| Me Vibra, Brevísima Antología Arbitraria Chile-Panamá |
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Me Vibra
Colección: Vamos a brillar, mi amor Colección:
Me Vibra, Brevísima Antología Arbitraria Chile-Panamá
Compilación y selección Chile: Gladys Mendía Compilación y selección Panamá: Edilberto González Trejos
Brevísima Antología Arbitraria Chile-Panamá Vamos a brillar, mi amor
© Copyright
de los autores del prólogo: Norah Méndez
© Copyright
Paracaídas Editores de John Paolo Mejía Guevara, 2011 Mz. T, Lote 24, Urb. Flores de Lima 1ra etapa, Lima 36 paracaidas.editores@gmail.com www.paracaidas-editores.blogspot.com t. (511) 988 4247 58
Primera edición: tiraje:
edición al cuidado de concepto gráfico & diagramación:
octubre de 2011 300 ejemplares
Juan Pablo Mejía
Paracaídas Editores
Hecho el Depósito Legal Nº 201i-12430 en la Biblioteca Nacional del Perú Se permite la reproducción de esta obra siempre y cuando se cite la fuente. Impreso en Perú | Perú llaqtapi qillqasqa
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| Nota preliminar |
Esta antología forma parte de la Colección titulada «Vamos a brillar, mi amor», donde se unen a dos países o dos continentes, en la búsqueda del diálogo y la multiplicidad de registros poéticos bajo una misma temática que los envuelva. Tenemos entonces como referencia a Me Urbe, Brevísima Antología Arbitraria Chile-Venezuela, en la que exploramos a 12 poetas de cada país y su encuentro con la ciudad. Me Vibra, Brevísima Antología Arbitraria Chile-Panamá, gira en torno a la identidad de cada una de sus tierras y gentes, la pertenencia a cierta región y cómo eso nos hace sentir y decir de una manera especial y singular. Panamá: país tropical, puerta al Caribe; Chile: país austral, fin del mundo. Les presentamos a once poetas de cada país, a quienes consideramos representativos y agradecemos a ellos la buena voluntad al querer colaborar con este pequeño aporte a la posteridad creativa.
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| Prólogo |
Largos y bañados por el mar son los territorios de estos poetas, Chile y Panamá, dos confines de sus particulares galaxias, Centro y Sur de América. Poetas y viajeros se unen o se aislan por afinidades afectivas más que racionales, por casualidades que resultan en presagio y cumplimientos físico y matemático en favor del original concepto de belleza. Este es el caso de la antología que a continuación se abre, el panorama estético de un micro tiempo de un grupo de poetas que sin fanatismos terminan los sueños de la poesía confesional de protesta y estructuran una nueva llama, una ruta de puntos cardinales que trataré de seguir lápiz en mano para mostrar la constelación de signos reunida que reitera el mito poético sobre nuevas plataformas. El gran hilo de la tradición oral latinoamericana no se pierde en este territorio. ¿Quién no conoce la poesía de Gabriela Mistral, “Todas íbamos a ser reinas”? Elizabeth Neira lo sabe, «A nosotros las reinas / a las que todos querían dar por el culo / aunque nos doliera / aunque nos atoráramos gritando que ¡No jetón! / ¡Te digo que no!» Estos poemas tienen otra característica, no todos pueden ser encontrados en la casa o la plaza, muchos de ellos están escritos dentro de una cabeza que proyecta rayos infra rojos, lecturas automáticas, futuros clichés, confesiones de madrugada. «Despierto flotando en mi acuario café verdoso dentro de un Salón de Belleza / las escamas ya no tienen ese color metálico de antes / Entonces dos manos gigantes me toman suavemente / sacan mi cuerpo a un jardín que al parecer nunca tuvo flores».
Así como este texto de Alejandra Fritz, muchos en la antología se escuchan del otro lado de un vagón del metro o el termo de café. La pecera es la ciudad, el aislante urbano, el agua retenida de un mar que quedó lejos y nos llega a cuenta gotas por el grifo que hay que pagar. La poesía no se vende. La poesía se lleva por dentro mutilada y resiste. La poesía no es para exhibirse. Otros, en cambio, son nuevos bardos y chamanes, fuertes y altos reclamos, que adoloridos coloridos danzan en torres abiertas de edificios o en alfombras voladoras que alucinan a los grises mortales de la ciudad: «Y me quedo parado aquí mirando a uno y ningún lado / Y me siento tan imbécil, inmóvilmente imbécil / En el anhídrido ahue,onamiento nuclear (…) Soy el indio de la selva gris / Poetizando el eructo flateado de tintos / En fiestas de silencio» (David Aniñir). El poeta, el trovador choca su lira con las falsedades del mundo, como lo hace un ave ante los ventanales que desconoce. El hombre canta su dolor y valor, se reconoce ajeno a un mundo que lo expulsa como un vientre mecánico convertido en máquina donde el poder goza vernos salir y estrellar nuestra dulce capa de chicle en su resumidero. Y hay más, estos poetas han vivido el fin de un siglo y el comienzo del otro, del nuevo que viene ya muy gastado y enfermo, lo han visto todo: dictaduras, epidemias, caídas de sistemas y paradigmas, terremotos sociales y naturales, sociedades reducidas al miedo, metidas en la gaveta de noche del tirano: «No hay enfermedad si no hay enfermo. / Una ambulancia se pierde esquivando cuerpos entre escombros». David Bustos describe, de manera sucinta y delicada, una sociedad aplastada por el régimen militar, sin libertad en
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la cama ni en la página: «Después de una noche de toque de queda / después de una cantata, peña o tocata / tú la llevas describes / desenvuelves / desempacas el poema. Doblas la ropa / antes de acostarte redactas la pena». Un sentimiento diferente describe Eyra Harbar en “Para una violeta azul”: «eres sádica con tu psicología de revelaciones / y sabes que surtirá efecto ese reguero de flores en los patios». Imágenes que cuentan una hazaña marítima, pirata, bufona, de amor que lucha por no ceder. «Así son los amores que mis amigos lamentan, / con el hábito de ausencias atoradas al canto maldito del pájaro, / rogando amnesia, al menos odio en la poesía devastada». En un tono más erótico, Edilberto González Trejos cava: «Soy minero ante tu veta virgen, / Labrador ante tu suelo intacto, / Te descubro; / Aquella rueda que gira sobre sí / Para volver al principio soy, vuelvo / Y te hallo / Clave escrita en mi pared». Javier Romero Hernández añade por su parte, una sombra de misterio al fruto prohibido «Porque siempre colgará tu sombra / como un fruto oscuro». Las voces femeninas hacen lo propio erótico, tal es el caso de Katia Chiari con un poema expansivo que nos coloca al centro de su fuerza amatoria: «Entra cual tormenta, / amanece cual rocío, / en las noche de insomnio, / barriadas y galaxias, / vida misma, olor a hembra, / vueltas y vueltas, / ir y venir, / ser y estar, / un mareo nos delata». Mujeres poetas cantan a un tiempo roto, que les niega las llaves de la felicidad completa: «De pronto no sé qué buscar en esta ciudad. / Jorge me canta, / una Vespa espera la luz verde / y yo me vuelvo hacia el pasado...» (Magdalena Camargo Lemieszek). Más allá nos encontramos a Lili Mendoza, desenfadada y desde la venta-
na de un rascacielo panameño grita a los cuatro vientos sus angustias: «Gente en desbandada; / Putas, locos y fantasmas, / en su sano juicio / nadie abraza un ron». Paulina Atma nos da a beber su poesía pura: «Estoy en guerra, / en guerra con la vida. / Sin la necesidad de derramar sangre». Encontramos también versos tardíos, decimonónicos, los del poeta Gorka Lasa Tribaldos: «¿Qué pasará ahora que todos alucinamos con el imperio y su poder / que el canto del delfín se ahoga en los mares de los hombres ciegos? / ¿Dónde está la conciencia pura en este tiempo incorrecto? / ¿Cuánto falta para que despierte el hombre? / ¿Su amanecer, su eterno canto, su destino?». Edilberto González Trejo también retoma alientos de humanidad para plantearnos: «Quien porta el báculo entre escombros / Sol en su propio día, lucero en noche ajena / desgrana misterios de una espiga común». Nunca es tarde para regresar de la torre de marfil. «Duele la piedra de la vida / sombra/ duele el deseo que se aleja de nosotros /cuerpo, / duele el rito de la lágrima, / flor de barro / amasada por el miedo...» confiesa Porfirio Salazar, quizá la voz poética panameña más completa de esta antología. La temática adolescente también se presenta con devastadora agonía en las voces chilenas. Priscila Cajales narra su propia odisea: «Este recorrido a casa es terrible / en el sentido de los castigos del Olimpo / en el sentido de una pena capital». La joven experiencia del fracaso siempre marca, desorienta, duele tal como lo señala Marcela Saldaño en este breve y hechicero verso: «El viento mueve el parque de la esquina / Por eso no lo encontraba». Infaltable la confesión matutina de Yeko Aguilera: «todas las mañanas hay que abortar al feto del diablo en nuestro vientre».
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Otras voces más maduras hacen un fino contrapunto: «No hay nada peor que esto. No hay nada mejor que esto. Esto ha aumentado considerablemente. Esto ha disminuido notablemente. Esto no es divertido. No estamos bromeando. Bajo ningún concepto. Habría que analizarlo, estudiarlo, llevarlo a juicio y juzgarlo. Y sólo entonces decidir si hay algo. Pero no hay caso. No hay nada» (Felipe Cussen). El poeta se reconoce en el contraste y todo lo que este produce, vómito o alegría, todo es poesía como el río Mapocho de Felipe Moncada «Debes pasar rozando a la negra de voz cavernosa en el barrio de las predicciones, pues tarotistas de feria artesanal han predicho siete caballos negros a la salida del metro». Una antología es siempre un momento irrepetible, la fotografía incompleta de un laberinto. Los poetas chilenos vienen cargados de imágenes y nos muestran gran capacidad para ejecutar en espacios diversos, con recursos complejos que nos indican su alto esfuerzo de meditación que desemboca en una poesía de lo sublime. La panameña, en cambio, está hecha con más sobriedad, poetas que parecieran restringidos a sus espacios personales muy bien delimitados, contenidos en un entorno mucho más concreto y llano. En contrapunto a esto, la poesía panameña de esta muestra se aleja de efectos culturales propios, pareciera hacer esfuerzos por internacionalizarse, lo cual siempre arriesga en el arte hacia la estandarización, siendo la poesía la gran artesanía de los pueblos. Poetas chilenos y panameños muestran sus voces en un tren que viaja a gran velocidad pero no deja de visitar los lugares de la siempre poesía. No se sabe a ciencia cierta para dónde van, de allí lo inquietante de sus versos. Sin duda, una antología entrañable que nos hace su promesa en voz de Diego
Ramírez Gajardo, «Yo podría ser tu Frida / Y llevarte a compartir la oralidad en los lugares públicos donde nos encontramos casi siempre y dejarte aniquilado, perdido / arrinconado de besos sucios, para escribirte como si no nos conociéramos».
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Norah Méndez El Salvador, septiembre de 2010
| Chile |
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Alejandra Fritz
(Santiago de Chile, 1982)
Lentejuela
Que todo lo que pudo haber sido un buen sueño no exista llegar a casa y darse cuenta que todos han desaparecido caer por las escaleras y que nadie pregunte si estás bien es como decir ya no importa tanto como si nos diéramos por vencidos mi acuario lleno de peces comienza a formar parte de la básica arquitectura el agua se torna café verdosa un pez por día flota en la superficie sin colores Nadie nos explicó que cuando las cosas malas suceden difícilmente pueden cambiar entonces me tiro al piso pataleta lloro y lloro qué pude haber hecho mal para que todos se vayan qué pudo haber sucedido para que nadie quiera acompañarme más en realidad no es fácil asumir que las cosas cambian entonces salir a la calle con la idea de apagar todas las luces no parece tan malo 15
pero yo le tengo miedo a la oscuridad así es que busco el banco Security más cercano a ver si hay otro tiroteo a ver si por accidente alguien resuelve mi problema a ver si corro la misma suerte del carabinero Moyano que en su moto espacial corrió a salvar el mudo creyéndose invencible como aquella niña de un metro cincuenta que defiende a su padre en la micro de cuatro barristas furiosos creciendo cuarenta centímetros para ser la barrera entre la cabeza de su padre y el fierro piel y huesos que se vuelven mantequilla al contacto pienso en un chico tan bello que con sus rulos valientes se va al norte vestido de raso con una foto mía dos por dos y una carta que escribimos todos por eso la dureza del dictar vuelve las extremidades en fotografías flageladas que no dicen nada manos que no tocan guitarra lengua entumecida tirada a un lado dicen que todo es líquido que todo fluye que nadie tolera la permanencia Pero la casa se hizo tan grande que nunca logré salir armé un cementerio en medio del jardín para mis peces de colores aunque esa nunca fue la idea quizás es lo más cercano a las flores que antes hubo y vuelve la pataleta esta vez no se detiene ni con ducha fría recuerdo que en muchas ocasiones la solución fue el agüita con azúcar 16
el primer vaso no funciona litros quizás podrían dar algún resultado lo peor es que una pesadilla es se vuelva real así es que pienso en el sueño del pez dorado con escamas metálicas ese sí es un sueño nena
entonces dices que me quieres mas que a nadie
y te duermes
Dices que armemos nuestra propia revolución te visto de Olga Benario y yo de Luis Carlos Prestes hasta la muerte dices
te creo
¿Qué podría salir mal ahora? ... vuelvo a la cama trato de dormir otra vez Despierto flotando en mi acuario café verdoso dentro de un Salón de Belleza las escamas ya no tienen ese color metálico de antes Entonces dos manos gigantes me toman suavemente sacan mi cuerpo a un jardín que al parecer nunca tuvo flores lo dejan a un lado mientras apenas respiro cavan un hoyo del tamaño de un pez dorado me recuestan dentro y abrigan con tierra nena
esto sí que es un jardín de flores
Es como esa canción que nos gusta tanto ...mmmmm sweet nothing aa aa aa prendo una flor en mi pelo y me siento tan linda Garota de Ipanema Es como mirarte a los ojos mi corazoncito metalero tomar un convertible rojo rumbo a la playa escuchando a los Cure a todo chancho 17
la pregunta es tonta pero hoy es le día en que todos los demonios se van lejos que duerman en otra cama no en la nuestra que vivan en otra casa no en esta que jueguen en otra población no en esta que transiten por otra comuna no en esta que contaminen otra ciudad no esta que invadan otro país no este que mueran en otro continente no en Latinoamérica no en esta Latinoamérica nena En el calendario casi todos los meses tienen treinta días los marco uno por uno invento nuevas razones para celebrar proclamo el día miércoles feriado legal para por fin salir a protestar juntos Tomas el cono sur como un helado de tantos sabores que devoras cada vez que dices te quiero un cono de helado que devoro cada vez que alguien se descuida
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piensas que está mal en el poema cuando digo cono sur piensas en la grandilocuencia del gordo bonachón piensas entonces que no existe tal error el error es no saber escuchar tu lenguaje y el mío se vuelve promiscuo y el cono un juguete que disfrutamos en mi cama dibujas un mapa lleno de colores me dices imagina que Brasil es verde Chile es naranja Argentina es azul Uruguay es amarillo Venezuela es rojo Bolivia es celeste Perú es lila
en octubre sube el dólar todo para bajar el valor de lo que en verdad nos importa entonces me siento en la cama a pensar cosas tristes como perder la memoria y no reconocerte jamás pienso en ti pero también pienso en todos nosotros saco una foto mental de todos bien juntitos y apretados un dos tres por mí y por todos mis compañeros la foto más alegre del mundo carrete en el parque de los Reyes la foto más grande del mundo todos corriendo por la ciudad.
la noche pasa lenta te espero despierta le pongo stop a la película para verla juntos pinto mis uñas rojas así el tiempo duele menos llegas a casa al día siguiente me siento en tus rodillas y tatúo en tu frente «el tiempo pasa volando... cierto?» pienso que es un juego y me equivoco me equivoco al decir las cosas son simples me equivoco al seguir caminando por la misma vereda dices en septiembre las alergias son cosa seria en septiembre y octubre la inflación casi nos mata 19
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David Aniñir
(Santiago de Chile, 1971)
Temporada apológika
Mis mapuchemas no entienden nada Extienden el descontento de los muertos Y su futura compañía, Mis mapuchemas son elásticos quemados Cenizas Rimas de vientos ancestrales. Mis tristemas se fecundan en el vientre De la madre más puta Mis putesías son como gotas de semen Cómicas cuestiones que semenacen
Es como empezar escribiendo es ........Es.....es.....es.... es escribir los verbos más tristes esta noche colocando a todos enfrente es escribir los verbos más tristes tonight los verbos son pequeños roqueríos de nuestras montañas pensantes verbo azul er-bo-luble escribir
besar
amar
Vosotros escribís Ellos se aman El te besa Ustedes se besan Tú le amas Yo escribo
Mis problemas vienen de nativos árboles de cemento Confusión tierra asfalto Elektrica alegría Paciencia de ratos. El lexema recorre mi poca carne De pronto el lenguaje es líquido y diferente Es sombra que se le antoja hacer lo que quiera Es la misma sombra que se agarra a cabezazos. 21
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Acullá
Nieva pus Es tanto el desconsuelo cada vez que me repites tanto Que me repites tanto el mal, el mal que sientes cerca de mí...
En el asta de las banderas estatales Y contagiado por el tumor del ahue’onamiento en masa Descanso en tus ojos Mientras mis ojos Navegan en esa sangre media arenosa,
Ffiscales ad-hoc
Y me quedo parado aquí, entre pewenes elecktrocutados Y me quedo parado aquí mirando a uno y ningún lado Y me siento tan imbécil, inmóvilmente imbécil En el anhídrido ahue’onamiento nuclear Auspiciado por las miradas.
Y llueve en mi cuerpo convertido en barro Alegre de encontrarse contigo En el ensangrentado barrial Del mundo imbécil
Soy el indio de la selva gris Poetizando el eructo flateado de tintos En fiestas de silencio Esparciendo vómitos A lo alcantarillado de los cráneos inertes Y me siento sentido con la santidad, la imbécil Satanidad. Palabras de piedra golpean el oído sordo. Sicotroposeando las noches Resignándome de pecados Veo balas en los ojos de Dios. Inscontructivo involutivo insatisfecho Como el cóndor con diarrea 23
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Wanglen tienes dos estrellitas en los ojos Tasala
Wanglen lavaba su rostro en el pozo Donde la tierra transpiraba agua cristalina Que bajaba fría de sus ojos, La luna se quitaba la ropa —ella se empelotaba de la misma forma— Mientras los zorros aullaban dentro del verde pitranto. El cielo era una lira de poemas Los versos guerrilleras nubes Sin forma ni rima, Un cometa en rebeldía como coma huía Las estrellas en puntos suspensivos le seguían Tras la pausa. Una hoja azul extendida en el cielo El pozo un espejo Wanglen un poema en h2o El bálsamo de la luna llena punto final de su intima lujuria Wanglen kuri malen Lavas tu geografía con mi sangre. 25
Es cierto que callas de día y de noche duermes Con el féretro de tus rosas negras En el intervalo, Conversa un lenguaje de Machi en trance tromú kalfu wenumapu Nubes en el cielo azul Pergamino reciclado Espejo de los hombres Donde tú escribiste como un erecto crepúsculo Desfloró tu virginidad Somos espíritus flotantes Wanglen Las nubes son nuestro cuerpo Que se unen en aguachentos coitos Precipitándose en lluvia nieve O granizos Hasta en cubitos de hielo, Wanglen Para que nuestra sangre Vaya a transpirar al pozo Y tú te beba de nuevo mi cuerpo Mi agua Mi sangre Y te bañes con ella Hiervas el agua de canela Hagas el té o el yupi O el agua con harina tostada 26
Que tú le servías al transeúnte cansado. Wanglen, somos espíritus flotantes Cuerpos de nubes negras Y sangre de lluvia. Con mi sangre te lavabas en el pozo, wanglen.
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David Bustos
Ejercicio nº16
(Santiago de Chile, 1972)
Angustia: madre de todos los estados de sitio.
Ejercicio nº15
Después de una noche de toque de queda después de una cantata, peña o tocata tú la llevas describes desenvuelves desempacas el poema. Doblas la ropa antes de acostarte redactas la pena das vuelta en la cama. Rozas el taco toque de bocina sientes que alguien te pasa la lengua por la orejita. Ajusta cuentas. Saliva.
Hoy el bombardeo ha sido amable no hay que hacer caso a los sesos que derrama tu cabeza las noticias exageran, las extremidades dispersas de una guagua de seis meses entre escombros no son dignas de ser comentadas, después de todo de algo hay que morir. Tengo amigos cesantes hace años. Cada día se quejan menos. No hay enfermedad si no hay enfermo. Una ambulancia se pierde esquivando cuerpos entre escombros. El cobre sube de precio el cuero cabelludo de una muchacha de trenzas que andaba chuleando por ahí yace aplastado debajo de una casa. El trabajo es trabajo, la guerra es guerra.
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La acción estalla en cualquier parte Un caballero pudiente agudo como un puñal. Violeta Parra
Se trata de una mochila llena de explosivos un vagón de metro repleto y la decisión que has pospuesto por años. No es el fondo del fondo ni menos la permanencia de un estado sombrío: el frío en los huesos o la frecuente inseguridad de las manos ahorcando una idea que tirita.
No es el oscuro Pozo es la mínima expresión de esta condena un aliento que modula sílabas salivadas salidas en un árabe poblacional un árabe infanto-sexual. Una secuela biológica la historia mal resuelta de esta casta castrando canibalizando hasta el cansancio el presupuesto de todos los sueños mis sueños. Insisto, no es un apellido es algo menos profundo pero a todas luces dañino.
No, se trata de esto y esto, una arruga en la frente el mal olor de las personas el futuro crepitando a la orilla de una carretera que no puede y debe conducir a ninguna parte. Es algo sin dimensiones que se expande y expande algo que no existe, pero que he inventado para hacerte daño para hacerte sentir la necesidad de volar esa mochila en el vagón más lujoso de tu mente. No es el apellido, es el nombre completo que se quiebra en alguna parte como todo lo que se une punto a punto y toma cruel desvío. 31
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Diego Ramírez Gajardo (Antofagasta, 1982)
Yo podría ser tu Frida
Yo podría ser tu Frida Porque me dejo el pequeño resto de púber / pelillo todo femenino / barbilla toda de machito / descuidada en mi labio superior Yo podría ser tu Frida Y someterme, toda postergada a tu sonrisa para dejarte instalado el retrato de familia con los hijos que no tendremos
Yo podría ser tu Frida Y declararme las tristezas en el pelo (me lo borras, anudado, reconvertido, me armo trenza desperdicio) Yo podría ser tu Frida Y llevarte a compartir la oralidad en los lugares públicos donde nos encontramos casi siempre y dejarte aniquilado, perdido / arrinconado de besos sucios, para escribirte como si no nos conociéramos Yo podría ser tu Frida Porque me tienes esperándote, para atravesarme con lo que me queda de tu cuerpo / metal / sangrando / surcado / como marca.
Yo podría ser tu Frida Y vestirme con traje de caballero para que puedes unir cada pedacito ceniciento de mi pelo / Y llevarte en el pensamiento / Y dejar tus sueños arriba de la cama, como la muerte / como tu cuerpo Yo podría ser tu Frida Para perforarme las orejas, para sellarme la columna con tu metálica entrecruzada de piernas, y dejarme hambrienta de Rivera, arrebatada de india / híbrida para la noche
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Papel de antecedentes
Ya pertenezco a esta parte de la tragedia Ya tengo mi nombre pegadito a los otros nombres Ya soy uno más en la lista del miedo Ya nadie defiende mis cicatrices Ya nadie cuida mi escritura yo soy un peligro para la sociedad
Que me envidie la tragedia toda los antecedentes mal intencionados mi historia de amor la forma en que beso a un chico debajo del agua la manera crisálida de hacernos cariño la rabia y el desencanto de los cuerpos de estos cuerpos el tuyo alejado radicalmente de mis ganas y el mió absolutamente distante por la pena infinita Que le cuente al oído sobre la poeta mas discriminada de este país que le cuente por qué no pongo acentos por qué es esta histeria desesperada cuando le escribo la inscripción en la espalda, toda mi vida / su vida el destierro mi silencio / mi delito y de nuevo esos cuerpos Una boca lastimera llorando la noche entera cómo le pesa la rabia la rabia la rabia se le pega / me mira y se vuelva insignificante distante pasajera envídieme la derrota / las malas cosas la biografía imperfecta / el talento enfermo de tener que esconderme en la ilegalidad envídieme enterito / así resplandeciente
Todo esto no es mi culpa Srta. Magistrado todo eso que usted ve encima mío todo esto que usted ha escuchado de mí todo esto que usted ha leído de mi historia en los diarios es solamente el resultado de vivir en este, mi pequeño país frío.
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cuando me ve vestido de terciopelo encima de la chica mas moderna de los Juzgados del Crimen Todos los cuerpos de Chile toda la marca del registro / todas esos antecedentes terribles y porque no dice otras cosas más linda: cuéntele de que soy malo que hago sufrir a los chicos inclasificables que me gusta bailarle despacito sin gente que le desarmo la radicalidad y las creencias que todo la vanguardia me la demuestra arrodillado con la boca llena con las manos sucias Desígneme, hágame un poco de trato perverso envíeme relegado al final de su pieza al costado su cama al limite de sus zonas intimas no me castigue tanto como para tenerlo lejos de alguna manera tengo que pensar en sus fascinaciones recientes de alguna manera tengo que sentir sus brazos deletreando figuritas en la oscuridad de sus cruces y sus cortes y sus prisas risueñas y sus muecas llenas de babas corrigiendo los errores siniestros después de las siete / después de lavarse los frotes. Resígneme a esta fatalidad del digito y el abuso y el desuso Usted no sabe cómo me da rabia saber que todos los que escriben de «usted» y de «amor mió» están imitando mi tragedia sobre adjetivada pero, no, no se enferme, Yo no quiero que mi amor lo enferme y se le pegue la mala suerte de todo lo que no me resulta nunca porque la escolaridad, la boca y la sangre
la calle, los golpes, lo represivo del frío, la banalidad y mi consumo son una misma cosa terrible que se llama delito y que se cruza por las fronteras despobladas de sus pelos huachos que le salen y me salen en la barbilla. Y no me defienda o no haga que me defiende cuando me ve así de solo no me deje en silencio / déjeme llorarle esta rabia inmensa que me dice antecedentes como una sonrisa fatal de todo este cariño que ya no siento por usted.
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Elizabeth Neira
(Santiago de Chile, 1973)
El tiempo no fue generoso con nadie
Ningún prisionero recobró el equilibrio sexual
A nosotros las reinas a las que todos querían dar por el culo aunque nos doliera aunque nos atoráramos gritando que ¡No jetón! ¡Te digo que no! Nosotras caderas enfundadas en vinilo negro y los ojos rojos como dos semáforos Colocadas, borrachas, voladas, pero conscientes compañero Nosotras las que empinadas en plataformas aleopardadas ordenamos cada noche nuestra morena contundencia en complejas estructuras para sembrar el deseo 39
Nosotras divinas hasta la intoxicación violadas hasta el cansancio inspiramos poesía en bares asquerosos Besamos en la boca y le dimos de mamar, de nuestros pechos rabiosamente igualitarios a toda la sociedad de los poetas-muertos-de-borrachos Nuestras camas fueron sociedades anónimas y para qué decir lo abiertas Estrellas de la noche, abortivas de día Nosotras las de entonces ahora estamos solas nuestros novios proxenetas encontraron trabajo y se casaron con sus secretarias Ahora tienen úlceras y un vientre planetario Ahora nos dicen perras. ellos los fornicadores Algunos se postulan para huevadas y en la micro vemos sus nombres en las paredes de los eriazos En tanto los poetas cargan mortificados y silenciosos la herencia 40
insalubre de antiguas residencias prostibulares Pila de jetones que creyeron que mientras más putas cogían eran mejores poetas Esos, ahora son funcionarios municipales y por suerte por stress sus focos infecciosos ya no se erectan más Esos resignados todas las mañanas relamen su fracaso en el seno de sus mujeres santas que por santas a esa hora la piel ya les huele a detergente A esa hora los poetas-funcionarios se convulsionan en los baños por la deuda hipotecaria y porque la santa tuvo un apetito terreno el otro día y se compró una crema «carísima» a ver si así se le compone la ruina del rostro mapeado por los excesos de su poeta Los otros los verdaderos los bellos Esos animales hermosos que nos amaron a todas y que dejaron la vida en las plazas en las protestas, en cada vagina que besaron y mordieron 41
Esos héroes insolentes que arrancaban los jugos hasta de las piedras con sólo mirarlas Se mueren de a gotas en los manicomios A ellos de pronto les aparecieron madres y parientes que no dudaron en encerrarlos Los que tuvieron suerte alcanzaron a depositar su delirio en clínicas privadas los otros se fueron sin trámite a Avenida la Paz Como antes sobre nuestras piernas abiertas ahora duermen sobre sus excrementos El tiempo no fue generoso con nadie Tenían razón aquellos que nos asfixiaban Ni para los revolucionarios de gobierno ni para los intelectuales de derecha Menos para las reinas A nosotras, las reinas tanto amor peregrino nos comió las puertas de la maternidad, pero más que eso y que los abortos baratos fue tanto maldito abandono lo que terminó por ahuecar nuestros cuerpos y nuestros corazones
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Mi d(olor) II Stop me, ho, ho, ho, Stop me. The Smiths
Hoy mi dolor este amigo fiel que me acompaña desde siempre (el único) iba vestido de fiesta Iba con un ajustado traje violeta Hoy iba de chica (con el nunca se sabe, puede ser hombre o mujer, un día fiel, al otro traicionero) Iba fumando una larga boquilla de piedras incrustadas Iba drogada Le faltaba un zapato y la risa le estrangulaba las mejillas Iba montada Iba montada en un lujoso auto un mercedes rojo descapotable para ser más precisos Iba a mucha velocidad
comprimida en un zip Tenía la entrepierna húmeda pegada al plástico del asiento Su piel Su piel se había fundido en un gran beso negro con el vinilo y ella la muy guarra no quería soltar esa lengüita que le escarbaba el culito Iba destemplada No escuchaba otra música más que la de sus venas gruesas y desbordantes mangueras azules y rojas perfectamente visibles por toda su piel Llevaba un collar de perlas Y el estómago completamente al revés El viento le azotaba la cara y su pelo bailaba como los brazos de una excelsa bailarina Hoy mi dolor terminó colgando de la rama de un árbol con las tripas como corbata
En la cartera de charol negro llevaba la muerte 43
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Felipe Cussen
(Santiago de Chile, 1974)
Un sol negro. Un sol oscuro. Un sol oculto dentro de sí mismo. El sol se oculta, el sol se muestra. No hay nada nuevo bajo el sol. Generaciones vienen, generaciones van. No hay nada nuevo bajo el sol. El sol no es nuevo. El sol no es nada. No hay nada, pero es que nada, créanlo: no hay nada nuevo bajo el sol. He aquí lo nuevo. Pero ya fue. Ya había sido antes de nosotros, cuando no estábamos nosotros. Antes de nosotros había otros, y antes otros, y antes, hasta que no había memoria. Ahora no hay memoria. De los otros no ha quedado memoria. De nosotros no queda memoria. De nadie quedará memoria en la memoria de nadie. No queda nada. No hay memoria. No hay nada. He aquí que no hay nada. He aquí el rigor. He aquí el vigor. He aquí la fuerza. Son otros los que tienen la fuerza, no nosotros. He aquí los materiales. Son otros los que tienen los materiales, no nosotros. He aquí las herramientas. Son otros los que tienen las herramientas, no nosotros. He aquí lo hecho, lo deshecho y lo rehecho. He aquí lo hecho 45
sin fatiga, he aquí la fatiga de los materiales. Las puertas cuelgan, las casas tambalean. Todo se hace pedazos, se hace trizas. Lo que se hizo, se hizo. Lo que no se hizo, no se hará. Nadie lo resistiría, lo soportaría, lo aguantaría. Nadie sería capaz de nada. ¿Qué queda por hacer? ¿Qué quedará por hacer después de deshacer lo rehecho? ¿Qué quedará después? ¿Qué quedará? Hay tanto por hacer. No hay nada por hacer. No hay nada. No hay contento, hay descontento. No hay provecho, hay desprovecho. No hay solución. No hay problema. Incluso si no hay problema no hay solución. No hay instrucciones. ¿Sería posible que haya instrucciones? ¿Dónde podría haber instrucciones? No hay dónde buscar. No hay que buscar más allá. No hay que buscar más acá. No hay qué buscar. No hay que buscar. No hay motivo. No tiene sentido. No vale la pena. Es un mal negocio. No vale nada. No hay nada. No hay nada peor que esto. No hay nada mejor que esto. Esto ha aumentado considerablemente. Esto ha disminuido notablemente. Esto no es divertido. No estamos bromeando. Bajo ningún concepto. Habría que analizarlo, estudiarlo, llevarlo a juicio y juzgarlo. Y sólo entonces decidir si hay algo. Pero no hay caso. No hay nada. Hay proverbios para todo. Todo termina por saberse. Pero no se sabe nada. Quizás no nos atañe, no nos concierne, no nos interesa, ni interesa a nadie. Pero no digan que no 46
les avisamos. No se olviden. Acuérdense de nosotros. Antes de que vengan días malos, antes de que vengan días más malos. Nadie agradece nada. No hay nada que agradecer. No hay nada. Hemos visto tanta cosa. Hemos visto tanta cuestión. No hay nada, nada que ver. Todo ha sido visto. Todo ha sido oído. Todo ha sido dicho. ¿Hay algo que se pueda decir? Todo son palabras que sobran. Pero todo hay que decirlo. Cómo decirlo con palabras. Las palabras son clavos, pero clavos mal clavados. Estas palabras se han desclavado. Y no hay nada que decir. No hay nada. Se ha cerrado un ciclo. El fin de todo discurso es absurdo. Todo es absurdo. Todo es tedio. Sólo queda la niebla. Sólo niebla, todo niebla, todo niebla de nada, todo de nada, todo por nada, todo o nada. No hay nada.
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Felipe Moncada
Ciruelos y villanos
(Chiloé, 1973)
El tren
De barrios en la penumbra y trasnoche, cafeterías y balcones vacíos, cae un temblor de persianas. En rutas perdidas de taxi, una película de los setenta con policías de color, pandilleros y clubes con puerta de flúor.
El maní salado permite internarse en la república de los indigentes y escuchar a los veteranos de la guerra de Chile. Hace tiempo estos barrios han sido tomados, vaciados por camiones de basura, pues antiguos demonios detuvieron el sol en los muros. Una Bagdad de fogatas y anuncios muy antiguos, cuecas y rancheras de mundos paralelos. Debes pasar rozando a la negra de voz cavernosa en el barrio de las predicciones, pues tarotistas de feria artesanal han predicho siete caballos negros a la salida del metro. Con acento del Rímac, ofrece cholo, agua y chocolito, en los pasillos de la vega, pues el sol ha llegado a callejones donde se tranzan celulares y un campesino mira su moneda falsa con monóculo. Al barrio La Paz con buses a pueblos de la chimba, acuden los comerciantes, un aroma de cilantro, de taberna y de meado, alterna con las nubes, una farsa de barrio marítimo.
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Todos se han ido del barrio y los ciruelos de la calle son la torcedura, han huido las ancianas que arriendan pieza y solo queda un tejedor de totora frente a un palacio cubista. Trozos de sol recortados en la mesa: me siento en la plaza, metafísica de palomas y crujir de viento, pues la hora es siempre la misma, aunque los palomos corcoveen o neonazis pasen corriendo al paraíso del odio. Los ciruelos de la villa como parodia de un Japón de papelillo, con almacenes abiertos, grandes bebidas y dueño de boliche con parlantes, papas fritas y merca. Aunque los jardines vean caer una lluvia de pétalos sobre quiltros y señores de cien años poden un canelo, los muchachos fuman yerba en una caja de antibióticos y comentan las ventajas del Sol o una riña del fin de semana.
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Horas muertas
Las horas de caminar buscando una pieza barata, esperando en un consultorio, buscando papel en el barrio de los imprenteros. Las tardes pedaleando por caminos rurales, buscando la estrella de las chicherías, y las otras, las de pagar una cuenta atrasada, de pie ante la puerta de la asistente, vendiendo revistas con el sol en la cara. Las horas por las cuales no sería niño otra vez, pues no es cosa de mentir la escritura; las de cantar el himno nacional, firmes, con sueño, escribiendo el dictado mientras suenan las tripas y el retrato del General sobre la pizarra, pero volvería allí por los minutos de oír el cuerno de los heladeros, por las tardes en los techos viendo bolsas de plástico volar más allá de todas las antenas.
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Gustavo Barrera Calderón
El periodista y la relación de los hechos
(Santiago de Chile, 1975)
El camarógrafo y su arte
Cuando el camarógrafo intenta enfocar a la víctima descubre que su rostro ha sido borrado mientras que el espacio inmediato parece estar dibujado con el rostro de nuevas víctimas Cuando intenta enfocar al victimario descubre que su rostro es idéntico al rostro de millones de victimarios todos iguales en forma y proporción a la figura arquetípica del horror e iguales en forma y proporción a la distancia entre cada uno de ellos
En el noticiero de las nueve el periodista dice víctima (y nadie escucha) en el noticiero de las nueve en otra época o en otro mundo el periodista dice victimario (y nadie escucha) El silencio que precede a las noticias contrasta el antes y el después con el silencio posterior a ellas De este modo la entrega noticiosa constituye un espejo áureo e invisible en forma de abanico o de plumas de pavo real Cada uno de los argumentos desplegados puede ser percibido como un ojo pintado o como una semilla plástica En el mundo de las cosas sin nombre asignamos un nombre a cada cosa (risas) De este modo nadie puede confundirse (aplausos) De este modo asignamos un interés a cada cosa (risas)
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Cada noticia tiene un nombre que la identifica y relaciona con las demás noticias (aplausos) en el noticiero de las nueve (risas)
Temblor
Aparece un pequeño espacio en el armario todo parecía girar en una cabeza Ella se decía a sí misma ha de pasar luego Los objetos en movimiento pendular objetivos se tocan unos a otros inmediatos urgentes un momento en el pequeño espacio Ella empezó a caminar en círculos como en una cabeza observaba el modo en que los objetos aterran Quisiera escapar del edificio como de un cuerpo ahora Al centro una pantalla se magnetiza con el roce aparece una mano luego el cuerpo de la mujer tiembla Mujer: Sólo doy una vuelta
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Los edificios
Dos cabezas avanzan por un corredor dos cuerpos siguen las cabezas cada uno camina solo por una nada sostenidos ambos en diferentes 谩mbitos astutos dicen sin nombre audaces dicen sobre una construcci贸n desvanecida paralelamente solos en esa nada sin nombre
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Marcela Saldaño
Quiero un Cristo carnicero
(Santiago de Chile, 1981)
Víbora
Un ojo donde nadan reptiles y sus dientes definen los colores No sólo en tu cuerpo No sólo en esta oscuridad que define el silencio Solamente en el sonido madre Ahí sólo soy carnicería
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En mi ojo En mi patrulla En la muralla En mi cuello En el viento En la espada En mi habla En la lengua Mi lengua Lengua Lenguaje En mi caja En mi cama En mi fuego En mi terca locura En mí En los tristes animales En mi ojo En tu sustancia que tapa mi cara En mi ojo En mis piernas En tus piernas raras En tu voz Tu voz familiar ahora En mi ojo tu ojo En mi baile En mis brazos Serpientes en tu cuello En mi sueño En el centro En mi campo En lo que no me pertenece Quiero un garfio muy cerca de la fosa Un garfio en mi barbilla Inerte este ojo invisible
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Piedra sucumbe al canto
Six long years
Sobre la piedra siempre hay otra que sucumbe Como tus labios Tus rodillas Tu mano muy cerca de tu línea Esa línea detallada en un papel Carboncillo Un saludo Un cabello cano para mí dentro de la espalda Los papeles son siempre piedra Piedra de la piedra en un extraño desvarío Otra persona borrada Un rastro pendiente sólo en los olores Pero esta noche esa piedra soy yo y te arrastras sobre mí como un carboncillo dibujando estas formas impuras Mi risa obscena Mi gato El de la cabeza más grande me suplica dejarlo entrar Como tú ahora entras y sales Me enredo en ti y me pruebo tu sombrero Nunca te saques las botas eso si Eso me gusta Nunca te las saques Eso si Sácame todo lo que tengo en el retrato Vuelve sobre mí como un pedazo de piedra demasiado duro que no dibuja Raspa Araña Mientras yo guardo mis colmillos te presento mi línea Tus botas insisto en ellas Quiero probármelas sin que te las saques Tu sombrero se instaló en mi ojo Mi iris ya es sólo una calavera Una sombra de líneas trazadas Unas sobre otras Te dije Si te quitas las botas me voy y me arrastraste sobre la losa Tapaste mi boca con tu sombrero Comprobé que tu lengua era la serpiente
El viento mueve el parque de la esquina Por eso no lo encontraba Tu caverna es mi sonrisa A través de la vieja serie de memoria Acerco tu misión feérica Intuyo la conversación ad portas Mi cariño inspira el arpa vacía Mi lámpara eres tú Viento en el eje contrario
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Sol de noche Sol de sombreros en la cama Junto a la madeja que somos Tu vocal abierta en aquellas observaciones Es mi llanto dentro del corazón devorado por tu posición demasiado incierta Tu «ele» moviliza tu lengua dentro de la boca Asuntos oscuros en medio de mis palabras Esa materia negra más negra que mi misma Tus ojos bellos El antejardín Atrae este temblor De madrugada Donde tú no entras Huele este poema póstumo Huele y ve esta canción Sobre las campanas de tus sueños La foto de tu padre orgulloso aún Dentro del niño encerrado En la edad Seis años son muy pocos
Priscilla Cajales
(Santiago de Chile, 1984)
Panorámica III
Entonces recorríamos las calles haciendo el amor en todas sus formas nada ni el más cruel de los fríos podrían detenernos en ese tiempo Ni la vergüenza, ni la mentira, ni el sufrimiento más cruel Pero la belleza, la poca belleza que poseíamos en ese entonces y tu fuerza toda tú horrorosa fuerza
No éramos los más bellos sí lo más felices y valientes arrojados a lo intempestivo de una muerte tan prematura como la certeza del fin En ese entonces poco importaban los años la borrachera la pobreza
no fue suficiente La valentía se acabó con el tiempo y vino el miedo el frío y el más completo de los silencios.
Buscábamos chequeras abandonadas en el supermercado cerca de la casa de tu amigo Tú y yo, finita pero inmensamente desde un universo en el que yo no existía y en el que tu vida se estaba destruyendo justo así como para mí tenía que ser: tan dolorosamente soportable
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Verano TV
III Cómo confiar en los signos vitales del conductor cuando la velocidad alcanza los 260 kilómetros por hora Desabrocho el cinturón de seguridad con los ojos fijos en los carteles de emergencia Este recorrido a casa es terrible en el sentido de los castigos del Olimpo en el sentido de una pena capital Este camino a casa es como una terapia grupal en el todos los integrantes ríen a carcajadas mirando fijamente a los ojos del instructor
pero esta marca periférica supera las astucias lingüísticas se lee como una mala canción a través del auto en el que últimamente sólo funciona el sistema de sonido Igual al auto blanco de mi padre asentado en el jardín de mi casa durante media década esperando la ayuda de los niños del barrio para un primer impulso motor un jardín en el que nunca creció nada más salvo el calor de los meses vacacionales de Santiago pequeñas piernas atestadas y corriendo descalzas por la calle tardes de calor capeadas por la felicidad eufórica del único grifo abierto desde las 4 o los largos viajes en micro rumbo a la fuente alemana de plaza Italia en donde solíamos veranear en aquellos años.
Este camino a casa es como todos los caminos a todas las casa de la periferia de la ciudad como los caminos de Lorca de Camila de los padres de Camila que la sientan a ver la televisión por cable con la esperanza de evitar una marca 65
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El cristalino de las ventanas I
Mientras escucho a Jacques Brel dejo que el ventanal se abra y el aire me pegue en el cuello el espacio no permite tiempo para la meditación, tampoco para el culto al cuerpo menos aún para la música francesa Los alrededores son vastos, pero de infinitos patios completamente conectados, Como un tablero de ajedrez visto desde abajo
Hay costumbres, insisto, que no he podido olvidar Y que este verano terrible me ha devuelto Belleza y tristeza se llama el cuadro que veo en un muro y que me hace recordar veranos anteriores lo peor es que la sequia ya ha sido anunciada
El cuerpo de carpinteros en el que trabajó nunca más volverá a pisar el lugar no verán el pasto verde alrededor ni el cristalino de las ventanas sólo la mirada sospechosa de sus habitantes Es cierto siempre vas a tener no más de dos opciones yo voto por una abstención pálida e intranquila Como el gesto del fumador que llegado el momento de la cita saca un chicle y lo deja en la boca Son dos, como el espacio que me separa de todo este lugar y sus clientes 67
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Yeko Aguilera
(Santiago de Chile, 1985)
me he dejado que quizás nunca me sueñes porque yo quizás dejaré de soñarte nunca Pero todas las mañanas hay que abortar al feto del diablo en nuestro vientre
Sonrisas
Automáticamente bueno a diario plazo como lavarse los dientes y hacer el primer pipí Robarle células de queratina a las plumas de un ángel y clonarte espeso el rubor o la salida del salón de pool amamantaste a mí parecía que te ibas lloré toneladas de mala suerte es muy cromático esto que me está admirando a mí pobrecillo pedidor de limosna en la punta de un cerro abarrancado ermitaño me estaba pudriendo a chat e ebooks de filosas fofas fosas sofías energúmenos de ayer puramente ayer fue mi quedarse escondido menos mal que te vi jaspeada de sol enamorando me retrocediste de mi alfombra roja hacia la hora de nuestra muerte amén yo iba muy presidenciable hacia los roqueríos de la costa en cartagena siempre quedan los suizos como choritos adheridos a la piedra
Maquinal y nitroglicerino el arco iris patas para arriba tu sonrisa en el mundo hace pensar que siempre siempre siempre habrá sonrisas en mi mundo
Y fue un correcaminos que se lesionó los meniscos yo de cupido 69
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Entrar
Te sacaría los ojos
entro a la lluvia como el futbolista entra a la cancha recién hechito perfumado y musculoso entro a la lluvia
te sacaría los ojos con una espada caliente hervida en las muelas y sangres de tu propia lágrima al óleo de las nupcias con el féretro vendrán ratones y murciélagos rabiosos a tu boca infectados de la nostalgia séptica del infierno y el puñado de las células cóncavas de tanto miedo restregaría en tu cara con el moco de todos los perros más tiñosos del basural eterno con el amedrentamiento de los pantanos de cadáveres y las montañas de cadáveres y las hediondeces pustulosas de los cadáveres y las morisquetas pálidas y verdes en los rostros de todos los cadáveres a las carroñas fulgentes de color y olor al hambre universal sobre la panegiria de los ríos de ceniza encapuchada a guadañas manchadas con el espasmo matriarcal del asesino que se suicidará matando te sacaría los ojos los ojos y la lengua los ojos y los labios los ojos y las uñas te sacaría los ojos con una navaja afilada en mis propios ojos
como pedro por su casa entro a la lluvia y a medio huracán por cada ojo a veces entro al pan
te arrancaría el corazón con las manos tan felices como las del padre que saca a su hijo del vientre de su esposa 71
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cuánto besaría tus latidos mermando al galope de mis mandíbulas mancilladas chorreando el rojo tan negro de los fines del desquicio te desclavaría la piel a diente y arañazo con la guillotina pulcra del alma guillotinada hecha infusión del odio que borbotea pellejos para cubrir la desnudez de un hueso que se supo siempre fruta de ninguna semilla por ser tal hueso de odio al cortejo de las calaveras vestidas con venéreas briznas de sal o a la luna fláccida que se observa en la adicción al cielo
con cortacartón con gillette prestobarba con palillo de crochet con cortaúñas con katana con hebilla de cinturón con alabarda con alfiler de gancho con chincheta con jabalina con tachuela con clip con chadetumadre estoy más rayado que un baño de estadio
al ritmo de la convulsión y el último escupitajo del ahorcado te estrangularía pacientemente con la ternura de la piedra que acuna al insecto ¿cuántos hachazos cabrían en tus ojos? ¿cuánto hierro derretido con mi asco cabría sobre tus ojos llorando una misericordia estéril? de tu estúpida inocencia de bestia que camina rumbo al matadero me reiría abisal y estridente y en el cuchillo en tu cuello y el grito seco y sordo me fundiría en éxtasis de volcanes ebullendo el dulzor de tu pánico te arrancaría los ojos con tijera 73
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| Panamรก |
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Eyra Harbar
(Almirante, 1972)
para una violeta azul
en octubre vi una flor azul y su belleza duró tan sólo mi respiro violeta azul, pides y pides lo indomable un veneno silba tu nombre, una sirena descerebrando el cielo con una jaqueca digna de ardid
tengo la muerte asociada a la rutina, a la abnegación de las bienamadas que toman en serio su mandato, y veo que tu guirnalda compensa tal necesidad de asilo, porque ellas toman esa rabia para teñir su clítoris con el índigo y su cuello con un añil vengativo, libre y perverso eres sádica con tu psicología de revelaciones y sabes que surtirá efecto ese reguero de flores en los patios, como un oráculo sabes que volverán a mirarse en tu labio y tu ombligo tentando el sexo, deseando que desnude tu seno antes de fin de año y nunca entregues tus pétalos al país donde se construye el tiempo, y halarás el gatillo cuando estén cerca, halarás el gatillo para morir con ellas en la brevedad de los jardines
coge un rifle y me lo insertas mirándome el corazón, coge un rifle cargado de preguntas, cotorra temperamental con un libro en el pico dejando una jaula vacía en que me siento a repetir una flor azul me dispara y me enternece, una flor azul me dispara y me enternece, porque tu juventud es loca y soy el desesperado Nabokov con el hálito de la primavera tengo las piernas cansadas de jugar a la rayuela sin un goce de cielo, sin una barita mágica para abrir lo profundo, allí donde no hay escudo en la piel como aguantando el tiro 77
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Un jardín necesario Un péndulo de carne y hueso toca el abecedario. Jean Arp
Los amigos que conocemos escarban las flores de viejos amores siguiendo la huella con el olfato voraz del licántropo, lloran gravemente enfermos de aullidos, atados al bosque menstrual que tiembla en el pétalo. Se cubren la boca con las alas exactas de los jardineros, con el silencio de un dios impotente. Basta su silencio, sólo basta recoger en cada escombro un lugar derrotado.
un abundante preludio de encarnaciones les dé a beber la fuente de olvido, el rostro incierto devuelto de la muerte, el rostro fúnebre ofrecido a un abrazo, comensales de un jardín necesario para aliviar lo irrepetible, porque aquello que se ha ido provoca a veces recordar y creemos tener las manos dulces para acercar su colmena, y el pasado se aleja.
Un ángel pasa y en sus tiernos labios habrá un exilio nuevo. Así son los amores que mis amigos lamentan, con el hábito de ausencias atoradas al canto maldito del pájaro, rogando amnesia, al menos odio en la poesía devastada. Juran volver a nacer los que allí se han visto. ¡Qué bello el mundo, qué inmensa materia si el cielo que baña los ojos da brotes en verano! Si la velada cubre pastizales con su canto obsesivo y los devuelve frescos, como un bulbo encabritado traspasa la oscuridad y el hambre, entonces, podría ser que en los confines desgarrados del Hades 79
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Jardín para proponer que el tiempo estorbe nunca supe de algo más fuerte ni más frágil que el amor Bertalicia Peralta
Eres tú, refugio y candil, el amanecer del fuego naciente. Como si ese trémulo sobresalto lograra cortarme la caída a los días que marchan de enero a diciembre, insoportablemente definitivos en su acecho. En algún sueño estás, testigo impredecible del extraño paraíso que arranco a la razón.
Déjame mirarte permanente en un mundo que procura destrucción. Toma estas manos, limitadas como un dios amargo que ha abandonado a prisa el universo. No sé si en este día ocurran las catástrofes, pero es preciso que encuentre la muerte una mujer desnuda y que los labios la cubran como un país tendido sobre el pasto. Es preciso que el tiempo estorbe para propiciar su retiro.
Mi vela es pequeña, apenas deja ver la oreja del vacío, y tú eres talismán en la tumba de la oscuridad. Si fuera este el último día, ¿qué envejece, sino el amor que no ha sido tomado? No logro estar de pie cuando lloro y tal vez nunca vuelva a pisar, tan de repente, esta abundancia de peldaños dorados que oscilan al rozar el alba.
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Gorka Lasa Tribaldos
Soledad de caminante
Dragón de oro
Viento que golpea mi rostro torbellinos de agua y frío que colapsan sobre mi soledad de caminante.
Hermano, ¿Has caminado por los sueños? ¿Has visto al dragón de oro devorar el corazón de los hombres? ¿Cuánto durará el encantamiento de la realidad?
Montañas azules, bosques nubosos en las distancias senderos húmedos y ocultos que llevan a la noche de la aventura inmemorial.
(Ciudad de Panamá, 1972)
Cansado estoy de tratar de enseñarle al mundo que el sueño del sol es la estructura del templo el viento de las voces es la ofrenda y el altar. Lo demás pasará como los días yo tendré que olvidarlo todo como tantas otras veces. Pero más allá de mi cuerpo impermanente, está el soñador eterno que nos sueña. Y en sus sueños ya casi es de mañana
Las luces del atardecer se alejan entre las nubes de tormenta pies cansados recorren la ruta del olvido. Alturas de soledad en las montañas del hombre peregrino buscando en las distancias el efímero recuerdo de la Mujer-Luz Infinitamente solo en la cumbre de su silencio perdido en las distancias de sus sueños lúcidos. ¿Qué quedó después de todo lo contemplado? Solo recordar la vida en sus senderos viejos escribir glifos secretos en el papiro antiguo sobre los caminos de una patria olvidada. ¿Qué pasará ahora que todos alucinamos con el imperio y su poder que el canto del delfín se ahoga en los mares de los hombres ciegos? ¿Dónde está la conciencia pura en este tiempo incorrecto?
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¿Cuánto falta para que despierte el hombre? ¿Su amanecer, su eterno canto, su destino? Torbellinos de agua y frío sobre mi soledad de caminante Viento, lluvia, niebla de montaña cae la noche y consigo trae la estrella.
Sueño minimalista
1 Lluvia silenciosa sobre los verdes valles. En dirección al mar vuela una gaviota, de viento se nutre su plumaje. Solitaria.
2 La gota de fuego cayó sobre el lago. La verdad ha durado un segundo, enseñanza de ondas infinitas. A nadie le importa.
3 Llama que danza excitada de viento. Soledad plagada de grillos, habitada de encuentros. Solo en mi sueño.
4 Se sentó en erguida forma. El bosque aullaba su letanía, la grulla siguió volando.
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5 Tormenta de loto. Reflejo en el estanque de luna, aquella estrella. Soledad y frío.
6 Llama de un templo, vacilante ante la ventisca y su noche. El maestro cierra la ventana. La llama interna sigue erguida.
9 Las manos vacías. La mente vacía, el alma vacía. El universo sin velos.
10 Cual amante temerosa, la rosa reveló su perfume. Luego la visión fue poseída, eterno instante.
7 Laberinto de un lenguaje, mensaje de Indescifrable verde. El musgo sobre la roca.
11 De la forma, el vacío. De la agitada ligadura, solo este rítmico hálito. En la brecha, vacuidad.
8 Ultima torre de la muralla, dragón de piedra aguarda dormido. Centinela del hastío, ojos que se cansan de esperar.
12 Valle que se fusiona en niebla, sendero del paraje oculto. El rastro inexistente se define. Circulo en la arena.
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13 El viento acaricia los ĂĄrboles tristes. La luna es amante de la noche, el rĂo siempre canta. Hoy, ahora, solo esto.
14 Los pensamientos rondan la mente. La lluvia salta del cielo a la tierra, nubes que viajan sin destino. Espirales de vida.
15 La luna duerme posada en el lago. El agua rumora un Sutra. Imperceptible coloquio en la cavidad de la roca.
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Edilberto González Trejos
Minería Espiritual
(Santiago de Veraguas, 1971)
Sureño Dedicado al Pacífico Veragüense y a mis amigos Sofia Santim, Lucy Chau y José Luis Rodríguez Pittí, en Panamá, y Gladys Mendía, Venezolana en Chile.
Mis pasos Vuelven sobre un camino sureño A la sal de estas piedras Al aire cargado de sol Azul-de-agua Que transfigura mis ojos polutos. Las profundidades inundan mi corazón, El rocío de las laderas besa mis nudos, Libre miro el firmamento Oscuro, estrellado, infinito, Al Sur del Cielo.
I. Soy minero ante tu veta virgen, Labrador ante tu suelo intacto, Te descubro; Aquella rueda que gira sobre sí Para volver al principio soy, vuelvo Y te hallo Clave escrita en mi pared.
II. Minero del Ser Topo del Verbo, En el principio La noche, En lo profundo El fuego, Proeza que penetra en soledad y Cava la Entraña de la Tierra En pos del Tesoro: Joya sin Tiempo Ni Lugar.
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Las edades del hombre:
Quien porta el bĂĄculo entre escombros Sol en su propio dĂa, lucero en noche ajena desgrana misterios de una espiga comĂşn. Pastor ancestral de ovejas perdidas Buzo reciente de perlas sumergidas Jardinero Eterno del Huerto Estelar.
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Javier Alvarado
(Santiago de Veraguas, 1982)
Instrucciones para duendes o carnada para atraer a niños rubios
Las abuelas fabrican la chicha de maíz y allá crujen las cañas que van rumbo a las estrellas ahogadas en el trapiche. Hay monedas de oro agoreras que palpitan debajo de algún mango y estos poemas se lo llevan los duendes para atraer a niños rubios.
Viajas con el frío de los aromos. Nadie puede detenerte en la estación de las mieles. Del cielo cae Dios con sus pecíolos y las nueces renuncian copular con los nogales. Hay un frío intermitente como diosas sin patria o sin cántaro. Mi padre ha quebrado en dos la espada de la lluvia y algunos caballos rumian la puesta del sol en la cordillera del fuego. Nadie dirá que fueron liberados los sueños tibios, las barcas soñolientas donde se amortiguaron los golpes y las jarcias encadenadas en nuestros ojos como liebres; los ñeques enmudecidos por los astros querrán contar una victoria, un bosque de ancianos y una cesta con acertijos; porque somos fantasmas que poblaron el corral, gallinas, pavos, chivos o cabras que han amansado el aliento de las estepas, porque al igual que la nomenclatura de las amapolas somos polen viajante, rostros desordenados que han caído al fondo en una paletada de tierra, con esas metáforas inusuales del polvo correteando niños en la ventana del campo. 95
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Una abuela y un nieto retornan de la niebla A mi abuela Lucila Medrano de Carrizo In memorian.
Se ha ido la luz y cortan las tinieblas del lenguaje, el parque solo es asediado por amantes terrestres y pájaros de petrificada espuma; forasteros como reses deambulan en el corral de los comensales. La abuela espera en la casa con los panes abiertos y la leche de la acostumbrada vaca. Aquel niño va con su linterna a recorrer las huellas de su yo el primo enfermo solo deduce la luna de su maldad y aquel niño sigue caminando por siglos y siglos de velas apagadas. Pero aún así la abuela espera y abuela y nieto son rimas pastorales que retornan de la niebla.
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Poema después de la llamada de un suicida Nadie sino el hombre pudo inventar el suicidio. Las piedras mueren de muerte natural. El agua no muere. Sólo el hombre pudo inventar para el día la noche, el hambre para el pan, las rosas para la poesía. Jaime Sabines
Ellos escogen la manera de morir. Juegan a ser pequeños dioses, Grandes o diminutos verdugos Se aniquilan gozosos o asqueados. No entienden mas nada sobre la tierra que la vida Y burlándose de ella, se apuntan en las sienes Se toman pastillas dejadas al descuido, se cortan las venas Se beben un veneno o no saben que otras muertes Hay en el catálogo, la de dormir con la llave de gas O encender el auto, o aguamente con el río a cuestas O el nado por el mar O descender de las alturas. Abajo no les darán un par de alas. A los ahorcados les darán un yunque para pisar otra vez la tierra. Yo sueño que estoy dormido y que no oí Esa llamada. Escucharlo convulso contra el reloj, Contra la medida exacta de cómo deben ser las cosas.
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Dirán que se fue volando por todas las arterias Que se habrá tomado todas las tabletas del placer Que se habrá cercenado las pequeñas yugulares de la mano hasta el cansancio Y de allí manarían los argumentos para enviarle a un hospital, A una guarida, a una casa de huéspedes donde envejecerá después de muerto Y se disecan su corazón será un promontorio de niños jugando por la playa Que desconocerán el sexo y entrarán en otro sortilegio, parecido a la edad y a esa confrontación de Dios con la llamada La de la despedida, si la muerte hace mover la rueda de la noche Que fue el más loco de los hermanos y el loco amante de los plenilunios asistidos por el fuego.
Que nos agreden, que nos dejan mustios y secos Como la hierba expuesta a los orines del sol. Mañana será un día donde dirán que se ha matado. Ya al menos habrá saciado su sed y no volverá a tener hambre. Háblale de la esperanza y dile que afuera los niños Se iluminan, que hay una ventana para ver hacia otros mundos. De eso se resplandece la noche, con el día de la palabra Que nunca se acuesta y siempre duerme. Quizás el quiso inventar el suicidio y tenga éxito. Espero no lo tengas.
Ya de seguro habrán estado esperándolo los ángeles vestidos de arcoiris Su espíritu vacilante entró en la cordillera Y en el sueño azul. Nada es fácil como llorar de arrepentimiento Y aprender de algunos hábitos de ciertos animales. La madre araña se suicida por amor Cuando no hay comida para los críos.
No tengo para ti, crisantemos ni flores de muerto Aún en mi poesía.
Las piedras mueren de muerte natural Cuando golpean una ventana para atisbar al amor. Lo que es agua no muere, eso se queda. Eso es para calmar la sed de aquellas sequías 99
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Javier Romero Hernández (La Chorrera, 1983)
El fruto Escrito en casa de mi entrañable amigo, Joe Murillo.
Porque siempre colgará tu sombra como un fruto oscuro, que tal vez quisiera transformarse en ave y no caer como un latido de hojarasca hacia la nada: Entonces será inútil derribar el árbol, plantar otras semillas que no tiemblen, clausurar la puerta para siempre y ocultarnos de la cuerda que no pudo contener tu ausencia; de tu lengua donde crecen astros invernales y de aquellos dioses que vivieron sus tristezas en nosotros. Por eso treparé a tu árbol cuando llueva, y llevaré un paraguas, y te daré un capote, y en los mediodías un vaso con agua calmará tu miedo, y aflojaré tu cuerda un poco para que me hables, 101
para que me cuentes de la hormiga que confunde su guarida con tu pecho, del perro de vigilia que aún te busca en caminatas nocturnas, en territorios baldíos donde todo sufre tu gravitación caliente, donde a veces sentimos surgir como el pálpito secreto de aquello que nos fue negado, el pequeño cadáver de una lata o la ocre aflicción de un trapo disputando su quietud a la maleza. Y yo te diré que estoy aquí, contigo conmigo, escuchando el precipicio de tu voz en mi desvelo, el murmullo de mis venas y las otras como sonámbulas raíces extraviadas en mi mismo. Y yo te diré que estoy allí, sin ti, que en mí sólo queda este coágulo nocturno, un vértigo de sangre adormilada, una náusea de diurnas latitudes, porque siento un verde hostilizado, siento ramas que se quiebran en mi frente y una muerte suspendida de mi cuello me despierta; porque siento aquellas hojas que se cimbran en tu cuerpo como heridos labios que vacilan en un beso.
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Palabras de un clon ...el ser y la nada se engendran. Lao Tse
Como toda buena Teogonía primero fue la oscuridad, la Bioquímica danzaba en los caminos del origen; no era la vida ni la muerte, sólo un pulso, un insistir desde lo eterno. Las claves de la lengua —veloces electrones— surcaban el primer silencio que ningún oído humano escuchará. Los ácidos nucleicos eran dioses diminutos que esparcían pensamientos, gestos, rescataban antiguos planos de ensamblaje; entonces fue el crepúsculo, el soplo de la espuma, la creación de lo divino en los laberintos del genoma:
Fui un lejano sueño sin recuerdo, cosmos celular, en mí se iniciaba un rito, una dinastía; arcángeles proteicos me cuidaban, aguardaban el momento de la profecía. ¿Aún no lo comprendes? Yo vivía en ti como tú en mí desde antes de las invasiones del esperma, la historia y el fusil entre las manos, la pupila y la imagen de la sombra, antes de que el sexo tomara su ración de sentimiento. He vivido en ti como la voz obnubilada del instinto, como aquella nada innominable que engendró la totalidad de tu existencia.
¡El verbo estaba vivo! 103
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Testimonio del hombre
Algunas veces, de madrugada, parece que las tĂmidas formas engendraran la mirada inescrutable del poeta, y vierten entonces los minutos la fecundidad de sus alas. Y asĂ, en este mundo sin edades, nace el verso como el Ăşnico testimonio posible.
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Katia Chiari
(Ciudad de Panamá, 1969)
Otro puente, para cruzar a dónde. La mujer lava sus ropas, el río crece, un carro pasa.
Un olor a tierra abonada, a hembra, hembra concibiendo ser casa, puerta y ventana, cielo, luna y estrella, da vueltas, vueltas. Entra cual tormenta, amanece cual rocío, en las noche de insomnio, barriadas y galaxias, vida misma, olor a hembra, vueltas y vueltas, ir y venir, ser y estar, un mareo nos delata.
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Restauramos la fundación, el casco antiguo, mientras cabalga el tiempo Josefa para llegar hasta sus hijos, y no por romántica, enciende una vela y sueña.
¡Atención! Estoy en la escuela. ¡Hagan sus tareas! ¡Silencio! ¡Copien! ¿Por qué llegó tarde? ¿Quién le dio permiso? ¡Expulsado! Amo a mi mamá. Mi mamá me ama. Obedecer a la maestra. Debo obedecer. Obedecer. Cumplir horarios. Aprender disciplina, obedecer: Good morning teacher. How are you today? Nido de trabajadores, en fila se forman para las fábricas.
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Lili Mendoza
Proyecto de Ciencias
(Ciudad de Panamá, 1974) A Rafa y Jessica
A Benazir Buttho
Te acostaré en algodones para que germines desnudo; tu cáscara de cera irá echando raíces. Yo te veré a diario para espiarte hojas y alegrarme cuando cambien tus olores.
Diciembre 27, 2007
Mísera mano; te han cortado flor para admirarte. No cae el capullo en vano, lo picotean los pájaros. Amortajada de sudores, te cubrieron de miedos y barro. De mano en mano te fueron pasando: Muerta la flor no vendrán ruiseñores.
Transplantado a tu lecho de tierra, resueltos los misterios, pasarán siglos para recrearte eterno en un frasco.
Míseras hojas abrazan tu espacio, Flor, doblados de angustia te lloran los tallos. 111
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Morsure du tatouage o la Duda de Santo Tomás, que primero fue cuento y ahora poema. A Frank Tamayo
Gente en desbandada; Putas, locos y fantasmas, en su sano juicio nadie abraza un ron. Otro para el camino pero nunca se van. Disco inferno. Si Dios habita los cielos baje ahora a librarme, en la hora de mi tentación. Siéntame en tu regazo para que dude de este instante, exponme evangelios de tinta, que los santos bajan a cantinas, —Santo Tomás de las masas— —¡Jesús!— hundida en tu carne.
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Magdalena Camargo Lemieszek
Cierro mis ojos
(Szczecin, Polonia, 1987)
a Pac
Pescando a M.
Tus manos sobre mi pecho se aferran como redes. ¿Qué has pescado? Un par de caracoles fríos por el miedo esconden peces vivos en la arena. Ahí abajo, corre la sal por los aires, a la espera de sus olas.
De pronto no sé qué buscar en esta ciudad. Jorge me canta, una Vespa espera la luz verde y yo me vuelvo hacia el pasado... Una pausa: yo contra un muro viejo de madrugada, con mi vestido azul, tomando el vino de tu boca. Cuánto fantasma... Cuánta cueva secreta... y oscura. Conocer tus dunas desiertas, las estepas frías, los cristales persas, los murales de Damasco… Como quien se embarca en una caravana sólo con tomarte de la mano. Ahora. Las anémonas y los tulipanes se mecen bajo el agua... Cierro mis ojos.
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La rueda
Estos son los números que salen de la boca de los muertos. ¿No son acaso los huesos el polvo de los felices y el camino de los mortales? Hay un umbral, una tumba: una avalancha de tierra nos sepulta. Rueda la rueda de las sales Ruedan las flores negras Duermen los animales. Ésta es la puerta de los que escogieron ser libres. Éstas, las alas de los audaces. Pasan las olas la mesa es la misma tus ojos tristes son iguales. Corre niña… corre que despiertan los animales.
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Porfirio Salazar (Penonomé, 1970)
en las crónicas del egoísmo.
Crónica para no morir sin fe
Quien dispuso horrores, supo extraviar el pan y la dulzura. Son tantos los caídos que los dedos de las víctimas ya no alcanzan para contar las agonías.
Es difícil ajustar cuentas, olvidar los pasaportes al abismo, esos que compramos cuando la congoja entraba a nuestra casa.
No hay Dios ni cielo en medio de la calle, sólo el hombre y sus horrores impunes.
No es fácil mantener la vigencia de la última foto, porque el tiempo no perdona ni retrasa la partida de sus trenes, pero más difícil es mentirle a Dios que siempre brilla en nuestros ojos, como lámpara de aceite en medio de la tregua de unos ojos despiertos.
Ojalá que cuando el hombre proponga la paz, Dios no haya muerto.
Durante siglos, rotos harapos, el amor ha marchado, encendido con sombra, rompiendo ventanas, posando para ser fotografiado 119
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Confesionario
Duele la piedra de la vida / sombra / duele el deseo que se aleja de nosotros / cuerpo /, duele el rito de la lágrima, flor de barro amasada por el miedo.
porque no pintamos un ojo en el amor para mirar al mundo desde adentro. Porque fuimos sin ser de veras. Porque fuimos y no creímos. Porque estamos muertos.
Gime el cigarrillo, ¡qué buenos fuimos a la hora del valor! Porque viviendo en el intento, siendo plan de luz en el camino, triunfo de batalla antes de contar los muertos, estuvimos cerca de la muerte, en plenitud de estar muriendo en el impulso del viento, con el dolor o su filo en el umbral de los ojos. Porque perdidos o callados, amando lo imposible, no hicimos lo posible para ser lo más humano entre la sombra. Duele la vida y todo el viento 121
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Cuerpo a solas Tu cuerpo infinitamente… Tomás Segovia
Alto en espumas como cielo y río, sus mares son las aguas del diamante. Guirnalda más ceniza, luz amante: tu cuerpo a solas como cuerpo mío. Bendito con los dones del rocío es vigilia de tiempo fulgurante. En noches lo recorro, caminante, y la luna me arropa con su lío. Polvo de carne, fruta de calvario: su sangre a mis fulgores da posada, y mi piel se hace eterna con su día. De mi anhelo, tu cuerpo es el sagrario donde guardo esa lágrima callada que en instantes tu pena me partía.
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Salvador Medina Barahona
Stigmata
(MariabĂŠ, 1973)
Mantra de un masoquista
ÂĄAy!, si la vida fuera un golpe.
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Hoy nacen orugas venenosas de mi costado.
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El poeta y las ánimas
El banquete
No es posible burlar esta multitud en los márgenes de la ciudad.
Arriba, en la alta mesa, los poderosos eligen qué comer, con qué vino aligerar sus dones. Abajo —desdeñoso— un perro orina en la boca de los pobres.
Como yo, tienden sus sueños en la mitad de la calle.
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María Gilma Arrocha Castrellón (Ciudad de Panamá, 1982)
Estoy en guerra, en guerra con la vida. Sin la necesidad de derramar sangre, sin la convicción de que la violencia resuelve y libera la paz, sin la real voluntad de combatir, estoy en guerra con la vida. Sola sin batallones, sin legiones o sin campo, libro lo que creo es la lucha, lo que espero sea la respuesta.
con sus conjeturas y con sus vicios. Los puentes que cruzo se rompen, las nubes que alcanzo se pierden, las manos que uso me engañan. No confío en mis ojos, no me fío de los abrazos, ya no, no después de ti, no después mi bautizo en tus aguas negras. Clavo tres estacas para delimitar mis pasos. El mapamundi soy yo, quien diga lo contrario no ha salido a recorrer el mundo.
Estoy en guerra con la vida porque me orilla, me estruja y me corrompe. Estoy en guerra con sus señalas 129
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Decirlo sí …
A prisa y con miedo. Pero algo en ella, me dio la sensación de estar viva, De estar realmente viva, como cuando te sacuden el brazo fuertemente, O alguien sopla en tus oídos.
Estoy enamorada. Estar sin ti, El nudo en la garganta. El corazón revuelto Y el estómago apretado. Sin ti, Sin estallar en tus formas, Sin romperme en tu espuma. Esa ruptura y ese candil, Ese aletear en la cola del mundo, Sentir lo insensible Paseando en una ola.
Caí por sus caminos Como un mango cuando tiene frío, Y me entregué a su ruta de agua, Como un niño al verano. Fue como cortar una sandia, Recién parida, Y sorber sus cantos uno a uno, Despertarme con el sol entre la manos Y el alma bien abierta.
Corriendo a la velocidad del tiempo Sin paz y sin lucha, sin nada entre las manos, Con el mundo entre los dedos. Corriendo, sí, Corriendo sobre el mundo. drop Hoy corrí una ola enorme. Baje por ella, como quien baja por su propia vida, 131
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| Notas biográficas |
María Gilma Arrocha Castrellón | Ciudad de Panamá, 1982
Radicado en San Antonio a las semanas de vida. Estudia Pedagogía en Literatura en la Universidad de Viña del Mar. Ha publicado Destilado de Mariposa - Tinta para rayar el Estadio (2009). Ha sido antologado por los talleres de la Corporación Cultural Balmaceda 1215 en Escritos al Margen (2006) y Cosecha 2006, Muestra de Poesía Emergente (2007). Participó en la edición de cuadernillos de emergencia con Te sacaría los ojos (2009).
Licenciada en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Católica Santa María la Antigua, Panamá. Máster en Propiedad Intelectual e Industrial y Sociedad de la Información en la Universidad de Alicante, España. Ha publicado El rostro de la soledad (2001), Cenizas (2002) y Encontrarás (2006). Ha sido galardonada en numerosas ocasiones en el Certamen Anual de poesía del Club Unión de Panamá. La Cámara Junior le otorgó el reconocimiento de Joven Sobresaliente, en el campo de Logros Culturales (2002). Fue invitada por la Casa de América a su V Festival “La Poesía tiene la Palabra” (2005).
Javier Alvarado | Santiago de Veraguas, 1982
Gustavo Barrera Calderón | Santiago de Chile, 1975
Yeko Aguilera | Santiago de Chile, 1985
Licenciado en Lengua y Literatura Españolas por la Universidad de Panamá. Antologado en Poesía Hispanoamericana Vértigo de los Aires (México, 2007) y Poésie Panaménne du XXe siécle de Olver Gilberto de León (Ginebra, 2005). Ha publicado Tiempos de vida y muerte (2001), Caminos errabundos y otras ciudades (2002), Poemas para caminar bajo un paraguas (2003), Aquí, todo tu cuerpo escrito (2005, 2006), Por ti no pasa nunca el tiempo (y otros poemas al espejo) (2005), No me cubre de edad la primavera (2008) y Soy mi desconocido (2008). Ganó el Premio Nacional de Poesía Joven de Panamá “Gustavo Batista Cedeño” (2000, 2004 y 2007), el Premio de Poesía “Pablo Neruda” (2004) y el Premio de Poesía “Stella Sierra” (2007).
David Aniñir | Santiago de Chile, 1971 De padres mapuches, nace en la periferia de la ciudad de Santiago de Chile, donde se conocieron sus progenitores, expulsados de sus tierras ancestrales por la pobreza y los siglos de usurpación. Mapurbe (2005, 2009), su primera publicación, fue presentada en el Centro Cultural El Sindicato, donde también se gestó su edición popular. Mapurbe, nos habla de los presos políticos, la cruda realidad de los jóvenes mapuches hijos de la migración forzada, la transculturización, nos muestra una realidad mapuche urbana-poblacional. 133
Licenciado en Arquitectura por la Universidad Católica de Chile. Ha publicado Exquisite (2001); Adornos en el espacio vacío (2002), por el que recibió el Premio Revista de Libros del diario El Mercurio (2002); Creatur (2006), la serie poética titulada Carácter, integrada por los libros Primer orificio, Papeles murales y tapices y Mori Mari monogatari (2007) y el registro fotográfico de Dinero, muerte y un rostro sin cejas, intervención poética realizada (2006). Miembro de la Red de Escritoras y Escritores por el ALBA. Formó parte del taller de la Fundación Pablo Neruda (1996). Ha participado en diversas manifestaciones públicas e intervenciones urbanas que integran música, poesía y puesta en escena. Obtuvo la Beca de Creación literaria para escritores noveles, otorgada por el Fondo Nacional del Libro y la Lectura (2002).
David Bustos | Santiago de Chile, 1972 Es editor de la Colección de poesía Amarcord de Ediciones del Temple. Ha publicado Nadie lee del otro lado (2001), Zen para peatones (2004), Peces de colores (2006), por el que obtuvo el Premio Municipal, y Ejercicios de enlace (2007). Sus poemas han sido seleccionados en diversas revistas y libros tanto en Chile como en el extranjero. 134
Priscilla Cajales | Santiago de Chile, 1984
Alejandra Fritz | Santiago de Chile, 1982
Estudia de Literatura Hispanoamericana en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Fue becaria de la Fundación Pablo Neruda y participante de su taller durante el 2006. Antologada en Mujeres al desnudo (2005) y en Con Rimel (2006). Participó en el primer encuentro de mujeres del Cono Sur (Chile, 2006), en la Feria Nacional del libro versión Viña del mar (2009) y en el Encuentro cultural REDNEL “En busca de las artes jóvenes latinoamericanas” (Colombia, 2009). Actualmente prepara su primer libro: Cero.
Fue becaria de la Fundación Neruda (2005). Participó en los talleres de la Corporación Cultural Balmaceda 1215, monitoreados por Juan Pablo Sutherland, Germán Carrasco, Héctor Figueroa y Andrés Andwanter.
Magdalena Camargo Lemieszek | Szczecin, Polonia, 1987 Realiza estudios de Lengua y Literatura en el Departamento de Español en la Universidad de Panamá. Cursó el Diplomado en Creación Literaria de la Universidad Tecnológica de Panamá en 2007. Ha sido antologada en Poetas nacidas después de 1976 de la revista virtual sèrieAlfa, y traducida al catalán. Forma parte del libro colectivo Contar no es un juego. Sus cuentos “El pájaro y la cometa” y “Todos los cuentos anidan en tu vientre” ganaron la primera y la tercera Mención de Honor respectivamente, en el Premio Universidad Tecnológica de Panamá a la Promesa Literaria (2007). Ganó el Concurso Gustavo Batista Cedeño (2008) con su poemario Malos Hábitos (2009).
Katia Chiari | Ciudad de Panamá, 1969 Ha publicado Lagartijas y estrellas (2000), Palabrabierta (2002), Aguaspiedras (2003), Fotos, recortes, poemas, recibos y una que otra confesión (2003), Más allá de tu humedad (2004), Tripalium (2009), Paredísticos (2011).
Felipe Cussen | Santiago de Chile, 1974 Es Doctor en Humanidades de la Universitat Pompeu Fabra y profesor de la Escuela de Literatura Creativa de la Universidad Diego Portales. Ha publicado Mi rostro es el viento (2001), Esto es la globalización (2005), Deshuesos (2007) y Título (2008). Es miembro del Foro de Escritores. 135
Edilberto González Trejos | Santiago de Veraguas, 1971 Escritor, traductor, abogado y docente universitario. Fundador y Directivo de la Asociación de Escritores Panamá. Se desempeña activamente como Gestor Cultural desde 2003. Autor del poemario Balanceo (2003), ha sido antologado en Letras en movimiento (Uruguay, 2006), así como en In Our Own Words (A Generation Defining Itself ) Vol. 7 (EUA, 2007) y Long Island Sounds Anthology (EUA, 2007-2009). Su obra aparece en diversas publicaciones electrónicas tanto en inglés como en español. Co-gestor de la Fundación EL HACEDOR, es responsable de la organización del Festival de Arte y Literatura San Francisco de la Montaña (2010).
Eyra Harbar | Almirante, Bocas del Toro, 1972 Ha publicado Donde habita el escarabajo (2002) y Espejos (2003). Ha sido distinguida con el Primer premio en el Concursos Nacionales de Poesía “Gustavo Batista Cedeño” (2002), V Concurso Literario Nacional “Demetrio Herrera Sevillano” (1996) y XV Concurso Literario Nacional del Instituto Panameño de Estudios Laborales sección poesía “Esther María Osses” (1995). Parte de su trabajo se encuentra recogido en las antologías: Trilogía poética de la mujeres en Hispanoamérica: Pícaras, místicas y rebeldes (México, 2004), Construyamos un puente, 31 poetas panameños nacidos entre 1957 y 1983 (Panamá, 2003) y revistas nacionales e internacionales.
Gorka Lasa Tribaldos | Ciudad de Panamá, 1972 Realiza estudios de Humanidades en Panamá y Costa Rica. Egresado del Diplomado en Creación Literaria de la Universidad Tecnológica de Panamá. Ha publicado Viaje a la Lejanía (2007) y Cantos de la Legión Arcana 136
(2010), así como en el libro colectivo Letras Cómplices (2006). Sus poemas, cuentos, ensayos y mandalas están disponibles en diversas páginas de internet de Panamá, Argentina, España, Alemania, Perú y Chile. Formó parte del jurado del Premio Nacional de Poesía “Stella Sierra” (2007). Ha sido orador y ensayista en el XVII Congreso Internacional de Literatura Centroamericana CILCA (2009). Es miembro de la Asociación de Escritores de Panamá, y uno de los socios fundadores del Grupo Editorial 9 Signos.
Salvador Medina Barahona | Mariabé, 1973 Poeta, ensayista y promotor cultural. Ha publicado cinco libros de poesía, el más reciente de ellos La hora de tu olvido (2008). Fue antologado en Poésie Panaménne du XXe Siècle de Olver Gilberto de León (Ginebra, 2005). Ha ganado el Premio Nacional de Poesía “Stella Sierra” (2000) y el Premio Nacional de Literatura “Ricardo Miró” (2009) en el género poesía; así como una Mención de Honor del Premio Centroamericano de Literatura “Rogelio Sinán” (2001-2002). Poemas y reseñas críticas suyas han aparecido tanto en revistas locales e internacionales, como la Revista Cultural Maga, el Black Renaissance Noire de la Universidad de Nueva York y Carátula de Sergio Ramírez. Realizó periodismo cultural durante dos años en La Estrella de Panamá, dirigiendo la página dominical “Letras de fuego”, del grupo literario del mismo nombre.
Lili Mendoza | Ciudad de Panamá, 1974 Estudió Biología, Publicidad y Bellas Artes. Ha publicado Corazón de Charol A-Go-Go (2009). Sus historias han sido publicadas en revistas literarias y antologías internacionales. Fue bailarina de ballet cuando era flaca y moría de hambre, y también secretaria para no morirse de hambre.
y los libros Irreal (2004), Carta de Navegación (2006), Río Babel (2007) y Músico de la Corte (2008). Obtuvo la Beca de Creación Literaria del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (2007). Actualmente, alterna su residencia entre Valparaíso y el valle del Aconcagua.
Elizabeth Neira | Santiago de Chile, 1973 Poeta y artista visual, su trabajo fusiona la literatura y la performance. Ha publicado los poemarios Abyecta (2003, 2006), El soliloquio de la reina (2004), Hard Core Hotel (2006) y el libro doble Aby Hard, (2009); así como textos poéticos en distintas antologías en Chile, Argentina, Perú, México y España. Organiza y participa en el Encuentro Nacional de Poesía Descentralización. Ha sido becaria del Fondo para las Artes del Gobierno de Chile en dos oportunidades. Diego Ramírez Gajardo | Antofagasta, 1982 Periodista y escritor. Ha publicado Corazoncito / Noche (2002), El baile de los niños (2005) y Brian, el nombre de mi país en llamas (2008). Ha recibido el Primer Premio en los Juegos Literarios “Gabriela Mistral” (1999), la beca del Consejo del Libro para Escritores Nóveles (2003), la beca de la Biblioteca Nacional (2003), de la Fundación Pablo Neruda (2007) y de Creación Literaria del Consejo Nacional del Libro y la Lectura para terminar su proyecto poético Mi Delito (2005). En 2007 recibió una Beca del Ministerio de Cultura para desarrollar un proyecto de libro inédito: Mistrala. Dirige los talleres literarios “Moda y Pueblo” y “El Arte de la Resistencia” en la Corporación Cultural Balmaceda 1215.
Javier Romero Hernández | La Chorrera, 1983
Licenciado en Educación por la Universidad de Santiago de Chile. Dirige la revista La Piedra de la Locura. Ha publicado la plaquette Salones (2008)
Poeta y actor. Estudia una Licenciatura en Arte Teatral en la Facultad de Bellas Artes de La Universidad de Panamá. En 2002, obtuvo el premio de poesía “Demetrio Herrera Sevillano” por su poemario Delirios de la sangre. En 2004 y 2006, obtuvo una Mención de Honor en el Concurso de poesía
137
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Felipe Moncada | Chiloé, 1973
joven “Gustavo Batista Cedeño”, por sus poemarios Poemas para encontrar a un ser Humano y Meditación en un laberinto, respectivamente. En 2006, la editorial 9 Signos publicó un volumen compilatorio de su trabajo poético bajo el titulo de Meditación en un laberinto y otros extravíos. En 2009, obtuvo el Premio “Gustavo Batista Cedeño” por su libro Lluvia Inflamable. Es el líder del grupo teatral Rayuela, con el cual realiza montajes de tipo experimental. Poemas suyos han sido publicados en revistas literarias extranjeras como Letralia (Venezuela), Catedrales de Hormigas (Cuba), entre otras. Participó en el VI encuentro internacional de poesía, “El Turno del ofendido”, realizado por la fundación Metáfora, en El Salvador.
Porfirio Salazar | Penonomé, Provincia de Coclé, 1970 Abogado de profesión, es Máster en Derecho Procesal. Ganó el Premio “Ricardo Miró” con los libros No reinarán las ruinas para siempre (1998) y Ritos por la paz y otros rencores (1999); así como el Premio Centroamericano de Poesía “Rogelio Sinán”, con la obra Animal, sombra mía (2008). Además ha publicado Selva (1994), Guitarra de Fe (1998), La cítara del sol (2002), entre otras.
Marcela Saldaño | Santiago de Chile, 1981 Es coordinadora nacional de Descentralización Poética. Ha publicado Poesía en el Espacio (2001), proyecto ganador Premio Fundación Gabriel & Mary Mustakis / Balmaceda 1215; Inclinación al deseo y al caos (2002), financiado por la fundación Fundación Gabriel & Mary Mustakis; Desencanto Personal (2004), producto del taller Reescritura del Canto General; Un ojo llamado cacería (2008); y en el libro colectivo Anomalías: cinco poetas chilenos (2007). Ganó el Premio Nacional de Poesía “Eduardo Anguita” de la Municipalidad de Linares, Chile (2007). Ha sido traducida al catalán y al portugués, y participado en diferentes revistas y encuentros tanto en Chile como en el extranjero.
139
140
| índice |
Felipe Cussen
45
Un sol negro…
Nota preliminar
5
Prólogo
7
| Chile |
Felipe Moncada
49 50 51
El tren Ciruelos y villanos Horas muertas
Gustavo Barrera Calderón
Alejandra Fritz Lentejuela
15
David Aniñir Temporada apológika Acullá Wanglen
21 23 25
David Bustos Ejercicio Nº15 Ejercicio Nº16 La acción estalla en cualquier parte
29 30 31
Diego Ramírez Gajardo Yo podría ser tu Frida VI Papel de antecedentes
33 35 36
Elizabeth Neira El tiempo no fue generoso con nadie Mi d(olor) II
141
39 43
El camarógrafo y su arte El periodista y la relación de los hechos Temblor Los edificios
Marcela Saldaño
53 54 56 57
59 60 61 62
Víbora Quiero un Cristo carnicero Piedra sucumbe al canto Six long years
Priscilla Cajales
63 65 67
Panorámica III Verano TV El cristalino de las ventanas I
Yeko Aguilera
69 71 72
Sonrisas Entrar Te sacaría los ojos
142
| Panamá | Eyra Harbar para una violeta azul Un jardín necesario Jardín para proponer que el tiempo estorbe
Gorka Lasa Tribaldos Dragón de oro Soledad de caminante Sueño minimalista
Edilberto González Trejos Sureño Minería Espiritual Las edades del hombre:
Javier Alvarado Instrucciones para duendes o carnada para atraer a niños rubios Una abuela y un nieto retornan de la niebla Poema después de la llamada de un suicida
Javier Romero Hernández
Restauramos la fundación… ¡Atención! Estoy en la escuela… 77 79 81
Katia Chiari
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A Benazir Buttho Proyecto de Ciencias Morsure du tatouage o la Duda de Santo Tomás, que primero fue cuento y ahora poema
Magdalena Camargo Lemieszek
91 92 93
Porfirio Salazar
95 97 98
Salvador Medina Barahona
107 108
Un olor a tierra abonada… Otro puente…
Lili Mendoza
83 84 86
101 103 105
El fruto Palabras de un clon Testimonio del hombre
109 110
Pescando Cierro mis ojos La rueda
111 112 113
115 116 117
Crónica para no morir sin fe Confesionario Cuerpo a solas
119 121 123
Mantra de un masoquista Stigmata El poeta y las ánimas El banquete
125 126 127 128
María Gilma Arrocha Castrellón Estoy en guerra… Decirlo sí …
129 131
Notas biográficas
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| Me Vibra. Brevísima Antología Arbitraria Chile-Panamá | se imprimió por primera vez sobre papel marfil de 83 gramos. Para su composición se utilizó la familia Adobe Garamond Pro. La tirada cumplió su tránsito por los talleres de Imprenta Maraví, Jr. Cailloma 224, en Lima, durante los primeros días del décimo mes de 2011, año del centenario del natalicio de José María Arguedas y Emilio Adolfo Westphalen, y de la publicación de Simbólicas de José María Eguren.
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