Editorial Las metas no son algo que solamente se alcanza sino algo que nos acompaña y que define mucho de lo que somos y de lo que hacemos ya que como metas, aunque aún no sean obtenidas, están y definen mucho de nuestra vida, en este sentido mientras más elevadas sean estas metas más impulsarán nuestro proyecto de ser cada vez más y mejores.
¿Te has dado cuenta como cuando vas a una parte que no deseas el camino se te hace muy pesado y que por el contrario cuando vas a un lugar que quieres ya desde que vas en camino vas disfrutando? Lo mismo pasa con la vida. Las metas que nos ponemos y las cuales llegan a formar parte de nuestra vida, van infundiendo energía y dinamismo a cada paso que damos. Pensar en las metas u objetivos como algo que se va a alcanzar es no estar viendo el panorama completo. En realidad desde el momento mismo en que la meta se convierte en algo que queremos para nosotros desde ese mismo instante comienza a permear lo que pensamos, sentimos y hacemos.
Obvio que no todas nuestras metas deben ser de tal alcance, habrá otras más personales que estarán más al alcance de nuestra mano, no sin esfuerzo ni lucha pero sí con un ánimo de logro más práctico. Igual esas metas nos infunden el espíritu del que hablamos por lo que hay que cuidar lo que deseamos, no tanto porque se vaya a ser o no realidad, sino porque desde el momento mismo en que animamos esa idea en nuestro interior comenzamos a transformarnos en eso que pensamos.
Como verás, el énfasis que he estado dando en esta exposición de ideas se centra en dos puntos: el nivel que las metas y objetivos que buscamos tienen y que nos impelen a ser cada vez más y mejores y la fuerza que se desprende de esas mismas metas y objetivos para ayudarnos en nuestro andar, teniendo esto en mente no olvides que en la vida, cuando el camino es largo, los sueños deben ser grandes.
¡Éxito!
Roberto Celaya Figueroa, Sc. D. Fundador y Editor en Jefe