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participar en ellos?

Pablo escribiendo a los de Éfeso les dice respecto del Padre “porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

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Es providencialmente interesante que Pablo declare que Dios nos preparó buenas obras para andar en ellas de antemano, pero esto es consecuente con su omnipotencia y omnisciencia así como con la Palabra: “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”.

De esta forma, una vez que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo, Dios comienza una obra en nosotros y, como escribe Pablo a los de Filipo, “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.

Este perfeccionamiento está dado por la parábola de Jeremías respecto del alfarero y la vasija de barro: “Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro

que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel”.

Pero qué pasa muchas veces, que más que barro en las manos de nuestro Dios más bien podemos parecer una roca que se niega a ser moldeada, como escribe Pedro a los de Roma: “¿Quién eres tú, oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: Por qué me hiciste así? ¿O no tiene el alfarero derecho sobre el barro de hacer de la misma masa un vaso para uso honroso y otro para uso deshonroso?”, a esto Isaías responde “¡qué equivocación la vuestra! ¿Es acaso el alfarero como el barro, para que lo que está hecho diga a su hacedor: Él no me hizo; o lo que está formado diga al que lo formó: Él no tiene entendimiento?”, en todo caso lo que debemos decir, como también escribe el profeta, es “más ahora, oh Jehová, tú eres nuestro Padre, nosotros el barro, y tú nuestro alfarero; obra de tus manos somos todos nosotros”.

Así que siendo escogidos por Dios desde antes de la fundación del mundo, predestinados a ser adoptados hijos suyos, y con obras preparadas de antemano, ya solo nos corresponde de manera libre optar por hacer así o rechazar lo que ante nosotros ha sido puesto, después de todo si los cambios se van a dar contigo o sin ti, ¿por qué mejor no participar en ellos?

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/8fO7JPQXcKY

Referencias: Efesios 2:10; Colosenses 3:10; Efesios 1:4-5; Deuteronomio 7:6-7; Filipenses 1:6; 1 Corintios 1:8; Jeremías 18:1-9; Romanos 9:20-21; Isaías 29:16; Salmos 94:8-9; Isaías 64:8

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