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Cada día es un nuevo comenzar, una nueva oportunidad, un nuevo
claudicar la Escritura: “El perezoso mete la mano en el plato, pero se fatiga de llevársela a la boca”, ¿te fijas?, espiritualmente en la persona del perezoso se tiene alguien que si bien tiene hambre espiritual su propia desidia le impide saciarla.
Pablo, escribiendo a los de Filipo, los exhorta en su misma persona para que no se confíen diciendo “no que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús”. ¿Te fijas como dice “por ver si logro asir aquello”?, de esta forma deja más que claro que mientras andemos por el Camino, en tanto no lleguemos a las promesas que se nos han sido dadas, no debemos dejar de alcanzar aquellas so pena de no conseguirlas, como dijo nuestro Señor Jesús: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
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Las promesas que se nos han dado no son cosa menor: la salvación, la vida eterna, el llegar ser parte de la familia de Dios, eso excede con mucho cualquier cosa que en este mundo pudiéramos imaginar, pero de igual forma se requiere de nosotros ese esfuerzo por alcanzarlas, descansando, sí, cuando este andar nos fatigue, pero nunca dejando de avanzar en el Camino, después de todo detener tu andar no mantiene la distancia entre tú y tus sueños sino que la incrementa
Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/N1yawIhTdDk