Victoria

Dentro de la investidura de la victoria, me sentí victorioso por captar segundos de sus horas, victorioso por brindarme horas a mi mismo, horas para pensarle, para imaginarle, para sentirle desde lo lejos, tan lejano como sus palabras, palabras siempre latentes en mi mente, impregnandola con su sutileza, su vigor, su energía, su sencilles, y por sobre todo, su destreza en transformar mis momentos, con sus pocos segundos, mis muchas horas.

No sé como lo hizo, no se como lo logro, pero entre comas, puntos y letras, importante para mí se volvió, tanto qué nunca dimencioné mis fines, mis alcances, mis metas, mis anhelos, mis sueños, sueños con ella, sueños que quizás sólo serían sueños, pero al fin Sueños, sueños victoriosos, sueños pragmaticos, sueños que sin lugar a dudas la tenían como el eje central de todo, de mi mundo subreal, de mi absurdo y distorcionado mundo, en el cual todo era caos, todo era desorden, y lo único ordenado era un sistema llamado ella, dónde sistematicamente todo encajaba a la perfección, como piezas tan sencillas e incomprensibles como las de un reloj, incomprensibles como su belleza, que no alcance a comprender cómo fuese tanta, cómo fuese tan sublime, tan perfecta, tan exacta como una ciencia, la ciencia de su sonrisa.