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Valquirya
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Lecturas diferentes
para personas similares
El universo azul de Doris Gibson Golpeame, hermano Ritos de altura
AĂąo 2 NĂşmero 8
El carnaval es esto: FE, EMOCIONES Y VIAJES
La vida es un Carnaval
Evitemos que los รกrboles comiencen a emigrar Basta a la tala de รกrboles
Nuestro próximo número, no pretende enseñar nada
¿Dejamos de aprender cuando dejamos la escuela?
Valquirya
NOSOTROS
Director Editorial Richard Luque Editor A.N.A.
Colaboradores Jimena Pinilla Edward Quispe Julio Angulo Sonia Ramos
Portfolio Hans Rivadeneira Nadia Rain Julio Angulo Diagramador RK
Diseño web wordpress & Issu Ilustraciones RK
Campañas UndergrounD UTILITARIOS
nº8
D e l g a d a L i n e a
El complicado hecho de Combinar Ferran Àdria el más innovador y hasta ahora el más osado de los cocineros no solo prepara platos únicos e imposibles de retener su sabor, Ferran Àdria combina tan bien los ingredientes palpables como los no tanto, que podemos decir que su comida es el exacto exceso de MAGIA y REALIDAD. Con algo de estos ingredientes todas las situaciones diarias que nos tocan vivir también son el resultado de la combinación de nuestro chef interior, a veces nos excedemos con la sal o el azúcar, pero a diferencia de la gastronomía, la vida real no permite que botes todo al tacho y comiences de nuevo, dependerá de nuestra combinación y de los ingredientes que obtengamos; cual será el sabor de nuestra realidad, en el mundo existen aproximadamente 100 mil carnavales que resultan justamente del hecho de combinar alegría, color, música y demás ingredientes no gastronómicos para hacer de estos algo como los platos de Àdria, únicos así se repitan todos los años e imposibles de retener su esencia pues siempre nos sorprenderán en sus próximas realizaciones. Por estas razones algo gastronómicas y filosóficas quisimos dedicar este número a esa gastada pero perdurable frase “la vida es un carnaval” porque donde sea, o donde quiera que estemos dependerá de los ingredientes con los que contemos si lo hacemos único e irrepetible, como. El hecho de pegarse con tus vecinos con tal descontrol que al final de este combate se den un abrazo quizá por la necesidad de apoyarse en alguien antes de desplomarse más que por espíritu deportivo, nosotros lo llamamos golpes que hermanan pero allá en cusco lo conoces como “takanakuy”, así también pudimos conocer gracias a Jimena Pinilla Q.E.P.D., Ese universo azul que era solo de la ironmaiden Doris Gibson la arequipeña que fundó Caretas y que revoluciono su época con un carnaval de combinaciones que ahora se recuerda a la revista que fundó después de la personalidad que vivió. Pero lo mas pintoresco de este número nos llego hace dos meses cuando nos enteramos que en la parte alta de la ciudad de Arequipa se realiza un ritual místico, para”pagar a la tierra” antes de iniciar el Chaku, ceremonia de acorralamiento de auquénidos, para luego cortarles su valiosa lana, un carnaval donde se combinan los factores económicos, sociales, tradicionales, y hasta divinos. Con todo esto usted cree que la vida es una carnaval o rigurosamente el complicado hecho de combinar.
el dueño del circo
No a la violencia contra la mujer
Si bebe, n
no maneje
Doris Gibson Un Perfil de : Jimena Pinilla
y su universo azul
Tiene 95 años y, aunque Doris Gibson nació para ser una dama de sociedad, decidió ser lo contrario. Posó desnuda para un artista famoso, que además fue su amante; trabajó siempre, cuando las mujeres no lo hacían; y fundó una revista que hasta ahora sobrevive.
La mitad de su vida se la ha pasado en las alturas. En los años cincuenta Doris Gibson se hizo dueña del piso ocho del edificio La Nacional, en el jirón Camaná, cuando era el más alto de la zona, y tres décadas más tarde, cuando el Centro de Lima hacía mucho tiempo que había dejado de ser un lugar de cafés y caminatas, se mudó al piso 18 de un edificio en Pardo. “Ella siempre fue dueña de los aires”, dice Drusila, cuando recuerda el temperamento de su abuela. La metáfora es clara: Doris, en realidad, siempre fue dueña del mundo. Y su mundo era azul añil porque de ese color pintaba sus refugios. En ellos sus objetos dispuestos con una especie de horror al vacío siempre hablan de ella mejor que nadie, sobre todo ahora que no recibe visitas y los años han hecho que se encierre en su cuarto. Por eso Luis Repetto apeló a sus objetos para representarla y montar “Doris, pasión por el Perú” en el Centro Cultural de la Universidad Católica. Sus objetos son como las piezas de un rompecabezas. En su departamento, las paredes están desnudas por ahora, solo se ven clavos desvalidos. Sus peroles de cobre, esos que para muchos eran cacharros viejos, están en la galería, igual que sus cuadros, esos óleos de colores pasionales hechos por Sérvulo Gutierrez, en los que ella es la protagonista. Tampoco están los espejos que compró en el remate del hotel Maury, solo queda uno ovalado y solitario. Charo Gibson, la hermana menor de esa tribu de nueve que eran los hijos del poeta Percy Gibson y Mercedes Parra del Riego, es mi guía esta tarde de recuerdos. Ella me hace ver ese altillo de persianas y techo de madera donde todavía queda el piano que Doris nunca supo tocar, pero puso allí para que jueguen con él manos amigas. Hoy está desafinado. Al fondo escucho el vozarrón de Doris que no se apaga y le dice a Chela, su inseparable enfermera: “Estoy enferma”. No me dejan verla y yo comprendo. Recuerdo esa frase rabiosa que le dijo un día a su nieta cuando ella trataba de hincarle la memoria, “como me voy a acordar, no vez que estoy vieja”. Me imagino que debe ser difícil para alguien como ella tener que someterse a la vejez. Porque Doris no está enferma, a ella le pesan los 95 años. Tiene un efisema pulmonar, pero ese mal lo carga desde hace más de dos décadas por tanto fumar y tomar café, y un problema a la cadera que es hereditario y que la obligó a sentarse en una silla de ruedas. Ella, siempre orgullosa, nunca llamó así a ese aparato que la ayudaba a movilizarse, prefiere decirle su carrito. No hay en la casa ninguna de esas piezas de arte popular que descubrió el buen ojo de Doris cuando la mayoría de los limeños veía el trabajo de los artesanos con menosprecio. Algunas las ha donado, otras están ausentes mo-
mentáneamente. Pero están los sillones de flores que hoy extrañan los variopintos personajes que ahí se apoltronaban en almuerzos que duraban horas. Porque Doris Gibson fue una exitosa concertadora. Juntaba a los perros, pericotes y gatos del mundo intelectual peruano y extranjero alrededor de un asunto que no admite discusiones políticas ni discrepancias ideológicas: la comida peruana bien sazonada, unos buenos pisco sour y varios vasos de whisky. Mamá Sustituta Charo se arregla su colita de pelo blanco. Ella es diez años menor que Doris y la acompaña desde que se separó de su marido con el que vivía en Chile. Me cuenta entonces que Doris, esa mujer altiva, fuerte e independiente, fue casi una madre para sus hermanos. “Mi mamá se pasaba oyendo los versos de mi papá y Doris se ocupaba de nosotros: cosía muy bien. Todavía recuerdo un vestido que me hizo. También hacía queques deliciosos, nos bañaba, nos llevaba al doctor. Mi mamá era amorosa, pero bohemia”. Doris nació en Lima por casualidad. Sus padres ya estaban en el barco que los llevaría a Arequipa, cuando doña Mercedes empezó a sentir los dolores del parto y tuvieron que trasladarla a una clínica limeña. Pero ella siempre se consideró arequipeña. Cuando tenía 13 años su padre cargó con toda la prole y se vino a vivir a Lima. No tenían ni un centavo, recuerda Doris en una entrevista que le hizo Mario Vargas Llosa para su programa “La Torre de Babel” en 1981, una de las pocas que ofreció, porque a pesar de su temperamento, nunca le gustó exponerse en los medios ni hablar en público. Doris recuerda que su padre Percy era un hombre libre, pero muy celoso con sus hijas, y fue gracias a su vecina Carmen Pizarro, quien la llevó a la Escuela de Bellas Artes, que ella empezó a tener mayores contactos en la capital. Allí estaba José Sabogal, Julia Codesido,
Laura Zegarra y ella posaba para todos. El hijo único A los 19 años se casó con un argentino, Manilo Zileri, tercer secretario de la embajada de su país. Con él tuvo a su único hijo, Enrique, el actual director de la revista “Caretas”. Con el hijo pequeño la pareja se fue a Chosica por prescripción médica, el niño tenía principios de tuberculosis y debía respirar aire puro. Se instalaron en un departamento sobre un garaje, recuerda Enrique. En esa época Doris ya trabajaba, Charo recuerda que era profesora de gimnasia en un colegio particular. Jorge Vega ‘Veguita’, el vendedor de libros viejos, aumenta salsa a la historia. Sus clases las daba en mallas y en un parque público. Había muchos caballeros limeños que viajaban en tranvía para poder admirarla. “Yo me daba cuenta que era guapa. En la calle andaba preocupado por la atención que llamaba”, confiesa Enrique. El periodista no tiene muchos recuerdos infantiles con su madre porque pasó largos años estudiando afuera. Primero un internado en Chile y luego uno en Estados Unidos obligaron a que, en el último caso, dejaran de verse tres años completos. Se fue a los 15 y regresó a los 18. “Mi madre no me reconoció”, recuerda Enrique. No le dice mamá y no sabe si alguna vez la llamó así. Para él, ella es Doris. “Es como su logo”, comenta. “No me digan abuela, llámenme Doris”, recuerda Drusila que les dijo siempre a los nietos. Solo con los bisnietos cedió, para ellos, Doris es la bisa. La mujer apasionada “Es la única mujer que nunca ha hablado mal de sus hombres”, Roberto Cores es fotógrafo y amigo de almuerzos y parrandas. Ella tuvo una vida amorosa agitada, aunque sus parejas fueron estables. Después de separarse de Zileri estuvo con Manuel Mujica Gallo, quien fuera fundador del diario “Expreso”. Pero definitivamente la relación más conocida es la que sostuvo con Sérvulo Gutiérrez. Son varios quienes afirman que el artista fue el amor de su vida. En la entrevista con Vargas Llosa ella habla de él con mucho cariño. “Era muy tierno, tenía esos arrebatos y angustias que le provocaban una gran violencia. Y bebía, eso le servía para pintar”. El sobrino del pintor, Max Gutiérrez, comenta en un documental que “las escenas de celos eran muy fuertes, pero las discusiones terminaban en tremendos encuentros sexuales”. Él la pintaba, no solo en desnudos y retratos, sino que se inspiraba en su rostro para hacer sus Santa Rosas o sus Cristos. Todos tenían la cara de Doris. Algunas las hacía raspando chapitas contra las paredes de algún bar. El tormentoso romance duró tres años, entre 1946 y 1949. “Servulito tan lindo, -le contó alguna vez Doris al escritor Fernando Ampuero- un día que peleamos se subió a un ropero y gritaba ‘me suicido’”. Así era la relación. Percy Gibson, sobrino de esta mujer legendaria recuerda un
encuentro posterior. Ella lo vio golpeado y con la cirrosis avanzada, muy triste, lo tomó de las manos fuertemente y se miraron a los ojos. La amistad continuó después de la relación. Incluso Sérvulo fue a algunos almuerzos cuando Doris ya era la pareja de Francisco Igartua. La de Paco fue una relación estable de más de una década. Él era 13 años menor que ella y esto, según las memorias del periodista, terminó por afectar la convivencia. En el libro “Siempre un extraño” que publicó en 1998, Doris es un personaje escondido bajo un pronombre, es simplemente “Ella”. Demasiado evidente para no ser reconocida. Es claro que para este hombre, que murió el año pasado, ella fue fundamental en su vida. La epopeya de Caretas Doris Gibson y Francisco Igartua eran pareja cuando en 1950 consiguieron que un tío de ella prestara 10 mil soles para sacar el primer número de “Caretas”. La experiencia de la revista “Turismo” le servía para manejar este proyecto. “Podía hablar de tú con medio mundo -señala Zileri orgulloso- tenía una personalidad y un optimismo a prueba de balas”. Era una revista apolítica, pero que a los dos o tres meses ya tocaba tema de actualidad en una época de gran represión como fue la dictadura de Odría. “Doris nunca se lamentaba -continúa el hijo-. Su actitud era más bien ponerse furiosa y actuar. Esa era su fuerza, además de una suerte de instinto periodístico”. Enrique Zileri no disimula su disgusto por el alejamiento de Igartua cuando iba a empezar el primer gobierno de Belaunde, en 1963. Se fue para fundar una revista que competiría con “Caretas”. “Me parece que Paco la traicionó”. Este cambio de bando coincidió con el rompimiento de la relación. Se ha dicho mucho de los pleitos entre madre e hijo en las oficinas de “Caretas”. Los gritos e insultos son parte de las leyendas del mundo periodístico,
pero Enrique prefiere con discreción no hablar del tema, dice que ya borró esos momentos y se escuda en que los editores son unos lunáticos insoportables cuando llega el cierre. “Además -comenta- hay que admitir que Doris no es fácil. Tiene un temperamento volcánico. Se peleaba con todo el mundo, no solo conmigo, y creo que el problema era que yo trataba de mediar”. Cuando “Caretas” se enfrentó al gobierno militar de Velasco Alvarado y luego al de Morales Bermúdez ella siempre estuvo ahí, dando la cara. Drusila recuerda que era niña cuando su abuela le daba unos volantes que decían “mala hierba nunca muere” para poner en los parabrisas de los carros. Habían clausurado la revista y ella estaba en pie de lucha. Igual que cuando sacó “Espejo”, una revista de modas, femenina y frivolona para mantener al personal de “Caretas” hasta que esta pudieran volver a salir. Nunca se acobardó. En tiempos de dictadura se la vio en marchas protestando por la libertad de prensa mientras su hijo hacía huelga de hambre o estaba deportado. Hoy Doris ya no va a “Caretas”. Ni siquiera en esa silla de ruedas que utilizaba para llegar hasta las nuevas oficinas de la Plaza de Armas en el año 2000. Salía a pasear y siempre terminaba respirando gases lacrimógenos, recuerda Enrique con una sonrisa. Tampoco firma los cheques, labor que le entusiasmaba porque la hacía sentirse al mando. Menos aun recorre los viejos restaurantes donde era asidua comensal. Está en su casa y tiene sus días. Esos en los que el tiempo pasa sobre ella sin resistencia y esos otros donde Doris vuelve a levantar la cabeza, hace gala de lucidez y pretende seguir gobernando sus sentidos. “Cuando quiero entender las cosas entiendo y cuando me conviene veo”, le dijo con su vozarrón intacto hace poco a su enfermera. Con información de: Drusila Zileri, Enrique Zileri, Percy Gibson, Charo Gibson, Roberto Cores, Fernando Ampuero, Graciela Moreno, Jorge Vega.
El el PerĂş cada hora 4 m cada DOS una es violada, den la muje
mujeres son maltratadas y nunciemos la violencia contra ujer
Cocac Cocaa
chacra achacra al octavo dia Una cr贸nica de: Edward Quispe
La protesta por el respeto a su tierra y sus recursos sólo tuvo dos heridos, en lo que fue el despliegue policial más grande de este año. Tres mil efectivos policiales contra cerca de cinco mil agricultores con palos y piedras.
Al octavo día, en Cocachacra, había más tiendas abiertas, ambulantes, señoras comprando en el mercado y restaurantes donde uno puede comer rico y barato. Y los únicos vehículos que transportaban pasajeros los llevaban a trabajar o servían para viajar, no para bloquear carreteras. En medio de todo su bullicio, se respiraba la tranquilidad de un pueblo sin conflictos aparentes, sin rencor y sin insultos. Pareciese que la ciudad entera olvidó que hace siete días estaba prohibido hacer colectivos, venderles víveres a los extraños, peor aún a mineros y policías, no todos lo hacían, pero se sentía la mirada vigilante, que ante la presencia de un extraño que habla y viste diferente, precede a la pregunta ‘¿Y usted de dónde viene?’. Los palos se quedaron quizá en las chacras y las casas, las piedras en la carretera, pero no en medio, sino al costado. Los cerros de Ventillata hasta El Fiscal ya no lucen con policías ni manifestantes, sólo piedras, tierra y una brisa refrescante ante el incesante calor. Al octavo día, los megáfonos están apagados y los choferes de los camiones sólo llevan a los peones a las chacras para trabajar, no tienen que preocuparse de una incursión policial con la orden de desalojarlos de las vías. Al octavo día, supe que regresaría para contar lo que pasó en los otros siete días atrás, donde todo un pueblo se levantó para rechazar la instalación del
proyecto minero Tía María, de la empresa Southern Copper Corporation, que tenía como fin explotar los recursos minerales del suelo de Cocachaca y utilizar el agua con el que irrigaba sus chacras, a cambio de promesas de progreso y mayor canon minero para obras. El miércoles 14 de abril, por la mañana, el kilómetro 1049 de la Panamericana Sur, en el sector de Ventillata, amaneció con policías en la vía y en los cerros, que esperaban a una turba de manifestantes que tenían como fin tomar las carreteras, hasta la zona de El Fiscal. Y lo lograron. Escoltados por un cordón policial, dejaron piedras y piquetes de personas a lo largo de toda la vía. En el lugar, había más de tres mil personas. Desde ese momento, ninguno dejó las
vías. No había aún orden de desalojo, la Policía sólo tenía el deber de resguardar la zona y evitar daño a la propiedad privada y pública. Mil 500 efectivos policiales tenían esta misión. Durante los siete días de protesta, el jueves 15 fue uno de los más trágicos, en un intento por despejar la vía de un grupo de pobladores, que se disponían a tomar El Fiscal. Las fuerzas policiales usaron la fuerza para evitarlo. En el viento se escucharon los disparos de fusiles AKM, bombas lacrimógenas y armas de reglamento. Varios de estos disparos se dieron al aire, sólo dos de ellos impactaron en el cuerpo de dos jóvenes, que
junto a otro grupo persiguieron a los efectivos hasta los cerros. El proyectil del arma de fuego perforó a Rolando Tito Acrota de 17 años, en la pierna derecha a la altura de la ingle y a Pedro Taype Huarca de 19 en el abdomen. Mientras sus compañeros maldecían e insultaban a los policías, calificando su acción de cobarde, ambos fueron auxiliados y llevados al centro de salud de Cocachacra y luego a Arequipa. Según los pobladores, aquella tarde hicieron retroceder a la Policía con palos y piedras. La Policía prefiere referirse al hecho como un repliegue estratégico. Lo cierto es que aquella tarde, a las 14:30 horas, nadie tuvo que llorar a ningún muerto. La desconfianza creció en la zona los próximos días
y la orden de desalojo, con todos los efectivos policiales presentes en el distrito, se veía más cerca. Instalar mesas de diálogo parecía más urgente que el primer día, para ello, congresistas e incluso la defensora del pueblo Beatriz Merino, acudieron al lugar sin obtener resultados más que gestos de buena intención. Ya el fin de semana, la hostilidad de la gente era más evidente, con la prensa y la Policía. Para ellos, todos mentían, especialmente los medios de la capital. Razonar con ellos era exponerse, los periodistas tenían que pasar en silencio o contestar lo necesario. Pero la hora cero estaba cerca, los pobladores ya sabían que la noche del lunes 19 iban a ser desalojados.
Tres mil 500 policías de la Unidad de Servicios Especiales de la Policía y la Dirección Nacional de Operaciones Especiales (Dinoes) ya habían llegado a la base de la Fuerza Aérea de La Joya. Junto a ellos, vehículos de asalto y rompe manifestaciones estaban listos para partir a la zona de conflicto y terminarlo por la fuerza, habiendo dejado la razón cinco días atrás para la región. La intervención policial no se consumó. Un mensaje de esperanza vino de la mano del presidente regional de Arequipa, Juan Manuel Guillén, los alcaldes provinciales y autoridades distritales, que acudieron a Ventillata el lunes por la noche y en medio de un multitudinario escenario se escuchó: Tregua. Los pobladores despejarían las vías en vista del compromiso de la visita de los funcionarios del Estado a Cocachacra, para atender sus demandas, entre ellas, la más importante, que la empresa Southern se retire de Cocachacra. El martes 20 de abril, llegaron al distrito el primer ministro, Javier Velásquez Quesquén; el ministro de Energía y Minas, Pedro Sánchez; el ministro de Agricultura, Adolfo de Córdova; y el ministro del Ambiente, Antonio Brack. Todos para debatir el tema. Tras más de seis horas de diálogo en el auditorio municipal, se resolvió la suspensión del proyecto por 90 días y el levantamiento de la huelga. Todos parecían haber ganado, al sétimo día. Aquella noche, volvió a Cocachacra la calma. Sus calles estaban vacías, como preparándose para recuperar el tiempo perdido y aprovecharlo, dejando de lado la violencia y la protesta.
多Viste de cerca la colilla del cigarillo? Hazlo.
Fiesta de los puños en las alturas de Chumbivilca. En Cusco, cada 25 y 26 de diciembre, hombres, mujeres y niños se lían a golpes de puño para zanjar rivalidades o simplemente ganar el respeto y admiración de sus vecinos. Lo hacen de manera espontánea, siguiendo una milenaria tradición.
Protegido por su pasamontañas, Fernando Huamaní se siente el más bravo de todos los chumbivilcanos. Para este año ha retado a pelear a Ricardo Ugarte en la plaza de toros de Santo Tomás, corazón de la provincia de Chumbivilcas. Será en público y sin que nadie intervenga, a menos que sus vidas peligren. El reto se cumplió el 25 de diciembre a la una de la tarde. No fueron los únicos que defendieron su honor y el nombre de su familia a puño limpio, pues ese día al menos 40 personas también lo hicieron en el tradicional Takanakuy, una festividad pagano-religiosa en la que los pobladores de esta provincia cusqueña ponen a prueba su valentía, estado físico y coraje. Y a veces también sus odios y enconos más ocultos. Fernando Huamaní dominó la pelea cuerpo a cuerpo. Su oponente terminó con la boca ensangrentada y con mucha ira contenida, pero a la voz de alto de los jueces que mandan en el ruedo no hubo ni un puñete más, sino abrazos entre los contendores que entendieron que luego de la ira viene la celebración. Víctor Corahua Cchaco, primer teniente gobernador del Takanakuy, explica que este tipo de confrontación es una costumbre milenaria que viene “desde nuestros ancestros” y que se ha mantenido viva en la provincia gracias a su gente. Dolorosa navidad Durante los días del Takanakuy –25 y 26 de diciembre– la plaza de toros de Santo Tomás se convierte en un pequeño territorio donde no imperan la ley ni la autoridad convencional. Todo lo que allí ocurre está aceptado por todos y a nadie se le ocurre recurrir a la Policía ni hacer una denuncia por las heridas que pueda sufrir. Víctor Layme, estudioso de esta festividad, señala que son varios los motivos por los cuales un poblador puede retar a otro. Los jóvenes lo hacen para demostrar quién es el mejor peleador, para honrar la palabra empeñada, para solucionar conflictos con los vecinos o problemas familiares. También lo hacen por
el amor de una muchacha o como revancha, para defender al amigo o familiar que ha sido derrotado en una pelea anterior. “Es importante para la familia que el hijo varón desde pequeño se adiestre para hacer que el apellido sea respetado. Si gana en la pelea será motivo de halago, celebraciones y sobre todo significará un acto de honor, lo que elevará el nivel de autoestima familiar”, explica.
Orgullo y estatus Y en el ámbito de la comunidad, el triunfo de un retador también es valorado. Será estimado como el hijo preferido y motivo de imitación de los niños e incluso propuesto para ocupar cargos que mantengan en orden la localidad. Cada peleador no solo demuestra sus habilidades físicas en el ruedo. También importa mucho cómo se presenta. Todos llevan el rostro cubierto con un pasamontañas de colores
para que no sean reconocidos al momento de señalar con el dedo a su oponente. Llevan además karawatanas (botas de cuero que les cubren hasta el muslo) y algunos animales disecados que cuelgan desde sus cabezas para infundir miedo. La batalla termina tal como empieza: con un abrazo entre oponentes. Y si bien el que pierde puede terminar ensangrentado y golpeado, en su rostro no habrá señales de
odio. Es que lo más importante para él es poner fin a las rencillas. Además sabe que el siguiente año podrá volver a retarlo. y tal vez ganar. Celebración. El Takanakuy no solo se celebra el 25 de diciembre. Es una festividad que inicia el 26 de julio en honor a la Virgen de Santa Ana, en la comunidad de Ccoyo. También se festeja el 8 de diciembre en la comunidad de Mosco y Ccollpa, y en Año Nuevo en otras comunidades de Santo Tomás. Significado. Takanakuy es un vocablo que nace a partir de la unión de las palabras quechuas: takay (golpear) y nakuy: entre dos.
Chaku
u:
entre la fuerza del viento
http://comunicandonaturaleza.blogspot.com/2008/10/chaku-entre-la-fuerza-del-viento-y-el.html
y el pago a la tierra
Una gélida noche es la antesala del encuentro. Compartir la casita de los guardaparques bajo el calorcito de cinco frazadas era imaginarse desde ya correr por las pampas. Uno despierta de madrugada, la hora clave no llega pero se sienten voces: “ya están las mallas”, “¿cuántas esquiladoras tenemos?”, “todo está listo para mañana”, se escucha.
Son las seis de la mañana y se registró durante la madrugada una temperatura de – 1.5 grados centígrados. Los guardaparques empiezan a llegar a la base de la comunidad de Pampa Cañahuas. Los visitantes luego de una hora de viaje en bus o camioneta desde la ciudad de Arequipa, también empezaron a llegar. Don Teófilo Solís Mestas es uno de los primeros
comuneros en llegar. “Será una captura a campo abierto”, adelanta a la prensa local que llegó animosa junto al jefe de la Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca, Arturo Cornejo Farfán, para ser testigos de la costumbre ancestral. Las cámaras de fotos y video filmadoras registraron las primeras imágenes
de Pampa Blanca, donde la fuerza del viento y el frío se combinan como escenario. “Estamos recordando tiempos ancestrales, el casamiento de las vicuñas y el pago a la tierra por los chamanes”, refirió el Presidente del Comité de Gestión,
Pepe Huahua Llanos, minutos antes de empezar el ckaku. Son las once de la mañana. Llegaron aproximadamente 500 personas quienes se preparan en el terreno de Pampa Blanca. Cogen las banderolas de colores y se echan al suelo, mientras un grupo de guardaparques en moto ya tienen el plan para cercar a
las vicuñas. Los jefes de grupo ordenan que la gente este en silencio rotundo. ¡Listo! La señal fue recibida y la gente se para velozmente con los banderines para ir arreando las vicuñas hasta el embudo (un espacio donde permanecerán las vicuñas para la esquila).
Cerca de las 11 y 40 de la mañana del sábado 11 de octubre, el Festival del Chaku llegó a su punto central. Las vicuñas fueron arreadas, capturadas y antes de proceder a la esquila la costumbre ancestral vuelve a revivirse. Genaro Jara, contó que desde 1995 se practica el chaku en esta comunidad. De capturar siete vicuñas en ese entonces, ahora capturaron 180 y llegaron a esquilar 96 ejemplares de precioso color canela. Por cada vicuña se puede obtener 200 gramos de fibra y se les puede esquilar cada dos años. El tamaño de la fibra para la esquila debe ser no menos de 2 centímetros y medio. Pago a la tierra “Bendita pachamama te pagamos para tener más abundancia”, “te ofrecemos nuestras ofrendas” exclama el chamán del ritual sagrado, Teófilo Solís Mesta, quien en un altar mayor ofreció a los gentiles puntas de lanzas y de cobre. Chicha, vino, anisado, fetos de llama, kumuja (yerba) y la infaltable coca e incienso. Aperitivos de honor antes de la boda de los novios de nombres Pedro y Margarita (dos vicuñas). Tambo Cañahuas revivió así la ancestral tradición. Sellando el encuentro con danzas típicas que sorprendieron. Bailaron a la pachamama para que al próximo año entre los cerros y el cielo con nubes que parecen algodón, el reencuentro vuelva a cobrar vida. Investigación Uno de los técnicos del Contrato de Administración implementado por desco, Fredy Quispe, explica que en los chakus es necesario obtener un muestreo para ver de donde descienden. Para ello se obtiene una muestra de saliva que será sometido a estudios biológicos. “Vemos la consanguinidad de cada especie para ser el refrescamiento de sangre”, agrega Fredy.
El Ca
arnaval
Fe
Julio Angulo Delgado
EMOCIONES Nadia Rain
VIAJES Hans Rivadeneira