Alexis García Ahumada El ángel suicida Medellín 25 de octubre de 2018 Imagen de caratula: Arnold Böcklin Editorial Saturnus
A Maiakovski, delirante poeta de la revoluciรณn que no ha llegado.
La Valquiria dejó su armadura En el suelo y posó cuerpo de plata En el lecho de piedra y huesos Los ángeles se deleitaron Con la visión de su cuerpo Desnudo y esbelto y En ellos una lágrima rodó
Su corona de espinas le hizo sangrar La frente y del rojo rĂo nacieron rosas Tan bellas que los corazones que Contemplaban la escena se dieron Muerte a ellos mismos
El campo de batalla era un cultivo de cadáveres Y desde su trono el santo padre bendijo con Una sonrisa a los vencedores y sus cañones “La sangre derramada por la espada del odio Es el néctar de los dioses”
Sus huesos se veían brotando de su pierna Y un poco de asco me entró y sentí Ganas de vomitar Pero con valor continué observando La horrible escena y un obtuve el gozo de Aquel que ve el horror directamente y Saca de él la copa del placer
Estoy en todo En la rosa y sus espinas En el volcรกn y su lava En el mar y sus olas En la tormenta y sus rayos En el leรณn y su presa En la locura y la cordura En el abismo y en las alturas Soy lo indecible y absoluto Soy lo que no puede ser dicho
La Valquiria dejó ver sus blancos senos Que antaño cubrieran una armadura de hielo Y diamantes. Cuando me miró supe que su muerta Estaba cerca
Alquimia de las fuerzas negativas
El ciclope de fuego y oro arrojó sus brazos Para detener la espada y ésta le cortó los brazos Que cayeron en un mar de hielo hirviente
Las naciones se lanzaron en una trepidante guerra Unas a otras se cortaron las grandes cabezas y Por el suelo rodaron los pensamientos racionales Y sagrados. Toda devastaciĂłn fue un sueĂąo narcisista de Los amos de la destrucciĂłn. Sobre las cenizas de esas civilizaciones, Los gusanos y buitres de la locura hicieron Su fiesta.
El árbol dejó caer su fruto, La rosa extendió sus petalos, La nube dejó caer la gota de lluvia, El sol entregó sus rayos al mundo, Y el hombre encontró en estos regalos Toda la belleza, sabiduría y alimento Que necesitaba.
La Muerte invitĂł a los esclavos del mundo terrenal a bailar su danza y entre risas y cantos les fue cortando la garganta con su guadaĂąa.
La cruz fue hielo en nuestros corazones roca que enfrĂo toda alegrĂa y decapito a los faunos silvestres del dulce amor y la ternura lasciva.
Pasaban los minutos como elefantes sobre mi pecho, Las horas estallaban en mis oidos como relรกmpagos, Todo era confusiรณn y dolor.
La estrella lloró fuego sobre nuestros ojos y Vimos lo inefable coronar la Vía Láctea Y tu pecho fue el remanso de paz de los durmientes Que se aferraban a él desesperadamente. Unidos en un abrazo caímos decapitados Sobre el fango.
Caballos negros corrieron sobre los huesos De los combatientes y en el cielo una estrella Roja guĂo a la Muerte y su cortejo delirante. Caballos amarillos relincharon tan fuerte Que la inocencia se resquebrajo en gajos Multiformes. Caballos rojos se cebaron con los corazones Humanos y sus ojos lanzaron llamas de fuego Al inocente. Caballos blancos fueron montados por los Guerreros celestes que atravesaron con sus lanzas A la Tierra y a toda vida en ella.
En el árbol el tierno cadáver de la niña fue cuidado por los Cuervos que viendo su belleza no se atrevieron a tocarla Con sus picos impuros. Del tronco mano una savia de aroma hermoso y todos los Campesinos quisieron beberla pero las fieras salvajes Se los impedían al cuidar en cortejo a la estrella muerta En la madera viviente.
Sangro la cabeza cuadrada del dragรณn y el Infierno Arrojรณ sus llamas azules sobre los diamantes del Cielo.
Oh, la ciudad al anochecer con sus ruidos de caĂąones asesinos
Sus piernas ardientes caminaron sobre la triste estepa y El delirio fue rojo en los corazones de cristal purpura. Con su brazo doblego a las fieras sanguinarias y Construyรณ templos para que los hombres adoraran Al sol oscuro en las noches de desesperaciรณn.
El corazón sangró metal hirviente sobre las cabezas Petrificadas de ídolos vivientes en la podredumbre de los Vientres de las niñas madres. La tristeza fue azul y voló como un pájaro de hielo Alcanzando las estrellas de polvo y fango de los mundos imposibles.
El ojo ser observó a sí mismo y la luz fue La materia de su transmutación. Extendiendo su existencia fue Fuego sobre las nubes y agua En los desiertos. El ojo se inclinó maravillado sobre Su propia imagen y como un narciso Metafísico se ahogó en lo imposible.
Escucha ángel de hierro mis quejas vacuas En los días de esperanzas rotas sobre piedras Sangrantes y bendice los crimines de mi espíritu Con tu espada sagrada de dolor y penas. No seas indiferente a quien clama por un poco De violencia espiritual para un mundo dormido por La pólvora y el dinero.
Sagrada flor de las tristezas que siendo hija de la hidra De mil cabezas chupas la sangre de los pequeños recién nacidos A la orilla del Gólgota infernal, no dejes sin marcar nuestras frentes Con tus crimines de oro y purpura y si acaso nos olvidas te estrangularemos como El tiempo al hombre y sus sueños.
Dejé el templo de mis oraciones porque a él fueron los Superfluos a pastar sus mediocridades feas y gordas. Y ese jardín de cerezos celestes y rosas de fuego fue En mí una tristeza permanente que hirió mi armadura De azul y hielo.
El ángel negro de mis cadenas pétreas es una llama perdida En un vasto paraíso de atrocidades alquímicas que no cesan Sino con la lluvia de un mundo nuevo.
Los tiernos pechos de la doncella de escarcha Dieron alimento a los agotados guerreros de la luz Y el fuego.
Ardía la noche con el fuego Sagrado de los fantasmas Cadavéricos que inflando Los sueños de los noctámbulos Pudieron copular con la realidad Y engendrar unos hijos nefastos
Una tristeza apagada ha rectado por mi Interior a lo largo del dĂa. Mis venas se estremecen Por un miedo impreciso y todo Cobra un carĂĄcter superfluo.
Cae el rayo como Bendiciรณn sobre nuestras Cabezas. El metal se vierte de nuestras Venas al mundo. Estamos tristes y apagados Y si el mundo gira Nuestras cabezas Se marean.
Una sinfonĂa tocĂł La Muerte en tu Espina dorsal Y los gemidos De placer Fueron arias Para la eternidad.
Sorpresa es el vientre infecto De cadáveres. Sorpresa es la sonrisa de un Niño desmembrado por la Política. Sorpresa es la metafísica Ardiendo en la parrilla De un glotón. Sorpresa es una monja Virgen que orina en los Altares de Dios.
Mortaja de nuestros SueĂąos febriles Alimentados con Dinamita y alcohol.
Si pudiera besar tu mano Te la arrancarĂa a mordiscos Y serĂamos tan felices los Dos.
El viento es una caricia en el Corazón, un encuentro con Lo desconocido. El viento es la mística de la cotidianeidad. El viento es una sombra en nuestra vida, Un dragón sin dientes que nos atemoriza cuando Se enfurece.
Caigo sobre rosas de sangre, fuego y mierda. Me dejo llevar por el aroma pestilente de estas rosas de un reino desconocido. ¿Qué es la locura si no un pasaporte a nosotros mismos? Mundo etéreo de delirantes aromas que me recuerdan los cadáveres de los niños sacrificados al dios dinero. ¿Qué somos nosotros si no bastardos del mundo, hijos de la ignominia y el crimen? Cebate con nuestros vientres y a nuestros espíritus deja en paz.
Editorial Saturnus