Revista Historia Critica No. 46

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Enero-Abril 2012 Precio $30.000

Dossier: Cuerpo, enfermedad, salud y medicina en la historia


N° 46

Enero - Abril 2012

Revista del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes BogotĂĄ, Colombia


Fundador Directores anteriores

N.º 46, enero-abril de 2012 Revista del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Dirección y teléfono: Cra. 1 N°18A – 10, Edificio Roberto Franco, of. G-421, Bogotá, Colombia, tel-fax: +57 (1) 332.45.06 Correo electrónico: hcritica@uniandes.edu.co - Sitio web: http://historiacritica.uniandes.edu.co

Daniel García-Peña Daniel García-Peña (1989-1990), Hugo Fazio (1991-1994), Mauricio Nieto (1995-1996), Juan Carlos Eastman (1997), Mauricio Nieto (1997-1998), Juan Carlos Flórez (1998-2000), Ricardo Arias Trujillo (2000-2004), Muriel Laurent (2004-2010), Camilo Quintero Toro (2010-2011)

Director Editora Asistentes editoriales Comité editorial

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científico

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Páginas del número Formato Tiraje Periodicidad

260 19 x 24.5 cm 500 ejemplares Cuatrimestral

ISSN 0121-1617. Min. Gobierno 2107 de 1987 * Las ideas aquí expuestas son responsabilidad exclusiva de los autores. * El material de esta revista puede ser reproducido sin autorización para uso personal o en el aula de clase, siempre y cuando se mencione la fuente. Para reproducciones con cualquier otro fin es necesario solicitar primero autorización del Comité Editorial de la revista

Precio: $ 30.000 (Colombia)


La revista Historia Crítica hace parte de los siguientes catálogos, bases bibliográficas, índices y sistemas de indexación: Publindex - Índice Nacional de Publicaciones Seriadas Científicas y Tecnológicas Colombianas, (Colciencias, Colombia), desde 1998. Actualmente en categoría A1. Sociological Abstracts y Worldwide Political Science Abstracts (CSA-ProQuest, Estados Unidos), desde 2000. Ulrich’s Periodicals Directory (CSA-ProQuest, Estados Unidos), desde 2001. PRISMA - Publicaciones y Revistas Sociales y Humanísticas (CSA-ProQuest, Gran Bretaña), desde 2001. Historical Abstracts y America: History &Life (EBSCO Information Services, antes ABC-CLIO, Estados Unidos), desde 2001. HAPI - Hispanic American Periodical Index (UCLA, Estados Unidos), desde 2002. Ocenet (Editorial Oceano, España), desde 2003. LATINDEX - Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (México), desde 2005. Fuente Académica, Current Abstracts, EP Smartlink Fulltext, TOC Premier, Academica Search Complete, SocINDEX (EBSCO Information Services, Estados Unidos), desde 2005. RedALyC - Red de Revistas Científicas de América Latina y El Caribe, España y Portugal (UAEM, México), desde 2007. DOAJ - Directory of Open Access Journal (Lund University Libraries, Suecia), desde 2007. Informe académico y Académica onefile (Thompson Gale, Estados Unidos), desde 2007. CLASE - Citas latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (unam, México), desde 2007. DIALNET - Difusión de Alertas en la Red (Universidad de La Rioja, España), desde 2007. CIBERA - Biblioteca Virtual Iberoamericana/España/Portugal (German Institute of Global and Area Studies, Alemania), desde 2007. SciELO - Scientific Electronic Library Online (Colombia), desde 2007. CREDI - Centro de Recursos Documentales e Informáticos (Organización de Estados Iberoamericanos, OEI), desde 2008. HLAS - Handbook of Latin American Studies (Library of Congress, Estados Unidos), desde 2008. LAPTOC - Latin American Periodicals Tables of Contents (University of Texas, Estados Unidos), desde 2008. Social Sciences Citation Index - Social Scisearch - Arts and Humanities Citation Index - Journal Citation Reports/ Social Sciences Edition (ISI, Thomson Reuters, antes Thomson Scientific, Estados Unidos), desde 2008. SCOPUS - Database of abstracts and citations for scholarly journal articles (Elsevier, Países Bajos), desde 2008. Portales Web en los cuales está la revista Historia Crítica: http://www.lablaa.org/listado_revistas.htm (Biblioteca Luis Angel Arango, Colombia), desde 2001. http://www.cervantesvirtual.com/portales/ (Quórum Portal de Revistas, Universidad de Alcalá, España), desde 2007. http://sala.clacso.org.ar/biblioteca/Members/lenlaces (Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO, Argentina), desde 2007. http://www.historiadoresonline.com (Historiadores OnLine - HOL, Argentina), desde 2007.


Los árbitros de este número de la revista fueron:

Adriana Álvarez (Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, Argentina) Joseph Arbena (Clemson University, Clemson, Estados Unidos) Anne-Emanuelle Birn (University of Toronto, Toronto, Canadá) Adrián Carbonetti (Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, Argentina) Darío Acevedo Carmona (Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia) Ana María Carrillo (Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F. México) Meri Clark (Western New England College, Massachusetts, Estados Unidos) Lucy Cohen (Catholic University of America, Washington D.C. Estados Unidos) Luis Miguel Córdoba Ochoa (Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia) Miguel Angel Cuenya Mateos (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, México) José Luis de la Nuez Santana (Universidad Carlos III de Madrid, Madrid, España) Maria Fernanda Duque Castro (Universidad de Barcelona, Barcelona, España) Rosalina Estrada (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, México) Emilce Garzón Peña (Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, Colombia) Adolfo León González Rodríguez (Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia) Juan Felipe Gutiérrez Flórez (Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia) Eduardo Kingman (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Quito, Ecuador) César Leyton Robinson (Universidad de Chile, Santiago, Chile) Oliva López Sánchez (Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F. México) Marcio Magalhães de Andrade (Fundação Oswaldo Cruz, Rio de Janeiro, Brasil) María Emma Mannarelli (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú) Abel Fernando Martínez Martín (Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Colombia) Luis Javier Ortiz Mesa (Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia) Ana María Otero-Cleves (Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia) Renata Palandri Sigolo Sell (Universidade Federal de Santa Catarina, Florianopolis, Brasil) Zandra Pedraza (Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia) María Teresa Pérez Hernández (Universidad del Cauca, Popayán, Colombia) Alexis Vladimir Pinilla Diaz (Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, Colombia) Stefan Pohl Valero (Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia) Luis Alfonso Ramírez Vidal (Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia) Andrés Reggiani (Universidad Torcuato di Tella, Buenos Aires, Argentina) Olga Restrepo Forero (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia) Libia J. Restrepo (Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, Colombia) Estela Restrepo Zea (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia) Esteban Rodríguez Ocaña (Universidad de Granada, Granada, España) Marta Saade Granados (Universidad Externado de Colombia, Bogotá, Colombia) Hilda Sabato (Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina) Gregorio Saldarriaga Escobar (Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia) Jairo Solano Alonso (Universidad del Atlántico/Universidad Simón Bolívar, Barranquilla, Colombia) David Sowell (Juniata College, Pensilvania, Estados Unidos) Doris Lilia Torres Cruz (Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Colombia)


Tabla de contenido 7-8

Carta a los lectores Artículos

Dossier: Cuerpo, enfermedad, salud y medicina en la historia 11-16 Jorge Márquez Valderrama, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia Presentación del dossier “Cuerpo, enfermedad, salud y medicina en la historia” 18-42 Adriana María Alzate Echeverri, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia Comer en el hospital colonial: apuntes sobre la alimentación en tres hospitales neogranadinos a finales del siglo xviii 44-65 Jaime Andrés Peralta Agudelo, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia Los cuna y sus saberes médicos. La “ciencia” de los “bárbaros” bajo la mirada del mundo ilustrado 66-87 Mónica García, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia Geografía médica, bacteriología y el caso de las fiebres en Colombia en el siglo xix 88-109 María José Correa Gómez, Universidad Andrés Bello, Santiago, Chile Cuerpo y demencia. La fisonomía de la incapacidad en Santiago de Chile (1855-1900) 110-131 Víctor Manuel García, Centre National de la Recherche Scientifique, París, Francia Accidentes terapéuticos y nuevas prácticas de salud. La medicina colombiana frente a la catástrofe de la vacunación antidiftérica en Medellín, 1930 Diana Antonia Veneros Ruiz-Tagle, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Santiago, Chile 132-153 Aspectos médicos, legales y culturales tras el trabajo industrial de obreros y obreras en un contexto de modernización. Chile (1900-1930) Espacio estudiantil Piedad Peláez Marín, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia El cuerpo, la salud y la enfermedad en los esclavos del Nuevo Reino de Granada, siglo

154-177 xviii

Tema Abierto 180-201 Clara Inés Carreño Tarazona, Universidade Estadual Paulista, Assis/SP, Brasil Búsqueda de nuevas rutas comerciales. Solón Wilches y las redes de poder en García Rovira, segunda mitad del siglo xix 202-224 Francisco Segado Boj, Universidad Internacional de la Rioja, Logroño, España Vida y muerte del Espíritu del 12 de febrero. El fracaso del último intento reformista del franquismo en el humor gráfico de la prensa diaria (1974-1975) Reseñas Héctor Cuevas Arenas, Universidad del Valle, Buga, Colombia Gamboa Mendoza, Jorge Augusto. El cacicazgo muisca en los años posteriores a la conquista: del sihipkua al cacique colonial, 1537-1575. Bogotá: icanh, 2010. José Manuel Serrano Álvarez, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia Restrepo Olano, Margarita. Nueva Granada en tiempos del virrey Solís, 1753-1761. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2009. Jairo Álvarez Jiménez, Universidad de Cartagena, Cartagena, Colombia Solano, Sergio Paolo y Roicer Flórez Bolívar. Infancia de la nación. Colombia en el primer siglo de la República. Cartagena: Ediciones Pluma de Mompox, 2011. Claudio Llanos Reyes, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, Chile Hunt, Lynn. Inventing Human Rights. A History. New York: W.W. Norton & Company Inc., 2007.

Notilibros Acerca de la revista Normas para los autores

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Table of Contents Letter to readers

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Articles Thematic Section: Body, illness, health, and medicine through history Jorge Márquez Valderrama, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia Presentation of the thematic section "body, illness, health, and medicine through history" Adriana María Alzate Echeverri, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia Eating in a Colonial Hospital: notes on the diets in three hospitals of New Granada in the late 18th century Jaime Andrés Peralta Agudelo, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia The cuna and their medical knowledge. The “science” of the “barbarians” from the standpoint of the illustrated world Mónica García, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia Medical geography, bacteriology, and the case of fevers in Colombia in the 19th century María José Correa Gómez, Universidad Andrés Bello, Santiago, Chile Body and dementia. The physiognomy of incapacity in Santiago de Chile (1855-1900) Víctor Manuel García, Centre National de la Recherche Scientifique, París, Francia Therapeutic accidents and new health practices. Colombian medicine in the face of the antidiphtheria vaccination catastrophe of Medellin, 1930 Diana Antonia Veneros Ruiz-Tagle, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Santiago, Chile Medical, legal, and cultural aspects behind the industrial work of workers in a context of modernization. Chile (1900-1930) Student Space Piedad Peláez Marín, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia Body, health, and illness in slaves of the New Kingdom of Granada in the 18th century

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Open Forum 180-201 Clara Inés Carreño Tarazona, Universidade Estadual Paulista, Assis/SP, Brasil Search of new trade routes. Solon Wilches and the networks of power in Garcia Rovira, second half of the 19th century 202-224 Francisco Segado Boj, Universidad Internacional de la Rioja, Logroño, España Life and death of Espíritu del 12 de febrero. The failure of the last reformist attempt of francoism in graphic humor of the daily press (1974–1975) Book Reviews Héctor Cuevas Arenas, Universidad del Valle, Buga, Colombia Gamboa Mendoza, Jorge Augusto. El cacicazgo muisca en los años posteriores a la conquista: del sihipkua al cacique colonial, 1537-1575. Bogotá: icanh, 2010. José Manuel Serrano Álvarez, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia Restrepo Olano, Margarita. Nueva Granada en tiempos del virrey Solís, 1753-1761. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2009. Jairo Álvarez Jiménez, Universidad de Cartagena, Cartagena, Colombia Solano, Sergio Paolo y Roicer Flórez Bolívar. Infancia de la nación. Colombia en el primer siglo de la República. Cartagena: Ediciones Pluma de Mompox, 2011. Claudio Llanos Reyes, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, Chile Hunt, Lynn. Inventing Human Rights. A History. New York: W.W. Norton & Company Inc., 2007.

Book Notes About the journal Submission Guidelines

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Carta a los lectores

Carta a los lectores La historia de la ciencia es uno de los campos de investigación en la disciplina que ha crecido de manera importante en Colombia durante las dos últimas décadas. Un número creciente de estudiosos se preocupa por conocer los procesos históricos y culturales de la tecnología, la medicina, la salud, y las ciencias, abordándolos desde diferentes perspectivas teóricas y metodológicas. Esta tendencia se refleja en la gran cantidad de artículos que recibimos para la convocatoria del dossier “Cuerpo, enfermedad, salud y medicina en la historia”, lo que revela la compleja riqueza de la historia de la ciencia y la diversidad de sus temas. Para la coordinación de este dossier el Comité Editorial de Historia Critica invitó al doctor Jorge Márquez, profesor asociado del Departamento de Estudios Filosóficos de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (sede Medellín), y director del grupo de investigación Producción, circulación y apropiación de saberes, quien amablemente aceptó nuestra solicitud. A él nuestros agradecimientos por su labor como editor invitado. Como observarán, su propuesta resalta el lugar que actualmente ocupa la historia de la ciencia en la historiografía, de lo que los artículos publicados son una muestra de la rica y heterogénea producción. Además de los textos del dossier, el presente número integra dos artículos en la sección Tema abierto. El primero de ellos, “Búsqueda de nuevas rutas comerciales. Solón Wilches y las redes de poder en García Rovira, segunda mitad del siglo xix”, de Clara Inés Carreño Tarazona, estudia las relaciones entre la política y las actividades comerciales a partir de nuevas rutas en el Estado Soberano de Santander. El segundo artículo pertenece a Francisco Segado Boj, Profesor de la Universidad Internacional de la Rioja, quien analiza la escéptica recepción de los últimos intentos de apertura del franquismo español a partir del humor gráfico publicado en la prensa. Por su parte, el artículo de la sección Espacio estudiantil está incluido en el dossier y lleva por título “El cuerpo, la salud y la enfermedad en los esclavos del Nuevo Reino de Granada, siglo xviii”, con Piedad Peláez Marín como autora.

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Carta a los lectores

Así entregamos el número 46 de Historia Crítica. Sólo queda agregar, como se había anunciado, que en los próximos números se publicarán artículos en inglés y portugués, y traducciones de artículos cuya importancia historiográfica lo amerite. La revista no sólo ha dedicado esfuerzos a publicar artículos de calidad académica, sino también a mejorar su visibilidad en la web y brindar la posibilidad de que sus textos se puedan descargar en dispositivos de lectura (ebook, iPad y Kindle). El próximo número de la revista será de tema abierto, y desde ya queremos invitar a nuestros lectores a participar en la convocatoria para el dossier que llevará por título “Re-flexionar el pasado. Teoría e historiografía”.

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Dossier: Cuerpo, enfermedad, salud y medicina en la historia



Jorge Márquez Valderrama

Presentación del dossier “Cuerpo, enfermedad, salud y medicina en la historia” Ante todo, ¿por qué estudiar la historia del cuerpo, la medicina, la enfermedad y la salud? La confianza actual y muy expandida en las promesas de bienestar y salud de los progresos biomédicos hace que desviemos nuestra mirada de la posibilidad de comprender cómo, en épocas anteriores o en sociedades diferentes de las occidentales y occidentalizadas, se resuelve la apuesta por la salud, individual y colectivamente. Esto a su vez hace que perdamos oportunidades de comprender la evolución de las prácticas, discursivas y no discursivas, de los diversos ofertantes y demandantes de productos de salud, así como su influencia en la vida y los hábitos cotidianos, en las comunidades, en los procesos de individuación, en las instituciones y en las estrategias políticas de una sociedad en determinado período. Jorge Márquez Valderrama Al mismo tiempo, esta confianza en la oferta médica está en crisis, en parte por promesas incumplidas o esperanzas que superaban Profesor asociado del Departamento de Estudios Filosóficos de la Facultad las posibilidades reales del sistema médico occidental, pero tamde Ciencias Humanas y Económicas de bién porque desde finales del siglo pasado se comenzó a cuestionar la Universidad Nacional de Colombia el derecho a la salud que apenas había empezado a conquistarse (Medellín, Colombia). Historiador de justo después de la Segunda Guerra Mundial, y porque hoy se la misma universidad, Magíster y Doctor en Enseñanza y difusión de las intenta, por diversas vías políticas y económicas, convertir la salud ciencias y las técnicas de la Universien un servicio comercializable. dad Paris XI (París, Francia). Director La idea de hacer un número especial de Historia Crítica dedicado al del grupo de investigación Producción, tema “Cuerpo, enfermedad, salud y medicina en la historia”, surgió Circulación y Apropiación de Saberes (procircas) (Categoría A en Colciencias). en el comité editorial de la revista en el 2010. Tuve entonces el honor Recientemente publicó en coautoría de ser invitado para convocar la presentación de trabajos relacionacon Óscar Gallo, “La mortalidad infantil dos con estos temas y para coordinar el dossier. Acepté gustoso, entre y la medicalización de la infancia. El muchas razones porque en nuestro país no existen revistas dedicacaso de Titiribí, Antioquia, 1910-1950”, Historia y Sociedad 20 (2011): 57-89; das a estos temas, y porque la única especializada en América Latina, y, “La enfermedad oculta: una historia História, Ciências, Saúde-Manguinhos, no alcanza a publicar oportunade las enfermedades profesionales mente tan inmensa producción. en Colombia, el caso de la silicosis (1910-1950)”, Historia Crítica 45 (2011): 114-143. jmarquez@unal.edu.co Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 11-16

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Presentación del dossier “Cuerpo, enfermedad, salud y medicina en la historia”

Convoqué a partir de un abanico muy amplio de posibilidades, por varias razones. La primera tiene ver con que los estudios de historia sobre estos aspectos de las sociedades se han multiplicado últimamente, a la vez que sus orientaciones conceptuales, sus preguntas, su espectro de objetos y sus métodos se han ampliado, diversificado y enriquecido enormemente. La segunda, muy relacionada con la primera, era no limitar la propuesta a un tema, a un problema o a una manera de investigar. Era más bien lanzar el mensaje a flotar en un océano y trabajar luego a partir de la respuesta. La recepción que tuvo la convocatoria fue excelente. Recibimos docenas de propuestas de las cuales descartamos, en un primer filtro, las no especializadas en historia. El segundo filtro se basó en la calidad de los trabajos, juzgada por una comunidad amplia de expertos. Durante esta segunda fase mi trabajo consistió en proponer los nombres y datos de contacto de personas expertas en estos temas, provenientes de muy diversos horizontes. Comento esto porque en esa tarea me hice más consciente de la riqueza, el dinamismo y la constante renovación de estos campos de la investigación histórica contemporánea. Finalmente, mediante un arduo trabajo de comunicación y cooperación entre los expertos y el Comité Editorial, se seleccionaron y editaron los trabajos que se presentan a continuación. El resultado de este proceso es una muestra rica y heterogénea de la producción actual; hay que intentar explicar su riqueza, pero también hay que señalar los puntos comunes, las tendencias y los problemas transversales que hacen de éste un conjunto coherente. Como el momento álgido de los procesos de medicalización y de instauración de la salud pública en América Latina ha sido el período comprendido entre la segunda mitad del siglo xix y la primera del xx, en las últimas tres décadas se han publicado numerosos trabajos circunscritos a este lapso de tiempo, elaborados a partir de estudios de caso en los que se leen las transformaciones políticas, culturales, económicas, sociales y subjetivas debidas a esos procesos. Este auge ha contribuido a que el período prerrepublicano se haya estudiado mucho menos, en cuanto a la historia del cuerpo, la medicina, la enfermedad y la salud. Sin embargo, lo primero que salta a la vista en los artículos que presentamos a los lectores es un interés renovado por la Colonia. Y no de una manera tradicional, los autores que nos entregan estudios dedicados al período prerrepublicano han puesto el acento en actores sociales casi siempre olvidados por los historiadores. Es el caso del artículo de Adriana María Alzate Echeverry, “Comer en el hospital colonial: apuntes sobre la alimentación en tres hospitales neogranadinos a finales del siglo xviii”, que resalta las prácticas alimentarias, dietéticas e higiénicas de los religiosos, empleados y “enfermos pobres” de tres hospitales neogranadinos a finales del siglo xviii, y sus relaciones con los contextos económico, cultural, religioso e higiénico de la época. Uno de los aportes novedosos de este artículo es su lectura creativa de fuentes aparentemente mudas o grises, pero con las

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Jorge Márquez Valderrama

cuales la autora es capaz de mostrarnos aspectos fundamentales de prácticas corporales reguladas y rutinarias, e inscritas en la cultura material y simbólica de la época. Otros actores sociales poco estudiados constituyen el objeto principal del artículo de Jaime Andrés Peralta, “Los cuna y sus saberes médicos. La ‘ciencia’ de los ‘bárbaros’ bajo la mirada del mundo ilustrado”. El autor lee entre líneas las fuentes de archivo y sus versiones oficiales para mostrarnos las prácticas curativas y corporales de un sistema médico completamente extraño al de los españoles y europeos del siglo xviii. Innovador desde todo punto de vista, este artículo tiene la ventaja de adentrarnos en las prácticas y los saberes de sanadores tradicionales basados en una cosmogonía precolombina y ancestral. Por su parte, Piedad Amparo Peláez, en su artículo “El cuerpo, la salud y la enfermedad en los esclavos del Nuevo Reino de Granada, siglo xviii”, analiza las enfermedades y sufrimientos de los esclavos del Nuevo Reino de Granada a partir de una encuesta enfocada en la especificidad social, política, económica y cultural del trabajo esclavo, de sus condiciones de vida, del trato que recibían de sus amos y amas, y del impacto de estos fenómenos sobre sus cuerpos y su salud-enfermedad. Nos muestra una sociedad escindida entre la práctica de las virtudes cristianas y la explotación desmesurada de la mano de obra esclava. La lectura de fuentes pone en evidencia otros dramas e incertidumbres: crisis de la sociedad de castas, en plena emergencia de la población como objeto del gobierno basado en el fomento “científico” de la vida, y posibilidades de ascenso social, ya no basadas en la cuna, el linaje y la posesión de tierras, sino en la pericia intelectual o técnica, en el prestigio social adquirido y en la apropiación de nuevos valores como los de la Ilustración. Estos tres artículos tienen en común el estudio original de fuentes del siglo xviii, pero también que sus resultados cuestionan lugares comunes del debate en la historia de la medicina que heredamos del siglo xx, pues obligan al historiador actual a plantearse, entre otras, la pregunta: ¿desde y hasta dónde es pertinente interrogar los procesos de medicalización en América, sobre todo en la América pre1. Ha habido diversas reuniones internacionales en las que se rrepublicana? Porque los tres muestran que se puede hacer historia de las ha debatido la vigencia y la prácticas de la salud de sociedades y de grupos sociales, y de momentos y pertinencia del concepto de medicalización en historia y, en de prácticas no medicalizados. general, en las ciencias sociales y El problema de la medicalización de la vida y de las sociedades ha sido humanas. Por citar solo algunas: Sandra Caponi et al., Medicalizaun objeto de estudio frecuentado por investigadores de muy diversos ção da Vida: Ética, Saúde Pública e Indústria Farmacêutica‫( ‏‬Floriahorizontes desde los años setenta1. De esa época, el concepto de “medicanópolis: Universidade do Sul de lización” es un sobreviviente muy rendidor y exitoso, muy frecuentado Santa Catarina, unisul, 2010); Luc Berlivet, “Médicalisation”, global y localmente por los investigadores en historia social de la mediGenèses 1: 82 (2011) : 2-6; Faure, cina y, más recientemente, en estudios socio-antropológicos sobre el Olivier, “Les voies multiples de la médicalisation”, Revue d’Histoire moderne et contemporaine 43: 4 (1996): 571-577.

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Presentación del dossier “Cuerpo, enfermedad, salud y medicina en la historia”

impacto y la apropiación de la biomedicina actual. Por un lado, han producido conocimientos valiosos sobre el impacto de la medicina occidental en las transformaciones materiales de las sociedades, en la expansión del proceso de civilización, y en el mejoramiento de las condiciones de vida. En otra tendencia, han mostrado el papel normalizador de esa misma medicina y la expansión de un promisorio mercado de cuidados, no siempre virtuoso, y a veces aliado de empresas poco escrupulosas en la acumulación y el manejo de diversos poderes. Sin embargo, concentrarnos solamente en los procesos de medicalización nos pone en riesgo de alimentar una visión muy etnocentrista de la historia, cuyo parámetro principal de observación y de interrogación serían las sociedades occidentales, transformadas por el nacimiento y la expansión de la biopolítica, tal y como la planteó el historiador Michel Foucault en 1976, cuando la señaló como un “umbral de modernidad biológica” o “el momento en que la especie entra como apuesta del juego en sus propias estrategias políticas”2. De todas maneras, estos tres autores nos muestran una vez más que el problema de la alteridad se hace evidente tanto en antropología como en historia, cuando la mirada occidental se cuestiona a sí misma, cuando vacila y trata de comprenderse al intentar entender o traducir las diferencias, quizás inconmensurables, si no se hace un esfuerzo por superar el propio sistema de pensamiento. Los otros cuatro artículos son muestras de una nueva historia de la medicina que se cultiva en América Latina, sobre todo a partir de la década de 1980. Cada vez es más difícil encasillarla bajo alguna categoría, porque las vacilaciones acerca de sus métodos, preguntas y objetos fueron superadas. Además, su creativo manejo de fuentes marca una gran originalidad frente a las crónicas conmemorativas de tiempo atrás. Por otra parte, la nueva generación de historiadores ya no se detiene a debatir sobre si en esta historia se trata de un problema de saber, de poder o de contextos sociales y culturales. Más bien, utiliza con inteligencia los distintos tipos de archivos y huellas, así como las herramientas de las diversas ciencias sociales y humanas para mostrar, a través de problemas concretos, relacionados con el cuerpo, la medicina, la salud y la enfermedad, un perfil histórico de determinada sociedad, cómo ella reacciona ante lo contingente, por qué mecanismos normaliza a los sujetos, cómo elabora teorías explicativas de la enfermedad, en qué luchas y por qué vías tramita los juegos entre el poder y el saber, así como los escenarios y pugnas de la administración de la verdad y de la legitimación de los sujetos susceptibles de detentarla en cada coyuntura. En este sentido, el artículo de Claudia Mónica García, “Geografía médica, bacteriología y el caso de las fiebres en Colombia en el siglo xix”, nos adentra en la historia de la medicina a secas. Vuelve a esta disciplina con nuevas herramientas de análisis para revisar ciertos lugares comunes ya establecidos acerca de la medicina colombiana

2. Michel Foucault, Historia de la sexualidad.1: La voluntad de saber (México: Siglo xxi, 1977), 173.

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Jorge Márquez Valderrama

del siglo xix, en pleno auge y ruptura de diversas teorías médicas. La autora no pone el énfasis en rupturas ya estudiadas o en la pretensión de leer en nuestro contexto las etapas de la evolución de la medicina occidental delimitadas por Pedro Laín Entralgo3, según las cuales se transita linealmente de una medicina a otra. Más bien nos muestra posturas médicas locales en las que se mezclan lo antiguo y lo nuevo para formar sinergias heurísticas muy originales. Con el artículo de María José Correa-Gómez, “Cuerpo y demencia. La fisonomía de la incapacidad en Santiago de Chile (1855-1900)”, tenemos la oportunidad de comprender, para la sociedad chilena decimonónica, los mecanismos y las fuentes de tecnologías de normalización de los individuos basados en los discursos médico-legal y psiquiátrico, así como el papel del peritaje médico en la clasificación de los sujetos y en las idealizaciones del sujeto normal y del sujeto sano. Su punto de vista es renovador, porque analiza las fuentes para mostrar las relaciones fehacientes entre el examen pericial del cuerpo, la medicalización de los sujetos mediante su objetivación como “enfermos”, la normalización de la profesión médica y la construcción política de un ideal de salud pública. El problema del surgimiento de la higiene industrial y de la medicina del trabajo en el contexto de la emergencia del aparato sanitario estatal en Chile es estudiado en el artículo de Diana Antonia Veneros, “Aspectos médicos, legales y culturales tras el trabajo industrial de obreros y obreras en un contexto de modernización. Chile (1900-1930)”. Por un lado, la autora muestra los comienzos de nuevas sensibilidades sociales frente al desgaste laboral, el trabajo infantil y femenino, el derecho a enfermarse y el derecho a la atención médica y, por otro, los procesos de medicalización de los cuerpos de los trabajadores inscritos a su vez en procesos de normalización de los individuos para el mejoramiento de la fuerza laboral. Estos procesos no se dieron sin conflictos y resistencias, y llevaron al establecimiento de una seguridad social y de un sistema de salud que mucho les deben a las organizaciones obreras y a sus luchas. El artículo de Víctor García, “Accidentes terapéuticos y nuevas prácticas de salud. La medicina colombiana frente a la catástrofe de la vacunación antidiftérica en Medellín, 1930”, estudia el contexto médico, político, social y mediático de la primera catástrofe iatrogénica ocurrida en Colombia. El autor aprovecha el acontecimiento y las huellas que dejó para revelar un momento estelar de la medicina y de la terapéutica experimentales colombianas. La ciencia pasteuriana y las prácticas con terapias biológicas que se ejercían en Colombia y en Europa eran casi las mismas en ese momento. Es decir, no había desfases técnicos, teóricos ni metodológicos. Los riesgos en que incurría una ciencia de vanguardia mundializada podían ser los mismos en diversos países. Y el drama colombiano, guardadas las proporciones y atendiendo a sus singularidades, podía ocurrir también en un país europeo, como de hecho ocurrió en Lübeck, Alemania, en febrero de 1930. 3. Pedro Laín Entralgo, Historia universal de la medicina (Barcelona: Salvat, 1972), vol. i, 4-5 y vol. vi, xvii-xviii.

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Presentación del dossier “Cuerpo, enfermedad, salud y medicina en la historia”

La convocatoria fue amplia y el resultado fue exitoso, lo que es evidente en la diversidad de trabajos que se ponen a disposición de la comunidad de investigadores y del público en general. El cruce transdisciplinar enriquece aún más esta muestra, donde se ejercitan y se ponen a prueba —difuminando fronteras absurdas— los estudios sociales de las ciencias y las técnicas, la historia epistemológica de las ciencias, la historia de las prácticas de salud y de las terapéuticas y la nueva historia social y cultural. Los trabajos de grandes historiadores, como Roy Porter y Michel Foucault, por citar sólo dos de los más esclarecedores, no se ven aquí traicionados, pues estas historias no dejaron de lado las prácticas, los gestos, las ciencias, los saberes, las instituciones y los sujetos.

Bibliografía Berlivet, Luc. “Médicalisation”, Genèses 1: 82 (2011): 2-6. Caponi, Sandra, Marta Verdi, Fabíola Stolf Brzozowski y Fernando Hellmann. Medicalização da Vida: Ética, Saúde Pública e Indústria Farmacêutica. Florianópolis: Universidade do Sul de Santa Catarina, unisul, 2010. Faure, Olivier. “Les voies multiples de la médicalisation”, Revue d’Histoire moderne et Contemporaine 43: 4 (1996): 571-577. Foucault, Michel. Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber. México: Siglo xxi, 1977. Laín Entralgo, Pedro. Historia universal de la medicina, volúmenes i y vi. Barcelona: Salvat, 1972.

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Comer en el hospital colonial: apuntes sobre la alimentación en tres hospitales neogranadinos a finales del siglo xviii

Artículo recibido: 4 de abril de 2011; aprobado: 20 de septiembre de 2011; modificado: 28 de noviembre de 2011.

Adriana María Alzate Echeverry

Comer en el hospital colonial: apuntes sobre la alimentación en tres hospitales neogranadinos a finales del siglo xviii

Eating in a Colonial Hospital: notes on the diets in three hospitals of New Granada in the late 18th century

Resumen

Abstract

Este artículo estudia algunos aspectos del consumo

This paper studies some aspects of the diet of

alimentario en tres hospitales neogranadinos a

three hospitals of the New Granada in the late 18th

finales del siglo xviii. Para ello analiza las cuentas

century. To do this, we analyze accounting records

que, a propósito de la compra de víveres, reposan

found in the General National Hall of Records

en el Archivo General de la Nación, sobre los hos-

which recorded the purchase of foodstuffs in three

pitales San Juan de Dios de Santafé de Bogotá, Car-

San Juan de Dios hospitals located in Santafé

tagena y Portobelo (hoy Panamá). Los ingredientes

de Bogotá, Cartagena, and Portobelo (Panama).

y preparaciones que aparecen en las cuentas

The ingredients and recipes recorded describe a

revelan un momento específico en la historia de

specific moment in the history of the diet in the

la alimentación en el hospital, determinada por el

hospital, determined by the religious and tributary

modelo religioso y tributario del mundo monacal

model of the monastic and conventual world. The

o conventual. Lo que se comía allí estaba mediado

foods eaten then were influenced by the economic,

por circunstancias económicas, culturales, religio-

cultural, religious, and hygienic circumstances sur-

sas e “higiénicas” del alimento.

rounding them.

Palabras clave

Key Words

Historia latinoamericana, Historia cultural, hospita-

Latin American History, Cultural History, hospitals,

les, Colombia, Nueva Granada, siglo xviii.

Colombia, New Granada, 18th century.

Profesora Asociada del Programa de Historia de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario (Bogotá, Colombia). Historiadora de la Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia), Magíster en Historia y Civilizaciones de l´École des Hautes Études en Sciences Sociales (París, Francia) y Doctora en Historia de l´Université Paris I, Panthéon-Sorbonne (París, Francia). Miembro del grupo de investigación Estudios sobre identidad (Categoría A1 en Colciencias) de la Universidad del Rosario (Bogotá, Colombia). Entre sus publicaciones se encuentran: “Cuerpos ‘bárbaros’ y vida urbana en el Nuevo Reino de Granada, siglo xviii”, en Historia de la vida privada en Colombia, tomo 1, eds. Pablo Rodríguez Jiménez y Jaime Borja Gómez (Bogotá: Taurus, 2011), 255-282; “Escritura ilustrada y utopía: manuscritos sobre reformas hospitalarias neogranadinas”, en Historia que no cesa. La independencia de Colombia, 1780-1830, ed. Pablo Rodríguez (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2010), 17-31 y Suciedad y orden. Reformas sanitarias borbónicas en la Nueva Granada, 1760-1810 (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario/Universidad de Antioquia/icanh, 2007). adriana.alzate@urosario.edu.co

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Adriana María Alzate Echeverry

Comer en el hospital colonial: apuntes sobre la alimentación en tres hospitales neogranadinos a finales del siglo xviii❧ El hospital que se dibuja en este artículo quizá tenga poco que ver con la institución actual, y aunque mantiene un vínculo relacionado con la presencia de la enfermedad, su naturaleza se ha transformado. La palabra ‘hospital’ sigue nombrándola, como lo ha hecho desde la Edad Media. Esta palabra se aplicó en principio a un establecimiento religioso que recibía a los pobres cuando se enfermaban, para darles un poco de alivio, sustento y abrigo. Su papel como lugar de atención médica empezó a aparecer progresivamente en el mundo occidental desde el siglo xviii. A mediados de este siglo se hace visible en las élites neogranadinas un afán transformador —que sirvió de relevo a las aspiraciones metropolitanas—, que imaginaba convertir al hospital en un lugar de curación de la enfermedad. Para llevar a cabo este proceso se pensaba instaurar una determinada organización y una disciplina en las diversas facetas de funcionamiento de esta institución, en la que la intervención médica desempeñara un papel esencial, que lo convirtiera tanto en un lugar para curación de la enfermedad como para la producción y transmisión del saber médico. Los ingredientes y preparaciones que aparecen en las cuentas que se estudiarán revelan un momento específico en la historia de la alimentación en la institución. Entre el medioevo y finales del siglo xvii predominó una concepción determinada por el modelo religioso. El hospital estaba gobernado por comunidades religio❧ Este artículo presenta los resultasas, cuya vocación se dirigía a la acogida de los pobres enfermos y ofrecía dos de investigación de uno de los una alimentación sencilla y frugal. El pobre debía emplear su fuerza para capítulos de la tesis de doctorado titulada “Saleté et ordre. Réforservir a Dios. En esta época, la alimentación estaba “espiritualizada” mes sanitaires et société dans la Vice-royauté espagnole de la (era vivida como un “don”). En un segundo momento —a partir del siglo Nouvelle-Grenade, 1760-1810” xviii—, cuando el médico empezó a reforzar su presencia en el hospital, se (Université Paris 1 PanthéonSorbonne, 2004). El proyecto se implantó en este espacio otra visión del mundo, del hombre y del cuerpo, desarrolló con recursos propios. en la cual el valor preventivo y terapéutico de la alimentación se definía 1. Musée de l’Assistance Publique, según el modelo de la medicina hipocrática1. “L’appétit vient en mangeant”, en Histoire de l’alimentation à l’hôpital. xv-xx siècles (París: Edoin-Musée de l’Assistance Publique, 1998).

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Los víveres que se registran en las cuentas hospitalarias en la época estudiada, las preparaciones que de allí se infieren y la frecuencia de la toma de alimentos eran diferentes a los que aparecen sugeridos en los planes de reforma hospitalaria, escritos por varios ilustrados pertenecientes a la sociedad neogranadina de finales del siglo xviii y principios del xix. Tales planes constituyen uno de los primeros indicios de una nueva 2. Allen J. Grieco, “Cuisine boursensibilidad que pretendía mitigar la acción caritativa de la institución y geoise et identité française volverla un espacio orientado por el saber médico, más competente para dans la littérature romanesque” (conferencia presentada en el tratar las enfermedades. Coloquio Food culture. Culture et saveurs d’Europe, Conseil de En tanto institución religiosa, la alimentación que se daba en el l’Europe, Strasbourg, Francia, hospital era muy tributaria del mundo monacal o conventual. Además, octubre 10-11, 2008). Versión en línea: http://www.canalc2.tv/ los alimentos que se consumían allí estaban limitados por un conjunto video.asp?idvideo=7794. de circunstancias que determinaban qué se podía comer, y que pueden 3. Massimo Montanari, Food is agruparse en económicas, de disponibilidad, religiosas y de “sanidad” Culture (Nueva York: Columbia University Press, 2006), xi. (digerible fácilmente y no dañino) del alimento. 4. En todas las sociedades, los hábiEl acto de comer y los rituales asociados con éste nunca son “natutos y los rituales alimenticios se rales”, son históricos y culturales, son construcciones sociales ancladas rigen por las mismas convenciones que dan sentido y estabilidad en una historia2. Los médicos y filósofos de la Antigüedad ubicaban la a los lenguajes verbales. Este conjunto de convenciones, que comida entre los elementos “no naturales”. Hipócrates la incluyó entre puede llamarse “gramática”, los factores de la vida que no pertenecen al orden “natural”, sino al “artimuestra que el sistema alimentario no es una simple recopilaficial”, lo que sugiere que pertenece a la cultura, a aquello que el hombre ción de productos y alimentos construye y transforma3. La comida que se impartía en el hospital tenía reunidos en forma azarosa, sino una estructura dentro de la cual características especiales en relación con el repertorio de alimentos cada componente define su significado. El léxico en el que se que se ofrecía, la forma de prepararla, los momentos en que se daba y la basa este lenguaje consiste en el manera como comían los diferentes grupos que integraban la institución. repertorio de productos animales y vegetales disponibles, que es Lo que se consumía en el hospital habla también de formas más o menos muy parecido a los “morfemas” corrientes de consumo alimentario en aquella época, en las sociedades (unidades básicas de significado) en el que se construyen donde estaban implantados. las palabras. Se trata entonces Las lógicas que presidían la alimentación hospitalaria en aquel entonde un léxico que se redefine en el cambiante contexto de las ces pertenecen a una “gramática culinaria” específica4. Los principales circunstancias ambientales, económicas, sociales y culturales. elementos de una gramática culinaria, son el fondo de cocción, el fondo Un producto puede ser obtenido de especias y la comensalidad. El fondo de cocción refiere a los alimentos de los recursos de la región o de relaciones comerciales. Puede ser que se consideran comida. Cada cultura elige, entre todo lo que existe, aceptado o rechazado depenuna porción de ellos para consumirlos. Además, también tiene que ver diendo de los gustos individuales o colectivos, o de las opciones con los procedimientos empleados para procesar los alimentos, la manera culturales. Massimo Montanari, de cortarlos, de combinarlos y de cocerlos. En las listas de compras de los Food is Culture, 99; Jack Goody, Cocina, cuisine y clase. Estudio de sociología comparada (Barcelona: Gedisa Editorial, 1995), 35-45.

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hospitales que se estudian y en lo que de ellas puede inferirse, el total de los registros daría cuenta de lo que se consume, de un conjunto de componentes elegidos entre muchos, pertenecientes a los reinos vegetal, animal o mineral. En cuanto a lo empleado para procesar los alimentos, puede mencionarse la manteca, por ejemplo, utilizada para freír o hervir; la combinación de diferentes ingredientes de las sopas y la manera de prepararlos mediante cocción en agua por medio de la ebullición, en un fogón leña, puede ilustrar también este criterio —en relación con la combinación y la cocción—5. El fondo de especias está relacionado con los condimentos y saborizantes que se usan en la cocina, y representa el sabor típico de la cocina (por regiones o países, por ejemplo). En las cuentas se pueden situar en esta clasificación la sal, condimentos como el ajo, el azafrán (cúrcuma) y el orégano. 5. Jack Goody, Cocina, cuisine y clase, La comensalidad se refiere a las personas que participan en la 35-45. comida y a las reglas que especifican quién debe sentarse a la mesa (o 6. Refitolero es quien “tiene cuidado alrededor del fuego), dónde debe sentarse, en qué circunstancia y qué del refectorio” (lugar destinado en las comunidades para juntarse debe servirse de acuerdo con la situación particular. Define también la a comer). Joaquín Ibarra, Diccionario de la lengua castellana (Madrid: frecuencia de comidas por día y el orden en que se servirán los diferenImpresor de Cámara de SM y de la tes platos. En relación con este último aspecto, la comunidad religiosa Real Academia, 1783), 801. comía reunida en el refitorio, como lo sugiere la presencia de un refi7. Constituciones de la orden y hospitalidad de San Juan de Dios, confirmadas tolero en la lista de empleados del hospital de Santafé en 17636. Las por la Santidad de Urbano, Papa VIII, constituciones de la orden mandaban a los religiosos a comer luego de en 9 de noviembre de 1640. Debajo de la protección siempre de sus majeshaber alimentado a los enfermos, y les prohibían consumir preparaciotades católicas, con las adiciones hechas en el capítulo general de 9 de nes o “manjares” traídos de fuera, “contentándose con la comida que la febrero de 1738 (México: Imprenta comunidad les diese, sobre cuyo cuidado se encarga a los oficiales que de Josef Jaúregi, 1774), 20-21. la sirven y componen, la más develada diligencia”. Debían comer con 8. Max Weber, Economía y sociedad: esbozo de una sociología comprenmoderación y en silencio durante las comidas, alguien leía libros espirisiva (México: fce, 1996), 352-353. 7 tuales y devotos y las vidas de los santos . 9. Constituciones de la orden, 124. La instauración de una comensalidad (“una comunidad de mesa”) 10. Sería erróneo suponer que el es una de las formas de crear y mantener la fraternidad religiosa8. término enfermero (a) con toda la “tecnicidad” que conlleva Probablemente los empleados comían juntos también, en otro lugar y en en la actualidad era el mismo que se le otorgaba en el siglo momentos diferentes a los religiosos y los enfermos. Éstos últimos debían xviii. En los proyectos de los rezar un Padrenuestro y un Avemaría, “por los bienhechores de los hosilustrados neogranadinos sobre los hospitales, los enfermeros pitales” con el religioso que estuviese de turno, antes de comer9. Comían se ocupan de cuidar la limpieza 10 en sus camas en ocasiones ayudados por sirvientes o enfermeros , según general del hospital: el lavado de las camas, las salas, los vasos de periodicidades determinadas (generalmente tres comidas por día en la los enfermos, los instrumentos, mayoría de los casos), aunque no se pudo establecer las horas específicas el barrido y la ventilación de las salas y la purificación del aire. Ellos también daban de comer y acompañaban a los enfermos.

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en las que tenían lugar (desayuno en la mañana, almuerzo hacia el medio día y cena al caer la noche). El ritual de la alimentación de los enfermos en el hospital podía propiciar la instauración de lazos afectivos de los religiosos —o de otro tipo de personal hospitalario— con los pacientes, gracias a la asociación atribuida culturalmente entre el acto de asistencia y el acto de comer. El hospital creaba cierto tipo de solidaridad vinculada con el momento de la comida, eran instantes de intercambio afectivo o familiar que se revelaban importantes en la situación de fragilidad que padecían los pobres enfermos11. 1. Carne y pan: Hospital San Juan de Dios de Santafé A finales del siglo xviii, la presencia de la tropa, antes casi ausente de Santafé, trajo como consecuencia algunos cambios en la vida de la capital del virreinato y también en el hospital, el cual debió acoger a los soldados enfermos. Para tratar sobre el problema económico que esta nueva población generaba en la institución, se reunieron, en febrero de 1790, varios miembros del Cabildo de Santafé y el Prior del hospital. En la reunión se pidió al religioso que presentara al Cabildo la situación real de las rentas del hospital, con el fin de realizar un nuevo contrato con la tropa que no perjudicara tanto al hospital como a la Real Hacienda; en consecuencia, se le solicitó a los religiosos que mostraran las cuentas generales de los fondos del hospital de los tres últimos años, “distribuyendo el total en tres partes para que una sirviera de presupuesto”12. En estas cuentas del hospital, que pertenecen al período 1787-1789, los gastos vinculados con la alimentación ocupan un lugar fundamental, superior incluso a los gastos en medicinas. Esto revela la naturaleza caritativa de la institución en este período, de consuelo al pobre-enfermo. Los alimentos aparecen allí consignados en la categoría de “gasto ordinario”, y comprenden compra de pan (2702 pesos, 12,63% de sus gastos), carne y aves (3316 pesos, 15,50%), y “diario sustento” (1539 pesos, 7,19%). De este último rubro forma parte el llamado “ordinario de vituallas”, que comprendía la leche, 11. Andresa Michele Godoy y Doraci el pago de una “lavandera de pobres”, la “ración semanal de la enferAlves Lopes, “Transformações socioculturais da alimentação mera” (que corresponde probablemente a su pago), los jornales de los hospitalar”, História, Ciências, mandaderos y los gastos de correos. Saúde –Manguinhos– 14: 4 (2007): 1197-1215. Todo este rubro ascendía a 7557 pesos (35,33% de los gastos), cifra 12. Archivo General de la Nación considerable si se tiene en cuenta que, al parecer, era superior a los (agn) Bogotá-Colombia, Sección Colonia, Fondo Hospitales y ingresos del Cabildo de la ciudad de Santafé durante el mismo período. Cementerios, t. 8, f. 562v. El Cabildo de Santafé percibió en 1785 la suma de 5590 pesos, y en 1796, 13. Provenientes fundamentalde 6859 pesos13. La proporción de lo gastado en alimentación en relación mente del arriendo de ejidos y dehesas. Julián Vargas Lesmes, con los otros egresos de la institución puede verse más claramente en el “El muy ilustre cabildo de Sansiguiente gráfico: tafé. Finanzas y administración económica”, en La sociedad de Santafé colonial, ed. Julián Vargas Lesmes (Bogotá: cinep, 1990), 219.

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Gráfico 1: Relación porcentual de gastos del Hospital San Juan de Dios de Santafé (1787-1789)

Fuente: gráfico realizado por la autora según datos del agn, Sección Colonia, Fondo Hospitales y Cementerios, t. 8, ff. 563r-565v.

A pesar de la gran cantidad de lagunas que existen en las cuentas sobre alimentos, la única fuente que se encontró sobre esta temática para el hospital de Santafé constituye un documento interesante14. Es claro que este registro no muestra sino una pequeña parte del conjunto de productos consumidos por la colectividad hospitalaria (enfermos pobres, empleados laicos y religiosos); además, hay que considerar que algunos alimentos consumidos allí no aparecían inscritos en la contabilidad, porque el hospital podía proveerse de ellos sin comprarlos, como el caso, por ejemplo, de los huevos o las legumbres, los cuales podían tomar de sus fincas, su huerto y/o eran donados por los fieles como limosna o como pago de sus servicios —religiosos o de curaciones— fuera de la institución. En Santafé, algunas siembras y crías se hacían en los huertos conventuales, ubicados en los patios de sus instalaciones, como crías de ganados o cultivos de árboles frutales, de algunas legumbres y de hierbas (bien fueran medicinales o especias). Se acostumbraba, asimismo, tener un gallinero donde se criaban o se guardaban temporalmente las aves de corral. Tampoco aparecen, por ejemplo, registros de las compras de sal, pero se sabe, gracias a las relaciones de Humboldt sobre las salinas de Zipaquirá,

que el hospital de Santafé se abastecía de la sal que producía la mina y

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14. Sobre las limitaciones de las cuentas de compra como fuente para el estudio de la alimentación hospitalaria en general remitirse a Bernard Vincent, “Consommation alimentaire en Andalousie orientale. Les achats de l’hôpital royal de Guadix, 1581-1582”, Annales. ESC 2: 30 (1975): 445.

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pagaba medio real por arroba15. Además de emplearse para adicionar a la preparación de las comidas, la sal se necesitaba para preservar alimentos, tales como la carne o el pescado. Nada se halla sobre compras de pescado (de posible consumo en los días de abstinencia) ni de otras gramíneas, como los garbanzos (tan importantes en la dieta española), ni del arroz (aunque este forma parte fundamental de la dieta del hospital 15. En agosto de 1801, Humboldt San Juan de Dios de Cartagena, como se verá, y su empleo se aconseja en anotó que la población de este reino había aumentado durante los planes de dietas hospitalarias) ni los fríjoles16. No están consignados el el período de fin de siglo, y particularmente la clase que horario o la frecuencia de las comidas ni se sabe si había dietas diferenciaconsumía mucha sal, porque los das entre pobres y religiosos, por ejemplo (difícil sería que las hubiera en grupos indígenas hacían poco uso de ella. También cuenta que términos estrictamente médicos). durante las navegaciones que Puede apreciarse, sin embargo, el importante consumo de pan: una había realizado en 1800 en la Orinoquia, el Caciquiare y el Río ración diaria de “un cuartillo para pobres, comunidad y tropa”. Es neceNegro, observó que diversos grusario precisar que en América se conocieron, al igual que en Europa, pos indígenas utilizaban como sal algunas plantas acuáticas, “las varios tipos de pan17. En Santafé, el de mejor calidad era el “pan blanco” cuales no producen sino una sal y un potasio cáustico”. Alexander elaborado con harina de trigo y destinado sólo a la mesa de los sectores Humboldt, Memoria raciocinada más adinerados. Los médicos europeos de entonces no sólo pensaban que de las salinas de Zipaquirá (Bogotá: Banco de la República/Archivo el pan blanco era más digerible que el negro, sino que como las “élites” de la Economía Nacional, 1952), 9. tenían una “capacidad digestiva” mediocre, no podían comer otro tipo 16. En los hospitales de la Orden San de pan. Por el contrario, quienes vivían en el campo y hacían trabajos Juan de Dios en Nueva España se registra la presencia de fríjoles manuales poseían un “calor interno más fuerte”, y por ende una capaen la alimentación hospitalaria. cidad digestiva superior que les permitía consumir sin problema el pan Solange Alberro, Apuntes para la historia de la Orden Hospitalaria San negro18. Se hace visible aquí la idea de la “delicadeza” digestiva y corpoJuan de Dios en la Nueva EspañaMéxico (México: El Colegio de ral, en principio aristocrática, vinculada con el consumo alimentario19, y México/Orden Hospitalaria de el carácter “rústico” (grosero, tan cercano a la “animalidad”) de los gruSan Juan de Dios, 2005), 102. pos pobres. El consumo alimentario abarca mucho más que un repertorio 17. Para el caso de Francia, Fernand Braudel, Civilisation matérielle, de gustos, actitudes o gestos, también, como se nota aquí, es un lugar de économie et capitalisme, vol.1. Les construcción de diferencia —distinción— y de conflicto. structures du quotidien, (París: Armand Colin, 1979), 118-119. En Santafé se consumía generalmente el “pan de la tierra” o “pan 18. Jean-Louis Flandrin y Massimo bajo” (también de consumo en tiempo de escasez triguera), que contenía Montanari, Histoire de l’alimentation (París: Fayard, 1996), 198. maíz o mezcla de trigo y maíz; una tercera clase era el “pan de cemita” 19. Norbert Elias, El proceso de (acemite)20. Cabe pensar que alguna de estas últimas preparaciones era la la civilización: investigaciones que se consumía en el hospital. sociogenéticas y psicogenéticas (México: fce, 1989), 52. En la lista no se especifica qué tipo de carnes y de qué manera se con20. “Acemite” era el “salvado o afresumían, aunque es posible que se tratara de carne de res y de carnero. cho menudo que tiene una corta En Santafé había mucho ganado vacuno, y la ciudad era abastecida desde porción de harina”, viene del árabe zemit, que significa flor de harina. Joaquín Ibarra, Diccionario de la lengua castellana, 1780, 12.

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distintos puntos, ya fuera desde los Llanos Orientales o desde Neiva. El carnero se criaba en las zonas frías del virreinato y estaba presente en la dieta del hospital desde hacía tiempo21. Al parecer, en Santafé la cría de carneros se propagó temprano, por la mayor utilización que de sus productos hacían los indios —su lana para pagar el tributo y para vestirse—22. En cuanto al cerdo, no se ha podido establecer con claridad si se comía en la institución, aunque se sabe que las ciudades de Santafé y Tunja tuvieron un abastecimiento permanente de cerdo, debido a la gran cantidad de población indígena encomendada que vivía a sus alrededores y que los criaba23. En Santafé no se sabe si había alguna creencia relativa a la calidad, sana o malsana, de este tipo de carne (esto sí se conoce mejor para el caso de Cartagena, y sobre todo para el de Portobelo, como se verá). El registro o 21. En Santafé, en el mes de no de la carne de cerdo supone la presenenero de 1603, el Fiscal A. de cia de toda la simbología de este animal (su Villalobos solicitó a la Real Audiencia que remediara reputación de sucio e impuro y los tabúes la situación del Hospital Jesús, María y José, pues que lo acompañan) y puede poner en evisus rentas eran muy bajas. 24 dencia creencias importantes . En cuanto a Además, el médico que había sido nombrado para las aves, debe tratarse sobre todo de pollos la institución no visitaba el y gallinas25. Éstas son tan saludables como hospital sino “cada tres o cuatro días”, y el capellán y la res o el cerdo y generalmente no pesan el fiscal eclesiástico vivían tabúes sobre ellas26. en las instalaciones del mismo y ocupaban dos Lo que los religiosos consideraban el cuartos que eran necesarios para albergar enfermos, por “diario sustento” comprende una amplia ello “muchas veces había variedad de rubros, entre los cuales sobresale que acomodar dos enfermos en la misma cama”. En su la compra de leche, aceite y manteca27 (es petición, también anota posible que se tratara de manteca de cerdo que eran exiguos el agua y los alimentos: la comida de utilizada para freír). Debe tenerse en cuenta los enfermos generalmente que durante el período colonial era difícil consistía sólo en pan (que tampoco era suficiente), y sortear las limitaciones comerciales estabun poco de carne. Andrés Soriano Lleras, La medicina lecidas para la importación de aceite de oliva; en el Nuevo Reino de Granada por ello, los alimentos grasos procedían, por durante la Conquista y la Colonia (Bogotá: Kelly, 1972), 95. influencia de los españoles, de los animales 22. Eduardo Ariza y Julián americanos, especialmente de los domésticos Vargas Lesmes, “Economía introducidos como la vaca y el cerdo28. doméstica y vida cotidiana. Santafé a comienzos del siglo xvii”, en La sociedad de Santafé colonial, 121.

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23. Gregorio Saldarriaga, “Consumo de carnes en zonas cálidas del Nuevo Reino de Granada: cualidades cambiantes, siglos xvi y xvii”, Fronteras de la Historia 11 (2006): 21-56. 24. Durante el medioevo, varios autores subrayaban el gran contraste que existía entre los alimentos viles o abyectos que comía el cerdo y el sabor incomparable de su carne; algunos veían en ello un milagro o un don de Dios. Michel Pastoureau, Le cochon. Histoire d´un cousin mal aimé (París: Découvertes Gallimard, 2009), 33. 25. La cría de gallinas se extendió rápidamente entre la población indígena y al poco tiempo de la Conquista estos animales hicieron parte de los tributos que los indios pagaban a los encomenderos. Una referencia de principios del siglo xvii permite ver su integración a uno de los platos tradicionales de Santafé, el ajiaco: “[…] una negra esclava acostumbraba robar las gallinas de su amo para agasajar con ajiaco a su amante chapetón”. Eduardo Ariza y Julián Vargas Lesmes, “Economía doméstica”, 193. 26. Hoy se sabe que su calidad nutricional radica en la cantidad de proteínas que contienen, como la niacina, las vitaminas A, B6, B12, el ácido fólico, el hierro, el zinc y el fósforo. Raúl Moreno Temprado, Calidad de la carne de pollo (Toledo: Nutreco R&D Food Research Centre, 2005). 27. “Manteca” es “la gordura de cualquier animal, especialmente del lechón. Y en diciéndose manteca, absolutamente se entiende la de puerco”. Joaquín Ibarra, Diccionario de la lengua castellana, 1783, 617. 28. Víctor Manuel Patiño, Historia y dispersión de los frutales nativos en el geotrópico (Cali: Centro Internacional de Agricultura Tropical, 2002), 269 y 547.

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En el último registro aparece el chocolate, bebida esencial en las tierras frías del virreinato. Para esta época estaba ya establecida, desde hacía tiempo, su forma de preparación: se molía la semilla del cacao con azúcar sobre una superficie caliente29. También estaba resuelta la inquietud teológica y moral según la cual tomar chocolate violaba las reglas del ayuno eclesiástico y era un comportamiento pecaminoso: “No viola el ayuno el que toma una jícara ordinaria de chocolate en pasta; y la razón es, porque sólo lleva una onza de chocolate en pasta; pero si a más del chocolate tomase otra cosa que todo junto excediese la onza dicha, de manera que llegase a dos onzas, nos parece que pecaría mortalmente, porque dos onzas castellanas es materia grave en opinión de graves y timoratos autores. Pero adviértase que siempre se requiere alguna necesidad aún para poder tomar la jícara ordinaria de una onza de chocolate, por tanto el tomarla sin dicha necesidad será pecado venial” 30. Incluso algunos curanderos neogranadinos aconsejaban beber chocolate para curar el dolor de cabeza, de muela o la constipación; en caso de debilidad extrema, algunos enfermos se colocaban las bolas de cacao sobre la frente, amarradas con un pañuelo, para beneficiarse de su poder reconfortante31. 29. En el siglo xvii se difundió desde Los dulces también figuraban en la lista de compras. Con ello quizá se España al resto de las naciones haga referencia a diferentes preparaciones, como conservas o mermelaeuropeas la costumbre de tomar varias tazas diarias, y las órdenes das realizadas a base de caña de azúcar, o pastas de azúcar conocidas como religiosas cumplieron el papel de confites (hechas en forma de bolitas de diversos tamaños) y alfeñiques agentes para extender su disfrute. “Después de 1728, cuando Felipe v (suavizadas con aceite de almendras). vendió el secreto de su preparación, las chocolaterías se propagaEsta fuente no permite establecer un juicio claro sobre la alimentaron por el mundo”. Aída Martínez ción que otorgaba el hospital. A primera vista se puede notar una cierta Carreño, “El chocolate, bebida sin fronteras en el siglo xix”, Revista precariedad y un patrón en el cual la vocación religiosa se dirigía a la Credencial Historia 130 (2000): 4-5. acogida de los pobres enfermos y les ofrecía una alimentación sobria 30. Francisco Larraga, Prontuario de pero reparadora. Es también difícil establecer el valor nutricional de la teología moral (Madrid: Librería Religiosa/Imprenta de Pablo dieta, pero al hacer una clasificación simple de los alimentos registrados Riera, 1856), 375. Para un interesante desarrollo de este tema, en las cuentas, se puede tener una idea vaga de su valor, según sean graSonia Corcuera de Mancera, sas, proteínas, carbohidratos. Puede verse que, en su mayoría, la dieta se “La embriaguez, la cocina y sus códigos morales”, en Historia de la componía de carbohidratos (como el pan o la mazamorra —trigo, maíz—), vida cotidiana en México: la ciudad azúcares (como las confituras y mermeladas) y grasas (entre las que se barroca, ed. Antonio Rubial García (México: fce, 2005), 523-525. pueden ubicar especialmente la carne de vaca, el tocino, la manteca, el 31. Santiago Díaz Piedrahita y Luis Caraceite y el chocolate). Cada uno de esos alimentos, fuesen grasas o carbolos Mantilla, eds., La terapéutica en el hidratos, también contienen diferentes cantidades de proteínas animales Nuevo Reino de Granada: un recetario franciscano del siglo xviii (Bogotá: Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 2002), 73.

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o vegetales. Se observa que la dieta era fundamentalmente energética para obtener la fuerza necesaria y, sólo secundariamente como nutrición. De todas maneras, se comía mejor en el hospital que en la ciudad de Santafé cuando se era pobre (enfermo o no). Esto se hace evidente en un comentario del Prior del Hospital San Juan de Dios, fray Manuel Ramos32, quien en 1790, ante la exigencia del virrey Ezpeleta (1789-1796) de informarle sobre los cuidados que se daba a las mujeres en la institución (pues había escuchado que estaban fuera de las enfermerías), responde que era cierto que algunas no estaban en las enfermerías, y ello se debía a que, en realidad, no estaban enfermas (como ya lo había reconocido el médico), sino que se refugiaban en el hospital para “asegurar su sustento”, y vista su situación de abandono, los religiosos no querían dejarlas a su suerte. Además, ubicarlas allí sería peligroso, pues se corría el riesgo de que contrajeran “algún achaque que no tenían”. Sin embargo, después de la solicitud del virrey, fueron llevadas a la enfermería, lo que a juicio del religioso era preocupante, pues el estado de “amontonamiento” era tal que no había allí lugar donde recibir nuevas enfermas33. Esta respuesta muestra bien que algunos hospitales, a pesar de su precariedad, procuraban en la medida de sus posibilidades dar un amparo a algunas mujeres pobres. Por ello, aunque es cierto que el hospital era un lugar que producía mucho miedo a los pobladores porque estaba relacionado con la enfermedad y con la posibilidad de la muerte, también otorgaba abrigo y auxilios importantes. Así, a pesar de que algunos han visto en la institución hospitalaria neogranadina sólo el sitio de la hora suprema, un depósito de miseria o un lugar de control tentativo de ciertos grupos de población —lo que estuvo lejos de hacer durante el período colonial—, el hospital en este momento de su historia fue más un sitio de acogida y reparo para los enfermos. La concepción de la función hospitalaria en términos de control de la población pobre (indeseable) puede entreverse en algunos discursos ilustrados neogranadinos, pero la “realidad” de la vida en esta institución muestra una situación bien diferente. Es evidente, además, que muchas de las dolencias con las cuales los pobres llegaban al hospital se mejoraban sólo con una 32. Era el director del hospital y alimentación regular varias veces al día y más o menos reparadora. controlaba a todos los frailes, aun en el aspecto religioso.

2. Sopa y plátano: Hospital San Juan de Dios de Cartagena de Indias34 Durante el siglo xviii Cartagena fue una “ciudad militar”. Estuvo siempre en pie de guerra para defenderse del ataque de tropas extranjeras; las confrontaciones de este período fueron la Guerra de Sucesión (1701-1713), la de España e Inglaterra (1739-1748), la Guerra de la Oreja de Jenkins (1761-1763) y la participación de España en la Guerra de los Siete Años (1756-1763), en la Guerra de Independencia de las Trece Colonias (1793) y en las guerras producto de la Revolución Francesa35.

33. agn, Miscelánea, leg. 64, f. 313r. 34. Una versión reducida del estudio sobre la alimentación en el Hospital de Cartagena fue publicada en Adriana María Alzate Echeverri, “Militares, marineros y pobres enfermos. Contribución a la historia del Hospital de San Juan de Dios de Cartagena de Indias (siglo xviii)”, Asclepio Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia 60: 1 (2008): 203-236. 35. Allan J. Kuethe, Reforma militar y sociedad en la Nueva Granada 1773-1808 (Bogotá: Banco de la República, 1993), 407.

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El registro de los gastos efectuados cotidianamente en el hospital durante el mes de febrero del mismo año (1788) pone en evidencia algunos detalles de su funcionamiento. Aunque no permite apreciar la situación global del hospital (estado de camas, instalaciones, utensilios, etc.), sí ofrece elementos para comprender algunos aspectos relacionados con la alimentación. Las cuentas están divididas en cuatro partes: primero, se consigna el “recibo de la tropa”, donde aparece la relación de lo que este grupo de personas pagaba cada día por la hospitalidad. Luego, se registran los gastos realizados en el hospital para el mantenimiento y cuidado de la tropa. Más adelante hay un rubro denominado “recibo de pobres”, donde se anota lo que la institución recibía para los pobres, y finalmente se apunta la lista diaria de gastos hechos para socorrerlos36. No se consigna en este documento la cantidad de dinero recibida por otros rubros como alquileres, censos, réditos, etc. Esta fuente permite ver con un poco más de claridad que la del hospital de Santafé algunos aspectos relativos al consumo alimenticio en la institución a finales del siglo xviii. Algunos alimentos consumidos allí tampoco aparecen inscritos por razones ya mencionadas en relación con el hospital de Santafé. La infinidad de lagunas que subsisten en este tipo de documentos se debe, además, al hecho de que gran parte de los registros de estas instituciones desaparecieron de los archivos locales y nacionales. Tabla 1: Gastos del Hospital San Juan de Dios de Cartagena, 1786 Gastos Gastos ordinarios (alimentación)

Pesos 158.442

Porcentaje37 74,02

Pago de salarios

1.860

0,87

Trabajos y reparaciones

4.399

2,05

Gastos de fiestas e iglesia Vestuario de los religiosos Utensilios y pago de deudas Misas pagadas a San Roque Gastos de farmacia Total Fuente: tabla realizada por la autora según datos del

agn,

913

0,42

3.654

1,70

29.264

13,67

1.105

0,52

14.410

6,73

214.047

99,98

Sección Colonia, Fondo Hospitales y

Cementerios, t. 1, ff. 445r-446v.

Como se puede apreciar en la tabla 1, en lo relativo a los gastos de la institución, se nota que en lo que más se invertía era en alimentación, seguido por la compra de utensilios y el pago de deudas; luego, están los gastos de botica —medicinas para los enfermos— y las obras y reparaciones locativas. Posteriormente se encuentra

36. agn, Hospitales y Cementerios, t. 7, ff. 996r-1030v. 37. Porcentaje total de gastos.

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el gasto en vestuario de los religiosos, los salarios, las misas pagadas y los desembolsos para las fiestas y la Iglesia. La variedad de los alimentos consumidos en el hospital era limitada y dependía de los ingresos siempre escasos de las donaciones en especie de los fieles y de la producción de la huerta de los religiosos. El detalle de las cuentas de gastos de alimentación muestra la composición de la dieta diaria del hospital, que incluía indistintamente insumos y preparaciones. Entre los primeros se hallan carne, gallina, huevos, arroz, pan, manteca38, plátanos, azafrán, cebolla, tomate, ajo, comino, orégano, sal y fideos (en ocasiones); en relación con los segundos, aparecen sopas, picadillo, bizcochos (especie de pastelería) y mazamorra39. La preparación del alimento es el espacio habitualmente asignado al cocinero, ayudado en ocasiones de otro tipo de personal “de servicio”40. Estos registros sugieren que la alimentación diaria era invariable. La sopa era el plato principal, y al parecer todos los enfermos la tomaban dos veces al día: en el almuerzo y en la cena. Su contenido no aparece enunciado, pero se sabe que contenía por lo menos caldo y pan (probablemente de maíz), que también formaba parte de la dieta. Para aquella época, se conocía como “sopa” el “pedazo de pan empapado en algún licor. O el pedazo de pan cortado o desmenuzado que se echa en el caldo o está dispuesto y preparado para echársele”41. También se le decía “sopa” al plato compuesto de pan y de caldo de carne, es decir, del agua en la cual se había cocinado o guisado una vianda42. Quizá, cuando no tenía carne, se le ponía algo de aceite; además, generalmente llevaba algunas hierbas aromáticas. Así, la “sopa” era una preparación culinaria, producto de la ebullición en agua, durante cierto tiempo, de diferentes componentes, vegetales o no. El registro de preparaciones similares a la sopa no aparece para el hospital de Santafé, pero es muy probable que allí también se consumiera, pues era la misma comunidad quien tenía a su cargo el hospital en Santafé, y existían cuentas de alimentos comprados que servían también para estas preparaciones, teniendo en cuenta que el clima frío de la capital la haría más necesaria para dar calor. Lo que podría significar para un pobre enfermo hospitalizado un plato de sopa no es baladí. La sopa elaborada aun de manera rústica era un alimento reconfortante43. La idea de que la sopa es nutritiva, reconstituyente

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38. Por la gran presencia de ganado porcino en la región, se empleaba grasa de cerdo para cocinar. 39. “Cierta comida dispuesta de harina de maíz con azúcar o miel, especialmente para el abasto y mantenimiento de la gente pobre”. Joaquín Ibarra, Diccionario de la lengua castellana, 1780, 613 40. En 1788 el Hospital de Cartagena contaba con un cocinero, quien recibía como pago cinco reales al mes. agn, Hospitales y Cementerios, t. 7, f. 996v. 41. Se señala también como sopa “la comida que se daba a los pobres en los conventos por ser la mayor parte de ella pan y caldo”, Diccionario de la lengua castellana, 1780, 851. 42. Diccionario de la lengua castellana, 1780, 175. 43. Hoy se sabe que la sopa también resulta saludable. Sus condiciones de preparación favorecen la digestibilidad de los alimentos, y tomada en forma tradicional (caliente y recién hecha) posee cualidades benéficas. Además, desde un punto de vista que podría llamarse “higiénico”, la ebullición extendida destruía ciertos microorganismos patógenos, lo que hacía de este un plato muy seguro pues su elaboración evitaba que se convirtiera en vehículo de infecciones. Así, no sólo se “higienizaban” los ingredientes, sino también el agua, tradicionalmente transmisora de enfermedades. La ebullición prolongada también extrae principios activos de los vegetales, que poseen una acción benéfica para el organismo. Abel Mariné, Tornado Llorenç y Ramón Clotet, “La sopa en la cocina mediterránea. Aspectos higiénicos, dietéticos y gastronómicos”, en La alimentación mediterránea: historia, cultura, nutrición, ed. Francisco Xavier Medina (Barcelona: Icaria Editorial, 1996), 207-214.

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y saludable, está en armonía con el consejo de la sabiduría popular y la recomendación médica, de antigua data, de iniciar la recuperación alimentaria de los enfermos con caldos o con sopas que tenían diversas hierbas aromáticas —como el orégano— o medicinales. Es difícil fijar el contenido de las sopas, pues generalmente se hacían (y se siguen haciendo) con los productos que se tenían más a la mano o los que estaban en cosecha. El picadillo se trataba de un plato compuesto de carne con verduras y especias. El bizcocho puede tratarse de dos preparaciones. Una era el pan sin levadura que se cocía varias veces para que durara más tiempo; con él se abastecían las embarcaciones, al no poder llevar hornos para hacer el pan necesario. Se llamaban también así a unos compuestos de “la flor de harina”, con huevos y azúcar, que se cocinaban en hornos y se hacían de diferentes formas, algunos bañados en azúcar o con canela44. No se especifica cuál de éstos se comía en el hospital. La carne también formaba parte del menú cotidiano. Tampoco ha sido posible establecer si se consumía cerdo en el hospital, aunque en esta 44. Diccionario de la lengua castellana, zona costera se criaban bastantes45, pero es posible que sí, pues Cartagena 1726, 612-613. dispuso de casi todo el territorio de su Gobernación para proveerse de 45. Anthony McFarlane, Colombia antes de la Independencia (Bogotá: ganado porcino. Además, durante mucho tiempo circularon en esta región Banco de la República/El Áncora ideas sobre las ventajas de la carne de los cerdos de la Provincia —y en Editores, 1997), 78-80. general del Caribe—, no sólo por su sabor, sino por sus cualidades: se creía 46. Gregorio Saldarriaga, “Consumo de carnes”, 21-56. que el “chancho caribeño era (más) saludable (que el ibérico)”46. 47. Hermes Tovar, “La frontera del Puede apreciarse, asimismo, el consumo de plátano diariamente. Se sabe Nuevo Mundo y el poblamiento que este alimento es clave en la alimentación y en la economía de la mayoría de la Nueva Granada”, en Convocatoria al poder del número. Censos de los países tropicales; además, los valores sociales y culturales construidos y estadísticas de la Nueva Granada 1750-1830, eds. Hermes Tovar, alrededor de su planta forman parte de la identidad de estos pueblos, así Jorge Andrés Tovar y Carlos como de su paisaje natural. Algunos estudios han revelado que la población Ernesto Tovar (Bogotá: Archivo General de la Nación, 1994), 23. indígena que ocupaba estos territorios durante la primera mitad del siglo 48. Víctor Manuel Patiño, Aspectos xvi se sustentaba con un conjunto de alimentos que pueden clasificarse en históricos sobre los recursos naturales y cuatro dietas básicas: una, basada en la yuca; otra, en el maíz; la tercera, en la las plantas útiles en Colombia (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, papa y el maíz; y la cuarta, en el plátano y la yuca47. La rápida extensión del 1997), 442 y Colombia, país de regiocultivo de plátano, traído por los esclavos negros a estos territorios, ha dado nes, tomo i (Bogotá: cinep/Colciencias, 1998), 57. La población esclava lugar a que se hable en ocasiones de la “platanización” de la cultura ameride Cartagena también lo consumía en alta proporción. Linda Newson cana48. En gran parte del territorio de la Nueva Granada, especialmente en las y Susie Minchin, “Cargazones de regiones cálidas, el plátano era una de las bases de la alimentación. El célebre negros en Cartagena de Indias en el siglo xvii: nutrición, salud y mortaliabogado neogranadino Pedro Fermín de Vargas (1790) anota, a propósito del dad”, en Cartagena de Indias en el siglo plátano, que era propio de los países cálidos y templados, “donde, junto con xvii, eds. Haroldo Calvo Stevenson y Adolfo Meisel Roca (Cartagena: la carne y el maíz, constituye el único alimento de sus habitantes”49. Banco de la República, 2007), 214.

49. Pedro Fermín de Vargas, Pensamientos políticos, 24-25. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 18-42


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En su escrito, Vargas también pone de manifiesto consideraciones relativas al carácter de los pobladores de la costa, sobre las cuales se ha construido su estereotipo, caracterizado por su supuesta malicia y flojedad. Según este autor, esta imagen negativa estaba también vinculada a su alimentación: “La facilidad con que se mantienen las gentes de las tierras cálidas del Virreinato las hace del todo indolentes y perezosas. El maíz, el plátano, la carne o el pescado lo encuentran alrededor de sus habitaciones sin trabajo alguno. Tampoco tienen que buscar vestuario porque de ordinario hombres y mujeres viven desnudos sin rubor. Así se entregan a una ociosidad sin límites. Este espectáculo es más común en todas las regiones que baña el río Magdalena y las costas del mar. Entre estas gentes no hay pues, principio alguno moral ni físico, que les haga impresión sobre el miserable estado en que viven”50. Los juicios de Vargas sobre el plátano ponen de presente que la comida es también un instrumento para el estudio de otros aspectos de la vida social; es un marcador cultural que sirve para expresar la pertenencia a un grupo determinado51. En este caso, Vargas emplea este alimento como pretexto para desvalorizar la “manera de ser” 50. Pedro Fermín de Vargas, Pensay las formas de consumo de los habitantes de las zonas cálidas del virreinmientos políticos, 24-25. ato, al formar parte de una geografía que produce pobladores indolentes, 51. Sidney W. Mintz, Sabor a comida. perezosos e inmorales, sobre la idea de que el clima cálido —la geografía— Sabor a libertad. Incursiones en la comida, la cultura y el pasado impedía el progreso físico, moral, económico o político de sus habitantes. (México: Ediciones La Reina Roja, 2003), 69. Este discurso y el de otros ilustrados neogranadinos de la época sobre el 52. Alfonso Múnera, Fronteras carácter de los habitantes de las regiones bajas constituyen el germen de imaginadas. La construcción de las una de las imágenes que fueron luego popularizadas en forma de estereorazas y de la geografía en el siglo xix colombiano (Bogotá: Planeta, tipos, y que tienden a postular la superioridad del mundo “andino” y de las 2005), 13-14. razas “más blancas” que habitaron en él, frente a las de las zonas bajas52. Los 53. Jorge Juan y Antonio De Ulloa juicios y elecciones alimentarias pueden verse también aquí como un acto dedican buena parte de una de sus obras a describir los alimen53 de reafirmación de la identidad étnica. tos de los habitantes de CartaEl plátano, en todas sus variedades, ha sido uno de los cultivos más gena de Indias; allí mencionan en primer plano al plátano, y luego importantes del mundo, junto con el arroz, el trigo y el maíz. Pero más allá al maíz, la yuca y el ñame. Jorge Juan y Antonio De Ulloa, Relación de las consideraciones geográficas y culturales, está su valor nutricional. histórica del viaje a la América MeriHoy se ha podido establecer que su consumo aporta un elevado índice de dional (Madrid: Dastin, 1748). fibra y de hidratos de carbono que otorgan la sensación de saciedad54. Otra 54. Además, se tiene conocimiento hoy de que posee un alto conde las características que hacía de él un alimento magnífico en medio de la tenido de potasio, vitaminas b precariedad alimentaria del hospital del siglo xviii es que puede comerse de y c, minerales (hierro, fósforo, potasio, calcio) y una baja cantidad de sodio. También es rico en proteínas y ácido fólico.

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55. Víctor Manuel Patiño, La alimentación en Colombia y en los países vecinos (Cali: Universidad del Valle, 2005), 175-178. 56. Víctor Manuel Patiño, La alimentación en Colombia, 165. 57. Nicolás Joseph Rapun, Reglamento para el gobierno interior, político y económico de los hospitales reales, erigidos en la isla de Cuba con destino a la curación de las tropas, forzados, y negros esclavos de S.M., según las circunstancias, temperamento, y costumbres del país. Formado por el señor Don Nicolás Joseph Rapun (Madrid: Juan de San Martín/Impresor de la Secretaría de Estado, 1776). 58. Nicolás Joseph Rapun, Reglamento para el gobierno, 42. Según los conocimientos que se tienen actualmente, aunque el arroz tiene un contenido proteínico relativamente bajo, sus proteínas son superiores en lisina a las del trigo o el maíz. Además, es fuente de tiamina, riboflavina, niacina y fibra alimenticia. Para los adultos que no están trabajando o consumiendo muchas energías, como era el caso de los enfermos de los hospitales, el arroz podía satisfacer su necesidad de carbohidratos y proteínas diarias: de los cereales, es el que aporta mayor fuente de energía. Te-Tzu Chang, “Rice. Economic and biological importance of rice”, en The Cambridge world history of food, eds. Kenneth Kiple Kiple y Coneè Ornelas Kriemhild, vol. i (Cambridge: Cambridge University Press, 2000), edición digital. 59. John Super refiere que el pescado salado es superior desde el punto de vista nutricional al pescado fresco, “tanto que en el siglo xvi la ración estipulada para marineros daba la equivalencia de un tercio de libra de pescado salado por una libra de carne fresca”. John J. Super, “Spanish diet in the Atlantic Crossing, the 1570s”, Terrae Incognitae 16 (1984): 57-70.

muchas formas: asado, frito o hervido, y preparado en platos salados o dulces. Además, con él puede hacerse harina, almidón, puré, vino y vinagre55. El arroz —que ocupa hoy un sitio destacado en la dieta colombiana— tenía también un lugar sobresaliente en la dieta hospitalaria de Cartagena de Indias, pues la cultura alimentaria indoeuropea que trajeron los conquistadores se basaba en el cultivo y consumo de cereales y granos, así como en la cría de ganados. En relación con los cereales, se introdujeron desde el siglo xvi trigo, cebada, arroz, avena y centeno, pero sólo los tres primeros tuvieron extensa utilización en la alimentación56. Según el Reglamento para el gobierno interior, político y económico de los hospitales reales, erigidos en la isla de Cuba, establecido inicialmente para Cuba, y luego para todos los dominios de América, mediante la Real Orden del 22 de agosto de 177657, el arroz tenía sobre todo un uso medicinal por sus calidades “refrigerantes”, nutritivas, “dulcificantes de la acrimonia de los humores, y moderativo de la sangre en su rápido movimiento”, y era “más que otro propósito para alivio de los pacientes cuando se precipitan en diarrea”58. La gallina se comía en el almuerzo y la cena, además del plátano, el arroz, los bizcochos y el pan. No se mencionan la yuca ni el ñame, de consumo habitual en la región, y tampoco aparecen las preparaciones y platos que se realizaban, salvo en relación con la mazamorra o el picadillo. Nunca se encontraron registros sobre compras de pescado, juzgado saludable para la alimentación en general y para los enfermos en particular. Posiblemente la razón por la que el pescado no aparece en las cuentas es que podían proveerse de él sin necesidad de comprarlo. Además, es muy probable que se consumiera en buenas cantidades durante la época de cuaresma, bien fuera fresco o salado59, o en caldos y sopas, para seguir la regla católica relativa a la abstinencia de carne; también es posible que los religiosos comieran en esta época, en menor proporción, tortugas60. Para condimentar se empleaban el orégano y el ajo, y especias como el azafrán (fundamental en la cocina mediterránea) y el comino. En principio, estas especias no tuvieron una función culinaria sino terapéutica; su función 60. La tortuga se consumía en Cartamédica fue, históricamente, más importante gena y en algunas otras ciudades y villas situadas en la ribera del que su empleo como condimento. Cada una Magdalena como Tamalameque de las especias utilizadas en la cocina a fines y Mompox. Los encargados de conseguirlas eran especialmente los indígenas. Gregorio Saldarriaga, “Consumo de carnes”, 38.

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de la Edad Media fue usada, en un primer momento, como medicina. Durante el Renacimiento, los médicos recomendaban las especias para sazonar las carnes y volverlas más digeribles. En esta época la digestión se pensaba como una cocción. El agente esencial en este proceso era el calor animal que cocía lentamente los alimentos en 61. Jean-Louis Flandrin y Massimo el estómago, como una marmita natural. Las especias con las que se sazoMontanari, Histoire de l’alimentanaban los alimentos contrabalanceaban su eventual frialdad y ayudaban tion, 189. 61 a cocerlos, ya que se pensaba que todas eran cálidas y secas . Como no 62. Leila Abu-Shams, “Descripción de las especias más utilizadas en se podían cultivar en la humedad de los trópicos, debían importarse. El Alandalús”, en Aragón en la Edad Media xiv-xv, vol. i, ed. Leila Abucomino, por ejemplo, estaba en el “tercer grado de calor y de sequedad”, Shams (Zaragoza: Universidad de y eran reconocidas sus virtudes como tónico estomacal y estimulante Zaragoza, 1999), 27. intestinal. Estas “cálidas” especias facilitaban la digestión en las personas 63. Las otras especias importantes que no se registran en estas listas sanas; sin embargo, se creía que en las enfermas podían causar daño, por hospitalarias neogranadinas son: ello eran contraindicadas en las dietas de las dolencias febriles. el cilantro, el jengibre, el clavo y la canela. Leila Abu-Shams, “DesCon el arribo de los árabes a la Península y su establecimiento allí, se cripción de las especias”, 27. produjo una transformación importante en las costumbres alimenticias 64. Juan de Santa Gertrudis —fraile franciscano— relata lo que le de la región. Una de las más significativas fue la difusión del consumo de sucedió en el valle del Magdalena 62 especias en sectores cada vez más amplios de la población . Varias de las a mediados del siglo xviii: Este es el azafrán que se usa en estas especias más usadas en la cocina andaluza aparecen en estas cuentas: el tierras. “Yo le quise ver, y él [el azafrán, el comino y la cúrcuma63. El comino, originario de Turquestán, patrón] cogió un ramito, abrió una bolsita y dentro tiene cada una seis fue cultivado sobre todo en Sevilla desde el siglo xiii. granitos como la uva, enlazados En lo relativo al uso del azafrán en el hospital es posible que haya de un humor carmesí. Púsolos en un pilche con un poco de agua, y una equivocación, pues el costo de esta especia siempre ha sido muy elerefregándolos con el dedo largaron su color carmesí. Él dijo: Padre, con vado, incluso en la actualidad. Es más probable que se tratara de cúrcuma, sólo este poquito hay bastante para llamada también “azafrán de las Indias” o “azafrán de los pobres”, y espedar color a una olla de comida, que se pondrá toda amarilla y cuanto cíficamente en Colombia, “azafrán de raíz” o “azafrán de la tierra”64. Esta más le echen se pondrá el color especia se empleaba para sazonar y colorear las comidas. El orégano es más encendido, hasta que con mucho se pone como lo ve carmesí. también muy utilizado en la cocina mediterránea, y sus hojas, secas o fresYo le pregunté si daba también cas, se emplean como condimento65. algún sabor, y me dijo que sí y muy gustoso. Yo lo quise probar, Las diferencias percibidas entre la dieta de la tropa y la de los pobres y me llevé un ramito, ya la noche lo probamos y es muy bueno”. son poco significativas. Sólo se presentan en relación con los huevos y Víctor Manuel Patiño, Plantas útiles con los fideos. Por ejemplo, en las cuentas se puede apreciar que en y animales domésticos en la América Equinoccial, tomo 2 (Cali: Imprenta febrero de 1788 los pobres sólo comieron huevos cuatro días, mientras Departamental, 1963), 164. que éstos formaron parte del consumo cotidiano de la tropa. En cuanto 65. Entre sus propiedades medicinales a los fideos, sólo aparecieron algunas veces en el menú de los pobres y se han identificado en la actualidad las siguientes: antioxidante, anti66 nunca en el de los otros . microbiano, tónico y digestivo. 66. agn, Hospitales y Cementerios, tomo 7, ff. 996v-997v. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 18-42

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67. A diferencia de este caso, el desayuno sí se consagra en varios de los planes hospitalarios neogranadinos de finales del xviii. Se tiene noticia, asimismo, de que en algunos hospitales europeos, como el de Ginebra, el desayuno consistía sólo en un caldo; había dos comidas diarias (al mediodía y en la noche), y un bocadillo ligero al final de la tarde que no se le daba a todos los pacientes. Anne Marie Piuz, “L’alimentation hospitalière à Génève au xviii siècle”, en Lyon et l’Europe. Hommes et sociétés : mélanges d’histoire offerts à Richard Gascon, eds. Richard Gascon y Centre d’histoire économique et sociale de la région lyonnaise, vol. 2 (Lyon: Presses Universitaires de Lyon, 1980), 179. 68. Jean-Louis Flandrin y Massimo Montanari, Histoire de l’alimentation, 142. 69. Tal medicina retoma los preceptos de Hipócrates y los aforismos del Regimen Sanitatis (1320) de la Escuela de Salerno, enseñados en las facultades de medicina del Antiguo y del Nuevo Mundo, a través de las escuelas de Montpellier y París. Jean-Pierre Goubert, “A divina garrafa: viagens, alcoóis e remédios nos dois hemisférios dos séculos xvi ao xx”, História, Ciências, Saúde–Manguinhos 8 (2001): 947. Haciendo particular hincapié en el temperamento de cada individuo, Hipócrates se refería así al consumo de vino: “El vino conviene al hombre en una forma maravillosa, con la condición de que sea consumido razonablemente por los enfermos y por los sanos de acuerdo con la situación de cada individuo”. Hippocrate, L’Art de la médecine (París: GF Flammarion, 1999), 183; y Harry W Paul, “Vin (Médecine du)”, en Dictionnaire de la pensée médicale, ed. Dominique Lecourt (París: Presses Universitaires de France, 2004), 1200.

A partir de estas cuentas es imposible inferir la frecuencia, el horario o las porciones de las comidas. En relación con la frecuencia de las comidas únicamente se mencionan la comida y la cena, no se habla del desayuno67. De igual manera, es muy difícil saber si el cocinero del hospital observaba las prescripciones dietéticas ordenadas por el médico. Al parecer, sólo se hizo una distinción entre la alimentación de los enfermos en general y la de la tropa en el caso mencionado, no se sabe si se hizo con los otros miembros de la comunidad. La existencia de dietas propias a cada estado de la enfermedad no aparece en estos documentos, lo que constituye una característica propia de la vocación —aún— religiosa de la institución, pero será un aspecto largamente tratado en los proyectos ilustrados de reforma hospitalaria neogranadina, a finales del siglo xviii y principios del xix. Otro tipo de gastos estaba relacionado con el vino. La función de esta bebida en la vida hospitalaria era importante. Por ser “caliente y seco”, se creía que corregía los excesos de frío; a menudo se empleaba puro o mezclado con otros medicamentos en caso de dolencias como los catarros y otras afecciones respiratorias68. La virtud protectora del alcohol figuró entre los dogmas de la medicina humoral, que asociaba los cuatro principios fundadores (cálido y frío, seco y húmedo) con diversas configuraciones ambientales y climáticas, con la edad, el sexo y las costumbres. La teoría de los humores sirvió de base durante largo tiempo a la concepción del vino como medicina, que era prescrito con fines terapéuticos o laxantes y se creía desempeñaba un papel importante en la cicatrización de las heridas o de las llagas. En última instancia, el vino fue un elemento clave en la farmacopea desde la Antigüedad hasta el siglo xix69. En 1790 algunos médicos neogranadinos de la época, como Antonio Froes, indicaban cómo la cantidad y calidad de los alimentos suministrados a los enfermos contribuiría a su curación y restablecimiento, pues de poco serviría la presencia de un médico que curara “metódicamente las dolencias, si el alimento que tomaba el enfermo era contrario a la naturaleza de la enfermedad”70. Una dieta o un remedio equivocados podían provocar una serie de reacciones mortales para la salud. Al no tener conocimiento acerca de las cantidades y preparaciones de los alimentos ni de las características de la población hospitalaria, es difícil emitir un juicio sobre el verdadero valor de la dieta suministrada

70. agn, Hospitales y Cementerios, t. 8, ff. 589r-601r. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 18-42


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en el hospital. De todas maneras, es posible pensar que cuando se era pobre y enfermo se comía mejor en el hospital que fuera de él. Lo que sí se puede apreciar en la fuente es que no se tenían consideraciones que hagan pensar en la presencia, aun en germen, de un proceso de medicalización alimentaria. Por otra parte, es posible ver en la fuente que los gastos en alimentación para el mantenimiento de la tropa en el Hospital de Cartagena se elevaron en este período a 1969 pesos aproximadamente, mientras en lo concerniente a los pobres y religiosos la suma sólo alcanzó 549 pesos; esto indica que el 21,80% del dinero se consagraba a la alimentación de pobres. En cuanto a los gastos de las medicinas suministradas a los enfermos en general (no se especifica qué tipo de medicinas se dieron) fue de 698 pesos (ver tabla 2). Tabla 2: Relación de gastos de alimentación y botica, Hospital San Juan de Dios de Cartagena (febrero de 1788) Condición

Gastos de alimentación71

Gastos de botica

Tropa

1,969

698

Pobres y religiosos

54972

Sin datos

2.518

--

Total

Fuente: tabla realizada por la autora según datos del agn, Sección Colonia, Fondo Hospitales y Cementerios, t. 7, f. 103.

Como puede apreciarse, le costaba mucho más a la institución cuidar a la tropa que a los pobres enfermos, a pesar de que estos últimos eran el objeto de su vocación. Esta situación generó, tanto en Cartagena como en Santafé, tensiones permanentes entre el sector civil de la ciudad y los religiosos del hospital. La comunidad religiosa siempre aceptó a regañadientes la milicia en el hospital. Algunos de los argumentos que sustentaban este rechazo estaban referidos a su misión y carisma. Hacia 1798 decían que la presencia de la tropa les hacía abandonar su “instituto y el fin que nuestro santo fundador se propuso en el establecimiento de esta orden, que fue el alivio de nuestros enfermos pobres”73. 3. Puerco y bollos: Hospital de Portobelo Los puertos que en la Nueva Granada sufrieron en forma más inmediata la abolición del sistema de galeones fueron los que habían servido como terminales, es decir, Cartagena y sobre todo Portobelo, pues esto

71. Cantidades aproximadas en pesos. 72. Alimentación de los dieciéis religiosos en el hospital. 73. agn, Hospitales y Cementerios, t. 8, f. 585v.

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socavó su papel como centro del comercio. En el caso de este último, por estar situado en una región pobre, escasamente poblada74 y con muy poco comercio propio, su decadencia fue notoria; sin embargo, su importancia militar se mantuvo hasta cierto punto, pues era la entrada del río Changres, por donde se atravesaba el istmo para llegar a Panamá sobre el Pacífico: era necesario vigilar esta entrada de tropas extranjeras75. En la vida de esta institución portuaria se aprecian específicamente las dificultades que sufrían los hospitales de los puertos ante la llegada intempestiva de embarcaciones con múltiples enfermos. En 1786, el prior de este hospital, fray Julián Jiménez, expresó al Gobernador de Panamá las urgentes necesidades del hospital, debidas especialmente a la llegada de 45 soldados enfermos, provenientes de varias balandras de los sitios de la Concepción y Mandinga, para cuya asistencia era indispensable más dinero y más personal, pues los que poseía el establecimiento eran muy insuficientes76. El Prior del hospital de Portobelo anexa a su petición al Gobernador una relación de compras de alimentos, sin que se especifiquen las cantidades, ni los “menús” cotidianos. Aquí, al igual que en las cuentas de los otros dos hospitales vistos se mezclan insumos, preparaciones y otros elementos: carne, pan para sopas, bollos, puerco, manteca, masa para mazamorras, azúcar, arroz, sal y recado77, verduras, un frasco de vino y otro de aguardiente (que se consumen en dos días); una gallina (“repartida en dos días”); leña para cocinar; huevos y leche; manteca de coco para las lámparas; velas de sebo. No aparecen en este hospital cuentas que permitan tener una idea aproximada del porcentaje de ingresos que se destinaba a la alimentación y el que se utilizaba en gastos de botica. En cambio, sí aparecen alimentos que se veían en los hospitales de otras regiones del virreinato como la carne, el pan, la manteca, etc. Sin embargo, es interesante resaltar también la presencia de alimentos arraigados en la cultura local como los bollos, sobre los cuales Pedro Fermín de Vargas refiere: son una “preparación hecha con base en maíz, que se consumía ampliamente en algunas regiones de la costa atlántica 74. De acuerdo con el censo de 1780, y en las poblaciones situadas en las riberas del río Magdalena”. Este tipo Portobelo contaba con 1787 habitantes. Hermes Tovar, “El virreinato de alimento era de consumo popular, no muy apreciado entre algunos de la Nueva Granada”, en Convocato“paladares” más refinados, como el de Vargas, quien afirmó que aunque ria al poder del número, 83. constituían “las delicias de la gente de Cartagena […] cualquiera que no 75. Anthony McFarlane, Colombia antes de la Independencia, 177. tenga el paladar gastado sería de mi misma opinión, esto es, que el bollo es 76. agn, Hospitales y Cementerios, t. 1, uno de los alimentos más groseros que se conocen”78. Vargas hace alusión ff. 722v-723r. aquí a una noción interesante de los sistemas alimentarios: el gusto. 77. “Recado”: diaria provisión que En el mundo antiguo, el gusto refería a una percepción originada en el se trae de la plaza o de las tiendas para comer. Diccionario de la paladar y en el estómago de cada comensal, relativa al sabor y a la calidad lengua castellana, 1780, 781.

78. Pedro Fermín de Vargas, Pensamientos políticos, 22-23. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 18-42


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de los alimentos. Pero, durante los siglos xvii y xviii se transformó la noción de gusto en un juicio —positivo o negativo— no sólo acerca de la sociedad, el trato, sino también de la comida. El gusto dejó de emanar del aparato digestivo individual y se desplazó al intelecto, regido por las convenciones y reglas sociales. Esta segunda acepción lo relacionaba con un saber apto para discriminar entre lo bueno y lo malo, lo culto y lo inculto, lo bárbaro y lo civilizado79. Y aparece de nuevo, esta vez en relación con una preparación específica, la cocina de los pobladores de las regiones cálidas como tosca, rústica, de “poco pulimiento”; al valorar tan negativamente este alimento y al vincularlo con grupos humanos específicos, Vargas se diferencia, se ubica en un lugar distinto, superior, ante “la gente de Cartagena”. Por otro lado, la manteca de coco empleada en las lámparas se extraía del fruto de la palma: quizá el coco también se usaba en el hospital para otros menesteres, aunque no se registra expresamente. El fraile español franciscano fray Juan de Santa Gertrudis anotó sobre los usos de esta fruta en el virreinato: “[…] cada coco es del tamaño de un melón de color verde […] Dentro tiene la fruta que llamamos coco, a la parte inferior redonda, y a la parte superior ovalada, con tres agujeros en triángulo, tapados con una telita. Dentro está lleno de agua blancuzca muy fresca para refrescar el cuerpo, con sabor de avellana. Todo alrededor tiene apegada la comida, blanca, del canto de un peso duro, con sabor de avellana. Cuando está verde es comida regalada, que raspándosela con una cuchara, que está muy tierna, parece una cuajada de leche; y los cocos así llaman pipas […]. Mas en Cartagena lo confitan y llenan de ello cajetas, y es una confitura muy especial que llaman cocada […] Esta esponja es la comida más regalada que tiene el coco. La otra comida que tiene apegada a su cáscara, al empezarle a faltar el agua, se convierte en una especie de manteca de color de miel, y tan dulce como miel. En un pueblo estuve, como diré adelante, en donde mantienen las lámparas de la Iglesia todo el año ardiendo con un aceite de esta manteca de coco”80. El arroz se encuentra mencionado explícitamente en la dieta, como en el Hospital de Cartagena de Indias. El desarrollo de este cultivo en las tierras coloniales se incrementó en esa época, quizá debido a la crisis que se presentó en la producción española, a mediados del siglo xviii, cuando se prohibió su cultivo en la región valen79. Massimo Montanari, Food is ciana, porque tales sembrados habían generado una epidemia de paludismo Culture, 61-62. que causó una gran mortalidad entre los productores del cereal81. 80. Fray Juan De Santa Gertrudis, Maravillas de la naturaleza (Bogotá: El aguardiente también aparece en los registros de contabilidad Biblioteca v Centenario/Colcultura/ hospitalaria. Las costumbres dietéticas, merced al mestizaje cultural, Viajeros por Colombia, 1994), 45. llevaron a que el consumo de aguardiente —no solamente como bebida 81. Juan Riera, Estudios y documentos sobre arroz y paludismo en Valencia: siglo xviii (Valladolid: Universidad de Valladolid, 1982).

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embriagante, sino como un estimulante al que se le atribuían virtudes medicinales— fuera mucho mayor que el del vino. El consumo de aguardiente en la Nueva Granada sólo apareció cuando se establecieron los cultivos de caña de azúcar, y los españoles introdujeron la destilación que habían aprendido de los árabes. Y existía la creencia —vigente aún en algunas regiones campesinas colombianas— de que en climas muy cálidos un trago del anisado por las mañanas ayudaba a la conservación de la salud82. Aunque en los otros hospitales no se pudo ver en forma clara la presencia del cerdo en la alimentación del hospital, en Portobelo las fuentes lo mencionan expresamente83. Se pensaba que las bondades de esta carne y la diferencia que existía con la de los cerdos que se criaban en Europa tenían que ver en parte con la alimentación que estos animales recibían en estas zonas de América. En el siglo xvii, Juan López de Velasco, cosmógrafo real, subrayó que la carne de cerdo “se da por sana a los enfermos”84. En suma, quizá el cerdo estuviera en la dieta hospitalaria, aunque no aparece registrado en las cuentas de las otras instituciones analizadas, porque al igual que en el caso del pescado, podía ser conseguido sin comprarlo85. De nuevo cabe aquí pensar que la apreciación positiva del cerdo criollo caribeño explica su presencia en la contabilidad hospitalaria de Portobelo.

82. Víctor Manuel Patiño, La alimentación en Colombia, 182. 83. Los saberes medievales veían en la mayor parte de las enfermedades un desequilibrio de los humores del cuerpo (sangre, flema, bilis y atrabilis). Para restablecer ese equilibrio, los “regímenes de salud” proponían diferentes medicinas, simples o compuestas. La mayor parte se hacían a base de plantas, pero algunas tenían componentes cárnicos, por ejemplo de cerdo, pues se creía que tenían un efecto benéfico en la sangre. Michel Pastoureau, Le cochon, 28. 84. Gregorio Saldarriaga, “Consumo de carnes”, 21-56. 85. Los cerdos criollos de América tienen su origen en los cerdos ibéricos, traídos por Colón en su segundo viaje (1493) y por los conquistadores posteriores. Gregorio Saldarriaga, Alimentación e identidades en el Nuevo Reino de Granada, siglos xvi y xvii (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2011), 266-284.

Notas finales Esta incursión en el mundo de la alimentación hospitalaria ha puesto en evidencia un repertorio de ingredientes y preparaciones dominantes en la institución de la época; junto con su posible periodicidad, algunos elementos simbólicos subyacen en las prácticas alimentarias y los rituales de los diferentes grupos que allí vivían —religiosos, empleados, enfermos pobres —. Se puso de presente cómo la comida tenía una función vivificante y se inscribía en el objetivo de dar consuelo, acompañamiento y abrigo, propio de la institución religiosa, que en esa época era el hospital. Se pudieron apreciar también los vínculos de la alimentación con las pertenencias étnicas y sociales específicas en el período colonial tardío, desde la idea de que la comida siempre es indicadora de relaciones sociales. Las cuentas estudiadas revelan que los gastos en alimentación eran los más elevados de toda la contabilidad hospitalaria en estos momentos, muy por encima de los efectuados para la botica, lo que muestra que el objetivo de estas instituciones estaba más relacionado con el afán caritativo que con la pretensión médica. Se observa que la alimentación ofrecida por los religiosos —con base en los alimentos de los que podían

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disponer por razones económicas, religiosas, culturales o de “higiene” (que no hicieran más daño a los enfermos)— conforma una dieta energética, necesaria para recuperarse. Puede pensarse que la alimentación reconocida en los hospitales, de acuerdo a lo que sugieren los registros, era más abundante y más regular de la consumida habitualmente por los pobres. En ocasiones el hospital ofreció, sin duda, una “cura de nutrición” que, junto con el reposo, les permitía mejorar significativamente su salud, comiendo y viviendo un poco mejor que cuando estaban fuera de él.

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Artículo recibido: 8 de marzo de 2011; aprobado: 20 de septiembre de 2011; modificado: 28 de noviembre de 2011.

Los cuna y sus saberes médicos. La “ciencia” de los “bárbaros” bajo la mirada del mundo ilustrado

The cuna and their medical knowledge. The “science” of the “barbarians” from the standpoint of the illustrated world

Resumen

Abstract

Este artículo analiza algunos aspectos del saber

This article analyzes some aspects of the medical

médico de la sociedad indígena cuna durante el

knowledge of the Cuna indigenous people during

siglo xviii. Se exploran tópicos como la represen-

the 18th century. It explores topics such as the

tación del fenómeno de la salud/enfermedad, la

representation of the phenomenon of health/

especialización de autoridades médicas, el sistema

illness, the specialization of medical authorities,

de diagnóstico y la terapéutica y farmacopea invo-

the diagnostic system, and the treatment and

lucrada en los procedimientos curativos. Aquella

pharmacopeia involved in the healing procedures.

visión estuvo mediatizada por la mirada de los

However, this view was biased by the point of

agentes del imperio español que intentaban anexar

view of the agents of the Spanish Empire who

a aquellas tierras y a sus habitantes dentro del sis-

were attempting to annex those lands and their

tema colonial. De allí que las interpretaciones con-

inhabitants to the colonial system. For this reason,

signadas reflejen no sólo aspectos desconocidos

the interpretations considered here reflect both the

del patrimonio cultural de aquel pueblo, sino gran

unknown aspects of the cultural heritage of those

parte del armazón simbólico que los colonizadores

peoples and a considerable part of the symbolic

crearon para legitimar su aspiración de dominio en

frame the colonizers created to legitimize their

esta lejana frontera.

aspiration to establish their dominion upon this faraway frontier.

Jaime Andrés Peralta Agudelo

Palabras clave

Key Words

Chocó, período borbónico, fronteras coloniales,

Chocó, bourbon period, colonial frontiers, sha-

chamanes, saberes médicos, resistencia cultural.

mans, medical knowledge, cultural resistance.

Profesor Titular de la Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia). Comunicador Socialperiodista de la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín, Colombia), Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, y Doctor en Historia de América Latina de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla, España). Pertenece al grupo de investigación Medio Ambiente y Sociedad (maso) (Categoría B en Colciencias). Sus últimas publicaciones son: “El “clima” de América. La Ilustración y la invención de los “países ardientes” de la Nueva Granada”, en Perspectivas culturales del clima, ed. Astrid Ulloa (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia/ilsa, 2011), 85-117 y “Oficiantes del bienestar humano. Curanderos negros en el Pacífico colonial”, en Todos Somos Historia. Vida del diario acontecer, ed. Eduardo Domínguez G. (Medellín: Universidad de Antioquia/Canal U, 2010), 321-341. jandresperalta@gmail.com

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Los cuna y sus saberes médicos. La “ciencia” de los “bárbaros” bajo la mirada del mundo ilustrado❧ Introducción En su afán de recobrar el papel de primera magnitud que alguna vez ostentó en el concierto mundial, la monarquía ibérica del siglo xviii volcó su mirada hacia el entorno americano. Sus funcionarios intuyeron que allí se encontraban los medios económicos, la base geográfica y los recursos humanos necesarios para tratar de reconstruir la antigua potencia. Y, para sacar adelante aquel proyecto de “restablecimiento de fuerzas”, diseñaron una serie de políticas de supervisión colonial que contemplaba, entre una gama extensa de otras alternativas, el estudio de los insumos naturales existentes y su aprovechamiento productivo, la retoma del poder político en zonas que estaban en manos de las élites regionales, la creación de más eficientes unidades administrativas, la instauración de una burocracia que hiciera más ágil la administración estatal y la ocupación militar de los puntos más estratégicos de tan vastas posesiones. Pero en este proceso de cambio de las relaciones entre la metrópoli y sus dominios ultramarinos, los grupos sociales originarios del Nuevo Mundo, en especial los que todavía se negaban a integrarse al sistema colonial, también ocuparon un puesto privilegiado en la agenda de los reformadores al servicio de la nueva dinastía borbónica. Por lo general, ellos habitaban las desconocidas fronteras del imperio, estaban al tanto de todos los rincones de una ignota geografía, conocían de primera mano las especies que se albergaban en sus montañas, ríos y mares, sabían cómo acopiarlas y ❧ Este artículo es resultado de las labores de investigación realizatransformar estas potencialidades en mercancías comerciables y, acosdas en el grupo de investigación tumbrados como estaban a habitar los —para los europeos y habitantes Medio Ambiente y Sociedad (maso), de la Facultad de Ciencias Sociade las cordilleras— inhóspitos parajes, eran la mano de obra idónea para les y Humanas de la Universidad de Antioquia (Categoría B en convertir aquellos “dilatados desiertos” en emporios de “progreso” y Colciencias). El proyecto se desa“pública felicidad”1. rrolló con recursos propios. En aquel contexto de conquista territorial, readecuación económica 1. En aras de recuperar el espíritu discursivo del siglo xviii, a lo y dominación política, aparecieron con renovado interés los territorios largo del artículo se utilizan y las gentes que componían el confín de la Nueva Granada que los pocos vocablos de uso común en la

época que aparecen dispersos en varios documentos citados en las fuentes.

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mapas que hasta ese momento se habían trazado denominaban como las “incógnitas tierras de los indios cuna-cuna”, ubicadas en los contornos de las igualmente difusas gobernaciones de Chocó y Darién. En estos sitios se tenía noticia de ingentes “placeres” de oro y plata, amén de cuantiosas reservas en resinas, maderas, hierbas, bejucos, plantas y animales que podrían agregar nuevas materias primas al comercio español y, así, dirigir cuantiosas ganancias hacia las siempre sedientas arcas reales. Mas los pobladores que las conocían y poseían se negaban no sólo a ponerlas al servicio de los colonizadores, sino que ellos mismos se mostraban refractarios a convertirse en “fieles vasallos” del Rey de España. Es más: para defender su “independencia”, huían a las “cimarronas” cuando se los intentaba reducir en poblados estables, no cumplían con los acuerdos de paz signados por sus “dignatarios” y no faltaron tampoco ocasiones en que los nativos no sólo tomaban las armas contra el sistema colonial español, sino que además se aliaban con sus rivales europeos para asestarles fuertes golpes a quienes deseaban incorporarlos a la “justa causa de la civilización”. Por ello fueron percibidos de forma muy negativa por los agentes metropolitanos y estos últimos no dudaron en inscribirlos en la categoría de las “naciones bárbaras” del planeta. Pero, paradójicamente, para lograr su “sometimiento” definitivo al orbe hispánico, a los reformadores se les presentó como imperativo no sólo emprender frecuentes —y en la mayoría de las ocasiones fallidas— “operaciones de guerra”, sino también conocer sus “perversas costumbres”, sus formas de liderazgo y ordenamiento comunitario, su estructura familiar y de parentesco, su pensamiento religioso, sus saberes, “producciones y usos” y demás tópicos de su “forma de habitar la tierra”, bien fuera para reformular aquellos aspectos de la vivencia colectiva que fueran susceptibles de hacerlos “amar el nombre español”, o bien para erradicar a sangre y fuego todo lo que los impulsaba a aborrecer a la “madre patria” y a la “nueva era de la razón” que estaban trayendo consigo los “hijos de la Ilustración”. Llegaron así a estas tierras no únicamente militares, sino misioneros, hombres de ciencia, comerciantes, mineros, viajeros con “curiosidad ilustrada”, funcionarios de todos los niveles jerárquicos para tratar de conocer primero y cambiar después a la sociedad cuna. Y uno de los campos de la experiencia colectiva que evaluaron con mayor detalle fue la condición física de las diversas comunidades indígenas, que les facilitaba que vagaran “libres” y “arrogantes” por el entorno chocoano-darienita, “poseídos de las montañas difíciles de penetrar” por las huestes reales y sin afectarse por unas circuns2. Manuel García de Villalba, “Descripción de la provincia del tancias naturales que, contrario a lo que acontecía con los blancos, les Darién a Norte y Sur. Medios de servían de “murallas para rechazar nuestras columnas” y para perpetrar poblarla al Sur y discurso reflexivo sobre la Conquista, por el toda clase de “astucias y destrezas”2 en contra de las precarias posicioteniente de Batallón de Panamá Dn. Manuel García de Villalba, 30 de septiembre de 1787”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 2: 3 (1965): 140.

nes españolas en al área.

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1. Constitución física en la frontera En este artículo se explorarán entonces algunos contenidos de la matriz de representación que los voceros del imperio español crearon durante el siglo xviii para percibir, evaluar y valorar la complejidad y profundidad de los saberes médicos desarrollados por la sociedad cuna en este momento de su historia. Las conclusiones que consignaron en sus informes y notas de viaje revelan, por una parte, varios saberes y prácticas concretas y algunos de sus significados intrínsecos dentro del sistema cultural indígena del que ellos hacían parte. Sin embargo, otra porción —si se desea más significativa y numerosa en comentarios— revela una realidad imaginaria, construida a partir de lo que la cultura del colonizador consideró debían ser los logros de un grupo humano percibido desde un comienzo como “inferior” en todo sentido, con respecto a quien se abrogó el derecho de examinarlo bajo sus propios parámetros de referencia. Por este motivo, los documentos coloniales no sólo son una fuente importante de conocimiento que permite realizar un acercamiento etnohistórico a los conocimientos y destrezas médicas de los cuna del pasado, sino que estos textos son un reflejo directo de la forma de pensar y de comportarse de las élites coloniales frente a la diferencia cultural que estaban hallando en esta sección del virreinato neogranadino. Los significados que elaboraron en torno a la concepción sobre la salud/enfermedad, sus cabezas médicas o la farmacopea y la terapéutica que desarrollaron, les suministró a los grupos de poder del momento nuevos argumentos que legitimaron su accionar en procura de la asimilación forzada de aquel pueblo. Pero este sustrato de pensamiento y de acción creado durante el siglo xviii también se ha proyectado hasta el presente y ha brindado no pocos referentes simbólicos que de una u otra forma han marcado la difícil relación entre las sociedades occidentalizadas (locales, nacionales y ahora globales) y esta etnia indígena. De allí que sea necesario rastrear sus contenidos específicos y sus tramas significativas para lograr un panorama más completo del discurso de contacto empleado desde tiempo atrás. Lo primero que surge al revisar la documentación del período relativa al ámbito médico es que los colonizadores foráneos miraron con desdén (y con no menos sorpresa) el que unos “bárbaros”, “de estatura pequeña, anchos de espalda, de color de cobre”3 pudieran ser “muy ágiles” en sus desplazamientos por agua y tierra, que fueran tan “robustos” a pesar de que tan sólo “comen a diario lo que cazando encuentran de fresco en los campos”, que lograran “levantar casas y rancherías superabundantes”, a 3. Joaquín Francisco Fidalgo, Notas de la expedición Fidalgo, 1790-1805 pesar de sobrevivir apenas con pocos frutos y cultivos y, por consiguiente, (Bogotá: Gobernación de Bolívar/ se extrañaron que se mostraran tan “fuertes” para emprender constantes Instituto Internacional de Estudios del Caribe/Carlos Valencia 4 campañas de asedio contra las milicias de su “católica majestad” . Editores, 1999), 62.

4. Manuel García de Villalba, “Descripción de la Provincia”, 151. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 44-65

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La mayoría de los autores del siglo xviii coincidió en adscribir esta fortaleza de “cuerpo y de ánimo” no al conocimiento médico y a las tecnologías de aprovechamiento de los recursos naturales disponibles que hubieran podido desarrollar, sino al hecho de que los cuna eran simplemente “fieras salvajes” que “toleran la intemperie del país como criados en ella”. Desde su perspectiva de apreciación, eran uno con la naturaleza. De ella devenían sus “fortalezas” físicas y características “inhumanas” y, por lo mismo, para “llevar hasta su exterminio” a aquella “bárbara nación india”5, había que derrotar también —y al mismo instante— al medio geográfico en el que desarrollaban sus existencias. A este respecto, el teniente del Batallón de Panamá, Manuel García de Villalba, consignó en su “Descripción de la provincia del Darién de 5. Manuel García de Villalba, Norte y Sur”, fechada el 30 de septiembre de 1787, que “Descripción de la Provincia”, 151 y 154. “[…] solo se les puede hacer la guerra en los meses de febrero, 6. Manuel García de Villalba, marzo y parte de abril, pues en los nueve meses restantes del “Descripción de la Provincia”, 149. año son tan fuertes las lluvias y aguas que inun-dan los cami7. Este paradigma estuvo vigente nos que se hacen intransitables causando en nuestras tropas en Europa desde la antigüedad clásica hasta la primera mitad continuas enfermedades por la intemperie, inutilizándose las del siglo xix y se basaba en una concepción médica y de armas y municiones de boca y guerra, por la continua humehigiene pública que ubicaba dad, resultando de ello gran ventaja a los enemigos, pues la fuente de las enfermedades en los efluvios patógenos o como criados a este áspero temperamento, no les causa “miasmas”, que supuestamente movim[ien]to por lo que se hallan hábiles para hostilizarnos[…]”6. expelían los suelos cenagosos, la vegetación descompuesta de las selvas y bosques, los aires que no circulaban y las aguas estancadas, entre otra suerte de factores geográficos y ambientales. Ver: Jaime Andrés Peralta A., “El “clima” de América; La Ilustración y la invención de los “países ardientes” de la Nueva Granada”, en Tiempo, Clima, Sociedad y Cultura, ed. Astrid Ulloa (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia/ilsa, 2011), 85-117; Mauricio Nieto Olarte, Orden Natural y Orden Social: ciencia y política en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada (Madrid: csic, 2007); Mauricio Nieto Olarte, Paola Castaño y Diana Ojeda, “El influjo del clima sobre los seres organizados y la retórica ilustrada en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada”, Historia Crítica 30 (2005): 91-114; Margarita Serje, El revés de la nación. Territorios salvajes, fronteras y tierras de nadie (Bogotá: Universidad de los Andes/ceso, 2005).

Poco más había que anotar sobre la constitución física individual de los nativos, pero, contradictoriamente, en el terreno de la salud colectiva, se consideró que los cuna estaban experimentando una “extraña” disminución —progresiva y sostenida— de su población. A lo largo del siglo se presentaron varios picos de mortalidad que mostraban que había una creciente “decadencia” numérica y que con ella iba aparejada una disminución de “potencias”, que los alejaba aún más de la “familia humana” que ya habitaba en otros confines del imperio. Sobre esta curiosa paradoja, los mismos representantes de la Corona pensaron que la misma naturaleza “salvaje” que los abrigaba se tornaba de vez en cuando contra sus protegidos, “enfermándolos”, “envileciéndolos” y acrecentando en cada episodio su innata condición de “barbarie”. Siguiendo la teoría miasmática en boga en esta centuria7, algunos de los visitantes europeos, como fue el caso del misionero jesuita Pedro Fabro en 1754, no dudaron entonces en rotular al área como una “tierra enferma”, la “más horrible que puede imaginarse”,

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entre otros motivos por ser “sumamente cálida y húmeda, por sus malas aguas, y por los vapores contenidos bajo las espesuras de sus Montes”8. De no emprenderse cuanto antes ambiciosos proyectos de domesticación de aquellos “arduos breñales”, no habría alternativa alguna de “redención” de los colectivos locales y, sobre este particular, se imputó a la naturaleza y a su “furia incontenible” (exculpando de cualquier responsabilidad al mismo proceso de penetración colonial) el “retroceso” que se experimentaba en los conglomerados indígenas. En los años cuarenta se reseñó, por ejemplo, que una epidemia de “alfombrilla” o viruela había asolado a toda la Gobernación de Darién y a gran parte del norte chocoano, y que sus efectos habían sido tan devastadores que había liquidado hasta una cuarta parte de este grupo aborigen. Fue así como en 1759 el gobernador de Panamá, Dionisio de Alsedo y Herrera, informaba que el recuento poblacional adelantado por Joaquín Valcarcel en la región darienita había arrojado una cifra de 5.068 familias, “compuestas de 5 a 6 indios cada una y cada uno con dos mujeres el que 8. Pedro Fabro, “Relación del estado de la reducción de la Provincia menos y los demás con mayor número y algunos con 10”9. No obstante la del Darién a nuestra Santa Fee prolijidad de la enumeración, aquella cantidad final se debía corregir el insy Dominación de su majestad y modo de vivir de sus naturales tante, “porque actuada esta numeración sobrevino una peste de viruelas y algunos forajidos franceses que hizo notable estrago tan general en toda la provincia que se llevó una que la habitan” (12 de febrero de 1754), en Biblioteca del Palacio gran parte de ella”10. Treinta años después otra epidemia similar diezmó Real (bpr), Fondo Ayala, Misceuna vez más a varias parcialidades, y la situación de “debilidad” en que se lánea, t. ii, doc. 2830, f. 104r. hallaban llegó a tal punto que el propio gobernador de Darién, Andrés de 9. Dionisio de Alsedo y Herrera, “Plano General geográfico y Ariza, informaba a sus superiores en la capital virreinal que este mal era una hidrográfico y relación histórica y geográfica de las provincias de causa sustancial —conjuntamente con la construcción de la “casa fuerte” de Santiago de Veraguas: Panamá Yaviza, las guerras con los chocoes y la “amistad” que se tenía al momento con las adyacentes de Portovelo, y Nata y la del Darién que son con el cacique general Estrada— por la cual aquella “nación” había dismilas tres que componen el Reino nuido sus acciones de armas en contra del poder colonial. de Tierra Firme” (8 de febrero de 1759), en Biblioteca Nacional Ello era tan evidente que “de cuatro a seis años a esta parte se ha ido (bnm), Sección Manuscritos, mss. mitigando tanta hostilidad como se experimentaba de los indios, cuya 20400, f. 57r. 10. Dionisio de Alsedo y Herrera, causa atribuyo yo con bastante fundamento a la peste general de viruela “Plano General geográfico”, f. 57r. en la que han muerto muchos, así parciales como rebeldes”11. Pero no sólo 11. Andrés de Ariza, “Comentos de las grandes epidemias que emanaban de la “indomeñable” naturaleza del la rica y fertilísima Provincia de El Darién año de 1774 por Don Andrés lugar, sino una serie de enfermedades aisladas, producto de una “naturade Ariza, Gobernador de la Provinleza” tan indómita como sus pobladores, contribuían aún más, no sólo a cia, al virrey Don Manuel Guirior. Presentación”, en La Gobernación la disminución demográfica, sino también a la “reducción de materia” de del Darién a finales del siglo xviii. El la condición humana de los cuna. Personas que vivieron en estas alejadas informe de un funcionario ilustrado, eds. Álvaro Baquero Montoya y Antonino Vidal Ortega (Barranquilla: Ediciones Uninorte, 2004), 37.

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comarcas dejaron constancia de su irrupción y, para citar un caso, el misionero austríaco Jacobo Walburger enumeró varios “males”, cuando en un curioso acto de desafío cultural retó a las autoridades espirituales indígenas a que le enviaran varios de los males que se presentaban a menudo en la misión de Chucunaque que estaba a su cargo. De suceder el acaecimiento de caer enfermo, él, además de darles el gusto de verlo caer enfermo, le pagaría a cada chamán la nada despreciable cifra de cincuenta pesos. De no pasar nada, sería él quien les suministraría cincuenta azotes “bien pegados por un Yndio, a quien daria por su trabajo un machete”. No se sabe la suerte final de esta peligrosa apuesta, en todo caso, autorizó que los indígenas entraran en contacto con “el Diablo [y que éste] me diese calenturas, ó continua, ó terciana [?], ó quartana [?]”12. Eventualidades parecidas se presentaron hasta la finalización del período colonial y, por ejemplo, la expedición de reconocimiento de Joaquín Francisco Fidalgo (realizada entre 1790-1805) halló que en Urabá, el norte chocoano, la costa darienita occidental y en las islas Mulatas “el temperamento es húmedo y muy cálido y está tenido el golfo por malsano, y en efecto son frecuentes las [fiebres] tercianas entre los indios”13. 2. Salud y cosmogonía indígena Desde la óptica mediada e interpolada por el colonizador, los documentos coloniales reflejan que los cuna tomaban como base de sustentación del bienestar o del malestar colectivo al equilibrio o desbalance de los distintos elementos que componían su universo cultural de referencia. Las acciones humanas que perturbaban o armonizaban este sistema básico de adscripciones acarreaban, por lo tanto, consecuencias sociales y, desde esta perspectiva de apreciación, las deidades creadoras no sólo de todo lo existente en los diversos planos de realidad, sino de las reglas de operación de cada uno de sus distintos niveles, eran las encargadas de dispensar la salud o la de prodigar distintas enfermedades. Estas últimas tenían, entonces, una fuente originaria de orden sobrenatural y se entendían como el castigo dado por entidades mágico-espirituales al colectivo que había cometido cualquier acto de trasgresión cosmogónica. Los emisarios del imperio español que evaluaban este campo de la experiencia social, denominado en aquel momento como el de la “religión de los salvajes”, se encontraron con la comprobación, sorprendente para 12. Jacobo Walburger, “Breve noticia de la provincia del Darién, ellos, de que quienes se consideraban como “primitivos” —al igual que en el de la ley y costumbres de los Yndios, de la poca esperanza de propio orden cristiano— tenían un andamiaje cosmogónico de estructura plantar nuestra fé y del número esencialmente monoteísta. En ella todo elemento existente en el universo de sus naturales, 1748”, en El Diablo vestido de negro y los cunas debía su presencia, cualidades intrínsecas y normas de interacción a la del Darién en el siglo xviii, ed. Carl obra de creación de un único dios supremo, conocido seguramente desde Henrik Langebaek (Bogotá: Universidad de Los Andes/Biblioteca entonces —aunque ninguna crónica colonial consultada trae su nombre, del Banco Popular, 2006), 92-93.

13. Joaquín Francisco Fidalgo, Notas de la expedición, 63. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 44-65


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más sí varias de mediados del siglo xix— como “Páptumat”, “Páptumatti”, “Papa” o “Dios Sahila” (Gran Padre)14. Sobre este punto y sin agregar más detalles, un visitante de la época anotó que “no tienen religión alguna ni se les conocen ídolos ni templos, y dicen que hay un Dios a quien atribuyen todo bien, pero con infinitas supersticiones, y temen al Demonio a quien adoran para que no les haga mal”15. En lo que atañe a las reglas de ordenamiento social que emanaban de esta divinidad desde el origen mismo del tiempo, un misionero del siglo xviii entendió (o quiso hacerlo) que tan sólo tres normas básicas de convivencia regían a la sociedad cuna. Las resumió de la siguiente forma: a) no matar a otro indígena cuna; b) no robar a sus connaturales sin necesidad alguna; y c) no apropiarse de mujeres casadas o violar a alguna si no se tenía el ánimo de casarse con ella. Sin embargo, los extranjeros contemplaron con estupor que “matar y robar a los españoles no tienen por pecado alguno, 14. Las fuentes indígenas consulantes bien por obra buena, y acción heroica”16. Igual se podría decir de los tadas en el Resguardo Indíindígenas chocoes, con quienes tenían constantes guerras, y de los negros gena de Caimán Nuevo (Urabá antioqueño) en 2001 reafirman cimarrones que invadían de manera reiterada sus dominios para escapar el hecho que Páptumat creó al mundo y todo lo existente, así del régimen esclavista y obtener recursos necesarios para su subsistencia. como los restantes universos. No La violación de estos códigos de proceder dados por la suprema divise le rinde culto expreso, pero se tiene por descontado que de él nidad, entre otras reglas de organización comunitaria que no refirieron viene todo y a él llega todo. Pero los enviados del rey de España, marcaba la aparición de las sanciones hay otras entidades espirituales menores que, como los “dueños” respectivas y, haciendo parte de ellas, estaban por supuesto las enferde los animales o plantas que medades. Pero en el contexto de guerra casi permanente que se desató residen en los kalus o santuarios de espíritus o una serie de entre los europeos y aquella etnia durante el siglo xviii se presentó, al héroes culturales (los hijos del Creador como Ibelel o los doce parecer, una mutación en la atribución del origen de los malestares que Neles primordiales), se pueden atacaban a este pueblo. Según la lectura que Jacobo Walburger realizó invocar mediante rezos y rituales de propiciación para producir sobre la problemática de la salud/enfermedad, los indígenas consideraefectos en la vida cotidiana (éxito ban ahora que el Dios cristiano era el principal responsable de los males en faenas de caza o en las tareas agrícolas, celebración de bautizos que asolaban a sus poblados. y matrimonios, etc.). Ver tamSegún el jesuita, los aborígenes no tuvieron ningún problema en recobién: Antonio Gómez, “El cosmos, religión y creencias de los indios nocer que existía una divinidad cristiana distinta a la suya propia y, más cuna”, Boletín de Antropología, 11 (1969): 59-68; Jorge E. Morales aún, se percataron de que durante el proceso de conquista y ocupación Gómez, “Grupo Indígena de los parcial de sus territorios, ambas entidades en el plano celestial —similar Cuna”, en Geografía Humana de Colombia. Región del Pacífico, tomo a lo que acontecía en Chocó y Darién en el plano de la realidad humana— ix, ed. Carlos Alberto Uribe Tobón entablaban frecuentes combates para dirimir cuál bando vencía a su (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1992), 83-87. oponente. Los indígenas le indicaron —o el sacerdote se esforzó en propa15. Joaquín Francisco Fidalgo, Notas lar la versión—que en estas luchas cosmogónicas siempre salía victorioso de la expedición, 62.

16. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 68. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 44-65

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el dios católico y que “aquel por vengarse embia entre los yndios pestes de viruelas, alfombrilla, u otras enfermedades. Qualquiera desgracia, que les sucede, atribuyen al Dios de los españoles, por estar a veces muy bravo contra los Yndios”17. Recogiendo esta idea general, éste y otros misioneros católicos se esforzaron aún más por acentuar la percepción sobre el disgusto del dios cristiano por la “rebeldía” e “idolatría” que mostraban los cuna, y les indicaban en sus sermones que hasta que no abandonasen sus “perversas costumbres” en la “vida pública” y sus “grandes errores” en “materia religiosa” los iba a tratar con “rigor” y a señalar con su dedo acusador. Como muestra de esta sindicación que los identificaba como “ajenos a raza humana”, les signaba sus cuerpos con ciertas enfermedades como una que Walburger describió que afectaba a sus “parciales” de Chucunaque y que, según sus palabras, se trataba de un desorden cutáneo en el cual a los infantes y jóvenes “salen… pintados”, “pues sucede que se acuestan limpios, y amanecen con muchas manchas blancas y coloradas en sus pies, piernas, manos, y brazos, sin que se haian rascado, ni sentido comezon; en lo demas del cuerpo les nacen unas manchas grandes prietas en forma de nubes”. Y, como los mismos indígenas no sabían la causa de esta enfermedad, el misionero les indicó sagazmente que “quizas sera la maldición de Dios, que cargan sobre si, como los Judios”18. Al ahondar en otras posibles causas de gestación de enfermedades, los agentes del sistema colonial también percibieron que la comunicación entre la deidad principal de los cuna y su gente no era muy fluida y directa, pues ella se percataba de lo que les pasaba a sus “hijos” o les hacía saber sus designios por medio de intermediarios, fueran éstos las almas de los que fallecían u otras entidades espirituales de segundo orden. Los europeos, extrapolando su propio marco de representación del orden espiritual dentro del universo cultural indígena, rotularon a estas últimas presencias como la “corte infernal”, siendo el primero en jerarquía el mismísimo “Satanás”. En este sentido, dejaron constancia de que por “no tener de su Dios noticia, ni conocimiento de las cosas, que pasan en este mundo, es preciso, dicen, consultar con el diablo como mui practico, y sabido del todo, para que les enseñe, y comunique, lo que conviene para el bien de los yndios”19. Pero aquella entidad tenía no sólo la facultad de revelarles el origen y las razones por los cuales se padecía tal o cual desorden orgánico, sino que también tenía a su alcance recomendarles los procedimientos y las medicinas más acertadas para conjurar las dolencias que se sufrían. Aún más, dentro de su campo de competencia médica figuraba igualmente la capacidad de enviar “pestes y achaques”, cuando no se le rendían los respectivos “tributos”. De allí que la salud o la enfermedad 17. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 68-69. también se definieran según el grado de obediencia que tuvieran con el 18. Jacobo Walburger, “Breve notimayor enemigo de los cristianos. Y, desde la perspectiva del colonizador, cia”, 88.

19. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 69. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 44-65


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ella debía ser mucha pues, al resistir a la penetración en sus tierras de los voceros de la “civilización” y de la “única y verdadera fe”, los cuna fueron percibidos no sólo como “bárbaros”, sino como verdaderos “hijos del Demonio”. Sobre aquella estrecha “amistad” que supuestamente se tenía con el “Común Enemigo”, Antonio de Arévalo en su periplo por el área chocoano-darienita de 1761 escribió que “[…] su Religión y Ritos es difícil aberiguarse. Saben que hay un solo Dios omnipotente criador de todo y tienen conocimiento de la Malignidad del Demonio, pero su naturaleza vil y timida les haze que sin dar a Dios la adoracion que deben por el reconocimiento y esperanza le dan culto al Demonio por temor de que les ha de hazer de lo contrario mucho daño”20. Según este criterio de representación, era tan profundo el nexo de los cuna con el “Innombrable” que no sólo lo adoraban “de seguido”, sino que respetaban, como si fueran verdaderos “santuarios”, los lugares donde poseía alguna de sus varias residencias en la Tierra. No por nada esta frontera neogranadina se conocía como el “paraíso del Demonio”, y por doquiera que se trasegara se encontraban parajes que infundían “enorme respeto” en los nativos. Uno de ellos era la cumbre del Cerro del Sapo, situado a unas tres leguas del golfo de San Miguel, en el sur darienita, donde los informantes referían que “[…] no hay tradición de que haya llegado impresión de más huella humana que la de tierras que es donde tiene su residencia el Diablo que los ayuda o los castiga según lo merecen y baja cuando le imploran en sus necesidades y miserias a socorrerlos y consolarlos haciéndose visible y comunicable a sus Leres [chamanes]”21. Estos lugares eran tan potentes que, según se lo contaron algunos aborígenes al gobernador Dionisio de Alsedo en el año de 1759, hasta el océano Pacífico protegía a su “malvado” residente. Ante esta muestra de poder, se dijo que ellos se abstenían de desafiar sus designios y de invadir sus lugares de habitación como este accidente geográfico: “Y de aquí nacía la errada aprehensión de los navegantes de aquel mar de que por esto se experimentan al pasar por aquel paraje las turbulencias que suelen ser 20. Antonio de Arévalo, “Descripfrecuentes, de vientos, agua, relámpagos y truenos que regularmente ción del Golfo e Isthmo del 22 duran hora y media o dos cuando más” . Darién. Año de 1761” (Panamá, 31 de marzo de 1761), en Archivo Sin embargo, desde que la “santa y sagrada Fe Católica” había sido General de Indias (agi), Fondo abrazada por algunas colectividades, el Diablo se mostraba aún más agrePanamá 306, doc. N6J, f. 971v. sivo con los cuna y a cada instante les enviaba también varios males por 21. Dionisio de Alsedo y Herrera, “Plano General geográfico”, ff. la “traición” cometida. Mas en esta situación de constante escarmiento, 35r/v.

22. Dionisio de Alsedo y Herrera, “Plano General geográfico”, f. 35v. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 44-65

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valga decir, de rápida erosión de las condiciones de salud de las que se gozaba antes de la penetración colonial (así el colonizador no lo viera de esta manera), también intervenían sus subalternos. Los españoles percibieron a estas entidades “malévolas” de segundo orden como “dioses” o “diablos chiquitos”. Únicamente Jacobo Walburger consignó el nombre de algunas de las portadoras de enfermedades con su nombre distintivo (mismo que todavía conservan) y las denominó como “Nía”23. De ellas dijo que eran tomadas por los cuna como “criados del Dios de los españoles” y que traían “desgracia”, aunque curiosamente aludió en sus notas a una consecuencia de su poder que estaba muy alejada del campo del saber médico. Sobre el particular anotó que “si se les pierde un perro, puerco, gallina etc. luego dicen que el Nia… se le havia llevado para su amo”24.

23. Los “nía” y otros “diablos” (término que también se usa en el presente) llamados “poni” son los agentes encargados de transmitir la enfermedad, ya sea por voluntad propia o cumpliendo algún mandato de una instancia superior. Los informes recogidos en Caimán Nuevo en 2001 entre miembros de la cultura tule (sin preparación chamánica, valga aclarar) y muchas investigaciones etnográficas y antropológicas contemporáneas utilizan los apelativos como sinónimos entre sí. Ver: Jorge E. Morales, “Fauna, trabajo y enfermedad entre los cuna”, en Selva humanizada. Ecología alternativa en el trópico húmedo colombiano, ed. Francois Correa (Bogotá: ican/fen Colombia/Cerec, 1993), 186-188; Antonio Gómez, “El cosmos, religión y creencias”, 87-98. Algunos autores discrepan de esta unificación y dejan entrever que sí existe diferencia cualitativa entre ellas. Así, los “poni” son los directos propiciadores de enfermedad al robar el alma de las personas. Los “nía”, por su parte, son portadores de toda clase de desgracias más allá de la enfermedad. Leonor Herrera y Marianne Cardale, “Mitología Cuna; los kalu según Alfonso Díaz Granados”, Revista Colombiana de Antropología 17 (1974): 208-210. 24. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 68-69.

3. Autoridades médicas y rol social A pesar del carácter extrahumano y de índole sobrenatural que se les asignaba a las enfermedades, dentro del pensamiento de este grupo indígena la voluntad humana tenía alguna alternativa de actuación para conjurar los perjuicios que ellas traían a la vida social. Ello se podía hacer mediante la rearmonización del orden perdido y, de esta manera, las comunidades trasgresoras de los mandatos cósmicos —por medio de rogativas comunitarias, celebración de rituales de amparo, dación de ofrendas y regalos y estrategias similares de expiación— podían ganarse de nuevo el favor de quienes tenían el poder de prodigar a su amaño el malestar o el bienestar en todo el universo. En estas labores de intermediación espiritual los chamanes ocupaban un rol de capital importancia, pues al poder desplazarse por los diversos mundos de la creación cuna y ser capaces de entablar contacto con sus distintas entidades rectoras, eran la instancia privilegiada para servir de interlocutores entre la comunidad y estas presencias tutelares. Fueron denominados como “leres”, “senes” o “leles” en la documentación colonial del siglo xviii (hoy se llaman “neles”) y, desde el inicio del contacto con los blancos o “guacas”, estos últimos se percataron de que eran los “pontífices” de cada grupo y que en calidad de tales eran los “sacerdotes, medicos, y jueces, y lo que enseñan, o dicen, está tan autorizado, como cosa infalible”25. No era de extrañar entonces que su voz fuera “seguida y acatada” por sus “fieles”, tanto o más que la de los propios “caciques”, “capitanes” u otras autoridades tradicionales. De allí que, para vencer la resistencia a la

25. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 69. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 44-65


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integración al sistema colonial que presentaba este conglomerado nativo, se debía procurar “comprar” lo más rápidamente posible la “voluntad” de aquellos personajes o, cuando ello no fuera factible, se los debería “expatriar a lo lejos” para evitar sus “nefastos influjos” sobre los “débiles y sanguinarios corazones”26 de sus allegados. Es que a todas luces resultaba evidente que de las “[…] patrañas anunciadas por los respectivos senes les viene a los indios aquel espíritu de desconfianza y cobardía que reside generalmente en todos, porque para tenerlos subordinados les hacen creer que han de tener muerte violenta a manos de los Guacas, que así llaman a los blancos o españoles”27. Por este factor de resistencia cultural que introdujeron en varias ocasiones en toda el área cuna, los leres fueron percibidos con gran animadversión y agresividad por los funcionarios del imperio que presenciaron su accionar. De allí también deriva el gran protagonismo de los leres en los escritos dieciochescos en detrimento de otras autoridades indígenas y la percepción negativa que se tuvo de su estatus y de los roles sociales que desempeñaban. Al centrarse en estos personajes, los documentos refieren también el fracaso o, al menos, el éxito bastante moderado de las políticas de congregación de 26. Jacobo Walburger, “Breve notilos cuna que los funcionarios borbónicos intentaron introducir durante cia”, 69. todo el siglo xviii. Para ello buscaron promover a los “caciques” y a los 27. Andrés de Ariza, “Noticia de “capitanes” que les fueran leales y acabar con otras formas de gobierno algunos propietarios de los indios gentiles de la Provincia de Santa tradicional y de aliciente colectivo que se mostraran refractarias a asuMaría la Antigua del Darién: cual 28 mir el sistema colonial . Por ello, en la mayoría de las ocasiones los es, el instituto de los principales magnates de sus pueblos y modo leres fueron tildados, como lo hizo el gobernador de Darién, Andrés de de proporcionar sus hostilidades contra los españoles”, en ColecAriza en 1774, de simples “embusteros” o “charlatanes”. Pero más allá ción de documentos inéditos sobre la de estos calificativos de valor, éste y otros burócratas del período borgeografía y la historia de Colombia, tomo ii, ed. Antonio B. Cuervo bónico también dejaron referencias que permiten reconstruir algunos (Bogotá: Casa Editorial J. J. Pérez, aspectos de su desempeño colectivo. Según directa comprobación del 1892), 391. mismo funcionario, en cada pueblo podían existir uno, dos o más cha28. Ver en detalle este incompleto proceso de “tribalización” en manes, pero a este respecto se especificó que entre “la plebe se lleva la Luis Fernando González, “El 29 preferencia el más… sectario” . Darién; ocupación, poblamiento y transformación ambiental. Una Desde la perspectiva del típico funcionario ilustrado de la Corona revisión histórica”, en Caracterización Ambiental del Darién Colomespañola del siglo xviii, su rol de interlocución del grupo con las entidabiano, ed. Luis Fernando Uribe des regentes de la esfera cosmogónica fue tildado de “simples engaños” (Medellín: Universidad de Antioquia/Fundación Natura, 1999), que nacían de “fingir” 41-120; Ignacio Gallup-Díaz, “The “[…] que habla con el dios chiquito y que este es quien le encarga la preSpanish Attempt to tribalize the Darien, 1735-50”, Etnohistory 49: 2 caución recíproca de sus personas para que anden con mucho cuidado (2002): 281-317.

29. Andrés de Ariza, “Noticia de algunos propietarios”, 392. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 44-65

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porque los quieren matar, y también los persuade que allá en la región del fuego ve y sabe todo lo que en ella pasa con otras embusterías muy fértiles y despreciables que sólo su [roto] admitiera”30. Esta labor de mediación la realizaban a través de un ritual que les resultó particularmente “chocante” a los burócratas imperiales. Se trató —y aún se trata— del “lereo”, una ceremonia colectiva en la que los leres, acompañados de otros “dignatarios”, realizaban oraciones, rogativas, comentarios, cantos, recitaciones e interpretaciones musicales (vocales o instrumentales, ejecutadas por los “camoturos” o ejecutantes de flauta) para propiciar estados de ánimo (personal y colectivo) que facilitaran el empalme con las presencias sobrenaturales del cosmos cuna. Por ejemplo, Walburger expresó —pese a sus recriminaciones— que esta actividad era de común ocurrencia en la misión de Chucunaque y en otras tantas de esta porción neogranadina. Trató en vano de que los líderes indígenas dejaran atrás esta “jeringonza” incomprensible para sus oídos, más aún cuando las palabras y las notas musicales se combinaban con imitaciones de voces de animales y con ruidos de escenificación de fenómenos naturales (truenos, tempestades, lluvia, etc.), que supuso —una vez más— de inspiración demoníaca31. El lugar donde los leres entraban en este trance de contacto, tanto para el campo de la medicina como para otras actividades sociales (propiciación de fortunas en faenas agrícolas o de cacería, acciones de guerra, consagración de bautismos y matrimonios, celebración de rituales comunitarios, etc.), eran edificaciones que las crónicas del siglo xviii nombran como “carros”. Existía al menos uno 30. Andrés de Ariza, “Noticia de algunos propietarios”, 392. de ellos en cada poblado y, de acuerdo con la observación de algunos 31. En los “lereos” actuales se usa autores, aquella edificación o “templo del Mal” era “una chocita de paja, comúnmente una modalidad ritual del idioma cuna que no por todas partes cercada y cobijado de vijao, o platanillo: tiene ordinariaes de uso cotidiano, conocida mente de largo tres, o quatro varas, de ancho dos, o tres y media de alto: como “pap ikar”. Se ejecuta en ciertas ocasiones acompañada de su puertecita por donde entra, tiene mui angosto, y baja”32. instrumentos musicales (flautas En el espectro específico del ejercicio médico, el ceremonial curativo y maracas). Está saturado de complejas metáforas, de largas de los leres en el interior de los carros se iniciaba cuando los familiares y cortas entonaciones, cuando o el mismo paciente le pedía que interviniera en el mundo espiritual y no de pausadas inflexiones que prolongan la significación de las consultase a las entidades tutelares de la comunidad la naturaleza del mal, palabras o de voces onomatopéyicas que grafican los conceptos. las causas que lo originaron y la forma de sanar a quien o quienes sufrían Hay “traductores” especializados sus negativos efectos. Tras esta consulta y el pago en especie por sus seren poner en claro su significado a toda la colectividad y, para vicios de contacto cosmogónico (expresado en tabaco, aguardiente, cacao, citar un caso, en los “congresos” armas de fuego, hachas, uno o dos ovillos de algodón hilado o dos varas de orden civil los encargados de interpretar lo dicho son los de género, entre otros emolumentos consignados en fuentes coloniales), “argar” o voceros de los caciques.

32. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 69. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 44-65


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“[…] convida el lere otros dos yndios suyos, los mas practicos en esas sus supersticiones, quienes (estandose el ya en el carro) fuera de la puertecita sentados en dos banquitos cantan, proponiendole el accidente, y origen de la enferemedad con mil expresiones: entretanto el lere está brincando, y baylando en su carro haciendose musica con una maraca, y flauta, que tiene en ambas manos, y prosigue, hasta que se acaban las proposiciones de la enfermedad. Despues la consulta (como queda dicho arriba) con el Diablo, y rezeta medicinas sean, o no sean provechosas al enfermo”33. De igual manera, los leres, como los únicos capaces de viajar a través del tiempo y del espacio, eran los encargados de, como lo advirtió un testigo presencial de esta capacidad, “vaticinar lo que les puede suceder á los de su Pueblo”34. En lo relativo al ámbito médico, esta labor de predicción consistía en anunciar a su gente la llegada futura de epidemias y mortandades colectivas, el acaecimiento de algún accidente o el anuncio anticipado de algún hecho de orden no sobrenatural (incursiones de los chocoes, ingreso de las milicias españolas, asaltos de cimarrones negros para llevarse alimentos, herramientas o mujeres, entre otras varias eventualidades más), que podría atentar directamente contra la integridad de los miembros de cada parcialidad. Y, a la par que entregaba estos mensajes, también tenían la facultad de recomendar algunas acciones para contrarrestar o, al menos, aminorar sus posibles estragos. Un ejemplo alusivo a esta situación quedó registrado en la documentación colonial del siglo xviii, una vez más, por el jesuita Walburger. Ocurrió en el mes de febrero de 1747. Ese día, a eso de las nueve de la noche, se presentó un eclipse de Luna. Este fenómeno astronómico causó tal conmoción en los nativos que “las mujeres comenzaron a llorar a gritos quexandose que su Dios, o estaba enfermo, o sumamente enfadado, ya no, decian, hay otro remedio sino morirse todos de hambre”35. Presa del pánico, la comunidad entera se desplazó hasta las viviendas de los leres y les solicitaron su intervención directa para conocer con certeza el mensaje que desde el entorno sobrenatural se les estaba enviando a través de aquel misterio cósmico. Acto seguido, “empezaron en sus casas a lerear, para que el Diablo les revelase, lo que significaba este eclipse”. Mientras esto ocurría, la comunidad reunida participaba a su manera para que aquel ritual adivinatorio tuviera éxito. Los infantes de ambos sexos fueron los encargados de traer y de servir los “zigarros de tabaco [de] casi una braza de largo, para que los que se hallaban alli presentes se entretubiecen fumando”. Mientras tanto, las mujeres llevaron pequeñas “ollitas” 33. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 71. de cerámica “llenas de carbón encendido” para quemar cacao a modo 34. Andrés de Ariza, “Noticia de de sahumerio que sirviese, a la par, de purificación del ambiente, del algunos propietarios”, 392.

35. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 77. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 44-65

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cuerpo y mente de los asistentes y de ofrenda a la entidad encargada de revelar el misterio que los atormentaba. El ceremonial de canto y oración duró hasta el amanecer, hasta que por fin los chamanes transmitieron al unísono el significado del eclipse observado. Tras su experiencia de empalme con el mundo trascendente, “a una voz consintieron” en que el “Diablo” (según la óptica del sacerdote) les había revelado que uno de los leres principales de la comunidad se iba a morir en próximas calendas. Acorde con esta lógica de explicación del suceso, se pudo determinar que, ante el fatal desenlace pronosticado, “Dios estaba vistiendose de luto, y para mostrar su sentimiento a los yndios, mandó a la Luna que tambien se cubriese, y se vistiese de luto”36. Seguramente Walburger, quien al parecer conocía de eclipses y demás fenómenos astronómicos según el saber ilustrado que los había ya desmagizado de acuerdo con los nuevos conocimientos astronómicos provenientes de la ciencia moderna, desestimó tal interpretación del acontecimiento y lo calificó de simple “superchería”. Sin embargo, en su texto quedó en evidencia que poco a poco el fatal pronóstico fue rea36. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 78. lizándose, pues, como el mismo refirió, “pocos dias después se enfermó de 37. Jacobo Walburger, “Breve notiZabandillo mi Captn Andres, lere el mas afamado. Luego empezaron a decir cia”, 78. que el diablo les havia revelado la pura verdad, y que no havia esperanza de 38. A finales del siglo xvi el cirujano Lionel Wafer también dejó que viviese mas, sino que havia de morir sin remedio”37. Algunas jornadas constancia de la precisión “al después el personaje murió y, así el sacerdote no lo quisiera aceptar, se cumpie de la letra” de los augurios de los sabios cuna, cuando fue plió el fatal augurio38. testigo que durante una sesión propiciatoria previeron el arribo de naves europeas que iban a recoger a sus huéspedes británicos. Se avizoró que en el transcurso del evento uno de sus compañeros iba a morir y a otros se les iban a perder sus preciadas armas de fuego. A la vuelta de diez días, vio con enorme sorpresa que en la costa adyacente estaba atracando una flotilla de embarcaciones que los recogieron, ocurriendo en el ínterin todo lo vaticinado. Sin embargo, este viajero no habló de leres, sino de “paguéveres”. En el presente en algunos grupos cuna existe un chamán especial para este tipo de actividades y su nombre es “KiatakeNele”. Lionel Wafer, Los viajes de Lionel Wafer al istmo del Darién (cuatro meses entre los indios), 1699, ed. Vicente Restrepo (Medellín: Biblioteca Popular de Urabá, 1990), 42-43 y 121.

4. Terapéutica y farmacopea “cuna-cuna” Si bien las fuentes españoles tendieron a centralizar toda la práctica médica de los cuna en los leres principales, también dejaron notas al margen sobre la presencia en la práctica curativa de al menos otros “dos Yndios prácticos” en estas lides. De sus breves anotaciones al respecto se puede inferir que existía cierta división y jerarquización de las cabezas médicas, y que el chamán principal —como ya se explicó— era el principal encargado del diagnóstico de los males en el campo espiritual y de ordenar el tratamiento que desde aquel universo se le había sugerido. Pero la consecución de los medicamentos de origen animal o vegetal y la aplicación de los tratamientos más pertinentes para cada paciente le correspondían precisamente a estos otros dos personajes “menos brujos” que reseñan las crónicas coloniales, es decir, a otros especialistas que, si bien poseían ciertas competencias chamanísticas aprendidas en su preparación diaria

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(que no eran innatas como las del lere), eran (y son todavía) expertos en estas dimensiones empíricas del conocimiento curativo39. Sobre el accionar de todas aquellas autoridades dentro del sistema médico cuna del siglo xviii se pone de presente que la mayoría de cronistas de la élite colonial también lo percibieron con abierto sentido de descalificación. En aquel contexto de disputa intercultural, lo tacharon tan sólo de “colosales embustes” y en las páginas de sus informes se dijo que en esta “gente” no se podía hallar traza alguna de “ciencia” respetable. Contrario a lo referido por los autores españoles, el cirujano británico Lionel Wafer, quien conocía de estos tópicos pues no en vano se había enrolado como médico en uno de los periplos del bucanero, botánico y explorador William Dampier por el istmo panameño en 1679-1680, ponderó el sistema terapéutico de aquellos aborígenes cuando lo acogieron tras sufrir un accidente que casi le vuela la rodilla luego de un mal procedimiento con el secado de la pólvora que llevaba la expedición. En su diario dejó constancia de la efectividad de los tratamientos que le suministraron los nativos y evaluó muy positivamente el conocimiento 39. Unos son conocidos como los que las autoridades médicas indígenas demostraban para sanar diversos “Inatuledi” o “Inatudeli” y otros se denominan “Absogedi” o tipos de heridas. Fue así como consignó: “Absoket”. Sobre los Inatudeli, las “[…] reducido á vivir con esos bárbaros parecía que no tuviera ningún personas consultadas en Caimán Nuevo y algunos investigadores medio de aliviar mi dolor: sin embargo, emprendieron curarme con contemporáneos afirman que su ciertas yerbas que mascaban hasta la consistencia de pasta y que proceso de negociación y combate con las entidades espirituales es extendían sobre una hoja de plátano para cubrirme la herida. Se renolimitado y su manejo de espíritus vaba este emplasto todos los días, y su virtud fue tan grande, que al aliados —representados en las tallas de madera o “nuchus”— es cabo de tres semanas no me quedó en la rodilla sino una debilidad menos versátil que el del nele. Su función es más del orden que me duró largo tiempo después, y un entumecimiento del que práctico y logran un significativo 40 sufro ataques aún algunas veces” . conocimiento de hierbas, plantas, Otras modalidades de intervención terapéutica, como las reseñó Walburger y otros pocos autores del momento, incluía cantos, la aspersión de líquidos y tabaco, el uso de tallas de madera (conocidos como “nuchus” en el presente), la ejecución de instrumentos ceremoniales (flautas, maracas, etc.), la torsión de miembros o la fricción de músculos, entre otras alternativas que quedaron consignadas en los archivos. De forma complementaria, la base de la farmacopea de aquella etnia indígena se basaba en la experimentación, utilización y combinación de diversos elementos provenientes del medio ambiente natural. Se dijo, entonces, que las “medicinas que recetan son ordinariamente yerbas, hojas, cáscaras, de palo, vejuco etca”41.

animales, piedras, metales, utensilios, etc., para intervenir directamente el cuerpo del afectado. Sobre el Absogedi se reconoce que también tiene alguna preparación chamanística y su campo de acción médica se restringe, por lo general, a conjurar enfermedades de orden colectivo (epidemias de toda clase) y desastres naturales (temblores, inundaciones, maremotos, etc.). Tomás Calvo Buezas, Indios Cuna. La lucha por la tierra y la identidad (Madrid: Libertarias, 1990), 123-134.

40. Lionel Wafer, Los viajes de Lionel Wafer, 29. 41. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 72.

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Por otra parte, y al igual que en el sistema curativo europeo desarrollado antes de la Ilustración, la medicina cuna contemplaba a las sangrías como un recurso de primera magnitud para combatir toda clase de enfermedades. Décadas antes del período ilustrado, el ya referido cirujano inglés Lionel Wafer describió la modalidad extractiva empleada por los nativos y sobre el particular consignó que los “prácticos” en esta materia “[…] hacen sentar al enfermo sobre una piedra que está en el río; en seguida el operador armado de un arco pequeño y de cortas flechas las tira tan ligero como puede por todo el cuerpo desnudo del paciente sin omitir un solo punto. Es cierto que las flechas tienen un óbice, y así no penetran más adentro que nuestras lancetas; pero si por casualidad tocan una vena llena de viento, y la sangre sale con alguna impetuosidad, saltan, hacen cabriolas y ejecutan mil posturas grotescas en señal de regocijo y de triunfo”42. No obstante su efectividad, consideró que el sistema era muy doloroso y les sugirió hacerlo a la manera europea que estipulaba la “ligadura de brazo” y la extracción de sangre venosa mediante una sola lanceta afilada. Así lo verificó en primera instancia —y a riesgo de su propia vida si fracasaba en el intento— con la esposa del cacique Lacenta, su protector mientras residió en una comunidad cuna. Tras sacarle unas doce onzas de sangre, logró que las fiebres y el malestar general desaparecieran. Según sus palabras, esta operación le dio gran prestigio en el poblado y siguió realizándola a varios otros pacientes que la solicitaban. Tiempo después, la usanza tradicional de las sangrías con flechitas seguía en pleno vigor y el misionero austríaco Jacobo Walburger fue testigo de que se usaba para tratar distintas eventualidades. Aunque a su parecer el procedimiento resultaba muy traumático para quienes se sometían a él, vio que se acompañaba en varias ocasiones con otros recursos terapéuticos y, aunque mucho menos dispuesto que Wafer a reconocer algo de valía en la cultura nativa dentro de la cual desarrollaba su labor misionera, al respecto consideró que “[…] estandose uno con calenturas, y dolor de cabeza le sangran con la flechita al principio en las sienes, despues en los brazos, o pies. Teniendo un hombre, o mujer el vaso hinchado, le pican mui a menudo con la flechita toda su barriga. Haviendo una hinchazón o en el pie, brazo, u otra parte del cuerpo por causa de una picada de culebra, o fluxión le dan a beber ciertas bebidas hechas de cascara de palo, despues ha de colgar su pie, o brazo fuera de la hamaca por espacio de 24 horas: estandose ya bien hinchado el brazo, o pie le abren con la flechita centenares de agugeros para que salga el veneno y humores malignos. Teniendo alguno dolores de estomago o barriga se la azotan de quando en quando con 42. Lionel Wafer, Los viajes de Lionel Wafer, 38. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 44-65


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hortigas. Lo que me admira es la suma paciencia del enfermo que jamas se oie quejarse de sus dolores, que forzosamente trahen consigo semejante cura”43. Pasando a otra faceta del conocimiento necesario para producir determinados efectos en el organismo humano del que fueron espectadores algunos agentes coloniales, como el ya referido Walburger (y que chocó de frente con su esquema de valores), fue la “nefasta costumbre” del aborto, práctica a la cual recurrían las mujeres nativas cuando, en su concepto, estaban “cansadas de criar hijos”. En esta eventualidad, tomaban “unos bebedizos para abortar, en lo qual consiente ordinariamente su marido; pero a veces bien caro le cuesta a la madre; por que sucede que por vehemencia Dela medicina revienta, y paga con su vida la que ha quitado a su inocente criatura”44. Al parecer, en esta clase de circunstancias no había participación directa de los leres, como tampoco en el suministro de ciertas “pócimas” y “bebedizos” que hombres y mujeres elaboraban en sus hogares a partir de hierbas, bejucos y partes de animales marinos o terrestres, ya fuera para sanar algunos males menores (parasitosis, catarros, neuralgias, erupciones cutáneas, etc.) o para causar la muerte de rivales en el seno de la propia comunidad. En el campo del suministro de sustancias tóxicas, refirió que en alguna oportunidad un muchacho tuvo una disputa con una anciana de la doctrina y que ésta, para vengarse del mozo, le “dio a beber una buena porción de veneno” en una totuma de chicha. La reyerta fue en las primeras horas del día y a las diez de la mañana la víctima ya “estubo con muchos dolores y barriga hinchada”. A las cinco de la tarde presentaba vómitos y dolores irrefrenables y a “prima noche lanzó juntamente el último aliento de su vida”45. Pero, en versión del sacerdote, lo que más lo sorprendió fue el desparpajo con el cual la anciana pretendió ocultar lo realizado. Fue así como “[…] al dia siguiente quise reprehender a aquella vieja; pero ella desenfrenada me replicó: Padre no has visto el ventarron tan grande, que huvo ayer por la mañana? Pues en el estubo sentado el Diablo, y á vista de todos de la casa se bajó poco a poco en el cuerpo del Yndio, que se hinchó de manera que se le reventaron sus tripas, y por eso se ha muerto”46. Otras prácticas con los enfermos —y los más indefensos— que chocaron de frente con el sistema axiológico de la cultura del colonizador europeo fueron el abandono a su suerte de los pacientes enfermos graves, el enterramiento de personas vivas, en especial de los más ancianos, y el infanticidio de recién nacidos que llegaban a la colectividad. Las páginas de la crónica del referido Walburger abundan en ejemplos de este tipo y,

43. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 72. 44. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 84. 45. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 80. 46. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 80-81.

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sobre el abandono hasta el fallecimiento de los incapacitados por la edad o por alguna enfermedad, comentó que en esta “bárbara nación” no era extraño encontrar que “[…]quienes teniendo un enfermo en su casa, ó sea Padre, Madre, ó pariente, le llevan al monte, y le amarran su hamaca en dos palos, en donde queda el Padre enfermo expuesto a las inclemencias del Sol, sereno, y aguaceros; en medio de su hamaca le abren un agujero, para que no haya menester de levantarse para hacer qualquiera diligencia”47. Para el caso del asesinato de infantes, Walburger anotó que estos acontecimientos sucedían cuando los nacimientos violaban ciertas pautas culturales. Con gran estupor contempló cómo las madres recurrían a aquella vía extrema cuando, por ejemplo, se tenía una pareja mellizos. En esta eventualidad lo usual era el sacrificio del varón (enterrando o ahogando a la criatura), pues, cuando éste crecía y contraía matrimonio, abandonaba el hogar materno para vincularse del todo al núcleo familiar de su cónyuge, perdiendo así sus padres todo el esfuerzo material, productivo y afectivo invertido en su crianza. Por eso los indígenas le indicaban que “criar varones es el trabajo perdido”48. Otra circunstancia en la cual se cometían los infanticidios era cuando una mujer quedaba viuda con su hijo o bien en el vientre o bien recién nacido o cuando se tenía un vástago albino o “tula” en lengua cuna, pues “rara es la Yndia que cria tal criatura; porque no quieren ser padres de hijos que tengan semejanza en sus carnes con los españoles”49. En este contexto cultural, también se presentaba la anticipación directa de la muerte de varios pacientes cuando sus casos revestían alguna complejidad. En la “Breve Noticia” de Walburger se refirieron varias defunciones propiciadas por allegados o familiares del moribundo (aún de pacientes que no habían llegado a esta situación límite, según el sacerdote) y también se puso de presente que a veces el desenlace favorecía directamente a alguno de los leres de la comunidad. Sobre este caso específico, anotó que “[…] no pocas veces sucede que viendo el lere la imposibilidad de curar a sus pacientes le hace una exhortacion con que le persuade que mas vale morirse de una vez e irse al cielo, que estar pensando en esas miserias y desdichas: en respondiendo el enfermo Nuga (que sí) le cubren su cara con un trapo viejo, y el lere le mete una lanza en su costado, con que al instante espira 47. Jacobo Walburger, “Breve el enfermo. Si acaso el doliente muestra repugnancia en connoticia”, 85. sentir su muerte le promete el lere muchas cosas que gozara en 48. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 83. el cielo […] Con estos embustes engañan no solo a los pobres 49. Jacobo Walburger, “Breve notienfermos, sino tambien a los sanos”50. cia”, 84.

50. Jacobo Walburger, “Breve noticia”, 72-73. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 44-65


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En todo caso, para el pensamiento ilustrado poco de valía se podía hallar en las “artes sanatorias” de aquellas colectividades. A pesar de que algunos saberes, en especial los relacionados con alternativas farmacológicas logradas a partir de los insumos que brindaba la selva húmeda tropical, fueron incorporados a la ciencia del momento tras enmascararlos como “descubrimientos” europeos, el corpus general del sistema médico aborigen fue rechazado por la cultura occidental. Desde su óptica de apreciación —y en ejercicio de la política de incorporación de nuevos espacios naturales y sociales que estaba adelantando el imperio español—, su estructura general se debería “refundar” según los cánones traídos desde la Península Ibérica o desde el orbe andino ya conquistado. Y, si los cuna perseveraban en su oposición a la penetración de la “civilización” en éste y otros campos de su diario vivir, era lícito emprender cuanto antes el “extermino total” de todas las parcialidades existentes en Darién y Chocó. Mas, a pesar de las varias campañas de exterminio que se desataron en su contra, ellas y sus conocimientos médicos resistieron los embates de los colonizadores y, aunque faltan todavía muchos logros por valorarse, su práctica médica se ha erigido hoy como un referente de capital importancia dentro del patrimonio cultural inmaterial del continente americano.

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Artículo recibido: 31 de marzo de 2011; aprobado: 4 de octubre de 2011; modificado: 1 de diciembre de 2011.

Mónica García

Geografía médica, bacteriología y el caso las fiebres en Colombia en el siglo xix

Medical geography, bacteriology, and the case of fevers in Colombia in the 19th century

Resumen

Abstract

Este artículo explora la relación entre la bacteriolo-

This article explores the relation between bacte-

gía y la geografía médica del siglo xix en Colombia,

riology and medical geography in the 19th century

siguiendo el caso de las fiebres. Explica cómo

in Colombia, following the case of fevers. Through

la historiografía ha abordado la relación entre

this, it explains how historiography has approached

bacteriología y geografía médica y analiza dicha

the relation between bacteriology and medical geo-

relación en las investigaciones médicas sobre

graphy, and analyzes said relation in the medical

fiebre amarilla, fiebres del Magdalena y malaria

research pertaining to yellow fever, fevers of the

de la década de 1880. Finalmente, muestra que en

Magdalena River, and malaria in the 1880s. Finally,

vez de incorporar pasivamente la bacteriología, los

it shows that, instead of passively incorporating

médicos lucharon por conciliarla con la geografía

bacteriology, the physicians fought to combine it

médica, introduciendo elementos de ambos enfo-

with medical geography, incorporating elements of

ques, manteniéndolos en tensión o rechazando

both approaches, keeping them in tense separation,

alguno en favor de otro.

or rejecting one in favor of the other.

Palabras clave

Key Words

Bacteriología, medicina, historia, Colombia.

Bacteriology, medicine, history, Colombia.

Profesora Principal de Carrera de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario (Bogotá, Colombia). Médica y Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá, Colombia) y PhD en Estudios de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Edimburgo (Edimburgo, Reino Unido). Entre sus publicaciones se encuentran: “Clima, enfermedad y raza en la medicina colombiana del siglo xix”, en Patologías de la Patria. Enfermedades, enfermos y nación en América Latina, orgs. Gilberto Hochman, María Silvia Di Liscia y Steven Palmer (Buenos Aires: Lugar Editorial, en prensa) y “Las fiebres del Magdalena: medicina y sociedad en la construcción de una noción médica colombiana, 1859-1886”, Historia, Ciências, Saúde-Manguinhos 14: 1 (2007): 63-89. claudia.garcia@urosario.edu.co

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Geografía médica, bacteriología y el caso las fiebres en Colombia en el siglo xix❧ Introducción Antes de la consolidación de la teoría bacteriológica de las enfermedades humanas a finales del siglo xix, las explicaciones médicas de las causas de enfermedad estaban dominadas por nociones neohipocráticas y climáticas. Hacia 1860 en Colombia estas nociones se agruparon y ordenaron alrededor de la geografía médica, esto es, el estudio de las condiciones climáticas y geográficas asociadas al origen, desarrollo y distribución de las enfermedades. Los médicos colombianos debatieron primero teorías bacteriológicas durante la epizootia de ántrax en 1869, pero no sería sino hasta finales de la década de 1880 que los médicos incorporarían nociones pasteurianas dentro de su comprensión de las enfermedades humanas. En la primera parte de este artículo se muestra cómo la historiografía de la bacteriología y de la geografía médica ha abordado la relación entre ambos modelos de enfermedad. En la segunda se explora cómo se dio dicha relación para los casos de las fiebres en Colombia. Finalmente se presentan unas reflexiones sobre la relación entre geografía médica y bacteriología en Colombia a propó❧ Este artículo es resultado de la investigación realizada sobre la sito de las fiebres. El argumento de este trabajo sostiene que la historia historia de la geografía médica y la bacteriología en Colombia en de la bacteriología, que parte de los complejos modelos de enfermedad el siglo xix, financiada por la beca prebacteriológicos —neohipocráticos y médico-geográficos, y no sólo de del Programa Alßan (Programa de Becas de Alto Nivel de la la bacteriología, como usualmente se hace—, puede acercarnos más a la Unión Europea para América forma como los médicos decimonónicos dieron sentido a la bacteriología. Latina), No. E05D056876CO. 1. La historiografía de la relación entre la geografía médica y la bacteriología La teoría bacteriana de las enfermedades ha atraído más a los historiadores de la medicina y de la ciencia que a los de la geografía médica. Este desigual interés podría explicarse en parte porque para los historiadores y para el público en general la teoría bacteriana representa una división radical entre la medicina tradicional y la moderna, un punto de inflexión irreversible en la historia de los conceptos de la enfermedad1.

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1. Ver, por ejemplo, William Bulloch, The History of Bacteriology (London: Oxford University Press, 1960 [1938]); William D. Foster, A History of Medical Bacteriology and Immunology (London: William Heinemann Medical Books, 1970); y Andrew Cunningham, “Transforming Plague. The Laboratory and the Identity of Infectious Disease”, en The Laboratory Revolution in Medicine, eds. Andrew Cunningham y Perry Williams (Cambridge: Cambridge University Press, 1992), 209-244.

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Si la historiografía de la geografía médica se ha visto debilitada frente al poder incontestable de la “revolución” bacteriológica, la historia de las negociaciones sobre la identidad de las enfermedades de estos dos modelos resulta casi inexistente. Los estudios sobre la bacteriología escasamente mencionan la geografía médica2. Además, no hay consenso sobre cómo enmarcar las teorías prebacteriológicas sobre las enfermedades contagiosas. Por ejemplo 2. Ver, William Bulloch, The History Margaret Pelling contrasta el uso decimonónico de la estructura multifacof Bacteriology; William D. Foster, A History of Medical Bacteriology; torial de la causa natural que la filosofía clásica utilizó en las explicaciones Margaret Pelling, “Contagion, Germ Theory/Specificity”, de la enfermedad (la causa primaria, inmediata o medioambiental, preen Companion Encyclopedia of disponente y próxima), con el reduccionismo de la temprana teoría the History of Medicine, tomo 1, eds. William F. Bynum y Roy bacteriológica que tiende a ignorar todas excepto la segunda de estas Porter (Londres y Nueva York: causas3. William Bulloch, uno de los historiadores tempranos de la bacteRoutledge, 1993), 309-334; John Andrew Mendelsohn, “Cultures riología, y más recientemente John Andrew Mendelsohn, usan un marco of Bacteriology: Formation and incluso más estrecho para referirse a las nociones prebacteriológicas de Transformation of a Science in France and Germany, 1870las enfermedades comunicables: las teorías contagionistas o miasmáticas4. 1914” (Tesis de Doctorado en Historia, Universidad de PrincPor su parte, las investigaciones históricas sobre la geografía médica eton, 1996). se han limitado a examinar el desarrollo de este campo hasta antes de la 3. Margaret Pelling, “Contagion, consolidación de la teoría bacteriológica. De hecho, hay quienes señalan Germ Theory/Specificity”, 312. la continuidad de dicho campo médico hasta el siglo xx pero sin deta4. William Bulloch, The History of Bacteriology; John Andrew llar su transformación debido a la teoría bacteriana5. Los historiadores Mendelsohn, “Cultures of Bacque se han referido a este problema han reconocido que la hegemonía teriology”. de la bacteriología fue la responsable del declive de la geografía médica 5. Ver por ejemplo Caroline Hannaway, “Environment and Miasen la transición hacia el siglo xx. Algunos trabajos analizan este proceso mata”, en Companion Encyclopedia of the History of Medicine, tomo en contextos particulares —como se mostrará más adelante—, pero rara 1, eds. William F. Bynum y Roy vez toman en consideración las negociaciones resultado de los nuePorter (Londres y Nueva York: Routledge, 1993), 293-308; Conevos conceptos y significados de la teoría bacteriana en la comprensión very Bolton Valencius, “Histories médico-geográfica de las enfermedades6. of Medical Geography”, Supplement 20: Medical Geography in Podría decirse que hay más investigaciones sobre la historia de la teoHistorical Perspective. Medical ría bacteriológica y de la geografía médica que historias sobre la relación History (2000): 3-28. 6. Michael A. Osborne, “The entre ambos modelos. En lo que sigue de esta sección, se discutirán alguGeographical Imperative in nos de los trabajos más significativos de la historia de ambos campos y las Nineteenth Century French Medicine”, Supplement 20: conclusiones más relevantes en torno a la enfermedad; luego se examinaMedical Geography in Historirán los pocos trabajos que abordan específicamente la relación entre la cal Perspective. Medical History (2000): 31-50 y Marcos Cueto, geografía médica y la teoría bacteriológica en el siglo xix en general y en “Nationalism, Carrión’s Disease Colombia en particular. and Medical Geography in the Peruvian Andes”, History and Philosophy of the Life Sciences 25 (2003): 319-335.

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1.1. Tendencias en los trabajos sobre la historia de la teoría bacteriológica En la introducción al número especial sobre la recepción de la teoría bacteriológica publicado por el Journal of the History of Science en 1997, Nancy J. Tomes y John Harley Warner establecieron claramente una división entre los académicos que abordaban la teoría bacteriana de la enfermedad “como si fuera una entidad real, un actor histórico con agencia propia”, y aquellos que la tratan como una “construcción”, como el producto de múltiples comunidades involucradas en debates vigorosos7. En el primer grupo estarían los creadores de una historia internalista de la teoría bacteriana, esto es, aquellos que usan la autoridad epistemológica del conocimiento científico como la única explicación de la emergencia y difusión de teorías científicas. Éste podría ser el caso del libro de William Bulloch, The History of Bacteriology (1938), y del libro de William D. Foster A History of Medical Bacteriology and Immunology (1970). Los autores, ambos bacteriólogos comprometidos con la documentación del desarrollo de su disciplina, dan cuenta de los logros en el conocimiento de su campo y, como consecuencia, sus historias se caracterizan por buscar similitudes con el saber contemporáneo sobre los gérmenes en descripciones pasadas, y por destacar a los seguidores tempranos de la teoría bacteriana. Estos autores hacen énfasis en la lucha de los precursores contra puntos de vista opuestos hasta que la teoría se impuso por su fuerza racional. Una perspectiva similar puede encontrarse en un trabajo más reciente, el libro de Kay Codell Carter The Rise of the Causal Concepts of Disease (2003). El autor argumenta que la búsqueda de causas universales fue el principal proyecto científico del siglo xix. La visión etiológica de Robert Koch (1843-1910) y Louis Pasteur (1822-1895) sería la mejor evidencia de dicho proyecto. De acuerdo con Carter, este punto de vista se basa en que las enfermedades se controlan y entienden mejor por medio de las causas y en particular por las siguientes: naturales (como opuestas al capricho de la trasgresión moral o de las normas sociales), universales (la misma causa es común para cada instancia de una enfermedad) y necesarias (las enfermedades no ocurren en ausencia de una causa)8. Así, según el autor, Koch y Pasteur habrían estado en el centro de un programa de investigación científica progresivo —siguiendo a Lakatos— gracias a esta perspectiva teórica. Para él, la teoría habría sido la fuerza histórica que hizo posible dicha realización, y al igual que Bulloch y Foster trata la teoría bacteriana como si ésta tuviera un valor ontológico propio. 7. Nancy Tomes y John Harley Warner, “Introduction to Special En las décadas de 1980 y 1990, de acuerdo con Tomes y Warner, varios Issue on Rethinking the Recephistoriadores asumieron la tarea de reescribir los recuentos míticos de la tion of Germ Theory of Disease: Comparative Perspectives”, teoría bacteriológica. En contraste con las narrativas de Bulloch y Foster, Journal of the History of Medicine los autores de este proyecto revisionista consideran que la teoría bacte52: 1 (1997): 7-16. riológica no tuvo un significado único, sino muchos en los debates sobre 8. Kay Codell Carter, The Rise of Causal Concepts of Disease: Case histories (Aldershot: Ashgate, 2003), 1-3.

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enfermedades específicas, en tiempos y contextos nacionales diferentes e incluso entre clases y grupos étnicos distintos9. Además de los trabajos del número especial introducido por estos autores, hay otros más recientes que hacen parte de esta nueva tendencia, como las investigaciones de Bruno Latour, John Andrew Mendelsohn y Michael Worboys10. Aunque todos ellos consideran que la teoría bacteriológica puede ser vista como una construcción, sus enfoques teóricos y metodológicos son diversos. En su trabajo The Pasteurization of France (1988) Latour escogió el caso de la revolución pasteuriana para ilustrar su teoría del actor-red al describir las múltiples “traducciones” que Pasteur y los pasteurianos hicieron para establecer las extensas redes que habrían hecho incuestionable su teoría sobre los microorganismos11. De esta manera, la pasteurización en Francia no habría sido posible si ellos no se hubieran insertado en el movimiento higienista francés, pues debieron primero “traducir” los intereses de los higienistas y médicos para convertirlos en sus aliados en la guerra contra los microbios. Al tiempo que los pasteurianos se convertían en la única autoridad en microbios en virtud de sus técnicas de laboratorio, también se convertían en referencia obligada para aquellos aliados, pues introdujeron las prácticas de laboratorio en su campo de acción. Esta red de humanos y no humanos (microbios), dice Latour, garantizó el éxito de las estrategias que permitían a los microbios permanecer (cultivos, esterilizaciones, procedimientos, etc.). Así, según este autor, la pasteurización de Francia es el establecimiento de esta red y de los mecanismos que harían visible al enemigo (los microbios)12. Sin embargo, a pesar de que señala que la pasteurización en Francia habría 9. Nancy Tomes y John Harley Warner, “Introduction to Special permitido a los higienistas franceses enfocarse, fortalecer sus acciones y Issue”, 12 reducir la incertidumbre de conceptos vagos sobre las enfermedades como 10. Bruno Latour, The Pasteurization of France (Cambridge, Massa“espontaneidad mórbida”, poco dice sobre los gérmenes y las negociaciones chusetts y Londres: Harvard de significado con modelos de enfermedad previos. University Press, 1988); Michael Worboys, Spreading Germs. Disease En Cultures of Bacteriology (1996) John Andrew Mendelsohn sigue la Theories and Medical Practice in conformación de dos tradiciones de pensamiento y experimentación en Britain, 1865-1900 (Cambridge: Cambridge University Press, organismos patogénicos entre 1880 y 1914: la tradición francesa de Louis 2000); John Andrew Mendelsohn, “Cultures of Bacteriology”. Pasteur y sus seguidores inmediatos13, por un lado, y la tradición alemana 11. Bruno Latour, Pasteurization of liderada por el médico alemán Robert Koch, por otro. El autor muestra France, 7 y “Pasteur on Lactic que el surgimiento de estas dos tradiciones de investigación tuvo sus Acid Yeast: A Partial Semiotic Analysis”, Configurations 1: 1 fundamentos en dos experiencias diferentes del mundo: el agrícola de (1993): 129-130. Pasteur y el médico de Koch. Tanto su experiencia profesional (saber 12. Bruno Latour, Pasteurization of químico y médico respectivamente, o la identidad e intereses profesionaFrance, 18-34, 40, 93 y 126. les, etc.) como las situaciones poco valoradas de su vida cotidiana harían 13. Ellos son Emile Duclaux (18401904), Emile Roux (1853-1933) y parte de estos dos mundos14. Alexandre Yersin (1863-1943).

14. John Andrew Mendelsohn, “Cultures of Bacteriology”, 9 y 34. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 66-87


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Según Mendelsohn, las ideas desarrolladas en la microbiología pasteuriana entre 1857 y 1877 fueron parte de una ciencia de la agricultura, la de los viñedos y la de los procesos de fermentación. Este marco agrícola explicaría por qué Pasteur valoró a los microorganismos de una manera positiva: para él, los microbios eran necesarios para la producción de bienes humanos como el vino, la cerveza y el queso, y también eran actores importantes del ciclo de la vida y la muerte: eran “agentes universales de higiene”. Argumenta, además, que cuando Pasteur cambió del estudio de la fermentación al estudio de la enfermedad, llevó consigo no sólo sus métodos, sino también su visión positiva, no médica de los microorganismos. Igualmente muestra cómo los descubrimientos del francés durante la década de 1880 sobre virulencia y vacunas atenuadas, así como sus ideas sobre etiología, epidemiología e historia de las enfermedades desarrolladas en esa década, presentan una continuidad significativa con la microbiología agrícola15. Mendelsohn contrasta esta teoría pasteuriana general con la microbiología puramente médica y atomista de la escuela de Koch. A diferencia de Pasteur, la experiencia médica de Koch en la guerra como oficial médico de distrito explicaría su visión de los microbios como asesinos y, por consiguiente, se habría mostrado interesado únicamente en estudiar los microorganismos patogénicos para destruirlos. La diferencia entre la valoración positiva de los microorganismos de uno y la visión negativa del otro daría cuenta, según este autor, de al menos dos teorías bacteriológicas de la enfermedad diferentes: la francesa y la alemana16. Por otra parte, Michael Worboys indica que, al menos en el caso británico, hubo varias teorías de los gérmenes. En su libro Spreading Germs explora las negociaciones sobre el significado y usos de las teorías y prácticas sobre los gérmenes en Inglaterra entre 1865 y 1900. Así, construye su historia alrededor de cuatro proposiciones: que no hubo una sino varias teorías sobre los gérmenes; que las teorías y prácticas son igualmente importantes en esa historia; que es importante considerar las ideas sobre cómo el cuerpo reacciona a los gérmenes; y que las teorías y prácticas aportaron nuevos significados para la ciencia y la medicina. No sólo analiza a los médicos, sino también a los veterinarios, cirujanos y oficiales de salud pública. Además, toma en consideración a aquellos que aceptaron teorías químicas no bacteriológicas sobre la enfermedad, y de esta manera identifica dos fases en el desarrollo y difusión de las teorías bacteriológicas de la enfermedad en Inglaterra: la era de los gérmenes (entre 1865 y 1882) y la era de las bacterias (entre 1882 y 1900). En el primer período, las referencias contemporáneas a una teoría de los gérmenes varió según contextos específicos y alcances particulares: por ejemplo, los cirujanos usaron la teoría pasteuriana para explicar un proceso, la sepsis, mientras defendían la teoría química para otras enfermedades. En la década de 1870 se pensaba que los gérmenes causantes de las enfer15. John Andrew Mendelsohn, “Cultures of Bacteriology”, 66, 81 medades eran múltiples cosas y actuaban en diversas formas, pero hacia y 165-170.

16. John Andrew Mendelsohn, “Cultures of Bacteriology”, 17-19 y 100. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 66-87

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el final de la década los médicos discutían cada vez más sobre microorganismos específicos, observables, especialmente bacterias asociadas a enfermedades particulares. Worboys encontró también que los médicos británicos usaron la analogía de la semilla y el suelo y sus variantes para referirse a la relación entre las bacterias y el cuerpo17. Después de 1880, los teóricos británicos sobre los gérmenes se convirtieron en bacteriólogos con la difusión de las teorías de Koch sobre la enfermedad. Worboys señala que aunque la bacteriología británica resulta ser una síntesis de las escuelas francesa y alemana, puede ser mejor entendida como un producto local: teniendo una posición institucional débil, los médicos estaban más preocupados por los intereses clínicos y preventivos y su trabajo se centraba más en las enfermedades. Esto explicaría no sólo por qué la metáfora de la semilla y el suelo estaba ampliamente extendida, sino también por qué los científicos británicos no habrían hecho descubrimientos significativos18. Como conclusión, se puede decir que Mendelsohn, Worboys y Latour muestran que hubo múltiples teorías bacteriológicas de la enfermedad, según contextos específicos. Estas formas específicas de entender la teoría de los gérmenes estaban profundamente arraigadas en tradiciones de conocimiento preexistentes. Sin embargo, ni Mendelsohn ni Latour consideran dentro de esas teorías preexistentes a la geografía médica, campo médico que se desarrolló en Francia y Alemania. Veamos entonces la historiografía de la geografía médica. 1.2. Tendencias en la historia de la geografía médica y su relación con la teoría bacteriológica De acuerdo con el análisis historiográfico de la geografía médica de Conevery Bolton Valencius, la mayoría de trabajos históricos identifican la génesis del estudio de la relación entre la salud y el medio ambiente —tema base de la geografía médica— con el tratado hipocrático On Airs, Waters, and Places19. Caroline Hannaway ha mostrado cómo la perspectiva expresada en el famoso texto hipocrático se extendió a la topografía y a la geografía médica desde el siglo xvii en adelante. El concepto sydenhamiano de 17. Michael Worboys, Spreading ‘constitución epidémica’20 y el uso de instrumentos como el termómetro Germs, 277-286. y el barómetro para medir el vehículo del miasma —el aire—, hizo parte 18. Michael Worboys, Spreading Germs, 277-286. de estos primeros esfuerzos. Desde el siglo xviii en adelante la topogra19. Conevery Bolton Valencius, “Hisfía médica se hizo más compleja, pues no sólo el medio ambiente sino tories of Medical Geography”, 7. también variables sociales y locales se incorporaron en el modelo de com20. La constitución epidémica, prensión de la enfermedad, que ya iba más allá de aires, aguas y lugares. según el médico inglés Thomas Sydenham (1624-1689) se La medicina italiana y luego la francesa y la alemana expandieron este refería a un estado particular concepto a escala nacional y se produjeron estudios conocidos como geode la atmósfera y del aire que determinaba la ocurrencia de grafías médicas durante gran parte del siglo xix21. las epidemias.

21. Caroline Hannaway, “Environment and Miasmata”, 295-302. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 66-87


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De acuerdo con Valencius, la reciente historiografía de la geografía médica ha abordado este campo como parte de los esfuerzos de los primeros Estados europeos para ejercer control del territorio, incluyendo sus colonias. Así, algunos historiadores encontraron una asociación entre las primeras concepciones de localismo y Estado y las ideas médicas. Otros se enfocaron en el uso de herramientas de medición en prácticas basadas en investigaciones sobre cómo el entorno determina la salud humana. En este caso, la geografía médica habría incorporado elementos de la geografía, la meteorología, la medicina, la cartografía y la geología. Hubo quienes consideraron la geografía médica como una contribución al discurso medioambiental sobre raza y diferencias raciales22. Ideas sobre los otros, la raza y el medioambiente se usaron para explicar la forma como los exploradores y colonos americanos y europeos vieron en el entorno diferencias y similitudes respecto a su lugar de origen. Finalmente, algunos historiadores detallaron cómo la organización de la geografía médica adquirió forma gracias a la expansión territorial el contexto colonial. En Francia, por ejemplo, el campo de la geografía médica fue creado principalmente por médicos militares y aquellos que estuvieron relacionados con la colonización23. Si bien la bacteriología desplazó la geografía médica, ya en el siglo xx nuevas preocupaciones por la relación entre el medio ambiente y la salud fueron retomados por los interesados en las enfermedades de los climas cálidos, pero sobre fundamentos epistémicos diferentes. Como indica Valencius, estos serían conocidos más como trabajos de medicina tropical que de geografía médica. El concepto de ‘medioambiente’ perdió mucho de su sentido holístico en esta transición, convirtiéndose simplemente en el sitio que alberga patógenos. Sin embargo, señala, algunos historiadores han explorado cómo en el proceso de desplazamiento de la geografía médica por el pensamiento bacteriológico coexistieron conceptos del determinismo medioambiental y nuevas ideas de la patología de laboratorio y la teoría bacteriológica24. Uno de estos historiadores es Michael Osborne, quien en su historia de la geografía médica en Francia describe cómo la geografía médica del país estaba estrechamente asociada con la higiene militar y expedi22. Para el caso colombiano ver cionaria, guiada a su vez por las ideas hipocráticas. Según él, aunque los Claudia Mónica García, “Clima, microbios ofrecían un blanco de acción más específico y un enfoque etioenfermedad y raza en la medicina colombiana del siglo xix”, en lógico definido, esto no significó el final de la tradición de la geografía Patologías de la Patria. Enfermedades, enfermos y nación en América médica, que continuó viva en el siglo xx. Los críticos de la medicina de Latina, orgs. Gilberto Hochman, laboratorio en Francia se resistieron a la teoría bacteriológica o lucharon María Silvia Di Liscia y Steven Palmer (Buenos Aires: Lugar por acomodar los gérmenes en su cosmos. Otros vieron en el trabajo de Editorial, en prensa). Pasteur no la destrucción del trabajo de Hipócrates, sino por el contrario 23. Conevery Bolton Valencius, su complemento, desarrollo y coronación provisional, o trataron de pre“Histories of Medical Geography”, 14-16. sentar la geografía médica como integrada a los más recientes hallazgos, 24. Conevery Bolton Valencius, “Histories of Medical Geography”, 20-21.

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listos para ser aplicados. Si bien en Francia el éxito de la bacteriología explica el declive de la geografía médica, también lo es, argumenta Osborne, el éxito de la especialidad de la higiene: los seguidores de la geografía médica fallaron en lograr un reconocimiento de su campo como especialidad, en contraste con los higienistas25. Marcos Cueto es uno de los pocos historiadores que ha abordado la relación entre la geografía médica y la bacteriología en América Latina. Sigue el caso de la enfermedad de Carrion, hoy conocida como bartonellosis y muestra que durante el paso al siglo xx la comunidad médica peruana reforzó la idea de los Andes como un entorno causante de enfermedad. El médico peruano Ernesto Odriozola (1862-1921), quien escribió sobre la enfermedad de Carrion en 1898, afirmó que la combinación de una altitud moderadamente alta, temperaturas cálidas y pobre circulación del aire explicaba por qué esta enfermedad sólo existía en los Andes peruanos. Cueto muestra que este trabajo fue la base de una medicina nacional que ayudó no sólo a reforzar la división geográfica y étnica del país, sino también a resaltar las características ricas y especiales del mismo, con el fin de despertar interés internacional en la enfermedad de Carrión y mostrar a los peruanos como médicos capaces de hacer contribuciones originales al conocimiento. El autor sigue este proceso en la primera mitad del siglo xx y muestra cómo los médicos se concentraron en investigaciones de laboratorio hasta que encontraron la bacteria y el mosquito involucrados en la enfermedad, y cómo estos hallazgos fueron ampliamente aceptados 25. Michael A. Osborne, “The Geoen Perú y en el exterior. Cueto concluye que, como resultado de esta graphical Imperative”, 31-50. campaña exitosa, la visibilidad de la geografía médica disminuyó; des26. Marcos Cueto, “Nationalism, Carrión’s Disease”, 322-331. cripciones médico-geográficas siguieron siendo usadas sólo por médicos 27. Claudia Mónica García, “Las provinciales y en estudios sobre las dimensiones sociales y tratamientos fiebres del Magdalena: medicina y sociedad en la construcción de populares de las enfermedades26. una noción médica colombiana, En el caso colombiano, la historia de la geografía médica y de la teo1859-1886”, Historia, Ciências, Saúde-Manguinhos 14: 1 (2007): ría bacteriológica en el siglo xix ha sido raramente abordada. Al respecto, 63-89. Otro trabajo de esta Mónica García ha descrito cómo este campo médico se consolidó en el país autora muestra cómo la visión médico-geográfica en Colombia en la década de 1860 alrededor del problema de las fiebres remitentes e se alimentó del neohipocratismo intermitentes del Magdalena. Describe por qué los médicos enfatizaron decimonónico y de la geografía médica francesa, incluyendo la la causa local de las fiebres y su determinación climática y cómo en conrelación funcional entre el clima y las patologías que explicaba no secuencia vieron posible construir una medicina nacional que aportara al sólo su causa climática, sino tamconocimiento universal27. Apoyándose en este análisis sobre las fiebres del bién su distribución geográfica. “Clima, enfermedad y raza”. Magdalena, los historiadores Álvaro Villegas y Catalina Castrillón señalan 28. Álvaro Villegas y Catalina Casel caso de la geografía médica como un tema más propio de las representrillón, “Territorio, enfermedad taciones de la élite que del carácter “tropical” de la nación28. y población en la producción de la geografía tropical colombiana, 1872-1934”, Historia Crítica 32 (2006): 94-117.

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Con respecto a la bacteriología, Diana Obregón ha identificado los actores locales involucrados en la difusión y práctica de la bacteriología en Colombia. Señala varios problemas en la transición de lo que denomina “medicina miasmática” a la bacteriología: los debates sobre el ántrax en 1860 y la lepra en 1880. Su análisis se basa en la perspectiva socioconstructivista para mostrar los aspectos sociales involucrados en el conocimiento y las prácticas asociadas con el pasteurismo en Colombia y cuestionar el hecho de que el conocimiento científico es transmitido pasivamente de centros a periferias29. En su conocido trabajo sobre la lepra en Colombia la autora da cuenta del tipo de sincretismo entre las nociones miasmáticas y pasteurianas de la lepra en 1880 y destaca el uso que los médicos hicieron del pasteurismo en la retórica para ganar reconocimiento social30. Por su parte, Jorge Márquez Valderrama analizó la asimilación de la ciencia pasteuriana en Antioquia, siguiendo los discursos médicos durante la medicalización de Medellín. Tomando como punto de partida el concepto bachelardiano de ‘obstáculo epistemológico’ encuentra que las teorías neohipocráticas de los médicos antioqueños —nociones aeristas o miasmáticas— fueron al tiempo receptáculo y obstáculo del pasteurismo en Medellín. De acuerdo con el autor, los médicos en Antioquia que trabajaron con el esquema miasmático trataron los gérmenes como sinónimos de miasmas o fueron usados para desplazar ideas contagionistas31. La escasa literatura de la bacteriología y la geografía médica en Colombia muestra que antes de la llegada de cualquier noción bacteriológica, los médicos usaban explicaciones miasmáticas, neohipocráticas y de geografía médica para explicar la causalidad de las enfermedades, y que desde 1870 aproximadamente se habría iniciado un período de coexistencia, oposición o síntesis de aspectos de ambos modelos como sugieren Obregón y Márquez. En la siguiente sección se muestra un aspecto no explorado hasta ahora: cómo los médicos movilizaron la noción de gérmenes o bacterias 29. Diana Obregón, “Sobre epideen la comprensión de la causalidad de la fiebre amarilla y la malaria, en mias, endemias y epizootias: algunos aspectos del desarrollo un momento particular del proceso de reconfiguración de la identidad de de la bacteriología en Colombia”, estas enfermedades. El propósito es mostrar cómo esto se hizo a partir del Biomédica 18: 2 (1998): 110-121. 32 modelo de causalidad médico-geográfico . 30. Diana Obregón, Batallas contra la 2. El caso de las fiebres de los climas cálidos en Colombia Desde mediados del siglo xix la comunidad médica colombiana consideró la fiebre amarilla como una variedad de la familia de las fiebres intermitentes y remitentes perniciosas, y no atribuyó una categoría especial independiente a la malaria. Los médicos las consideraron como expresiones diferentes de una misma enfermedad —las fiebres— y con una

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lepra: Estado, medicina y ciencia en Colombia (Medellín: eafit, 2002).

31. Jorge Márquez Valderrama, Ciudad, miasmas y microbios. La irrupción de la ciencia pasteriana en Antioquia (Medellín: Universidad de Antioquia, 2005). 32. Para un análisis detallado de este problema en la comunidad médica del siglo xix colombiano ver Claudia Mónica García, “Las fiebres del Magdalena” y “Clima, enfermedad y raza”.

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causa común, los miasmas de las zonas bajas y cálidas. Los médicos rechazaron las teorías de la importación de la fiebre amarilla o de cualquier otra fiebre de las zonas cálidas y antes bien reforzaron el origen local hasta el punto de producir una denominación propia, las fiebres del Magdalena, para referirse a las fiebres del valle de este río que habrían tenido lugar desde 183033. Los trabajos médicos sobre estas fiebres, que iniciaron en 1860 y continuaron hasta la última década del siglo xix, aunque escasos se hicieron desde la perspectiva de los estudios de geografía médica que hacían énfasis en la influencia de la geografía y el clima —altitud, calor, humedad, geología— en la producción de las enfermedades. Sólo sería hacia finales de la década de 1880, luego de que las ideas pasteurianas habían circulado ya por unos años entre la comunidad médica nacional, que los médicos comenzaron a considerar seriamente que las fiebres del clima cálido eran posiblemente causadas por bacterias. Tres libros ilustran las formas como los médicos movilizaron los gérmenes para comprender estas enfermedades y cómo, invariablemente, lo hicieron partiendo desde la visión dominante, la geografía médica: la tesis de medicina de Carlos Esguerra, Contribution a l’étude de la fièvre du Magdalena (1889) —publicada por la escuela médica de París—, la tesis de Daniel Gutiérrez, Los microorganismos de la fiebre amarilla (1888), y el libro de Luis Cuervo Márquez, La fiebre amarilla en el interior de Colombia (1891)34. 2.1. Entre la perspectiva médico-geográfica y la bacteriológica Carlos Esguerra (1863-1841) se graduó en medicina en Bogotá en 1881 y ejerció su carrera en Colombia, probablemente por varios años antes de estudiar en París35. Basó su tesis en observaciones clínicas realizadas en 1884 durante los meses que estuvo trabajando en el hospital de Honda. Su investigación tuvo como objetivo establecer la 33. Claudia Mónica García, “Las naturaleza de las fiebres del Magdalena, y el autor justificó el título de su fiebres del Magdalena”. tesis ante su jurado señalando que “fiebres del Magdalena” hacía referencia 34. Carlos Esguerra, Contribution a l’étude de la fièvre du Magdalena a la patología de la región del río Magdalena, cuya naturaleza era entonces (París: Imprimerie des Écoles, motivo de controversia. Este trabajo puede considerarse como continua1889); Daniel Gutiérrez Arango, Los micro-organismos de la fiebre ción de la tradición médico-geográfica que su tío, Domingo Esguerra, amarilla (Bogotá: Imprenta El ayudó a consolidar en la década anterior36. Carlos Esguerra estructuró su Telegrama, 1888) y Luis Cuervo Márquez, La fiebre amarilla en el tesis alrededor de las características geográficas y geológicas de Honda, interior de Colombia. Epidemia de Cúcuta-Fiebres del Magdalena (Curacomplementándola con observaciones clínicas e históricas de las endemias zao: Imprenta de la librería de A. y epidemias de las fiebres del Magdalena. Estaba al tanto de la teoría pasBetencourt é hijos, 1891). teuriana y concilió ambas perspectivas, como se mostrará más adelante. 35. Humberto Caceres y Zoilo Cuéllar-Montoya, Academia Nacional Analizó primero las manifestaciones endémicas de las fiebres del de Medicina de Colombia. Sus MiemMagdalena según la perspectiva médico-geográfica. Las definió como bros (Bogotá, Academia Nacional de Medicina, 1998), 64-65. fiebres palúdicas o malaria, en contraposición a las fiebres epidémicas,

36. Domingo Esguerra Ortiz, Memoria sobre las fiebres del Magdalena (Santa Ana: Imprenta de D. Díaz, 1872).

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que podrían ser recrudescencias maláricas o amarillas, confundiéndose muchas veces. Por “palúdico” se refería no sólo al agrupamiento clínico de síntomas, sino también al hecho de que estas fiebres estaban asociadas a ciertas condiciones geológicas, geográficas y climáticas típicas de las tierras bajas cálidas. Esta asociación aparece en su trabajo como un tipo de relación funcional entre la altitud y tales fiebres palúdicas, relación que fue la máxima expresión de la geografía médica decimonónica37. De acuerdo con Esguerra, el valle del río Magdalena estaba formado por tierras bajas y altas que portaban formas de vida orgánica y enfermedades específicas. Las bajas eran favorables a la producción de malaria endémica: eran tierras húmedas y fértiles, con un suelo de aluvión y arcilloso impermeable al agua, pero cubiertas de una capa de humus que estimulaba el crecimiento espontáneo de árboles y plantas. Esto, sumado a temperaturas de entre veintiocho y treintaidós grados centígrados, contribuía al desarrollo de la malaria. La malaria disminuía a medida que el observador se movía a zonas más altas, formadas por suelo arenoso y volcánico, y con clima seco y más frío, haciéndolas menos fértiles y otorgándoles también una “constitución médica” no favorable para tal enfermedad38. Además de esta relación funcional entre la altitud, la vida vegetal y las enfermedades, Esguerra también asoció otros fenómenos meteorológicos, como la lluvia, a la aparición de las fiebres endémicas-palúdicas. Así, observó que durante los últimos meses de 1884 en Honda, cuando se combinó lluvia con el calor de la zona, todo tipo de fiebres tuvieron lugar (continuas, remitentes e intermitentes); una vez paró la lluvia y siguió una oleada de calor, las fiebres tendieron a desaparecer para dar lugar a la fiebre intermitente biliosa39. Para Esguerra los argumentos médico-geográficos demostraban que las fiebres endémicas del Magdalena eran palúdicas o malaria. Sobre las fiebres epidémicas se preguntó si eran recrudescencias de la malaria o si eran de un tipo diferente, y concluyó que eran ambas. Las recrudescencias de la malaria y la “fiebre de las epidemias” —es decir, fiebres no maláricas— serían dos enfermedades infecciosas, pero sus síntomas eran tan similares que a veces era imposible distinguir clínicamente entre ellas: “Si se recuerda la descripción que hice de la pequeña epidemia de Honda, uno puede convencerse de que es por una gradación lenta y continua que se pasa de la endemia a la epidemia, de las formas intermitentes y remitentes simples a las formas remitentes graves, remitentes biliosas, y de ellas a la fiebre de la epidemia y sin que uno pueda decir con certeza donde terminan unas y dónde 37. Claudia Mónica García, “Clima, comienzan las otras”40. enfermedad y raza”. A pesar de este solapamiento entre las fiebres endémicas y epidémicas, trató de asociar síntomas que pudieran ayudar a diferenciarlas. Así, la

38. Carlos Esguerra, Contribution a l’étude, 9-10. 39. Carlos Esguerra, Contribution a l’étude, 10-12. 40. Carlos Esguerra, Contribution a l’étude, 45. Traducción de la autora.

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recrudescencia malárica comenzaría lentamente con dolores, vómitos, hemorragias ocasionales nasales e intestinales, y sin remisión de la fiebre. La fiebre de las epidemias —o fiebre amarilla— tendría dos fases: una caracterizada por una subida rápida de la fiebre, pulso fuerte, dolor y vómito que podría durar tres días, seguida por una remisión corta, y otra caracterizada por ictericia y hemorragias. Pero aun si fueran clínicamente fáciles de diferenciar, ambas fiebres —malaria y la amarilla—, se influenciarían y darían como resultado formas intermedias o transicionales que agudizarían las dificultades diagnósticas41. Los microorganismos jugaron un rol marginal en la distinción que hizo Esguerra entre la fiebre amarilla y las fiebres palúdicas. Ubicó ambas fiebres en el grupo de enfermedades infecciosas, esto es, “causada por agentes infecciosos”. Como causa de la malaria reconoció “un elemento animado, microbio, bacteria, poco importa”, y añadió inmediatamente que “no se puede negar el origen telúrico de esta infección”. Para la fiebre amarilla afirmó que “aún si se puede reconocer la influencia telúrica en el origen de la fiebre amarilla, mejor la coloco entre las enfermedades tíficas”; creía que la fiebre amarilla era la representante, en ciertos climas tropicales, del tifus exantemático de los climas cálidos, y por tanto encontró justificable usar el nombre “tifus de América” o “tifus amarillo”. Desde su punto de vista, para que sucedieran las enfermedades tíficas eran determinantes las condiciones de higiene. Esguerra halló alguna razón en los habitantes de Honda, quienes culparon al río Gualí, un afluente del Magdalena, como el responsable de las epidemias de fiebre amarilla. La gente echaba en las riberas del río las basuras, formando —dice Esguerra— fuentes de infección donde los “gérmenes” importados de la fiebre tifoidea eran preservados. Otra fuente de los gérmenes de la fiebre serían los depósitos de cuero y de otra material susceptible de putrefacción, edificios públicos como hospitales e incluso el interior de las casas42. Aunque Esguerra reconoció que el agente infeccioso de la fiebre amarilla tenía capacidad de reproducción y transmisión, insistió en que debía ser importado. Más relevante aún es la idea de que, como en otras enfermedades tíficas, si el agente no encontraba las condiciones higiénicas para su desarrollo, la fiebre no se desarrollaría. Las embarcaciones o vías férreas no actuarían solamente como vehículos del agente infeccioso a las riberas del Magdalena o las ciudades de las cordilleras. Estos medios de transporte producirían la enfermedad al deteriorar las condiciones de higiene de las ciudades y “adaptar el medio a las necesidades del agente infeccioso”. La variación de estas condiciones de higiene explicaría, por ejemplo, por qué algunos puertos que eran visitados por embarcaciones con fiebre amarilla no resultaban afectados43. Así pues, este autor tomó el punto de vista médico-geográfico para ana41. Carlos Esguerra, Contribution a l’étude, 18-125. lizar las fiebres del Magdalena. Diferenció entre malaria y fiebre amarilla 42. Carlos Esguerra, Contribution a a partir de las características clínicas y de argumentos médico geográficos l’étude, 54-131.

43. Carlos Esguerra, Contribution a l’étude, 128-139. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 66-87


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e higienistas. Aceptó que los agentes infecciosos o bacterias eran parte de la causa de ambas enfermedades, pero al mismo tiempo los reconcilió con los elementos médico-geográficos. Es por esto que, en su esquema, los agentes causales no podrían determinar solos la especificidad de la malaria o de la fiebre amarilla: la malaria era para él una enfermedad “telúrica”, mientras que la fiebre amarilla dependía del mantenimiento del medio apropiado para el agente importado, esto es, las malas condiciones higiénicas de la ciudad. Ya habíamos mencionado que Carlos Esguerra escribió su tesis para la Escuela de Medicina de París. Lo hizo cuando el pasteurismo había alcanzado cierta aceptación entre los clínicos de dicha escuela44. La idea de que un agente infeccioso necesitaba un medio apropiado para desarrollarse era ciertamente pasteuriana. Sin embargo, no discute cuál podría ser este germen o microorganismo, ni tampoco las hipótesis de los latinoamericanos y franceses sobre su naturaleza —que circularon desde comienzos de la década de 1880—, que este médico parece haber conocido, a juzgar por la bibliografía de su libro. Su trabajo puede verse entonces como un ejemplo de cómo un médico colombiano orientado por la geografía médica dio sentido a la teoría bacteriológica desde la escuela médica de París. 2.2. La perspectiva bacteriológica Uno de los primeros trabajos sobre bacteriología médica publicados en Colombia es la tesis de Medicina y Cirugía de Daniel Gutiérrez, que apareció un año antes de la de Esguerra, quien posiblemente la haya conocido. El objetivo de esta tesis fue defender la causa microbiológica de la fiebre amarilla. En contraste con el trabajo de Esguerra, cuya fuente era la experiencia clínica de las fiebres del Magdalena en Honda, Gutiérrez fundamentó su tesis en su conocimiento sobre las 44. Según Moulin, excepto por Peter, las cuatro cátedras de medicina hipótesis bacteriológicas acerca de la fiebre amarilla que circulaban en interna en la escuela de medicina de París estaban ocupadas por América Latina y en Francia, además de su experiencia como asistente pasteurianos hacia 1886. Otros del laboratorio de histología y patología de la Facultad de Medicina de seguidores fueron Brouadel, el decano de la escuela; Cornil, Bogotá, donde comenzaron a introducirse observaciones bacteriológicas profesor de anatomopatología; —probablemente sólo microscópicas—, al parecer por primera vez, a proChantemese, profesor de medicina comparada; y Grancher, de pósito de esta enfermedad. Esta tesis es el mejor ejemplo disponible de pediatría. Anne Marie Moulin, un trabajo temprano que rechazó las versiones climatológicas y médico“Bacteriological Research and Medical Practice in and out of the geográficas de la fiebre amarilla, y que defendió la idea de los gérmenes Pastorian School”, en French Medical Culture in the Nineteenth Century, como la única causa que ameritaba alguna atención. eds. Ann La Berge y Mordechai Su trabajo representa una ruptura en la tradición médico- geográFeingold (Amsterdam y Atlanta: GA, 1994), 329-331. El tutor de fica: Gutiérrez organizó su tesis alrededor no de las formas clínicas de Esguerra fue Paul Georges Dielalas fiebres y su determinación geográfica, como Esguerra, sino de los foy, quien reemplazó a Peter en 1886; sin embargo, se desconoce cuál fue la posición de Dielafoy respecto al pasteurismo.

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microorganismos. Comenzó con una descripción general de éstos, seguida por una de las hipótesis bacteriológicas de la fiebre amarilla y de los experimentos hechos por el brasilero Domingos Freire en Brasil y el mexicano Manuel Carmona y Valle, quienes planteaban que la Penorospora lutea y el Cryptococcus xantogenicus eran la causa de la enfermedad, respectivamente. Criticó los estudios que se habían publicado sobre estas fiebres en Colombia y sostuvo enfáticamente que debían estudiarse desde el punto de vista bacteriológico: “Muchos trabajos se han hecho, es cierto, por algunos de nuestros más distinguidos médicos. Pero á pesar de eso no hemos podido hallar en ellos la descripción de la naturaleza íntima de estas fiebres, ó sea el estudio del micro-organismo que las produce, porque á nuestro humilde modo de ver, estas fiebres tienen, como las otras enfermedades infecto-contagiosas, un parásito ó un virus que las origina”45. Por primera vez se plantea una división radical entre la forma como tradicionalmente se habían abordado el problema de las fiebres —inspirados en la geografía médica— y la nueva perspectiva bacteriológica. Gutiérrez argumentó que las causas que tradicionalmente se habían usado para explicar la fiebre amarilla no exponían su distribución geográfica: otras enfermedades que se producían por las mismas reputadas causas ocurrían en otros lugares donde la fiebre amarilla no se presentaba. Implícitamente criticó la idea del origen local de las fiebres y de la fiebre amarilla en particular, como habían defendido sus antecesores. Dado que esta última se esparcía rápidamente por contagio e infección, decía que era obvio buscar un “fermento” o un germen microscópico como su causa46. El carácter microbiológico de la fiebre amarilla explicaría su movilidad geográfica. Frente al posible germen causante de la enfermedad, Gutiérrez rechazó aquellos que habían postulado Carmona y Valle y Domingos Freire. Según 45. Daniel Gutiérrez Arango, Los él, estos médicos fallaron porque no siguieron los principios de Koch (hallar micro-organismos, 10. el microorganismo en los enfermos, aislarlo y reproducir la enfermedad 46. Daniel Gutiérrez Arango, Los inoculando el germen aislado)47. Pero además argumentó una prueba más: micro-organismos, 19-20. el hallazgo en el laboratorio de Bogotá del microorganismo propuesto por 47. Daniel Gutiérrez Arango, Los micro-organismos, 24-26 y 46-47. Carmona, la Penorospora Lútea, pues en Bogotá no se desarrollaba fiebre ama48. André-Victor Cornil (1837-1908) rilla. Así pues, habiendo descartado las propuestas de los Latinoamericanos, fue profesor de anatamopatología y uno de los primeros que Gutiérrez siguió la de los franceses. Según uno de los primeros textos de enseñó microbiología, aunque bacteriología médica francesa, el de André-Victor Cornil48 y Victor Babes no tuvo acceso al trabajo de laboratorio. Anne Marie Moulin, publicado en 1886, Les bactéries et leur role dans l’anatomie et l’histologie patho“Bacteriological Research”. logiques des maladies infectieuses, el microbio de la fiebre amarilla debía 49. André-Victor Cornil y Victor encontrarse en los intestinos y debía ser similar al de la fiebre tifoidea49. Babes, Les bactéries et leur role dans l’anatomie et l’histologie pathologiques des maladies infectieuses (París: Félix Alcan Editeur, 1886), 529.

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Paul Gibier, por otra parte, reportó que había encontrado bacterias similares al cólera en los intestinos de los pacientes de fiebre amarilla y lanzó la hipótesis de que esa bacteria podía producir una toxina responsable de los síntomas generales de la fiebre amarilla. Así pues, Gutierrez vio en la explicación de Gibier la confirmación de la idea de Cornil y Babes: que el microorganismo de la fiebre amarilla debía estar en el intestino50. La importancia del trabajo de Gutiérrez está no sólo en su perspectiva bacteriológica radical, sino también en la forma como abordó el antiguo problema de las fiebres del Magdalena. Consideró que la fiebre amarilla era una enfermedad que únicamente ocurría en la costa Caribe —en contraste con Esguerra, quien propuso que era la variedad epidémica de las fiebres del Magdalena— y declaró que, por tanto, la fiebre amarilla y las fiebres del Magdalena debían ser patologías diferentes. Sin embargo, extendió el argumento bacteriológico a estas últimas. Así como los médicos habrían fallado en considerar la verdadera naturaleza bacteriológica de la fiebre amarilla, también lo habrían hecho al estudiar la naturaleza bacteriológica de las fiebres del Magdalena. Su argumento era que si los microbios intestinales producían toxinas responsables de los síntomas de la fiebre amarilla, siguiendo a Gibier, y considerando que estos síntomas eran similares a los de las fiebres del Magdalena, entonces era factible suponer que estas últimas también eran causadas por microorganismos intestinales51. Así, Gutiérrez no sólo postuló una causa microbiológica para la fiebre amarilla, sino también para las del Magdalena. Paradójicamente, no argumentó que lo que hacía a ambas enfermedades esencialmente diferentes era que tuvieran una causa diferente —dos microorganimos intestinales—, sino su modo y lugar de ocurrencia: la fiebre amarilla, en contraste con las fiebres del Magdalena, era una fiebre epidémica que sólo podría darse cerca al mar, en áreas de agua salada y de temperaturas superiores a los veinte grados centígrados52. En otras palabras, y en aparente contradicción con sus postulados, lo que diferenciaría a ambas enfermedades era un criterio climático y no bacteriológico. En conclusión, la tesis de Daniel Gutiérrez fue uno de los primeros análisis sobre la causa bacteriológica de una enfermedad en Colombia. Surgió en un contexto en el que la fiebre amarilla había sido tradicionalmente entendida como parte de la tradición de geografía médica y él era consciente de que estaba rompiendo con dicha tradición al postular una causa bacteriológica. Ciertamente, la tradición médico-geográfica era tan extendida que Juan de Dios Carrasquilla, profesor de la Facultad de Medicina, recomendó a los estudiantes el trabajo de Gutiérrez como modelo de tesis sobre unas enfermedades que, “o sean especiales de nuestra América, o se presenten con tipos profundamente 50. Daniel Gutiérrez Arango, Los micro-organismos. modificados por el influjo de nuestros climas”, en parte porque corres51. Daniel Gutiérrez Arango, Los pondería a los americanos estudiarlas para contribuir a la formación de micro-organismos.

52. Daniel Gutiérrez Arango, Los micro-organismos, 81-82. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 66-87

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la medicina universal. La sugerencia de que la tesis mencionada era ejemplo del estudio de una enfermedad profundamente modificada por el clima o cuya investigación local contribuiría a la ciencia universal hubiera sido probablemente rechazada por éste53. 2.3. Bacteriología y geografía médica El libro de Luis Cuervo Márquez, La fiebre amarilla en el interior de Colombia (1891), ilustra la tensión entre el modelo médico-geográfico y el bacteriológico en la consideración de la fiebre amarilla y la malaria. En contraste con las tesis médicas de Gutiérrez y Esguerra, este libro se basó en varios años de práctica médica del autor en algunas de las regiones de clima cálido Colombia. Cuervo se graduó de médico en Bogotá en 1884 y ejerció medicina en Cúcuta. También participó como médico militar durante las guerras civiles, viajando a lo largo del río Magdalena y la costa Caribe54. Asimismo, afirmó que cualquier concepción etiológica de cualquier enfermedad infecciosa debía incluir la tríada conformada por el agente mórbido, el suelo favorable para su desarrollo (la constitución étnica e 53. Juan de Dios Carrasquilla, “La individual) y el medio externo o las influencias cósmicas que podrían tesis para doctorado”, Revista Médica XII: 132 (1888): 273-274. facilitar la difusión de la enfermedad55. Quería distanciarse de las perspec54. Luis Cuervo Márquez, La fiebre tivas bacteriológicas restrictivas, como la de Gutiérrez, y consideró que el amarilla, 3. estudio del agente causal era tan importante como el del suelo, las condi55. Luis Cuervo Márquez, La fiebre ciones de higiene, la aclimatación, etc. De esta manera analizó las fiebres amarilla, 60. del Magdalena. Así, partió de la premisa de que las fiebres del Magdalena 56. El paludismo ocurría en forma aguda y crónica. La forma aguda incluían dos entidades clínica, terapéutica y epidemiológicamente distinera de fiebres intermitente, remitente y continua, mientras que guibles. También creía que ambas tenían causas distintas relacionadas con la forma crónica era la caquexia su relativa dependencia al clima. Por esto, las fiebres maláricas estarían palúdica. Se suponía que este último estado era el resultado de limitadas a las tierras bajas, cálidas y húmedas, localizadas a no más de ataques repetidos de la lenta y ochocientos metros de altitud y de temperaturas no menores de veinticuaconstante acción del miasma en el organismo. A la forma palúdica tro grados centígrados. El grupo “amarillo” podía ocurrir también dentro pertenecen la fiebre intermitente, de estos límites, pero no estaba confinado a ellos: de hecho, estas fiebres hematúrica, biliosa y aquellas de características mal definidas o podrían ascender a regiones localizadas por encima de los mil metros de de aspecto tifoide (las verdaderas fiebres tifo-maláricas). La altura en las faldas de las cordilleras56. infección amarilla presentaba Cuervo aceptó la hipótesis bacteriológica de la fiebre amarilla y partiun aspecto clínico bien definido: siempre era el mismo. El grupo cipó de la controversia generada por las hipótesis de Manuel Carmona y malárico era de enfermedad Valle sobre la Penorospora Lutea, entre otras, pero insistió en la importancia endémica, no transmisible y sensible a la quina, mientras el de los otros dos elementos de su tríada causal, las condiciones individuagrupo “amarillo” era epidémico, les, para las que la naciente inmunología ofrecía ya nuevos conceptos, y contagioso, no recurrente y de dudosa o no sensibilidad a la quina. Luis Cuervo Márquez, La fiebre amarilla, 289-301.

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las condiciones atmosféricas. Los vientos, por ejemplo, serían precursores de la fiebre amarilla. Pero al tiempo que defendió la hipótesis bacteriológica de la fiebre amarilla, su primera línea de explicación seguía siendo médico-geográfica, particularmente en el caso de la malaria. Cuervo la consideró como determinada por el clima y causada por miasmas. Siguió la división médicogeográfica entre las tierras bajas y las tierras altas, a la que correspondía también una división en las características geológicas y botánicas. Así, en las áreas bajas del Alto Magdalena, el desarrollo del paludismo estaba asociado a la constitución geológica del suelo y a la descomposición de la materia orgánica. De acuerdo con él, el sol descomponía la materia orgánica luego de las inundaciones, las cuales eventualmente envenenaban el agua y el aire, y consecuentemente producían paludismo. Al movilizarse hacia zonas más altas, cerca a las cordilleras, la malaria disminuiría. Dado que en esas zonas no ocurrían inundaciones y el clima era seco y más suave que en las tierras bajas, el paludismo era raro. En el Bajo Magdalena la temperatura, la humedad y la vegetación exuberante favorecían el desarrollo del paludismo57. El autor defendió la naturaleza miasmática del paludismo. Describió vagamente al miasma palúdico como “único en su esencia y múltiple en sus manifestaciones”, necesitado de materia orgánica (preferiblemente vegetal), humedad, temperaturas no menores a quince grados centígrados y aire para su producción. La idea de que “el miasma palúdico no se difunde: se desarrolla y muere en el mismo lugar de su nacimiento”58, es el centro del determinismo geográfico de las fiebres que se promovió desde la década de 1860. Sin embargo, Cuervo señala que aunque las tierras bajas colombianas eran palúdicas, esto no significaba que las altas estuvieran completamente protegidas de la malaria. Se refería a las fiebres tifomalárica, intermitentes y remitentes que podían ocurrir en Bogotá por la simple remoción de materiales de construcción en la reparación de un edificio, y que se curarían con la quinina. Así, hacía eco de la flexibilidad nosológica de las fiebres, según la cual, las que eran benignas de tipo intermitente podrían ocurrir en las tierras altas si se daban las condiciones para la producción miasmática, mientras que la malaria o las aquellas intermitentes perniciosas se desarrollarían en las tierras bajas en virtud del calor, de la humedad y de la materia orgánica. La idea de que fiebres intermitentes de carácter malárico (tifomalaria) pudieran suceder en Bogotá revela otro aspecto de la persistencia del argumento médico-geográfico en su consideración de la malaria. Por otro lado, Cuervo estaba al tanto de los debates sobre si el paludismo era causado por un agente específico o varios (entre ellos el de Salisbury, Gemiasma palmella; el de Eklund, el Limnophysalis hyaline; el de Klebs y J. Crudeli, el Bacillus malariae; y el parásito de Laveran, encontrado en enfermos febriles). Pero para él la predisposición orgánica o la canti57. Luis Cuervo Márquez, La fiebre amarilla, 289-293. dad y poder tóxico del miasma, más que todos esos agentes, explicarían las 58. Luis Cuervo Márquez, La fiebre múltiples manifestaciones febriles del paludismo59. amarilla, 298.

59. Luis Cuervo Márquez, La fiebre amarilla, 297-301. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 66-87

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En conclusión, luchó por reconciliar la perspectiva médico-geográfica y bacteriológica de la fiebre amarilla y la malaria. Partiendo de la tríada del agente, el cuerpo y el medio ambiente, intentó darle igualdad de importancia a los tres en la producción de estas fiebres. Si bien incluso dio a los vientos el rol de precursor de las epidemias de fiebre amarilla, reconoció que las condiciones ambientales eran secundarias al agente microbiano. Para el caso de la malaria, sin embargo, siguió dando preeminencia al entorno. Un resumen de su posición divergente respecto a las dos fiebres pueden resumirse en su afirmación: “[…] dadas las condiciones climáticas de una localidad, se puede a priori predecir si en ella reina ó no reina la malaria”. Por el contrario, la fiebre amarilla “tiene por carácter etiológico […] la ausencia de condiciones climátéricas determinadas”60. Sobre la relación entre la geografía médica y la bacteriología en Colombia. A propósito de las fiebres Como se indicó en la primera sección de este artículo, la historia sobre la relación entre la bacteriología y la geografía médica en el siglo xix es escasa. Mientras los historiadores de la bacteriología han tendido a prestar poca atención a las otras teorías médicas dominantes en el período en que surgió y se internacionalizó la bacteriología, los pocos que lo hacen —así como algunos trabajos sobre la historia de la geografía médica— han explorado dicha relación en el contexto francés y latinoamericano, concluyendo que hubo una cierta coexistencia y síntesis entre ambos modelos. Este artículo, buscando contribuir a esta escasa historiografía, ha explorado cómo se dio dicha relación en el caso de las fiebres en Colombia en el siglo xix, siguiendo tres trabajos producidos en el momento crítico de dicha relación, las tesis de Carlos Esguerra y Daniel Gutiérrez, y el libro de Luis Cuervo Márquez. Así, se mostró cómo hacia finales de 1880 estos médicos comenzaron a aceptar que la fiebre amarilla y las fiebres del Magdalena eran causadas por microorganismos o “agentes infecciosos”, pero en el marco de la comprensión médico-geográfica de las fiebres. De este modo, mientras Gutiérrez, desde Bogotá, rompió con la tradición de estudios médico-geográficos, Esguerra, desde el epicentro de la revolución bacteriológica en París, se declaró continuador de dicha tradición, defendió la naturaleza telúrica de la malaria y destacó el rol de las condiciones del entorno en el desarrollo de la fiebre amarilla. Ambos fueron entrenados en la escuela médica de Bogotá pero tuvieron experiencias diferentes sobre las fiebres y enfocaron de manera distinta su trabajo. Gutiérrez se inspiró en el trabajo en el laboratorio de histología y micrografía, y al parecer no tuvo experiencia clínica de las fiebres de los climas cálidos comparable a la de Esguerra, aunque dice haber sido un “testigo” de las fiebres del Magdalena61. De todas formas, la 60. Luis Cuervo Márquez, La fiebre amarilla, 361 y 297, respectivaobservación clínica, que para los médicos decimonónicos era la fuente de mente.

61. Daniel Gutiérrez Arango, Los micro-organismos, 10. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 66-87


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conocimiento verdadero sobre las enfermedades, para Gutiérrez parecía innecesaria; para él, la única forma válida de acceder a la naturaleza real de las fiebres eran los estudios bacteriológicos. Para Carlos Esguerra, por el contrario, la experiencia clínica era fundamental. Aunque estudió medicina en París en los primeros años de la difusión de la bacteriología, continuó la tradición médico-geográfica, apoyándose principalmente en el juicio clínico durante su estadía en Honda. Resaltó el valor de la observación empírica in situ como la base de la autoridad en el estudio de las enfermedades62, un argumento que los médicos colombianos que trabajaron desde la perspectiva médico-geográfica usaron desde mediados de la década de 1860 para reclamar originalidad en su conocimiento sobre esas fiebres por encima del saber de los europeos. Por otra parte, Cuervo Márquez se había entrenado también en Bogotá. Conoció las teorías bacteriológicas de la fiebre amarilla y las emergentes nociones de la inmunología y aceptó esta hipótesis para esta enfermedad, en parte porque le facilitaba explicar su ocurrencia en lugares lejanos a las costas caribeñas como Cúcuta. Al igual que Esguerra, tuvo experiencia clínica con las fiebres en las tierras cálidas. Su visión de éstas lo ponen en la encrucijada de la geografía médica y la bacteriología: mientras para él la fiebre amarilla era causada por las bacterias, la malaria estaba causada por miasmas y, por tanto, determinada geográficamente. Las formas de comprender la fiebre amarilla, las fiebres palúdicas y las fiebres del Magdalena expresadas en los libros de Esguerra, Gutiérrez y Cuervo Márquez, evidencian que los médicos colombianos incorporaron y entendieron de diversas maneras el rol de los microorganismos en éstas. Más importante aún, estos trabajos delimitaron su interpretación de los gérmenes asociados a tales fiebres en relación con la tradición preexistente de las teorías médico-geográficas, incluso para rechazar esta tradición y al costo de caer en contradicciones, como en el caso de la tesis de Gutiérrez. Todos estos médicos, explícita o implícitamente, necesitaron reconciliar su hipótesis bacteriológica con la médico-geográfica, bien para subsumir la primera en la segunda, para rechazar la médico-geográfica, o para mantenerlas y reinterpretarlas sin necesariamente rechazar alguna. Podría decirse que para los médicos colombianos de finales de la década de 1880 que analizaron las fiebres, los gérmenes o bacterias, sólo tuvieron sentido en el marco de la geografía médica.

62. Carlos Esguerra, Contribution a l’étude, 11, 14 y 76. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 66-87

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Artículo recibido: 12 2011; aprobado: 21 de octubre de 2011; modificado: 16 de diciembre de 2011.

de abril de

Cuerpo y demencia. La fisonomía de la incapacidad en Santiago de Chile (1855-1900)

Body and dementia. The physiognomy of incapacity in Santiago de Chile (1855-1900)

Resumen

Abstract

Partiendo de la base que la medicina chilena

Taking the fact that Chilean medicine saw human

reconoció en la apariencia humana un indicador

appearance as an indicator of what happened

de lo que ocurría en el interior del cuerpo, este

inside the body, this article problematizes

artículo problematiza los signos corporales indivi-

individual corporal signs as a diagnostics tool. It

duales como herramienta de diagnóstico. Aborda

approaches corporal aspects in the field of civil

lo corporal en el plano de la justicia civil y los usos

justice, and the uses of the body in legally and

del cuerpo en la identificación médico-legal de la

medically identifying insanity. It is based on the

locura. Se basa en los reportes periciales realizados

expert reports completed in processes of interdic-

en procesos de interdicción por demencia durante

tion by reason of dementia during the second

la segunda mitad del siglo xix en Santiago de Chile,

half of the 19th century in Santiago de Chile, with

con el objeto de trazar el sustrato corporal que

the purpose of describing the corporal base that

nutrió la interpretación de la enfermedad mental y

contributed to the interpretation of mental illness

la capacidad individual.

and individual capacity.

Palabras clave Chile, enfermedades mentales, medicina legal, cuerpo, interdicción.

Key Words Chile, mental illness, legal medicine, body, interdiction.

María José Correa Gómez

Académica de la Licenciatura en Historia en la Universidad Andrés Bello (Santiago, Chile). Licenciada en Historia de la Universidad Católica de Chile (Santiago, Chile), Máster en Género y Cultura de la Universidad de Chile (Santiago, Chile), Master in Arts, Medicine, Science and Society del Birkbeck College (Londres, Inglaterra) y Doctora en Historia de la University College London (Londres, Inglaterra). Entre sus publicaciones se encuentran: “Respuestas a los cuestionarios enviados por Royal College of Physicians of London a los puertos de Valparaíso y Coquimbo, 1830”, Anales de Historia de la Medicina 20 (2010): 65-69 y “Violencias ejercidas en los cuerpos enajenados: encierro terapéutico y privación de derechos civiles. Chile central (1850-1870)”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos (2009) http://nuevomundo.revues.org/57798. maria.correa@unab.cl

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María José Correa Gómez

Cuerpo y demencia. La fisonomía de la incapacidad en Santiago de Chile (1855-1900)❧ “La frente es una de las facciones de mas importancia cuando se quiere ver en la fisonomía la dirección del carácter […] las pasiones deprimentes o expansivas dejan en ella las huellas de su actividad y de su constante manifestación. En las frentes estrechas y algo hundidas en su parte media se lee fácilmente la concentración del carácter, y si la depresión existe en su parte superior y la frente parece huir hacia atrás, la astucia se revela con todos sus caracteres […] En las mejillas imprimen las pasiones sus surcos característicos con no menos vigor que en la frente. Los padecimientos morales las escavan y la vida brutal y grosera les imprime surcos hondos y toscos como las pasiones que les han dado origen”1.

Durante la segunda mitad del siglo xix los médicos, en particular alienistas o especialistas en enfermedades mentales y nerviosas, tendieron a reconocer las dificultades asociadas al estudio y diagnóstico de una gran variedad de afecciones mentales. Aceptaban el aporte de nuevos marcos interpretativos como la anatomopatología, pero al mismo tiempo recordaban a sus colegas que la mirada localista y las descripciones hechas en salas de disección no siempre ayudaban a descubrir el carácter real de las enfermedades, más aún cuando esta identificación debía realizarse en el ámbito judicial. Se mostraban de acuerdo con la relación existente entre la disposición del espíritu y la organización humana, pero advertían que dicho vínculo se expresaba no sólo en la lesión mórbida, sino también en ❧ Este trabajo se enmarca en la otras particularidades del cuerpo. investigación doctoral que En las tempranas décadas del siglo diecinueve la fisonomía se perfiadelanta la autora sobre medicalización de la locura en Chile a laba como una reconocida herramienta de diagnóstico. El médico José de través de la incapacitación de los enfermos mentales (1830-1925), Passamán dejaba ver que una “cara siniestra”, el “aire sombrío” o “los financiada por Wellcome Trust ojos amenazadores” no eran indiferentes para quienes juzgaban e interDoctoral Studentship y Overseas Research Student Award (ucl). pretaban el comportamiento de otro en los juzgados2. En 1834 se sugería 1. Adolfo Valderrama, “Opresión y que el estudio de la craneoscopia, inspirada por las ideas fisonómicas de espansibilidad. Estudio sobre el Johann Kaspar Lavater (1741-1801) y los planteamientos frenológicos carácter”, La Semana I: 49 (1860): 400. de Franz Joseph Gall (1758-1828), podía ser de gran utilidad en la justicia 2. José de Passamán, “Medicina Política. De la Libertad Moral”, El Mercurio Chileno 1 (1828): 27.

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criminal chilena3. Posteriormente, las contorsiones, el aspecto horripilante, los cabellos erizados y la gesticulación excesiva del rostro, entre otros aspectos exhibidos por Carmen Marín hacia 1857 durante sus “ataques de histérico”, llamaron la atención de importantes profesores de la Universidad de Chile. Su caso mostró no sólo la vigencia de las ideas frenológicas, sino también la importancia del cuerpo y sus desbordes en la evaluación de su enfermedad, en tanto fuente de un intenso debate sobre el origen demoníaco, uterino o mental de su mal4. El cuerpo y la fisonomía constituyeron herramientas centrales en la identificación y diagnostico médico. La evidencia facial y sus metonimias corporales representaron potentes imágenes de aquello que sigilosamente se forjaba en el interior del individuo, que atentaba contra las facultades intelectuales y que se escondía de la mirada médica. La certeza de lo visual beneficiaba al especialista quien, intentando construir un diagnóstico, se esforzaba en comunicar aquellos signos que explicaban y respaldaban su interpretación. En este esquema, el cuerpo ofrecía claves perceptibles para un público lego e ilustraba los principios científicos de la medicina moderna que se institucionalizaba en el país. Hacia 1860 el médico Adolfo Valderrama (1834-1902) confiaba en la posibilidad de descubrir “en la voz, en los ojos, en la apostura, en las 3. “Frenología”, El Mercurio de Valpamismas palabras” de un enfermo el verdadero aspecto de su afección5. raíso, Valparaíso, 2 de Marzo, 1834. Reconocía que el fastidio, por ejemplo, estampaba “en el rostro las hue4. Sobre el caso de Carmen Marín llas de una vida tumultuosa o los rasgos característicos de un profundo en el debate médico contemporáneo ver María José Correa desprecio” a su existencia6. El joven alienista explicaba cómo “las proGómez, “Exceso Nervioso, Locura fundas vibraciones del espíritu” se revelaban a través de los contornos y Ciencia Médica en Chile urbano (1840-1860)”, Anales Chilenos del semblante, insistiendo en que la fisonomía constituía un texto que de Historia de la Medicina 18: 2 (2008): 151-167. El fundador de la comunicaba y que se dejaba interpretar a través de las alteraciones que la Academia de Pintura de Santiago, enfermedad originaba en el llamado “tipo común”. Ésta, como “espejo del Alejandro Cicarelli, tomó parte en estas evaluaciones y capturó los alma”, representaba un instrumento no sólo para el médico que miraba espasmos sufridos por la enferma “un poco mas allá de la musculatura y el pulso” y buscaba “en los perfiles en una serie de bosquejos que dan cuenta de la necesidad de dejar del semblante los sentimientos del corazón y las particulares tendencias registro de su cuerpo. de la inteligencia”, sino también para “el padre que tiene hijos que edu5. Adolfo Valderrama, “Naturaleza de las enfermedades”, Anales de la car” y “el catedrático que tiene que dirigir inteligencias y caracteres”7. Universidad de Chile 21 (1862): 456. Veinte años más tarde, cuando el alienismo se abocaba al estudio de 6. Adolfo Valderrama, “El Fastidio. las enfermedades mentales y nerviosas, el especialista Augusto Orrego Ensayo sobre una patología del alma”, Revista del Pacífico iii Luco (1849-1933) explicaba que en el último tiempo se había expresado (1860): 299. un resurgimiento de las ideas de la escuela de Gall sobre la posibilidad 7. Adolfo Valderrama, “Opresión y de caracterizar el cráneo y el cerebro de los criminales, dado el empeño expansibilidad”, 399 y 402. de los patólogos en estudiar la disposición cerebral8. La renovación del 8. Augusto Orrego Luco, “Nota sobre el cerebro de los criminales”, Revista Médica de Chile 8 (1880): 263-264.

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cuerpo como signo vino acompañada de la influencia de la escuela italiana de criminología de Cesare Lombroso (1835-1909) y de la circulación de un lenguaje médico-psiquiátrico sostenido sobre los principios de la degeneración social resultada del lado oscuro del progreso9. Esta corriente profundizó el estudio de las características fisonómicas de ciertos “tipos” y los vinculó a diversos grupos de la sociedad. Crónica Médica de Concepción, imbuida en los principios lombrosianos, explicaba en 1893 que los revolucionarios solían tener “una fisonomía lealmente armoniosa”, frente espaciosa y ancha, barba abundante, ojos grandes y de mirar dulce, mientras que el rostro de los anarquistas se caracterizaba por su brutalidad, marcada asimetría en la cara, nariz desviada a la derecha y mandíbula inferior sobresaliente, rasgos que a su vez eran típicos de un delincuente nato10. Ese mismo año el médico de ciudad de Tocopilla Luis Vergara, activo colaborador en varias publicaciones científicas, publicaba en la Revista Médica de Chile un informe médico-legal del reo Isidro Vicencio. Basado también en las ideas del “famoso criminalista Lombroso”, explicaba cómo pese a que a primera vista el aspecto exterior del delincuente llevaba a pensar que se trataba “de uno de esos seres de buena conducta”, algunos caracteres que no pasaban desapercibidos daban cuenta de su tipo criminal. Su frente ligeramente deprimida y estrecha lateralmente, el pelo negro rebelde, la barba escasa y la mandíbula superior abultada, se sumaban a los trastornos que mostraba en sus ojos, los que acusaban la perturbación que debía reinar en los centros nerviosos de la inteligencia11. 9. Sobre degeneración: Daniel Pick, Faces of Degeneration: A Partiendo de la base que la medicina chiEuropean Disorder, c.1848-1918 lena reconoció en la apariencia humana un (Cambridge: Cambridge University Press, 1993). Sobre indicador de lo que ocurría al interior del estas ideas en América cuerpo, este artículo problematiza los signos Latina, Dain Borges, “Puffy, Ugly, Slothful and Inert: corporales individuales como herramienta Degeneration in Brazilian de diagnóstico y su ordenamiento bajo cierSocial Thought, 1880-1940”, Journal Latin American Studies 12 tos grupos patológicos . Aborda lo corporal 25 (1995): 235-256; Eduardo Zimmermann, “Racial en el plano de la justicia civil y los usos del Ideas and Social Reform: cuerpo en la identificación médico-legal de Argentina, 1890-1916”, Hispanic American Historical la locura. Se basa en los reportes periciales Review 72: 1 (1992): 24-46; realizados en procesos de interdicción13 por Carlos Aguirre, “Delito, raza y cultura: El desarrollo de la criminología en el Perú (1890-1930)", Diálogos en His-

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toria 2 (2000): 179-206. Acerca de la incidencia de las ideas lombrosianas en el ámbito criminal chileno, Marcos Fernández, Prisión Común, Imaginario Social e Identidad, 18701920 (Santiago: Editorial Andrés Bello/Dibam, 2003). 10. “Aplicaciones del estudio del tipo criminal. A la teoría de las revoluciones y de la pericia médica”, Crónica Médica 1 (1893): 251-254. 11. Luis Vergara Flores, “Informe médico-legal sobre las facultades intelectuales del reo Isidro Vicencio, de Tocopilla”, Revista Médica de Chile 21 (1893): 213-221. 12. Temas abordados en el marco europeo por autores como Sharrona Pearl, About Faces, Physiognomy in Nineteenth-Century Britain (Cambridge y Londres: Harvard University Press, 2010); Lucy Hartley, Physiognomy and the meaning of expression in nineteenth-century culture (Cambridge: Cambridge University Press, 2001) y Sander Gilman, Health and Illness: Images of Difference (London: Reaktion Books, 1995). 13. La puesta en marcha del Código Civil en 1857 configuró la interdicción y reemplazó los procedimientos legales coloniales (normados por las Siete Partidas) sobre curatela de dementes. La interdicción correspondió a un procedimiento judicial y a un estado. Como procedimiento civil determinaba la capacidad de individuos imputados por disipación, demencia o sordomudez. Como estado, declarado una vez probada la incapacidad, reducía al interdicto a una suerte de muerte cívica pues, en el caso de los dementes, limitaba los derechos de administración de la propiedad individual y la libertad para disponer de su persona por medio del nombramiento de un curador. En Chile la interdicción por demencia no implicó encierro terapéutico y por ende constituyó una práctica distinta de aquella que normaba la internación en Casas de Orates.

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demencia durante la segunda mitad del siglo xix en Santiago de Chile, con el objeto de trazar el sustrato corporal que nutrió la identificación de la enfermedad mental, así como las representaciones en torno a los cuerpos enfermos y su cruce con categorías decimonónicas de desviación. Por medio de este vínculo, interesa acercarse a la medicalización de dichas categorías bajo los marcos de las demencias congénitas y adquiridas. Estos 14. La Universidad de Chile, registros fueron leídos siguiendolos eclécticos postulados de la teoría además de supervisar el sistema educativo nacional, heredó la médica contemporánea, que ubicaban el cuerpo en una línea similar a la administración de la institución planteada por el doctor Valderrama, como escenario donde se teatralizaba, colonial del Protomedicato hasta 1892, siendo responsable de la se expresaba y se interpretaba la salud y la enfermedad. regulación de la práctica médica, de la calificación de los médicos y de la salud pública. Simon Collier, Chile: the making of a Republic, 1830-1865. Politics and Ideas (Cambridge: Cambridge University Press, 2003), 108.

15. Un primer esfuerzo por ofrecer un curso de enfermedades mentales fue realizado por José Ramón Elguero, quien se desempeñó como médico en la Casa de Orates de Santiago entre 1860 y 1874. Elguero fue nombrado en 1869 profesor del curso de enfermedades mentales e higiene, cerrado en 1872. 16. En septiembre de 1881 el Consejo de Instrucción Pública aceptó la creación de un curso de enfermedades nerviosas y mentales bajo la dirección de Carlos Sazié, hijo del primer médico del asilo de locos, el francés Lorenzo Sazié. “Boletín de Instrucción Pública”, Anales de la Universidad de Chile lx (1881): 467. 17. Eduardo Salas, Historia de la medicina en Chile (Santiago: Imprenta Vicuña Mackenna, 1894); Pedro Lautaro Ferrer Historia general de la medicina en Chile (Talca: Imprenta Talca, 1904); Ricardo Cruz Coke, Historia de la Medicina Chilena (Santiago: Editorial Andrés Bello, 1995); Armando Roa, Demonio y Psiquiatría. Aparición de la Conciencia Científica en Chile (Santiago: Andrés Bello, 1974); Pablo Camus, “Filantropía, medicina y locura: la Casa de Orates de Santiago 1852-1894”, Historia 27 (1993): 89-140.

1. Alienismo y medicina legal: el conocimiento médico al servicio de la justicia El desarrollo de la medicina científica y el surgimiento de conocimientos especializados en torno a las enfermedades mentales respondieron al ideal liberal proyectado en la naciente República. El saber médico no se redujo tan sólo a un cuerpo de técnicas ni a una suma de teorías importadas, sino que asumió una presencia concreta, por medio de la labor académica, investigativa y normativa de la Universidad de Chile (1843)14. La creación de la primera Casa de Orates en Santiago en 1852 inauguró en el país el cuidado médico institucional de la locura y contribuyó a la agrupación de aquellos profesionales interesados en el entendimiento y tratamiento de las enfermedades mentales. El alienismo se forjó en torno al pequeño grupo de profesionales asociados a la institución y se academizó por medio de la aprobación en 1881 de la cátedra de enfermedades mentales y nerviosas15 y el envío, a mediados de la década del setenta, de jóvenes médicos a perfeccionarse a Europa16. Todos estos elementos pueden ser considerados como hitos fundantes de la especialización psiquiátrica17. Sin negar la centralidad de estas instituciones y prácticas, interesa dirigir el análisis e incorporar en dicho proceso de profesionalización las labores periciales realizadas por los médicos llamados a evaluar la posible demencia de determinadas personas, cuya capacidad fue cuestionada entre 1855 y 1900 en Santiago. Esta convocatoria da cuenta de la innegable presencia que comenzaron a tomar los especialistas en enfermedades mentales, pero también habla de otros modos de construcción de saber y autoridad, así como de las negociaciones médicas y de las disímiles interpretaciones sobre la locura.

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El ejercicio de diagnosticar representó un objetivo central de la práctica médica y un resultado deseado en la labor pericial. Pero cumplir con esta tarea, como se planteó inicialmente, no fue sencillo. Los peritos no sólo debían ser capaces de reconocer los posibles síntomas y relacionarlos con la teoría vigente con el objeto de darle sentido a sus resoluciones, sino también lidiar con los cambios que se expresaban en la disciplina. Constantemente se identificaban nuevas enfermedades y se describían nuevas sintomatologías, dando forma a un amplio y creciente registro nosológico en torno a las enfermedades mentales que cautivaba a los médicos, pero a su vez los enfrentaba a un escenario confuso e impreciso. Como Augusto Orrego Luco recordaba en sus memorias, había pocas materias más atractivas en las clases dictadas por José Ramón Elguero (1819-1877) en la década del sesenta que sus relatos sobre la historia de cada enfermedad mental, “la manera como había aparecido, las primeras descripciones, cómo se habían ido agregando nuevos síntomas y nuevos detalles hasta constituir el cuadro actual”18. Ahora bien, probablemente los relatos de Elguero se diferenciarían considerablemente de los presentados luego por Orrego Luco en sus clases, considerando el incremento en el número de enfermedades mentales identificadas, que habían llevado a las doce condiciones descritas por Elguero en 1863 en la Casa de Orates a elevarse sobre treinta en 1885 y a alcanzar casi las cincuenta en 189919. Ciertamente, los cambios sucedidos durante la segunda mitad del siglo xix en la descripción, diferenciación y clasificación de la demencia reconfiguraron el escenario del diagnóstico y supusieron nuevos desafíos para la pericia médica y nuevas posibilidades para el cuerpo. 1.2. La constitución médico-legal del perito En el Santiago de 1891 Domingo León Calderón cuestionaba la validez del reconocimiento pericial que había llevado a la reciente interdicción de su esposa, Trinidad Álvarez, con la que había contraído matrimonio supuestamente desconociendo su estado de incapacidad civil. Consideraba que el número de doctores designados por el juez para realizar la evaluación no había sido el apropiado, como tampoco el conocimiento que mostraban sobre la materia. Domingo demandaba la realización de nuevas pericias, esta vez a cargo de los médicos de la Casa de Orates “especialistas antiguos y de competencia por demás reconocida en enfermedades de demencia”20. La puesta en duda del testimonio médico fue compartida por aquellos hombres y mujeres que insistieron en la necesidad de asegurar evaluaciones confiables y argumentadas. Sus palabras se articularon no sólo a las estrategias discursivas desplegadas por demandantes e imputados para

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18. Augusto Orrego Luco, Recuerdos de la Escuela (Buenos Aires: Editorial Francisco de Aguirre, 1976), 77. 19. Manuel Segundo Beca, Medicina sobre las enfermedades mentales en Chile (Santiago: Imprenta Nacional, 1885), 13-14 y Movimiento de la Casa de Orates de Santiago Segundo semestre de 1899 (Santiago: Imprenta de Valparaíso de Federico T. Lathrop, 1900). 20. “Interdicción por Demencia” (1890), en Archivo Histórico Nacional de Chile (ahnch), Santiago de Chile-Chile, Fondo Judicial de Santiago, leg. 140A, pieza 6, f. 50.

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desacreditar o silenciar evaluaciones no favorables a sus intereses, sino también a los cambios expresados en la ciencia médica y su creciente injerencia en la sociedad. La insatisfacción mostrada por Domingo se enmarcaba en un período de cambio de la autoridad médica tras la serie de iniciativas tendientes a profesionalizar la disciplina, apoyar el desarrollo de la salud pública y reforzar el posicionamiento social de los facultativos21. La creciente demanda por servicios calificados contó con la promoción estatal de las ciencias, por medio del desarrollo de sus bases teóricas y de la elaboración de una serie de mecanismos regulatorios que buscaron proteger la exclusividad profesional22. Producto de estas gestiones se promulgó, por ejemplo, la Ley del 19 de noviembre de 1842, que prohibió el ejercicio de cualquier profesión científica sin el grado de licenciado, con excepción de quienes hubiesen sido autorizados con anterioridad a la ley23. La demanda de Domingo respondió en parte al reconocimiento de la pericia médica y su potencial. Ciertamente la profesionalización del hacer facultativo incidió en la apreciación lega de la figura del perito, pero tam21. Carl Murdock, “Physicians, the bién influyó el interés y los esfuerzos por modernizar la justicia por medio State and Public health in Chile, de la extensión de la estructura de la judicatura chilena24. Así, durante la 1881-1891”, Journal of Latinamerican Studies 27: 3 (1995): 555. segunda mitad del siglo, juristas y autoridades judiciales otorgaron una 22. Sol Serrano, Universidad y Nación. progresiva atención a la figura del perito, que derivó en la obligatoriedad Chile en el siglo xix (Santiago: Edidel testimonio médico en procedimientos que involucraban golpes, heritorial Universitaria, 1994), 152. das, homicidios, suicidios, envenenamientos, estrangulaciones, asfixias, 23. Para este tiempo sólo se habían autorizado tres formaciones en el partos, abortos, infanticidios, violaciones y demencia, entre varios otros, área: medicina-cirugía; químicainsertando oficialmente a los médicos en la maquinaria judicial. botánica y obstetricia. Ver M.A.C., Reforma de las Instituciones La justicia penal reconoció la importancia del especialista en la idenMédicas (Santiago: Imprenta del Ferrocarril, 1856), 6. tificación del cuerpo del delito y en la evaluación de la responsabilidad 24. Armando de Ramón, “La justicia criminal. El Código Penal (1874) obligó a los peritos llamados por el juez a chilena entre 1875 y 1924”, Cuacolaborar y a todo médico a informar sobre las ofensas criminales de las dernos de Análisis Jurídico 12 (1989). que tuvieran conocimiento25. Ante esta normativa, los médicos respondie25. Federico Puga Borne, Compendio de Medicina Legal adaptado a ron confirmando la especificidad de su saber y la cualidad que los situaba la legislación chilena (Santiago: como expertos. Diferenciándose del testigo común, se presentaron como Imprenta Cervantes, 1896), 48. Ver también Caupolicán Pardo, profesionales formados al alero de una ciencia y como sujetos que a través “Secreto Profesional”, Revista Médica de Chile 29: 10 (1901): de su práctica habían adquirido las condiciones y competencias para veri267-270. ficar e informar a la justicia26. Ahora bien, la penalización a la que podían 26. Germán Schneider, “El Rol del estar sujetos si se negaban a asistir a la justicia fue leída por los médicos Médico”, Revista Médica de Chile 1 (1872): 123. como una amenaza a un prestigio que no se construía sólo desde su saber, 27. Comisión Editora, “El código sino también desde la independencia de su profesión y desde la especial penal y los médicos”, Revista relación que decían cultivar con sus pacientes y familias27. Así, la relación Médica de Chile 3: 6 (1874) y Sandalio Letelier, “El código penal y la profesión de médico-cirujano”, Revista Chilena 7 (1877): 495.

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de los médicos con la justicia se perfilaba desde dos ejes: por un lado, la necesidad de posicionar su autoridad de diagnóstico, y por otro, su autoridad social. Como explicaba el doctor Augusto Orrego Luco, los médicos eran “aparte de los sacerdotes”, quienes mejor conocían íntimamente la interioridad de la sociedad y eran a su vez quienes más discretamente reservaban sus asuntos28. La ley civil solicitó la evaluación del estado mental de un individuo en casos de internación terapéutica y de interdicción, entre otros29. En la segunda instancia, la puesta en vigencia del Código Civil reemplazó la reglamentación colonial sobre la curatela de dementes normada por las Siete Partidas (siglos xiii-xiv) e instaló la obligatoriedad de la participación médica en la interdicción30. El juez debía oír los dictámenes de médicos “de su confianza” sobre “la existencia y naturaleza de la demencia”31. En 1887 se explicitó que eran los médicos de ciudad quienes como funcionarios estatales debían cumplir dicha tarea, informando a la autoridad judicial sobre todo asunto médico-legal en que les pidiera su dictamen, debiendo practicar reconocimientos y realizar autopsias32. Pese a que esta norma puede llevar a pensar que estos profesionales monopolizaron la pericia médico-legal, el estudio de la práctica judicial muestra que el examen de la locura congregó a una variedad de médicos cuyas identidades profesionales —la mayor de las veces sobrepuestas— fluctuaban entre su condición de médico de familia, médico general, alienista o especialista en enfermedades nerviosas y mentales, y médico legista o de ciudad. Los evaluadores expertos compartieron diversas identidades profesionales, móviles e intercaladas. Algunos se presentaron como médicos de familia o “de cabecera” del enfermo; otros reconocieron un conocimiento general sobre las enfermedades mentales; otros se presentaron como especialistas en la identificación y tratamiento de la demencia; y unos, como 28. Augusto Orrego Luco, los médicos de ciudad, eran encargados Recuerdos de la Escuela, 85. de los temas médico-legales, comenzando a 29. El estudio de la evaluación médica de la locura ha ser llamados desde 1880 a ser médicos legistendido a estar relacionada tas y más adelante, médicos forenses. con los procesos de institucionalización de dementes La instalación formal de la labor pericial en Casas de Orates y al profundizó el debate en torno a la calidad examen de la responsabilidad delictual en juicios criminales. La interdicción no ha sido estudiada en el

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caso chileno y escasamente en la región salvo los trabajos en argentina de Silvia Di Liscia y Daniela Bassa, “Médicos, Jueces y Locos. Sobre Peritaje de Insania y Justicia en el Interior Argentino, 18901930”, Horizontes, Braganca Paulista 21 (2003): 15-26; Daniela Bassa “Insania y Justicia en el Territorio Nacional de la Pampa Argentina (1880-1930)”, Frenia 3: 1 (2003): 31-65 y Silvia Di Liscia, “Mujeres, Locura e Incapacidad Civil en Argentina, 1890-1920”, Aljaba, Nueva Epoca 8 (2003): 89-105; y el trabajo doctoral en el caso mexicano de Cristina Sacristán, “Locura y Justicia en México. La Psiquiatría, la Familia y el Individuo Frente a la Modernidad Liberal: El Caso Raygosa (1873-1877)” (Tesis de Doctorado en Historia, Universitat Rovira i Virgili, 1999), a quien agradezco haberme facilitado el acceso a su investigación. 30. Con más de 2500 artículos el Código Civil ha sido considerado como una de las codificaciones más influyentes en América Latina. Fue adoptado por El Salvador, Ecuador, Venezuela, Colombia y Honduras, e influenció los códigos de Uruguay, México, Guatemala, Costa Rica, y Paraguay. Ver Matthew C. Mirow, “Borrowing Private Law in Latin America: Andres Bello’s use of the Code Napoléon in Drafting the Chilean Civil Code”, Louisiana Law Review 61 (2000-2001): 291-329 y Alejandro Guzmán, Historia de la Codificación Civil en Iberoamérica (Cizur Menor, Navarra: Universidad de Navarra/Garrigues Cátedra, 2006). 31. Manuel Amunátegui, ed., Código Civil de la República de Chile (Valparaíso: Imprenta y Librería del Mercurio, 1865), especialmente los artículos 446 y 460. 32. “Médicos de Ciudad. Santiago, 31 de diciembre de 1887”, Disposiciones Vigentes en Chile sobre Policía Sanitaria y Beneficencia Pública (Santiago: Roberto Miranda Editor, 1889), 56-60.

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y rol de la evaluación. El Prontuario de Enjuiciamiento Criminal (1884), precedente del Código de Procedimiento Penal (1906), reconocía que una pericia irresponsable podía llevar a remover los bienes a una persona, sus derechos civiles, enviarlo a un asilo, hacer a un enfermo responsable de un crimen o salvar a un criminal de sus acciones33. Pero también, como indicaba el jurista Robustiano Vera en su Jurisprudencia Práctica (1888), la medicina legal ofrecía su saber y se presentaba en muchos casos como “la salvaguardia de la inocencia acusada y en otros el camino para descubrir al crimen y hacer que el castigo de un delito caiga sobre el verdadero culpable, lo que sin este auxiliar poderoso hubiera quedado oculto, sufriendo tal vez la inocencia”34. Pese al reconocimiento del testimonio experto, varios aspectos de su práctica no estuvieron legalmente organizados. Como explicaba Federico Puga Borne en 1896, especialista en medicina legal, la falta de códigos de procedimiento había afectado la labor pericial, llevando a que en algunos casos la participación del médico quedara sujeta a la costumbre o voluntad del juez35. En procesos de interdicción los médicos tendieron a ser convocados; los silencios acusados por el doctor Puga se expresaron en otras dificultades, reconocidas por abogados, médicos, demandantes, imputados y testigos. Algunos como Domingo León cuestionaron la convocación de peritos que no manejaban un saber especializado en torno a las enfermedades mentales; otros, en una línea similar a la presentada por el jurista Vera, recordaron que, dadas las importantes consecuencias que conllevaba la interdicción, no era extraño encontrar imputaciones falsas de demencias motivadas por intereses patrimoniales, o reportes periciales que se dejaban llevar por la evidente generosidad de las partes36. A fin de siglo el desarrollo de la medicina legal contribuyó en la identificación de los contenidos que debía poseer un reporte pericial en procesos que involucraban la evaluación de posibles problemas mentales. El Prontuario sugería tres caminos para realizar una buena evaluación: informarse del comportamiento del enfermo mental, observar sus características y acceder por medio de la interrogación a aquellas verdades que no se manifestaban en los métodos anteriores37. El Manual 33. Robustiano Vera, Prontuario de de Medicina Legal (1896) de Puga Borne formalizó de modo más cabal el Enjuiciamiento Criminal (Santiago: Imprenta Victoria, 1884), 279. código de acción del perito. El experto debía ser capaz de entender las 34. Robustiano Vera, La Jurisprudendiversas condiciones que abarcaba el amplio término ‘demencia’, comúncia Práctica de nuestros Tribunales de Justicia (Santiago: Imprenta de mente usado en el ámbito judicial; confirmar que la enfermedad mental los Debates, 1888), 303. fuese habitual; y comprender la real dimensión del intervalo lúcido. Puga 35. Federico Puga Borne, Compendio enseñaba sobre las reglas de conducta que debía seguir el perito, las que de Medicina, 8. consideraban que “si en el curso de la operación el médico experimenta 36. Robustiano Vera, La Jurisprudencia Práctica, 303. una duda, por mas leve que sea, debe mirar como un deber el renunciar a 37. Robustiano Vera, Prontuario de todo amor propio haciendo llamar a hombres más competentes”38. Insistía Enjuiciamiento, 279.

38. Federico Puga Borne, Compendio de Medicina, 51. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 88-109


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en la necesidad de proceder con orden y método, empleando la mayor atención en la comprobación de los hechos y siendo extremadamente escrupuloso en las descripciones. Para ello se debían seguir ciertas reglas generales para el diagnóstico. La primera era la sumaria y la recolección de datos e información; la segunda correspondía al interrogatorio, que debía ejecutarse con naturalidad y sin prisa para que el loco se tranquilizara y se sintiera a gusto con el médico; y la tercera era el examen directo de los trastornos en las funciones intelectuales, de las facultades instintivas y afectivas y de las funciones sensoriales. Los reportes debían ser claros, breves y comprensibles para una audiencia lega39. La puesta en marcha de los Códigos de Procedimiento Civil (1903) y Penal (1906) develó los conflictos generados del encuentro entre ciencia médica, derecho y práctica judicial40. Pese a que se reafirmó la necesidad de contar con el apoyo de profesionales titulados capaces de declarar con certeza la existencia de lo observado o deducido en concordancia con los principios de su ciencia, arte u ocupación, se mantuvo la falta de especificidad en torno a los tipos de médicos que debían realizar evaluaciones en procesos de interdicción41. Adicionalmente, los códigos problematizaron el carácter probatorio de las evaluaciones periciales al presentarlas como presunciones dependientes de la competencia de los expertos, de la uniformidad o desacuerdo de sus opiniones y de los principios científicos sobre los que construían sus conclusiones. Durante la segunda mitad del siglo xix e inicios del xx la práctica judicial, al menos en el ámbito de la interdicción, reprodujo las tensiones del quehacer pericial, amplificadas por la diversidad de médicos participantes y por la falta de método que acompañaba al testimonio experto y que facilitaba poner en entredicho la propia legitimidad del examen. La evaluación experta fue parte de la expansión del sistema judicial y respondió a los intereses, ambiciones y conflictos de la ciencia médica. Su reconocimiento constituye un elemento más en la historia de los mecanismos de poder estrenados por la república, en un contexto —siguiendo la reflexión presentada por Foucault para la lettre de cachet en el escenario francés del siglo xviii— articulado no sólo a los intereses de la ciencia, sino a los móviles y contextos de la vida cotidiana42. En este diálogo el cuerpo constituyó un recurso central de interpretación, 39. Federico Puga Borne, Compendio incidiendo en las bases epistemológicas del conocimiento científico. de Medicina, 572 y 56.

2. El cuerpo como síntoma: lecturas corporales de la enfermedad mental El nombramiento de facultativos en juicios de interdicción formalizaba la tarea pericial, dando inicio a un proceso que en la práctica adquirió una serie de matices y peculiaridades. En algunas oportunidades los peritos fueron los primeros en caracterizar médicamente la locura, mientras que en otras su voz se sumaba a evaluaciones facultativas presentadas por

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40. Código de Procedimiento Penal de la República de Chile (Santiago: Imprenta Cervantes, 1906), 45. 41. Especialmente “Del informe de peritos”, Código de procedimiento civil (Santiago: Imprenta Barcelona, 1902), 385-392; Código de Procedimiento Penal, 168-169. 42. Michel Foucault, La vida de los hombres infames, ensayos sobre desviación y dominación (Buenos Aires: Altamira, 1990).

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demandantes e imputados con el fin de validar sus peticiones o agilizar el proceso con la entrega de mayores antecedentes. Los peritos convocados por el juez dialogaron con estas otras voces expertas, haciéndose parte de las tensiones y negociaciones propias del proceso. Las conclusiones de ambos se plasmaron en reportes escritos que, dependiendo de intereses y del propio curso que seguía la corroboración de la incapacidad, fluctuaron entre sendas evaluaciones que podían llegar a superar las veinte carillas o breves reportes de una foja. Los procesos de interdicción se caracterizaban por la profusión de voces médicas que intentaban clasificar la enfermedad, precisar sus causas o establecer una prognosis. Pese a esta abundancia y a que la ley obligaba al perito convocado a asistir al juez, ciertos profesionales se excusaron de participar en los procesos, indicando que el asunto “no era de su especialidad”, que estaban muy ocupados o que se encontraban fuera de la ciudad; otros expresaron sus dificultades para ajustarse a las condiciones de la tarea pericial, sea por sus tiempos, contextos o retribuciones, siendo reemplazado por testigos más dispuestos. En medio de los pormenores de la práctica pericial, el cuerpo se instaló como el primer referente visual entre demente y perito. Constituyó la materialidad sobre la cual se expresaba o se escondía el problema mental, ofreciendo interesantes signos por medio de los cuales leer y ordenar los diversos vestigios que hacían referencia explícita o implícita a la enfermedad. 2.1. Las locuras congénitas y la debatida frontera de la debilidad mental El cuerpo entregaba las primeras pistas sobre el carácter congénito o adquirido de una posible demencia. La ciencia médica admitía la distancia entre ambos estados y reconocía que las perturbaciones congénitas, constituidas por el idiotismo, el cretinismo, la imbecilidad y la debilidad de espíritu eran las más sencillas de identificar, dado que como condiciones agudas, incurables y de larga data, originadas de un defecto de conformación y desarrollo del cerebro, solían manifestarse claramente en el organismo, por ejemplo a través de “una cara plana, la boca grande, la cabeza inclinada a uno u otro lado, el cuello deformado casi siempre por el bocio, muy corto o desmesuradamente largo, la talla reducida, la columna vertebral desviada, el vientre voluminoso y flojo”43. Atribuir a una demencia un origen congénito tenía importantes repercusiones en la interpretación de la capacidad de un individuo, toda vez que este estado era entendido como una categoría absoluta y una condición persistente y aguda. Las consecuencias de dicha interpretación en un juicio de interdicción se expresaban en la certificación pericial de la incapacidad, y finalmente en la restricción de los derechos civiles. De ser apelada la resolución, la estrategia no residía en plantear una mejora de la enfermedad sufrida por el sujeto, como sucedió en casos de personas interdictas por locuras adquiridas, sino 43. Federico Puga Borne, Compendio de Medicina, 588. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 88-109


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en un cuestionamiento de la figura y saber del perito, en la desacreditación de la interpretación experta que llevó a determinar un estado de incapacidad congénito. Éste fue el caso de Trinidad Álvarez, una mujer de cuarenta años declarada interdicta en Santiago en mayo de 1890 sobre la base de argumentos familiares que indicaban que siempre había sido “algo loca y exagerada” y a un informe pericial que acusaba un idiotismo originado en la falta de desarrollo de su cerebro y manifestado en la forma de su cráneo y en la imposibilidad de pronunciar y retener ciertas letras e ideas44. En 1891 su esposo Domingo León Calderón, agricultor veinteañero casado con Trinidad en octubre del mismo año, solicitó revocar la interdicción. Domingo cuestionó el mérito legal de la evaluación que incapacitó a su esposa y solicitó nuevas pericias que garantizaran el manejo de un conocimiento experto, precisando que se hacía urgente la participación de los médicos de la Casa de Orates (1852). El cuerpo representó un espacio clave de exploración y debate, tanto para quienes advertían en Trinidad los estigmas congénitos que la ciencia médica atribuía a los idiotas e imbéciles, como para quienes sólo veían en ella un estado “de perfecto funcionamiento” corporal. En una nueva ronda de evaluación pericial convocada por el juez, los médicos ofrecieron opiniones opuestas; mientras los doctores Francisco Puelma Tupper, Vicente Izquierdo y Wenceslao Díaz volvieron a reconocer en ella una imbecilidad crónica, los alienistas del “loquerío” negaron dicha versión, exponiendo la sanidad de la interdicta45. Octavio Echegoyen y Manuel Segundo Beca consideraron que Trinidad de ninguna manera correspondía a una enajenada mental, pues pese a que sus facultades intelectuales se asemejaban en parte a las degeneraciones psíquicas congénitas, no exhibía “los signos físicos o estigmas” que los caracterizaban, “las deformaciones craneanas, las de las extremidades y tronco, el bocio, la fisonomía especial, ni tampoco los desórdenes intelectuales”. Por el contrario, su cabeza era “bien formada” y “la medición del cráneo” daba las cifras comunes, la fisonomía de su cara era “tranquila, agradable”, no habiendo “una sola desviación en los rasgos, pliegues y aberturas”46. ¿Por qué profesionales médicos, pertenecientes todos a la élite académica santiaguina, no sólo interpretaron, sino observaron e identificaron características tan disímiles en una misma persona? ¿Cómo era posible que uno de los rasgos más evidentes de un estado crónico de demencia estuviese sujeto a un escrutinio tan dispar? La identificación judicial de la locura dio cuenta de los problemas, tensiones y complejidades del saber médico, revelando las tensiones que rodeaban a la pretensión de objetividad del conocimiento científico, la naturalización del cuerpo y la “verdad” patológica. La lectura del cuerpo, la interpretación de la capacidad y las defini44. “Interdicción por Demencia” (1890), f. 7. ciones del estado mental de Trinidad se efectuaron en el marco de un 45. “Interdicción por Demencia” proceso judicial que la privaba de la administración de sus bienes y del (1890), f. 57.

46. “Interdicción por Demencia” (1890), ff. 61-71. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 88-109

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manejo de su propia persona. Respondían y se dejaban envolver por los conflictos que habían motivado el juicio y por los contextos que tensionaban la relación entre el carácter subjetivo de la enfermedad y un discurso médico que la objetivaba. El cuerpo no era una plataforma estática y sus rasgos no eran absolutos, dando cabida a una variedad de interpretaciones que se articulaban con las condiciones materiales que lo rodeaban y modelaban. En el Santiago de 1897 la capacidad de Corina Beauchef, una mujer soltera de sesenta y seis años que había vivido gran parte de su vida al lado de su hermana recientemente fallecida, había sido puesta en duda por cinco sobrinos y una sobrina, quienes eran al mismo tiempo los principales herederos de su fortuna. El doctor Echegoyen, el mismo especialista que había evaluado a Trinidad Álvarez, había sido convocado por el juez para completar una comisión de doctores formada por Marcial Guzmán, Alcibíades Vicencio, Luis Espejo y Vicente Izquierdo. Durante el curso del proceso se sumarían otros peritos, en el marco de una activa defensa de la imputada promovida por el reconocido abogado Abdón Cifuentes. La historia de interdicción de Corina, similar a la de Trinidad, se caracterizó por la discrepancia en el diagnóstico, por la distancia interpretativa entre los diversos peritos y por las diferentes lecturas dadas a su cuerpo. En un primer desacuerdo los doctores Izquierdo y Espejo consideraron que Corina no debía ser puesta bajo interdicción, pues no presentaba los estigmas de los problemas congénitos, mientras que el alienista Octavio Echegoyen acusó su incapacidad y demencia apoyándose de una serie de signos que revelaban su problema47. A primera vista Echegoyen advertía que Corina no presentaba “nada de loca”, pues no poseía los estigmas físicos del idiotismo y la imbecilidad “en sus grados mas acentuados”, no mostraba tampoco asimetría alguna en su cráneo o cara ni microcefalia o macrocefalia, ni implantación viciosa de las orejas ni frente aplanada. Sin embargo, reconocía que sí exhibía, a pesar de su aire distinguido, “ese sello de la fisonomía que no se puede explicar en que consiste, esa falta de expresión intelectual que acusa casi siempre la simpleza de espíritu”48. Echegoyen explicaba que personas de la posición social de Corina, quien pertenecía a una de “las familias mas distinguidas de Santiago”, gozaban de una educación y de una instrucción privilegiadas, que posiblemente la ayudaban a esconder parte de los problemas intelectuales que sufría49. Pese a ello, no se podían pasar por alto las vacilaciones, silencios y ausencias que mostraba en su conversación, considerando además que ella había recibido la mejor educación disponible para “una mujer de su tiempo”. Echegoyen identificó en Corina un especial tartamudeo, una cierta 47. “Interdicción por Demencia” dificultad para emitir palabras que, de acuerdo con su criterio, caracte(1890), f. 115. rizaba a los débiles de espíritu. El perito había reconocido en Trinidad 48. “Interdicción por Demencia” (1890), ff. 117v-118. Álvarez un problema similar, un tartamudeo que la hacía “omitir algunas 49. “Interdicción” (1898), en ahnch, Judicial de Santiago, leg. L 320B, cuaderno 1, f. 118.

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letras en cada palabra o reemplazarlas por otras mas fáciles de pronunciar”50. Ahora bien, mientras esta tartamudez contribuyó a revocar la interdicción de Trinidad, en Corina apoyó el diagnóstico de debilidad mental. Echegoyen atribuyó el tartamudeo de Trinidad al cercano grado de parentesco de sus padres y entendió que su pobreza intelectual no derivaba de una demencia, sino que era resultado de una vida campesina, sin roce social ni acceso a un mayor cultivo. Corina, por el contrario, fue identificada como débil de espíritu, presentada como una persona de facultades tan poco desarrolladas que se asemejaba a una niña de doce años51. Los silencios de Corina fueron considerados graves dado el contexto social que la había forjado, que no debía dar cabida a este tipo de comportamiento ni expresiones. Los peritos discreparon en su identificación e interpretación de los cuerpos supuestamente enfermos de Trinidad y Corina. Esto se vinculó a las condiciones del juicio, a la tensión entre los tipos de pericia y a las variaciones en la expresión de la capacidad individual. Así, pese a que los textos de medicina legal que circulaban por esos años reconocían que la identificación de estados congénitos eran los más fáciles de establecer, la práctica daba cuenta de que no bastaba con aplicar un discurso que insistía en una exterioridad que los denunciaba, “ya es el pequeño volumen de la cabeza, ya las deformaciones del cráneo, ya la fisonomía especial de tristeza […] o la sonrisa no interrumpida”52. El cuerpo y la fisonomía se alejaban en la práctica médico-legal de su pretensión científica y dejaban ver la serie de representaciones que lo forjaban. El desafío pericial se articulaba no sólo con la teoría de causas y consecuencias, sino con ambiciones profesionales que intentaban descubrir el alcance real de la patología mental en cuerpos educados como el de Corina o iletrados como el de Trinidad. Estos cuerpos representaban identidades en tránsito, cuyos ángulos y líneas no se constituían objetivamente, sino que respondían a una serie de circunstancias que le daban sentido, forma y significado a sus móviles contornos. 2.2. Las locuras adquiridas y la certidumbre de la demencia senil El reconocimiento de las demencias adquiridas respondió a procesos de medicalización que reconocieron la compleja, ecléctica y cambiante taxonomía de la locura. Estos cambios no sólo implicaron una clara distancia con los problemas congénitos, sino que llevaron a entender que la locura podía involucrar un desarreglo parcial de las facultades. La pasada distinción entre la inteligencia sana y la inteligencia perturbada ya no era sostenible, pues como explicaba el profesor de enfermedades mentales y nerviosas Augusto Orrego Luco, la ciencia había demostrado que la locura y el genio, lejos de ser elementos incom50. “Interdicción por Demencia” patibles, “son esencialmente idénticos”. Así, durante la segunda mitad del (1890), f. 64v. siglo la disciplina médica se alejó en Chile de la imagen del loco “de teatro” 51. “Interdicción” (1898), f. 118.

52. “Interdicción por Demencia” (1890), f. 70. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 88-109

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y fue tomando el referente francés, particularmente la problematización de la locura parcial realizada por Jean-Étienne Esquirol (1772-1840) a través de la monomanía, quien reconoció la variedad de expresión de la locura y su incidencia en los afectos, el intelecto y la voluntad53. El conocimiento de la cambiante nosología de las enfermedades mentales representó un desafío para los médicos. Así también lo fue el proceso de relacionar los síntomas a una determinada patología, más aún los corporales. Un buen reporte debía considerar los rasgos fisonómicos y la disposición corporal, además del estado de la voluntad e inteligencia, y dentro de ésta, la percepción, la atención, el juicio y la memoria. En el encuentro personal con el imputado, el doctor Puga Borne enseñaba que para tener una noción lo más exacta posible de la locura era preciso que las investigaciones comprendieran no sólo los fenómenos psicológicos, sino también los caracteres físicos. La fisonomía general representaba “el reflejo del estado mental” y por tanto el perito debía siempre trazar en su informe lo más fielmente “el retrato del enajenado; la actitud, la marcha, la mirada, la forma del cráneo, los estigmas, la actitud de la cabeza, los gustos, los movimientos parciales de los labios y las manos, la esputación frecuente, la manera de vestirse”, todos los detalles del conjunto de las facciones, que otorgaran al loco un carácter y que suministraran indicios serios “para el diagnostico de la primera mirada”. Había que fijarse también en la piel, que tendía en los locos a ser seca, amarillenta, terrosa, cubierta de una especie de barniz viscoso, de olor característico, sujeta a inflamarse, congestionarse, agrietarse y cubrirse de erupciones. Había que fijarse en “las heridas y contusiones que los enfermos se hacen a si mismos en las tentativas de suicidio o involuntariamente durante los paroxismos de furor, mordeduras de lengua de los epilépticos, mutilaciones, arrancamiento de la lengua y los labios por mordeduras, desollamiento producido por ciertos movimientos automáticos”54. 53. Sobre locura parcial y nosología Junto a la observación debían realizarse una serie de preguntas en el marco Francés ver José sobre aspectos personales. De tener hijos, se preguntaba sobre fechas de Martínez Pérez, “Catalogando la diversidad del comportamiento nacimiento, cantidad, nombre o edad de éstos; se abordaban aspectos relahumano: La nosología francesa cionados al juicio de interdicción, como la causa, el transcurso o los bienes decimonónica ante las conductas delictivas (1800-1855)”, Asclepio en juego; así, también se interrogaba sobre aspectos relacionados con la xlviii: 2 (1996): 87-114. historia reciente. Por ejemplo, el doctor Valderrama, al evaluar a Rómulo 54. Federico Puga Borne, Compendio de Medicina, 571, 578-579. Baltra, le hizo una serie de preguntas sobre la fecha de fallecimiento de Ver también María José Correa su madre, el tiempo que había pasado desde la declaración de guerra al Gómez, “Violencias ejercidas en los cuerpos”. Perú y el año de su nacimiento55. Similarmente, cuando los especialistas 55. “Sobre que se declare en interAugusto Orrego Luco y Guillermo Del Sol acudieron a la casa de Ramón dicción a Rómulo Baltra” (1884), Arriagada, lo interrogaron “sobre muchas materias de carácter general”, en ahnch, Judicial de Santiago, leg. 74B, pieza 29, f. 4. a lo que contestó con divagaciones y “quejándose de su mala memoria”56. 56. “Interdicción” (1897), en ahnch, Judicial de Santiago, leg. 216A, pieza 13, f. 8.

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Se reconocía entre quienes sufrían demencias congénitas el recuerdo de una etapa de la vida en la cual no se expresaban los síntomas y problemas revelados con posterioridad. Por tanto, la evaluación médica debía concentrarse en rastrear el cambio, movilizando las preguntas con el objeto de constatar lo viejo y lo nuevo, lo estable y lo alterado, dando cuenta de tránsitos abruptos y de procesos graduales e intermitentes. Dentro de estos movimientos era necesario establecer si la locura era habitual, si había posibilidad de recuperación o si la enfermedad era progresiva. Era muy valioso determinar no sólo las características del cuerpo, sino también sus modificaciones: el deterioro, la incapacidad física y los problemas cotidianos que delataban visualmente el paso de la salud a la enfermedad. Condiciones como la monomanía, la demencia senil, la parálisis, la manía, el delirium tremens, la lipemanía y la histeria, entre varias otras, acusaban las particularidades materiales de la enfermedad. Los demandantes, testigos, médicos, abogados e imputados hablaban de los cuerpos, les otorgaban un determinado peso, color, edad y condición, retrataban las facciones, describían las miradas, precisaban los surcos y delineaban la estructura, con el objeto de multiplicar las intenciones que movían las palabras de todos aquellos que participaron en los procesos. Hablaban de ellos otorgándoles un sentido, los describían en relación a la condición acusada o rechazada, interpretaban, hacían uso y construían un conocimiento médico en constante movimiento. En algunos casos resultaba simple relacionar aquellas extrañas conductas exhibidas por los imputados con un grave accidente, del cual el cuerpo aún guardaba registro. Caídas a caballo y golpes en la cabeza explicaban cambios importantes en el comportamiento y facilitaban la identificación del diagnóstico. Ataques de parálisis, de epilepsia, de arterioesclerosis y de delirium tremens daban cuenta de situaciones de riesgo que, dependiendo de su menor o mayor expresión, llevaban a la identificación de una incapacidad. Estos asaltos se expresaban visualmente, tanto en sus momentos de actividad como en sus consecuencias y así lo hicieron saber los peritos. La demencia senil, ampliamente diagnosticada en procesos de interdicción, implicaba diferentes etapas de desarrollo y manifestación de la enfermedad. Ciertamente no se nacía senil, pero se reconocía que las condiciones de la vida o una predisposición orgánica podían empujar a adelantar un proceso que se pensaba bastante compartido, como por ejemplo la “vejez prematura”, a la que conducía el consumo excesivo de alcohol57. Sea en una etapa intermedia o avanzada de esta condición, los médicos hicieron uso de una amplia retórica por medio de la cual presentaron al deterioro físico como uno de los signos centrales de esta perturbación. Hacia 1886, cuando los doctores Olegario Silva y Eduardo Lira se presentaron en la casa de Jacoba Aguilar y Urbina para evaluar su estado mental, se encontraron como ellos mismos describieron, con una mujer 57. Ernestina Pérez, Conferencia

sobre el Alcoholismo dada en el Club de Señoras (Santiago: Imprenta Universitaria, 1920), 11.

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postrada, de cutis seca, apergaminada y delgada, surcadas por numerosas y antiguas arrugas, el pelo casi completamente cano, el circulo senil de los ojos manifiestos y su boca carente de la mayor parte de la dentadura58. Sin separarse de esta imagen, establecieron que Jacoba, con más de ochenta años, tenía la memoria perdida, no reconocía a sus parientes inmediatos, había olvidado sus nombres y no podía explicar lo que acababa de hacer o hablar. De manera similar, trece años más tarde, cuando Eduardo Lira se presentó en compañía del doctor Eduardo Donoso en la casa de Úrsula Ballester, volvió a describir a la imputada desde su cuerpo anciano, el cual mostraba “todos los caracteres de la senilidad mas avanzada”. Su cutis era duro, seco y apergaminado, los músculos y las arterias se encontraban atrofiados y el círculo senil de la córnea muy desarrollado. Para ellos, su estado no hacía más que confirmar las consecuencias del “curso de la vida”, producto “del trabajo orgánico y del desgaste natural del mecanismo humano”, diferentes a las demencias surgidas “ya sea por lesiones orgánicas del cerebro o por vesanias”59. Úrsula, quien contaba al momento del juicio con noventa y tres años, padecía además de problemas en su memoria, había expresado cambios en sus patrones afectivos —pues ya no mostraba sentimientos religiosos—, la voluntad estaba debilitada, el sueño era escaso y tenía alucinaciones en la vista y en los oídos. La evaluación de la demencia senil habla de la importancia de la edad en la apreciación del cuerpo y en la interpretación de la locura, así como de las categorías usadas para nombrarla y organizarla. Como un abogado apuntaba, la locura adquirida era poco usual antes de los quince años, se incrementaba en los veinte y alcanzaba una mayor frecuencia durante los treinta y los cuarenta, tiempo en los cuales se expresaban los mayores cambios en el carácter, el hábito y los afectos60. Cada edad tenía sus 58. “Interdicción de D. Jacoba Aguipeligros y sus enfermedades peculiares, así como sus afecciones menlar y Urbina” (1886), en ahnch, tales más características61. El rol del médico consistía en establecer e Judicial de Santiago, leg. 177A, pieza 1, f. 10. identificar la desviación de la “norma” que se ejecutaba a cierta edad. 59. “Interdicción por Demencia” A diferencia de otras edades, la vejez emergió en el discurso médico no (1898), en ahnch, Judicial de Sancomo espacio para la escenificación de ciertos problemas, sino más bien tiago, leg. 251, pieza 3, f. 3. como problema en sí misma, cuyos rasgos constitutivos se asemejaban 60. Humberto Molina Luco, Enajenaciones Mentales (Valparaíso: peligrosamente a la demencia senil. Congruentemente, la descripción del Imprenta Lillo y Cortés, 1905), 8. cuerpo viejo parecía retratar eso, un cuerpo gastado y anciano. Así se 61. En el contexto europeo esta idea fue presentada por Pat Thane, incorporaba al lenguaje científico cuadros fisonómicos cotidianos, legi“Geriatrics”, en Companion Encytimando la medicalización de la vejez y patologizando los cambios que clopedia of the History of Medicine, ed. W.F. Bynum y Roy Porter, vol. las capacidades, afectos y voluntades comenzaban a experimentar con 2 (London & New York: Routel paso del tiempo62. Ejemplo de esto es la importancia que adquirió la ledge, 1993), 1102. demencia senil como enfermedad, oficializada en los diagnósticos del 62. Sobre la vejez, Margaret Pelling y Richard Smith, eds., Life, death, and the elderly. Historical perspectives (London: Routledge, 1991).

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manicomio de Santiago y tomado como el único desorden específico asociado a la vejez en las estadísticas del país63. El entendimiento de la demencia senil como enfermedad degenerativa ciertamente restringió el uso de otros criterios de diagnóstico en adultos mayores cuya capacidad fue constantemente puesta en entredicho en procesos de interdicción64. A modo de cierre: expertos e interdictos El problema de la naturalización del cuerpo, entendido en sus múltiples dimensiones, ha sido ampliamente abordado por la teoría feminista, la perspectiva de género y los trabajos centrados en el control social. Discutir el modo como la ciencia ha hecho uso de las interpretaciones corporales existentes en la práctica médica permite, por un lado, analizar la manera como la medicina ha reducido conceptualmente el cuerpo a ciertos tipos, con profundas consecuencias en los diagnósticos en torno a lo sano y lo enfermo, a lo adecuado y lo incorrecto, y por otro, enmarcar el uso del discurso y abordar los conflictos y vacíos que se expresan en su uso. El estudio de la figura del especialista como testigo permite comprender algunas lógicas y ampliar el análisis de los cambios que expresa el conocimiento médico en su uso cotidiano. Es posible proponer que los médicos emitieron sus diagnósticos marcados por la tensión entre la necesidad de entender las enfermedades mentales como entidades patológicas articuladas a cuadros clínicos y la subjetividad propia que atribuían a la enfermedad encarnada en hombres y mujeres, jóvenes, 63. El diagnóstico de demencia senil adultos y ancianos. También es importante reconocer en la esfera de la gradualmente comenzó a ser utilizado en diferentes instancias. práctica lo que se puede llamar los conocimientos activados, canalizados Mientras José Ramón Elguero no por los deseos, temores, necesidades, apremios y entusiasmos de quienes consideró la demencia senil entre los diagnósticos de la Casa de hicieron uso de ellos. Locos en 1863, Manuel Segundo Beca en 1885 la incluyó junto a Categorías tales como la debilidad de espíritu o la demencia senil resuna gama de nuevas categorías. pondieron a las ambiciones de una modernidad urbana y discursivamente Manuel Segundo Beca, Movimiento de la Casa de Orates, 30. letrada que presionaba sobre aquellos que no parecían insertarse en los 64. Siguiendo el sistema de clasifinuevos códigos, más aún de aquellos que habían sido formados para cumcación instalado en 1900 por el plirlas. La caracterización de la debilidad de espíritu suponía ser capaz de estadista francés Jacques Bertillon, 1289 personas fueron idenidentificar la frágil frontera que separaba a personas que congénitamente tificadas como dementes seniles en 1907; 1189 en 1908 y 1435 en no tenían la capacidad para desarrollar ciertos caracteres, con aquellos 1909. Ricardo Boza, “Demografía que no lo habían hecho por una falta de recursos o accesos. La tipificaen general y de las ciudades y puertos principales”, en Higiene ción de la demencia senil daba cuenta de las fronteras que separaban a la y Asistencia Pública en Chile. locura de la debilidad física y mental, y evidenciaba el lugar que la socieHomenaje de la Delegación de Chile a los Delegados Oficiales a la Quinta dad podía llegar a conferir a quienes manifestaban un agotamiento de Conferencia Sanitaria Internacional sus capacidades. La interdicción descartaba civilmente a quienes ya poco de las Repúblicas Americanas, ed. Pedro Lautaro Ferrer (Santiago: Imprenta Litografía y Encuadernación Barcelona, 1911), 130.

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parecían poder aportar, no sólo dentro de un concepto cívico, sino también familiar. Los peritos respaldaron dichas apreciaciones intentando posicionarse como expertos, administradores de un instrumento central para la preservación del orden familiar y social. Así, reconocieron en varias ocasiones la necesidad de declarar una incapacidad, no a raíz de una condición posible de identificar, sino como corolario de la importancia de proteger el buen uso de los derechos que permitían ejercer la patria potestad, contraer matrimonio, testar, administrar los bienes y realizar una serie de contratos, entre varios otros. Reconocían la importancia de vigilar y ordenar lo desviado, con el objeto de asegurar la reproducción social de las familias de una renovada élite sustentada no sólo en el latifundio, sino en la actividad profesional burócrata y comercial, y de paso posicionar su propio saber y autoridad profesional. A inicios del nuevo siglo dos nuevos marcos aportaron al debate sobre el lugar del cuerpo en la evaluación pericial, tensionando de paso la observación clínica y el encuentro médicopaciente. La creciente influencia de la anatomía patológica, así como la intervención del laboratorio y sus tecnologías en el entendimiento de problemas neurológicos llevaron a la introducción de nuevas técnicas e interpretaciones, de la mano de la extensión de la institución manicomial y la formalización de la ciencia médico-legal. Así por ejemplo, las lecturas del cuerpo se articularán con nuevos lenguajes, categorías y técnicas como el test de Wassermann ante la sospecha de sífilis usada en la década de 1910. Por otro lado, la influencia de los juristas italianos en la apreciación de la capacidad civil mantuvo y reforzó el examen antropológico, articulando su mirada reguladora con el interés moderno expresado en otras disciplinas por clasificar y ordenar los cuerpos. En el curso del siglo la fisonomía continuó ofreciendo un flexible sustrato interpretativo de la enfermedad mental, enlazándose con las diferentes tendencias teóricas y las explicaciones causales que circulaban en el período. Este diálogo contribuyó a la proliferación de la mirada profesional que siguió presentando (no sin problemas) al cuerpo como plataforma de lectura científica de lo desviado y lo normal.

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Artículo recibido: 12 2011; aprobado: 21 de octubre de 2011; modificado: 2 de diciembre de 2011.

de abril de

Accidentes terapéuticos y nuevas prácticas de salud. La medicina colombiana frente a la catástrofe de la vacunación antidiftérica en Medellín, 1930

Therapeutic accidents and new health practices. Colombian medicine in the face of the antidiphtheria vaccination catastrophe of Medellin, 1930

Resumen

Abstract

Este artículo explora el contexto y la forma como

This article explores the context and records of the

fue registrada la primera catástrofe iatrogénica en

first Colombian iatrogenic catastrophe in a vacci-

Colombia en una campaña de vacunación contra la

nation campaign against diphtheria in nurseries

difteria en las Salas-Cunas en Medellín. La investi-

in Medellin. Research reveals that, although the-

gación revela que si bien la innovación terapéutica

rapeutic innovation allowed national medicine to

permitió abrir un proceso de consolidación de la

consolidate, this catastrophe tested its legitimacy

medicina nacional, esta catástrofe puso a prueba su

and led local physicians to work on new research

legitimidad e impulsó a los médicos locales a efec-

regarding the safety and efficacy of using serums

tuar nuevas investigaciones sobre la seguridad y efi-

and vaccines. Through different sources, it also

cacia en la utilización de sueros y vacunas. A través

studies the context in which local health product

de diferentes fuentes se estudia también el contexto

laboratories were created, the media coverage of

de la creación de laboratorios locales, la mediatiza-

the catastrophe, and the perception of the public

ción de la catástrofe y la percepción de la sociedad

regarding the risk of biomedical practices.

frente al riesgo en las prácticas biomédicas.

Victor Manuel García

Palabras clave

Key Words

Investigación médica, difteria, vacunación,

Medical research, diphtheria, vaccination,

Colombia.

Colombia.

Investigador adscrito al laboratorio Médecine, Sciences, Santé Et Société (cermes 3), del Centre National de la Recherche Scientifique (París, Francia). Becario del Doctorado Santé, populations et politiques sociales en l’École des Hautes Études en Sciences Sociales (París, Francia). Historiador y Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia (Medellín, Colombia). Miembro del grupo de investigación Producción, Circulación y Apropiación de saberes (procircas) de la misma Universidad (Categoría A en Colciencias). Autor de: “Hábitos perniciosos y especialidades farmacéuticas: La legislación del medicamento en Colombia durante la primera mitad del siglo xx”, en Historia Social y Cultural de la salud y la medicina en Colombia, siglos xvi-xx, comps. Javier Guerrero Barón, Luis Wiesner Gracia y Abel Fernando Martínez (Medellín: La Carreta/ uptc, 2010), 223-240 y Remedios secretos y drogas heroicas. Historia de los medicamentos en Antioquia 1900-1940 (Medellín: Universidad Nacional de Colombia, 2008). victorgarcia2006@gmail.com

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Accidentes terapéuticos y nuevas prácticas de salud. La medicina colombiana frente a la catástrofe de la vacunación antidiftérica en Medellín, 1930❧ Introducción Durante la primera parte del siglo xx se desarrolló en Colombia un proceso de mundialización de las prácticas de prevención ligadas a la bacteriología y la higiene. La formación de personal científico en el extranjero, así como la cooperación con centros de investigación internacionales, fomentan la transformación de las prácticas médicas y científicas y dan cuenta de un proceso de circulación y apropiación de saberes industriales ligados a la biomedicina1. Asimismo, la preocupación por la salud pública, la prevención de las enfermedades y la introducción de la población en nuevas prácticas de salud se convierten en un tema central de la agenda gubernamental en Colombia, que concierne también a la opinión pública. De manera que la medicina se alía con el Estado en la búsqueda del bienestar de la población, a través de la recepción y aplicación de nuevos conocimientos científicos. No fueron pocos los médicos y bacteriólogos locales que incursionaron como empresarios de la industria farmacéutica, en especial la de productos biológicos. Para esta medicina resultaba fundamental poner en marcha estrategias que permitieran prevenir las enfermedades y reducir las tasas de mortalidad y de mor❧ Esta investigación recibió financiación del programa bilidad en la población. Sin embargo, un de Máster PhoenixEM 2 accidente iatrogénico ocurrido en Medellín Dynamics of Health andWelfare, y hace parte de la durante una jornada de vacunación contra tesis de doctorado en curso, la difteria en noviembre de 1930 puso en “La construction et la régulation de l’industrie et du marché des médicaments en Colombie, 1914-2010.

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Contribution à une histoire de la mondialisation du médicament”. Agradezco a Jorge Márquez, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, quien además de facilitarme una copia del expediente Uribe Misas, realizó anotaciones pertinentes al manuscrito. Igualmente, agradezco a Maurice Cassier, director de estudios en el cnrs-cermes 3 de Francia, quien gestionó parte de los recursos para realizar el trabajo de archivo en Colombia en febrero de 2011. Estoy en deuda también con los evaluadores del artículo, quienes hicieron críticas pertinentes y recomendaciones para mejorar el texto. 1. Paula Mejía, “De ratones, vacunas y hombres: el programa de la fiebre amarilla de la Fundación Rockefeller en Colombia, 19321948”, Dynamis 24 (2004): 119155; Christopher Abel, “External Philanthropy and Domestic Change in Colombian Health Care: The Role of the Rockefeller Foundation, 1920-1950”, The Hispanic American Historical Review 75: 3 (1995): 339-376. 2. La iatrogenia designa cualquier condición adversa o patología producida en el paciente como resultado del tratamiento indicado por un médico.


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peligro la consolidación de esa legitimidad y planteó una discusión acerca de la importancia y la seguridad de la vacunación. El accidente de la vacunación que dio como resultado la contaminación de cuarenta y nueve niños y la muerte de quince de ellos también es revelador del impulso que cobraron los conocimientos de seroterapia e inmunología, destinados a actuar sobre la salud de la población. Esta historia da cuenta de la paradoja según la cual la extensión de los medios de acción sobre la enfermedad implica también la multiplicación de los posibles riesgos ligados a las prácticas de prevención. El fracaso y el éxito de los tratamientos no sólo tocan a la sociedad donde ocurren, sino que además se convierten en una parte integral de la memoria de la medicina nacional3. Resulta pertinente observar el contraste entre una medicina nacional que, impulsada por el éxito de las nuevas prácticas de salud consolida su institución, pero que de golpe debe enfrentar el error humano y el fracaso terapéutico. Por esto nos preguntamos cuál fue la respuesta del cuerpo médico colombiano frente a este acontecimiento. También buscamos establecer los efectos de la tragedia en la percepción que la sociedad tenía frente al riesgo, ligado a las nuevas prácticas de salud. En particular importa observar si el accidente iatrogénico desencadenó una amplia reflexión en la sociedad sobre el tema de la vacunación, 3. El único trabajo histórico que hace como ocurrió en otros países como México y Alemania, o si por el contrario referencia a este acontecimiento es el de Tiberio Álvarez, “Desastre la controversia se limitó al campo de los expertos. iatrogénico en Medellín, 1930. La historiografía colombiana de la salud y la medicina ha destacado Breve semblanza del Doctor Gabriel Uribe Misas”, Iatreia. constantemente el efecto de la introducción de los nuevos saberes, como Revista Médica 7: 4 (1994): 159-162. la bacteriología y la higiene, así como los éxitos de las nuevas prácticas 4. Diana Obregón, Batallas contra la de salud y de la modernización de la medicina4. Sin embargo, poco se ha lepra. Estado, medicina y ciencia en Colombia (Medellín: eafit, 2002); ocupado de los problemas suscitados por esas nuevas prácticas como la Néstor Miranda, Emilio Quevedo y Mario Hernández, Historia experimentación humana, el fracaso terapéutico o la iatrogenia. Este artísocial de la ciencia en Colombia, culo intenta aportar algunos elementos que permitan profundizar en esta tomo viii. Medicina (Bogotá: Colciencias, 1993); Jorge Márquez discusión. Asimismo, interesa poner en relieve el surgimiento de las indusValderrama, Ciudad, miasmas y trias locales de productos de salud, que contribuyeron a la formación de microbios: la irrupción de la ciencia pasteriana en Antioquia (Medellín: un mercado regulado de medicamentos y al mismo tiempo acompañaran Universidad de Antioquia, 2005); el despliegue de las campañas de higiene a lo largo del siglo xx5. Adolfo González, La modernización de la Facultad de Medicina Este artículo está dividido en tres partes. La primera explora el lugar de la Universidad de Antioquia (Medellín: Facultad de Medicina de la medicina colombiana y las iniciativas de producción de medicamenUniversidad de Antioquia, 2009). tos en un cierto ideal del progreso material de la sociedad durante las 5. Víctor Manuel García, “Contriprimeras décadas del siglo xx. La segunda estudia la mediatización de la bution à une histoire de la régulation du marché des catástrofe de las Salas-Cunas y la respuesta del cuerpo médico colombiano médicaments en Colombie 1900a un acontecimiento que podía poner en cuestión las nuevas prácticas de 1960” (Memoria de Máster EM Dynamics of Health and Welfare/ Santé, populations et politiques sociales, ehess, 2011).

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salud. Las fuentes utilizadas son la prensa comercial y el expediente Uribe Misas del Archivo Histórico de Antioquia6. La tercera propone un diálogo con la historiografía de la iatrogenia y la vacunación para mostrar la especificidad del acontecimiento ocurrido en Colombia. La hipótesis sostenida en este trabajo es que si la innovación terapéutica, la creación de industrias locales de medicamentos y la difusión de nuevas prácticas de salud permitieron que la biomedicina consolidara su legitimidad, la primera catástrofe iatrogénica en Colombia puso a prueba esa legitimidad recientemente instalada. Al mismo tiempo, la posición de los médicos y las autoridades locales contribuyó al fortalecimiento de la institución médica y al desarrollo posterior de mecanismos de mayor control en la utilización de productos terapéuticos. 1. Innovar, difundir y progresar Según el historiador Esteban Rodríguez-Ocaña, la importancia de la producción del suero antidiftérico se debe a que la difteria fue una de las primeras enfermedades con las que se desarrolló de forma completa el programa de la medicina de base bacteriológica: detección de un microbio patógeno, producción de un tratamiento biológico, establecimiento de una prueba estándar de sensibilidad al producto y empleo de una vacuna que finalmente condujo a la casi erradicación de la enfermedad en Europa y Norteamérica7. Según el historiador, la producción del suero antidiftérico fue esencial para el desarrollo de la medicina del siglo xx porque, por un lado, para garantizar su producción continua y suficiente fue necesario estandarizar la medida de su eficacia, lo que transformó la industria farmacéutica y las instituciones de higiene del mundo, ya que éstas encontraron un producto cuya producción y venta sería exitosa. Por otro lado, la producción de este tipo de sueros permitió que algunos 6. No ha sido posible recolectar información más detallada sobre científicos ganaran experiencia y encontraran en ese negocio una fuente el laboratorio de Gabriel Uribe importante de ingresos que impulsó las iniciativas privadas de industriaMisas en los archivos locales de Medellín y Bogotá. En el curso lización de la producción farmacéutica8. También resulta relevante que la de la investigación también fue difusión de la prevención de la difteria contribuyó a fortalecer la confianza revisado el fondo de correspondencia internacional de Gastón del público en la medicina científica y en las nuevas prácticas de salud. Ramón (1886-1963) en el Instituto Este panorama trazado por Rodríguez-Ocaña coincide con el proceso Pasteur de París. Se buscaba conocer mayores detalles de acontecido en Colombia durante el siglo xx. En aquel momento, la producla producción de la anatoxina diftérica y observar si los dos ción local de medicamentos y vacunas comenzó a considerarse como un expertos mantuvieron alguna elemento fundamental para el progreso del país. El discurso de los emprecorrespondencia antes y después de la tragedia. sarios, pero también de los médicos locales evidencia, al mismo tiempo, 7. Esteban Rodríguez-Ocaña, “La la existencia de problemas de infraestructura (capacidad económica e producción social de la novedad: industrial de producción, vías de comunicación) y de un cierto nacioel suero antidiftérico nuncio de la nueva medicina”, Dynamis 27 nalismo económico que plantea la necesidad de fortalecer el mercado (2007): 33-44.

8. Esteban Rodríguez-Ocaña, “La producción social”, 36. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 110-131


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interno con los productos fabricados localmente. Así, Colombia debía dotarse de una infraestructura propia de producción de medicamentos que permitieran no sólo prevenir y actuar más directamente sobre la enfermedad, sino también evitar las pérdidas ligadas a la importación de medicamentos extranjeros9. Esto último no sólo significaba precios altos y retrasos en el abastecimiento, sino también la pérdida de eficacia de algunos de ellos, especialmente las vacunas y sueros10. Además, las autoridades de higiene y los médicos de terreno, que debían enfrentar la práctica médica en las zonas rurales y municipios pobres, reportaban muy a menudo cómo la falta de ciertos medicamentos les impedía reducir enfermedades tratables, que incapacitaban de manera considerable a la población11. Por otro lado, desde finales del siglo xix, los médicos colombianos trabajan por la construcción de una medicina nacional que les permitiera reforzar su legitimidad en el contexto local y en el contexto científico internacional. A menudo estos expertos se formaban en universidades locales y se especializan en centros de investigación extranjeros. A su regreso al país muchos de ellos se involucran en empresas de producción de medicamentos y vacunas. La legitimidad científica de su saber y de sus 9. Jorge Márquez ha analizado las discusiones de los empresarios inventos resulta fundamental porque les permite obtener el apoyo de la y droguistas colombianos de clase dirigente y el financiamiento de instituciones médicas. Esto explica finales del siglo xix y comienzos del siglo xx sobre las ventajas y parte de su interés por investigar nuevos procedimientos, tratamientos y problemas de crear una industria agentes terapéuticos, que son a continuación puestos en el mercado. nacional. “Medicamentos, médicos y boticarios en el siglo xix Para ellos la medicina nacional era concebida como una red constien Colombia”, en Poder y saber en tuida por instituciones científicas (laboratorios, hospitales, facultades de la historia de la salud en Colombia, eds. Jorge Márquez y Víctor medicina), empresas (laboratorios públicos y privados de medicamentos, García (Medellín: Universidad Nacional de Colombia, 2006), clínicas privadas) y su propio panteón de sabios. Se trata de la materiali127-153. Asimismo, la fundación zación del ideal de una medicina que triunfa sobre la enfermedad y que de Laboratorios Uribe Ángel en 1922, a través de la asociación de se convierte en un instrumento del progreso material de la nación. Para los droguistas más importantes lograrlo, sería fundamental la alianza entre la nueva biomedicina univerde Medellín, es revelador de la resolución de los comerciantes sitaria y de laboratorio y una medicina social basada en la salud pública de por crear una industria local. Estado. Para actuar sobre la enfermedad hacía falta producir alternativas 10. Víctor Manuel García, Remedios terapéuticas, como los sueros y vacunas, pero también dispositivos institusecretos y drogas heroicas. Historia de los medicamentos en Antioquia 1900cionales que permitieran su distribución y correcta aplicación. 1940 (Medellín: Universidad Nacional de Colombia, 2008), 39-40. Varias iniciativas de producción como el Laboratorio Samper Martínez 11. Jorge Márquez, “La extensión de y el laboratorio César Uribe Piedrahíta en Bogotá o las iniciativas de la medicalización al mundo rural Gabriel Uribe Misas y Eduardo Tobón Uribe en Medellín son dicientes antioqueño a comienzos del siglo xx”, en Historia Social y Cultural de la de este interés por la difusión de nuevas prácticas de salud y el suministro de salud y la medicina en Colombia, siglos agentes terapéuticos necesarios para el desarrollo de la salud pública en el xvi-xx, comps. Javier Guerrero Barón, Luis Wiesner Gracia y Abel Fernando Martínez (Medellín: La Carreta/uptc, 2010), 241-260.

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país12. Al proporcionar productos de calidad, estos laboratorios permitieron mejorar los resultados de las campañas de vacunación. Por primera vez en la historia de Colombia, la biomedicina y el Estado ofrecían el marco para actuar contra enfermedades colectivas en favor del mejoramiento de la salud de la población. Por ello, cualquier empresa dirigida a estos fines era considerada como parte del movimiento hacia el progreso 12. Eduardo Tobón Uribe, “Vacuna material del país. Asimismo, la producción del suero antidiftérico, trataanticarbonosa antioqueña. Primera vacuna anticarbonosa miento seguro y eficaz, era fundamental para conquistar la confianza de preparada científicamente en el Laboratorio Biológico del Dr. una sociedad a menudo reacia a las nuevas prácticas de salud. Eduardo Tobón U”, Colombia 2: 62 Los médicos y científicos locales encontraron en la publicidad de sus (1917): 117-118. innovaciones terapéuticas un eficaz medio de legitimación científica y 13. Diana Obregón, “Debates sobre la lepra: médicos y pacientes interde garantía de sus proyectos empresariales y filantrópicos13. La prensa pretan lo universal y lo local”, en colombiana da cuenta de la fuerza y la persistencia de la idea de progreso Culturas científicas y saberes locales: asimilación, hibridación, resistencia, a comienzos del siglo xx, y el avance médico y técnico es uno de los temas ed. Diana Obregón (Bogotá: Unipreferidos por la publicidad y en especial la dedicada a la farmacéutica14. versidad Nacional de Colombia, 2000), 260-261. En la prensa comercial se reseñaba la vida de los hombres de ciencia tanto 14. Víctor García y Jorge Márquez, como la de los políticos, y algunos médicos de prestigio se convirtieron en “Estrategias publicitarias del medicamento en Colombia, autoridades que escribían sobre diversidad de temas, y sus opiniones eran 1850-1930”, en Higienizar, medicar, discutidas y compartidas por las élites y el público letrado. Los casos de gobernar: Historia, medicina y sociedad en Colombia, dirs. Jorge Bejarano, Emilio Robledo, Gil J. Gil y Alfonso Castro, quienes además Jorge Márquez Valderrama, de ser funcionarios en el ramo de la higiene desarrollaron una actividad Álvaro Casas Orrego y Victoria Eugenia Estrada (Medelde crítica y divulgación científica en la prensa especializada y comercial, lín: Universidad Nacional de Colombia, 2004), 111-126. Un expresan la importancia de la opinión experta en la vida cotidiana y del proprimer acercamiento a los usos tagonismo del saber médico en la sociedad colombiana para este período. de la prensa en las campañas de vacunación en Colombia fue Las empresas de producción farmacéutica gozaban del favoritismo de realizado por Maryluz Vallejo, la prensa por ser expresiones del progreso material anhelado por la socie“La salud pública en la prensa escrita: cuando la enfermedad dad. Así, por ejemplo, la revista Colombia que trataba temas sobre política, era el enemigo invisible”, en comercio, literatura y asuntos sociales, publicaba columnas relacionadas XII Encuentro Latinoamericano de Facultades de Comunicación Social, con asuntos médicos como nuevos tratamientos, campañas de vacunación Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, septiembre de 2006. Cony organización de la profesión médica15. Además, celebraba los progresultado el 3 de febrero de 2011, sos de la producción de Laboratorios Samper Martínez y publicó también http://www.javeriana.edu.co/ felafacs2006/mesa7/documents/ un detallado estudio sobre la producción de la vacuna contra el carbón, maryluzvallejo.pdf. desarrollada por el médico Eduardo Tobón Uribe16. Incluso revistas litera15. Gil J. Gil, “Asuntos médicos”, rias como Sábado publicaban reseñas y entrevistas con los propietarios de Colombia 2: 83 (1918): 383-385. las empresas farmacéuticas locales como Laboratorios Uribe Ángel y los 16. Eduardo Tobón Uribe, “Vacuna anticarbonosa”, 117-118. laboratorios de la Farmacia Blanca en Medellín17. Los artículos expresan 17. “En los Laboratorios Uribe Ángel”, Sábado, Medellín, 17 de marzo, 1923, 1042-1045.

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la materialización de un incipiente progreso industrial en la sociedad colombiana y, al mismo tiempo, hacen parte de una labor de vulgarización científica que busca divulgar los nuevos conocimientos y acreditar sus beneficios para lograr la popularización de nuevas prácticas de salud en la población. De esta manera, la medicina colombiana, rodeada de un panteón de sabios, armada de instituciones reguladoras y de instrumentos técnicos como los laboratorios químicos, bacteriológicos y de producción de medicamentos, conquista su legitimidad y convierte sus objetos de interés en un tema de preocupación nacional. 18. Las Salas-Cunas era una instiEn contraste con ese paisaje optimista, en noviembre de 1930 en el tución filantrópica fundada en 1918, dependiente de la Gota de momento de una campaña de vacunación contra la difteria en las SalasLeche y a cargo de las Hermanas Cunas en Medellín, la medicina nacional fue desafiada por una tragedia18. de la Caridad, la cual tenía por misión el cuidado de los niños La técnica de vacunación contra la difteria ya era un procedimiento norpobres menores de seis años cuyos malizado. Para inocular a una persona primero se realizaba la reacción de padres debían trabajar. Sobre la historia de esas instituciones en su Shick, que se convirtió en el procedimiento estándar para medir la susrelación con las construcción de ceptibilidad a la infección19. Luego, de acuerdo con la reactividad de las la maternidad véase Ruth López Oseira, “Inventar a la madre: personas, se les aplicaba, sobre todo a los niños menores de diez años, tres política, prácticas y representaciones de la maternidad en Medellín, dosis de la vacuna en intervalos de varias semanas. 1930-1960”, en Prácticas, territorios En octubre de 1930 se aplicó la primera dosis de la vacuna a una poblay representaciones en Colombia 1849-1960, ed. Diana Luz Ceballos ción de cincuenta y cuatro niños. Tras algunas semanas, una segunda (Medellín: Universidad Nacional dosis fue aplicada sin accidentes generales ni locales de importancia. El de Colombia, 2009), 183 y ss. 14 de noviembre, en el momento de efectuar la tercera y última dosis, 19. Según Agustín Piedrahíta, “la inyección intramuscular de un tuvo lugar un accidente cuyo resultado fue la contaminación de cuarenta décimo de centímetro de dilución de la toxina diftérica estabilizada. y nueve niños con la toxina diftérica. Pocas horas después de la vacunaEntre catorce y cuarenta y tres ción comenzaron a presentarse los primeros horas más tarde debía aparecer una reacción en la piel indicadora síntomas graves. Algunos reaccionaron con niños se enfermaron, de la necesidad de vacunar al indicomo resultado de esto, la fiebre, vómito, diarrea, agitación, estado viduo. Se ponen a continuación vacunación fue suspendida. tres inyecciones de una dilución comatoso, delirio y finalmente convulsiones. De los 256 niños vacunados de anatoxina a dosis de medio murieron 77 (hasta 1932) y Los diez primeros decesos se presentaron al centímetro, un centímetro y un muchos otros quedaron con centímetro y medio con un interdía siguiente y otros cinco niños murieron secuelas graves. La catástrofe valo de dos semanas para la pride Lubeck desató una crisis mera, y de tres semanas para las en el trascurso de la semana. Como bien lo de la medicina occidental. dos últimas”, Agustín Piedrahíta, Christian Bonah, “Le drame ha planteado Christian Bonah en su estu“Vulgarización científica”, El de Lübeck: la vaccination Heraldo de Antioquia, Medellín, 19 dio sobre la catástrofe del bcg en Alemania, bcg, le ‘procès Calmette’ et de noviembre, 1930, 5 . les Richtlinien de 1931”, en la eficacia de la actividad médica “no está La Médecine expérimentale au 20. La bcg (sigla del Bacilo Calmetteexenta de los riesgos suplementarios creatribunal: Implications éthiques Guerin) fue una vacuna contra la de quelques procès médicaux tuberculosis, producida y difundida dos por ella misma. La salud pública suscita du xx ème siècle européen, eds. por el Instituto Pasteur a partir de también sus propios riesgos iatrogénicos” 20. Christian Bonah, Etienne de 1924. A comienzos de 1930 se efectuó una jornada de vacunación con bcg en la ciudad alemana deLübeck. Pocas semanas después, algu-

Lepicard y Volker Roelcke (París: Editions des Archives Contemporaines, 2003), 71.

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El suero antidiftérico basado en el método de Gastón Ramón fue fabricado en el laboratorio privado del médico Gabriel Uribe Misas, quien después de haberse formado con alumno de Federico Lleras Acosta en Bogotá, viajó a Europa a recibir entrenamiento en institutos de reconocimiento internacional. En 1926 estuvo en el Instituto Robert Koch de Berlín y en el Instituto Tropen de Hamburgo. Después viajó a París donde realiza el curso de microbiología en el Instituto Pasteur y allí tuvo la oportunidad de trabajar con Gastón Ramón, quien en ese momento perfeccionaba una anatoxina diftérica. Según el médico Agustín Piedrahita el suero anti-diftérico se obtiene “A partir de la preparación de una toxina de una determinada virulencia a la cual se añade un 4% de formol y se la pone en un horno a cuarenta grados durante un mes. A través de estas manipulaciones pierde su toxicidad pero conserva sus propiedades. A este producto se le llama anatoxina y con él se obtiene la inmunidad activa, es decir permite al organismo receptor fabricar 21. Agustín Piedrahíta, “Vulgarizaanticuerpos que a su vez le darán la inmunidad contra la infección”21. ción científica”, 5. Una vez instalado en Colombia comenzó a investigar y a experimentar la producción de sueros y vacunas en una finca de Envigado22. Según el mismo Uribe Misas, en noviembre de 1930 sólo faltaban algunas evaluaciones para que la producción de su vacuna contra la difteria fuera certificada por el Instituto Pasteur. Además, ya había tenido éxito con una vacuna contra el carbón bacteridiano producida en 192923. Desde hacía algunos meses los médicos locales empleaban el producto de Uribe Misas para la inmunización de los infantes. Por lo demás, entre 1926 y 1931 el Comité de Higiene de la Sociedad de Naciones comparó los resultados de los diversos métodos de inmunización contra la difteria (anatoxina, mezcla toxi-anatoxina y la anatoxina de Ramón) para establecer cuál de los tres era más seguro y eficaz24. Durante este período, el Instituto Pasteur de París entrenó expertos en técnicas de laboratorio y producción de la anatoxina de Ramón, y muchos de ellos aplicaron esas técnicas en sus países de origen, como fue el caso de Gabriel Uribe Misas. Los resultados de esa difusión de técnicas y saberes eran reportados al Instituto Pasteur y a la comunidad científica internacional. Aunque en Colombia la tasa de mortalidad por difteria no era especialmente alarmante, los médicos higienistas estaban de acuerdo en la necesidad de evitar su contagio y reducir su mortalidad. Por ello era necesario popularizar los tratamientos cuya seguridad estaba confirmada. Los

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22. Fruto de sus investigaciones son algunos artículos de vulgarización científica sobre la vacunación contra la difteria y sobre la eficacia del bgc. Gabriel Uribe Misas, “Estado actual de la Vacuno-terapia y de la seroterapia”, La Farmacia. Órgano de los droguistas independientes 1 (1930): 7-17 y “La vacuna antituberculosa del bcg de Calmette”, La Farmacia. Órgano de los droguistas independientes 3 (1931): 100-110. 23. “Informe sobre las experiencias oficiales practicadas por la Escuela de Agricultura y Veterinaria bajo el control de la Secretaría de Agricultura y fomento, para comprobar la eficacia preventiva de la preparada en el Laboratorio Biológico del Dr. Gabriel Uribe M” (1930), en Archivo Histórico de Antioquia (aha), Fondo Gobernación de Antioquia, Sección Secretarias de Salud, expediente Negocios Uribe Misas, t. 9533 f. 10. 24. “Rapport de la Conférence d’Experts Hygiénistes en matière de Protection de l’Enfance. Société de Nations. Organisation d’hygiène” (Ginebra, 30 de Octubre de 1926), en Archivo del Instituto Pasteur (aip) París, Gaston Ramon, Documentation et bibliographie scientifiques, ram, caja 40, doc. 6727, ff. 1-4.


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médicos y autoridades colombianas se apropiaron de las innovaciones terapéuticas perfeccionadas al otro lado del Atlántico y las usaron en el mejoramiento de la salud pública25. 2. La mediatización de la catástrofe Aunque el accidente ocurrió el viernes 14 de noviembre, la prensa comenzó a mencionar el asunto sólo a partir del lunes 17. El diario El Colombiano titula en primera plana: “En torno al accidente fortuito y terrible que causó la muerte de varios niños de las Salas-Cunas”. El Espectador fue más lejos en la dramatización del acontecimiento con el titular: “Enloqueció el practicante que aplicó las toxinas a los niños de Medellín”, y agregaba: “Es un hermano franciscano que terminó estudios de medicina y actuaba como practicante. El entierro de los niños fue impresionante”. Según este diario, “El practicante que vacunó a los niños, y que causó involuntariamente la tragedia, es el hermano franciscano Gonzalo Ramírez quien terminó estudios en el presente año. El hermano Ramírez, enloqueció súbitamente, el sábado, mientras pedía limosna para su convento”26. Un día después, el diario capitalino tuvo que rectificar esta información, ya que confundieron al practicante Gonzalo Ramírez con un hermano franciscano que enloqueció al parecer a causa del incidente, pero que no tenía relación alguna con el suceso ocurrido27. Otra información controversial fue publicada ese mismo día. Al momento de salir hacia Medellín el médico Peña Echavarría, nombrado como perito por la Dirección Nacional de Higiene, fue entrevistado por un corresponsal de El Espectador, y ante la pregunta sobre si eran aceptables las explicaciones dadas por Uribe Misas respondió: 25. Enrique Enciso, República de “Si esas razones son auténticas, claro que explican un descuido Colombia. Informe de las labores del desgraciado, del cual es culpable más que todo la falta de control Departamento Nacional de Higiene, presentado al señor ministro de gobiy organización de los laboratorios particulares que no gocen de erno por el director técnico y el administrador general, 1931-1932 (Bogotá: un amplio edificio y de un número suficiente de empleados. Por Minerva, 1932), 151-152. En 1901 lo demás, yo conozco la competencia científica del doctor Uribe en Bogotá se presentaron 46 casos mortales de difteria, mientras Misas y comprendo que solo un error que estuviera fuera del que la viruela representaba 182 y alcance de sus conocimientos y su práctica, fuera capaz de llevarlo la fiebre tifoidea 667. En 1920, la primera causa sumaba 12 muertes, a tan infausto evento... Es tanta la responsabilidad que lleva sobre la segunda 18 y la tercera 408. En sí un director de laboratorio, que hasta los descuidos de ayudan1927 se contabilizaron 23, 2 y 154 muertes, respectivamente. tes pueden ir sobre él cuando no hay un control eficiente”28.

26. “Enloqueció el practicante que aplicó las toxinas a los niños de Medellín”, El Espectador, Bogotá, 17 de noviembre, 1930, 1.

27. “La Tragedia de Medellín”, El Espectador, Bogotá, 18 de noviembre, 1930, 1 y 10. 28. “Se envió esta mañana a un investigador”, El Espectador, Bogotá, 17 de noviembre, 1930, 1.

Las declaraciones criticaban abiertamente el posible descuido en la administración del laboratorio y del personal y responsabilizaban al doctor Uribe Misas de ello. Un día después esas declaraciones serían matizadas por el mismo diario afirmando que éstas “habían dado lugar

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a torcidas interpretaciones”, y que en ningún momento el doctor Peña quiso poner en entredicho la competencia del doctor Uribe Misas29. La prensa publicó decenas de manifestaciones de médicos de todo el país respaldando a su colega, entre ellos algunos médicos directores de laboratorios privados. El médico Braulio Mejía escribió a Uribe Misas: “Este acontecimiento a todas luces fortuito e hijo de la fatalidad del momento, en nada desdice de su alta competencia bien probada, ni de su cumplida honorabilidad.Esté usted seguro de que todo el Cuerpo Médico y el público sensato saben muy bien que lo ocurrido no alcanzará a herir su bien sentada reputación de hombre de ciencia”30. Imagen 1: La prensa colombiana comunica la catástrofe

Fuente: El Espectador, Bogotá, 17 de noviembre, 1930, 1.

El cuerpo médico en general se movilizó para apoyar a su colega a través de los testimonios de vacunaciones exitosas con el mismo producto fabricado en el laboratorio de Uribe Misas. En los días siguientes no se habló mucho de los niños muertos o de sus familias, salvo un comunicado firmado por Juan Pablo Duque, director de la planta municipal de leche, quien argumentando la pobreza de los padres de los niños sobrevivientes ofreció donar cuarenta litros diarios de leche a la Clínica Noel mientras

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29. “Las declaraciones de Peña Echavarría sobre el caso de Medellín”, El Espectador, Bogotá, 18 de noviembre, 1930, 1. 30. El Heraldo de Antioquia, Medellín, 17 de noviembre, 1930, 5. Ver también: Gabriel Toro Villa, Alfonso Restrepo y Jesús Peláez, “Los médicos directores de los laboratorios de la ciudad hablan sobre el accidente de los niños vacunados”, El Colombiano, Medellín, 17 de noviembre, 1930, 1; “Manifestaciones del cuerpo médico de Bogotá”, El Heraldo de Antioquia, Medellín, 19 de noviembre, 1930, 16.


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éstos siguieran en estado delicado31. Inicialmente los padres de familia estaba indignados y como el tratamiento ofrecido era gratuito, muchos pensaron que se trataba de la experimentación de un nuevo producto. La prensa y los médicos trataron de convencerlos de que ello no era cierto y que la inmunización era un procedimiento científico seguro32. Para evitar posibles reacciones violentas, la policía estableció vigilancia sobre las instalaciones del laboratorio33. Con el fin de tranquilizar a la población se publicaron las recomendaciones formuladas ese mismo año por la Sociedad de Pediatría de París sobre la importancia y seguridad de la vacunación contra la difteria34. Se publicó también un artículo de divulgación científica donde se explicaba el procedimiento de fabricación del suero y su administración, al tiempo que se mencionaba la experiencia y competencia del médico Uribe Misas35. Sin embargo, entre el cuerpo médico también había quienes se mantenían escépticos frente a la necesidad de realizar la vacunación de manera extensiva. El médico Eduardo Tobón Uribe, sin negar la importancia y la inocuidad de las vacunas actuales, proponía un examen microscópico y de ser posible bacteriológico antes de la vacunación: “Sólo las personas que tenían peligro de contraer la difteria debían ser vacunadas. Puesto que por la misma razón tendrían 31. Juan Pablo Duque, “Leche para que vacunar a todo individuo contra cada una de las enfermelos niños vacunados”, El Heraldo de Antioquia, Medellín, 21 de dades para las cuales tenemos maravillosas vacunas y que al noviembre, 1930, 8. verificar la prueba nos dieran la certeza de que estos individuos 32. “La tragedia de Medellín”, El estaban expuestos a contraer la enfermedad para la cual les Espectador, Bogotá, 18 de noviembre, 1930, 1. aplicaríamos la vacuna, ya que esto nos tendría media vida bus33. “16 niños murieron ayer en cando la inmunidad para toda clase de enfermedades, las cuales Medellín por la equivocación de una vacuna”, El Tiempo, Bogotá, 17 tendríamos más o menos peligro remoto de contraer”36. de noviembre 1930,

34. “Eminentes autoridades científicas recomiendan la vacuna antidiftérica”, El Colombiano, Medellín, 19 de noviembre, 1930, 1. 35. Agustín Piedrahíta, “Vulgarización científica”, El Heraldo de Antioquia, Medellín, 19 de noviembre, 1930, 5. 36. Eduardo Tobón Uribe, El correo de Colombia, Medellín, 22 de noviembre, 1930, citado por Miguel Isaza Restrepo, “La vacunación antidiftérica sí debe generalizarse entre nosotros”, El Colombiano, Medellín, 26 de noviembre, 1930, 1

El médico Miguel Isaza Restrepo controvirtió esas afirmaciones, argumentando que cuando hubiera sospechas de que alguien estaba infectado con difteria era necesario vacunarlo de inmediato. Para mostrar la importancia de ese procedimiento, suministraba datos estadísticos de los casos de difteria en el departamento y la ciudad. Según él, la incidencia de la enfermedad era bastante alta, pues en los últimos tres años se habían presentado cuatrocientos casos, de los cuales 138 habían sido mortales. Según él, sólo la vacunación podría prevenir el aumento de decesos37. A pesar de las reacciones registradas y de que incluso se abrió una investigación criminal por homicidio involuntario, la catástrofe fue un

37. Miguel Isaza Restrepo, “La vacunación antidiftérica sí debe generalizarse entre nosotros”, 4. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 110-131


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acontecimiento de corta duración. El tema desapareció de la primera plana de la prensa no especializada al cabo de quince días. Al margen de este debate científico, los demás artículos publicados en la prensa repetían la idea de la inevitabilidad del accidente: “Un accidente de laboratorio es cosa tan dura y lamentable como un terremoto, un gran deslizamiento de tierra que produce una catástrofe o un vendaval, e inevitable como esos designios de la naturaleza, o como fuerzas incontrastables del destino”38. Los médicos y la prensa inscribieron el accidente no sólo dentro de las catástrofes naturales que son impredecibles y que no tienen culpables, sino que además compararon ese accidente con uno “ocurrido en Viena hace ocho años” y el de los niños de Lübeck-Alemania de abril del mismo año. Asimismo, los médicos se consideraban a sí mismos como las principales víctimas de los accidentes terapéuticos: “Diariamente, la prensa de los otros países registra el tributo de dolor que los médicos de laboratorio pagan ellos mismos con su propia vida” 39. El caso local que los médicos y la prensa prefirieron citar fue el del médico Jorge Martínez Santamaría quien, junto con el médico Bernardo Samper, fundó el primer laboratorio colombiano de producción de sueros y vacunas y que murió por difteria, al parecer contraída en el mismo laboratorio. Los comunicados de respaldo del cuerpo médico nacional al médico Uribe se superponen con los titulares relativos al peritaje ordenado por la Dirección Nacional de Higiene. Para describir el accidente, el lenguaje utilizado por los periodistas hace referencia al azar. Se habla “de una catástrofe natural”, “de los golpes del destino”, “de un error involuntario”. Esto contrasta con el lenguaje de confianza y esperanza que había inspirado hasta ese momento la difusión de campañas de vacunación y también los esfuerzos de una nueva medicina más científica, más solidaria y socialmente comprometida. ¿Cómo los médicos colombianos hicieron frente a esta contradicción? En primer lugar, el cuerpo médico de la ciudad de Medellín fue reunido por su principal agremiación: la Academia de Medicina de Medellín. Se convocó una reunión extraordinaria para discutir el asunto entre colegas. Como resultado, más de setenta médicos firmaron una propuesta en la que expresaron “el profundo sentimiento por el desgraciado y fortuito suceso que ha afectado de manera tan sensible a numerosas y honorables familias del gremio obrero. Hacer notar que acontecimientos tan desgraciados como el que hoy lamentamos todos, han sucedido en diferentes lugares, y en diferentes épocas, de una manera fortuita y que, en cumplimiento de un deber imperativo de compañerismo profesional, debemos hacer público el concepto que nos merece el Doctor Gabriel Uribe 38. “El doloroso accidente de las Salas-Cunas”, El Heraldo de AntioMisas, en quien reconocemos honorabilidad y competencia científica, espequia, Medellín, 17 de noviembre, cialmente en lo que atañe a trabajos de laboratorio químico biológico”40. 1930, 1. 39. “El doloroso accidente”, 5. 40. Tiberio Álvarez, “Desastre iatrogénico”, 159-162. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 110-131


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Frente a los rumores de la peligrosidad de la vacuna y la posibilidad de que en adelante la gente rechazaría vacunar a sus hijos, los médicos reaccionan de una manera eficaz y coordinada. A través de la prensa reiteraron su convicción de la inocuidad de la vacunación y su confianza frente al producto fabricado por el médico local. Además, los médicos oficiales se desplazaron a los barrios donde habitaban las familias de los niños enfermos para darles los primeros cuidados y explicarles lo fortuito del suceso. Por otra parte, las autoridades consideraron necesaria la hospitalización de todos los niños que habían recibido la tercera dosis del suero antidiftérico. Con ese fin abrieron un servicio gratuito en la Clínica Noel, en donde los padres podían visitarlos mañana y tarde y aun acompañarlos en caso de gravedad41. Una vez enterado de la catástrofe, el médico Uribe escribió un comunicado de prensa explicando lo sucedido, que fue publicado en diversos diarios del país: la razón del accidente había sido un error de manipulación en el laboratorio. Aunque organizados y etiquetados, los productos biológicos eran almacenados en una misma nevera. El médico no se explica cómo en lugar de enviar la anatoxina de Ramón al hospital envió la toxina activa. “Inmediatamente que tuve el permiso del Doctor Isaza, abrí la nevera y me di cuenta con gran sorpresa, de que estaba invertida la posición de los frascos que tenía claramente rotulados y clasificados en dos grupos independientes. En el lugar en que yo había colocado los frascos que contienen la vacuna, estaban los que contienen la toxina y viceversa. Esta misteriosa inversión de las cosas es algo que no he podido explicarme”42. Uribe Misas terminaba su comunicado de prensa insistiendo en la seguridad y eficacia de su producto: “En cuanto a la eficacia de la acción inofensiva de la vacuna que he preparado, me remito al testimonio de los médicos antes citados y del cuerpo médico en general. Al efecto, les remitiré para mañana una relación de dichos médicos respecto a los resultados de mi vacuna. Esta la pongo a la orden de la Academia de Medicina o de cualquier corporación científica, nacional o extranjera, en la seguridad de que mi aserto será confirmado por el más minucioso examen. Espero que ustedes se pondrán en mi caso para poder apreciar hasta dónde puede ser para mí doloroso el hecho ocurrido, fruto una de esas crueles ironías del destino. Cuando yo me preparaba a rendir un informe científico sobre el resultado final de la aplicación de mis vacunas” 43.

41. Rafael del Corral y Canuto Toro, “Por los vacunados”, El Colombiano, Medellín, 17 de noviembre, 1930, 8.

Según Tiberio Álvarez, algunos médicos estaban inconformes con el accidente y querían una explicación detallada de lo ocurrido, “pues los niños eran de clase humilde y algunos podrían utilizar ese hecho con

42. “El doloroso accidente”, 5. 43. “El doloroso accidente”, 5. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 110-131


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fines electorales”44. Para aclarar lo ocurrido y sofocar los rumores sobre la peligrosidad de las vacunas, la Dirección Nacional de Higiene nombró una comisión que viajó desde Bogotá para estudiar el caso. El 19 de noviembre de 1930 arribaron a Medellín el bacteriólogo Antonio Peña Echavarría, Director del Laboratorio Nacional de Higiene Samper Martínez, Pedro Almanza, jefe de diagnóstico del mismo, y el doctor Gabriel Toro Villa, quienes examinarían las historias clínicas de cada uno de los niños. Asimismo, los médicos legistas Julio Ortiz, Agustín Piedrahíta, Luis Martínez y Juvenal Gaviria decidieron practicar la necropsia a uno de los quince niños fallecidos, “pues siendo todos víctimas de un mismo accidente ocurrido en igualdad de circunstancias, a quienes se les puso igual dosis del mismo producto, el mismo día, en iguales intervalos, los resultados de la necropsia necesariamente tienen que ser idénticos”45. Se sabe que la Oficina de Investigación criminal de Medellín adelantó un sumario por homicidio culposo al doctor Uribe Misas. Por eso, el 23 de diciembre de 1930 esa oficina pidió al director Departamental de Higiene, Alberto Gómez Arango, el envío del expediente sobre del accidente. Éste estaba constituido por los informes del médico Bernardo Ramírez sobre el incidente en las Salas-Cunas, el de la comisión enviada por la Dirección Nacional de Higiene y el de los médicos legistas46. El resultado del peritaje confirmó la versión del médico según la cual, todo se trató de un error humano y “que accidentes similares han ocurrido en Alemania y Viena”47.

44. Tiberio Álvarez, “Desastre iatrogénico”, 161.

3. Los accidentes terapéuticos y la construcción de la legitimidad de la medicina En el mundo médico y en la prensa colombiana, cuando se hace referencia al accidente de las Salas-Cunas, de inmediato se le compara con el affaire Lübeck. La importancia de esta referencia se encuentra en la inscripción del acontecimiento en un contexto internacional que permite afirmar la posición según la cual la medicina y los expertos mejor entrenados no están exentos de error. Además, los médicos y la ciencia y no sólo los pacientes son también víctimas directas de estos accidentes. Según Christian Bonah, el escándalo de Lübeck llama la atención ya que parece consistir en una experimentación humana y contribuye a desarrollar las críticas hacia la profesión médica. El pleito entre las familias de las víctimas y los médicos de la ciudad despertó importantes debates. Así, los opositores a la vacunación y los movimientos “naturalistas” pusieron en cuestión los descubrimientos de los médicos franceses y expresaron, entre otras cosas, el temor de una experimentación a gran escala48. Por su parte, al convencer a la población de los beneficios de la

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45. aha, Gobernación de Antioquia, Secretarías de Salud, expediente Negocios Uribe Misas, t. 9533, f. 13v. 46. aha, Gobernación de Antioquia, Secretarías de Salud, expediente Negocios Uribe Misas, t. 9533, f. 14. 47. “Los médicos bogotanos han terminado el estudio de la tragedia en Medellín”, El Tiempo, Bogotá, 20 de Noviembre, 1930, 6. 48. Considerado como un tratamiento preventivo ordinario en Francia, la eficacia del bcg es cuestionada por investigadores de Inglaterra y el norte de Europa, debido a las ambigüedades en las estadísticas presentadas por Calmette. A raíz de la catástrofe, esas críticas se agudizarán. Christian Bonah, Histoire de l’expérimentation humaine en France. Discours et pratiques 19001940 (París: Les Belles Lettres, 2007), 244-285.


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vacunación, la medicina debe apoyarse en el conocimiento científico que garantiza un cierto dominio de la enfermedad y del riesgo en el tratamiento. La paradoja es que cuando la tragedia acontece, el discurso médico es obligado a hablar con mayor modestia y se expresa con un lenguaje diferente, aquel de los conocimientos técnicos, del arte y de la incertidumbre49. La idea de aproximar las dos tragedias no sólo parte del cuerpo médico colombiano. El 10 de diciembre de 1931 el diario El Tiempo publicó un artículo sobre el juicio a los médicos de Lübeck, escrito por el cónsul de Colombia en Alemania: “Los jueces alemanes declararon que en la administración de la vacuna Calmette contra la tuberculosis, de la cual resultaron 70 niños muertos en el curso de pocos días, había habido en los laboratorios omisión de ciertas precauciones elementales. Esta tragedia está aún fresca en mi memoria. Fue una racha de fatalidad que se cernió sobre la ciencia, en esos días. Precisamente en Medellín, sucedieron cosas que la mente no deseara retener. Como que un hado fatal o una mano perversa del destino, hacía que las fórmulas precisas y salvadoras se trocaran en elementos de odiosa destrucción. Cuando aparecieron los primeros signos de tuberculosis galopante en los niños inoculados en Lübeck el mundo entero se sintió conmovido hasta lo más profundo de su ser. Era aquella una agonía implacable, cruel hasta la indecible, y fatal para la ciencia. La víctima de esta tragedia era precisamente, la acción salvadora que vendría a quedar relegada al olvido y al odio de quienes debían buscar en ella la propia salvación. Reconstruir el drama sería imposible. Pero al menos recordarlo es necesario, porque allí hubo más heroicidad en los actores que en las víctimas”50. Si bien el artículo trata sobre el affaire Lübeck, resulta interesante constatar que en él también se hace referencia al accidente de Medellín. A lo largo del texto el autor sostiene que “las principales víctimas no fueron los niños”, sino los médicos y la ciencia, los “apóstoles de la bondad y de la salvación”, que debieron enfrentar “las jaurías de lobos de invierno”, de “empíricos y teguas”, quienes aprovecharon el momento y usaron la tragedia para desacreditar la medicina y “aguzar sus torpes aceros contra la ciencia”. “Fue una racha de fatalidad que se cernió sobre la ciencia, en esos días. Precisamente en Medellín, sucedieron cosas que la mente no deseara retener”. Quijano Mantilla logra situar así en el mismo nivel a los médicos colombianos y los del resto del 49. Christian Bonah, “Le drame du mundo. El artículo permite constatar la idea según la cual en la práctica Lübeck”, 87. científica hay lugar al error, siempre de buena fe, y que si esto ocurre en 50. Joaquín Quijano Mantilla, “La tragedia de Lübeck”, El Tiempo, los países donde el progreso de la ciencia es una realidad, es probable que 10 de diciembre, 1931, 2. Quijano algo similar ocurra en un país como Colombia. La comparación provoca Mantilla era un escritor y diplomático colombiano que sirvió como cónsul en Alemania entre 1927 y 1942.

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la impresión de que el país progresa, incluso en sus catástrofes. Asimismo, la fe en el progreso de la ciencia permite legitimar la medicina como un saber científico, frente a la competencia cada vez más denunciada del empirismo y el charlatanismo. Si bien el rumor según el cual el desastre de las Salas-Cunas fue provocado por una experimentación terapéutica fue rápidamente sofocado por la prensa, y las críticas a los médicos locales no tuvieron la misma fuerza que en Lübeck. Es cierto que en Colombia sí hubo prácticas de experimentación humana. Diana Obregón y Steven Palmer han documentado algunos casos, por ejemplo en el tratamiento de la lepra (Daniel Vega en 1893)51 y en la campaña contra la anquilostomiasis (desarrollada en Colombia por la fundación Rockefeller entre 1919 y 1935)52. Sin embargo, no se puede decir que el accidente en la vacunación contra la difteria haya sido resultado de una experimentación humana. La seguridad del tratamiento con la anatoxina a fines de 1930 estaba casi establecida por completo y ya se consideraba tratamiento preventivo ordinario. A diferencia de la tragedia contemporánea de Lubeck, la tragedia de la vacunación antidiftérica no llevó a la puesta en cuestión del estatuto de la anatoxina, como sí ocurrió con el bcg, ni tampoco llevó a una crisis de la medicina. Igualmente, llama la atención que la población colombiana no presentara mayor resistencia a la continuidad de la vacunación después de la tragedia. Esto da cuenta de una mayor confianza de la población en la regulación de la producción de vacunas realizada por las autoridades de higiene. El caso de México, estudiado por Claudia Agostoni, contrasta precisamente con esta actitud. En este país en diciembre de 1926 bajo gobierno de Plutarco Elías Calles (1924-1928) se impusieron las pruebas de detención de inmunidad en la población infantil a la difteria y la escarlatina, así como la vacunación en caso de considerarse necesario, utilizando no el método de Ramón, sino la mezcla de toxi-antitoxina. A pesar de que no hubo accidentes graves, la población, secundada por algunos médicos escépticos a ese tratamiento, se movilizó a través de las asociaciones de padres de 51. Diana Obregón, Batallas contra la familia rechazando la inmunización y opusieron una verdadera resistencia lepra, 192. a su puesta en práctica. De nada sirvió que el presidente y las principales 52. Steven Palmer, “Toward autoridades de higiene hubieran incluso vacunado a sus hijos en un acto Responsability in International Health: Death following Treatpúblico. Los padres de familia pensaban que las posibles consecuencias de ment in Rockefeller Hookworn las pruebas de inmunidad y de vacunación antidiftérica todavía no estaban Campaigns, 1914-1934”, Medical History 54 (2010): 162. suficientemente establecidas. El decreto presidencial que imponía la obli53. Claudia Agostoni, “Historia de un gatoriedad de la vacunación fue suprimido el 2 de abril de 192753. escándalo. Campañas y resistencia contra la difteria y la escarlatina Después el accidente de las Salas-Cunas, la producción de los sueros conen la ciudad de México, 1926tra la difteria no se detuvo en Colombia. Al contrario, motivó a los médicos 1927”, en Curar, sanar y educar. Salud, enfermedad y sociedad en colombianos a estudiar su epidemiología, seguridad, a probar sus posibles México, siglos xix-xx, coord. Claudia aplicaciones en otras enfermedades y a comparar cuáles cepas eran más Agostoni (México: unam-Instituto de Investigaciones Históricas/ buap-Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, 2008), 287-311.

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eficaces54. El Instituto Nacional de Higiene Samper Martínez (inhsm) adecuó un pabellón para la producción de la vacuna y bajo la dirección del médico Afanador Salgar preparó la anatoxina de Gastón Ramón, que sería usada con éxito en las campañas de vacunación. Asimismo, la necesidad de mejorar la producción los llevó también a comparar las distintas cepas utilizadas, que eran suministradas por los laboratorios de salud pública de Nueva York y Toronto55. Meses después del accidente fue publicado el resultado de un estudio desarrollado por el inhsm relativo a los procedimientos empleados para la 54. Antonio Peña Chavarría e Iván producción de ese tipo de sueros. Los autores hacen un recuento de los acciMoreno Pérez, “Consideraciones epidemiológicos de la difteria dentes ocurridos en diversas partes del mundo durante el empleo de esos en el trópico. La prueba de Shick productos y comparan las propiedades inmunizantes de la toxi-antitoxina, y el portador diftérico”, Revista Médica de Colombia 1: 7 (1931): aplicada sobre todo por los higienistas norteamericanos y alemanes, y la 500-507; Andrés Soriano Lleras, anatoxina de Ramón56. En las pruebas se utilizaron muestras de un labora“Observaciones sobre tres casos de lepra cutánea tratados con torio europeo (para la toxi-antitoxina) y de una anatoxina preparada en el Toxoide y Antitoxina diftérica”, inhsm, siguiendo los protocolos del Instituto de Higiene de Washington. Por Boletín del Laboratorio Nacional de Higiene Samper Martínez 1: 2 (1941): lo demás, una vez fabricada la anatoxina, se envió un lote a esa institución 6-12; de Andrés Soriano Lleras, “Preparación de Antitoxina diftépara la certificación de su calidad. El objetivo de la investigación era obserrica en Bogotá”, Boletín del Instituto var cual de los métodos de inmunización sería más seguro y eficaz en el caso Nacional de Higiene Samper Martínez 1: 4 (1941): 3-6 y “Tiempo de de que Colombia desarrollara una campaña masiva, y de esta forma despejar incubación, Preparación de Anticualquier duda relativa a la seguridad de la anatoxina. Los autores mencionan toxina diftérica en Bogotá”, Boletín del Instituto Nacional de Higiene varios accidentes terapéuticos ocurridos en Estados Unidos, Austria, China Samper Martínez 1: 16 (1946): 2-4; y Australia, registrados en la literatura médica entre 1925 y 1930. De ello se Alfredo Ordoñez, “La Difteria en el hombre. Manifestaciones clínicas, concluye que todos se debieron a causa de las dificultades de estandarizadiagnóstico bacteriológico e investigación del bacilo diftérico en los ción de la mezcla de la toxi-antitoxina, pero no con la anatoxina. Según ellos, portadores”, Revista de Medicina y el accidente acaecido en Medellín se debió a una confusión de los frascos de Cirugía 12: 9 (1945): 11-34. toxina y anatoxina, pero no a la actividad de la vacuna. A partir de enton55. Bernardo Samper, Informe al Ministro de trabajo, salud y ces una de las recomendaciones fue la de usar frascos de estilo diferente protección social. República de durante el almacenamiento para evitar así posibles errores de manipulación Colombia, Anexo a la Memoria del ministerio de trabajo salud y protecen el laboratorio. Los experimentos mostraron que la anatoxina preparada ción social en 1939 (Bogotá: El Gráfico, 1939), 369; y Andrés Soriano en el inhsm era mucho más eficaz que la toxi-antitoxina, y al comparar los Lleras y Leonor Figueroa, efectos de inmunización con aquellas producidas en otras ciudades como “Contribución al estudio de la cepa Park-Williams Nº 8”, Boletín Nueva York, Ann Arbor y París, los resultados fueron muy positivos, dando del Laboratorio Nacional de Higiene un porcentaje de 92% de inmunización. Los autores concluyen: Samper Martínez 1: 7 (1942): 5-9. “La inocuidad absoluta de la antitoxina bien preparada, su costo 56. Antonio Peña Chavarría e Iván Moreno Pérez, “Vacunación antide producción, muy inferior, comparado con el de la toxi-antitoxina diftérica en Bogotá. Resultados y la mayor actividad de las propiedades antigénicas de la primera, obtenidos con la anatoxina del Instituto Nacional de Higiene Samper Martínez”, Revista Médica de Colombia 1: 9 (1931): 580-589.

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hacen que en las labores sanitarias, como elemento de vacunación se prefiera la anatoxina a la mezcla toxi-antitoxina. Creemos por nuestra propia observación y por lo publicado por multitud de investigadores que la anatoxina debe preferirse en la profilaxis diftérica y que ella debe usarse en Colombia si las condiciones peculiares del país demandaran de las autoridades sanitarias una inmunización grande, cosa que creemos debe discutirse, teniendo en cuenta la baja morbosidad y mortalidad de la difteria en el trópico”57. Los expertos colombianos estaban entonces de acuerdo con la opinión científica internacional. En efecto, en 1931 el Comité de Higiene de la Sociedad de Naciones, después de examinar los resultados de vacunaciones contra la difteria por la anatoxina de Ramón en diversos países de Europa, concluyó: “La vacunación contra la difteria provoca una disminución importante de la mortalidad y de la morbilidad entre los vacunados y que al comparar la eficacia de la vacunación por mezcla de toxina-antitoxina, anatoxina y anatoxina (formol-toxoide), se puede concluir que la anatoxina (formol-toxoide) es el antígeno más eficaz. La vacunación antidiftérica debe ser objeto de una propaganda activa por parte de la administración de higiene de los países para aclararle al público las ventajas de este método de protección de la salud pública”58. Finalmente, resulta importante señalar la existencia de políticas de control al establecimiento de los laboratorios de producción de medicamentos. Desde 1918 el Departamento Nacional de Higiene controló los laboratorios realizando visitas periódicas. Además, ninguna empresa de producción de vacunas o sueros para uso humano o animal podía establecerse sin permiso del Ministerio de Trabajo o de Economía, ministerios que pedían a su vez el visto bueno del Departamento Nacional de Higiene. Estos controles serían más severos a partir de los años treinta. En 1937, la Comisión de Especialidades Farmacéuticas emitió una resolución exigiendo que los laboratorios de productos biológicos, opoterápicos, vitaminas y de hormonas debían estar equipados tanto de “personal técnico competente, útiles materiales y colonias de animales de experimentación necesarios”59. Por su parte, el inhsm en 1938 acogió ya no sólo la misión de la producción de buena parte de las vacunas y sueros consumidos en el país, sino también la misión de unificar las técnicas y controles de todos los laboratorios industriales, clínicos y de investigación60.

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57. Antonio Peña Chavarría e Iván Moreno Pérez, “Vacunación antidiftérica”, 58. 58. “Conclusions de la Conférence d’experts en matière d’immunisation contre la diphtérie” (Londres, 20 de Junio de 1931), en aip, Gaston Ramon, Correspondance scientifique internationale, ram, caja 4, ff. 1658-1659. 59. Comisión de Especialidades Farmacéuticas de la República de Colombia, “Resolución Nº 3 de 1937” (6 de julio de 1937), en Código de propiedad industrial y especialidades farmacéuticas, comp. Servicio Internacional de Marcas y Patentes (Bogotá: sidempa, 1945), 191-192. 60. “Explicación del señor ministro de trabajo, higiene y previsión social, sobre el decreto 2392 de 1938, que organiza el ministerio”, Revista de Higiene xx: 1 (1939): 7.


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Conclusión Gabriel Uribe Misas no fue el único ni el primero en emprender una empresa de producción de sueros y vacunas en Colombia. Desde finales del siglo xix los médicos colombianos trabajaron en la construcción de una medicina nacional, que les permitiría fortalecer su legitimidad dentro y fuera de la profesión. Éstos científicos buscaron nuevas evidencias, procedimientos y productos (vacunas, sueros, medicamentos) que hicieran posible el avance de la ciencia y, con ello, legitimar su saber y sus invenciones. Esta legitimidad sería fundamental para lograr un apoyo más amplio de la clase dirigente, que debía aportar un mayor presupuesto a las instituciones de salud pública. Frente a la catástrofe de las Salas-Cunas de Medellín, las actuaciones de los diferentes actores son notables: la prensa se convirtió en el portavoz de la medicina oficial, cuyo sentimiento generalizado fue de temor ante la pérdida de una legitimidad social frágil y recientemente instalada. Asimismo, la rápida explicación que Uribe Misas dio a la sociedad —a través de la prensa y la intervención de las autoridades, las cuales no tardaron en movilizarse para realizar un peritaje— fue esencial para evitar la extensión de una discusión que pudiera llevar a la desconfianza en la aplicación del tratamiento y produjera efectos como la resistencia de la población a las nuevas prácticas de salud o, peor aún, que desatara una crisis de la medicina nacional. La discusión planteada por el médico Eduardo Tobón Uribe sobre la no obligatoriedad de la vacunación antidiftérica provocó una respuesta masiva por parte de la medicina oficial, destacando la importancia de la adopción de las prácticas de inmunización como única fórmula para evitar la enfermedad. A diferencia de otros países, en Colombia la controversia sobre la necesidad de la vacunación obligatoria sólo tocó parcialmente a la prensa comercial y permaneció limitada a los círculos médicos. Por otro lado, resulta importante resaltar el papel del inhsm, ya que se convirtió en la institución encargada de controlar los demás laboratorios del país y definir los estándares de producción de medicamentos biológicos, y su personal experto investigó cuál de los diferentes métodos de inmunización disponible contra la difteria era el más seguro y eficaz. De esta manera, produjo en masa —durante buena parte del siglo xx— las unidades utilizadas en las campañas de vacunación de la población colombiana.

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Artículo recibido: 7 de marzo de 2011; aprobado: 31 de octubre de 2011; modificado: 9 de diciembre de 2011.

Aspectos médicos, legales y culturales tras el trabajo industrial de obreros y obreras en un contexto de modernización. Chile (1900-1930)

Medical, legal, and cultural aspects behind the industrial work of workers in a context of modernization. Chile (1900-1930)

Resumen

Abstract

Este artículo analiza la naturaleza y condiciones

This article analyzes the nature and conditions of

del trabajo industrial temprano en Chile y sus

early industrial work in Chile, and its physical and

efectos físicos y médicos en los cuerpos de obreros

medical effects on the bodies of workers, within

y obreras, en el seno de una sociedad que —en

a society which, in the first three decades of the

las tres primeras décadas del siglo xx— transitaba

20th century, accelerated towards urbanization and

rápidamente a la urbanización y modernización

economic modernization. It proposes that the risk,

económica. Sostiene que el riesgo, el morbo y la

disease, and vulnerability were the undesirable

vulnerabilidad fueron los socios indeseables de las

partners of the new social relationships of produc-

nuevas relaciones sociales de producción. La crítica

tion. The criticisms of the working class and the

obrera y la lucha por la justicia social caracterís-

fight for social justice, characteristic of this period,

ticas del período, combatieron estos desenvol-

fought these events and were driving factors of the

vimientos y fueron un factor importante tras los

expansion of labor law and the creation of a public

fenómenos de expansión del derecho laboral y el

health system with a strong social bias.

establecimiento de un sistema de salud pública con fuerte acento social.

Palabras clave

Key Words

Chile, modernización, trabajo, accidentes del

Chile, modernization, work, work-related accidents

trabajo y enfermedad profesional, derecho laboral,

and professional illness, labor law, health policies.

políticas de salud.

Diana Antonia Veneros Ruiz-Tagle

Profesora Titular del Departamento de Historia y Geografía de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (Santiago, Chile). Profesora de Estado de Historia, Geografía y Educación Cívica por la Universidad Católica del Norte (Antofagasta, Chile), Magíster en Historia de la Universidad de Chile (Santiago, Chile), Master of Arts y Philosophy Doctor en Historia Comparada por la Brandeis University (Waltham, Estados Unidos). Entre sus últimas publicaciones se encuentran: en coautoría con Luis Ortega, “Trabajo femenino fabril en un contexto de modernización. Una visión de su evolución por provincias. Chile, 1910-1930”, Revista Universum 26: 1 (2011): 151-168; y con María Isabel Toledo y Abraham Madgenzo, Visita a un lugar de memoria. Guía para el trabajo en derechos humanos (Santiago: Editorial lom, 2009); “La conquista del voto municipal. Los derechos de las mujeres en los años del Centenario”, Revista Patrimonio Cultural 51 (2009): 12-13. diana.veneros@umce.cl

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Aspectos médicos, legales y culturales tras el trabajo industrial de obreros y obreras en un contexto de modernización. Chile (1900-1930)❧ Hasta fines del siglo xix la población chilena fue fundamentalmente rural. En 1850 casi el 80% de la mano de obra estaba emplazada entre los valles transversales por el norte y el río Bío-Bío por el sur y ligada al trabajo agrícola, la actividad ganadera y a algunas manufacturas básicas en las estancias y haciendas de mayor tamaño. Una actividad minera no desdeñable se desarrollaba asimismo en los desiertos del sector septentrional desde el río Aconcagua hasta Copiapó. En las ciudades las principales fuentes de empleo eran el servicio doméstico, el comercio y las manufacturas, la milicia y la administración pública1. En todos estos ámbitos, la especialización laboral “estaba confinada al mundo de la artesanía urbana, al trabajo de los barreteros en las minas y al que se desarrollaba en las estancias ganaderas”2. La historiografía sostiene que el trabajo tradicional tuvo gran impacto ❧ Este artículo es fruto de una investigación mayor, desarrosobre los cuerpos de los trabajadores. Pero aunque rutinarias, extenuantes llada en el marco del proyecto N° 1095126, “Trabajo femenino y aceptadas con resignación no exenta de fatalismo por los trabajadores, e infantil en un contexto de las actividades tradicionales no eran percibidas como peligrosas. Los modernización. Chile 1880-1930”, financiada por el Fondo Nacional implementos usados para el trabajo en la minería y el campo eran simde Desarrollo Científico y Tecples, y de manejo sencillo, y su uso no exigía mayor adaptación. Sumado nológico (fondecyt) y dirigida por la autora de este texto. Forman a lo anterior, los trabajadores y sus familias poseían un conocimiento parte del equipo de investigación natural sobre la enfermedad, la invalidez, la vejez y la muerte, y contaban los profesores Dina Escobar Guic y Luis Ortega Martínez. con redes asistenciales en la comunidad tradicional. Éstas contribuían a 1. Luis Ortega y Enzo Videla, “El aliviar el morbo, el hambre y el abandono e incluían parientes, amigos, dolor de crear riqueza. Cuerpo y trabajo”, en Fragmentos para terratenientes y comunidades. La vida en las áreas rurales era, a inicios una historia del cuerpo en Chile, del siglo xx, “afable y sostenedora”. Según el liberal Ismael Valdés, “los dirs. Álvaro Góngora Escobedo y Rafael Sagredo Baeza (Santiago: patrones […] salvo raras excepciones atienden con benevolencia a los que Editorial Taurus, 2009), 413-444. dependen de ellos, [y] la buena voluntad con que los mismos campesinos 2. Luis Ortega y Enzo Videla, “El se amparan unos a otros en las circunstancias difíciles, hace saludable y dolor de crear”, 414-415. 3 llevadera la vida […] y asegura su existencia y bienestar” . 3. Ismael Valdés Valdés, La infancia desvalida (Santiago-Valparaíso: Sociedad Imprenta-Litografía Barcelona, 1915), 70.

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La vida en la ciudad acarreaba, en cambio, miseria y amenaza4. La urbanización e industrialización, experimentadas por el país a partir de 1860 y aceleradas tras la Guerra del Pacífico, provocaron grandes cambios en los estilos de vida de la población5. Si bien las urbes ofrecían nuevas oportunidades, también encerraban nuevos peligros. La escasez e inadecuación de la vivienda, la falta de servicios básicos, el hacinamiento, la pobreza y la enfermedad eran dolorosos ejemplos de éstos. Aportó asimismo a la imagen oscura de la ciudad la fábrica y, sobre todo, la aplicación de la técnica moderna a la actividad productiva. La estructura industrial pasó a ser percibida como una máquina gigantesca que traía consigo “sacrificios humanos frescos”6. En Chile, la azarosa relación entre el implacable desarrollo técnico y una humanidad en peligro fue explicada así en 1921: “[…] la aplicación del vapor y la electricidad en máquinas cada vez más poderosas y complejas […] y por fin, los mil inventos ingeniados por el hombre y aplicados a la industria” convierten el trabajo en “un campo de batalla donde caen cada día por millares los obreros”7.

4. Ismael Valdés Valdés, La infancia desvalida, 70. 5. Para un análisis de los desarrollos que a lo largo del siglo xix condujeron a estos fenómenos, ver Luis Ortega, Chile en ruta al capitalismo: cambio, euforia y depresión, 1830-1880 (Santiago: dibam/lom/Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2005). 6. John Mitchell, “Burden of Industrial Accidents”, Annals of the American Academy of Political and Social Science 38: 1 (1911): 76. 7. Roberto Larraín, “Legislación obrera. Accidentes del Trabajo” (Memoria de prueba para optar al grado de Licenciado en Leyes y Ciencias Políticas, Universidad de Chile, 1921), 15. 8. John Mitchell, “Burden of Industrial”, 76. 9. John Mitchell, “Burden of Industrial”, 5. 10. Pierre des Chenes, “Declaraciones de un obrero”, La Palanca, Santiago, junio de 1908, 14-16.

1. La máquina come-hombres La disociación entre los artefactos de la técnica y su propio creador, y la percepción de amenaza generada por la máquina plantearon desde los inicios de la actividad industrial una tensión entre el hombre y la maquinaria, animando desde allí todo tipo de fantasías psicosociales de muerte por devoramiento, hambre o desempleo a causa de la sustitución de las energías humanas por las energías inagotables del artilugio técnico. “El trabajador gana el pan con el sudor de su frente y lo come con su vida en peligro”, sostenía en 1911 John Mitchell, Vicepresidente de la American Federation of Labor de los EE. UU8. Las grandes empresas industriales, “además de devorar a la pequeña industria”, permitían la concentración del capital en pocas manos y traían consigo el “trabajo con máquinas cada vez más poderosas y complicadas que vienen a suplir en gran parte la fuerza muscular y a hacer cada vez mayor la competencia entre los obreros”, produciendo “el enriquecimiento de unos pocos a costa de la miseria fisiológica de los más”9. De allí que los críticos en la prensa obrera chilena de comienzos del siglo xx adujeran que el trabajo moderno era azaroso y amenazara con “clarear las filas del ejército de los trabajadores”10. La visión de la máquina como voraz y diabólica se reprodujo en todo el mundo occidental con los avances de la industrialización. Fue

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contradictorio el discurso de orden, regularidad, y disciplina con que los industriales en el siglo xix describían sus empresas, con el carácter aleatorio del trabajo cotidiano del obrero11. La voceada disciplina y “orden industrial” fueron, en importante medida, una máscara para la arbitrariedad y la confusión, una fachada tras la cual los operarios enfrentaron un terreno lleno de incertidumbres12. Pero, entre las amenazas que percibían, ninguna fue mayor que la de accidentes violentos asociados a la máquina, en especial el ferrocarril, la come-hombres por definición. En 1913 el periódico chileno La Locomotora informaba de la muerte del maquinista Francisco Palacios quien, como en todas las empresas de la época, solía servir jornadas de hasta veinte horas continuas, expuesto a grandes riesgos13. “La máquina que conducía sufrió la cortadura de un tubo causándole gravísimas quemaduras al tratar de ponerle tapones para continuar el viaje”. Su desenlace, de acuerdo con la prensa obrera, había resultado de la insensibilidad y despreocupación de los encargados de la empresa: “Los jefes […] se negaron a ponerle reemplazante, y lo obligaron a continuar viaje a San Rosendo el día viernes, sin darle lugar a que se hiciera ninguna curación. El infeliz Palacios, ante la amenaza de ser destituido […] y tomando en cuenta que la pérdida de su trabajo significaba la pérdida del pan de su familia, hizo el heroico y último sacrificio de salir a trabajar, llegando a San Rosendo en la noche del martes, en gravísimo estado”14. La imagen de la máquina come-hombres es una de las más fatídicas en el repositorio representacional de la revolución industrial, sólo superada en el registro por la máquina devoradora de niños. Fue The Times en 1837 el primer periódico que puso en circulación un género particular de historias vinculado con los accidentes laborales. En ese año introdujo un artículo sobre un siniestro acaecido en una fábrica de tejidos. Un niño, de entre ocho 11. Alf Ludtke, “The Historiogy nueve años de edad “había pasado por raphy of Everyday Life: The descuido” demasiado cerca de una rueda Personal and the Political”, en Culture, Ideology horizontal movida por energía a vapor. La and Politics: Essays for Eric rueda le succionó el pie y, eventualmente, Hobsbawm, eds. Raphael

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12. Conforme con Michel Foucault, una sociedad que disciplina no es necesariamente una sociedad disciplinada; en otras palabras, lo disciplinario se refiere más simplemente “al despliegue de ciertas técnicas que al logro de los efectos deseados”, en Mark Cousins y Athar Hussain, Michel Foucault (Londres: Macmillan, 1984), 188. 13. El trabajo en el ferrocarril compartió en todos los países similares características. Para el caso de los Estados Unidos, Walter Licht aduce: “El empleo era errático e incierto y las jornadas largas. Pero un espectro aún mayor atemorizaba a los ferrocarrileros estadounidenses del siglo xix. El trabajo era peligroso. Los accidentes no sólo eran comunes eran un componente integral del trabajo”. Si bien muchos hombres escapaban de heridas accidentales, y de la muerte, el miedo y la amenaza eran ineludibles. Working for the Railroad: The Organization of Work in Nineteenth Century (Princeton: Princeton University Press, 1987), 181, traducción de la autora. 14. “Reglamentación del trabajo”, La Locomotora, Santiago, 12 de abril, 1913, 1. Los riesgos asociados a este trabajo aparecieron, durante todo el período, en los reclamos de trabajadores y sindicatos: “Recién organizado nuestro sindicato tendrá que enfrentarse con una serie de problemas que afectan al campesinado y trabajadores de esta región […] la situación de los obreros que trabajan en el ferrocarril de Corte Alto a Maullín, es tal vez la más precaria de todas las obras fiscales del país; aquí no se cumple la jornada de ocho horas de trabajo, sino que se obliga a trabajar 10 y 12 horas; [y] los sueldos que se pagan son por demás irrisorios[…]”, en “Situación de los obreros del ferrocarril de Corte Alto a Maullín”, Vida Nueva, Osorno, 1 de mayo, 1937, 3.


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le mutiló ambas piernas15. Implícita en el relato estaba la justificación del empleador: el chico accidentado no era empleado del establecimiento. Las disposiciones de la Factory Act, promulgada en 1833, prohibían la contratación de niños menores de nueve años en la industria textil. A los artefactos envueltos en tales accidentes, ampliamente registrados en los periódicos ingleses, a menudo se les imbuyó de animismo en los relatos. Las máquinas “devoraban” a niños inocentes quienes, descuidadamente, se ponían a su alcance. La noción de que los nuevos artilugios de la técnica eran monstruos no era original. Y la idea de que los niños trabajadores podían ser aniquilados por la máquina era una inferencia lógica para una sociedad que se adentraba en el fenómeno de idealización de la niñez. Por cierto, a la despreocupación de los niños como causal de accidente, la prensa agregaba la supuesta negligencia del padre obrero en el cuidado del hijo. La creencia de que la familia obrera debía compartir las concepciones burguesas sobre una infancia protegida debió haber llevado a desconocer la evidencia de que los mismos padres llevaban a los niños a la fábrica para agregar un salario extra al magro ingreso familiar16. Desde comienzos del siglo xx los críticos chilenos de la cuestión social acentuaron los peligros de la actividad fabril. Los niños no debían trabajar, pues “la inconsciencia, el atolondramiento infantil […] a los cuales el obrero adulto está menos expuesto por la natural prudencia que dan los años, [hacen que los accidentes] se multipliquen si se permite que los niños estén en contacto con la maquinaria moderna”17. La prensa obrera recogía estos casos poniendo especial énfasis en la general desprotección del trabajador infantil y en la falta de salario adecuado para el varón adulto, proveedor principal de la familia. En 1906 el periódico La Reforma, fundado por el líder socialista Luis Emilio Recabarren, daba cuenta del accidente sufrido por un niño de catorce años de edad, “trabajador de la Barraca de maderas i carpintería de Don Horacio Carpillo” en Santiago. “En un momento de descuido […] una máquina aserradora le cortó varios dedos 15. Elisabeth A. Cawthon, “Apocrypha de la mano izquierda”. Según la prensa, el patrón no solía auxiliar a sus from the Victorian Workplace: operarios. Los propios afectados recorrían “varias cuadras para implorar Occupational Accidents and Employee Attitudes in England, los servicios de la asistencia pública”. “Ancho campo” —sostenía el perió1830-1860”, Victorian Periodicals dico— “tienen los representantes del pueblo en el Parlamento para obtener Review 25: 2 (1992): 56-63. 16. Elisabeth A. Cawthon, “Apocryel despacho de la ley sobre responsabilidad de los patrones en los accidenpha from the Victorian Worktes del trabajo”18. El primer proyecto de ley había sido presentado cinco place”, 57. años antes, sin éxito, por el demócrata Malaquías Concha. El mismo dia17. Juan Enrique Concha, Conferencias sobre economía social (Sanrio La Reforma anunciaba, días después, que en la litografía Leblanc había tiago: Imprenta Chile, 1918), 245. ocurrido otra desgracia. La correa de una de las máquinas había herido 18. “Accidentes de trabajo”, La gravemente en la mano derecha al niño Isidro López, de doce años de edad. Reforma, Santiago, 4 de julio, 1906, 2. Fue curado por el practicante de la Primera Comisaría19. 19. “Accidentes de trabajo”, La Reforma, Santiago, 7 de julio, 1906, 3.

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Leídos y contrastados con otras historias acerca de los peligros existentes en los lugares de trabajo (como las contenidas en escritos, cantos o narraciones hechos por comunidades de trabajadores en el mismo período), estos recuentos públicos de muertes o accidentes en el trabajos presentes en los periódicos, particularmente en la prensa obrera, proveen a los historiadores de información adicional a la mera apreciación del ritmo y la profundidad del cambio industrial. Muestran las representaciones que las clases laboriosas expresaron en sus narraciones sobre el trabajo y los peligros existentes en la fábrica moderna20, los procesos de adaptación cultural y científica a los nuevos cambios productivos y el estado del debate sobre la moderna legislación sobre el trabajo. No obstante los peligros asociados a este tipo de trabajo y los abusos perpetrados contra ellos, los padres insistían en incorporar a los niños tempranamente a la industria. Un abogado denunciaba en 1919 que “las mujeres arrastran a sus hijos a la fábrica o taller apenas tienen pequeñas aptitudes para una labor cualquiera”21, un juicio compartido por el legislador conservador Juan Enrique Concha. Los padres, “sea por la necesidad de disponer de mayores recursos, sea por el simple espíritu de lucro, sea por evitar que el chico ande suelto en la calle o que moleste en el hogar, lo llevan al taller, a la fábrica […] sin reparar en que ese trabajo inoportuno ha de debilitar al hijo, ha de exponerlo a la pérdida de la inocencia y conducirlo a una emancipación intempestiva”22. La visión del niño como sujeto de protección especial frente a los peligros revestía para los padres pobres una connotación distinta. Para ellos la seguridad de los niños descansaba en su rápida inserción en el mundo laboral, de manera que la vida adulta le encontrara ejerciendo una 20. Elisabeth A. Cawthon, “Apocrypha from the Victorian Work23 actividad remunerada que aportara a su subsistencia futura . place”, 57. Si la propia naturaleza de la actividad industrial y el maquinismo, más 21. Julio Lezaeta Rojas, “Los menores ante nuestra legislación” las precarias condiciones que rodeaban al trabajo moderno (entornos (Memoria de prueba para optar físicos, salarios, jornadas), y la deteriorada condición preexistente de la al grado de licenciado en Leyes y Ciencias Políticas, Universidad masa laboral (condición física, estado general de salud y nutrición, nivel de Chile, 1919), 55. educacional y calificación laboral) hacían inevitable el incremento de las 22. Juan Enrique Concha, Conferenexigencias sobre los cuerpos trabajadores, es posible asumir que en tales cias sobre economía, 241-242. condiciones el número de accidentes laborales fue considerable, afec23. Esta visión era compartida por los padres y los empleadores. tando a todos los contingentes de hombres, niños y mujeres trabajadoras. Los industriales estimaban que “ocupar a un pequeñuelo es Accidente regular entre las costureras era herir sus dedos en las máquilibrarlo de la vagancia, es formar 24 nas de coser con que trabajaban . Para las operarias de Cristalerías Chile, al futuro operario, es abrirle la puerta a la escuela del trabajo”. quienes recogían sin guantes u otro tipo de protección en las manos trozos Ver Juan Enrique Concha, Confede vidrio de color entre las basuras, eran eventos frecuentes las “heridas rencias sobre economía, 241-242. en los dedos”, que se infectaban con regularidad. De allí que trabajaran 24. “Accidente del trabajo”, Boletín Oficial de la unión industrial de O. de Gath y Chavez, Santiago, juniojulio, 1927, 10.

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con “los dedos forrados en trapos […] tan sucios que el preservativo era enteramente inútil”25. Si a lo anterior se agregaba el trabajo en condiciones de humedad —las operarias debían lavar los vidrios que recogían— la predisposición a la tuberculosis o a cualquier otra enfermedad infecciosa representaba un peligro latente26. La prescindencia patronal fue la respuesta habitual a los siniestros acontecidos en el ámbito laboral en general y particularmente en el femenino. “Por los accidentes del trabajo muy rara vez se les paga médico y botica; hay ciertas fábricas donde, cuando una obrera cae enferma, pasan una bolsa o alcancía a todas las compañeras, reuniendo de este modo algún dinero; pero debida esta ayuda pecuniaria, como se ve, a iniciativa de ellas mismas”27. 2. Las condiciones laborales y el riesgo laboral La descripción de los primeros establecimientos industriales chilenos, de los ambientes y jornadas de trabajo, de la máquina y la nueva disciplina laboral, y de las relaciones entre el capital y el trabajo es sombría; con evocaciones de un imaginario laboral cargado de elementos negativos y asociado a la ocurrencia de accidentes, a contagios de todo tipo y a factores productores de stress laboral. En las fábricas y los talleres, hombres, mujeres y niños trabajadores soportaban el “ruido ensordecedor de las máquinas y poleas, el hollín de los motores y el acento acre y duro de capataces y patrones [además de la odiosa] bocina, anunciadora de la entrada al taller”. A esta representación de aparatos estridentes, de ambientes enrarecidos, de abuso, explotación y rigurosa disciplina, la obrera tipógrafa y editora feminista chilena Carmela Jeria en su escrito en el diario La Palanca sobre la “Fiesta del Trabajo” opone, de manera simbólica, el silencio, la capacidad de “respirar a pleno pulmón el oxígeno”, la libertad y la dignidad, y la ausencia de trabajo y compulsión28. Estas condiciones laborales fueron profusamente denunciadas. Visitadores oficiales, sindicalistas y la prensa obrera dieron cuenta del 25. “El trabajo de las mujeres en fenómeno. Un visitador de la Oficina del Trabajo informaba, en 1896, las Cristalerías Chile”, La Mujer Nueva. Boletín del Movimiento que en la Refinería de Azúcar de Viña del Mar, donde trabajaban cerca Pro-emancipación de las mujeres de de setecientos operarios entre hombres, mujeres y niños, los talleres Chile. Santiago, enero de 1936, 3. 26. “El trabajo de las mujeres”, 3. eran “verdaderos hornos. Los obreros trabajan casi desnudos […]. Las 27. Eugenia Marín Alemany, máquinas, debido a su complicación, son excesivamente peligrosas; los “Condiciones del trabajo de la grandes rodantes están colocados muy cerca de los lugares de tráfico obrera”, en Congreso Mariano, comp. Sara Guerín de Elgueta i las poleas son una constante amenaza para los muchos trabajadores (Santiago: Esc. Tipo. La Gratitud cuyas faenas les obligan a permanecer en los sitios adyacentes”29. La refiNacional, 1918), 287. nería funcionaba las veinticuatro horas de día, en dos turnos, y contaba 28. Carmela Jeria, “La fiesta del trabajo”, La Palanca, Santiago, mayo de 1908, 6-7.

29. Roberto Larraín, “Legislación obrera”, 21. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 132-153


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con niños trabajadores quienes, por ejemplo, empaquetaban el azúcar en panes ganando por esto treinta centavos diarios30. En cuanto a la condición de fábricas y talleres, particularmente aquellas vinculadas con la industria del vestuario —que empleaba mayoritariamente a mujeres—estaba caracterizada, tal como los modernos sweat-shops, por la precariedad, hacinamiento e insalubridad, y por la avidez de los empresarios que incrementaban sus ganancias a costa de bajos salarios. Según las costureras de comienzos del siglo xx, la mayor parte de los talleres funcionaba en una “pieza redonda, chica, sucia y sin ventilación”, con una sola puerta, rodeada de “patios húmedos, empedrados o embaldosados”. La falta de aire y la estrechez turbaban el trabajo y favorecían la transmisión de enfermedades31. “Casi todos los establecimientos industriales carecen de los medios higiénicos más indispensables, lo que constituye un verdadero atentado en contra de la salubridad pública”, reiteraban en sus tesis los jóvenes abogados egresados de la Universidad de Chile durante las primeras décadas del siglo xx. “A medida que el trabajo se va haciendo más intenso y que aumenta la fatiga, el organismo del obrero necesita, para poder sobrellevar la labor, una mayor cantidad de oxígeno, el que, dadas las condiciones en que por lo general se trabaja, se va rarificando mucho, contribuyendo todo esto a una mayor intoxicación”32. Las largas jornadas, presentes en el entorno laboral de la época, acentuaban el riesgo. El trabajo excesivo y la fatiga representaron un peligro latente para los trabajadores y un problema difícil de esquivar, en particular si un mayor volumen y más horas de trabajo aumentaban, y no así el escuálido salario. Los críticos y legisladores del período denunciaron abiertamente su efecto en la fatiga crónica. Sin contención, la fatiga predisponía gravemente al surmenage. Reconocido hoy como stress laboral, era definido en 1924 como un “estado patológico en que cae un individuo que ha abusado de sus fuerzas”, y que eventualmente actuaba como “causa determinante de enfermedad, o 30. Peter De Shazo, Urban Workers causa predisponente” y como motivo de “muerte prematura”33. and Labor Unions in Chile, 1902-1927 El surmenage y el maquinismo no eran afines. Una fábrica “instalada a (Madison: University of Wisconsin Press, 1983), 261. la moderna […], con dotación completa de maquinarias”, obligaba al tra31. Esther Valdés de Díaz, “Problebajador a “estar constantemente preocupado de su trabajo. Un segundo mas obreros. Reglamentación de las horas de trabajo para la mujer de descuido [podía] ser fatal”. Y si al desarrollar su actividad el operario obrera”, La Alborada, Santiago, 6 debía, necesariamente, armonizar sus movimientos con los del artilugio de abril, 1907, s/p. técnico, amoldando “su ligereza en el trabajo a la rapidez [de] la máquina”, 32. Sergio Concha Garcés, “De la jornada del Trabajo y su Evolución” una jornada extensa podía ser causal de su mayor lentitud, de una even(Memoria de Prueba para optar al tual descoordinación suya con la máquina, y finalmente de una desgracia. grado de Licenciado en la Facultad de Leyes y Ciencias Políticas, Conforme con los críticos, el número de accidentes solía aumentar según Universidad de Chile, 1924), 41.

33. Sergio Concha, “De la jornada del Trabajo”, 39. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 132-153


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transcurría la jornada, siendo particularmente frecuentes en las últimas horas del largo día laboral de diez horas existente en el año 192434. Al igual que en los países industrializados de Europa, los Estados Unidos y América Latina, Argentina entre ellos —donde de manera casi coetánea se ponían estos temas en el tapete de la discusión35— se planteaba en Chile 34. Sergio Concha, “De la jornada que si bien los accidentes eran “la resultante de la naturaleza misma de del trabajo”, 40-41. la industria, del peligro permanente de las máquinas”, también se debían 35. En 1909, Edwin W. de Leon, primer vicepresidente de la First principalmente a la incapacidad de los trabajadores “de comprender y Casualty Company of America, concluía que los accidentes apreciar la peligrosidad de la vida industrial, y a la fatiga y desatención sufridos por los niños trabajadores que se producían tras largas horas de exposición al trabajo”36. estadounidenses obedecían al analfabetismo, al desconocimiento Además de la fatiga, eran factores de vulnerabilidad y propensión al de los peligros de la industria y a la riesgo la falta de educación y, con ella, la baja calificación. La poca instrucfatiga y desatención que se producían tras largas horas de trabajo. ción de las masas trabajadoras fue abundantemente puesta de relieve en “En la mayoría de los casos, los éste y otros países. Los educadores, reformadores, legisladores y la prensa niños accidentados habían estado empleados sólo unos pocos días obrera expusieron el problema: “[…] las faenas industriales exigen hoy no o semanas, y carecían completamente de experiencia, educación, sólo brazos, sino brazos con cerebro, obreros capaces; bien puede un país habilidad o capacidad para realizar ser dueño de la materia prima y continuar con sus industrias en estado inciel trabajo”, en Edwin W. de Leon, “Accidents to Working Children”, piente o tributaria del extranjero, sea por el artefacto o por la mano hábil”37. Supplement: The Child Workers Particularmente vulnerables eran los niños, quienes sumaban a su of the Nation: Proceedings of the Fifth Annual Meeting of the Natioescasa escolaridad e inexperiencia su limitada comprensión del riesgo nal Child Labor Committee. Annals asociado al trabajo moderno. De allí que se les sometiera a la rutina y of the American Academy of Political and Social Sciences 33 (1909): 138, disciplina laboral de formas no exentas de maltrato verbal y físico, según traducción de la autora. la denuncia aparecida en La Reforma en 190638. Pero estos problemas no 36. Roberto Larraín, “Legislación obrera”, 21. pasaron inadvertidos. Las normas regulatorias del trabajo infantil ten37. Darío Salas, El problema nacional dieron a incluir, en los distintos países, disposiciones atingentes a la (Santiago: Imprenta y Litografía escolaridad39, y los Estados iniciaron más temprano que tarde el proceso Universo, 1917), 66. de modernizar la legislación, de producir un “conjunto de doctrinas, nor38. El diario denunciaba “la mala conducta que observa el dueño mas y leyes destinadas a regular las relaciones de trabajo entre patrones de la litografía Suiza para con los o empleadores y asalariados, y a mejorar la indigentes niños y niñas trabajadoras de ese establecimiento condición econó­mico social de los trabaja[…] da golpes y puntapiés a los 40. Francisco Walker Linares, chicos con cualquier motivo”. dores de toda índole”40. Una lucha aparte “Concepto personal del Ver “En la litografía Suiza, atroDerecho del Trabajo”, se daría por cierto, hasta hoy, en el ámbito pellos sin nombre”, La Reforma, Anales de la Facultad de Santiago, 29 de julio, 1906, 1. de cómo hacer cumplir la legislación social. Ciencias Jurídicas y Sociales 7: 7 (1967), consultado 39. Una síntesis comparativa de Los datos, en efecto, acusan omisiones, el 23 de febrero de 2011. las piezas legislativas que tratan negligencias y abusos en el trato hacia los http://www.analesderedel trabajo infantil en Estados Unidos y Europa, en Edwin W. de Leon, “Accidents to Working Children”, 131-143.

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trabajadores del período, imposibles de ser evitados dada la escasez de inspectores encargados de pesquisar la transgresión. 3. Las enfermedades del mundo industrial La modernización favoreció el luctuoso maridaje entre las viejas enfermedades y la nueva noción de enfermedad profesional. Constituían morbos recurrentes en la época, además de la clásica y temida tuberculosis, el tifus exantemático y la sífilis. A ellas se agregaban otras como la viruela, cólera, peste bubónica y la disentería. El pueblo chileno era entonces un pueblo enfermo, agravada esta condición por la cuestión social y las insalubres condiciones de vida y de trabajo de los pobres. El diagnóstico hecho en 1939 por el ministro de salud del Frente Popular, Salvador Allende, médico y legislador socialista, y más tarde presidente de Chile —uno de los personajes más reputados en la salud pública chilena del siglo xx— es sombrío pero veraz41. La enfermedad principal del mundo industrial fue la tuberculosis o peste blanca. Las fuentes describen una trilogía odiosa que favoreció su frecuencia y dispersión: la fatiga provocada por el trabajo excesivo, una deficiente alimentación generadora de anemia e inadecuadas condiciones de salubridad e higiene existentes en los establecimientos, a las que cabría agregar el alcoholismo como causa “de muchas enfermedades: tuberculosis, parálisis, locura, hidropesía, enfermedades del estómago, del hígado, de los riñones”, y agravante de “todas las enfermedades agudas: tifus, paludismo, disentería, pulmonía, etc”42. La asociación entre ambos azotes, alcoholismo y tbc, se hizo de manera recurrente desde comienzos del siglo xx: “[…] de cada 100 tuberculosos, 75 son alcohólicos”43. Contra este telón de fondo, expresado en la pobreza, el morbo y el alcohol, y acentuado por la exposición de los trabajadores a las condiciones específicas de la actividad industrial, se desarrollaron entre operarios 41. Salvador Allende Gossens, La y operarias diversas afecciones. Entre éstas cabe mencionar las genéricarealidad médico-social chilena (Santiago, Chile: Cuarto Propio, mente conocidas como enfermedades profesionales44. Si bien no existen 1999 [1939]). estadísticas sistemáticas de enfermedades profesionales por ocupacio42. “El alcoholismo”, La Palanca, nes, es sabido que tendió a existir una segregación por género del riesgo Santiago, septiembre de 1908, 55. 43. “El alcoholismo”, 55. Sobre laboral. Mientras los trabajadores acapararon tasas más altas de accidenel alcoholismo y sus efectos, tes, las mujeres se concentraron en ramas laborales que implicaban bajo ver Marcos Fernández Labbé, “Fuera de sí: cuerpo, ebriedad y riesgo de accidentes y un alto riesgo de enfermedades laborales, las que conciencia en Chile, 1870-1940”, se manifestaban después de un lento y prolongado proceso de desarrollo. en Fragmentos para una historia 285-328. Los malestares y enfermedades circulatorias, las lumbalgias, náu44. Esta última distingue las enferseas, mareos, tendosinovitis, envenenamientos, trastornos emocionales medades que afectan al conjunto y mentales dominaron históricamente el perfil de salud-enfermedad de de la población de aquellas que son el resultado directo del tipo de trabajo y de los ambientes en los que este se realiza.

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las trabajadoras. Si a ello se agrega que las mujeres fueron y siguen siendo las responsables del trabajo reproductivo y las principales proveedoras de afecto y cuidado familiar, aquellas que trabajaban simultáneamente en forma remunerada y en el hogar enfrentaron los riesgos de la doble carga laboral. Solían ser afecciones regulares de las costureras la tendosinovitis o dolores de espalda, que provenían de realizar movimientos repetitivos o mantener posturas forzadas durante un tiempo prolongado45. En las trabajadoras textiles, la pérdida de visión, a causa de mucha o poca luz pareció ser una constante, así como la brusca exposición a temperaturas muy elevadas en contraste con bajas temperaturas inductoras de enfermedad: “El algodón hay que trabajarlo a 80° y tiene que estar muy seco, de tal modo que hay que respirar ese aire asfixiante. El deseo de llegar pronto a la casa y la imposibilidad de tener un sitio de temperatura intermedia nos hacen salir bruscamente de los talleres calefaccionados, a veces transpirando, al aire horriblemente frío del invierno”46. En otros casos, las trabajadoras de las fábricas de piedra, arcilla y vidrio, eran afectadas por la silicosis que provenía de la inhalación de cristales de sílice. Caracterizada por la formación de cicatrices en los pulmones, ésta podía aumentar el riesgo de otras enfermedades pulmonares, incluida la tuberculosis. Normalmente el concepto de enfermedad profesional asoció, en la época bajo estudio, la multicausalidad: una misma enfermedad podía tener distintas causas o factores laborales y extralaborales que actuaban al mismo tiempo y que contribuían a su desencadenamiento. La fábrica combinó así enfermedades viejas con enfermedades nuevas. Entre las más inusuales, las fuentes dan cuenta del trauma acústico crónico, la patología ocupacional que afectaba a los trabajadores con exposición permanente al ruido de las máquinas, superior a los 85 dB de intensidad durante una jornada laboral de ocho horas. Otro problema fue el representado por los envenenamientos por contacto o inhalación de sustancias tóxicas. En el año 1921 muchas eran “las industrias y manufacturas que 45. Las actividades físicas que dan margen a envenenamientos y trastornos temibles en los obreros que a someten al tendón a sobreesellas concurren, y que se manifiestan lentamente”. Diversas enfermedades fuerzos o microtraumatismos repetidos pueden dar origen a se producían a raíz de la manipulación del yodo, del plomo, del arsénico, del una inflamación aguda o crónica del propio tendón o de la vaina. mercurio, del carbono, del fósforo y del petróleo, entre otros. Tales enferTenosinovitis es la inflamación medades, al desarrollarse lentamente, no daban lugar a indemnización47. de la vaina de revestimiento que protege al tendón de las fricciones.

46. “Condiciones de Trabajo en la Fábrica Textil ‛La Cordillera”’, La Mujer Nueva, septiembre de 1937, 7.

4. La lucha por la atención del Estado La construcción legal de los conceptos de “accidente del trabajo” y “enfermedad profesional”, su clasificación, la aplicación de estadísticas

47. Roberto Larraín, “Legislación obrera”, 32. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 132-153


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para medir su número y frecuencia, y la producción de leyes para su contención y reparación dan cuenta de uno de los aspectos más desafiantes del proceso de modernización48. El tránsito hacia el trabajo moderno y los sistemas de seguridad industrial y de prevención y mejoramiento de la calidad del trabajo no fue fácil49. La fatalidad, los accidentes, la enfermedad y la muerte eran para algunos inevitables. “Eran simple y solamente el resultado de condiciones que escapaban al control humano e inseparables del curso ordinario de la existencia”50. Para otros, como se planteaba en 1920, eran “la resultante de la naturaleza misma de la industria, del peligro permanente de las máquinas”51, y en ese contexto fácilmente previsibles y evitables a través de normas positivas que garantizasen una mayor calidad y seguridad laboral. La legislación laboral siguió, sin embargo, un camino largo y tortuoso52. La composición del Congreso durante la llamada República Parlamentaria chilena (1891-1925) reconocía como fuerzas políticas principales a los conservadores, a los militantes de las distintas facciones del Partido Liberal, a los miembros del Partido Democrático, y a quienes —desgajados de este último en 1912— constituyeron el Partido Obrero Socialista, que más tarde se convertiría en Partido Comunista (1922). Ninguna de estas colectividades podía gobernar por sí sola. Todas necesitaban unirse a otras afines o antagónicas para componer una mayoría parlamentaria. Si bien diferentes en sus orientaciones doctrinarias, todas compartían, en mayor o menor medida, las percepciones sobre la 48. Roberto Larraín, “Legislación cuestión social y sus nocivos efectos en las clases dependientes, aunque obrera”, 13. diferían sobre las medidas conducentes a su reparación, las prácticas de 49. Juan Enrique Concha, Conferencontención del movimiento obrero emergente y sobre la inmediatez o cias sobre economía, 236. 50. John Mitchell, “Burden of Indusgradualidad que debía imprimirse al necesario cambio social. trial Accidents”, 77. Si bien a inicios del siglo xx no hubo mayor preocupación corpora51. Roberto Larraín, “Legislación tiva por asumir los temas sociales y laborales —la Comisión de Legislación obrera”, 21. Social de la Cámara de Diputados no fue creada sino hasta 1912—, sí 52. Ver Sergio Grez Toso, “El escarpado camino hacia la legislación hubo desde fines del siglo xix personajes notables que reivindicaron social: debates, contradicciones incansablemente estas causas y promovieron su resolución, entre ellos y encrucijadas en el movimiento obrero y popular (Chile: 1901el diputado radical Valentín Letelier, el demócrata Malaquías Concha, el 1924)”, Cyber Humanitatis 41 liberal Manuel Rivas Vicuña y el conservador Juan Enrique Concha, segui(2007), consultado el 23 de febrero de 2011, http://www.cyberhumador de la Encíclica Rerum Novarum. nitatis.uchile.cl/index.php/RCH/ article/viewArticle/10515/10569; El primer proyecto de ley provino de las filas demócratas y fue presenJuan Carlos Yáñez A., “Antecetado por el diputado Malaquías Concha en 1901. La propuesta incluía la dentes y evolución histórica de la legislación social de Chile entre regulación del trabajo en diversas materias, como los accidentes y la segu1906 y 1924”, Revista de estudios ridad, la duración de la jornada, el descanso dominical, el pago semanal histórico-jurídicos 21 (1999): 203210, consultado el 22 de febrero de 2011, doi: 10.4067/S071654551999002100011.

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53. Entre sus disposiciones específicas estaban la prohibición del trabajo a los menores de doce años en fábricas, minas, canteras y otras tareas riesgosas; prohibición del trabajo femenino en las minas; fijación de la jornada laboral en diez horas; descanso dominical; indemnizaciones por accidentes del trabajo; y pago semanal en moneda corriente sin multas, retenciones y embargos de salarios. 54. Roberto Larraín, “Legislación obrera”, 14. 55. “Proyecto de lei de la reglamentación del trabajo presentado en sesión de 26 de diciembre de 1901 por don Malaquías Concha”, Boletín de la Sociedad de Fomento Fabril xx: 1(1903): 23-25. 56. Sergio Grez Toso, “El escarpado camino”. 57. En el marco de los sucesos acaecidos en la huelga de Valparaíso en 1903, el Diputado Alejandro Hunneus ya había hecho un llamado a preocuparse por los problemas sociales: “Que no suceda, en nuestro Chile, señor Presidente, lo que ha sucedido en la vieja Europa, que se dejó llevar por un optimismo liberal i por ideas en estremo individualistas, i que se mantuvo indiferente al movimiento obrero, para tener que despertar cuando todas las instituciones existentes estaban ya amenazadas de muerte i cuando el pavoroso problema de salvación social se presentaba en toda su magnitud”, en Juan Carlos Yáñez A., “Antecedentes y evolución histórica”, 206. 58. Tras esta ley hubo un fuerte impulso conservador inspirado en la doctrina social de la Iglesia, particularmente en la Encíclica Rerum Novarum. Ver Jaime Guzmán Errázuriz, “El pensamiento social tras la primera Ley de Accidentes del Trabajo”, Estudios Públicos 46 (1992): 347-363. 59. Biblioteca del Congreso (bc), Fondo Cámara de Senadores, Debates, Sesión de 28 de julio de 1914, 391-392.

del salario y la protección del trabajo de mujeres y niños53. En ella, los accidentes del trabajo sólo eran asociados al riesgo representado por el uso de maquinarias, sin especificar las otras alternativas de riesgo que existían en los ambientes laborales54. La moción no fue considerada en el debate legislativo y fue prácticamente rechazada por la Sociedad de Fomento Fabril55. Tampoco encontró acogida en la Cámara de Diputados un proyecto de ley relativo al trabajo, el arbitraje, el ahorro popular y los accidentes del trabajo, presentado en 1903 por el diputado radical Fidel Muñoz56. En 1912 y tras un largo derrotero legislativo iniciado en 1904 con la propuesta del diputado conservador Alejandro Huneeus57, seguida por la del representante del Partido Demócrata, Bonifacio Veas, en 1907, y la del diputado conservador Alfredo Barros Errázuriz en 190958, la Comisión de Legislación Social de la Cámara de Diputados, presentó —afirmada en esta última propuesta— el informe sobre el proyecto de Ley de Accidentes para ser tratado por la Corporación. Entre los elementos que era preciso normar estaban la noción de accidente del trabajo, las circunstancias de su ocurrencia con relación al tiempo de la jornada y en particular fuera de esta, y las consecuencias distintas a la muerte del trabajador que el accidente podía provocar: incapacidad, mutilación o deformidad de la víctima. Temas no menores en la discusión eran la responsabilidad por los accidentes del trabajo y las labores que los producían; los conceptos de patrón y trabajador; la clasificación de los eventos; el tipo de prestación a la que daba derecho el accidente; y los órganos administradores del seguro (Caja de accidentes del trabajo). La dilación del derrotero legislativo llevó en 1914 al conservador Barros Errázuriz a plantear la “excepcional urgencia” de la pieza legislativa. “El número de accidentes, según la memoria última de la Oficina del Trabajo” había ascendido “en 1912 a dos mil ochocientos veintidós, advirtiendo que estos datos son únicamente los recogidos por las prefecturas y los hospitales dependientes de las Juntas de Beneficencia; no están anotados en este número los accidentes producidos en las labores agrícolas y todos los que escapan a las oficinas nombradas”59. La Oficina del Trabajo (1907) fue fundamental para la pesquisa y registro de estos eventos, a través de la estadística anual de accidentes. Sin embargo, los datos nunca fueron más que meras aproximaciones a la realidad. “La

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constante ocultación que los industriales hacen de estos hechos, por una parte, y la falta de una organización legal y administrativa adecuada al objeto, por otra, determinan en definitiva cifras que representan un número menor de accidentes que los realmente ocurridos”60. En Chile, a diferencia de otros países, no existían disposiciones legales que impusieran a los patrones “bajo pena de multa, la obligación de 61. “Oficio del Ministerio de Industria y Obras Públicas, de fecha 14 denunciar todo accidente del trabajo, cualquiera sea su gravedad”61. de octubre de 1914”, 39-41. En La Ley 3170 de Accidentes del Trabajo fue finalmente promulgada el éste se da cuenta, a solicitud del Senado de la República, de los 30 de diciembre de 1916. La nueva ley asumió la “teoría del riesgo proaccidentes del trabajo habidos en fesional”, en contraposición a la idea de responsabilidad culposa del el país en 1911, en especial en la industria salitrera, obras públicas Derecho Civil. Conforme con ese principio, la norma extendía al patrón y ferrocarriles del Estado. Éstos ascendían a un total de ocho mil la obligación de indemnización a todos los accidentes que se produjeran seiscientos doce, con resultado a causa o con ocasión del trabajo, con algunas excepciones más o menos de seiscientos sesenta y cinco muertes, siete mil novecientos amplias (para algunos la culpa grave y el dolo del obrero, para otros sólo cuarenta y siete heridas y el resto el dolo, para unos terceros toda fuerza mayor extraña al trabajo, etc.). no especificado. Entre sus fallas estuvo su tendencia casuística que casi siempre eximió la 62. Siguiendo la experiencia de los Estados Unidos, una doctrina más responsabilidad del empleador y ahorró a éstos el pago de innumerables bien restrictiva de la responsabilidad del empleador pudo haber compensaciones62. La indemnización sólo se otorgó cuando el accidente sido uno de los elementos funestuvo asociado a causas ajenas al trabajador. damentales tras un movimiento general hacia la formulación de Por otro lado, el reglamento sobre accidentes del trabajo de la Ley leyes sociales que no lesionaran el 3170 tampoco consideró las enfermedades profesionales63. Los legisladodesarrollo de nuevas empresas ni obstaculizaran los intereses ecores sólo asumieron como fatalidades aquellas lesiones internas o externas nómicos y sociales de los empresaocurridas “con ocasión del trabajo que ejecuta el obrero”, provenientes rios; una respuesta instrumental a las necesidades del capitalismo, de causas ajenas a “la constitución orgánica de la víctima”, la que debía durante la fase temprana de la industrialización, de contar con obrar “en un espacio de tiempo relativamente breve, y no de una manera un ambiente legal que facilitara progresiva, por ejemplo un golpe o caída cuyas consecuencias no evoluel proceso de acumulación. Christopher Lawrence Tomlins, cionen lenta y gradualmente”. Aquellas enfermedades contraídas tras “A Mysterious Power: Industrial larga exposición a condiciones específicas de trabajo no tuvieron repreAccidents and the Legal Construction of Employment Relations in sentación. Esta carencia fue recién compensada en el año 1924, cuando la Massachusetts, 1800-1850”, Law Ley 3170 fue modificada por la Ley 4055. and History Review 6: 2 (1988): 378. 5. La visión de los médicos y la ortopedia higienista del obrero

La respuesta de los médicos y la ortodoxia médica hacia el aumento de los accidentes y las enfermedades ocupacionales, provocadas

60. “Oficio del Ministerio de Industria y Obras Públicas, de fecha 14 de octubre de 1914, dirigido al ministro del ramo”. En bc, Cámara de Senadores, Documentos 1914-1915, Sesión del 22 de octubre de 1914, 39-41.

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63. El artículo segundo de ese reglamento decía: “[…] no constituyen accidentes del trabajo, ni dan, por lo tanto, ningún derecho a las indemnizaciones que la ley acuerda las enfermedades profesionales, sin distinción alguna, y aún cuando sean contraídas de una manera directa e indudable por el ejercicio de la profesión o trabajo de la víctima”, citado en Roberto Larraín, “Legislación obrera”, 31.


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por el trabajo moderno en los talleres e industrias, formó parte de un proceso mayor orientado en la paulatina instalación en Chile de un sistema asistencial comprensivo que recogiera aspectos de higiene y salubridad, de promoción de la salud y seguridad laboral, y respondiera a las muchas demandas sociales emergidas con la modernización económica. En el año 1889 fue creado el Consejo Superior de Higiene Pública. A éste siguió, en 1892, el Instituto de Higiene y Desinfección. Ambas organizaciones, si bien de alcances limitados, mostraron la preocupación de las autoridades frente a los efectos del rápido proceso de migración campo-ciudad que agudizó las deficiencias de los centros urbanos, incapacitados para absorber el incremento poblacional. Estos esfuerzos convergieron con la formación de un ejército de galenos. Egresados de la Universidad de Chile actuaron a la vez como promotores de legislación social y como salvadores de la raza a través de la colonización de los cuerpos de los pobres. Imbuidos de un fuerte sentido crítico, no cejaron, a lo largo del período, de asumir el estudio y aplicación de una legislación sanitaria y médico-social para solucionar los problemas. Ello en un clima de creciente conflicto económico, ocasionado por los efectos de la Primera Guerra Mundial en el país, a los que se agregaron en la década del veinte aquellos vinculados con la crisis política del parlamentarismo64. En 1911, ante la falta de atención médica de urgencia, la Junta de Beneficencia de Santiago encomendó al doctor Alejandro del Río SotoAguilar la organización de un servicio de primeros auxilios y traslado de 64. El 5 de septiembre de 1924 las Fuerzas Armadas efectuaron enfermos, que se reflejó en la inauguración de la Asistencia Pública de una intervención política que Santiago, el 7 de agosto. Más conocida como Posta Central, su creación significó la caída del gobierno de Arturo Alessandri Palma representó un gran avance en la atención médica de urgencia, particular(electo en 1920) y el término mente en la asistencia de accidentados y quemados, muchos de los cuales del régimen parlamentario. Fue en ese contexto que surgió provenían de talleres y establecimientos fabriles. con fuerza la propuesta de los sectores medios de la sociedad — Antes de la aparición de la Asistencia, quienes sufrían de algún siniesprofesionales civiles (abogados, tro debían ser llevados primero a los cuarteles de la policía municipal ingenieros, médicos y algunos profesores) y militares— que en para prestar declaración. Muchos morían en el camino, pues al carecer lo esencial planteaban dos temas de ambulancias, la policía encargada de su traslado debía solicitar a autofundamentales, cuyo objetivo estratégico era cambiar la orienmóviles particulares apoyo voluntario para cumplir con su cometido. tación del sistema productivo: 1) el desarrollo de lo que denomiYa en los recintos policiales, estudiantes de medicina prestaban la prinaron industria nacional, sin mera atención a los heridos, con riesgo de agravamiento de los pacientes mayores especificaciones y 2) el intervencionismo del Estado en debido a la improvisación y falta de medios. Si bien las fuentes son magras el campo económico. A su vez los en información respecto de los procedimientos específicos utilizados militares aceleraron el cambio social, al obligar al Congreso a para tratar a los obreros accidentados, es dable inferir que la acción de promulgar un conjunto de leyes laborales que, tras un dilatado trámite legislativo, finalmente fueron aprobadas gracias a la presión ejercida.

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la Asistencia Pública, del servicio de ambulancias dependiente y de los policías de turno en la propia entidad para tomar declaración respecto de las circunstancias del accidente o la lesión, transformaron drásticamente la forma de atender estos casos. En 1918 se promulgó el Código Sanitario (Ley 3385) y se creó la Dirección General de Sanidad bajo la guía del doctor Ramón Corbalán Melgarejo. Por primera vez una entidad central tenía la facultad de controlar toda la salud pública —excluyendo del poder directivo a las municipalidades, las intendencias u otros ministerios— y ejecutar, a través de una severa policía sanitaria, acciones específicas en materias de profilaxis, prevención de epidemias, control de profesiones médicas, farmacias, estadística médica e inspección higiénica de fábricas con fines de prevención de riesgo. Con ello la dirección hacía explícita su responsabilidad de protección a los trabajadores y sentaba las bases del Ministerio de Higiene, Asistencia, Trabajo y Previsión Social65, instalado finalmente durante el emblemático año de 1924 cuando la intervención militar aceleró la tramitación de leyes66. En ese mismo año se aprobó la Ley 4054, sobre Seguros de enfermedad, invalidez y accidentes del trabajo, concebida por el doctor Exequiel González Cortés. Ésta hacía obligatoria para todo trabajador la cotización de un porcentaje de su salario para acceder a prestaciones de salud, a subsidios por enfermedad, indemnizaciones por invalidez declarada conforme a la ley de accidentes del trabajo y pensiones de vejez. Contribuían al financiamiento del sistema, además de los aportes del asegurado, aquellos provenientes de los empleadores y del Estado, y apoyaban su organización y funcionamiento una Caja Central y Cajas Locales de Seguros de enfermedad, invalidez y accidentes del trabajo, creadas ex profeso para administrar el nuevo seguro. Esta notable pieza, a la que se agregó en ese mismo año la nueva Ley de Accidentes del Trabajo (Ley 4055), antecedió a la promulgación 65. Para un análisis de las bases en 1931 del Código del Trabajo y a la Ley 6174 de Medicina Preventiva doctrinarias de la medicina social (1938). El objetivo central de esta última fue “prevenir el desarrollo de chilena, emergidas en la década del veinte y que animaron el enfermedades por medio de su pesquisa en la fase preclínica y determidebate médico hasta la creación nar las personas que debían acogerse a reposo preventivo”. Se pretendía del Servicio Nacional de Salud (1952), ver María Eliana Labra, “que el Estado, por intermedio de la medicina dirigida”, pudiera ejercer “Medicina Social en Chile: Propuestas y Debates (1920 - 1950)”, acción directa “sobre la ‘máquina’ que debe ser urgentemente reparada: Cuadernos Médico Sociales 44: 4 sobre el hombre trabajador”, Tal como planteaba José Santos Salas en el (2004): 207-219. preámbulo a la Ley 355 sobre Defensa de la Raza, del año 1925, la tarea era 66. En el año 1927 se hizo una importante reestructuración urgente e involucraba socialización y disciplinamiento forzosos: ministerial, en el marco de la cual “La salvación impostergable de nuestra raza, en forma que le permita se creó el Ministerio de Bienestar Social que se encargaría, además recuperar i acrecentar su tradicional vigor, la redima de 1os vicios que de las tareas de coordinar la salud, de la fiscalización de la aplicación de las leyes sociales, de las cajas de previsión y otras materias de seguridad social.

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la corroen i aniquilan, i la arrebate a la muerte que nos lleva a la despoblación i a1 debilitamiento nacional, reclama imperiosamente una serie armónica i metódica de medidas de defensa i de acción perseverante i enérgica”67. Alfons Labish, en su ya clásico artículo, sostiene que en todo el mundo industrializado la mirada “desde arriba” hacia el mundo obrero fue invariablemente negativa. Para los observadores burgueses, el comportamiento de los trabajadores estuvo siempre asociado a “borrachera, descuido, y libertinaje”, y la imposibilidad de 67. Ministerio de Higiene, Asistencia éstos para posponer la gratificación inmediata y controlar la emoción, fue y Previsión Social y Trabajo, invariablemente percibida como la manifestación externa de su incapaciRecopilación oficial de leyes y decretos relacionados con el Ministerio dad para ajustarse a objetivos de largo alcance68. de Higiene, Asistencia, y Previsión Esta visión acompañó los desarrollos de la industrialización en Chile, Social y Trabajo (Santiago de Chile: Imprenta Santiago, 1925), 15. los avances de la medicina social y las transformaciones del Estado. Para 68. Alfons Labish, “Doctors, Workers muchos, “sólo los vicios y la imprevisión” llevaban al pueblo a una vida and the Scientific Cosmology of miserable69. Era necesaria su civilización, reemplazando los sistemas trathe Industrial World: The Social Construction of ‘Health’ and the dicionales de soporte y los patrones de comportamiento por sistemas ‘Homo higienicus’”, Journal of Contemporary History 20: 4 (1985): 599-615. institucionales. Todo esto ocurría cuando, por un lado, los trabajadores 69. Juan Enrique Concha, Confereneran empujados a considerar el trabajo moderno como su mejor medio cias sobre economía, 231. de subsistencia y cuando, por otro, se disolvían los lazos de contención 70. De la creciente atención a estos ofrecidos por la comunidad extensa y se diluían las formas tradicionales temas dan cuenta las críticas aparecidas a lo largo del periodo de representar la enfermedad, invalidez, vejez y la muerte. en estudio, en las páginas de la En el proceso de civilización, racionalización y disciplinamiento social, Revista Médica de Chile. Creada en el año 1872, ésta informó —espeiniciado a partir de allí, el estándar vinculado con la higiene y la buena cialmente a partir de 1890— sobre las preocupaciones que afligían salud, como precondición para el trabajo productivo y la masculinidad a los galenos chilenos y las activa, adquirieron niveles crecientes de importancia70. Salud se convirpropuestas que elaboraron para la solución de los viejos y nuevos tió en un término polivalente, y del mayor potencial político, desde su problemas puestos de relieve por valía como guía para la vida y el comportamiento, su importancia para el proceso de modernización. la base existencial de los sectores dependientes del salario y, finalmente, 71. El cuerpo, según Foucault, ha sido objeto de una larga y minucomo base socio-política para el control social —desde los galenos y la ciosa manipulación histórica a través de diversas técnicas de medicina— de las clases sociales periféricas, del proletariado que debía ser normalización. Desde el siglo xviii integrado a la sociedad industrial71. los reglamentos militares, escolares, hospitalarios, penitenciarios, La aceptación de la férula rectora de la ortodoxia médica, así como la fabriles, han perseguido, consistransformación del sistema nacido al arbitrio de la salud en un constructo tentemente, controlar y corregir las operaciones del cuerpo — social vinculante, fue verificada, de acuerdo con Labish, a partir de tres promodelarlo y manipularlo— para cesos concurrentes. El primero estuvo asociado a la institucionalización hacerlo dócil y asimilable. Michel Foucault, Vigilar y Castigar. El Nacimiento de la prisión (México: Siglo xxi, 1977).

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de la seguridad social estatal como un instrumento para implementar, en el largo plazo, estándares de normalización, y en la definición de la práctica médica como una forma monopólica de ayuda y socialización forzosa. El segundo estuvo vinculado a las formas de acuerdo con las cuales el elemento social de la medicina fue hecho científico a través de la higiene social, y al efecto de ésta en la salud reproductiva de la familia obrera. Y, el tercero, y en reversa del ángulo, en las formas como —a partir de su propia necesidad de protección y asimilación— los trabajadores terminaron adoptando el universo del homo higienicus72. La nueva higiene social que inspiró el modelo de salud chileno hasta 1950 fue la encargada de inducir la adhesión al ideal del homo higienicus en una suerte de juego de toma y da. Un crecientemente institucionalizado sistema social de prestaciones de salud y la acción en terreno de un ejército de médicos y enfermeras, de asistentes sociales73 y profesores sirvieron para inculcar en la población los principios de la buena salud74, para 72. Alfons Labish, “Doctors, Worimponer de manera compulsiva prácticas curativas para erradicar la sífilis, kers”, 599-615. tuberculosis, las enfermedades venéreas y el alcoholismo (los problemas 73. Un convincente análisis del rol más visibles de la cuestión social y que más aportaban a la degeneración de jugado por las Asistentes Sociales durante el período en María 75 la raza), y para prevenir la enfermedad, proteger al trabajador , y controAngélica Illanes Oliva, Cuerpo y sangre de la política. La construcción lar “científicamente” el proceso de reproducción de la fuerza de trabajo a histórica de las visitadoras sociales 76 través de la educación de la mujer como ama de casa y madre “higiénica” . (1887-1940) (Santiago: lom Ediciones, 2007). Con todo, hubo asimismo una presión desde abajo. Plantear que 74. María Angélica Illanes, En el nomlos trabajadores fueron pasivos receptores de medidas impuestas desde bre del pueblo, del estado y de la cienarriba sería aceptar medias verdades y desconocer la capacidad de articia: historia social de la salud pública, Chile, 1880-1973: hacia una historia culación de agravios y de organización del movimiento obrero chileno. social del Siglo xx (Santiago: Colectivo de Atención Primaria, 1993). Hubo un efectivo clamor, por parte de los trabajadores, para acceder y Este trabajo analiza las formas utiejercer renovados derechos a la salud y a la protección social y asumir lizadas por la élite y la clase media profesional para desarrollar una de manera activa el ideal de homo higienicus que el proceso de modernipolítica de integración popular a zación imponía. Los intereses de clase y luego de género de los sectores las instituciones de asistencia, a través de la protección médica de subalternos influyeron en la acción de las élites profesionales y su prolos cuerpos de los sujetos populaselitismo higienizante. Éstos, a su vez, desplazaron de manera creciente res, en la perspectiva de un nuevo pacto social. la tentación paternalista de imponer verdades científicas irrefutables y 75. Ulises Nancuante Almonacid y optaron por escuchar, de manera más cercana, y representar de manera Roberto Sotomayor Klapp, Derecho de la Salud (Santiago: Editorial fehaciente los intereses de las clases populares. Jurídica Conosur, 2001), 13.

Conclusión Entre 1900 y 1930 Chile experimentó los efectos de un rápido proceso de modernización con epicentro en las variables de urbanización,

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76. Karin Rosemblatt, “Por un hogar bien constituido. El Estado y su política familiar en los Frentes Populares”, en Disciplina y desacato. Construcción de identidad en Chile, siglos xix y xx, eds. Lorena Godoy et al. (Santiago: sur/cedem, 1995), 181-222.


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industrialización y diversificación de la actividad productiva, desarrollo y representación de las clases medias y el proletariado, y expansión, crisis y transformación del Estado. Uno de los aspectos más sugerentes, entre los ya nombrados, estuvo asociado con la diversificación de la actividad productiva en el marco del advenimiento y entronización inicial del proceso de industrialización, iniciado en la década de 1870 y acelerado a contar del año 1884. Los nuevos obreros industriales —hombres, mujeres y niños trabajadores— enfrentaron ámbitos laborales poco familiares, caracterizados por la transición hacia nuevas formas de producción con el apoyo de maquinarias, el desempeño de nuevos roles y actividades en el marco de una producción en serie, y la experiencia de prácticas de organización y disciplinamiento laboral desconocidas. Amén de ajenas, las representaciones obreras de los escenarios de la primera industrialización fueron en general sombrías. Largas y extenuantes jornadas, magro salario o “salario de hambre”, ambientes y condiciones laborales inadecuadas, stress laboral y pocas expectativas aportaron a la percepción de explotación y abuso en las masas trabajadoras. La seguridad laboral y la protección del trabajador fueron hasta la década del veinte inexistentes y, en el mejor de los casos, elusivas. La industria escondió la amenaza de los accidentes del trabajo, a menudo con efectos de invalidez o muerte, y de enfermedades laborales inéditas con promesa de muerte a largo plazo. La crítica obrera, en la prensa, en el Congreso o en la movilización de los contingentes de trabajadores fue recurrente. En estas circunstancias, la lucha por la justicia social a favor de estos sectores vulnerables y desprotegidos planteó un formidable desafío: cómo paliar, desde un punto de vista jurídico, las graves consecuencias morales y materiales producidas por los accidentes del trabajo y definir una justa indemnización a partir de su reconocimiento y atribución de responsabilidad a los empleadores, y cómo institucionalizar, desde el punto de vista médico, un nuevo sistema de salud y protección social que, saldando las deudas aún pendientes con los ámbitos clásicos de salubridad e higiene públicas, recogiera los nuevos desafíos planteados a la salud y el bienestar por la transición hacia modernos sistemas productivos centrados en el homo higienicus y la adecuada protección del capital humano. La legislación producida no sin dificultades durante estas décadas (1900-1930), así como la gradual instalación en el país de un nuevo andamiaje institucional y organizacional dirigido a la atención específica de las necesidades educativas, de salud, de vivienda y de protección social de los trabajadores dan cuenta del éxito alcanzado. Todos estos elementos, en conjunción con la paulatina expansión del gasto social en las décadas siguientes, permiten reconocer en esta coyuntura el modelo de Estado de Bienestar Social que existió entonces en Chile y que se mantuvo inalterado hasta 1973.

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Diana Antonia Veneros Ruiz-Tagle

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Artículo recibido: 31 de marzo de 2011; aprobado: 26 de octubre de 2011; modificado: 28 de noviembre de 2011.

El cuerpo, la salud y la enfermedad en los esclavos del Nuevo Reino de Granada, siglo xviii

Body, health, and illness in slaves of the New Kingdom of Granada in the 18th century

Resumen

Abstract

Este artículo estudia el cuerpo, la salud y la enfer-

This article covers the topics of body, health, and

medad de los esclavos del Nuevo Reino de Granada

illness in the slaves of the New Kingdom of Gra-

durante el siglo xviii. En él se analizan las principa-

nada during the 18th century. It analyzes the main

les afecciones que adquirió este grupo poblacional

diseases which affected this part of the population

a raíz de su trabajo en las minas, haciendas y en

as a result of their work in the mines, estates, and

el servicio doméstico. El objetivo es mostrar que la

as domestic workers. The objective is to show that

salud y la enfermedad estuvieron ligadas a las con-

health and disease were linked to the social and

diciones socioculturales de los distintos espacios

cultural conditions of the urban and rural areas

urbanos y rurales en los que habitaba la población

inhabited by slave population, as well as to the

esclava, como también por el manejo político que

way the Spanish Empire handled them politically.

a ellas dio el imperio español.

Palabras clave

Key Words

Esclavitud, negros, cuerpo, salud, enfermedad,

Slavery, black persons, body, health, diseases,

cultura, Nuevo Reino de Granada.

culture, New Kingdom of Granada.

espacio estudiantil

Piedad Peláez Marín

Historiadora y Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia (Medellín, Colombia). Ha publicado “El Catálogo de los muertos, desgastes físicos de los negros en el Nuevo Reino de Granada durante el periodo colonial”, en Premio Memoria, las culturas negras en Colombia, eds. Universidad de Antioquia/Museo Universitario (Medellín: Universidad de Antioquia, 2009), 1535. papelaez@unal.edu.co

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Introducción En Colombia la producción historiográfica sobre la salud y la enfermedad de los esclavos en el siglo xviii se ha caracterizado por estar construida a partir de generalizaciones, y por carecer de un análisis metódico que cuestione la problemática, más allá de los acercamientos tangenciales o periféricos que han realizado algunos historiadores dentro de sus búsquedas y pro❧ Este artículo presenta los blemas investigativos específicos1. Aún son resultados de uno de los difusos los padecimientos corporales de los capítulos de la tesis de Maestría en Historia y contó esclavos a raíz de sus enfermedades, así como con la financiación del el análisis de los discursos que sobre el tema programa Jóvenes investigadores e innovadores de hicieron la monarquía y sus autoridades en Colciencias en 2009, de la Dirección de Investigaciones el Nuevo Reino de Granada. Precisamente, de la Universidad Nacional este artículo profundiza en estos vacíos, utide Colombia, sede Medellín (dime) y de los Grupos de lizando como soporte fuentes manuscritas investigación Producción, procedentes de distintos archivos del país. Circulación y Apropiación de Saberes (procircas) (CateTiene dos propósitos: 1) estudiar, a través de goría A en Colciencias) y la descripción y análisis de los padecimienEtnohistoria y Estudios sobre Américas Negras (Categoría A tos físicos y biológicos de los esclavos, la en Colciencias), de la misma universidad. condición humana que fue puesta en duda y 1. Sobre los problemas de sometida a todo tipo de vejámenes desde la salud y enfermedad de los antigüedad; y 2) abordar el tema desde los esclavos en el Nuevo Reino de Granada durante el siglo postulados teóricos de la Historia Cultural, xviii en la historiografía la Antropología Social y la historia de las Colombiana ver: Lee David Chandler, “Health and slavery: a study of health conditions among negro

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slaves in the Viceroyalty of New Granada and its associated slave trades, 1600-1810"(Tesis de Doctorado en Historia Económica Europea, Tulane University, 1972);Robert West, La minería de aluvión en Colombia durante el período colonial (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1972), 86; Germán Colmenares, Historia económica y social de Colombia, tomo ii, Popayán una sociedad esclavista 1680-1800 (Bogotá: La Carreta, 1979); Pablo Rodríguez, “Aspectos del comercio y la vida de los esclavos: Popayán 17801850”, Boletín de Antropología 7: 23 (1990): 11-26; Pablo Rodríguez, En busca de lo cotidiano. Honor, sexo fiesta y sociedad S. xvii-xix (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2002), 209-229; Yoer Javier Castaño Pareja, “Esclavos y libertos en la jurisdicción de Girón, 1682-1750” (Tesis de Maestría en Historia, Universidad Industrial de Santander, 2007) y “La actividad esclavista en el oriente neogranadino: el caso de la provincia de San Juan de Girón, 1700-1750”, en Historia cultura y sociedad colonial. Siglos xvi-xvii. Temas, problemas y perspectivas, comp. Yobenj Aucardo Chicangana Bayona (Medellín: La Carreta, 2008), 238-268.


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2. Algunos trabajos en esta perspectiva son: Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia. El proceso de aculturación en la estructura colonial (México: Instituto Nacional Indigenista, 1963); Lluis Duch, Antropología de la vida cotidiana, simbolismo y salud (Madrid: Trotta, 2002), 313-383; Georges Canguilhem, Escritos sobre la medicina (Buenos Aires: Amorrortu, 2004), 33-48; Pablo González Casanova, “La evolución de los conceptos en ciencias de la salud”, en La formación de los Conceptos en ciencias y humanidades, coords. Pablo González Casanova y Marcos Roitman Rosenmann (México: Siglo xxi Editores, 2006), 129-195; Ángel Martínez, Antropología médica: teorías sobre la cultura el poder y la enfermedad (Barcelona: Ánthropos, 2008). 3. Georges Canguilhem, Escritos sobre, 33-48. 4. Se debe entender como biomedicina al tipo de medicina occidental, hegemónica, oficial, moderna, científica o cosmopolita. En ella la enfermedad es un estado objetivo, un hecho real y concreto que se inscribe en el cuerpo del paciente, pero que se define según parámetros que excluyen la percepción subjetiva del malestar. Dicha ciencia privilegia los aspectos biológicos y concibe la enfermedad como una desviación de una norma fija; tiende a reducir o incluso a negar la dimensión sociocultural de la enfermedad. Jean François Braunstein, “Biopolitique contre bioéthique”, en François Dagognet médecin, épistémologue, philosophe: une philosophie à l’oeuvre, dir. Robert Damien (Paris: Institut Synthélabo, 1998), 113-129; Giovanni Pizza, “Antropología médica una propuesta de investigación”, en Introducción a la antropología social y cultural. Teoría, método y práctica, ed. Carmelo Lisón Tolosana (Madrid: Akal, 2007), 287-290. 5. Giovanni Pizza, “Antropología médica”, 268 y 287.

ciencias2. Se intentará mostrar cómo estos dos aspectos —salud y enfermedad— fueron, en palabras de Georges Canguilhem, “indicadores orgánicos” de las relaciones sociales, definibles según los sistemas de creencias y de pensamiento de las diversas culturas, sociedades y épocas, en las cuales se inscribe cada cuerpo y cada enfermedad3. Una de las concepciones que también se tuvo en cuenta para abordar el análisis de la salud y la enfermedad de la población esclava es la que han hecho investigadores de la antropología médica, quienes se han encargado de redefinir las nociones de cuerpo, salud y enfermedad a partir de las representaciones culturales del enfermo, y no desde las disfunciones biológicas naturales como lo hace la biomedicina4. Los antropólogos difieren de las ideologías científicas dominantes que definen la salud y la enfermedad como realidades biológicas indiscutibles, en el sentido en que ellos proponen analizar el sufrimiento, el dolor y la emoción que sienten los seres humanos a causa de ambos estados, como el resultado de su individualidad cultural. Tales condiciones —salud y enfermedad— deben captarse como procesos dinámicos que guardan entre sí relaciones de interdependencia, que están entrelazados, por lo cual no resulta fácil reducirlos a una dicotomía5. El antropólogo Byron Good enmarca su definición de enfermedad también a partir de los presupuestos culturalistas de la antropología simbólica e interpretativa6. Él ha creado el concepto de “redes semánticas de la enfermedad” para proponer que ésta no sea entendida como un proceso fisiopatológico, ni sus síntomas como una manifestación directa de una disfunción orgánica. Así mismo, el antropólogo americano Arthur Kleinman analiza la dimensión biofísica, subjetiva y sociocultural de la enfermedad expresada a través de los términos disease, illness y sickness. El primer término hace referencia a la construcción nosológica de la medicina, es decir, al desarreglo funcional de procesos biológicos y fisiológicos, como por ejemplo la tuberculosis, el sida y el cáncer; el segundo se refiere a la percepción individual de la enfermedad, a las vivencias, experiencias e interpretaciones de las personas a partir de los signos que las perturban, como el susto, el mal de ojo, las calenturas y los fríos; el tercero se refiere al impacto que genera esa percepción individual de la enfermedad

6. Ver: Clifford Geertz, La interpretación de las culturas (Barcelona: Gedisa, 2003).

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sobre toda la sociedad. Según estas diferencias, para Kleinman es posible que exista disease sin illness, es decir, que con el pasar del tiempo las personas se apropien tanto de una enfermedad, que no se vuelven a percatar de los signos y síntomas que ésta genera, al punto de convertirse en parte de su vida; o al contrario puede haber illness sin disease, en tanto que lo que es traído a la conciencia como enfermedad en el universo popular no reviste condiciones patológicas importantes para la medicina7. Ahora bien, las nociones de disease e illness, de las que habla la antropología también han sido estudiadas por las recientes teorías sociológicas. Bryan Turner, por ejemplo, en su texto El cuerpo y la sociedad, equipara el término disease al de afección, mientras que illness lo asocia con el de enfermedad. Por lo tanto, si el primer conjunto hace alusión a una herencia inevitable de la naturaleza, y el segundo a una expresión cultural, los 7. Ángel Martínez, Antropología seres humanos están expuestos a ambas cosas, por cuanto se encuentran médica: teorías, 89 y 97-102. 8 ambiguamente ubicados en ambas dimensiones . Estos dos conceptos son 8. Bryan Turner, El cuerpo y la nodales en este artículo, pues sirven para analizar los problemas de salud sociedad. Exploraciones en teoría social (México: Fondo Cultura que padecieron los esclavos del Nuevo Reino de Granada; a través de sus Económica, 1989), 249-253. significados se logró identificar cómo estas personas no sólo sufrieron afec9. Ver: Michel Foucault, “Hacer vivir y dejar morir: la guerra como ciones como sífilis, viruela y sarampión, sino que sus enfermedades fueron racismo”, Fin de Siglo 1 (1991): múltiples y muchas de ellas se convirtieron tanto en metáforas como en 19-32; Historia de la sexualidad, tomo i. La voluntad del saber (México: impedimentos reales de su marginada condición social. Siglo xxi Editores, 2001), 163-194; Teniendo en cuenta que uno de los propósitos centrales en este artíy Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión (México: Siglo xxi Editores, culo consiste en resaltar la importancia del ser humano como eje principal 2008). Para Colombia consultar: en los problemas de la sociedad desde la disciplina de la historia, es facZandra Pedraza Gómez, “Higiene y órdenes sociales en Colomtible resaltar la noción de cuerpo como otro de los ejes conceptuales. En bia”, en Reflexiones en salud: una aproximación desde la antropología, las últimas décadas la noción y los estudios sobre el cuerpo han cobrado comp. Roberto Suárez Montañez una singular importancia para las ciencias sociales, especialmente en las (Bogotá: Uniandes, 2001), 23-39; “Cuerpo e investigación en teoría disciplinas de la antropología, la sociología y la historia. Tales disciplisocial”, Revista Novum 11: 29 (2004): nas, sin desconocer la esencia biológica y natural del cuerpo, prefieren 21-44; “El régimen biopolítico en América Latina”, Alemania concebirlo como un “objeto de poder” o una superficie en la que no sólo Iberoamericana 4: 15 (2004): 7-19; “Biopolítica y sexualidad: se vierten los distintos poderes de una sociedad, sino donde aquellos el dominio público de la vida 9 se logran exteriorizar y representar . En esta percepción del cuerpo, la íntima”, en Saberes, Culturas y Derechos Sexuales en Colombia, ed. Mara naturaleza termina siendo modificada por las condiciones culturales en Viveros (Bogotá: Tercer Mundo, las que se inscriben las personas de las diferentes sociedades10. En este 2006), 27-34; “Sobre el cuerpo en la teoría social” en El Cuerpo y sus sentido, el antropólogo Thomas Csordas hace una diferenciación entre lo espejos, ed. Teresa Porzecanski que significa cuerpo y corporalización. Según él, el cuerpo se puede definir (Montevideo: Planeta, 2008), 33-45. como el territorio biológico y material; mientras que la corporalización 10. Bryan Turner, El cuerpo; y “Los avances recientes en la teoría del cuerpo”, reis 68 (1994): 11-39.

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hace parte del dominio de la experiencia, definida como la base existencial de la persona y la cultura11. Georges Canguilhem también coincide con esta definición toda vez que entiende el cuerpo como un producto que, al insertarse en un medio característico, no sólo le es moldeado su fenotipo o estructura morfológica, sino que se le singularizan sus capacidades12. La reflexión sobre estos conceptos y su interpretación a la luz de las fuentes manuscritas consultadas permitirán que en los siguientes acápites se muestre cómo el cuerpo del esclavo fue visto y tratado como un objeto productivo que había que explotar al máximo, aunque también debía ser curado y restablecido una vez se enfermara, todo para seguir garantizando su utilidad y rentabilidad. 1. Legislaciones sobre los esclavos Desde la antigüedad, la esclavitud fue un tema de reflexión política y filosófica. Aristóteles, por su parte, la definió como algo natural. Según su concepción, la relación entre amo y esclavo era algo determinado por la naturaleza; sostenía que la propiedad era una parte del manejo doméstico en la que el administrador, para llevar a cabo sus tareas, debía tener los instrumentos idóneos: unos inanimados y otros vivientes. El esclavo, por ejemplo, fue uno de esos “artículos vivientes” de propiedad 11. Citado por: Ángel Martínez, Antropología médica: teorías, del amo que Aristóteles definió como el ser humano que por naturaleza no 115-122. pertenece a sí mismo sino a otro. Este filósofo planteaba que dicha condi12. Georges Canguilhem, Escritos ción era definida desde el momento del nacimiento, pues en ese instante se sobre, 58. decide quiénes son los que llegan al mundo para gobernar o para ser gober13. Silvio Zavala, Servidumbre natural y libertad cristiana. Según nados; los que nacen para gobernar, es decir, los amos, son los seres que los tratados españoles de los siglos xvi y xvii (México: Porrúa, 1975), tienen alma intelectiva, mientras que los que son gobernados, los esclavos, 12; Moisés I. Finley, Esclavitud se caracterizan por tener fuerza motora; por eso, estos últimos sólo estaantigua e ideología moderna (Barcelona: Crítica, 1982); Catalina ban hechos para el trabajo físico. Finalmente, Aristóteles sostenía que los Ariza Montañez, “Los objetos seres vivos se componen primordialmente de alma y de cuerpo; el alma para con alma: legitimidad de la esclavitud en el discurso de Arismandar, y el cuerpo para obedecer13. Pese a que algunos representantes tóteles y Alonso de Sandoval. del catolicismo le dieron a estas concepciones un giro más humanista, no Una aproximación desde la construcción del cuerpo”, Fronse puede negar la vigencia de los postulados aristotélicos sobre la repreteras de la Historia 10 (2005): 139170 y “El viaje dantesco de los sentación de la esclavitud hasta el siglo xviii, pues al parecer estas formas etíopes: la construcción del ser de entender la esclavitud sobrevivieron hasta bien avanzada esta centuria. esclavo en el periodo colonial”, en Genealogías de la diferencia: Carlos iii y Carlos iv, por ejemplo, pretendieron hacer del imperio español tecnologías de la salvación y repreuno de los más fuertes y productivos; la esclavitud, al ser una de las inssentación de africanos esclavizados en Iberoamérica colonial, ed. tituciones jurídico-económicas que le generaban mayor rentabilidad a la María Eugenia Chaves (Bogotá: Corona, también fue objeto de modificaciones para desarrollar este ideal. Editorial Pontificia Universidad Javeriana/Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar/ Abya-Yala, 2009), 244-289.

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En vista de que el 28 de febrero de 1789 se decretó el libre comercio de negros en América, el Rey Carlos iv, a través del funcionario ilustrado Antonio Porlier, se vio obligado a consignar en un solo código las disposiciones que estaban dispersas en la Recopilación, en las Cédulas Generales y Particulares, y en las Ordenanzas municipales, y porque según él mismo no a todos los esclavistas les quedaba fácil instruirse en ellas, y tal desconocimiento los conducía a cometer abusos14. La Cédula dada en Aranjuez el 31 de mayo de 1789 habla específicamente “sobre la educación, trato y ocupaciones de los esclavos”. Lo valioso de esta instrucción, además de su renovado contenido con respecto a lo estipulado en otro tiempo, es el hecho de que se empieza a ver al negro de una manera distinta, en tanto objeto o fuerza de trabajo clave para el desarrollo productivo de las colonias. En este código se les exigía a los amos dar un buen trato y cuidado a sus esclavos para capitalizar sus fuerzas, en beneficio y rentabilidad económica para las arcas de la Corona. Además, se pretendía contener la relación entre los malos tratos, la huida y el cimarronaje. Un énfasis especial mereció, en la Real Cédula, el trato hacia los viejos y enfermos habituales, quizás la parte de la población que generó más pérdidas a los esclavistas y por lo cual, entre ellos, se gestaron tantos pleitos judiciales. Se podría llegar a inferir que fue tan abundante y común el flagelo de las enfermedades en la población negra, que hasta hubo necesidad de crear un capítulo específico en el que se ordenaba cuidar de su cuerpo y su estado de salud. En el capítulo vi, “De los viejos y enfermos habituales”, se mandaba: “Los esclavos que por su mucha edad, ó por enfermedad, no se hallen 14. “Real Cédula de su majestad, sobre educación trato y ocupacioen estado de trabajar, y lo mismo los niños y menores de qualquiera nes de los esclavos en todos sus de los dos sexos, deberán ser alimentados por los dueños, sin que dominios de Indias”, (1789), en Archivo General de la Nación (agn) estos puedan concederles la libertad por descargarse de ellos, á no Bogotá-Colombia, Sección Anexo, Fondo Reales Cédulas, t.29, f.2. Para ser proveyéndoles del peculio suficiente á satisfacción de la justicia, profundizar en la historia de los con audiencia del procurador síndico, para que puedan mantenerse códigos negros, Manuel Lucena Salmoral, Los códigos negros de la sin necesidad de otro auxilio”15. 2. El esclavo como bien material Durante los siglos xvii y xviii arribaron a las costas del Nuevo Reino de Granada esclavos negros procedentes de algunos pueblos o naciones de las costas de Guinea o de Sudan; hombres que reunían todas las cualidades fisiológicas necesarias para el agrado de los esclavistas, especialmente en lo relacionado con su fortaleza física y juventud16. Tales características fueron sobrevaloradas como estrategia para lograr establecer “el mito de la superioridad física del negro” sobre el indígena y el blanco, y sujetarlo de esta manera a la explotación y a los trabajos fuertes. Esa concepción de

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América Española (Alcalá de Henares: Ediciones unesco/Universidad de Alcalá, 1996).

15. (1789), en agn, Reales Cédulas, t.29, f.7. 16. Una técnica usada por los esclavistas en los puertos para determinar la fortaleza física de los negros fue el Palmeo, que significa: medida por palmos que equivale a unos 21 cm. Se suponía que a un buen esclavo su mano abierta, desde el extremo del dedo pulgar al meñique, le debía medir un palmo. Orián Jiménez Meneses, El Chocó: un paraíso del demonio. Nóvita, Citará y el Baudó, Siglo xviii (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2004), 124.


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la supuesta resistencia e inmunidad del negro frente a las diversas epidemias que diezmaron al resto de la población, poco a poco fue sustrayendo la mano de obra indígena de las labores en las minas y las haciendas17. Sin embargo, esta idea cambió después de pasadas unas décadas, durante las cuales esas cualidades físicas sobre el tipo ideal de esclavo se fueron desvaneciendo lentamente a raíz de los comunes cruces interétnicos que cada vez se hacían mayores, especialmente entre la población negra e india18. Por lo tanto, al negro criollo del siglo xviii esas supuestas características naturales y biológicas tales como cuerpo robusto, cabello tupido, nariz ancha y piel gruesa no le brindaron ningún tipo de protección a la hora de contrarrestar los azotes de las afecciones de la viruela, el sarampión y la sífilis. De hecho, los documentos que reposan en los archivos permiten acentuar la hipótesis según la cual los negros sí fueron vulnerables a las epidemias. Por ejemplo, en 1703, Gerónimo Guzmán Céspedes, Procurador general de la ciudad de Antioquia, rindió un informe en el cual contaba que: “[...] También les consta a vuestras mercedes que hace un año que corre una epidemia en todos los reales de minas desta jurisdicción a donde se han muerto mucho número de negros, y oy está actualmente picando en //f.2v// dichos rea les y en esta Ciudad, cuyo tiempo han estado los minerales sin labor y los negros, unos enfermos, otros convalecientes y los demás cuydando de sus compañeros lo qual es matteria tan pública constante y verdadera que, si fuere necesario, ofresco la prueba; no refiero dos rigorosas pestes que han padecido en esta ciudad y su provincia en los años antecedentes en que quedó asolada esta Ciudad, la dicha Villa, los minerales y pueblos de los indios en que perdieron la vida más de dos mil personas libres y esclabos porque es constante, público y notorio en todo este Reyno […]”19.

17. Germán Colmenares, Historia económica y social, tomo ii, 92; Gonzalo Aguirre Beltrán, La población negra en México (México: fce, 1972), 180. 18. Orián Jiménez Meneses, El Chocó, 17. 19. “El procurador general de Santa Fe de Antioquia representa el estado miserable de la ciudad y al mismo tiempo estar para entrar el enemigo inglés y saquearla” (1703), en Archivo Histórico de Antioquia (aha), Medellín-Colombia. Sección Documentos Fondo Gobernación, t.583, doc. 9265, ff.2r-2v. Énfasis de la autora.

Estos retazos de información “portadores de valor” permiten ver que esa “resistencia física” que los demás grupos raciales atribuyeron a los esclavos no logró ampararlos de las enfermedades que se les expresaban en las dolencias, las malformaciones y los desgastes físicos adquiridos en los arduos oficios de las minas, las haciendas y el trabajo doméstico; menos aún por los crueles castigos físicos que tuvieron que soportar de manos de sus amos y capataces. El alto grado de vulnerabilidad del negro a la hora de contraer cada una de esas afecciones y enfermedades demuestra que no hubo ningún tipo de fortaleza física que aguantara tales inclemencias; además reitera la idea de que los padecimientos se deben entender como un problema social que va mas allá de la apariencia física y que se inscriben en patrones de las condiciones culturales de explotación en las unidades productivas.

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Durante el período colonial, tener un esclavo en una mina, en una hacienda, en el servicio doméstico o en alquiler significaba, de cualquier manera, ganancia económica y prestigio social para los amos20. Sin embargo, la mayoría de las veces, ello también representó una carga. Pese a que la doctrina de la religión cristiana logró influir para que los esclavistas dieran un trato menos rudo a sus esclavos, éstos jamás dejaron de ser concebidos por el común de la sociedad colonial como un bien económico que debía generar muy buenas ganancias21. El grado de marginalidad del esclavo en la sociedad colonial fue tan elevado que sus problemas de salud y las características de su idiosincrasia se tomaron como “tachas” y “vicios”, asuntos que lo devaluaban en el comercio22. Los principales defectos en los que se fijaban quienes los comercializaban, para no cometer el error de adquirirlos, fue la gota coral, el mal de corazón, las 20. Sobre los esclavos como “un bubas u otros defectos como ser ladrón o borracho, aunque si alguna de estas bien de lujo”: Pablo Rodríguez, “tachas” aparecía, quien adquiría el bien tenía la alternativa de exigir en el Sentimiento y vida familiar en el Nuevo Reino de Granada (Santa Fe lapso de seis meses la acción “reedibitoria”23. de Bogotá: Ariel, 1997), 285. En los distintos fondos del Archivo Histórico de Antioquia y del Archivo 21. Orián Jiménez Meneses, “Los amos y los esclavos en el MedeHistórico de Medellín existen varios documentos que hacen referencia a llín del S. xviii”, Historia y Sociedad pleitos, establecidos por demandas recíprocas entre los esclavistas para 5 (1998): 119-133. reevaluar las cartas de compraventa obtenidas tiempo atrás en la transac22. El historiador Orián Jiménez Meneses define las “tachas” ción de algún esclavo. Si el esclavo estaba recién adquirido, los dueños se y “vicios” como “defectos y podían quejar ante las autoridades sobre las pérdidas obtenidas por haberlo enfermedades que los esclavistas observaban en los esclavos y que comprado, ignorando su estado de enfermedad. Más adelante, en el análisis podían influir sobre su precio”. de las fuentes correspondientes a este tema, se notará cómo generalmente Las “tachas” podían ser físicas y espirituales. Orián Jiménez el amor de los amos hacia los esclavos, tanto urbanos como rurales, estuvo Meneses, “Los amos”, 127. mediado por un interés monetario24. Tal lucro fue mucho más significativo 23. Samuel Lucena Salmoral define la “redhibitoria” ó “reedivitopara los que se encontraban alejados en los Reales de Minas o las haciendas, ria” como “una fórmula jurídica quienes por su gran número ni siquiera alcanzaban a conocer, si se compara mediante la cual el comprador podía recuperar el precio pagado a con la proximidad física que tuvieron con los que vivían en su misma casa. un vendedor por un bien viciado, En varios pleitos analizados se nota cómo los jueces y partes demandantes siempre y cuando dicho vicio se le hubiera ocultado expresamente. recurrían a hacer revisar médicamente a los esclavos enfermos a manos de Si la ‘reedibitoria’ se aprobaba se prácticos o médicos, para asegurar de la contraparte, si hubieran ocultado disolvía el contrato y se efectuaba la devolución del dinero”. Manuel adrede la enfermedad, el pago de los gastos en curaciones, en medicinas, Lucena Salmoral, Sangre sobre piel negra. La esclavitud quiteña en el en entierro y en todo tipo de mantenimiento que les hubiera representado, contexto borbónico (Quito: Ediciones hasta en lo más mínimo, pérdidas económicas. Abya-Yala, 1994), 71. Esta situación se extendió hasta mediados del siglo xix, como se 24.Contrario a esto, Orián Jiménez Meneses afirma que en el Medellín observa en el caso de Joaquín Gaviria, quien el 18 de enero de 1842 entadel siglo xviii fue “común” que los bló un juicio en contra de Nicolás Vélez, quien a su vez le había vendido amos se preocuparan por la salud de los esclavos de avanzada edad que les habían servido en las labores domésticas, “Los amos”, 123.

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un esclavo llamado Ramón, enfermo de “herpes sifilítico” en una pierna. Gaviria se quejaba no sólo por la enfermedad que padecía el esclavo, sino básicamente por el tiempo que había dejado de trabajar y ser productivo25. Su preocupación por saber cuál era el estado patológico del esclavo se debía más al afán de aclarar si aún era rentable mantenerlo bajo su custodia, o si era mejor desistir de la compra a cambio del retorno del dinero por parte de su antiguo amo. Esta situación reitera la idea planteada por el escritor colombiano del siglo xix, Sergio Arboleda, en la que afirma que el interés del amo en cuidar y auxiliar al negro era para conservar su vanidad, más no por la solidaridad o el reconocimiento humano del esclavo. Los amos deseaban que sus esclavos se hicieran notar por su moralidad y buena salud26. El valor de los esclavos estaba determinado por un conjunto de características tales como el sexo, la edad, las condiciones físicas y las habilidades que tuviera como artesano. Pero, quizás la cualidad de mayor relevancia estuvo relacionada con su procedencia, es decir, si era bozal (recién llegado de África), ladino (adaptado) o criollo (nativo)27. A pesar de que no se tuviera acerca de las posibles enfermedades de los bozales, se creyó que por su juventud, robustez y “pureza africana” no padecían ninguna de ellas, y por eso eran los más apetecidos. Según Rolando Mellafe, las leyes terminaron obligando a que el vendedor dejara estipulados los defectos y enfermedades que tenían todos los esclavos que no fueran vendidos como bozales. En resumidas cuentas, fue la aparente resistencia biológica lo que incidió en su mayoría en la fijación de los precios, así como en la distinción de las propias reglas que debían regir el mercado en cada lugar28. 25. “Ordinaria entre: Solicitante, Los esclavistas del siglo xviii, tal vez creyendo en “el mito de la supeNicolás Vélez y Acusado, José rioridad física” del esclavo, arriesgaron su capital invirtiendo en la compra María Arango Ortega” (1842), en Archivo Histórico Judicial de esclavos bozales que padecían, según su percepción, alguna “pequeña de Medellín (ahjm), MedellínColombia, Serie civil, doc. 12993, lesión”. Estaban convencidos de que luego de tratar esas “ínfimas” dolencias ff.1r-5v. iban a quedar proveídos con una buena “pieza” que les prestaría un servicio 26. Citado por Jaime Jaramipor varios años. Sin embargo, esta expectativa se derrumbaba cuando, desllo, “Esclavos y señores en la sociedad colombiana del siglo pués de proporcionales durante largo tiempo tratamiento y medicinas, ese xviii”, en Ensayos de historia social “pequeño” mal resultaba siendo una grave afección y enfermedad, que para colombiana (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1968), 40. esa época no tenía cura, acarreando la pérdida de todo el capital invertido. 27. Sobre los precios de los esclavos: Así por ejemplo, en un pleito ocurrido en 1750 en la Villa de Medellín, don Germán Colmenares, Historia económica y social, tomo ii, 65; Rafael Juan Antonio de la Madrid le reclamaba a don Pedro Luis Vidal la cantidad Antonio Díaz Díaz, Esclavitud, de treinta y dos pesos de oro por haberle vendido a Jacinta, negra bozal, con región y ciudad. El sistema esclavista urbano-regional en Santafé de el mal de San Lázaro. Juan Antonio sabía que dicha negra tenía una “leve Bogotá, 1700-1750 (Bogotá: ceja/ lesión en un pie”, pero pensando que no era una grave enfermedad le proUniversidad Javeriana, 2001), 90-107. curó tratamiento; al ver que ella no mejoraba, la hizo revisar del Cirujano 28. Rolando Mellafe, La esclavitud en Hispanoamérica (Argentina: eudeba, 1964), 69.

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Juan Yaques, quien le dijo que no la podía curar por padecer dicho mal. A partir de ese momento se dio inicio al pleito tendiente a averiguar si la enfermedad había sido ocultada adrede por el antiguo amo y así tener argumentos para hacer efectiva la acción “reedivitoria”29. 3. La “superioridad física” del negro Desde la segunda mitad del siglo xviii en los Estados de Occidente una de las prioridades políticas de los funcionarios consistió en preservar la salud de los pobladores para optimizarles la vida y extraer al máximo sus fuerzas30. A pesar de que hasta ese entonces únicamente los amos tenían legalmente la potestad absoluta sobre sus esclavos, esto cambió a partir de los propósitos reformadores y progresistas de los funcionarios borbónicos. En este gobierno “ilustrado” los esclavos comenzaron a ser vistos con otros ojos. Por esto la relación entre amos y esclavos fue intervenida por sistemas de vigilancia y control del imperio español, dirigidos a reducir la autoridad de los amos sobre sus esclavos y a resaltar el poder del paternalismo de Estado31, que no dejaba de ver y tratar el cuerpo de los súbditos como máquinas a las cuales había que extraerle fuerzas, hacerlos dóciles y productivos32. A pesar de las políticas paternalistas de los Borbones, la manipulación y cosificación del cuerpo y del alma de los esclavos no desapareció. Fueron despojados del derecho que la naturaleza les entregaba de enfermarse y expresar sus dolencias: al concebírseles como una “máquina de trabajo”, debían resistir lo máximo posible. Esta situación se hace evidente en el caso de la mulata Petrona (1797), quien no fue escuchada por el alcalde provincial en el momento en que sus dos amos estaban cerrando el negocio de su venta. Según ésta, cuando quiso expresar sus enfermedades no fue escuchada ni por el alcalde ni por sus amos; cuando dijo que padecía de “echar sangre por la boca”, 29. ahjm, Serie criminal, doc. 3925, el alcalde le respondió, tergiversando su declaración, que era normal que ff.1r-25r. “echara sangre por los dientes”33. Así mismo, cuando quiso decir que sufría 30. Michel Foucault ha denominado esta política con el término biode asma, tampoco ninguno de los tres le puso atención. En este sentido, política. Michel Foucault, Saber y los documentos que reposan en los archivos y que en este trabajo se han verdad (Madrid, La Piqueta, 1991), 89-110, y Seguridad, territorio, analizado, dejan ver cómo los amos, las autoridades civiles y las eclesiáspoblación: curso en el collége de France (1977-1978) (Buenos Aires: ticas ejercieron su poder opinando y especulando sobre las enfermedades fce, 2006). que los esclavos padecían, situación que refleja una vez más su marginada 31. María Eugenia Chávez, Patercondición social y jurídica. nalismo, iluminismo y libertad. La vigencia de la instrucción esclavista El estado físico de los esclavos dependía en gran medida del cuidado de 1789 y su impacto en la sociedad y atención que sus amos les hubieran prestado durante el tiempo que colonial (Manuscrito inédito), 6, 12 y 14. los tenían bajo su control. Cuando crecía la producción en las hacien32. Michel Foucault, Historia de la das, en las minas y en el comercio, los esclavos tuvieron que trabajar sexualidad, tomo i, 168. 33. agn, Negros y esclavos de Antioquia, t.2, f.948v. Énfasis de la autora. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 154-177


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más reciamente; durante esos períodos sufrían lesiones que, ante los ojos de los amos, podían parecer insignificantes, pero que con el pasar de los años fueron males y lesiones que se agravaban por la permanencia en el cuerpo: se trataba de llagas y quebraduras34, entre otras. Precisamente, éste fue el caso del esclavo Ramón, a quien ya se ha hecho alusión. Según su primer y antiguo amo, el señor José María Arango, “era verdad que este había sufrido una pequeña llaga hacía como cinco o seis años mientras estaba en su poder”, pero según éste, “tal herida no le impedía para nada, por lo cual fue curado muy pronto a trabajar”35. Sin embargo, esa “pequeña llaga”, como él la denominaba, al cabo de los años se transformó en un “herpes sifilítico” que le generó serios problemas con su nuevo amo, dado que no podía trabajar como lo había hecho tiempo atrás. Estos rudos tratos se ponían en evidencia sobre todo en el momento en que el esclavo era objeto de transacción y era revisado por nuevos ojos y nuevos intereses; por eso, cuando el cuerpo de un esclavo recién comprado expresaba un “síntoma” que, aparentemente, era reflejo de una “antigua lesión”, su nuevo amo se negaba a aceptarlo. Esto conlleva a pensar que en general los esclavistas tendían a explotar desmedidamente las fuerzas del esclavo, sin importar las consecuencias en el futuro. Sus intereses abocaban más por estar pendientes de que los esclavos entregaran toda su fuerza en los momentos de mayor productividad económica36. El proceso y las prácticas de deshumanización que construyeron las instituciones y la sociedad colonial sobre la persona de los negros fueron tan contundentes que lograron desarrollar unos marcos de signi34. En el lenguaje de la época, al parecer, se decía que alguien ficación en los que los mismos esclavos se fueron incrustando de manera estaba quebrado para hacer inconsciente37. A tal punto llegó la discriminación de los amos sobre los referencia a una persona con hernia. Contemporáneamente la esclavos que éstos terminaron asumiendo los dolores de sus cuerpos, ocadefinición del diccionario de la Real Academia de la lengua Espasionados por las enfermedades, no como un problema que los afectara ñola sobre esta palabra es ‘que directamente a ellos, sino como un mal específico cuya responsabilidad padece quebradura o hernia’; y, quebradura: hendidura, rotura recaía en los amos: se concebían resignadamente como una herramienta o abertura, hernia principalde trabajo que se había averiado y que para volver a funcionar tenía que mente en el escroto. Diccionario de la Real Academia de la lengua ser reparada por su dueño; esa situación hizo que se especulara aún más Española, tomo v (Madrid: Espasa Calpe, 1982), 1097. sobre sus enfermedades. 35. “Ordinaria entre: Solicitante, Sin embargo, esta representación adquiría otro nivel de explicación Nicolás Vélez y Acusado, José durante los interrogatorios, cuando los mismos esclavos expresaban en María Arango Ortega” (1842) en, ahjm, Serie civil, doc. 1293, sus respuestas que ellos, en su condición de esclavos, eran los únicos que f.12 r-v. tenían la última palabra a la hora de describir qué era lo que pasaba con 36. Fernando Ortiz, Los negros sus cuerpos, debido a que por naturaleza eran sus verdaderos dueños. Esta esclavos (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975), 261.

37. Jacques Le Goff, Lo maravilloso y lo cotidiano en el occidente medieval (Barcelona: Gedisa, 1986), 129-134. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 154-177


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interpretación podría parecer contradictoria a primera vista. Un examen detallado de los casos que reposan en los archivos históricos y judiciales ilustra puntualmente los múltiples niveles de significación de la esclavitud dentro de la estructura de la vida cotidiana en las provincias del Nuevo Reino de Granada, como por ejemplo el caso siguiente. La enfermedad de la negra Prudenta, una mujer de veintiún años que vivió en la ciudad de Antioquia y que hasta el año de 1777 había tenido tres amos distintos (Juan Joseph de Lora, Francisco Lora y Manuel Ortiz), ocasionó un serio pleito. Mientras estuvo bajo el mando de los dos primeros amos, padre e hijo, la negra Prudenta ya sufría de una quebradura. Al parecer por este motivo fue vendida a Manuel Ortiz en ciento cincuenta castellanos de oro. Éste era conocedor de que Prudenta tenía el “defecto de ladrona” y pensaba que el “de estar enferma” ya se le había curado. Pero un mes después de haberla adquirido, se dio cuenta de que ella padecía una “quebradura en la parte inferior de su barriga”, defecto suficiente para que Prudenta sostuviera que “si su nuevo amo no la curaba tendría muchos trabajos en el momento del parto, dado que se encontraba preñada”38. La quebradura provenía desde el tiempo en que sirvió en la casa de su primer amo, el difunto Joseph de Lora, pues durante este tiempo se casó con Prudente, esclavo del doctor don Pedro Antonio García, y con quien tuvo seis hijos. Pero el hecho de que fuera esclava y estuviera enferma no significaba que la negra tuviera que desconocer la procedencia y consecuencias de su mal, pues ante las autoridades expresó que “ella sabe por experiencia que los efectos que causa el mal expresado, la quebradura, le da a las mujeres especialmente en los partos, motivo por el cual había sido necesario que su marido fuera quien la tuviera y ayudara en el momento de parir, pues él era el único que estaba enterado de su defecto y quien más podía tener precaución”39. En síntesis, la negra Prudenta aprovechó el juicio para quejarse por un mal que la había azotado por varias décadas y que se aguantó en silencio y con resignación: un mal para el cual no se le había procurado ninguna curación, al contrario de lo que sucedió con su hijo Manuel Vicencio (también quebrado), en cuyo parto había adquirido la enfermedad. En el interrogatorio, Prudenta respondió que cuando el mulato Nicolás estaba curando a su hijo Manuel Vicencio, ella “le pidió un parchecito para ponerse en la ingle y aquél le respondió que sí se lo daría, pero si le pagaba la curación”. Justamente en ese momento la negra Prudenta ratificó ante las autoridades que “ni su amo viejo, ni sus amos mosos le aplicaron ningún remedio para el referido mal”40. 38. “Manuel Ortiz pide que se le anule la venta de una esclava por haber Estos casos que tratan los problemas del cuerpo, la salud y la enferresultado enferma” (1777) en, aha, medad indican claramente cómo el comportamiento de los esclavos en la Gobernación de Antioquia, t.31, doc. 990, f.9r. sociedad colonial no obedeció a un modelo estático y homogéneo, como 39. “Manuel Ortiz pide que se le anule”, f.17r. 40. “Manuel Ortiz pide que se le anule”, f.17r-v. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 154-177


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han pretendido mostrar algunos representantes dentro de los parámetros más tradicionales de las explicaciones sobre la esclavitud; al contrario, y a pesar de estar en condiciones sociales de inferioridad, los esclavos en los juicios, al ser interrogados, presentaban una personalidad movible, plural, que no es posible enmarcar dentro de un modelo rígido de identidad social. En efecto, durante la segunda mitad del siglo xviii, cuando los esclavos y sus amos asistían ante las autoridades coloniales, se ponían en juego las ambigüedades entre la reclamación de sus derechos y su humanidad, así como de las secuelas de los vejámenes de la tradición esclavista; ese contrapunteo de interdependencias entre amos y esclavos se hacía cada vez más notorio, al estar de por medio la salud y enfermedad de los esclavos y las necesidades que tenían los amos de abastecer de mano de obra las minas, las haciendas y el servicio doméstico. 4. Enfermedad y condición social La esclavitud fue un sistema económico que se institucionalizó a tal punto en las colonias europeas durante el siglo xviii que, según Rolando Mellafe “todo aquel que hubiese tenido un mínimo de capital compraba por lo menos un esclavo”41. Ésta fue una práctica tan común que los negros llegaron a convertirse en “objetos” de ostentación para las personas más adineradas de las ciudades y en una herramienta de trabajo que podía generar algún sustento económico para otros con menos recursos42. En la sociedad colonial del Nuevo Reino de Granada ambas situaciones se vieron reflejadas porque fue a los negros a quienes les tocó, por su deprimida posición social, desempeñar la mayoría de los oficios inferiores que los demás grupos étnicos sentían vergüenza de realizar. Fueron usados por personas naturales y por instituciones públicas y privadas: comerciantes, mineros, hacendados, oficiales reales, maestros oficiales, clérigos, viudas desamparadas, cabildos, hospitales, conventos y regimientos militares, tuvieron a su disposición uno o varios esclavos, a quienes ponían a trabajar en los diferentes oficios que cada uno de estos cuerpos sociales representaba43. Los esclavos fueron ubicados para laborar en cinco actividades económicas importantes de aquel momento: minería, agricultura, artesanía, 41. Rolando Mellafe, La esclavitud, comercio y servicio doméstico. Por tanto, se desempeñaron como mine75. ros, capitanes de cuadrillas, vaqueros, aserradores, arrieros, capataces, 42. Alberto Flores Galindo, Aristocracia y plebe, Lima 1760-1830 carpinteros, sastres, plateros, herreros, albañiles, panaderos, carniceros, (Lima: Mosca Azul, 1984), 121. pregoneros, cargueros, bogas, carreteros, cocineros, sirvientes, acompa43. Rolando Mellafe, La esclavitud, ñantes y amas de cría, entre otros44. En todos estos oficios tuvieron que 75-76; Jaime Jaramillo Uribe, “Mestizaje y diferenciación soportar largas y extenuantes jornadas de trabajo, mala alimentación, social en el Nuevo Reino de abandono en las curaciones, complicaciones en los partos y dietas mal Granada en la segunda mitad del siglo xviii”, en Ensayos de historia social, 193-194.

44. Orián Jiménez Meneses, El Chocó, 67. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 154-177


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cuidadas; estas circunstancias les produjeron muchos desgastes corporales tanto internos como externos. Como consecuencia de esto, mujeres y hombres, jóvenes o ancianos, fueron azotados por enfermedades específicas como: “tullimiento”, “llagas”, “quebraduras”, “problemas mentales”, “respiratorios”, “digestivos” y “hemorrágicos”45. Si bien Hipócrates, Galeno y Paracelso ya habían hablado de las enfermedades producidas por el trabajo físico, quizás fue Bernardini Ramazzani el primer médico que en el siglo xvii se preocupó por mostrar, a partir de la puesta en marcha del método clínico-sanitario, que muchas de las enfermedades eran causadas por el tipo de trabajo que desempeñaban y por las condiciones sociales en las que giraba su vida. El tratado de este médico, titulado De Morbis Artificum Diatriba (Las enfermedades de los trabajadores)46, permite sustentar que la gran mayoría de las enfermedades por las que se quejaban los amos y hasta los mismos esclavos eran resultado de los distintos oficios 45. Estas enfermedades fueron diagnosticadas a los esclavos de los jesuitas, en que estuvieron ocupados. Pese a que hubo ciertas enfermedades proaunque también a los de los demás pias de la complexión femenina o masculina, como las que tenían que esclavistas del Nuevo Reino, especialmente a los de la Gobernación de ver con los problemas del útero o las vías urinarias, se podría afirmar Popayán y la provincia de El Chocó. “Libro donde constan los esclavos que las dolencias que atormentaron a mujeres y a hombres fueron muy enfermos y gastos en impedidos, similares, dado que el trabajo fue igual de duro para ambos sexos. Sólo así en estos como en los alentados y cancelaciones de las cuentas de los para ejemplificar un poco esta afirmación, pensemos que si a un hommédicos por los servicios” (1769) en, bre carguero, por hacer demasiada fuerza para levantar pesados bultos aha, Colonia, t.116, doc. 3245, ff.9r37r; agn, Testamentarias del Cauca, o determinados objetos, le podía sobrevenir una “quebradura” en cualt.3, ff.316v-320r; t.4, ff.409r-413v; t.5 quier parte de su cuerpo, a la misma suerte se exponía una mujer que ff.276v-283r. estando en el servicio doméstico tenía que cargar cántaros llenos de agua, 46. Bernardini Ramazzini, Las enfermedades de los trabajadores, trad. Juan montones de leña y hacer fuerza para parir47. Manuel Araujo Álvarez (México: profede/uam, 2000). Generalmente se tiende a pensar que los “dolores articulares”, las 47. El 4 de diciembre de 1798 el mulato “llagas” en los pies y en las manos, el “asma”, las “parálisis”, los “escaManuel Salvador, capitán de uno de lofríos” y el “dolor en los huesos” sólo fueron atribuibles a los mineros, los cortes de la mina de Guinulte, manifestó que su amo Casimiro pero es importante resaltar que también les brotaron a las mujeres que Cortés “le pega a sus esclavos porque ejercían el oficio de lavanderas. No fue menos duro para estas últimas, no andaban corriendo en el trabajo […] que todas las negras preñadas quienes permanecían sumergidas en los ríos, con el agua hasta sus roditrabajan cargando peso desproporcionado que muchas veces salen a llas o hasta la cintura, mojadas todo el tiempo, que lo que vivieron los parir sin tiempo y otras paren en el mineros, quienes además de los movimientos violentos y las posturas trabajo porque todo el trabajo es de peso y a carrera […] son castigadas no naturales, se la pasaban también parte del día metidos en los ríos y con seis azotes por cada vez que no quebradas, descalzos, con las manos ampolladas a fuerza de revolver cargan ligero o sudan” (1798), en, agn, Negros y esclavos del Cauca, t.2, ff.772r y separar la tierra para obtener el preciado metal. Fueron el frío de la -772v. Énfasis de la autora. Éste es un ejemplo que trae Orián Jiménez para mostrar precisamente las jornadas y los castigos de los esclavos. Orián Jiménez Meneses, El Chocó, 71.

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lluvia, la humedad de la selva y los ríos, el bochorno en los trapiches de caña, el sofoco en las cocinas de leña, los soles ardientes en los mirasoles, las pesadas cargas, el consumo excesivo de plátano y hasta la satisfacción de los deseos sexuales, lo que influyó en el desarrollo de las enfermedades que les sobrevinieron a los esclavos, y no su distinción de género48. En el apéndice estadístico presentado por Germán Colmenares en su trabajo sobre Popayán, hay un cuadro referente a los nombres de las enfermedades que sufrieron los esclavos de las cuadrillas que fueron inventariados entre 1736 y 179949. Para este período, Colmenares contó 1702 esclavos, de los cuales doscientos veinticuatro estaban enfermos. Aunque el autor no especifica el patrón de producción económico al cual pertenecían tales esclavos, dice que el balance hecho en 1788 en la hacienda Las Mercedes muestra que allí fue donde menos enfermos se registraron, permitiendo inferir que la mayoría correspondían a esclavos de los Reales de Minas. En este período Popayán estaba en pleno desarrollo económico minero, denominado por él como “segundo ciclo del oro” (1680-1800), circunstancia muy diferente a la que vivía la provincia de Antioquia desde 1660, a raíz de la decadencia de los Reales de Minas de Zaragoza de las Palmas, Cáceres, los Remedios y San 48. El texto “El Catálogo de los muertos, desgastes físicos de Francisco la Antigua de Guamocó50. A diferencia de la Antioquia colonial, los negros en el Nuevo Reino de Granada durante el periodo el crecimiento económico de Popayán hizo que allí el número de esclacolonial”, afirmaba que las vistas fuera más reducido, en tanto que la riqueza estaba concentrada en enfermedades que padecía la población esclava se dividían de unas pocas familias que acaparaban la mayoría de los esclavos. acuerdo al género, es decir, que Precisamente a partir de esta profunda diferencia en el modelo de los hombres eran más propensos a las llagas y a las quebraduras, producción económica entre estas dos provincias es posible comparar en tanto que las hemorragias, el la situación de los esclavos enfermos en cada una de ellas. El historiador asma y los tumores fueron más frecuentes en las mujeres, dado Orián Jiménez Meneses plantea que la mayoría de los dueños de esclavos que realizaban oficios distintos. Sin embargo, después de hacer de las minas en El Chocó —debido a su gran fortuna, o porque debían un análisis más riguroso, es atender otros oficios—, delegaban todas sus funciones en sus mineros y más acertada la idea que aquí se expone. Es decir, que aunque capitanes de cuadrilla, mientras ellos permanecían en los poblados de hombres y mujeres hubieBuga, Cartago, Toro, Nóvita y Quibdó, o en ciudades más promisorias sen ejercido oficios distintos, padecieron casi las mismas de la sociedad colonial, tales como Popayán, Cali, Santafé y hasta en la enfermedades; el asma, las llagas, emergente Villa de Medellín. La distancia los alejó de todo conocimiento las quebraduras, la hidropesía etc., fueron resultado de las circunssobre los pormenores de sus minas y sus esclavos51. A diferencia de esto, tancias ambientales en las que se debían realizar cada uno de los como lo veremos más adelante, en la provincia de Antioquia, la mayoría oficios. Piedad Peláez Marín, “El de los amos vivía directamente en los Reales de Minas, y ellos mismos Catálogo de los Muertos”, 15-35. ejercían el control sobre los emplazamientos. Podemos decir entonces 49. Germán Colmenares, Historia económica y social, tomo ii, 295. que la distancia de los amos respecto a los sitios de trabajo y la cantidad 50. Orián Jiménez Meneses, El Chocó, 41.

51. Orián Jiménez Meneses, El Chocó, 65; Robert West, La minería, 84. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 154-177


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de esclavos que laboraban en las minas fueron los dos determinantes del grado de proximidad y confianza que hubo entre amo y esclavo, especialmente en los momentos de enfermedad52. Si bien el cuidado y salud de los esclavos fue una práctica que se delegó principalmente a los capitanes de cuadrilla en las provincias de Popayán y El Chocó, en contadas ocasiones esto también se usó en algunos Reales de la Provincia de Antioquia. Así, en la mina de San Pedro, en la Jurisdicción de Zaragoza, Feliciano de la Cruz Tres Palacios, el capitán de cuadrilla, le escribió en 1790 a su amo, don Juan Bautista Tres Palacios que “todos los negros de la cuadrilla habían enfermado y que por eso llevó a algunos a la ciudad de Zaragoza para que los asistiera el médico, pero que como a los dichos esclavos no les gustaba su asistencia, huían para no ir a tal ciudad, pues ellos preferían que los curara la ‘medica’, razón por la que el capitán le escribía a su amo, pues necesitaba de su orden para hacerlos curar por dicha ‘medica’”53. Esta situación muestra que pese al control sobre los esclavos por parte de los capitanes de cuadrillas en algunas minas de la provincia de Antioquia, fueron finalmente los mismos esclavistas quienes debieron tomar las principales decisiones al momento de proteger su capital económico. Exceptuando algunos casos, generalmente en la provincia de Antioquia el contacto entre amos y esclavos fue más directo y no mediado por capitanes de cuadrilla54. En los archivos locales se hallan, aunque pocos, casos que muestran cómo en Antioquia eran directamente los amos quienes trasladaban a las zonas urbanas a las esclavas que se enfermaban en el campo55. Es ilustrativo de este tema el caso del presbítero Pedro José de Roxo, quien luego de comprar a la esclava María la envió a una mina donde trabajó sin contratiempos sólo un mes y medio, de resto, por la enfermedad que sufría, sólo podía hacerlo esporádicamente. En vista de la grave situación, el presbítero trasladó a la Villa de Medellín a su esclava para administrarle tratamiento a su enfermedad y apropiarse de su cuidado. Roxo se aseguró de que María pasara el tiempo de convalecencia en estado de reposo para procurar que su mejoría se efectuara lo más pronto posible. Sin embargo, cuando la esclava manifestó mínimos signos de salud la envió de nuevo al campo, donde

52. En la provincia de Antioquia la cantidad de esclavos empleados fue pequeña, en comparación con las provincias de Popayán y El Chocó, lo cual permitió mayor contacto entre amo y esclavo. Por ejemplo, en el Río Chico, don José Luis Rojo tenía una cuadrilla de treinta esclavos; en el Río Grande, don José Ignacio Echavarría y su hermano don Luis, también tenían treinta; en el Sitio de Cuerquía, en el río de San Andrés, los hermanos don Antonio y don Ignacio de Arango, en compañía con don Antonio Echavarría, tenían trabajando veinte esclavos; en el río de las Cruces don Francisco Ángel de la Calle tenían veinte esclavos. Por último, el teniente Gobernador, en compañía con don Juan de Ortega, tenía sesenta esclavos. agn, Minas Antioquia, t.5, ff.989r-990r. Documento citado por: Mauricio Arango Puerta, “En tierras de pan y caballería: poblamiento y agricultura en la provincia de Antioquia, 1760-1812”, en Entre el antiguo y el Nuevo Régimen: la Provincia de Antioquia, siglos xvii y xix, eds. Ana Catalina Reyes Cárdenas y Juan David Montoya Guzmán (Medellín: Universidad Nacional de Colombia, 2010), 149. 53. agn, Minas de Antioquia, t.2, doc. 26, f.968r. Documento citado por Cesar Lenis Ballesteros, “Los Remedios: el testamento de la tierra” (Tesis de pregrado en Historia, Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, 2004), 107. 54. Beatriz Patiño Millán plantea que “de 38 dueños de esclavos registrados, 13 tenían menos de 3 esclavos; 12 poseían entre 4 y 10; 9 de 11 a 24 y 4 más de 25”, Riqueza, pobreza y diferenciación social en la Provincia de Antioquia durante el siglo xviii (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2011), 244. 55. ahjm, Serie civil, doc. 3727, ff.3r-26v.

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no pasó mucho tiempo para que volviera a recaer en sus achaques56. Puede que a simple vista parezca insignificante el acto de que Roxo trasladara personalmente a su esclava María a la Villa de Medellín para encargarse de sus cuidados y recuperación. Sin embargo, es necesario resaltar que tales actitudes y comportamientos, si bien denotan un interés económico, también son la expresión de una mayor humanidad hacia los esclavos y que terminó beneficiándolos toda vez que recibieron un mejor manejo de sus enfermedades. Estos casos brindan una idea general sobre la preocupación de los amos por sus esclavos, toda vez que por la gravedad de sus enfermedades los trasladaban a los centros urbanos para ser tratados por médicos o cirujanos. Sin embargo, los datos no son suficientes para llegar a aseverar que el proceso de medicación de los esclavos enfermos dejó de ser un asunto doméstico en la administración de las haciendas y los Reales de Minas para convertirse en un problema específico de las ciudades y villas. Hasta el momento, no es posible determinar un orden y una estructura en el tratamiento de las enfermedades de los esclavos que estuvieron en los espacios urbanos y rurales del Nuevo Reino; sólo existe una intuición por fortalecer, y que consiste en que un mayor número de esclavos enfermos se hallaba en los campos, esto es, en las haciendas y en las minas. De acuerdo con algunas fuentes revisadas, los esclavos inventariados en las Testamentarias del Cauca estaban ubicados principalmente en las zonas rurales, puntualmente en los Reales de Minas, y sólo una parte de ellos pertenecía al servicio doméstico de la zona urbana. Así, el 6 de junio de 1803, en la Provincia de Nóvita se avaluaron los bienes de doña Tomasa Antonia de Ibargüen. En la testamentaria de doña Tomasa se hallaban trescientos veintiún esclavos entre urbanos y rurales. Sus esclavos domésticos urbanos ascendían a veintinueve, de los cuales la única enferma era la negra Gerónima, quien se hallaba tullida57. En la mina ubicada en las bocas del río de Tatamá, esta misma mujer tenía sesenta y ocho esclavos laborando, de los cuales diecisiete se encontraban enfermos58. Igual situación vivían 244 esclavos que tenía en la mina de Santa Bárbara, entre los que había veinticinco enfermos (ver tabla 1). A diferencia de doña Tomasa Antonia Ibargüen, las esclavistas doña Juana Moreno y doña María Manzano no eran herederas de grandes fortunas, aunque también tenían un patrimonio amplio. El 26 de Noviembre de 1723, don Salvador Gómez de la Asprilla, yerno y administrador de la mina de doña Juana Moreno, hizo el inventario de los bienes de su difunta suegra, que pasaba a heredar su esposa, doña Tomasa de Valencia Asprilla. 56. ahjm, Serie civil, doc. 3727, En dicho inventario, entre otras cosas, se cuentan sesenta y dos esclavos ff.3r - 26v. adultos de los cuales doce estaban entre viejos y enfermos (ver tabla 2). De 57. agn, Testamentarias del Cauca, t.5, ff.273r-275v. igual manera, en el inventario que se hizo el 27 de agosto de 1764, corres58. Esclavos de la Testamentaria de pondiente a la testamentaria de María Manzano, se contaron setenta y doña Tomasa Antonia de Ibargüen cuatro esclavos, cuatro de los cuales se hallaban enfermos (ver tabla 3). inventariados en la “mina de la boca del río de Tatamá” (Nóvita, Junio 7 de 1803) en agn, Testamentarias del Cauca, t.5, ff.273r -275v.

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Tabla 1: Esclavos de la testamentaria de doña Tomasa Antonia de Ibargüen, inventariados en la mina de Santa Bárbara del río Iró (1803) Nombre

Enfermedad

Edad

Avalúo (patacones)

Nicolás Antonio

Enfermo

70

50

Alejandro

Quebrado en la ingle

54

200

Pedro

Reuma

35

400

Melchor

Quebrado en la ingle

25

300

Francisco

Mal de corazón

25

350

Bartolo

Quebrado de la ingle

25

300

Nicolás

Quebrado

23

300

Miguel

Sufre de fríos

10

150

Hermegildo

Enfermo

7

125

José Gregorio

Quebrado de la Ingle

2

50

Juan Silverio

Etico

---

Sin avalúo

Catalina

Reuma

50

100

María Engracia

Mal de hígado

40

300

María Rosa

Enferma habitual con ceguera

35

100

Ana Pascuala

Flujo de sangre

30

125

Petrona

Flujo de sangre por la boca

30

100

Andrea

Lisiada de gálico

30

100

Agustina

Gálico - inútil

30

Sin avalúo

Mª Manuela

Gálico reventado

18

150

Mª Fermina

Llagas en nariz y Garganta

14

250

Ana

Enferma del estómago

14

225

Petrona

Enferma

4

25

Juana Bárbara

Muriéndose de lombrices

3

50

Mª Manuela

Enferma

2

80

Juana Prudencia

Inválida

---

Sin avalúo

Fuente: agn, Colonia, Testamentarias del Cauca, t.5, ff.276v-283r.

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Tabla 2: Esclavos de la testamentaria de doña Juana Moreno, inventariados en el Real de Minas del Carmen (1723) Nombre

Enfermedad

Dominga

Avalúo (patacones)

Lisiada

250 100

Martina

Quebrada

Rosa

Manca de una mano

50

Juana de Ojeda

Vieja

50

María Ascencia 1 año

Quebrada

Marcos

Sordo

300

35

Calixto

Pulmonía

200

Carlos Benites

Quebrado

100

Juan ereo

Potroso

80

Sebastián Maioma

Viejo y con dolores

50

Lorenzo

Muy viejo

20

Antonio

Potroso y viejo

20

Fuente: agn, Colonia, Testamentarias del Cauca, t.3, ff.316v-320r.

Tabla 3: Esclavos de la testamentaria de doña María Manzano (1764) Nombre

Enfermedad

Edad

Avalúo (Patacones)

Adrián

Adolece del estómago

30

300

Luisa

Lisiada de un brazo

35

No hay avalúo

Antonia

Llagas en la garganta

22

350

Tomas

Quebrado

19

No hay avalúo

Fuente: agn, Colonia, Testamentarias del Cauca, t.4, ff.409r-413v.

Conclusiones Muy pocos de los investigadores que desde las diferentes disciplinas de las ciencias sociales se dedican a estudiar el siglo xviii en el Nuevo Reino de Granada se han preguntado puntualmente por el problema de la salud, la enfermedad y el cuerpo de la población esclava, y su relación con las políticas de los reformadores borbónicos. Teniendo en cuenta este vacío bibliográfico

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y como producto del análisis de las fuentes manuscritas y bibliográficas, se expuso no sólo la presencia de los funcionarios civiles y esclavistas, sino también la de los esclavos enfermos. Se avanzó en mostrar y hacer visible tanto la voz de los grupos más privilegiados de la sociedad como la de los sectores del bajo pueblo. Se logró dar cuerpo y coherencia a un tema que ha sido escaso en la historiografía nacional. Sin embargo, pese a estos aportes es importante decir que las afirmaciones presentadas en este artículo son parciales y tentativas, pues hacen parte de un proceso de investigación que está en camino y que serán ampliadas en investigaciones. La información que se usó para escribir este texto y desarrollar las intuiciones expuestas provino de fuentes fragmentadas, peculiares, escasas y misceláneas que no hacen parte de series de datos o fondos específicos. Se extrajeron de los archivos judiciales, notariales y de otras instituciones del Gobierno, que reposan en los diferentes archivos históricos de la ciudad de Medellín y del Archivo General de la Nación en Bogotá. En tales archivos se hallaron interrogatorios, procesos, inventarios, avalúos, libros de cuentas; todas fuentes residuales que, puestas en relación con un tema y unas preguntas, fueron trascendentales para armar la estructura de este artículo. Al no contar con modelos preconcebidos, la interpretación de tales fuentes fue lenta, intuitiva, sufrida, esto es, empírica o experimental. Si bien el esclavo representó, desde la segunda mitad del siglo xviii, para la Corona del imperio español un valor especial, toda vez que era una de las mayores fuerzas productivas que sostenía parte de sus arcas, las leyes del paternalismo Borbón que apuntaron a concederles un trato más humano, no tuvieron un impacto positivo en los esclavistas, particularmente del Nuevo Reino de Granada. Esta hipótesis se desarrolló a partir de la exposición de algunos pleitos que hubo entre amos de esclavos, en los cuales se exigía la acción redhibitoria y se reclamaban por los gastos en curaciones y mantenimientos de las enfermedades de los esclavos recién adquiridos. Complementando con otro tipo de fuentes, también se mostró que la mayoría de las enfermedades de los esclavos fueron producto del tipo de oficios que ejercían desde su marginada condición social, y también porque fueron adjudicados por sus amos sin tener en cuenta muchas veces sus fuerzas, sus edades y su género. Como consecuencia de los trabajos en los Reales de minas, en las haciendas, el servicio doméstico o las zonas urbanas, les provinieron las llagas, las quebraduras, los tullimientos y las hemorragias, entre otras enfermedades y lesiones sobre el cuerpo. Este análisis permitió deducir que aunque existan condiciones preestablecidas como el trabajo, el cuerpo y la esclavitud, las enfermedades fueron el resultado de un conjunto de condiciones sociales y culturales que no permiten reducirlas a un fenómeno homogéneo ni a explicaciones generales para todos los espacios y unidades productivas del Nuevo Reino de Granada.

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Artículo recibido: 30 2010; aprobado: 9 de julio de 2011; modificado: 8 de septiembre de 2011. de septiembre de

Búsqueda de nuevas rutas comerciales. Solón Wilches y las redes de poder en García Rovira, segunda mitad del siglo xix

Search of new trade routes. Solon Wilches and the networks of power in Garcia Rovira, second half of the 19th century

Resumen

Abstract

El artículo presenta el proyecto del presidente

This article presents a project formulated by the

del Estado Soberano de Santander, Solón Wilches,

president of the Sovereign State of Santander,

para abrir nuevas rutas comerciales con el fin de

Solon Wilches, to open new trade routes in order

configurar y mantener una red de poder en el

to create and maintain a network of power in

departamento de García Rovira. En primer lugar, el

the department of García Rovira. First, the text

texto destaca la actividad política del General Wil-

highlights the political activity of General Wilches

ches para favorecer su región; y en segundo lugar,

to help his region; second, the commercial activi-

las actividades comerciales que giraron en torno a

ties which surrounded his network of friends and

su red de amigos y familiares. Finalmente, el texto

family. Finally, the text answers the question of

responde a la pregunta por la manera como funcio-

how associations worked around a main character

naron las asociaciones alrededor de un personaje

in order to complete commercial transactions in a

principal para realizar transacciones comerciales en

specific region.

una región especifica.

Clara Inés Carreño Tarazona

Palabras clave

Key Words

Ruta comercial, poder político, familia, inversión,

Trade routes, political power, family, investment,

empresario, Santander.

entrepreneurs, Santander.

Estudiante becaria del Doctorado en Historia en la Universidade Estadual Paulista “Júlio de Mesquita Filho” (unesp), (Assis/SP, Brasil). Historiadora y Magíster en Historia de la Universidad Industrial de Santander (Bucaramanga, Colombia). Miembro del grupo de investigación Historia, Territorio y Poblamiento en Colombia (Categoría A en Colciencias) de la Universidad Nacional de Colombia (Medellín, Colombia). Entre sus publicaciones se encuentran: “¿Espíritu visionario? Geo von Lengerke: proyectos comerciales y de caminos en la segunda mitad del siglo xix”, Anuario colombiano de Historia Social y de la Cultura 36: 2 (2009): 17-40 y “Las vías hacía el Magdalena. Los caminos de Lebrija y Sogamoso en el siglo xix”, Revista Apuntes 23: 2 (2010): 104-117. clarainesct@gmail.com

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Búsqueda de nuevas rutas comerciales. Solón Wilches y las redes de poder en García Rovira, segunda mitad del siglo xix❧ Introducción Este artículo presenta los resultados de una investigación sobre la construcción del camino de García Rovira1 a Casanare (Estado de Boyacá) y el papel que éste cumplió en relación con los intercambios económicos y con la conexión entre la región santandereana y los llanos del Casanare2. La información ❧ Este artículo presenta los documental sobre el tema se encuentra en el resultados del proyecto 3 archivo privado del general Solón Wilches , de investigación realizado para la Maestría en principal promotor de la apertura del Historia, titulado “Las vías camino, donde existen datos sobre las estrede comunicación entre Santander y los Llanos: el chas relaciones que mantenía con sus amigos camino hacia Casanare, más cercanos y su familia, cuyas actividades segunda mitad del siglo xix” (Tesis de Maestría e intereses giraron alrededor de la apertura en Historia, Universidad Industrial de Santander, de esta nueva ruta comercial, circunstancia 2010), dirigido por el histoque además los llevó a fundar la Sociedad riador Edgardo Pérez Morales. Un borrador preliminar empresaria del camino de herradura de fue presentado en el II García Rovira a Casanare. Congreso Latinoamericano de Historia Económica, en Los propósitos que usualmente se maniCiudad de México entre el 3 festaban en los documentos oficiales como y el 5 febrero de 2010. las gacetas o diarios oficiales para el fomento 1. Como departamento perteneciente al Estado de los caminos no ofrecen una imagen comSoberano de Santander y ubicado en su costado pleta de los motivos implícitos que llevaron nororiental, la provincia a la creación de dichas empresas. En el fondo, de García Rovira incluía a su vez la villa de La las obras materiales terminaron por ser un Concepción y los distritos argumento suficiente para la unión de un de Málaga, Carcasí, San Andrés, Cerrito, Guaca, Enciso, Capitanejo, Molagavita, San Miguel y Servitá.

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2. Casanare hace parte de los Llanos Orientales colombianos. Limita por el norte y oriente con Venezuela, al sur con la región amazónica colombiana y al occidente con la cordillera Occidental. Sus inmensas sabanas incluyen las llanuras de los ríos Meta, Orinoco, Guaviare y Arauca. Comprende también los actuales departamentos de Arauca, Meta, Vichada y Guaviare. Para 1876 Casanare pertenecía al Estado de Boyacá. 3. Solón Wilches nació el 7 de abril de 1835 en Cerrito, provincia de García Rovira. Hijo de Andrés Wilches Jaimes y Martina Calderón Sánchez. A los tres meses su familia se trasladó a la villa de La Concepción, población vecina y capital de la provincia. Alcanzó el grado de General gracias a su participación en la batalla acontecida el 18 de septiembre de 1862, durante la guerra civil que definió el control de los liberales de gran parte de los Estados federales y del Gobierno de la Unión. Gustavo Otero Muñoz, Wilches y su época (Bucaramanga: Imprenta del Departamento, 1936), 12-15. También véase, Raúl Pacheco Blanco, El León del Norte: el General Solón Wilches y el Constitucionalismo Radical (Bucaramanga: sic, 2002), 10-12.


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conjunto de individuos afincados en su propia región. ¿Pero qué los llevaba a buscar alianzas personales y familiares en estas sociedades empresarias y en una misma zona de influencia? ¿Qué los llevó a buscar nuevas rutas comerciales? Para dar respuesta a estas preguntas, el texto se divide en tres partes. La primera examina el complejo juego de relaciones de poder que involucraba a los inversionistas de la Sociedad empresaria, mirando tanto el papel que cumplieron mediante su quehacer político como el interés por participar en la sociedad con el fin de obtener múltiples beneficios amparados en el discurso de ampliar la red vial y comercial en la región de García Rovira. En la segunda parte se presenta un análisis de la articulación entre las diversas familias y las elites élites gobernantes locales como una estrategia para alcanzar privilegios y formar una red de poder dominante en la región. Finalmente, se exploran una serie de casos que muestran cómo los accionistas de la empresa manipulaban actividades comerciales como la explotación silvestre, el arrendamiento de la renta de aguardiente y las actividades de compra y venta de tierras con fines especulativos, acciones que dependían del dinamismo que creaba a su alrededor la búsqueda de nuevas rutas comerciales a partir de la construcción de caminos de herradura. 1. La influencia política de Solón Wilches como presidente del Estado Soberano de Santander El interés particular por abrir una ruta comercial que comunicara la región santandereana con los Llanos implicaba, en un primer momento, la exploración del espacio comprendido entre el oriente de la villa de La Concepción y las llanuras de Casanare, especialmente hasta Tame. Este procedimiento respondía a la búsqueda de una vía practicable, que contaba con el apoyo de los inversionistas más interesados y recibía por parte del Estado el presupuesto necesario para la ejecución de la obra4. 4. Informe del presidente de Santander (Victoriano de D. Paredes) a la Si bien este privilegio se le concedió a la Sociedad empresaria del Asamblea Lejislativa de 1867 (Socorro: Imprenta de Arenas y Cancamino de herradura de García Rovira a Casanare, el propósito principal cino), 19, en Archivo Histórico funcionaba en torno a otros intereses, acreditados por el Gobierno y susdel Centro de Documentación e Investigación Histórico Regional tentados por las bases de un grupo familiar o un círculo de amigos5. Dichos (cdihr), Fondo Varios, Archivo colegas políticos y sus paisanos promovieron la creación de una empresa privado de Solón Wilches. En adelante cdihr, aw. que sirviera de mecanismo para adentrarse en el movimiento comercial 5. Eric Van Young hace referencia a de la zona de García Rovira, principalmente de La Concepción y Málaga. estas relaciones, mencionando la Igualmente, el proyecto buscaba el impulso de la región mediante imposibilidad de comprender los fenómenos políticos, sociales y la creación de institutos para la enseñanza de la agricultura, siembra y culturales, a través de las “redes familiares, grupos de poder ante manejo de recursos agroindustriales. El fomento de dichos institutos el Estado, relaciones de género deja en claro la necesidad que existía de impulsar el conocimiento sobre o cultura política, sin entender cómo la gente gana y gasta”. Eric productos de agroexportación como la quina, que se encontraba en los Van Young, “La pareja dispabosques aledaños a los tramos del camino, especialmente hasta el sitio reja: breves comentarios acerca de la relación entre historia económica y cultural”, Historia Mexicana lii: 3 (2003): 832.

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de la Palmera, ubicado entre La Concepción y Málaga. Éste fue el punto de partida para recibir concesiones comerciales, para motivar la especulación, préstamos, privilegios y obtención de rentas, relacionados estrechamente con las asociaciones, inversiones y alianzas familiares. Como consecuencia, el camino hacia Casanare no era únicamente una potencial vía de comunicación crucial entre las montañas santandereanas y las tierras bajas de los Llanos, sino un medio para alcanzar una serie de objetivos ubicados en las fronteras entre los Estados de Santander y Boyacá. De ahí la importancia de la participación de Solón Wilches como presidente del Estado Soberano de Santander. La influencia política de Wilches en la región de García Rovira y la de su círculo de amigos empresarios, quienes en 1864 lo postularon para la presidencia del Estado de Santander, fue aprovechada para consolidar aún más las estrechas relaciones que años atrás había establecido con “miembros del poder legislativo y ejecutivo del Estado, por lazos políticos y familiares”6. Estas alianzas y el apoyo que le proporcionaron sus familiares facilitaron que Solón Wilches ganara la licitación para la exploración de la ruta entre Santander y los Llanos7. Como presidente del Estado Soberano de Santander entre 1870 y 1872 6. Juan Fernando Duarte Borrero, y 1878 y 1884, Solón Wilches promovió el programa político de alentar el “La integración económica de Santander con el Casanare en el desarrollo de la educación mediante la construcción de escuelas y censiglo xix: El proyecto de Solón tros de instrucción pública, y también el impulso del progreso material a Wilches”, en Por los caminos del Llano: a través de su historia. 3er partir de la construcción de caminos y puentes. Bajo el argumento “ressimposio internacional sobre historia peto a Dios y a la Constitución”, Wilches se inclinó por la necesidad de la de los Llanos colombo-venezolanos, ed. Pedro Gustavo Huertas Ramíintervención económica del Estado para fomentar el progreso regional, rez (Arauca: Academia de Historia proyectos que implicaban la reforma de la Constitución estatal para obtede Arauca/Procultura, 1992), 240. 8 7. Juan Fernando Duarte Borrero, “la ner una mayor capacidad operativa . De ahí que la reforma constitucional integración económica”, 245. de 1880 terminó por ampliar por cuatro años más su permanencia en la 8. Sobre los documentos políticos presidencia, fortaleciendo en gran medida las atribuciones del presidente que involucraban las actividades económicas de Wilches y su en detrimento del poder legislativo. carácter visionario con relación a La fortuna de Wilches provenía de los innumerables proyectos econólos bienes materiales del Estado, véase “Contrato para la apertura micos que desarrolló en la villa de La Concepción, de donde era natural. del camino de herradura de Aprovechando la intervención en los asuntos políticos en el departamento García Rovira a Casanare, 1870”, en cdihr, aw, caja 7, f.302-307. 9 de García Rovira, Wilches reunió a su alrededor un grupo de “notables” , “Informe de exploración de la sociedad empresaria del camino particularmente de La Concepción, por medio de una compañía nombrada de G. R. a Casanare”, en cdihr, aw, desde el primer momento de su protocolización como Sociedad empresacaja 7, f 941-942r. También, véase Juan Fernando Duarte Borrero, ria del camino de herradura de García Rovira a Casanare, facultada por el “la integración económica”, 241. Gobierno del Estado Soberano de Santander y más tarde por el Gobierno 9. Sobre la importancia del concepto de la Unión, para emprender las obras del camino hacia las tierras bajas de “notables”, véase Diana Balmori et al., Las alianzas de familias y la formación del país en América Latina (México: fce, 1990), 13.

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de los Llanos10. La Sociedad empresaria, fundada en 1868 en La Concepción fue el resultado de la asociación de los personajes más prestantes de la región de García Rovira, entre los que se encontraban además de Solón Wilches, Moisés Barón, Domnino Castro, Anténor Montero, Milciades Wilches, Natividad Meneses, Jacinto Rangel, Ramón Wilches Calderón, Fortunato Bernal, Antonino González, José de la Paz Ortiz, Antonio Clavijo Durán, Joaquín Calderón, Aristocles Gaona, Cenón Fonseca, Andrés Wilches, Horacio Wilches, José María Ruiz, Braulio Evaristo Cáceres, Juan de la Cruz Calderón, Estanislao Silva y Marco A. Wilches. Personajes con fuerte participación política e integrantes del comité de García Rovira, establecido por el Partido Liberal Independiente11. Las consideraciones anteriores dejan ver el reconocimiento de la Sociedad empresaria como un conjunto fuertemente relacionado con la administración, la política y la economía. Esa sociedad surgió gracias a las complejas relaciones que pueden analizarse teniendo en cuenta el concepto de ‘red’, que involucra “la asociación informal de un grupo de personas basada en relaciones de confianza y en el intercambio continuo de servicios o favores dentro de un sistema de reciprocidad”, personas que son a su vez el centro de sus propias “tramas relacionales”, como lo ha llamado Bernd Hausberger12. Desde esta perspectiva, se aprecia que los vínculos de la Sociedad empresaria empiezan a entrelazarse al momento de la compra de acciones, demostrando la analogía entre poder y cantidad, es decir, a mayor cantidad de acciones mayor multiplicidad de sus inversiones e incremento de las ventajas obtenidas como resultado del repartimiento de las utilidades de la empresa. En el trabajo de Araceli Ibarra Bellón sobre el comercio y el poder en el México Independiente, se llama la atención sobre el trato superficial 10. “Contrato para la apertura asumido por los historiadores a la hora de analizar la interdependencia del camino de herradura de García Rovira a Casanare. 1870”, entre el poder de los comerciantes y el político. En su investigación, da en cdihr, aw, caja 7, f.302-307. cuenta de la importancia de reconocer que en el interior de un Estado “Informe de exploración de la sociedad empresaria del camino “los comerciantes que sobrevivían eran aquellos que tenían las mejores de G. R. a Casanare”, en cdihr, aw, conexiones en el más alto nivel político”, y evidencia que para el caso del caja 7, f.941-942r. México independiente “ciertos elementos económicos no adquirían signi11. El Federalista, San Gil, 2 de julio, 1875, 34. ficado si no se ponían a la esfera del poder”13. Según esto, la debilidad del 12. Bernd Hausberger, “La conquista Estado y la fragmentación del país en Estados federales, puso en evidencia del empleo público en la Nueva España. El comerciante gaditano la consolidación de las élites regionales que constantemente disputaban Tomás Ruiz de Apodaca y sus entre sí, produciendo conflictos y frecuentes cambios de gobierno. amigos, siglo xviii”, Historia Mexicana lvi: 3 (2007): 728-730. Esto permite analizar un período de la historia de Colombia, en el 13. Araceli Ibarra Bellón, El comercio que la desorganización del fisco y la fragmentación nacional fueron los y el poder en México, 1821-1864. La causantes de la obtención por parte de los comerciantes de importantes lucha por las fuentes financieras entre el Estado central y las regiones (México: fce/Universidad de Guadalajara, 1998), 21.

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cuotas de poder a expensas del Estado14. No se puede entender una élite regional sin reconocer su estrecha relación con las actividades económicas. Así, es necesario entender el papel de los “caciques regionales”, quienes en medio de las pugnas entre liberales y conservadores lograban afianzar su poder político en las regiones de donde o bien eran oriundos, o bien mantenían un nexo intenso gracias a lazos matrimoniales adquiridos con las familias más importantes de las regiones económicas estratégicas15. Durante el siglo xix la orientación económica para alcanzar el progreso económico se fundamentó en la apertura del país a los mercados externos. Esta elección permitió acelerar los esfuerzos para localizar un importante acopio de productos agrícolas de exportación, que se sirvieran de la construcción de vías de comunicación para conectar las regiones con los principales puertos exportadores16. Para la segunda mitad del siglo xix los renglones productivos del departamento de García Rovira se sustentaban en el cultivo de cereales, particularmente trigo y maíz, y el de algodón y azúcar. Todo ello parece indicar, según lo señala Juan Fernando Duarte, “que esta región poesía ventajas comparativas en materia de productos alimenticios con respecto a regiones como el Socorro y Cúcuta, que mantenían sus ingresos con base en el comercio y en el cultivo de agroexportación”17. Uno de los proyectos más destacados de Wilches fue precisamente obtener una cobertura regional que permitiera el impulso de García Rovira hacia el progreso material. El proyecto pretendía unir los territo14. Araceli Ibarra Bellón, el comercio y el poder en México, 25. rios del actual Santander y Boyacá mediante una vía de acceso hacia los 15. Sobre este tema, Lina Constanza Llanos a través de diversas zonas climáticas y terrenos geográficamente Díaz arroja abundante informaagrestes. En su trabajo sobre los proyectos políticos del liberalismo en ción sobre los nexos políticos de los individuos que plasmaron Santander, Juan Fernando Duarte destaca la idea de Solón Wilches de por primera vez la Constitución del Estado de Santander en 1857. “convertir a García Rovira en el sitio de paso de las manufacturas Lina Constanza Díaz Boada, “Los del centro del Estado que saldría por ese camino, al Llano, de ahí al constituyentes del Estado de Santander, Pamplona 1857” (Tesis de Meta, y luego al Orinoco para incorporarse al eje del progreso liberal: Maestría en Historia, Universidad el mercado mundial. Es de suponer que el retorno de nuevas mercanIndustrial de Santander, 2008), 470. cías del extranjero por la misma ruta, también formaba parte de las 16. Marco Palacios y Frank Safford, aspiraciones de este proyecto. Dicha propuesta, ganaría para Wilches Colombia: País fragmentado, sociedad divida: su historia (Bogotá: un gran apoyo político en su región, al darle a una tierra olvidada la Norma, 2002), 367. 18 oportunidad de reivindicarse con el progreso” . En los informes de los gobernadores, Solón Wilches reafirmaba la importancia de recurrir a las vías utilizadas de tiempo atrás como la de Sogamoso, Paturia, Lebrija, Carare-Opón, y hacia Venezuela por el Estado

17. Juan Fernando Duarte Borrero, “Los proyectos políticos del liberalismo en Santander, 1857-1880: el caso de Solón Wilches” (Tesis de pregrado en Historia, Universidad Industrial de Santander, 1994), 46-47. 18. Juan Fernando Duarte Borrero, “Los proyectos políticos”, 70-71.

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de Zulia. Sin embargo, insistía en que la apertura de una nueva vía como la de La Concepción al Llano permitiría el abastecimiento de ganado y la importación y exportación a gran escala, posibilidades un poco vagas si se tiene en cuenta la gran distancia que se debía recorrer para buscar el océano Atlántico. Con todo, echar un vistazo a la riqueza documental de la época permitirá reflexionar sobre las intenciones particulares que rodeaban la urgencia de abrir vías para la circulación hacia las tierras bajas. Así, al reconstruir los caminos los empresarios buscaban incursionar en el control económico de las regiones por donde se proyectaban las rutas para explotar exclusivamente los recursos naturales de la zona y apropiarse del producto de los peajes. Dichas características se manifiestan ampliamente en el grupo de amigos de Wilches y a su vez accionistas de la Sociedad empresaria, dado que invertir su capital en la construcción del camino a Casanare ofreció ventajas considerables para sus ambiciones particulares, dentro de las cuales predominó el aumento del valor comercial de sus propiedades, dada la cercanía del camino. Comenzaron a comprar y a vender tierras, motivados por el negocio de la especulación. Los inversionistas en el negocio de caminos vieron en la distribución de baldíos la oportunidad de continuar con la acumulación de tierras pertenecientes al vecino Estado de Boyacá, muy cerca de los resguardos de los indios tunebos. Por ello, abrir potreros, tumbar monte, cultivar y establecer familias fue un propósito fundamental para darle continuidad a los caminos, para extenderlos no sólo hasta los puntos de contacto con el extranjero, sino además hasta las tierras baldías que estaban siendo distribuidas por el Gobierno. Como diputados de García Rovira, los accionistas de la Sociedad empresaria aprovecharon los cargos públicos y la cercanía sobre las decisiones políticas para ejecutar proyectos orientados tanto al desarrollo económico de la región, como aquellos relacionados directamente con los negocios de su propiedad. Los dos principales proyectos materiales de la élite política de García Rovira en el siglo xix, el puente de Capitanejo y el camino de García Rovira a Casanare, demuestran cómo este tipo de sociedades sirvieron “para mediatizar la promoción de candidatos y polarizar opiniones políticas”19. Un ejemplo de ello fue precisamente la renuncia de Wilches como jefe departamental de García Rovira en 1865, fecha en la que aseguró los contactos para iniciar la construcción del puente de Capitanejo, y posteriormente aceptar el cargo de diputado de la asamblea en donde se adelantaba el proyecto con la perseverancia evidente de transformarlo en ley.

19. Juan Fernando Duarte Borrero, “Los proyectos políticos”, 76. 20. Juan Fernando Duarte Borrero, “Los proyectos políticos”, 75-76. Según la oposición, Wilches era el “dueño y señor de García Rovira”, como se publicó en el periódico El Republicano, Socorro, 27 de mayo, 1875, 83.

2. Redes sociales en la construcción de un nuevo espacio de poder El prestigio de Wilches generó gran aceptación entre la élite política del Estado, hasta crear un complejo grupo analizado por Juan Fernando Duarte bajo el concepto de “círculo político”, dentro del cual Wilches fue el modelo rovirense, teniendo en cuenta las empresas propuestas en la región20.

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Como componente y parte activa de la Sociedad empresaria los accionistas configuraron una red de poder cuyas características claramente localistas fundaron las bases para ser reconocidos como un grupo dominante. Es importante destacar las alianzas familiares y personales, que se consolidaron como una base para mantener las condiciones de privilegio otorgadas por el Estado. A diferencia de lo que sucedía en los otros departamentos, particularmente en Soto21, en García Rovira no se cumple la hipótesis sobre la función esencial que ejerció el ingreso de extranjeros al círculo de poder, pues no hubo presencia de comerciantes y empresarios foráneos que fijaran ciertas relaciones familiares o políticas. Si bien Wilches celebró algunos contratos con extranjeros para ampliar y dominar el negocio de la quina, el 21. María Fernanda Duque Castro, círculo familiar y local estuvo siempre cerrado a un grupo selecto de amigos “Comerciantes y empresarios de cercanos y coterráneos. La Sociedad empresaria, a diferencia de otras socieBucaramanga (1857-1885): una aproximación desde el neoinstidades, buscaba mantener lo más impenetrable posible su esencia localista. tucionalismo”, Historia Crítica 29 La expansión del patrimonio económico sumado a la influencia (2005): 154. política se fortaleció entre los socios gracias a la participación en asun22. Este último concepto hace referencia a la concesión de poderes tos públicos y al otorgamiento de poderes notariales22. Por ejemplo, amplios de representación otorgados en el interior Natividad Meneses tuvo que asegurar por medio de escritura pública el 23. Durante esta época Solón Wilches manejo de las rentas de la Hacienda del Estado como colector de hacienda ejercía como jefe departamental del departamento de García Rovira, usando para ello una póliza especial de García Rovira. “Instrumento No 1” (Distrito de La Concepción, 3 para registrar la fianza de los empleados de hacienda por la cantidad de de enero de 1865), en cdihr, Fondo $150023. Horacio Wilches, al ser nombrado administrador de hacienda, Notarías, Notaria Única de La Concepción, rollo 1667791, ff.1r-5r. tuvo que asegurar el manejo de estos recursos en caso de incurrir en En adelante cdihr, nc. morosidad durante el ejercicio de su empleo, recurriendo a la fianza per24. Fortunato Bernal ejerció durante sonal pecuniaria de su tío Andrés Wilches para responder por la cantidad este año como Jefe departamental de García Rovira. “Instrumento 24 de $1500 . Lo mismo sucedió con Francisco Belisario Otálora y Domnino No 13” (Villa de La Concepción 28 de enero de 1870), en cdihr, nc, Castro. El primero fue nombrado colector de hacienda del departamento rollo 1667793, ff.40v-42r. de García Rovira y designó como fiador personal a Domnino Castro para 25. En dicho año el presidente del asegurar por la cantidad de $150025. Estado fue José María Ruiz y Jacinto Rangel el notario público La participación en política, además, fue muy dinámica. Se llegó a del Circuito de La Concepción. intercambiar el poder entre los socios en pocos años al ejercer una fuerte “Instrumento No No. 18” (Villa de La Concepción, 17 de enero de 26 influencia en el Gobierno y en la política . La relación entre los integran1873), en cdihr, nc, rollo 1667795, ff.40v-42r y 57r-59r. tes de la Sociedad incluyó diversos nombramientos, especialmente en 26. Por ejemplo, el Partido Liberal cargos públicos a nivel local, cuyas posiciones prominentes aseguraron Independiente en 1875 establela estabilidad de este grupo de amigos en los diversos sectores, siendo ció un comité muy exclusivo en García Rovira compuesto por José estas conexiones fundamentales para asegurar el paso hacia la consoliMaría Ruiz, Marco A. Wilches, dación del poder regional. Cenón Fonseca Ayala, Braulio Cáceres W. y Juan de la Cruz Calderón. El Federalista, San Gil, 2 de julio, 1875, 34.

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Desde dichas funciones ejercieron influencia y controlaron de manera directa las conexiones entre las distintas redes de comerciantes, y para el caso de la Sociedad empresaria buscaron prorrogar por algunos años la terminación y entrega de las obras. En 1869 durante el nombramiento de jueces superiores suplentes del circuito fue nombrado por el circuito de La Concepción Jacinto Ranjel y mediante el decreto por el cual se nombraron jefes departamentales el presidente del Estado Soberano de Santander nombró a Fortunato Bernal para García Rovira. En 1870 el mismo presidente nombró a Horacio Wilches administrador departamental de hacienda de García Rovira en reemplazo de Natividad Meneses, quien renunció para ejercer el cargo de representante al Congreso de la Unión27. 27. Los nombramientos de Jacinto A su vez, como políticos de la región, con sus diversas ocupaciones y su Ranjel, Fortunato Bernal y Horadiversificación económica entretejían cada vez más esta red, consolidando rio Wilches se encuentran en la Gaceta de Santander, Socorro, mecanismos para la construcción de mayores alianzas. Estas experiencias N° 555, 4 de marzo, 1869, 33; N° se encuentran por ejemplo en Solón Wilches, quien ejerció siempre el poder 613, 20 de enero, 1870, 293; y N° 599, 16 de noviembre, 1869, 232, mediante la presidencia del Estado y finalizando sus períodos presidenciales en cdihr, Fondo Publicaciones Oficiales, Gaceta de Santander. En ejerció como presidente de la Sociedad empresaria siendo en 1889 su prinadelante cdihr, gs. cipal prestamista28; Domnino Castro, jefe departamental de García Rovira 28. “Libro Diario de las cuentas en 1875; Anténor Montero, miembro de la Junta departamental de hacienda de la Tesorería de la compañía empresaria del camino de y notario público de La Concepción en 1876 —estos dos últimos miembros herradura de García Rovira a de la Asamblea del Estado Soberano de Santander—; José María Ruiz, coroCasanare”, en cdihr, aw, caja 9, ff.880r-886r. nel en 187629, colector departamental de hacienda interino, ex rector del 29. Mario García Molina y Edna colegio de varones y tesorero del distrito de La Concepción en 1882; Jacinto Carolina Sastoque Ramírez, “Pasiones e intereses: La guerra Rangel, fiscal del circuito en 1866, notario público del circuito30 y miembro civil de 1876-1877 en el Estado de la asamblea del Estado Soberano; Milciades Wilches, jefe departamental Soberano de Santander”, en xiv Congreso Colombiano de Historia. de García Rovira; Natividad Meneses, rector del Colegio de varones de García Tunja, uptc, 2008 (memorias en Rovira; Jacinto Rangel, notario del circuito de La Concepción y tesorero del cd), 19. distrito de Cerrito en 1882; Ramón Wilches Calderón, alcalde suplente de La 30. “Instrumento No 33”, en cdihr, nc, rollo 1667794, ff.193r-209v. Concepción en 1870; Braulio Evaristo Cáceres, jefe departamental en 186931 31. Este mismo año fue secretario y suplente del jefe departamental de García Rovira en 1874; Moisés Barón, de jefatura Milciades Wilches y presidente de la Sociedad Liberal en 188232; Cenón Fonseca Suárez, jefe del colector de García Rovira Natividad Meneses (colector de García departamento de García Rovira en 1877; José de la Paz Ortíz, notario público Rovira 1867). Gaceta de Santander, o n 552, Socorro, 11 de febrero, del Circuito de San Andrés en 1881. 1869, 24, en cdihr, gs. Otros diversificaron sus actividades para incursionar en el sector 32. La Reivindicación, Socorro, 19 de financiero como Estanislao Silva, constituyente en 1857 y presidente promayo, 1882, s/p. Los nombramientos de Cenón Fonseca visional del Estado de Santander el mismo año, comerciante, empresario e Suárez y José de la Paz Ortiz se encuentran en Gaceta de Santander, No 1071, 22 de marzo, 1877, 18, y No 1496, 7 de junio, 1881, 545, en cdihr, gs.

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integrante del sector financiero como accionista del Banco Santander, fundado en Bucaramanga en 187233. Finalmente, vale la pena mencionar a un personaje que también contribuyó a la apertura del camino, el presbítero Simón Gaona, representante del Gobierno boyacense como mediador entre los dos gobiernos en la construcción de la obra que atravesaba el territorio de Santander y Boyacá34. 2.1. Lazos familiares Las investigaciones sobre el papel de la familia en la historia latinoamericana señalan la “importancia de reconocer las conexiones y diversas alianzas surgidas en torno dichas entidades sociales, particularmente los matrimonios estratégicos, participación en la familia, modos de organización, tipos de inversión, intereses individuales, relaciones sociales y participación política”35. La necesidad de buscar nuevas rutas comerciales implicó la integración y ampliación de la red de amigos y familia para facilitar la extensión de las conexiones comerciales entre García Rovira, Boyacá y Socorro. Dichas alianzas agruparon grandes extensiones de tierra contiguas a las familias Montero, Wilches, Barón, Cáceres, Calderón, generando un movimiento importante de propiedades y un dominio regional, al integrar considerablemente los intereses económicos de individuos y familias. Ahora bien, intervenir en la compraventa de propiedades implicaba 33. Amado Guerrero Rincón y Maritambién una esfera de circulación de carácter exclusivamente familiar. bel Avellaneda Nieves, “La elite empresarial de Santander (1880Existen instrumentos notariales que señalan la fragmentación de los 1912)”, en Empresas y empresarios terrenos por diversos motivos. Esto quiere decir, como es natural, que al en la historia de Colombia. Siglos xix y xx, ed. Carlos Dávila Ladrón momento del fallecimiento del jefe de la familia las propiedades pasaban de Guevara (Bogotá: Norma/ a manos de sus hijos, quienes terminaban dividiendo las tierras, vendiénUniandes, 2003), 164. También, véase Enrique Gaviria Liévano, dolas a otros familiares o simplemente al vecino. Entonces entraba en El liberalismo y la insurrección de los artesanos contra el librecambio: juego otro personaje, caracterizado por la búsqueda constante de propieprimeras manifestaciones socialistas dades adquiridas a reducido valor, quien encontraba que los herederos en Colombia. (Bogotá: Universidad Jorge Tadeo Lozano, 2002), 318. preferían vender a bajo costo las tierras, pero rápidamente para cambiar Para una perspectiva más amplia de localidad o desligarse de las actividades que venían desarrollando sus de la actividad política de Estanislao Silva, ver Lina Constanza familiares fallecidos. Tal fue el caso de Natalia Wilches, prima en primer Díaz Boada, “Los constituyentes”, 217-222. grado y suegra del general Solón Wilches. 34. Juan Fernando Duarte Borrero, Con la muerte de sus padres, Natalia y su esposo, Rafael Otero Navarro, “Los círculos de notables en la otorgaron poder a Andrés Wilches —además tío de ella— para que venpolítica santandereana del siglo xix: Solón Wilches y el círculo de diera a su nombre dos porciones de terreno denominados Chinchaleta y La Concepción-García Rovira” El Tejar, ubicados en el distrito de La Concepción. En 1873 dichos terrenos (Tesis de Maestría en Historia,

Universidad Industrial de Santander, 2001), 87.

35. Diana Balmori et al., Las alianzas de familias, 13. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 180-201


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estaban en común con la otra mitad que le había correspondido a su hermano Timoleón36, adquiridos como herencia de sus padres. La familia Wilches Otero advertía que el producto de la venta se destinaría “para comprar una casa en la ciudad de Socorro”37. Por lo tanto, Andrés Wilches vendió a Ramón Wilches Calderón, hermano de 36. Timoleón Wilches también hizo Natalia, las dos porciones de terrenos mencionados por el valor de $1000. parte de este intrincado juego Lo interesante de esta venta fue su ubicación, debido a que ambos terreeconómico, debido a su nombramiento como Jefe departamental nos señalaban en sus linderos el “camino de Casanare de por medio”38. de Cúcuta. Gaceta de Santander Esto indica la valorización que alcanzaría cada uno de ellos, generando 1633, Socorro, 7 de febrero, 1883, 1092, en cdihr, gs. Anteriormente ganancias a Ramón Wilches, accionista de la Sociedad empresaria. este personaje ya había ejercido como contador de la Aduana de No obstante, al procurar acumular la posesión de los terrenos mediante Cúcuta. cdihr, aw, caja 5, f.251. la obtención de los títulos respectivos, los nuevos dueños advertían que 37. “Instrumento No 32” (Villa de la ubicación de sus terrenos y sus colindantes ejercían una fuerte influenLa Concepción, 6 de diciembre, 1873), en cdihr, nc, rollo 1667795, cia para la valorización de los mismos. Por ejemplo, al reconstruir los ff.471v-479r. En algunos casos los linderos del terreno adquirido por Milciades Wilches, se halló que aparte cónyuges se trasladaban a una ciudad influyente como la capital de lindar con terrenos de su misma propiedad, también lo hacía con del Estado o la nación, de manera propiedades de Andrés Wilches y de Anténor Montero, otro accionista que “las alianzas terminaban siendo regionales e interregiode la Sociedad empresaria. Las alianzas comerciales entre Milciades y nales”. Diana Balmori et al., Las alianzas de familias, 30. En el caso Montero se fortalecieron aún más cuando el 12 de septiembre de 1873 del matrimonio Otero Wilches, su el primero vendió al segundo otro terreno heredado de sus padres, una traslado de residencia servía para ligar la región de García Rovira casa con solar situada al occidente de la plaza de La Concepción, cuyo a los intereses económicos del valor de venta ascendía a los $800 de ley39. Sin el ánimo de abandonar Socorro, la capital del Estado. el tejido de esta red tan compacta, hay que 38. Diana Balmori et al., Las alianzas de familias, 30. tener en cuenta los referidos vecinos inmesolares de Antenor Mon39. “Instrumento No 208” (Villa de diatos, es decir, Braulio Evaristo Cáceres y tero y Cayetano Pedraza. La Concepción, 12 de septiemEste último en 1871 entró bre de 1873), en cdihr, nc, rollo Domnino Castro. Igualmente, la ronda de al negocio de la sociedad 1667795, ff.102v-105v. En el la iglesia parroquial y la plaza pública eran como conductor de cargas mismo año de 1872, Fortunato de víveres y herramientas Bernal vendió a Milciades puntos cercanos determinantes para valoripara las obras del camino. Wilches una casa comprada zar estas posesiones. “Libro ‘Cargo’ i ‘data’ que con anterioridad a Arístides se forma para comprobar la Calderón, situada en La ConLos accionistas de la Sociedad, reprecuenta del tesorero encarcepción colindando con solares gado de los fondos destisentados en vendedores, compradores o de Andrés Wilches. El valor de nados a la exploración del esta casa alcanzó los $320 de miembros de la familia Wilches, dinamizacamino de Casanare. Recibo ley. “Instrumento No 96” (Villa de Tesorería de la sociedad de La Concepción, 17 de abril de ron la región de García Rovira debido a que empresaria del camino de 1792), en cdihr, nc, rollo 1667794, sus operaciones comerciales iban desde La herradura de García Rovira ff.504r-506v. En 1873 Carmen a Casanare”, en cdihr, aw, Daccara vendió a Milciades Concepción hasta Capitanejo, y un poco caja 7, ff.804r-805r, e “InsWilches los bienes de la sucesión o más allá hasta Soatá, en el Estado Soberano trumento N 166” (Villa de de sus padres, correspondientes a una casa ubicada en La Concepción. Dicha casa, cuyo valor de compra fue de $25, lindaba con

La Concepción, 16 de julio, 1873), en cdihr, nc, rollo 1667795, ff.686v-688r.

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de Boyacá40. Simultáneamente, los mismos accionistas de la Sociedad empresaria abrieron nuevos espacios entre sus familias, incluyendo sus fortunas equivalentes a propiedades, negocios y favores políticos, y además a otras poderosas familias de regiones cercanas como Pamplona, Socorro y Boyacá. Dichos lazos familiares fueron concretados bajo las estrategias de matrimonio y de predomino de las posiciones económicas para facilitar 40. Véase a manera de ejemplo el la asociación. Por ejemplo, Fortunato Bernal, vecino de Pamplona, con negocio que celebraron Ramón Wilches Calderón y Napoleón cargo de General en 1885 y casado con Emilia Wilches, fue socio de la Angarita. El primero vendió una compañía durante los primeros años de la Sociedad empresaria y su parcasa ubicada en el distrito de Enciso. Llama la atención que esta ticipación incluía ciertos negocios relacionados con viajes y transporte casa había sido comprada por 41 de herramientas a las obras del camino . De Málaga a La Norma trasladó el mismo Ramón Wilches a los esposos Angarita y que la “tomó constantemente oficiales de herrería, útiles como cajas de fierro, acero, con plazo de un año en la suma de carbón y peones y bagajes. $400 de lei i que han conbenido hoi en la venta o sea en la retroTanto las familias como los individuos cercanos a la Sociedad empreventa de ellas antes del vencimiento del plazo”. “Instrumento saria se ajustan a la perspectiva que Sánchez Santiró ha señalado para los No 43” (Villa de La Concepción, estudios sobre las redes sociales y mercantiles. De acuerdo a su enfoque se 16 de febrero, 1872), en cdihr, nc, rollo 1667794, ff.303r-306v. Este trataba de “grupos muy compactos y entrelazados por estrategias relaciotipo de compraventas o retroventa nales que les permitieron mantener vínculos tradicionales de solidaridad, fue muy usual durante el siglo xix, y más aún entre los mencionados así como explicar sus intereses comunes”42. en este contexto. Se definía como El matrimonio fue esencial a la hora de estrechar relaciones y se conla condición de “recomprar” el bien a un precio determinado o virtió en el “mecanismo mediante el cual las familias se fusionaban en un en otros casos al mismo precio en que se vendió, pero dentro de un sólo grupo o red, inclinados a ser una asociación de poder y dinero de larga plazo específico. Dolores Brandis duración […] para crear el núcleo de las poderosas redes sociales y ecoGarcía y Rafael Mas Hernández, “Propiedad inmueble, morfología nómicas”43, y otras veces para apoyar a algún familiar en desgracia. Juan urbana y precios del suelo en de la Cruz Calderón y Andrea Moreno fueron padres de Delfina Calderón Guadalajara (siglo xix)”, Tiempos de América 1 (1997): 57-69. Moreno, quien estuvo casada con Braulio Cáceres Wilches, hijo del accio41. “Instrumento No 231” (Distrito de nista Braulio Evaristo Cáceres44. A su vez, Virginia Wilches, casada con el La Concepción, 31 de diciembre, también accionista Domnino Castro, formaron en “los diez años que lleva1881), en cdihr, nc, rollo 1667815, ff.660r-662v. ban juntos una familia de seis hijos”45. 42. Ernest Sánchez Santiró, “Las Emparentando familiarmente con el general Solón Wilches Calderón, incertidumbres del cambio”, 951. Rafael Otero Navarro (padre de Rosalina Otero, prima y esposa de Solón) 43. Diana Balmori et al., Las alianzas de familias, 29-30. se adhirió a la candidatura presidencial de su yerno para el Estado en 44. “Instrumento No 51” (Distrito 1878. Desde la época, cuando el abogado sangileño ocupó en reemplazo de La Concepción, 27 de marzo, el ejecutivo de Santander, la tendencia hacia el intervencionismo estatal 1876), en cdihr, nc, rollo 166781, ff.268r-270r. empezaba a vislumbrarse como el cambio de postura que los inclinaba 45. “Instrumento No 184” e “Instrumento No 192”, en cdihr, nc, rollo 1667795, ff.803r-809v y 843r-844r.

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46. Lina Constanza Díaz Boada, “Los constituyentes”, 301-307. 47. Gaceta de Santander N° 1026, Socorro, 27 de abril, 1876, 67, en cdihr, gs. En el informe del Jefe departamental de García Rovira, Vicente Uzcátegui, se señaló la posición de dicha población teniendo en cuenta sus relaciones comerciales como un factor de mayor peso para el Estado, llevando a clasificar como de primer orden el camino nacional que pasaba por Capitanejo, Enciso, Málaga, La Concepción y Cerrito, y el de Socorro que partiendo de La Concepción pasaba por los distritos de Málaga y Molagavita, Gaceta de Santander, N° 365, 28 de agosto, 1866, 800, en cdihr, gs. 48. Los vínculos se fortalecerían aún más al utilizar el camino colonial que conectaba a Soatá con Capitanejo. Juan Fernando Duarte Borrero, “Los círculos de notables”, 29. 49. Gaceta de Santander, N° 1026, Socorro, 27 de abril, 1876, 67, en cdihr, gs. 50. “Decreto No 40”, Gaceta de Santander 1033, Socorro, 15 de junio, 1876, 93, en cdihr, gs. 51. “Santander y Boyacá”. La Bandera Federal, Socorro, 7 de marzo, 1881, 1. Según los informes de los gobernadores el embotellamiento en la región cercana al río Magdalena era tal que no permitía la rapidez del flujo mercantil de este período, llevando a considerables pérdidas al Estado. Juan Fernando Duarte Borrero, “Los círculos de notables”, 86. 52. El proyecto buscaba además un acercamiento comercial entre la región de García Rovira y Cúcuta, teniendo en cuenta la importancia de la aduana, localizada en esta última ciudad. Sobre el movimiento comercial y la administración de la Aduana de San José de Cúcuta, véase Muriel Laurent, Contrabando en Colombia

a la facción independiente del liberalismo. El viraje político de Otero Navarro fue claro en al década de 1870, cuando el ascenso del círculo de La Concepción se consolidó en la burocracia del Estado46. 3. Intercambio comercial y apropiación de baldíos En 1876 se impulsaron dos proyectos para vincular comercialmente a Cúcuta y Socorro a través de la vía de La Concepción-Málaga: la construcción del puente de Capitanejo sobre el río Chicamocha y el camino que unía La Concepción y Capitanejo. La pretensión constante de abrir licitaciones para reparar el trayecto del camino central entre estos dos distritos47 evidenciaron el propósito de proyectar un camino hacia el territorio del Casanare, para que se conectara con la ruta hacia el Socorro y con el vecino Estado de Boyacá, para intensificar la actividad económica en la región de García Rovira48. Considerado el distrito de Capitanejo como la puerta de entrada a García Rovira desde el Sur, se optó para que en 1876 se invitara a contratar con el Estado de Santander la reconstrucción de dicho trayecto49. El mismo año se reglamentó la reparación del camino central de San José de Cúcuta a Capitanejo en el trayecto correspondiente a Capitanejo y Enciso50. Con la recuperación de dicha vía se buscó disminuir las distancias, aumentar el desarrollo de la industria y el progreso de los dos Estados, con el propósito firme de abrir una nueva ruta comercial alejada de la influencia monopólica del departamento de Soto51. El objetivo de construir y reparar dichas obras confirmó aún más el intenso movimiento de mercancías y el constante abastecimiento que caracterizaba a Socorro, con beneficio directo a García Rovira al hacer parte de la vía comercial procedente de Cúcuta. Por medio de la Aduana de Cúcuta52, Socorro en el siglo xix. Prácticas y se abasteció de mercancías extranjeras como discursos de resistencia y reproducción (Bogotá: Unilas telas blancas de algodón vendidas a preversidad de los Andes/ceso, 2008), 642. cios muy inferiores en comparación con los 53. “Mercado del Socorro”, de los mercados de Bogotá. Esta ventaja le El Norte, Socorro, 23 de permitió proveer con los artículos básicos de agosto, 1862, 3. Véase además, Informe del presiconsumo los principales centros de mercadente del Estado Soberano de dos del Estado de Boyacá53. Santander (Solón Wilches) a la Asamblea Lejislativa de 1871 (Socorro: Imprenta del Estado, 1872), 8.

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Por su parte, el departamento de García Rovira servía de conexión para enlazar San José de Cúcuta, Socorro y Boyacá, utilizando principalmente este camino de herradura54. Esto se vio favorecido aún más por los lazos políticos que mantenían los dos Estados, cuyos poderes se inclinaron a favorecer e intensificar el comercio recíproco55. Asimismo, el creciente comercio con Táchira estimuló a aquellos “industriales en materias de tejido”56 que vivían al sur del Estado Soberano de Santander, al norte de Cundinamarca y en Boyacá gracias al prestigio que habían alcanzado las manufacturas nacionales en los mercados de Venezuela57, especialmente en Táriba. Su feria anual efectuaba transacciones por cerca de medio millón de pesos, mediante operaciones comerciales donde el “Batán socorrano”58 era el más estimado. Cada 15 de agosto a la tradicional feria llegaban mantas ordinarias, finas, mantas pinta-pinta finas y ordinarias, mantas de enjalmas socorranas y de Curití, pinta garnica y fina, hamacas, colchas comunes y manteles, toallas o paños de mano, alpargatas superiores finas para hombre y mujer, gamuzas, badanas, baquetas, correajes de toda clase, sombreros raspones o embarillados, sombreros superiores imitación suaza59 y suazas de copa redonda, y chamauetas (ruanas) de hilo y de lana. La importancia comercial adquirida por la región oriental del Estado, comprendida entre San José de Cúcuta y el Socorro, y de la cual también formaban parte La Concepción, Málaga y Cerrito, llamó la atención de la familia Wilches y su red de amigos, quienes mediante la fundación de la Sociedad empresaria pretendieron controlar la abundante riqueza que comprendía60 y, a su vez, ampliar las relaciones comerciales y políticas. La búsqueda constante de nuevas plazas comerciales en el norte del Estado y de la amplia red de los diversos renglones de la economía llevó a que los innumerables negocios de los Wilches estuvieran relacionados directamente con la producción de aguardiente, harina, sal y tabaco. Por ejemplo, Solón Wilches, además del cultivo del tabaco contaba entre sus posesiones a una cigarrería, fabricaba azúcar y tenía un molino harinero. Los cigarros de diferentes especies como corriente, flor fina, panetelas (de perilla), panetelas (americanos recortados), cañones, recortados y cocheteros se comercializaron particularmente en plazas como 54. Gaceta de Santander, N° 1262, Socorro, 16 de enero, 61 Cúcuta, Pamplona y Maracaibo . 1879, 1, en cdihr, gs.

55. La Época, San José de Cúcuta, abril, 1879, 2. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 180-201

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56. Sandalio Cancino, “Comercio con el Táchira”, La Integridad, Socorro, 18 de mayo, 1883, s/p. Véase además, Aquileo Parra, Informe del presidente de Santander a la Asamblea Lejislativa en sus sesiones de 1875. Informe de los Jefes departamentales. Informe del jefe departamental de Guanentá (Socorro: Imprenta del Estado, 1876), 14. 57. La conducción de valijas semanal partía de Socorro para San Antonio de Táchira, pasando por Soatá, Málaga, La Concepción, Pamplona, San José y Rosario de Cúcuta llegando a conducir hasta seis arrobas de peso. cdihr, Sección: República. Fondo Gobernaciones. rollo 442, f.287. 58. Sandalio Cancino, “Comercio con el Táchira”. La Integridad, Socorro, 18 de mayo, 1883, s/p. 59. La Real Academia Española presenta las siguientes definiciones: badana: ‘Piel curtida y fina de carnero u oveja’; baqueta: ‘Vara delgada de hierro o madera, con un casquillo de cuerno o metal, que servía para atacar las armas de fuego y hoy para desembarazar su ánima o varilla seca de membrillo u otro árbol, que usan los picadores para el manejo de los caballos’; y suaza: ‘Jipijapa o palma de iraca’. 60. “Documento No 12”, en cdihr, aw, ff.133r-158v. 61. Véase: “Carta de Solón Wilches a Pedro Rodríguez, Celedonio Martínez y Custodio Rodríguez” (La Concepción, 18 de mayo, 1889); “Carta de Crisanto Cardozo a Sólon Wilches” (Bogotá, 9 de agosto, 1889); “Carta de Solón Wiches a Crisanto Cardoso” (La Concepción, 11 de diciembre, 1889); “Carta de Clemente Blanco a Solón Wilches” (Pamplona, 22 de febrero, 1888); “Carta de Clemente Blanco a Solón Wilches” (Pamplona, 27 de octubre, 1888); “Carta de José Ferrare (sic) a Solón Wilches” (Málaga, 3 de julio, 1889); “Carta de Clemente Blanco a Solón Wilches” (Pamplona, 7 de agosto, 1889), en cdihr, aw, caja 10, s/f.


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Con relación al negocio de la sal, las cargas distribuidas venían desde Boyacá con un precio que variaba entre $358/10 y $44. Wilches también se interesó en el negocio de la harina, especialmente en momentos de escasez, lo que le permitió buscar las mejores opciones de compra y venta, en tanto que mantenía un negocio permanente. Una de las plazas buscadas por Wilches fue Bucaramanga62, a donde enviaba entre cinco y cien cargas mensuales63; también comercializó ganado traído desde Boyacá a Pamplona, negocio que prosperaba especialmente los días viernes y sábado por la llegada de compradores desde Chinacota, Cucutilla y Salazar64. 62. María Fernanda Duque Castro, “Comerciantes y empresarios”, 159. 63. “Carta de Eliseo Camacho a Solón Wilches” (Bucaramanga, 29 de marzo, 1892), en cdihr, aw, caja 10, s/f. 64. “Carta de Clemente Blanco a Solón Wilches” (Pamplona, febrero 22, 1888), en cdihr, aw, caja 10, s/f. 65. La propuesta del historiador Jesús Bohórquez de no determinar exclusivamente la participación de las relaciones familiares para explicar las transacciones de tierras, sin tener en cuenta la manera como cada uno de sus miembros se “desenvolvieron en ellas, en medio de las relaciones de vecindad, la estructuración de posesiones tanto espacial como temporalmente y las diferentes relaciones a que esto daba lugar, articuladas con ciertos deseos y necesidades”, condujo a una investigación sobre el mercado de tierras y el papel de los engranajes generacionales como una nueva opción de comprender los ciclos de la economía durante la colonia. Parece un análisis fuera del contexto del período analizado, pero no hay que perder de vista las “permanencias” en la larga duración. Al respecto véase, Jesús Bohórquez Barrera, “El mercado de tierras: la historia económicocultural y el establecimiento de los tempos económicos en el mundo rural neogranadino. La provincia de Girón (1680-1770)”, Fronteras de la Historia 12 (2007): 227-266.

3.1. Distribución de baldíos. Compra y venta de tierras, movimiento de propiedades y explotación agrícola

Resulta importante distinguir la forma como cada uno de los accionistas de la Sociedad empresaria mantenía lazos comerciales muy fuertes en cuanto al movimiento de propiedades. Esto se puede constatar con la significativa compraventa de terrenos, casas y potreros, que pone de manifiesto los intereses que paulatinamente articularon a estas familias y negociantes65. La adquisición de terrenos baldíos y propiedades raíces fue evidente durante la conexión entre los socios, vecinos y familias. Así, los distritos del departamento de García Rovira —Cerrito, Servitá, La Concepción, Málaga, Enciso, Carcasí, San Miguel, Macaravita y Capitanejo— tuvieron durante este período una fuerte posición en cuanto al movimiento de tierras. La necesidad de organizarse en sociedades empresarias y de argumentar ante el Gobierno el dominio sobre ciertas tierras y regiones impulsó a los protagonistas a incursionar en los negocios de compraventa de tierra, gracias a la valorización que ésta alcanzaba con la proyección del camino, y también a contemplar la posibilidad de poseer terrenos baldíos. La producción silvestre localizada en ellas se constituyó en un polo de atracción de accionistas, pues dichos frutos se encontraron copiosamente en la amplitud de los terrenos titulados a su nombre. Siendo la mayoría de ellos dueños de una importante extensión de tierras, estos personajes adquirían tierras pertenecientes a remates con un valor exiguo en relación a su costo original. Así acumularon una cantidad suficiente de terrenos que evidenciaba el permanente poder de este grupo de accionistas. Horacio Wilches, por ejemplo, recibió del administrador

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subalterno de hacienda nacional un terreno en La Concepción, adjudicado a su favor mediante remate. El mencionado terreno perteneció a Torcuato Niño, quien como deudor al tesoro nacional por empréstito forzoso lo terminó perdiendo en 187766. En 1873 Montero vendió a Manuel Ramírez un terreno denominado El Ubito, en el distrito de Carcasí, por el valor de $160. La importancia de esta transacción radica en la forma como fue adquirido el terreno, dado que Anténor Montero lo había comprado en remate público como perteneciente a bienes desamortizados67. En su calidad de agente subalterno de bienes desamortizados del círculo de La Concepción e impedido para adquirir bienes rematados por el Gobierno, con el fin de comprar aquellos terrenos cedidos en las subastas públicas y a un precio muy inferior del establecido, Montero acudía a sus amigos más cercanos para adquirir por medio de ellos aquellos terrenos que eran rematados como consecuencia del incumplimiento de préstamos entre el Gobierno y los comerciantes68. Una de las estrategias más utilizadas para sustentar la construcción de caminos fue la concesión de terrenos baldíos. Quienes licitaron ante el Gobierno el trazado de algún camino recibieron a cambio una cantidad importante de tierras para su libre explotación69. Estas razones llevaron a buscar con ambición abrir un camino hacia los Llanos del Casanare, espacio abundante en tierras baldías. A su vez, quienes fundaron sociedades a favor de esta iniciativa se verían favorecidos por las 66. “Instrumento No 77. Notario Anténor Montero” (Distrito de leyes para monopolizar y explotar los territorios a través de auxilios La Concepción, 4 de octubre, para la construcción de vías o la compra de adjudicaciones de dichas tie1877), en cdihr, nc, rollo 1667811, ff.340v-341v. rras al Estado. En su trabajo sobre la distribución de baldíos en el siglo 67. “Instrumento No 328” (Distrito de xix Esperanza Villamizar señala que las leyes 61 de 1864 y 48 de 1882 La Concepción, 12 de diciembre, 1873), en cdihr, nc, rollo favorecieron a ciertos grupos en la adjudicación de baldíos, conllevando 1667795, f.503r-503v. Se destaca al monopolio y a la explotación de los territorios70. La tierra, según la vasta extensión de terrenos pertenecientes a los indígenas Villamizar, tomó el carácter de mercancía, de producto enajenable, de tunebos. “Instrumento No 329” factor productivo y fácilmente monopolizable. El hacendado asumió las (La Concepción, 10 de noviembre, 1873), en cdihr, nc, rollo 1667795, funciones del Estado, construyendo vías y ejerciendo justicia con sus f.505r-506v. propias leyes y su propio ejército71. 68. “Instrumento No 172”, en cdihr, nc, rollo 1667795, ff.758v-759v. En 1865 de la distribución de 120.000 hectáreas de tierras baldías 69. Juan Fernando Duarte Borrero, adjudicadas al Estado Soberano de Santander, a García Rovira le cedie“Los círculos de notables”, 81. ron catorce mil. Este departamento a su vez las distribuyó en dos zonas 70. Esperanza Villamizar Mendoza, estratégicamente bien ubicadas. Los terrenos baldíos de García Rovira se “La adjudicación de baldíos en el Estado Soberano de Santander: encontraban localizados al oriente de los distritos de La Concepción y el 1857-1886” (Tesis de Maestría en Cerrito, en la cordillera oriental de los Andes. A La Concepción le fueron Historia, Universidad Industrial de Santander, 2000), 87. asignadas las tierras localizadas hacia el oeste del distrito hasta límites 71. Esperanza Villamizar Mendoza, “La adjudicación de baldíos”, 87, 129 y 131.

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con el Estado de Boyacá. Entretanto, al distrito del Cerrito se le entregaron las tierras ubicadas en dirección sur y norte de su dominio hasta límites con el departamento de Pamplona. El Estado también adjudicó hasta doscientas hectáreas más a cada distrito para que la administrara o enajenara libremente, aplicando sus productos exclusivamente al sostenimiento de las empresas públicas de los mismos, para el desarrollo de la Sociedad, la promoción y construcción de vías de comunicación, el cultivo y la fundación de empresas agrícolas y de extracción72. El proyecto para las obras del camino de Casanare fue planeado para atravesar en su mayor parte por los baldíos del Estado de Boyacá, incluyendo aquellos pertenecientes al territorio del Casanare, pues la vía forzosamente tenía que atravesar gran parte de dichas tierras para obtener los resultados esperados. El establecimiento de potreros, la construcción de tambos y de cortos trechos en toda la extensión del camino fueron posibles a través de una cláusula de exclusividad para ser la única sociedad con derecho a utilizar estas zonas. Así, el poder económico de los comerciantes en su acceso a las rentas explica al alto grado de militarización y la corrupción en su manejo73. El Estado como distribuidor de las rentas permitió el surgimiento de ciertos grupos de poder dados a impulsar sus intereses particulares, quienes buscaron acaparar exclusivamente el arrendamiento de las rentas, especialmente la de aguardiente74. En este caso, el departamento de García Rovira se convirtió en el principal monopolista de dicha renta. El control de las rentas no correspondió sólo a asuntos económicos, sino que 72. A pesar de mencionar algunos también redefinió los lazos políticos y el aumento de los ingresos de los datos, Villamizar restó importancia a la región de García políticos-comerciantes más importantes regional y localmente75. Rovira en el tema de los reparEl remate de la renta de aguardiente de los diversos distritos de García timientos de tierras baldías, teniendo en cuenta la cercanía Rovira fue adjudicado la mayoría de veces por un período de tres años, con el Casanare, espacio sustantiempo en el cual se recibió un ingreso muy ventajoso para el rematador, cial y apto para el desarrollo de las mencionadas distribuciones, teniendo en cuenta que dichas rentas pertenecieron a las regiones de donde limitándose particularmente a eran vecinos u oriundos76, o por donde se estaba construyendo el camino los departamentos limítrofes con el río Magdalena y aquellas hacia Casanare, de cuya Sociedad fueron a su vez accionistas. Llevados por tierras ubicadas al norte del Estado como Guanentá, Vélez, sus propios intereses se concentraron en un primer momento en la conOcaña, Cúcuta y Socorro. Espesolidación de una empresa de caminos y alrededor de ella fraguaron sus ranza Villamizar Mendoza, “La adjudicación de baldíos”, 59-63, propósitos. De esta forma los empresarios fundaron empresas construc77 y 100. toras de caminos como mecanismos para la articulación o intermediación 73. “Visita extraordinaria”, La entre el gobierno del Estado Soberano de Santander y las regiones, de las Época, San José de Cúcuta, abril, 1879, 14. cuales eran sus principales representantes. 74. “Visita extraordinaria”, 14. Los arrendatarios, motivados por el monopolio alcanzando en sus 75. “Desvergüenzas”, La Bandera propias regiones, gozaron de ciertas prerrogativas en materia de libre Federal, Socorro, 6 de abril, 1881, 6.

76. “Instrumento No 38”, en cdihr, nc, rollo 1667794, ff.268r-279v. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 180-201


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movilización del producto, exclusivamente en el interior de cada uno de los distritos, pues fuera del él se requería un permiso otorgado por el gobierno del Estado. A su vez, poseía el privilegio exclusivo para producir, importar y vender aguardiente de caña y sus compuestos dentro del territorio comprendido en el remate77. A Wilches por ejemplo le enviaron en 1889 tres arrobas de anís chiricano (sic), una parte fresca y otra seca por el valor de $21,3 reales. En Capitanejo, Wilches tenía además un comisionista que se encargaba de negociarle y comprarle el anís necesario para ser puesto en La Concepción78. En octubre de 1886 le fueron adjudicadas gran parte de las rentas de aguardiente del Estado: en los distritos de San Andrés, Málaga, La Concepción, Capitanejo, Enciso, Cerrito, Macaravita79. Sin embargo, como rematador de las rentas de gran parte del 77. Código legislativo del Estado de territorio de García Rovira, Wilches experimentó graves perjuicios en sus Santander, Código Fiscal (tomo i, ingresos, debido a la fuerte competencia entre las rentas adjudicadas a los 1884), en cdihr, f.254. Citado por Claudia Patricia Páez Morales, diversos departamentos de Santander80 y en otras ocasiones por el fraude “La administración fiscal de cometido en las ventas de aguardiente al por menor81. la renta del aguardiente en el Estado Soberano de Santander Asimismo, en medio del despegue económico alcanzado por las pobla1857-1886” (Tesis de pregrado en Historia, Universidad Industrial ciones del norte del departamento e impulsado por las exportaciones de de Santander, 1998), 56. café y por la explotación de la corteza de quina, Wilches se convirtió en un 78. “Carta de Pedro Jaimes a Solón fuerte explotador de quinas durante la década de 187082. En La Concepción Wilches” (Capitanejo, 17 de octubre, 1889), en cdihr, aw, caja la explotación quinera se efectuó particularmente en La Palmera y La 10, s/f. Norma. El importante papel de estos lugares en la apertura del camino de 79. “Fianzas de Isaías Pedraza y García Rovira a Casanare conllevó la transferencia permanente de peones Antonio Angarita al Sr. Solón Wilches, en el manejo de la Renta que sacaran las cargas desde estos lugares hasta La Concepción y de allí de aguardientes en los distritos de García Rovira” (La Concepción, hasta Bucaramanga para su venta. 4 de octubre, 1886), y “Contrato”, Los comerciantes lograron adquirir tierras en lugares donde los recuren cdihr, aw, caja 9, ff.655-665 y 523r. sos naturales les podían proveer de productos apetecidos en los mercados 80. “Carta de Solón Wilches al geneinternacionales. Poseer haciendas muy cercanas a los terrenos baldíos ral Eliseo Payán” (La Concepción, fue necesario a la hora de aprovechar los principales focos de producción 16 de mayo, 1887), en cdihr, aw, Hoja suelta, caja 10, s/f. 83 quinera en el Estado soberano de Santander . La explotación de quina se 81. Gaceta de Santander, N° 2015, favoreció sustancialmente a través de la construcción del camino hacia Bucaramanga, 20 de enero, 1888, 2814-2815, en cdihr, gs. Casanare. Dicho camino ayudó a fortalecer la relación que existía entre los 82. Alejandro Ramírez Jaimes, “Los bosques quineros y los centros de acopio de la quina. Conclusión El estudio de los vínculos comerciales entre las élites permite incursionar en el ámbito político y económico del país durante la segunda mitad del

efectos de la extracción y exportación de la corteza de quina en el departamento de Soto, Estado Soberano de Santander, 1876-1884” (Tesis de pregrado en Historia, Universidad Industrial de Santander, 2009), 35.

83. Alejandro Ramírez Jaimes, “Los efectos de la extracción”, 301. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 180-201


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siglo xix y explorar los negocios comerciales, de especulación, préstamos, privilegios y exención de impuestos estrechamente relacionados con las asociaciones, inversiones y alianzas familiares. En el presente artículo se tuvieron en cuenta las actividades comerciales y las redes sociales que fortalecieron la idea por conservar el camino hacia Casanare bajo situaciones adversas y en casos de esplendor o decadencia. Todo ello como parte de las dinámicas internas de la Sociedad empresaria del camino de herradura de García Rovira a Casanare. Inicialmente su gestión fue permanente, rigurosa y organizada contribuyendo a cimentar las bases en la que el poder y el control dominaron la región de García Rovira y aquellos territorios considerados altamente productivos, incluyendo los Llanos del Casanare. Los personajes más cercanos a la Sociedad empresaria utilizaron dicha organización para apropiarse económicamente de una región fronteriza entre García Rovira y el Casanare. Así, la organización interna de la Sociedad, incluyendo en ella sus principales representantes y socios comerciales, cuyos intereses personales iban más allá de la construcción material del camino, da cuenta de un conjunto de relaciones entre paisanos y socios y entre políticos involucrados como inversionistas e interesados en la instrucción agrícola y en la explotación de recursos naturales como la quina, el café, el tabaco, el cacao, los pastos pará y artificiales, los cueros, el azúcar, cacao, plátano, tintes, maderas, quina, resinas, la seda y los minerales, así como en la compra y venta de tierras, la inversión en diversos sectores económicos —como la explotación de las tierras baldías— y la construcción de vías de comunicación. Finalmente, en el interior de la Sociedad empresaria los mayores accionistas pertenecían a las mismas familias aliadas por matrimonios, negocios comerciales y tierras, quienes, impulsados por el poder y por establecer relaciones entre los comerciantes, el Estado y sus instituciones de poder, se organizaron para maximizar sus recursos, materializando una obra de fomento representada en el camino hacia Casanare. Así, dicho camino permitió controlar el resto de la región, convirtiéndose en posición estratégica desde el punto de vista económico. Wilches y su red de poder se apoyaron en dicho camino para estimular sus actividades políticas y económicas.

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Bibliografía Fuentes

primarias

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Artículo recibido: 18 de mayo de 2011; aprobado: 31 de octubre de 2011; modificado: 29 de noviembre de 2011.

Vida y muerte del Espíritu del 12 de febrero. El fracaso del último intento reformista del franquismo en el humor gráfico de la prensa diaria (1974-1975)

Life and death of Espíritu del 12 de febrero. The failure of the last reformist attempt of francoism in graphic humor of the daily press (1974–1975)

Resumen

Abstract

Este artículo analiza la visión que recoge el

This article analyzes the vision of daily press gra-

humor gráfico de la prensa diaria del último

phic humor regarding the last aperturist attempt

intento aperturista de la dictadura franquista, el

of Franco’s dictatorship, known as the Espíritu del

llamado Espíritu del 12 de febrero. Para ello se han

12 de febrero. To do this, the article analyzes strips

analizado las viñetas publicadas entre febrero de

published between February, 1974 and November,

1974 y noviembre de 1975 (fecha de la muerte de

1975 (date of the death of Francisco Franco) by

Francisco Franco), por los principales periódicos

the main Spanish newspapers of the time (Abc,

españoles de la época (Abc, El Alcázar, Informacio-

El Alcázar, Informaciones, La Vanguardia, and Ya).

nes, La Vanguardia y Ya). Se concluye que esta ini-

The conclusion is that the reformist initiative was

ciativa reformista tuvo una acogida generalmente

greeted with a generally skeptical attitude in politi-

escéptica en las caricaturas políticas publicadas

cal caricatures published in these newspapers.

por estos periódicos.

Francisco Segado Boj

Palabras clave

Key Words

España, Historia contemporánea, franquismo,

Spain, contemporary history, francoism,

humor gráfico

graphic humor.

Profesor adjunto en la Universidad Internacional de la Rioja (unir) (Logroño, España). Doctor en Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid (Madrid, España). Forma parte de los grupos de investigación Historia y estructura del entretenimiento, de la Universidad Complutense de Madrid y del Observatorio audiovisual de identidades, de la Universidad Internacional de la Rioja. Sus últimas publicaciones han sido: “La investigación sobre humor gráfico en el Espacio Europeo de Educación Superior”, en El reto del eees en docencia e investigación en el área de los medios sociales, coords. Graciela Padilla Castillo, Carmen Salgado Santamaría y Francisco B. Cobo Quesada (Madrid: Visión, 2011), 221-234 y en coautoría con Erika Fernández Gómez y Fátima Gil Gascón, Las mujeres en la ficción televisiva de prime time, dir. José Javier Sánchez Aranda (Logroño: Universidad Internacional de la Rioja, 2011) francisco.segado@unir.net

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Vida y muerte del Espíritu del 12 de febrero. El fracaso del último intento reformista del franquismo en el humor gráfico de la prensa diaria (1974-1975)❧ Introducción: el humor gráfico como fuente El final de la dictadura franquista y el inicio de la transición española han sido objeto de numerosos y diversos estudios desde la Historia. Sin embargo, pocos han utilizado fuentes visuales, pese a que autores como Burke han defendido la validez de este material: “[…] el testimonio acerca del pasado que ofrecen las imágenes es realmente valioso, complementando y corroborando el de los documentos escritos. […] muestran ciertos aspectos del pasado a los que otro tipo de fuentes no llegan”1. En el caso del ❧ Este artículo es resultado de la humor gráfico, este objeto nos permite abordar uno de “esos aspectos investigación realizada para la del pasado” que no alcanzan otras fuentes. Concretamente, las viñetas elaboración de la tesis doctoral titulada “La transición española poseen una elevada capacidad para reflejar y divulgar tópicos y comentaen el humor gráfico de la prensa 2 rios existentes en un momento y sociedad determinados . diaria (1974-1977)” (Universidad Complutense de Madrid, 2008). De hecho, el análisis del humor gráfico en la prensa diaria ofrece una Contó con una beca fpi concedida por la misma universidad. herramienta útil para analizar la realidad desde una perspectiva que 3 1. Peter Burke, Visto y no visto: Uso de enlaza el presente, el pasado y el futuro . La vinculación del dibujante la imagen como documento histórico con los acontecimientos que le rodean se explicita aún más en aquellos (Barcelona: Crítica, 2001), 235-236. dibujos que se publican en la prensa diaria: la actualidad, al igual que el 2. Lorenzo Gomis, El medio media: la función política de la prensa resto de contenidos de un periódico, es inherente al humor publicado en (Madrid: Seminario y Ediciones, la prensa diaria4. Esta investigación analiza la imagen que de los últimos 1974), 432-433. años de la dictadura franquista ofreció el humor gráfico. La cronología 3. Sebastià Serra Busquets, “L’humor gràfic a la premsa diària de abarca desde el nacimiento del último intento reformista del franquismo, Mallorca en el temps present”, en La comunicaciò audiovisual en la hisel llamado Espíritu del 12 de febrero, hasta el “hecho biológico” del óbito del tòria. Aportacions de la comunicaciò a General Franco en noviembre de 1975. la comprensiò i construcció de la història del segle xx, eds. Sebastià Serra El enfoque constituye la principal novedad de este trabajo. Otras Busquets, Arnau Company Mates y obras sobre el humor gráfico en este período han abordado principalJordi Pons Bosch (Palma: Universitat de les Illes Balears, 2003), 439. mente aspectos estéticos, han adoptado un enfoque semiótico o se han

4. Lorenzo Gomis, Teoría de los géneros periodísticos (Barcelona: uoc, 2008), 199.

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reducido a ediciones antológicas de autores o de publicaciones5. Este artículo cubre otra laguna existente en la bibliografía sobre el humor gráfico y la transición española: la escasez de obras que prestan atención al humor publicado en la prensa diaria, una parcela generalmente ignorada en comparación con la abundancia de obras y monográficos sobre las revistas satíricas de la misma época6. Las viñetas de la prensa diaria ofrecen una ventaja adicional, ya que a los periódicos se les presupone una mayor atención y dedicación a la agenda de la actualidad que a las publicaciones satíricas, que gozan de una mayor libertad temática. Por todo ello el planteamiento de esta investigación es novedoso: se aborda el humor gráfico del período desde la perspectiva de su contenido ideológico. Por un lado, se contempla su función propagandística, es decir, la difusión de 5. Los aspectos estéticos de humor gráficos has sido trabajados en las ideas que defendían o criticaban los humoristas. Y por otro, recoge la obra clásica de Iván Tubau, las opiniones o las percepciones consideradas más extendidas entre los El humor gráfico en la prensa del franquismo (Barcelona: Mitre, distintos sectores sociales. 1987); el enfoque semiológico Otro de los aportes originales de este estudio consiste en incluir el por Cristina Peñamarín, “El humor gráfico del franquismo humor publicado en diarios de extrema derecha, un material tradicioy la formación de un territorio translocal de identidad democránalmente ignorado en investigaciones de esta naturaleza. Sin embargo, tica”, Cuadernos de Información y aquí se ha primado una perspectiva amplia que da cuenta de las diferenComunicación 2 (2002): 351-380; y han realizado compilaciones tes perspectivas ideológicas predominantes en la España de la época. Se sobre el tema: Antonio G. Lejáhan seleccionado cinco periódicos relevantes no sólo por su difusión, sino rraga ed., Lo mejor de Hermano Lobo: semanario de humor dentro también por su representatividad política, es decir, por su identificación de lo que cabe (Madrid: Temas con diferentes tendencias ideológicas. Por estas razones se ha analizado de hoy, 1999) y Julián Moreiro y Melquíades Prieto eds., El humor Abc, el diario madrileño más difundido de la época (ver tabla 1). A lo largo en la transición. Diciembre de 1973Diciembre de 1978. Cinco años con de esta etapa, el monárquico rotativo de los Luca de Tena agudizó los rasmucha guasa (Madrid: edaf, 2001). gos más conservadores de su línea editorial, como por ejemplo la defensa 6. Javier Roca y Santiago Ferrer, del pasado y los recelos respecto al rumbo de la transición7. Sin embargo, Humor político en la España contemporánea (Madrid: Cambio su editorialista gráfico (Mingote) se erigió como defensor de la democra16, 1977); Jaume Claret ed., Por cia y de la convivencia pacífica entre los españoles8. favor: una historia de la transición (Barcelona: Crítica, 2000). También se han revisado las viñetas satíricas de Ya, publicación de la 7. Víctor Olmos, Historia del Abc. 100 Asociación Católica Nacional de Propagandistas y por tanto identificada años clave en la Historia de España (Barcelona: Plaza & Janés, 2002), con la democracia cristiana. En este sentido resulta relevante que preci540. samente en estos años sirviese de plataforma para los escritos del grupo 8. Montserrat Iglesias Berzal, “Abc y Tácito9. En sus páginas publican regularmente Dátile y Fandiño, con apaMingote en el cambio democrático (1975-1978)”, Aportes. Revista riciones esporádicas de S. Almarza y Quique. Su tirada media le sitúa en de Historia Contemporánea 45 el tercer puesto de la prensa nacional, seguido por Informaciones, que es (2001): 124. considerado el diario más progresista de los que se publicaban en 1974, 9. Donato Barba, La oposición durante el franquismo. La democracia cristiana (Madrid: Encuentro, 2001), 241-243.

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tras el cierre y demolición de Madrid en 1971 y antes del nacimiento de El País en 197610. Antonio Fraguas, Forges, se encargaba de plasmar la actualidad nacional en las páginas de este diario. Tabla 1: Difusión de los periódicos seleccionados para la muestra, en ejemplares diarios Publicación

1974 185.000

1975 187.000

El Alcázar

16.000

13.000

Informaciones

53.000

72.000

La Vanguardia

221.000

222.000

Ya

152.000

168.000

Abc

Fuente: Boletín oficial de la Oficina de Justificación de la Difusión, Madrid, N°127 a 145, 1974-1975.

La prensa falangista ocupa igualmente un lugar destacado en el material analizado, como corresponde a su presencia real entonces. De entre todos los órganos identificados con esta corriente ideológica se ha seleccionado El Alcázar, que en 1974 fue adquirido por la ultraderechista Hermandad de Ex Combatientes de El Alcázar, y se convirtió en una de las principales herramientas de la ultraderecha para acosar al ejecutivo11. El dibujante titular era Fandiño, quien en un esbozo autobiográfico posterior confesó no haber pertenecido ni pertenecer a alguna asociación política12. Otros autores de menor relevancia como Edu o Samarito también colaboraban en este diario, pero sin regularidad alguna. Por supuesto, no podía faltar en la muestra La Vanguardia, un rotativo que por su calidad y difusión se sitúa entre los periódicos más importantes de la prensa nacional de la época. De hecho, era el diario con mayor tirada 10. Antonio Alférez, Cuarto poder en de toda España durante el período analizado. La publicación del grupo España. La prensa desde la Ley Fraga 1966 (Esplugues de Llobregat: Godó es también de interés, pues refleja las posturas de aquel momento Plaza & Janés, 1986), 104. más cercanas al autonomismo. El desaparecido Perich era entonces el 11. José Luis Rodríguez Jiménez, La encargado de tratar la actualidad política desde el humor gráfico13. extrema derecha española en el siglo xx (Madrid: Alianza, 1987), 430. El seguimiento hemerográfico de los cinco diarios seleccionados a lo 12. Vamos a reírnos muy en serio largo de estos veintiún meses se ha desarrollado de forma continuada e del racismo (Madrid: Presencia Gitana, 1993), 261. ininterrumpida. Finalmente, con el análisis de las más de tres mil viñetas 13. Anna Nogué y Carlos Barrera, que conforman la muestra se ha elaborado una base de datos que permite La Vanguardia. Del franquismo a analizar la visión del período que recogen y difunden las viñetas de los la democracia (Madrid: Fragua, 2006), 243. Aunque el popular cinco diarios. Así se comprueba que el humor gráfico reflejó la esperanza Muntanyola también dibujaba despertada por el programa aperturista de Arias Navarro. Posteriormente diariamente en el periódico, no se han considerado sus viñetas por su carácter habitualmente costumbrista.

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esa esperanza se tornaría en expectativa, para finalmente desembocar en la frustración transmitida a través de las viñetas de los diarios. Sin embargo, estos rasgos generales por supuesto ofrecerán diferentes matices, en función del momento cronológico y del periódico, que se abordarán a lo largo de este artículo. 1. El nacimiento y los primeros obstáculos del Espíritu del 12 de febrero Tras el atentado que costó la vida a Carrero Blanco en diciembre de 1974, Franco eligió a Arias como presidente en virtud de una serie de factores. En primer lugar, Arias ofrecía la imagen de poder dotar al Gobierno de una actitud autoritaria sobre la oposición antifranquista: él mismo se habría labrado una reputación como duro nacionalista durante la Guerra Civil, cuando, como fiscal de Málaga en 1937, desarrolló una represión tan brutal que el Gobierno italiano elevó una protesta a Franco. Por otro lado, había demostrado una inquebrantable actitud hacia los considerados “enemigos de España” según el franquismo, ganando así el apoyo de los sectores más duros del régimen, como el íntimo amigo y compañero de Franco, Camilo Alonso Vega. En tercer lugar, Arias, al igual que Carrero, no tenía otras aspiraciones políticas que no fuesen la lealtad absoluta a Franco. Por último, pero no por ello menos importante, Arias también contó con el apoyo del círculo familiar de Franco, en especial de su esposa, Carmen Polo14. Dada la reputación de Arias como franquista ortodoxo y político reaccionario, su designación no pareció ser recibida con excesivo entusiasmo. “El nombramiento de Arias casi no satisfizo más que al búnker del régimen: para aperturistas, reformistas y oposición clandestina, y para la cada vez más expectante opinión pública, Arias fue, simplemente, el hombre de la represión”15. El nuevo jefe del ejecutivo formó su gabinete en enero de 1974, contando de nuevo con representantes de todas las “familias” franquistas (con exclusión de los tecnócratas del Opus Dei). Pese a que los partidarios del franquismo más ortodoxo consideraron a Arias como la garantía de la supervivencia institucional del régimen, el nuevo presidente siguió los 14. Sheelagh Ellwood, Franco consejos de sus asesores e intentó aparecer ante el país como un reformista. (Londres: Longmann, 1993), 211. Sin embargo, en el terreno de las medidas prácticas, Arias se movió 15. Juan Pablo Fusi, Franco. Autoridurante los dos años y medio de su mandato en una posición dubitativa tarismo y poder personal (Madrid: Taurus, 1995), 242. en relación a la oportunidad y al grado de apertura política ante la que 16. José Luis Rodríguez Jiménez, estaba dispuesto a transigir16. El discurso con el que el nuevo Presidente Reaccionarios y golpistas. La extrema derecha en España: del tardel Gobierno juró su cargo ante las Cortes franquistas el 12 de febrero de dofranquismo a la consolidación de 1974 sorprendió por su carácter reformista. En él, de forma inesperada, la democracia (1967-1982) (Madrid: csic, 1994), 166. presentó una serie de medidas de carácter relativamente democrático. 17. Javier Tusell y Genoveva G. De entre todas ellas, destacó la promesa de un estatuto de derecho de Queipo de Llano, Tiempo de asociación “para promover la ordenada concurrencia de criterios”17. No incertidumbre. Carlos Arias Navarro entre el franquismo y la Transición (1973-1976) (Barcelona: Crítica, 2003), 71.

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obstante, no era ésta la primera vez que el régimen prometía reglamentar, por tímidamente que fuese, la participación política, tras los intentos fallidos de Solís y de Fernández-Miranda. Sin embargo, en esta ocasión el Espíritu del 12 de febrero y su planeado Estatuto de Asociaciones logró despertar un relativo entusiasmo puesto que, por primera vez, el asociacionismo se situaba en el centro de la política gubernamental y parecía que se superaba la oposición de Franco o el conformismo de Fernández Miranda. Aunque las propuestas de Arias no impresionaron a la mayoría de la oposición organizada, fueron bien recibidas por los críticos moderados del sistema, por los aperturistas y por los reformistas dentro de él, generando cierta esperanza y expectativa durante los ocho meses siguientes18. 2. Euforia y escepticismo La trayectoria del aperturismo conducido por Arias se reflejó en un interés cuantitativo relativamente modesto en las viñetas de los diarios analizados, salvo excepciones. La mayor preocupación por este asunto correspondió a El Alcázar, que mostró un sorprendente ascenso del número de editoriales gráficos sobre este asunto entre 1974 y 1975. Los dibujos sobre la apertura pasaron de significar un 3,49% sobre el total a 46,44% en 1975. Esto ocurrió como consecuencia de la victoria de la ofensiva inmovilista contra las tímidas intenciones reformistas del gabinete de Arias, que llevaría, entre otras concesiones del Gobierno, a forzar la dimisión de uno de los ministros de mayor carácter reformista, Pío Cabanillas. El diario falangista, una vez derrotado el programa moderadamente aperturista del Gobierno, intentó evitar un resurgimiento de las intenciones reformistas del gabinete, y además, procuró humillar a sus oponentes políticos mediante sus viñetas. El resto de diarios mostraron porcentajes más similares, que se redujeron alrededor del 10% en 1974 para ascender ligeramente en 1975 hasta cerca del 20%. La frustración de las esperanzas depositadas en 1974 por estas promesas reformistas se tradujo en un aumento del interés por este programa aperturista, aunque adoptara un cariz crítico, dirigido a señalar la falta de materialización concreta de estas medidas. De forma desglosada, Abc dedica el 10,81% de sus editoriales gráficos publicados en 1974 a las promesas de apertura, para ascender al año siguiente hasta los 19,37 puntos porcentuales. Las viñetas de Ya sobre este tema significaron el 7,58% del total en 1974, y ascendieron hasta el 20,16% al año siguiente. En La Vanguardia este ascenso es más moderado, ya que de los 19,67 puntos porcentuales que poseía en 1974, tan sólo subió unas tres décimas para situarse en el 20% en 1975. Dado que la mirada de Perich siempre fue 18. Charles Powell, España en demorelativamente escéptica al respecto, no se aprecian grandes variaciones cracia, 1975-2000 (Barcelona: Plaza & Janés, 2001), 105-106; Javier significativas en la atención que muestra a esta apertura. Algo similar Tusell y Genoveva G. Queipo de ocurre en el caso de Informaciones, en el que las viñetas de Forges sobre la Llano, Tiempo de incertidumbre, 71; y Stanley G. Payne, El régimen de Franco. 1936-1975 (Madrid: Alianza, 1987), 623.

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reforma de Arias tampoco experimentaron un cambio cuantitativo significativo. Este diario es el único en el que el porcentaje de caricaturas desciende entre 1974 (12,54%) y 1975 (11,06%). Al no haber variaciones relevantes entre ambos años, se puede deducir que la mirada escéptica de Forges es apriorística, no viene determinada por las sucesivas derrotas del proceso aperturista a manos de los reaccionarios. El programa aperturista de Arias Navarro fue recibido con especial euforia en las páginas de Ya. El mismo día en que el presidente leyó su discurso de investidura ante las Cortes franquistas, Dátile publicó una viñeta que reflejaba la expectación por la postura del nuevo presidente. En él, uno de los dos leones de piedra que presiden la entrada a la Cámara observa: “Todo el mundo está seguro de que si habla es porque tendrá algo que decir”19. Ya desde el primer momento el diario católico depositó sus esperanzas en el nuevo presidente y además las extendió al resto de la sociedad española, al emplear el término “todo el mundo”. Sin embargo, esta percepción positiva de las nuevas propuestas políticas de Arias no parece tan universal como expresa el dibujante de Ya. Las frustradas promesas de apertura del régimen franquista provocaron cierta desconfianza que se contrapuso al optimismo que caracterizaba a Ya en este período. De este modo, la reacción de Perich desde La Vanguardia estuvo marcada por su irónico escepticismo. Desde el primer momento anticipó que la apertura no sería ni demasiado amplia ni profunda. Así, a finales de febrero Perich dibujó una puerta entreabierta, con una cadena que sólo dejaba abrir un pequeño resquicio. En la puerta cuelga el rótulo “Aperturismo”20 (ver imagen 1). Imagen 1

Imagen 1 19. Dátile, Ya, Madrid, 12 de febrero, 1974, 5.

Fuente: Perich, La Vanguardia, Barcelona, 23 de febrero, 1974, 6.

20. Perich, La Vanguardia, Barcelona, 23 de febrero, 1974, 6. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 202-224


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Si Ya se caracterizaba por la convicción y la fe en Arias Navarro y La Vanguardia e Informaciones por la suspicacia, la postura del ultraderechista El Alcázar fue de abierta hostilidad en prácticamente todos los frentes. Los ataques más duros de El Alcázar fueron dirigidos sobre todo a ridiculizar y descalificar a los partidarios de la apertura. Ataque antes a los aperturistas, a los artífices del cambio, que al concepto mismo de aperturismo. Así, la propuesta de reforma política perdía entidad, pues no se presenta como respaldada por una ideología concreta. Desde la retórica anticapitalista propia de los falangistas, una de las principales descalificaciones para arremeter contra los grupos liberales y reformistas consistía en etiquetarles como ricos acomodados. El diario ultraderechista destacaba así la procedencia de significadas personalidades aperturistas —como por ejemplo, Joaquín Garrigues Walker— del ámbito económico. Para ello, Fandiño confundía intencionadamente los términos políticos con los propios del mundo empresarial. Así, uno de sus personajes confesaba: “Yo soy partidario de una asociación política por acciones”. En este mismo sentido, realzaba que los objetivos de los aperturistas eran materiales: “Aparte de los económicos, ¿con qué fines vamos a crear la asociación?”21. Esta caracterización de capitalistas o empresarios se reforzaba al destacar la escasa importancia que los aperturistas y liberales en general concedían a la política social. El monárquico Abc evolucionó de una moderada esperanza hasta una cierta desilusión. Cuando el Espíritu del 12 de febrero tan sólo contaba con dos días de edad, Mingote publicó una viñeta en la que un político reflexiona: “Después de tantos años de dedicarme a la política, ponerme a aprender ahora en qué consiste...”22. A los ojos del veterano dibujante, finalmente en España se iba a desarrollar una cierta vida política “normal”, entendida como el contraste abierto y libre de diferentes posiciones, al contrario del seguidismo que hasta entonces había caracterizado a los procuradores franquistas. No obstante, este optimismo no resulta desbordante y la salida –forzada– del ministro insignia de la apertura, Pío Cabanillas, tornará esta visión en una más negativa. Sin embargo, la dimisión de Cabanillas no fue el primer escollo con el que chocaría el aperturismo franquista. Un enfrentamiento con el obispo de Bilbao y la ejecución de dos sentencias de muerte empañaron la credibilidad de los propósitos reformistas prometidos por Arias Navarro. El primado de Bilbao publicó en febrero de 21. Fandiño, El Alcázar, Madrid, 23 de 1974 una homilía titulada “El cristianismo, mensaje de salvación para mayo, 1974, 3, y 25 de septiembre, los pueblos”, que fue considerada por el Gobierno como un ataque a la 1974, 3. unidad de España porque pedía “una organización socio-política que 22. Mingote, Abc, Madrid, 14 de febrero, 1974, 33. garantizase la justa libertad del pueblo vasco”23. El ejecutivo impuso 23. Álvaro Soto, “La crisis del régial obispo el arresto domiciliario, e incluso llegó a tener preparada su men” en El final del franquismo, expulsión del país, aunque ésta no llegó a hacerse efectiva. Este episodio 1959-1975. La transformación de la sociedad española, eds. Abdón Mateos y Álvaro Soto (Madrid: Temas de Hoy, 1997), 78-80.

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significó un paso definitivo en la crisis entre la Iglesia y el régimen24. Los grupos más extremistas del franquismo mostraban preocupación, cuando no irritación, por la actitud conciliadora que adoptó la Iglesia católica tras el Concilio Vaticano ii. En palabras de Feliciano Montero: “El disgusto de los últimos ministros de Franco con este despegue de la Iglesia católica es bien visible en las memorias y documentos que empiezan a publicarse. El bloqueo en la relación Iglesia-Estado en los últimos años del franquismo, especialmente a partir de 1971, se reveló, al más alto nivel diplomático, en el estancamiento de las negociaciones sobre la revisión o reforma del Concordato de 1953, pero obedece a una creciente discrepancia sobre el modelo político deseable, y se materializa tanto en relación con el nombramiento de nuevos obispos auxiliares, como en la salvaguarda de un espacio público propio para la predicación de nuevos valores y la denuncia de los viejos”25. Informaciones y sobre todo Abc recogieron este malestar de los sectores más ultraderechistas sobre la actitud de la Iglesia católica, y lo utilizaron como motivo de burla. Mingote es el humorista que más criticó la hostilidad de los franquistas ortodoxos respecto a la nueva actitud de la Iglesia. En una viñeta refleja la desconfianza de los inmovilistas respecto al clero en general. Un grupo de señoras pasa por delante de un seminario y exclama: “¿Qué estarán tramando ahí dentro?”26. Por otro lado, merece atención el caso de Ya, que no publicó ninguna viñeta al respecto. Su posición en el caso Añoveros estaba más comprometida por ser un medio de comunicación social ligado a la Iglesia. Como consecuencia de este temor, y puesto que se trataba de una cuestión sumamente delicada que podía herir susceptibilidades entre sus propios lectores, sus humoristas no hicieron ninguna mención a la homilía del obispo vasco ni a ningún otro capítulo de los enfrentamientos entre los franquistas ortodoxos y la Iglesia. El segundo de los obstáculos que frenaron este Espíritu del 12 de febrero surgió el 2 de marzo de 1974. En esta fecha el Régimen franquista ejecutó dos sentencias de muerte, sin considerar las peticiones de indulto para los dos presos que habían enviado numerosos gobiernos extranjeros e incluso el Vaticano. Se trató de la ejecución de Salvador Puig Antich, un joven anarquista catalán de buena familia, convicto de matar a un policía mientras se resistía a ser arrestado, y la de un preso común de origen polaco convicto del asesinato de un guardia civil. Se organizó una campaña internacional para conseguir la conmutación de penas de muerte, pero Franco se mostró 25. Feliciano Montero, “La Iglesia y implacable en esta ocasión, siendo la segunda y tercera ejecución consula transición”, en La transición a la madas en ocho años. La muerte de Puig Antich suscitó grandes muestras democracia en España, ed. Manuel Redero San Román (Madrid: Marcial Pons, 1994), 235.

26. Mingote, Abc, Madrid, 16 de agosto, 1974, 29. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 202-224


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de sentimiento y causó desórdenes públicos en Cataluña, donde fue interpretada como un castigo simbólico a las aspiraciones regionalistas catalanas27. 3. La ofensiva inmovilista Contra el anuncio de reformas de talante democratizador, los sectores más ultraderechistas del franquismo se movilizaron para oponerse a estos intentos aperturistas. A éstos se les conoció como “inmovilistas”. Salvo en la prensa del Movimiento, los editoriales gráficos los eligieron como sus víctimas habituales. Esta tendencia se incrementó de manera destacada a partir del manifiesto contra el aperturismo que publicó en Arriba el ex ministro José Antonio Girón, conocido como el “gironazo”28. Éste fue el primero de una serie de manifiestos en los que los ortodoxos del franquismo y el falangismo se manifestaron diametralmente opuestos a las reformas del gobierno de Arias. La atención mostrada por el humor gráfico a los inmovilistas y a sus maniobras para detener el tibio proceso reformista conducido por Arias Navarro fue superior, en términos generales, a la dirigida a la propia apertura. Se puede sostener que los diarios analizados se ocuparon más de atacar al inmovilismo que de defender el proceso de apertura. Es decir, se consideraba que la posición de los reaccionarios era una amenaza real y efectiva contra la posibilidad de establecer una democracia en España, por lo que hubo cierta movilización del humor gráfico contra esos sectores inmovilistas. Por el contrario, la apertura promovida por Arias Navarro no logró despertar el apoyo ni incentivar la defensa del humor gráfico. No obstante, este esbozo de la cuestión necesita ciertas matizaciones. La primera y más evidente es que el inmovilismo no protagonizó un número significativo de viñetas en el propio El Alcázar que, por un lado, dirigía su atención a atacar a los aperturistas y, por otro, no podía criticar a un grupo social que constituía el grueso de sus lectores. Por el contrario, los mayores niveles de atención a esta realidad se reparten entre Informaciones y Abc. El diario monárquico dedicó casi la mitad de sus viñetas de 1974 (el 45,94%) a criticar a los inmovilistas. Este índice se mantuvo elevado, pero decayó ligeramente en 1975, hasta 32 (5%). Esta evolución avanzó en sentido contrario en las viñetas de Informaciones, que pasó de un 36,54% en 1974 a un 47,12% en el año siguiente. Estos porcentajes permiten señalar a estos dos diarios como los más críticos con la ultraderecha en estos años. Les seguiría en el podio La Vanguardia, que tras partir de un 16,39% de caricaturas sobre este referente en 1974, se situó en un 26,51% en 1975. El menor grado de atención corresponde a Ya, con porcentajes que rondaban el 3% (2,32% en 1974 y 3,16% en 1975). La viñeta democristiana parece optar por no prestar atención a esta amenaza para la reforma y tranquilizar así a sus lectores. 27. Stanley G. Payne, El régimen de Franco, 624.

28. Paul Preston, The triumph of democracy in Spain (Londres: Routledge, 2001), 60. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 202-224

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La caracterización ideológica de los ultraderechistas es muy similar en las diferentes cabeceras analizadas, exceptuando El Alcázar, por razones obvias (ver tabla 2). Tabla 2: Atributos ideológicos y mentales de los ultraderechistas por periódico Diario

Características ultraderechistas

Abc

Autoritarios, dogmáticos, fatalistas, mesiánicos, malhumorados, obsoletos, violentos

Informaciones

Autoritarios, dogmáticos, fatalistas, incultos, malhumorados, mesiánicos, obsoletos, paranoicos, violentos

La Vanguardia

Autoritarios, dogmáticos, fatalistas, malhumorados, obstinados, paranoicos, violentos

Ya

Autoritarios, incultos, violentos

Fuente: tabla realizada por el autor a partir de la revisión de los periódicos citados.

Como se puede comprobar en la tabla 2, la caracterización de los inmovilistas hace hincapié en su incapacidad para el raciocinio, lo que los convierte en fanáticos. Ese fanatismo les hace incluso padecer enfermedades clínicamente tipificadas como el caso de la paranoia, con síntomas como la manía persecutoria o el mesianismo, una deriva mental que les lleva a vivir apegados al pasado, sin habilidad para asumir el presente. En definitiva, se les presenta como individuos fuera de la normalidad social. Más allá de estos atributos comunes, el modo de caricaturizar a estos inmovilistas varía según el dibujante y el diario. Forges representa a los ultraderechistas de diversas maneras. En la imagen más realista que el dibujante emplea habitualmente los viste con trajes negros, prenda común entre este grupo ideológico, y les coloca generalmente una joroba que simboliza su estado de descontento. En otras viñetas se aleja más de la actualidad y les presenta con atributos militares de época: cascos, escudos, lanzas, espadas o estandartes, reforzando así la idea de antigüedad y de apego al pasado. Como se verá más adelante, esta vinculación con los ejércitos de la época imperial está relacionada con la apelación constante de los franquistas al Imperio, al período comprendido entre el reinado de los Reyes Católicos y el siglo xvii, ambos inclusive: “Cuando no se ponía el sol en las tierras de España”. Durante el franquismo, esta etapa histórica fue objeto de exaltación por considerar que poseía “las dos ideas 29. Rafael Valls, “Ideología francentrales del aparato retórico de la dictadura: ‘catolicidad’ e ‘imperio’, e quista y enseñanza de la Historia incluso la unión de ambos conceptos: ‘Hispanidad’”29. en España, 1938-1953”, en España bajo el franquismo, ed. Josep Fontana (Barcelona: Crítica, 1986), 237-238.

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Los inmovilistas de Perich recogen la imagen estereotipada del ultrafalangista: bigote corto y centrado y gafas de sol oscuras. No obstante, también utiliza el simbolismo para ridiculizar físicamente a la extrema derecha: se trata de remitir a la prehistoria. Para expresar su anclaje en el pasado y su temor al futuro, el humorista de La Vanguardia sitúa a los inmovilistas en despachos bajo dólmenes. En otras ocasiones, les deshumaniza totalmente utilizando una representación de éstos como dinosaurios. Los dibujantes de Ya no diferencian físicamente entre los inmovilistas y el resto de ciudadanos. Cuando Dátile o Galindo presentan a un ultraderechista, éste posee la misma apariencia que cualquier otro personaje. Se les distingue exclusivamente por las opiniones que expresa, o más comúnmente por los actos que desarrolla, como por ejemplo la quema de libros. Por su parte, el editorialista gráfico de Abc crea una imagen prototípica propia y distintiva: los hombres-piedra, inmovilistas con la parte inferior de su cuerpo convertida en una muralla de adoquines, dispuestos a resistir y oponerse a cualquier cambio político30 (ver imagen 2). Imagen 2

Fuente: Mingote, Abc, Madrid, 27 de agosto, 1974, 27.

Es una representación con varios puntos en común con la de Perich, tanto por la deshumanización —parcial en este caso— como por la referencia a las construcciones de piedras. Sin embargo, Mingote dispone de otros recursos para identificar a sus personajes como ultraderechistas. A veces los interpreta de modo más realista, con su estereotipo de traje y sombrero 30. Víctor Olmos, Historia del Abc, 499. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 202-224


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negro. Asimismo, coincide con Forges al rodearlos de parafernalia militar con reminiscencias de la época imperial española. El escenario también contribuye a esta identificación física de los inmovilistas. Los dibujos de Mingote contra el ultraderechismo suelen estar ubicados en escenarios donde se divisan unas murallas o un castillo. Este telón de fondo refuerza la imagen del protagonista como alguien estancado en el pasado. El humor falangista atacaba a los aperturistas y a los liberales sin apenas referirse a sus ideas políticas, como ya se dijo. Con el humor antiinmovilista ocurre lo contrario. Los dibujantes favorables a la apertura y a la democracia reflejan y critican el ideario ultraderechista y los tópicos de su discurso. Ante la promesa de asociaciones políticas los inmovilistas reaccionaron, exigiendo que esas agrupaciones no se equiparasen a partidos políticos. Los franquistas más ortodoxos se caracterizaban por su oposición a tales formaciones31. Por ello, y temiendo la posibilidad de que volviera a autorizarse una democracia con partidos políticos plurales, los ultraderechistas adoptaron una actitud apocalíptica y auguraron una nueva guerra civil de legalizar esas asociaciones. Mingote se burlaba de este fatalismo de los inmovilistas. Un franquista le recuerda a otro personaje los siguientes episodios: “¡Y la revolución de 1868!, ¡y el motín de Esquilache!, ¡y la Guerra de las Alpujarras!”, para después preguntar indignado “¿Es que esos aperturistas insensatos no tienen memoria?”32. Así, Mingote intenta reducir al absurdo la vinculación que exponían los inmovilistas entre partidos políticos y guerra civil. 31. Por ejemplo “[…] el general retiInformaciones, que defendía el modelo demócrata en sus viñerado García Rebull denunciaba a tas, se burlaba de esta identificación de los partidos políticos con las los partidos políticos como el opio del pueblo y a los políticos como asociaciones. Consideraba que las asociaciones no aseguraban la reprevampiros”. Paul Preston, Franco, “Caudillo de España” (Barcelona: sentatividad que permiten los partidos políticos. Por ello, un blasillo33 Grijalbo, 1994), 948. señala: “Aquella nube que se parece a un camello, al señor Alcalde le 32. Mingote, Abc, Madrid, 24 de parecería un partido político”34. febrero, 1974, 25. Ante el anuncio de reformas políticas, los inmovilistas reiteraron que 33. Los blasillos son personajes prototípicos de Forges. Se trata de una hay ideas y principios del franquismo que no están dispuestos a modifipareja de jóvenes campesinos, car: específicamente se referían a la inmutabilidad de la Ley de Principios de carácter irónico y progresista, ataviados a modo de labradores Fundamentales del Movimiento de 1958: “[…] significaba […] que los límites —con chaleco, pantalón de pana y alpargatas— que suelen aparecer del cambio eran el rechazo de los partidos políticos y de los sindicatos de en escenarios rurales. clase (puesto que seguía negándose la realidad del antagonismo de clases) 34. Forges, Informaciones, Madrid, 9 y del sufragio universal; que seguía negándose toda autonomía y hecho de marzo, 1974, 4. diferencial de los pueblos de España”35. Perich deslegitimó la autoridad de 35. Manuel Tuñón de Lara, “El poder y la oposición”, en España los ultraderechistas en su empeño por evitar que se reformase esta norma bajo la dictadura franquista (1939jurídica: “Hay principios que son inalterables, la prueba es que hemos pro1975) eds. José Antonio Biescas y Manuel Tuñón de Lara (Barcehibido que se alteren”, mantiene un inmovilista36. Así, el humorista de La lona: Labor, 1982), 305.

36. Perich, La Vanguardia, Barcelona, 7 de noviembre, 1974, 5. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 202-224


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Vanguardia desmitifica esta inalterabilidad de las leyes franquistas, y también descalifica el respeto a lo fundamental que exigen los ultraderechistas para dialogar con los aperturistas. Los humoristas, en especial Forges, critican el antiintelectualismo de la extrema derecha. Así, en uno de sus dibujos, un inmovilista espeta a otro personaje al que sorprende con un libro: “Lo sospechaba, traidor, ¡usted lee!”. Esta crítica se endurecerá cuando se refiera a las quemas de libros y a los atentados de estos grupos contra las librerías. Las viñetas de los diarios analizados también centran sus críticas en la imagen mesiánica que los inmovilistas difundían de su labor. Así, Informaciones incluye una caricatura en la que una mujer advierte a su marido: “Lamento interrumpir tu cotidiana marcha hacia tu puesto de combate laboral en defensa de la civilización occidental, pero es mi deber poner en tu conocimiento ¡oh excelso prócer! que vas en calzoncillos”37. Del mismo modo, Mingote dibuja a un inmovilista con los rasgos de las representaciones clásicas de Moisés: bajando de una montaña, con una túnica sobre su traje negro y con dos tablas de piedra38. Con esta viñeta, el humorista de Abc pone en evidencia la concepción que los franquistas ortodoxos tenían de sí mismos como enviados de la divinidad, de la “sagrada misión” que Dios había encomendado a España. En este aspecto, al considerarse salvadores y providenciales, se relacionarían con la idea mística de la Cruzada, esencial en la propaganda franquista desde el inicio mismo de la Guerra Civil, y subyacente en la ideología de los reaccionarios españoles39. Otro motivo de descalificación de los inmovilistas reside en su anclaje en el pasado y su incapacidad para asimilar el presente. Forges presenta a un ultraderechista irritado que protesta: “Es inauditamente descarado, pretenden votar a los 18 años, o sea que entre charleston y charleston, hala, a la urna”. Perich es el dibujante que lleva más lejos este carácter obsoleto de los inmovilistas cuando presenta a un dinosaurio que exclama: “Estas teorías evolucionistas tan de moda, quizá sirvan para otros lugares, pero no para aquí…”40. En relación con esta forma de aferrarse al pasado, los dibujantes aperturistas señalan que el principal enemigo de los inmovilistas es el propio futuro. En una de sus viñetas más ácidas contra los ultraderechistas, Mingote 37. Forges, Informaciones, Madrid, 26 representa una escena en la que dos hombres-piedra observan aterrorizade julio, 1974, 16, y 5 de octubre, 1974, 2. dos una bomba, a la que le queda poca mecha para explotar, con el rótulo 38. Mingote, Abc, Madrid, 25 de “futuro”41. Así exponen su confianza en que tarde o temprano los inmovijunio, 1974, 35. listas fracasarán en su intento de mantener intacto el régimen franquista. 39. Alberto Reig Tapia, La cruzada de 1936. Mito y memoria (Madrid: Sin embargo, no ocurrió así. El sector ortodoxo del franquismo Alianza, 2006), 128. logró dominar la evolución de las reformas. Los inmovilistas frenaron 40. Forges, Informaciones, Madrid, las medidas más significativas propuestas por los aperturistas e incluso 26 de octubre, 1974, 2, y Perich, La Vanguardia, Barcelona, 22 de lograron forzar la dimisión de Pío Cabanillas, el ministro más destacado mayo, 1974, 7.

41. Mingote, Abc, Madrid, 12 de julio, 1974, 25. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 202-224


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del Espíritu del 12 de febrero. El titular de Información y Turismo, Pío Cabanillas, practicó cierta tolerancia con la prensa, irritando a los franquistas ortodoxos. Los dibujantes exageraron este enfrentamiento hasta el absurdo. Así, en una viñeta de Perich, un ultra protesta indignado, “¡Es un pájaro liberal!”, porque su canario al piar produce la onomatopeya “pío”42. El asalto final de los inmovilistas contra Cabanillas se produjo en otoño de 1974. El director de Arriba, Antonio Izquierdo, y Emilio Romero, director de Pueblo, dos diarios del Movimiento, presentaron un dossier a Franco para demostrar el nivel de “pornografía” permitido por el Ministerio de Información. Para escandalizar al dictador, se intercalaron anuncios donde aparecían mujeres en bikini con fragmentos de la revista Playboy, aún prohibida en España. Le convencieron así de que el Ministerio de Información estaba permitiendo que España se sumiese en una combinación de subversión marxista y erótica. Franco estaba aún más irritado por las pruebas de que Cabanillas estaba permitiendo a la prensa airear el escándalo del “aceite de Redondela”, en el que aparecía implicado su propio hermano Nicolás Franco43. El Generalísimo comunicó a Arias su decisión de relevar a Cabanillas del ministerio. El 29 de octubre el ministro hizo pública su dimisión. Este cese causó por primera vez en la historia del franquismo una serie de dimisiones en solidaridad con el defenestrado ministro, como la del titular de Hacienda, Antonio Barrera de Irimo, y las de otros altos funcionarios44. 4. El último fracaso del aperturismo: el estatuto de asociaciones Como se mencionó anteriormente, el fomento de la participación política a través de un estatuto de asociaciones políticas fue uno de los puntos centrales del Espíritu del 12 de febrero. Tal era la confianza de Ya en la prometida Ley de Asociaciones que llegó a publicar caricaturas en los que explícitamente aseguraba que el gobierno de Arias sería capaz de aprobar la Ley de Asociaciones Políticas antes del 42. Perich, La Vanguardia, Barcelona, 26 de mayo, 1974, 7. fin de 1974. En septiembre, cuando el enfrentamiento entre detractores 43. Paul Preston, The triumph of y defensores de la reforma política era especialmente virulento, publicó democracy in Spain, 66. Otros una viñeta en la que un policía indica a un conductor: “Para las asociahistoriadores, como Luis Suárez, explican la defenestración de ciones tienen vds. que tomar la Nacional-74 y antes de llegar al final las Cabanillas por la indignación que supuso a Franco los rumores encontrarán”45. Sin embargo, los hechos no siguieron los deseos del diario de que Presidencia del Gobierno católico. Aunque el 22 de noviembre de 1974 el Gobierno insistía en un había iniciado contactos con el psoe. Luis Suárez, Franco (Barcecomunicado que el proyecto de asociaciones políticas seguía avanzando lona: Ariel, 2005), 1060. a buen ritmo, el encargado de la redacción del mismo fue Utrera Molina, 44. Bernat Muniesa, Dictadura y de marcada trayectoria reaccionaria. Además, en noviembre, Dionisio monarquía en España (Barcelona: Ariel, 1996), 139. Ridruejo y los Gil Robles, padre e hijo, fueron detenidos por promover 45. S. Almarza, Ya, Madrid, 18 de un proyecto de corte demócrata-cristiano46. Así, hacia la mitad de 1975 la septiembre, 1974, 60.

46. Bernat Muniesa, Dictadura y monarquía en España, 139. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 202-224


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desilusión desplazó a la euforia inicial de Ya, al resultar evidente que el proyecto aperturista había perdido toda posibilidad de pervivir, tal y como se apreció en una viñeta, en la que un personaje le pide a su mujer: “Por favor querida, léeme un periódico del 13 de febrero de 1974”47. Al citar los periódicos del día posterior al nacimiento del Espíritu del 12 de febrero y compararlos indirectamente con los cuentos, el dibujo transmite cierta ironía. Esta decepción pudo ser provocada por dos factores: el retraso y el tiempo transcurrido desde que se anunciaron las reformas —incluida la ley de asociaciones— y el limitado alcance de estas medidas. Incluso El Alcázar ridiculizó el reducido calado de estas reformas: “Pues me ha parecido entreleer algo de reforma desde dentro”. Llegó incluso a burlarse del retraso de la puesta en marcha de medidas reformistas efectivas: “Yo no sé quién tiene más paciencia, si el futuro o nosotros”48. Esta tardanza también es señalada por Perich desde La Vanguardia: “-2.343.715, -2.343.716, -2.343.717... Yo es que empecé en 100 la cuenta atrás para el cambio... -2.343.718, -2.343.719...”. Otro punto de vista recogido en La Vanguardia considera que las reformas prometidas son insuficientes e ineficaces, y que no conseguirán convertir España en un país políticamente equiparable a las democracias occidentales. Así lo expresa uno de sus personajes: “Hemos pasado de la política tallada a la política pulimentada”49. Otra denuncia de los diarios críticos con el franquismo, como es el caso de Informaciones, consiste en señalar el contenido autoritario que sigue subyaciendo bajo el barniz democratizador de estas reformas. Así, Forges presenta una comida familiar en la que el padre se dirige al resto de comensales en estos términos: “He pensado imprimir un talante totalmente democrático en nuestras relaciones familiares, por lo que, a los postres, votaremos el día, hora y habitación de la manifestación de adhesión incondicional a mi persona, correspondiente al mes en curso. He dicho”. De hecho, Informaciones tardó menos tiempo en mostrarse irónico y escéptico ante las promesas de legalización de las asociaciones políticas. En este sentido, en un gráfico de Informaciones que recoge la decepción de los españoles debido al retraso en la llegada de esas asociaciones, Forges ilustra un atasco de tráfico donde un padre y su hijo mantienen este diálogo: “—Papá, quiero pis; —Toma y yo asociaciones y me aguanto”50. La crítica de Perich trascendió el concepto de las asociaciones y arre47. Dátile, Ya, Madrid, 25 de junio, metió contra el propio concepto de “cambio dentro del sistema” en el 1975, 5. que se enmarcaba la Ley de Asociaciones y el programa aperturista de 48. Fandiño, El Alcázar, Madrid, 7 de junio, 1975, 2, y 6 de junio, 1975, 2. Arias Navarro. Por un lado, denunció que esta reforma está solo abierta 49. Perich, La Vanguardia, Barcelona, a determinadas tendencias políticas enmarcadas dentro del franquismo. 29 de junio, 1975, 7, y 19 de mayo, En este sentido, publicó un dibujo en el que de la puerta de una estan1974, 7. cia llamada “Cambio dentro del sistema” cuelga un cartel con el lema 50. Forges, Informaciones, Madrid, 21 de mayo, 1975, 18, y 9 de octubre, 51 “Reservado el derecho de admisión” . Otra crítica iba dirigida contra el 1974, 16-17.

51. Perich, La Vanguardia, Barcelona, 12 de junio, 1975, 7. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 202-224


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incumplimiento e inutilidad de las prometidas reformas dentro del sistema. Así, en un editorial gráfico titulado “La evolución del sistema dentro del sistema (alegoría política)”, presenta una serie de cajas con muelles que se van abriendo una dentro de la otra como si se tratase de muñecas rusas (ver imagen 3). Imagen 3

Fuente: Perich, La Vanguardia, Barcelona, 31 de junio, 1975, 5.

Por su parte, el diario de extrema derecha expresa en sus viñetas la idea de que las asociaciones políticas persiguen objetivos económicos antes que programas políticos: “¡En nuestra asociación, futuro político no sé, pero económico, no veas!”52, (ver imagen 4). Por otro lado, critica la falta de representatividad de estas asociaciones: “Lo bueno que tienen las asociaciones, es que cuatro vamos a decir lo que piensan cuatrocientos mil”. No obstante, la acidez del humorista gráfico de El Alcázar, Fandiño, va dirigida principalmente hacia aspectos formales de las asociaciones. Por ejemplo, se burla de la similitud de nombres de estas formaciones políticas. “¡Con esta nueva asociación de Cambio democrático van ganando las democracias a las sociales por tres a dos!”53. Esta ridiculi52. Fandiño, El Alcázar, Madrid, 26 de noviembre, 1974, 25. zación de la homogeneidad en las denominaciones de las asociaciones que 53. Fandiño, El Alcázar, Madrid, 30 de enero, 1975, 2, y 23 de marzo, 1975, 31.

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antes mencionábamos connota cierta denuncia de la uniformidad de su discurso ideológico. Fandiño ironiza sobre esta similitud entre los programas ideológicos de las distintas asociaciones en otro editorial gráfico, donde un personaje se expresa así: “¿Dónde he oído yo antes este programa de asociación política?”. De acuerdo con el humorista de El Alcázar, tras esta indefinición política se oculta un propósito oportunista. Así lo expresa en un editorial gráfico en el que un personaje asegura: “¡Políticamente empiezan a definirse!”, a lo que su interlocutor responde: “¡Pues peor para ellos!”54. La recriminación de esta indefinición política va estrechamente unida a la crítica de oportunismo con que el diario falangista quiere barnizar a los aperturistas. De este modo se refuerza la idea de que estos reformistas simplemente pretenden obtener beneficios personales de su intervención en política. Imagen 4

Fuente: Fandiño, El Alcázar, Madrid, 26 de noviembre, 1974, 25.

El humor gráfico de Ya también denuncia la similitud ideológica entre las diferentes asociaciones. Así, con cierta ironía publica una viñeta de Galindo en el que dos políticos comentan: “En esto del asociacionismo es fácil ponerse de acuerdo en algunos puntos. Lo difícil es en toda la prosodia”55. En otro sentido, el humor de Mingote denuncia que la confusión de términos con los que se bautizan las distintas corrientes que van definiéndose al amparo de este Estatuto de Asociaciones encubren las mismas tendencias que conviven en el franquismo ortodoxo. Así, en uno de sus editoriales gráficos, un personaje 54. Fandiño, El Alcázar, Madrid, 22 reflexiona: “¿Nos conviene una revolución radical con moderado retrosde mayo, 1975, 30, y 13 de junio, 1975, 30. pectivismo? ¿O tal vez un inmovilismo con ordenado talante progresista? 55. Galindo, Ya, Madrid, 13 de Resulta dificilísimo encontrar un nombre nuevo para lo de siempre”56. febrero, 1975, 74.

56. Mingote, Abc, Madrid, 1 de febrero, 1975, 25. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 202-224

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La escasa ambición democratizadora del Estatuto de Asociaciones quedó desvelada en su enunciado principalmente por dos requisitos que entorpecían y dificultaban la creación de estas agrupaciones. En primer lugar exigía un mínimo de veinticinco mil afiliados presentes en al menos quince provincias. Este requerimiento trataba de impedir que ninguna asociación nacionalista catalana o vasca pudiera ser legalizada, pues por sus propias características estarían limitadas a tres o cuatro provincias. Además, reafirmaba la obligación de que las asociaciones estuviesen inscritas en el Movimiento. Con este requisito se abortaba cualquier posibilidad de incorporación de la oposición democrática a la apertura, ya que ningún grupo político podría aceptar convertirse, ni siquiera formalmente, en una asociación integrada en el Movimiento57. Los humoristas gráficos fueron conscientes de la dificultad que significaba reunir veinticinco mil firmas para poder inscribir una asociación. Así, Dátile nos presenta una escena en el local de una inexistente “Asociación Popular Democrática Reformada” en la que uno de los miembros de la asociación apunta: “Bueno, en nuestro caso contamos con un coleccionista de autógrafos”58. Desde Informaciones, Forges destaca también la dificultad de los promotores de estas asociaciones para cumplir este desmesurado requisito. Así, en una isla desierta describe la siguiente conversación entre dos náufragos: “—Perdone que le moleste, pero ¿valen firmas de sardinas?; —No; —Entonces ¿cómo voy a conseguir 25.000?; —Eso es cosa suya; —¡País!, con perdón” 59. También denuncia este requisito legal en otra viñeta, en la cual dos personajes dialogan: “—25.000 afiliados… ¿Tú no conoces a nadie en el Real Madrid?; —Pues no; —Pues ya me contarás” (ver imagen 5). Incluso El Alcázar recoge esta dificultad para conseguir tan elevada cifra de firmantes. Fandiño presenta a dos adultos hablando. Uno de ellos afirma: “Yo soy el 16.215 de la asociación”, a lo que su interlocutor responde: “Yo el 11.652 de la mía”60. Perich resume así, en boca de la lechera del cuento popular, las dificultades que tenía que superar una incipiente asociación: “Y una vez tenga los 25 primeros, al cabo de seis 57. Santos Juliá, “Política” en Transición y Democracia, ed. Manuel Tuñón de meses tengo los 25.000 y prorrogo tres meses más, y ya los tengo en 15 proLara (Barcelona: Labor, 1992), 56. vincias ¡y ya tengo una asociación!”61. 58. Dátile, Ya, Madrid, 16 de abril, Desde la perspectiva de la prensa más liberal, se pueden sintetizar en dos 1975, 79. 59. Forges, Informaciones, Madrid, 5 los problemas de esta Ley de Asociaciones. Por un lado, suponía una reforma de abril, 1975, 2. a todas luces insuficientes, abiertas sólo a la derecha, y con demasiadas trabas 60. Fandiño, El Alcázar, Madrid, 17 administrativas. En definitiva, carecía de una auténtica voluntad democrade febrero, 1975, 31. tizadora. Así fue interpretado por humoristas como Perich, quien publicó 61. Perich, La Vanguardia, Barcelona, 18 de enero, 1975, 5. la siguiente viñeta: “Mira, hijo, la teoría política que rige en este momento 62. Perich, La Vanguardia, Barcelona, 1 de es muy sencilla: Sí a la democracia, pero no”62. Así Perich sintetizaba el hecho agosto, 1975, 5. Énfasis en el original. de que la tolerancia de grupos políticos organizados dentro del régimen no 63. Jorge M. Reverte, “Desintegración pudiese equipararse al sistema de partidos europeo con elecciones libres63. de un régimen”, en Memoria de la transición, ed. Santos Juliá, Javier Pradera y Joaquín Prieto (Madrid: Taurus, 2006), 45.

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Imagen 5

Fuente: Forges, Informaciones, Madrid, 7 de diciembre, 1974, 2

Tras otras dos promesas anteriores de mayor o menor reforma política, el tercer intento tampoco llegó a cuajar, entre otras razones porque la sociedad española ya había avanzado más que las anquilosadas estructuras políticas del régimen franquista. Así lo percibían los humoristas gráficos como Mingote, quien publicó un editorial gráfico en Abc donde aparecen dos personajes en pleno campo, custodiando lo que queda de una pared, con una puerta cerrada, rodeados por una multitud que prosigue su camino esquivando los restos de ese muro. Ante la escena, uno de los guardianes de la puerta asevera: “Creo que sería muy hábil por nuestra parte que abriésemos la puerta”64. Quizá esta imagen sintetiza la actuación de los políticos reformistas: intervienen tarde, cuando no es necesario. Los partidarios de las reformas demócratas deberán esperar a la muerte de Franco, y más concretamente a la llegada de Suárez a la presidencia. Conclusión La propuesta nuclear del Espíritu del 12 de febrero fue percibida por los cinco diarios analizados como una medida indefinida. O mejor dicho, las agrupaciones que surgieron al calor de esta Ley de Asociaciones fueron criticadas desde todas las perspectivas como proyectos sin una definición política clara. No obstante, ese fue el único 64. Mingote, Abc, Madrid, 22 de enero, 1975, 25. Hist. Crit. No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 202-224

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punto coincidente de los cinco periódicos. El proyecto sólo despertó esperanzas de democratización en las cabeceras conservadoras, Abc y Ya. Y aún así, esa confianza fue mucho más tibia en el diario monárquico que en el rotativo católico. Informaciones y La Vanguardia no se muestran confiados en que este aperturismo significase la aproximación de España a una democracia parlamentaria, y coinciden en destacar el reducido calado de las medidas puestas en marcha por el gobierno de Arias Navarro, así como el retraso con el que intentó lanzarlas. Es decir, no sólo se trata de medidas ineficaces, sino también obsoletas. El Alcázar utilizó también esos dos argumentos —inutilidad y retraso— en contra de la apertura, pero además añadió otro punto para descalificarla, esgrimiendo que el contenido de la reforma no mejoraría sustantivamente la vida cotidiana de los españoles (ver tabla 3). Tabla 3: Connotaciones del Espíritu del 12 de febrero y el proyecto de asociaciones Publicación

Percepción del Espíritu del 12 de febrero

Abc

Esperanzas de democratización Indefinición política de las asociaciones

El Alcázar

Alcance reducido de las reformas Escasa repercusión en la vida cotidiana Indefinición política de las asociaciones

Informaciones

Alcance reducido de las reformas Indefinición política de las asociaciones Retraso de la puesta en marcha de las reformas

La Vanguardia

Alcance reducido de las reformas Indefinición política de las asociaciones Retraso de la puesta en marcha de las reformas

Ya

Esperanzas de democratización Indefinición política de las asociaciones

Fuente: tabla realizada por el autor a partir de la revisión de los periódicos citados.

El humor gráfico de Ya representó el apoyo más esperanzado al programa de Arias Navarro y al sector más liberal de su gobierno. Informaciones y La Vanguardia manifestaron, a través de sus dibujantes, escepticismo a propósito de las posibilidades de una democratización efectiva del país. Del mismo modo, insinuaban su posición favorable a un sistema democrático similar a los modelos europeos occidentales, alejado de las estructuras autoritarias. Desde Abc, Mingote denunció el anclaje en el pasado de los inmovilistas y su oposición a la modernización del país. La nueva promesa de democratización sólo logró convencer a un sector de la sociedad. Los grupos más progresistas y autonomistas —los lectores de Informaciones y de La Vanguardia— no

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tuvieron demasiada fe en el anuncio reformista del Espíritu del 12 de febrero. Así, el Espíritu del 12 febrero tuvo que vivir sólo con el apoyo ferviente de Ya, mientras recibía abucheos de El Alcázar, Informaciones y La Vanguardia, y la mirada cuanto menos desapasionada de Abc. Fue necesario esperar a las elecciones de 1977 para que el humor gráfico se permitiera mostrar un mayor grado de euforia.

Bibliografía Fuentes

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Reseñas

Reseñas Gamboa Mendoza, Jorge Augusto. El cacicazgo muisca en los años posteriores a la conquista: del sihipkua al cacique colonial, 1537-1575. Bogotá: icanh, 2010, 712 pp.

En este voluminoso y profundo trabajo Jorge Gamboa analiza la transformación del sistema de gobierno en el interior de las comunidades muiscas durante el período inicial de la colonia en el altiplano cundiboyacense. A través de este proceso el autor reseña y analiza otros cambios que afectaron a dichas comunidades en ese tiempo, tales como la conquista de la región, la implantación de la encomienda, la creación de un sistema tributario y otros. El problema que plantea Gamboa nace de la revisión de los modelos historiográficos, antropológicos y arqueológicos que han estudiado el asunto, para mostrar que más allá de los mitos creados por cronistas e Héctor Cuevas historiadores, el tema de los indios coloniales es más complejo que verlos Arenas Docente de cátedra de la Licenciatura como objetos de dominación del sistema colonial. En el texto está preen Historia, Universidad del Valle (Buga, sente el postulado de no ver los procesos concernientes a los indígenas Colombia). Magíster en Historia de la como unidireccionales, o en el esquema de dominación-resistencia que ha Universidad del Valle (Cali, Colombia). resultado de la simplificación de la historiografía en estudios anteriores. El hector.cuevas@correounivalle.edu.co autor recoge los planteamientos de historiadores como Lockhart, Farriss, Spalding, Stern y Restall, quienes resaltan el papel activo de los indios en la construcción de lo que se puede llamar “sociedad colonial” en cada región, y en la capacidad de dichas comunidades de negociar, adaptarse y hacer frente a las exigencias de la Corona española, la Iglesia, los encomenderos y el resto de sectores sociales, sin perder su cohesión e identidad étnica1. En el caso concreto, se trata de ver a estos jefes étnicos mucho más allá de la definición como agentes del Estado colonial y de los encomenderos. 1. James Lockhart, Los Nahuas Después En la introducción se delimitan el problema, el tiempo, el espacio y de la Conquista. Historia Social y Cultural de la Población Indígena las fuentes, en donde se resalta la metodología crítica y analítica refedel México Central, Siglos xvi-xviii rida arriba, junto a la dificultad de encontrar un punto de vista desde los (México: fce, 1999); Karen Spalding, De Indio a Campesino. Cambios indios, ante la escasez de fuentes. En el primer capítulo hace un recorrido en la estructura Social del Perú por los modelos explicativos sobre los procesos concernientes a caciques Colonial (Lima: iep, 1974); Steve Stern, Los Pueblos Indígenas del Perú muiscas (o chibchas, según algunos historiadores): el evolucionismo, el y el Desafío de la Conquista Española marxismo y el modelo andino de redistribución son reseñados en sus (Madrid: Alianza América, 1986); Matthew Restall, Los siete mitos de la conquista española (Barcelona: Paidós, 2004).

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avances y limitaciones explicativas, para finalmente inclinarse por el modelo modular-celular de Lockhart, complementado con aportes originales del autor sobre el papel del parentesco en la legitimidad de la jefatura, el pago de las comunidades a sus élites y el carácter flexible y multicéntrico de los grandes cacicazgos compuestos. En el segundo capítulo Gamboa estudia los cambios ocurridos con la conquista española, y resalta el carácter activo de los indígenas en esta empresa como aliados capaces de exigir campañas militares e involucrar a los conquistadores en el panorama político de aquella región, lo que hizo de este proceso algo imperfecto e inacabado hasta la década de 1560, por el sistema de alianzas hechas y desechas. También es interesante la revisión que hace del proceso de instauración de la encomienda, que significó una mayor estabilidad legal de las comunidades muiscas ante los requerimientos de los recién llegados. El tercer apartado del libro es un análisis de la transformación de “sihipkuas” prehispánicos a caciques coloniales, en la que estos personajes ocuparon en el nuevo orden social un lugar importante para ellos mismos, para sus comunidades y fueron un obstáculo para los proyectos religiosos, políticos y económicos del Estado y los españoles, al haber más continuidades que cambios estructurales en el gobierno dentro de los muiscas. Por ello tuvieron estas comunidades, a través de sus representantes, una gran capacidad de negociación ante el orden que se estaba estableciendo. Ejemplo de ello fue el poco avance de los procesos de cristianización hasta comienzos de la década de 1570, así como la progresiva adopción del sistema legal hispánico y la negociación del tributo con los encomenderos. El nuevo orden también significó una apertura de oportunidades comerciales y de lazos políticos que beneficiaron a caciques y encomenderos. El último capítulo es un estudio sobre el papel de los caciques en sus comunidades, en las que fueron intermediarios efectivos entre éstas y las demandas de los españoles, en especial los caciques ladinos o mestizos por saber entender el mundo de los recién llegados. También se analizan las obligaciones y las prácticas de gobierno con sus subalternos, además del papel de intermediación religiosa de estos individuos. En éste, lo prehispánico tenía mucha importancia aún en la década de 1580, pero fue dando progresivamente lugar al patrocinio y la organización del culto católico, especialmente desde la década de 1570. Las relaciones entre caciques y encomenderos, la adopción del orden legal hispánico y la aparición de caciques letrados cierran este capítulo. En el epílogo del texto, el autor justifica el corte cronológico del estudio en los pocos cambios que ocurrieron hasta la década de 1570 y establece una periodización de los procesos concernientes a los caciques muiscas. Asimismo, ubica este problema de estudio en el contexto más amplio de América hispánica, en comparación con las sociedades andinas, nahuas y mayas.

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En los aspectos metodológicos del libro, es notorio el continuo paralelo con otras regiones de la Corona española, la crítica de fuentes y de los modelos explicativos sobre las comunidades muiscas y de los caciques en el período colonial. En este texto, los investigadores se pueden ubicar en los debates pasados y presentes que han estimulado el diálogo entre la etnohistoria, la arqueología y la antropología sobre dichos temas, con un cuidadoso uso de los conceptos propios de dichas áreas del conocimiento. Cabe destacar la cuidadosa comprensión y triangulación de las fuentes, en medio del gran volumen de información consultada, que permitió al autor hacer análisis de fenómenos diacrónicos tales como la evangelización de los muiscas, la instauración de un Estado colonial, las transformaciones económicas y la consolidación de la encomienda, entre otros. Respecto a las fuentes consultadas, más que a las crónicas y relaciones de gobierno, el investigador hace énfasis en el estudio de documentos de fondos que reposan en el Archivo General de la Nación, el Archivo General de Indias y el Archivo Histórico Regional de Tunja, especialmente en lo que se denomina “información indirecta” sobre detalles como la cotidianidad, el pensamiento religioso, la nomenclatura de los títulos de jefes étnicos y demás cuestiones con mayor grado de fiabilidad que los motivos e intereses en conflicto que generaron documentación. Este manejo de la información le permitió a Gamboa establecer el período del trabajo, que a primera vista parece muy corto, pero muestra la complejidad del objeto de estudio y abre la puerta a una segunda fase en la construcción del “cacique muisca” y su papel como tipo social del período colonial. La escritura del libro es clara y sencilla, sin rodeos ni vacilaciones argumentales. La profundidad del estudio justifica la extensión del trabajo, en un continuo diálogo entre lo general y lo particular de los procesos revisados. Por lo tanto, se puede esperar un lenguaje serio, analítico y ordenado en los aspectos cronológicos y temáticos. La estructura general de los capítulos refleja coherentemente los ejes centrales del estudio. La distribución de los subcapítulos es adecuada, pero en el caso del capítulo iii, éstos a veces son muy largos, de decenas de páginas. Por lo demás, no hay mayor inconveniente en cuanto al aspecto formal del libro. Para cerrar, la importancia de esta obra radica en la profundidad con la que Gamboa abordó el tema, lo que convierte este texto en una referencia obligada para la etnohistoria, los muiscas, los caciques coloniales y de la construcción de los indios, como categoría sociorracial propia de la Colonia.

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Restrepo Olano, Margarita. Nueva Granada en tiempos del virrey Solís, 1753-1761. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2009, 280 pp.

El libro de la profesora Margarita Restrepo Olano constituye una aportación laudable y significativa a la historia de la Nueva Granada colonial. Es de esos títulos que emergen como fruto de una cuidadosa y sin duda larga investigación de archivo, lo que lo convierte en una obra de singular valía historiográfica. Los estudios monográficos sobre virreyes son especialmente útiles por cuanto ayudan a comprender mucho mejor el significado global, a la vez que concreto, de la administración española en Indias, y al mismo tiempo posibilitan cerrar los inevitables huecos historiográficos a este respecto. José Manuel Serrano En concreto, el virreinato de Nueva Granada, de nuevo cuño en el siglo Álvarez xviii, no ha gozado de mucha atención en lo referente a estudios monoProfesor Asociado de la Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia). Doctor gráficos de sus máximas autoridades. Cabe citar aquí, como referencia, los en Historia por la Universidad de Sevilla pequeños pero interesantes trabajos de Eulogio Zudaire Huarte sobre los (Sevilla, España). Miembro del grupo de virreyes Sebastián de Eslava, Manuel de Guirior y Pedro de Mendinueta; la investigación Historia Contemporánea surtida serie de biografías de José Restrepo Sáenz sobre los mandatarios (Categoría C en Colciencias). de la Real Audiencia desde finales del siglo xvii; el trabajo de Juana María jmserranoalvarez@gmail.com Marín Leoz a propósito de la elección del virrey Pedro de Mendinueta; el de Mario Herrán Baquero acerca de la crisis del régimen colonial en tiempos del virrey Antonio Amar y Borbón; aquel extenso estudio que realizó Carmen Pumar de este virrey; y el de José Manuel Pérez sobre el virrey Foral de Navarra, 1975); José Antonio Caballero y Góngora1. No obstante, la mayoría de estas obras ya Restrepo Sáenz, Biografías de los mandatarios y ministros de la Real tienen varias décadas de vida, o no constituyen, salvo excepciones, estuAudiencia, (1617-1819) (Bogotá: dios extensos y profundos sobre la obra de los diferentes virreyes. Cronos, 1952); Juana María Marín Leoz, Gente decente: la El libro de la profesora Restrepo suple sobradamente ese vacío en lo élite rectora de la capital, 1797-1803 referente al virrey José Solís y Folch, cuyo mandato, entre 1753 y 1761, (Bogotá: icanh, 2008); Mario Herrán Baquero, El virrey don se circunscribe en una época de especial Antonio Amar y Borbón: la crisis del régimen colonial en la Nueva importancia para el virreinato de Nueva 1. Eulogio Zudaire Huarte, Granada (Bogotá: Banco de la Granada y el desarrollo de la magna obra Sebastián De Eslava, Virrey de República, 1988); Carmen Pumar, Nueva Granada (Pamplona: Don Antonio Amar y Borbón último administradora de los españoles en aquel Diputación Foral de Navavirrey del Nuevo Reino de Granada espacio geoestratégico de vital importancia. rra, 1983); Manuel deGuirior, (Borja: Centro de Estudios virrey de Santa Fe y de Lima Borjanos Institución Fernando Hasta la aparición de este título, no existía (Pamplona: Diputación el Católico, 1991); José Manuel ningún trabajo monográfico del virrey Solís, Foral de Navarra, 1972); Pérez, Antonio Caballero y Góngora: Pedro Mendinueta y Muzquiz Virrey de Nueva Granada (Pamplona: Diputación

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virrey y arzobispo de Santa Fe, 1723-1796 (Bogotá: Imprenta Municipal, 1951).


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sino vagas y escuetas referencias biográficas o pequeños estudios que tocaban tangencialmente el desarrollo de su mandato. Por tal motivo, la aparición del libro constituye un significativo avance sobre el conocimiento de la labor política, económica y administrativa de este virrey, que adquiere si cabe mayor valía por cuanto no tuvo referencias bibliográficas previas. Por consiguiente, la profesora Restrepo ha sabido enfrentar con sobresaliente éxito la difícil tarea de historiar un personaje de notable envergadura, partiendo casi exclusivamente de las fuentes de archivo, en una reconstrucción sin duda complicada al tenerse que circunscribir casi exclusivamente en lo que el pasado documental nos ha heredado. No obstante el valor del uso de las fuentes primarias, la profesora Restrepo ha sabido conjugar con notable acierto la bibliografía existente sobre las diferentes facetas de los gobiernos virreinales en América y la Nueva Granada, que abarcan aspectos generales o muy concretos acerca del virrey Solís, así como la labor política y administrativa del Gobierno español en Indias. No se perciben ausencias significativas en el uso de las fuentes secundarias, sino al contrario. Conjugando con acierto las obras alusivas al marco general del virreinato neogranadino y los estudios monográficos de carácter fiscal, militar y político, la autora no ha dejado nada al azar y ha sabido articular notablemente los estudios globales con la labor concreta del virrey Solís que pudo verificar mediante una extensa labor de investigación de archivo a ambos lados del Atlántico. Pese al innegable valor historiográfico, la obra adolece probablemente de una mayor profundidad en el análisis de las realidades económico-fiscales del Gobierno del virrey Solís, en especial en lo referente a las interrelaciones entre las distintas entidades político-geográficas del virreinato, a saber, el eje Santa Fe-Quito-Cartagena. Cuando la autora examina la realidad de la hacienda virreinal, indica que “es imposible analizar en su totalidad los más de cuarenta ramos distintos que aparecen en las cartas-cuentas” (p.120). Estudios muy exhaustivos de los últimos años referidos a áreas diferentes, pero no menos complejas (Juan Marchena para Cartagena, Allan Kuethe para La Habana, Carlos Marichal para México ponen de relieve la necesidad de los análisis exhaustivos a pequeña escala desde la propia contabilidad2. La elección, por parte de la autora, de sólo algunos ramos, aunque no hacen perder la perspectiva general, supone una disminución a nivel explicativo de las realidades fiscales del 2. Juan Marchena, La instivirreinato. En la misma línea, la historiadora comete, a mi entender, un error tución militar en Cartametodológico al indicar en la misma página que para el cómputo de los ingregena de Indias en el siglo xviii (Sevilla: Escuela de sos se tuvo en cuenta, como datas, el ramo de “existencia del año anterior”, Estudios Hispanoamericanos, 1982); Allan Kuethe, aduciendo que “de todas maneras es dinero con el que se cuenta”. El estudio Cuba, 1753-1815: Crown, Milide las realidades fiscales coloniales, visto desde la perspectiva del análisis de tary and Society (Knoxville: University of Tennessee, las cajas reales, debe tener en cuenta factores metodológicos muy importantes 1986); Carlos Marichal, La para tratar de inferir un cuadro lo más cercano posible a la percepción real de bancarrota del Virreinato, Nueva España y las finanzas del Imperio español, 17801810 (México:fce, 1999).

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las finanzas. En este sentido, estudios de Herbert Klein, John Tepaske, Carlos Marichal o José Manuel Serrano han demostrado la necesidad de depurar completamente los datos mostrados en las cajas reales, en especial cuando se analizan los ingresos3. Es necesario, por tanto, eliminar las entradas fiscales sobrantes de cada año, ya que éstas no muestran sino potenciales recursos fiscales disponibles, que no siempre constituían dineros “reales”, sino a veces ingresos no cobrados. Además, la contabilización de esos remanentes como ingresos netos de caja desvirtúa potencialmente el análisis de la procedencia anual de esos mismos ingresos, ya que no es posible determinar el ramo o ramos del que procedían. El brillante estudio de las actividades militares del virrey Solís está circunscrito, sin embargo, casi únicamente a sus componentes fiscales y económicos, en especial relacionados con los situados de Santa Fe y Quito. Se echa en falta, tal vez, una conexión más cercana con los estratos sociales que tuvieron una implicación directa con el sostenimiento del aparato militar del virreinato, la implicación de las clases comerciales locales, la inserción de las milicias, o el peso cada vez mayor de determinadas familias criollas en los altos puestos de responsabilidad militar. Hubiera sido interesante, y probablemente la profesora Restrepo nos ofrezca prontamente nuevos estudios sobre ello, un análisis prosopográfico de las diferentes clases sociales, familias y élites vinculadas al poder militar. Los capítulos iv y v, dedicados al estudio del fomento de las comunicaciones y el clero regular y secular, constituyen a mi entender las aportaciones más valiosas y brillantes del libro. Son muy pocos los estudios referidos a este apartado de la administración colonial del Nuevo Reino, y es aquí donde la historiadora muestra un gran caudal de conocimiento de estos elementos, muy bien relacionados y analizados con profusión de datos y una adecuada relación con las diferentes realidades de la Colonia. La relación entre el clero y la masa indígena supone una brillante aportación que pone en contacto real la dinámica interna de la evolución del clero con la clase menos favorecida, y 3. Herbert Klein, Las finanzas ameries aquí donde la profesora Restrepo nos regala sus mejores páginas. canas del imperio español: 1680-1809 (México: Instituto Mora, 1994); Para concluir, estamos ante un trabajo de magnitud e importancia John TePaske y Herbert Klein, innegables; una contribución inestimable a la realidad virreinal del siglo Ingresos y egresos de la Real Hacienda de Nueva España (México: xviii en Nueva Granada, y un estudio bien escrito y documentado, que sin Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1986); Carlos duda sentará cátedra para posteriores historiadores. Esperemos que tenga Marichal, Bankruptcy of empire: continuidad en futuros trabajos de la profesora Restrepo, ya que ha abierto mexican silver and the wars between Spain, Britain, and France, 1760-1810 una puerta al conocimiento que requiere un trabajo de archivo tan meticu(Nueva York: Cambridge Uniloso como útil para la historiografía colombiana. versity Press, 2007); José Manuel

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Serrano, Fortificaciones y tropas: el gasto militar en Tierra Firme, 1700-1788 (Sevilla: Universidad de Sevilla/Diputación de Sevilla/ Escuela de Estudios HispanoAmericanos, 2004).


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Solano, Sergio Paolo y Roicer Flórez Bolívar. Infancia de la nación. Colombia en el primer siglo de la República. Cartagena: Ediciones Pluma de Mompox, 2011, 260 pp.

En la colección de libros Voces del Fuego-Testigos del Bicentenario de la Editorial Pluma de Mompox, apareció el libro motivo de estos comentarios. Esta publicación le brinda al público la posibilidad de acceder a unos ensayos que se hallan dispersos en revistas nacionales y extranjeras. El título que lleva el libro, Infancia de la nación. Colombia en el primer siglo de la República, expresa la necesidad de estudiar la formación de la nación más allá de los años de la Independencia para mostrar los disímiles procesos de articulación de los distintos espacios, y el papel de los actores sociorraciales en esa construcción. Jairo Álvarez Para avanzar en el estudio de los sectores subalternos del siglo xix, Jiménez los autores se han interrogado sobre las relaciones que existieron entre Catedrático del Programa de Historia la condición racial, el discurso liberal republicano, los estilos de vida y de la Universidad de Cartagena (Cartalas estrategias colectivas, familiares e individuales diseñadas por imporgena, Colombia). Magister en Historia tantes franjas de la población para salir de lo que llaman un “estado de por la Universidad Pedagógica y Tecnoindiferenciación social” (pp. 31 y 44), o, en el caso de los indígenas, para lógica de Colombia (Tunja, Colombia). defender sus intereses. Son temas de sumo interés en las recientes exploMiembro del grupo de investigación raciones sobre la configuración sociorracial del Caribe colombiano, que Frontera, Sociedad y Cultura en el han resaltado la centralidad del tema de la raza, usualmente olvidada por Caribe y Latinoamérica (Categoría A1 la historiografía tradicional y la de inspiración marxista. Sin embargo, los en Colciencias). jalvarezj@unicartaensayos de Solano y Flórez están en la línea de investigación recientegena.edu.co mente abierta por Aline Helg, Steinar Saether y Jorge Conde, quienes se han encargado de complejizar de forma más satisfactoria ese tema al concebir un mundo racial mucho más diverso y fraccionado que el presentado en los estudios de Alfonso Múnera1 y Marixa Lasso2. En este sentido, raza, trabajo, ciudadanía, vecino, estilos de vida, estrategias familiares, indígenas, identidades raciales, nación y formas de poder, entre otras, forman el haz de variables que se ponen en juego en los ensayos compilados en este 1. Alfonso Múnera, El fracaso de libro, constituyendo una invitación a repensar la Colombia del siglo xix y la nación. Región, clase y raza en el Caribe colombiano (1717-1810) el espacio de lo que más tarde sería su región Caribe. (Bogotá: Banco de la República/ El libro tiene dos énfasis complementarios. En la primera parte se El Áncora Editores, 1998), 53-110 y 173-215. muestra a los ejercitantes del trabajo manual urbano en varias dimen2. Marixa Lasso, Myths of harmony. siones: condiciones raciales, laborales, formas de vida e intervención en Race and republicanism during política, gracias a la condición de ciudadanos y sus preocupaciones por the Age of Revolution, Colombia 1795-1831 (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 2007), 16-33 y 68-90.

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participar desde sus específicos intereses en la construcción de la nación. En la segunda parte del libro aparecen las comunidades indígenas que sobrevivieron durante el siglo xix en el territorio de la ex colonial provincia de Cartagena. El acento está puesto en estudiar sus juegos de identidades, las relaciones de alteridades con otros sectores sociales y la instrumentalización que hicieron del discurso liberal sobre la ciudadanía de acuerdo a los contextos. En ambos casos los autores se han esforzado por mostrar el empeño de artesanos e indígenas para insertarse desde sus peculiares puntos de vista en los procesos de construcción de la nación. En la primera parte se señalan nuevos senderos para que las investigaciones sobre la configuración sociorracial del país avancen más allá del peligro de las vueltas de la mula en la noria en el que pueden caer los estudios sobre la raza a finales del período colonial, durante la Independencia y los primeros decenios de vida republicana. Una mirada proyectada a lo largo del siglo xix permite a los autores mejores condiciones para analizar cómo en el contexto del racismo los sectores subalternos sacaron provecho de las fracturas del orden social y político para construirse espacios de representatividad social y política. En el artículo “Raza, liberalismo, trabajo y honorabilidad en Colombia durante el siglo xix”, basamento sobre el que se construyen los dos siguientes, Solano muestra las circunstancias que permitieron que desde la segunda mitad del siglo xviii se fueran construyendo unos sectores medios en la sociedad urbana del Caribe colombiano, integrados, entre otros, por artesanos negros, mulatos y mestizos que se organizaron en torno a un estilo de vida en el que la honorabilidad, como valor construido y no adquirido, fue la piedra angular. En esa construcción la valoración de las formas de vida virtuosa, del trabajo, la independencia y la educación fueron herramientas clave para fracturar un orden social basado en la inclusión o exclusión sobre la base de la condición racial. Este ensayo es significativo en varias dimensiones: 1) Evidencia que en la construcción de la República basada en la política liberal y en los logros del pensamiento ilustrado, las élites colombianas no mantuvieron posturas homogéneas en torno a la valoración del común de las gentes; 2) muestra el empeño de las élites para definir a los mediadores de su hegemonía, como también las presiones de franjas de la población que luchaban por espacios de reconocimiento social; 3) presenta a lo popular o subalterno con una dinámica propia determinada por el interés de algunos sectores de salir de un estado de indiferenciación social, es decir, de distanciarse de los sectores más plebeyos de la población; y 4) introduce el trabajo como una de las claves más significativas para leer la vida social y política de la Colombia del siglo xix, convertido por parte de los artesanos en elemento central para la construcción de una vida meritoria, tanto personal como familiar. En el siguiente artículo, “Liberalismo, ciudadanía y vecindad en la Nueva Granada”, Flórez y Solano proponen que factores centrales del discurso moderno tales como nación, soberanía

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popular, opinión pública y ciudadanía no operaron sobre una tabula rasa, sino que se deslizan a través de lenguajes, ritos, símbolos, formas societarias y demás elementos de las culturas políticas que los antecedieron. Siguiendo una tendencia historiográfica que discute las relaciones entre la ciudadanía y la vecindad, los autores argumentan que algunos elementos de la cultura política de buena parte del siglo xix sólo se pueden entender si se estudia la dupla ciudadano/ vecino, y si se les presta atención a los cambios que sufrieron esas condiciones políticas en el tránsito de la Colonia a la República. Esa condición de vecino, siguiendo estudios de otras latitudes, la muestran arraigada a las valoraciones sociales comunitarias, en especial al apego al trabajo y a la proyección de una conducta pública valorada por los demás. En el ensayo “Educando al buen ciudadano” los autores analizan el papel desempeñado por la Guardia Nacional en la provincia de Cartagena en la formación y educación de los ciudadanos entre 1832 y 1857. Asimismo, determinan los sectores sociales que integraban esta institución. Sostienen que para los miembros de esta institución el servicio de las armas se convirtió en una forma de intervención política más directa, ya que durante el siglo xix la ciudadanía se asociaba estrechamente con la participación en las milicias, y también porque la condición misma de ciudadano activo implicaba el derecho y el deber de pertenecer a ella. De igual forma, la Guardia Nacional se convirtió en un instrumento de sociabilidad y pedagogía política. La segunda parte del libro está dedicada al tema de los indígenas, la ciudadanía y el poder en el territorio del Bolívar Grande (actuales departamentos del Atlántico, Bolívar, Sucre y Córdoba), introduciendo nuevas variables en el estudio de la configuración sociorracial hasta ahora soslayada debido a que se desconocían las implicaciones sociales e institucionales de la existencia de esas comunidades indígenas. En el artículo dedicado a “La novela Yngermina de Juan José Nieto”, Solano polemiza con estudios recientes que censuran a Juan José Nieto el haber tomado como tema central de su narrativa a los indígenas en la época de la Conquista, olvidándose de la existencia de las gentes de color. Después de mostrar que aún a finales del siglo xix los indígenas tenían presencia significativa entre la población y la sociedad de esta parte de la región Caribe colombiana, Solano analiza las razones que llevaron a que en esa centuria se les invisibilizara, y por qué en los actuales discursos académicos se reproduce esa actitud. Su énfasis descansa en mostrar la existencia de un colonialismo interior por parte de las llamadas ciudades letradas, en especial de Cartagena, que ha llevado a sus intelectuales y políticos a proyectar el imaginario de sus propias configuraciones sociorraciales al resto de las comarcas y poblaciones de la región, como también a desconocer el protagonismo político de las comunidades indígenas decimonónicas. En “Raza, mestizaje, nación y ciudadanía” Solano estudia qué era un indígena en el Bolívar Grande durante el siglo xix. En contravía de autores como Steinar Saether, quien sostuvo que

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los indígenas de los alrededores de Santa Marta prefirieron renunciar a esa condición racial y asumirse sólo como ciudadanos3, Solano argumenta que en la definición de la identidad indígena el Estado republicano jugó un papel de primer orden al igual que lo había hecho el Estado colonial, dado que lidió con una relación de naturaleza étnica que tenía implicaciones institucionales, y porque los indígenas sacaron provecho de los conflictos políticos entre los sectores dirigentes. Desde esta perspectiva, esa identidad también fue el resultado de una reelaboración introducida por los indígenas que aprovecharon las normas de la República para expresar sus puntos de vista. En el artículo “Indígenas y ciudadanía” Flórez realiza un contrapunteo entre el discurso desarrollado por la élite del Estado Soberano de Bolívar entre 1863 a 1875 para justificar la disolución de los resguardos, y los mecanismos y estrategias diseñadas por los indígenas para la defensa de los mismos. Muestra que éstos rechazaron el argumento liberal según el cual la existencia de las comunidades indígenas era incompatible con la ciudadanía republicana, y cómo se reconocieron y ampararon en esta condición política para resaltar los que derechos que tenían como miembros de ese Estado. Por último, los autores cierran el libro con un estudio sobre la estructura de poder que se consolidó en el Estado Soberano de Bolívar, argumentando que el éste era un elemento de fuerza de equilibrios territoriales, en las que algunas familias mantenían un dominio sólido sobre “sus” provincias, gracias a sus redes familiares y comerciales y a su relación privada con las autoridades locales y algunos jefes militares. Estas familias eran, en su mayoría, comerciantes y ganaderos, y utilizaban el poder político del que gozaban con el fin de proteger y ensanchar sus intereses económicos y personales. Los caciques y gamonales eran los elementos esenciales en el funcionamiento de estas relaciones de poder. En conclusión, estamos frente a unas renovadoras miradas sobre la historia del siglo xix de la Costa Caribe y de Colombia. Innovadoras porque complejizan de mejor forma temas que se vienen explorando como los de la raza y la ciudadanía. Muestran las posibilidades de explorar de mejor forma una sociografía que va más allá del usual modelo bipolar que concibe el orden social formado solo por las élites y los subalternos. En efecto, al combinar las variables raza, trabajo, ciudadanía y estilos de vida, los autores develan un conjunto de estrategias desarrolladas por franjas importantes de sectores de la población para definirse como estratos medios de la población diferenciados de la plebe. Y esto es sumamente importante, porque nos permite entender lo popular como un bloque heterogéneo con fracturas internas. En las perspectivas de estos historiadores lo popu3. Steinar Saether, “Indepenlar es dinamizado desde su interior tanto por resultado de las presiones dence and the re-definition of de las élites para definir a los mediadores de su hegemonía, como también Indianness around Santa Marta,

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Colombia, 1750-1850”, Journal Latin American Studies 37: 1 (2005): 57-61.

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por los conflictos escenificados en su interior entre los estilos de vida, las valoraciones del color, entre las estrategias familiares e individuales, los vínculos sociales, las formas de trabajo y otros elementos. Esas miradas también están presentes en la parte del libro dedicada a estudiar los indígenas del Bolívar Grande en el siglo xix y las relaciones que establecieron con el discurso liberal y con la ciudadanía. Lo planteado por los autores va mucho más allá de la simple constatación de esa existencia. Por un lado, han demostrando que los resguardos indígenas de la otrora provincia de Cartagena continuaron existiendo durante todo el siglo xix, tema que totalmente desconocido por la historiografía regional costeña, aparte de las alusiones de Orlando Fals Borda a los resguardos de Jegua y Guazo4. Por otra parte, porque del reconocimiento de la existencia de esos resguardos indígenas se deduce diversas implicaciones sociales, políticas, institucionales e identitarias. Entre éstas sobresalen dos: 1) se imponen serias reconsideraciones a los enfoques con los que se han venido estudiando temas como la racialización de las geografías regionales colombianas, que asociaba a la parte de la Costa Caribe que correspondía a la Provincia de Cartagena a un poblamiento negro y mulato; y 2) obliga a construir una imagen muy distinta del mundo del Gran Caribe, por lo común asociado solo a gente negra y mulata, pues con toda justeza puede hablarse de la existencia de un Caribe con indígenas como se evidencia en la parte continental de esta gran cuenca. Sea pues bienvenido este libro al mundo académico e historiográfico de nuestra región Caribe y de Colombia, deseándole un afortunado recorrido ante la vista de los lectores.

4. Orlando Fals Borda, Resistencia en el San Jorge (Bogotá: Universidad Nacional/Banco de la República/ El Áncora Editores, 2002), 50A57A, 50B-66B y 88A-95A. Historia Critica No. 46, Bogotá, enero-abril 2012, 260 pp. issn 0121-1617 pp 232-236


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Hunt, Lynn. Inventing Human Rights. A History. New York: W.W. Norton & Company Inc., 2007, 272 pp.

La historia contemporánea registra un conjunto de episodios catastróficos para la humanidad: guerras, genocidios y dictaduras se apuntan en la lista de acontecimientos que han causado la muerte de millones de personas y la destrucción cientos de ciudades y países. Si bien estos hechos no son exclusivos de la contemporaneidad, resulta particular que sea en esta parte de la historia, donde los juicios de individuos y Estados han presentado a los Derechos Humanos como un valor universal por defender. A partir de ellos se condena a los regímenes y a las políticas que los mancillan y se aplaude a quienes en su defensa ponen en riesgo su propia existencia. Y con Abu Ghraib y tantos otros en la memoria, se debe reconocer que en su nombre se han ejecutado bastantes abusos y crímenes. Claudio Llanos La razón de porqué la historia de la humanidad, y más precisamente Reyes Profesor de Historia Contemporánea en la historia de Occidente, registre la consagración de un conjunto de dereel Instituto de Historia de la Pontificia chos “universales” es un problema que ha sido tratado de diversas formas. Universidad Católica de Valparaíso (ValDurante mucho tiempo la explicación ha aludido exclusivamente y no sin paraíso, Chile). Doctor en Historia por algo de razón a las conquistas de la razón y la Ilustración, a los avances la Universidad de Barcelona (Barcelona, logrados por la lucha de los pueblos, etc. ¿Pero qué explica históricamente España). claudio.llanos@ucv.cl que un hombre o una mujer lamenten el desgraciado destino de otros, que por cierto les es desconocido (o que en algunos casos nunca existieron y son el resultado de la imaginación del artista)? ¿Cuál es la causa de la idea de connaturalidad de los derechos, de la igualdad y, más aún, del rechazo que provoca en muchos el abuso de poder sobre pueblos lejanos y desconocidos? En la búsqueda de respuesta a estos problemas se desarrolla el trabajo de la historiadora estadounidense Lynn Hunt. Con Inventing Human Rights. A History, Hunt da un paso importante en la consideración histórica del desarrollo de la emociones. Si bien éste es un campo que viene desarrollándose dentro de la historiografía, particularmente en lo referente a los efectos de las guerras mundiales, el libro aporta luces en la discusión sobre el tema, dirigiendo la mirada hacia el siglo xviii y concentrándose no en los cambios evidentes ocurridos en la sociedad en su conjunto, sino que tal como ella apunta, escrutando sobre temas poco conocidos y estudiados: la historia de los cambios en las personalidades individuales y sus experiencias (p. 33).

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El texto se inicia con la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, escrita por Jefferson, y la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano en la Francia revolucionaria y el problema de su propuesta universalista, del “hombre” en abstracto y general, cuando eran declaraciones locales, de naciones (pp. 16-18), con la paradoja que implica declarar algo que se supone natural y evidente (pp. 19-26). Así, en la búsqueda de respuestas la autora nos aproxima al rol que habría jugado la lectura íntima de dramas y pasiones que, desde el siglo xviii, despertaron la empatía por los que sufren. Una empatía ilustrada en las cartas y comentarios de los lectores educados del siglo xviii, donde se observa la identificación de hombres y mujeres con los personajes novelescos. Las declaraciones políticas encierran problemas. Jefferson, siendo dueño de esclavos, y Lafayette, un aristócrata francés, hablaron de la igualdad y los derechos en sociedades desiguales y marginalizadoras de enfermos, mujeres y niños. Pero detenerse en esas contradicciones sería, según Hunt, no entender las limitaciones que la propia historia impone a los individuos en el desarrollo de ciertas ideas y nociones (pp. 28-29), y nos alejaríamos de la comprensión global del fenómeno, pues “la revolución de los Derechos Humanos está por definición en desarrollo” (p. 29). Es la expansión de empatías y sentimientos de solidaridad la que nos explicaría el establecimiento de los derechos del hombre en la sociedad, gracias a que a pesar de muchas diferencias sociales y las distancias geográficas y temporales, los lectores de los dolores de otros, de las torturas sufridas, permitieron que se crearan nuevos contextos sociales (p. 34). El estudio de Hunt observa estos sentimientos y su progresiva expansión en las críticas, comentarios y cartas enviadas a los autores de novelas del siglo xviii, en particular las de Samuel Richardson, Pamela (1740) y Clarissa (1747-1748), y Julie (1761), de Jean Jacques Rousseau. Se observa en las epístolas y los comentarios recibidos por los autores el conjunto de emociones que despertaban las penas de amor. No solamente de emociones racionalizadas nos hablan las cartas usadas por Hunt, también de los “dolores físicos”, las “enfermedades” que tales lecturas despertaban entre todo tipo de público (cortesanos, clero, oficiales militares, etc.) que escribía sobre “el devorador fuego”, “la pasión, el delirio, los espasmos y los sollozos” que Julie despertaba (pp. 35-36). En general, se observa una importante identificación con los personajes femeninos (pp. 58-69). Tanto hombres como mujeres se solidarizaron con los sufrimientos y desventuras de las heroínas de las novelas. En esa relación (que no dejaba fuera a los personajes varones) se podría observar un nuevo contexto social construido desde las lecturas. Un contexto donde la heroína, a diferencia de la mujer real, es la manifestación de empatías, apoyos y complicidades, que tardarían en hacerse masivamente reales. No solamente los sufrimientos de personajes novelescos movilizaron las empatías y las identificaciones, también el relato de torturas y los testimonios sobre condenados parece tener un lugar importante en la nueva dimensión universal de lo humano. Ejemplo de esto es

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la condena a descuartizamiento contra el protestante Jean Calas, quien en 1762 (el mismo año que Rousseau introdujo el término “derechos del hombre”) fue acusado de matar a su hijo para impedirle convertirse al catolicismo (p. 72). El relato del interrogatorio y la tortura a que fue sometido despertó la atención de muchos, y se le conoció como el Affaire Calas. Voltaire tomó el caso en sus manos, recaudó dinero para ayudar a su familia, escribió cartas y levantó la voz sobre la injusticia cometida contra Jean Calas (pp. 70-71). Pero la molestia de Voltaire no era inicialmente contra las torturas en particular, sino contra la imposición de una forma de pensar, de una creencia, violando así un principio del derecho humano, donde “es imposible ver, como siguiendo ese principio [el derecho humano] alguien puede decir a otro, ‘cree en lo que yo creo y en lo que no puedes creer o morirás’. Así es como ellos hablan en Portugal, España y Goa” (p. 74). Desatada la tormenta del Affaire Calas, Voltaire orientó progresivamente su atención a la justicia criminal, a las torturas, a los métodos. De ahí planteó la necesidad de su abolición. En este mismo movimiento de empatías contra la tortura, Cesar Beccaria publicó en 1764 Crímenes y Castigos. Beccaria, cercano a los círculos de Diderot y los ilustrados, condenaría el sufrimiento, sobre la base de la inutilidad de administrar dolor, y el daño que tal barbarie ocasionaba a la sociedad (p. 81). Hunt observa la influencia de la lectura del texto de Beccaria en el pensamiento del jurista inglés William Blackstone, quien apuntaría que la “ley criminal debe siempre estar en conformidad con los dictados de la verdad y la justicia, los sentimiento de humanidad y el indeleble derecho del hombre” (p. 81). En este marco, moviéndose entre lo individual y lo general, lo cultural y lo político, transcurren los cuatro primeros capítulos del libro: “Torrents of Emotion”; “Bone of their Bone”; “They have set a great example” y “There will be no end of it”. El quinto y último capítulo, “The soft power of humanity” (pp. 176-214) nos aproxima a las dificultades, las condenas que desde sectores del mundo político e intelectual del siglo xix se lanzaron a los Derechos Universales del Hombre, que fueron vistos por algunos como la causa de las rebeliones de fines del siglo xviii (p. 178), o como apuntaba el conservador católico Luis de Bonald, “la diabólica influencia de la filosofía ilustrada, donde ateísmo, protestantismo y masonería se unen” (p. 179). Estas críticas no basaban los derechos sobre la concepción de un hombre universal, sino de aquel vinculado a las tradiciones de la nación, al respeto a los reyes y al orden. Por ello el nacionalismo es visto por Hunt como un problema al respeto de los Derechos Humanos, particularmente con la expansión imperialista y su vinculación con perspectivas “científicas” que buscaban validar a través de las leyes naturales, las diferencias y jerarquías sociales y económicas, generadas por relaciones desiguales de poder o por esquemas ideológicos que suponían (como el nazismo) una superioridad racial (pp. 182-196).

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Una crítica particular vino también desde el análisis de Marx, quien vio, cinco años después de la publicación del Manifiesto del Partido Comunista, en la Declaración de los Derechos del Hombre, la consagración secular del individualismo y el egoísmo liberal (p. 199). Más tarde los bolcheviques enfatizarían los derechos del pueblo trabajador y explotado, desconociendo la supuesta igualdad burguesa que, a juicio de Lenin, era realmente la violación de la igualdad, pues se daba en un régimen de desigualdad económica y explotación (p. 200). El siglo xx se planteó lleno de problemas para la humanidad, y en realidad se presentó como un período de guerras y revoluciones. Las guerras mundiales —y particularmente la segunda— revitalizaron la discusión sobre el respeto a los Derechos Humanos. Éstos volverían a su matriz del siglo xviii, asegurando la libertad individual, pero instalando además la condena a las diversas formas de abuso y crímenes, como la tortura y la esclavitud, y defendiendo a su vez el derecho a elecciones, movimiento, etc. Así la Declaración de Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948, fue la “cristalización de 150 años de lucha por los derechos” (p. 205). Hunt en su trabajo nos muestra una historia de conflictos en torno a la definición de los Derechos Humanos y su origen. Para ella, la fuente de la invención de los derechos está en la generación de empatías que a nivel individual se conjugaron con los contextos sociales, generando nuevos escenarios. A pesar de ser un valioso aporte a la discusión y conocimiento, queda un vacío importante dentro de su obra, pues la lucha por la igualdad presentada por Hunt se vuelve en momentos un recuento de la obra de la élite, de su empatía por los oprimidos. Se extraña, en este sentido, la voz de los de abajo, sus luchas y demandas por derechos, por respeto, por justicia. Se debe apuntar que el trabajo es apasionante en sus primeros capítulos, pero gracias a la presentación de la dinámica de las emociones, se convierte hacia el final en una obra principalmente política. El lector extraña, por ende, la recuperación de los problemas como el trauma, la violencia, etc., y su rol en la configuración de la emociones del siglo xx.

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Sección a cargo de Laura Paola Avila Quiroga y Luz Angela Núñez dinámicos cuya articulación narrativa se efectúa en la intriga de estos interesantes relatos construidos con base en los registros judiciales. Este libro es una invitación a revisar y analizar un tema controversial y complejo en el ámbito de la nueva historia cultural.

Ï Dym, Jordana y Karl Offen, editores. Mapping Latin América. A cartographic reader. Chicago y Londres: The University of Chicago press, 2011, 360 pp. En este libro, académicos provenientes de diferentes disciplinas examinan e interpretan más de cinco siglos de producción cartográfica sobre América Latina. Cada capítulo estudia mapas elaborados con diferentes técnicas y propósitos, desde los pintados a mano por los nativos americanos y los elaborados por famosos exploradores como Alexander von Humboldt, hasta aquellos que se publican hoy en día en periódicos y magazines para el público general. Los mapas presentados y la interpretación que los acompaña, se constituyen en una fuente excelente para entender cómo los países, regiones y municipios han sido definidos, medidos, organizados ocupados, disputados y entendidos. En otras palabras, el libro trata de comprender cómo los mapas han tenido significados particulares para la gente en momentos históricos determinados.

Ï Fradkin, Raúl O., editor. Conflictos negociaciones y comercio durante las guerras de independencia latinoamericanas. New Jersey: Georgia press, 2010, 287 pp.

Ï Malagón Pinzón, Jenny Yamile. Escenas de pecado y delito. Relaciones incestuosas en la Nueva Granada (1648-1833). Medellín: La Carreta Editores, 2011, 182 pp. Las observaciones hechas con relación al origen de los incriminados y sus condiciones sociorraciales y materiales, permite vislumbrar aspectos relevantes en la concepción de la justicia, en la aplicación de las penas y las implicaciones en las determinaciones jurídicas, contribuyendo de esta manera a la historia de los procedimientos penales, civiles y familiares en Colombia. La diversidad de elementos que requería el ejercicio de la justicia para llegar al esclarecimiento de los actos de incesto, le proporciona al análisis de los casos los elementos

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Este libro analizas los conflictos y negociaciones que transformaron los circuitos y las modalidades de comercio en varias regiones de América Latina durante las llamadas guerras de independencia. Estas guerras derivaron en un heterogéneo y contradictorio proceso revolucionario a ambos lados del Atlántico y provocaron la desintegración de esos imperios y el funcionamiento de las diferentes redes comerciales en torno a las cuales se habían configurado los espacios económicos y definido sus articulaciones internas y externas. En estas páginas el lector se encontrará frente a una variedad de situaciones y transformaciones y para analizarlas se ha convocado a destacados especialistas. En la primera parte se realiza una evaluación de la crisis a nivel imperial y se indaga el desempeño de algunas economías regionales. En la segunda se examina su impacto en los sistemas de comercio local, regional e interregional en las áreas centrales del orden colonial. Y, en la tercera parte se indagan las situaciones producidas en las áreas fronterizas del imperio español y portugués como entre las sociedades hispano-criollas y los pueblos indígenas que no estaban sometidos al dominio colonial.

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Ï Valencia Villa, Carlos Eduardo. La producción de la libertad. Economía de los esclavos manumitidos en Río de Janeiro a mediados del siglo xix. Bogotá: icanh, 2011, 276 pp.

agrario de Sumapaz y sus cambios organizativos, sociales y políticos, así como la vida diaria de los campesinos, su educación, su cultura, su religiosidad y sus lealtades políticas. El segundo hilo conductor de esta historia es la biografía de Juan de la Cruz Varela (1902-1984), uno de los líderes sociales más destacados de Colombia en el siglo xx. También se examina la trayectoria política y el liderazgo de Erasmo Valencia en el movimiento campesino y la formación de una nueva generación de dirigentes y activistas campesinos en la resistencia armada contra la violencia bipartidista de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.

Las estrategias económicas de los esclavos de Río de Janeiro a mediados del siglo xix son analizadas en este libro. Su autor, Carlos Eduardo Valencia Villa, indaga por las razones que explican las tasas de manumisión relativamente altas que se presentaban en la ciudad, desde el punto de vista de las finanzas de los cautivos. Como hipótesis central se argumenta que los esclavos lograron forjar riquezas para sí mismos, que se hicieron evidentes cuando comÏ Giraudo, Laura y Juan Martín-Sánchez, editores. praron su manumisión. La ambivalente historia del indigenismo. Campo interamericano y trayectorias nacionales 1940-1970. Lima: Ï Gutierrez, Florencia. iep , 2011, 295 pp. El mundo del trabajo y el poder político. Integración, consenso y resistencia en la ciudad de México a fines del siglo xix. México: El Colegio de México, 2011, 274 pp. Las relaciones entre el poder político y las clases trabajadoras de la ciudad de México a fines del siglo xix constituyen la preocupación central de este libro. A partir de esta inquietud, la autora reflexiona sobre las formas e instancias de negociación, asimilación y resistencia que caracterizaron la interlocución entre los trabajadores y el gobierno de Porfirio Díaz. Este libro contribuye a la inteligibilidad de ese campo de fuerzas en el que fue construyéndose y definiéndose la identidad histórica de la clase trabajadora mexicana durante el Porfiriato. Ï Londoño Botero, Rocio. Juan de la Cruz Varela. Sociedad y política en la región de Sumapaz (1902-1984). Bogotá: Universidad Nacional, 2011, 742 pp.

Esta compilación de textos tuvo su origen en un proyecto de investigación que tenía por objetivo contribuir a la historia del indigenismo, en el sentido de mejorar el conocimiento de las diversas trayectorias que lo constituyen de acuerdo con las condiciones y las posibilidades presentes en cada época. Este es un objetivo valioso por cuanto puede ayudar a romper con el ciclo de reproducción autorreferencial en el que cada nueva generación pretende deslegitimar y apartar a las anteriores, sin asumir cabalmente los riesgos que hereda al hacerse cargo del propio proyecto indigenista por más reconstituido que resulte en cada nueva etapa; riesgos que están en la fijación de los atributos de identidad como fundamentos de la acción política, y en el difícil lugar que el propio indigenismo tiene dentro de las sociedades nacionales y de la participación de éstas en los escenarios internacionales.

Ï Josep Fontana. Este trabajo describe y analiza la compleja Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde transformación social, cultural y política de la 1945. Barcelona: Pasado & Presente, 2011, 1232 pp. región de Sumapaz a lo largo del siglo xx, con énfasis en el campesinado como el agente prinEn esta obra, Josep Fontana asume el reto de cipal de este proceso. Uno de los hilos conducexplicar cómo fue posible que la gran ilusión tores es el desenvolvimiento del movimiento surgida tras la Segunda Guerra Mundial, de

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construir un nuevo orden mundial guiado por el entendimiento y el progreso colectivo, se frustrara. La obra rastrea procesos que se desarrollaron en realidades territoriales tan diversas como Europa, América del Norte, África, América Latina u Oriente Próximo durante los últimos 66 años, y busca sus causas y sus repercusiones. Observa que si bien en los países centrales se produjo una mejora de los niveles de vida, fue muy inferior en las periferias, y señala que las mejoras económicas y sociales de los años cincuenta y sesenta fueron en buena medida provocadas por el miedo al otro, el temor al enemigo del otro bloque y también al interno. Los sucesos de 1968 de París y de Praga muestran, en opinión de Fontana, que era imposible un cambio radical dentro de cada uno de los sistemas mundiales creados durante la posguerra, y explica cómo tras la crisis económica de los setenta y la desaparición de la amenaza comunista, se ha producido un incremento de la desigualdad y de las discriminaciones que está amenazando no pocas conquistas sociales. En el estudio también se recogen las periódicas ofensivas ideológicas contra los instrumentos de control ecológico, social y contra la propia democracia, explicando el surgimiento, inicialmente en el mundo occidental, de nuevos movimientos sociales, como el ecologismo y el feminismo. Finalmente, en su análisis, llega hasta la primavera árabe y los indignados.

tes evocaciones narrativas para reconstruir un fascinante fragmento de la historia de la vida privada de Occidente. Ï Piazzini, Carlo Emilio. La arqueología entre la historia y la prehistoria: estudio de una frontera conceptual. Bogotá: Universidad de los Andes, 2011, 234 pp.

Ï Perrot, Michelle. Historia de las alcobas. México: fce, 2011, 354 pp. Michelle Perrot traza con detalle una genealogía de las habitaciones, que recorre épocas, países, estratos sociales y géneros, abriendo así las puertas de las recámaras más cercanas—las habitaciones infantiles, la alcoba matrimonial, el cuarto de un hotel—, de aquellas legendarias y llamativas —la suntuosa recámara de un rey, la enorme cama con dosel de una princesa, las alcobas en que autores como Proust, Kafka o Flaubert escribieron sus grandes obras— e incluso de aquellos espacios de los que es preferible mantenerse alejado —la fría celda de un preso, el cuarto de hospital de un enfermo—. Las anécdotas de personajes célebres y anónimos se mezclan con sugeren-

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Desde el siglo xix la arqueología se ha concebido como una etnografía prehistórica o como una ciencia auxiliar de la historia, mientras que en las últimas décadas la certeza de que la disciplina no debe restringirse al pasado prehistórico explica el auge de las denominadas arqueologías históricas. De ahí que la diferencia entre historia y prehistoria no sólo sea cronológica, sino que, y más importante, constituya una actualización de las diferencias entre categorías más amplias como espíritu y materia, espacio y tiempo. La lejanía de la prehistoria respecto al presente histórico no es sólo una cuestión temporal, sino que remite al proceso por el cual la diferencia en el espacio fue ordenada en la modernidad como una diferencia en el tiempo. Mediante una especialización crítica de la oposición historia-prehistoria tal como ha operado en Colombia, Carlo Emilio Piazzini plantea que, cuando la arqueología rompe los límites cronológicos de lo indígena precolombino, se produce una restitución de la diferencia espacial entre prehistoria e historia, y con ello emerge, en los márgenes e intersticios de los espacios sociales, lo no dicho, lo olvidado en el corazón mismo de la historia. Desde esta perspectiva, son las espacialidades y las materialidades las que constituyen el ámbito de referencia de una arqueología que no puede ser simplemente histórica si quiere transgredir el régimen del tiempo moderno.

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Acerca de la revista

Acerca de la revista Historia Crítica es la revista del Departamento

Historia y en Ciencias Sociales, así como por per-

de Historia de la Universidad de los Andes

sonas interesadas en los estudios históricos.

(Bogotá, Colombia). Cumple con sus lectores des-

Las secciones de la revista son las siguientes:

de su creación en 1989. La revista Historia Crítica tiene como objetivo

Ï La

carta a los lectores

o

presentación del dossier

publicar artículos inéditos de autores nacionales

informa sobre el contenido del número y la perti-

y extranjeros, que presenten resultados de inves-

nencia del tema que se está tratando.

tigación histórica o balances historiográficos, así

Ï La sección de artículos divulga resultados de inves-

como reflexiones académicas relacionadas con

tigación y balances historiográficos. Esta sección

los estudios históricos. La calidad de los artículos

se divide en tres partes:

se asegura mediante un proceso de evaluación

Ï El dossier reúne artículos que giran alrededor de

interno y externo, el cual es realizado por pares

una temática específica, convocada previamente

académicos nacionales e internacionales.

por el Comité Editorial.

La revista cuenta con la siguiente estructura:

Ï En tema abierto se incluyen artículos sobre varia-

un director, un editor, dos asistentes editoriales,

dos intereses historiográficos, distintos a los que

un comité editorial y un comité científico, que

reúne el dossier.

garantizan la calidad y pertinencia de los con-

Ï El

tenidos de la revista, son evaluados anualmente

por estudiantes de pregrado o maestría adscritos a

en función de sus publicaciones en otras revistas

diversas universidades. Si el tema del artículo cor-

nacionales e internacionales.

responde con el del dossier, se ubica como último

Historia Crítica contribuye al desarrollo de la

espacio estudiantil

publica artículos escritos

artículo del mismo; si no es el caso, se ubica al final

disciplina histórica en un país que necesita for-

del Tema abierto.

talecer el estudio de la Historia y el de todas las

Ï Las reseñas y los ensayos bibliográficos ponen en pers-

Ciencias Sociales para la mejor comprensión de

pectiva publicaciones historiográficas recientes.

su entorno social, político, económico y cultural.

Ï Los notilibros y los notired ofrecen una breve des-

En este sentido, se ha afianzado como un punto

cripción de publicaciones recientes y de páginas

de encuentro para la comunidad académica

Web de interés para el historiador.

nacional e internacional, logrando el fortalecimiento de la investigación.

Adicionalmente, la revista puede evaluar la

El público de la revista Historia Crítica está com-

pertinencia de publicar traducciones de artículos

puesto por estudiantes de pregrado y postgrado y

publicados en el extranjero en idiomas distintos

por profesionales nacionales y extranjeros, como

del español, así como transcripciones de fuentes

insumo para sus estudios y sus investigaciones en

de archivo con introducción explicativa.

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Normas para los autores

Normas para los autores versión eneero de

2012

Tipo de artículos, fechas y modalidad de recepción — Historia Crítica publica artículos inéditos que presenten resultados de investigación histórica, innovaciones teóricas sobre debates en interpretación histórica o balances historiográficos completos. — Se publican textos en español, inglés y portugués, pero se acepta recibir la versión inicial de los textos en otros idiomas (francés e italiano). En caso de ser aprobado, el autor se encargará de entregar la versión definitiva traducida al español, ya que Historia Crítica no ofrece ayuda para este efecto. — Las fechas de recepción de artículos de tema libre y para los Dossiers se informan en las respectivas convocatorias. — Los artículos deben ser remitidos por medio del enlace previsto para este efecto en el sitio web de la revista http://historiacritica.uniandes.edu.co o enviados al correo electrónico hcritica@uniandes.edu.co — Los demás textos (reseñas, ensayos bibliográficos, entrevistas, etc.) deben ser enviados al correo electrónico hcritica@uniandes.edu.co — Los artículos enviados a Historia Crítica para ser evaluados no pueden estar simultáneamente en proceso de evaluación en otra publicación. Evaluación de los artículos y proceso editorial A la recepción de un artículo, el Comité editorial evalúa si cumple con los requisitos básicos exigidos por la revista, así como su pertinencia para figurar en una publicación de carácter histórico. Posteriormente, toda contribución es sometida a la evaluación de dos árbitros anónimos y al concepto del Comité Editorial. El resultado será comunicado al autor en un período inferior a seis meses a partir de la recepción del artículo. Las observaciones de los evaluadores, así como las del Comité editorial, deberán ser tomadas en cuenta por el autor, quien hará los ajustes solicitados. Estas modificaciones y correcciones al manuscrito deberán ser realizadas por el autor en el plazo que le será indicado por el editor de la revista (aprox. 15 días). Luego de

recibir el artículo modificado, se le informará al autor acerca de su aprobación. El Comité editorial se reserva la última palabra sobre la publicación de los artículos y el número en el cual se publicarán. Esa fecha se cumplirá siempre y cuando el autor haga llegar toda la documentación que le es solicitada en el plazo indicado. La revista se reserva el derecho de hacer correcciones menores de estilo. Durante el proceso de edición, los autores podrán ser consultados por los editores para resolver las inquietudes existentes. Tanto en el proceso de evaluación como en el proceso de edición, el correo electrónico constituye el medio de comunicación privilegiado con los autores. Procedimiento con las reseñas y los ensayos bibliográficos Historia Crítica procede de dos formas para conseguir reseñas. Por un lado, los autores pueden remitir espontáneamente sus reseñas al correo electrónico de la revista. Lo mismo se aplica a los ensayos bibliográficos. Por otro lado, la revista recibe libros a su dirección postal (Cra 1 No. 18 A 10, Edificio Roberto Franco, of. G-421, Bogotá, colombia) previo aviso por correo electrónico, ojala indicando nombres de posibles reseñadores. En este caso, la revista buscará conseguir una reseña del libro remitido. Las reseñas deben ser críticas y versar sobre libros pertinentes para la disciplina histórica que hayan sido publicados en los cinco últimos años. Los ensayos bibliográficos deben discutir críticamente una, dos o más obras. Las reseñas y los ensayos bibliográficos son sometidos a revisión y, de ser aprobados, a eventuales modificaciones. Indicaciones para los autores de textos aceptados para publicación (artículos, reseñas, ensayos bibliográficos y entrevistas) — Los autores recibirán dos ejemplares del número en el que participaron. — Los autores de los textos aceptados autorizan, mediante la firma del ‘Documento de autorización de uso de derechos de propiedad intelectual’, la utilización de los derechos

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Normas para los autores

patrimoniales de autor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución) a la Universidad de los Andes Departamento de Historia, para incluir el texto en la Revista Historia Crítica (versión impresa y versión electrónica). En este mismo documento los autores confirman que el texto es de su autoría y que en el mismo se respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros. — En caso de que un artículo quisiera incluirse posteriormente en otra publicación, deberán señalarse claramente los datos de la publicación original en Historia Crítica, previa autorización solicitada a la dirección de la revista. Presentación general de los artículos — Los artículos no deben tener más de 11.000 palabras (18-22 páginas, aproximadamente) contando las notas de pie de página y la bibliografía. — Letra Times New Roman tamaño 12, a espacio sencillo, con márgenes de 3 cm, paginado y en papel tamaño carta. — Las notas irán a pie de página, en letra Times New Roman tamaño 10 y a espacio sencillo. — En la primera página, debe figurar un resumen en español de máximo 100 palabras. El resumen debe ser analítico (presentar los objetivos del artículo, su contenido y sus resultados). — Luego del resumen, se debe adjuntar un listado de tres a seis palabras clave, que se eligen preferiblemente en el Thesaurus de la unesco (http://databases.unesco.org/ thessp/) o, en su defecto, en otro thesaurus reconocido cuyo nombre informará a la revista. — El resumen, las palabras clave y el título deben presentarse también en inglés. — El nombre del autor no debe figurar en el artículo. — Los datos del autor deben entregarse en un documento adjunto e incluir nombre, dirección, teléfono, dirección electrónica, títulos académicos, afiliación institucional, cargos actuales, estudios en curso y publicaciones en libros y revistas. — En esta hoja, también es necesario indicar de qué investigaciones resultado el artículo y cómo se financió.

Presentación general de las reseñas y de los ensayos bibliográficos Las reseñas y los ensayos bibliográficos deben presentarse a espacio sencillo, en letra Times New Roman tamaño 12, con márgenes de 3 cm y en papel tamaño carta. Las obras citadas en el texto deberán ser referenciadas a pie de página. Las reseñas deben constar de máximo tres páginas y los ensayos bibliográficos tendrán entre 8 y 12 páginas. Reglas de edición — Las subdivisiones en el cuerpo del texto (capítulos, subcapítulos, etc.) deben ir numeradas en números arábigos, excepto la introducción y la conclusión que no se numeran. — Los términos en latín y las palabras extranjeras deberán figurar en letra itálica. — La primera vez que se use una abreviatura, esta deberá ir entre paréntesis después de la fórmula completa; las siguientes veces se usará únicamente la abreviatura. — Las citas textuales que sobrepasen cuatro renglones deben colocarse en formato de cita larga, entre comillas, a espacio sencillo, tamaño de letra 11 y márgenes reducidos. — Debe haber un espacio entre cada uno de los párrafos; estos irán sin sangrado. — Los cuadros, gráficas, ilustraciones, fotografías y mapas deben aparecer referenciados y explicados en el texto. Deben estar, así mismo, titulados, numerados secuencialmente y acompañados por sus respectivos pies de imagen y fuente(s). Se ubican enseguida del párrafo donde se anuncian. Las imágenes se entregarán en formato digital (jpg o tiff 300 dpi y 240 pixeles). Es responsabilidad del autor conseguir y entregar a la revista el permiso para la publicación de lasimágenes que lo requieran. — Las notas de pie de página deberán aparecer en números arábigos. — Al final del artículo deberá ubicarse la bibliografía, escrita en letra Times New Roman tamaño 11, a espacio sencillo y con sangría francesa. Se organizará en fuentes primarias y secundarias, presentando en las primeras las siguientes partes: archivo, publicaciones periódicas, libros. Los títulos deben presentarse en orden alfabético. En la bibliografía deben presentarse en orden alfabético las referencias completas de todas las obras utilizadas en

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Normas para los autores

el artículo, sin incluir títulos que no estén referenciados en los pies de página. Referencias Historia Crítica utiliza una adaptación del Chicago Manual of Style, en su edición número 15, versión Humanities Style. A continuación se utilizaran dos abreviaturas que permiten ver las diferencias entre la forma de citar en las notas a pie de página (N) y en la bibliografía (B): Libro: De un solo autor: N- Nombre Apellido(s), Título completo (Ciudad: Editorial, año), 45. B- Apellido(s), Nombre. Título completo. Ciudad: Editorial, año. Dos autores: N- Nombre Apellido(s) y Nombre Apellido(s), Título completo (Ciudad:Editorial, año), 45-90. B- Apellido(s), Nombre, y Nombre Apellido(s). Título completo. Ciudad:Editorial, año. Cuatro o más autores: N- Nombre Apellido(s) et al., Título completo (Ciudad: Editorial, año), 45-90. B- Apellido(s), Nombre, Nombre Apellido(s), Nombre Apellido(s) y Nombre Apellido(s). Título completo. Ciudad: Editorial, año. Artículo en libro: N- Nombre Apellido(s), “Título artículo”, en Título completo, eds. Nombre Apellido(s) y Nombre Apellido(s) (Ciudad: Editorial, año), 45-50. B- Apellido(s), Nombre. “Título artículo”. En Título completo, editado por Nombre Apellido(s) y Nombre Apellido(s). Ciudad: Editorial, año, 45-90.

Artículo de prensa: N- Nombre Apellido(s), “Título artículo”, Título periódico, Ciudad, día y mes, año, 45. B- Apellido(s), Nombre. “Título artículo”. Título periódico, Ciudad, día y mes, año. Tesis: N- Nombre Apellido(s), “Título tesis” (tesis pregrado/PhD/ Maestría, Universidad, año), 45-50, 90. B- Apellido(s), Nombre. “Título tesis”. Tesis, Universidad, año. Fuentes de archivo: N- “Título del documento”, (lugar y fecha, si aplica), en siglas del archivo, Sección, Fondo, vol./leg./t., f. o ff. La primera vez se cita el nombre completo del archivo y la abreviatura entre paréntesis. B- Nombre completo del archivo (sigla), Ciudad-País, Sección(es), Fondo(s). Entrevistas: Entrevista a Apellido(s), Nombre, Ciudad, fecha completa. Publicaciones en Internet: N- Nombre Apellido(s) y Nombre Apellido(s). Título completo (Ciudad: Editorial, año), información del DOI o URL (fecha de consulta) B- Apellido(s), Nombre, y Nombre Apellido(s), eds. Título completo. Ciudad: Editorial, año. Información del DOI o URL Nota: Luego de la primera citación se procede así: Nombre Apellido, dos o tres palabras del título, 45-90. No se utiliza Ibid, ibidem, cfr ni op. cit.

Artículo en revista: N- Nombre Apellido(s), “Título artículo”, Título revista Vol: No (año): 45. B- Apellido(s), Nombre. “Título artículo”. Título revista Vol: No (año): 45-90.

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CONVOCATORIA La revista Historia Crítica invita a la comunidad académica a participar en su próxima convocatoria de Tema Abierto Historia Crítica, publicación del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia), anuncia que recibirá artículos de tema abierto entre el 1 y el 31 de julio de 2012. Invitamos a los interesados en participar en esta convocatoria a enviarnos artículos inéditos en español, inglés o portugués, que presenten resultados de investigación histórica, innovaciones teóricas sobre debates en interpretación histórica o balances historiográficos completos. Los originales sometidos a consideración deberán presentarse en formato Word para Windows y estar ajustados a las normas de la revista. Extensión máxima de 11.000 palabras (18-22 páginas aproximadamente), letra Times New Roman, 12 puntos, espacio sencillo, tamaño carta, con márgenes iguales de 3 cm. En la primera página se incluye un resumen de máximo cien palabras y los datos del autor se presentan en un archivo diferente. Para la elaboración de las referencias a pie de página y la bibliografía se debe seguir la adaptación del Chicago manual of style utilizado por la revista. Las normas de presentación de manuscritos pueden consultarse de manera detallada en http://historiacritica.uniandes.edu.co/ Durante el periodo de la convocatoria podrán remitir sus manuscritos a través de un enlace habilitado en la página electrónica de la revista (http://historiacritica.uniandes.edu.co/) o enviarlos al correo electrónico hcritica@uniandes.edu.co Todos los artículos seguirán un proceso de evaluación: en primera instancia, el comité de la revista verificará si el artículo cumple con los requisitos básicos exigidos, así como su pertinencia para ser incluido en una publicación de carácter histórico. Posteriormente, será sometido a la evaluación de dos pares académicos y al concepto del Comité Editorial. El resultado será comunicado al autor en un período inferior a seis meses a partir del cierre de la convocatoria. Los artículos enviados a Historia Crítica para ser evaluados no pueden estar simultáneamente en proceso de evaluación en otra publicación.




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