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El emprendimiento es para valientes
El emprendimiento es para valientes Por: Tony Moreno
Emprender siempre tiene sus riesgos: el riesgo económico de perder el dinero invertido, el riesgo de perder el tiempo, el riesgo reputacional, etc. Al emprender, el riesgo cambia en su dimensión dependiendo de varios factores como por el ejemplo el tamaño del proyecto, la edad y circunstancia del emprendedor y su red de colaboración a la que tiene acceso.
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En mi labor de mentor, les sugiero a los jóvenes con perfil emprendedor que no dilaten más tiempo del necesario en arrancar sus proyectos, porque si existen posibilidades de fracasar, las consecuencias en la juventud, son menores que cuando se trata de alguien que se encuentra en la madurez. No es lo mismo una caída de un joven de 20 que la de un cuarentón, las primeras sanan más rápido y suelen tener consecuencias menos graves que las del cuarentón; Sin generalizar, en los proceso de emprendimiento suele suceder algo similar: si el fracaso llega temprano hay más tiempo para darle la vuelta. Entre más edad y más obligaciones se adquieran, el riesgo para emprender crece y la incertidumbre lastima más.
Sin embargo no todos los riesgos tienen que ver con la persona, existen también los riesgos inherentes a la naturaleza de los proyectos, si se trata de proyectos con énfasis en tecnología suelen ser más ágiles y baratos sus experimentos de prueba que si se tratara de proyectos más
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tradicionales, basta con apoyarse en herramientas en la web para descubrir si aquello tiene posibilidades de éxito o no.
De la misma forma, la red de colaboración con la que cuenta un emprendedor facilita el proceso de validación y de conexión con oportunidades de negocio reales que si se tratara de emprendedores sin una red en la cual apoyarse.
Luego entonces, existe el riesgo del emprendedor por su perfil, su equipo y sus circunstancias personales; el riesgo de la naturaleza del proyecto y la industria en la que se encuentra; por último también existe el riesgo de la pertenencia o no a una red de colaboración. Todos ellos son fundamentales para determinar el riesgo al que se expone un proyecto emprendedor en su conjunto.
Son muy pocos los emprendedores que “sacan la bola del estadio en su primer turno al bat” ; casos contados como los fundadores de Facebook, Instagram o WhatsApp son más bien la excepción. Lo más común es la historia del emprendedor que lo intentó varias veces, realizó algunos pivoteos hasta que llego a su modelo de negocio exitoso. Lo común es fracasar al menos una vez antes de triunfar, pero también es verdad que más de alguno ya no quieren intentarlo después del primer revés. Además solemos escuchar más sobre historias de éxito que sobre fracasos, de ambos se aprende y mucho.
La resiliencia ante el fracaso y la fortaleza para el esfuerzo continuado no forman parte de nuestro talento innato, más bien se trata de virtudes que se van formando a lo largo del tiempo después de un esfuerzo continuado durante mucho tiempo; sin ellas el emprendedor estaría en riesgo de abandonar el sueño ante la primera dificultad. Si bien los emprendedores suelen ser optimistas desmedidos y luchadores incansables también pasan por momentos de soledad y de ganas de abandonar la lucha, es ahí donde la labor del mentor y de la red de colaboración se vuelven claves, sin ellos la tasa de fracaso crece y no por falta de capacidad del emprendedor sino por no manejar correctamente sus miedos y sus emociones.
También es verdad que los recursos siempre son limitados y que un emprendedor no puede pasarse todo el tiempo probando hasta que encuentre el proyecto de sus
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sueños; las cuentas deben pagarse cada mes y no hay “más leña que la que arde”. Para ello, es muy necesario tener algunas fuentes de recursos que permitan solucionar al menos las necesidades básicas, y esas crecen en la medida en la que las personas van adquiriendo compromisos con el fundar una familia. Por esta razón, entre más joven se pueda comenzar será mejor, habrá menos ataduras y menos necesidad de recursos. Si se puede conseguir una actividad profesional a la par del emprendimiento, que vayan relacionadas y que permita sacar al menos para los “chicles y los pasajes” suele ser una gran ayuda.
Un emprendedor de verdad es aquel que apuesta por su idea hasta el punto de no retorno, hasta el punto de no guardarse nada, de no armar un plan “B” por si acaso. En muchos casos, cuando se queman las naves es cuando las oportunidades se abren. Cuando sabes que tu futuro depende del éxito de ese proyecto es cuando conectas con tu pasión y es hasta entonces todo lo que tienes a tu alcance es cuando más incrementas tus posibilidades de éxito. Cuando el emprendimiento es mi "side business" difícilmente sale, crece y se desarrolla salvo contadas excepciones. Los emprendedores no son unos locos temerarios que no miden los riesgos y no calculan sus posibilidades de fracasar, ni tampoco se trata de irresponsables que no prevén posibles dificultades que les generen un desequilibrio económico, eso dependerá de la capacidad de riesgo e incertidumbre que pueda manejar cada persona. Sin embargo emprender no está hecho para los tibios; los que quieren asegurarse de que todo este pavimentado para dar un paso, lo más probable es que aun cuando este recién pavimentado no lo harán, saldrán con otro tipo de contratiempos acrecentados por el miedo y la imaginación que se convierten en un obstáculo verdaderamente imposible de franquear.
Después de conocer muchos emprendedores y aprender sobre sus
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procesos de arrancar empresas he llegado a la conclusión de que cuando la pasión y el deseo de cambiar el mundo aparecen, los riesgos siguen ahí pero no tienen el tamaño suficiente para detenerlos, siguen adelante y triunfan. Cuando hay una pasión, un proyecto valioso y un talento detrás se buscan los cómos, cuando no se buscan las excusas. Emprender es para valientes, ¿tú qué opinas?
TONY MORENO Director y Fundador Tel. 81 83881768 y Cel. 81 80 88 04 55 www.incalimexico.com capacitacion@incalimexico.com
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