LA SUERTE Y EL CAMINO.
Que suerte ha de tener, quien después de haberse perdido en el camino, deposita en una nueva ruta, la esperanza y la confianza necesaria, para avanzar hacia la ruta de la felicidad. Ella tuvo mucha suerte, pues, en su corto recorrido por la ruta equivocada, siempre gozo de razón, se jactó de placeres, vivió sus ilusiones, y sintió todo tipo de emociones, provocadas por todo lo que él tenía para ofrecer. Él, sin embargo, creyó siempre estar en el camino correcto, siempre anduvo confiado en la orientación dada por la brújula de sus emociones. Él tuvo suerte, porque su única razón, era continuar por el camino de en sueño, sin más combustible, que la ilusión de llegar al destino, sin importar que tan dura estuviese la ruta, o que tan perdido estuviese dentro o fuera ella. Ella tuvo suerte además, porque siempre que se sintió pérdida, él no paró de luchar por encontrar con ella, nuevamente el camino, brindándole experiencias transformadas en alimento, para su cuerpo y su alma. Ellos tuvieron suerte, porque cada uno encontró su destino, el de ella, adornado de ilusión, e iluminado por brillo de su propio valor; y el de él, impregnado por el olor que deja la continua naturaleza de sus acciones