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Edición Septiembre / Octubre ‘10
Universidad de Los Andes · Estudiantes de ciencia política
Un mes de Unidad Nacional: Primeras percepciones del nuevo gobierno Después de un mes de gobierno las expectativas y reacciones ante la llegada del nuevo Presidente no se han hecho esperar. Por un lado hay quienes opinan que el proyecto de Unidad Nacional y el nuevo gabinete empiezan con pie derecho, tratando de arreglar, de entrada, los problemas que dejó abiertos el gobierno anterior. Por otro lado hay quienes, siendo un poco más escépticos, opinan que a pesar del tono conciliador del gobierno entrante, la Unidad Nacional no promete una nación tan unida, sino que por el contrario tiene el riesgo de excluir a pequeños grupos y de debilitar el papel de la oposición. Ante este debate es necesario preguntarse ¿Qué tan incluyente es en realidad el proyecto de Unidad Nacional y cuáles van a ser las prioridades de esta agenda política durante los próximos cuatro años de gobierno? 3 Nudo del día 5 Vox
9 De cronopios y famas 10 Al tablero 11 Retrovisor 12 Comunidad
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Blog Cartas Caricaturas
La situación de los pueblos indígenas de Colombia El fin de una era: un mes de nuevo gabinete ¿Quién quiere ser periodista? La marea verde Los disfraces del Presidente Estado de excepción y totalitarismo El dilema de Santos: ¿hablar o no hablar con las FARC? Fragmentos de Libertad A propósito del Segundo Congreso de Ciencia Política Los primeros pasos del compromiso- acción Ciclo de Cine: procesos dictatotriales del Cono Sur Comentario: el ABC de la política interior de Estados unidos
Consejo Editorial Director: Carlos Andrés Baquero Diaz Editor: María Paula Hoyos Carrero Nudo del día: Juan Camilo Rojas Acevedo Maria Alejandra Velásquez Buriticá Al tablero: Pamela Usta Yabrudy Vox: Santiago Tamayo Andrés Rejala Bonnet De cronopios y famas: Sin Corbata Retrovisor: Sin Corbata Blog: Francisco Javier Cadavid Catalina Rodríguez Ruiz Diagramación: El Felipe Palacio (felipally@gmail.com)
Sin corbata es un periódico comprometido con una posición plural y crítica, por lo cual está abierto a la expresión de diversos puntos de vista. Por ello mismo cada autor es responsable, por el contenido de su artículo, el cual no refleja necesariamente la posición de sin corbata, ni compromete a los miembros de su consejo editorial, ni al departamento de ciencia política de la Universidad de Los Andes.
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editorial Después de una agitada campaña presidencial, en donde la contienda mediática tuvo unas características sin precedentes, sobre todo por el papel que jugaron nuevas herramientas publicitarias y por el triunfo de candidatos independientes de los partidos tradicionales, parece que ha llegado un momento de calma dentro de los medios de comunicación. Da la impresión que después de tantas críticas, dudas y enfrentamientos, el primer mes de gobierno de la Unidad Nacional es bien recibido. Varios columnistas que habían sido fuertes críticos del entonces candidato Juan Manuel Santos, hoy respetan las decisiones del nuevo Presidente. La opinión pública en general está satisfecha con la elección y el perfil del nuevo gabinete. El proyecto de unidad de Santos, arrancó nombrando como Ministro del Interior a Germán Vargas Lleras, quien solía ser su competencia electoral. Con el Legislativo propuso una nueva forma de negociación, que busca que todos los proyectos sean debatidos dentro de una “Mesa de Concertación”. A esto último, se le debe sumar la actitud conciliadora del nuevo Presidente, quien no sólo se ha acercado a los principales opositores del gobierno anterior (la rama judicial y algunos gobiernos vecinos), sino que ha intentado abarcar una serie de demandas que vienen de mucho tiempo atrás, como es el caso de la repartición de tierras o la indemnización a las víctimas del Estado; tratando así de incluir los intereses de “todos” para lograr la “prosperidad democrática”. Sin embargo frente a este ambiente optimista y tolerante cabe preguntarse por los peligros que trae un proyecto de ‘unión nacional` como este. Más allá de pensar en que “la unión hace la fuerza”, es necesario analizar qué tipo de unión y de fuerza se construye a través de este discurso. En este sentido, ¿Qué tan incluyente es el proyecto de Unidad Nacional?, ¿en qué nivel dentro de la agenda política entrarán las voces de las comunidades indígenas, afrodescendientes, LGBT, mujeres y demás “minorías” colombianas? Si la nación es ahora lo que se encuentra dentro de la Unidad Nacional, ¿Qué espacio le queda a quienes no quisieron participar en la coalición de gobierno? A los movimientos sociales, los medios de comunicación y la academia les corresponde vigilar las dinámicas políticas que se dan dentro y fuera de la Unidad nacional. El objetivo será entender los alcances y las transformaciones que generará este nuevo discurso. De esa forma, la tarea es dual: por un lado, deberán esclarecer qué actores y con qué dinámicas se está construyendo el proyecto de Santos. Pero además, deberán dar cuenta de quienes resisten y cómo lo hacen aquellos que no quieren ser incluidos en este imaginario de unidad. La posibilidad de demostrar las formas en que se construye la oposición en un gobierno que se presupone incluyente de todas las posiciones e identidades no tiene respuesta evidente. Es ahí donde la imaginación de los actores que luchan en contra de la posición gobiernista se pondrá a prueba y mostrará una faceta más de la construcción de un Estado democrático, pluralista y multicultural. El problema está en confundir a las mayorías con la totalidad y que esta asociación lleve a la justificación de las decisiones de algunos como si fueran las decisiones de todos, como si fueran las decisiones de la nación. Si se le abre el espacio a esta confusión, el papel de las minorías y de la oposición quedaría invisibilizado y una vez estaríamos en un país dividido. Pero por ahora sólo llevamos un mes de Unidad, un mes en el que a juzgar por lo que se muestra en los medios se le ha abierto un espacio al diálogo, incluso con el gobierno de Chávez y con las FARC, cosa que era impensable en la administración Uribe. Falta ver hasta qué punto este diálogo se mantiene a puertas cerradas (y ojalá también a puertas abiertas) durante los próximos cuatro años.
Sebastián Rubiano
Nudo del día
La situación de los pueblos indígenas en Colombia: más allá de la ingenuidad y la perversidad Sebastián Rubiano Galvis Estudiante del Programa de Justicia Global y Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes
En el imaginario popular existen dos visiones recurrentes sobre los pueblos indígenas. Una es la visión romántica e ingenua que ve a los indígenas como salvajes que andan en taparrabos, toman yagé y viven felices en la selva sin ninguna preocupación. La otra es la visión perversa que considera que los indígenas son tercos egoístas que sólo piensan en su interés y que son un obstáculo para desarrollo del país.
La primera visión es frecuente en un sector desprevenido y miope de la ciudadanía, que no suele aproximarse a las cuestiones indígenas más allá del típico exotismo popular. La mochila de lana, las enigmáticas tomas de yagé, los misterios del templo del indio amazónico en la Avenida Caracas, y en el mejor de los casos, el recuerdo del indígena salvaje de antaño de los libros que intentó resistir a la colonización española, constituyen una buena parte de lo que esta visión entiende como “lo indígena”. Quienes tienen esta visión suelen ver a los indígenas con una suerte de ingenua compasión por su atraso. La segunda visión es frecuente encontrarla entre empresarios y algunos sectores del gobierno. Para esta visión, hace tiempo que los indígenas dejaron de ser indígenas en el sentido de ser culturalmente distintos, y hoy están tan occidentalizados, que incluso son más estratégicos que el más audaz de los empresarios. A esta visión le choca que los resguardos indígenas ocupen más del 60% del territorio nacional. Quienes la defienden creen, como lo dijera alguna vez el entonces ministro de agricultura Andrés Felipe Arias, que los verdaderos grandes terratenientes del país son los indígenas. Por eso los miran con profunda desconfianza y los ven como una piedra en el zapato para los proyectos económicos de desarrollo. A mi modo de ver estas dos visiones, a pesar de sus diferencias, tienen algo en común: una profunda ignorancia de cara a la situación real de los pueblos indígenas del país. Una mirada más seria y detallada a la situación de los pueblos indígenas en Colombia revela que, distinto a lo que piensan los ingenuos y los desconfiados, éstos enfrentan una serie de problemas y de desafíos que cada vez se hacen más agudos. Las tragedias humanitarias, las violaciones sistemáticas de derechos, las disputas por los territorios y el estrecho margen de participación política y movilización social son algunos de los problemas y desafíos que hoy enfrentan los indígenas en nuestro país. Por eso me parece pertinente aprovechar este espacio para mostrar un panorama general de
la situación de los pueblos indígenas en nuestro país y mostrar que la realidad es más compleja de lo que estas dos visiones creen. Por razones de espacio me concentraré solamente en cuatro temas que considero fundamentales. El primero es el de tierras y territorios. En este ámbito los pueblos indígenas siguen dando las mismas peleas de siempre contra los grandes agentes del desarrollo. Desde hace algunas décadas, los indígenas están en el centro de la tensión entre desarrollo y medio ambiente. Los megaproyectos de infraestructura, energéticos y de extracción de recursos naturales ejecutados por empresas nacionales y trasnacionales en territorios indígenas, que a menudo se realizan sin respetar el derecho a la consulta previa y que usualmente causan fuertes impactos sobre el medio ambiente, siguen siendo uno de los principales dolores de cabeza de los pueblos indígenas1. La minería por ejemplo, cada vez más está dejando profundas huellas ambientales y socioculturales en los territorios indígenas. El proyecto “Colombia país minero 2019” ha orientado el modelo de desarrollo del país hacia la extracción minera2. Por ello, el número de concesiones para explotaciones mineras ha disparado exponencialmente en los últimos cuatro años. Lo problemático de esto no es solamente que las extracciones impliquen graves daños ambientales, sino también que en muchos casos se realicen dentro de territorios indígenas, causando fuertes impactos sobre las comunidades. El segundo tema es la participación política. La voz de los indígenas en los debates de relevancia pública que los atañen sigue siendo marginal. Por ejemplo, en las elecciones de los últimos años, uno de los partidos indígenas más representativos, la Alianza Social Indígena, ha tenido que dedicarse a repartir avales a políticos no indígenas que distan bastante de representar sus intereses y que utilizan su partido más como colchón legal para reinventarse políticamente y cumplir el requisito de lanzarse con la personería jurídica de un partido bajo el brazo. De igual forma, en veinte años la minúscula minoría indígena en el Congreso poco ha podido hacer por su causa ante las aplanadoras mayorías del clientelismo partidista.
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Sebastián Rubiano
Nudo del día
Esta marginalidad se ve aún más acentuada por el hecho de que las mayorías siguen intentando torpedear la participación indígena. En las pasadas elecciones parlamentarias, en un hecho sin precedentes y siguiendo una clara estrategia de correrles la butaca, el Partido de la U y el PIN inscribieron candidatos para la circunscripción especial indígena del Congreso. Y pocos días después de las elecciones, la organización Veeduría Ciudadana pidió al Consejo Nacional Electoral repetir las elecciones para esta circunscripción, pues pese a las listas de la U y del PIN, ningún partido logró superar el coeficiente electoral. Pero la estrechez de los canales institucionales no es todo. La movilización social indígena que fue tan vigorosa en los setentas, hoy es víctima del discurso polarizante de los últimos ocho años de gobierno. La última vez que los indígenas se movilizaron masivamente para reclamar sus territorios no reconocidos y para protestar contra el gobierno de Uribe –recuérdese la minga promovida en 2008 por el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) en la que miles de indígenas marcharon desde Santander de Quilichao hasta Bogotá– fueron tachados de terroristas y de estar financiados por las FARC. Al final ni siquiera hubo diálogo pues el presidente los dejó plantados, e incluso murieron más de tres indígenas a manos de la fuerza pública. Como consecuencia del poco espacio para los indígenas en los canales tradicionales de representación política, su estrategia –como la de otros movimientos sociales en Colombia– ha sido judicializar sus demandas, es decir, acudir antes las cortes para reclamar sus derechos. Este tercer tema, la movilización legal indígena, tiene hoy una gran vigencia pues es su principal mecanismo de movilización. Desde los años noventas, los indígenas han encontrado en las cortes nacionales e internacionales una vía de escape para sus demandas. La Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Constitucional son hoy los principales abanderados de los derechos indígenas. Sin embargo, el principal obstáculo de la movilización legal indígena es que en muchos casos las sentencias que favorecen a los pueblos, aunque son muy progresistas, se quedan en el papel3. El cuarto tema es la situación de derechos humanos, que es tan desoladora y preocupante, que cada vez llama más la atención de la comunidad internacional. El Relator Especial de Naciones Unidas para los derechos y libertades de los indígenas, James Anaya, visitó Colombia en 2009 y señaló en su informe final que los derechos de los pueblos indígenas son sistemáticamente violados y que las leyes y programas gubernamentales existentes para atender esa situación son insuficientes. A la misma conclusión llegaron Bartolomé Clavero,
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vicepresidente del Foro Permanente para la Cuestiones Indígenas de Naciones Unidas, cuando vino al país a mediados de 2010 y visitó una comunidad del pueblo Awa en Nariño, y el juez y asesor de la Corte Penal Internacional Baltasar Garzón, quien en días recientes visitó a las comunidades el pueblo Nasa en el Cauca.
la jurisdicción especial indígena con la justicia estatal, el tratamiento de indígenas en centros penitenciarios y los procesos de occidentalización son otros temas que además de los cuatro presentados, también reflejan importantes problemas que atañen a los indígenas hoy en día.
En este tema las cifras son escalofriantes. Según el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, entre 1998 y 2008 fueron asesinados 1.075 indígenas. Y según cifras de la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en 2009 los asesinatos de indígenas aumentaron en un 62% con respecto al año 2008. Según la Vicepresidencia, este aumento fue de 71%. Basta visitar alguna comunidad –como la de Zambudó de los Embera Katío del Alto Sinú, la de Tortugaña de los Awa o la de Chemesquemena de los Kankuamos– para escuchar de primera mano casos recientes de asesinatos, desapariciones, masacres y hostigamientos a líderes indígenas.
El segundo es que aunque me parece que las dos visiones recurrentes sobre los indígenas en el imaginario popular –la ingenua y la perversa– son terriblemente infortunadas, sin duda, la más preocupante es la segunda. Como decía, las dos visiones tienen en común una profunda ignorancia de la situación de los indígenas. Pero hay una diferencia: la ignorancia de los primeros se debe a una combinación entre falta de información e ingenuidad, pero la de los segundos es más una ignorancia voluntaria. Esta segunda visión es más peligrosa, porque quienes la defienden sí que conocen muy bien los conflictos que tienen los indígenas, y justamente por eso piensan lo que piensan.
Un problema muy sensible en este tema de derechos humanos es el del desplazamiento forzado. La ONIC y el Ministerio del Interior reportan que entre 2002 y 2009, más de 74.000 indígenas fueron desplazados de sus territorios a causa del conflicto armado. Ante este fenómeno, la Corte Constitucional expidió el Auto 004 de 2009, en el cual ordena al gobierno tomar medidas concretas para proteger y atender a los indígenas desplazados y diseñar e implementar planes de salvaguarda étnica para 34 pueblos en riesgo de exterminio físico y cultural. Sin embargo, como lo muestra un informe reciente del Programa de Justicia Global y Derechos Humanos de la Universidad de los Andes, el gobierno apenas ha dado pasos tímidos y poco comprometidos para cumplir con las órdenes del Auto.
Incluso, algunos de los que sostienen esa visión son en muchos casos los propios responsables directos de buena parte de la preocupante situación de los pueblos indígenas en el país. Para ellos, los indígenas, sus manifestaciones, las sentencias judiciales progresistas que los amparan y el discurso de la diversidad cultural, incomodan. Por eso quizás lo más preocupante es el hecho que en muchos casos es de ellos de quién depende la persistencia de la situación desoladora de los indígenas en nuestro país.
El conflicto armado es sin duda la principal amenaza para los derechos de los pueblos indígenas. Prueba de ello es el impacto demográfico que ha tenido sobre sus comunidades. Según un informe reciente de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) –“Palabra dulce, aire de vida” –, de los 102 pueblos indígenas que hay en Colombia hoy, 32 tienen menos de 500 personas, 18 tienen menos de 200 miembros y 10 tienen menos de 100. Ante este balance rápido y general de la situación de los pueblos indígenas en Colombia quisiera hacer algunos comentarios. El primero es que aquí dejo por fuera una cantidad de temas fundamentales. Estos tres temas grandes son apenas una mirada general a la situación de los indígenas en el país, pero sus problemas no se agotan allí. Las disputas sobre propiedad intelectual de conocimientos ancestrales como la medicina tradicional, el problema de los indígenas en contextos urbanos, los conflictos de
Notas 1
La consulta previa es un derecho que tienen los indígenas y las comunidades negras a ser consultadas sobre proyectos que puedan afectar su territorio. Es una forma de proteger la identidad cultural, social y económica de las minorías étnicas. En el derecho internacional, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (1989) y la Declaración Universal de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007) consagran este derecho. La Constitución colombiana acoge y reconoce este derecho. 2
Tan es así que según algunos analistas como Manuel Rodríguez, el crecimiento de la economía nacional en los próximos años dependerá en buena parte del boom minero actual. Ver Manuel Rodríguez, Minería en Colombia, ¿estilo 007? En: Razón Pública, agosto 16 de 2010. 3
El caso del pueblo U’wa es un buen ejemplo de este fenómeno. Este pueblo lleva casi veinte años resistiendo contra la explotación petrolera de la empresa Oxy en su territorio, y pese a los distintos pronunciamientos de cortes nacionales a internacionales a favor de los U’wa, el conflicto sigue vigente. El reciente caso de los Embera y la empresa minera Muriel Mining Corporation en Chocó también ilustra un ejemplo de un sentencia judicial progresista que poco impacta la realidad.
Juan F. Gómez
Vox
El fin de una era: Un mes de nuevo gabinete Juan Francisco Gómez Fernández Estudiante de Ciencia Política Universidad de los Andes Este año los magistrados de la Corte Constitucional han tomado una decisión fundamental en la preservación de la democracia en Colombia. Declarando inexequible el segundo referendo reeleccionista por vicios de forma en la recolección de firmas y en su financiación, se le ha dado un nuevo aire de respiro y de distensión al régimen democrático. O por lo menos hasta el momento todo parece indicarlo. Con la salida de Álvaro Uribe de la Casa de Nariño y la llegada de Juan Manuel Santos, parece que las tensiones entre la rama ejecutiva con las ramas, legislativa y, principalmente, con la judicial y sus respectivas cortes (Corte Suprema de Justicia y Corte Constitucional), desaparecen y las relaciones entre éstas se normalizan. Hasta el momento esta ilusión de estabilidad ha generado gran expectativa en la sociedad civil y en los círculos políticos y periodísticos, sobre el gobierno entrante y su capacidad de manejar la crisis política colombiana. Falsos positivos, chuzadas, AIS, entrega de notarias a cambio de votos, clientelismo, desempleo, polarización y corrupción, es el gran legado negativo que deja el gobierno saliente. Además al no haber estabilidad política interna, es muy difícil esperar unas relaciones internacionales adecuadas y óptimas. El nuevo gabinete nombrado por el presidente Santos muestra un equipo de trabajo sólido con el que se puede esperar un excelente manejo en todos los campos. Los más importantes en este momento para el país, son el de Ministro de Hacienda, Ministro de Agricultura y Ministro de Relaciones Internacionales. Los tres están ocupados por personas que se han caracterizado por ser transparentes y por sobre todas las cosas enfrentarse a la corrupción y al clientelismo. Lo digo con certeza, en este gobierno no habrá beneficios a ricos, habrá mucha más ayuda a los más necesitados, se reducirán los altísimos índices de pobreza y de miseria y se mejorará la producción del campo, generando de esta forma más empleo, contribuyendo así al crecimiento económico. Es de esperar que con los nombramientos de Juan Carlos Echeverri (Min Hacienda) y de Juan Camilo Restrepo (Min Agricultura), se acabe la corrupción, el clientelismo y se reorganicen los recursos económicos, de manera que puedan estar enfocados en la generación de más empleo y en el continuo y constante desarrollo del país.
http://octavatribuna.wordpress.com
Con la llegada de Restrepo se puede esperar un cambio radical, con respecto a sus antecesores, en las políticas y en las posturas agrarias, lo que permitirá un crecimiento y un desarrollo significativo del campo. Se puede esperar una mejora sustancial de productividad de los campos y como consecuencia un crecimiento y un fortalecimiento de la agricultura colombiana, una de las mayores riquezas de este país, pero al mismo tiempo una de las más explotadas y menos aprovechadas. Por otra parte, el nombramiento de María Ángela Holguín como Ministra de Relaciones Internacionales, permite entrever un cambio notorio en la política exterior colombiana. Con ella se espera la transición de un tono agresivo y amenazador, en materia internacional, especialmente con los gobiernos de Venezuela y Ecuador, a uno de cordialidad, cooperación y entendimiento. Lo más probable es que bajo el gobierno de Santos se reanuden las relaciones comerciales con Venezuela que tanto mal le han hecho al país, generando un aumento en el índice de desempleo y una disminución en el de las exportaciones. De igual forma, es de esperar que Holguín le dé un giro a la imagen
negativa de Colombia en la región, después del acuerdo con Estados Unidos sobre las bases militares y con los ataques a Ecuador para darle sendos golpes a la guerrilla y al narcotráfico colombiano, violándoles así su soberanía. Es importante que el presidente Santos junto con su gabinete sea capaz de devolverle la transparencia al aparato estatal y su efectivo y eficiente funcionamiento. Como dijo Álvaro Gómez Hurtado: “Queremos un Estado pequeño y fuerte que intervenga con denuedo para castigar los excesos del sistema y rechazamos el Estado gigantesco cuya injerencia intermitente y sin propósitos esteriliza el proceso productivo.” Por el momento, los nombramientos que ha realizado Santos para conformar su gabinete y su propósito de dividir el Ministerio de Justicia y del Interior, permiten imaginar un Estado mucho más pequeño y compacto, pero al mismo tiempo más complejo, sólido y eficiente. Esto generará una estabilidad interna que le dará a Colombia suficientes bases y sustentos para mejorar sus relaciones diplomáticas. A gritos Colombia lo exige. Ojalá el tiempo nos dé la razón.
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María A. Bejarano
Vox
Septiembre / Octubre de 2010 · Edición 14
Quién quiere ser periodista María Alejandra Bejarano Estudiante de Comunicación Social Universidad Javeriana Ninguno de mis profesores es periodista. No saben nada de periodismo. Y cuando digo nada, es nada: no tienen idea de la semiótica de géneros contemporáneos, de los problemas metodológicos para el análisis de la comunicación o de la etnografía de las audiencias. Y por el contrario, si consumen más literatura que periodismo, más cine de ficción que documentales, y más historietas que libros de investigación. La mayoría estudió filosofía y letras. Un ejemplo es Mauricio Bayona, editor de las ediciones especiales de la revista Semana. Otros son economistas como Jorge Cardona, editor general del Espectador; Abogados, literatos y hasta profesionales en Hotelería y turismo como es el caso de la mejor cronista de Latinoamérica: la argentina Leila Guerriero, ganadora del premio FNPI de periodismo.
Las universidades y escuelas de periodismo están centrando el foco en derechos, leyes y técnicas que cualquier persona debería conocer. Le doy la razón a Daniel Samper Ospina cuando dice que estudiar periodismo es botar la plata. Que se hace más estudiando literatura, filosofía y letras, donde se lee buena literatura, buenos perfiles, crónicas, textos de Borges, Martín Caparrós, Truman Capote. Entre otros grandes maestros. O a Leila Guerriero, cuando dice que el periodismo se aprende haciendo. Tan sencillo como decir: sin práctica, no hay periodismo.
Todos tienen en algo en común: son grandes periodistas sin haber pasado por una escuela de periodismo. Cualquiera puede ser periodista. Pero no cualquiera, es buen periodista. Desde el corresponsal, hasta el jefe de una oficina de relaciones públicas de alguna entidad, o el sobrino del director, el que no tenía trabajo o el abogado que escribe “bonito” y que opina sobre la coyuntura. Cualquiera, cualquiera puede serlo. Entonces ¿por qué las universidades insisten en la enseñanza de esta carrera? La respuesta es sencilla: Se trata de dos aspectos importantísimos que están lejos de quienes de pura casualidad terminaron quitando algunos puestos de trabajo: el conocimiento de la técnica y el compromiso ético con la profesión. La formación que los estudiantes recibimos a lo largo de cinco años marcan una diferencia abismal en cuanto a técnica, no en cuanto a estilo. Me sé de memoria los códigos periodísticos. He llegado a tener pesadillas con palabras como: formación, integridad, humanismo, compromiso social y responsabilidad, entre otras que repiten sin cesar los profesores a diario. Y si, puede que se vean muy bonitos en el papel, pero si no se aplica, no sirve para nada. Nos están educando con una metodología teórica, metódica y moralista que puede que a muchos estudiantes les sirva y les sea útil, pero el periodismo es un oficio que se aprende haciendo, viendo, copiando, por prueba y error. No leyendo teorías. El periodismo se vive. No se lee, no se aprende, no se interpreta: Se siente. Los estudiantes de comunicación no leemos. O bueno si, leemos teorías de la comunicación e historia, pero ni Thompson, ni Llasweell nos van a enseñar a escribir.
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http://www.thesimpsons.lt/lt/faktai.html
“Cualquiera puede ser
periodista.
es buen periodista”. Pero no cualquiera,
Juan S. Salinas
La marea
Vox
erde
Juan Sebastián Salinas Rangel Estudiante de Ciencia Política Universidad de los Andes
http://es.paperblog.com/colombia-la-ola-verde-de-mockus-134558/
La marea verde dejó mareados y biches a los jóvenes partidarios del movimiento. Después de que fueron los jóvenes quienes causaron la efervescencia de la “ola verde” son éstos quienes se quedaron sin representación alguna en el frente directivo del partido, que aunque actualmente cuenta con 17 miembros en la mesa directiva, ninguno de ellos es perteneciente a las juventudes del partido, no hay un representante directo de ellos, ni por lo menos un delegado de sus intereses. Si bien los jóvenes fueron quienes partieron la piñata, también es cierto que se les mandó a dormir con cautela y suspicacia a la hora de recoger los dulces. Los jóvenes, pieza clave del éxito del Partido Verde, se encuentran profundamente dormidos mientras afuera los políticos se astean de dulce, ¿No es acaso la hora de despertar de nuestras camas y narrar el escape de nuestros cuartos para idear, sembrar y construir el país que queremos? No sólo mediante la repartición de manillas, los flashmob, las caminatas y demás estrategias políticas queremos poder transformar la realidad nacional, sino también con una representación real en las facciones del poder
público. Si bien la mayor participación de los jóvenes en esta campaña fue netamente mediática, el resultado electoral arrojó un dato contundente: El Partido Verde se constituyó como la segunda fuerza electoral en el país. La pregunta que queda entonces es: ¿Representa el Partido Verde real-
mente una nueva opción política que reivindica valores reales o, por el contrario, sólo es un partido como los tradicionales que usó a los jóvenes como carne de cañón para establecerse como ganador en las urnas y que ahora procede a hacer una repartición del botín burocrático, administrativo, o peor se ha convertido en una empresa que otorgará avales para las elecciones del 2011?
Ahora que la ola llega a las costas y se distiende por la playa parece que ésta no es tan incluyente. Ya no recibimos llamadas para ir a conversatorios, ya no están rindiendo cuentas a los ciudadanos, ya no hay un acompañamiento para los jóvenes que se preocupan por lo público. ¿Acaso se habrán enmudecido las voces gracias a la taruga del poder? Como jóvenes pertenecientes a un selecto grupo de futuros profesionales somos nosotros quienes debemos estar de cara frente a este tipo de eventos, reclamando rendición de cuentas de lo que muchos de nosotros sembramos, fruto de nuestra participación activa. Exijamos la representación real de nuestros intereses como jóvenes. Les invito a que seamos militantes no de un partido sino de una ciudadanía, no de una ilusión, sino de un sueño aterrizado. Utilicemos la creatividad y el activismo como herramienta de construcción para crear un país soñado, edificando desde ya los puentes que nos lleven eficazmente al desarrollo sostenible de la sociedad colombiana. Jóvenes ustedes no son solamente la esperanza sino el poder de transformación.
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Juan C. Rincón
los
Vox
Septiembre / Octubre de 2010 · Edición 14
disfraces
del Presidente Juan Carlos Rincón Estudiante de Derecho Universidad de los Andes
Juan Manuel Santos es un camaleón. Muy fiel a su deseo de no ser imbécil (en sus iluminadas palabras), es un hombre que ha cambiado de imagen radicalmente durante este año. Al iniciar la contienda electoral, cuando sentía que su triunfo era cuestión de tiempo, intentó distanciarse ligeramente de Uribe creando una campaña centrada en Santos, el candidato de color naranja. Grave error, a los colombianos parecía gustarles más el color verde, y Juan Manuel, el político de colores difusos, se asustó. Colombia quería a Uribe, y Santos comprendió que era tiempo de cambiar. Erradicaron el naranja de la campaña y pegaron una gran U en todos los afiches. Ahora Santos era un candidato digno de la coalición uribista: pícaro en sus métodos, hostil en sus confrontaciones con los demás candidatos y un poco ambiguo en sus propuestas. Luego fue cuestión de sentarse a ver cómo Mockus caía en el juego de ser político y destruía su propia campaña. Ese Juan Manuel me daba miedo porque era la viva demostración de que el fin justificaba los medios. A partir del 7 de agosto él iba a ser el nuevo dueño, así la gente no lo haya elegido a él sino a Uribe. Inesperadamente, al menos para quien escribe, se presentaría otro cambio de imagen más. Después de la primera vuelta, cuando ni Mockus se creía el cuentico de que si lo soñamos, lo logramos, Santos cambió. Se presentó como un hombre conciliador, abierto al diálogo, modesto en sus ideas y sus métodos. ¡Logró que Antanas pareciese un arrogante y resentido agresor! Foto:Felipe Pnzón - SIG
Después fue nombrado presidente, y el disfraz de Uribe terminó en la basura –por ahora- . En menos de un mes de gobierno demostró que no compartía los métodos de su antecesor. Nombró ministros competentes, con la excepción de Rivera (el reconocimiento necesario a Uribe). Va encaminado a mejorar las relaciones con Venezuela y Ecuador, se sentó con las Cortes en una genuina señal de respeto respaldando sus labores, dejó de criminalizar a los opositores y, con el cambio más sorpresivo, se sentó a conversar con ellos. ¡Hasta moderó ligeramente su mano dura para abrir el espacio de un diálogo con las FARC! Con este nuevo disfraz, el de presidente competente, Juan Manuel cambió el tono del país y abrió una puerta para dejar a un lado la Colombia polarizada. ¿Será ésta la presidencia donde se debatan, por fin, las ideas y no las personas? Eso depende de nuestro presidente, y del comportamiento de los congresistas miembros de su coalición –sobre quienes aún hay dudas-. Juan Manuel se ha ganado el beneficio de la duda. Sin embargo, y la historia es testigo, con él nunca se sabe. Amanecerá y veremos.
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Foto: Associated Press
Daniel Moreno
De cronopios y famas
Estado de excepción y totalitarismo:
la experiencia de la ley en Crónica de una fuga
Daniel Moreno Estudiante de Derecho y Filosofía Universidad de los Andes. El paradigma de acción de las dictaduras en el mundo es la excepcionalidad. La dictadura consiste en un estado de excepción en el que todo y nada puede ocurrir, en donde todas las ‘garantías’ que el Estado da a la acción de las personas se ven suspendidas. Schmitt, definió la soberanía como la capacidad del soberano de decidir sobre el Estado de Excepción. Soberano es aquel que puede suspender el ordenamiento jurídico mediante la excepción y crear un estado de indeterminación en el que el poder puede ser ejercido por él sin ninguna “garantía” que lo ate a determinado curso de acción. Este espacio de indeterminación en la película Crónica de una fuga puede ser ubicado en la casa de detención clandestina que la dictadura de Videla utilizó para encerrar a las personas que fueran consideradas “peligrosas”. Este poder soberano que se ejerce en el Estado de Excepción se posa sobre la vida de quienes lo sufren, es decir, la soberanía. Como señala Agamben, es una cuestión fundamentalmente biopolítica. Los prisioneros de los lugares clandestinos de detención no eran sujetos de derechos, no eran humanos, simplemente eran seres que vivían, sólo eran nuda vida. En el espacio de indeterminación que configura el ejercicio del poder soberano, la mera vida y no una determinada forma de vida -que asume una vida política que tiende a la felicidad- es lo que está en juego, ya que su forma de vida garantizada por el orden jurídico está en estado de suspensión . Esta suspensión del ordenamiento jurídico, se da para los personajes de la película como una ley inerte que, como en la leyenda kafkiana Ante la ley, se presenta como un horizonte inútil al que no pueden acceder y solamente esperar a ser “invitados” a pasar ante él por el guardián, a pesar de que su acceso está abierto. La espera de esta invitación los lleva inexorablemente a la muerte, a perder la vida. Aunque el guardia sea amable, como Lucas, la puerta de la ley siempre será una espera inútil, una instancia que en el Estado de Excepción, se hace una ficción. El Estado de Excepción es la forma de incluir mediante la exclusión, es decir, incluye la norma suspendiéndola. La ley se hace una consideración vacía, carente de significado. En el Estado de Excepción la vigencia de la ley se suspende, la ley se presenta entonces en la forma de su imposibilidad. Los presos de los centros clandestinos de detención esperaban inútilmente que fueran llevados ante un juez o a un penal, es decir, ante la ley, pero esa espera no tenía sentido
“Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar” - Franz Kafka, Ante la ley. “La tradición de los oprimidos nos enseña que el ‘estado de excepción’ en el cual vivimos es la regla” - Walter Benjamin, Tesis sobre el concepto de Historia. ya que la ley era vacía, simplemente se presentaba en se vacuidad. En el totalitarismo la ley es una ficción. Pero la ley es vigente como ficción, como pura forma, y esto es lo que permite legitimar la actuación de las fuerzas totalitarias del Estado. El totalitarismo es la ley que se transgrede a sí misma, que se vuelca sobre sí negándose, desaplicándose, pero aún siendo vigente; es vigente porque es pura forma. Como la ley es pura forma, la vida queda desnuda ante el poder, es pura vida biológica, no una forma de vida. Como pura vida biológica, el mero hecho de estar vivo, nuda vida, el poder ya la regula, no le da una forma, sino que la hace objeto de su ejercicio, la arrasa. La puerta de la ley se cierra cuando ya no es necesaria. Al escapar, los cuatro cierran la posibilidad de continuar esperando ante la ley, muriendo. En Kafka, el campesino muere y la ley jamás se aplica, a pesar de siempre mantener su vigencia. En la película, los prisioneros escapan al horizonte de espera renunciando a la espera de acceder a la ley. Ya no esperarán más un penal o un juez porque se dan cuenta de que ese horizonte es una ficción y que no tiene sentido esperarla. En el ejercicio más transgresor los prisioneros escapan, negando la posibilidad de traslado a un lugar de detención “seguro” con “garantías”, asumiendo el
carácter político de esa vida humana reducida a una vida animal precisamente por la ley vacía que es pura forma. Superan la vigencia de la ley como pura forma, ejerciendo su capacidad de actuar, su capacidad de liberarse de la espera y de la muerte. Asumen su vida como una forma de vida. No obstante, su acción no elimina el Estado de Excepción, los militares no dejan de pensar la ley como mera forma vigente. Además, el Estado de Excepción que se despliega no se ubica solamente en el centro de detención clandestino, también colma los demás espacios ocupados por el poder que ha proclamado la vnecesidad de controlar el “terrorismo”. La guerra que el poder proclama contra la subversión se convierte en un Estado de Excepción’ que se despliega sumiendo al resto de la población en el miedo y la culpa, incluyendo la que no tiene nada que ver con el movimiento guerrillero. El poder de la dictadura ocupa los espacios familiares y más íntimos de los personajes. Cuando por ejemplo, el padre del Vasco comenta que no sabía dónde buscarlo ni siquiera, la búsqueda infructuosa permite ver también que la ley es sólo vigencia, está en excepción, suspendida. Ya que aunque habrían mecanismos previstos por la ley para saber dónde se encontraba una persona detenida por las fuerzas estatales, en el Estado de Excepción estos procedimientos están en vigencia formalmente mediante la figura de la suspensión de la ley que la excluye y la incluye al mismo tiempo. La película Crónica de una fuga es un ejemplo más de la experiencia de la ley que ha tenido la modernidad. La ley se presenta como una espera, un no asumirse de las personas, un desgarramiento entre la persona y la ley que hace de ella una ficción. La infinita espera de los oprimidos por el Estado de Derecho, debe ser reemplazada por la fuga, por un santo decir sí que les permita asumirse en su forma de vida. La fuga, el ejercicio transgresor que abre las posibilidad de negar ambos horizontes, la muerte o la espera infinita, es dentro del centro de detención clandestino una revolución, una acción redentora, liberadora, como también lo hubiese sido una sublevación de los detenidos. La acción liberadora no puede ser la cínica y temerosa actuación de Tano, quien por haber delatado a sus compañeros y haber esperado ante la ley, terminó en el océano o en el Río de la Plata, pensando que su actuación era un ejercicio que lo llevaría a la libertad y realización que ofrece la ley estatal.
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Carlo Nasi
Al tablero
El dilema de Santos:
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hablar o no hablar con las
Carlo Nasi, Ph.D. Profesor Asociado, Departamento de Ciencia Política Universidad de los Andes
Con el reciente cambio de gobierno y por cuenta de los pronunciamientos de distintos sectores, se ha reabierto el debate sobre el quehacer con la guerrilla. A este respecto, el presidente Santos se ha mostrado dubitativo. Aunque no ha cerrado del todo la puerta del diálogo, parece inclinado a continuar con la estrategia de guerra. De ahí los “no gracias” a las propuestas de diálogo de las propias guerrillas, de la iglesia y de los Colombianos por la Paz, así como a los ofrecimientos de facilitación de más de un gobierno extranjero. La renuencia de Santos de nombrar un Comisionado de Paz en los próximos seis meses, así como las recientes afirmaciones del Ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, de que no se negocia con terroristas, dan cuenta de un clima de relativa intransigencia. Los recientes atentados de la guerrilla contra la fuerza pública parecen haber afianzado aún más la decisión de no dialogar. ¿Dialogar o no dialogar? Varios sectores se muestran renuentes a intentar el diálogo a falta de resultados tangibles en materia de paz. A pesar de ello, mi lectura es que hay que intentarlo de nuevo. Así como el gobierno israelí y los palestinos se están viendo las caras una vez más, en un enésimo intento de llegar a una solución pacífica del conflicto, nosotros deberíamos considerar hacer otro tanto con la guerrilla. Por supuesto, no se trata de “dialogar por dialogar,” y mucho menos de “dar papaya” o ventajas político-militares a la guerrilla. Pero buscar un nuevo acercamiento puede tener sentido, siempre y cuando se tenga claridad sobre tres cosas: por qué, cómo y para qué dialogar. Vamos por partes. ¿Por qué dialogar? Los argumentos a favor de esa opción son varios: 1. Porque el timing es bueno. Santos en un presidente con altos índices de popularidad y ya no está en campaña. Al presentarse como el heredero de Uribe, durante la campaña política Santos debía apostarle a la misma línea guerrerista de su antecesor, so pena de correr el riesgo de perder las elecciones. Hoy, como presidente electo y muy popular, Santos ya está en una posición segura. Puede darse el lujo de explorar caminos distintos a los de Uribe, sin que ello ponga en riesgo su cargo. Y siempre y cuando se ciña a las sugerencias del presente escrito, un acercamiento con la guerrilla no tiene por qué acarrearle costos políticos. 2. Porque la apuesta política y el talante de Santos son distintos, y eso genera espacios para el diálogo. En materia de política, podría afirmarse que Uribe puso todos sus “huevitos” (o casi) en la canasta de la guerra, lo que le dio algunos resultados importantes. Eso se compaginó con el mismo talante de Uribe, dirigente carismático que escaló en las encuestas y fue elegido presidente en 2002 gracias a un discurso
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FARC antiguerrillero radical. Ése se convirtió en el repertorio estándar de Uribe en los siguientes ocho años. Cada vez que las FARC cometían algún atentado, Uribe salía en los medios de comunicación a manifestar indignación y despotricar contra la guerrilla, a lo que usualmente le seguía un repunte en las encuestas. A mucha gente le gustaba la idea de contar con un “presidente con pantalones,” que no transaba ni se dejaba intimidar. Santos es distinto. No le faltan “pantalones,” pero su talante es más racional y calmado, y su carisma menor. Probablemente se vería poco auténtico copiando el estilo de Uribe. Más importante aún: la apuesta política de Santos es otra. Aunque Santos está consciente de que la amenaza guerrillera persiste y hay que controlarla, su prioridad está en el terreno económico. Reducir sustancialmente el desempleo y la pobreza, propiciar el desarrollo y reactivar el campo –más que derrotar a la guerrilla-, parecen ser las principales metas de Santos, muy a tono con las mayores preocupaciones de los colombianos. 3. Porque los dividendos de la guerra tienden a ser decrecientes. A comienzos de la administración Uribe, cuando las FARC estaban crecidas y metidas en varias de las ciudades, la contraofensiva del Estado dio resultados contundentes y notorios para muchos ciudadanos. Se pasó de una guerrilla envalentonada y con mucha capacidad de hacer daño, a una guerrilla golpeada, disminuida, y replegada a zonas rurales apartadas. Justamente en razón de los buenos resultados obtenidos por la fuerza pública durante los dos gobiernos de Uribe, de un tiempo para acá los avances en materia de seguridad han sido relativamente menores. Los golpes a la guerrilla se han vuelto más esporádicos y menos espectaculares desde la “Operación Jaque.” Más importante aún: el trecho que hay entre una guerrilla
debilitada y replegada, a una guerrilla definitivamente derrotada en lo militar, parece ser largo y tortuoso. Dados los rendimientos decrecientes de la estrategia de guerra, y la falta de garantías de un triunfo militar del Estado en el mediano plazo, se podría explorar una vez más la vía del diálogo. 4. Porque las condiciones objetivas para hablar con la guerrilla son totalmente distintas y mejores hoy en día. A veces el origen de las propuestas de diálogo da una pista de quién tiene la sartén por el mango. Durante el gobierno de Pastrana, cuando las FARC estaban muy fortalecidas, fue la sociedad civil (con el referendo por la paz de 1997) y luego los candidatos a la presidencia quienes propusieron negociar con la guerrilla. La iniciativa conciliatoria provino del establecimiento y bajo circunstancias extrema dureza (El Billar, Patascoy), lo que hizo que las FARC se sintieron con la capacidad de imponer sus condiciones para el diálogo (el despeje de cinco municipios). Hoy tenemos la situación inversa. Son las FARC las que han propuesto el diálogo, desde una postura bastante menguada en lo militar y lo político. Es Cano el que quiere hablar, a lo que Santos ha contestado con un lacónico “lo pensaré.” El hecho de que hoy la guerrilla esté debilitada augura mejor para cualquier diálogo. Además, por cuenta de la muerte y/o captura de muchos líderes guerrilleros, ha variado bastante la composición de la dirigencia de las FARC. Aunque ello no necesariamente significa un cambio radical de postura, quizás los líderes guerrilleros emergentes resultan ser un poco más flexibles que los históricos. Dicho lo anterior, viene la pregunta sobre el cómo dialogar. Los formatos y procedimientos de diálogo son absolutamente cruciales, ya que determinan en parte los prospectos de éxito a fracaso de cualquier
Foto: Gerardo Gómez - AFP
Carlo Nasi acercamiento. Todos sabemos que las FARC utilizaron el despeje del Caguán para todo tipo de fines non-santos, como oxigenarse en lo militar, traficar armas y drogas, mantener secuestrados y proyectarse políticamente. La forma en que se llevó a cabo el proceso de paz de Pastrana permitió a la guerrilla negociar con fines puramente tácticos, dentro de una estrategia de guerra y sin la intención de alcanzar la paz. ¿Cómo evitar que ésa historia se repita? 1. El criterio más básico es que el diálogo no debe ser costoso para las partes. Es decir, el diálogo no debe propiciar ventajas militares de corto y mediano plazo ni para la guerrilla, ni para el Estado. Por eso no puede enmarcarse dentro de una estrategia de guerra, ni puede condicionarse a despejes territoriales. Pero así como está fuera de discusión cualquier despeje territorial, también creo que las condiciones mencionadas por Angelino Garzón (y otros) para dialogar con la guerrilla no ayudan tanto. El vicepresidente dijo que el gobierno se sentaría a hablar con las FARC únicamente si ésta guerrilla: a) libera a todos los secuestrados; b) cesa por completo la práctica del secuestro; c) cesa por completo el terrorismo; d) deja de poner minas antipersonales; e) entrega a todos los niños y niñas reclutados forzosamente; y f ) declara públicamente que la violencia no va más. Todo lo que plantea Garzón es, sin duda, muy deseable desde el punto de vista de lo que quisiéramos que hagan las FARC. No obstante, las condiciones son una especie de “lista de mercado” que implica varios costos
que poner algunas condiciones a las FARC para iniciar un diálogo, pero tomando muy en cuenta el momento en que estamos. Más que pretender que realice grandes gestos, lo que hay que exigirle ahora son compromisos de seriedad, comportamiento y cumplimiento en las conversaciones. Pedir a las FARC cosas sencillas, tipo que respete el principio de confidencialidad de las conversaciones; que mande emisarios de muy alto nivel y que puedan asumir compromisos en nombre del grupo rebelde; que no suspenda las conversaciones por cualquier razón o excusa banal; y que se comprometa a presentar propuestas serias y realistas frente a temas específicos (y para la terminación del conflicto armado) dentro de plazos determinados, son requerimientos más razonables y que se pueden cumplir. Si las FARC cumpliera inicialmente con éstas exigencias, nos daría pistas de si se está tomando (o no) la paz en serio. En caso afirmativo, poco a poco madurarían las condiciones para, ahí sí, pedirle gestos de paz más significativos. 2. Los diálogos tampoco deben prestarse a shows mediáticos. Plantear que los diálogos se hagan “de cara al país” se presta a todo tipo de manipulaciones y ejercicios puramente retóricos. Equivale a transformar la paz en un “reality show” (y sólo un tonto puede creerse que los “realities” revelan las verdaderas intenciones y secretos de los participantes…). La guerrilla, en particular, por el simple hecho de estar en cámara y ante una audiencia nacional cautiva, jamás desperdiciaría la oportunidad de obtener dividendos políticos a punta de discursos populacheros. Dialogar
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para la guerrilla, y eso dificulta el diálogo. Más aún: a pesar de su deseabilidad, las condiciones tienen algunos inconvenientes. Me explico: de un lado, la propuesta de Garzón confunde lo que son los propósitos del diálogo, con sus precondiciones. El único (o principal) propósito por el cual el gobierno contempla dialogar con la guerrilla es para terminar con la guerra. Siendo realistas, sólo si se acaba la guerra, las FARC cesarán por completo sus prácticas violentas. Invertir los términos de la ecuación, y tomar el propósito del diálogo como si fuese su precondición, a pesar de reportarle unos cuantos beneficios inmediatos al gobierno, no solucionaría el problema de fondo. Porque si el diálogo resulta infructuoso (tal y como ha sucedido tantas veces en el pasado), la guerrilla seguiría con los secuestros, el terrorismo, las minas antipersonales, el reclutamiento de niños, etc. Es decir, en el mejor de los escenarios habría una ganancia limitada a corto plazo, seguida de más de lo mismo en cuanto a violencia. Por otro lado, no creo que sea realista pretender que las FARC hagan “gestos de paz significativos” en una fase tan preliminar. Finalmente, es una guerrilla que no tiene voluntad de paz en este momento (la voluntad hay que producirla mediante el diálogo), y por ello reclamarle tales gestos es como pedir “peras al olmo.” Hay
“de espaldas al país” será poco democrático para algunos (no para mi: finalmente en la mesa estarían sentados representantes de un gobierno democrático), pero tiene la ventaja de que permite una mayor franqueza y da indicios de que la cosa va en serio. 3. Cualquier diálogo debe presentarse como un ejercicio estrictamente privado y muy confidencial, donde el Estado y la guerrilla (y algunos invitados), planteen posibles escenarios de convivencia a futuro. Si se dialoga, es conveniente hacerlo en el extranjero, en un ambiente separado del teatro de guerra, lejos de la prensa y de los micrófonos, y por un tiempo limitado (que puede ser de un año). Esto es lo que ha enseñado la experiencia en materia de resolución de conflictos, y no hay por qué salirnos del guión. Finalmente hay que referirse al para qué dialogar con la guerrilla. Nótese que en el escrito he empleado la palabra dialogar y no negociar. Negociar bajo las actuales condiciones sería inadecuado y prematuro, especialmente si no se han sentado las bases mínimas para que haya probabilidades de éxito. ¿Para qué dialogar entonces? Fundamentalmente, para desentrañar varias cosas: 1. Saber finalmente qué es lo que quieren las FARC. Es la hora en que el país todavía no tiene idea
Al tablero
de qué es lo que quieren las FARC. Claro, la guerrilla dice querer la “revolución,” tomarse el poder e implantar alguna variante de socialismo, mientras que muchos otros (tanto ciudadanos como analistas) han concluido que lo que la guerrilla realmente quiere es extorsionar recursos y vivir de la ilegalidad. Ninguna de esas dos interpretaciones aclara dos cosas: a) si en esta coyuntura (con el cambio de gobierno y la propuesta de Cano), las FARC han llegado por fin a la conclusión de que la revolución es inviable en Colombia; y b) si, en consecuencia, las FARC contemplarían dejar definitivamente las armas mediante un proceso de paz, obteniendo algo a cambio (y, sobre todo, averiguar qué sería ese “algo a cambio”). 2. Saber en qué términos conciben la paz las FARC, y si anticipan algún papel de su organización en un eventual y futuro escenario democrático. Ambas cosas son importantes. Porque una cosa es concebir la paz en términos de convivencia, tolerancia y respeto de los contrincantes, y otra muy distinta la paz como producto de la supresión de la diferencia y la eliminación de los contrincantes. Paralelamente, una cosa es que las FARC se visualicen como un partido (o movimiento) más dentro de la democracia, y otra muy distinta que se proyecten como partido único y poseedor de una verdad absoluta. 3. Saber si existe, al menos en principio, un terreno negociable. Aunque los límites entre lo que es negociable y lo que no cambian, sólo hablando con las FARC podríamos saber si sus demandas tienden hacia un campo o hacia el otro. Explorar preliminarmente si hay terrenos donde podrían construirse convergencias con el gobierno podría despejar más de una duda. Estoy consciente que la tesis del presente escrito no goza de mucha popularidad. Ahora que Cano propuso hablar, salió el Ministro de Defensa a decir que se trata tan sólo de una estrategia de “someter la voluntad de los colombianos, debilitar la Política de Seguridad Democrática y engañar al país con palabras de paz y hechos terroristas.” Puede que eso sea cierto. Pero ¿qué tal que no? Sin necesariamente creer en la “buena voluntad de las FARC” (la guerrilla ha dado muchísimas muestras de actuar de mala fe), el gobierno podría entreabrir mínimamente la puerta del diálogo, así sea para recabar información y tener mejores elementos de juicio. Se trata simplemente de saber si la guerrilla está otra vez “cañando,” o si ésta es una coyuntura histórica distinta que sería lamentable desperdiciar. Y reitero: si el gobierno dialoga bajo los lineamientos propuestos en el presente escrito, no “daría papaya” a las FARC, y minimizaría los costos y riesgos de fracasar. En el mejor de los escenarios, el diálogo podría dar frutos inesperados, como se observó en la reciente gestión (cuasi-milagrosa!) de la Canciller Holguín frente al impredecible Chavez. Ahora bien, si como producto de los acercamientos la conclusión es que las FARC siguen creyendo en la revolución, no dan muestras de querer dejar las armas, no explican concretamente qué es lo que quieren (más allá de acudir a giros retóricos como “lo que quiera el pueblo”), sólo conciben la paz en términos de “acabar con la clase dominante u oligarquía,” no se logran proyectar como un partido o movimiento más en un escenario democrático, y/o la mayoría de sus demandas no son negociables, ni modo. Será el punto final de los acercamientos y seguirá “la horrible noche.” Pero al menos Santos quedará con la conciencia tranquila de no haber desperdiciado una posible ventana de oportunidad para alcanzar la paz en forma civilizada.
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Pablo Durán
Retrovisor
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Fragmentos de libertad: un brindis por el fracaso En medio de las celebraciones por el bicentenario es fácil encontrar todo tipo de eventos que pretenden festejar los 200 años de vida “independiente”. Sin embargo, la gran mayoría de estos eventos se mueven a través de una lógica fácil, una lógica que hace eco de la historia oficial, la historia con H mayúscula. Son eventos esperanzadores, llenos de entusiasmo, son celebraciones optimistas que piensan con el deseo y se equivocan casi siempre. Sin embargo, si por este lado de la discusión llueve, por el otro no escampa. Alguna/os de la/os que han querido hacer frente al dominio hegemónico de la celebración del bicentenario lo han hecho desde una trinchera política de márgenes completamente cerrados. Su mirada, anclada en la negación absoluta de la independencia y del significado de ésta, los deja en una posición caprichosa que impide cualquier tipo de discusión y de crítica. El debate alrededor del bicentenario se ha convertido, entonces, en un diálogo de sordos entre dos sectas orgullosas de sus posiciones. En medio de este paisaje, se echa de menos una mirada crítica que dé cuenta de las posibilidades y falencias de los dos puntos de vista. No estoy hablando aquí de una especie de centro político, ni mucho menos, sino de una visión que vaya más allá de los prejuicios y a través de una argumentación clara, precisa y coherente, se vincule a la discusión tomando una posición (toma que el centro nunca hace). Cuando uno extraña esa mirada crítica, que no tenga miedo de innovar y de ser camaleónica en su andar, lo más conveniente es dirigir su mirada hacia el arte, cualquiera sea su expresión. Y fue precisamente eso lo que hice cuando decidí ir a ver Fragmentos de Libertad en el teatro Varasanta, teatro que había conocido por la obra Columpio de Vuelo, un duelo en escena que de manera benjaminiana me recordaba el papel de la memoria. La obra Fragmentos de Libertad se propone ser el lugar de encuentro de experiencias fractales de todos los lugares donde ha habitado o ha brillado por su ausencia la libertad en nuestra historia patria. El mismo grupo teatral define su ejercicio como una apuesta que desborde la forma tradicional de vernos y sentirnos como colombiana/os. Es por esto que no pretendo hacer aquí ni una sinopsis ni una reseña de la creación de Varasanta. Este artículo es mi propio ejercicio de recordar para recoger el polvo de las huellas de la/os colombiana/os que me antecedieron. Es una invitación pública a mi propia catarsis. Los invito a que a través de los dos fragmentos que
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Pablo Durán Estudiante de Ciencia Política y Filosofía Universidad de los Andes
presentaré brevemente recordemos mirando por la grieta que esta obra ha abierto en el pasado. Los fragmentos que he reconstruido pertenecen a la mitad y al final de la obra. Mi memoria los atrapó porque después de verlos sentí la necesidad de hablar, de escribir, de compartir mi amor y odio con ustedes. El primero de ellos tiene lugar después de que nuestros próceres en el grito de la independencia hayan estrellado varios floreros contra la pared. Después de este ritual independentista la obra nos invita a un baile dionisíaco. Los actores nos presentan, entre otros, a María Cano, a Jorge Eliecer Gaitán y a Bolívar. Los gritos de felicidad por la independencia no se hacen esperar. Cada uno tiene algo que decir. Algo que gritar. Pero los próceres se les empiezan a salir de las manos a aquella/os que nos los habían
presentado. La libertad misma se nos empieza a salir de las manos en medio de la fiesta y el alboroto. Los próceres caen una/o a una/o al piso. Creo que mi indignación frente al maltrato de nuestros “caudillos” fue compartida con los demás espectadores. Sin embargo, esta indignación rápidamente se
transformó en culpa. ¿Cuántas veces hemos pasado y cuántas veces más pasaremos por encima del legado verdadero de la/os que quisieron la independencia para Colombia? Quiero terminar con el segundo fragmento, el cual corresponde con la última escena de la obra. Esta última escena al igual que la primera es un largo canto. Pero hay una diferencia, parece ser que el canto del comienzo está dirigido a la vida, al mundo, casi se puede decir que es un reflejo de una cosmología panteísta. El canto del final, por el contrario es la musicalización de varios poemas (de José Asunción Silva y Porfirio Barba Jacob, entre otros), que son la marcha fúnebre de una patria que se sigue equivocando. Hay mucha oscuridad y desasosiego en esta parte de la obra que nos recuerda lo fragmentados que estamos.
Sabemos que nuestra composición no va a volver a ser la misma. Sin embargo, el hecho de que termine con fragmentos de poemas no es en vano. Tal vez, la salida siga siendo, insisto, la palabra. El horizonte se ha convertido en un poema escenificado. Allí está la liberación.
Julio César Cepeda
Comunidad
A propósito del Segundo Congreso de Ciencia Política: El estado actual de la disciplina en Colombia
Julio César Cepeda Ladino Politólogo, Universidad Nacional de Colombia Estudiante de la Maestría en Ciencia Política, Universidad de los Andes La realización del Segundo Congreso de la Asociación Colombiana de Ciencia Política – ACCPOL- en la Universidad del Norte entre el 21 y 24 de julio de 2010, ha dejado varias inquietudes acerca de la situación reciente de la disciplina en el país. En este sentido, la línea sobre la discusión disciplinar ha logrado abrir el debate sobre el estado actual de los estudios políticos en las universidades colombianas, la cual puede ser abordada desde la producción académica socializada en 8 líneas temáticas durante los Congresos de 2008 y 2010. En general, la Ciencia Política en Colombia es una disciplina en proceso de institucionalización de una comunidad académica sólida en la que los diferentes enfoques utilizados para dar cuenta de los fenómenos objeto de estudio (tradiciones empírico-analítica, hermenéutica, crítica, posmoderna, entre otras), se convierten en insumos fundamentales para responder a las dinámicas y demandas propias del sistema político doméstico e internacional.
país se encuentran dentro de esta línea temática. Sólo un diálogo constante entre el Estado, las ONGs, el sector empresarial y otros actores relevantes con una comunidad académica institucionalizada, permitirá tener mayores posibilidades para la resolución conjunta del conflicto colombiano que data de mediados del siglo XX. Con respecto al proceso de construcción de las políticas públicas, es de resaltar que esta línea temática comenzó a ser visualizada únicamente hasta comienzos de la década de 1990, pero su rápido crecimiento ha permitido que las reflexiones teóricas y metodológicas en áreas como las de participación ciudadana, desarrollo urbano, formas de gobierno, administración pública, entre otras, sean cada vez más tenidas en cuenta para la formulación, implementación, diagnóstico y prospectiva de las políticas gubernamentales, con lo que se reitera el llamado para que se propenda por la institucionalización de la comunidad académica, junto con una mayor interacción con los demás actores involucrados en estos procesos. En ambos casos, se puede apreciar una tendencia ligeramente mayor del uso de metodologías cualitativas sobre las cuantitati-
Foto: MOIR
Sin duda, un referente inicial es el artículo de Oscar Mejía (2006) , el cual trata la constitución del estatuto epistemológico de la teoría política como una columna normativa de la disciplina a partir de la concreción de unidades de análisis como lo son el Estado, el sistema político y el poder -sintetizados en la categoría de democracia-. Estas categorías provienen de visiones positivistas y post-positivistas que buscan la consolidación de la Ciencia política como disciplina autónoma dentro de las Ciencias Sociales. En el caso de las ponencias presentadas en ambos Congresos, queda claro que el papel desempeñado por la ontología para la estructuración de las categorías mencionadas, se evidencia en los diferentes grados de utilización que hacen los ponentes para la explicación e interpretación de los fenómenos políticos que despiertan mayor interés investigativo en la academia colombiana, como son los de conflicto armado interno y del proceso de construcción de las políticas públicas . Este hecho indica que las delicadas problemáticas asociadas al conflicto armado interno -desplazamiento forzado, procesos de paz, recursos naturales, política de seguridad, internacionalización del conflicto y securitización regional-, siguen predominando en la agenda investigativa en Colombia, teniendo en cuenta que las necesidades más urgentes del
vas para estudiar el conflicto armado y las políticas públicas en sus múltiples dimensiones. Los pasos para acceder al conocimiento varían de acuerdo con los hechos a observar en la medida en que existe una cierta influencia de las universidades de las que provienen los ponentes en el tipo de trabajo que realizan, dando lugar a que se reconozca la pluralidad de visiones dentro de la disciplina y se busque el fortalecimiento de redes académicas como la Red Colombiana de Relaciones Internacionales REDINTERCOL, creada en 2008 con el apoyo de la Asociación Colombiana de Ciencia Política - ACCPOL. Finalmente, las consideraciones presentadas sugieren que el estado actual de la Ciencia Política en Colombia está marcado por la consolidación definitiva de una comunidad académica, que solamente hasta comienzos del siglo XXI ha logrado generar su propio ámbito de socialización. Un espacio necesario para una disciplina caracterizada por la pluralidad de enfoques positivistas y post-positivistas que manejan prácticamente las mismas unidades de análisis, pero en donde varían las metodologías empleadas para explicar y entender los fenómenos políticos presentes en la agenda investigativa de las universidades colombianas.
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Julio César Cepeda
Comunidad
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Luis Carlos Cote Rojas Pablo Andrés Durán Chaparro
Cuando nos propusimos como grupo llevar una propuesta conjunta al Consejo Estudiantil Uniandino lo hicimos convencidos de que era muy importante el trabajo colectivo sobre puntos de acción concretos. Pero debido a esta unión que estábamos forjando, lastimosamente, en la campaña nos concentramos enormemente en lo que podíamos ofrecer como grupo. Es por esto que descuidamos asuntos tan importantes como las inhabilidades (producto de sus salidas de intercambio este semestre: 2010-2) que tenían los candidatos Camilo Uscategui y Nelson Rodríguez a Ciencias Sociales. Por lo anterior, hoy como representantes de Ciencia Política ofrecemos disculpas por los inconvenientes que la falta de representación en la Facultad de Ciencias Sociales ha producido
Hemos hecho control político en varias instancias del Consejo Estudiantil Uniandino: asambleas generales y junta directiva. Por ejemplo dimos el primer paso para la realización del cambio en la forma en que se estaban haciendo las votaciones en la Asamblea General.
Con el fin de tratar asuntos fundamentales concernientes al Departamento hemos creado las ‘Reuniones de Discusión’, las cuales se proponen ser espacios de encuentro entre los estudiantes de Ciencia Política y sus representantes. Las primeras dos estarán dedicadas a la discusión de las áreas de concentración y complementarias y al área de metodología. Las futuras ‘Reuniones de Discusión’ girarán en torno a los principales temas de los Consejos de Departamento y a temas propuestos por la/os estudiantes.
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tanto para La/os estudiantes como para nosotros como Consejo Estudiantil. Para evitar que siga existiendo este vacío y conservando el espíritu de trabajo en equipo uno de nosotros (Pablo Durán) renunció a la representación del Departamento de Ciencia Política. Esto, con el fin de poder aspirar al cargo de representante de Ciencias Sociales que se elegirá en la segunda vuelta que ha organizado el CEU. Esperamos que Pablo Durán, en caso de llegar a ser elegido como representante, continúe trabajando desde allí por la facultad de Ciencias Sociales como lo ha venido haciendo, incluso antes de ser elegido representante de Ciencia Política.
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A continuación presentamos los logros de estos primeros meses de trabajo
Participamos en el esfuerzo conjunto de hacer una copa de fútbol que reúna los distintos campeones de los torneos internos de los departamentos y facultades. Dicho torneo se llamará La Entrecopas. Es la primera vez que la Facultad de Ciencias Sociales tiene un torneo de fútbol y con él la posibilidad de participar en La Entrecopas. Estamos apoyando las actividades que desarrollará el Círculo de Participación Crítica y Acción y la Coordinadora Estudiantil Uniandina: dos actividades en Septiembre sobre Medio Oriente, una semana de actividades titulada “M19: retrato de una historia viviente”, “Colombia: ¿un falso positivo? III” y un ciclo de cine sobre las dictaduras militares en el cono sur. Cualquier sugerencia se pueden comunicar a los correos: criticayaccion@uniandes.edu.co y coord.uniandina@gmail.com
¡Porque estudiar no es sólo un
privilegio,
es también un compromiso! Realizaremos un grupo de estudio llamado ‘Cuarta vía de estudio’ dedicado principalmente a la evaluación crítica de la tercera vía. Estas reuniones se realizarán todos los miércoles a las cinco de la tarde en la sala de juntas del departamento de Ciencia Política. Empezamos el miércoles 8 septiembre. Estamos empezando a conformar el grupo de trabajo para hacer realidad la revista de estudiantes de la facultad de Ciencias Sociales. Sabemos que es un proyecto bastante ambicioso pero esperamos contar con el apoyo del mayor número de estudiantes posible. Los interesados pueden comunicarse con nosotros a los correos: lc.cote87@ uniandes.edu.co y pa.duran39@uniandes.edu.co Por último dentro del Consejo Estudiantil Uniandino hemos venido apoyando los distintos proyectos que se tienen para este semestre y el próximo con el ánimo de fortalecer la imagen del consejo. Sumado a esto queremos abrir una discusión interna sobre los objetivos y finalidades del CEU.
Comunidad
iclo de
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18 de octubre
15.00- 16:30 : Mesa Inauguración “MEMORIA E IMPUNIDAD ¿Para qué recordar?” Liz Korner (Universidad de los Andes): Transnacionalización de la memoria Sandi Morales (Pensar- Universidad Javeriana): Memoria y archivo Shaira Rivera (Hijos e Hijas por la Memoria y Contra la Impunidad): Memoria y Reparación Luciana Scaraffuni “¿Que nos deja la Justicia Transicional? Entre la memoria y el olvido: Uruguay hacia la transición democrática”
Procesos Dictatoriales en el Cono Sur
Programación
19 de octubre
15:00 : (Brasil): Proyección de la película
“O ano em que meus pais saíram de férias” Comentarista a confirmar
16:30 : Performance Círcolo Varieté (a confirmar) 17:00 : Proyección del documental “Tupamaros: La Fuga del Punta Carretas”
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de octubre
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de octubre
de octubre
15:00 :
15:00 :
15:00 :
(Chile): Proyección de la película
(Argentina): Proyección de la película
(Uruguay): Proyección de la película
“La Ciudad de los fotógrafos”
“La masacre de Trelew”
“Matar a todos”
Comentarista a confirmar
Comentarista: Eduardo Nachman (H.I.J.O.S. - Argentina)
Comentarista: Luciana Scaraffuni (Uruguay)
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Invita la Coordinadora Estudiantil Uniandina
Sin Corbata
Comunidad
Septiembre / Octubre de 2010 · Edición 14
Comentario sobre la conferencia :
“El ABC de la política interior de Estados Unidos” de David Robertson El Centro de Estudios Estadounidense (CEE) del departamentodeCienciaPolíticaensubúsquedaporampliarymejorarel conocimiento que se tiene en el ámbito académico, sobre la política, la economía, la sociedad y la cultura de Estados Unidos, organizó el pasado 9 de Agosto una conferencia con el profesor David Robertson de la Universidad de Missouri. En esta conferencia se expusieron 12 lineamientos básicos para entender el funcionamiento de la política interna de este país. Empezando por los valores y principios que caracterizan las “American Politics” como el liberalismo, la igualdad de oportunidades y el gobierno republicano, Robertson hizo una exposición general sobre diferentes aspectos que están presentes en el día a día de la política estadounidense. Entre ellos se destacan las características de la tierra, la religión y la inmigración, en donde se señalaron los procesos históricos que están detrás y que marcan la forma en que se viven dichos ámbitos actualmente. Más adelante se expusieron temas más institucionales como la separación de poderes, el federalismo, las elecciones y los partidos, con lo que se puntualizaron las características específicas y únicas de la forma de organizar y de hacer política en Estados Unidos.
Finalmente se resaltaron temas más económicos en donde al hablar de los grupos de interés, las políticas de mercado y la preeminencia internacional de Estados Unidos (aspecto que va más allá del ámbito económico), Robertson enfatizó en las razones por las que a Colombia le afectan y le interesan las decisiones que se toman en este país. Esto último da cuenta de la importancia que tiene entender no sólo la política interna de Estados Unidos sino su relación con Colombia y es una invitación a seguir trabajando en su investigación, interés que el CEE ha empezado a impulsar en el departamento.
David Robertson es doctor en Ciencia Política de la Universidad de Indiana y profesor de la Universidad de Missouri. Es experto en política e instituciones estadounidenses.
Foto: The Central Illinois Project
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Comunidad
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Septiembre / Octubre de 2010 · Edición Blog14
¿CUÁLES SON LOS FACTORES DE RIESGO Y DE ÉXITO PARA LA UNIDAD NACIONAL? Un llamado a la Unidad Nacional debe ir más allá de un discurso o un concepto político y de una convocatoria mecánica. Debe construirse con base en acuerdos frente a temas estructurales del país para que entre todos busquemos soluciones y lleguemos a éxitos muy importantes. Entre éstos se podrían destacar la creación de una agenda con todas las fuerzas políticas que permita Gilma Jiménez, construir acuerdos, la cualificación de los partidos políticos, y el Senadora de la República (Partido Verde) acercamiento de la sociedad civil y los medios de comunicación a la actividad política y pública. De lo contrario se podría llegar a grandes riesgos como lo son la creación de acuerdos burocráticos y clientelistas, la exclusión de fuerzas sociales diferentes a los partidos y la construcción de mayorías en el Congreso para tramitar mecánicamente, dejando por fuera los debates de fondo en la agenda legislativa.
El elemento más importante de la Unidad Nacional es la posibilidad de adelantar una serie de reformas estructurales que este país requiere con urgencia. La más importante es la de Justicia pues nos encontramos en una parálisis que sólo fomenta la impunidad. También requerimos redefinir temas como las regalías, la estructura tributaria y la reforma de salud. Las grandes mayorías permiten emprender estos proyectos que requieren consensos amplios. La debilidad de la Unidad es el apetito burocrático de la coalición que podría bloquear la agenda legislativa. •
Miguel Gómez Martínez, Representante a la Cámara por Bogotá Vocero del Partido de la U (Partido Social de Unidad Nacional)
El acuerdo de unidad nacional es una estrategia diseñada por Juan Manuel Santos para ganar autonomía frente a los legados que dejan ocho años de gobierno Uribe: una sociedad polarizada, un conflicto con la Rama Judicial, serios problemas de violaciones a los Derechos Humanos, crisis diplomática con los vecinos y aislamiento en la región. Juan Manuel Santos se encuentra en una encrucijada; es innegable que su arrollador éxito electoral se lo debe al legado uribista y a que de alguna forma él representa la continuidad de las ideas y de las políticas de Álvaro Uribe. Sin embargo, todas las condiciones y herencias que deja Uribe, disminuyen su posibilidad de tener una buena gobernabilidad. Los factores de riesgo están en que algunas de sus propuestas no son del agrado de algunos sectores uribistas que conforman su coalición. Por ejemplo la reforma a las regalías, la ley de tierras y la modernización y empoderamiento del campo, constituyen una amenaza para los intereses de algunos sectores uribistas que son latifundistas y clientelistas. La primera requiere pasar por el Congreso Luis Javier Orjuela. ya que se trata de una reforma constitucional y significará un gran reto para la unidad nacional. Profesor asociado, Por otro lado, en lo que se refiere al papel de la oposición, el Departamento de Ciencia Política, acuerdo de unidad nacional y la unanimidad que se siente Universidad de los Andes. podría constituir un riesgo para el papel democrático de la oposición y su labor de control al gobierno.
Por un lado, me parece que el proyecto de Unidad Nacional tiene a su favor el gran apoyo que ha recibido por parte de los diferentes partidos políticos que lo conforman. Esta condición puede agilizar el proceso legislativo por el cual deben atravesar los diferentes proyectos de reforma que el gobierno ya presentó. Por otro lado, algunos riesgos que el proyecto lleva consigo tienen que ver con la presentación de Laura Wills, una agenda programática amplia que suma muy diversos intereses, los cuales eventualmente, pueden Profesora asociada, Departamento de contradecirse entre sí y generar bloqueos – y conflictos entre los partidos que hacen parte de la Ciencia Política, coalición del gobierno- en los procesos de aprobación de los proyectos. Además, está el riesgo de no Universidad de los Andes. darle cabida política a los partidos minoritarios que no hacen parte del gran acuerdo nacional. Esto puede significar un retroceso en la consolidación de una oposición legítima que haga control a los partidos oficialistas.
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Cartas del lector
Cartas del Lector
http://cortometrajesanca.files.wordpress.com/2009/08/mail.jpg
Buenas,
Les escribo para felicitarlos por la publicación. Desde que entré a la universidad leo juicioso todas sus ediciones y me parecen muy buenos los artículos que exponen. También me gustaría hacerles una sugerencia, y es que comenten ocasionalmente sobre lo que está ocurriendo al interior del departamento de manera que todos los estudiantes estemos enterados de todos los eventos. Muchas Gracias y buena energía, Juan Pablo Ramírez
Sin Corbata
Me gusta muchísimo su periódico, lo leo cada vez que lo encuentro en las bibliotecas de mi universidad. Sin embargo me gustaría encontrar más entrevistas a expertos sobre los temas polémicos actuales. De igual forma, lo sigo leyendo y me gusta mucho el espacio que se les da a estudiantes de todas las universidades de Bogotá. Espero continúen con tan excelente trabajo y pueda seguir teniendo el placer de leer muchas más ediciones.
Sin Corbata
Que buen periódico, me gusta mucho lo que hacen, lástima que esta vez no pude acompañarlos en la fiesta, era muy temprano para celebrar. ¿Van a hacer otra al final? Sería buenísimo para poder despedir bien el semestre y seguirlos apoyando. Saludos, Sofía Villegas
María Camila Ramírez Universidad del Rosario
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Septiembre / Octubre de 2010 · Edición 14
Si se le antoja deshacerse de algún nudo, opinión, idea, sentimiento o postura.
Quítese la corbata... Escribanos a: periodicosincorbata@gmail.com