Rizomas

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Editor: Alexis García Ahumada Textos: Alexis García Ahumada y colaboradores Ilustraciones: portada y contraportada: Sergio González Web: arbolestelarblog.wordpress.com lacasadeasterionsite.wordpress.com Nota: todos los texto son de autoría de Alexis García Ahumada salvo donde se indique lo contrario.



Caos Relámpagos metálicos rompiendo tímpanos Clavando en fuego castos cadáveres humeantes Hirviendo charcos de sangre Sangre ascendiendo al cielo a manchar las nubes con el crimen para que lluevan gritos de niños despojados del seno materno Maman las espadas de los vientres de los tiernos inocentes

Corro Yo corro a cada lugar, para huir de quienes están detrás o delante de mí, no quiero respirar allí lejos de quienes infectan el aire con sus execrables exhalaciones, quiero perderme en la nada, caminar detrás de la oscuridad, que el instinto sea mi fantasmal guía en la inmortalidad.


Alquimia Pienso en un ojo que posee forma de pene y que penetra las vaginas de las más tiernas muchachas. Observa cada fragmento del interior de ellas con sus incontables ojos y esas imágenes le causan un delirio que lo lleva a la eyaculación de una leche astral y milenaria. * Ese monstruo que es el Miedo, se alimenta de mi espíritu y lo consume poco a poco. Y yo desde adentro de su estómago saco la espada que he construido con el valor que me robó y voy abriendo sus tripas hasta ver la luz del señor Día. * Un demonio me habla de una sabiduría antigua que está oculta en un libro guardado hace siglos bajo un árbol en algún lugar del mundo que ha dejado de ser visitado por la humanidad. * En este preciso momento alguien piensa en mí con cariño. En este preciso momento muere alguien que hubiera podido ser un gran artista. * Un volcán de hielo en el que está sumergido Satanás arde fríamente y arroja sus piedras a la tierra con enfado y locura. * Un perro me ataca, intenta morderme, yo lo tomo por el toras, lo alzo, luego lo arrojo con toda la fuerza de mis brazos al suelo, repito la operación mil veces y de repente, al estallar el cadáver del canino, de sus vísceras surge una deidad femenina que me entrega a unas doncellas vírgenes que en medio de risas delirantes se desnudan ante mí y me ofrecen sus sexos jugosos. * Si me duermo un abismo de amapolas se abre debajo de mis pies y las ilusiones ópticas se convierten en realidades tangibles. Sueño pesadamente con un mundo que se hace real por ser el único que existe mientras duermo. *


Putitas escribo en el horizonte con aerosoles de fuego y mi mensaje llega a todas las zonas oscuras del mundo y la locura de la ballena es la trepidación de un tiempo que se consume a sí mismo en caminos sanguinarios en los que habitaron héroes cobardes que a medio saltar entre las nubes del tiempo dieron en quedarse durmiendo en los repliegues de la cuarta dimensión esa misma que los amamanto con sus senos flácidos y una lecha agria que las postulas del sida dieron en nombrar madre todas las muertes en callejones donde las santas prostitutas entregaban sus virginidades eternamente renovadas por el crimen de pedir perdón lamiendo las vergas de sus niños amados en lobos hirsutos de dagas que laceraban los senos y vaginas de esas pequeñas zorras de la calle que habidas de semen cantaban oraciones terrenales para aliviar los dolores de la carne en quejidos siempre alegres de duendes y hadas orgiásticas que distorsionaban sus rostros por el placer de la eyaculación en los ojos ciegos de la justicia que nunca se tiró un pedo por vergüenza de mostrar sus cuartos traseros a la toda la sociedad humana en pleno mientras los mingitorios se elevaban a los cielos pidiendo que los alienígenas los desenterraran de la loca furiosa que la sensatez siempre acompaña por el poder de las armas y los discursos estúpidos y locuaces con que los galanes penetraban los oidos de la vagina astral que se devanaba en pensamientos itiofálicos desde que escribiera su pequeño diario de puta redimía por el amor en los cojines de mierda de su inocencia de voluptuosa serpiente venenosa de campos arrasados por la piedad de los buenos hombres

Ernesto Sacamuelas


La risa de un loco * Bataille, el apologista del crimen y uno de los místicos de la ciencia. * Bataille necesitaba vivir dramáticamente para que el tedio no lo consumiera. Si amaba la violencia al modo de Rimbaud era en la medida en que ésta permitía escapar de la vida cotidiana usando las drogas y la risa. La risa del idiota es tanto la risa de aquellos con los que trato Rimbaud como la de él mismo. El tedio es veneno que corroe la consciencia y solo la actividad permití escapar a los efectos de ese veneno. El veneno es también el motor de su creación, para no vivir en el tedio se disipa en licores y prostitutas. Necesita ser picado por el aguijón del éxtasis, para recaer en el asco del tedio. Es de ese poso que extrae sus obras escritas. Estas naturalezas les va bien el remordimiento porque siempre los invita a realizar acciones, a corregir las pasadas en las nuevas o haciendo lo no hecho. * La falsedad del mundo nos provoca el deseo de destruirlo en un mar de llamas. Todo nos resulta falso y superfluo. Nos duele la existencia como la mayor de las farsas. Queremos vivir en la verdad. Ser puros e inocentes. Pero nos damos cuenta de que necesitamos la impureza para no perecer. La cobardía de los otros nos da asco, y la propia nos da rabia. * Bataille vive el erotismo en el sentido en que lo propuso Sade, buscar siempre lo peor, lo que sea considerado como pecado por la cristiandad. * Vivir la suciedad. Eso es más de Nietzsche que de Freud. * Maldito tedio que nos ahogas hasta la muerte y que no nos dejas en paz porque eres la vida misma. La vida es tediosa hasta más no poder, incluso los hombres más enérgicos y activos terminaron por vivir sus días en la gris monotonía de toda empresa que se repite para poder así perpetuarse. Todas las guerras son iguales, por más muertes y emociones que generen terminan aburriendo a quien tenga que soportarlas siempre.


Somos seres humanos en la medida en que podemos dar respuestas contingentes a nosotros mismos sobre el mundo. * Nosotros mismos no somos el deseo, si lo fuéramos él sería uno de nuestros atributos, sería parte de nuestro ser, y entonces si el deseo hace parte de nosotros, es uno de nuestros atributos, no somos dos cosas distintas, no existe por un lado el deseo y el ser deseante sino que ambos son una misma cosa, como la planta y sus tallos. En este sentido Nietzsche nos enseña que no existe una diferencia entre el individuo y sus apetitos y que él es la suma de ellos. No existiría por lo tanto un ser hueco, o la negatividad de Hegel, sino un ser que es algo dado, y que se mueve en el mundo y si parece un individuo es por obra y gracia de la abstracción humana. La risa es una cosa que disuelve todas nuestras verdades. "Lo que la risa enseña es que al evitar con prudencia los elementos de muerte, tendemos tan sólo a conservar la vida: pero en cambio al penetrar en la región que la prudencia nos aconseja evitar, la vivimos. Porque la locura de la risa es sólo aparente. Al arder al contacto con la muerte, al extraer de los signos que representan su vacío una reduplicación de la conciencia del ser, y al introducir —violentamente— lo que debía ser rechazado, nos saca durante un cierto tiempo del callejón sin salida en el que encierran la vida aquellos que no saben hacer más que conservarla". * Rio de mi miedo a la muerte, de ese miedo que me pide que conserve una vida que en cualquier momento será perdida irremediablemente. Buda aconsejaba ser como el elefante que entra seguro a la batalla, con la trompa y las orejas en alto y con su rabo descubierto. Recular era para Buda el símbolo de la cobardía, del deseo de permanecer en la existencia y por lo tanto hablaba de aquellos que preferían continuar sufriendo antes que liberarse de sus miedos y deseos. * No se trata de suicidarse, se trata de vivir desprendido de la vida. No solo es una frase bíblica, “quien cuida su vida la perderá y quien la pierde la hallara”, es el sentimiento de la humanidad en pleno, quien vive aferrado a su existencia es un cobarde y mutila sus posibilidades tratando de evitar lo inevitable.



Imitación de Bukowski La ciudad con sus apestosas tuberías que hediendo a ramera Nos infectan los sentidos con el amor al sacrilegio A la locura y al crimen, son nuestras modernas fuentes De bautismo. Desvariamos en noches de estrellas rotas Cantamos odas obscenas a hetairas de envejecidos rostros Fumamos la esperanza en pipas de crack y nos sentamos A contemplar el amanecer mientras nuestros culos Pedorrean sin cesar. Imitación de Rimbaud Dulce niña que con tu rostro angelical abres las puertas del Cielo A este ángel caído, no prestes atención a los hombres de guerra que quieren tu Sagrada flor para marchitarla con su tacto corrupto. En esta noche deja que tus ojos miren la bóveda nocturna mientras Me refugio en tus faldas que son el sudario de mi amor. Imitación de Villon Pezones de mujer que sois la fuente de leche divina que alivia los días Y aligera las cargas. Caderas como guitarra que suenan la música de tus labios mayores y menores. Todo eso se ha de perder en la oscuridad del tiempo y el gusano de La Muerte Se saciara con la flor de tu juventud. Walter Johannes Stein Traducción de Efraín Bustamante Ríos


Acefalia A un señor le cortaron la cabeza, pero como después estalló una huelga y no pudieron enterrarlo, este señor tuvo que seguir viviendo sin cabeza y arreglárselas bien o mal. En seguida notó que cuatro de los cinco sentidos se le habían ido con la cabeza. Dotado solamente de tacto, pero lleno de buena voluntad, el señor se sentó en un banco de la plaza Lavalle y tocaba las hojas de los árboles una por una, tratando de distinguirlas y nombrarlas. Así, al cabo de varios días pudo tener la certeza de que había juntado sobre sus rodillas una hoja de eucalipto, una de plátano, una de magnolia foscata y una piedrita verde. Cuando el señor advirtió que esto último era una piedra verde, pasó un par de días muy perplejo. Piedra era correcto y posible, pero no verde. Para probar imaginó que la piedra era roja, y en el mismo momento sintió como una profunda repulsión, un rechazo de esa mentira flagrante, de una piedra roja absolutamente falsa, ya que la piedra era por completo verde y en forma de disco, muy dulce al tacto. Cuando se dio cuenta de que además la piedra era dulce, el señor pasó cierto tiempo atacado de gran sorpresa. Después optó por la alegría, lo que siempre es preferible, pues se veía que, a semejanza de ciertos insectos que regeneran sus partes cortadas, era capaz de sentir diversamente. Estimulado por el hecho abandonó el banco de la plaza y bajó por la calle Libertad hasta la Avenida de Mayo, donde como es sabido proliferan las frituras originadas en los restaurantes españoles. Enterado de este detalle que le restituía un nuevo sentido, el señor se encaminó vagamente hacia el este o hacia el oeste, pues de eso no estaba seguro, y anduvo infatigable, esperando de un momento a otro oír alguna cosa, ya que el oído era lo único que le faltaba. En efecto, veía un cielo pálido como de amanecer, tocaba sus propias manos con dedos húmedos y uñas que se hincaban en la piel, olía como a sudor y en la boca tenía gusto a metal y a coñac. Sólo le faltaba oír, y justamente entonces oyó, y fue como un recuerdo, porque lo que oía era otra vez las palabras del capellán de la cárcel, palabras de consuelo y esperanza muy hermosas en sí, lástima que con cierto aire de usadas, de dichas muchas veces, de gastadas a fuerza de sonar y sonar. Julio Cortázar


Heces Esta tarde llueve, como nunca; y no tengo ganas de vivir, corazón. Esta tarde es dulce. Por qué no ha de ser? Viste gracia y pena; viste de mujer. Esta tarde en Lima llueve. Y yo recuerdo las cavernas crueles de mi ingratitud; mi bloque de hielo sobre su amapola, más fuerte que su «No seas así!» Mis violentas flores negras; y la bárbara y enorme pedrada; y el trecho glacial. Y pondrá el silencio de su dignidad con óleos quemantes el punto final. Por eso esta tarde, como nunca, voy con este búho, con este corazón. Y otras pasan; y viéndome tan triste, toman un poquito de ti en la abrupta arruga de mi hondo dolor. Esta tarde llueve, llueve mucho. ¡Y no tengo ganas de vivir, corazón!


La copa negra

La noche es una copa de mal. Un silbo agudo del guardia la atraviesa, cual vibrante alfiler. Oye, tú, mujerzuela, ¿cómo, si ya te fuiste, la onda aún es negra y me hace aún arder? La Tierra tiene bordes de féretro en la sombra. Oye tú, mujerzuela, no vayas a volver. Mi carne nada, nada en la copa de sombra que me hace aún doler; mi carne nada en ella, como en un pantanoso corazón de mujer. Ascua astral… He sentido secos roces de arcilla sobre mi loto diáfano caer. Ah, mujer! Por ti existe la carne hecha de instinto. Ah, mujer! Por eso ¡oh, negro cáliz! aun cuando ya te fuiste, me ahogo con el polvo, y piafan en mis carnes más ganas de beber!


Deshora

Pureza amada, que mis ojos nunca llegaron a gozar. Pureza absurda! Yo sé que estabas en la carne un día, cuando yo hilaba aún mi embrión de vida. Pureza en falda neutra de colegio; y leche azul dentro del trigo tierno a la tarde de lluvia, cuando el alma ha roto su puñal en retirada, cuando ha cuajado en no sé qué probeta sin contenido una insolente piedra, cuando hay gente contenta; y cuando lloran párpados ciegos en purpúreas bordas. Oh, pureza que nunca ni un recado me dejaste, al partir del triste barro ni una migaja de tu voz; ni un nervio de tu convite heroico de luceros. Alejaos de mí, buenas maldades, dulces bocas picantes… Yo la recuerdo al veros ¡oh, mujeres! Pues de la vida en la perenne tarde, nació muy poco ¡pero mucho muere!

César Vallejo


Entramos en una ĂŠpoca de formas rotas, de creaciones al revĂŠs Cioran


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