HAZ Haz un nido de olvido para guardar los recuerdos y, en él, dejar desnudos, de cada corazón, los latidos. Haz un camino con mis huellas, las que seguían tus pasos que, al igual que a las estrellas, jamás alcanzarán mis brazos. Haz un castillo de ensueño donde al despertar en la mañana observar el pasado, risueños, podamos sonreír a través de sus ventanas.
Natividad Padilla Almarante nació en Santo Domingo, República Dominicana el 25 de diciembre de 1960 -de allí su nombre. Estudió en la Universidad APEC en 1980. Obtuvo títulos de los idiomas inglés y portugués. Trasladada a Bonao formó parte activa del núcleo literario Propuesta, del escritor Don Manuel de Cabral. Su primer poemario, Sueños, fue en el año 2000. En 2002 publicó Desvelos, poesía. Ha participado en concursos de trova hispana para Brasil y en2009 para el evento 1°s Juegos Florales del Caribe, de la Unión Brasileña de Trovadores, celebrado en su país. Es miembro de la Unión de Escritores Monseñor Nouel. De su poemario Vendaval de sentimientos (2014), que fue presentado en Uruguay en febrero de 2015, tenemos una breve muestra en este plegable de aBrace Editora, Montevideo, Uruguay. Sarandí 690 / 404, Montevideo, Uruguay (CP11000) FACEBOOK: ABRACECULTURA-aBrace libros aBrace Letras en las nubes www.abracecultura.com (598) 29147849/99103857 abracecultura@gmail.com
TRILOGÍA DEL AMOR
RETRATO
DESDE EL MANANTIAL
Conocí la cara del amor despiadado: dos luceros que mienten, una boca de fuego.
Llámalo absurdo si así lo parece. Es el lenguaje burdo de quien no conoce el sentir profundo.
Si algo sabes bien, es como abrir la llave del agua fresca y pura de ese manantial que, todo, suave baña desde la montaña.
Conocí los brazos del amor insensato: dos pinzas que cortan con dedos de hielo. Conocí el corazón del amor traicionero: lleva agua en las venas y sólo su sed sacia. Conocí la libertad del amor bendito: el amor propio. El que trae la paz que necesito.
Grítalo fuerte si callarlo te ahoga. Es el mensaje crudo de quien aboga por no ser mudo. Sabiéndose amado, se ufana y olvida que de la misma bebida, ya ha tomado. Es que se niega a mirarse en el mismo espejo por temor a encontrarse con su propio reflejo.
Cuando escalas hasta la cima, descansas al llegar arriba; y, en un corto trecho, sólo hay dos montes hasta tu lecho. Y, cuando duermes, la luna es tu techo bajo el desnudo cielo que te guarece.