2 minute read

La configuración de la modernidad - Arendt Pág

Next Article
Conclusiones Pág

Conclusiones Pág

además supone la muerte del pasado (como si al nacer fuera necesario reclamar la vida de la madre). El esclarecimiento del pensador tiene la forma de la locura, porque necesariamente lleva a la incomunicación y al solipsismo; como si la sabiduría implicara la pérdida del mundo y la renuncia a esta vida. Finalmente, la cura psicoanalítica, acontecida como hermenéutica autobiográfica o exégesis de sí, libera la conciencia de la viscosa trama en un acto que sitúa a la persona en el lugar del autor de la obra ya escrita (aquí la verdad es un asunto de cama, el otro diván, para decirlo con Foucault en mente). Y situados en esta perspectiva, la inflexión histórica señala el momento en el que los hombres de Occidente renunciaron a la verdad y acogieron la libertad o sepultaron la tradición y bendijeron la emancipación. Reconocimiento tardío de la pedagogía moderna que nació creyendo que el hombre era un estado de imperfección necesitado de una imagen acabada de sí, y que la educación era el proyecto por medio del cual la persona se formaba o construía a imagen y semejanza del ideal. Desde esta perspectiva, la era digital es sólo otro paso en el largo recorrido de la lucha humana contra toda limitación.

La narrativa de Arendt comprehende todas las anteriores. En los albores de la Modernidad, cuando Galileo puso en manos del hombre de ciencia un dispositivo con el cual podía posar sus ojos en la luna o en las manchas solares, en fin, en todas las direcciones del universo, lo liberó de su antigua condición humana, que era natural y mundana. El nuevo hombre, en estado germinal, era no natural (universal), y no mundano (material y fisicomatemático). Telescopio en mano, el hombre se familiarizó con la imagen de la tierra contemplada desde el espacio exterior, paradójicamente, pues lo consecuente sería la imagen de un hombre que desde la tierra ve más y más lejos. Pero este efecto sorprendente se explica fácilmente: el hombre vio en la luna o en los planetas, la imagen especular de la tierra: vivimos en una piedra más, semejante a cualquier astro del universo. Y en el ambiente escolástico de la época, el descubrimiento obraba como el desencanto: la divina perfección de las esferas sagradas arruinada por la dura constatación de los descarnados y brutales hechos. Telescopio en mano, el hombre se acostumbró al prodigio de sus aparatos. Desde entonces supo de su capacidad de percibir ampliado. Esta realidad aumentada y este hombre ampliado no ha dejado de crecer desde entonces. Haberse situado en el lugar asignado por la tradición a Dios (exterior)

Advertisement

This article is from: