura no entiende y

le pregunta qué le pasa. La joven no contesta. La madre, temblando, levanta el vestido de su hija y descubre la sangre que escurre, trazando de un rojo ocre surcos en el polvo que cubren los delgados muslos de su hija. ¡No es posible, ella ha vigilado todo el tiempo! Entonces comprende que no pueden evitarse los poderes que están más allá de El Gran Señor, el portador. Antes de derrumbarse y llorar a gritos, lanza una maldición a todos los dioses, en especial al Dios-Que-Corta, a aquel que convierte a las niñas en mujeres.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

ALFONSO MARTÍNEZ

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” LAURA RAM

RECUERDO

—Me he enamorado de la vida, personas, cosas de varias cosas. —¿Y cómo fue que te enamoraste de alguien, aún te acuerdas, abuela? —Cuando era niña me sentaba al lado de un niño que vivía cercas de mi casa. Él era un niño ejemplar en la escuela y en su hogar; yo era muy tímida en ese entonces. Pues, en la escuela, te acomodaban dependiendo de tus apellidos o estaturas. A mí me tocó sentarme con el niño más inteligente del salón que era él . Era muy lindo, cada vez que se me caía la goma o el lápiz, los levantaba, quizá eso me motivó a quererlo. Cada vez que llegaba él tarde, mantenía mi distancia pero a veces creo que no se daba cuenta y sus piernas alcanzaban a rozar las mías, eso me ponía roja. En algunas ocasiones sin querer me pasaba a pegar con los codos pero yo no decía na-

da, siempre se disculpaba. Me chocaba tanto que recalcará que era pobre no sé qué pretendía en lograr con eso, pues quizá la beca de la escuela. Yo Igual venía de una familia humilde pero no lo decía me daba pena. Él se juntaba con otros niños inteligentes pero burlones, decían que era su novia por sentarme con él, lo hacían porque yo era una niña obesa. Él no decía nada, un motivo más para quererlo, y así me la pasé derretida a los encantos de ese niño Un día en casa iba a la tienda a comprar dulces y para eso teníamos que subir unas escaleras de madera, no sé porque se me ocurrió llevar en los hombros a mi hermanita pequeña. Recuerdo que ella se movió para

atrás y para que no le pasará nada la aventé al otro lado. Mi brazo lo tenía deshecho, tocaron el timbre de mi hogar, salieron mis padres y fuimos al hospital. Una fractura. —¿Te dolió mucho abuela? —Duele demasiado cuando ya no puedes ir a la escuela. —Para ver al niño que te gustaba. —Fue una época difícil, cuando regresé él ya había cambiado. Engordó, no sé porque al hablar ya lo hacía

como de esos niños sabelotodo, no entendía. Ya no sé comportaba tan lindo conmigo. Le echaban los perros con una niña, él se ponía rojo cuando le hablaban de ella. Era claro que le gustaba, fue la primera vez que no aguanté los celos, al salir de la escuela no le hablé a mi madre, nos fuimos y al llegar a casa, me acosté en la ca66


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

ma y lloré. ¿Qué podía decir una niña sobre lo que sentía? Sentí que mi corazón me lo vaciaron como los dulces líquidos de tamarindo al chuparlos . Pero no todo se quedó ahí, cada día era una tortura, ya eran novios. Tenía que comportarme como si no me importara, se mandaban papelitos de te quiero, algunos dulces en una bolsita y así. Fue el único amor imposible que pude tener. —La niña que me gusta le gusta al niño malo del salón. No sé qué le ve

—A veces pasa así, que nos enamoramos de las personas que damos mucho por ellos y finalmente eligen a los que les atrae. Así te la pasas con los ojos juguetones y el vacío de suspiros por alguien pero ese alguien lo está de otra persona. Puedes dar una iniciativa, quizá sean amigos, ¿Has intentado hablar con ella? —No, pero en el recreo de vez en cuando le regalo palomitas. —¿Y ella qué te dice? —Pos solo las gracias y sigue jugando. —Es por ella que por eso te encierras en tu cuarto, ¿Cierto? —Es que cada cosa me recuerda a ella, mi madre con sus ojos, las canciones románticas que escucha mi hermano y hasta el perro que corre como ella. —Bueno, al menos lo intentaste pero date cuenta que así como tú estás enamorado de ella, otra persona puede estarlo de ti. —No creo abuela, las niñas son de lo peor. —Señor, buenas tardes! Nos da dos helados: uno de mamey y otro de limón por favor. Llegamos al centro del parque donde los juegos se encontraban, los niños corrían sonrientes al pasar por el puente de madera. Inocentes desde cinco a diez años, mi nieto era tímido, lo animé para que jugará porque en casa no tenía con quien jugar. En ese entonces, llevaba un bolso negro que lo dejé a lado de mí para cruzar

las piernas y leer algunos párrafos de un libro pero eso sí sin descuidar por momentos a Daniel. Después de avanzar unas diez páginas llegó un joven con una pequeña, la niña corrió a los juegos y el adulto se acercó a la banca. —¿Le molesta si me siento a su lado, señora?

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” —No es ninguna molestia, tome asiento y no se preocupe. —Gracias. Por cierto, el libro que porta en las manos es una de las obras más destacadas de nuestro país,

tuvo una buena elección. —Sí el autor utiliza la fantasía para llevarnos a otra vida con credibilidad. Es uno de los libros que ha estado conmigo desde pequeña. —Sí, a todos nos hacen leer el libro en cualquier momento de nuestra vida. Pero, ¿Usted es la señora Diana Torres de la casa de los árboles de mandarinas? —Ella misma en carne y hueso. Pero, ¿Cómo sabes de mí si nunca te he visto? —Soy hijo del señor Julio, él me habló una vez de usted. —¿Tu padre te habló de mí? Debió ser alguna tontería que le habré hecho. —Fue cuando cumplió setenta y cinco años, había decidido estar unos días en la casa de su infancia por lo que había viajado días antes de que llegáramos, lo habíamos ido a buscar , no lo encontramos ; sin embargo, la vecina nos comentó que lo había visto irse a dirección de este sitio. De echo en donde usted está, lo encontramos. Se reía de los niños que lloraban al bajar por la resbaladilla. Después de tantas preguntas, recordó a una niña parecida a una compañera de la infancia. Le tenía un cariño inmenso porque ella era tímida en las clases, le gustaba sus mejillas rojas cada vez que ella participaba y los ojos de frijol en el agua. Jugaba a veces con las

piernas y codos al rozar con ella para molestarla pero un día no llegó a clases, pensó que se había cambiado de ciudad, en ese tiempo siempre se iban las personas a otros lados por razones que nunca se enteró. Pasaron los días y la niña de los ojos de frijol no regresaba. Falleció una semana después, quizá antes morir uno recuerda todo. Me dio gusto verla, tengo que llegar a casa.

El parque se esfumó, los pajarillos pasaban por la cima de los árboles, el muchacho dijo algo y no lo escuché, solo le di la señal de la mano de despedida. Veía a mi nieto acomodar el moño de la niña, el padre de la pequeña le agradeció y se fueron. Daniel metió las manos en los bolsos y se me acercó. —Se llama Martina y vive cercas de aquí abuela, ¿Crees que algún día pueda visitarla? —Quizá, Daniel. ¿Sabés quién es el abuelo de Martina? Pues no me vas a creer, es el mismo niño de quién me enamoré por primera vez. —Entonces, podrás hablar con él abuela y quizá hasta llegar a ser mi otro abuelo, pero seguirás amando al 68


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” viejo Saúl, ¿Verdad abuela? —No habrá abuelo nuevo, mi Daniel. Mi historia nunca inició y solo me queda recordarlo como él a mí , pero puede que la tuya comience. Algún día iremos a visitar a tu querida amiga. Algún día te lo aseguro por la poca vida que me queda.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” HERNÁN RODRIGO MENACHO AGUILAR

RUGIR DE TRIPAS

Antes que salieran de casa, mi padre me dijo que cuidara de Melania, pues, según ellos, tenían una reunión muy importante en el trabajo. Creo que fue una mentira porque no trabajan juntos, en fin, se tardarían hasta la noche. Siempre me pregunté por qué mis padres, al salir, lo hacen ansiosos y con mucha prisa, y al regresar lo hacen tan contentos y relajados. Cuando vi llegar a Melania arrastrando el brillo del atardecer en su pelo castaño, con su sonrisa iluminada de ángel, comenzaron a rugirme las tripas por los nervios, de nuevo. La consideraba la niña

más linda que había visto jamás, las muchachitas de mi edad no tienen esa clase de cuerpo, ellas son flacas por cualquier lado. Llegó con un vestido corto con estampas de florecitas pequeñas; a ella podría apreciarle el vestido todo el día si fuera posible. –¿Cómo estás, Roni? Vamos a jugar otra vez –me abrazó tan deprisa que no tuve tiempo de pensar nada. Al sentir su cuerpo, una ráfaga de escalofríos recorrió mi espalda–. No te dejaré ganar esta vez –me guiñó un ojo. –Claro, juguemos de nuevo, pero no vale hacer trampas –me rugió un poco el estómago, pero no lo escuchó–. Hacer trampas no es bueno, ¿lo sabes? –Sí, lo sé, está bien, está bien –solamente al sentir su perfume me sentí sano. Luego de jugar una hora a los escondites comenzamos a jugar pesca pesca. Y mientras lo hacíamos podía ver cómo su falda subía un poco cada vez que corría. Lo hacía tan deprisa que al mover sus piernas su falda casi me dejó verlo: «¿O es azul o es negro?». ¡Cómo deseaba que corriera por las escaleras para perder la duda del co-

lor! Ver el movimiento de sus pechos que saltaban a cada paso me ponía la cara como un tomate, así que me paré para tomar un respiro, pero ella pensó que me cansé y se acercó tiernamente. Debía controlarme porque era un hombre, yo era el hombre. –Descansemos, dejemos los juegos por hoy –me habló tan cerca que al sentir sus labios y su respiración agitada por el juego, me latió el corazón con mucha prisa–. Descansemos…

La luz del sol se había ido y comenzó la luz de la luna a entrar por las ventanas. Yo estaba echado en un extremo del sofá y ella en el otro, me dormí por creo una hora. Luego que desperté con una manta encima, la vi echada de espaldas jugando con su celular y las piernas elevadas y cruzadas. Fingí no haber despertado para verla mejor, 70


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

, traté de no respirar para que no notara nada y fui moviendo la cabeza muy lento: «Es negro –pensé–, estoy seguro». –Despertaste –apartó la vista del celular y me vio. Se me paralizó el cuerpo. No sabía qué responder–. ¿Tuviste una pesadilla? –aún no me atreví a responder–. ¿Quieres que me eche contigo para que puedas dormir? –No –respondí al mismo tiempo que me arrepentía de haberlo hecho–. No quiero dormir más, estoy bien – tenía que ser el hombre que esperaba mi madre y mi padre.

Minutos después llegaron mis padres, ambos contentos y amorosos. Mi padre me tomó en sus brazos y me dirigió unas palabras afectuosas, me sentí avergonzado. –¿La cuidaste bien? Hombre de la casa, ¿cómo estuvo la noche? Gracias por quedarte hoy –se dirigió a Melania –. Vamos, te llevaré a casa y te pagaré lo acordado. ¡Ah! Y tengo un par de libros que necesitas para el ingreso a la universidad. –Despídete de Melania, antes que para esta linda señorita se haga muy tarde –mi madre me obligó a que le diera

un beso en la mejilla. Mi estómago rugió–. ¿Tienes hambre?, sí, debe ser hambre, un niño como vos no puede estar enfermo. Solo a los viejos les ruge la tripa por otras cosas –se fue a la cocina. Mientras veía marcharse a Melania, la imaginé vestida muy elegante, igual que mi madre, y a mí, también elegante, como mi padre, ansiosos de salir por la tarde y volver a la noche contentos. Me imaginé diciendo a mi hijo: «¡Eres el hombre de la casa, tú eres el hombre de la casa!». Ella es tan hermosa que si pudiera viviría con ella todos los días.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” URIEL HERNÁNDEZ GONZAGA

POEMAS

INFINITUD Tú que mueres antes de ser mordido por la verdad que sabes parquear la mirada en el pasado quien no duerme con la comida en los bolsillos y no se agusana la boca con poemas lechosos

demasiado obvios para ser alguien, enseña como ulula Dios cuando cruza el muro porque es bien sabido que los extraños son drones y los perros caminan oliendo el fruto de las piedras cuando éstas son arrojadas a las luces de las lámparas

pero no a las huellas de los dinosaurios a los pájaros huecos a las sombras o al pasto. ERR Ya que la comida se acaba no saboreare una desgracia más, ni un sólo tramo cederé a estas fieras, la carne la llevare en la cartera, no canjeare el pan

en el cine sólo proyectaran espinacas, todos odiaran el séptimo arte a excepción de mi madre quien seducirá el coraje con sus intestinos,

con los jugos gástricos lavaremos las alfombras y el patio, los muebles quedan fuera de la realidad como la justicia en mi País. 72


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” SILVIO JOVARNY

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La vida florece al amanecer cuando el sol aparece detrás del Tacaná.

Los pájaros entonan canciones inefables que despiertan a los árboles.

El viento araña las casas de adobe, sacude el polvo de las veredas, lleva el aroma de leña quemada a las calles anegadas por la calma.

Pronto se comienzan a desvanecer los fragmentos de la trémula noche que lentamente cierra su mirada astral y silencia sus murmullos.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” ANDREA BERENICE DE LA LLATA GÓMEZ

Y YO SOY

Dentro del consultorio de Ricardo había tantos archiveros que aunque elegantes y costosos, le daban al espacio cierto aire sofocado. Dentro estaban resguardados cientos de folders amarillos rotulados con el nombre de cada paciente, protegido con cinta auto adherible transparente para asegurar que las letras no se borraran con el paso de los años. Pareciera ocioso mantener aquellos expedientes pues algunos eran tan antiguos que incluso las hojas del interior eran más bien opacas y de una textura un tanto rugosa. A alguien con un espíritu más liberador

aquel hábito le parecería francamente patológico. Pero para Ricardo aquellos folders eran indepurables porque le recordaba la maestría con la que había logrado transformar aquellos extraños que un día entraron a su consultorio, en pacientes cognoscibles.

Y es que ese era su trabajo, su apasionante trabajo que le había mostrado cuál era la senda para franquear las

barreras infranqueables, exponer motivaciones ocultas, enfrentar miedos u obsesiones y por supuesto, desvelar preferencias sexuales negadas. Hasta el momento, ninguno había salido de ahí siendo un enigma para él porque había logrado penetrar en los sedimentos de la identidad de cada uno. Eso sí, hay que reconocer que esto era provechoso no sólo para él, sino también para ellos porque cuando daban por concluido el tratamiento era porque ahora poseían un auto conocimiento más elaborado y herramientas para mantenerse a salvo cuando su cotidianeidad los rebasara. No tan fácilmente se perderían en los laberintos de la existencia. Ese era el objetivo de él

y la causa que los impulsaba a ellos a buscar terapia.

Tantos y tantos nombres había guardados en esos cajones, historias que por sencillas resultaban simplemente encantadoras, otras que hablaban de desamores, de cobardía ante el avistamiento de un intenso amor que los sacara de su opacidad. Las había también tristísimas, que arrastraban tras de sí cuerpos ignorados, pieles no tocadas o desnudez arrinconada. En su haber contaba también, con las que involucraban desvaríos de la mente, alu-

cinaciones, esquizofrenia. Para alguien no entrenado en el arte del psicoanálisis, éstas últimas resultarían tormentosas tan sólo con escucharlas, pero no para él, quien era un experto en la mente humana y entre más truculenta resultara la historia, más atracción sentía por ella y la convertía en un reto profesional.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” Cuando hacía un par de días, alguien sumamente importante para él, le pidió que redactara una simple misiva en la que expusiera cómo era él, cómo era Ricardo, su personalidad, sus gustos, sus motivaciones, etc., le pareció insulso, inclusive hasta estudiantil la encomienda. La fecha de entrega que le dieron, sería dentro de tres días, así que, considerando que lo podía hacer en un par de minutos, no se ocupó en la dichosa carta hasta la misma noche en que debía entregarla. Y justo ahí estaba ahora. Sentado ante su escritorio de caoba mirando la hoja en blanco y viendo que el reloj anunciaba que se acercaba la hora de salir para entregar el encargo.

Ninguna letra o forma se había atrevido a trazar. Tan sólo un punto que por minúsculo era casi inexistente; era el rastro de la tinta que había quedado en el papel cuando colocó la pluma, dispuesto a escribir. Pero no escribió nada, ni sabía qué poner. Su mente estaba en blanco ante la tarea de describirse a sí mismo. Se levantó de la silla alisándose el cabello engelado que tenía arriba de las orejas y estiró los brazos. Luego se volvió a sentar, cruzó las manos detrás de la nuca y miró el techo. Se aflojó la corbata. Sintió un impulso por servirse un café, tal vez, eso le despejaría la mente. Con la taza humeante junto a la hoja, se quedó pensando un rato cómo empezar; miraba

alternativamente ambos objetos: el café que emanaba humo, y la reveladora blancura del papel. Quizá era eso, el medio material por el que planeaba comunicar quién era él. Decidió prender la computadora y empezar a escribir en ella. De algo debía servir la tecnología, además, era más sencillo borrar o reacomodar la sintaxis cuando de reordenar historias se trata.

Le dio un sorbo a su café caliente mientras esperaba a que se iniciara el sistema. Una vez hecho esto, abrió el programa y creó el debido nuevo documento. Ahí estaba otra vez: la hoja en blanco, sólo que ahora electrónica. Echando mano de toda su capacidad de análisis y demás habilidades propias de su profesión, colocó sus dedos sobre el teclado: “¿Quién es Ricardo?”, y ahí terminó de teclear. Borró y escribió: “¿Cómo es Ricardo?”, y otra vez, hasta ahí llegó la redacción. “¡Diablos!”, se dijo. No comprendía qué le pasaba. Cómo era posible que hubiera redactado tomos y tomos con las historias de centeneras de pacientes, registrado hasta el más insignificante

detalle, lo trascendental de un sueño cualquiera, una expresión, una mueca en respuesta a un mismo estímulo, complejos, mitos, nada se le escapaba. Y ahora estaba ahí, tullido, imposibilitado para escribir algo sobre él mismo. Recordó que en su época de universitario, uno de los terapeutas que lo tuvo como paciente, le había diagnosticado inseguridad y falta de confianza en sí mismo, pero aquellos conceptos los dejó fuera del espectro de asuntos a resolver, luego de convertirse en un agudo y recomendado terapeuta. Le parecía incongruente su diagnóstico de

inseguro cuando era un excelente psicoanalista. Prueba de ello eran precisamente los centenares de folders amarillos que contenían un meticuloso reporte de sus pacientes, quienes además lo recomendaban ampliamente y con certeza a otras almas que habían caído en la confusión. 75


UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” Las horas pasaron y pasaron. Antes de apagar la computadora tecleó apresuradamente un par de palabras, imprimió la hoja y de un franco mal humor, la guardó en su portafolio de piel. Se echó la gabardina sobre los hombros y salió de su consultorio, sin si quiera apagar la luz como todos los días. Debía verse con su mejor amigo. El mismo que le había pedido que redactara para una sesión de coaching a la que estaba asistiendo por obligación, una sencilla misiva donde brevemente explicara cómo era él, pues era parte de las sesiones describir al mejor amigo. Cuando se lo pidió le había explicado:

-Es algo sencillo man, se supone que lo debo hacer yo, pero describir la personalidad no es lo mío. Nada complicado –continuó -seguro no te costará trabajo escribir algo como eso, es tu especialidad. Y realmente en aquellos momentos Ricardo había creído que sería fácil hacerlo.

Ricardo salió del edificio recordando ese episodio sintiéndose disgustado. No encontraba la explicación de porqué sólo había sido capaz de escribir: “mi mejor amigo, Ricardo, es un prestigiado psicoanalista que ha ayudado a miles de pacientes a resolver conflictos personales”. Pero nada que diera más datos de su ser, de su identidad, de su persona. Se sentía impotente y decepcionado de sí mismo, pero al mismo tiempo confundido y un tanto preocupado. En el camino a su encuentro con su amigo, pensó que esa misma noche debía dar respuesta a esta

incógnita que lo atormentaba. Estaba decidido a que esta velada no se limitaría a beber un par de whiskeys como siempre, ni tampoco se cuidaría de no emborracharse y perder el control. No, ya no más, al menos no por ahora. Esa noche aceptaría todo, hasta fumar marihuana con su amigo. Es más, se decía, si le ofrecía mezcalina tampoco se negaría a consumirla. Aceptaría todo con tal de averiguar quién carajos era él.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” MARCO VALERIO REYES CIFUENTES

POEMAS

Letra para canción de ska

Abrazame contra el frío amame contra el olvido contra todo el dolor de estar vivos.

Jaurías

La noche que me alcancen balas pagadas con nuestros impuestos me volveré perro predeciré el clima y la ternura y lameré las manos de los niños paridos al pie de los semáforos.

Vos pon un pan diario en mi animita cantá como si allá afuera fuera el fin del mundo que yo encontraré el camino a tu patio trasero para acompañar tus lecturas de Revueltas y de Brecht

después de haberme tragado el sol y el polvo con una vieja limosnera o de haber mutilado huesos de traidores.

Seremos jaurías lavando esta ciudad del sur.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” Sangre caliente

Las inundaciones siguen llevándose los mismos perros muertos nuestros medios días aún arrancan a los desaparecidos del 89 la noche todavía nos entrega cadáveres en bolsas plásticas sigue rodando ese ajedrez donde solo los peones morimos empalados apestados hambrientos

tristes.

Pero seguimos siendo el mismo camino de tierra y de sangre caliente y vamos siempre escupiendo nuestro fuego.

Letra para canción punk

El miedo y el fango encontrarán solos su propia memoria.

Tejamos nosotras nuestro invencible corazón.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” DURAHAM LAPITP

JUSTINE

Oh mi pobre Justine,… ¿Porque proscribes la carne que te dio la vida? El instinto es el niño longevo de la evolución que necesita el abrigo de tu candor. ¿Por qué idolatras la quimera del viento y te sometes como una vestal partidaria de Artemisa a los perjurios del convento?

En el siglo de las luces aborrezco la modernidad y rebato la masificación de la cultura.

Oh ¿por qué no atemperas mis agravios y fundes tus penas con las mías? ¿Qué hace estremecer tu Himeneo...? Desearía embriagarme en el seno de tu codicia y diluirme en los surcos de tu dulce corsé.

Desearía tomarte con tal ímpetu y vigorosidad....

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” pero no… estoy atrapado por el pasado ... la tristeza me embarga como una deuda que nunca adquirí. Sólo eres un pedazo de carne que deambula en las calles injuriando el vicio.

No podría adorarte en la virtud ni poseerte a la fuerza. Estás esperando desvanecerte en las mazmorras de este cuento. Y mis palabras envenenadas de cicuta serán tu perdición en las miradas de cualquier fulano.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” JUAN SOÑADOR RIVERA

POEMAS

CHATA.

Chata no más estoy consumiendo trago, que me miren las tetas, que me agarren el culo, que me insinúen orgasmos. Chata no más estoy que me besen con licores, que insulten mi piel trajinada,

que me griten, que me tironeen, que manoseen mi falda.

Chata no más estoy y yo como huevona puta les sonrío, les agrado, les converso, les beso, les cobro y me largo.

Chata no más estoy y como a las cuatro y media me toca regresar a casa, casi ebria, a ver a mi cabro. Chata no más estoy y yo misma me metí en esta mierda

y mañana, regreso a la pega

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” Ni una menos, Ni una más. ¡Ni una menos, ni una más! ¿Te crees muy macho ,persiguiéndola a golpes, gritándole en la casa, golpeándole los hombros, Insultándola, menospreciándola? ¿Te crees muy macho mirándola con rabia y desprecio, levantando tu cuerpo engrifado, humillándola de frente y por la espalda, arrinconando sus lágrimas? ¿Te crees todo un hombre

para después pedirle perdón y que no ocurrirá nada?

¡Ni una más, ni una menos!

¡No más mentiras disfrazadas de flores!,. ¡No más perdón con una lata de cerveza!. ¡No más canciones que ya perdieron el aroma de las promesas!. ¡No más palabras de amor que arrastran cadáveres y silencios!.

¿Ni una más , Ni una menos!

Nunca más.

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UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS” PIENSO EN TI.

Pienso en ti y se me doblan las rodillas. Se me escapa un beso. Se quiebra un vaso.

Pienso en ti y resucitan las hormigas. Saltan en el río Huasco las lisas y un cactus se vuelve sagrado.

Pienso en ti y las estaciones se olvidan.

Pido la música de Anita Tijoux y me como una sopaipilla.

Pienso en ti y me pinta la rebeldía. Me gusta el chicle y la cerveza fría. Rastrojeo los recuerdos como un gato de mediodía.

Pienso en ti y sé que no me quieres. Ni siquiera te gusto. Ni siquiera por mi te olvidas. Pero aún así, te mando un audio con una canción que nunca oirías.

Pienso en ti y estas letras en la servilleta se rompían.

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