Llegará el día en que estaremos ancianos, nuestras mentes posiblemente no recuerden, el amor que os entregamos. Seremos como niños, y como tales actuaremos, por vuestra parte necesitarás, mucha paciencia, entendimiento y conciencia. Nuestros hijos serán nuestros consejeros, ayudantes y guías, también hemos de recordar que serán nuestros más severos jueces. Y si Dios nos tiene para vivir muy largo, que sea en buenas condiciones, que no hayan abusos, tampoco malos tratos, y que no falte la comidita en la mesa. Mientras todo esto suceda, continuemos sembrando, buenas memorias y mucho cariño, para que nuestros hijos recuerden, que la vida no pasa en vano, que no todo es alegría, pero tampoco son todo penas.
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