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Pan y Rosas

Número 32 Julio de 2012

Agrupacion

clasista de mujeres y la diversidad sexual.

En el retail, en fábricas, en bodegas, en callcenters, en el área del aseo, día a día millones de mujeres cumplimos nuestras jornadas de trabajo y con todo tipo de labores que de ella provienen. Producimos lo mismo, cumplimos las mismas órdenes y hacemos los mismos turnos, sin embargo hay algo que nos diferencia perjudicialmente del resto de los trabajadores y trabajadoras: somos subcontratadas. Las diferencias se asoman de inmediato: menor calidad en los uniformes, más malos tratos de jefes en los lugares a los que acudimos, menos sueldos, ausencia de aguinaldos y bonos, nula estabilidad contractual, ausencia de derecho a permanencia en un lugar físico de trabajo, imposibilidad de afiliarnos al sindicato del lugar al cual vamos a trabajar, discriminación, etc. En otros casos, como los callcenters, esta situación es igual para todos y todas, ninguna goza de algún privilegio que pueda ser relacionado con ser de planta. Así sobrevivimos, con sueldos de hambre, pues es muy raro ver una subcontratista que pague de sueldo base más del sueldo mínimo, lo poco con que inflamos ese sueldo se debe siempre a extenuantes horas extra, a bonos que ninguna de nostras sabe calcular más que la gente de recursos humanos y en muchas ocasiones a un segundo trabajo que

nos consume la vida y el tiempo con nuestra familia, pareja y amigos. Chile es hoy un país de subcontratados, cada vez más nos acercamos a que la mitad de la fuerza laboral esté en esas condiciones, y esto para las mujeres es peor: dentro de los últimos 5 mil empleos generados el 91% de nosotras que accedió a estos empleos lo hizo bajo la modalidad del subcontrato. La precarización laboral, la nueva esclavitud asalariada tiene rostro de mujer Pero Chile es sólo un botón de muestra de lo que ocurre a nivel mundial: actualmente, el número de mujeres que participa en el mercado laboral mundial es el más alto de la historia pero que, a su vez, hasta la Organización Internacional del Trabajo (OIT) tiene que admitir –en un informe presentado el 8 de marzo del 2008- que las trabajadoras están más expuestas que los hombres a sufrir peores condiciones laborales. Y más aún: aunque actualmente hay 1200 millones de mujeres trabajadoras (representando el 40% de la fuerza de trabajo mundial),el 72% es tercerizada o subcontratada, además, también aumentó el número de mujeres desocupadas, que ya supera los 80 millones. Esta situación claramente ha empeorado: la crisis mundial que golpea a los países europeos, y al mismísimo Es-

Contra

la explotacion capitalista y la opresion de genero

tados Unidos, ha arrojado a la cesantía a millones de trabajadores; y, como el hilo siempre se corta por lo más delgado, las primeras en ser despedidas son las filas de mujeres y subcontratados. Sí, países Europeos y Estados Unidos, esos que según los empresarios y políticos eran el modelo a seguir, (modelos igualmente basados en la desigualdad y la explotación), nos pone de manifiesto cómo es que es el sistema de conjunto el que se sostiene a costa del hambre y la miseria del pueblo trabajador; que es el capitalismo, con su economía salvaje, con su especulación, con su imperialismo y su explotación el que nos lanza a una vida de necesidades y pobreza. Mujer y subcontrato parecen estar estrechamente ligadas entonces, pareciera casi natural, como cuando nos dicen que es natural que todo el trabajo doméstico recaiga sobre nosotras porque somos las guardianas del hogar, porque así lo dice la Iglesia, en nombre de Dios, y la moral burguesa, en nombre de la familia y las buenas costumbres. Ninguna de las dos cosas es cierta. El subcontrato comenzó a practicarse en Dictadura, nuestro país fue un verdadero laboratorio en el que se experimentaron las políticas económicas neoliberales: nosotros, los y las trabajadoras fuimos sus conejillos de india. Así fue como el cierre y la privatización de

numerosas empresas antes públicas, de numerosas industrias (como las textiles que daban trabajo a miles de mujeres) trajo consigo la precarización laboral y la práctica de la subcontratación. Pero la Dictadura se terminó, y el trabajo duro, inestable y mal pagado no acabó, al contrario: se extendió en manos de la Concertación. El año 2007 los subcontratistas de Codelco dieron una enorme lucha por el pase a planta de 30 mil mineros. La ex presidenta Bachelet, la primera mujer presidenta de Chile, la que fue apoyada por numerosas organizaciones feministas,despertó grandes expectativas de que acabaría con la subcontratación en miles de trabajadoras, sin embargo, frente a la lucha de estos mineros subcontratados, accedió a que sólo 5 mil pasaran a planta: migajas que no acabaron con el subcontrato. El dirigente Cristián Cuevas (del Partido Comunista) aceptó. Podría decirse que uno, Bachelet, le torció la mano a esta justa demanda y movilización, y el otro, Cuevas, claudicó en la lucha y dejó a los otros 25 mil mineros sin pan ni pedazo. El resultado de esto fue una derrota, no sólo para los mineros de la CTC, sino para toda la clase trabajadora, puesto que Bachelet firma y manda un proyecto de ley para “regular” el subcontrato: un bonito nombre que en el fondo significa que aprobó, legalizó y santificó, la precarización del empleo, una de las herencias de la Dictadura. Hoy millones de mujeres trabajamos subcontratadas y la primera mujer presidenta de Chile dijo estar con nosotras porque dio bonos y ... si bien los bonos es plata que no tenemos ¿cuántas de nosotras considera que nos merecemos migajas en vez de trabajos estables y sueldos dignos? ¡No nos gusta mendigar, los bonos son migajas para hoy hambre para mañana!, somos trabajadoras y como trabajadoras tenemos algo que al parecer todos han olvidado: tenemos DERECHOS! Y esos derechos fundamentales los conseguiremos

sólo con lucha y organización. El camino a seguir Hace sólo un par de semanas hasta ahora ha habido decenas de huelgas de subcontratados en los procesos de negociación colectiva, sindicatos nuevos, sindicatos que nunca se había ido a huelga, dijeron: BASTA YA! De entre estas huelgas la participación de mujeres trabajadoras, como tú y yo, fue notable. Las más aguerridas entre sus compañeros y las más claras en la idea de que la única lucha que se pierde es la que se abandona, defendieron el pan de sus hogares y sus derechos como trabajadoras, comenzando a cuestionar más activamente, a través de su lucha el subcontrato y la precarización laboral. Es un primer paso, debemos avanzar mucho más, pero todo indica que las luchas por mejores sueldos y condiciones laborales, recién comienza. Hay que avanzar a que la lucha se sostenga después de una huelga, a que nos acostumbremos a sacar la voz frente a lo que nos parece injusto, es necesario crear espacios de trabajadores y trabajadoras en los que podamos discutir que pasa en nuestras empresas y que problemas específicos nos aquejan, como el tema de las salas cunas, los permisos, los acosos, etc. Para dar una lucha unificada y aprender a golpear con un solo puño, aprender a extender la solidaridad entre huelgas como ocurrió entre los sindicatos de Porti, Azeta y GTS unas semanas atrás. ¡Levantemos una asamblea permanente de trabajadores y trabajadoras subcontratadas, no importa si hay sindicato en tu empresa o no, si eres de base o eres dirigente! ¡Levantemos comisiones de mujeres para tener una voz propia, por nuestros derechos como salas cunas y guarderías! ¡Más mujeres en los sindicatos, abajo el subcontrato! TODAS A PLANTA!


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